Siete Tropiezos Y Una Guía Creyendo en Jesucristo no se está exento del todo de tropezar, pues su Evangelio ofrece más de una piedra de tropiezo. El Apóstol Mayor lo deja bien claro: siete tropiezos y una guía.
"He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; y el que creyere en él, no será avergonzado". Así decía el texto bíblico de Romanos 9:33 para el Servicio Divino que ofició el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 11 de octubre de 2015 en Johannesburgo (Sudáfrica). Cerca de 1.500 concurrentes siguieron la prédica en la comunidad Dinwiddie, otros 27.000 más por transmisión a toda la Iglesia regional África del Sudeste. "Esta piedra es Jesucristo", explicó la máxima autoridad de la Iglesia el contexto del pasaje bíblico. "Jesús fue enviado por su Padre para salvar al pueblo de Israel. Pero ellos no lo aceptaron". "¿Cómo Jesucristo podría convertirse para nosotros en una piedra de tropiezo?", preguntó el Apóstol Mayor. "Miremos un par de ejemplos".
Las piedras de tropiezo "Primero el pueblo de Israel estaba desilusionado porque Jesús nos respondía a sus expectativas", explicó. "No liberó al pueblo de los romanos. Tampoco sanó a todos". Algo similar ocurre hoy: "a veces deseamos que el Señor resuelva todos los problemas. Cuando esta ayuda no llega y nuestra situación de vida no cambia, estamos desilusionados". Sin embargo, "su redención consiste en mostrarnos el camino a la vida eterna, y esto ocurre atravesando todos los problemas". En tiempos de Jesús muchas personas se ofendieron porque afirmó de sí que era el único camino a la salvación (Juan 14:6). "Muchas personas piensan hoy: Dios no es tan pequeño, Él tiene otras ideas más", expresó el Apóstol Mayor. Ellos tropiezan en las palabras de Jesús. Pero: "Nosotros, los Apóstoles, no podemos predicar otra cosa que lo que enseñó Jesucristo. Necesitamos su palabra, su gracia y la Santa Cena".
"Jesucristo tiene un alto requerimiento. Para más de uno esto fue una piedra de tropiezo y cayó", dijo aludiendo al hecho con el joven rico. "Bajo circunstancias normales no es tan difícil conciliar nuestra vida cotidiana y nuestra vida de fe". Pero a veces Dios pide una decisión: "¿Quieres la redención o te resulta más importante el éxito material?". "Sea lo que fuere lo que hagamos, incluso si somos la mejor persona del mundo, no hay nada que podamos hacer para ganarnos el reino de Dios. Es gracia", citó la máxima autoridad de la Iglesia otro caso de tropiezo: "A veces estamos irritados cuando vemos que otro recibe lo mismo que nosotros, aunque haya hecho mucho menos". Sin embargo: redención es redención. No hay un poco más o un poco menos. "Algunos también estaban irritados porque Jesús no respondía a sus preguntas ", como ser la pregunta por el día del Señor. "Para muchos la respuesta tan breve: 'Sólo cree, el Señor viene pronto', fue un motivo de enojo". Pero: "Basémonos en nuestra fe y confiemos en Él". A veces es más importante difundir el Evangelio que ayudar a los pobres. De esta manera interpreta el Apóstol Mayor la unción en Betania (Mateo 26:6-13). Esto también es válido para cómo la Iglesia utiliza el dinero de las ofrendas: primero se ocupa de que pueda ser predicado el Evangelio, y recién "en un segundo paso nos preocupamos por el prójimo". Para algunos esto es una piedra de tropiezo. Más: "Creemos en la misión de la Iglesia". La procedencia de Jesús como carpintero de Nazaret o el pasado de Pablo como perseguidor de los cristianos: a la gente le resultaba difícil reconocer al hijo de Dios y a su enviado. "Hoy también el Señor escogió a sus siervos". Estos hombres no son perfectos. Y a algunos esto los irrita. "Por favor, aceptad a los que Dios ha enviado, a pesar de sus errores y debilidades".
La guía "Hay en la vida muchas cosas con las que uno puede tropezar". Pero la fe nos preserva de caer. Creemos:
en la vida eterna que Jesús es el único camino que conduce a Dios que no nos pide demasiado en la gracia en la palabra y la promesa de Jesús en la misión que le ha confiado a la Iglesia en el envío de sus siervos.
"El que creyere en él, no será avergonzado", citó una vez más el Apóstol Mayor para terminar: "Esta es una promesa divina y cada uno de nosotros puede experimentarla".
Riqueza Divina Elevada Al Cubo Una mirada a lo profundo del arca del tesoro del trino Dios fue ofrecida por el Apóstol Mayor JeanLuc Schneider en el último Servicio Divino que condujo en Suiza. Interpretó una vieja parábola muy conocida en varias dimensiones.
"Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios". Con estas palabras finaliza la historia que relata el ejemplo del hombre rico (Lucas 12:16-21). Y este texto bíblico constituyó la base de la prédica el 18 de octubre de 2015 en Zofingen (Suiza). "¿Qué había de equivocado en ese hombre? El ser rico... Eso no era un pecado. El problema era su posición de corazón". Al respecto el Apóstol Mayor mencionó como las "características de la avaricia":
Uno se olvida de agradecer: Las personas por lo general están convencidas de que lo que
poseen se lo ganaron por sí mismos. "Y entonces uno se olvida muchas veces de agradecer no sólo a Dios, sino también a su prójimo, su esposa y su familia que también colaboraron". Uno quiere disfrutar sin límites: "Son tuyos: tu tiempo, tu dinero, tu tiempo libre, tu salud, tú
puedes disponer de ellos". Pero esto no te exime de seguir trabajando en la salvación de tu alma y de cumplir las obligaciones que tienes para con Dios. Uno piensa sólo en sí mismo: "El hombre rico no pensó ni un momento en el prójimo, unas siete veces dice allí yo, yo, yo". Pero: "Como yo me manejo con los recursos, como yo trato al medio ambiente, todo eso tiene consecuencias para los demás". Uno piensa a corto plazo: "Nuestra meta es la eterna comunión con Dios. Por eso pongamos nuestras prioridades de manera que podamos alcanzar la dicha eterna".
La cuádruple riqueza… "Debemos volvernos ricos en Dios", dijo el Apóstol Mayor Schneider. Pero: "¿Qué significa ser rico?".
"Es rico el que no sufre necesidades.
El que es rico, puede hacer su vida más agradable. Puede dar una parte de su riqueza e igual no le faltará nada. El que es rico puede comprarse cosas que los demás no pueden darse el lujo de adquirir".
"¿Qué riqueza nos ofrece Dios?", dice la próxima pregunta. Las respuestas:
Jesucristo abre la riqueza de su gracia.
Dios, el Padre, ofrece la riqueza de su amor El Espíritu Santo da acceso a la riqueza de la palabra y el reconocimiento.
…en el trino Dios… "Por su sacrificio Jesucristo nos ha liberado de la muerte eterna. Por su gracia nos hace más agradable la vida. Nos perdona los pecados, no libera de la carga de nuestra culpa. Sabemos que somos ricos en la gracia de Cristo, por eso podemos perdonar a nuestro prójimo con total tranquilidad. Entonces no perdemos nada de nuestro honor y nuestra dignidad. Por esa gracia podemos darnos un lujo que normalmente ninguna persona puede darse: podemos entrar en la gloria eterna". "Somos ricos en el amor de Dios. Él es un Dios que quiere ayudar. Pues mayor es Dios que tu necesidad. Él me ha escogido, Él quiere que pueda estar eternamente con Él. Si somos tan ricos en el amor de Dios, nos alegramos si también da este don en abundancia a nuestro prójimo. Como nos sabemos amados, nos podemos dar el lujo de tener un corazón lleno de paz y alegría también en la tribulación".
…reconocerla y apropiarse de ella "El Espíritu Santo nos conduce al reconocimiento. Su doctrina, su palabra perduran eternamente, no pierden su valor. Por esta riqueza podemos hacer nuestra vida más agradable. Pase lo que pase, siempre hay un camino para ser bendecidos por Dios. La palabra de Dios, el reconocimiento de Jesucristo no son misterios reservados a unos pocos; por el contrario, anunciemos el Evangelio. Por la doctrina de Dios y su Hijo gozamos de un lujo que no tiene ninguna otra persona: conocemos el futuro. En algún momento, el Señor Jesús nos buscará y entonces estaremos con Él eternamente". El Apóstol Mayor finalizó su prédica con el llamamiento: "Reconozcamos la riqueza de su gracia y apropiémonosla. Reconozcamos la riqueza de su amor. Apropiémonos cada vez más de su doctrina y su reconocimiento. Esto es una riqueza sin igual".
Todas Las Cosas Son De, Por Y Para Dios ¿Por qué le damos la honra a Dios? ¿Por qué confiamos en Dios? ¿Por qué mantenemos nuestras promesas y le anunciamos al prójimo la salvación en Cristo? Respuestas de un Servicio Divino con el Apóstol Mayor Schneider.
Con 4.000 hermanos y hermanas, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider celebró el domingo 3 de octubre de 2015 en Estrasburgo (Francia) la fiesta de agradecimiento por la cosecha. Como base para la prédica, el Apóstol Mayor leyó la palabra de Romanos 11:36: “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos”.
Promesa de Dios: cosecha y bendición El primer paso en el día de agradecimiento por la cosecha es agradecer a Dios. “Dios se ha comprometido frente a la creación, frente a los hombres que Él ha creado”, mencionó el Apóstol Mayor Schneider al comienzo del Servicio Divino. Hasta el final, se ha comprometido Dios, habrá siembra y cosecha. En otra promesa Dios aseguró su bendición a aquellos hombres que le queden fieles. Más de uno no ve esta bendición en seguida. Para la diferente efectividad de la bendición espiritual, la máxima autoridad de la Iglesia utilizó una comparación de la naturaleza. Siempre depende de qué se siembra y qué se quiere cosechar. Si alguien siembra semillas de verdura, espera sólo pocas semanas y meses hasta la época de la cosecha. Si alguien siembra un árbol de manzanas, tendrá que pasar más tiempo hasta la primera cosecha. Así de diferente es con la bendición de Dios: “Hay bendición espiritual que bastante rápido produce efectos. Uno nota que el amado Dios escuchó mi oración, nos regala una alegría especial, uno experimenta su fe en forma especial, uno tiene una vivencia de fe”, manifestó el Apóstol Mayor. “Luego hay otros momentos donde los efectos de la bendición se hacen esperar algo más; uno no los ve de inmediato, pero son bendiciones que duran más: la bendición que surge de la paz del corazón, la bendición que existe por el aliento del alma, la bendición que existe de la fuerza para quedar fieles, pase lo que pase. Esto quizás sea menos impresionante y necesite mucho más tiempo
para desarrollarse, pero es una bendición que perdura, que tiene efectos por mucho tiempo, que permanece”. Y señalando a la nueva creación, explicó el Apóstol Mayor: “La mayor bendición nunca finalizará, estaremos eternamente con Él y viviremos en paz y alegría perfectas”.
Todas las cosas son de Dios “Hoy las personas se inclinan a pensar que lo que tienen se lo han ganado”, mencionó el Apóstol Mayor. Las personas piensan que la base está en sus esfuerzos, sus competencias y sus inversiones. Cuando las personas ya no reconocen que todo viene de Dios, pronto son desagradecidas y egoístas. “Todo viene de Dios, quien nos lo ha dado por gracia, y nosotros a pesar de todo nuestro mérito y todas nuestras competencias, a pesar de ser los más lindos, los más inteligentes, los más modestos, no tendríamos lo que tenemos. Por eso reconocemos que todo es gracia”. Por esta gracia que percibimos conscientemente, para Dios es la honra:
“Nosotros agradecemos a Dios”. “Dios sabe lo que realmente necesitamos y siempre nos dará lo que necesitamos y cuándo lo necesitamos, entonces confiamos en Él”. “Y como sé que lo que poseo lo he recibido por gracia, también estoy dispuesto a compartirlo con mi prójimo”.
Todas las cosas son por Dios Por Dios son salvados los hombres. En Dios el hombre encuentra salvación eterna:
“Nosotros no nos podríamos redimir, sólo Jesucristo nos puede redimir. El cristiano que es consciente de que es redimido por el sacrificio de Jesucristo, no puede decir otra cosa a Jesús que: hago lo que me pides, te seguiré y te obedeceré, me atendré a tu Evangelio, a tu doctrina”. “Pudimos ser redimidos porque el Espíritu Santo nos hizo posible conocer a Dios” y “Hemos sido redimidos por recibir el Bautismo con Agua, el Santo Sellamiento, la Santa Cena. Sin el efecto del Espíritu Santo no habría Sacramentos”. “Si Jesús no hubiese enviado a sus Apóstoles, si el Espíritu Santo no hubiese hecho algo en la ordenación, nosotros, tú y yo, no podríamos haber sido redimidos”.
Todas las cosas son para Dios “Para Él, todo lo que Dios hace está vinculado con una única meta: Él quiere que estemos con Él para siempre. Por eso Dios obra”, dijo el Apóstol Mayor.
“Es nuestra fe que pronto llegará el momento en que el Señor venga otra vez”. E igualmente, expresó el Apóstol Mayor, se nota tan poca alegría. “La alegría de nuestra salvación, la alegría de poder decir: todo tiene una sola menta, estar con Él”. “Tenemos la certeza de que Dios llevará su plan hasta la meta, Él consumará la obra que ha comenzado”. “En el milenario reino de paz, Dios le dará a cada hombre que haya existido alguna vez, la posibilidad de alcanzar la comunión con Él. Nuestra tarea es conducir a los hombres hacia
Dios: a través de nuestra conducta, a través de nuestra forma de ser, a través de nuestras palabras: para hacer más fácil a nuestros contemporáneos el acceso a Jesús”.