VIGENCIA HISTORICA DEL MARXISMO - I

Page 1

LA VIGENCIA HISTÓRICA DEL MARXISMO(1) Marzo de 1983 * Una guía para la acción * Las enseñanzas sobre la táctica * Cambios en la distribución mundial de fuerzas * La regresión de la Unión Soviética y sus repercusiones * El marxismo auténtico es anticolonialista Al cumplirse el 14 de marzo cien años de la muerte en Londres de Carlos Marx, el Partido decidió valerse de la conmemoración para estudiar y difundir los hallazgos del genial alemán, cuyo sistema de pensamiento, designado honoríficamente con su nombre, alumbra la lucha emancipadora del proletariado. Con tal motivo se constituyó una comisión para que coordinara las múltiples actividades con que celebramos la efemérides. Entre las orientaciones impartidas por el Comité Ejecutivo Central se destacó la de no limitar la campaña educativa a los textos de Marx y Engels, sino ampliarla y sustentarla con los acopios posteriores de sus principales discípulos, Lenin, Stalin y Mao. Recomendación pertinente, pues se trata es de remarcar la trascendencia del marxismo. ¿Y de qué modo mejor que el de empezar por reconocer los reportes sobre los magnos transformadores sociales que debieron sus éxitos al rigor con que interpretaron las instrucciones de aquéllos y a la lealtad con que los defendieron? Los ideólogos de la burguesía, ante la arrolladora ascendencia del creador del socialismo científico, acrecida con el paso del tiempo, lejos de ignorar sus prédicas cual lo intentaron en sus albores con la "conspiración del silencio", ahora se empeñan en pervertirlas, desligándolas de las "impurezas" y "atrocidades" de sus continuadores y absorbiéndoles su savia revolucionaria. Reducir el marxismo a las ejecutorias de los expositores del Manifiesto Comunista, además de despojarlo de su verdadera dimensión histórica, significaría negarle su infinita capacidad de desarrollo. Si ha habido un método ideológico que cimiente su pujanza en la ninguna resistencia a la evolución; en la predisposición a ajustarse o aprovecharse de las modificaciones que traen consigo los procesos naturales y sociales y los adelantos de las ciencias, ésa es la concepción del mundo elaborada por Marx y Engels. No configura un dogma cerrado o acabado al que ya nada ni nadie consigue enriquecer, o que se marchite ante la marcha incesante de los acontecimientos. Su fundamento materia lista y dialéctico le permite mantenerse al día y a la vanguardia del combate por los cambios en la


naturaleza y la sociedad, y requiere, por ende, de las contribuciones que de cuando en cuando efectúan los portadores del progreso de los diversos países. Existe sólo a condición de que se innove. De ahí el interés que muestran las capas "cultas" para mantenerlo, contrariando su esencia, como un compendio disecado, sobre el que suena bueno lucubrar doctoralmente, mas al que hay que anularle cualquier incidencia creadora en los hitos de la revolución mundial, mientras no sea para achacarle los fracasos. Pero el pleito es gratuito. Los sucesos de aproximadamente ciento cuarenta años, desde el momento en que aquél quedara estructurado en sus rasgos fundamentales hasta hoy, ponen de manifiesto sus inmensas repercusiones, y que, distante de perder lozanía, se halla cada vez más resplandeciente, más actualizado, más victorioso. Justamente la frustración de las grandes gestaciones revolucionarias en dicho transcurso han de abonársele a la revisión u omisión del marxismo y no a su puntual observancia. Los lineamientos teóricos dilucidados por los autores de La ideología alemana comienzan a perfilarse en el periodo en que las masas obreras de las naciones industrializadas de entonces ensayaban sus ataques contra el orden burgués establecido; contra ese mismo orden tras el cual se habían movilizado a la zaga de sus explotadores durante las rebeliones antifeudales, y que luego, sin comprenderlo muy bien, se volvía contra ellas y aparecía como la primera causa de su sojuzgación y la razón última de todas sus desgracias. La "igualdad" prometida no era más que un formalismo legal para encubrir la esclavitud asalariada. La "libertad" estatuida garantizaba únicamente las transacciones mercantiles del capitalismo, en las que al trabajador se le estima cual una mercancía más. Y la tan socorrida "fraternidad", prohibida para los desposeídos, no pasaba de ser la que brinda el dinero. El proletariado europeo salta a la palestra en las décadas iniciales del siglo XIX y por su cuenta y riesgo emprende los embates contra la nueva extorsión sacralizada, pregonando con su rebeldía el asomo de un enorme sector social que, a semejanza de los anteriores, se reservaba también el derecho a moldear el mundo conforme a sus propias conveniencias. Con dos diferenciaciones: una, que nunca antes se lo había propuesto ni podía proponérselo la fuerza esclava de la sociedad; y otra, que el triunfo suyo, la instauración de la dictadura de dicha fuerza, desembocará en el término de todo tipo de explotación entre los hombres y por tanto en la supresión de las clases. A Marx le corresponde la distinción de proporcionarle el sustento a esta lucha y de dotar, a los artífices recién


surgidos, de los materiales ideológicos indispensables con qué culminar la obra transmutatoria. El marxismo, que no irrumpe en ninguna otra época pretérita por ausencia de las condiciones reales que lo hicieron posible, inaugura una era entera en la historia de la humanidad. De no haber sido del cerebro germano nacido en Tréveris el 5 de mayo de 1818, aquellas herramientas espirituales hubieran brotado de cualquier otro, porque toda alteración en la estructura económica se refleja inexorablemente en las instituciones y demás campos de la actividad social, con sus respectivos conflictos entre segmentos de la población, bandos, dirigentes, ideas, etc., y el proletariado de cualquier modo se habría armado y pertrechado para su justa. Esto no lo ignoramos; pero asimismo podemos estar seguros de que la contextura marxista en que encarnó tal necesidad histórica luce irreemplazable por la hondura del examen, la vastedad de los temas, la belleza de la forma. Para lograrlo Marx ha de empeñarse en el análisis del capitalismo y probar que éste no integra la etapa definitiva sino que representa un escalón más del desarrollo, y que, cual los precedentes, nace y perece al cumplir su cielo, Acaba con los, sueños de la eternización del régimen burgués, al verificar que éste, al igual que los otros, perecerá cuando el incremento constante de las fuerzas productivas se vea estancado por las relaciones de producción que antes lo favorecían. Máxima ley de todos los sistemas que han prevalecido y que bajo el capitalismo se expresa particularmente en la antítesis entre el alto grado a que llega la socialización de la producción, de una parte, y de la otra, la distribución anárquica y la apropiación individual de los instrumentos y medios de la misma. Aun cuando aquellos criterios estaban llamados a revolucionar toda la historiografía anterior, librándola del idealismo y de la metafísica y descubriéndole su hilo conductor con arreglo al cual se mueve, el autor de El Capital, en lugar de pretermitir las prodigiosas conquistas del conocimiento, se apoya en ellas y de ellas parte para erigir su edificio conceptual. En este sentido el marxismo es fruto y semilla de lo mejor del intelecto humano, del cual recoge cuanto fuere rescatable, desechando lo que riña con la realidad o la falsee, y al cual le retribuye generosamente, tan sólo restringido por las limitaciones y el penoso ascenso del saber científico. Así como Marx fue implacable con toda superstición religiosa, filosófica o de cualquier otra índole, recibía con gozo juvenil las revelaciones de un Darwin, de un Morgan o de un Laplace. Hereda la dialéctica hegeliana, pero la voltea, ya que, cual él mismo decía, se hallaba invertida, con los pies


hacia arriba, corrigiéndole su arrevesada inspiración idealista. De Feuerbach adopta su postura materialista en la medida en que ciertamente lo era. Y de la conjunción de estas porciones incompletas de la filosofía alemana acopla su clarividente y armónica concepción y su método elemental y exacto: el materialismo histórico y dialéctico. Es la materia la que gobierna al. espíritu, no al contrario; y nada está estático sino que todo circula y se modifica permanentemente. Marx halló que la primera necesidad de los hombres estriba en proveer los medios con qué mantenerse y procrearse, para lo cual han de entrar en determinadas relaciones entre sí, el piso real que condiciona el resto de las manifestaciones sociales, como el Estado, la política, la cultura, en suma, la superestructura de la sociedad. Aunque las alteraciones en la base económica acarrean las mutaciones en la superestructura, y ello sea lo principal, ésta también evoluciona por sí misma e incide sobre aquélla, y a veces de manera decisiva, cual sucede en los desenlaces revolucionarios. Otro tanto pasa en la naturaleza, en donde las cosas cambian y se influencian mutuamente, alternándose los papeles en el curso de su desenvolvimiento. Lo que ora es efecto, luego actúa de causa y viceversa. Lo que se desempeña como general en un contexto, en otro lo hace de particular. Lo que ayer fue especie, mañana será familia, y así hasta el infinito. Tal la dialéctica de los procesos materiales que se reflejan en la dialéctica del pensamiento, síntesis suprema en que, en virtud del marxismo, culminan milenios de vigilias y divagaciones filosóficas. Asimismo, ayudándose con el repaso crítico de la economía política inglesa y desarrollando los ingentes esfuerzos investigativos al respecto, el redactor en jefe de la Gaceta del Rin desentraña los misterios del valor de uso y del valor de las mercancías como sustratos, respectivamente, del trabajo concreto o útil y del trabajo abstracto o social; y corre el velo al secreto de la ganancia y del enriquecimiento del capitalista al averiguar la plusvalía y al explicar cómo ésta no es más que la parte no retribuida del trabajo del obrero, y que acumulada en las manos de aquél se convierte en fuente de la fortuna y la omnipotencia de unos pocos y de la ruina y el sometimiento de muchos. El asalariado vende su fuerza de trabajo, una mercancía cuyo costo equivale al mantenimiento suyo y de su familia y que al usarse, o consumirse en trabajo, crea un producto superior, con el cual se cubre dicho costo, quedando un excedente, que es el que se embolsa el dueño de la fábrica. A la par con la acumulación capitalista ocurren el auge constante y acelerado de la producción, la relegación del operario por la máquina y el.


descenso de la cuota de ganancia, fenómenos que se traducen en crisis periódicas que obligan al capitalismo a suspender drásticamente su carrera, la que reinicia de nuevo, sólo después de que haya eliminado buena cantidad de sus fuerzas productivas con la quiebra de las empresas y el despido de los obreros. Un modo económico que condena a la indigencia a millones y millones de personas a tiempo que permite la mayor eclosión de bienes; riquezas colosales que carecen de pronto de quiénes las compren y disfruten, y muchedumbres abigarradas de hambrientos que sucumben ante una opulencia jamás vista. Un modo económico que tiene que sacudirse traumáticamente sus propios progresos y que mientras más se desarrolla más evidencia la indefectibilidad de una organización social distinta que encauce y se compadezca de tales progresos. Marx prohija los anhelos del socialismo francés de erradicar las arbitrariedades que se han hecho patentes en el ordenamiento plantado sobre la explotación burguesa. Mas le reprocha sus quimeras; sus "falansterios", bancos proudhonianos de intercambio y demás panaceas inventadas al margen del curso económico y de la pugna entre los antagónicos estratos sociales; sus ilusiones de convencer a los expoliadores para que voluntariamente se'comidan a abrazar el evangelio de una virtuosa y filantrópica justicia. Contra tan pueriles utopías socialistas intercede por un socialismo científico, que sea la resultante natural del discurrir histórico, la ulterior construcción orientada sobre lo legado por el capitalismo fenecido, que se abra paso a través de la lucha de clases y distinga en el proletariado a su beneficiario, el agente que ha de encargarse de imponerlo. Las revoluciones del siglo XX, la rusa y la china entre ellas, refrendaron estas soberbias deducciones, así como han ratificado, junto con los extraordinarios avances de la ciencia en los más disímiles campos, las certezas y la utilidad de la metodología materialista y dialéctica. ¿Y quién niega, por ejemplo, que el crac de 1930, o los trastornos recesivos de 1970, o los de 1975, o los que en la actualidad afectan turbulentamente a los países más desarrollados, no son una palmaria demostración de las teorías marxistas, pese a que el capitalismo se ha trocado en monopólico y contabiliza a su haber los incalculables recursos hurtados a los pueblos sometidos del orbe? (1) Editorial escrito por Francisco Mosquera y publicado en Tribuna Roja N' 45 de marzo de 1983.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.