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Los partidos de entrenamiento en la iniciación a los deportes
La forma que tenemos, como profesionales, de acceder a la motricidad de los jugadores viene determinada en última instancia por las actividades que le proponemos. Estas, además de transportar el objetivo que nos interese, deben ser recibidas de forma activa por el jugador, de manera que el aprendizaje se vea favorecido por un ambiente emocionalmente positivo. Por lo tanto, de cara a que el alumno se implique al máximo, sería óptimo que las actividades propuestas sean lo más motivantes posibles. Una de las principales dificultades con que nos encontramos a la hora de trabajar contenidos muy concretos y específicos en las sesiones de entrenamiento o Educación Física radica en el formato que damos a las actividades propuestas. La forma habitual es la de proponer ejercicios analíticos, a través de tareas más o menos dirigidas que nos garanticen un volumen de práctica razonable y suficiente para todos los jugadores / alumnos, pero que suelen chocar con la motivación de los practicantes. Estos suelen preferir los partidos, que si bien cumplen unos requisitos de dispendio físico correctos, suponen la gran dificultad de seleccionar un contenido como principal, ya que el juego es tan rico que suele desviar la atención hacia la competición, ni que sea inconscientemente. físico. La propuesta que haremos a continuación tiene por objetivo mostrar cómo a través de la práctica de partidos podemos acercarnos lo máximo posible a contenidos y objetivos concretos, en base a manipular deliberadamente el reglamento (a veces simplificando, a veces sobre reglando). Cuando proponemos a los alumnos jugadores la práctica de un partido de cualquier deporte, lo más normal es que el resultado no sea el que ellos esperaban: es prácticamente imposible que en los primeros intentos jueguen bien. La aparición de problemas es normal y aquí arranca nuestra aportación, centrándonos en los cinco problemas que hemos detectado más veces que suceden: 1. El juego es monopolizado por algunos jugadores del equipo 2. Se pierden muchos balones 3. El juego es lento 4. No hay desmarque de apoyo 5. La defensa no se valora En todos los casos expondremos qué reglas pueden añadirse y las modificaciones que se persiguen con ellas. Hay que ser siempre conciente de que cualquier modificación el reglamento, además de dirigir el juego hacia donde pretendemos, también va a tener un efecto en el otro rol del juego. Sólo la atenta observación de lo que ocurre en cada momento nos permitirá sacar el mayor partido a estas estrategias metodológicas. 1. El juego es monopolizado por unos cuantos jugadores. Aquellos jugadores más expertos, con mejor dominio del balón o más próximos al balón son los únicos que participan en el juego. Igualmente aquellos jugadores con poca confianza se autoexcluyen del juego convirtiéndose en espectadores dentro del terreno de juego. Todos los jugadores deben tocar el balón antes de que se pueda lanzar a portería: nos aseguramos la participación de todos los jugadores en la construcción de la fase ofensiva. Es necesario controlar que todos los defensores defiendan solamente a un atacante, ya que a veces, cuando sólo queda uno por recibir, todos lo marcan.
Un mismo jugador no puede marcar dos goles consecutivos: repartimos la responsabilidad en las anotaciones y obligamos a los más expertos a jugar a favor de los demás ya que hay ocasiones en que no pueden marcar, y sólo pueden colaborar. No se puede botar el balón y/o no se puede repetir el pase: esta regla proviene del juego de los 10 pases y tiene por objetivo distribuir el juego al máximo entre todo el equipo. 2. Se pierden muchos balones. La falta de eficacia en la habilidad en los pases o la excesiva prisa de algunos jugadores para finalizar la jugada (con pases largos) hace que no se escoja el mejor pase. Si el balón toca el suelo, cambia el equipo poseedor del balón: con esta regla conseguimos (con un poco de paciencia al principio) que los jugadores que realizan los pases se concentren en la calidad de éste, ya que si no corren el peligro de perder el balón. Hay que realizar ocho pases como mínimo antes de tirar a portería: garantizamos así una cierta práctica del elemento del pase, de manera que los jugadores se concentran en el elemento del pase y no buscan finalizar la jugada apresuradamente. El equipo que ataca está en superioridad numérica: de manera que podemos conseguir fácilmente el objetivo del juego que es marcar gol. Es importante que facilitemos el éxito en los periodos iniciales del aprendizaje ya que así incrementamos la motivación de los participantes. 3. El juego es lento. El abuso de la conducción o del bote del balón hace que éste se concentre en algunos jugadores y en algún espacio concreto del campo. El hecho de que el jugador bote o controle excesivamente el balón también provoca la pérdida de visión de juego, retardando la toma de decisiones en los jugadores y evitando la anticipación. No se puede botar el balón: el cambio constante de poseedor del balón (con un máximo de tres segundos de posesión), obliga a los jugadores a anticipar el juego de sus compañeros y dificulta la concentración defensiva facilitando la consecución de espacio para el ataque Se puede realizar un máximo de ocho pases antes de tirar: limitando el tiempo de posesión, aceleramos el juego especialmente si combinamos esta regla con la anterior. Si se marca en menos de cinco pases, se sigue atacando: de manera que premiamos al equipo que, jugando rápido, consigue el objetivo del juego. 4. No hay desmarques de apoyo. Los jugadores tienen la tendencia de desmarcarse hacia delante, provocando a menudo que el poseedor del balón sea el jugador que se encuentra más atrasado de su equipo. Con esta situación el espacio de culminación ofensivo se encuentra colapsado, lleno de atacantes con sus respectivos defensas y el balón, prácticamente, no puede entrar en ese espacio. Hay que tener permanentemente dos jugadores por detrás del balón. Estos dos jugadores, además de dar apoyo permanente al poseedor del balón, sacan a sus marcadores del espacio de culminación, dejando más espacio para el resto. Sólo está permitido tener dos jugadores entre las líneas de 6 y 9 metros. Cada vez que un jugador entre en el espacio de culminación, deberá abandonarlo, haciendo un desmarque de apoyo. No pueden darse más de dos pases consecutivos hacia delante. Conseguiremos que cada
tres pases hay por lo menos un desmarque por detrás del balón. 5. La actividad defensiva no se valora. Es una costumbre muy extendida decir que a los jugadores no les gusta defender. Ello se debe normalmente a que no saben qué tienen que hacer, o porque no tienen éxito en defensa. El ataque tiene que hacer por lo menos ocho pases antes de poder lanzar a portería. Como durante los ocho primeros pases la defensa no puede encajar gol, tiene tiempo de estructurarse, incluso de intentar interceptar algún balón ya que aunque falle en el intento, el ataque no puede marcarle gol. Interceptar el balón vale como un gol. Igualar la actividad defensiva a la ofensiva, además de actuar como elemento motivador, hace que el concepto "interceptación" esté presente durante el juego defensivo, fijándolo como una acción a realizar. Si el balón toca el suelo, cambia el equipo poseedor. Actúa como elemento motivador, ya que si la defensa actúa mínimamente bien puede recuperar el balón