APEGO E INTERVENCIÓN TEMPRANA. Patricia Crittenden, Ph. D.
Apego e intervención temprana. Patricia Crittenden, Ph. D. Todos saben que la prevención y la intervención temprana en casos de maltrato infantil pueden reducir el sufrimiento de los padres y los niños grandemente y ahorrar dinero también. Pero ¿cómo deberíamos intervenir – y con quién?. En este breve articulo, Yo considero estos dos problemas desde mis trenita años de experiencia trabajando en prevención y mejora del retardo mental, abuso y negligencia, y enfermedad mental. Apego y maltrato infantil. Apego infantil: Darle sentido cognitivo y afectivo a la experiencia. La conducta parental en casos de riesgo es usualmente descrito en términos de lo que los padres que no deberían hacer o lo que fallan en hacer que deberían hacer. Voy a partir de forma diferente – con las intenciones parentales y entonces me pregunto cómo actuando sobre esas intenciones se producen resultados inesperados y desfavorables (en prensa). La teoría del apego es una teoría sobre la
protección de la amenaza. La conducta de apego es la contribución de los infantes para habilitar a los cuidadores para proteger y confortarlos. Aunque la responsividad sensitiva de las madres a las señales de los infantes es crucial para la seguridad de los infantes y sentirse seguros, las madres “naturalmente” no saben lo que los bebes desean. Además, ellos tienen muchas otras demandas para su atención y actividad. En consecuencia, it is up para los bebes señalar sus necesidades. Los patrones de apego son las estrategias de los infantes para moldear la conducta de la madre. Cuando una estrategia adaptativa es usada, las madres deberían volverse más competentes y los infantes más seguros y confortable. En algunos casos, sin embargo, la amenaza puede crear discrepancias entre la apariencia y la realidad en la cual los infantes (o niños) parecen más o menos en riesgo de lo que realmente están. Estas estrategias son asociadas con el riesgo de abuso físico y negligencia, abuso sexual, y malestar psicológico (1999). La conducta de apego (p.e, llorar, mirar, aferrarse, extenderse, llamar) atrae la atención de la madre. Una vez que ella llega, ella recoge al bebe y comienza a tratar de remediar el problema. Ella espera que su bebe deje de llorar cuando ella proporciona la solución necesitada. Pero no es tan simple. La forma en que las madres hacen esto tiene un impacto sustancial sobre cómo
sus bebes aprenderán a usar sus mentes. Algunas madres piensan que sus bebes deben aprender a esperar, deben aprender a que ellos no son la cosa más importante en la vida. ¡Bastante cierto!. Todos estamos de acuerdo, pero ¿cuando?. ¿Cuando deberían los bebes aprender eso?. No en el primer mes de vida. Otras madres piensan que los bebes no pueden esperar en absoluto. Otros vacilan entre estos – dependiendo de cómo la madre se siente o de quién la está guiando en ese momento (¿está su marido ahí? ¿Su madre?).
Cognición y afecto. La investigación ha mostrado que los recién nacidos aprenden contingencias, las contingencias deben ser cercanamente perfectas (2001). El bebe llora, la madre viene. Cada vez, todo el tiempo –sin eventos intervinientes. Contra más predeciblemente responsiva la madre está temprano, más rápida y firmemente el infante aprende la relación entre su llanto y la venida de su madre. Las contingencias interpersonales predecibles son una forma en que los infantes – todas las personas – se sienten conectados. Los bebes cuyas madres vienen rápida y predeciblemete aprenden más pronto que esperar de ellos mismos y de sus madres que los bebes cuyas madres son menos predecibles. Pero ¿Qué debería hacer la madre?. Seguramente no esperaríamos que, sin alguna experiencia
previa con este bebe, ella sepa de inmediato que ella necesita. Las madres en todas partes hacen las mismas cosas: recoger al bebe y colocarlo contra su pecho, a la izquierda donde sus latidos del corazón pueden ser sentidos, y murmuran suavemente sonidos mientras estimulan y mecen al bebe rítmicamente. Esta es la parte sensitiva de la idea de Mary Ainsworth de “responsividad sensitiva” (1979); en los términos de Dan Stern, es el “entonamiento” (1985). Las madres traen sus propios ritmos de acuerdo al arousal de sus bebes y entonces ayudan a modular el arousal del bebe desde el llanto aroused para alrtar serenamente. Cuando eso ocurre con regularidad, los bebes se sienten a sí mismos en sincronía con otro humano. Estados compartidos de arousal son la segunda forma en que los bebes – y todos los humanos -. Saben que están juntos con otro humano. Los bebes con madres sensitivamente responsivas aprenden dos cosas: (1) Los bebes aprenden que hay contingencias predecibles entre los eventos. Más importante, aprenden que su conducta lleva, causa, a la respuesta de sus madres. Yo llamo a esta transformación de estimulación temporalmente ordenada dentro de significados causales implícitos “cognición”. (2) Cuando las madres entonan su respuesta al
arousal de su bebe y entonces modulan el arousal, los bebes aprenden que sus sentimientos son entendidos y esos sentimientos compartidos con otra persona lleva al confort. Esta transformación es el “afecto”. Las madres sensitivamente responsivas habilitan a sus bebes para darle significado cognitivo y afectivo a la experiencia. Tipo B: Equilibrado y seguro. Para los tres meses de edad, los bebes necesitan variabilidad (2001). Ahora ellos pueden esperar. Call out, decir que estas yendo y el bebe esperará – en una anticipación ansiosa de un cierto evento ocurriendo en un momento incierto. El intenso arousal negativo de llorar solo (un sentimiento malo) es transformado en una expectación excitada (un buen sentimiento) de pronto estar juntos. Cognitiva y afectivamente, tales bebes favorecidos le dan sentido fuera de la vida y las relaciones y, en el proceso, ellos aprenden qué causa qué, cómo regular sus propios estados sentimentales, y cómo comunicarse con otros humanos. Tal bebe están en camino de ser interpersonalmente seguro e intra-psíquicamente equilibrado con respecto al afecto y la cognición. Tipo A: Una preferencia por la cognición. Algunas madres son altamente predecibles, pero desentonizadas con sus infantes. En algunos casos, las madres raramente vienen o vienen
después, tal retraso que el bebe ya se ha................... Cuando ella llega, el infante está imposibilitado de encontrar la contingencia. El llanto no calmada escala rápidamente hasta que el bebe está extremadamente afligido. Con frecuencia las madres de estos bebespiensan, “¡El ya aprendió a controlarse a sí mismo!”. El sí, pero no a esa edad. De hecho,, no puede a esta edad. O quizás su atención está preocupada con otras cosas y ellas sólo no registran la necesidad del niño del todo. De cualquier modo, al bebe se le deja llorar hasta que se cansa a sí mismo y se queda dormido. ¿Qué ha aprendido el niño? Que predeciblemente no hay respuesta a sus acciones. Eso cuando él se siente mal, las cosas se ponen cada vez peor y no hay alivio excepto durmiendo. Otras madres responden rápida y consistentemente, pero enojadamente. Ellas hablan agudamente, tocando y recogiendo al bebe abruptamente o bruscamente. El bebe se siente peor, predeciblemente peor. Pero si llora más intensamente –como desea – su madre se disgusta más. Sus sentimientos negativos escalarán en sincronía. Un tercer grupo de madres viene rápida y predeciblemente, pero en vez de calmar a sus bebes, ellas sonríen y ríen –como si negarán los sentimientos del bebe. Los bebes lloran más y las
madres sonríen más fuertemente, con dientes pronunciados desplegados en una cara llena de miedo. Todos estos bebes aprenden sobre las contingencias: ellos no causan nada, ellos irritan a los demás, ellos causan en los demás risa cuando ellos se sienten mal. Estos bebes aprenden sobre el afecto también. Ellos aprenden que desplegando el afecto negativo aroused lleva a un afecto negativo mucho más intenso. Para los tres meses de edad, la maduración cerebral los habilita a inhibir su conducta – y estos bebes inhiben la expresión del afecto negativo. La vida se vuelve mejor; ellos están menos estresados al igual que sus cuidadores. Tipo C: Una preferencia por el afecto. Un tercer grupo de madres responde al llanto de su bebe, pero no impredeciblemente. Veces responden rápidamente, a veces retrasadas, a veces ¿incluso antes de que el bebe realmente lo ha señalado!. A veces responden con entonamiento confortante, pero con frecuencia no. Los bebes están en un programa de refuerzo positivo intermitente, impredecible, de afecto negativo. Tal programa mantiene los despliegues de afecto negativo por largos periodos de tiempo y en una alta intensidad a pesar del refuerzo positivo de conducta incompatible, castigo, o intentos de extinguir la conducta. Estos bebes no sabe cómo afectar predeciblemente las contingencias sobre la
conducta de su madre y se sienten intensamente muy mal sobre eso. La cognición les falla y el afecto los agobia. Su arousal incrementado disgusta a sus mares hasta que el padre y el infante están unidos por su inhabilidad de regular sus sentimientos. Ellos ni se comunican recíprocamente, ni inhiben su afecto negativo. De hecho, ellos están llenos de una rápidamente escalada de sentimientos negativos mezclados de rabia, miedo, y deseo de confort. Abuso infantil y negligencia. Los bebes Tipo B están generalmente seguros y protegidos. De la misma forma la mayoría de los bebes Tipo A y Tipo C. Sin embargo, en casos extremos, los bebes Tipo A son dañados. Las madres cuyos propios intereses las agobian pueden no percibir las señales de sus hijos. Tales madres se protegen a sí mismas y son negligentes con las necesidades básicas de sus infantes. Otras madres son sobrevigilantes y sobre-demandantes, esperando de sus bebes que respondan como niños mayores; ellas castigan las demandas de sus niños severamente, abusivamente. Las mares que temen al malestar y necesitan que todo sea feliz, responden incongruentemente – y de esta manera maltratan psicológicamente a sus infantes. En la infancia, existen poco que los niños puedan hacer para protegerse a sí mismos excepto inhibir el afecto negativo que lleva a ninguna parte y los agota. Puesto de otra manera, los bebes Tipo A se organizan sobre contingencias predecibles e
inhiben los despliegues del afecto negativo que elicita resultados indeseables de sus madres. Las representaciones cognitivas organizan – o disponen – su conducta.
locomoción incrementa la exposición de ellos al peligro. Estos cambios se coalicionan en la reorganización de sus estrategias (1992).
Las madres de bebes Tipo C que están medianamente en la responsividad sensitiva, caen entre las madres de infantes Tipo B y A. Ellas son tanto muy sensitivas (alertándose cuando no hay señal) y muy insensitivas (fallando en alertarse cuando hay una señal) como muy responsivas (sobre-reaccionando) y muy no responsiva (dado pocas respuestas). Sus bebes se vuelven altamente aroused y se siente mal; con frecuencia esto es expresado somáticamente como problemas con la alimentación, dormir, y atender. Aunque ellas gastan muy poco tiempo en el confort del compromiso interpersonal (y dormir) y mucho tiempo mucho tiempo en el arousal del malestar, usualmente ellos son maltratados. Ellos aprenden a actuar sobre las bases de representaciones disposicionales (RDs) de cómo ellos se sienten.
Tipo B: Podemos trabajarlo (work out). Una vez que los niños caminan, las relaciones confortantes de la infancia se vuelven relaciones jerárquicas en que los padres usan la autoridad para restringir a los niños y enseñarles la conducta auto-protectora. Esto produce conflicto entre los deseos de los niños y la protección de sus padres. Los niños Tipo B que ya caminan tratan de negociar estas diferencias, pero con su acceso limitado al lenguaje, ellos son muy dependientes de los pronósticos parentales y peleas preventivas. Tener pocas reglas hace de la función protectora más clara para los niños; conocer su unción hace a los niños más dispuestos a cooperar. Además, los padres que son predeciblemente firmes en reforzar las reglas tienen niños que aceptan las reglas. Si, además, el padre previene los problemas (para remover objetos prohibidos o distraer la atención de los niños hacia actividades seguras), el niño no está agobiado por tener que recordar tantas reglas y no frustrarse por siempre ser reprendido. Muchos padres, sin embargo, no pueden manejar esto y sus niños se cambias desde ser Tipo B en la infancia a una estrategia más complaciente (Tipo A) o persuasiva (Tipo C) en la infancia (que comienzan a caminar).
Una transición incierta: Yo, tu, y las reglas. En la mitad del segundo año de vida, la maduración neurológica se inicia un periodo de mayor cambio psicológico; los niños que ya caminan usan el afecto en una variedad de formas comunicativas que no eran posibles en la infancia. Concurrentemente la maduración física en la
Tipo C: ¡Es sobre mí!. Algunos niños pequeños aprenden a manipular los sentimientos de los padres para dar vuelta las reglas protectoras en batallas personales. ¡Es sobre mí!. Estos niños exageran sus despliegues de sus sentimientos. La omnipotencia rabiosa es alternada por despliegues desarmantes de vulnerabilidad más tierna. Como resultado, los padres son tanto coercionados para hacer sus invitaciones de los niños como estar atentos de la importancia de proteger a sus niños, ansioso por recuperar la autoridad. Hasta el punto de que el padre olvida la función protectora de la regla y se focalizan en reforzar la autoridad, ellos entran en la disputa del niño en sus propios términos. ¡Es sobre mí!. No, ¡es sobre mí!. La disputa comienza y, una vez comenzada, pocos padres saben cómo resolverlo. Sus despliegues intensos de afecto de los niños los dejan ansiosamente excitados y con pocas formas de regular o sus propios sentimientos o los de sus niños. En momentos de arousal intenso, los niños a veces serán heridos por el castigo apasionado de los padres. Tasas de castigo físico aparecen abruptamente en la mitad del segundo año de vida – de la misma forma que el daño por castigo (2004). Otros padres se sienten tan ansiosamente excitados como sus niños. Esto deja a sus niños sintiéndose inseguros. Cuando los padres se sienten apenados, los niños temen la falta de protección competente. Ellos se agitan para elicitarlo, volviéndose peligrosamente
necesitados. Ambos grupos de niños pequeños ahora están más en riesgo que en la infancia de maltrato, en formas de ataques impredecibles y repentinos y de la falla negligente en aplicar procedimientos seguros. Un grupo diferente de niños está en riesgo de abuso. Sus padres, sin embargo, siendo coartados en ser más responsivos, parecen más normales que en la infancia. Tipo A: Internalización de las reglas de los otros. Los niños pequeños cuyas madres son extremadamente aislados (p.e., auto-focalizados, deprimidos) aprenden a combinar la inhibición del afecto negativo con el despliegue del falso afecto positivo que atrae la atención de los padres de formas deseables. Su riesgo de que sean negligentes con ellos es reducido por su inversión de roles, la estrategia cuidadora compulsiva. Los niños cuyos padres son severamente punitivos aprenden a hacer exactamente lo que sus padres desean, incluso antes de que sea requerido; su compulsiva complacencia los protege de la rabia de sus padres. Los niños cuyos padres usaron el afecto positivo incongruente aprenden a hacer lo mismo; todo parece feliz mientras, de hecho, no hay sincronía afectiva. Para estos niños, no hay oportunidad de coercionar a los padres porque, desde la perspectiva de los padres, no es sobre el niño.
Los niños compulsivos refinan la estrategia Tipo A de la infancia dentro de una herramienta para elicitar el cuidado atento de sus padres, que ahora aparecen menos deprimidos, enojados, o insensitivamente incongruente que cuando eran infantes. Con las estrategias compulsivas, los niños pequeños Tipo A se vuelven menos en riesgo de maltrato que en la infancia y más en riesgo de ciertos tipos de malestar psicológico en edades posteriores. Los niños pre-escolares y los empleos del lenguaje. En el tercer año de vida, los niños se vuelven capaces de sustituir el lenguaje por la comunicación afectiva no-verbal. El cómo esto es manejado es crucial para la habilidad de los niños para entender las fuentes de su propia conducta y la de los otros así como también para la regulación de la seguridad de los niños. Tipo B: Cuando el lenguaje comunica. Algunos niños dicen palabras que describen adecuadamente sus sentimientos – incluso cuando hay sentimientos negativos que expresan su frustración con sus padres. Igualmente, ellos son ayudados a decir los episodios simples de su vida diaria – incluso cuando estos son desagradables y están construidos alrededor de la incertidumbre. La comunicación verbal abierta y elaborada es típica de los niños Tipo B. Los padres de tales niños son confortables con sentimientos
mezclados y causación compleja y son satisfechos con un poco menos que la realidad perfecta. Tipo A: Perspectivas y lenguaje prestados. Los niños Tipo A, especialmente los niños Tipo A compulsivos, aprenden a usar el lenguaje para decir cómo las cosas deberían ser, cómo la mamá y el papá desean que la vida sea. Cuando ellos relatan episodios, sus padres los ayudan a ver que pasó – en la medida de que sean recordados bajo los deseos de los padres. Los pre-escolares Tipo A aprenden a relator los episodios desde la perspectiva de los padres; sus propias perspectivas a veces fallan en encontrar la expresión en palabras. Los padres de los niños cuidadores compulsivos temen el rechazo de los niños y necesitan ser consolados, tranquilizando las historias de las vidas de sus niños. Los padres de los niños compulsivo complacientes temen equivocarse; ellos necesitan niños que hagan lo correcto. Los padres de los niños compulsivamente atentos y ejecutantes creen que la apariencia es todo lo que importa y ellos se esfuerzan en mantener la apariencia correcta. En todos los casos, los niños inhiben la expresión del afecto negativo, despliegan el afecto positivo y la conducta que complace a los padres, y relatan historias de sus vidas en un lenguaje parental prestado. Tales niños se vuelven más seguros, con padres más seguramente comprometidos, pero que están en riesgo de perder el acceso a sus propios sentimientos y pensamientos.
Tipo C: Cuando las palabras no funcionan. Los niños tipos C, por el contrario, divergen en dos direcciones: charlas constantes que no mantiene nada discreto o claro y silencio que esconde lo que no se entiende. En ambos casos, sin embargo, el lenguaje falla en comunicar con claridad. Las charlas tienen por función mantener a los padres focalizados sobre el niño mientras fallan en clarificar exactamente por qué el niño necesita su atención o cómo los eventos están causalmente conectados. El silencio marca el lugar donde ni la perspectiva de los padres ni de los niños puede ser tolerados por el otro. Los padres de los niños silenciosos con frecuencia tienen secretos atemorizantes, o en su propio pasado peligroso o en su matrimonio, de los cuales ellos desean proteger a sus niños. Desgraciadamente, en lugar de proteger a los niños, todos con mucha frecuencia ellos sólo confunden al niño sobre por qué las cosas ocurren como lo hace. Irónicamente, tantas y tan pocas palabras tienen efectos similares: ellas exacerban los sentimientos negativos y obscurecen las relaciones causales entre el padre y el hijo. En un esfuerzo por asegurarse de que ellos serán protegidos, algunos niños Tipo C abandonan el lenguaje como una herramienta estratégica y se comprometen en conductas de toma de riesgo y provocativas. Los años escolares: ¿Por qué hice eso?. Por sobre los seis años, los niños están refinando
su entendimiento de los efectos de (1) su conducta en los otros y (2) sus sentimientos sobre su conducta. Esto ocurre en la infancia en formas implícitas, no verbales (p.e., memoria procedural e imaginada) y en el tiempo que comienzan a caminar es transformada dentro de información explicita, verbal (p.e., memoria semántica y lenguaje connotativo). Después, en los años preescolares, las experiencias que forman las bases para estos entendimientos son encapsulados en episodios, en conjunto con el lenguaje que transmiten el afecto asociado con la experiencia (p.e., memoria episódica). Eso es, por los seis años, los niños tienen muchas formas de conocer, cada una de las cuales es una representación disposicional (RD) que pueden influir en su conducta. Para entender la relación entre el apego y el maltrato en los años escolares, uno debe focalizarse en cómo los niños explican su propia conducta. Este es un proceso integrativo que requiere que los niños examinen sus propias motivaciones, p.e., sus RDs. Cuando todos los RDs sugieren la misma acción, no hay nada que examinar. Las ocasiones críticas son en las que varios RDs motivan respuestas incompatibles. ¿Que tipo de RD hace a un niño confiar con más frecuencia cuando los que usualmente hacen, siente que hacer, deberían hacer, y recordar hacer está en conflicto?. Cuando los niños hacen lo que deberían hacer, a pesar de no sentir hacerlo, nadie
se los pregunta – y la discrepancia entre los RDs es probable que no sea notificada por todos. Pero cuando los niños hacen lo que los adultos piensan que no deberían hacer, ellos le preguntan, “¡¡¿Por qué hiciste lo que hiciste cuando tu sabías que no se suponía que lo hicieras?!!”. Por supuesto que la respuesta es, “porque lo sentí y pensé que tu no me verías”. Pero muchos padres castigaran a un niño que responde honestamente como eso. De forma que los niños aprenden a engañar tanto a los otros y, más importantemente, a sí mismos sobre sus razones por la que se comportan como lo hicieron. Ellos aprenden a recitar perogrulladas que complacen a los padres que, de hecho, no tiene nada que ver con la conducta. La ironía, en ambos casos, es que los padres en sí mismos raramente entienden por qué ellos están haciendo lo que hacen, especialmente cuando, como en casi de maltrato, se ha vuelto claro que ellos no deberían tener que hacerlo. Prevención e intervención. Si todo esto es más o menos correcto, ¿qué podemos hacer para prevenir o aminorar el riesgo a los niños y padres?. Cuantro condiciones son relevantes para seleccionar una estrategia de intervención: el desarrollo del niño, la estrategia del niño, la estrategia del padre, y el grado de la capacidad integrativa del padre. Funciones salientse del desarrollo. La sección
anterior se ha dirigido al desarrollo mostrando que el foco de la relación padre-hijo se mantiene cambiando y requiriendo de nuevas habilidades y actitudes de los padres. Los padres necesitan ser sensibles a las competencias de los niños y ser responsivos a su percepción de amenaza; ellos deberían ser cognitivamente predecibles y afectivamente empáticos. Esa es, los padres funcionan como figuras de apego en la siempre cambiante zona de desarrollo proximal (1987). Los niños que ya caminan necesitan protección dentro de limites seguros en una relación jerárquica con padres que adoptan tanto la competencia como la verdad. Los niños preescolares necesitan ayuda para encontrar las palabras para expresar sus sentimientos y experiencias, especialmente los que están confundidos o incómodos. Los niños escolares jóvenes necesitan explorar sus variadas motivaciones y el proceso por el cual uno enactuará una conducta. La intervención debería ser dirigida a estas diferencias del desarrollo en cómo la relación padre-hijo funciona. Estrategias protectoras del niño y del padre. Las estrategias auto-protectoras de los individuos son cruciales para entenderlo también. Las estrategias compulsivas Tipo A están fuertemente sesgadas hacia procesos basados en reglas, razonamiento, lógicas, cognitivas. El afecto negativo es minimizado y a veces transformado dentro del falso afecto positivo. Las técnicas de intervención
empleadas deberían corregir esto enfatizándose (1) en la importancia de experimentar sus sentimientos, especialmente sentimientos negativos, y (2) la flexibilidad y variación que es posible incluso dentro de una estructura de reglas predecibles. Las estrategias Tipo C están organizadas sobre despliegues cambiantes, exagerados, y manipuladores del afecto negativo en un contexto de resultados inciertos. La intervención debería (1) reducir el énfasis sobre la expresión de sentimientos, (2) cambiar el foco hacia las perspectivas de los otros, y (3) destacar las conexiones predecibles entre eventos y consecuencias. El punto es bastante simple: los Tipo A y C son opuestos psicológicos que pueden requerir de intervenciones opuestas. Dar la misma intervención a un grupo mezclado puede ser útil para los que usan una estrategia y dañina para los que usan la contraria. Por ejemplo, las aproximaciones prescriptivas o basadas en la información pueden ser un contador indicado para los padres Tipo A como lo pueden ser las técnicas conductuales basadas en la contingencia. Por el contrario, los padres Tipo C pueden experimentar un arousal negativo mayor cuando la imaginería, las experiencias somáticas, o el recuerdo episódico fuera enfatizado –las cuales, por supuesto, pueden ser técnicas muy beneficiosas para usar con padres Tipo A.
Integración reflexiva. Imbedded en la discusión del desarrollo de más arriba fue la idea de una serie de tipos de procesamiento de la información desde la preconciente (implícita) a la conciente (explicita y verbal) a la concientemente reflexiva (integrativa). Los padres difieren hasta que punto sus conductas derivan de estos procesos y hasta que punto ellos pueden usar los procesos reflexivos. A mayor dependencia está un padre de los procesos implícitos y menos capaz de colocar sus motivaciones en palabras y considerar las discrepancias y conflictos entre las motivaciones, más intensa y personalmente focalizada debe ser la intervención ofrecida a ellos. De hecho, uno puede sugerir una gradiente de intervenciones, cada una relacionada con la capacidad de los padres de manejar la transformación de información en conducta. Comenzando con los padres más competentes, necesitan mínima intervención, la educación parental en talleres grupales es una intervención preventiva apropiada cuando los padres pueden usar e integrar todas las fuentes de información, pero les falta información especifica sobre los niños pequeños. Dado las familias pequeñas, de un único hijo, que existen hoy en día, la educación parental es relevante para las necesidades de muchas madres primerizas. Tanto el contenido como el contexto de grupo pueden habilitar a las madres a aumentar su repertorio de respuestas posibles hacia los bebes mientras ayudan a otras
madres a sentirse menos aisladas. Los padres que son capaces de integrar la información, pero que están faltos con respecto a algún problema particular, puede beneficiarse del couseling a corto plazo sobre ese problema. En este caso, la información puede ser ofrecida, pero más importante es que el consultor ayude a los padres a reconsiderar el problema desde nuevas perspectivas hasta una nueva forma sea descubierta en adelante. Para que el couseling sea efectivo, sin embargo, los padres deben tener acceso tanto la información cognitiva como afectiva, ser capaces de comunicarse efectivamente en palabras, y estar calificados y confortados con los procesos de razonamiento integrativo, critico. Cuando los padres son relativamente verbales, pero no calificados con los procesos integrativos, la intervención infantil puede ser apropiada. Cuando esto es hecho sin que el infante esté físicamente presente, pero con interacciones del infante con el padre grabadas en video, el padre puede aprender a (1) observar al bebe adecuadamente, (2) explorar sus propios sentimientos mientras se ve a sí mismo con su bebe, y (3) reflexionar sobre lo que ve y siente. Tener a otras madres presentes y comprometidas en el mismo proceso puede dar a cada madre más practica, incluyendo menos practica
emocionalmente excitante que con su propio bebe, así como también aumentar el repertorio de cosas para hacer (a través del aprendizaje observacional). Tener a los bebes presentes reducirá la oportunidad reflexiva para las madres mientras que, si las interacciones no están grabadas, el recuerdo sesgado de la madre puede distorsionar el proceso reflexivo. Cuando padre funcional principalmente sobre la base de la información implícita y especialmente si ellos mismos han sido expuestos al peligro, o cuando eran jóvenes o actualmente en sus relaciones adultas, la psicoterapia de adultos (individual, marital, o familiar) para el padre puede ser necesitada. El foco de tal psicoterapia debería ser identificar las distorsiones en la atribución de significado, trayendo todas las formas de transformación a la conciencia (haciéndolas verbales y concientes), y aprender el proceso de integración de información. Una vez que es manejado (un proceso a largo-plazo en casos de distorsiones severas), las otras formas de intervención (mencionadas arriba) pueden ser usadas productivamente. Responsividad sensible. El punto es que la responsividad sensible en las relaciones es el tema de la prevención e intervención temprana, es el proceso de intervención, y es el resultado también. Para ser exitosa, el tratamiento debe funcionar en la zona de desarrollo proximal de los padres.
Cuando eso incluye el aprendizaje para participar en relaciones abiertas y reciprocas en que las vulnerabilidades pueden ser expresadas, dirigidas, y protegidas, la intervención en sí misma debe transformarse en tal relación. Por tanto, a más limitado el confort del padre en la relación (y más sesgado su procesamiento), más importante y extensivo será la alianza terapéutica requerida para activar el cambio. Una intervención “una dimensión se ajusta a todo” no sólo fallará en las relaciones padre-infante más puestas en peligro, puede dañarlos. Nosotros necesitamos seleccionar y focalizar nuestras intervenciones con cuidado, especialmente en casos de alto riesgo (recordar que algunas díadas que parecen funcionar bien tienen problemas ocultos). Averiguar bien, de esta manera, se vuelve una parte importante de la intervención. Las intervenciones pueden ser organizadas en términos de fuentes de información (p.e., formas cognitivas y afectivas de los sistemas de memoria procedural, imaginada, semántica, connotativa, y episódica) y su grado de integración (p.e., preconciente, conciente y verbal, reflexiva e integrativa). Seleccionar una estrategia de intervención requiere evaluar tanto si el padre tiene una predisposición hacia el Tipo A o C como también cuales habiidades de procesamiento han sido dominadas. Ofrecer una intervención que asuma menos predisposiciones o mayores habilidades que las que el individuo tenga puede
hacer daño. Por ejemplo, ofrecer educación parental a un padre no verbal con una predisposición hacia el procesamiento cognitivo puede generar nuevas reglas y estándares que el niño debe encontrar. Esto, por supuesto, es antitético a la responsividad sensitiva. Igualmente, ofrecer a un padre Tipo C un counseling breve sobre tantrumming puede trampearse si la exageración de los sentimientos del padre y la minimización de su propia contribución que no es reconocida. Evaluación. La evaluación es la clave para planear una intervención adecuada. Por supuesto, la evaluación debe estar relacionada a las estrategias, el procesamiento de información, y el funcionamiento integrativo ofrecido aquí. Una serie de evaluaciones relevantes han sido desarrolladas para este propósito (así como también para la investigación). El CARE-Index es una herramienta de averiguación breve apropiado desde el nacimiento hasta cerca de los 30 meses (2 años y medio). La Strange Situation es una herramienta diagnostica para niños mayores y caminantes de 11-15 años, con la Preschool Assesment of Attachment (PAA) extendiendo el procedimiento de la Strange Situation hasta cerca de los 5 años. La School-age Assesment of Attachment (SAA) usa representaciones verbales en el contexto de satisfacción relacionado a RDs conductuales preverbales. La Transition to Adulthood Attachment Interview (TAAI) y la
Adult Attachment Interview (AAI) se dierigen al funcionamiento de los individuos mayores, incluyendo padres. Para díadas con infantes y niños pequeños que estén en riesgo sustancial, tanto el niño como el padre deberían ser evaluados. Eficacia de tratamiento. La literatura sobre la eficacia del tratamiento es consistente al indicar que el tratamiento psicológico es efectivo en menos de la mitad de los casos y que la aproximación (psicodinámica, conductual, cognitiva, o sistémica familiar) hace poca diferencia en el resultado. La terapia cognitiva ha producido los mayores datos empíricos, pero incluso tales resultados sugieren que la alta reducción de síntomas (sobre el 70&) inmediatamente seguido el tratamiento produce mucho menor éxito a largo-plazo (aproximadamente 35%) a un año o más después del tratamiento (1999). Claramente se necesita mucho más trabajo para entender cómo aplicar mejor la superabundancia de aproximaciones de tratamientos disponibles para padres e hijos. Como mínimo, sin embargo, deberíamos seleccionar intervenciones que (1) se dirijan a las necesidades y habilidades de los padres y (2) traer poco riesgo de incrementar o crear problemas. Eso es, el tratamiento debería sen sensiblemente responsivo a las características
únicas de cada padre y deberían ser implementadas de formas que reduzcan la posibilidad de agravar la situación. Además, no deberíamos hacernos los tontos a nosotros mismos en el pensamiento de que la intervención temprana puede inocular a la familia contra problemas futuros. De hecho, deberíamos promover servicios que (1) incrementen la conciencia de los padres de cómo ellos generan información y seleccionan la conducta y (2) sostener el procesamiento reflexivo, integrativo. Si eso es acompañado tempranamente, una indagación periódica simple puede identificar cualquier necesidad en curso para anticipar la guía, la educación parental relacionada a las necesidades de los niños mayores, o el couseling sobre problemas específicos. Entrenamiento. El Family Relations Institute en Miami (USA) se focaliza en el desarrollo de la teoría del apego, la investigación sobre el maltrato y la perturbación psicológica, y el entrenamiento de investigadores y clínicos en un contexto multicultural. Los cursos son ofrecido sobre la teoría así como también cada una de las evaluaciones. Seminarios avanzados aplican esta información a casos clínicos traídos por participantes. En la mayoría de los casos, los cursos básicos son ofrecidos fuera de USA y en el lenguaje de los participantes. La excepción son los seminarios clínicos avanzados que son ofrecidos en
localidades donde una atmósfera retirada puede ser logrado y los proceso integrativos reflexivos sostenidos. El Instituto también codifica las evaluaciones de otros investigadores, de esta manera asegura la disponibilidad de datos correctos e imparciales. Después de 30 años de desarrollo de la teoría y evaluaciones del apego, la investigación sobre la eficacia del tratamiento basada en los principios del apego se esta volviendo central en el trabajo del FRI. Además, el foco de la actividad es cambiar desde la enseñanza básica de la teoría y de la evaluación al entrenamiento de entrenadores (en países donde muchos clínicos ya han sido entrenados en los procedimientos de evaluación) y la creación de un núcleo internacional de instructores, investigadores, y teóricos todos de los que usan y contribuyen a la teoría (cf., www.patcrittenden.com).
APEGO, PROCESAMIENTO DE INFORMACIÓN Y TRASTORNO PSIQUIATRICO. Patricia Crittenden.
APEGO, PROCESAMIENTO DE INFORMACIÓN Y TRASTORNO PSIQUIATRICO. Patricia Crittenden. Family Relations Institute. Miami. La teoría del apego es una teoría acerca de la protección del peligro y la necesidad de encontrar una pareja reproductiva (1-4). Como una teoría de la psicopatología, se interesa en los efectos de la exposición al peligro y al fracaso de encontrar una relación reproductiva satisfactoria en el funcionamiento mental y conductual. Cuando estos efectos van más allá de las circunstancias amenazantes en sí mismas, pueden considerarse psicopatológicos. La teoría del apego, también, es una teoría del desarrollo. De esta manera, a diferencia de otras teorías del trastorno psicológico, bosqueja vías del desarrollo individual desde la infancia a la adultez. De hecho, la mayoría del trabajo en apego ha sido hecho en la infancia y en la adultez temprana, de forma que proporciona una base sólida del desarrollo desde la cual entender la psicopatología posterior. Además, el énfasis en el desarrollo permite un foco en los resultados interactivos de los procesos maduracionales, las diferencias
individuales en la herencia genética, y las diferencias individuales en la experiencia. Los resultados son estrategias individuales para proteger al self y a la descendencia y para buscar una pareja reproductiva. Estas estrategias, p.e., los patrones de apego, proporcionan tanto una descripción de la conducta interpersonal como un sistema funcional para el diagnóstico de la psicopatología. Esta perspectiva ofrece varias ventajas para el entendimiento de la psicopatología. Motivaciones organizantes innatas. La teoría del apego propone que los humanos tienen una tendencia innata para organizarse auto-protectoramente y, después de la pubertad, sexualmente. En la infancia y la niñez, las figuras de apego proporcionan protección y les enseñan a sus niños cómo darle sentido a la información disponible en sus mentes. Después de la pubertad, la función protectora se integra con la función reproductiva, y ambas se dirigen hacia la pareja sexual. Esta relación produce la próxima generación de niños, cuyos padres, serán figuras de apego protectoras. En ese rol, ellos actúan según su propio entendimiento de los que es peligroso y seguro, de manera que crean el medioambiente en que sus niños aprenderán a hacer significados auto-relevantes. Estos significados, sin embargo, reflejan la experiencia
del niño y, por lo tanto, no pueden ser las mismas estrategias y significados usados por sus padres. Postular el rol de protección y reproducción en la conducta organizada del humano permite a los teóricos del apego interpretar la conducta psicopatológica como intentos desadaptativos para proteger al self o de encontrar una pareja reproductiva. PSICOPATOLOGÏA DEL DESARROLLO La teoría del apego presume que los mismos procesos del desarrollo regulan tanto el desarrollo normal como distorsionado. Esto permite separar cuerpos de investigación empírica para ser llevados en conjunto para informar de uno y del otro (5). Los procesos de principal interés son: a) las formas en las que el cerebro transforma la estimulación sensorial para generar representaciones significativas de la relación del self con el contexto, b) las formas en que la mente regula la aplicación de estas representaciones para la organización de la conducta, y c) las organizaciones de la conducta auto-protectora y reproductiva.
madura, se vuelve capaz de transformar la estimulación sensorial entrante en vías cada vez más sofisticadas. Estas permiten representaciones cada vez más complejas de las relaciones entre el pasado y el futuro. Eso es, la única información que tenemos es la del pasado, mientras que la única información que necesitamos es sobre el futuro. La información sobre el pasado se transforma para producir representaciones de la relación probable del self con el contexto en el futuro. Las transformaciones más simples responden a las dos características del estimulo: el orden temporal en que la estimulación se recibe, y su intensidad. Lo anterior produce información sobre la causación y opera de acuerdo a los principios conductuales de la teoría del aprendizaje. Los trastornos relacionados a esta transformación incluyen trastornos de inhibición y compulsión. Las transformaciones basadas en la intensidad generan sentimientos y arousal psicológico; el aprendizaje asociativo modifica la elicitación de estímulos. Los trastornos de ansiedad se asocian a mayores y más generalizados arousal. Estas dos transformaciones pueden hacerse antes o en el nacimiento.
El cerebro y las transformaciones. Factores genéticos universales, en el contexto de condiciones medioambientales, regulan la maduración. A medida que el cerebro
Las representaciones más complejas se generan a medida que el cerebro madura; para procesar la transformación inicial a través de partes adicionales del cerebro, se generan
significados adicionales. Por ejemplo, los infantes pueden excluir algo de información sobre el pasado del procesamiento posterior, de manera que distorsiona la representación del futuro probable. Los niños jóvenes pueden distorsionar la información retenida, mientras que concurrentemente excluyen algo de información desde la representación; el efecto es una mayor distorsión de la representación que era posible en la infancia. Para los años escolares, los niños pueden falsificar la información, eso es, pueden actuar según esa representación, pueden engañar a los otros sobre su conducta futura. Estas clases de transformaciones capacitan a los individuos para regular la probabilidad con la que identifican el peligro. Apenas un individuo se siente amenazado de un peligro inminente y grave, se puede tolerar menos error; en consecuencia, las transformaciones distorsionadas usualmente incrementan la probabilidad de sobre-identificar el peligro. Mente y representación. Las transformaciones producen representaciones disposicionales, p.e., patrones de actividad neurológica que disponen a los individuos a actuar de alguna manera (6). Dependiendo de si la representación se basa en el orden temporal o en la intensidad de estimulación, los individuos se disponen a comportarse basados en las consecuencias esperadas o según sus
sentimientos. Las variadas representaciones que se generan pueden disponer a un individuo a respuestas incompatibles. En ese caso, la mente debe seleccionar que respuesta enactuar o construir una nueva respuesta. Esto ocurre en el cortex, la última porción de cerebro en madurar completamente. Cuando la estimación de peligro es muy alta, los individuos son propulsados a una acción basada en la representación precortical que señale más claramente la amenaza. Esta representación probablemente será una sobre-estimación de la amenaza, y debido a que ha sido sólo procesada precorticalmente, el error no puede discernirse o corregirse. De esta manera, la conducta, con frecuencia, será desadaptativa. Cuando esto ocurre lo suficientemente seguido, se considera psicopatológico. Debido a la inmadurez precortical y la mayor vulnerabilidad al peligro, los niños están en un particular riesgo de sobreatribuciones del peligro y de respuestas desadaptativas. El desarrollo promueve la corrección de estos errores, excepto en casos de peligro severo, en curso, engañosos. En estos casos, la naturaleza penetrante y ambigua de la amenaza incrementa la probabilidad de información procesada incompletamente para regular la conducta. En conjunto con las distorsiones precorticales cada vez más sofisticadas de la representación, el resultado en la adolescencia o en la adultez temprana pueden ser
patrones distorsionados de conducta muy complejos. Organizaciones auto-protectoras de la conducta. El trabajo clásico de Ainsworth identificó tras patrones básicos de apego (7). Los individuos Tipo A tienden a omitir sentimientos del procesamiento y actúan de acuerdo a las consecuencias esperadas. Los individuos Tipo C hacen lo opuesto: ellos actúan de acuerdo a sus sentimientos con poca atención a las consecuencias. Ambos tienden a sobre-estimar la probabilidad de peligro y actúan de una manera innecesariamente auto-protectora. Los individuos Tipo B usan ambas fuentes de información; han equilibrado los procesos mentales y la conducta adaptativa. Crittenden (8) ha expandido la serie de estrategias para incluir las estrategias compulsivas Tipo A y la estrategias obsesivas Tipo C. Estas reflejan formas, comúnmente reconocidas, de conducta desadaptativa. Ellas difieren de los diagnósticos basados en los síntomas en que las estrategias se ven como un intento funcional de reducir el peligro representado, aunque erróneamente, por el individuo. VIAS DEL DESARROLLO. La teoría del apego se dirige a los procesos por los cuales el desarrollo normal se va
diferenciando dentro de un amplio rango de despliegues humanos, incluyendo los considerados psicopatológicos. Una ventaja particular de esta perspectiva es que la mayoría de los trastornos serios de la adolescencia y la adultez, los trastornos de personalidad y la psicosis, se ven como el efecto acumulativo de una serie de transformaciones del desarrollo, cada una de la cual suma distorsión al funcionamiento previamente distorsionado. Eso es, dado los numerosos puntos de bifurcación en el desarrollo, el efecto acumulativo de seleccionar siempre la vía distorsionada, que lleva lejos del equilibrio y la normalidad, será la formación de una serie de trastornos que, cuando se ven sólo en la adultez, parecen incomprensibles. Siguiendo la conducta hacia adelante desde la infancia da la acreación de un trastorno comprensible, aunque, de manera especifica a la persona. Representación como una variable mediadora. Reconocer que la conducta resulta del proceso de representación mental ayuda a explicar por qué individuos expuestos a peligros similares pueden tener diferentes resultados y por qué individuos genéticamente idénticos expuestos a diferentes amenazas tiene diferentes resultados, el proceso representacional, más que los genes o la experiencia directamente, organiza la conducta del individuo. Esto sugiere la necesidad de diferenciar entre las condiciones contribuyentes, necesarias, y
suficientes para la psicopatología. Existe poca evidencia de que los genes por si solos son suficientes para causar la enfermedad mental, ni tampoco es evidente que sean una condición esencial. Por el contrario, la influencia genética, con mayor frecuencia, funciona como un factor contribuyente. Ni, sin embargo, hace que la experiencia determine los resultados. La teoría del apego, a través de su énfasis en la representación individual de los eventos, sugiere un proceso por el cual circunstancias similares podrían producir diferentes resultados. Los investigadores del apego han desarrollado una serie de evaluaciones especificas a la edad que permiten a los investigadores y clínicos evaluar las representaciones individuales. PREVENCIÓN. Para trazar vías del desarrollo indicativas de riesgo progresivo, la teoría del apego adopta la prevención. Si el riesgo fuera tratado tempranamente, el número de adolescentes y adultos que experimentarían la formación tardía y las condiciones psiquiátricas más severas, p.e., trastornos de personalidad y psicosis, pueden reducirse. Además, la teoría del apego sugiere clases de experiencia que pueden llevar a riesgo de psicopatología. DISTORSIÓN, ESTRATEGIA, Y SIGNIFICADO.
Cuando la transformación mental y la representación son vistas desde el desarrollo y como estrategias auto-protectoras y reproductivas, mucho de la conducta incomprensible de muchos adolescentes y adultos perturbados llega a tener sentido. Por ejemplo, la conducta engañosa puede verse como una serie de pequeñas distorsiones que culminan en una fantasía inescrutable. Inicialmente, la estimulación sensorial intensa produce arousal psicológico. Con la repetición, este efecto puede aumentarse por una cada vez mayor atención a elicitadores más sutiles, incluyendo especialmente sentimientos somáticos. Recordar la experiencia puede, entonces, recrear el estado fisiológico en la ausencia del estimulo externo. Luego, al imaginar eventos posibles que actualmente no ocurrieron, el arousal puede generarse y, entonces, mantenidos o aumentados por procesos atencionales. Finalmente, imaginar eventos imposibles puede producir una realidad engañosa que siente somáticamente exactamete como la realidad. En todos los pasos, el arousal tiene por función elicitar el estado afectivo motivador que el individuo siente que es necesario para su seguridad. Identificar el proceso por el cual las capas de distorsión son sumadas, en una secuencia del desarrollo relacionada a la maduración cerebral, tiene varia ventajas. Hace de la conducta desadaptativa con sentido; esto ayudará a los terapeutas a comunicarse con sus pacientes. Indica puntos tempranos del desarrollo
que pueden abrirse a la intervención y prevención. Y sugiere nuevas aproximaciones al tratamiento, particularmente tratamientos que se dirigen a la función estrategica del proceso distorsionado. Por ejemplo, en el caso de las decepciones, el tratamiento puede dirigirse tanto al proceso de arousal somático como también a la necesidad subjetiva para identificar cada posible fuente de peligro. CULTURA Y PSICOPATOLOGÍA. El énfasis sobre el rol del peligro experimentado permite la interpretación de las diferencias culturales en la distribución de las estrategias auto-protectoras (apego) y la prevalencia de trastornos psiquiátricos. Ya que diferentes grupos culturales han sido sujeto de diferentes historias de peligro, as como también de exposición actual al peligro, se esperaría diferencias en la distribución de estrategias y sus trastornos relacionados (8). ESTRATEGIAS OPUESTAS; TRATAMIENTOS OPUESTOS. En esta aproximación, los Tipo A y C son opuestos psicológicos. Las transformaciones que llevan a los Tipo A se basan en diferentes características de la señal entrante y son procesadas a través de diferentes partes del cerebro que las transformaciones asociadas los
Tipo C. Ya que resultan de procesos opuestos, probablemente se corregirán por formas opuestas de tratamiento. Por ejemplo, un individuo Tipo A puede beneficiarse de técnicas que se focalizan en los sentimientos y la representación somática del sentimiento, mientras que este tratamiento podría incrementar los síntomas somáticos de estrés en un individuo Tipo C. Igualmente, un individuo Tipo C podría beneficiarse de una aproximación conductual enfatizada en la contingencias autorelevantes, mientas que esto podría expandir el repertorio de conductas compulsivas de una persona Tipo A. VALIDEZ Y DIRECCIONES DE LA INVESTIGACIÓN POSTERIOR. Los estudios publicados de infantes y niños pre-escolares sugieren que la validez de la teoría del apego y su relación con el riesgo de trastorno psiquiátrico. Desgraciadamente, hay poco trabajo publicado usando este modelo con adolescentes y adultos. Por el contrario, sólo recientemente se ha desarrollado una herramienta satisfactoria para poner a prueba hipótesis relacionadas a las estrategias de apego auto-protectoras en adultos y trastorno psiquiátrico. La Entrevista de Apego en Adultos (EAA, 9) ha sido modificada para permitir el análisis de un amplio rango de distorsiones del procesamiento de información
(10, 11). Una disertación no publicada usando la EAA modificada sugiere que estas distorsiones están asociadas diferencialmente con varios tipos de trastorno psiquiátrico. Además, esto estudios sugieren que los trastornos con diferentes síntomas pueden, a veces, ser funcionalmente similares a los niveles de transformaciones distorsionados y de estrategia auto-protectora funcional. Si este es el caso, el tratamiento puede perfeccionarse al agrupar pacientes sobre la base de estas similitudes más que por diagnósticos de síntomas. CONCLUSIONES.
La teoría del apego se focaliza en la protección y reproducción como funciones organizantes centrales y en el orden de las formas que estas pueden realizarse como el resultado interactivo de procesos maduracionales universales, diferencias genéticas individuales, y contextos medioambientales únicos. Sus contribuciones para entender la psicopatología incluye un modelo de diagnósticos funcionales (como opuestos a los diagnósticos basados en los síntomas), hipótesis basadas en el desarrollo con respecto a la relación de las experiencias de la infancia con la psicopatología posterior, y un modelo de procesamiento de información con implicaciones para el tratamiento.
EL SELF Y EL RIESGO DE PSICOPATOLOGÍA. Patricia M. Crittenden.
EL SELF Y EL RIESGO DE PSICOPATOLOGÍA. Patricia M. Crittenden. El desarrollo y función del self se ha vuelto un foco importante de la reciente investigación psicológica. La mayoría del trabajo, sin embargo, ha sido altamente conceptual en su naturaleza, y, con frecuencia, dependiente del funcionamiento verbal y conciente. No obstante, el self es una entidad física. Una de las contribuciones de la teoría el apego al estudio del desarrollo humano y la psicopatología ha sido enfatizar la realidad de la experiencia autoamenazante en la etiología del trastorno psicológico (como opuesto a tratar los informes de trauma como proyecciones o fantasías). Además, la teoría del apego ha relacionado el funcionamiento psicológico a un funcionamiento evolucionado, biológicamente basada. Estas perspectivas pueden ser aplicadas al pensamiento del self. Definiendo el self. El “self” es un constructo psicológico, pero que requiere de un cuerpo. El cuerpo contiene un sistema nervioso central que, en algunas especies y después de ciertos tipos de maduración, es capaz de pensar
concientemente sobre sí mismo. El trabaja de Paul Rozin destaca la importancia del self físico para interpretar el significado de del self psicológico (1987). Rozin estudia la emoción, específicamente, el asco. El apunta que el neonato humano despliega señales no verbales de asco mucho antes de que la emoción de asco pueda ser conceptualizada (cerca de los 8 años de vida). En neonatos, la expresión facial del asco es exhibida si algo que es altamente desagradable entra a la boca del niño. La expresión consiste en poner los labios hacia atrás y empujar la lengua fuera de la boca de forma que vomite la sustancia desagradable de dentro de sí mismo. Por tanto, Rozin sugiere que el asco puede ser un marcador muy claro de la distinción self/no-self. Lo que es del self (o puede llegar a ser) es tomado, mientras lo que no es del self y no debe ser incorporado (del término “llevar dentro del cuerpo”) al self no es self. Además, las cosas desagradables son aquellas que llevan el riesgo de matar al self corporal, p.e., la comida podrida, el veneno, etc. por tanto, los labios constituyen la barrera física entre el self y el no-self. No es sorprendente, entonces, que los labios y la lengua estén entre las áreas más altamente debilitadas del cuerpo y que ellas son también usadas para comunicar unidad entre la gente en relaciones intimas. Psicológicamente, las cosas
desagradables son las que amenazan el bienestar psicológico y mental del self p.e., odio, violencia. Tanto física como fisiológicamente, entonces, el asco significa la barrera entre la seguridad y el peligro extremo en la medida en que ellos afectan al self. La función de la expresión facial es tanto físicamente protectora (llevar una sustancia desagradable fuera de la boca) como socialmente protectora en que ella comunica a los otros de lo peligroso de la cosa asquerosa. Anthony Damasio se focaliza sobre la piel como el órgano definitorio entre el self/noself (1994); su pensamiento, sin embargo, es paralelo al de Rozin. En este caso, Damasio apunta a que las sensaciones de alejamiento tienen por función advertirnos de las posibilidades de condiciones de auto-puesta en peligro. La piel, sin embargo, es la última barrera entre nuestros órganos vitales y el peligro. Como tal, nuestra piel es exquisitamente sensitiva al tacto y a la calidad del tacto y responde con reflejos protectores a las formas amenazantes de tacto (además, al igual que la boca, la cercanía táctil es usada en las relaciones intimas donde existe un acoplamiento del selves). La potencia de estas dos definiciones de self se relaciona a su asociación enmarañada con la vida y la muerte. Uno no puede vivir sin comer y sin tocar a los otros (tanto un infante como un adulto en edad de procrear). Al mismo tiempo, el
veneno y la carne podrida pueden matar de la misma forma que lo hace un taque violento. El órgano que capacita tanto a la boca como a la piel a ajustar esta función auto-definitoria es el sistema nervioso central. El sistema nervioso central y los modelos preconcientes de self. El SNC está innatamente organizado de formas auto-relevantes (Ver Crittenden y Landini para una revisión de la literatura neurológica relacionada al self y al peligro). Eso es, fuera del rango agobiante de estímulos disponibles para la percepción en cualquier momento dado, sólo los con alta probabilidad de ser auto-relevantes son percibidos. Los estímulos más universalmente peligrosos elicitan respuestas innatas reflejas, perpetuantes de la vida. El riesgo para el self reflejo es, sin embargo, que las condiciones peligrosas puedan ser experimentadas para las cuales nosotros no hemos evolucionado respuestas innatas. Algunos peligros vienen a ser definidos como auto-relevantes sólo sobre la base de la experiencia en que un evento (o un evento externo o conducta del self) elicita una respuesta autoamenazante. Usualmente, una repetición consistente de la secuencia temporal es necesaria para antes de que el aprendizaje ocurra, aunque en el caso de eventos muy peligrosos, el aprendizaje de un único ensayo puede ocurrir.
Sobre la base del orden predecible de los eventos, los humanos aprenden a tomar acciones protectoras (p.e., usar una conducta forzada) o inhibir una conducta elicitadora de peligro. Las compulsiones e inhibiciones que son generadas preconcientemente crean el riesgo de trastornos de compulsión e inhibición y esto es más probable cuando existe sólo uno o dos ocurrencias de la secuencia (1994). Las secuencias aprendidas se vuelven procedimientos sensiomotores (p.e., esquema) para proteger al self del peligro o del peligro incidente, esta clase de aprendizaje depende de (al menos) tronco cerebral, núcleo mediado, y cerebelo (1991). El riesgo para el self procedural, sin embargo, es que el peligro debe ser experimentado para que una respuesta protectora sea aprendida y que, en la primera experiencia, uno pueda ser dañado a asesinado. El funcionamiento del sistema límbico (junto con partes del paleocortex) permite el reconocimiento de, y una respuesta protectora a, algunos contextos con más altas probabilidades que las usuales de peligro, sin que el peligro en sí mismo tanga que haber sido experimentado. La información sobre estos contextos peligrosos es innata, p.e., transmitido genéticamente, e identifica tanto estímulos específicos, p.e., oscuridad, condiciones atrapantes, ruidos fuertes y repentinos, estar solo (1960/82; 1971; 1976) como también dos clases generales de estímulo, p.e., los estímulos nuevos e intensos. Tal estímulo
(p.e., imagines preceptúales, 1995) causa que las cedulas sensoriales disparen y, cuando un número suficiente de células disparan lo suficientemente rápido, los sentimientos de ansiedad y las respuestas autonómicas reflejas que preparan al cuerpo para pelear o escapar es elicitada (1995; 1976). Además, en algunos casos, puede haber una respuesta de congelamiento. Las células sensoriales transmiten información sobre condiciones externas y estados corporales. Por tanto, cuando el cuerpo es lastimado o de alguna forma dañado, estas células trasmiten esta información al sistema límbico y esto inicia respuestas autonómicas protectoras. Este uso dual de las células sensoriales para la información interna o externa, facilita la asociación del estímulo contextual con los estados corporales, de esta manera, promueve el aprendizaje de nuevas, señales contextuales autorelevantes de peligro. Cuando la información somática indica peligro actual, la asociación es adaptativa. Cuando, sin embrago, el arousal autonómico ocurre rápida e intensamente al estímulo contextual y sin peligro actual, el estado somático será cambiado sin haber existido peligro; no obstante, el arousal somático será interpretado por el sistema límbico como evidencia de ataque que está actualmente bajo el camino, de esta forma, se incrementa el arousal. De esta manera, existe riesgo de que las imagenes sensoriales generarán loops de feed-back auto-arousing,
disfuncionales y que tales loops serán elicitados siempre más rápidamente en respuesta al estímulo perceptual en el futuro. Así, lo afectivamente experimentado, el self imaginado crea el riesgo de algunos rtastornos de ansiedad. El cortex, integración, y la complejidad del self. El funcionamiento cortical puede reducir asociaciones imaginadas y procedurales erróneas. Desde el temprano nacimiento, los cortices sensoriales pueden proporcionar una discriminación de señales más adecuada, si existe suficiente tiempo para este procesamiento adicional. Circunstancias muy peligrosas, sin embargo, tienden a elicitar el disparo celular rápido y extenso y puede precipitar la respuesta autonómica y procedural antes de que discriminaciones más finas pueden ser hachas (1995). Esto sugiere que los individuos que experimentan peligro relativamente intenso pueden no desarrollar patrones de respuestas y preceptúales altamente diferenciados. El cortex prefrontal habilita a los individuos a inhibir respuestas cuando estas son juzgadas innecesarias o inapropiadas. Otra vez, lo que se necesita es un tiempo de procesamiento cada vez mayor, en circunstancias más peligrosas, puede no estar disponible. Además, el cortex preforntal no está maduro en los neonatos y sólo se vuelve funcional en la mitad del primer año de vida (1990). Así, los infantes pequeños pueden
congelarse (inhibición no selectiva, involuntaria), pero no pueden selectivamente inhibir la conducta (1995). Entre los aproximadamente seis meses y dos años de edad, los infantes se vuelven capaces de inhibir conductas seleccionadas y, finalmente, manejar la inhibición psicológicamente de forma que no existen fragmentos visibles por mucho tiempo de la conducta inhibida, p.e., inicios falsos. En este punto, el self (inhibido) puede ser experimentado de formas que son diferentes de los que los otros observan. Finalmente, en el tercer año de vida, la maduración del hipocampo permite la organización relacional compleja del self. Eso es, presumiendo que existe suficiente tiempo para el procesamiento cortical adicional, relaciones complejas y variables del self con el contexto pueden ser aprendidas, por ejemplo, un niño puede aprender a hacer demandas continuas cuando el cuidador está distraído, pero obedecer inmediatamente cuando el padre es atento. El punto de esta discusión del SNC es sugerir que incluso antes del advenimiento del lenguaje existen al menos tres modelos de self (p.e., reflejo, procedural, e imaginado) y que estos se vuelven cada vez más complejos y únicamente adaptados a los contextos específicos de los niños a medida que se desarrollan. Si, sin embargo, un niño experimenta peligro sustancial, existe riesgo de que los modelos 1) contendrán información
inadecuada sobre la relación del self con el entorno y 2) no reflejarán la capacidad completa del individuo par el modelamiento complejo. El rol de las figuras de apego en el desarrollo del self. Estar seguros, como opuesto a estar en peligro, ofrece claras ventajas en términos de reducir el arousal y, de esta manera, de reducir la respuesta precipitada. Sentirse seguro tiene el mismo efecto. Además, así como existen estímulos que elicitan ansiedad, existen estímulos que elicitan sentimientos de confort/seguridad. Los sonidos y movimientos rítmicos, toque suave, calor, y estar con las demás personas todas elicitan sentimientos de confort. Además, la presencia de incluso otra persona hace que uno se sienta menos ansioso, y, de hecho, se incrementa la seguridad de uno. De hecho, las otras personas son la mejor fuente de estímulos de confort. De todas las personas que uno podría tener disponible, uno prefiere alguien que sea más sabio, más fuerte, y más experimentado, así como también comprometido en el bienestar de uno. En otras palabras, uno prefiere una figura de apego (1969/82). Teniendo un figura de apego protectora incrementa la seguridad y reduce el arousal. En consecuencia, la disponibilidad e una figura de apego protectora incrementa la probabilidad de que habrá tiempo para un completo procesamiento de información cortical. Esto sugiere una interacción entre el peligro y la disponibilidad de las figuras de apego.
Cuando los medioambientes son uniformemente seguros, no existe complejidad de la relación selfentorno para ser modelada. Por el contrario, cuando los medioambientes son excesivamente peligrosos (para la habilidad de responder del niño), no existe tiempo para la complejidad. De esta manera, puede ser que desafiar la amenaza, pero factible, que sea modulada por las figuras de apego protectoras crea las condiciones que maximizan la habilidad de los humanos de generar modelos self-entorno que tato reflejen la complejidad como también promuevan la seguridad bajo variadas condiciones. Desdichadamente, no todos los cuidadores son protectores. Los que están predeciblemente en peligros, pero afectivamente distantes, les enseñan a los niños a depender predominantemente de su self procedural. Los que son impredecibles, pero afectivamente intensos, les enseñan a los niños a confiar predominantemente en su self imaginado. Estas tres condiciones de 1) seguridad con tanto predecibilidad como afecto moderado, 2) peligro con predecibilidad y poco afecto, y 3) peligro con inconsistencia e intenso afecto constituyen las formas extremas de los patrones de apego de Ainsworth (1985). Lenguaje y modelos semánticos de la relación self-entorno. Los cuidadores adultos también son esenciales para el desarrollo del lenguaje, son que el self que modela deba ser limitado a las operaciones principalmente pre-
concientes y no verbales. En el segundo año de vida, los niños adquieren los rudimentos del lenguaje. Sus primeras palabras pueden ser conceptualizadas como representaciones selfentorno básicas: mamá, yo, no, objetos importantes que el self desea (especialmente comida), e importantes actividades que el self desea hacer. A medida que son usadas por los pequeños niños, el lenguaje refleja las relaciones universales y temporalmente invariables entre el self y el entorno. Es esta característica del lenguaje la que los padres consideran para aparejar a medida que ellos le dan a sus niños instrucciones y prohibiciones verbales, p.e., “Di, por favor”; “No salgas a la calle”. Tales representaciones semánticas del self facilitan la protección en la ausencia física de las figuras de apego para hacer disponible psicológicamente la función protectora de los padres para los niños a través de la palabra. El riesgo para el self semántico es que los niños trataran como información universal lo que es pasajero (p.e, “ Eres una niña mala”, “ los niños grandes no lloran”). Inversamente, si son dadas tantas generalizaciones contradictorias (p.e., “Tú no debería golpear a los demás”, “¿ No puedes siempre pararte por ti mismo?”), los niños pueden ser incapaces de construir un modelo semántico del self. Lo primero puede llevar a atribuciones del self negativas y profundas o a la inhibición de la conducta en contextos donde la inhibición es innecesaria o incluso desadaptativa. Las últimas
pueden resultar en una inatención a las consecuencias predecibles de la conducta y una insistencia sobre la satisfacción inmediata. Lenguaje y modelos episódicos de la relación self-entorno. Con la maduración cortical posterior y comenzar en alguna parte sobre los tres años de edad, los niños comienzan a recordar y reportar eventos simples que han experimentado. Estos episodios incluyen una serie de acciones, puestas en un contexto, que ocurren para el self que experimenta ciertas emociones durante el evento. Puesto de otra manera, los episodios consisten de una verbalización de la integración del self reflejo, procedural, e imaginado en un único momento en el tiempo. Además, aunque es esta forma verbal el self es presentado psicológicamente a su base están las respuestas fisiológicas del cuerpo y el SNC. Además, como fue correcto del desarrollo del self semántico, el modelamiento episódico del self es una función interpersonal. Eso es, los niños experimentan muchas cosas, sólo algunas de las cuales se vuelven episodios. La selección de estas pocas son una función tanto de la experiencia individual que tiende a recordar sólo las experiencias afectivas intensas (¿Y qué podría ser más afectivamente intenso que un peligro no resulto?) como también de los adultos (especialmente las figuras de apego) que escuchan las historias de los niños y le hacen preguntas sobre ellas. El interés mostrado por los adultos y
las clases de preguntas hechas por ellos guían a los niños en el aprendizaje de que recordar y de que hablar. De esta manera, construir un repertorio de episodios (episodios tanto públicos como privados) que definan la experiencia del self es el resultado de un proceso interpersonal. Este proceso crea modelos episódicos de auto-actuaren-su-entorno. El riesgo para el self episódico es que eventos importantes y de puesta en peligro o dominaran la auto-representación o serán omitidos del intercambio interpersonal sobre la relación del self con el entorno. El riesgo para el primer caso es que el self puede sentir la necesiad de usar eventos auto-amenazantes para mantener la atención de los otros, así, se vuelve a) incapaz de diferenciar amenazas menores de mayores (“histéricos”), b) auto-centrado (“narciso”), y c) incapaz de experimentar privadamente un modelo interno, personal, de self. En el último caso, el self puede perder acceso a las sugerencias correctivas y/o auto-protectoras de los otros y, además, puede percibirse a sí mismo como inaceptable, único, y aislado de los demás. Integración de los selves de uno. Sobre la pubertad, los niños aumentan incrementalmente la cantidad de información que ellos tienen de sí mismos. Además, ellos aumentan la complejidad de la información. En ambos casos, el aumento del auto-conocimiento refleja aspectos únicos del niño, aspectos de cada una de las relaciones que él experimenta, y lo común en la cultura de sus interactuantes. Con la llegada de la pubertad, los
cambios hormonales afectan tanto las funciones sobre las cuales la conducta es organizada (con la reproducción se vuelve más importante en la vida diaria que la protección) como también la sofisticación con la cual la integración puede ser acompañada. En términos Piagetanos, el pensamiento abstracto se hace posible. Entre los individuos que son caoaces de tomarse el tiempo para procesar la información completamente, los modelos de varias relaciones (con la madre, padres, etc.) y los varios tipos de modelos (reflejo, procedural, imaginado, semántico, y episódico) de cada una de las relaciones pueden ser contrastados, comparadas, y finalmente, integrados. El modelo integrado del self-en-las-relaciones debería ser diferenciado por la persona y tipo de situación. Por ejemplo: “en la mayoría de las circunstancias, yo soy pensativo y emocionalmente responsivo con mi madre y un poco menos emocional con mi padre. Ocasionalmente, sin embargo, mi madre realmente me pone nervioso de forma que, cuando escucho (imaginada) su voz chillona, mi estomago se me apreta (imagen somática) y yo respondo (proceduralmente) con una explosión de gran ira. Yo a veces lamento esto después (reflexión episódica), pero encuentro que también crea una conexión (semántica) con mi padre que entiende cómo me siento. En la mayoría de los casos, yo puedo, luego de una pausa (integrativa), aproximarme a mi madre más racionalmente
(semánticamente) y reparar la situación. Yo puedo contar con el apoyo de mi padre para planear cómo hacer esto. Parece (semánticamente) que los novios que he tenido seriamente son un poco parecidos a mi madre y mi tendencia a explotar ha amenazado estas relaciones (episódicamente), de forma que estoy buscando (integradoramente) una forma de prevenirlo en el futuro (semánticamente planeo cambiar mis procedimientos)”. Los individuos que han con menor frecuencia que los niños más pequeños accesado a la memoria semántica y episódica o que no han llegado a ser conscientes sobre sus patrones familiares de conductas (procedimientos) y respuestas a los estímulos contextuales (imágenes) lo encontrarán muy difícil de sacar de esta clase de integración. Para ellos, un self coherente será más difícil de lograr. Como consecuencia, ellos con menos frecuencia harán predicciones correctas con respecto a sí mismos y hacia los
otros y con menos frecuencia adaptaran su conducta a cambios sutiles en las condiciones. De hecho, ellos actuarán sobre información parcial contenida en un u otra de sus modelos no integrados de self. En tales casos, la conducta inapropiada es más probable de ser repetida que modificada. Conclusión. Esta ha sido una muy breve mirada de una forma de conceptuar la relación entre las estructuras biológicas que maduran de formas que promuevan las funciones evolucionadas (protección y reproducción) y la psicología y los trastornos el self. Por supuesto, mucho ha sido omitido. No obstante, deseo haber sugerido el tipo de contribuciones que la teoría del apego puede hacer para un entendimiento del self y el foco de tratamiento para modificar e integrar los modelos representacionales internos del selfen-las-relaciones.
TEORÍA DEL APEGO, PSICOPATOLOGÍA, Y PSICOTERAPIA: LA APROXIMACIÓN DINÁMICO-MADURACIONAL. Patricia M. Crittenden
Teoría del apego, psicopatología, y psicoterapia: la aproximación dinámico-maduracional. Patricia M. Crittenden Familiy Relations Institue, Inc. Miami, FL 33176 USA La teoría del apego es la principal teoría más nueva del funcionamiento adaptativo y desadaptativo, pero, en aproximadamente 50 años desde la formulación inicial de Bowlby (1969/1982, 1973, 1980), ha atraído mucha atención y muchas variantes. La aproximación discutida aquí es de un modelo maduracionldinámico (MMD) de la teoría del apego. En el MMD, el apego es una teoría sobre la protección desde el peligro y la necesidad de encontrar una pareja reproductiva (Crittenden, 1995) como una teoría del desarrollo, se interesa en los efectos interactivos de la herencia genética con los procesos maduracionales y la experiencia de la persona especifica para producir diferencias individuales en las estrategias para proteger al self y a la descendencia y para buscar una pareja reproductiva. Estas estrategias, p.e., los patrones de apego, proporcionan tanto una descripción de
la conducta interpersonal como también un sistema funcional para el diagnostico de psicopatología. Es diferente a otras teorías de la psicopatología en que su perspectiva comienza en estudios de la infancia y progresa hacia adelante en el desarrollo, más que comenzar en el trastorno adulto e interesarse en reconstruir los precursores del desarrollo del trastorno. Como una teoría de la psicopatología, está interesada en los efectos de la exposición al peligro y en la falla de encontrar una relación reproductiva satisfactoria en el funcionamiento psicológico y conductual. La teoría del apego no es, sin embargo, una teoría del tratamiento. De hecho, un MMD de la teoría del apego puede ayudar a redefinir el problema, ofrecer nuevos métodos de evaluación, y sugerir cuando y con quién emplear las variadas herramientas existentes para el cambio psicológico. Cinco ideas centrales subyacen al MMD: 1. Los patrones de apego (Ainsworht, Blehar, Waters, & Wall, 1978) son estrategias auto-protectoras. 2. Las estrategias auto-protectoras se aprenden en la interacción con las figuras protectoras (figuras de apego, con frecuencia uno de los padres). 3. Los síntomas son aspectos funcionales de
la estrategia diádica (p.e., acting-out, inhibición) o consecuencias de ellas (p. e., conductas ansiosas). 4. Las estrategias cambiarán cuando ellas no se ajusten al contexto; los síntomas de ansiedad desaparecerán cuando uno no esté ansioso. 5. Por tanto, el foco del tratamiento debería ser el ajuste de la estrategia al contexto para producir máxima seguridad y confort. Estrategias auto-protectoras organizadas. La teoría del apego propone que los humanos tienen una tendencia innata a organizarse autoprotectoramente y, luego de la pubertad, sexualmente. Las bases para esta organización son formas universales (genéticamente transmitidas) de procesamiento de información. Específicamente, las estrategias son el resultado del procesamiento de dos tipos de información: el orden temporal de la estimulación y su intensidad. Estos son procesados separadamente por el cerebro para producir información “cognitiva” de relaciones causales e información “afectiva” de sentimientos somáticos asociados a los contextos. La cognición, en otras palabras, es la base de la teoría del aprendizaje, mientras que el afecto está relacionado al aurosal, un aurosal alto, con frecuencia, se experimenta como ansiedad (p.e., la preparación del cuerpo para la acción auto-
protectora incluso cuando se desconoce la fuente de peligro). Estas dos formas de información predictora (temporal y contextual) llevan a dos patrones básicos de apego, los Tipo A y C, respectivamente. Los individuos que usan la estrategias Tipo A se organizan sobre resultados esperados. Ellos minimizan la toma de conciencia de sus sentimientos y hacen lo que se les reforzó y evitan hacer lo que se les castigará. Los trastornos de inhibición y compulsión se relacionan mayormente a una confianza en la información cognitiva. Los individuos que usan la estrategia Tipo C son motivados por los sentimientos somáticos (relacionados a la intensidad y el procesamiento a través de las estructuras límibicas). La falta de confianza en lo que ocurrirá después, los focaliza en los sentimientos como guías para actuar. Los sentimientos cruciales son negativos en una gradiente de incremento de aurosal desde el deseo de confort a la ira, el miedo, el deseo sexual, y la pena. Los trastornos de ansiedad se relacionan mayormente a una confianza en el afecto negativo. La Tipo B es la integración de ambas vías de información y consiste en una comunicación abierta, directa y recíproca de expectativa y sentimientos. La reflexión intra-personal (integración) y la discusión y negociación inter-personal son cruciales para evitar las bases inherentes en la confianza única o en la cognición o en el afecto. El equilibrio psicológico de la estrategia Tipo B es, por tanto, el menos vulnerable a la
psicopatolgía. Estrategias auto-protectoras y las figuras de apego. En la infancia y la niñez, las figuras de apego tanto proporcionan protección como también enseñan a los niños cómo darle sentido a la información disponible en sus mentes. Después de la pubertad, la función protectora se integra con la función reproductora y ambas se dirigen a la pareja sexual. Esta relación produce la próxima generación de niños cuyos padres serán figuras de apego protectoras. En ese rol, ellos actúan sobre su propio entendimiento de los que es peligroso y de lo que es seguro, de esta manera crean el entorno en que sus niños aprenden a hacer significado auto-relevantes. Estos significados, sin embargo, reflejan la experiencia del niño y, por lo tanto, no pueden ser los mismos significados y estrategias usadas por los padres. Postular el rol de la protección y la reproducción en la conducta humana organizada permite a los teóricos del apego a interpretar la conducta psicopatológica como intentos desadaptativos por proteger al self o por encontrar una pareja reproductiva. Transformaciones de información y expansión de la formación de estrategias. Transformaciones de información.
La única que información que tenemos es información sobre el pasado, mientras que la única información que necesitamos es información sobre el futuro. Una función central del cerebro es transformar información sobre el pasado para producir representacioenes de la relación probable del self con el contexto en el futuro. Las trasformaciones más simples son las representaciones cognitivas y afectivas recién descritas. Ya que la información refleja directamente a estimulación, puede considerarse como información verdadera. A veces, la información se genera, pero se descarta el procesamiento posterior tal que no afecta a la conducta. Los individuos que usan una estrategia Tipo A “pura” omiten información afectiva del procesamiento posterior y, así, de la conducta, mientras que los individuos que utilizan una estrategia Tipo C “pura” omiten la cognición el procesamiento posterior y de la conducta. Esta es la información omitida. Además, no obstante, algo de la información temporal retenida no está relacionada causalmente con los resultados y algo de los sentimientos psicológicos o somáticos retenidos no son indicativos de peligro. Cuando se hacen las asociaciones entre las condiciones actuales y resultados incorrectos, la información generada se considera errónea. La conducta innecesariamente inhibida o forzada y los sentimientos que no predicen la seguridad o el peligro de un contexto son ejemplos de información errónea. Los infantes son capaces de
hacer todas estas tres transformaciones. Las representaciones más complejas se generan a medida que el cerebro madura y la información puede procesarse a través de partes adicionales del cerebro; estos significados crean un vacío entre lo que se experimenta y lo que se representa. Eso es, las apariencias no siempre son la realidad, y, se necesita información más complejamente transformada para reflejar eso. Por ejemplo, los infantes de más edad pueden omitir alguna información del pasado del procesamiento posterior, así distorsionan la representación del futuro probable. Pueden distorsionarse o el afecto o la cognición. Los niños pre-escolares pueden distorsionar parte de la información retenida, mientras que, concurrentemente excluyen otra información de la conducta; el efecto es una distorsión mayor que la posible en la infancia. Por ejemplo, un pre-escolar activado puede desplegar una ira exagerada, mientras que inhibe el despliegue del deseo de confort y el miedo. La información también puede falsificarse. Los niños pre-escolares de más edad pueden falsificar el afecto. Los niños (y los adultos) que usan la estrategia Tipo A, con frecuencia, transforman el afecto negativo, verdadero, pero prohibido, en un aparente falso afecto positivo. Para los años escolares, los niños pueden falsificar la cognición, eso es, pueden representar lo opuesto e o que se espera y, actuar según esa representación, pueden engañar a los otros sobre su conducta futura. Estas cinco clases de transformaciones capacitan a los
individuos para regular la probabilidad con la que identifican el peligro. The more un individuo se siente amenazado por un peligro inminente y grave, el mínimo error puede tolerarse; en consecuencia, transformaciones distorsionadas usualmente incrementan la probabilidad de sobreidentificar el peligro. También, con frecuencia, son más usadas por las personas que han estado en peligro. La mente y la representación. Estas transformaciones producen representaciones disposicionales, p.e., patrones de actividad neurológica que dispone a los individuos a actuar de alguna manera (Damascio, 1994). Dependiendo de si la representación está basada sobre el orden temporal o la intensidad de estimulación, los individuos se disponen a comportarse según consecuencias esperadas o sentimientos. Las variadas representaciones que se generan pueden disponer a un individuo a respuestas incompatibles. En ese caso, la mente debe o seleccionar que respuesta enactuar o construir una nueva respuesta. Esto ocurre en el cortex, la última porción del cerebro en madurar completamente. Cuando la estimulación del peligro es muy alta, los individuos son propulsados a actuar basados en la representación cortical que indicaba la amenaza más claramente. Esta representación
probablemente será una sobre-estimación de la amenaza, y ya que ha sido procesada sólo precorticalmente, el error no es fácilmente discernido o corregido. De esta manera, la conducta, con frecuencia, será desadaptativa. Cuando esto ocurre con suficiente frecuencia, se considera psicopatológico. Debido la inmadurez pre-cortical y a la mayor vulnerabilidad al peligro, los niños están en un partícula riesgo de sobre-atribuiciones de peligro y respuestas desadaptativas. La maduración y el desarrollo promueven la corrección de estos errores – excepto en casos de peligro engañoso, severo, y en curso. En estos casos, la naturaleza penetrante y ambigua de la amenaza incrementa la probabilidad de información incompletamente procesada que regula la conducta. Junto con distorsiones precorticales cada vez más sofisticadas de representación, el resultado en la adolescencia o en la adultez temprana puede ser patrones de conducta muy complejamente distorsionados. Organizaciones auto-protectoras de conducta. El clásico trabajo de Ainsworth identificó tres patrones básicos de apego (Ainsworth, 1979). Los individuos Tipo A tienden a omitir los sentimientos del procesamiento y actuar de acuerdo con las consecuencias esperadas. Los individuos Tipo C hacen lo opuesto: ellos actúan de acuerdo a sus sentimientos con poca atención en las consecuencias. Ambos tienden a sobre-
estimar la probabilidad de peligro y a actuar de una manera innecesariamente auto-protectora. Los individuos Tipo B usan ambas fuentes de información; ellos han equilibrados los procesos mentales y la conducta adaptativa. Ver figura 1. Tanto Crittenden como Main han expandido el modelo de Ainsworth. El modelo ABCD de Main se basa en el trabajo de Main y Solomon (1990) y define a todo lo que está fuera de los patrones de Ainsworth como “desorganizado” o “no se puede clasificar”. Empíricamente, reduce la categoría Tipo C, sub-incluyendo (subsuming) la mayoría de los niños Tipo C dentro de la categoría “D” (van Ijzendoorn, Goldberg, Kroonenberg, & Frenkel, 1992). Ver figura 2. Crittenden y su modelo maduracional-dinámico de apego (Crittenden, 1995, 2002) ha expandido la formación de estrategias para incluir las estrategias Tipo A compulsivas y las estrategias Tipo C obsesiva. La mayor cantidad de estrategias refleja las transformaciones de información y las organizaciones de conducta que los infantes no pueden manejar. La formación de patrones se incrementa en sincronía con la maduración, incluso la psicopatía sólo se vuelve posible al principio de los 20 años. Estas estrategias compulsivas y obsesivas reflejan las formas comúnmente reconocidas de conducta desadaptativa. Ellas difieren de los diagnósticos basados en los síntomas en que las estrategias se
ven como un intento funcional de reducir el peligro como representado, o falseado, por el individuo. Ver figura 3. La representación como una variable mediadora. El procesamiento de información produce numerosas representaciones disposicionales (DRs). En una descripción simplificada de un proceso complejo e incompletamente comprendido, uno podría decir que, en cada nivel de transformación (de cognición y afecto), se genera una nueva representación. Tres niveles de transformación, producen seis sistemas de memoria (Schacter & Tulvig, 1994) que pueden proporcionar un modelo de trabajo de cómo la conducta se dispone por la representación (ver figura 4). Figura 4. seis sistemas de memoria como una función de la información cognitiva y afectiva. Las formas, no verbales, preconcientes, de la cognición y el afecto son la memoria procedual e imaginada, respectivamente. Ellas operan desde el nacimiento, rápida y auto-protectoramente. Las formas, más lentas, pero completas de cognición y afecto son la memoria semántica y el lenguaje connotativo. La memoria semántica es verbal y consiste en generalizaciones con respecto a cómo las cosas han sido en el pasado y cómo deberían
ser en el futuro. El lenguaje connotativo tanto comunica los sentimientos (o la ausencia de ellos) verbalmente como también elicita los sentimientos en el oyente. Aunque estas representaciones puede integrarse con la información sobre el contexto espacial y temporal en la memoria de trabajo, transformando la integración se asocia con dos complejos sistemas de memoria. Varias representaciones de la cognición y el afecto pueden unirse conjuntamente para producir episodios específicos a la ocasión (o renombrados o imaginados) que comienzan cerca de los tres años de edad. Después de los seis años, el funcionamiento reflexivo puede usarse tanto para modificar la información existente como también generar nueva información. Ya que esto requiere un vasto procesamiento cortical, se desarrolla lentamente entre la niñez y dentro de la adultez temprana y toma mucho más tiempo de completar que el procesamiento preconciente. En consecuencia, la reflexión integrativa es raramente usada cuando el peligro está cerca en tiempo o espacio. Causalidad y representación. Reconocer que la conducta resulta del proceso de la representación mental ayuda a explicar por qué los individuos expuestos a peligros similares pueden tener diferentes consecuencias y por qué individuos, genéticamente idénticos, expuestos a diferentes amenazas tienen diferentes
consecuencias. Los procesos representacionales, más que los genes o la experiencia directamente, organiza la conducta del individuo. Esto sugiere la necesidad de diferenciar entre contribuir, condiciones suficientes, y necesarias, para la psicopatología. Existe poca evidencia de que los genes por sí solos son suficientes para causar enfermedad mental, ni es evidente que sean una condición esencial. Por el contrario, la influencia genética, con frecuencia, funciona más como un factor contribuyente. Ni, sin embargo, hace que la experiencia determine las consecuencias. La teoría del apego, a través de su énfasis en la representación individual de los eventos, sugiere un proceso por el cual circunstancias similares podrían producir diferentes consecuencias. Vías del desarrollo. El MMD de la teoría del apego dirige el proceso por el cual el desarrollo normal se diferencia dentro de un amplio rango de los despliegues humanos, incluyendo los considerados como psicopatológicos. Una ventaja particular de esta perspectiva es que la mayoría de los trastornos serios de la adolescencia y la adultez, los trastornos de personalidad y psicosis, pueden verse como el efecto acumulativo de una serie de transformaciones del desarrollo, cada una de la cual agrega distorsión al funcionamiento previamente distorsionado. Eso es, dado numerosos puntos de bifurcación en el desarrollo,
el efecto acumulativo de siempre seleccionar la vía distorsionada lleva lejos del equilibrio y la normalidad será una formación de serios trastornos que, cuando se ven sólo en la adultez, parecen incomprensibles. Siguiendo la conducta hacia atrás, desde la infancia rinde la acreación del trastorno comprensible, aunque, en una manera especifica a la persona. Desarrollo y riesgo cambiante. La maduración combinada con la experiencia capacita a los niños a desarrollar nuevas estrategias que representen mejor la relación del self con el contexto. Hasta la adultez, sin embargo, los niños no pueden considerar adecuadamente para toda la información, pasada y presente, que está disponible. Además, el contexto se mantiene cambiante a medida que los niños maduran, p.e, los desafíos pasados no son estáticos. En consecuencia, cada paso del desarrollo hacia adelante contiene tanto la oportunidad de corregir los errores del pasado y generar conductas más adaptativas como también el riesgo que los nuevos desafíos de la edad proponiendo problemas insuperables. En la infancia, los problemas son (1) encontrar contingencias del self con los otros, (2) compartir estados afectivos con los otros (p.e., afinamiento), y (3) regular el aurosal para mantener, por periodos cada vez más largos de tiempo, un estado de aurosal moderado y atento. Fallar en llevar a
cabo estos con la figura de apego lleva a la inhibición o exageración de los despliegues afectivos (p.e., estrategias Tipo A y C). Si estas no funcionan para cambiar las probabilidades sobre la conducta parental, el infante puede volverse no estratégico (p.e., deprimido con bajo aurosal, desorientado con alto aurosal, o desorganizado con intrusiones de alto aurosal en una estrategia inhibitoria). En la infancia, estos tres estadios aparecen como (1) triste, pasividad retraída, (2) agitación sin objetivo sin foco interpersonal y, a veces, con auto-estimulación (p.e., síntomas de espectro autista), y (3) breves perdidas de control con convulsión en momentos de intenso estrés del cual hay que recuperase rápidamente. En los años pre-escolares, los riesgos son que algunos niños fallen en establecer relaciones con adultos no familiares y niños y los que escogen una estrategia de escalada del afecto puedan dañarse a sí mismos mientras tratan de provocar una respuesta de sus padres. Eso es, los patrones extremos Tipo C acarrean riesgos más obvios e inmediatos que las estrategias inhibitorias Tipo A. Además, los niños pre-escolares hacen la transición desde la acción al lenguaje. El riesgo es que los niños Tipo A aprenderán a que sus verdaderos sentimientos negativos no pueden comunicarse en palabras a sus padres, p.e., ellos no son “políticamente correctos” desde la perspectiva de sus padres. De esta manera, los niños aprenden a usar para complacer al oyente,
más que expresar su self. Los niños Tipo C probablemente aprenderán que el lenguaje puede usarse para engañarlos, especialmente sobre las contingencias futuras. El riesgo es que ellos continuaran usando la acción para comunicarse. Durante los años escolares, el cortex madura en formas que, para la primera vez, permite a los niños reflejarse según su propia conducta. Los niños que no son ayudados a hacer esto por sus figuras de apego encontrarán cada vez más difícil regular su propia conducta, esto afectará tanto su experiencia interna de sí mismos como de su experiencia externa de relaciones con sus pares (en ambas, mejores amigos, pares de apego y redes afiliativas). Usualmente, esta falla ocurre cuando (1) los costos de fallar para ser buenos son grandes que el niño se beneficia tan fuertemente según las perspectivas de los padres o (2) las consecuencias son tan impredecibles que el niño se beneficia según su propia perspectiva. Lo anterior satisface a los adultos (y pasa inadvertido o incluso alabado), mientras que los últimos, disgustan a los adultos y dan como resultado castigo y los refieren servicios de corrección o de salud mental. Para evitar las últimas consecuencias, algunos niños Tipo C comienzan a usar el lenguaje para engañar a los otros. En la pubertad, el sistema reproductivo se vuelve funcional y las metas son (1) integrar el deseo sexual con los afectos previamente existentes
tanto de confort y alegría como también el deseo de confort, ira, miedo, y pena y (2) comprometerse en una relación heterosexual intima que puede volverse la fundación para selección una pareja reproductiva para toda la vida. Fallar en integrar el asalto de la sexualidad con el apego puede llevar al aislamiento, la promiscuidad, o vínculos sexuales peligrosos. Además, fallar en integrar diferentes fuentes de información interferirá con la capacidad del adolescente en diferenciar la apariencia de la realidad. En tales casos, el adolescente no estará preparado para seleccionar una pareja acertadamente en la adultez temprana.
negativo prohibido y la conducta son repentinamente desplegados en forma extrema que pueden reflejar la batalla entre las perspectivas de las figuras de apego y la perspectiva inhibida del self interno. Entre los Tipos C obsesivos, los riesgos son una forma adherida de disputa que en sí misma obscurece la causalidad; en términos diagnósticos comunes, estos son los trastornos de alimentación y de personalidad. En ambos casos, las decisiones que se han hecho afectarán al self y a la pareja de uno y los niños por décadas. Los costos de RDs severamente distorsionadas o incorrectos pueden ser mayores y perpetuados.
La maduración cortical se completa, en alguna parte, al principio de los 30’s. En consecuencia, la transición a la adultez presenta riesgos únicos. Para esos adolescentes que no han aprendido a usar los procesos reflexivos, integrativos, que guían su conducta, volverse responsables de su propio sustento, escoger una pareja, y tener hijos presentan desafíos muy difíciles. Entre los adultos jóvenes que usan las estrategias Tipo A compulsivas, el riesgo es que ellos cumpliran estas tareas para la satisfacción de los otros sin que ellos mismos tengan entradas o encuentren satisfacción; la depresión, el malestar psicosomático, y fracaso familiar o en el trabajo pueden estar a la mano. En los casos extremos cuando no es posible abandonar la familia físicamente, los brotes psicóticos en que el afecto
Evaluación. Los investigadores del apego han desarrollado una serie de evaluaciones específicas a la edad que les permiten a los investigadores y clínicos evaluar las conductas y representaciones de los individuos. Tidas diferencian los Tipos A, B y C (incluyendo sub-clasificaciones) y las evaluaciones basadas en los discursos además permiten la evaluación de la capacidad integrativa. El CARE-index (Crittenden, 1981, 1988, 2005) puede usarse desde el nacimiento hasta los 3 años, la Strange Situation de Ainsworth (Ainsworth, Blehar, Waters, & Wall, 1979) de los 11-15 meses, la Preschool Assessment os Attachment (PAA, Crittenden, 1992, 2004) desde los 18 meses a los 5 años. Cada
una de estas evalúan la conducta del niño en el contexto de la figura de apego, pero se benefician sólo según los procesos psicológicos y conductuales que están disponibles en los niños en esa edad. De esta manera, estas herramientas no evalúan los procesos integrativos. De hecho, cuando se identifican problemas sustanciales en estas evaluaciones, la (s) figura (s) de apego deberían evaluarse para la capacidad integraiva. Las evaluaciones basadas en el discurso incluyen la School-aged Assessment of Attachment (SAA), la Adult Attachment Interview (AAI) adaptada para adolescentes, y la Adult Attachment Interview (AAI) ideada originalmente para adultos (George, Kaplan, & Main, 1986). La AAI ha sido modificada para ajustarse al MMD (Crittenden, 199, 2004). Estas herramientas permiten asignar tanto una estrategia como también la forma de integración (p.e., integrada, reorganizando, disruptiva por un trauma no resuelto o perdida, desorientada, desorganizada, y deprimida). Síntomas, estrategia, y tratamiento. Los procedimientos diagnósticos actuales confían en los grupos de síntomas y tienden a no dirigirse a la etiología del trastorno, el contexto en que se despliega, o su tratamiento. La aproximación que se ofrece aquí se dirige a la formulación funcional del problema tanto con las hipótesis sobre las vías del desarrollo como también en las implicaciones
para el tratamiento. En el MMD, los síntomas se ven como teniendo una función actualmente o siendo pensados preconcientemente para servir como función en la que, de hecho, no tienen una función (p.e., la conducta superticiosa se basa en información errónea). A la base de los síntomas (y cambio de los síntomas) están las representaciones disposicionales. Determinar que RD regula la conducta, p.e., cual constituye la estrategia conductual, es crucial para identificar donde dirigir el tratamiento (y, de esta manera, seleccionar los métodos/herramientas). Identificar el proceso por el cual las capas de distorsión son sumadas, en una secuencia del desarrollo relacionado a la madurez del cerebro, tiene varias ventajas. Ya que hace de la conducta desadaptativa significativa, lo que puede ayudar a los terapeutas a comunicarse con los pacientes (Crittenden, en prensa). Además, sugiere puntos tempranos del desarrollo que pueden abrirse a la intervención y prevención. Por último, sugiere nuevas aproximaciones al tratamiento, particularmente, tratamientos que se dirigen a la función estratégica de procesos distorsionado. Opuestos psicológicos. En el MMD de apego, los Tipo A y C son opuestos psicológicos. Las transformaciones que llevan a la estrategia Tipo A se basan en una característica diferente de la señal entrante y se
procesan a través de diferentes partes del cerebro que son las transformaciones asociadas con el Tipo C. Ya que ellas resultan de procesos opuestos, probablemente son corregidas por formas opuestas de tratamiento. Por ejemplo, un individuo Tipo A puede beneficiarse de técnicas que se focalizan en los sentimientos y la representación somática del sentimiento, mientras que este tratamiento puede incrementar los síntomas somáticos del malestar en un individuo Tipo C. Igualmente, un individuo Tipo C puede beneficiarse de una aproximación conductual enfatizada en las contingencias auto-relevantes, mientras que esto puede expandir el repertorio de la conducta compulsiva en una persona Tipo A. Si esto se demostrara como verdadero, implicaría que los pacientes agrupados en diagnosticaos basados en los síntomas usualmente llevarían a mezclas de individuos usando diferentes estrategias conductuales y psicológicas. Tratar a todos los miembros de grupos de estrategias mezcladas con la misma técnica (s) sería útil para algunos y dañino para otros. La mayoría de los terapeutas saben que son incapaces de ayudar a algunos pacientes. Pero, ¿ellos imaginan que diagnósticos incorrectos pueden resultar en un tratamiento dañino? Metas del tratamiento y procesos. El tratamiento psicológico se ha focalizado diversamente en el tratamiento de síntomas o en
las estructuras profundas de cambio en la personalidad. Lo más reciente en apego ha sostenido un foco en el alcance de un apego seguro (Tipo B). El MMD de la teoría del apego sugiere una aproximación un poco diferente que combina elementos de otras aproximaciones. Desde la teoría psicoanalítica, la aproximación del MMD se apropia de las ideas de (a) cambio profundo, en este caso, el cambio en cómo los procesos de información individuales con respecto a la seguridad versus a la del peligro y la oportunidad de sexual, (2) el poder de los sentimientos para motivar la conducta, (3) la noción de que los síntomas pueden tener distintas funciones y que es la función, y no el síntoma, la que requiere de atención, y (4) usar la relación paciente-terapeuta como parte del tratamiento. El tratamiento conductual ha contribuido a tener conciencia de la importancia de (a) un orden temporal y (b) los programas de refuerzo, especialmente como la incerteza del reforzamiento afecta la organización de la estrategia Tipo C. De hecho, el poder de los programas de reforzamiento implícitamente confirman (c) la importancia de los procesos interpersonales del cambio conductual. De la teoría de los sistemas familiares, el MMD toma las las ideas de (1) el contexto familiar proporciona la ocasión primaria para emplear y mantener estrategias autoprotectoras, (2) el cambio familiar es un recurso importante par cambiar las estrategias de los individuos, y (3) el reconocimiento conciente e las
enactuaciones procedurales preconcientes durante las sesiones de terapia son cruciales para cambiar. La terapia cognitiva contribuye con su foco en (a) la conducta procedual y (b) las representaciones semánticas, así como también la importancia de (c) especificar y evaluar la efectividad de la psicoterapia. El problema central del tratamiento se vuelve en capacitar al individuo para generar y aplicar estrategias auto-protectoras en el contexto y tiempo correcto. Eso es, la meta es el equilibrio psicológico y no la seguridad. El equilibrio psicológico es posible para todos, mientras que la seguridad es parcialmente dependiente de las circunstancias externas más allá del control de los individuos. El foco en la protección clarifica la importancia de crear, en el tratamiento, un entorno de seguridad en que nuevas estrategias puedan aprenderse sin miedo o amenaza. En oposición a la reducción a síntomas, una aproximación dinámica maduracional presume que la estrategia existente del individuo es útil en algún contexto y necesita ser (a) reparada (si está en una forma deprimida, desorientada o desorganizada), (2) liberada de la información falsa, distorsionada y errónea, y (3) aplicada con mayor especificidad. La combinación de las estrategias existentes usadas apropiadamente y desarrolladas en un repertorio más amplio de estrategias para otras ocasiones debería ir hacia un largo camino de hacer la conducta del individuo adaptativa en el
presente. Dirigirse a retos futuros, sin embargo, significa que el paciente debe aprender a usar la integración reflexiva antes que la terapia pueda considerarse completa y estable. El proceso por el cual esto se lleva a cabo implica que los terapeutas funcionen como figuras de apego transitorios para los pacientes, tanto acompañándolos como, a veces, guiándolos desde la realidad amenazante del paciente al entendimiento del terapeuta de la posibilidad de seguridad y confort. En este contexto de relación, la terapia es co-creada. Eso es, el terapeuta con puede ser encajonado, registrado, o manualizado antes de ver al paciente. Lo crucial en este proceso es que los pacientes deben influir en las contingencias de sus vidas o ellos no podrán sentirse seguros. Para los niños, esto implica que los padres deben incluirse en el proceso terapéutico. Identificando al paciente. Tan pronto como uno aplique el apego y el pensamiento sistemático a los trastornos psicológicos, se clarifica que el trastorno no es solamente un proceso intra-personal. De hecho, sus raíces son siempre inter-personales, al igual que su despliegue. El problema, entonces, se vuelve identificar el foco apropiado de tratamiento. Para los niños que no pueden comunicarse verbalmente, el foco debería ser
siempre el padre (s), con o sin el niño. Si el foco debiese ser el counseling, la educación parental, la intervención parental, o la psicoterapia para el adulto (s) es la pregunta más importante. La evaluación de apego para adultos puede ser útil. Si el padre es relativamente equilibrado y capaz de integrar (p.e., A1-2, B, C1-2), el counseling puede ser una buena forma de capacitarlos para usar información y habilidades más efectivamente que las que ya tienen. La falta de información en el contexto de una competencia integrativa satisfactoria puede sugerir educación parental. Distorsión sustancial de información y relativamente poca integración, en el contexto de pocos (si es que algún) traumas, apunta a intervención parental de una clase de díada especifica. Esto puede manejarse en contexto grupal, pero cada díada debe tratarse únicamente debido a que cada padre distorsiona la información de forma diferente y a los padres carecen de habilidades integrativas para seleccionar por ellos mismos las más adecuadas. Si el padre, sin embargo, usan una relativamente extrema estrategia Tipo A o C (p.e., 3-4 o más) y, además, despliegan en su vida diaria los efectos de la exposición pasada al peligro (p.e., trauma psicológico), es probable que la psicoterapia individual (o marital) debería preceder o coocurrir al trabajo parental. Las evaluaciones de apego pueden ser útiles para hacer estas distinciones.
Validez y direcciones para la investigación posterior. Los estudios publicados de infantes y niños de edad pre-escolar sugieren la validez de la teoría del apego y su relación ante el riesgo de trastorno psiquiátrico. Desgraciadamente, existe poco trabajo publicado usando este modelo con adolescentes y adultos. Existe, sin embargo, un número de disertaciones no publicadas que son consistentes con este pensamiento. En conjunto, estas sugieren que las estrategias de apego y los trastornos del procesamiento de información están asociados diferencialmente con varios tipos de trastorno psiquiátrico. Además, estos estudios sugieren que los trastornos con diferentes síntomas pueden, a veces, ser funcionalmente similares a niveles de transformaciones distorsionadas y a estrategias auto-protectoras funcionales. Si este es el caso, el tratamiento puede perfeccionarse al agrupar a los pacientes sobre la base de estas similitudes más que los diagnósticos basados en los síntomas. Ciertamente, es valioso continuar con el proceso de exploración de la relación entre los diagnósticos DMS y CIE y las clasificaciones desde el MMD. Más importante, sin embargo, puede ser la exploración de la relación entre la técnica del tratamiento, las estrategias de apego del paciente, y la consecuencia del tratamiento (éxito, ausencia de efecto, y daño). Una serie de disertaciones
doctorales podrían fácilmente definir la relación entre estrategias de tratamiento de particular y los cambios en el procesamiento de información. El tener esta información sería una dicha muy grande para el campo de la psicopatología, sin tener en cuenta qué modelo diagnostico sea usado.
El MMD de la teoría del apego se focaliza en la protección y reproducción como funciones organizantes centrales y sobre la matriz de las formas que estas pueden realizarse. La representación se entiende como siendo un proceso intrapersonal derivado del contexto interpersonal, especialmente con las figuras de apego que se ajusten a las funciones de protección y reproducción. Las estrategias conductuales, por el contrario, son siempre interpersonales y deberían describirse como algo que hace una persona y no como una característica de la persona, p.e., un individuo usando una estrategia Tipo C como opuesto a una estrategia Tipo A. Tanto la representación como la acción estratégica se tratan en la teoría del apego como siendo el resultado interactivo de procesos maduracionales universales, diferencias genéticas individuales, y contextos medioambientales únicos.
contrarias a los diagnósticos basados en los síntomas), (b) hipótesis basadas en el desarrollo con respecto a la relación de las experiencias de la infancia para la psicopatología posterior, y (c) un modelo de procesamiento de información con implicaciones para el tratamiento. Sus contribuciones al tratamiento son (1) sugerir que los pacientes pueden agruparse de nuevas formas que puedan tanto facilitar el tratamiento como, también, reducir el daño a los pacientes de una psicoterapia mal aplicada y (2) proporcionar un razonamiento de valuación de los efectos específicos de las estrategias de tratamiento sobre el procesamiento de información. Si los pacientes fueran agrupados en términos de sus patrones de transformación de información y, entonces, las técnicas de tratamiento fueran escogidas sobre la base de como tienen un efecto en el procesamiento de información, nosotros podemos perfeccionar la efectividad de la psicoterapia y acortar su duración. Hacer esto requeriría, sin embargo, de que los terapeutas se capacitarán en todos los métodos de tratamiento que se pueden entregar y que sean capaces de funcionar como figuras de apego transitorios – que tanto puedan establecer una relación personal con los pacientes como, también, limitar esas relaciones al contexto e terapia.
Las contribuciones de la teoría del apego al entendimiento de la psicopatología incluye (a) un modelo de formulaciones funcionales (como
No se necesita que sea difícil determinar las relaciones entre técnicas psicoterapéuticas y el procesamiento de información y entre las técnicas
Conclusiones.
y diferentes formulaciones funcionales de grupos necesitan no ser difíciles llevar a cabo; sólo requiere de investigación sistemática dentro del proceso de psicoterapia. De hecho ellas podrían formar ka base de una serie de estudios de investigación doctorales. Animar a los terapeutas a ganar habilidades fuera de su actual entrenamiento puede ser más difícil que poder capacitarlos para funcionar como una figura de apego transitoria con los pacientes. El deseo de llegar a ser más efectivo con los pacientes puede ser suficiente, sin embargo, animar a los psicoterapeutas a sumar a su repertorio de estrategias – que es precisamente lo que el MMD
de la teoría del apego indica que los pacientes deberían hacer para perfeccionar su efectividad en el trato con sus problemas de la vida. Hacer un puente entre las barreras de diferentes aproximaciones a la psicoterapia parecer bastante análogo a la integración psicológica. Posiblemente este es el tiempo de embarcarse en un proceso de integración de las escuelas de psicoterapia con el deseo de perfeccionar la proporción de éxito de la psicoterapia, reduciendo el costo a corto-plazo del tratamiento, e incrementar la calidad de vida en humanos vulnerables, en peligro, y puesto en peligro.
TRANSFORMACIONES EN LAS RELACIONES DE APEGO EN LA ADOLESCENCIA: Adaptaci贸n frente a la Necesidad de Psicoterpia.1 Patricia M. Crittenden, Ph. D.
TRANSFORMACIONES EN LAS RELACIONES DE APEGO EN LA ADOLESCENCIA: Adaptación frente a la Necesidad de Psicoterpia.1 Patricia M. Crittenden, Ph. D. Miami, FL, USA. La adolescencia es un periodo de dramático cambio en las relaciones de apego. Estos cambios permiten que los niños apegados se transformen en figuras de apego para sus esposas y niños, y vivir de forma segura en un mundo caracterizado tanto por la seguridad como por el peligro. Además, en la adolescencia culmina un proceso de desarrollo en que la interacción con los padres ha amoldado las mentes y conductas de los niños de forma que pueden o no haberlos preparado para la vida fuera de sus familias. Cuando los miembros de la familia han sido expuestos al peligro, particularmente, al peligro recurrente o engañoso, los niños pueden haber aprendido estrategias interpersonales sesgadas que harán que la vida fuera de la familia de origen,
particularmente, en el matrimonio y en la crianza de sus niños, sea más difícil. Por otro lado, la maduración neurológica que ocurre en la adolescencia crea la primera oportunidad para los individuos de considerar y cambiar, independientemente de sus padres, la herencia que tomaron de sus familias en la infancia. Este articulo primero sitúa al apego en un “esqueleto” del desarrollo y, luego, se focaliza en el proceso de cambio para aquellos que requieren de intervención profesional para hacer la transición desde una infancia distorsionada a una adultez adaptativa. El Apego como un Constructo del Desarrollo: Un Modelo Maduracional-Dinámico. Antes de la adolescencia, el apego se refiere sólo a las estrategias auto-protectoras que los niños usan, primariamente con sus padres, cuando se sienten amenazados o incómodos. Luego de la pubertad, el apego también incluye las relaciones sexuales y las estrategias se dirigen hacia los pares. Sin embargo, todas las relaciones de apego pueden ser descritas en términos de patrones de (a) la relación, (b) el procesamiento de información, y (c) la estrategia auto-protectora. Todas estas tres perspectivas se dirigen en términos de cómo los cambios mentales y físicos asociados a la adolescencia afectan a las relaciones de apego. Entonces estas ideas se
aplican al tratamiento psicológico de los adolescentes que se enfrentan a dificultades manejando esta transición. Las relaciones de apego son el resultado de una intervención entre lo genéticamente basado, los procesos innatos y la experiencia. Ya que ambos cambian en el tiempo, los patrones de apego también cambian. Eso es, las relaciones que las personas de más edad forman son más complejas que las de los infantes, y las estrategias auto-protectoras de las personas mayores son más complejas que las de los infantes. La adolescencia, particularmente, la adolescencia tardía se extiende hacia los tempranos 20 años, es el periodo final2 en que la maduración cerebral y física afectan a los patrones e apego. Durante el periodo entre los 15 y 25 años de edad, el aprendizaje previo sobre las relaciones se integran con las nuevas competencias mentales y físicas para producir patrones adultos de autoprotección y reproducción. Las nuevas competencias incluyen el razonamiento abstracto, el arousal sexual, y la conducta reproductiva. El foco de esta discusión son el proceso integrador y su significado para la adaptación humana. Patrones de relación. Desde el nacimiento, los humanos se vuelven hacia otros humanos que puedan
protegerlos y confortarlos. Alrededor de los 9 meses, la mayoría de los infantes han identificado a uno o dos cuidadores específicos, usualmente sus padres, a los cuales giran cuando son amenazados o se sienten incómodos (1969/1982). Estas personas son sus figuras de apego y su función es proteger al niño del peligro y confortar 1 Es mi deseo agradecer las muchas contribuciones de Andera Landini, M.D. para este articulo y los útiles comentarios de los tempranos borradores hechos por Angelika Claussen, Ph. D., Noel Howieson, Ph. D., Kasia Koslowska, M.d:, y Anna von Lippe, Ph.D. Partes de este articulo fueron presentadas como una dirección fundamental en el III Congreso Internacional de Psicología, Ciudad de Panama, Panama, Agosto 22, 2001. 2 Esto excluye la disminución en la competencia intelectual que a veces acompaña a la vejez. su malestar. En la interacción con sus figuras de apego, los niños en crecimiento lentamente aprenden a manejar aspectos de estas funciones para sí mismos. Sin embargo, la frontera entre la competencia personal y la dependencia
interpersonal se mantiene cambiante, se forma tal que se necesita de las figuras de apego protectoras a través de toda la vida. En otras palabras, las figuras de apego funcionan en nuestra siempre cambiante zona de desarrollo próximal (1995). En la infancia, la relación entre la persona apegada y la figura de apego no es simétrica ni reciproca. Eso es, los infantes y los padres tienen un poder enormemente diferente y los infantes no cuidan de sus padres. Los infantes exploran el mundo lejos de sus figuras de apego cuando se sienten seguros y vuelven a ellos cuando se sienten amenazados o incómodos. En los años pre-escolares, los niños comienzan a alcanzar la condición parental, pero todavía perciben a los padres como todo-poderosos y todo-conocedores. En los años escolares, los niños buscan alternar las figuras de apego que son similares en su condición a ellos mismos. Existen sus “mejores amigos”, con quienes ellos exploran el mundo social y físico, y con los que buscan protección y confort en las situaciones que sólo implican una amenaza baja o moderada. La exploración es, también, el dominio de los grupos de pares afiliativos de los niños, pero bajo una amenaza intensa, los niños todavía se vuelven a su casa con la mamá para protección y confort. Al mismo tiempo, los escolares están aprendiendo que los padres no son todo-conocedores y que incluso pueden ser engañados. Estos cambios crean complejidad entre las relaciones y el éxito
en manejar múltiples tipos de relación que funcionen como una solapa es predicitva del éxito con las relaciones románticas en la adolescencia (1999). La relación de mejor amigo es simétrica, pero no reciproca, eso es, cada niño busca el cuidado del otro, pero no piensan en sí mismos como cuidadores. Sobre el curso de la adolescencia, la relación con los padres se atenúa. No sólo los padres son reconocidos claramente como imperfectos, sino que también se descubre que son vulnerables. Este reconocimiento de que los padres no pueden cumplir completamente su función protectora puede socavar el apego padreadolescente, así, forman caminos para nuevos pares de apego y generan expectativas engañosas de que estos tendrán las mismas limitaciones. En la adolescencia, estas relaciones de mejor amigo se transforman de tres formas. Primero, desde la mitad a la adolescencia tardía, el mejor amigo se transforma en alguien del sexo opuesto, una pareja romántica, con quien los adolescentes experimenten el deseo sexual (1990). El deseo sexual con su resultado predecible de reproducción es el rasgo distintivo central de la adolescencia, particularmente en la adolescencia tardía. Crea nuevos recursos para experimentar intimidad y expresar la afectividad y ofrecer nuevos incentivos para mantener las relaciones a través de periodos estrés. Además, el deseo sexual ofrece un nuevo recurso para lograr el confort y
reducir la excitación. Si múltiples motivaciones convergen en una única forma de expresión, será enactuada preferentemente. Es más, estar tan altamente motivado y principalmente reflexivo, en su nivel más básico, el intercambio sexual casi no requiere de habilidades sociales, verbales, o reciprocidad interpersonal para consumarse. La actividad sexual, en otras palabras, está tan sobredeterminada, que casi cualquiera puede comprometerse en ella. Manejarla de formas que promuevan la intimidad y la protección de la descendencia futura se vuelve un problema central en la adolescencia.
reciprocas a medida que cada miembro reconoce su importancia para el otro y acepta su responsabilidad de cuidar del otro (1996; 1994). En una relación de apego adulta madura, cada persona es tanto la persona apegada como figura de apego para la pareja. Además, la exploración fuera de la figura de apego que era típico en la infancia y la niñez se transforma en exploración de intereses en común con la pareja de apego. Cuando estos cambios ocurren, los adultos jóvenes completan la transferencia de sus relaciones de apego primarias desde sus padres hacia sus parejas, usualmente su esposa.
Segundo, las relaciones románticas tienen muchas funciones. En las sociedades modernas, han resuelto principalmente el problema de la sobrevivencia, las relaciones románticas son las precursoras de las relaciones nupciales. De amabas se espera que cumplan una serie de funciones psicológicas, emocionales y sociales, además de las funciones esenciales de sobrevivencia y reproducción. Esto pone una mayor presión en la elección de pareja y manejo de la relación que la experimentada por las sociedades tradicionales con matrimonios arreglados en que la protección y la reproducción eran la única función y el amor casi no era considerado.
Durante la adolescencia, los adolescentes aprenden cómo seleccionar a un compañero, uno con quien poder estar seguros, confortables, y criar a sus propios niños. Visiblemente, seleccionar un compañero no es una tarea fácil: la mitad de los adultos decide que la persona equivocada era la equivocada (1995), realmente una persona extraordinariamente terrible, y se divorcian de esa persona – un costo físico, emocional, y social sustancial para todos nosotros. El problema parece basarse en dos errores de juicio, uno es tener que hacerlo con predicción desde las primeras apariencias a realidades posteriores y la otra está basada en la suposición pueril de que son las personas perfectas, si no los padres, entonces seguramente las parejas. Es una tarea central aprender a manejar relaciones de apego reciprocas y simétricas en que cada
Tercero, las relaciones románticas de los adolescentes se vuelven progresivamente más
miembro sea aceptado como menos que perfecto, tanto para cada uno de nosotros individualmente como también para la sociedad en general. La culminación del proceso integrador que promueve este resultado usualmente ocurre en la adolescencia tardía. Para los adolescentes mayores, esta transición genera un cada vez mayor apoyo social, auto-estima, y auto-eficacia (2000). Para los otros, sin embargo, el proceso acentúa su falta de preparación para enfrentarse con el cambio. Los problemas pueden sobrevenir si la transición a una figura de apego con un igual ocurre tan pronto, tan abruptamente, a una pareja inadecuada, o incompleta. Se dice que ésta es la consecuencia central de la adolescencia, seleccionar una pareja para toda la vida, es al menos reconocido por los adolescentes como una meta inmediatamente relevante (2001) y también lo más valorado como una fundamento para la felicidad futura (2000). Patrones de procesamiento de información. ¿Por qué tanta gente selecciona una pareja que piensan que será mejor entre cualquier otra, quizás incluso perfecta, sólo para divorciarse después – debido a que piensan que la persona es de las peores parejas posibles? ¿Cómo nos engañamos tanto a nosotros mismos?. La pregunta se liga, en parte, a cómo hemos aprendido para transformar la estimulación sensorial en
información cognitiva con la cual se organiza nuestra conducta. El proceso comienza al nacer y continua a través de la vida, pero los pasos críticos se hacen en la adolescencia. Un infante percibe sólo una porción de la estimulación sensorial que está disponible; lo más saliente es sobre su propio estado físico y el efecto de las acciones de los otros sobre el estado. La estimulación sensorial se transforma en información sobre cómo las cosas son. Los infantes hacen transformaciones muy directas, eso es, la información es tomada en cara al valor y es tratada como información verdadera. Con la experiencia, sin embargo, los infantes aprenden que alguna información no tiene sentido o incluso que es peligrosa. Algunos aprenden que el afecto negativo, por ejemplo, llorar, lleva a que los padres se enojen. Estos infantes aprenden a inhibir su llanto, eso es, aprenden a omitir el afecto negativo de la organización de su conducta. Esto crea ciertos riesgos ya que el afecto, particularmente el afecto negativo, tiene por función motivar la conducta auto-protectora. Los individuos que omiten el afecto negativo del procesamiento pueden fallar en identificar las ocasiones de cuando deberían protegerse a sí mismos. Otros infantes aprenden que no hay resultados predecibles de su conducta, que sus padres responden muy diferentemente a la misma conducta de un día a otro. Estos infantes aprenden
a omitir la información temporal/causal de su procesamiento mental. Fallar en identificar las secuencias causales que llevan al peligro prevendrán a los niños del aprendizaje para cambiar esas secuencias. Además, las asociaciones que pueden hacerse son espurias. Tal aprendizaje supersticioso se basa en información errónea. Para el final de la infancia, se pueden hacer tres transformaciones. La estimulación sensorial puede tratarse como verdaderamente predictiva, ser omitida del procesamiento posterior como si no fuera significativa (cuando si lo era), o puede ser erróneamente incluida en el procesamiento como si tuviera significado (cuando no lo era). En los años pre-escolares, los niños aprenden a falsear el afecto positivo (ya que complace a algunos adultos), mientras que otros aprenden a distorsionar el afecto negativo (ya que causa en algunos adultos la toma de atención y la respuesta). En otras palabras, dos nuevas transformaciones de información son generadas: el afecto distorsionado y falseado. En los años escolares, los niños aprenden a engañar a los otros sobre sus intenciones, especialmente su intención de portarse mal. Esta es la falsa cognición, una falsa presentación con respecto al orden causal/temporal de los eventos. Estos, yo pienso, son las cinco posibles transformaciones de información. Sólo para comprometerse en la integración cortical pueden las inexactitudes de
las atribuciones distorsionadas identificarse y corregirse. Los adolescentes deben aprender tanto a usar e integrar todas las cinco transformaciones como también identificar su uso por parte de los otros. Esto nos trae de vuelta al problema de elegir una pareja. ¿Cómo puedes decir, temprano en la relación, lo que será una persona después?. El problema es de predicción. ¿Qué información es más importante para atender y qué significan?. Responder esto es complejo ya que no todo es como parece ser, especialmente entre los adolescentes. Los adolescentes ocupan gran parte de su tiempo en tratar de presentarse a sí mismos atractivamente – de forma de atraer a los otros, particularmente a una pareja del sexo opuesto. ¿Cómo puede uno decir si la apariencia atractiva es verdaderamente predictiva, distorsionada, o incluso falsa?. Se necesitan dos habilidades que deberían haber sido desarrolladas en la infancia. Primero, la perspectiva de uno debe ser descentrada. Eso es, para la adolescencia, los individuos deberían ser capaces de tomar información sobre otras personas sin referencia exclusiva a ellos mismos. Segundo, los individuos deberían esperar que algo de lo que es inicialmente aparente en un nuevo conocimiento será engañoso. La información importante será omitida (por ejemplo, el deportista puede esconder sus intereses intelectuales para
impresionar a sus amigos atletas o, alternativamente, un niño irritado puede esconder su resentimiento hacia las mujeres para atraer a las niñas sexy). Otra información puede distorsionarse, por ejemplo, una niña puede parecer dulce y atenta cuando, realmente, a veces está frustrada y aburrida con su chico. La información errónea incluye algo de los sentimientos personales que no son del todo relevantes, pero que son tratados como poderosamente predictivos (basados en la creencia errónea de que los sentimientos o intuiciones de uno no pueden estar equivocados). La falsa información, por el contrario, es altamente engañosa. Los adolescentes necesitan diferenciar las apariencias superficiales de la usualmente más compleja realidad. La hipocresía se transforma en un pecado cardinal en la adolescencia cuando discernir la verdad es tan difícil y, sin embargo, tan importante para la seguridad futura, el confort, y el éxito reproductivo. Para resumir, todas las trasformaciones de información son usadas por los niños más jóvenes, pero sólo los adolescentes con su habilidad de pensar abstractamente tienen el potencial para identificarlas explícitamente. Sólo ellos son capaces de usar ese conocimiento de pensar sobre las diferencias entre la apariencia y la realidad y protegerse a sí mismos tanto de sus propias distorsiones como de las de los otros. Cuando la experiencia pasada o las condiciones actuales interfieren con este proceso, se puede necesitar de asistencia.
Estrategias auto-protectoras. La acometida central de mi trabajo en apego ha sido desarrollar un modelo de las estrategias que los individuos usan para organizar su conducta auto-protectora y reproductiva (1997). Este modelo es desarrollista y comienza con estrategias muy simples – que se basan sólo en la información verdadera y omitida. Como una función del desarrollo, las estrategias se elaboran con la inclusión de la información falsa, errónea, y la distorsionada, hasta, que por la temprana adultez, una amplia serie de estrategias engañosas y no engañosas están disponibles. Basado en las observaciones de Ainsworth de los infantes, se han identificado tres grupos básicos de estrategias, etiquetadas como A, B, y C (1978). Las estrategias Tipo A usan predicciones temporales distorsionadas o verdaderas, p.e., la cognición verdadera o distorsionada, y a veces al falso afecto positivo, pero consistentemente omiten el afecto negativo del procesamiento mental y de su conducta. La gente Tipo A parecen inhibidos emocionalmente y bastante predecibles. En general, ellos son individuos ligados a las reglas que ven el mundo desde la perspectiva de las demás personas. Existen muchas formas del patrón Tipo A. (insertar figura 1 aquí). Algunos son simplemente fríos y metódicos (A1-2), mientras que otros son
cuidadores compulsivos que rescatan o cuidan a los otros, especialmente a los que parecen débiles y necesitados (A3). Algunos son compulsivamente complacientes u obedientes, especialmente hacia la gente enojada o amenazante (A4). Otros se vuelven compulsivamente auto-confiados (A6). Usualmente este se desarrolla en la adolescencia después de que los individuos han descubiertos que no pueden regular la conducta de cuidadores importantes, pero peligrosos o no protectores. Ellos se alejan de relaciones intimas en cuanto ellos son lo suficientemente mayores como para cuidarse por sí mismos. Entre estos, unos pocos se vuelven compulsivamente promiscuos (A5). Otra vez estos se desarrollan en la adolescencia cuando las relaciones intimas han sido engañosas y los extraños parecen ofrecer el único deseo de cercanía y satisfacción sexual. Los dos subpatrones más distorsionados (que se desarrollan sólo hasta la adultez temprana) son la idealización engañosa de las figuras protectores imaginarias (A7) y un self externamente definido (A8). Estos últimos son usualmente asociados con abuso temprano extremo y penetrante y negligencia que ha dejado al individuo sin la capacidad del desarrollo de representar el self. Las estrategias Tipo C usan el afecto como la fuente central de información y omiten la cognición, ya que las respuestas de los otros han probado ser impredecibles. Su uso del afecto es
coercitivo de forma que sentimientos negativos mezclados se dividen, se exageran, y se alternan para crear una poderosa estrategia para atraer la atención y, entonces, manipular los sentimientos y repuestas de los demás. La alternación está entre la presentación de un self, fuerte, rabioso, invulnerable (C1, 3, 5) con la apariencia de ser miedoso, débil, y vulnerable (C2, 4, 6). La presentación rabiosa elicita la complacencia y culpa en los otros, mientras que el self vulnerable elicita la simpatía y el cuidado. Este patrón alternado, en su extremo (C5-6), se ve, con frecuencia, en las parejas violentas donde la mitad oculta del patrón es usualmente olvidada o perdonada – hasta la presentación contraria. En el extremo, este patrón, también, se vuelve engañoso con engaños de venganza infinita sobre enemigos omnipresentes (una estrategia amenazada, C7) o por el contrario, paranoia con respecto de esos enemigos (C8). Estas últimas dos no se organizan recién hasta la adultez temprana. La estrategia Tipo B involucra una integración balanceada de la predicción temporal, cognitiva con el afecto. En la infancia, la información usada es verdadera, pero, como el niño está expuesto al rango de estrategias que usan los otros fuera de su familia, los niños Tipo B tiene la oportunidad de aprender a reconocer y usar una amplio rango de estrategias distorsionadas. Fallar en reconocer la distorsión y el engaño y una renuencia a siempre usar estas
estrategias en uno mismo forma una persona honesta, en el mejor de los casos, ingenua, y en el peor de los casos, un idiota, la victima potencial para el engaño de otra persona. Una idea central a la base de este modelo es que la exposición al peligro, particularmente, el peligro inescapable e impredecible, y la falta de confort llevan al desarrollo de la mayoría de las transformaciones distorsionadas y a la mayoría de las complejas estrategias (1999). Estas se organizan sólo en la adolescencia tardía y la adultez temprana. Después de la pubertad, lograr la satisfacción sexual y el éxito reproductivo se integra con la función protectora del apego. Este significa que las estrategias altamente distorsionadas, usualmente, incluirán alguna forma de disfunción sexual. Por el contrario, por la tardía adolescencia, se vuelve posible para los individuos amenazados pensar productivamente sobre su propia experiencia y en la forma en que ha afectado a su conducta. Ellos se vuelven capaces de considerar la posibilidad de otras situaciones de vida en que la seguridad y el confort son posibles y predecibles. El desafío se vuelve re-estructurar su vida adulta, particularmente la elección de una esposa y la forma en que criaran a sus hijos, de manera que ellos y sus futuras familias puedan experimentar seguridad. Los adolescentes cuyas infancias
fueron seguras enfrentan el desafío contrario: desarrollar una serie de estrategias que los capacite para vivir en una seguridad razonable en un mundo en que existe peligro, traición, y sufrimiento. Esto, también, ayuda sobre las competencias que primero se volverán disponibles en la adolescencia. Integración. La tarea central de la adolescencia es la integración: integración física, emocional, e intelectual (1998). Físicamente, la integración requiere que equilibremos la fuerza con la suavidad y la conducta sexual con discreción. Emocionalmente, la integración requiere que equilibremos las motivaciones de nuestros sentimientos, incluyendo los nuevos sentimientos del deseo sexual, incluyendo nuestro entendimiento de los sentimientos de los otros, y también con nuestro entendimiento intelectual de las situaciones. Sin este equilibrio, nos volvemos dependientes de la casualidad para seleccionar nuestra conducta y posiblemente, incluso, nuestra pareja. La integración mental requiere de la habilidad de pensar conciente y abstractamente sobre las razones de nuestra propia conducta, así como también de la conducta de los otros. Lo que le permite a uno discernir tanto el auto-engaño como el engaño de los demás. Sin la integración, nosotros estamos pobremente preparados para regular nuestra propia conducta y pobremente
preparados para hacer la transición desde las figuras de apego parentales a la selección de una figura de apego de esposa. Fallar en cumplir estas formas de integración interfiere con nuestra habilidad de mantener un matrimonio y criar y proteger a nuestros niños. La integración frente a la fragmentación. Si estamos distorsionados en nuestro propio procesamiento de información y en nuestras propias estrategias, las oportunidades son que atrajéramos y seleccionemos una pareja inadecuada. Igualmente, si no somos concientes del potencial de los demás de distorsionar, podemos ser victimas de su engaño. En cualquier caso, exponemos nuestra propia seguridad y confort y la de nuestra esposa e hijos. Incluso más ominosamente, si no podemos manejar una relación adulta que proporcione, en una forma menos que perfecta, tanto protección y confort, como también reproducción y satisfacción sexual, podemos fragmentar estas funciones para buscar cumplirlas en diferentes relaciones. Con frecuencia, estas necesidades usan estrategias incompatibles en que la satisfacción de una necesidad conflictua directamente la satisfacción de la otra. Por ejemplo, buscar protección y confort con la esposa de uno mientras que se busca satisfacción sexual de otras formas puede destruir el matrimonio. Alternativamente, ofrecer protección y confort a algún otro más que la esposa (y los hijos) puede negar el rol primario de
la esposa y su confort asociado. Además, la insatisfacción con una imperfección de la esposa puede elicitar las mismas clases de estrategias auto-protectoras distorsionadas que fueron usadas con los padres en la infancia. La fragmentación de las funciones, usualmente, debilita las relaciones. Además, sin embargo, fraccionar la protección del confort y la satisfacción sexual crea el riesgo de incurrir en peligro mientras se busca confort o sexo. Igualmente, fraccionar la reproducción de la satisfacción sexual crea el riesgo de que sólo la satisfacción sexual sea lograda y que falle la reproducción. Por el contrario, la incapacidad de aceptar la imperfección en el self o en la pareja puede llevar a retirarse o a la retribución coercitiva; esto, también, debilita el matrimonio. Estos fracasos, que con frecuencia, se perciben primero cuando se rompe una relación amorosa adolescente, puede transformarse en el impulso para cambiar. Tal cambio puede llevar a la reorganización de las relaciones de la infancia, los patrones de atribución de significado de la información, y las estrategias para lograr la seguridad y confort y la reproducción y satisfacción sexual. Integración y discrepancia. Incluso en las circunstancias más afortunadas de los adolescentes Tipo B, la discrepancia es la clave para la integración. Existen varias formas en que
un adolescente que fue criado con la garantía de la seguridad y del confort puedan volverse concientes del rango de peligros y distorsiones inherentes de la vida. Uno es estar expuesto directamente a eventos inmanejables. Con frecuencia es la experiencia de ser victima o ser herido que elicita la reconsideración del self y de los otros. En otras veces, la comparación de su experiencia feliz con las circunstancias más difíciles de los demás es el impulso. A veces estas otras personas ni siquiera son conocidas personalmente: viven en partes desfavorecidas de la cuidad, en las noticias, o en los libros. Desdichadamente, sin alguna base en la experiencia personal, esto ofrece una fundación limitada sobre la cual entender la complejidad de la vida y, todas también con frecuencia, llevan a un idealismo ingenuo, de “salvar a la tierra”, “salvar a los pobres”, imprudencia a corazón sangrante. Lo que ayuda a haber experimentado el sufrimiento, al menos un poco. Si los adolescentes experimentan problemas de primera mano, percibirán directamente algo de la complejidad de la vida. Si en reconocimiento de la complejidad, no puede haber una integración equilibrada. El proceso de integración depende del reconocimiento de la discrepancia, y la discrepancia, a su vez, es mejor elicitada al experimentar expectativas no realizadas y el afecto negativo inesperado. Aunque seleccionar una persona
apropiada con quien tener una relación es una tarea difícil e informativa que puede proporcionar la integración, todavía es más fácil que mantener la relación en el tiempo y de cara a los problemas que ciertamente se cosecharan. Durante las tempranas relaciones amorosas, los adolescentes practican la aplicación de sus propias estrategias para los problemas de relación de forma que promuevan la satisfacción mutua y a aprender cómo trabajar con las estrategias de las parejas para mantener las relaciones. Integración de múltiples relaciones. La tarea, sin embargo, es más compleja que simplemente aprender a manejar una relación amorosa. Los adolescentes y adultos deben también manejar concurrentemente una serie de relaciones de apego y afiliativas, todas de las cuales son cambiantes todo el tiempo. Esto es muy complejo. Con nuestros padres, debemos transformar lentamente la relación asimétrica y no reciproca de la infancia hacia una de mayor simetría y reciprocidad. Con nuestra pareja, necesitamos tanto la simetría como la reciprocidad. Si no podemos cuidar de la pareja y ser cuidado por ella, la relación fallará en producir la máxima protección y confort, y puede tropezarse o disolverse frente a una amenaza seria. Esto nos daña tanto a nosotros como a nuestra descendencia. En nuestras relaciones con nuestros hijos, debemos aceptar el rol de cuidador en una relación asimétrica y no reciproca que en sí misma
cambiará a medida que nuestros niños crecen. Finalmente, las relaciones afiliativas superponen algo de las funciones de las relaciones de apego, incluyendo la exploración y el confort; esto reduce la presión sobre las esposas de ser todo para el otro. Por el contrario, cuando superponen las funciones esenciales de la relación de esposos, específicamente la satisfacción sexual y el apoyo a la descendencia, las relaciones afiliativas amenazan la relación de esposos. Manejar la serie de relaciones es muy complejo, muy desafiante. Y, sin embargo, el manejo de esta complejidad es esencial para nuestra sobrevivencia y felicidad. Y para nuestros niños. Sólo el proceso e integración mental en curso puede capacitar a los humanos para alcanzar una conducta suficientemente diferenciada para comportarse adaptativamente en una amplio rango de situaciones que la vida ofrece. Para algunos individuos, particularmente los que se desarrollan en familias seguras y confortables, el proceso de integración mental se genera naturalmente a medida que la maduración y el cambio en los contextos producen nuevos pensamientos, sentimientos e integraciones de estas posibles. Para otros, el proceso de integración es más escurridizo. Particularmente si el individuo ha sido expuesto a formas recurrentes y engañosas de peligro y la ausencia de confort, se necesita de la ayuda externa antes que la capacidad de integrar pueda ser accesada completamente y aplicada a
los problemas del diario vivir. En ese caso, se puede necesitar de tratamiento para la salud mental Tratamiento La psicoterapia puede promover el potencial de los adolescentes aproblemados para reorganizar sus estrategias existentes para vivir en una mayor seguridad y confort en la adultez. Un entendimiento del proceso de llevar a cabo esto requiere de una teoría de la adaptación humana y la conceptualización de su relación con el tratamiento. Desde estos, puede derivarse una serie de modalidades y técnicas para el tratamiento en sí mismo. La sección precedente presenta una teoría Maduracional-Dinámica de la adaptación humana en tres niveles de funcionamiento: 1. El nivel de la relación, en términos de las múltiples relaciones de apego que varían en simetría y reciprocidad; 2. El nivel mental, en términos de las 5 transformaciones de la estimulación sensorial en significados que nos disponen a comportarnos de formas particulares; 3. El nivel estratégico, en términos de las estrategias Tipo A, B y C que combinan, en varios patrones, las disposiciones para comportarse que son
experimentados en diferentes relaciones. En las secciones que siguen, el MMD del apego se aplica a la conceptualización del tratamiento en términos de (a) definir el tratamiento y sus objetivos y (b) delinear una serie de principios sobre los cuales basar las modalidades de tratamiento y técnicas. El tema final, las modalidades y técnicas en sí mismas, exceden los limites de este articulo. Se espera de una explicación en el futuro (para una discusión relevante a los niños, ver Crittenden, Landini & Claussen, 2001). ¿Qué es el tratamiento en un “esqueleto” Maduracional-Dinámico? ¿Qué está siendo tratado en psicoterapia? Una ventaja del MMD de la adaptación es que se focaliza sobre tres distintos niveles del funcionamiento humano, cualquiera y todas de los cuales podrían ser el foco de tratamiento. Uno puede tratar las distorsiones del pensamiento y el sentimiento que entregan la conducta desadaptativa de los adolescentes es una o más situaciones de la vida, incluyendo la familia, colegio, relaciones de pares, y el estado mental subjetivo. Alternativamente, el foco puede ser una o más relaciones distorsionadas. Finalmente, uno puede focalizarse sobre las estrategias que tanto sirven a los adolescentes en momentos de
amenaza, pero que también obstruyen o dificultan su progreso de desarrollo en otros tiempos. Estos tres niveles están, por supuesto, conectados, casi hasta el punto de ser tres facetas de una misma cosa. Eso es, las distorsiones del procesamiento de información subyacen el intento estratégico de los individuos para afrontar el peligro físico y psicológico o la falta de ser confortado, usualmente en su familia. Los resultados son (1) la conducta que es (o fue) adaptativa en el contexto familiar, pero ahora es desadaptativa e inadecuada y (2) los sentimientos negativos que o son inhibidos o exagerados manipulativamente o ambos. Organizadas como estrategias, estas funcionan auto-protectoramente, aunque con malestar y algo de error, en la casa familiar, pero llevan a la desadaptación cuando se aplican al mundo fuera de la familia. Cuando sólo, con los pares, o en la escuela, esta conducta del adolescente es disfuncional. Incluso en sus familias, alguna conducta previamente tolerada puede haberse vuelto intolerable. La corrección de la distorsión, por tanto, necesitaría afectar tanto a los adolescentes como los medioambientes en los que tiene su función. Pero, las familias con adolescentes trastornados usualmente han estado perturbadas por mucho tiempo y pueden no estar dispuestas o capaces de cambiar. El ambiente extra-familiar puede, insólitamente, ser accedido o cambiado por el terapeuta (2001). Sólo los adolescentes, si deciden participar en terapia, son completamente
accesibles para el terapeuta. Por el contrario, los adolescentes seleccionan algunos aspectos de su medioambiente, por ejemplo, los grupos de pares, mejores amigos, y parejas románticas; estas podrían ser cambiados. Más importante, el medioambiente familiar pronto cambiará. Protegiendo la oportunidad de los adolescentes de desarrollar sus vidas adultas puede depender de capacitarlos para hacer decisiones, particularmente la elección de pareja, que no replique (ni se revierta con la distorsión opuesta) los patrones aprendidos en sus familias de origen. De hecho, la psicoterapia exitosa debería tanto reducir los problemas inmediatos de los adolescentes, especialmente en sus interacciones con su familia, pares, y compañeros de colegio, como también, preparar a los adolescentes para hacer decisiones que promuevan el crecimiento para el futuro. Principios sobre los cuales estructurar un tratamiento basado en el apego en la transición hacia la adultez. Cuatro clases de principios serán discutidos: Los relevantes a todas las edades, los especificos a los adolescentes, los relevantes al rol del terapeuta, y los relacionados a la evaluación. 1. Perspectivas relevantes a todos los periodos del desarrollo:
Aproximación potente. Lo más importante es tomar una aproximación potente para entender la conducta. Eso es, más que asumir que las mentes de los adolescentes aproblemados han funcionado mal, se hace la suposición opuesta: se presume que los adolescentes aproblemados han encontrado formas de minimizar los problemas que los han amenazado en el pasado. El foco sobre las estrategias presume que la mayoría de las conductas que parecen desadaptativas actualmente han servido en el pasado con una función adaptativa. Además, actualmente puede hacerlo muy bien, al menos bajo algunas circunstancias. Por el contrario, también se entiende que algo del aprendizaje pasado puede ser erróneo, eso es, algún aprendizaje desadaptativo consistentemente puede haber ocurrido a lo largo del aprendizaje autoprotector. Esto crea la conducta supersticiosa que puede oscilar desde lo inocuamente desadaptativo hasta lo severamente desadaptativo. Identificando las circunstancias presentes y pasadas que elicitan la conducta problemática, diferenciando la conducta que es adaptativa bajo algunas condiciones de la conducta que es consistentemente desadaptativa, y descubriendo cómo una conducta del adolescente afecta a los demás es central para un cambio exitosos. Seguridad y confort. Lograr la seguridad y confort son las motivaciones centrales para la conducta a través de toda la vida. La exposición al
peligro y la falta de confort llevan a los patrones más distorsionados de conducta interpersonal, los considerados psicopatológicos. Además, ya que la seguridad y el confort están relacionados con las relaciones humanas como la fuente y la resolución de problemas, una aproximación MaduracionalDinámica para el tratamiento sugiere que identificar las fuentes de amenaza y el malestar es muy importante, como también encontrar las estrategias para reducir la amenaza y alcanzar el confort (1987). Esto se hace mejor en el contexto de las relaciones con el objetivo de cambiar la contribución de los individuos para las relaciones, así como también la adaptatividad de los procesos interpersonales. Eso es, tanto la disfunción como la resolución de la disfunción están relacionadas a las relaciones. Patrones funcionales de conducta. Entender la relación entre el pasado y presente y distinguir el significado estratégico de la conducta no es una tarea simple. Tres suposiciones subyacen la perspectiva ofrecida aquí. Primero, nunca sabemos exactamente que pasó en el pasado. Por el contrario, sólo podemos saber lo que varias personas actualmente dicen sobre él, dado el conocimiento de cómo las cosas cambiaron. Segundo, los eventos históricos, incluso si se sabía que ocurrirían, no determinan en sí mismos la estrategia. Diferentes personas, incluyendo los hermanos, responden a las mismas circunstancias diferentemente. En consecuencia,
saber sobre el pasado es útil, pero insuficiente, para entender la conducta actual. Tercero, la misma conducta puede funcionar de diferentes formas. Eso es, no hay una conducta especifica que pueda fiablemente informarnos sobre una estrategia individual auto-protectora. Estas ideas reflejan las premisas básicas de la teoría de sistemas. Su aplicación para la conceptualización de las disfunciones interpersonales lleva a varios diferentes diagnósticos comparados a las aproximaciones basadas en los síntomas, como el DSM-IV o CIE-10. Eso es, en la aproximación funcional ofrecida aquí, no se asume que un diagnostico basado en los síntomas (p.e., depresión, trastorno de alimentación, TDAH) tenga implicaciones directas para el tratamiento. Por el contrario, el terapeuta necesita el conocimiento de la persona especifica de la función estratégica del síntoma y de los patrones interpersonales de conducta usado por el individuo. Relaciones y patrones de conducta interpersonal. El enpatronamiento secuencial de la conducta entre la gente proporciona la única información fiable sobre las estrategias de los individuos. Para ponerlo de otra forma, es sólo cuando una secuencia funcional se repite es que podemos inferir las atribuciones de significado hechos por cada persona y el propósito de su conducta con respecto al otro. Esto hace que entender la conducta de otra persona sea muy
complejo. Por el contrario, lo más frecuente es que un patrón se repita y menos variación hay en el patrón, más fácil y confiadamente podemos identificar la estrategia. Es característico de los individuos en psicoterapia que las secuencias interpersonales se repitan con inusual regularidad y frecuencia en comparación con la gente menos aproblemada. Esto incrementa la probabilidad de que la estrategia se identifique correctamente. Esta misma estabilidad, sin embargo, también es un problema. El fracaso de los individuos en modificar su estrategia ante condiciones cambiadas ambas causan la desadaptación y, en el fondo, es la desadaptación. Una meta de la psicoterapia es iniciar, en los que no han desarrollado por sí mismos, un proceso de reorganización del self de toda la vida para ajustarse a las circunstancias de la vida siemprecambiante. Los terapeutas necesitan información con respecto no sólo a las estrategias de los adolescentes, sino que también los modelos de esposa y el funcionamiento parental que ellos han extraído de su experiencia en sus familias en la infancia. Información para predecir el futuro. Las estrategias usan información del pasado para hacer predicciones sobre el futuro – con el propósito de organizar la conducta auto-protectora y reproductiva. El MMD asume que el cerebro evolucionado y el desarrollo de la función mental de hacer hipótesis con respecto del futuro y
organizar la conducta que promueva la seguridad, confort, y el éxito reproductivo. Eso es, la única información que tenemos es sobre el pasado, mientras que la única información que necesitamos es sobre le futuro. El cerebro funciona recogiendo información y la mente funciona dándole significado. Cuando los significados son o tan floja o tan estrechamente relacionado al pasado, p.e., a las circunstancias bajo las cuales la información se obtuvo, la conducta en el presente y el futuro puede ser desadaptativo. En la transición de la infancia (con su requerimiento de protección) a la adultez (con su requerimiento de proteger a los otros), es probable que la relación entre el pasado y el futuro sea más engañosa. Cuando el desarrollo primario ha generado procesos mentales flexibles, la experiencia cambiada fomentará procesos mentales cambiados. El adulto emergente experimentará la discrepancia cuando actúan sobre la base de los modelos de la infancia y esto estimulará la integración. Por ejemplo, maridos o esposas jóvenes amenazados a veces vuelven donde sus padres sólo para ser tratados fríamente, incluso delatan directamente para trabajarlo fuera con sus esposas. Lentamente, descubren que su confort se relaciona con su esposa y aprenden a proteger su fuente. En este proceso, los modelos infantiles son reorganizados para producir nuevos modelos adultos de auto-protección y de
protección de los otros, en nuevas relaciones que son estructuradas recíprocamente. Los adolescentes que han estado en peligro son menos probables que tengan conciencia de la discrepancia y flexibilidad de la organización. Ellos necesitan una relación más flexible, menos rígida, entre el pasado, el presente y el futuro. Desajustes del pasado al presente y al futuro son más probables cuando los individuos han sido amenazados en la adolescencia de forma que a ellos o no les afectará, o necesitará, en la adultez3. Los terapeutas pueden asistir a los adolescentes en notar y analizar la disincronía que en ese entonces puede usarse para organizar nuevos y potencialmente más adaptativos patrones de conducta. El problema es saber que acarrear hacia la adultez y qué dejar firmemente arraigado en el pasado. El problema central es la ausencia del proceso de la reorganización en curso en la disfunción psicológica y no la conducta o estrategia especifica que es usada. Para ponerlo más directamente, la perspectiva MaduracionalDinámica se focaliza menos en el trastorno y más en la disfunción. Debido a que la disfunción siempre implica un contexto, usualmente, un contexto interpersonal, la disfunción mental se vuelve un concepto relativo, relacionado a las circunstancias de la vida de los individuos. Por otra parte, las circunstancias de la vida cambian. Lo individuos más robustos son los que pueden
más fácilmente adaptar sus estrategias a nuevas circunstancias. De esta manera, el objetivo de la psicoterapia no es librar al individuo de los pensamientos, sentimientos o conductas desadaptativos, ni sustituirlas por “mejores” estrategias que las desadaptativas. Por el contrario, la psicoterapia debería dirigirse hacia establecer en el individuo un proceso por el cual las estrategias desajustadas puedan identificarse y transformarse en una conducta estratégica más exitosa en una forma recursiva y progresiva. Este proceso de funcionamiento reflexivo (1997) primero se vuelve una posibilidad viable en la adolescencia tardía. Procesamiento fragmentado y fusionado, relaciones fragmentadas y fusionadas. Cuando la información no es integrada, la conducta en cualquier momento será regulada por sólo una parte de lo que se conoce. Alternativamente, cuando la información está fusionada, una secuencia de eventos o un estado afectivo se vuelve borroso con el otro. Con las secuencias temporales, esto puede llevar a una serie de repeticiones compulsivas que se expanden. Los estados afectivos ambiguos ocurren cuando un arousal es el pegamento que tanto mantiene los sentimientos unidos como también obscurece sus significados continuos. Tanto la fragmentación como la fusión pueden llevar a la inconsistencia, incongruencia, y/o la conducta desadaptativa.
Cuando la fragmentación o fusión de la información se vuelve bastante mayor o las habilidades para cumplir las motivaciones bastante menor, las funciones básicas de la vida pueden distribuirse a través de muchas relaciones, cada una de las cuales es probable que sean incompletas y no completamente satisfactorias. Esto debilita cada relación y también, se asocia a problemas con diferentes personas, ocultando el problema de la fragmentación en el individuo. Alternativamente, las relaciones se establecieron sobre la base de la información fusionada que se puede esperar que cumplan múltiples funciones inexplícitas. Otra vez, los individuos menos preparados se encuentran a sí mismos en los contextos interpersonales más complejos. El problema se transforma en hacer que los componentes del pensamiento y sentimiento estén disponibles para el procesamiento integrativo e identificar la función de cada relación. Eso es, las motivaciones ocultas y distorsionadas deben hacerse aparentes antes que puedan integrarse y aplicarse para clarificar y manejar relaciones especificas. Estrategias opuestas pueden pedir tratamientos opuestos. Un corolario de la teoría ofrecida aquí es que las organizaciones Tipo A y Tipo C son opuestos psicológicos. Esto implica que las intervenciones que funcionan para corregir una clase de distorsión pueden aumentar la distorsión opuesta. No hay datos, sin embargo,
3 Algunas amenazas, sin embargo, están progreso. Por ejemplo, una estrategia ansiosa, incluso paranoide, puede ser autoprotectora a través del curso de la vida en lugares en que el gobierno es despótico. que prueben esta proposición, pero es una proposición crucial y que sugiere que elegir técnicas de intervención inadecuadas puede incrementar la psicopatología. La relevancia de esta conceptualización para los diagnósticos basados en los síntomas puede demostrarse con pocos ejemplos. Dos tipos de adolescentes suicidas han sido identificados, los adolescentes estudiosos, retraídos, y solitarios que sienten que han fallado en encontrar los estándares de los demás y los individuos que despliegan tendencias acting-out, antisociales (1994). Estos tipos corresponden estrechamente a las estrategias A4 y C3, C5 en el MMD. El reconocimiento de estas dos formas opuestas de patrón estratégico puede ayudar en la temprana detección y prevención del suicidio. Igualmente, las niñas con anorexia pueden dividirse en las con alta orientación al logro y con poca conciencia de self, y las que pasivamente resisten las intensas expectativas maternales, el control, y la sobreprotección (1991). Otra vez, esto puede reflejar los dos patrones opuestos de apego y, de
hecho, ahora hay datos derivados del apego que apoyan esta distinción (2001). La prueba crítica, sin embargo, si son formas tan diferentes de tratamiento o prevención las que se necesitan para diferentes usos de un síntoma. En otra parte mis colegas y yo hemos delineado esta perspectiva más completamente (2001). Aquí yo prefiero simplemente apuntar ese trabajo para resaltar la importancia de focalizar la psicoterapia sobre el objetivo de iniciar procesos integrativos que puedan mantenerse a través de toda la vida. 2. Perspectivas relacionadas específicamente a la adolescencia: La adolescencia como un periodo de reorganización. Todos los períodos de cambio en el desarrollo y reorganización involucran una disrupción de las organizaciones conductuales construidas en periodos del desarrollo previos. Además, a mayor cambio, mayor disrupción y, correspondientemente, mayor oportunidad de cambio en la subsecuente reorganización. Los cambios biológicos y contextuales en la adolescencia son tan arrolladores que los patrones de conducta de la infancia simplemente no pueden ser mantenidos sin cambio o en la conducta en sí misma o en la respuesta de los otros a ella. Eso es, incluso los adolescentes que hacen menos acomodación en la pubertad encontraran que los
otros responden diferentemente a ellos. Como una consecuencia, la función de sus estrategias infantiles necesariamente cambiará. La adolescencia, especialmente, la adolescencia tardía, ofrece posiblemente el mayor potencial para la reorganización en el curso de la vida4. La psicoterapia en la adolescencia debería tomar ventaja de este momento en el desarrollo cuando el cambio ya está bajo la vía de tocar con el codo el proceso en una dirección adaptativa. También tiene la ventaja de usar las nuevas capacidades de los adolescentes, específicamente el razonamiento abstracto y el funcionamiento sexual, para llevar a cabo este cambio mientras que estas capacidades están madurando y antes de que hayan sido incorporadas en el patrón de las distorsiones preexistentes. Finalmente, el tiempo de terapia es sólo a medida de que los adolescentes estén aproximándose a un cambio del entorno físico y social/psicológico. Eso es, los adolescentes pronto vivirán lejos de sus padres, con una esposa y en entornos de trabajo y sociales que ellos seleccionen. El desafío para los psicoterapeutas es reducir los problemas inmediatos que llevaron a los adolescentes a psicoterapia, mientras que lo más importante, es preparar una base desde la cual la transición a la adultez puede hacerse de forma que promuevan el bienestar. En otras palabras, la psicoterapia en la adolescencia tardía tiene las ventajas combinadas de amoldar un proceso de
desarrollo que ya está reorganizándose espontáneamente, dando un significado adaptativo a las nuevas capacidades a medida que emergen, y que ocurren durante un hiato entre las relaciones cercanas a las familias de origen y los concomitantes auto-definitorios a futuras familias de reproducción. La terapia en este momento tiene un mayor potencial que la terapia en otras edades para romper la transmisión intergeneracional de la disfunción y crear la posibilidad de una seguridad productiva, razonable, y un futuro confortable.5 4 Esta afirmación es especifica a las culturas occidentalizadas que permiten a los jóvenes un periodo extendido de exploración de rol (2000). Además, varia de una cultura a otra dependiendo del rol de la familia extendida en las vidas adultas, sobre los roles de la mujer que puedan tomar, y el énfasis relativo en el funcionamiento individual versus las obligaciones familiares. Eso es, los aspectos biológicos de maduración son universales, pero el despliegue cultural de ellas varían. 5 La intervención con las madres en la infancia es el tratamiento más efectivo, pero, desde la perspectiva del infante, es la prevención, no la psicoterapia. Riesgo de disfunción y oportunidad para
la reorganización. Dada la extensión del cambio, no es sorprendente que la adolescencia esté marcada por la mayor proporción de disfunción, particularmente de depresión (1998), que cualquier período en el curso de la vida (1998). Aproximadamente al 20% de los adolescentes se les ha diagnosticado trastornos, lo que es mucho mayor que en la infancia, pero la misma que en la adultez (1995; 1984; 1994; 1994; 1989; 1998; 1993; 1987). Además, sin embargo, los adolescentes experimentan altas frecuencias de otras formas de conductas desadaptativas. Estas incluyen la toma de riesgos (1997c)6, heridas (1997a), trastornos de alimentación (1996), suicidio (1997d), uso de drogas (1977b), delincuencia (1997), y conducta sexual (1997), incluyendo el embarazo temprano (1991). En conjunto estas sugieren una serie de formas adicionales de vulnerabilidad. Las estrategias existentes para la auto-protección y el confort están siendo reorganizadas, nuevas estrategias para la conducta sexual serán construidas, y las dos nuevas clases de estrategias necesitan ser integradas de forma que permitan una variedad de relaciones de apego co-existir y reforzarse una a la otra. Lograr esto en el período cercano a una década es muy desafiante. No es sorprendente que muchos adolescentes que se tropiecen en el camino de los otros alcanzan la adultez sin ser capaces de funcionar adecuadamente en uno o más roles adultos, p.e., autonomía personal, matrimonio, paternidad, empleo.
Reproducción y deseo sexual. La madurez sexual cambia la identidad de los niños a la de hombre y mujeres y los propulsan a buscar parejas sexuales opuestas. Esto crea tanto la oportunidad como riesgo. Para algunos adolescentes trastornados el deseo de una relación sexual con un miembro del género opuesto proporciona una fuerte motivación para evaluarse a ellos mismos, aprenden nuevas habilidades, y comenzar el proceso de reorganización adaptativa. Para otros, los mismos deseos llevan a distorsiones de la sexualidad. Muchos confunden la satisfacción sexual con el confort y se comprometen en sexo frecuente e inseguro para reducir la ansiedad crónica. Otros encuentran que ser sexualmente precoces o promiscuos los capacita a romper el aislamiento de su niñez. Algunos complacen las demandas de los otros, de acuerdo con su estrategia infantil y, al mismo tiempo, el placer de la experiencia sexual. Además, sólo como una satisfacción sexual y confort puede confundirse como que el sexo es buscado cuando se desea confort, el deseo sexual y la agresión pueden confundirse, particularmente por los hombres. La intensa rabia expresada como deseo sexual puede etiquetarse como “amor” tanto por el agresor como por la victima. La rabia y la lucha pueden entrelazarse con el amor y el sexo. Por el contrario, ya que los hombres desean sexo tan intensamente, algunas niñas encuentran que pueden usar favores sexuales manipulativamente,
de esta manera, desviando más vías directas para lograr los objetivos personales. No sorprende que, estas dos distorsiones, con frecuencia, trabajan en concierto, conectando parejas en conjunto en relaciones confusas y auto-mantenedoras de amor/odio. Finalmente, entre los que no tiene acceso al sexo opuesto (ya que ninguna está disponible, o las ventajas son rechazadas, o las parejas de sexo opuesto no son deseadas), el deseo sexual y la actividad pueden dirigirse a otra parte, hacia miembros del propio sexo o exclusivamente hacia uno mismo. El punto es que el deseo sexual de la adolescencia media es un fuerte motivador de la conducta y se superpone grandemente con los otros sistemas conductuales, que su expresión puede fácilmente ser arrebatada por las otras necesidades psicológicas presionantes. Pocos adolescentes están preparados para reconocer o regular esto. Es innecesario decir que son los con menos satisfacción en otras esferas de la vida los que están en mayor riesgo de emplear la sexualidad de formas distorsionadas. Desde la perspectiva evolutiva de promover la reproducción, el resultado será en nacimiento de la herencia. De hecho, la mayoría de los niños es probable que nazcan más temprano bajo estas condiciones (1992). Desde la perspectiva de la seguridad, tanto física como psicológica, se incurrirá en riesgos substanciales. El acto sexual es peligroso, especialmente para los adolescentes.
Encontrar un lugar seguro y una pareja segura no es siempre fácil. Un peligro físico es el riesgo de ataque durante el contacto sexual. Otras son las enfermedades transmitidas sexualmente. Psicológicamente, existe riesgo de confusión de los estados afectivos y riesgo de que la autoidentidad sea definida tan estrechamente que uno tome o se entregue sexualmente. Las distorsiones impiden el crecimiento del self y reducen 6 La mayoría de estos datos son americanos; entre las minorías culturales americanas (hispanos, afroamericanos, y nativos) tienden a tener mayores proporciones de riesgo. El patrón de conductas de alto riesgo son consistentes entre las culturas, aunque tanto las proporciones absolutas como relativas para la condición de riesgo varían de una cultura a otra. grandemente el potencial del sexo para dar placer, expresar afecto, y fortalecer relaciones. A largo plazo, la protección de la herencia es negativamente correlacionada con el embarazo temprano y, no es sorprendente, que el embarazo temprano esté correlacionado con todo lo que tipifica a los adolescentes trastornados. El tratamiento debería, al menos, evaluar el funcionamiento sexual y su relación con otras áreas del funcionamiento. En el presente, sin embargo, tanto la teoría como la evaluación del
funcionamiento sexual están insuficientemente desarrolladas. 3. El rol del terapeuta: Un principio central subyacente a la psicoterapia basada en el apego es que el terapeuta funciona como un figura de apego de transición en la zona de desarrollo proximal del desarrollo del adolescente. Como tal, el terapeuta cumple, o parcialmente cumple, las funciones tradicionales de las figuras de apego. Eso es, él o ella está disponible para la protección y el confort, específicamente sobre los problemas en la zona de desarrollo proximal del desarrollo del adolescente. En consecuencia, los adolescentes influyen, explicita o implícitamente, tanto en el foco como en los recursos de la terapia. Esas cosas que el adolescente maneja competentemente son abandonadas por el adolescente y las cosas que están más allá del alcance del adolescente son manipuladas por el adolescente por un adulto protector. Es en la zona proximal del desarrollo del adolescente, p.e., el área de las competencias emergentes, que la terapia debería tomar lugar. Para los adolescentes en general, esta zona incluye aprender a pensar abstractamente sobre la conducta de los otros y la propia y a usar este proceso para regular su conducta. Además, los adolescentes deben aprender a manejar su propia sexualidad y usar la conducta sexual
interpersonal apropiadamente y de formas que sean mutuamente satisfactorias para el self y la pareja. Finalmente, los adolescentes deberían estar en el proceso de trasformar una pocas relaciones de amigos en apegos recíprocos y simétricos, los precursores de la relación de casados que serán centrales en su adultez. Cumplir con estas tareas capacitará a la mayoría de los adolescentes a entrar a la adultez preparados para establecer un apego adulto protector y sexualmente satisfactorio que promueva el desarrollo de los niños de la pareja. Por supuesto, cada adolescente difiere en cuando y cómo se manejan estas tareas. Los adolescentes trastornados difieren incluso más que los otros en sus zonas de desarrollo proximal. No es que estén demorados en comparación a sus pares más normales. Algunos están, pero las diferencias más importantes son la desigualdad de sus competencias y las formas distorsionadas frecuentes con las que manejan las transiciones de la adolescencia. En general, uno podría decir que su zona de desarrollo proximal cae entre las relaciones distorsionadas con sus padres y las relaciones más equilibradas que podrían desarrollar con sus parejas en el futuro. La función del terapeuta es promover la transición desde las relaciones distorsionadas a la selección y mantención de relaciones más equilibradas. Hacer esto requiere capacitar a los adolescentes para cambiar su propia contribución a estas
relaciones. La terapia, en otras palabras, no deberá sólo dirigirse hacia los problemas de los que los adolescentes son concientes, sino que posiblemente más importante, debería empezar un proceso integrativo que capacite a los adolescentes aproblemados a reorganizar sus relaciones de apego. Tres aspectos de la relación de apego de transición con el terapeuta justifican una especial atención: el rol central de la discrepancia en guiar el proceso terapéutico, la inclusión de la sexualidad en la relación con el terapeuta, y el compromiso de la familia. Usar la discrepancia para guiar la reorganización. El reconocimiento de la discrepancia es central para el proceso de reorganización. Dos clases de discrepancia son de interés. Una funciona dentro del mundo cómo el adolescente lo ha construido en el pasado, p.e, el mundo en le cual su estrategia fue la mejor solución para los problemas pasados. Los adolescentes más mayores en particular tienen la posibilidad de aplicar procesos integrativos para examinar el pasado. Esto puede ser menos amenazante, menos excitante que la examinación del presente. Su resultado puede ser tanto la practica de la habilidad emergente del pensamiento reflexivo y, en algunos casos, la preparación para mejorar esas relaciones del pasado que continúan en el presente. El éxito de
esto último, por supuesto, implica la cooperación de la otra persona. Los individuos de cualquier edad pueden sólo controlar sus propias contribuciones, pero la examinación del pasado puede ser la base por la cual formular cambios en el presente. El otro tipo de discrepancia diferencia el mundo de la infancia del que el resto de nosotros percibe, p.e., el mundo que encuentra desadaptativa la conducta del adolescente. Identificar la discrepancia y la ambigüedad en el aquí y ahora de la acción en curso es muy difícil, especialmente cuando las estrategias del pasado de uno evitan tal percepción. La examinación del pasado permite la practica de los procesos integrativos y preceptúales esenciales con el lujo del tiempo. El problema reducirá el desfase de mirar hacia atrás algunos años con la ayuda del terapeuta, volver hacia atrás una semana o dos, reconocer las discrepancias en uno mismo luego sólo de algunos días u horas, reconocer las como es que ocurren. En este punto, el reconocimiento de la discrepancia y la ambigüedad puede volverse una función procedural, que automáticamente indique una ocasión para la integración de antemano a la acción. Cuando las ambigüedades y discrepancia funcionan para alertar a la mente, se iniciaran formas más completas de procesamiento, se puede esperar la clarificación de la motivación y el ajuste de la conducta. Los terapeutas pueden ofrecer una
relación protegida en la que los adolescentes puedan practicar nuevos patrones de respuestas y que se vuelvan familiares al usar el proceso de integración mental para generar cambio en la conducta. La sexualidad en la relación con el terapeuta. Los terapeutas que trabajan con adolescentes casi siempre necesitaran tratar con la sexualidad, tanto con la suya como con la del adolescente. Sin tener en cuenta si el terapeuta es del mismo sexo u opuesto al del adolescente, la sexualidad como un proceso interpersonal será universalmente relevante, si sólo porque es central en la zona de desarrollo proximal del desarrollo de todos los adolescentes. Además, sin embargo, el rol del terapeuta como una figura de apego intermediaria las localiza entre el rol parental no sexual y el rol sexual de esposo. Sería una circunstancia inusual que la sexualidad emergente del adolescente no afectara la relación entre el adolescente y terapeuta. La discusión directa de la conducta sexual puede o no ser relevante en cualquier caso y raramente causa confusión y malestar que las expresiones no verbales de la sexualidad puedan generar. La mayoría de los terapeutas son lo suficientemente inteligentes para manejar esto fácilmente. Por el contrario, ya que es no verbal, la sexualidad expresada es más difícil de manejar. Sin embargo, casi ciertamente necesitaran ser
negociadas entre los adolescentes y los terapeutas. El rol de la familia. Casi todos los problemas de largo plazo que traen los adolescentes a psicoterapia son interpersonales en naturaleza y tiene raíces en las relaciones de los adolescentes con sus padres. Se vuelve importante, por tanto, considerar qué rol debería jugar la familia en la terapia. La edad del adolescente (o su inhabilidad funcional) es un factor importante. Por mucho tiempo el adolescente continuara viviendo con y dependiendo de sus padres, la mayoría de ellos deben ser considerados para el tratamiento. Los adolescente mayores, por tanto, son los candidatos más probables para el tratamiento con un foco individual7 que los más jóvenes. La extensión, duración, y la rebeldía de los problemas familiares son otro factor. La disfunción familiar extrema podría fácilmente descarrilar una aproximación familiar. En general, sin embargo, el tratamiento focalizado-en-lafamilia se indica usualmente, especialmente para los adolescentes más jóvenes. Además, ya que afecta a más miembros de la familia, sostiene el potencial para un mayor y más duradero cambio que el trabajo individual. No obstante, debe considerarse que es mucho más complejo de implementar debido a las necesidades y el funcionamiento de cada miembro de la familia, en conjunto con sus contribuciones interactivas. En
consecuencia, las aproximaciones focalizadas-enla-familia requieren mucho mayor experticia por parte del terapeuta que el tratamiento familiar. Por el contrario, el tratamiento focalizado-en-la-familia es menos vulnerable para reforzar la perspectiva sesgada del adolescente y de fallar en considerar adecuadamente para las más complejas realidades de la vida del adolescente fuera de la oficina del psicoterapeuta. Para ponerlo de otra forma, en un tratamiento individual, los terapeutas están en riesgo de coludirse con las distorsiones del adolescente ya que no hay otra información disponible. Para acceder a múltiples perspectivas de manera que 7 El térmico tratamiento “focalizado-en-el-individuo” y “focalizado-en-la-familia” son usados, en vez de los más empleados tratamientos sistémico-familiares para dejar abierta la modalidad o combinación de modalidades que puedan implementar el foco.
sean enactuadas en la sala, los terapeutas pueden evaluar el sistema familiar completo. Los terapeutas pueden entonces formular el patrón de interacción familiar desde una amplia base. Esto probablemente es útil para los adolescentes, incluso si el tratamiento es primariamente con el adolescente. En conclusión, ya que las familias
siempre existen y siempre influyen en el funcionamiento familiar, todos los cursos de la psicoterapia, si es focalizada en el individuo o en la familia, deberían considerarse para su contribución. Finalmente, debería notarse que, aunque es fácil definir a la familia como un problema que limita el éxito del tratamiento de un adolescente, de hecho, las familias son la realidad central de la vida. Yendo más allá, todo lo de nosotros, incluso los que viven solos, están constreñidos por nuestras relaciones con los otros. De hecho, podría argumentarse sólo aquellos de nosotros que han aprendido a vivir confortablemente en sus familias pueden experimenta completamente los beneficios de las relaciones intimas. En otras palabras, las familias, si están o no presentes, visibles, y activamente contribuyendo en la terapia, son siempre una parte implícita del tratamiento y siempre funcionan tanto como constrictores como oportunidades. El objetivo de los terapeutas es comprometer a los miembros de la familia productivamente en la transición del adolescente a la adultez. 4. Evaluación funcional de las relaciones, transformaciones de información, y estrategia auto-protectora. Saber lo que un adolescente particular necesita es critico para estructurar un curso en la
psicoterapia. Desafortunadamente, los diagnósticos tradicionales y las evaluaciones psicológicas no señalan cómo la mente de un adolescente funciona, particularmente en casos que necesitan de psicoterapia, raramente tienen una perspectiva imparcial sobre los problemas, las preguntas directas (o las evaluaciones a través de auto-reporte u orales) no pueden producir información ambigua. Lo que se necesita es un recurso eficiente para observar e interpretar el proceso de auto-protección y confort. Varias evaluaciones ahora han sido desarrolladas por los teóricos del apego para variadas edades, pero todas necesitan validación ulterior antes de que sean aplicadas con completa confianza para la planeación del tratamiento. Evaluación de apego. Para los adolescentes mayores, que ya no dependen mayormente de sus padres de las necesidades esenciales, la Entrevista de Apego para Adultos (EAA, 1996) es particularmente útil para descubrir tanto las circunstancias que llevan a la estrategia actual del adolescente como también a las estrategias en sí mismas. La entrevista de una hora de duración esta estructurada de forma que una serie de indagaciones sobre las relaciones infantiles con sus cuidadores. Las indagaciones se incrementan en la amenaza, por tanto, lentamente se incrementa la necesidad de los respondientes de usar la estrategia conductual. Para su conclusión, la entrevista habrá traído en conjunto información
que es relevante para la situación del adolescente, de esta manera, promoverá la capacidad del adolescente de encontrar conexiones significativas entre el pasado y el presente. Al mismo tiempo, el proceso de entrevista emplea la relación del terapeuta entrevistador con el adolescente como el recurso para explorar directamente las relaciones. Cuando se rindió bien, las EAA establecen un tono de exploración pensativa en que no hay respuestas correctas o equivocadas. Las preguntas, sin embargo, son altamente relevantes para los problemas que traen los adolescentes a psicoterapia. Las conclusiones son buscadas sólo después de que la información relevante ha sido presentada e, incluso entonces, sólo lenta y tentativamente. Además, el adolescente en sí mismo toma a cargo del proceso, con el seguimiento entrevistador-terapeuta que llevan. Al contrario de múltiples medidas de elección que imponen tópicos y formas de repuesta sobre el respondiente, la EAA da la persona entrevistada un control parcial sobre los temas y control total de la forma y el contenido de las respuestas. Igualmente, al contrario de los procedimientos proyectivos que llevan al impotente respondiente influir en los significados atribuidos por el interpretador, la EAA le pregunta al respondiente el estado y explica sus propios significados. Más importante, la EAA sitúa a los adolescentes en el rol de tener la información que se necesita y
ofrece la oportunidad de tomar una perspectiva sobre ella. Además, el proceso de la entrevista propone el establecimiento de una relación simétrica entre el adolescente y el entrevistadorterapeuta. En suma, la EAA inicia el proceso de pensamiento integrativo en el adolescente y lo hace de una manera respetuosas y colaborativa. Cuando la EAA es analizada usando el método Maduracional-Dinámico, produce varios tipos importantes de información que pueden guiar al terapeuta: (1) la estrategia predominante del orador para lograr seguridad y confort, (2) aspectos de la historia que pueden haber llevado a la estrategia, (3) si la estrategia es incoherente (p.e., desorganizada), si creyó que fue fútil (p.e., deprimido), o en el proceso de cambio (p.e., reorganizante), y (4) si hay algunas experiencias especificas que afecten fuertemente los pensamientos, sentimientos y conductas del orador (p.e, trauma no resuelto o perdida)8. También proporciona una muy limitada exploración de la sexualidad y el uso interpersonal de sexualidad. El contenido de la historia también sugiere la idea de roles de esposos y parental que la persona entrevistada lleva más allá de su familia de la infancia. En conjunto, estas pueden guiar el terapeuta en construir un plan inicial para la conducta de la terapia. Diferenciando los problemas específicos a la adolescencia de los problemas crónicos
llevados más allá de la infancia. Ya que la adolescencia es un período de cambio substancial, mucho de los problemas que los adolescentes encaran son específicos a la edad. Eso es, los niños que funcionaron bien en periodos tempranos de la edad que pueden tropezar cuando encaran las nuevas condiciones de la adolescencia. Por ejemplo, ellos pueden encarar el malestar adaptando sus nuevos cuerpos sexuales, las respuestas de los otros a su sexualidad, o retrasar la pubertad en comparación a la de sus pares. Tales problemas están relacionados a los cambios que primero ocurren en la adolescencia y, aunque puede afectar el curso del desarrollo posterior, ellos usualmente son menos severos y menos presagiosos que la disfunción que tuvo sus raíces en la disfunción previa permanente. La última clase de problemas trae mayor riesgo que las estrategias usadas en la infancia que se reorganizará en la dirección del funcionamiento más distorsionado, incluyendo el funcionamiento sexual distorsionado. Además, algunos adolescentes crónicamente aproblemados se volverán adultos muy severamente trastornados que se volverán o incompetentes en manejar la adultez independientemente o peligrosos para ellos mismos o ambos. Estos adolescentes necesitan ser identificados tan temprano como sea posible y su tratamiento intentado con cuidado. 5. Los resultados esperados de la psicoterapia basada en el apego:
Abandonar la conducta actual de la psicoterapia como una misteriosa caja negra, uno puede preguntarse, ¿qué cambia después del tratamiento?. El adolescente no es creado nuevamente. Los eventos del pasado no cambian. Las características personales de uno permanecen como las características de uno. La familia de uno permanece a sí misma y continua influenciando en la vida de uno. La manera usual de uno de ver el mundo y las estrategias reflexivas de uno para resolver problemas son en gran parte como eran. Nada, en otras palabras, es sacado. ¿Qué cambia después de un tratamiento exitoso?. La velocidad con la cual el adolescente puede ver que esta visión, esta estrategia con están funcionando, no en este momento, en esta situación. El dolor y la confusión que usaron acompañan el descubrimiento de tales errores. La habilidad de predecir, de antemano de la acción, que los viejos errores están presentes. La habilidad de reflexionar sobre esto, usando el pensamiento integrativo a través de procesos, de corregir errores de pensamiento y generan nuevas y creativas soluciones de los problemas de la vida. La habilidad de usar las relaciones mutuamente y recíprocamente para encontrar las necesidades básicas de la vida: para seguridad y confort, y para reproducción y satisfacción sexual. La habilidad de buscar y ofrecer perdón.
En el mejor de los resultados, las características que una vez fueron obligadas se vuelven limitadas y focalizadas sobre las situaciones y contextos donde ellas funcionaron mejor, donde fueron ventajosas. Los adultos ejercen alguna elección sobre sus contextos de vida, escogiendo a sus parejas, pares, y ocupaciones. Escoger un nicho donde uno se ajuste es tan importante como modificarse a uno mismo para ajustarse al contexto en el cual uno se encuentra a sí mismo. El adulto sabio, uno que se conoce bien, hace ambas. Es adaptativo, y cambia todo. La oportunidad de cambio. La adolescencia es un periodo crítico, un periodo marcado por la integración, complejidad, y, más que todo, oportunidad. La llegada de la 8 Estas consecuencias son especificas al metido Maduracional-Dinámico para analizar la Entrevista de Apego en Adultos (1999-2001). madurez sexual ensancha la función de las relaciones más allá de la promoción de la protección y confort. El placer sexual y el éxito reproductivo se integrará con la función protectora. Esto incrementa la complejidad de las relaciones mientras concurrentemente crea nuevas
formas de relacionarse y de recursos adicionales de mantener las relaciones juntas. La competencia de los adolescentes para encontrar sus necesidades diarias de comer, abrigo, y compromiso social crea la posibilidad para ellos de moverse lejos de sus relaciones infantiles con sus padres, particularmente siestas crearon limitaciones o disfunción. Los adolescentes, en otras palabras, pueden escoger los entornos en los cuales ellos se desarrollaran como adultos, en lugar de tener que adaptarse al entorno de sus padres. Esto crea la oportunidad del cambio auto-dirigido. El pensamiento abstracto hace esto una posibilidad viable. Para el primer tiempo en sus vidas, los adolescentes tienen el potencial de pensar sobre sus relaciones, sobre su conducta y la de los otros en las relaciones, y sobre cómo ellos pueden desear cambiar estas. Estos cambios que ocurren en la adolescencia tardía crean la primera oportunidad real para los individuos de hacerse cargo de sus vidas, de mantener activamente los beneficios de una infancia segura y a salvo o, inversamente, desenredarse a sí mismos de una infancia sufrida y desafortunada. Sin duda, la tarea de generar cambio es compleja, pero en la adolescencia tardía, cuando los individuos tienen nuevas competencias mentales y conductuales y antes de que ellos estén instalados en sus familias adultas, es el tiempo ideal para hacerse cargo de un proceso de vida en curso de auto-transformación.
Pocos de nosotros en cualquier edad piensan profundamente sobre cómo nuestra experiencia en el pasado puede afectar nuestra manera actual de pensar y responder a los problemas. Usualmente, estamos lejos muy involucrados con resolver los problemas inmediatos de la vida diaria para reflexionar de esta manera. Ni consideramos la extensión de cómo las soluciones que empleamos hoy en día puede influenciar nuestras elecciones en el futuro.
Sin embargo, el pasado si nos influencia y nuestras acciones en el presente afectarán nuestro futuro. Una delas funciones de los terapeutas es guardar esta mayor perspectiva e mente. Para la mayoría de los adolescentes trastornados, los que cuyo curso de cambio abarcará mucho esfuerzo de años, volviéndose explícitamente concientes del proceso de buscar la discrepancia y resolverla recursivamente por medio de la reflexión puede ser útil, quizás incluso esencial. La adolescencia tardía es un tiempo conveniente para iniciar esto.
APEGO Y PSICOPATOLOGIA Patricia Mckinsey Crittenden
SOCIEDAD DE TERAPIA COGNITIVA Traducción: Antonio Castro Cádiz APEGO Y PSICOPATOLOGIA Patricia Mckinsey Crittenden En este capítulo describo mi pensamiento acerca de las relaciones entre la calidad del apego y aspectos de psicopatología, desde la perspectiva del procesamiento mental de la información. Para ello, replanteo la bien conocida historia del apego en la infancia, en términos del proceso de aprendizaje para regular el funcionamiento mental e interpersonal. Después considero el efecto de la maduración neurológica en la transición al funcionamiento preoperacional y bosquejo cómo este proceso puede aplicarse a edades más tardías. En este intento, integro con la teoría del apego, varias teorías, tales como la teoría de la evolución, la del aprendizaje, la Piagetana, la Vygostkiana, la del procesamiento de la información, la relativa al afecto y la de probabilidades no lineales. Uso esto para generar un modelo de cómo los patrones de apego A/B/C de Ainsworth se diferencian con respecto al procesamiento mental de la información, usando dos dimensiones: 1.- La fuente de información. 2.- El grado de integración de la información. Finalmente discuto la relación de este modelo con la psicopatología. TEORIA DEL APRENDIZAJE, VYGOTSKIIANA, Y MODELOS DE REPRESENTACION INTERNA EN LA INFANCIA Tres Aspectos a Discutir: El trabajo de Ainsworth y sus colegas ha mostrado que la sensibilidad maternal es el primer determinante de la calidad del apego en el primer año: madres sensibles tienen hijos seguros; madres inconsistentes tienen hijos ambivalentes; madres interfirientes/rechazantes tienen hijos evitativos. La distribución de estos patrones es alrededor de dos tercios seguros, un tercio evitativo, y escasos ambivalentes ( Ainsworth y al., 1978; Ainsworth 1979 ). Hay varios puntos interesantes acerca de esta situación.
1.- ¿Cómo se desarrollan estos patrones? Aunque la teoría del aprendizaje, a menudo se considera antitética con la teoría del apego, ambas pueden explicar el proceso mediante el cual se desarrolla esta distribución y expandir sus implicaciones en el dominio del funcionamiento mental. Esto es, aunque el apego, basado en procesos biológicos, no es aprendido, su calidad depende de la comprensión aprendida de la naturaleza de relaciones de apego específicas. Los principios de la teoría del aprendizaje puede mostrar cómo la interacción del niño con sus figuras de apego facilita su aprendizaje en el uso de la mente. Para ello, presumo que cierto tipo de aprendizaje es “privilegiado”, esto es, el Sistema Nervioso Central está preparado para recibir y dar significado a un cierto tipo de información como opuesto a otra. (Gallistel y al., 1998 ). En los seres humanos, esto incluye información sobre otros seres humanos, específicamente, las figuras de apego. Los principios del aprendizaje son constantes a través de las especies, aunque no lo sean la atención a información específica y la disposición con la cual se aprenden asociaciones específicas. 2.- ¿Por qué hay solamente tres patrones de apego, en circunstancias que las madres son altamente variadas? Aunque las madres varían en un continuo de sensibilidad, los niños las dicotomizan como “buenas” o “malas”. Las madres inconsistentes son, a menudo, las menos identificables (conductualmente) por los niños, aún cuando la mayoría de las madres son más o menos inconsistentes. Es como si la mente sensorio-motriz del niño pudiera construir sólo uno de dos modelos “puros” de realidad, aún cuando pocas madres calcen verdaderamente con el modelo. Es, por lo tanto, importante saber cómo los niños corrigen los modelos para traerlos mas en línea con la realidad. 3.- ¿Cómo cambia la maduración las relaciones de apego? El desarrollo de los patrones de interacción y de apego puede ser pensado, en términos Vygostkiianos, como tareas en la zona de desarrollo proximal infantil (Vygotskii, 1987). Las madres pueden ser consideradas en términos de “cómo” sostienen la organización de estos patrones en el niño, esto es, el proceso por el cual proveen a sus niños del andamiaje para su aprendizaje. Esta perspectiva sugiere que, dado que la zona de desarrollo proximal se mueve hacia adelante, las figuras de apego deben ajustar su funcionamiento para continuar “encontrándose” con las necesidades del niño.
Aprendiendo a Interactuar Permítanme describir el proceso de organización de patrones de interacción desde la perspectiva de las teorías de la evolución y del aprendizaje. Comenzando con el nacimiento, los seres humanos se comportan de modos específicos de la especie que reflejan reflejos, la habilidad para aprender asociaciones y sentimientos (Bowlby, 1969/1982; Papousek y Papousek, 1979). Una forma de enfocar esto es asociar el comportamiento reflejo, que regula las funciones esenciales de la vida, con el tallo cerebral, la mas antigua estructura del cerebro. El cerebro reptiliano (cerebro medio), la siguiente estructura involucrada, permite el aprendizaje asociativo simple, a partir de la experiencia. El niño despliega una propensión innata a formar asociaciones mentales basadas en la continuidad temporal. Estas se expresan como modificaciones a patrones reflejos innatos, tanto de tipo Pavlovianos (Rescorla 1988), como operantes (Skinner, 1938). El sistema límbico, la siguiente estructura cerebral involucrada, se asocia con respuestas afectivas que regulan el comportamiento en ausencia de experiencia previa. Como Bowlby (1969/1982) ha señalado, los sentimientos innatos de ansiedad y confort representan información codificada genéticamente que es relevante para la supervivencia. La función de estos sentimientos es modificar la conducta de manera de reducir las probabilidades de experimentar condiciones que envuelven el riesgo de resultar fatales en la primera oportunidad de aprendizaje experimental. Por ejemplo, el rápido acercamiento de un ruido en la oscuridad, representa un alto riesgo de peligro mortal. La respuesta afectiva y conductual de lucha o de vuelo (Selye, 1976), asociada con tales estímulos, reduce el riesgo. Así, los patrones reflejos E-R (en el tallo cerebral), los patrones de aprendizaje E-R (en el cerebro medio) y los patrones afectivos (en el sistema límbico), están disponibles y funcionando desde el nacimiento. El funcionamiento del cerebro medio provee los elementos para la información única, individualmente aprendida, considerando que el funcionamiento límbico representa evolutivamente la información codificada acerca del peligro. Ninguna es consciente. La corteza cerebral, última estructura involucrada, integra información generada por el cerebro inferior a campos mas sofisticados de conocimiento. A diferencia de las estructuras cerebrales más primitivas, la corteza cerebral se desarrolla principalmente después del nacimiento. Mas aún, este crecimiento es continuo e irregular (como la evolución misma), con períodos de rápidos cambios neurológicos, alternados con períodos de firme crecimiento adicional. El resultado se refleja en la teoría Piagetana de estados de funcionamiento cognitivo, según la cual, al final del período sensoriomotor el funcionamiento mental puede, a veces, ser consciente. Estos cuatro tipos característicos de funcionamiento proveen las bases para dirigir la tarea emergente de establecer patrones de comunicación
con los cuidadores (Stern, 1985; Tronick ,1989) que provee información significativa acerca de condiciones futuras. Cuando los cuidadores responden a las conductas reflejas del niño, condicionadas y afectivas, de manera que lo conforten, éstos son reforzados y aprenden a desplegar conductas mas predictibles (Winnicott,1958). En términos Vygostkiianos, estas madres ayudan a sus niños a aprender el significado comunicacional de sus conductas y la predictibilidad de sus afectos en los otros . En términos de apego, estén apegados de manera segura (ver figura 1, B1-4). Por otro lado, cuando las señales infantiles resultan interferidas o rechazadas, el efecto es castigar al niño por su conducta. Consecuentemente, éste aprende a inhibir la conducta castigada. Lo típico es que los niños de un año de edad que llegan a ser evitativos, experimentan rechazo materno cuando despliegan señales afectivas indicadoras de su deseo de proximidad a sus madres (Ainsworth, 1979; Main, 1981). Si los niños protestan por este resultado displacentero, frecuentemente experimentan la rabia materna. La inhibición de las señales afectivas tiene el efecto predecible de reducir el rechazo y la rabia maternas y también enseña al niño que la expresión de afectos es contraproducente. Si, además, la conducta afectiva de los cuidadores es errática, la tarea infantil de aprender el significado de los afectos, se torna aún mas difícil. Irónicamente, tanto el rechazo como la interferencia de los cuidadores, emplean señales afectivas de maneras engañosas (Crittenden, 1981, 1988; Grossmann, Friedel, y Grossmann 1987; Main y Cassidy, 1988; Grossmann y Grossmann, 1991). Cuando sus niños ofrecen pocas señales afectivas, ellos a menudo irrumpen con falso afecto positivo, como si señalizaran un deseo de proximidad. No obstante, cuando hay reciprocidad en sus niños, estos cuidadores inhiben su afecto negativo y su rechazo hacia ellos. En términos Vygotskiianos, estas madres crean una situación en la cual sus niños no pueden discernir el significado de las señales afectivas y aprenden a inhibir sus propias señales de deseo y de rabia (ver fig. 1.-A-2) Otros niños tienen madres que son claras en su comunicación afectiva, pero responden inconsistentemente a las señales infantiles. La inconsistencia puede consistir, tanto en sobre como en sub-responsividad. En ambos casos los niños encuentran difícil aprender a comunicarse afectivamente. Cuando los niños no pueden predecir las respuestas de sus cuidadores, se tornan ansiosos y rabiosos. La expresión de esta rabia lleva a confusión: las madres inconsistentes son, a veces, complacientes, a veces enojonas y a veces, ineficaces. En términos de la teoría del aprendizaje, los niños de tales madres están en un programa de refuerzo intermitente impredecible. Es bien sabido que tales programas de refuerzo mantienen las conductas en altas tasas, aún en el contexto de resultados negativos intermitentes. Debido a que los niños de madres inconsistentes son incapaces de hacer predicciones, son incapaces también de organizar sus conductas en base a ellas. En otras
palabras, les falla la cognición. Por lo tanto, ellos experimentan la asociación temporal de deseo y su satisfacción, con rabia, incertidumbre y miedo. Alrededor de los nueve meses, aproximadamente, los niños son capaces de concentrar estos sentimientos en la persona responsable de elicitarlos o mantenerlos. En este caso, la rabia puede ser expresada como agresión a la figura de apego y el miedo de ser abandonado, así como el deseo de ser acogido por la figura de apego, se transforman en “emociones”, esto es, integran estructuras cognitivo-afectivas. Sin una estrategia para cambiar las probabilidades en la conducta del cuidador, estos niños permanecen desorganizados con respecto al apego, como quiera que sea. (fig.1-C-2).
Integrados (Segur os)
Cognición Verdadera B 1-2
B-3
B-4
A1-2
Cognición (Evitativos)
A3-4
Afecto Verdadero
C 1-2 A/C
1
No Integrados 1- Defensivos/coer citivos
Figura1. Patr ones de apego en la infancia.-
Afecto (Ambivalentes)
Sostengo por tanto que al término de la infancia, los niños que son rotulados como seguros, han aprendido el valor predictivo y comunicacional de muchas señales interpersonales: le han dado sentido tanto a las cogniciones como a los afectos. Los niños evitativos, por otro lado, han aprendido a organizar su conducta sin ser capaces de interpretar o usar señales afectivas, esto es, han hecho uso de la cognición, pero no de los afectos. Los niños ambivalentes han sido reforzados por sus conductas afectivas, pero no han aprendido una organización cognitiva que reduzca la inconsistencia de la conducta de sus madres. Así, los niños seguros son competentes con los modelos cognitivos y afectivos, esto es, están equilibrados con respecto a su fuente de información. Mas aún, ellos han desarrollado procedimientos internos de representación de modelos que integran ambos tipos de información en patrones de conductas que son predecibles, tanto en lo referente a la seguridad presente del niño, como a su sensación de seguridad. Niños evitativos, por otro lado, son competentes con la información cognitiva principalmente, mientras que los niños ambivalentes son competentes principalmente con la información afectiva. (fig. 1.- A -1,2, B 1,4, C 1,2) Hacia el final de la infancia, esto lleva a tres problemas cuya solución espera una mayor competencia mental en las funciones preoperacionales. Primero, los modelos representativos, tanto de seguros como de evitativos, son exagerados; representan ideales positivos y negativos de cuidadores, en circunstancias que estos son relativamente sensibles o insensibles. Segundo, los niños evitativos han aprendido a evitar las consecuencias del castigo, pero no como elicitar los cuidados que desean. Tercero, debido a que los niños ambivalentes no han aprendido cómo cambiar las contingencias en la conducta de sus cuidadores, están sin estrategia, esto es, están desorganizados con respecto al apego. MADURACION Y CAMBIO EN LOS MODELOS DE REPRESENTACION INTERNA EN LA ETAPA PREESCOLAR Procesos de Desarrollo - Maduración Cognitiva y Afectiva; Bowlby plantea las etapas de desarrollo del apego en términos que son compatibles, tanto con la teoría Piagetana de maduración cognitiva, como del conocimiento común respecto de períodos de rápidos cambios neurológicos (Piaget 1952; Emde, Gaensbauer y Harmon, 1976; Fischer 1980; Klinnert y al.,1984) Ambos indican el modo como la mente humana funciona en los cambios madurativos. Emde y sus colegas han hecho la observación, igualmente importante, que en la infancia los períodos de maduración cognitiva
se acompañan de cambios afectivos. Por ejemplo, hay cambios cognitivos en la sonrisa que acompaña los 2 - 3 meses y en la conducta de miedo-cautela que acompaña los 7 - 9 meses (Bronson, 1972). Un modo de pensar acerca de estos cambios es considerarlos una integración crecientemente sofisticada de afectos y cogniciones, en la cual se reconoce la relación causal entre el comportamiento de las otras personas y los sentimientos propios, y también el efecto comunicativo-predictivo de las señales afectivas en la conducta de las personas. Tal integración se torna posible como resultado de cambios madurativos en la corteza cerebral. Propongo que la conducta de sumisión fingida refleja una especie de integración de discretas señales previas, en un patrón de conducta que es usado para regular la conducta interpersonal en contextos particulares. Conducta de Sumisión Fingida, de Desarme de la Agresión y Ocultadora de Rabia. La conducta de sumisión fingida llega a estar organizada al final del segundo año de vida y sirve para varias funciones. Su significado puede derivarse del estudio etológico de conflictos intra-especies. Cuando dos animales están en conflicto y uno es claramente el perdedor, éste pone fin al conflicto antes de ser destruido. Lo hace exhibiendo un conjunto de conductas encaminadas a reconocer el dominio del otro animal y elicitar en él la acogida (Eibl-Eibesfeldt, 1979). Estas señales incluyen el exponer el vientre, ofrecer el cuello, abrir la boca cubriendo los dientes y bajar la mirada ante el vencedor. Las primeras dos señales hacen al animal vulnerable a la destrucción; así se clarifica la dominancia jerárquica. Pero si el animal perdedor es meramente sumiso, será atacado o expulsado del grupo social (Barnett, 1975). En ambos casos está expuesto al peligro. Se necesitan, entonces, señales que restablezcan la sumisión del animal en una relación social con el animal dominante. En contraste a mostrar los dientes, señal de agresión, y sonreír, señal de aproximación amistosa, una boca abierta con los dientes descubiertos es una sonrisa con exagerada evidencia de falta de agresión y también una señal infantil de solicitud de alimento. El contacto visual huidizo indica el deseo de mantener el contacto, pero con exagerado esfuerzo para asegurarse que la señal no pueda ser tomada, erróneamente, como mirada agresiva. Ambas señales elicitan nutrición del animal dominante. Antropomorfizando esto un poco, consideremos la rabia de dos animales, suficiente para luchar. Uno resulta perdedor y despliega un conjunto de conductas para terminar con la agresión del otro y restablecer la relación en una dominancia jerárquica. ¿Cuál es el verdadero estado afectivo del perdedor? Propongo que habiendo luchado y perdido, habiéndose tornado vulnerable a la destrucción por el ganador, está asustado y enrabiado, aún furioso, dados los hechos. La conducta de sumisión fingida funciona de manera similar en los niños por contener el mismo conjunto de
señales mamíferas que desarman la agresión y elicitan nutrición, dentro de cambios en dominancia jerárquica. Los niños empiezan a mostrar agresión al final del primer año de vida. Al mismo tiempo, los niños son capaces de asociar sus sentimientos de rabia con la persona responsable por su condición. Su respuesta es rabia dirigida, esto es, la emoción afectivo-cognitiva de agresión (Crittenden, 1994). La agresión del niño puede ser tolerada porque es inofensiva. A partir de los dos años, la agresión no es tan inofensiva y puede fácilmente generar la agresión de sus padres. Con el fin de no ser muertos (o expulsados o heridos) por la rabia parental, los niños necesitan un modo de parar la conducta agresiva de los padres. Las conductas de sumisión fingida y de desarme, sirven para esta función. También elicitan nutrición de los adultos, incluso del creciente número de adultos no familiares con quienes el pre-escolar tiene contacto. En la siguiente sección describo cómo la conducta de sumisión fingida es usada por niños de distintas calidades de apego. Niños Tipo C Todos los niños de edad pre-escolar usan conductas de sumisión fingida para controlar la rabia de los otros. Sin embargo, para los niños con cuidadores inconsistentes esta nueva conducta, combinada con su mayor competencia cognitiva asociada con la inteligencia preoperacional, representa la oportunidad para organizar estrategias con las cuales forzar a sus cuidadores, de responsividad inconsistente, a responder. Imagine a una niña de dos años que manifiesta su deseo por su madre. La madre está atendiendo otras cosas y no responde. La niña intensifica la demanda. Entonces ella grita rabiosamente y arroja un juguete hacia su madre. Probablemente la madre responda ahora. No obstante, su respuesta es algo incierto: ella puede reconocer su descuido y responder con dulzura, o bien, puede responder con rabia. En el primer caso la niña es reforzada a intensificar sus señales afectivas; dado que el refuerzo es impredecible e intermitente, la respuesta aprendida de la niña será mas expedita e intensa la próxima vez y mas difícil de extinguir. En el segundo caso, de rabia materna, la niña es reforzada en parte, al lograr la atención materna y, en parte, es castigada por la rabia. En respuesta a la rabia, sin embargo, ella puede desplegar conductas de sumisión fingida. Ambas terminan con la agresión de la madre y elicitan acogida. Una vez que ha terminado con la rabia de la madre (y así recuperado seguridad), la rabia de la niña puede ser expresada de manera segura. Ella da la señal y su madre procura calmarla; ella hace nuevas demandas. Esto continuará hasta que la madre esté hastiada y enojada, después de lo cual la niña despliega, otra vez, conductas de desarme. El resultado es que la niña aprende a desplegar, en forma selectiva y alternada, su rabia por una parte, y su miedo y deseo de acogida, por otra. La
alternancia de estos patrones conductuales en respuesta a los cambios en los estados afectivos de la madre, resultan en una estrategia coercitiva que maximiza la atención que recibe de la madre y minimiza el riesgo. Conductualmente, ella ha aprendido a usar la conducta de sumisión fingida para ocultar la rabia, toda vez que se siente rabiosa y vulnerable. Mentalmente, ella ha aprendido a separar sus sentimientos y a desplegarlos en una rápida y alternada escala de intensidad. Los cuidadores suelen sentirse frustrados o victimizados por esta estrategia coercitiva (Patterson, 1980; Lieberman, 1993). Los terribles dos años son un desafío para muchos padres y una gran dificultad para algunos. Para ganar control sobre niños crecientemente demandantes y manipulativos, muchos padres usan su superioridad cognitiva para engañar a sus hijos. Esto incluye amenazas, sobornos y trampas. Las amenazas y sobornos son simplemente la versión adulta de la conducta infantil de amenazas y sobornos. Sin embargo, las trampas merecen atención especial.Consideremos un ejemplo. En una extraña situación, una madre va a salir. Su hijo se precipita y se coge de su pierna mientras exige desesperadamente ir con ella.”Yo también voy mami, yo también voy”. Su madre vuelve a la pieza y dice con gran entusiasmo: “¡Ah, mira, hay una pelota, coge la pelota!”. El niño corre y agarra la pelota mientras su madre cierra disimuladamente la puerta. Otra madre maneja la situación diciendo: “Si te portas bien, te traeré un helado”. El niño accede a su partida, pero cuando regresa, no trae el helado. El niño lo exige. Cada uno de estos niños está aprendiendo algo muy importante acerca de cómo usar la información. Los niños ambivalentes descubren que la expresión abierta de sentimientos y deseos tiene pequeños efectos predecibles en la conducta de los cuidadores. Debido a que ellos no tienen los medios para manejar esto, se quedan con la mayor activación emocional de deseo, rabia y miedo. Sin embargo, los niños en edad preescolar aprenden que el despliegue intenso de afectos categóricos, motiva a los cuidadores a atenderlos. Por otra parte, una sensata alternancia de emociones conflictivas desarma la agresión parental e incrementa la probabilidad que los deseos de los niños sean atendidos. Finalmente, los niños aprenden a no ser engañados por razones cognitivas verbales que dan a entender que ofrecen información para hacer predictibles relaciones entre conductas. Ellos aprenden que éstas son engañosas. Perseverar en afectos desplegados con gran intensidad, lleva a resultados mas favorables. Ya tienen ahora una estrategia efectiva de coerción, basada en guardarse los afectos emergentes y defenderse contra la cognición engañosa. Los patrones de conducta amenazantes y desarmantes se alternan para regular el despliegue de rabia. La regulación se basa en el juicio de los niños respecto del estado afectivo del cuidador. Por otro lado, dado que los cambios en la conducta de los cuidadores satisface los deseos del niño, queda la apariencia de que las figuras de apego son las responsables por los sentimientos de los niños. Consecuentemente, los niños coercitivos tienden a culpar a otros por sus problemas. En respuesta
a condiciones extremas, el equilibrio entre conductas amenazantes y desarmantes puede cambiar, permitiendo que uno u otro patrón llegue a ser dominante y casi descontrolado. En este caso, la conducta amenazante asciende a la obsesión con la venganza, esto es, obsesivamente agresivo (3) y la conducta desarmante llega a ser una obsesión con el rescate, un patrón de desamparo fingido. En ambos casos, los niños se comportan como si culparan a sus figuras de apego por su dolor. Tanto los niños agresivos, como los que fingen desamparo, se involucran en la toma de riesgos masivos, incluidos los riesgos del desquite, conductas de exhibicionismo peligroso, fracasos para protegerse a si mismos en situaciones peligrosas, o cualquiera de estas. Mas que simples niños amenazantes/desarmantes, ellos exigen ser atendidos y escalan sus conductas hasta que lo son. Esta concentración unidireccional en su sí mismo afectivo e interpersonal, limita grandemente el grado de desarrollo cognitivo-educacional que podrían acometer (Ver figura 2, C 1-4). Cada niño de edad pre-escolar descubre y ensaya la estrategia coercitiva. Para muchos, esta demuestra ser mas efectiva que sus patrones infantiles. En efecto, dado que la mayoría de los cuidadores son inconsistentes en algún grado, la mayoría de los niños experimentan algún beneficio con el uso de esta estrategia.
Integrados (Seguros)
Cognición Verdadera
B3 Cómodos B 1-2 Reservados
Afecto Verdadero B4 Reactivos C 1-2 Amenazantes Conciliadores
A1-2 Inhibidos
Cognición (Defensivos)
A3 Cuidadores Compulsivos
A/C
A4 Complacientes Compulsivos
C 3-4 Agresivos Desamparados
1
AD
Afecto (Coercitivos)
2
No Integrados Falso Afecto
1- Defensivos/coer citivos 2- Depr esivos/ansiosos
Figura 2. Patr ones de apego en la edad pr e-escolar.-
Niños Tipo B En el otro lado, cuidadores que son muy sensibles, especialmente aquellos que son sensibles a la necesidad de sus niños de usar sus habilidades cognitivas y lingüísticas emergentes, no refuerzan el tipo de patrón anterior ni crean condiciones que hagan probable su uso. Estos cuidadores reconocen que la zona de desarrollo proximal del niño ha cambiado en calidad y ajustan su conducta, consecuentemente. Se
comprometen en negociaciones significativas con sus niños, atienden abiertamente sus pensamientos y sentimientos y disfrutan con ellos la construcción de planes entretenidos, que ellos respetaran. En otras palabras, si la madre parece aceptar las demandas del niño, las acepta en el presente. En nuestro ejemplo, cuando ella dice “ve a coger la pelota”, ella se queda y juega a la pelota. Si ofrece recompensa por obedecer, ella da la recompensa. Los niños de tan correctas madres prueban la estrategia coercitiva, pero puede esperarse que encuentren mas satisfactoria la estrategia segura de comunicación abierta y directa. Niños Tipo A Los niños evitativos enfrentan diferentes desafíos mientras estén en los años pre-escolares. El tema central es aprender cómo elicitar atención positiva. Además, aunque trabajos con muestras de clase media han identificado madres de niños evitativos como interfirientes y rechazantes, estudios de casos de bajos ingresos y con problemas, indican que algunas madres de niños tipo A son abiertamente hostiles, mientras que otras son descritas como no responsivas. Dado que el resultado del cambio preoperacional puede ser diferente para cada grupo, cada uno debe ser descrito. Debido que los pre-escolares tipo A desarrollan varios patrones defensivos diferentes, catalogo a este grupo como “defensivo”. Los niños que usan la evitación para prevenir el rechazo de madres interfirientes, enfrentan dos problemas en los años pre-escolares. Primero, como señalan Cassidy y Narvin, la evitación misma viene a ser interpretada por los adultos como una conducta abiertamente ruda. Consecuentemente, provoca respuestas de rabia en los cuidadores. Los niños pre-escolares necesitan una manera menos obvia para evitar la intrusión de sus padres. Por eso reemplazan las conductas de evitación por inhibición psicológica. Ellos miran y hablan a sus figuras de apego sin señalar su deseo de proximidad. Sin ser rudos, mantienen el intercambio entre ellos y sus cuidadores, frío, formal y cortés. Usando sus mas sofisticados comportamientos, ellos pueden tolerar, en el contexto de actividades con roles definidos e impersonales, una notable proximidad física con sus cuidadores. Por ejemplo, un pre-escolar inhibido puede permanecer junto a su madre para trabajar en un puzzle o leer un libro, pero busca evadir caricias u otros intercambios afectivos. Madres de niños tipo A, generalmente se sienten mas cómodas con tales roles definidos, con actividades cognitivas y sienten orgullo por los logros de sus hijos. Sus inhibidos niños aprenden que, aunque el afecto es engañoso, las actividades cognitivas y las cogniciones pueden ser confiables para producir resultados reforzantes. Los niños cuyos cuidadores son retraídos, tienen problemas mas complejos. Sin mas atención de sus padres, ellos no pueden ni estar ni sentirse seguros. Consecuentemente, algo debe hacerse para
conseguir la atención de sus padres. Las peticiones directas de soporte paternal han fallado en el logro de este fin. Como Dilalla y Crittenden han señalado, la falsificación del afecto es un buen subterfugio en la segunda mitad del segundo año de vida. Al fin de los años pre-escolares, los niños son completamente competentes para desplegar emociones que no sienten. Niños con madres retraídas aprenden a inhibir el despliegue de sus propios sentimientos y también a sustituirlo por falso afecto positivo. Por medio de esto, el niño asegura a su cuidador que todos están felices, que nada malo pasará (y no se hará ninguna petición), si el cuidador atiende al niño. Tal conducta es, por supuesto, contraria a lo natural. (Bowlby, 1980) Como sea, funcionalmente es el resultado de una elaboración del proceso mental usado en la evitación infantil y en la inhibición pre-escolar. Esto es, el niño inhibe la expresión de sus verdaderos sentimientos. Mas aún, el niño “cuidador compulsivo” (A-3) sustituye el falso afecto alegre, con el fin de atraer la proximidad psicológica de sus padres. La falsedad del despliegue de afectos puede ser determinada de dos maneras. Primero, las expresiones mismas son incompletas (“la duquesa sonríe, el pícaro sonríe; sonríe mientras es echado”), y así por delante. Además, su flujo en el intercambio de afecto es atípico por ser muy repentino, muy breve y fuera de contexto. En efecto, “alegría no contextual” es un buen término para el falso afecto positivo. Segundo, cuando el cuidador le presta atención, el niño se torna repentinamente inhibido y evade el contacto . Tales niños parecen querer estar cerca, pero no muy cerca. Como con todos los niños defensivos, la intimidad es incómoda. Finalmente, los niños defensivos cuyos cuidadores muestran una conducta hostil y exigente, aprenden en la edad pre-escolar a inhibir sus propios deseos y a hacer exactamente lo que le piden. Porque su ambiente es peligroso, los niños “compulsivamente complacientes” (A4) mantienen una cautelosa vigilancia y observación de las conductas de sus padres con el fin de anticipar sus deseos. Ellos los cumplen inmediatamente. Los intensos esfuerzos por complacer en cada detalle y hacer todo exactamente bien, pueden ser las bases de la conducta compulsiva. Además, en su esfuerzo por identificar cada predictor de rabia paterna, están expuestos a equivocarse, al tratar como causales asociaciones casuales. Este aprendizaje “supersticioso” puede ser la base de compulsiones irracionales. El patrón “complaciente compulsivo” se acompaña, a menudo, de sobrexigencias, especialmente cuando las madres buscan evidencias de la obediencia del niño en desempeños intelectuales. No obstante, el proceso mental subyacente es de inhibición del propio afecto y su sustitución por conductas y afectos percibidos como deseados por los padres. Dado que todo niño defensivo, especialmente los complacientes compulsivos, descubren que la modificación de su conducta reduce la amenaza de las figuras de apego, los niños defensivos tienden a asumir responsabilidades por las conductas paternas. Cuando los padres estén enojados o rechazantes, los niños defensivos tienden a sentir vergüenza. (Crittenden, 1994).
Niños Tipo A/C Además de los tres patrones básicos de Ainsworth, algunos niños cuyos ambientes son muy complejos y cambiantes, pueden combinar las estrategias coercitiva y defensiva en un patrón A/C. (Crittenden, 1985). Este patrón es mejor conceptualizado como un proceso de cambio entre extremos, en los cuales el niño está en la modalidad defensiva o coercitiva; la falta de integración entre el pensamiento afectivo y el pensamiento cognitivo es denotada por “/” (Ver fig,2) Una perspectiva alternativa es enfocar el patrón A/C como una mezcla de funciones variables que cubren la totalidad de la gradiente que va desde la completa defensa, hasta algo de defensa con un poco de coerción, y así por delante hasta lo enteramente coercitivo. Aunque tal variabilidad puede caracterizar a niños mayores, parece posible que aparezcan tan temprano como en los años pre-escolares. Entre los pre-escolares, hay diferentes formas de integración del subpatrón, por ejemplo A3/C2. Resultados en los años Pre-escolares Cambios en la distribución de patrones de apego: Esta revisión lleva a cuatro puntos principales. Primero, la importancia de la maduración en el desarrollo de relaciones de apego. Últimas investigaciones enfatizan la continuidad desde la infancia a edades posteriores. En efecto, la mayoría de estos aportes se han desarrollado y validado sobre la base de la consistencia desde la infancia hasta edades mayores. La maduración, sin embargo, puede llevar a cambios en la calidad del apego. La discusión anterior indica que el “desglose” de niños ambivalentes puede llegar a ser un número importante de niños coercitivos en los tempranos años pre-escolares, cuando la mayoría de los niños ensayan la nueva estrategia. Mas tarde, el número de C puede decrecer, como resultado de una distribución equitativa de patrones entre los cuatro a seis años de edad, la misma tendencia que sugieren los estudios de 21, 30 y 36 meses de edad. Uno puede preguntarse si lo que cambia es la calidad del apego o sólo la superficie de la conducta. Dos cosas sugieren que la relación es cualitativamente diferente. La primera es “folklórica”. Es común que las madres se quejen que los dos años de edad son particularmente problemáticos y sugieren que la calidad de la relación se deteriora . La segunda es el calce entre la estrategia coercitiva y la conducta de madres inconsistentes. Los niños de edad pre-escolar parecen haber organizado una estrategia efectiva que resulta demasiado exigente,
mental y conductualmente para los infantes. Con esta estrategia a su disposición, los niños están mejor capacitados para reflejar el pleno continuo de la sensibilidad maternal. Consecuentemente, es esperable que la calidad del apego, cambie. Cambios en los modelos de representación internos de apego: Una segunda razón para considerar el apego desde la perspectiva del procesamiento mental de la información, es enfocar la atención en los conceptos de organización, reorganización y desorganización . (Crittenden, 1992). Una de las cosas mas estimulantes acerca de los cambios resultantes con la maduración es el potencial de los niños para formar modelos de representación internos de relaciones de apego mas precisas y estrategias conductuales mas efectivas para manejarlas. Ciertamente, las funciones preoperacionales ayudan a los niños cuyas madres son inconsistentes, no responsivas y hostiles, a desarrollar estrategias mas efectivas que las que eran posibles en la infancia. Además por producir nuevas habilidades mentales, los cambios de períodos madurativos crean las condiciones que facilitan la reorganización de modelos de representación que puede ser usados para predecir condiciones futuras con mas precisión. Con esto quiero decir que la mente funciona de dos maneras (Lashley, 1958-60). Primero, busca regularidades, por patrones. Los patrones seguros y evitativos representan regularidades tal como son identificados por los infantes. Segundo , la mente busca discrepancias entre lo que se espera que ocurra y lo que ocurre. Con la inteligencia preoperacional los niños descubren discrepancias entre sus modelos de madre “buena” o “mala” y el comportamiento actual de sus madres (Fischer, 1980 ). Estas discrepancias reflejan una percepción e interpretación mas precisa del significado de la conducta materna. Esta nueva información debe ser reconciliada con los modelos de representación existentes de los niños. Para niños de ambientes sustentadores esto facilitaría el desarrollo de modelos mas diferenciados, complejos y precisos. Cuando los niños con modelos de apego ansiosos fallan al representar y predecir la realidad con precisión en situaciones criticas, enfrentan una tarea desafiante. No sólo deben resolver una amplia discrepancia entre modelo y realidad, sino que tienen menos experiencia con los procesos de integración que los niños seguros. Esto puede llevar a esfuerzos extremos para descartar la información discrepante, con el fin de mantener el impreciso modelo. También puede retrasar el proceso de revisión hasta que una mayor entrada de información discrepante impulse finalmente a la mente a una reorganización de la información. Así, para niños apegados ansiosamente el proceso de revisión de modelos parece ser espasmódico e incómodo. Tanto la actividad mental como la conducta pueden trastabillar hasta que se complete la integración de la nueva y discrepante información. (Crittenden, 1992a). Por otro lado, cada discrepancia provee la oportunidad para la corrección de modelos imprecisos y para la generación de estrategias interpersonales más efectivas. En períodos de rápida maduración, más que en otras etapas puede esperarse que se produzcan numerosas discrepancias. En
cada uno de estos períodos existe la posibilidad que estas discrepancias alcancen un umbral que fuerce la atención mental e inicie la actividad integrativa. En este proceso los niños pueden verse confusos y vacilantes. Si esto debería considerarse desorganización no es un asunto simple. Si las circunstancias han cambiado drásticamente y un modelo formalmente adecuado representa una realidad que ya no existe (por ejemplo la muerte), la desorganización parece ser un constructo apropiado para describir el cambio subyacente. Además si el período de incertidumbre da por resultado un modelo que es menos adecuado al contexto del niño que el modelo anterior, el constructo apropiado puede ser la desorganización. Si, como sea, el niño se torna consciente de la información pasada por alto previamente y está en el proceso de revisar su modelo para adecuarlo mas con la realidad, yo prefiero que reconozcamos la realización evolutiva de esta actividad catalogándola de reorganización. Desafortunadamente, tal perspectiva no provee de pautas clasificatorias que puedan ser aplicadas unívocamente a la observación de laboratorio.
Rabia.Un tercer punto central es que los niños en edad pre-escolar aprenden a codificar, acceder y desplegar rabia en diferentes formas que tienen implicancias para su desarrollo y en la calidad de sus relaciones. La rabia está entre las conductas de apego más poderosas. Consecuentemente su uso, tanto por las figuras de apego como por los individuos apegados, es de gran importancia. En efecto, los patrones de apego pueden ser vistos, en parte, como estrategias para manejar la rabia. Desde esta perspectiva, las díadas seguras están suficientemente sincronizadas para no sentir rabia frecuentemente. Además, su expresión elicita respuestas rápidas que tienden a ser aliviadoras. Así, para díadas seguras la rabia funciona como señal de que importantes asuntos requieren de la atención diádica. Los niños apegados ansiosamente, por otro lado, experimentan una frustración sustancial de sus deseos, lo que provoca frecuentemente a sentimientos de intensa rabia. Tanto los niños de tipo A, como los de tipo C aprenden a regular la expresión de su rabia sobre la base de las respuestas de sus cuidadores . Los niños defensivos esperan rechazo cuando despliegan rabia o cuando sus padres sienten enojo. Consecuentemente, ellos inhiben la expresión de su propia rabia y buscan cautelosamente evidencia de rabia parental la que intentan suavizar. Cuando son mayores, pueden aprender a contener la rabia en términos que no se refieran a la persona enrabiada ni al receptor de la rabia. Los niños coercitivos
experimentan la rabia conjuntamente con el miedo y el deseo de confort. Consecuentemente, ellos pueden ser incapaces de reconocer y catalogar con precisión sus sentimientos. Esto los puede llevar a extremas y rápidas oscilaciones del humor y a la inhabilidad para lograr la suficiente distancia mental para la integración cognitivo-afectiva. Sin embargo, los niños coercitivos han aprendido que las expresiones amenazantes y desarmantes de rabia incrementan la probabilidad de atención parental. Consecuentemente, muchas de sus interacciones con figuras de apego tienen la cualidad de rabia. Irónicamente para ambas díadas, defensiva y coercitiva, la rabia pierde su poder comunicativo, de modo tal que ocasiones y asuntos importantes pueden no ser diferenciados de los menos importantes. Apego y procesamiento mental de la información. – Como la cuarta razón para esta revisión del apego infantil y preescolar las estrategias usadas por niños en edad preescolar y las condiciones bajo las cuales las aprenden sugieren un modelo de representación bidimensional para describir la calidad del apego. Por una parte, los patrones difieren según el tipo de información usada. Los niños defensivos encuentran que la actividad cognitiva provee bases predecibles y relativamente satisfactorias para interactuar con sus cuidadores y una base adecuada para representarse la conducta de éstos. Consecuentemente ellos aprenden a depender de la cognición para regular su conducta y defenderse de los afectos. Los niños coercitivos han aprendido lo opuesto. Ellos enfatizan el afecto y descuidan o se defienden de la cognición. Los niños de apego seguro tienen acceso a ambos y los usan y por esta razón pueden ser considerados equilibrados con relación al funcionamiento mental y conductual. Los niños clasificados A/C tienen acceso al afecto y a la cognición. Difieren de los anteriores en que son incapaces de acceder y usar ambas informaciones simultáneamente. Los patrones también difieren en como usan la información. Los niños seguros-equilibrados integran la información cognitivo-afectiva. Las discrepancias entre sentimientos y cognición llevan a una actividad mental que, a menudo, produce un entendimiento más elaborado de sí mismo y la realidad; esto es, modelos de representación internos mas elaborados. Así, los niños seguros-equilibrados usan automática y preconcientemente la información nueva y discrepante para revisar los modelos de representación internos existentes y producir progresivamente modelos mas ajustados. Aunque en cualquier momento los cambios pueden ser menores e intranscendentes, la suma de esta actividad es la reorganización en marcha de modelos de representación interna (Bowlby,1980). Niños defensivos y coercitivos, por otro lado, se comprometen menos con la integración y reorganización (Crittenden, 1992b). Dado que mucha información es descartada como
no confiable, estos niños a menudo fallan en la identificación de discrepancias. Bajo tales circunstancias, la integración a menudo no ocurre (ver figura 1).
REPRESENTACION MENTAL E INTEGRACION EN LOS AÑOS ESCOLARES Y ADOLESCENCIA Sistemas de Memoria En el volumen final de su trilogía, Bowlby (1980) explora el potencial de la construcción de modelos de representación interna y sistemas de memoria para explicar las distorsiones del funcionamiento mental y de la conducta. Esta perspectiva ha sido fértil dentro de la teoría de apego y la ha enriquecido con interesantes realizaciones en la ciencia cognitiva. En la siguiente sección me refiero a tres sistemas de memoria y modelos asociados (modelo de memoria procesal, semántica y episódica). La noción de modelo de representación interna procesal (Tulving, 1979; Crittenden,1990,1992b) funciona bien para describir conductas en la infancia y en los años pre-escolares. En los años pre-escolares comienzan a desarrollarse los dos sistemas de memoria (semántica y episódica) descritos por Bowlby. La memoria semántica codifica las “reglas” generales acerca de como funciona la vida (y las relaciones), como por ejemplo, ”los niños buenos obedecen a sus padres” (y por lo tanto, no son castigados). La memoria semántica, en otras palabras, provee de predicciones cognitivas generalizadas y verbalizadas, especialmente predicciones relevantes para permanecer seguros. Inicialmente, como sea, está sesgada a reflejar los valores articulados por los padres; que pueden o no representar la conducta actual de los padres. La memoria autobiográfica episódica codifica información respecto de experiencias específicas, por ejemplo, la vez que te negastes a ir cuando tu mamá te llamó y ella se enojó muchísimo. Dado que la mayoría de las experiencias son comunes y no secuenciales, sus bases no son recordadas ocasión tras ocasión. Consecuentemente los recuerdos codificados en la memoria episódica y sus modelos de representación interna asociados están sesgados a reflejar experiencias no establecidas, de intensidad afectiva, particularmente aquellas con amenaza y peligro. Cuando el afecto es lo suficientemente displacentero o prohibido la memoria puede almacenarlo inconscientemente.
Usando los Sistemas de Memoria para Regular Conductas Estos tres sistemas de memoria regulan la conducta humana bajo diferentes condiciones. Específicamente, el modelo de memoria procesal regula el día-a-día, la conducta preconciente a través del transcurso de la vida. Cuando la conducta es regulada procesalmente fracasa ante los resultados esperados, la mente puede enfocarse conscientemente en las situaciones. Accediendo a información y modelos asociados con la memoria semántica el individuo puede tratar de resolver el problema, construyendo conscientemente una nueva y mas sofisticada solución conductual. Así, la memoria semántica regula la conducta solucionadora de problemas. Si la situación es de gran activación afectiva tales pensamientos razonados pueden no ser posibles. En este caso los modelos episódicos, que codifican estados emotivos similares, pueden ser activados y utilizados para regular la conducta . Debido a que la memoria accesada refleja conductas anteriores el resultado puede ser menos adecuado que la conducta regulada procesalmente y mucho menos adecuado que la conducta regulada semánticamente. Este sesgo “regresivo” es aumentado por la tendencia de los afectos a reflejar conductas sesgadas trasmitidas genéticamente. Sin embargo, porque la evolución provee soluciones que han aprobado el “test del milenio” no es claro que la conducta resultante sea menos adaptativa. Ni parecería necesario presumir que el curso del desarrollo individual ha sido regresivo. En los años escolares y en la adolescencia los niños aprenden a procesar información de los tres sistemas de memoria y a construir representaciones de la realidad crecientemente precisas. Haciendo esto reducen el efecto de los sesgos de cada modulo/sistema. Puede haber, sin embargo, diferencias individuales para integrar sistemas y modelos de memoria. Diferencias Individuales en la Integración a través de Los Sistemas de Memoria Los individuos seguros/equilibrados están expuestos a experimentar las menores discrepancias entre los sistemas de memoria; a experimentar el mayor soporte parental en la exploración de las discrepancias y, más aún, a encontrar las menores dificultades para revisar y actualizar los modelos. El análisis mental de las discrepancias percibidas, esto es, metacognición (Main y Goldwyn, en prensa), la mayor claridad parental acerca de las discrepancias entre las conductas del niño y la explicación por sus conductas, y una nueva experiencia, pueden ser el motor para tal reorganización . Se espera que la reorganización misma resulte en una representación de la realidad mas finamente diferenciada y con bases contingentes, por ejemplo “cuando mi madre esta relajada suele ser tolerante
conmigo, pero cuando esta enojada por cualquier cosa puede apartarme si me pongo en su camino”. Los individuos defensivos, por otro lado, estén propensos a encontrar muchas discrepancias entre el modelo semántico de lo que idealmente debería ser el caso y lo que el caso es, procesal y episódicamente. También han estado expuestos a aprender que hay desafortunadas consecuencias por la articulación consciente de estas discrepancias o por el despliegue de afectos y emociones asociadas con la activación de los sistemas de apego. Consecuentemente se puede esperar que los individuos defensivos elaboren e idealicen modelos semánticos a los que rápidamente acceden y expresan verbalmente . Estos modelos semánticos idealizados mantienen los límites de representaciones dicotomizadas que son típicas de la primera infancia. No obstante, la conducta de niños y adolescentes defensivos pueden ser reguladas por modelos procesales y episódicos (especialmente tomados inconcientemente de modelos episódicos) que son inarticulados o negados verbalmente. Individuos coercitivos por otro lado, pueden depender excesivamente de modelos episódicos dado que han aprendido a desconfiar del razonamiento cognitivo pues su sistema de memoria semántica puede ser limitada y confusa en contenido . Por ejemplo, muchas veces padres inconsistentes dijeron al niño “¿te di permiso para hacer esto?” y “¿No puedes hacer nada por ti mismo?”. La conclusión semántica subyacente a estas declaraciones es opuesta y por lo tanto fallan en proveer al niño de una guía semántica de conducta. Los modelos episódicos de que hacer bajo circunstancias altamente activadoras y conflictivas puede proveer una guía mejor. Esta guía, como en los modelos semánticos de los niños defensivos, presenta al mundo demasiado rigidizado como bueno o malo. Así, los individuos defensivos tienen fácil acceso a la memoria semántica lógicamente organizada, idealizada e internamente coherente, pero poco acceso a la memoria episódica (afectiva) y poca habilidad para integrar memoria episódica y semántica. A menudo entonces se muestran incapaces para proveer verdaderas explicaciones para sus conductas. Esto refleja estrechamente el pensamiento de Main respecto de los adultos destituidos (tipo A) en la Adult Atttachment Interview (Main y Golwyn, en prensa). En contraste, los individuos coercitivos tienen una organización afectiva en la memoria episódica así como un limitado acceso a los modelos semánticos y una limitada habilidad para integrar memoria semántica con episódica. Si esto es así, entonces muchos adultos preocupados deberían mostrar “ falta de recuerdos” cuando se les pide proveer (semántico) adjetivos respecto de sus relaciones de apego y cuando se les pide acceder a la memoria episódica a través de estos adjetivos semánticos. Una vez en la memoria episódica debería haber poca evidencia de fracaso para recordar. Los relatos episódicos continuos de adultos preocupados (tipo C) pueden reflejar una “lógica afectiva” respecto al peligro. La ausencia de lógica afectiva o cognitiva en el discurso de
los individuos puede ser la clave indicadora de traumas no resueltos, esto es desorganización en la adolescencia y la adultez (Crittenden, en prensa). Al ofrecer este modelo continúo la perspectiva de los patrones A y C, como mental y conductualmente opuestos. Distorsión Mental de Afecto y Cognición Este modelo de variaciones en patrones de apego sugiere una interrelación entre apego y psicopatología. Como se puede ver en la figura 2 el patrón defensivo se define por su ajustada cognición pero como defensa contra el afecto. En los sub patrones de cuidadores compulsivos y complacientes compulsivos, el afecto no es solamente inhibido, es falsificado. Del mismo modo, los niños coercitivos realzan el afecto y se defienden de la cognición. En los años escolares, cuando los niños aprenden a usar operaciones lógico-concretas, algunos niños coercitivos usan la cognición ilógica con la cual sus padres los engañaban en los años pre-escolares. Ellos aprenden a esconder la verdad tras la apariencia de la lógica y la razón. Esto es, racionalizan. La falsa cognición involucra una apariencia superficial de lógica cuando, de hecho, la actual relación entre hechos no es como parece ser. Por ejemplo, el niño jugando al doctor con su madre puede golpearla dolorosamente fuerte con el martillo, entonces la desarma diciendo, “Yo solo quería probar tus reflejos”. Tal argumento engaña a los adultos (y a los niños que los expresan) como los motivos actuales de los niños (afectivos) los engañan también respectos de sus conductas futuras. Los niños coercitivos que usan el castigo o el desamparo fingido para coercionar a los cuidadores, están expuestos a distorsionar la lógica cognitiva hasta lo tortuoso; lógica retorcida por motivos ulteriores. Ellos inducen a error a los demás con argumentos astutos y engañosos, como aquellos que sus figuras de apego usaron para engatuzarlos . Su lógica, en otras palabras es una lógica invertida en la cual se construyen argumentos para oscurecer la verdad y para ocultar fines, que son a menudo dañinos para los otros. Consecuentemente el resultado de la secuencia lógica es diferente y a menudo opuesto al resultado esperado. Tales argumentos funcionan para forzar a las figuras de apego a condescender con sus planes cuando, si entendieran bien, ellos no aceptarían el plan. En efecto, tales planes son frecuentemente castigadores (C 5) y en ellos reflejan su obsesión por la venganza y el uso de la falsa cognición para lograrla. Los niños menos agresivos están mas expuestos a ser seductores (C 6), esto es, con falsa cognición ellos seducen a otros a aceptar sus planes maliciosos. A menudo el cuidado es usado para lograr esto ( ver figura 3 C5-6). Además, muchos niños coercitivos responden a otros asumiendo también que ellos son tortuosos; lo que crea en las relaciones el potencial para “juegos mentales”. La falsa cognición es el paralelo del falso
afecto “defensivo”, no obstante, por ser dependiente del pensamiento lógico, se desarrolla mas tarde que ESCOLARES el falso afecto. Integrados (Seguros) Cognición Verdadera
Afecto Verdadero B 1-2 Reservado
B3 Cómodo
B4 Reactivo C 1-2 Amenazante Conciliador
A 1-2 Inhibido
Cognición (Defensivos)
A/C
A3 Cuidador Compulsivo
AD
A4 Complaciente Compulsivo Falso Afecto
1
C 3-4 Agresivo Desamparado
Afecto (Coercitivos)
2
C 5-6 Castigador Seductor
Anti - integrados
Falsa Cognición
1- Def ensivos/coercitivos 2- Depresivos/ansiosos
Figura 3. Patrones de apego en la edad escolar.-
Consideremos un ejemplo. La puesta en escena es un juego de mesa jugado por una niña de 10 años y su madre. En el juego los jugadores deben moverse juntos alrededor de la mesa deteniéndose en distintas actividades. Algunas de las actividades interesan a las niñas, otras a los adultos. Madres y niñas
obtienen puntos cuando convencen al otro a ir a su actividad. Desafortunadamente la persona convencida también pierde puntos. En este ejemplo la madre promete que si la niña la acompaña primero a la iglesia, ella la acompañará a la piscina. La niña duda de esto y quiere ir primero a su elección. De modo que la madre promete, cogiéndose tres dedos (como en el honor del scout) que ella realmente va a ir a la piscina después de la iglesia. La hija responde “¿¡Pero tus piernas estén cruzadas!” (una señal que anularía la promesa). Claramente la niña ha aprendido que la cognición puede engañar y ella espera ser decepcionada por su madre. Lo notable en este caso es que la hija finalmente ganó el juego pretendiendo ayudar a su madre, esto es, seduciéndola mientras la llevaba a una movida fatal que le costó la victoria. Cuando es oscuro para un observador como un individuo aprende conductas, tal como la sospecha de ésta niña, puede atribuirlo a “proyección”. Es posible, sin embargo, que tal conducta haya sido aprendida sobre la base de una experiencia precisamente comprendida y representa la mejor predicción basada en resultados anteriores. La aplicabilidad de esta experiencia a situaciones nuevas y su responsabilidad en la modificación basada en nueva información son, por supuesto, de directa relevancia para la salud mental y la psicopatología. AFECTOS, COGNICION Y PSICOPATOLOGIA Complejidad y Variabilidad He creado un modelo de desarrollo en el cual las variaciones en la experiencia llevan a variaciones en el funcionamiento mental y a variaciones correspondientes de la conducta. Estas a su vez, están frecuentemente integradas con los cambios de base madurativa en competencias mentales, creándose asi el potencial para los cambios en los patrones del funcionamiento mental. Los patrones de apego se usan para definir cuatro patrones de funcionamiento mental ( A-B-C-A/C). repetidos períodos de cambios y reintegraciones pueden llevar a variaciones no lineales en las vías de desarrollo. Una de las ventajas de este modelo sobre la predicción lineal basada en patrones infantiles de apego es su capacidad de respuesta a la maduración. Además, el uso de dos dimensiones (fuente de información y grado de integración) crea un marco mas complejo con el cual describir la variabilidad humana que una estructura de tres categorías. En la estructura bidimensional las categorías identifican áreas en el marco dimensional; esto es “remachan” puntos definidos por las dimensiones. El que ningún individuo calce exactamente con estos puntos, especialmente con los puntos extremos, no es crítico para el argumento respecto de las dimensiones. A pesar de éste mejoramiento en la conceptualización de vías de desarrollo, hay varias razones que las hacen insuficientes para definir personalidad y riesgo de
psicopatología. Primero el desarrollo es multidimensional, con otros factores además del comportamiento específico de la especie, tales como maduración y cuidado maternal, que afectan las variaciones en las vías de desarrollo. Por supuesto todos saben esto, pero cuando no es dicho explícitamente hay una tendencia a presumir que las teorías son limitadas en su construcción principal. Segundo, los individuos difieren en la capacidad mental para integrar información. Tercero, en cada vida hay un elemento substancial de suerte o cambio respecto de los eventos que ocurren. Temperamento Entre los otros factores que afectan el desarrollo está la variación genética individual-específica esto es, el temperamento. Como muchas discusiones acerca del apego, este capítulo ha sido escrito pensado que todos los niños llegan a los brazos de sus madres, todos igualmente listos para ser influenciados por la sensibilidad materna. Esto obviamente no es el caso, puesto que cada niño tiene una dotación genética única y un variado potencial para la expresión de esta dotación durante el transcurso de su vida. El potencial que se expresa efectivamente en cualquier caso dado, es una interacción de la dotación genética, la conducta de los cuidadores, la maduración, las circunstancias y la retroalimentación. Las diferencias en las características individuales específicas afectan la respuestas de los cuidadores a los niños, al igual como las respuestas de los niños a la conducta de los cuidadores (Bell y Harper,1977;Vaughn,Stevenson-Hinde y Waters,1992). Puesto de otro modo, algo que es más típico de las teorías de apego, la capacidad de respuesta sensible de la madre se define por el éxito de la figura de apego en ajustar sus propios patrones de respuesta a aquellos de sus hijos en términos de que sean mutuamente satisfactorios. Ninguna otra cosa puede por definición ser considerada sensibilidad. Desde esta perspectiva habría pocos rasgos que son inherentemente indeseables. En efecto, los rasgos deben ser evaluados como mas o menos bien ajustados con los rasgos de los cuidadores, que los habilitan para moldearlos mas o menos efectivamente en ventajas personales para los niños. Por ejemplo, una sensibilidad a estímulos sensoriales mayor que el promedio podría facilitar o impedir las relaciones interpersonales dependiendo de como aprende el niño a usar esta característica. Así, características basadas genéticamente no determinan calidad de apego, pero en el contexto de distintos tipos de conducta parental, se expresan de manera diferente. Para tomar un ejemplo extremo, un alto nivel de actividad en un contexto de cuidador sensible puede ser desplegado como vitalidad, mientras que en el contexto inconsistente, puede llevar a hiperactividad y a desordenes de conducta. En el contexto de rechazo consistente, dependiendo exactamente de lo que es castigado puede llevar a proezas atléticas o a severa inhibición motora. El argumento en otras palabras, es que no es el temperamento el que crea
calidad de apego ni al revés, sino mas bien que su interacción crea personalidad. Mas todavía, esta interacción no es estética, no ocurre en un momento específico (por decir en la infancia) ni permanece fija de ahí en adelante. Por el contrario, la interacción entre la dotación biológica y la circunstancia es un proceso dinámico abierto a la influencia de todas las relaciones y experiencias disponibles al individuo durante toda su vida. Auto-organización y Retroalimentación Los seres humanos no son meros recipientes pasivos de condiciones. Sus caracteres no están formados ciegamente por información genética desconocida que interactúa con personas y hechos externos. Mas bien, los individuos seleccionan sus relaciones, responden a influencias y abren nichos dentro de los cuales se desarrollan. Posiblemente lo mas importante es que los seres humanos hacen estas selecciones sobre la base de la retroalimentación referida a sus conductas de parte de los demás y de ellos mismos. Mas aún, hay muchas fuentes de retroalimentación. Como las percepciones algunas son seleccionadas y atendidas, mientras que otras son ignoradas o dejadas de lado. Al hacer esta selección la mente humana parece ser auto-organizada, funciona para darle coherencia a la gran cantidad de información disponible. Hay diferencias individuales de la efectividad en el uso de retro-alimentación para armonizar la conducta con las circunstancias. Algunas están ligadas a la edad, otras a la experiencia previa. La mayor madurez y una mas amplia información , mejora la habilidad para usar la retroalimentación para lograr organizaciones funcionales. Niños de cuidadores tipo B tienen varias ventajas en lo relativo a la realización de su potencial genético. Primero, cuidadores sensibles son mas proclives a transformar los atributos de los niños en ventajas. Segundo, con mas información disponible en sus mentes los niños seguros/equilibrados son mas hábiles en el uso de la retro-alimentación. Tercero, la oportunidad de hablar abiertamente de experiencias confusas con los cuidadores capacita a los niños tipo B para beneficiarse con el conocimiento de los cuidadores. Por supuesto, estos no son atributos todo o nada, pero en el conjunto dan un ambiente seguro, lo que favorece a los niños con cuidadores equilibrados. Inteligencia La inteligencia es una fuente particularmente importante de variaciones individuales. Aunque asociamos inteligencia con cognición, yo diferencio estos constructos por considerar la inteligencia referida a la habilidad (de la mente) para usar información. Esta información puede ser cognitiva (generada por el cerebro medio) o afectiva (generada por el sistema límbico). La habilidad de la mente
para utilizar esta información y, particularmente, para integrar información de diferentes fuentes, es la función que mas recientemente involucra porciones del cerebro, esto es, encéfalo y corteza. Esta habilidad la pienso como inteligencia. Al tomar esta aproximación, reflejo una noción de inteligencia general aunque presumo que las características individuales influyan en su despliegue y lleven a diferencias en la inteligencia con respecto a varias área de funcionamiento (Spearman,1927). Los cambios en la inteligencia como una función madurativa (Piaget,1952); capacitan a los seres humanos para manejar información de manera crecientemente sofisticada y también reflejan el funcionamiento del cerebro y de la corteza. Desde el nacimiento el valor de la información aumenta al grado que mas información puede ser codificada, recuperada e integrada bajo una creciente variedad de condiciones para producir un conocimiento finamente sintonizado y una conducta mas adaptativa. Las diferencias en la habilidad intelectual interactuan con la experiencia para producir variaciones y rigidizaciones de patrones y éxito en la implantación y modificación de estrategias. Oportunidad La tercera razón que limita la predictibilidad desde las primeras hasta las últimas edades es que la vida envuelve eventos impronosticables que afectan el desarrollo. Porque estos eventos no están ligados a la historia evolutiva propia, no son predecibles a partir de ellos. En consecuencia, las vías de desarrollo descritas aquí son mejor conceptualizadas como vías con probabilidades de resultado mas que como continuidades fijas o resultados específicos. Así, el modelo se torna multidimensional con aspectos únicos para cada potencial individual. Mas aún, en el modelo bidimensional que yo he ofrecido un punto tiene muchos, aún infinito número de expresiones en una población; cada uno de esto tiene sin embargo, en común las dos caracteristicas definidas por el punto. Además puede ser que las caracteristicas humanas no sean iguales ni estén distribuidas normalmente en la población. En efecto, ellas pueden tender a agruparse en un estilo no lineal. Mas aún, esta agrupación puede ser regular en la naturaleza, aunque no necesariamente predecible para un individuo dado. La distribución de la materia en el espacio provee una analogía. Cada punto en el espacio es especificable con coordenadas dimensionales, pero la distribución presente de la materia es desigual y sujeta a patrones (en estrellas, galaxias y así sucesivamente). Ambas, la analogía y la línea de pensamiento están sujetas a conceptualizacion a través de la teoría del “caos”(Gleick,1987; Waldrop,1992). Si es así, la noción de turbulencia en que el suave fluir de una sustancia, por ejemplo agua, es rota en remolinos, torbellinos y riachuelos después que exceden cierta velocidad, es fascinante. Aplicado a los humanos, sugiere que en circunstancias relativamente distensas todo tipo de atributos humanos se juntan en personalidades altamente variables, aunque bajo
circunstancial presión la distribución uniforme se rompe creando patrones regulares y (dependiendo del nivel de análisis) sub-patrones. Si esto es correcto, ambas, dimensión y clasificación podrían ser útiles para describir personalidad. Esto es, las características relevantes del apego pueden ser descritas dimensionalmente, pero distribuidas a manera de patrones que es mejor describir categóricamente. Mas aún, la importancia de reconocer los patrones como opuestos a las dimensiones puede aumentar a medida que el comportamiento refleja un mayor estres o, en términos de apego, una mayor percepción de peligro. Una ala de Mariposa Para concluir esta sección ofrezco un ejemplo de cambio evolutivo que ilustra la mayor parte del punto anterior. En casa, Ana, de ocho años, fue una cuidadora para su infantil y temerosa madre y evasivamente complaciente con su ausente, seductor y sarcástico padre. En la escuela era extremadamente tímida ,inmadura y apartada. A pesar de tener padres bien educados y no presentar anomalías de nacimiento ni desarrollo, ella funcionaba académicamente en el rango subnormal, logrando un sólido promedio D en sus ramos y soñaba despierta durante sus días escolares. Los profesores sensibles a su fragilidad y sintiendo ternura hacia ella la trataban amablemente, nunca la castigaban y la promovían continuamente aunque estaba siempre ubicada en las secciones mas bajas. Esta situación no cambió hasta la secundaria. Allí, al final de su primer año un nuevo compañero, el “cerebro” de la clase a quien ella nunca había hablado, preguntó a Ana por qué actuaba tan pobremente cuando, en efecto era la chica mas astuta de la clase. Aunque Ana nunca vio otra vez a este compañero, su conducta cambió dramáticamente. Empezó a estudiar largas horas y tanto en su trabajo escolar como en sus tareas, surgió la evidencia de la gran cantidad de lecturas con que ella había ocupado sus largos y solitarios días. Pronto, la inteligencia que había estado siempre disponible genéticamente llegó a ser la característica de su conducta. Para los compañeros de su adolescencia la inteligencia llegó a ser su rasgo mas definido. En la adultez se transformó en la llave que la liberó del aislamiento de su niñez. Hay varios puntos importantes en esta anécdota. Primero, en un ambiente de cuidados distorsionados el potencial intelectual genético de Ana , no se utilizó hasta que ella estuvo lo suficientemente madura para usar la retroalimentación verbal. Probablemente esto no podría haber ocurrido antes de la adolescencia. Segundo, la fuente de esta retro-alimentacón fue un improbable evento casual, no mas azaroso que el aleteo de una mariposa. En efecto, Ana, como todo los niños, recibía una gran cantidad de retro-alimentación, la mayor parte de la cual era mas consistente con su conducta observable que ese único comentario. Este toque de retro-alimentación fue tan pequeño, tan impredecible y tan aislado que es casi imposible creer que pudiera tener un efecto evolutivo tan profundo. Después de todo el compañero difícilmente era una
figura vincular. La importancia de éste discrepante toque de información puede girar en torno a que fue consistente, de algún modo aún no articulado, con un experiencia interna y privada de Ana y su propia inteligencia. Así, una perturbación muy menor en el fluir de eventos, vino a tener un amplio recorrido e impredecibles efectos que crecieron como si se hubieran concatenado mediante sucesivas transiciones evolutivas. Tercero, el tiempo puede haber sido un factor importante. La adolescencia dió a Ana una mayor competencia mental, con la cual organizar cambios en su conducta y también crear, en el ámbito del colegio y la familia, un tribunal que valoró sus logros académicos y dió alas a su desarrollo en contextos no sociales. Finalmente, durante el período de escuela básica, la adaptación de Ana al ambiente de su hogar podría describirse probablemente como una combinación de cuidados, quejas y un fingido patrón de conducta de desamparo ( por ejemplo A/C ), usado para protegerse de disfunciones parentales. Al descubrir logros académicos Ana descubrió un modo productivo de elicitar aprobación. Algunos podrían ver esto como “compensación” y, por supuesto, su organización mental y conductual sería defensiva. Como sea, esta nueva competencia incrementó enormemente la adaptabilidad de su funcionamiento y cabría esperar que incrementara la probabilidad de que finalmente en algún período posterior de desarrollo, descubra la defensa y la reduzca. Tal logro puede ser digno de destacar, sin la devaluación implícita en el término “compensación”.Vías de Desarrollo Debido a que éste es sólo un capítulo y no un texto sobre desarrollo psicopatológico las diferencias en los resultados sólo pueden ser esbozadas en pinceladas gruesas. Los varios y, finalmente, únicos factores diferenciadores entre un resultado patológico y otro o entre resultados patológicos y un simple disconfort interpersonal (incluso la falta de problemas) no pueden ser trazados aquí. No obstante el modelo ofrecido se presta en si mismo a la complejidad y a las variaciones en los resultados dentro de un marco de procesos predictibles y válidos. Con respecto a la salud mental, el módulo implica que, con mayor edad hay potencia para mayores sutilezas de adaptación. Tal como la mente se mueve desde la clasificación dicotómica a la conciencia de distinciones mas finas. En formas similares, mientras uno se aproxima al equilibrio en la integración de afecto y cognición, las respuestas mentales y conductuales llegan a ser mas flexibles y mejor adaptadas a circunstancias únicas. Juntos, el crecimiento en edad y el desarrollo dentro del contexto de relaciones sostenedoras, maximizan el potencial de los individuos para la adaptación exitosa a variadas situaciones. Ahora se consideraran los riesgos para los niños que no han experimentado relaciones sostenedoras. Desordenes de Conducta en la Temprana y Mediana Infancia. Se puede esperar que los niños coercitivos muestren desórdenes de conducta que llamen la atención hacia si mismo y desórdenes de pensamiento que eluden la responsabilidad y también sugieren
que hay pocas relaciones causales. Los desordenes de conducta pueden enfatizar tanto un comportamiento activo de rabia, amenaza, temeridad o un comportamiento incompetente de docilidad, sumisión y miedo. De manera similar el desorden de pensamiento puede enfatizar, ya sea del si mismo o de otros, hostilidad, poder y control, por ejemplo, grandiosidad y paranoia respectivamente o, a la inversa, la vulnerabilidad, victimización o desamparo del si mismo. Ambas perspectivas de desorden implican una vaga, amorfa ansiedad “flotante” que no puede ser ligada racionalmente a la experiencia concreta. Esto es consistente con el argumento que la ansiedad tiene su origen en la evolución del afecto protector en el sistema límbico. Bowlby enfatiza la forma “desamparada” del problema, por ejemplo, niños con fobia escolar, temerosos y así sucesivamente (Bowlby 1973), considerando que la mayor atención se centra en los desordenes de conducta y otros comportamientos activos (Achenbach et al., 1991). Ambas formas, mental y conductual del patrón de tipo C, implican que otros son responsables por la situación y que los otros deben cambiar para resolverla. En ambos casos se puede esperar que los niños coercitivos formen alianzas unidas, enredadas (y a menudo castigadoras) con otros, por ejemplo, pandillas, amigos celosos, etc. Además, los niños coercitivos más que los niños defensivos, tienden a exigir gratificación inmediata como un sustituto del verdadero confort. En consecuencia, pueden exhibir impaciencia desórdenes alimenticios ligados a la ingestión excesiva e inmadurez. Además, pueden usar conductas de riesgo que no pueden dejar de elicitar atención protectora, como por ejemplo, hiperactividad descuidada, extremo rechazo a comer, tolerancia a relaciones violentas. El riesgo irracional al que se exponen, también implica que no creen en las contingencias que suelen ligar a los hechos. Este patrón se establece en la infancia con padres inconsistentes no responsivos. La mayoría de los infantes que son enviados a servicios psicológicos calzan con el patrón de apego y funcionamiento mental coercitivo. La mayoría son también varones. Un aspecto del enfoque ofrecido aquí es que podemos pasar por alto un conjunto similar de niñas cuyo desarrollo se ve amenazado por el riesgo de llevar al extremo el falso desamparo y la tolerancia extrema a la victimización. El ejemplo ofrecido antes de Ana, lo muestra. Al generar en sus profesores conductas protectoras en la escuela básica, la conducta desarmante-inmadura de Ana le evita recibir la ayuda académica que ella necesita. Como muchas niñas, ella no fue “vista” en la sala de clases llena con niños pidiendo ayuda y en circunstancias no demasiado diferentes de las suyas, desplegando sus angustias con conductas problemas que llamaban la atención. Otros niños tipo C desarmantesvulnerables, pueden desplegar problemas psicológicos que exigen la atención de los adultos. El rango va desde los cólicos en la infancia, las alergias, asma, enfermedades y extremo rechazo a la comida. Todo esto funciona para forzar a los adultos a brindar atención a los niños sin que éstos tengan que dar
argumentos razonados por la ella. Entre los niños coercitivos que son enviados al servicio están aquellos que no pueden trabajar independientemente y reclaman constante atención de las figuras de apego o de las figuras sustitutas. Debido a que han aprendido que los despliegues intensos son necesarios para atraer la atención de sus padres, los niños coercitivos tienden a ser buscadores de atención, ruidosos y destructivos en grupos, especialmente en el colegio. El programa de refuerzo intermitente e impredictible usado por sus figuras de apego, los lleva a una rápida escalada de conductas que no cesan frente a la falta de respuestas, ni siquiera frente a respuestas punitivas. En efecto, cuando adultos como los profesores se enojan, puede esperarse que estos niños desplieguen conductas desarmantes y así se hacen atractivos y reducen el poder de la rabia adulta. Porque prestan atención a los despliegues afectivos de los otros, a su (relativa) exclusión de la cognición y al uso de despliegue afectivo para atraer atención sobre sí, estos niños suelen aparecer como teniendo déficit de atención y dificultades de aprendizaje. Un ejemplo tomado de una muestra de niños de 8 a 9 años, en una tarea cooperativa en parejas, demostró el punto. Porque Rogers no tenía “mejor amigo”, su profesora le asignó a un compañero. La tarea consistía en colorear en conjunto el entorno de una silueta hasta formar una figura real. Mientras los niños comienzan, Rogers se inquieta pero su compañero va directo al trabajo. A mayor concentración mostrada por el compañero, mayor la inquietud de Rogers, hasta que comienza a moverse por la sala y a dirigir comentarios a su compañero. El “amigo” ignoró en general a Rogers, quien estaba claramente incómodo. Hizo unos pocos intentos por colorear pero sin conexión con la tarea pedida. Finalmente se inclina hacia su compañero y le susurra “te diré un secreto si tu eres mi mejor amigo”. El compañero ignoró esta comunicación. Roger lo repite, esta vez mas ruidosamente. No hay respuesta. Finalmente Roger exclamó con una voz que era al mismo tiempo enojada y vulnerable “¿eres mi mejor amigo?” con esto el otro niño giró lentamente la cabeza hacia Roger, lo miro por un rato y dijo en un parejo tono de voz “ni en sueños”. Roger se abalanzó y lo golpeó en el plexo. Sus hombros se alzaron para proteger el cuello y su cabeza se inclinó hacia adelante. Entonces se arrojó hacia atrás, cruzó el cuarto hacia la puerta y se inclinó contra el muro en posición fetal. La sala quedó en silencio por largo rato hasta que Roger se recobró. Entonces el corrió por la sala arrojando objetos, apartando muebles y gritando rabiosas amenazas. No terminó la tarea. ¿Fue hiperactivo? Si, pero para el propósito funcional de llamar la atención sobre su problema. ¿Tenía problemas de déficit atencional? Sólo si los investigadores determinan qué debían atender los niños, Roger atendió todo el tiempo a su relación con el compañero. ¿Fue incapaz de aprender? Si y no. El fue capaz de aprender, pero no cuando necesitó dedicar toda su atención a la relación y hacer frente a eventos impredecibles y a la cognición irracional de adultos importantes. Si, él tuvo desórdenes de conducta , pero por las razones explicadas. Sus padres, como
otros padres de niños coercitivos, confusos profesionales que no han sido lo suficientemente competentes para explicar los problemas extremos de Roger. Una pequeña inconsistencia puede ser incluso un toque de sumisión para rogar la aceptación de Roger. No obstante, ellos lo aman y son muy cariñosos. Exactamente como padres de niños ambivalentes y pre-escolares coercitivos. Roger representa ambos patrones, el coercitivo-amenazante y el común de desordenes de conducta. Y él es un niño. ¿Qué pasa con las niñas? ¿Qué hay respecto de los niños que despliegan patrones coercitivosdesarmantes? Sospecho que ellos experimentan idénticos problemas mentales e interpersonales, pero no son vistos por profesores que están contentos con protegerlos y que no están amenazados por sus conductas (Sadker y Sadker, 1994). Unos pocos niños defensivos podrían ser identificados en los años escolares como demasiado apartados. Unos pocos otros, podrían ser los “regalones del profesor” cuando estén bajo la autoridad de adultos, pero despliegan su rabia como matones cuando no hay adultos poderosos cerca. Como sea, se espera que la mayoría de los niños defensivos complazcan a los adultos. Ellos inhiben los afectos negativos, despliegan afectos positivos, hacen pocas exigencias y luchan por complacer las demandas adultas. Algunos tienden a esforzarse por alcanzar grandes logros. Debido a que los niños defensivos tienden a ser sobre controlados y obedientes, puede ser difícil para la mayoría de los adultos percibir que ellos inhiben sentimientos y deseos, o reconocer la tristeza, aislamiento y la rabia de estos niños. Como sea, esto propone la sustancial amenaza a la habilidad de estos niños para establecer relaciones humanas seguras y sostenedoras. Psicopatología y adolescencia. Mientras que los años escolares presentan a niños coercitivos con problemas de ajuste, la adolescencia presenta problemas para los niños defensivos. Se espera que los adolescentes desarrollen varias relaciones heterosexuales íntimas que son la base para la elección final de pareja (Erikson, 1950) Los adolescentes defensivos encuentran muy difícil tolerar la intimidad. En consecuencia, ellos se encuentran a sí mismos solos y solitarios (Sullivan,1953;Erikson,1958). Algunos niños en el subgrupo inhibidos del patrón defensivo, pueden llegar a ser aislados (ver figura 4, A5), individuos compulsivamente auto-confiados, a quienes Bowlby describe como adultos (Bowlby,1979). Otros, pueden cubrir esto usando un sistema de conductas sexuales para enmascarar el problema. Ellos usan la promiscuidad sexual (figura 4-A6) para proveer intimidad física mientras permanecen psicológicamente distantes. Otros pueden ocultarse tras la sobreexigencia respecto a logros, lo que les trae cierta fama y aprobación, pero no confort. Para todos estos adolescentes, la incapacidad para usar los afectos honestamente
amenaza su desarrollo y felicidad. A menos que se les exija acceder al afecto o se ocupen en una actividad compensatoria, como logros deportivos o académicos, se puede encontrar en ellos depresión, abuso de sustancias y promiscuidad, como lo mas probable. Entre aquellos que se esfuerzan demasiado compulsivamente por la perfección existe el riesgo que los sentimientos negados de vergüenza y fracaso puedan, a veces, llevarlos al suicidio. Los suicidios de estos individuos defensivos, a diferencia de los individuos seguros/equilibrados o coercitivos, raramente se asocian con señales que advierten que el individuo se siente desesperado. Al contrario, los individuos defensivos suicidas, parecen “tenerlo todo”. Aún después de su muerte los miembros de la familia y los profesionales permanecen a menudo confundidos e incapaces de reconciliar el dolor y la secreta vida, ahora evidente con su apariencia pública. Para adolescentes coercitivos existe la posibilidad que los desordenes de conducta se conviertan en conductas verdaderamente peligrosas y violentas, incluyendo delincuencia y criminalidad. La conducta para llamar la atención que caracteriza la edad escolar de los niños coercitivos se convertirá en una postura amenazadora “en tu cara”. La actitud de culpar a otros puede expandirse hasta incluir retribución por leves ofensas pasadas como motivación para intrincadas disputas generadoras de rencor. Además, la territorialidad llega a ser un tema en los adolescentes (posible reflejo de los efectos hormonales de la maduración sexual). En este contexto, los miembros de las pandillas pueden satisfacer la necesidad de pertenecer a un grupo siempre presente, siempre disponible y acogedor que percibe las relaciones en términos coercitivos. Especialmente si ellos han aprendido la lógica invertida de la decepción, los adolescentes coercitivos pueden comprometerse en actividades ilegales. Además, son comunes las relaciones seductoras y pendencieras, algunas de las cuales suelen ser violentas. Especialmente entre las niñas se suelen usar síntomas psicosomáticos para forzar a otros a ofrecerles atención protectora. Si esto no las satisface pueden usar las amenazas o los intentos de suicidio para expresar desamparo y exigir atención a los renuentes. Las llamadas telefónicas desesperadas o las notas de suicidio dejadas tienden a culpar a otros por actuar mal con el suicida y por no protegerlos y salvarlos. Tanto para niños como para niñas puede haber una obsesión por mantener relaciones con parejas castigadoras que las amenazan cuando la pareja obsesiva tiende a usar un patrón sumiso, la rabia puede ser expresada como agresión pasiva.
Integrados (Seguros) Cognición Verdadera B 1-2 Reservado
B3 Cómodo
Afecto Verdadero B4 Reactivo C 1-2 Amenazante Conciliador
A1-2 Inhibido
Cognición (Defensivos)
A/C
A3 Cuidador Compulsivo A4 Complaciente Compulsivo A5-6 Aislado Promiscuo
Falso Afecto 1- Defensivos/coercitivos 2- Depresivos/ansiosos 3- Anti-integrados AC
AD
1
C 3-4 Agresivo Desamparado
Afecto (Coercitivos)
2
C 5-6 Castigador Seductor AC
3
C 7-8 Amenazante Paranoide
Anti Integrado (Psicopatía)
Figura 4. Patrones de apego en adolescentes y adultos.-
Patrones de psicopatología A/C.
Falsa Cognición
Para algunos individuos puede haber una alternancia bipolar entre comportamiento de tipo coercitivo y comportamiento de tipo defensivo. Cuando el ambiente actual varía de manera de acomodarse a éste patrón de adaptación, éste puede ser mantenido por largos períodos de tiempo (Crittenden, en prensa; ver fig. 4, A/C). Depresión La depresión es una forma de psicopatología que aflige a las personas de todos los patrones de funcionamiento mental. La proposición de Gut acerca de una “respuesta depresiva básica” permite comprender este fenómeno mas fácilmente. De acuerdo con Gut (1989), la respuesta depresiva básica se desarrolla cuando la mente no puede encontrar solución para las circunstancias de experiencia individual que deben ser resueltas antes de que deba ser emprendida una actividad productiva en otras esferas de la vida. Con esto, Gut quiere decir que las personas se encierran en si mismas y muestran un creciente menor interés en las condiciones externas y, finalmente, un mínimo interés en su propio bienestar. En este estado, los individuos depresivos despliegan conductas indicadoras de depresión. Esta función está orientada a generar cuidados de los otros y así reducir el riesgo de disfunciones fisiológicas. Los individuos depresivos también rumian sus problemas. Al hacerlo, todas las energías y habilidades individuales se focalizan, despiertos y dormidos, sobre el tema central a ser resuelto. Esta intensa focalización incrementa la probabilidad de que la mente descubra una nueva solución que rompa el estancamiento y así suelte al individuo de la depresión y lo libere para volver a las actividades de la vida. Cuando la mente está sana (en el sentido de que la información es manejada libre, creativa e integrativamente), la probabilidad de encontrar una solución es buena. Cuando, como sea, las funciones mentales están constreñidas, hay un riesgo de que la solución no sea encontrada. Claramente, individuos que se defienden contra toda clase de información corren un gran riesgo de “depresión improductiva”. Mas aún, aquellos que falsifican el afecto o la cognición están expuestos a correr un riesgo aún mayor. Aunque la depresión puede ser experimentada por cualquiera en respuesta a un evento perturbador, por ejemplo muerte de un ser amado o conocimiento de una enfermedad terminal, en ambos, el rango y tipo de condiciones que representan peligro de depresión y también el modo en que la depresión se expresa, puede variar según los patrones de procesamiento mental de la información. Los Individuos que se defienden contra el afecto ( tipo A ) están proclives a desarrollar depresión con incremento del distanciamiento afectivo e incremento del comportamiento compulsivo. Su comportamiento puede ser construido como buscando soluciones mediante una mas cuidadosa administración de contingencias protectoras y sin admitir el vergonzoso defecto de necesitar ayuda (lo cual por supuesto sería de esperar
que provocara rechazo ). En suma, tal como se defienden los individuos no depresivos, ellos intentan desviar la atención de sus verdaderos problemas. Por otro lado, aquellos que se defienden contra la cognición (tipo C) suelen manifestar un despliegue afectivo incrementado y conductas impulsivas, esto es, agitación ( Patterson, 1990). En suma, cuando otros intentan reducir su dolor proveyendo soluciones racionales, los individuos depresivos coercitivos suelen mostrar rabia y suspicacia y, para si mismos, ofrecen soluciones crecientemente irracionales. Como otros individuos coercitivos, ellos se comportan con una exagerada exhibición de sus problemas para captar la atención de los demás. Depresión completa, esto es, el verdadero desamparo, puede resultar cuando los individuos encuentran que ni el afecto ni la cognición es una ayuda para resolver el problema de sus vidas (Seligman, 1995), algunos fragmentos de las estrategias pueden ser mezclados en una estrategia de depresión de autoconsuelo intrapersonal. ( ver figura 4, AD )Esta perspectiva sobre la depresión es consistente con los datos empíricos de depresión adolescente, en la cual se observaron cinco sub-tipos ( Muratori, 1993) . Depresión reactiva, encaja con la noción de Gut de depresión elicitada por eventos, la cual se resuelve por reorganización mental para una mejor adecuación a las circunstancias. Como señala Muratori, el evento puede incluir ajustes a los cambios madurativos de la infancia a la adolescencia o de la adolescencia a la adultez. Depresión con síntomas neuróticos parece representar una especie de tipo A moderado. Un tipo de depresión en la cual un severo aislamiento social, junto con ansiedad y mecanismos compulsivos, funcionan para defenderlo contra sentimientos de rabia y miedo. Depresión con severo retardo motor refleja una mas severa forma de defensa depresiva tipificada por pérdida de autoestima y sentimientos de culpa; la pérdida del interés en las actividades es acentuada al punto del estupor. Depresión con disturbios de conducta y depresión con severos disturbios de pensamiento reflejan dos niveles de disturbios de tipo C, en los cuales, en la forma menos severa, predomina la coerción, obsesión y teatralización, y en la forma mas severa, la cognición es irracional incluyendo ilusiones persecutorias y de influencia, esto es, amenazas (figura 4 C7) y paranoia (C8). Psicopatía (AC). En unos pocos casos los dos procesos de falso afecto y falsa cognición pueden coaliarse en adolescentes o adultos para producir una paradojal anti-integración de afecto y cognición. Porque esto implica integración, se muestra como AC, sin la oblicua (/). En tales casos , el individuo puede desconfiar tanto del afecto como de la cognición, cuya información, aunque discrepante, puede no gatillar la mente para reexplorar la realidad. En lugar de ello, la mente puede determinar que esto también es trampa y decepción o que el riesgo de responder erróneamente como si fuera verdad, es
demasiado grande para ser tolerado. En tales casos, la representación de la realidad es como una falsa imagen invertida en el espejo, en la cual bien y mal, verdad y falsedad, están invertidas. La imagen, de todas formas, carece ampliamente de fluidez y fundamento. Seductores desarmantes, pero falsos, los afectos ocultan rabias internas y se aplica una aguda inteligencia para invertir los esquemas cognitivos, creados mas allá de la imaginación de una persona normal. En efecto, una alta inteligencia puede habilitar a tales individuos psicopáticos para actuar con impunidad mental acerca de la intensa rabia y miedo, que todos los individuos apegados ansiosamente sienten cuando son abandonados , una vez mas, por cuidadores afectuosos. Con la rabia encubierta tras una encantadora seducción y el miedo oculto detrás de una sumisión y cuidados compulsivos (figura 4), esta derivación de psicopatía tiene mucho en común con el carácter desafectivo de Bowlby (Bowlby, 1980). Usando la perspectiva del procesamiento mental de la información ofrecida aquí, para los psicópatas, la disponibilidad de un verdadero soporte y protección humanos es, en última instancia, una cruel decepción. Síntomas, Diagnóstico y Teoría En las relaciones bosquejadas entre la psicopatología y la teoría desarrollada aquí, yo he tenido que confiar en los diagnósticos y síntomas comúnmente usados. Los diagnósticos DCM IV no están organizados sobre las bases de la teoría. Sin embargo, ellos representan un grupo de síntomas. La mayoría de los clínicos estarían de acuerdo que los síntomas no reflejan directamente el desorden subyacente ( Freud 1993) Esto es, el síntoma simple o grupo de síntomas puede tener mas de una etiología. Esto hace mas difícil la articulación de una nueva teoría de psicopatología. Las categorías diagnósticas son necesarias para expresar ideas familiares, pero los diagnósticos no consideran verdaderamente las nuevas distinciones efectuadas. Déjenme dar un ejemplo. Superficialmente la anorexia parece ser un desorden ligado a la inhibición afectiva y a una rígida estructuración cognitiva del comportamiento que a menudo es motivado por un componente de vergüenza que, en si mismo, es exacerbado por el surgimiento de la sexualidad. Así, debe ser un problema ligado al patrón defensivo. Puede ser. Negarse a comer puede ser una conducta de rabia cuando los padres desean expresar amor por medio de dar de comer. Esto no es inusual, ni social ni ontogenéticamente. En consecuencia, una adolescente muy enojada puede llamar la atención, y aún controlar las actividades familiares, negándose a comer. Al mismo tiempo puede expresar su rechazo al amor paternal. Cuando se combinan deseos poco claros en las palabras de los padres y comportamientos que pueden ser falsamente interpretados como
hostilidad, calza mejor el patrón de la estrategia coercitiva punitiva, que el de la estrategia defensiva. El punto es que la perspectiva diagnóstica ofrecida aquí depende de la función de la conducta dentro de la relación, mas que su morfología dentro de un individuo. SUMARIO Y CONCLUSIONES Para recapitular, yo propongo que los patrones de apego infantil de Ainsworth sean reformulados como patrones de procesamiento mental de información que varían en la medida que integran información basada en cognición y afecto para crear modelos de realidad. Las figuras de apego, entonces, son los individuos que protegen al niño de daños y a la vez le proveen el contexto interpersonal dentro del cual el niño aprende a usar su mente. Debido a los cambios madurativos periódicos de la mente, los roles de las figuras de apego cambian consecuentemente. Lo que permanece constante, como sea, es la función de la figura de apego, que provee a la persona apegada del sentido de seguridad base desde el cual aventurarse en lo desconocido, que, al mismo tiempo, parece tentador y peligrosamente amenazante.En este modelo los niños tipo B, que son llamados seguros en la infancia, están equilibrados en relación al uso de afecto y cognición. Los niños tipo A llamados evitadores en la infancia, se defienden contra el afecto y dependen fuertemente de la cognición. Los niños tipo C, llamados ambivalentes en la infancia, usan una estrategia coercitiva basada principalmente en el afecto. En el extremo algunos niños defensivos desarrollan falso afecto y algunos niños coercitivos desarrollan falsa cognición. Estos patrones mentales y conductuales hacen a los niños vulnerables a alteraciones conductuales y atencionales, alteraciones de la intimidad y de la sexualidad, depresión y, en casos extremos, adicción a sustancias y suicidio. En unos pocos casos los patrones llevan a la psicopatía. Muchas de las ideas que he expresado aquí van mas allá de la teoría del apego que nos es familiar. ¿He ido demasiado lejos? ¿Cuánto deberíamos apartarnos de las bases seguras de Bowlby y Ainsworth? Tal vez dependa de cuan seguros seamos. Bowlby y Ainsworth son pensadores valientes e integradores que conceptualizaron realidades mas allá del rango de las entonces familiares teorías del funcionamiento humano. En este contexto me gusta pensar que Bowlby y Ainsworth no necesitarían ni querrían que nosotros mantuviéramos inmodificado todo lo que ellos pensaron. En efecto, pienso que el mejor honor para ellos es emular su método de exploración mental amplia y valiente, de pensamiento integrativo, particularmente en lo que es relevante clínicamente para aliviar el sufrimiento de aquellos que han experimentado la pérdida de la alegría en las relaciones humanas ( Bowlby 1988 ). Este capitulo, lo
ofrezco como un pequeño regalo a Bowlby y Ainsworth a cambio de su regalo a todos nosotros de una teoría magnífica, viva y de una poderosa metodología. He buscado seguir esa huella.