ELECTRO #1 La Energía

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SUMARIO ENSAYOS Hablando con los planetas - Nikola Tesla p. 14 Méliès El Encantador - Madeleine Malthête-Méliès p. 24

LITERATURA Andreida - Villiers D’Isle Adam p. 32 El dueño del átomo - Ramón Gómez de la Serna p. 40 La pata de palo - José Espronceda p. 62 Mecanópolis - Miguel de Unamuno p. 68 París en el S.XX - Julio Verne p. 74

JUEGOS DE INGENIO El rompecabezas 14-15 p. 84 El gran problema de Colón p. 85 Los cubos de Platón p. 86 Los mosaicos Guido p. 87 El acertijo de los cuadraditos p. 88 Una batalla real p. 89 El acertijo del collar p. 90

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CARTA DEL

DIRECTOR

El desarrollo del hombre depende fundamentalmente de la

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os humanos son unos seres extraordinarios. Han conquistado los rincones más lejanos del planeta, han materializado sus sueños y siguen haciéndolo. Cuando un individuo es capaz de imaginar un nuevo concepto está plantando una semilla para el cambio, pero ésta debe crecer y desarrollarse o se quedará en ese estado permanentemente. Primero crece a través de las palabras, convirtiéndose en una visión; y después toma forma física y da el paso a la realidad. Esto lo llamamos innovación. En estos planos - visión e innovación - aparece una lista larguísima de nombres que han conseguido transformar su mundo y el de todos los demás. Entre estas miles de figuras se encuentra Nikola Tesla, un inventor que desafió los límites del conocimiento y ha producido cientos de ideas que habitan nuestro siglo XXI. Electro nace como el recuerdo revitalizante de la fuerza que le llevó a romper sus barreras y alcanzar lo imposible, y no estará solo. Para nuestro primer número “La Energía” nos acompaña el cineasta precursor Georges Méliès y sus aventuras con la iluminación artificial en un tiempo en que la luz apenas comenzaba a llegar por cable. Electro es una recopilación de ideas y asombros dedicado a aquellos curiosos que saben que lo único que es constante es que todo cambia. Nuestro sistema educativo nos enseña cómo producir objetos que ya han sido creados antes y cómo utilizar herramientas que nos son dadas. Sin embargo, no parece importante que el ser humano aprenda a soñar. Este fanzine está pensado para todos los que quieren conocer qué inspiró a Tesla y a Méliès para llegar donde llegaron.

INVENCIÓN Es el producto más importante de su

CEREBRO CREATIVO Su objetivo final es el dominio completo de la mente sobre el mundo material y el aprovechamiento de las fuerzas de la naturaleza a favor de las necesidades humanas

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EN SA YOS ELECTRO 100 SIN 4.indd 14-15

VISIONES DEL PASADO ¿En qué pensaban Nikola Tesla y Georges Méliès cuando les llegaba la inspiración? ¿Cuál era su técnica creativa? ¿Cómo mantenían fresca su genialidad? ¿Acaso hay alguna dieta creativa? ¿Se metieron en más de algún lío durante sus experimentos? En esta sección nos sumergimos en las mentes de nuestros protagonistas y rescatamos algunas historias la mar de curiosas.

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HABLANDO CON LOS PLANETAS

NICOLA TESLA

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HABLANDO CON LOS

¡LLAMANDO A MÁS DE

160 MILLONES DE KILÓMETROS!

PLANETAS

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e dónde proviene, entonces? ¿Alguien lo sabe? ¿Existe alguien que pueda establecer los límites de la sutil influencia de la Naturaleza? Tal vez, si pudiéramos comprender el intrincado mecanismo de este espectáculo que se desvela ante nosotros y, además, fuéramos capaces de rastrear el deseo que le lleva hacia su lejano origen. Entonces, quizás, podríamos hallarlo en las apesadumbradas vibraciones de la Tierra, aquellas que comenzaron a partir de su padre celestial.

mantener organismos complejos. Mi idea consiste en vida desarrollada en formas diferentes que no necesitan alimentarse o estar encadenada a limitaciones naturales del estilo. ¿Acaso un ser vivo no puede obtener la energía necesaria para sus funciones vitales exclusivamente del entorno y no necesariamente de los alimentos? Si existieran tales seres en algún planeta no sabríamos absolutamente nada acerca de ellos. Tampoco necesitamos extendernos mucho en conjeturas ya que podemos imaginar fácilmente que, en la misma medida en la que la atmósfera disminuye su densidad, la humedad desaparece y el planeta se congela; algo que puede dar lugar a formas de vida que nos resultan inimaginables. Sin duda, una repentina catástrofe acabaría con cualquier ser viviente. Sin embargo, es lógico prever que si el cambio es gradual y ocupa grandes periodos de tiempo, los seres dotados de razón acabarían encontrando nuevas formas de existir a pesar de los constantes cambios en su entorno. Así, parece posible pensar que en un cuerpo espacial congelado, como nuestra Luna, residan seres inteligentes en su interior y no en la superficie.

En nuestra Era de la Razón no sorprende encontrar personas que se burlan del mero hecho de pensar que podemos comunicarnos con otros planetas. En primer lugar, se basan en que encontrar otros planetas habitados por vida inteligente no es más que una pequeña probabilidad. Sin embargo, este argumento nunca me ha convencido. Aparentemente, en el Sistema Solar sólo existen dos planetas capaces de albergar vida similar a la nuestra: Venus y Marte; pero esto no significa necesariamente que no existan otras formas de vida. Aún sin oxígeno pueden producirse procesos químicos, pero estos siguen siendo cuestionados a la hora de · 16 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 18-19

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s por esto que podemos afirmar que la posibilidad de transmitir señales a distancias totalmente inconcebibles, de más de 80 ó 160 millones de kilómetros, se sitúa más allá del poder y la ingenuidad humana. Pero este es un argumento que formalmente ya no aceptamos como válido. La mayoría de los entusiastas de la comunicación interplanetaria han depositado todas sus esperanzas en el rayo de luz puesto que resulta el medio más adecuado para ello. Algo muy cierto, ya que las ondas de luz son las más rápidas al viajar en el espacio. No obstante, resulta algo imposible a día de hoy intercambiar mensajes entre la Tierra y los cuerpos estelares más cercanos. Para hacernos una idea, supongamos que la menor superficie posible de la Tierra observable con un telescopio desde otro planeta se cubriera con potentes focos. Se necesitaría 100 millones caballos de potencia para iluminar este área, una cantidad que supera con creces la energía que necesitan los seres humanos hoy en día a nivel global.

caballos de potencia. Todo ello con una calidad como con la que se envían mensajes por cables desde Nueva York a Philadephia. Estos son los resultados de un largo experimento que ofrece resultados cada vez más prometedores. Hace 10 años me di cuenta de que al relacionar las corrientes eléctricas y las distancias no era necesario utilizar el cable de retorno sino que con uno bastaba, sin importar la cantidad de energía enviada. Ilustré esta idea con numerosos experimentos que, en aquella época, atraían la atención de los círculos científicos. Una vez desvelé este principio, mi siguiente paso era utilizar la Tierra misma como conductor de corrientes sin necesidad de cables u otros medios artificiales. Seguí investigando en un

EN NUESTRA ERA DE LA RAZÓN NO SORPRENDE ENCONTRAR PERSONAS QUE SE BURLAN DEL MERO HECHO DE PENSAR QUE PODEMOS COMUNICARNOS CON OTROS PLANETAS

No obstante, con mis nuevas propuestas soy capaz de demostrar que es posible enviar señales hasta lugares como Marte sin tener que invertir más de 200 · 17 ·

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MI SIGUIENTE PASO ERA UTILIZAR LA TIERRA MISMA COMO CONDUCTOR DE CORRIENTES SIN NECESIDAD DE CABLES U OTROS MEDIOS ARTIFICIALES

sistema de transmisión de energía sin cables, aplicándolo también a los mensajes de telégrafo como ya expuse en 1893. A mi paso encontré muchas dificultades, como lo ineficiente que resultaba el único dispositivo del que disponía en ese momento, por lo que me vi obligado a mejorar los aparatos con los que trabajaba. Finalmente, tras invertir muchos años, vencí todos los obstáculos y construí una máquina que, en pocas palabras, funcionaba como una bomba que absorbía electricidad de la Tierra y era capaz de devolverla en grandes cantidades. Esto producía pequeñas ondas o “ruido” que, enviadas a través del planeta como si de un cable se tratara, podían ser detectadas a miles de kilómetros a través de circuitos de recepción sintonizados minuciosamente. De esta manera, pude transmitir tanto pequeñas como grandes cantidades de energía gracias a este sistema. A medida que llegaba a nuevos descubrimientos, me fui convenciendo del éxito rotundo que tendría la eliminación del cableado en la industria aunque supusiera una inversión ingente en un primer momento.

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EXPERIMENTANDO EN

COLORADO

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ara avanzar más en estas invenciones viajé a Colorado, donde hallé nuevos resultados en esta y otras líneas de investigación, una de ellas aún mucho más importante que el wireless. Mi laboratorio fue construido en el barrio de Pike’s Peak, un lugar en las Montañas de Colorado que mostraba condiciones extremadamente favorables para mis experimentos, los cuales dieron unos resultados inmensamente gratificantes. Llegué a la conclusión de que allí era capaz de concentrarme más en mi trabajo, tanto física como mentalmente, que en Nueva York y que los cambios y efectos eléctricos eran percibidos con mayor claridad y facilidad. Por ejemplo, hace unos cuantos años era prácticamente imposible producir chispas de 6 ó 9 metros de largo y yo alcancé chispas de 30 metros sin mucha dificultad. Los índices de movimiento eléctrico relacionados con los sistemas inducción no llegaban más que a unos pocos cientos de caballos de potencia y conseguí producir movimientos eléctricos de entre 100 y 10 000 caballos de potencia. Anteriormente, también las presiones eléctricas obtenidas era mínimas mientras que yo alcancé los 50 millones de voltios. Éstos y otros

resultados pueden encontrarse en un artículo que escribí para la Century Magazine titulado “El problema de la creciente energía humana”. Muchos individuos de la profesión se preguntaban qué intentaba lograr con estos experimentos. He de decir que ya falta poco para que mis descubrimientos sean expuestos públicamente a todo el mundo y puedan influir e inspirar allá donde vayan. Una de las consecuencias más inmediatas de mi trabajo puede ser la transferencia de mensajes sin cables, ya sea por mar o por tierra, cubriendo inmensas distancias. Como ya demostré, es muy práctico enviar y recibir señales con mi sistema desde cualquier punto del globo a otro, sin importar la lejanía. Espero que así pueda convencer a todos aquellos que no creen lo que digo. Tengo mil razones para sentirme satisfecho con mi trabajo ya que en estos experimentos ninguno de mis ayudantes ni yo mismo resultamos heridos en el proceso, siendo algunos realmente complejos y delicados. Cuando se trabaja con oscilaciones eléctricas tan potentes ocurren fenómenos extraordinarios como las inmensas bolas de fuego, propensas a aparecer a la mínima interferencia en · 19 · 16/9/15 15:37


ATERRADO POR

EL ÉXITO

COMENZÓ A GERMINAR EN MI LA IDEA DE QUE ERA LA PRIMERA PERSONA EN ESCUCHAR EL SALUDO DE UN PLANETA A OTRO

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la onda y que eran capaces de destruir todo aquello que se interpusiera en su camino. La máquina que utilizaba en mis investigaciones podría acabar fácilmente con 300 millones de personas en un instante, un dato que despertaba intranquilidad en todo mi equipo y algunos no eran capaces de soportar la tensión. Sin embargo, estos peligros han sido superados y ahora no encierra riesgo alguno trabajar con dicha maquinaria.

unca podré olvidar la primera sensación que me invadió cuando fui consciente de que estaba observando algo de valor incalculable para la raza humana. Era como estar frente al nacimiento de un nuevo conocimiento o la revelación de una gran verdad. Aún puedo recordar como si fuera ayer el momento frente a mi máquina y todo lo que cruzó mi mente. Mis primeros acercamientos fueron temerosos ya que notaba que estaba tratando con algo misterioso y un tanto sobrenatural. Era una sensación aún mayor si me encontraba solo en mi laboratorio por la noche, hasta el punto en que no era capaz siquiera de pensar que algún día podría aplicar esos pulsos para transmitir información y energía.

A medida que iba mejorando mis inventos para producir electricidad también afiné los medios para observar y medir los más mínimos efectos y cambios. Entre éstos últimos desarrollé un artilugio capaz de detectar una tormenta eléctrica desde miles de kilómetros, así como su dirección, velocidad y distancia recorrida. Sin duda algo de gran utilidad para futuros estudios meteorológicos que probablemente acaben siendo utilizados con fines navales.

Los cambios que se sucedieron tenían lugar de forma periódica y con una clara estructura y orden a la que no pude encontrar una causa clara y comprensible. Estaba familiarizado, por supuesto, con la influencia eléctrica del Sol, la Aurora Boreal y las corrientes y que ninguno de ellos era el causante de estos resultados. La naturaleza de mis experimentos descartaba la posibilidad de que los fenómenos atmosféricos · 20 ·

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estuvieran relacionados, conclusión a la que muchos otros llegaron rápidamente. No fue hasta pasado un tiempo que tuve una iluminación y supuse que el origen de estos eventos era controlado por una inteligencia. Me resultaba impensable que todo aquello ocurriera de manera accidental, aunque fuera incapaz de comprender qué pasaba ni cuál era su significado. Comenzó a germinar en mí la idea de que era la primera persona en escuchar el saludo de un planeta a otro, es decir, que todas aquellas señales eléctricas eran resultado de una conversación interplanetaria; y así lo expuse frente a la Red Cross Society cuando me preguntaron cuál creía que era uno de los posibles logros de la humanidad en los próximos 100 años. Se presentaba ante nosotros el reto de interpretar estos mensajes. Una vez volví a Nueva York tuve que dedicarme a otros proyectos que debía concluir urgentemente pero no he dejado de pensar en todo lo que viví en Colorado. Me esfuerzo constantemente en mejorar mi equipo para retomar la investigación en el momento en el que se me presente la oportunidad. Es sólo cuestión de tiempo que vuelva a Pike’s Peak. · 21 · 16/9/15 15:37


EN CONTACTO CON LOS MARCIANOS

A

día de hoy, no se presenta ningún obstáculo insalvable a la hora de construir una máquina capaz de recibir y enviar mensaje a Marte, como tampoco existe ninguna dificultad en grabar este intercambio de información tanto en la Tierra como en otro planeta mientras tengan electricistas hábiles. Una vez entablemos comunicación, el acercamiento a un diálogo más inteligible será gradualmente más rápido. Pongamos que partimos del mensaje más sencillo: los números. Se podrán captar mensajes con absoluta precisión tan pronto como recibamos el mensaje “cuatro” en repuesta a nuestra señal “uno, dos, tres”. Ya sean los marcianos o los habitantes de cualquier otro planeta, comprenderán que pueden hablar con nosotros una vez

seamos capaces de recibir su mensaje a través del espacio. Ahora, expresar ideas de cualquier forma a través de dichos medios es aún una variable complicada, por no decir imposible. No obstante ya he encontrado una manera de hacerlo posible. ¡Menudo revuelo va a causar todo esto! Pero, ¿cuándo será una realidad? Está claro que todo gran logro lleva consigo una gran inversión de tiempo. Al menos, la ciencia ya se ha beneficiado de mis avances. Pero confío en que pronto pueda demostrarse que mis experimentos en el Oeste son mucho más que una visión y que realmente se ha llegado a desvelar la ínfima parte de una profunda y gran verdad.

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MÉLIÈS EL ENCANTADOR

MADELEINE MALTHÊTE-MÉLIÈS

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A finales del siglo XIX, en el origen del cine, Georges Méliès busca en la energía eléctrica la fuente para saciar su creatividad. Veámoslo en sus propias palabras -l a autobiografía que publicó al final de su vida -, y en las de su sobrina-nieta Madeleine

S

on necesarios muchos meses para que el estudio de Montreuil, el primer estudio de cine de la Historia, termine de instalarse; pero Méliès no interrumpe por eso su actividad. En su laboratorio del Pasaje de la Ópera de París, filmará al famoso Paulus en su gran éxito Volviendo de la revista. El célebre cantante, envejecido y fatigado, ha aceptado prestarse a esta sorprendente experiencia, ya que no desea mostrarse “al natural” sobre un escenario. De ese modo, mientras la película se proyecta en la gran pantalla, Paulus cantará entre bastidores. Se trata de uno de los primeros ensayos de sincronización de la imagen y la voz que Méliès no repetirá.

“Un detalle curioso: fue Méliès el que hizo las primeras tomas con luz eléctrica, en una época en que esto se consideraba imposible, pues tanto la sensibilidad de los negativos como la luz artificial eran insuficientes. Con todo, con la ayuda de treinta lámparas de arco llegó a filmar así, en escena, al famoso cantante popular Paulus. Esto se consideró como algo absolutamente extraordinario por los cineastas de la época. Más tarde, intentó repetir esa hazaña en su estudio, pero allí la superficie por iluminar era demasiado grande, y como los focos potentes no existían aún, nunca pudo lograr una intensidad suficiente para poder prescindir de la luz del día”.

Pero el consumo de 15 lámparas de arco es tan grande, que algunos días más tarde, un empleado de la Compañía de Electricidad, entonces nueva en París, viene a señalar a Georges que su contador no marcha más. Desarma el equipo y comprueba que solo hay allí un bloque de cobre fundido. ¡Por milagro no hubo un cortocircuito en toda la ciudad! Ya es hora verdaderamente de que Méliès posea la herramienta que requiere su genio: un estudio cinematográfico.

Para filmar a Paulus en un lugar tan pequeño como su laboratorio, Georges Méliès utilizará un nuevo sistema de iluminación. Más tarde lo explicó él mismo: “Los primeros ensayos de iluminación artificial que hice, con 15 lámparas de arco y 15 de mercurio, dieron un resultado mediocre por falta de potencia. No dejé de filmar por eso al famoso cantor Paulus en su canción Volviendo de la revista. Fue el primer ensayo de ese género y tuve éxito,

Anónimo [Georges Méliès], “Vida y obra de un pionero del cine”, en revista Cinema (Italia, 1935)

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ya que se proyectó largo tiempo en el Ba-Ta-Clan con acompañamiento de orquesta cuando Paulus, que ya no podía cantar, se había convertido en director del establecimiento. Su aparición en la pantalla era saludada cada noche con ovaciones entusiastas. Esta vista fue tomada en el laboratorio del Pasaje de la Ópera, en un espacio de dos metros cuadrados”.

A partir del mes de marzo de 1897, esto se habrá logrado. Georges Méliès podrá lanzarse a esa exploración de lo desconocido que es su ejercicio favorito”.

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LI TE RA TURA ELECTRO 100 SIN 4.indd 32-33

RELATOS PARA VOLAR Antes de ponerse manos a la obra y crear objetos revolucionarios se trabaja el plano abstracto hasta llegar a un concepto que no existe en la realidad física. Aunque muchas de estas ideas no llegan a ejecutarse, muchas siguen vivas en los relatos de ficción. Ahora sólo tienes que dejarte llevar por los universos imposibles obra de estos 5 autores.

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LA EVA FUTURA

VILLIERS DE L’ISLE ADAM Solus cum solo, in loco remoto, non cogitabuntur orare PATER NOSTER. TERTULIANO

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E

El noble inglés, impresionado por la entereza terrible del electrólogo, sintió, al oír el enunciado sorprendente, que todo el hielo de la ciencia le llegaba al corazón. Sin embargo, no interrumpió, pues era un hombre de gran serenidad. La voz de Edison se hizo mucho más grave y melancólica.

dison desciñó el velo que Hadaly llevaba en la cintura y dijo: - La Andreida se compone de 4 partes:

1.ª El sistema-viviente, interior, que abraza el equilibrio, la facultad de andar, la voz, el gesto, los sentimientos, las expresiones futuras del rostro, el movimiento regulador íntimo o, mejor dicho, el ALMA.

- No he de daros ninguna sorpresa, milord. ¿Para qué? La realidad, como veréis, es suficientemente maravillosa para que quiera rodearla de otro misterio ajeno al suyo. Seréis testigo de la infancia de un ser ideal, puesto que vais a asistir a la explicación del organismo íntimo de Hadaly. ¿En qué Julieta podría efectuarse análogo examen sin que Romea se desmayara?

2.ª El mediador plástico, o sea, la cubierta metálica aislada de la carne y de la epidermis, que es una armadura de articulaciones flexibles donde se apoya y fija todo el sistema interior. 3.ª La carne ficticia sobrepuesta y adherida al mediador que remeda los rasgos y las líneas del cuerpo-tipo, con su grafancia propia y personal, con los relieves de la osamenta, los repujados venosos, la musculatura, la sexualidad y todas las proporciones corporales.

>> En verdad, si los amantes pudiesen ver de una manera retrospectiva los comienzos positivos de la amada y su forma cuando empezó a moverse, su

4.ª La epidermis, con todos los detalles de color, porosidad, líneas, esplendor de sonrisa, inconscientes mohínes de expresión, fiel y exacto movimiento labial en las pronunciaciones; la cabellera y el sistema velloso; el conjunto ocular, con la individualidad de la mirada y los sistemas dental y ungueal.

LA ANDREIDA, EN SUS PRIMEROS MOMENTOS, NO OFRECE LA HORROROSA IMPRESIÓN QUE DA EL ESPECTÁCULO DEL PROCESO VITAL DEL ORGANISMO. TODO EN ELLA ES RICO, INGENIOSO Y ALARMANTE.

Edison pronunció estas palabras con el monótono deje con que se expone un teorema de geometría del cual el quod era demostrandum estaba virtualmente encerrado en la proposición. Al escuchar aquella voz, lord Ewald presumía que el ingeniero no sólo iba a resolver teóricamente los problemas que suscitaban aquellas afirmaciones monstruosas, sino que quizá los tuviese ya resueltos y se dispusiera a probarlos. · 34 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 36-37

apasionamiento se abismaría en una sensación en que lo lúgubre lucharía con lo absurdo y lo inimaginable. >> La Andreida, en sus primeros momentos, no ofrece la horrorsa impresión que da el espectáculo del proceso vital de nuestro organismo. Todo en ella es rico, ingenioso y alarmante. Mirad. Apoyó el escalpelo en un aparato central colocado a la altura de las vértebras cervicales de la Andreida. - En este punto reside el centro de la vida de los humanos. Es el sitio de donde arranca la médula espinal. Un pinchazo aquí basta para mataros al instante, pues los nervios que rigen nuestra respiración se reúnen precisamente en este lugar y la más leve lesión produce la asfixia. Para que veáis que he respetado el ejemplo de la Naturaleza, os muestro que los dos inductores aislados en este punto corresponden con el funcionamiento de los pulmones de oro de la Andreida.

electro-magnético de los más poderosos reducido en sus proporciones y gravedad, donde todos los inductores se juntan. >> El legado de Prometeo, la chispa, corre alrededor de esta varilla mágica y produce la respiración al inducir una corriente en este imán colocado entre los senos, que atrae la lámina de níquel unida a las esponjas metálicas. Esa hoja vuelve a su posición primitiva por la regular interposición de este aislador. He previsto los profundos suspiros que la tristeza arranca al corazón. Dado el carácter dulce y taciturno de Hadaly, no ha de serle ajeno tal encanto. La mujeres saben que es fácil la imitación de estos suspiros melancólicos. Todas las comediantas los venden por docenas y resultan de lo más perfectos.

>> Examinemos los grandes rasgos de este organismo; luego os iré dando detalles. >> El misterio emanado de estos discos metálicos hace que el calor, el movimiento y la fuerza queden repartidos en el cuerpo de Hadaly por las redes de hilos brillantes; imitaciones exactas de nuestros nervios, nuestras arterias y nuestra venas. Por medio de esos pequeños discos de vidrio que se interponen entre la corriente y los haces de hilos, el movimiento empieza o termina en uno de los miembros o en toda la persona. Aquí está un motor

>> He aquí los dos fonógrafos de oro, inclinados en ángulo cuyo vértice es el centro del tórax: estos son los pulmones de Hadaly. Se transmiten uno a otro las hojas metálicas de sus armoniosas charlas como los cilindros de la · 35 · 16/9/15 15:37


Debajo de los pulmones está el cilindro donde quedarán inscritos los gestos, la gentileza, las expresiones del rostro y las actitudes del ser adorado. Es un cilindro semejante a esos de las cajas de música y de los organillos, que están erizados de púas metálicas, y, así como por un cálculo musical se reproducen las notas de un baile o de un fragmento de ópera por la disposición de los dientes vibrátiles respecto del peine armónico, así el cilindro en cuestión, bajo otro peine que comunica con todos los nervios de la Andreida, impone los gestos, el donaire, las expresiones del rostro y las actitudes de la mujer que encarnamos en la Andreida. El inductor de este cilindro, es, como si dijéramos, el gran simpático del sorprendente fantasma.

imprenta se van cediendo los rollos de papel. Una tira de estaño contiene horas enteras de conversación, en la cual van incluidas las ideas de los más grandes poetas, de los más sutiles metafísicos y los novelistas más profundos de este siglo, a los cuales me he dirigido y, a peso de oro, les he sacado todas sus maravillas inéditas. >> Por eso digo que Hadaly sustituye una inteligencia por la inteligencia antonomástica. >> Mirad las dos imperceptibles agujas de acero templado al pasar por las estrías de los cilindros que dan vueltas gracias al movimiento incesante creado por la chispa misteriosa. Están esperando la voz de miss Alicia. Sin que ella lo sepa, la aprehenderán cuando recite, como insigne comedianta, escenas incomprensibles de papeles misteriosos y desconocidos, en la función donde Hadaly encarne para siempre.

>> Contiene el antedicho cilindro la producción de setenta movimientos generales. Es, aproximadamente, el número del que puede disponer

una mujer bien educada. Nuestros movimientos, excepto en los nerviosos o convulsivos, son casi siempre los mismos; las diversas situaciones de la vida los matizan y hacen que parezcan diferentes. He calculado, después de descomponer los derivados, que veintisiete o veintiocho movimientos constituyen una personalidad. Por otra parte recordemos que una mujer que gesticula mucho es un ser insoportable. He procurado sorprender tan sólo los movimientos armónicos, desechando cuantos fueran chocantes e inútiles.

movilidades de miss Alicia Clary corregiré mis pruebas: es una operación que no resulta difícil valiéndose de la fotografía-sucesiva de la cual acabáis de ver una aplicación.

>> El mismo movimiento que el fluido engendra une los pulmones de oro de Hadaly con su gran simpático. Una veintena de horas de sugestivos diálogos están grabados en es hoja de una manera indeleble por medio de la galvanoplastia y por otra parte sus correspondencias expresivas están inscritas en las púas del cilindro, incrustadas con un micrómetro. El movimiento de los fonógrafos, combinado con el del cilindro debe lograr una simultaneidad homogénea de la palabra en el gesto, los movimientos labiales, la mirada y el claroscuro de la expresión sutil.

- Con un solo razonamiento quedaréis persuadido de la sencillez del problema que todavía no acabáis de comprender.

Lord Ewald le interrumpió: - Mas un diálogo requiere un interlocutor... - Que seréis vos - respondió Edison. - ¿Cómo es posible que anticipéis y preveáis lo que he de preguntar a la Andreida?

- Perdonand, cualquiera que pueda ser su simplicidad, si acepto la demostración, será en merma de mi amor y de mi pensamiento, pues tendré que atenerme a su rigor funcional. - ¿Qué importa eso, si asegura la REALIDAD de vuestro ensueño? ¿Quién es libre? Los ángeles de la leyenda antigua quizá... Y si pueden ser considerados como tales es porque se han librado de la tentación... por haber visto en qué abismo cayeron los que intentaron pensar...

>> De esta manera, el conjunto queda regulado a la precisión, pues, aunque es más difícil mecánicamente que inscriba una melodía y su acompañamiento en el cilindro de un organillo, es cuestión de paciencia, de cálculo diferencial y de poder aumentativo de las lentes el establecer la apetecida concordancia.

¿CÓMO ES POSIBLE QUE ANTICIPÉIS Y PREVEÁIS LO QUE HE DE PREGUNTAR A LA ANDREIDA?

>> Yo puedo leer los gestos en este cilindro tan deprisa como un impresor lee al revés una página compuesta (cuestión de costumbre). Según las · 36 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 38-39

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Los dos interlocutores se miraron en silencio.

es a una circunstancia, y tan armónica con vuestro espíritu se presenta, que quisierais apuntársela, ella JAMÁS la pronuncia y SIEMPRE aparece la disonancia desconsoladora, la otra palabra que le dicta su estupidez y os atraviesa el corazón.

- Si llego a comprender - dijo lord Ewald con su estupor -, va a hacerse forzoso que yo mismo aprenda mi papel de preguntas y respuestas. - Pero podréis modificarlas ingeniosamente como hacéis en la vida para que la esperada contestación se adapte a ellas. En definitiva, cualquier respuesta puede cuadrar a cualquier interrogación. La humanidad tiene un gran caleidoscopio para las palabras. Dada la jerarquía espiritual de un sujeto, un vocablo puede adaptarse a cualquier sentido en la eterna aproximación y el continuo equívoco de los coloquios humanos. ¡Existen tantas voces vagas, sugestivas, de una elasticidad de significado tan extraordinario y cuya densidad de sentido depende tan sólo de aquello a que responden!

>> Tranquilizaos. Con la Alicia futura, con la verdadera Alicia no sufriréis ese hastío estéril. Llegará el término esperado y su belleza será proporcional a la sugestión. Su conciencia no será la negación de la vuestra: será el aspecto de alma que prefiera vuestra melancolía. Podréis evocar en ella el recuerdo del único amor, sin temer que defraude las esperanzas que abrigabais. Sus palabras serán tan sublimes como sea la inspiración que las suscite. No os cabrá el temor de ser incomprendido, como con la viva. Únicamente será menester que tengáis en cuenta el tiempo que media entre las palabras. A veces no tendréis ni que articular voz alguna. Ella responderá a vuestras ideas y a vuestros silencios.

>> Pongamos un ejemplo y aceptemos que sea la palabra “YA” aquella que la Andreida deberá pronunciar en un momento determinado. Usted esperará la pronunciación de esta palabra que vendrá en compañía del más tierno arrobamiento y sonará con la voz de miss Alicia Clary.

- He de declararos - respondió lord Ewald - que si es una comedia lo que perpetuamente me proponéis representar, me veo obligado a rechazar vuestro ofrecimiento.

>> ¡Pensad a cuántas preguntas y a cuántos pensamientos puede responder magníficamente este vocablo! Y en cuanto a su belleza y profundidad, nadie mejor que vos puede dárselas en la misma interrogación que dirijáis o en la misma alusión que suscitéis.

Al principio todos los pensamientos pertenecen al

AMOR

Después, todo el amor pertenece a los

PENSAMIENTOS

>> Haréis lo que intentáis hacer en la vida con la Alicia real, y lo que nunca habéis logrado con ella, pues cuando esperáis una palabra que tan adecuada

Albert Einstein · 38 ·

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EL DUEÑO DEL ÁTOMO

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

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rimero, durante sus relaciones, don Alfredo decía a Ángela: - Somos dos átomos y vamos a formar una molécula... Nuestros núcleos se mantendrán juntos a pesar de la repulsión mutua inevitable... Pero para eso debemos ser piadosos y transigentes el uno con el otro.

afueras de la ciudad, llevaba una vida muy retirada, muy sobria, como vida de pescador con caña.

como una usura de interés compuesto, convirtiéndose en legado de avaro el legado del hombre altruista. - Toma, aquí te traigo el premio por “la teoría de los infinitésimos”.

Ángela no comprendía aquella teoría de la repulsión que don Alfredo, para ser concienzudo en todo, no dejaba de predicar, pero al fin se casó con él. Ya en la casa, después de la boda, don Alfredo dijo a Ángela con sigilo de secreto:

Sólo entraba en casa del sabio un tal Práxedes, el amigo de la infancia, que era como el queso manchego de los finales de la comida, el hombre anticientífico que siempre estaba vociferando contra esa ciencia que todo lo complica, “pues comienza por tener la avilantez de llamar dígitos a los número de una cifra y polidígitos a los de varias, ¡habránse visto ganas mayores de infautar las cosas!”.

- Te casas con un hombre riquísimo... Si yo logro como espero dominar el átomo seré el amo del mundo... La dote que ya aporto al matrimonio puede ser fabulosa.

Don Alfredo dejaba que mesase su barba aquel brutazo, que era como órgano de conversación para las sobremesas, francote, sonoro, cordialote.

En el corazón de Ángela, que era de nacimiento la pura mujer del sabio, se depositó como en una bolsa esa promesa del átomo conquistado. Muchas veces, después, en sobremesa, arremuescos y dengues, le había repetido don Alfredo el mismo concepto.

Ángela le daba un dulce y una copita y, bajo las miradas de Práxedes, jugaba ella con sus manos sobre el mantel, satisfecha de tener alguien que las admirase en su blancura, en sus displicencias, en sus joyas clavadas como cilicios.

- Sólo para el cáncer hay más premios que para las ciencias físicas y eso porque los millonarios esperan crear una casta de millonarios perpetuos si consiguen acabar con el cáncer... ¡A que no dan premios al buen humor espontáneo, a la felicidad necesitada o a los que tengan más peso específico de hombre sensatos, comprensivos y fantásticos!

- Con el átomo que es la moneda invisible, que es la inconcebible parte de un céntimo, seré el hombre más poderoso del mundo y tú tendrás lo que quieras, un parque completo de gabanes de pieles por ejemplo.

Don Alfredo ganaba esos premios que llevan emparejada la chorrera de una bolsa con monedas de oro, esos premios que no hay a quién dar, y que los jurados respiran al poder entregar a alguien, pues declararlos desiertos sería

SI YO LOGRO COMO ESPERO DOMINAR EL ÁTOMO SERÉ EL AMO DEL MUNDO

De aquella barba de don Alfredo se podía esperar todo y era posible que estuviese emboscado en ella el átomo libre. En sus ratos de meditación parecía que contando las hebras de su barba, seguía una cuenta innumerable. Profesor subvencionado en un recóndito instituto perdido en las · 42 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 44-45

don Alfredo la cepillase hasta conseguir aquella limpidez apetitosa. - Pero todo esto no es nada - repetía él - para lo que vendrá el día en que yo sea dueño del átomo... ¡El átomo, el átomo! La única cosa mágica, el único talismán verdadero...

- Toma, aquí te traigo el premio por “el aplique de la ley de Winter”.

Parecía que iba a poder meterse el átomo en uno de los bolsillos de su chaleco como un botoncito al que pedir todos los caprichos posibles.

- Toma, aquí pongo estas diez mil pesetas del premio de Rothschild por mi monografía fisiográfica.

Ángela le veía en su fantasía sacando el átomo para preguntarle como un hombre mágico el “¿qué quieres?” capaz de todo.

El amigo Práxedes había opinado frente a aquellos premios con estas palabras:

- ¿Pero no se perderá fácilmente? - Qué ingenua eres... Hallada la fórmula que busco, todo estará conseguido y cuenta con que yo no quiero un átomo ni la mitad de un átomo, sino algo mucho más pequeño, sólo la mitad de su corazón... Ángela, cada vez más una mujer para el drama, le oía como si descansase el pendetif de la perla mayor del mundo en medio de sus senos.

Poco a poco don Alfredo fue haciéndose de un laboratorio importante con aparatos nuevos, relojes extraordinarios, máquinas de pesar lo imponderable y mucho vidrio en rosquillas, espirales, retortas y toda esta teratología de pequeños monstruos transparentes que complican los laboratorios. De su comisión de Nueva York trajo un porquito de radio, “la joya que se evapora y un día será un poco de plomo triste”, como chamarrajeó Práxedes al saberlo, pero después de haber dado a don Alfredo un abrazo de enhorabuena lleno de emoción. Ángela se sentía feliz y rica, cada vez más limpia y pulida, como si la barba de · 43 ·

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- Nuestra riqueza consistirá en el polvo más pulverizado de un diamante microscópico ¿Comprendes?... Eso sólo será la riqueza suprema.

tenga condiciones materiales de procreación y adopción... Tú no eres más que un átomo hinchado. - Pues con todo eso yo no creo en el átomo ni creo que los hombres de ciencia lo tomen muy en serio.

Ella parpadeaba mucho como queriendo comprender, silabeando con los ojos cosa tan sutil.

- En el fondo del átomo se desnucan todos los hombres de ciencia... Es la montaña de las montañas. ¡El que le clave el último alfiler, ése será el gran profeta!

II Los sábados por la noche reunía a tres amigos don Alfredo. Eran aquéllas las mejores horas de su asueto, frente al domingo que era el único día en que no tenía que madrugar.

- Estás chiflado, chico estás chiflado. - Más chiflado me creerías si te dijera que oigo a los átomos por las noches como si tuviese millones de relojes cerca...

El primero que llegaba era Práxedes, su amigo de internado en un colegio en que los internos fueron como prisioneros que juraron no olvidar su cautiverio. Práxedes cenaba con el matrimonio, y los tres esperaban a don Martín, el oceanógrafo, y a Silvio, el discípulo predilecto de don Alfredo.

- ¿¡Pero no serán los relojes de Roskof!? - Majadero... Son relojes incomparables hasta con los más diminutos relojes de pulsera. - Pero, bueno, ¿qué piensas gritar cuando llegues a descubrir el secreto del átomo? Tienes que tener preparada la célebre exclamación. ¿Gritarás “¡Tierra!”? ¿Tal vez “¡Eureka!”?... Inmortaliza, hombre, una palabrota digna de mejor suerte que la que la hizo palabrota...

Don Alfredo se entonaba primero con la cena extraordinaria de aquella noche y pasaba muchas veces la servilleta por su rostro como para borrar todos los cálculos y cifras de su pizarra mental. Práxedes siempre estaba de vena contra la obsesión de su amigo. Siempre tenía esa oficiosidad del compañero que quiere salvar de sus obsesiones al amigo. Esta noche repetía con más fuerza sus metiduras de siempre:

Don Alfredo sonrió. En su sonrisa descansaron sus sienes y en sus ojos se abrió el objetivo como quien atiende a mayor paisaje. - El átomo en él desmentía todas las formas y lo sometía todo a cierta descomposición.

- Cada vez creo menos en el átomo... Me parece que pierdes el tiempo estudiando esas partículas de un estornudo de tu propia imaginación...

Práxedes volvió a la carga: - ¿A que no sabes cómo pagaría yo tu trabajo? En ochavos chicos. El estudio de una minucia tal no merece otra cosa.

- El átomo es la única realidad del mundo... Es lo que ha hecho que todo · 44 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 46-47

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¿QUÉ PIENSAS GRITAR CUANDO LLEGUES A DESCUBRIR EL SECRETO DEL ÁTOMO? TIENES QUE TENER PREPARADA LA CÉLEBRE EXCLAMACIÓN.

Esta cachimba es mi retorta de átomos, pero átomos agradables. - No, no tan agradables, que me pican mucho en la garganta - exclamó Ángela -. Los átomos por lo menos no enrarecen nuestra casa porque se escapan por las rendijas. El timbre sonó y apareció don Martín, oceanógrafo. Parecía salir de sus mares, bajo cuyas aguas había tomado cierto tipo de morsa. Hombre bueno, como salido de otro elemento que el de los hombres secos, brillaba en su fisionomía el copioso fósforo asimilado en sus divagaciones bajo las aguas condimentadas como especial sopa de pescado preparada por el gran cocinero celestial.

- ¡Qué bruto eres, Práxedes! ¡Qué poco átomos de inteligencia debes tener! Ángela intervenía en esos momentos.

Don Alfredo y don Martín se abrazaban como investigadores en su mejor día de descanso. Parecía que entre los dos habían preparado los mares del mundo para la semana próxima. “Yo estudio lo caudaloso”, parecía decir don Martín. “Y yo lo esencial”, parecía decir don Alfredo. Cuando sacaban los dos su reloj para ver la hora, resultaba que los dos relojes marchaban al unísono.

- Acabarán ustedes riñendo como siempre... No hay cosa peor que el haber estado internos en un mismo colegio. - Donde yo era el sobresaliente y Alfredo el nulo. Le llamábamos “Cero” porque siempre aladía un cero sobrante a todos sus cálculos... ¡El cero! Ahora caigo, ya presentías entonces el valor de tu átomo...

Práxedes andaba con más cuidado al tratar a don Martín, pero también le proponía dislates que había barajado toda la semana.

Don Alfredo abría más sus ojos empequeñecidos. Práxedes continuaba: - ¿Pero los átomos, cómo pueden reproducirse? ¿Es que fueron creados todos al mismo tiempo? ¿Cuántos átomos consideras que tiene esta pipa?

- El mundo según las últimas versiones - le espetaba a don Martín - ha de morir por falta de oxígeno... Entonces le disolverán a usted para expropiarles todo el oxígeno.

- Más puede un necio preguntar que cien sabios contestar...

Un momento, don Martín, bajo el desarraigo que suponían aquellas hipótesis, se quedaba desconcertado, nadando con brazos cortos en las secas

- Después de todo ¡me satisface tanto arrojar millones de átomos de humo!... · 48 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 50-51

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arenas de aquellos mares disueltos pero, por fin, como si hubiese encontrado el caudal acuoso de su saliva, dijo:

- Los inventos no han de variar nuestro conflicto interior, este conflicto frente a la muerte que hace blasfemos o místicos... Lo mismo da... Es tonto creer que los inventos han de variar el punto más íntimo de nuestro reflexión, lo que rebaja el valor y la alegría de todo, lo que da el deseo de barbarizar como el que gritando cree aliviar su dolor.

- No será necesario descomponer las aguas... Bastará con cubrir de arbolado el mundo. - Entonces, si no hemos de vivir alguna vez sobre esas montañas y esos valles que ahora se estudian, ¿por qué tanto afán por el fondo del mar?

Práxedes, como si aquella opinión de don Martín le aseverase, dijo:

- Porque quizá la explicación de la tierra está en el mar...

- Muy bien... No se adelanta nada. Unas cosas contradicen a las otras y el día en que eso se demuestra los sabios dicen el “¡Usted dispense!” más cínico que se conoce.

- Diga usted que porque los hombres de ciencia son más peces que nunca y buscan su residencia en el fondo del mar.

Silvio bromeó, sobre todo con don Práxedes que era el rústico entre ellos. Se sentía alegre de jugar con aquella especie de viejo tío, ignorante, con todos los átomos atimpanados, duro de concepción como tapia para jugar a la pelota.

Don Alfredo intervino con campechanía de profesional que sale al quite y dijo a Práxedes: - Tú si que estás hecho un buen besugo. Silvio llegó el último. Siempre parecía venir de una reunión de muchachas con las que había pasado con gulas las primeras horas de la noche. Ángela al ver al tercer comensal salió para preparar el té de las doce de la noche.

III

- Yo ya noto en la vida una vibración de átomos que me tiene preocupado... Me parece que desperdiciamos estados latentes infinitos... Son una secreción de las glándulas... Son hormonas misteriosas que sólo el penúltimo doctor del mundo sabrá regular evitando muchas muertes con su estímulo... ¡Qué grosera resultará entonces la medición de las glándulas por pequeñas y sutiles que nos parezcan ahora!

Don Alfredo seguís su vida de investigación febril. En el camino de su trabajo había creado la más avanzada microbalanza y había conseguido nuevos espectro del tiempo completando aquel hallazgo original de sus especulaciones. Cada día que pasaba, la casa se llenaba de relojes más solemnes y cardenalicios. Don Alfredo, sintiéndose cerca del descubrimiento y lleno de confianza con Silvio, le llamó con el secreto designio de que él fuese el copartícipe de su próxima invención, el que trabajase con él, en aquel laboratorio en que nunca había entrado nadie.

Silvio agrandaba sus ojos ante aquellas aseveraciones del maestro. - El átomo es maravilloso, pues tiene un agujerito por el que se ve todo... El agujerito del átomo da a las vidas a que estuvo amalgamado el átomo en el pasado... Sólo por ese agujerito se verán los infinitos ascendientes de cada uno.

Silvio, un poco sorprendido por aquella llamada súbita del maestro, oía la divagación parsimoniosa de don Alfredo.

- La química - insistió don Alfredo se hace la distraída ante esos éteres

Por fin, esta noche de muestra acabó los mimos que todas las noches en un coro de confidencias, y todos como jugadores de mus se han hecho tan amigotes como si viviesen la noche visperal del Juicio Final.

Silvio traía frescos los últimos problemas y se le veía estar dispuesto a ir a decir lo que después no decía. Don Alfredo, que tenía presentes las confesiones de toda la semana, sabía la inocencia científica que brillaba en el joven discípulo, ese discípulo al que la credulidad del profesor saca brillo como a una camuesa, empeñando en él esa obcecación paternal que cree siempre que el primogénito es un genio de la especie. Era la hora filosófica. Don Martín, poniéndose a la altura de aquel instante, dijo: · 50 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 52-53

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LOS INVENTOS NO HAN DE VARIAR NUESTRO CONFLICTO INTERIOR, ESTE CONFLICTO FRENTE A LA MUERTE QUE HACE BLASFEMOS O MÍSTICOS. LO MISMO DA.

nuevos... Todavía no se ha dicho que en una atmósfera en que sólo hubiese oxígeno y nada de electrones y protones, nos moriríamos... Lo que más nos hace vivir es el contacto con los electrones. Todo se complica con el átomo. No se sabe si el sostenimiento de la vida es interior o exterior... Quizá todo el secreto de la vida está en el respirar, y no porque respiremos aire, sino por cómo respiramos inmumerables electrones. - Es posible que debamos la vida a eso... Realmente es de una altivez digna del infantil hombre el haberlo explicado todo por su alma.

- Podría acabar con el gran cáncer del terráqueo...Pero yo cortaré la destrucción, cortando la aislación de ese medio microátomo disolvente con el otro medio microátomo de socorro y provocando la unión instantánea de las dos mitades, como en un disparo de dos balas contrarias que se fundiesen al encontrarse y cayesen en quita lágrima de plomo.

- No me lo acabo de explicar. - Pues yo procuraré aclarárselo... Cuando yo consiga esa división, según mi misterioso procedimiento de guillotinar el electrón del centro del átomo, procuraré aislar una mitad y dejaré libre

El programa estaba tan dominado que el discípulo emocionado repuso: - Comprendo... Comprendo... ¡Admirable!...

alcance esa última esencia! Será el día supremo del mundo, porque ese corazón del electrón central hablará... Sí, hablará en un lenguaje sintético, tipo Morse, del que habrá que encontrar la clave, cosa fácil por su pura perfección... Ese átomo desenlazado será como el verbo de la creación y contará la historia de los mundos... Ya no habrá que preguntar el secreto a las grandes efinges, más vanas cuanto más grandes...

- Pero lo que yo me propongo - dijo el sabio misteriosamente - no es la nueva medicina de los átomos, sino algo más maravilloso. - ¿Quizá la trasmutación de algún metal en oro? - se atrevió a preguntar Silvio con delicadeza del ser normal que trata con un posible loco. - ¡Qué al oro! Valiente cosa... Hallar el oro sería una tontería porque en seguida tendría el valor de la llamada plata alemana o quizá del aluminio. Esa búsqueda puede ser interesante como experiencia, pero como ambición me parece una tontería.

El maestro y el ayudante se quedaron suspensos un momento pensando en aquella revelación que sería el átomo destrabado. Don Alfredo continuó su discurso:

- ¿Qué busca usted entonces?

- Quiero partir la matriz del átomo por la mitad, herir ese núcleo último en su centro... Lo imposible por ahora es dejar limpio y escueto ese núcleo parlante y tal vez milagroso, pero partido ciegamente dejándole mezclado a sus misterios, eso lo creo posible y creo que estoy cerca de conseguirlo.

- Limitar bien el último corazón del átomo y darle un corte... De esa disociación depende una especia de poder terrible que conseguiré. No sé aún de qué naturaleza, pero sí que será imponente. Me contento con esa división, ya que al aislar el núcleo esencial del átomo es por ahora algo imposible de intentar... ¡Ah, el día que se

- ¿Y qué hará usted con ese átomo partido? · 52 ·

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- ¡Pero ese medio microátomo puede disgregar el mundo! - dijo el discípulo saliendo de su pavor.

- Joven amigo, ésa es la patente de mi vida... Si lo consigo seré poderoso y usted también, pues no habrá fuerza destructora más formidable que ese medio microátomo...

- La sentencia de muerte no tendrá el carácter aflictivo que hoy tiene. El sentenciado entrará en la invisibilidad con sólo aplicarle el medio microátomo. - Veo, veo maestro, lo aliviadora que será entonces la pena para el sentenciado y para la sociedad. la otra... Ya verá usted ese día disolverse todo lo que esa mitad del alma central del átomo encuentre a su paso... Disolverá tan de prisa y tan sutilmente las cosas que entrarán en los invisible como por encantamiento... Figúrese usted, que disociará en átomos lo que vaya tropezando, disolviendo la multitud de átomos que componen cada cosa como individuo proceloso que en una muchedumbre buscase a su cara mitad...

- El terrible problema de los muertos estará también resuelto... Ni la sepultura ni la invineración que hace pasar por un mal momento al cadáver... Ni momificaciones y ropas apolilladas, ni cenizas; sólo recuerdos inscritos en obituarios y en la memoria de los que quisieron a los muertos...

El discípulo se quedó fijo en aquel desierto ilimitado y lleno de la más menuda arena que se abría frente a ese medio microátomo, vertiginoso, loco, desmaterializado.

- En una batalla en que se disparasen medios microátomos se vería desaparecer al enemigo, como borrado por efecto de un espejismo y no habría que recoger cadáveres

El maestro, como explicador de la película porvenirista continuaba:

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ni impedimenta... Todo disuelto y corroído en lo invisible...

El discípulo, como quien acaba de ser versado en algo tremendo, estaba anonadado y sus ojos caían en miradas de peso grave.

- ¡Estupendo, pero pavoroso! - interrumpió con frenesí el discípulo que veía un nuevo juego de soldaditos en aquella teoría tan seria del torpedo ultra sutil.

Don Alfredo manejó en la cerradura del laboratorio la llavecita extraplana y los dos entraron en el blanco quirófano del átomo.

Don Alfredo le sacó de aquella actitud poniéndole una mano en el hombre diciéndole:

- También podrá ser utilizado el medio microátomo en la paz... Con mi invento evitaré los duros trabajos de perforación y demolición... Al minero le abriré el camino de la mina... Secaré la laguna como por encanto.

- ¿Ha comprendido por qué le necesito? Le necesito no sólo como salvaguardia del invento, sino para que yo me pueda dedicar después a aislar el núcleo, lo que ha de cantar el gran secreto, lo que ha de ser la sibila del mundo... Yo no puedo pensar en todas esas derivaciones de lo que he conseguido, yo tengo la curiosidad suprema de oír hablar al átomo, de llegar al límite de la creación desde el que quedará explicado todo, todo... Llegar al límite de lo menos será como llegar al límite de lo más.

- ¡Lo veo, lo veo todo! Maravilloso... ¿Pero le queda mucho para llegar a dar ese golpe de hacha en el átomo? - Ha sido toda la labor de estos últimos diez años, pero estoy cerca, cerquísima de conseguirlo... Por eso le he llamado... El profesor miró sonriente al discípulo asombrado, caviloso en los episodios inimaginables de aquella estratagema contra lo consolidado.

IV Una vejez precipitada envolvía a don Alfredo. Su preocupación era mayor cada día. Como si pasase el día abocado a un plato de sopa de fideos así se acrecentaban en su barba las hebras de plata, verdaderos espectros de sus cavilaciones, supuestos residuos de lo que tramaba en el laboratorio, auténticos desengaños del microscopio.

Don Alfredo quitó la mano del hombro de Silvio como si hubiese acabado la bendición y consagración del discípulo. Silvio estaba trémulo, desquiciado, como si de hombre vulgar que había entrado en el gabinete de don Alfredo se hubiera convertido repentinamente en algo así como en un ángel.

- ¡Pero eso podría acabar con el mundo! - objetó de nuevo el discípulo como sacando las manos en el naufragio de su estupefacción.

Siempre como de alivio de luto con sus corbatas acribilladas por los lunares más diminutos del mundo - verdaderas corbatas de átomos - iba echando un orgullo de gran político, de ese ministro de Estado que acaba siendo el hombre de ciencia triunfante.

- ¡Pero don Alfredo, eso sería lo más grande que se podría conseguir en el mundo!

- Podría... Aunque no sería acabar con él devolverle íntegro a la fábrica de harinas tal y como salió antes de amasarse en su forma... Pero, y es lo que sólo podré estudiar prácticamente, la trayectoria destructiva de ese microátomo desalado, quizá sea muy superficial... Pero si se me escapase y no pudiera echarle el otro medio como lebrel para la caza instantánea, uniré al aparato aislador un reloj que cortará automáticamente la aislación del medio microátomo cabestrero, para que no haya ese peligro.

Un ambiente de inquietud rodeaba al matrimonio.

- Di más bien lo más pequeño y no para rebajar el hallazgo sino para remontarlo precisamente sobre lo más grande... Todos los átomos en su centro son dioses... Pero en fin, ¿quieres ser mi colaborador y ser el que comparta mi secreto?

Ángela, más sabia que don Alfredo en oler la tragedia, sentía que una gota, una carcoma, un punto destructor pululaba en el silencio del laboratorio. Sobre todo cuando ella estaba sola se incrustaba en el quicio del balcón y procuraba no hacer ruido, para que aquello que era peligroso y perforaba el tiempo, no se enterase de que ella estaba allí.

- Con alma y vida - respondió Silvio discretamente temblando de emoción. · 54 ·

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- Pues entonces - concluyó don Alfredo - vamos los dos al laboratorio dispuestos a tener paciencia.

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Él también padecía la inquietud de Ángela y no podía dejas solas aquellas cosas del laboratorio como si pudiesen corroer la casa y huir por agujeros ratoniles, como carcomas en automóvil. Era para lo que le esperaba en el laboratorio como esa madre que ha dejado en casa al niño lactante y se levanta de la visita que ha ido a hacer pensando en el niño.

echado su único lunar con tal de agasajarle mejor. Aquel cuarto de hora con Bhonov mientras llegaba no se le olvidaría nunca. Se sintió mirada por unos traspasadores rayos X que veían lo que querían en cada mirada. Llegó a pensar que él se daba cuenta de que no se había puesto el cubrecorsé de encaje. Por fin llegó don Alfredo y la conmovió toda el abrazo que se dieron aquellos dos hombres rozándose las barbas como pinos que juntan el viento.

De pronto, don Alfredo se ponía en pie y decía: - Perdone usted, pero he dejado allá todo empantanado...

Los dos grandes hombres hablaron con indiscreción de sus inventos:

Todos los que sabían que don Alfredo era un sabio se ponían en pie y le despedían con apresuramiento, como si aquello que parecía haber quedado en la lumbre se pudiese haber quemado ya o estuviese próximo a dar un estallido volcánico.

- ¿Qué más sabe usted del electrón? - Estoy tratando de crear un motor movido por electrones... Será el motor más barato del mundo y el de funcionamiento más incesante. ¿Y usted?

Ángela le reprendía en la calle, repitiéndole la monserga de que no podía ir de visitas con él por aquellas despedidas bruscas a que era tan propenso.

- Yo tengo casi acabada ya la máquina atómica de medir el tiempo. Ya creo que le dije a usted en mi última carta que por ahí le voy a entrar al átomo... Lo que hay que saber es buscar las vueltas a lo que no se deja atrapar y gracias a los pesos atómicos del tiempo voy a dar con algo que busco.

Cada vez le obligaba a más el mundo científico. Constantemente recibía cartas de Berenferd, de Polder, de Rusford. Su esposa conocía ya, de tanto oír hablar de ellos, a aquellos sabios holandeses, rusos, polacos, que le comunicaban sus adelantos y le preguntaban “¿cómo va eso?” con pregunta sencilla de camaradas.

A las ocho estaban los tres en un rincón de Villa-Rosa, en el comedor de la pesca, húmedo de charcos de plaza. Ángela, cada vez más dentro de una belleza de duelo por todo el dolor de la ciencia, y por la ausencia casi de muerte en que se perdía su esposo, parecía resarcirse en aquellas comidas de toda la austeridad pasada y se arrebolaba toda ella como las mujeres de los cromos. Pasaron por las pescadillas que se muerden la cola en gesto que se encarniza con la fritura, pescadillas alusivas cuando se sirven al filósofo o al hombre de la ciencia.

- Pero ¿y de su proyecto de división a fondo? - Bombardeo al átomo día y día... Ahora empleo un elemento nuevo que he encontrado y he bautizado con el nombre de paraduminio... Gracias a ese nuevo elemento he conseguido trituraciones del átomo casi disolventes...

La vida del colmado vivía la cosa de emporio de la noche que la caracteriza. Llegaban de las casetas lejanas las voces alegres de los penitenciarios de la noche, voces que marcaban el descorrerse de una cortina o el abrirse de una puerta en las celdas escondidas.

Bhonov, con brusca interferencia, interrumpió a don Alfredo diciéndole:

Algo de casa de baños de vino había en aquel fondo de teatro auténtico de la noche. La vendedora de décimos, siempre como embarazada de premios, pasaba con su delantal de billetes.

- Me gustaría ver la parte pintoresca de la ciudad a su lado... Podríamos seguir hablando del asunto por las calles.

- Yo no bebo por beber - decía un borracho -; yo bebo para alimentarme, ¡pero hay que pedir tantas copas para cubrir de tapas el riñón!

- Yo soy el que se honrará mostrándole a usted la ciudad y después quiero tener el gusto de invitarle a cenar en un fogón típico. - ¿Nos acompañará madame?

En efecto, las tapas llegaban escasas, en sus pequeños ceniceros.

- Ya lo creo, con mucho gusto respondió Ángela.

Una tarde apareció uno de ellos en el recibimiento, nada menos que Bhonov, el inventor de la aislación del electrón inicial. Ángela, que habla oído había tanto de él, le hizo los honores con verdadero exceso, le sirvió una copa de anís del Mono en la que hubiera

En aquel hervidero de átomos, radionocturnos, el sabio alemán se sentía maravillado. Aquella lucidez que conservaba el colmado, no la tenía una cervecería de su país pasadas las doce de la noche. Se veía que hubiera querido desmigar en átomos a aquello hombres

- Pues entonces te esperamos dentro de una hora en Villa-Rosa... Ya sabes nuestro sitio. Los dos grandes hombres salieron de paseo y callejearon por sus ideas más que por las callejuelas por donde se dieron a pasear. · 56 ·

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¿SABE CON LO QUE EL DIABLO TRAZA SUS PROYECTOS Y DIOS MISMO HACE LOS CÁLCULOS QUE SE LE OCURREN DE PRONTO?

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SILVIO PENETRÓ DESPAVORIDO, ANSIOSO, QUERIENDO VER EL MILAGRO RADIANTE, LA GRAN VENTANA A LOS VACÍOS SUCESIVOS

Bhonov, con la envidia súbita del que de pronto se queda atrás, levantó su copa vacía lleno de sed. - ¡Un lápiz! ¡Un lápiz! - pidió después don Alfredo. Bhonov no tenía ninguno. Un camarero que atendía con extrañeza a la escena, sacó una punta de lápiz y se la entregó a don Alfredo. Éste escribió sobre el revés de una carta unos cálculos y alguna explicación con que retener la idea súbita que había acaecido en su mente mientras tomaba las criadillas.

de sienes relucientes, para estudiarlos como gran novedad de la ciencia.

Después, como volviendo optimista, descansado y triunfante dio dos palmadas y pidió otra ración de criadillas.

Bhonov se atraca de criadillas y el matrimonio le ayudaba. Ya iban por la tercera ración cuando don Alfredo, como si se hubiese roto una muela tropezando con una piedra, lanzó un “¡ay!” espeluznante.

- Se han acabado - repuso el camarero, con aire de quien hace suponer que la entereza que se han llevado todos los hombres que han condumiado y trasegado hasta aquella hora, se ha debido a la avaricia de las criadillas. No se puede ser abusivo de ese manjar que hay que repartir entre todos y sobre todo entre la chulería más viva.

Ángela, perdiendo sus colores de cromo, se echó sobre su marido como para impedir que se desmayase y Bhonov se puso en pie sobresaltado. - ¡Nada! ¡Nada! - dijo dándoles ánimo con voz de alegría don Alfredo y poniéndose de pie levantó su copa mientras decía en forma de brindis:

Don Alfredo pidió champagne sin equivocar ni disminuir el beber de una buena marca.

Acabo de ver el camino de la división soñada... Me acabo de dar cuenta de la maniobra posible...

Don Alfredo devolvió su lápiz y con locuacidad chistosa, dijo a Bhonov:

A Ángela le volvió el color como si una plancha caliente hubiese quemado sus mejillas. Irradiaba alegría y levantó su copa con ademán de estatua que levanta una antorcha.

- ¿Sabe con lo que el diablo traza sus proyectos y Dios mismo hace los cálculos que se le ocurren de pronto? Pues las colillas de los lápices caídos... Lo pequeño es lo que más sirve en · 58 ·

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el mundo.. Lo grande es una cosa fantasmal, una supersitición...

ideal de su vida, que siempre se mezclaría al banquete de aquella noche y al brillo de un cuchillo, partiendo una fritura tierna y sabrosa.

- Compañero, le veo a usted radiante, cuidado no vaya a estallar - le dijo con el mismo tono zumbón el sabio Bhonov.

V

- Queremos un poco de cante - dijo don Alfredo al encargado. En seguida apareció el tocador de guardia junto al cantaor de turno, con aire de hermanos de la paz y caridad, que van a acompañar en la última noche al condenado a muerte.

Don Alfredo, después de una noche llena de inquietud, se metió en el laboratorio como a desayunar y comenzó sus manipulaciones de genial comprobación.

Se sentaron aprovechando la inclinación del saludo para sentarse, y mientras el guitarrista se ponía la guitarra en bandolera, el otro comenzó el jipío para “los sabios”, pues antes de entrar en el salón había sabido que le querían oír “unos sabios” y para los sabios tenía el jipío ensartao e interminable.

Chispazos invisibles de un efecto radiante llenaban el laboratorio. Parecía ir sobre seguro y que el microátomo que tenía enjaulado en el medio paradúmico de su invención iba a ser partido al fin. El discípulo llegó, como todos los días, a las once.

Bhonov, con una inquisitiva mirada de doctor, observaba al cantaor para saber en qué sitio podría tener el dolor y encontraba una extraña relación entre la mano engarabitada del tocaor y la llaga sufriente del cantaor, pues parecía que se cebaba en la herida dolorosa cada vez que rasgueaba las cuerdas.

Don Alfredo salió un momento a recibirle y le dijo con gran nerviosidad: - Espere un rato... tengo que estar yo solo... No puede distraerme con nada en este momento. Estoy próximo al bisel definitivo, a la consecución del corte prohibido... Si me oye usted reír de pronto con la risa más extraña del mundo, una risa que ni yo mismo sé cómo ha de ser, no se alarme...

Por fin, con un golpe súbito dedicado ex profeso a “los sabios”, acabaron la sesión los dos artistas, y como payasos que se retiran, aprovecharon el acto de llevarse las sillas en saludo de pésame final.

El discípulo miró al profesor con escama seria; dejando en él los ojos un rato. El profesor, con sus canas eléctricas, más vivas y más hirsutas que nunca entró de nuevo en el laboratorio como fotógrafo dichoso que va a hacer un retrato de boda.

Bhonov, don Alfredo y Ángela se dirigieron a la calle. Iban buscando el abanico del aire libre, sobre todo, don Alfredo, que se sentía apoplético por la emoción de haber tenido el hallazgo · 59 ·

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La mañana siguiente seguía pasando con esa tremulancia con que transcurre cuando hay un parto anunciado de un momento a otro.

Don Alfredo les esperaba como al pie de su linterna, impaciente por proyectar lo inaudito. - Atended... Voy a hacer desaparecer esa pared... Vais a ver el milagro...

- ¡Ya! - gritó en el fondo del laboratorio don Alfredo.

Nada cruzó el espacio, pero sin derrumbamiento comenzó a desaparecer la pared aquella y detrás de ella los tabiques sucesivos como una niebla que se lleva de pronto la luz, hasta aparecer la calle como a través de una casa a medio derrumbar.

Silvio penetró despavorido, ansioso, queriendo ver el milagro radiante, la gran ventana a los vacíos sucesivos. - ¡Ya! - gritaba aún el maestro y se abrazaron los dos. - Mire - dijo don Alfredo -, he puesto frente al proyector mi sortija y además de disolverse el oro, el diamante ha caído como una lágrima antes de desaparecer, convertido en la gota de agua que fue hace siglos, antes de coagularse... ¡Al fin lo podré todo.

Somos

DOS ÁTOMOS MOLÉCULA y vamos a formar una

- ¡Basta! ¡Basta! - gritaba don Alfredo, pero se le veía no acertar con la clave de socorro. Todos tres estaban empavorecidos, presintiendo algo peor que un diluvio. Aquello obraba más vertiginosamente de lo que se podía sospechar. La torre de la iglesia de enfrente no existía ya y se veía un segundo paisaje urbano que nunca se había visto desde aquel lado.

Silvio temblaba de estar junto al cañón fatal. Estaba pálido y miraba al profesor como un perro.

Silvio penetró en el interior de la casa.

- ¡Basta! ¡Basta! - seguía gritando don Alfredo crispado por su torpeza de no poder libertar el medio microelectrón cautivo.

Ángela estaba con la bata de la mañana, empolvada como una niña, pálida como si un cáncer la empalideciese. Ante su extrañeza, Silvio le dijo disculpándose:

Nervioso, desesperado, temiendo ver nuevos paisajes irreparables, dio un puntapié al trípode del nido de vidrio y se rompió el tubo a espaldas de los tres.

- ¡Llame a Ángela!... ¡Que venga como esté!

- ¡Ah! - gritó una A mayúscula como aguja de catedral; pero el medio microelectrón, retrocediendo al sentir el imán de su otra mitad, invadió un nuevo sector de disolución y devolvió a lo invisible a los tres seres atónitos.

- Perdone... Pero el profesor me encarga que vaya... Ha logrado la escisión... Ángela corrió, entreabriéndose la bata en la huida. Sabía que aquello era la riqueza prometida y corría hacia la felicidad con el mismo descuido con que se corre hacia la desgracia asustante.

Pero para eso debemos ser piadosos y transigentes el uno con el otro

Nuestros núcleos se mantendrán juntos a pesar de la repulsión mutua inevitable

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LA PATA DE PALO JOSÉ DE ESPRONCEDA

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V

oy a contar el caso más espantable y prodigioso que buenamente imaginarse puede, caso que hará erizar el cabello, horripilarse las carnes, pasmar el ánimo y acobardar el corazón más intrépido, mientras dure su memoria entre los hombres y pase de generación en generación su fama con la eterna desgracia del infeliz a quien cupo tan mala y desventurada suerte. ¡Oh cojos!, escarmentad en pierna ajena y leed con atención esta historia, que tiene tanto de cierta como de lastimosa; con vosotros hablo, y mejor diré con todos, puesto que no hay en el mundo nadie, a no carecer de piernas, que no se halla expuesto a perderlas.

- Como usted guste. De aquí a dos días - respondió el pernero - tendrá usted la pierna en casa, y prometo a usted que quedará complacido.

- No se hizo éste esperar mucho tiempo, que era el comerciante rico y gozaba de renombre de generoso.

Dicho esto, se despidieron, y el comerciante quedó entregado a mil sabrosas imaginaciones y lisonjeras esperanzas, pensando que de allí a tres días se vería provisto de la mejor pierna de palo que hubiera en todo el reino unido de la Gran Bretaña.

- Mr. Wood - le dijo -, felizmente necesito de su habilidad de usted. - Mis piernas - repuso Wood - están a disposición de quien quiera servirse de ellas. - Mil gracias; pero no son las piernas de usted, sino una de palo lo que necesito. - Las de ese género ofrezco yo - replicó el artífice -, que las mías, aunque son de carne y hueso, no dejas de hacerme falta.

Érase que en Londres vivían, no hace más de medio siglo, un comerciante y un artífice de piernas de palo, famosos ambos: el primero, por sus riquezas, y el segundo, por su rara habilidad en su oficio. Y basta decir que ésta era tal, que aún los de piernas más ágiles y ligeras envidiaban las que solía hacer de madera, hasta el punto de haberse hecho de moda las piernas de palo, con grave prejuicio de las naturales. Acertó en este tiempo nuestro comerciante a romperse una de las suyas, con tal perfección, que los cirujanos no hallaron otro remedio más que cortársela, y aunque el dolor de la operación le tuvo a pique de expirar, luego se encontró sin pierna, no dejó de alegrarse pensando en el artífice, que con una de palo le habría de librar para siempre de semejantes percances. Mandó llamar a Mister Wood al momento (que éste era el nombre del estupendo maestro pernero), y como suele decirse, no se le cocía el pan, imaginándose ya con su bien arreglada y prodigiosa pierna,

- Por cierto que es raro que un hombre como usted, que sabe hacer piernas que no hay más que pedir, use todavía las mismas con que nació. - En eso hay mucho que hablar pero al grano: usted necesita una pierna de palo, ¿no es eso? - Cabalmente - replicó el acaudalado comerciante -; pero no vaya usted a creer que se trata de una cosa cualquiera, sino que es menester que sea un obra maestra, un milagro del arte. - ¡Un milagro del arte, eh! - repitió Mister Wood. - Sí, señor, una pierna maravillosa, y cueste lo que costare. - Estoy en ello: una pierna que supla en un todo la que usted ha perdido. - En una palabra, quiero una pierna..., vamos, ya que estoy en el caso de elegirla, una pierna que ande sola. Que me lleve a mí y no yo a ella. · 64 ·

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que, aunque hombre grave, gordo y de más de cuarenta años, el deseo de experimentar en sí mismo la habilidad del artífice, le tenía fuera de sus casillas.

- Gracias a Dios - exclamó el banquero -: veamos esa maravilla del mundo.

Entretanto, nuestro ingeniero artífice se ocupaba ya en la construcción de su máquina con tanto empeño y acierto, que de allí a tres días, como había ofrecido, estaba acabada su obra, satisfecho sobremanera de su adelantado ingenio.

- Aquí la tiene usted - replicó el oficial - , y crea usted que mejor pierna no la ha hecho mi amo en su vida. - Ahora veremos - y enderezándose en la cama, pidió vestir, y luego que se mudó la ropa interior, mandó al oficial de piernas que le acercase la suya de palo para probársela.

Era una mañana de mayo y empezaba a rayar el día feliz en que habían de cumplirse las mágicas ilusiones del despernado comerciante, que yacía en su cama muy ajeno de la desventura que le aguardaba. Faltábale tiempo ya para calzarse la prestada pierna, y cada golpe que sonaba en la puerta de la casa retumbaba en su corazón. “Ese será”, se decía a sí mismo; pero en vano, porque antes que su pierna llegaron la lechera, el cartero, el carnicero, un amigo suyo y otros mil personajes insignificantes, creciendo por instantes la impaciencia y ansiedad de nuestro héroe, bien así como el que espera un frac nuevo para ir a una cita amorosa y tiene al sastre por embustero. Pero nuestro artífice cumplía mejor sus palabras, y ¡ojalá que no la hubiese cumplido entonces! Llamaron, en fin, a la puerta, y a poco rato entró en la alcoba del comerciante un oficial de su tienda con una pierna de palo en la mano, que no parecía sino que se le iba a escapar.

No tardó mucho en calzársela. Pero aquí entra la parte más lastimosa. No bien se la colocó y se puso en pie, cuando sin que fuerzas humanas fueran bastantes a detenerla, echó a andar la pierna por sí sola con tal seguridad y rapidez tan prodigiosa que, a su despecho, hubo de seguirla el obeso cuerpo del comerciante. En vano fueron las voces que éste daba llamando a sus criados para que le detuvieran. Desgraciadamente, la puerta estaba abierta, y cuando ellos llegaron, ya estaba el pobre hombre en la calle. Luego que se vio en ella, ya fue imposible contener su ímpetu. No andaba, volaba; parecía que iba arrebatado por un torbellino, que iba impelido de un huracán. En vano era echar atrás el cuerpo cuanto podía, tratar de asirse a una reja, dar voces que le socorriesen y detuvieran, que ya temía estrellarse contra alguna tapia, el cuerpo seguía a · 65 · 16/9/15 15:37


TAL ERA LA VIOLENCIA Y REBELDÍA DEL POSTIZO MIEMBRO

remolque el impulso de la alborotada pierna; si se esforzaba a cogerse de alguna parte, corría el peligro de dejarse allí el brazo, y cuando las gentes acudían a sus gritos, ya el malhadado banquero había desaparecido. Tal era la violencia y rebeldía del postizo miembro. Era lo mejor que se encontraba algunos amigos que le llamaban y aconsejaban que se parara, lo que era para él lo mismo que tocar con la mano al cielo.

Se dejó llevar por la

AVARICIA

- Un hombre tan formal como usted - le gritaba uno - en calzoncillos y a escape por esas calle, ¡eh! ¡eh! Y el hombre, maldiciendo y jurando y haciendo señas con la mano de que no podía absolutamente pararse.

a perder el seso, y mucho más al verle tan deshonestamente vestido. Al pasar el desventurado cerca de su ventana, le llamó y, muy seria, empezó a echarle una exhortación muy grave acerca de lo ajeno que era un hombre de su carácter andar de aquella manera.

Unos le tomaban por loco, otros intentaban detenerle poniéndose delante y caía atropellado por la furiosa pierna, lo que valía al desdichado andarín mil injurias y picardías. El pobre lloraba; en fin, desesperado y aburrido, se le ocurrió la idea de ir a casa del maldito fabricante de piernas que tal le había puesto. Llegó, llamó a la puerta al pasar pero ya había traspuesto la calle cuando el maestro se asomó a ver quién era. Sólo pudo divisar a lo lejos un hombre arrebatado en alas del huracán que con la mano se las juraba. En resolución al caer la tarde, el apresurado varón notó que la pierna lejos de aflojar, aumentaba en velocidad por instantes. Salió al campo y, casi exánime y jadeando, acertó a tomar un camino que llevaba a una quinta de una tía suya que allí vivía. Estaba aquella respetable señora, con más de setenta años encima, tomando té junto a una ventana del parlour, y como vio a su sobrino venir tan chusco y regocijado corriendo hacia ella, empezó a sospechar si habría llegado

- ¡Tía! ¡Tía! ¡También usted! - respondió con lamentos su sobrino pernialígero. No se le volvió a ver más desde entonces, y muchos creyeron que se había ahogado en el canal de la Mancha al salir de la Isla. Hace, no obstante, algunos años que unos viajeros recién llegado de América afirmaron haberle visto atravesar los bosques del Canadá con la rapidez de un relámpago. Y poco hace se vio a un esqueleto desarmado vagado por las cumbres del Pirineos, con notable espanto de los vecinos de la comarca, sostenido por una pierna de palo. Y así continúa dando la vuelta al mundo con increíble presteza, la prodigiosa pierna, sin haber perdido aún nada de su primer arranque, furibunda velocidad y movimiento perpetuo.

y vagó solo, sintiéndose víctima de la crueldad de los demás.

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MECANÓPOLIS

MIGUEL DE UNAMUNO

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L

UN TREN, TAMBIÉN DESIERTO, SIN MAQUINISTA NI FOGONERO, ESTABA HUMEANDO

eyendo en Erewhon, de Samuel Butler, lo que nos dice de aquel erewhoniano que escribió el Libro de las máquinas, consiguiendo con él que se desterrasen casi todas de su país, hame venido a la memoria el relato del viaje que hizo un amigo mío a Mecanópolis, la ciudad de las máquinas. Cuando me lo contó temblaba todavía del recuerdo, y tal impresión le produjo, que se retiró luego durante años a un apartado lugarejo en el que hubiese el menor número posible de máquinas.

sabrosas y suculentas frutas que los árboles brindaban libremente. Luego me quedé dormido. No sé cuántas horas estaría durmiendo, y si fueron horas, o días, o meses, o años. Lo que sé es que me levanté otro, enteramente otro. Los últimos y horrendo padecimiento habíanse borrado de la memoria o poco menos. “¡Pobrecillos!”, me dije al recordar a mis compañeros de exploración muertos en la empresa. Me levanté, volví a comer fruta y a beber agua, y me dispuse a reconocer el oasis. Y he aquí que a los pocos pasos me encuentro con una estación de ferrocarril, pero enteramente desierta. No se veía un alma en ella. Un tren, también desierto, sin maquinista ni fogonero, estaba humeando. Ocurrióseme subir, por curiosidad, a uno de sus vagones. Me senté en él; cerré, no sé por qué, la portezuela, y el tren se puso en marcha. Experimenté un loco terror y me entraron ganas de arrojarme por la ventanilla. Pero diciéndome: “Veamos en qué para esto”, me contuve. Era tal la velocidad del tren, que ni podía darme cuenta del paisaje circunstante. Tuve que cerrar las ventanillas. Era un vértigo horrible. Y cuando el tren al cabo se paró, encontréme en una magnífica estación muy superior a cuantas por acá conocemos. Me apeé y salí.

Voy a tratar de reproducir aquí el relato de mi amigo, y con sus mismas palabras, a poder ser. Llegó un momento en que me vi perdido en medio del desierto; mis compañeros, o había retrocedido, buscando salvarse, como si supiéramos hacia dónde estaba la salvación, o habían perecido de sed y de fatiga. Me encontré solo y casi agonizando de sed. Me puse a chupar la sangre negrísima que de los dedos me brotaba, pues los tenía en carne viva por haber estado escarbando con las manos desnudas el árido suelo, con la loca esperanza de alumbrar alguna agua en él. Cuando ya me disponía a acostarme en el suelo y cerrar los ojos al cielo, implacablemente azul, para morir cuanto antes y hasta procurarme la muerte conteniendo la respiración o enterrándome en aquella tierra terrible, levanté los desmayados ojos y me pareció ver alguna verdura a lo lejos: “Será un ensueño de espejismo”, pensé; pero fui arrastrándome. Fueron horas de agonía, mas cuando llegué encontréme, en efecto, un oasis. Una fuente restauró mis fuerzas, y después de beber comía algunas · 70 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 72-73

allí todos los cuadros más famosos y en sus verdaderos originales. Me convencí de que cuantos tenemos acá, en nuestro museos, no son sino reproducciones muy hábilmente hechas. Al pie de cada cuadro una doctísima explicación de su valor histórico y estético, hecha con la más exquisita sobriedad. En media hora de visita allí aprendí sobre pintura más que en doce años de estudio por aquí. Por una explicación que leí en un cartel de la entrada vi que en Mecanópolis se consideraba al Museo de Pintura como parte del Museo Paleontológico. Era para estudiar los productos de la raza humana que había poblado aquella tierra antes que las máquinas la suplantaran. Parte de la cultura paleontológica de los mecanopolitas - ¿quiénes? - eran también la sala de música y las más de las bibliotecas, de que estaba llena la ciudad.

Renuncio a describirte la ciudad. No podemos ni soñar todo lo que de magnificiencia, de suntuosidad, de comodidad y de de higiene estaba allí acumulado. Por cierto que no me daba cuenta para qué todo aquel aparato de higiene, pues no se veía ser vivo alguno. Ni hombres ni animales. Ni un perro cruzaba la calle; ni una golondrina el cielo. Vi en un soberbio edificio un rótulo que decía: Hotel, escrito así, como lo escribimos nosotros, y allí me metí. Completamente desierto. Llegué al comedor. Había en él dispuesta una muy sólida comida. Una lista sobre la mesa, y cada manjar que en ella figuraba con su número, y luego un vasto tablero con botones numerados. No había sino tocar un botón y surgía del fondo de la mesa el plato que se deseara. Después de haber comido salí a la calle. Cruzábanla tranvías y automóviles, todos vacíos. No había sino acercarse, hacerles una seña y paraban. Tomé un automóvil y me dejé llevar. Fui a un magnífico parque geológico, en que se mostraban los distintos terrenos, todo con sus explicaciones en cartelitos. La explicación estaba en español, sólo que con ortografía fonética. Salí del parque: vi que pasaba un tranvía con este rótulo: “Al Museo de Pintura”, y lo tomé. Había

¿A qué he de molestarte más? Visité la gran sala de conciertos, donde los instrumentos tocaban solos. Estuve en el Gran Teatro. Era un cine acompañado de fonógrafo, pero de tal modo, que la ilusión era completa. Pero me heló el alma el que era yo el único espectador. ¿Dónde estaban los mecanopolitas? Cuando a la mañana siguiente me desperté en el cuarto de mi hotel, me encontré, en la mesilla de noche, El Eco de Mecanópolis, con noticias de todo el mundo recibidas en la estación de telegrafía sin hilos. Allá, al final, traía esta noticia: “Ayer tarde arribó a nuestra ciudad, no sabemos cómo, un pobre hombre de los que aún quedaban por ahí. Le auguramos malos días”. Mis días, en efecto, empezaron a hacérseme torturantes. Y es que empecé · 71 · 16/9/15 15:37


¿DÓNDE ESTABAN LOS MECANOPOLITAS?

habitaban Mecanópolis. Pero de pronto me asaltó una idea terrible, y era la de que las máquinas aquellas tuviesen su alma, un alma mecánica, y que eran las máquinas mismas las que me compadecía. Esta idea me hizo temblar. Creí encontrarme ante la raza que ha de dominar la tierra deshumanizada.

a poblar mi soledad de fantasmas. Es lo más terrible de la soledad, que se puebla al punto. Di en creer que todas aquellas fábricas, aquellos artefactos, eran regidos por almas invisibles, intangibles y silenciosas. Di en creer que aquella gran ciudad estaba poblada de hombres como yo, pero que iban y venían sin que los viese ni los oyese ni tropezara con ellos. Me creía víctima de una terrible enfermedad, de una locura. El mundo invisible con que poblé la soledad humana de Mecanópolis se me convirtió en una martirizadora pesadilla. Empecé a dar voces, a increpar a las máquinas, a suplicarlas. Llegué hasta caer de rodillas delante de un automóvil implorando la misericordia. Estuve a punto de arrojarme a una caldera de acero hirviente de una magnífica fundición de hierro.

Ando buscando un rincón donde encuentre un semejante,

UN HOMBRE COMO YO

Salí como loco y fui a echarme delante del primer tranvía eléctrico que pasó. Cuando desperté del golpe me encontraba de nuevo en el oasis de donde partí. Eché a andar, llegué a la tienda de unos beduinos, y al encontrarme con uno de ellos, le abracé llorando. ¡Y qué bien nos entendimos aun sin entendernos! me dieron de comer, me agasajaron, y a la noche salí con ellos, y tendidos en el suelo, mirando al cielo estrellado, oramos juntos. No había máquina alguna en derredor nuestro. Y desde entonces he concebido un verdadero odio a eso que llamamos progreso, y hasta a la cultura, y ando buscando un rincón donde encuentre un semejante, un hombre como yo, que llore y ría como río y lloro, y donde no haya una sola máquina y fluyan los días con la dulce mansedumbre cristalina de un arroyo perdido en el bosque virgen.

Una mañana, al despertarme, aterrado, cogí el periódico, a ver lo que pasaba en el mundo de los hombres, y me encontré con esta noticia: “Como preveíamos, el pobre hombre que vino a dar, no sabemos cómo, a esta incomparable ciudad de Mecanópolis, se está volviendo loco. Su espíritu, lleno de preocupaciones ancestrales y de supersticiones respecto al mundo invisible, no puede hacerse al espectáculo del progreso. Le compadecemos”.

que llore y ría como río y lloro, y donde no haya una sola

MÁQUINA y fluyan los días con la dulce mansedumbre cristalina de un arroyo perdido en el bosque virgen

No pude ya resistir esto de verme compadecido por aquellos misteriosos seres invisibles, ángeles o demonios - que es lo mismo -, que yo creía · 72 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 74-75

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EL DEMONIO DE LA ELECTRICIDAD

JULIO VERNE Capítulo extraído de la obra “París en el siglo XX”

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M

UN RELOJ QUE SÓLO SIRVE PARA MEDIR EL SUFRIMIENTO

ichel caminaba por las calles silenciosas; la nieve amortiguaba el paso de los escasos transeúntes; los coches ya no circulaban; era de noche. - ¿Qué hora es?-, se preguntó el joven. - Las seis -, le respondió el reloj del hospital Saint-Louis.

En el extremo de la galería de Valois vio una floristería brillantemente iluminada; entró rápidamente y se encontró un verdadero invernadero. Plantas raras, arbustos verdes, ramos de flores recién abiertas... No faltaba nada.

- Un reloj que sólo sirve para medir el sufrimiento -, pensó. Prosiguió el camino con su idea fija: pensaba en Lucy; pero a veces, a pesar suyo, la joven escapaba a su pensamiento; su imaginación no conseguía retenerla; tenía hambre sin casi darse cuenta. Era la costumbre.

El aspecto del pobre diablo no era muy alentador; el director del establecimiento no entendía la presencia de aquel muchacho mal vestido entre sus arriates. Desentonaba por completo. Michel comprendió la situación.

El cielo brillaba con una incomparable pureza en medio de un fío intenso; la mirada se perdía en las espléndidas constelaciones; Michel, sin darse cuenta, contemplaba los tres Reyes que se levantaban en el horizonte desde el este hasta en medio del magnífico Orión. Hay mucha distancia entre las calles Grange-aux-Belles y des Fourneuax; casi hay que atravesar el antiguo París. Michel tomó por el camino más corto, llegó a la calle del Faubourg-du-Temple, luego se dirigió en línea recta desde Château d’Eau a los Mercados Centrales por la calle de Turbigo.

- ¿Qué quiere usted? - le dijo una voz. - Las flores que pueda usted darme por veinte soles. - ¡Veinte soles! - exclamó el comerciante con supremo desdén - ¡Y en el mes de diciembre! - Sólo una flor - respondió Michel. - ¡Bueno! ¡Démosle limosna! -, pensó el comerciante y le entregó al joven un ramito de violetas a medio marchitar. Pero le tomó los veinte soles. Michel salió. Experimentó un singular movimiento de satisfacción irónica después de haber gastado su último dinero.

Desde allí, en pocos minutos, llegó al Palais Royal y bajó a las galerías por la magnífica entrada que se abría al final de la calle Vivienne. El jardín estaba oscuro y desierto; un inmenso tapiz blanco lo cubría por entero, sin una mancha, sin una sombra.

- No está. - ¡Cómo que no está!

Se dirigió al muelle, tomó el puente Royal, se internó en el barrio de los Inválidos y de la Escuela Militar, y dos horas después de haber dejado su habitación de Grange-aux-Belles llegó a la rue des Fourneaux. Su corazón latía con fuerza; no sentía ni el frío ni la fatiga.

- Ya no está, si lo prefiere. - ¿El señor Richelot ya no vive aquí? - ¡No! ¡Se fue! - ¿Que se fue?

- ¡Estoy seguro de que me está esperando! ¡Hace tanto tiempo que no la veo! Luego le vino un pensamiento a la cabeza. - Pero no puedo llegar mientras cenan; ¡no sería correcto! ¡Tendrían que invitarme! ¿Qué hora será?

- ¡De patitas a la calle!

- Las ocho -, respondió la iglesia de Saint-Nicolas, cuya flecha claramente recortada se dibujaba en el aire.

- Desahuciado... - dijo Michel, temblando con todos sus miembros.

- ¡A la calle! - exclamó Michel. - Era uno de esos inquilinos que nunca tienen el dinero preparado el día del vencimiento. Le han desahuciado.

- Desahuciado y expulsado.

- ¡Oh! - prosiguió el joven -, ¡a esta hora todo el mundo ha cenado!

- ¿Adónde?

Se dirigió al número 49 de la calle; llamó suavemente a la puerta de la casa; quería darles una sorpresa.

- Lo ignoro - replicó el empleado del gobierno, que en este barrio sólo era de novena clase.

La puerta se abrió. En el momento en que se lanzaba a la escalera, el portero le detuvo.

Sin saber cómo, Michel se encontró nuevamente en la calle; tenía el cabello erizado; sentía que su cabeza vacilaba; daba miedo verle.

- ¿Adónde va usted? - le dijo mirándole de pies a cabeza.

- ¡Desahuciado! ¡Expulsado! - repetía mientras corría por las calles nevadas.

- A casa del señor Richelot.

- Ahora estoy sin un sol - exclamó riendo con los labios, mientras sus ojos permanecían extraviados - ¡Bueno! ¡Qué contenta se va a poner mi pequeña Lucy! ¡Qué ramo tan bonito! -. Y llevó hasta su rostro aquellas pocas flores marchitas; respiraba con ebriedad su

- Sería una pena pìsarlo -, se dijo Michel. Ni por un instante pensó que sobre todo sería glacial. · 76 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 78-79

perfume ausente. - ¡Le gustará mucho recibir violetas en este crudo invierno!

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Y el infeliz, pensando en que todo lo que amaba tal vez sufría, volvió a experimentar los dolores del hambre y del frío que había olvidado.

delante de la Sorbona, donde el señor Flourens todavía daba su curso con el mayor de los éxitos, siempre ardoroso, siempre joven.

- ¿Dónde están? ¿De qué viven? El abuelo no tenía nada, ¡lo habrán echado del colegio! ¡Su alumno se habrá ido, el muy cobarde, el muy miserable! ¡Si lo conociera...! ¿Dónde están? repetía en cada momento -. ¿Dónde están? - preguntaba a los apresurados transeúntes, que le tomaban por loco -. A lo mejor ella ha creído que yo los abandonaba en su miseria.

El pobre loco se encontró por fin en el puente Saint-Michel; la horrible fuente, completamente oculta bajo la capa de hielo, totalmente invisible, mostaba así su aspecto más favorable.

Ante este pensamiento sintió que le flaqueaban las rodillas; estuvo a punto de caer sobre la nieve endurecida; se mantuvo por un esfuerzo desesperado; no podía caminar: echó a correr; el exceso de dolor produce estas anomalías. Corrió sin un objetivo y sin ideas; pronto reconoció los edificios del Crédito Instruccional. Huyó horrorizado.

- Malos tiempos para la desesperación exclamó -. Ni siquiera se puede uno ahogar.

Michel se volvía loco; creía que el demonio de la electricidad le perseguía; se dirigió al muelle de Grèves; se internó por un dédalo de calles desiertas; salió a la plaza Royale, donde la estatua de Victor Hugo había expulsado a la de Luis XIV; se encontró frente al nuevo bulevar de Napoleón IV que se extendía hasta la plaza en medio de la cual Luis XIV avanza galopando hacia el Banco de Francia; y por un recodo, salió a la calle de Notre-Dame de Victoires. En la fachada de la calle que hace esquina con la plaza de la Bolsa entrevió el mármol donde se mostraban estas palabras en letras de oro:

Michel, arrastrándose, siguió por el muelle de los Augustins hasta el Pont Neuf, y allí, con la mirada perdida, se puso a examinar el Sena.

En efecto, el río estaba completamente atrapado; los coches podían cruzarlo sin peligro; había numerosos comercios instalados durante el día, y aquí y allá ardían grandes fogatas. Tras perderse por callejuelas y plazas Michel huyó, solo sobre el río helado; la luna proyectaba ante sus pasos su intensa sombre, que repetía sus movimientos con gestos desmesurados.

- ¡Oh! - exclamó -. ¡Las ciencias! La industria. Volvió sobre sus pasos. Durante una hora se perdió en medio de los hospicios acumulados en aquel rincón de París: los Niños Enfermos, los Jóvenes Ciegos, el hospital Marie-Thérèse, los Niños Encontrados, la Maternidad, el hospital del Midi, el de la Rochefoucauld, Cochin, Lourchine; no podía salir de aquel barrio del sufrimiento.

Atravesó el muelle de l’Horloge, el Palacio de Justicia; atravesó el Pont au Change, cuyos arcos se llenaban

NO PODÍA CAMINAR: ECHÓ A CORRER; EL EXCESO DE DOLOR PRODUCE ESTAS ANOMALÍAS

- Sin embargo, no quiero entrar ahí - se decía, como si una fuerza le empujara hacia delante. Entonces encontró los muros del cementerio de Montparnasse. - Prefiero aquí -, pensó y merodeó como un borracho en torno al camposanto. Al fin, sin darse cuenta, llegó al bulevar de Sebastopol en la orilla izquierda, pasó · 78 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 80-81

prisa que no pudiera oír el órgano rugir bajo el aire comprimido suministrado por la Sociedad de las Catacumbas.

de enormes bloques de hielo; rebasó el Tribunal de Comercio, el puente de Note-Dame, el puente de la Reforma, que empezaba a plegarse bajo su larga hechura, y volvió al muelle. Michel se encontró frente al depósito de cadáveres, abierto día y noche tanto a los vivos como a los muertos; entró automáticamente como si buscara a algún ser querido; examinó los cadáveres rígidos, verdosos, hinchados, tendidos sobre las mesas de mármol; vio en un rincón el aparato eléctrico destinado a devolver a la vida a los ahogados que aún tenían un hálito de existencia.

Recuerdo histórico. Victorien Sardou residió en el cuarto piso de esta casa de 1859 a 1862. Michel se encontró al fin frente a la Bolsa, la catedral del momento, el templo de los templos; la esfera eléctrica marcaba las doce menos cuarto de la noche. - La noche no avanza -, pensó.

- De nuevo la electricidad - exclamó y huyó. Notre-Dame estaba ahí; sus vidrieras resplandecían de luz; se oían cánticos solemnes. Michel entró en la vieja catedral. Terminaba la consagración. Al dejar la sombre de la calle, Michel quedó deslumbrado.

Volvió a subir hasta los bulevares. Los candelabros se devolvían sus haces de una blancura intensa, y los rótulos transparentes, en los que la electricidad escribía anuncios con letras de fuego, centelleaban sobre las columnas rostradas.

El altar resplandecía de luces eléctricas y unos rayos de la misma naturaleza se escapaban de la custodia que levantaba en sus manos el sacerdote.

Michel cerró los ojos; se deslizó entre una multitud bastante considerable vomitada por los teatros; llegó a la plaza de la Ópera y vio la cohorte elegante y dorada de los ricos que desafiaban el frío con sus

- Otra vez la electricidad - repitió el infeliz -, ¡incluso aquí! - Y huyó. Pero no tan de · 79 ·

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cachemiras y sus pieles; rodeó la larga cola de los coches de gas y se escapó por la calle Lafayette. Ante él había una lengua y media en línea recta.

¡Allí se ofrecía un siniestro espectáculo! ¡Estaban levantando un patíbulo! Preparaban una ejecución para la madrugada. Los obreros, cantando, levantaban la plataforma.

- Huyamos de este mundo -, se dijo.

Michel quiso huir de aquella visión; pero tropezó con una caja abierta. Al enderezarse, vio una batería eléctrica. ¡Entonces lo comprendió! Ya no cortaban la cabeza a nadie. Le fulminaban con una descarga. Eso remendaba mejor la venganza celeste.

Y avanzó, arrastrándose, a veces cayéndose y volviéndose a levantar, magullado pero insensible; le sostenía una fuerza externa a él. A medida que avanzaba, el silencio y el abandono renacían a su al rededor. Sin embargo, todavía seguía viendo a lo lejos como una inmensa luz; oía un ruido formidable que no podía compararse a nada.

La noche no avanza por los miles de soles que hay en la calle

HUYAMOS DE ESTE MUNDO

Michel lanzó un último grito y desapareció. Daban las cuatro en la iglesia de Sainte-Marguerite.

No obstante, continuó; por fin llegó, en medio de un estruendo espantoso, a una inmensa sala donde cabían cómodamente diez mil personas, y en el frontón podían leerse estas llameantes letras:

CONCIERTO ELÉCTRICO ¡Sí! ¡Concierto eléctrico! ¡Y qué instrumentos! ¡Según un procedimiento húngaro, doscientos pianos comunicados entre sí a través de una corriente eléctrica tocaban juntos de la mano de un solo artista! Un piano con la fuerza de doscientos pianos.

- ¡HUYAMOS, HUYAMOS! EXCLAMÓ EL DESGRACIADO, PERSEGUIDOS POR AQUEL DEMONIO TENAZ -. ¡LEJOS DE PARÍS TAL ENCONTRARÉ TAL VEZ REPOSO!

- ¡Huyamos. huyamos! - exclamó el desgraciado, perseguido por aquel demonio tenaz -. ¡Lejos de París! ¡Lejos de París encontraré tal vez reposo! ¡Y se arrastraba de rodillas! Después de tres horas de lucha contra su propia debilidad, llegó a la prisión para jóvenes, en la esquina de la calle de la Roquette.

El demonio que recorre el cableado e ilumina una chispa de

LOCURA en la cabeza de un pobre joven que vaga por las calles de París una noche de invierno

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JUE GOS DE

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IN GE NIO

SAM LOYD Estimular el cerebro con retos enrevesados y preguntas a las que dar vueltas y más vueltas hasta hayar una solución. En Electro nos hemos apuntado al gimnasio intelectual para mantenernos frescos y ágiles. En este número visitamos los desafíos de uno de los más grandes inventores de rompecabezas y acertijos del mundo: Samuel Loyd. Sus creaciones aparecieron en diarios y revistas durante más de 50 años, obsesionando a millones de personas. ¡Buena suerte, querido lector!

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EL ROMPECABEZAS 14 - 15

EL GRAN PROBLEMA DE COLÓN

Deslice los bloques numerados hasta ponerlos en orden

¿Cómo puede ganar siempre el primer jugador?

guido clérigo que permaneció toda una noche de invierno en la calle, debajo de un farol, tratando de recordar de qué manera había resuelto el problema. El rasgo misterioso del problema es que nadie parecía ser capaz de recordar la secuencia de movimientos mediante los cuales había logrado resolverlo. Se dice que hubo pilotos que encallaron sus barcos, y maquinistas que no detenían sus trenes en las estaciones. Se sabe que los granjeros abandonaron sus cosechas, y uno de esos casos es el que elegí para la ilustración.

Los veteranos habitantes del País de los Acertijos recordarán que en la década de 1870 enloquecí a todo el mundo con una cajita de bloques móviles que se hizo conocida bajo el nombre de “Rompecabezas 14 - 15”. Los quince bloques estaban dispuestos dentro de la caja cuadrada en orden, pero con el 14 y el 15 invertidos tal y como se ve en la ilustración. El problema consistía en desplazar los bloques, uno por vez, hasta lograr nuevamente la posición inicial pero corrigiendo el error del 14 y del 15.

Vale la pena presentar varios problemas nuevos que se desarrollaron a partir del acertijo original:

tamaño uniforme sobre un paño cuadrado. Cuando se ha puesto un huevo, éste no debe ser rozado ni movido por otro. El juego prosigue hasta que el paño esté tan colmado que resulte imposible acomodar otro huevo. La persona que acomodó el último huevo es el ganador, y como las dimensiones del paño o de los huevos, así como las distancias variables que puede haber entre huevo y huevo, carecen de importancia, parecería que la cuestión de colocar el último huevo fuera cosa de suerte. Sin embargo, el primer jugador puede ganar siempre gracias a una astuta estrategia que, tal como lo expresara el gran navegante, “¡es lo más fácil del mundo una vez que se nos ha dicho cómo hacerlo!”.

Es un simple juego para dos participantes. Éstos deben situar alternadamente huevos de

Segundo problema. Empiece una vez más con los bloques en la posición que muestra la ilustración y muévalos de tal modo de disponer los número en orden, pero dejando un cuadrado vacío en la esquina superior izquierda en vez de en la esquina inferior derecha. Ver Fig. 1. Tercer problema. Empiece con los bloques como antes, dé a la caja un cuarto de giro y mueva los bloques hasta que queden como en la Fig. 2.

El premio de $1.000, ofrecido a quien presentara la primera solución correcta del problema, jamás ha sido otorgado, aunque miles de personas dicen haber llevado a cabo la proeza.

Cuarto problema. Empiece como antes, luego desplace las piezas hasta que formen un “cuadrado mágico”, con los número dando una suma de treinta en todas las filas verticales y horizontales, y en las dos diagonales.

La gente se transtornó con el rompecabezas, y se cuentan ridículas historias acerca de comerciantes que dejaron de abrir sus comercios; acerca de un distin· 86 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 88-89

Recientemente me encontré con una vívida descripción escrita acerca de la locura por las apuestas durante el siglo XV, donde, entre otros juegos de azar o de inteligencia que tanto entusiasmaban a los caballeros al punto de hacerles apostar sin control, se mencionaba el deporte de posar huevos sobre una tela. Ése fue posiblemente el verdadero origen de la historia del huevo de Colón, que a pesar de tener una astuta moraleja siempre me ha parecido demasiado floja para un período tan feroz. Caí en la cuenta de que el juego requería ingenio y originalidad de pensamiento.

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LOS CUBOS DE PLATÓN

LOS MOSAICOS GUIDO

¿Cuántos cubos hay en el monumento y en la plaza?

Corte el mosaico en partes que formen dos cuadrados

Generalmente no se sabe que la celebrada pieza de mosaicos venecianos de Domenichino, conocida como la colección Guido de cabezas romanas, estaba originariamente dividida en dos grupos cuadrados, descubiertos en diferentes períodos. Fueron ensamblados para que recuperaran lo que se supone su forma correcta, en 1671. Aparentemente, fue accidental que se descubriera que cada uno de los cuadrados se componía de piezas que podían unirse y formar una pieza mayor de 5 x 5, como se ve en la ilustración.

A menudo se hace referencia a la clásica leyenda del problema délico de duplicar o doblar el área de un cubo. Filoponus cuenta que los atenienses, en el 432 a.C., infectados por esa plaga, fueron a consultar a Platón. Previamente habían consultado al oráculo de Delos, y Apolo les había dicho que debían duplicar las dimensiones del altar de oro del templo. Fueron incapaces de hacerlo. Platón, el más grande matemático y filósofo de la época, les dijo que estaban siendo castigados por haber descuidado la sublime ciencia de la geometría, y deploró que no hubiera entre todos ellos un solo hombre capaz de resolver el problema.

usualmente se agrega que muy poco o nada se sabe acerca de las verdaderas condiciones del problema. Algunos autores sostienen que sus términos se han perdido.

Los problemas de esta clase, que requieren la “mejor” respuesta con “el menor número posible de piezas”, ofrecen gran estímulo a la inteligencia. En este problema, la mejor solución no destruye ninguna de las cabezas ni las vuelve del revés.

Es un bonito acertijo, y como muchos acertijos, al igual que las proposiciones matemáticas, pueden resolverse de atrás para adelante ventajosamente, invertiremos el problema y le pediremos que divida el cuadrado grande en el menor número posible de piezas que puedan ser reensambladas para formar dos cuadrados.

Hay una antigua descripción de un enorme cubo erigido en el centro de una plaza embaldosada, y no hace falta un esfuerzo de la imaginación para asociar este monumento con el problema de Platón. La ilustración muestra a Platón contemplando el enorme cubo de mármol construido con un cierto número de cubos más pequeños. El monumento descansa en el centro de una plaza cuadrada pavimentada con similares bloques cúbicos de mármol. En ese pavimento hay tantos cubos como en el monumento, y todos ellos son precisamente de la misma medida. Establezca la cantidad de cubos necesaria para construir el monumento y la plaza cuadrada en la que está situado, y habrá usted resuelto el gran problema de los Número Geométricos de Platón.

El problema délico, que es nada más y nada menos que la duplicación del cubo, suele confundirse generalmente con el de los cubos de Platón, a tal punto que los autores no familiarizados con la matemática los mezclan terriblemente. Este último problema es el a veces llamado ‘Número Geométricos de Platón’, y · 88 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 90-91

Este acertijo difiere del principio pitagórico de cortar con líneas al sesgo. Sabemos que dos cuadrados pueden dividirse por sus diagonales para producir un cuadrado más grande, y viceversa, pero en este acertijo debemos cortar solamente por las rayas para no destruir las cabezas. Incidentalmente diremos que los estudiantes que dominan el problema pitagórico no hallarán demasiadas dificultades para descubrir cuántas cabezas deberá haber en los dos cuadrados que resulten.

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EL ACERTIJO DE LOS CUADRADITOS

UNA BATALLA REAL

¿Cuál es la mejor jugada y cuántos cuadraditos se consiguen con ella?

Reacomode las ocho partes hasta formar un tablero perfecto

He aquí un conocido juego de Oriente que se juega con reglas muy similares a las del famoso juego del “Ta-Te-Ti”. Una de las jóvenes chinas escribe dieciséis letras en cuatro filas en una pizarra, tal como se ve. Tras marcar una línea recta entre A y B, pasa la pizarra a su contrincante, quien conecta E con A. Si la primera jugadora conectara ahora E y F, la otra conectaría B con F y ganaría “un cuadradito”, lo que daría derecho a jugar una vez más. Pero ambas han jugado tan bien que ninguna de las dos ha ganado todavía un cuadradito, aunque cada una de ellas ha jugado seis veces. El juego está llegando a un punto crítico en el que una de ellas deberá ganar, ya que el juego no ofrece otras posibilidades.

Tiene que jugar ahora la muchacha que está sentada, y si conecta M y N su contrincante haría cuatro cuadraditos en una sola jugada, con derecho a otra jugada más, en la que conectaría H y L y ganaría todo el resto. ¿Qué jugada recomendaría usted, y cuántos cuadraditos ganaría comparando esta jugada con la mejor jugada posible del segundo jugador? Recuerde que cuando un jugador cierra un cuadrado vuelve a jugar. Supongamos, por ejemplo, que un jugador une D con H. Después el segundo jugador une H y L y, sin importar cuál sea la jugada del primer jugador, el segundo gana los nueve cuadrados ininterrumpidamente. Es un juego que requiere considerable habilidad, tal como descubrirá usted después de jugar algunos partidos.

En la historia de Francia se cuenta una entretenida historia acerca de cómo el Delfín se salvó de un inminente mate mientras jugaba al ajedrez con el duque de Borgoña, rompiéndole al duque el tablero en la cabeza y partiéndolo en ocho partes. Los autores de ajedrez suelen citar esta historia como ejemplo de que no siempre es buena política jugar para ganar y ha dado además origen a una fuerte línea de ataque conocida como el gambito del Rey.

elementos de un importante problema. La restricción a esas ocho partes no da lugar a gran dificultad o variedad, pero como no me siento en libertad de alejarme de la verdad histórica, daré a nuestros lectores un problemita simple adecuado para la época estival. Muestre cómo reunir las ocho partes para formar un tablero perfecto de 8 x 8. El acertijo es simple, y sirve para enseñar una regla valiosa que debe respetarse al construirse acertijos de esta clase. Como no hay dos partes de igual forma, se evitan otras vías para resolverlo y la solución se torna más difícil.

El hecho de que el tablero se partiera en ocho partes siempre impresionó mi fantasía juvenil, ya que me parecía posible extraer de allí los · 90 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 92-93

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EL ACERTIJO DEL COLLAR ¿Cuánto debe pagar la dama para que le hagan el collar?

SOLUCIONES

El cuadrado mágico puede lograrse en 50 movimientos: 12, 8, 4, 3, 2, 6, 10, 9, 13, 15, 14, 12, 8, 4, 7, 10, 9, 14, 12, 8, 4, 7, 10, 9, 6, 2, 3, 10, 9, 6, 5, 1, 2, 3, 6, 5, 3, 2, 1, 13, 14, 3, 2, 1, 13, 14, 3, 12, 15, 3.

EL ROMPECABEZAS 14 - 15

Aprovecharé la ocasión para señalar que el hecho de que mis acertijos sean muy conocidos no implica que todo el mundo conozca las respuesta. Las respuestas correctas de algunos de los más populares jamás han sido publicadas y, por lo que sé, tampoco han sido descubiertas. Ejemplificaré este punto presentando el “Acertijo del collar”, que mostré varios años atrás y que hace que cada persona que lo ve crea que podrá resolverlo de inmediato. Sin embargo, no recuerdo que nadie haya encontrado la respuesta correcta.

Está desprovisto de cualquier tipo de trampa o subterfugio, y no hay en él ningún “eslabón perdido” misterioso. Fue propuesto a los principales joyeros y orfebres de Nueva York, quienes dijeron que no emplearían a ningún vendedor que no pudiera dilucidar una transacción tan simple, y sin embargo ninguno de ellos dio la respuesta correcta. Una dama compró doce trozos de cadena, tal y como se muestra en el borde de la ilustración, y quiso hacerse hacer un collar cerrado de 100 eslabones. El joyero dijo que costaría 15 centavos cortar y unir un eslabón pequeño y 20 centavos cortar y unir un eslabón grande. La cuestión consiste en decir cuánto debe pagar la dama para que se le haga el collar. Eso es todo, y es un bonito problema para los jóvenes.

Está basado en una transacción comercial cotidiana, y destinado a demostrar hasta qué punto se equivoca la persona común, cuando se trata de hacer algo que demanda un mínimo de habilidad o conocimiento matemático. · 92 · ELECTRO 100 SIN 4.indd 94-95

El acertijo original es imposible de resolver, salvo por medio de un truco que consiste en invertir los bloques 6 y 9. Una de las particularidades es que cualquier intercambio de esa clase que involucre dos bloques, convierte inmediatamente al acertijo en solucionable. En realidad, cualquier número impar de intercambios ejerce el mismo efecto, en tanto un número par que hace que el acertijo siga siendo imposible resolver. Los lectores interesados en aprender algo acerca de la interesante estructura matemática que subyace a este acertijo, deben consular el clásico análisis de W.W. Johnson y W.W. Story en su artículo “Notes on the 15-Puzzle”, American Journal of Mathematics, Vol. 2, 1879, p.397 y sigs., y a discusiones más breves del tema en las referencias habituales de matemática recreativa M.G.)

EL GRAN PROBLEMA DE COLÓN El secreto estriba en poner el primer huevo exactamente en el centro del paño tal y como lo muestra el diagrama cuadrado. Entonces, independientemente del lugar donde el contrincante coloque un huevo, hay que duplicar su jugada en el lado opuesto y en línea directa a través del huevo número 1. Los números dados ilustran el comienzo del juego, continuando en el orden regular de jugadas.

Los otros tres problemas se resuelven de la siguiente manera: La figura 1 puede lograrse en 44 movimientos: 14, 11, 12, 8, 7, 6, 10, 12, 8, 7, 4, 3, 6, 4, 7, 14, 11, 15, 13, 9, 12, 8, 4, 10, 8, 4, 14, 11, 15, 13, 9, 12, 4, 8, 5, 4, 8, 9, 13, 14, 10, 6, 2, 1.

El hecho de colocar el primer huevo en el centro no bastaría para ganar si se lo colocara directamente sobre la mesa, pues, gracias a la forma oval del huevo, el segundo jugador podría colocar otro muy próximo al extremo cónico, tal como se ve en la última ilustración. Esta jugada no podría ser duplicada.

La figura 2 puede lograrse en 39 movimientos: 14, 15, 10, 6, 7, 11, 15, 10, 13, 9, 5, 1, 2, 3, 4, 8, 12, 15, 10, 13, 9, 5, 1, 2, 3, 4, 8, 12, 15, 10, 13, 9, 5, 1, 2, 3, 4, 8, 12, 15, 14, 13, 9, 5, 1, 2, 3, 4, 8, 12. · 93 ·

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La única manera de ganar, entonces, tal como lo descubrió el navegante, es achatar un extremo del primer huevo, de modo que se quede parado.

EL ACERTIJO DE LOS CUADRADITOS Este acertijo suministra muchísimas oportunidades de sorprenderse y de desarrollar un juego sutil. El primer jugador debería hacer siete cuadrados empezando con una línea que va de G a H. Si el segundo marca entonces desde J a K, el primero puede hacer dos cuadrados marcando de K a O y de P a L, y hará luego un movimiento de espera, de L a H, en vez de cerrar dos cuadrados más. El otro jugador hace entonces los dos cuadrados, marcando de G a K, y luego está obligado a otra jugada que dará al primer jugador la oportunidad de cerrar cinco más.

LOS CUBOS DE PLATÓN El problema requiere un número que, elevado al cubo, dé un número cuadrado. Éste es el caso de cualquier número que sea un cuadrado. El cuadrado más pequeño, además de 1, es 4; de modo que el monumento podría estar formado por 64 pequeños cubos (4x4x4) que se alzarían en el centro de un cuadrado de 8x8. Esto, sin embargo no se adecuaría a las proporciones de la ilustración.

Si después que el primer jugador marca de G a H, el segundo jugador marca D-H, B-f, E-F, y luego hace la jugada de espera M-N, es seguro que hará otros cuatro cuadrados más. Esta astuta técnica de abandonar la posibilidad de hacer dos cuadrados con el objeto de conseguir más es el aspecto más interesante del juego.

Por lo tanto, probamos con el siguiente cuadrado, 9, que nos da un monumento de 729 cubos erigidos sobre un cuadrado de 27x27. Ésta es la respuesta correcta pues es la única que coincide con la ilustración. LOS MOSAICOS GUIDO

Conocido entre los escolares norteamericanos como “Puntos y Cuadrados”, éste es probablemente el más simple y difundido ejemplo de un juego topológico. Puede jugarse en tableros rectangulares de diversa forma y tamaño. El tablero cuadrado de nueve puntos es fácilmente analizable, pero el tablero de dieciséis puntos utilizado por Loyd es lo suficientemente complejo como para constituir un verdadero desafío. No conozco ningún análisis publicado de estrategia ganadora para el primero o el segundo jugador - no puede terminar en empate a causa del número impar de recuadros.

En 1951, Richard Haynes, de 1215 E. 20th. Street, Tulsa, Oklahoma, inventó una interesante versión tridimensional de este juego al que llamó “Q-bicles”. Se puede obtener un cuadernillo de hojas impresas para jugar Q-bicles enviando un dólar al señor Haynes. También puede jugarse con tramas de puntos que formen celdillas bidimensionales triangulares o hexagonales.

Self-help

UNA BATALLA REAL

How to stop time: kiss How to travel in time: read EL ACERTIJO DEL COLLAR Al dar respuesta al acertijo del collar puede afirmarse que cualquier joyero, así como el noventa y nueve por ciento de los matemáticos, dirán que la mejor manera sería abrir los pequeños eslabones al final de cada una de las doce piezas, hecho que reduciría el costo a $1.80. La respuesta correcta, sin embargo, es abrir los diez eslabones de los dos trozos de cinco eslabones situados en los laterales izquierdo y derecho, que tienen tres eslabones pequeños y dos grandes cada uno. Abrir y engarzar esos eslabones para hacer un collar sinfín costaría $1.70, que es la solución más barata posible.

How to escape time: music How to feel time: write How to release time: breathe

Matt Haig

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