BOTAS
ROJAS R AY A D U R O 6 2
BOTAS
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RAYADURO Edición 62: Botas Rojas. Mayo de 2019 Zine temático, un síntoma de otra obsesión. gracias. Textos generales: Equipo Rayaduro Puño de Panadero: Hélène Pineda Cáligas Carmesí Subatómicas: El Señor Underground ¡Unas Botitas Rojas!: María Cristina López Foto en Portada: Clay Napoleón el Gato, cortesía de Ale & Luis Diseñado por : Rayaduro / Omar & Hélène Pineda Textos citados: Shoes as Symbols in Art. The subject of desire. Imágenes de archivo: The Commons / Flickr—The Met Online Gallica BNF—Wikimedia.org—Unsplash.com Participan: Rosana Rossi (Argentina), Ángela Pérez (Colombia), EL SEÑOR UNDERGROUND (Colombia), Catalina Avila Sanchez (Colombia), Kateherine Martínez (Ecuador), Yesith Salazar (Colombia), Laura Grajales Díez (Colombia), Daid Prieto ( Colombia), Luis Barvalópez (Colombia), Clay (Colombia), Julio Villadiego (Colombia), Itzel (Colombia), Hélène Pineda (Austria), Omar Pineda (Colombia), Zig & Zay (Colombia) Ana María Fandiño (Colombia), Yeraldina Marquez (Colombia), Oscar Martinez (Colombia), Marisel Salazar(Colombia), Moscovisión Fanzine(Colombia), Fran Arias (Colombia), Leidy Ríos (Colombia), Claudia Fuchslocher (Ecuador), M. Cristina López (Colombia), Laura Vásquez Saturno (Colombia). dispuesto en ff amman serif pro de adobe fonts y arapey de eduardo tunni, Cintas por snkr_dfu7sk
Edición 62: Botas Rojas Hecho en Cartagena, Colombia. ¡Distribución libre!
a continuaciรณn
3 Cuentos cortos, 32 Ilustraciones, & un Gato
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Las botas rojas cambian la manera en la que nos movemos, la imagen del cuerpo y la auto-percepción. Levantan tus emociones y presencia corporal. Una persona alerta puede identificar el caracter y estatus social de los demas con solo mirar su calzado. En la actualidad hay una gran variedad de estilos y modelos de calzado. Pero hace cientos de años la situación era otra,
lea así
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1: Esclave noir du roi d'Agorante | 2: [Macbeth : quatorze maquettes de costumes / par Hippolyte Lecomte] Lecomte, Hippolyte | 3: [Macbeth : quatorze maquettes de costumes / par Hippolyte Lecomte] | 4: [Macbeth : quatorze maquettes de costumes / par Hippolyte Lecomte] | 5: Matelot / Seigneur de la cour d'Agorante : [1824] | 6: The Knighting of St. Martin (1320 — 1322) Simone Martini |
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»—fuente:
gallica.bn.fr & Wikimedia.org
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regulaciones especiales configuraban el tipo de calzado para las diferentes clases sociales; sus representaciones en el arte o en las escenas cotidians contribuyen a individualizar el caracter del retratado.
Traducción libre
de: Shoes as Symbols in Art. The subject of desire. en www. arthive.com/ encyclopedia
7: König Joseph von Ungarn (1678–1711), der spätere Kaiser Joseph I 1690. | 8: Portrait of Aleksandr Danilovich Menshikov (1673-1729). 1698 | 9: Portrait de Louis Philippe Joseph d'Orléans, duc de Chartres, depuis duc d'Orléans. circa 1779 | 10: Louis-Philippe Ier, duc d'Orléans en uniforme de colonel-général des Hussards (1773-1850) | 11: Portrait of the Archduchess Maria Theresia. Moritz Michael Daffinger | 12: Portrait of Irén Újházy (Girl with Rose). Miklós Barabás
www.gallica.bn.fr www.wikimedia.org
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PUÑO de PANADERO Calígula Andrés Rojas Parra, 16, no contestó el celular cuando lo llamó su mamá. No pudo pues se encontraba en plena matanza de blatodeos, más específicamente de unas cucarachas voladoras que habían entrado por la puerta del patio, atraídas por el olor a pan fresco que solía prevalecer en esta casa de familia panadera. El error estratégico había sido abandonar la libertad del aire por el confort de pared y piso. Una por una caían ahora, muertas a chancletazos. Calígula sonrió. Le gustaba la perfecta economía de sus movimientos, el ritmo marcado por el impacto del calzado ( pa – pa – pá ) y como caían los animalitos. Era una muerte fácil, una muerte bella. Nacido en otra familia, no entre panaderos sino entre pandilleros, por ejemplo, se hubiera vuelto un hábil y respetado asesino. De esto estaba seguro y a veces lamentaba su destino, aunque amaba a sus congéneres con todo el corazón y también amaba el pan, producto de los esfuerzos incansables de manos y máquinas familiares. Ahora llamó a su mamá. “¿Ajá qué?” – “Cal, ¿ya sacaste el pan de maíz?” – “Si, ya.” Calígula nunca había sido un chico agresivo, ni que andaba en busca de pelea. No era de los que explotan hormigueros, ni de los que destruyen los juguetes de sus hermanos para hacerlos llorar. Es más, en el colegio
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Helene Pineda
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le hicieron bullying, “por parecer niña”, “por marica” y por su nombre chistoso, de significado “botitas”, el apodo un infame emperador romano (pervertido y cruel, según). Fue recién, hace 2 años más o menos, cuando al fin decidió reciprocar. Su puño conectó bellisimamente con la mejilla de Lorenzo Aguas, el macho alfalfa de la manada. Puño de panadero. ¿No había alguna expresión así? La curva que dibujó la sangre en el aire al salir de la boca sorprendida de Lorenzo pareció una especie de caligrafía divina, y poder presenciar a esta efímera obra de arte le llenó el pecho con algo que nunca antes había experimentado; éxtasis espiritual. Desde aquel momento ya nadie se atrevía a joderlo. Ya nadie le cantaba “Botiiiitaaaas” en el pasillo, mucho menos se atreverían a agredirlo físicamente. Eso lo lamentó, porque sentía que necesitaba más de esto, de esta liberación de vitalidad, de este plasma rojo. Era una cuestión de estética. No buscaba hacer ni el bien ni el mal, tampoco quería ver a nadie sufrir, eso lo buscan únicamente los brutos como Lorenzo. Calígula solo quería dibujar, quería pintar el mundo de un rojo vibrante, embellecerlo.
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CÁLIGAS CARMESÍ SUBATÓMICAS
De niño acompañó a su padre en sus expediciones militares por Germania (14–16), donde se calzaba con las cáligas de los legionarios, quienes le dieron el sobrenombre afectuoso de «Calígula» («botitas»). Wikipedia
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Hasta ahora la ciencia no se ha percatado que las bacterias que se observan a través del microscopio, nunca han dejado que ojos humanos puedan ver sus boticas rojas. Todo esto puede sonar absurdo desde la perspectiva del método científico, pero aquí el asunto es de falta de imaginación. Pusieron una megalupa sobre los organismos, describieron sus características obvias y por no ver más allá, dejaron de lado el axioma que le da sentido a ese mundo miniatura: las bacterias usan botas rojas invisibles con las que practican un karate relativista basado en la veja filosofía de las mitocondrias del sueño (mitocondrias aventureras que recorrieron realidades complejas, con botas rojas hechas con eritrocitos). No vieron las botas (no las imaginaron) y fueron por ahí diciendo a todos que las bacterias no usan zapatos. Los profesores de biología se tragaron el cuento y empezaron a repetir una y otra vez en sus clases esta patraña. Nosotros, inocentes y un poco somnolientos en los salones de las
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El Señor Underground
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escuelas, aceptamos la mentira, y terminamos siendo cómplices de esta falsedad. Debo aclarar que jamás en mi puta vida he visto una bacteria y eso me permite imaginar con detalles sus letales botitas rojas para practicar karate relativista en las batallas del microcosmos y de los ataques nucleares con antibióticos cartesianos (de fondo, la ciencia prefiere matar a millones de bacterias que aceptar los punticos rojos invisibles en las feroces patas o piernas imaginarias de estas incomprendidas criaturas).
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Itzel va de negro pero hoy se puso mis mágicas putas botas rojas. Me dice con su risa loca “hoy soy como el Señor Underground, voy a zapatear en la Ciudad Amarilla”. Tiene ese delirio de creer que todo lo que hago y llevo, es especial. Creo que la falta de contacto con la realidad, le hace sobrestimar mis brutales maneras depresivas de andar por el mundo. Camina con un ademan chistoso, como imitando a ese que cree que soy. “¡Yo no camino así!”, le grito entre amargado y risueño. El asunto es que Itzel va de negro y lleva mis putas botas rojas y se eleva sobre todos los techos y las azoteas de Yellow Hell City y dice
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como si estuviera dormida: “todos los soñadores llevan botas rojas para patear latas de cervezas que en realidad son trampas paradójicas que solo se pueden derribar con botitas rojas fabricadas por el increíble matrimonio Pineda, siameses nacidos en las fábricas de zapatos Hellokuso”. Es silenciosa y apasionada, pero cuando me imita habla hasta por los codos. Es una Femme fatale pero no lo sabe y hago todo lo posible para que no lo sepa (conocí a una que cuando tomó conciencia de lo extraordinaria que era, se convirtió en algo tan ordinario y vulgar, que descorazonado, solo pude alejarme). Sé cómo se siente meterse en mis botas rojas, da la sensación de contemplar todo desde otra perspectiva (aburridos arranques de paranoia y pesimismo). Ella, Itzel, lo disfruta bajo el sol. Yo la miro esperando que me devuelva mi amuleto: mis pies descalzos en el andén se fritan como huevos en un sartén ardiente. Itzel, una vez soñé contigo, y encontramos en mi sueño, flotando sobre las aguas del mar Caribe, una bota roja gigante. Dentro de ella estaba la felicidad (esa puñetera invención), y la posibilidad de ser uno en carne y espíritu. Nos miramos e hicimos el amor, con esa timidez que disfrazan los solitarios voraces. Navegamos en la bota y luego naufragamos. Nena, Hagamos un pacto… quédate con una de mis putas botas rojas como promesa de que jamás olvidarás los caminos escondidos de esta ciudad que te mostré. En el cordón de la bota carmesí está el amuleto… Underground colgado de tu pecho. »— 10
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El Señor Underground
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En este párrafo no hay una sola bota roja. Es una desgracia que no exista por lo menos un par de cáligas para salir a hacer cualquier cosa. Si me lo preguntan, creo que tanto el escritor como el dibujante debieron meter un par de zapatos carmesí para los personajes no descritos. Todo esto demuestra la falta de entusiasmo y creatividad: “¡No es nuestra culpa! ¡No es nuestra culpa!” ¡En este maldito párrafo no hay una sola hija de puta bota roja! (¿no hay botas rojas en este párrafo? Jajaja).
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“No vieron las botas (no las imaginaron) y fueron por ahí diciendo a todos que las bacterias no usan zapatos”
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¡Unas Botitas Rojas! Que día tan lluvioso, Cuando las gotas apresuradas caen, como aquel que busca refugio del día tormentoso. En una esquina, bajo la carpa de una tienda de usados. Espero a que pasen los fuertes vientos y los rayos poderosos. Al cabo de un tiempo puedo salir de mi escondite corriendo por mis caminos. Entre la basura mojada, hay algo que me llama la atención, un par de botitas muy pequeñas están amarradas con un cordón, ¡Unas botitas rojas! Acomodadas en un montón. Son pequeñas como los de un juguete pero hechas con amor, Me causa tal curiosidad que decido cuidarlas con fervor, Busco con la mirada a su dueño, tal vez está alrededor. Una grieta en la pared forma un pequeño pie. Mi atención se vuelca de nuevo en el día que descubriré.
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M. Cristina López
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Texto e ilustración de: M. Cristina López Que día tan lluvioso, Cuando las gotas son enormes, y a mi paraguas se lo lleva la lluvia y el viento tormentoso. En una esquina, con la corriente mis cosas fueron llevados. Espero que el agua no las arrastre muy lejos. Al mirar, ¿Dónde están mis botitas rojas? Tal vez con el agua ya están lejos. Entre la basura mojada, las veo, como podría confundir esa coloración, Una silueta se aproxima apresurada, y no puedo alcanzar su cordón, ¡Mis botitas rojas! Han sido capturadas por un ser grande y glotón. Sus enormes manos no saben que son delicadas, hechas con amor, Me decido entonces a seguir al ladrón con fervor, Busco refugio a toda velocidad y miro a mi alrededor. Una grieta no es muy profunda, y ha sido descubierto mi pie, Mi carrera hace sonar el pequeño paraguas hecho de bolsa crujiente.
@mcrisartt
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»—autor:
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Daid Santiago Prieto @daidprieto
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»—autora:
Katherine Martínez @kai.munstra
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»—autor:
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Julio A. Villadiego Cubides
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@juliocubides
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Catalina Ávila Sánchez
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Omar Pineda
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@hellokuso
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L a u r a G r a j a l e s D í e z @ Te c h n i c o l o r . s . a
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@ismarisel
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@rosanarossi73
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@cta.a.sa
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»—autora:
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Ángela María Pérez @gelatina321
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»—autor:
El Señor Underground @rameus.d
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»—autor:
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El Señor Underground
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Las botas nos separan del suelo. Además de ser un elemento de calzado muy llamativo las botas rojas aparecen en las navidades, como parte de la imagen erótica, como señuelos para la mirada, como símbolo de status, como la inocencia, la furia, lo casual y lo chic.
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»—fuente:
Flickr / Unsplash
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»—autor:
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Luis Barvalópez @luisbv23
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»—autores:
Z i g & Z a y
@zzigzzay
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»—autora:
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Ana María Fandiño L. @nana_fandi_la
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»—autor:
Oscar Martinez
@entr0piaa
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L a u r a Vá s q u e z S a t u r n o
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¡ hay que ser muy macho para llevar esas botas!
@lauravasquezsaturno
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Soy Daltónico, ¿y mis botas? Entendemos que no todas las personas perciben el color de la misma manera, tú también puedes experimentar las botas rojas, incluso si eres daltónico o presentas una alteración en la percepción del color Según Wikipedia, el daltonismo es una alteración de origen genético en la capacidad de distinguir los colores. El grado de afectación es muy variable y oscila entre la falta de capacidad para discernir cualquier color (acromatopsia) y un ligero grado de dificultad para discriminar matices de rojo, verde y ocasionalmente azul que sí son capaces de discriminar las personas con visión normal del color o tricrómatas. Recuerda que si presentas alguna de las variaciones de la visión anteriores puedes insultar a casi todo el mundo llamándolos ¡Tricrómatas!, al mejor estilo del capitán Haddock,
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Guía de variación cromática para Tricrómatas
Visión regular
Protanopia
Espectro completo
Acromatopia
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