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BOLUMAR EN ESENCIA
XLV ANIV. EN LAS BBAA
Querido(a) lector(a), hablar del personaje de Luis Bolumar Santamaria, (Segorbe 1951) y de su dedicación de XLV años a las BB.AA requiere una mirada retrospectiva a su trayectoria, a sus influencias más perennes. Un artista plástico fundamental para comprender el devenir artístico del Castelló contemporáneo en el tránsito del s.XX al s.XXI enmarcado en el espectro global valenciano, desde sus comarcas interiores hasta la capital del Túria. Una visión tan personal como su larga y variada trayectoria artística, original e intrínseca, dueña de un estilo propio. Toda una vida dedicada a la paleta y el pincel en un oficio aprendido de manera autodidacta, plasmado tanto en sus creaciones pictóricas como en su producción cerámica y escultórica. Mención aparte merecen la serigrafía y el grabado por su exaltación iconográfica, depuración y maestria.
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Han pasado más de 45 años desde su primera exposición individual y no ha desfallecido en su empeño de pintar, de crear, de alcanzar su sueño personal y el camino de la libertad mediante su compromiso con el Arte. Pero como en todas las historias de artistas hubo una primera vez en una sala referente de aquel momento, el Círculo Mercantil (1973) con sus pinturas colgadas, numeroso público y un soporte intelectual de excepción, el hijo predilecto de la capital de la Plana, el poeta Miquel Peris i Segarra. Descriptor en su obra poética de una interesante semblanza del universo de Bolumar:
“ Defugir la realitat i caminar pels vials del somni, no ho fa qui vol, sinó qui pot. Afermat pels lligams de la societat de consum, l’home,Prometeu etern-, s’esforça en evadir-se i cerca camins sense trobar-los. Només la seua espiritualitat li permetrà alliberar-se.
Amb el seu món hippi d’ara , Bolumar, el nostre jovencell pintor, continua somniant però xafant terra. Aquelles formes ingràvides, estàtiques , de la darrera temàtica,-vitalista i contestatària enfront de l’estaquirot que sorgia en qualsevol cantó-, són més humanes perquè ja saben que l’estatisme , el gaudi de la vida amb tota la seua plenitut , només es pot assolir amb el món del treball. Qui pogués ser pitera! I així solca i sorrega amb sa suor el si de la mare terra collint flors i més flors, ofrenant a l’amor el fruit de l’esforç amb la joia de qui tot ho rebutja per viure alliberat de tota mena de repressions i donant-se, -ja justificat, a l’essència que l’enquimera, reblint de somnis , -sempre surant- , els pradells i bucòliques contrades de l’espiritualitat. Que les formes dionisiaques li donen a beure l’agredolç suc de pampoloses parres per enlairar més i més l’esperit creador acostant-lo on viuen els déus antics que tot ho perdonen quan tot s’adreça , amb sinceritat , per poder combregar amb la Bellesa nua.”
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El relato de su crecimiento personal se gestaba en un movimiento cultural vivido en una experiencia previa a su primera muestra. Su pasión por la pintura era pareja a su deseo por conocer los entresijos de los creadores desde la perspectiva underground, echarse a la calle con el caballete bajo el brazo, lienzo, pigmentos, óleos, pinceles…y mochila desvencijada como único equipaje. Caminar junto al asfalto rumbo al Parnaso del Arte de los primerizos 70`s, el Cau de L’ Art del solsticio de verano en la montaña de Llucena. Una morada para artistas liderada por el poeta Miquel Peris en unos tiempos difíciles para la actividad artística, plasmada desde las manifestaciones más variopintas. Peris creaba una performance particular a medio camino entre la expresión teatral, la música clásica y el transformismo en la indumentaria, una revolución para la creatividad en ciernes. Un oasis libertario pese a vivirse aún bajo la égida franquista, un canto a la vida alegre de sus moradores. Música en vivo, recitales poéticos, rapsodas con una banda sonora del rumor de las aguas del barranco. Un remanso de paz para que pintara un ermitaño de barbas floreadas llamado Ripollés, el joven Lorenzo, el hippie Massó, el ceramista Safont y las visitas de futuros referentes de la cultura como Terenci Moix y Pau Casals. Unos años complicados donde se tocaba el cielo mediante la producción artística y literaria mientras Bolumar reafirmaba su influencia de los clásicos con su inspiración en las fuentes grecolatinas.
Meditación otoñal, 1995
Una figuración reinterpretada bajo su pincel, unas veces impregnada de un croquelado donde se entremezclan los paisajes, los personajes y los símbolos, imitando el revestimiento del mármol. Otras con variadas formas arquitectónicas, escenas mitológicas y ornamentación de guirnaldas y amorcillos, un imaginario que nunca abandonará durante su carrera pictórica.
Del Fauno Mitol Gico Al Icono Femenino
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Tal como relataba el crítico Felipe Mª Garín en 1989, “desentrañando la expresión artística de Bolumar me vienen a la memoria algunas reflexiones de Rainer Maria Rilke respecto al Arte Clásico”… “ como el griego no concebia un paisaje, un mundo sin pobladores humanos, sin hombres o dioses humanizados…de todo lo cual eran soporte o más que marco..”. La pintura de Luis Bolumar profundiza en un mundo mitológico lascivo donde habitan los faunos, seres representados como figuras humanas de orejas puntiagudas, cuernos, patas de cabra…o alados, y la androginia. Una ambigüedad manifiesta en un universo identitario donde se entremezclan lo masculino y lo femenino, las obsesiones reflejadas en algunos casos en el desnudo integral, destacando el miembro viril.
Ternura, 1994
Su evolución hacia el eterno femenino se manifiesta en las primeras ninfas pintadas de formas voluptuosas, sin sus ojos rasgados característicos, reflejo de su mirada a la esencia de los clásicos. Desde aquí va madurando en su empeño de representar a otra mujer diferente, dueña de su feminidad que le permite desempeñar cualquier rol que potencie su empoderamiento. Un espíritu que se contagia desde su pincelada expresiva, romántica que define la voluptuosidad de la belleza con la maternidad primigenia. El desnudo como el espejo del alma. la sensualidad colorista de un atuendo o de un símbolo, envuelto en las carnes rotundas de las hembras jugando con las gamas cromáticas frías y cálidas para transportarte a sus sueños. Más adelante con las mujeres características de ojos rasgados Bolumar se recrea en arabescos, veladuras y detalles a todo color.
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Evolución de la mirada de la mujer en los óleos de Bolumar
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