El arte de cultivar una mente abierta

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El arte de cultivar una mente abierta

Sexto Empírico

El arte de cultivar una mente abierta

Un manual de sabiduría clásica para vivir con la serenidad de un escéptico

Título original: How to keep an open mind

© Princeton University Press, 2021 © de la traducción del inglés, Jacinto Pariente, 2022 © Ediciones KŌan, s.l., 2022 c/ Mar Tirrena, 5, 08912 Badalona www.koanlibros.com • info@koanlibros.com

ISBN: 978-84-18223-47-1 • Depósito legal: B-2975-2022

Diseño de cubiertas de colección: Claudia Burbano de Lara Maquetación: Cuqui Puig Impresión y encuadernación: Liberdúplex Impreso en España / Printed in Spain

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

1ª edición, abril de 2022

índice Agradecimientos.................................................................. ix Introducción ......................................................................... xi Nota a la traducción ........................................................... xliii el arte de cultivar una mente abierta ...... 1 1. Escepticismo: una visión de conjunto ................ 3 2. Razonamientos listos para usar: los modos ....... 23 3. Pensar y expresarse como un escéptico (no como cualquiera) ........................................... 45 4. Escepticismo y lógica .......................................... 59 5. Escepticismo y física ............................................ 75 6. Escepticismo y ética ............................................. 89 Glosario ...................................................................... 99 Galería de personas que aparecen en el texto .................. 105 Notas .......................................................................... 111 Lecturas complementarias ........................................... 123

Quiero dar las gracias a la institución donde traba jo, la Johns Hopkins University, por haberme concedido un año sabático durante 2019-2020 para preparar el presente volumen (y muchas otras cosas).

Gracias a Rob Tempio y Matt Rohal, editor y editor asociado de filosofía de Princeton University Press, por proponerme participar en la colec ción Sabiduría Clásica para Lectores Modernos, mi primera incursión seria en lo que hoy en día se denomina «filosofía pública», y por sus consejos y apoyo durante el proceso.

Quiero expresar mi agradecimiento a algunos amigos y familiares no pertenecientes al ámbito académico que han leído el volumen o partes de

ix agradecimientos

él mientras lo escribía y han aportado su opinión: Andrew Bett, Colleen Ringrose, Michael Tread way, y sobre todo, a Geri Henchy, por haberme leído en voz alta la primera versión completa mientras la iba desarrollando y por sus numerosos consejos e ideas para facilitar la lectura del texto.

También quiero dar las gracias a dos personas del mundo académico, Michael Walzer (el «muy distinguido politólogo» del que se hace mención en el texto) y Jennifer Lackey, cuyas conferencias, a las que asistí mientras trabajaba en la obra, me han ayudado a redactar la última parte de la intro ducción, que trata sobre la vigencia actual de las enseñanzas de Sexto Empírico.

Por último, quiero dar las gracias a dos lec tores anónimos de la editorial, cuyos inteligentes comentarios me han llevado a efectuar numerosos cambios y mejoras, sobre todo en la introducción.

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introducción sexto empírico y su obra

Hoy en día por lo general llamamos escépticos a las personas con tendencia a dudar, es decir, personas que no están dispuestas a aceptar de buenas a primeras lo que les digan los demás. El escéptico de la antigua Grecia del que nos ocupamos en este libro, Sexto Empírico, tiene sin duda algo en común con ellas, solo que es mucho más testaru do. Dispone de una serie de técnicas listas para usar para asegurarse de no aceptar (ni él ni nadie a quien se le apliquen) nada, o al menos nada que proponga alguien que presume de comprender el funcionamiento del mundo. Para ello, aplica la suspensión del juicio ante cualquier afirmación de ese tipo. El resultado, según él, es que gracias

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a la suspensión del juicio uno vive menos atribu lado y más sereno que los demás. El escepticis mo, así, tiene un efecto beneficioso sobre la vida del ser humano. Más adelante nos extenderemos sobre este punto y analizaremos unas cuantas cosas que podemos aprender de esta actitud, así como unas cuantas dificultades con las que podemos encontrarnos. No obstante, comencemos con unas palabras sobre Sexto Empírico y su obra.

Sobre Sexto como individuo no sabemos prác ticamente nada, a excepción de que fue médico y que perteneció a la Escuela Empírica, una de las escuelas de pensamiento médico más importantes de su época. Vivió durante el período del Imperio romano, seguramente dentro de su territorio, y lo más probable es que lo hiciera alrededor del 200 d. C., o quizá un poco más tarde, aunque es tas fechas son de lo más inciertas. Desconocemos dónde nació y dónde vivió. Sabemos que escribió en griego, si bien el dato no aporta gran cosa, pues en la Roma imperial las clases educadas recurrían

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frecuentemente a este idioma con propósitos in telectuales. El mismo emperador Marco Aurelio, del que quizá Sexto fuera coetáneo, escribió sus famosas reflexiones personales, las Meditaciones, en griego.

La fama de Sexto reside en la gran cantidad de obras suyas que se conservan. Se considera a sí mismo miembro de la tradición pirroniana de la escuela escéptica, cuyos únicos escritos conservados son los de Sexto. La escuela pirroniana se remonta a un oscuro personaje (oscuro para nosotros, naturalmente) llamado Pirrón de Elis (c. 360-270 a. C.), de quien se dice que acompañó a Alejandro en sus campañas y conoció en India a unos «hombres sabios desnudos» que al parecer fueron una importante fuente de inspiración para su pensamiento. La cuestión de si Pirrón, y por extensión la tradición pirroniana, recibió la in fluencia del budismo temprano es tan fascinante como controvertida. No obstante, aparte de la influencia histórica, son muchos los lectores de Sexto que perciben afinidades con ciertos aspectos

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del budismo. Volveremos sobre ello tras analizar algunos detalles.

A pesar de su fama, Pirrón no fundó un movimiento filosófico duradero. Harían falta doscientos años para que otro oscuro personaje, Enesidemo de Cnossos, pusiera en marcha una escuela escéptica que proclamaba a Pirrón como precursor. A esta escuela, probablemente al final de su an dadura, pertenecería Sexto. La historia del pirronismo es difícil de reconstruir en detalle porque nuestra evidencia es bastante escasa, un problema común para los investigadores que estudian las culturas antiguas, aunque esto no impide que lo intenten. En el caso de Sexto, sin embargo, este problema no debe preocuparnos, pues muchas de sus obras han llegado hasta nosotros y nos centraremos en ellas en este libro.

Conservamos tres obras suyas, dos de ellas completas y una tercera casi seguro incompleta. La más accesible, y que ocupa la mayor parte de este libro, se titula Esbozos pirronianos. Los Esbo zos (a menudo nos referiremos a la obra de esta

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manera abreviada) se dividen en tres libros. En la Antigüedad se denominaba «libro» al fragmento de una obra más larga que cabía en un rollo de papiro (La república de Platón, por ejemplo, está conformada por diez libros; La Ilíada y la Odisea, por veinticuatro cada una). El libro I es una introducción general al escepticismo de Sexto; el segundo y el tercero analizan las teorías de otros filósofos (de los que hablaremos más delante) en las tres áreas principales de la filosofía reconocidas en la Antigüedad tardía: la lógica (libro II), la física y la ética (libro III). Además de los Esbozos, conservamos dos libros sobre lógica, dos más sobre física y uno sobre ética que forman parte de una obra de mucha más envergadura, que Sexto tituló Tratados escépticos, y que casi con toda seguridad también incluían (antes de los libros de lógica) una introducción general al escepticismo, hoy perdida, que trataría los mismos temas que el primer libro de los Esbozos. En esta última Sexto nos recuerda a menudo que se dirige a nosotros en forma de «esbozo». Los libros de los Tratados

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escépticos que han sobrevivido nos muestran cómo le gusta proceder al autor cuando no le apremian los problemas de espacio. El efecto puede ser un tanto abrumador, sobre todo para el público no especializado, aunque a veces también para los espe cialistas (el lector puede creerme: los he traducido todos). En cualquier caso, disponemos, de hecho, de dos versiones de la misma obra, una abreviada y una extensa; los paralelismos y diferencias entre ambas son a menudo muy interesantes.

También ha sobrevivido completo el trata do Contra los dogmáticos. En él, el autor critica los postulados teóricos de seis áreas diferentes: la gramática, la retórica, la geometría, la aritmética, la astrología y la música. Sexto no se limita, como vemos, a los temas puramente filosóficos (aunque existan ciertas coincidencias entre esta obra y las otras dos): su crítica se dirige contra todo aquel que afirme ser experto en cualquier campo.

El presente volumen sigue la estructura de los Esbozos. Se compone de una selección de los principales pasajes de los tres libros, con mayor

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atención al primero, más general que los otros dos. He añadido una serie de breves acotaciones en letra cursiva que indican cómo se conectan las partes y de qué tratan los fragmentos no incluidos. Para completar, he añadido algunos breves párrafos de las demás obras de Sexto, que aportan datos interesantes sobre algún tema tratado en los Esbozos. Los pasajes seleccionados no exigen, en la medida de lo posible, un profundo conocimiento de la filosofía griega o el mundo grecolatino. No obstante, cuando las circunstancias lo requieren, he incluido una nota con información adicional.

el escepticismo de sexto empírico

¿En qué consiste el escepticismo de Sexto? Como decíamos antes, es una técnica, o mejor dicho, una serie de técnicas, para suspender el juicio. El me jor lugar para comenzar a explicarlo quizá sea la primera frase de la primera sección de los Esbozos, llamada «¿Qué es el escepticismo?» (I:8):1 «El

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escepticismo es la capacidad de establecer opo siciones entre las cosas aparentes y las cosas del pensamiento en cualquiera de sus formas, gracias a las cuales, y a causa de la equivalencia entre las cosas y las razones contrapuestas, en primer lugar suspendemos el juicio y en segundo alcanzamos la serenidad».

En esta breve afirmación observamos tres eta pas. Lo primero que hacemos es «realizar oposiciones» sobre algún tema. Tomemos un ejemplo del propio Sexto, la existencia de los dioses. Abun dan los puntos de vista acerca de la existencia y características de los dioses. Hay argumentos teóricos a favor y en contra, y también están las intuiciones de la gente normal. Por ejemplo, hay quien afirma haber tenido una experiencia directa de lo divino, mientras que otros sostienen que la experiencia cotidiana no nos da razones para creer en la existencia de fuerza divina alguna. El escép tico recoge todas esas impresiones y argumentos («cosas aparentes y cosas del pensamiento») y los compara entre sí. Dado que hay desacuerdos de

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todo tipo entre ellos, el resultado es toda una serie de «oposiciones». Cabe resaltar que el escép tico avezado lleva a cabo este proceso de manera que entre los argumentos e impresiones opuestos haya «equivalencia», es decir, que tanto unas como otros nos parezcan igualmente plausibles, sin que haya un lado que parezca tener ventaja sobre el otro. Si esa es la situación, no parece quedar más alternativa que suspender el juicio sobre el tema, que es precisamente la segunda etapa. Si las posturas opuestas están igualadas en cuanto a su poder de persuasión, no sentiremos más inclinación por una que por otra, de modo que no elegiremos ninguna, lo cual se define como suspensión del juicio. Según nos dice Sexto, la suspensión del juicio con duce a la serenidad, que es la tercera etapa. Dejemos de lado el tema de la serenidad por ahora. Sexto define el escepticismo como una «ca pacidad»: una capacidad que consiste en alinear las ideas de cualquiera de los puntos de vista opuestos (o de todos) sobre un tema de manera que las razones de uno tengan tanto peso como las de

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cualquiera de los otros, lo cual conduce de nuevo a la suspensión del juicio. Hemos visto el ejemplo de la existencia de los dioses, pero ¿qué pasaría si aplicásemos el método de Sexto a todo? ¿No quedaríamos paralizados e incapaces de actuar? No cabe duda de que la vida normal nos exige tomar decisiones.

Sexto es bien consciente de ello. Como aclara en varios pasajes de los Esbozos, él y sus colegas estoicos tratan, y nos invitan a los demás a hacerlo, de suspender el juicio acerca de cómo las cosas son en realidad. En lo que se refiere a las actividades cotidianas, se conforma con como son las cosas, pues esa es la única forma de vivir una vida normal. Lo que no hace, pero acusa a otros filósofos de hacer, es afirmar categóricamente que conoce la verdadera naturaleza de las cosas. Nos ofrece el ejemplo del sabor de la miel (I:20). La miel sabe dulce, lo cual evidentemente afecta al uso que hacemos de ella. Pero el sabor dulce no nos dice nada acerca de la estructura interna de la miel, es decir, de cómo es la miel en sí misma. Quizá la

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dulzura forme parte de su verdadera naturaleza (en el mundo antiguo, este era un punto de vista posible), o quizá no; quizá el hecho de que sepa dulce en realidad tenga más que ver con nosotros que con la propia miel (también había puntos de vista que seguían esta línea en la Antigüedad). El escéptico nos invita a suspender el juicio sobre este tipo de cosas después oponer las distintas teorías, igualmente convincentes, sobre el tema. Sexto denomina dogmáticos a aquellos que presumen de conocer la naturaleza real de las co sas más allá de sus apariencias, ya sea en el campo de la física, de la ética o en cualquier otro. Un dogmático es alguien con puntos de vista definitivos acerca de la naturaleza real de las cosas. La palabra griega dogma (que aún sobrevive en nuestro idioma aproximadamente con el mismo significado) se refiere a este tipo de puntos de vista definitivos. También la he traducido como «doc trina». El mismo Sexto describe ciertas afirmaciones como «dogmáticas» y con ello también quiere decir «presentadas como puntos de vista definiti

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vos sobre la naturaleza de las cosas». En este sen tido, los filósofos no escépticos a los que critica Sexto son todos dogmáticos. Pero también lo es cualquiera que se adhiera a teorías que pretenden ir más allá de la apariencia de las cosas en la expe riencia ordinaria y penetrar en su verdadera naturaleza. La división entre filosofía y ciencia no estaba tan clara en tiempos de Sexto como lo está ahora. No obstante, muchos científicos modernos, especialmente los más teóricos, también pecarían de dogmáticos según los estándares de Sexto. Otro término que Sexto usa mucho en este contexto es opinión. Para él, opinión (que no es un término extraño a la filosofía griega), es la firme creencia en que algo es de determinada manera, lo cual de nuevo va más allá de lo que es simplemente aparente en nuestra experiencia. Significa más o menos lo mismo que «doctrina», solo que «opinión» abarca no solo los puntos de vista de los filósofos y otros teóricos;2 en cierto momento, Sexto afirma que la gente ordinaria sostiene la «opinión» de que ciertas cosas son buenas por

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naturaleza, mientras que otras son malas por na turaleza (I:30). En contraste con ello, nos recuerda con frecuencia que, como buen escéptico, él habla «sin opiniones», es decir, que se limita a describir cómo le parecen las cosas, sin llegar a una senten cia sobre cuál es la verdad final del asunto.

¿Qué sucede con la serenidad, el beneficio práctico de todo el sistema filosófico escéptico? La palabra griega que traducimos aquí por «serenidad» es ataraxia, un estado de imperturbabilidad o tranquilidad. La idea es que el escéptico es un ser libre de turbación y enojo, de lo cual se deduce que al que no practica el escepticismo lo afligen los enojos y turbaciones. ¿Qué quiere Sexto decir con esto?

Parece haber dos respuestas a la pregunta, una más clara que la otra. La respuesta más clara es la siguiente. Entre los puntos de vista definitivos que la gente tiene sobre el mundo, están los puntos de vista sobre qué cosas son buenas o malas por naturaleza. Como acabamos de ver, los filósofos no son los únicos en tener estas convicciones. Así,

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