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Mi historia con el machismo
from Relaciones
by Kōan Libros
Podría escribir un libro únicamente con las experiencias que he tenido con el machismo. Es sorprendente que una persona de una generación joven como la mía se haya topado con él. En apariencia, no era lo esperable.
Provengo de un matriarcado. Mi abuela ha sido la reina de mi familia. Representa ese tipo de mujeres fuertes, rebeldes y muy trabajadoras. De esas que han tejido nuestra historia, la de muchos. A mi madre la llamábamos «la McGyver». Siempre ha sido una crack en el terreno tecnológico. Cuando tuvimos el primer ordenador, se pasaba horas aprendiendo a utilizarlo. Arreglaba la lavadora y también llevaba las finanzas de la casa. Cobraba más que mi padre. Él hacía la compra y cocinaba para la familia. No tuvo móvil hasta hace unos cinco años. Siempre le he dicho que tendría que haber sido enfermero, porque es el gran cuidador de toda la familia.
A medida que fui creciendo, tuve mis primeras relaciones afectivo-sexuales y también empecé a tener éxito en mis proyectos profesionales. Me encontraba con hombres que competían conmigo y que no soportaban que yo tuviese más conocimiento sexual que ellos, que ganara más
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dinero o que tuviese una carrera profesional consolidada. Yo no podía entenderlo. Me rechazaban, me culpaban e intentaban rebajarme de diferentes formas. Con el tiempo comprendí que se sentían inseguros a mi lado y que esto era fruto de que estaban sujetos a unas creencias culturales que nunca habían cuestionado, aun siendo jóvenes. No importan los años que pasen, si esas creencias no son cuestionadas, siguen influyendo en nuestros comportamientos.
Mi viaje fue aprender a decir no a ese tipo de actitudes, a soltar la culpa, a dejar de pedir perdón por mis logros, a darme cuenta de que no era yo quien se tenía que ocupar de los lastres culturales y emocionales de mis parejas. Es triste, pero aún hoy se pagan precios por ser una mujer con las ideas claras, independiente económica y sexualmente, y que ha desterrado la idea de que complacer es el único camino. Tengo criterio y voz propia. Para algunos, eso sigue siendo una amenaza.
Resumiendo, es genial ser una mujer empoderada, pero implica pagar un precio. Y hay que pagarlo. No hemos desterrado el machismo.
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