Propiedad privada socialemnte solidaria v 5 0

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Propiedad Privada de los medios de producción: la institución social más solidaria

Lic. Econ. Kurt H. Noeding Koltermann MBA, (c)ME Colegiatura CEL # 06326 Facultad de Ciencias Empresariales Universidad Científica del Sur Lima, Perú khnoeding@ufm.edu

Ensayo presentado como material de apoyo para el Segundo Conversatorio sobre Economía Villa I – Universidad Científica del Sur Lima, Perú 16 de noviembre 2016


Aquí les quiero mostrar los fundamentos económico-sociales en los cuales se basa el derecho inalienable a la propiedad privada de los medios de producción; es decir, la necesidad ética de prohibir la creación de empresas estatales y entregar en su totalidad la función de producción de bienes y servicios, y la producción de insumos y bienes de capital real, al sector civil privado. Mostraré que esta opción de privatizar absolutamente todos los medios de producción, es lo que nos manda la ética social al servicio de las mayorías, solidaria en especial manera con los más pobres. También indicaremos el marco social y las condiciones socialmente necesarias para que la propiedad privada de los medios de producción, real y efectivamente, contribuya al bienestar social de todos los miembros de la sociedad, incluso para que, de manera dinámica, contribuya al bienestar de las mayorías y de los más pobres, y se constituya así, en la verdadera y auténtica opción social por los pobres, y no en una superestructura ideológica jurídica de dominación del pueblo, de tal manera que no sirva para enajenar al pueblo, sino que se ponga al servicio del bien común de la sociedad, que es el marco social en común, que libera a toda persona para que ninguna fuerza coercitiva le impida perseguir el desarrollo hacia la realización plena de su potencial personal. El derecho inalienable, es decir, no quebrantable coercitivamente por amenaza de o real aplicación de la violencia, a la propiedad privada de las personas, también se puede fundamentar en el Derecho Natural, como se ha hecho tradicionalmente; es decir, en aquél Derecho que se puede descubrir mediante el uso de la razón natural mediante la reflexión y deducción sistemática a partir de la naturaleza del ser humano; es decir, reflexionando sobre el innato fin inherente a la condición humana de todo persona, llamada a desarrollar su potencial en la persecución de lo que los griegos denominaban “la ética de la vida buena”. También se puede fundamentar el derecho a la propiedad privada en la ética de la argumentación de Habermas, como lo hace Hans Hermann Hoppe, que a partir de la realidad de la necesidad de diálogo entre diferentes personas, para constituirse en sociedad, requieren que un dialogante reconozca al otro dialogante como un “Tu” pleno, como un Alter Ego, con el respeto a toda su personalidad y su individualidad, comenzando con el reconocimiento del derecho a una opinión propia del otro, lo cual presupone el derecho a la propiedad y la libertad de su propia vida, y recíprocamente de la propia. De este reconocimiento al derecho sobre la propia vida, Hans Hermann Hoppe deriva el derecho a la propiedad privada de lo que esa misma persona, dueña de sí misma, y dueña de sus capacidades (ese “Tu” dialogante cuya individualidad personal se reconoce plenamente), logre crear o producir por medio de sus capacidades o de los medios de producción que desarrolla o adquiere legítimamente.

Finalmente, la ética consecuencialista, ajustada por la asentabilidad detrás del “velo de ignorancia” al contrato social por consenso potencial tal como indica John Rawls, tal cual la presenta Karl Homann, es otro fundamento ético del derecho a la propiedad privada. Karl Homann deriva de las consecuencias sociales utilitaristas del derecho a la propiedad privada, al constituirse históricamente como el método más potente para crear bienestar económico, que este derecho, como regla consecuencialista, establecida como norma social a seguir por todos en general, y no para un individuo, ni para un grupo social concreto, en particular( sin movilidad social), como perversamente tiende a ocurrir en el Perú, es una regla ética, que como regla que se respeta recurrentemente, repetidamente, y consecutivamente, promoverá una tendencia, al respetarse como regla de conducta general, al desarrollo del bienestar económico de la sociedad (aún si en casos particulares y singulares dentro de la sociedad haya


desviaciones de tal tendencia media al desarrollo económico en el tiempo), y que, por tanto, esta normatividad y las normas que la rodean, son asentibles mentalmente por cualquier miembro de la sociedad, como en un consenso en que se consciente a un contrato social implícito; por esta posibilidad potencial de asentir, de todos los miembros de la sociedad, actuales y futuros, debidamente informados, pero detrás del “velo rawliano de ignorancia” a un consenso contractual social, este derecho a la propiedad privada de los medios de producción, es socialmente ético para Karl Homann, en el sentido de la ética social de John Rawls. Aquí postulo, que también para cualquier peruano, actual y futuro, de nuestra sociedad, cuando está debidamente informado y se encuentra reflexionando acerca del carácter ético del derecho a la propiedad privada de los medios de producción, y realiza esta reflexión detrás de lo que John Rawls denomina el “velo de ignorancia”, es decir, después de trasladarnos mentalmente a una situación previa, en la cual todavía no tenemos ninguna propiedad en particular, ninguna habilidad o deshabilidad en particular, ningún interés económico ni tampoco laboral, en particular; una situación en la que mentalmente prescindimos y nos situamos mentalmente detrás de un velo que ignora nuestra realidad particular de ser o no ser propietarios de medios de producción, e ignorar mentalmente, si nuestro rol será o no será el de un trabajador al servicio de los propietarios y patrones de los medios de producción, con ciertos intereses concretos; una situación mental en la que ignoramos, figurativamente y mentalmente, si tenemos acceso a la educación o salud pública o no; pero una situación mental en la que la probabilidad de tener ciertas propiedades, ciertas habilidades, ciertos intereses económicos o laborales, es decir, una situación en que la probabilidad de gozar de la libertad de acceder a la propiedad y ser dueños de medios de producción, y la probabilidad de ser trabajadores al servicio de los dueños de los medios de producción, siga una distribución probabilística aleatoria, en la probabilidad de concretizar un particular caso de ser propietario o no propietario; es decir, nos retrotraemos a una situación mental en la que todos tengamos la misma libertad de acceder a oportunidades de constituir propiedades, es decir, igualdad legal de la libertad al acceso de oportunidades de convertirse en propietarios o de convertirse en no-propietario-trabajador al servicio de alguno de estos, y no como erróneamente se cree, igualdad de oportunidades; pero en esta situación, a la que nos retrotraemos mentalmente, ignoramos cuál será nuestro rol social concreto, e ignoramos los correspondientes intereses particulares que el azar nos puede tocar inicialmente, como punto de partida social al nacer. Incluso está normatividad acerca de los derechos de propiedad privada se puede ajustar, detrás de éste “velo de ignorancia” rawliano, a la tendencia de la mayoría de la población, a ser mayoritariamente adversa al riesgo, complementando, como lo haremos, la normatividad del derecho a la propiedad privada, con condiciones-marco de la sociedad, y con instrumentos de apoyo legal a los menos favorecidos por el azar probabilístico, condiciones-marco e instrumentos desarrollados detrás del “velo de ignorancia”, que justifica éticamente la sociedad, basada en derechos de propiedad privada de organización social, según John Rawls, tal como lo sistematiza Karl Homann (con una visión diferente al de la sociedad que Rawls).


Sin embargo, aquí, en el presente ensayo nos limitaremos a mostrar que desde el punto de vista de ética social, para la generalidad, la propiedad privada de los medios de producción es la institución social más solidaria al servicio del pueblo y de las mayorías. También indicaremos las condiciones-marco necesarias para que, real - y efectivamente, la propiedad privada de los medios de producción, se ponga al servicio del bienestar general del pueblo y no se configuren en un capitalismo de amigotes y compinches que destruye el bienestar social, que destruye valor económico, hundiéndonos en una trampa social de círculo vicioso depredador.

Económica- y socialmente, los derechos de propiedad de los medios de producción significan el reconocimiento institucional, ya sea más formalmente, ya sea menos formalmente, de la libre disposición, y posesión y uso de un bien o un servicio por una persona particular. El reconocimiento institucional se constituye, cuando, después de un proceso heurístico, y evolutivo, de ensayos de pruebas y errores históricos y evolutivos, se imponen ciertos esquemas de patrones de conductas y acciones humanas, que son repetidas socialmente y resultan reconocidos y replicados por la sociedad como convenciones, para reducir la incertidumbre ante el futuro humano no-determinado, derivado de las acciones humanas en el tiempo, sin llegar nunca a la incertidumbre social nula (es decir a la certeza social) en vista al futuro por hacer, mediante las acciones humanas, que estudian las ciencias sociales; y no ante el por-venir, que es un concepto derivado del tiempo cronológico en el campo de la esfera de la ciencia natural de la física.

En vista del tiempo subjetivo, de la esfera de las ciencias sociales que estudia la acción humana – en contraposición al tiempo cronológico, de la esfera de las ciencias naturales físicas, cuyo objeto de estudio es la naturaleza – en contra al tiempo subjetivo, tal cual se realiza en la ejecución de fases y etapas subjetivas y sucesivas, durante la ejecución de una acción humana, que es por definición deliberada, desde la motivación personal y volitiva para actuar en vista a un fin subjetivamente creado o descubierto, al cual se estima ordinalmente con más o menos intensidad por el apego al fin, que da origen a la categoría de valor del fin (hasta la utilización de medios, que se crean o descubren también subjetivamente, utilizándolos e integrándolos en la ejecución de un plan de actuación, al menos implícito, de modo voluntario, en vista del valor que estimamos a ciertos fines), teleológicamente hablando, fines alternativos con valores subjetivos, integrables a un plan de actuación de acciones humanas, del cual se deriva la mayor o menor utilidad subjetiva de los medios que se persiste volitivamente en utilizar para llevar a cabo el plan de actuación en el contexto de ciertas circunstancias históricas, culturales y geográficas concretas, para alcanzar los fines que subjetivamente nos merecen mayor o menor valor ordinal, coordinándose las gestiones descentralizadas de múltiples y varias planificaciones personales de millones de acciones humanas, cada acción en persecución de sus propios fines descubiertos o creados personalmente, con nuestro particular, único, específico y directo conocimiento tácito, no articulable, de las circunstancias concretas, particulares y específicas en nuestros diferentes, singulares y variados devenires históricos, que son variables dinámicamente; y siendo estos fines subjetivamente valorizados, utilizando aquellos medios que subjetivamente cada uno, como actor de una acción humana, estima más o menos útiles para la consecución de sus propios fines, concluimos que a través de procesos


sociales complejísimos, que se lleva acabo dentro de las configuración del marcocondicionador de las múltiples y variadas interacciones de planes de actuación también variados y múltiples, cada uno en persecución de la consecución y realización de sus propios y subjetivos fines, descubiertos o creados subjetivamente se generan espontáneamente ordenes sociales, algunos de tal naturaleza, que fomentan el bienestar social general; y otros, generando ordenes espontáneos socialmente perversos, que encallan en la implosión económica, o en una consecuente revolución popular, como le ocurrió al Perú con Sendero Luminoso, lo cual no está lejos de ocurrir de nuevo por medios electorales.

Por medio de las deducciones e inferencias, guiadas por el método genético - causal de las ciencias sociales en general, y de la ciencia económica en particular, tal como lo propuso y aplicó por primera vez, como método sistemático para la ciencia económica Carl Menger, en 1871, pero con antecedentes históricos en la Escuela hispana de Salamanca, iniciada en el S. XV por Francisco de Vittoria, percibimos mentalmente, a nivel macro, las condiciones-marco que generan un orden espontáneo a partir de las acciones humanas e interacciones sociales voluntarias y libres, en los mercados, que fomentan dinámicamente el bienestar social y general, para todos los miembros de la sociedad, viable y sostenible para todos, y dinámicamente alcanzable, de tal manera que podemos describir y determinar las condiciones-marco de los procesos de mercado, expresadas en principios normativos generales, que generan un orden espontáneo socialmente funcional; y podemos también describir aquellas condiciones-marco que generan ordenes espontáneos (por tanto, ordenes espontáneos contra-factualmente no-intencionados), socialmente perversos.

De esta manera, describimos y entendemos, de manera general, las condiciones normativas marco – las instituciones éticas y jurídicas básicas y genéricas- que originan espontáneamente ordenamientos sociales según principios praxeológicos universales, que van acompañados y complementados, también como consecuencia implícita no-intencionada de los agentes que interactúan en el marco de tal ordenamiento, de bienestar social y general, de tal manera, que todos los integrantes, actuales y potenciales de tal orden social, puedan asentir al consenso del contrato implícito, tal como lo postula Karl Homann, siguiendo a Rawls, una vez que están debidamente informados de los principios que guían los procesos sociales basados en acciones e interacciones humanas, y tomando consciencia, de manera implícita, de la viabilidad y sostenibilidad social de tales ordenes, y de tales marcos-condicionantes, entre ellos, los jurídicos acerca del derecho de propiedad privada sobre los medios y recursos de producción, comprehendiendo la validez ética, socialmente solidaria, de un capitalismo para todos, enmarcado en un específico y muy particular ordenamiento institucional, que no tiene la naturaleza de poder ser construible discrecionalmente por mandato arbitrario de la ley positiva.

Con este método podremos rechazar también, por razones éticas, y también por razones de su inviabilidad y falta de sostenibilidad económica, el capitalismo que limita y frena la creación de valor y bienestar económico general; rechazar aquel capitalismo de compinches y amigotes, que similarmente, de manera no-intencionada, inclusive, a pesar y contrariando las buenas


intenciones plasmadas en leyes, sin embargo, objetivamente “malas”, aunque promulgadas legalmente por el apoyo del poder coercitivo del Estado, que genera ordenes espontáneos perversos de la sociedad, en los que la misma, como un todo (aunque también sus integrantes persigan sus intereses particulares de auto-superación) de forma conjunta se entrampa socialmente en un círculo económico vicioso, mediante el cual cada vez más los procesos complejos de mercado, en este caso los procesos de mercados intervenidos, llevan cada vez más a una mayor concentración de la riqueza y de los ingresos, tornando en el camino la actividad económica de la sociedad a formas más endebles y más débiles, dejando ingentes recursos productivos, en especial la mano de obra, desempleada de manera estructural, llevando a esta sociedad a encallar en el colapso económico, debido a sus propias contradicciones sistemáticas internas.

Los derechos de propiedad privada, institucionalizados evolutivamente, es decir, aquellos patrones de conducta que adquieren rango de Ley –aunque no sean ley positiva escrita- a lo largo de diferentes generaciones, y con participación e imitación de multitud de personas diferentes, es decir, que han sido hechos Derecho por el uso y las costumbres consuetudinarias de la gente, no siendo impuestas prepotente-, ni despóticamente, de manera constructivista, por un agente central, sino originados en los usos y costumbres desarrollados históricamente de manera heurística por pruebas y errores por múltiples generaciones de personas, permiten a las personas transar con sus bienes, construir expectativas sobre ellos o dedicarse a la producción de los mismos.

Las transacciones formales se configuran con el reconocimiento jurídico y formal de las mismas. Sin embargo, las transacciones informales de los derechos de propiedad sobre un bien, ocurren cuando, por ejemplo, le compramos por un sol un chocolate a un ambulante. En este caso ha ocurrido una transferencia del derecho de propiedad sobre el chocolate del ambulante, al consumidor del chocolate, y, recíprocamente una trasferencia de derecho de propiedad sobre la moneda, el sol, al ambulante, por un acto de compra-venta informal, incluso ilegal, aunque no criminal, que nadie cuestiona. Ni el comprador puede reclamar al ambulante que le devuelva su sol, ni el ambulante puede decir que el comprador le ha robado el chocolate, puesto que este esquema patrón de conducta de compra – venta entre el vendedor ambulante y el amante del chocolate es una transferencia mutua de propiedad socialmente reconocida y aceptada como un contrato de compra-venta. Este esquema pautado de conducta (definición de la “institución” en términos económicos), durante el acto de compra-venta, ejemplifica una institución social (en este caso, el de la propiedad privada) puesto que todos reconocemos la validez de la misma, es decir, nadie va a criticar la posesión privada del sol por el ambulante, después del acto pautado de compra-venta, ni nadie va a criticar a su cliente por la posesión privada del chocolate, y su posible consumo.

Los barrios marginalmente populares se constituyen por invasores de tierras eriazas que pertenecen al Estado (es decir, que no pertenecen a nadie en particular- y específicamente) invadidas con toda la legitimidad que les asiste del Derecho Natural, de manera justa, filosóficamente hablando, puesto que la adjudicación de tierras eriazas estatales toma una


gestión ante la burocracia estatal de casi dos décadas, en el Perú, configurando esta gestión en un imposible jurídico en la práctica para el común y corriente ciudadano peruano, justamente aquel que desea adjudicarse la tierra estatal eriaza. Que en estos casos, se constituyen expectativas sobre las propiedades de los invasores, se evidencia en que esperan hasta el reconocimiento público, formal o informal, de su propiedad privada, para poder levantar sus viviendas con mejores materiales, y hasta construir una casa con material noble, como les corresponde su Derecho. Ningún poblador popular invierte en la construcción de su casa con materiales nobles, si no se le reconoce su propiedad sobre ella; y mientras tanto, sólo invierte en refrigeradoras, cocinas, muebles, etc., que puede fácilmente llevarse consigo, en caso le confisquen su propiedad fáctica. Esto, como se indicó arriba, evidencia que el derecho de propiedad privada constituye expectativas sobre los bienes poseídos.

También es obvio que, por ejemplo, ningún migrante andino va a convertir su inmueble en, por ejemplo, un taller de mecánica, ni invertir en los necesarios equipos y maquinarias – es decir, invertir en adquisición o desarrollo de medios de producción - si la propiedad o la defensa de la misma no está garantizada por la institución social de la propiedad privada, reconocida formal- o informalmente. Nadie invertiría en desarrollar, adquirir o ampliar medios de producción, si cualquier vecino – o peor, el Estado – se los puede “decomisar” discrecional – y coactivamente por medio del uso o la amenaza de uso de la violencia. Esto muestra, que con el fin de desarrollar, ampliar y acumular medios de producción, que aumenten nuestra productividad, y por lo tanto, nuestro nivel de vida y nuestro bienestar social, es condición necesaria el desarrollo y definición legítima del derecho de propiedad de los medios de producción y su protección eficaz.

En este sentido, el derecho legítimo a la propiedad privada de los medios de producción, protegido legalmente, y asegurado socialmente por los órganos de seguridad de la sociedad, posibilitaría y fomentaría la multiplicación potencial de la inversión en medios de producción en el Perú. De aquí se deriva que nuestro sistema jurídico y las fuerzas de seguridad deben, por razones éticas y de utilidad social, garantizar el derecho a la propiedad privada legítima, de manera que esta inversión nacional y privada, potencialmente realizable, en el futuro cree el empleo productivo para tantas personas desempleadas actualmente, que no tienen qué comer, y que dependen de manera humillante e indigna de la asistencia social, estando a la merced de la arbitrariedad de algunos burócratas con poca competencia para ejercer sus cargos.

Tampoco los campesinos de una comunidad indígena tendrán interés en descubrir y explotar valiosos minerales en el subsuelo de sus terrenos, si el artículo 66 de la Constitución Peruana de 1993 se los decomisa –a priori-, en nombre del “bien común” del Estado, al declarar, delictiva- y depredatoriamente y de manera ex-profesa, la propiedad estatal sobre el subsuelo. ¿Cuántos conflictos sociales mineros y ecológicos de las comunidades indígenas son potencialmente solucionables si se declarase la propiedad privada de las comunidades indígenas sobre el subsuelo en que habitan milenariamente y que pongan en valor?


Es también la propiedad privada sobre nuestra mano de obra y sobre nuestros equipos, herramientas y maquinarias – medios de producción - , en un entorno de libertad de mercado y de libre competencia, lo que posibilita, garantiza – y hasta obliga– a los dueños de los medios de producción a realizar el cálculo económico eficiente de costo-beneficio, para que los recursos se asignen a aquellas líneas de producción que el resto de la sociedad considera que es para ella más beneficiosa, y que se reflejará en utilidades empresariales, calculadas económicamente. La declaración de la libertad de las personas – es decir, la abolición de la esclavitud – y el derecho a la libre entrada y salida a los y de los mercados para los productores y los vendedores – no solo las transnacionales, sino especialmente los productores y vendedores autóctonos, así como el libre ejercicio del oficio y la profesión que toda persona elija libre- y voluntariamente, son también condiciones-marco sumamente y completamente necesarias, adicionalmente al derecho legítimo de la propiedad privada, para el uso social y ético de los medios de producción privados, que de manera solidaria, es decir, de manera impersonal y anónima, a través de los mercados, a diferencia de la personal caridad, fomenta solidariamente el bienestar de las mayorías, y no sólo de una minoría oligárquica. A esto se agrega, como condiciónmarco, la no concesión de privilegios estatales a ningún individuo o grupo de individuos en nuestra sociedad, que pueda restringir la libre concurrencia y competencia de cualquier productor o vendedor, en especial, los productores informales, a los mercados. Tampoco se debe, por las mismas razones éticas, de interés y solidaridad social, restringir la posible entrada de productores rivales potenciales a los mercados.

Sólo bajo el conjunto unido y simultáneo de estas condiciones-marco, los peruanos nos responsabilizaremos por el total del costo de los medios de producción. A través del derecho a la propiedad privada, el derecho a la libertad, el derecho a la vida, el derecho a los libres mercados y la prohibición de privilegios legales respaldados por la coacción real o potencial (en especial, prohibiciones y privilegios concedidos por leyes sectoriales que conceden normatividad especial discriminatorio a cierto grupos de industria) que frenan la libre competencia, actual y potencial, es que los procesos de mercado asignarán los recursos productivos y medios de producción de manera ética; es decir, fomentando el interés y la solidaridad social de todos los peruanos, no sólo de las oligarquías, sino, en especial, dinámicamente el interés social a largo plazo de los más desposeídos. De lo contrario, se pervertirá el orden social y se tenderá a esas ineficiencias extremas y el caos económico visto, ocurrido y evidenciado en el socialismo real de la Unión Soviética con la implosión económica de este sistema en 1991, sin que ningún sólo comunista dispare una bala.


Si la sociedad en su conjunto, considera que los medios de producción valen más, por ejemplo, en la producción de alimentos, que en nuestro taller de mecánica mencionado, los libres mercados competitivos (todos nosotros, acudiendo a la plaza, emitiendo sin restricciones legales nuestro “voto” en forma pecuniaria, al comprar y vender), no permitirán que los precios de los servicios brindados por nuestro mecánico cubran los costos de los medios de producción insertos en el taller de mecánica del cual es dueño, originando para nuestro amigo, el mecánico, pérdidas empresariales, calculadas económicamente, al no estar ningún cliente y consumidor dispuesto a pagar un precio que cubra el costo de oportunidad de nuestro mecánico (que incluye una utilidad adecuada cubierta por el costo de oportunidad), puesto que los consumidores y clientes valoran más el dar su “voto” pecuniario (es decir, monetario) a los productores y vendedores de alimentos.

De esta manera, los libres mercados competitivos compelen férreamente a nuestro mecánico para que se dedique a reestructurar su taller de mecánica (gestionando mejor sus medios de producción o innovando la tecnología y los métodos de producción y atención) de tal manera que la sociedad, es decir todos nosotros, le paguemos, voluntaria- y libremente, un precio adecuado con el que no genere pérdidas calculadas económicamente, es decir, con el que cubra, por lo menos, su costo de oportunidad (que por definición incluye una utilidad empresarial adecuada que compense al empresario por no dedicarse a una actividad alternativa, de similar riesgo). Otra alternativa para nuestro amigo, el mecánico, es disolver su negocio de mecánica y redirigirse hacia, por ejemplo, la producción de alimentos con su capital, es decir, asignando su mano de obra y sus medios de producción a aquellas actividades productivas (en nuestro ejemplo, la producción de alimentos) que el resto de la sociedad (es decir, sin que el empresario - nuestro amigo el mecánico – caiga en actitudes anti-sociales) valorice con mayor prioridad, manifestada en utilidades, calculadas económicamente; es decir, que reasigne sus recursos productivos, ya sea sus medios de producción o su capital humano y su mano de obra a aquellas actividades que el resto de la sociedad considera de mayor prioridad social, lo cual se evidenciará en que estarán dispuestos (los miembros de la sociedad, es decir, los mercados) a pagar un precio que cubra como mínimo los costos del empresario más una utilidad adecuada (lo que se denomina costos de oportunidad) o incluso, a pagar precios que le generen beneficios económicos extraordinarios, si es que los clientes y consumidores, todos los peruanos en general (los mercados), valorizan los nuevos productos suministrados adicionalmente a los mercados como de altísima prioridad social, lo cual se evidencia en que estaremos dispuestos a pagar precios también extraordinarios, que se reflejarán en beneficios calculados económicamente de medida extraordinaria para el empresario, cambiando la conducta auto-centrada y anti-social hacia un comportamiento socialmente valorado; es decir, alejando al


mecánico de conductas antisociales que no consideran la valorización de los demás miembros de la sociedad de su actividad, siendo que la actividad que arroja perdidas se realiza de manera divorciada de las necesidades y deseos del resto de la sociedad.

Allí nuestro amigo de los Andes habrá hecho un uso socialmente beneficioso y solidario de sus equipos y maquinarias (que se evidenciará en que le pagaremos precios, por ejemplo, por sus alimentos, que le permitan obtener beneficios económicos, a largo plazo “adecuados”), significando esto que el resto de la sociedad considera que sus medios de producción valen más, para la sociedad, en nuestro ejemplo, insertados en la cadena de producción de alimentos, en vez que comprometidos en la antigua alternativa de seguir en la actividad de dar servicios de mecánica, donde todos nosotros (es decir, los mercados) pagamos menos, sin cubrir su costo de oportunidad y originándole perdidas económicas en esta actividad.

Si la sociedad libremente y voluntariamente valoriza más, en nuestro ejemplo, los alimentos por él vendidos, que sus servicios de mecánica, gustosamente le pagaremos, libre- y voluntariamente, un precio a nuestro hombre que cubra sus costos – más una utilidad adecuada, que cubra sus preferencias temporales y sus riesgos en el largo plazo, es decir, que cubra la totalidad de su costo de oportunidad – asignando de esta manera los miembros de la sociedad que libremente concurren a los mercados (es decir, todos nosotros interactuando en los “espacios” denominados “mercados”), los medios de producción, a través de los procesos sociales de mercado, a aquellos usos que la sociedad misma – todos nosotros, nuevamente, – y no el Estado o los políticos ayayeros- considera que son los mejores y más valiosos usos sociales y de mayor interés social, expresado en nuestras preferencias reveladas por medio de nuestro gasto efectivo en compras de bienes y servicios. Un sistema diferente significa darle la espalda a la sociedad y actuar de manera socialmente desadaptada y anti-social.

Mis lectores podrían criticar que tal orden social permite la generación del tal vilipendiado “lucro” económico. Sin embargo, bajo la concurrencia simultánea y conjunta de las condiciones-marco antes mencionadas, también la búsqueda del lucro extraordinario se justifica en la ética socialmente solidaria (que es muy diferente a la ética de la caridad personal, puesto que los procesos de mercado actúan de manera anónima, es decir, impersonal, a diferencia de la caridad que es una virtud ética personal).


Para que al lector le resulte esto comprehensible realizaremos mentalmente una dinámica de proceso de mercado: en primer lugar, la única manera de realizar lucros extraordinarios – bajo las condiciones-marco de competencia, propiedad privada de los medios de producción y las libertades antes mencionadas – es suministrando bienes y servicios altamente valorizados por los demás miembros de la sociedad; es decir, comprometiendo medios de producción y mano de obra en la producción para la venta futura de aquellos bienes y servicios, que una vez canalizados al mercado, los clientes y consumidores, la sociedad, es decir, todos nosotros, los peruanos, consideremos de alto valor para nosotros y por nosotros mismos, de tal manera que estemos dispuestos a pagar, voluntaria- y libremente, un precio tal, que el empresario pueda realizar con sus ventas de estos bienes y servicios socialmente valiosos un lucro extraordinario.

Sin embargo, dadas nuestras condiciones-marco postuladas, de propiedad privada, de libre mercado y libre competencia, no faltarán otros peruanos con la perspicacia empresarial necesaria de observar que el anterior empresario está haciendo pingües ganancias, y que se pongan a imitar y replicar, y hasta mejorar la producción de bienes y servicios o sustitutos de los mismos bienes y servicios, que tanto lucro generan, de tal manera que, dinámicamente en el tiempo, concurran otros productores y vendedores adicionales al mercado para el suministro a la sociedad de estos bienes y servicios, de forma tal, que estos comiencen a ser suministrados a más peruanos, en mayores cantidades, siendo valorizados en más por los nuevos consumidores y clientes adicionales, es decir, de tal manera que más peruanos gocen de estos bienes y servicios, hasta tal punto, que por la mayor cantidad de suministros de estos bienes y servicios, los precios de los mismos empiecen a bajar, por su abundancia relativa, haciéndolos accesibles a las mayorías del pueblo de los peruanos en cantidades adecuadas.

Es así como, históricamente, las comunicaciones telefónicas, hace cuarenta años tan escasas y prohibitivamente caras para las mayorías peruanas, hoy en día, son de amplio acceso y uso, hasta en los últimos rincones del Perú, gracias a las nuevas tecnologías y la mayor flexibilización de los mercados de las telecomunicaciones, por medio de la venta de los celulares. ¡Cuánto más rápido y eficiente hubiese sido el acceso para más peruanos, si la estatal Compañía Peruana de Teléfonos no hubiese pasado de ser, durante el gobierno de Fujimori, un monopolio estatal, a ser el monopolio privado que fue, en manos de Telefónica! ¡Cuánto más rápido y eficiente será el acceso a mayor número, aún, de peruanos y a menores costos, si se declarase la libre competencia y el libre acceso a los mercados de telecomunicaciones para


cualquier operador telefónico! Este es otro ejemplo de la diferencia del neoliberalismo fascista frente al “capitalismo para todos” que propongo.

Sólo a través de la creación de estos excedentes privados, como consecuencia del ánimo de lucro, tan criticado hoy, es que algunas sociedades del mundo, las que han tenido un marco-condicionante como el descrito anteriormente, han logrado aumentar notablemente el nivel de vida de sus pobladores, para todas las clases económicas, a pesar de la explosión demográfica.

Es entonces así, cómo el ánimo de lucro (y la posibilidad de incurrir en pérdidas empresariales), junto con la propiedad privada de los medios de producción, son la garantía en una sociedad de libertad económica con mercados competitivos – y estas últimas dos condiciones son imprescindibles para la conclusión que sigue – usan de la manera más solidario y social los medios de producción de propiedad privada, y esparcen y diseminan el bienestar económico a toda la sociedad y a todas las clases económicas en general.

En otras palabras, esta es la forma dinámicamente más eficiente, más potente, más social y más solidaria de poner los medios de producción privados al servicio de la sociedad, haciendo que cumpla su función, ética y social, solidaria, al poner tal presión competitiva sobre los dueños de los medios de producción, que los compele a recombinar e innovar sus métodos de producción, reasignar los recursos productivos a los fines más valorizados por el pueblo, compeliéndolos a descubrir siempre y perspicazmente las necesidades y deseos, actualmente o en el fututo insatisfechas de todos los peruanos, los más valorizados por los consumidores y clientes – es decir, por nosotros, la sociedad – o a suministrarnos una mejor calidad, mejores condiciones de venta, mejor trato al público, suministrarnos más bienes y servicios, cada vez más innovadores, con mayor diversidad y variedad de múltiples tipos de bienes y servicios, dinámicamente, a cada vez menores precios, cada vez al alcance de más pueblo, promoviendo así, dinámicamente, el bienestar social, de las mayorías populares, integrando dinámicamente a cada vez más rezagados pobladores al bienestar económico.

Los últimos doscientos años, las sociedades que más se acercaron a este sistema de capitalismo para todos, y en la medida en que se acercaron, han generado más


bienestar a más pobres, que dos mil años de caridad personal y “amor al prójimo” de todas las organizaciones caritativas que han existido históricamente.

Es en este sentido – y sólo en este – que no hay institución socialmente más solidaria, que el derecho de propiedad privada de los medios de producción. Sólo bajo un sistema de irrestricto respeto al derecho de propiedad privado de los medios de producción (accesible y abierto a todos los peruanos, no sólo a los de apellido de rancio abolengo europeo o a las transnacionales), de mercados libres, abiertos y competitivos, sin diferencias y privilegios consentidos y forzados legalmente por el Estado, en especial, sin leyes particulares con apellido, y sin legislación sectorial que diferencia y discrimina entre las industrias y entre los tipos de empresarios, sólo así habrá bienestar para todos.

Por tanto, sólo aquellos mercados libres, situados en una sociedad con Gobiernos Limitados en recursos, funciones y poder, de tal manera que el Estado no pueda ofrecer prebendas y privilegios enforzados políticamente, ya sea a sectores de izquierda o de derecha, de tal manera que los Gobiernos Limitados no restrinjan la libertad y la competencia en los mercados, no puedan restringir el acceso a los mercados, el acceso a la propiedad privada, el acceso al ejercicio laboral o empresarial, libre- y voluntariamente elegido y desarrollado, en especial por los miembros de los habitantes milenarios de nuestras tierras peruanas, serán éticos. Estos Gobiernos, por carecer de poder legal discrecional, por estar limitado su poder y sus funciones y sus recursos, de tal manera que no puedan ser tan descaradamente corruptibles como los gobiernos pro-estatistas históricos, ya sean de derecha, centro o izquierda – no porque sean menos codiciosos los individuos que integran los Gobiernos Limitados, sino porque los recursos estatales a repartir, y previamente expoliados a los peruanos, estan limitados a cubrir las funciones estatales originarias y fundamentales y básicas de todo Estado (de brindar seguridad externa e interna, así como de infraestructura) serán los únicos justos. Se debe conceptuar este en el contexto de las funciones estatales que tan mal cumple el Estado Peruano Mercantilista actual, en contubernio con las fuerzas políticas de izquierda y de derecha tradicional, que día a día, ni siquiera seguridad ciudadana mínima brindan.

Sólo bajo gobiernos limitados que respeten, y no trasgredan o perviertan, el marcocondicionante descrito arriba, en el cual se debe enmarcar los mercados libres para que cumplan su función social, para que sean éticos y morales, se desarrollará económicamente la sociedad peruana de manera sostenible, posibilitando a los peruanos más marginados su propio auto-desarrollo para gozar de niveles de vida cada


vez más decorosos, y de mayor nivel de vida, sin ser humillados por la dependencia de la asistencia social discrecional.

Sólo así, limitando el poder del Estado y de sus gobiernos, es que los ciudadanos peruanos seremos liberados; la sociedad civil, los desposeídos y marginados, serán liberados políticamente para descubrir y perseguir libremente sus propios y personales, o familiares, fines auto-elegidos, y tendremos acceso creativa- y dinámicamente a mayor bienestar económico y humano, a empleos productivos, sin la necesidad de contar con el padrinazgo de un político para ser empleados y empleables, de tal manera que esa perspicaz creatividad de nosotros, los peruanos, nos lleve en pocas generaciones a niveles de vida nunca antes gozados, hasta inclusive para aquellos compatriotas, ahora materialmente más humildes.

Sólo movidos por la mejor y más elevada y sublime de las motivaciones del ser humano, del peruano, nuestra propia lucha por auto-realizarnos, nuestro propio anhelo de auto-superación, de cada uno de nosotros, movidos por el interés del bien de cada una de nuestras propias familias, movilizados por nosotros mismos, sin depender de las dádivas humillantes y arbitrarias de una organización de asistencia social, en manos de burócratas incompetentes, que sólo consiguen su puesto laboral por su contacto político, es que se desarrollara un bienestar social justo y general.

Sólo persiguiendo de la mejor forma posible conocida, por nuestro propio y personal interés de auto-desarrollo, de modo propio, siendo canalizado esta vital fuerza automotivada de desarrollo personal por el marco-condicionador institucional antes referido (y sólo encuadrado en este marco-condicionante, esta fuerza vital de autorealización personal no se convierte en un egoísmo perverso no solidario, que destruye la economía de la sociedad); así, y sólo así, los medios de producción, la propiedad privada, nuestro trabajo, cumplirá su función solidaria social de bienestar dinámico para todos, y cada uno, de nosotros. Sólo así nos desarrollaremos de manera solidaria y sostenible.

Sólo así no estaremos a la expectativa de una visa para emigrar a un país desarrollado; sólo así nuestras hermanas e hijas dejarán de prostituirse por un pan; sólo así nuestros jóvenes y nuestros hijos dejarán de drogarse, desorientados por la frustración de un sistema que les cierra la libertad de acceso a las oportunidad que desean perseguir, y


en las que están dispuestos a trabajar; y trabajar duro, porque el peruano es sumamente laborioso, ya desde nuestras raíces culturales milenarias.

Otra es la historia, si el Estado otorga legalmente privilegios discrecionales y discriminatorios –a través de la legislación especial- a empresarios mercantilistas improductivos, a través de los favores políticos, ya sea por las fuerzas políticas de la izquierda o derecha mercantilista con los gobiernos omnipotentes, no limitados, depredadores y devoradores de los recursos de los peruanos, adquiridos con tanto esfuerzo y contra tanta persecución y amenaza legal, que el Estado Mercantil-Estatista ejerce contra nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes, porque detenta el monopolio de la coerción, la amenaza monopólica de aplicar la violencia, de manera legal.

Es bajo las condiciones de mercados intervenidos estatalmente, dirigidos por el Estado, ya sea bajo el poder estatal cuasi-ilimitado de la planificación económica neo-liberal y neo-fascista, o bajo el poder, más ilimitado aún, de la planificación económica del tipo de socialismo velasquista (en nombre del falso bien común, y falsamente, en nombre del bien de nuestra nación, el Perú de todas las sangres), que el peruano desde niño ha aprendido que el que no llora, no mama (es decir, no recibe privilegios del Estado, como lo hace la derecha mercantilista o los grupos políticos de izquierda), o ha aprendido, también desde niño, que el vivo (es decir, el que llora para mamar a través de sus contactos políticos, a través de presiones políticas de su gremio empresarial o su gremio sindical, o a través de la presión política de caóticas y violentas marchas de protesta, o utilizando perversamente el Derecho para apropiarse de recursos del Estado, o peor aún, mal-usando su poder discrecional de funcionario estatal para cobrar el peor de los impuestos, la coima corrupta, o legislando leyes o reglamentos injustos, discriminatorios, o aplicando la ley de manera discrecional, o ejerciendo su función de protector del orden jurídico de manera arbitraria, discrecional y/o corrupta desde alguno de los poderes del Estado ilimitado), repito, es así como ese vivo, acostumbrado a esas “criolladas” – que es muy diferente a ser criollo- vive del tonto, y el tonto de su trabajo (es decir, del empresario competitivo, y por lo tanto productivo, del informal empresario emergente o del trabajador laborioso y productivo, desde tempranas horas del día hasta entrada la noche).

Esta configuración social ha sido privilegiadamente analizada para el Perú, llegando históricamente a la época del gobierno de Alan I, denominándola “mercantilismo”, por Enrique Ghersi y Hernando de Soto, en su célebre y trascendental investigación, presentada resumidamente en su libro “El Otro Sendero”.


Es en el contexto de la actual economía neo-liberal, del actual fascismo económico mundial, que estas actitudes de llorar para mamar o vivir de los tontos, han revivido y han vuelto a agudizarse, y la competencia cada vez más se traslada a los mercados de favores políticos, mediatizados por el control del aparato de poder estatal cuasiilimitado en recursos y funciones.

La competencia para generar recursos y bienestar ya no yace más – nunca lo hizo en nuestro Perú, y el proceso de enmienda social iniciada hace no mucho se ha comenzado a revertir- ya no yace en la innovación en los mercados de bienes y servicios, en el desarrollo de nuevos productos, en el desarrollo de métodos de producción más eficientes, en la innovación tecnológica, en la mejor atención al público, en el desarrollo de mejores y más valiosos canales de distribución de productos, en las mejoras logísticas, en la real y tan escasa calificación laboral (la titulitis popularizada está muy lejos de la esfera de la productividad real), etc., sino que la competencia (que siempre estará presente mientras que existan recursos productivos escasos) se ha trasladado a las esferas políticas.

Ante el potenciamiento actual del poder del Estado, por sus cuantiosos recursos extirpados por medio de impuestos abusivos sobre los esfuerzos laborales y empresariales de los peruanos, que cada vez que compran algo, se ven obligados a subsidiar a este Estado abusivo, depredador, devorador y sanguijuela de nuestras venas ciudadanas con S/. 15.25 por cada S/. 100 finales de precio que pagamos por lo que compramos o consumimos (esto es lo que representa el 18% de IGV que nos cobra la Sunat, respaldada por el monopolio de la violencia estatal, en el precio total que pagamos al comprar algo – 18/118 * 100) debemos despertar para reflexionar este análisis.

Piense también, por ejemplo, en el monopolio legal -en el nombre falso de la libertad de mercado, neoliberal- entregado por el Estado a Telefónica, y a tantas otras empresas; piense en el Poder Judicial, el poder de los actuales políticos y sus corrupciones y las concesiones compulsivas de minas por el Estado a extranjeros, desarraigando de sus tierras a las comunidades campesinas; piense en tantas intervenciones fácticas que realiza el Estado, hipócritamente, en nombre del bien común y del interés nacional.


Converse con los pequeños y medianos empresarios informales, marginados legalmente por medio de requisitos que imponen los formales con la consecuencia – intencionada o no- de quitarse de encima la competencia de otras empresas que puedan crecer más allá del limitado tamaño al cual se tienen que restringir la empresas informales para no ser detectadas, y tome consciencia cómo, de esta manera, se apropian así los formales de pingües rentas extraordinarias. Converse con los trabajadores informales, que no gozan de la protección laboral legal de estar en planillas formales, lo cual es consecuencia de la abultada y excesiva legislación laboral formal, con sus salarios mínimos y su estabilidad laboral fácticamente absoluta, que reduce los salarios de los trabajadores informales, financiando en términos agregados y macro-económicos, los trabajadores informales, que constituyen el 80% de los trabajadores, con sus deprimidos menores salarios, a consecuencia de los salarios formales mínimos y la estabilidad laboral para los formales, los privilegios de ese pequeño grupo de trabajadores formales que casi ni llega al 20% de los trabajadores del Perú.

Se hace, pues, necesaria una opción alternativa y civilizada para nuestra sociedad peruana; distinta a la concepción económica hegemónica fascista mundial del neoliberalismo ó, peor aún, frente a la amenaza imperialista de Cuba y Venezuela de otra revolución marxista totalitaria, en nombre ahora del nacionalismo o de la defensa falsa del medio ambiente, y distinta a la ya impensablemente destructiva concepción marxista-leninista-maoísta del Pensamiento Gonzalo, que inició su primer intento, casi exitoso, de toma de poder con las acciones militares, violentistas y terroristas de Sendero Luminoso en los 1980´s; cuyo segundo intento de toma de poder, la Gran Transformación Nacionalista, fue rechazado en las elecciones, en segunda vuelta del 2011, que sólo aprobó, eligiendo entre el cáncer y el Sida, una mínima Hoja de Ruta; y que ahora, estratégicamente, está relanzando su siguiente intento de toma de poder, por medios electorales, cual Hitler totalitario, con el apoyo de las ONG´s que supuestamente defienden los Derechos Humanos, pero sólo aquellos de exsenderistas, y con el apoyo de ecologistas ingenuos, pero sinceros, bajo una cortina de argumentos pro-ambientalistas, buscando destruir y deshacer lo muy poco y escaso avanzado, con muchísimos errores de gestión estatal, y a costos sociales innecesariamente sobre-dimensionados para los ciudadanos peruanos, especialmente los más marginados, por los gobiernos de Fujimori, Paniagua, Toledo, Alan II y Ollanta Humala.

Repito, es en este contexto de neo-liberalismo perverso, de fascismo a nivel económico, y ante las amenazas descritas arriba, que se hace necesario una alternativa civilizada y bien reflexionada, nunca antes implementada en el Perú, enfocada en el


derecho de propiedad privado real para todos los peruanos, los mercados libres y realmente competitivos y abiertos, el derecho inalienable al ejercicio libre de la actividad y trabajo económico, de tal manera que nadie impida coactivamente - ni el Estado - el legítimo ejercicio contractual -libre y voluntario- de cualquier actividad o labor económica, y una justicia (con la organización de la seguridad de la defensa de los derechos a la vida, la propiedad y la libertad) eficaz y eficiente, que no esté contaminada, ni por el históricamente fracasado socialismo, ya sea en su nueva reedición del Socialismo del S.XXI, ni por el mercantilismo fascista neoliberal con combinaciones neo-keynesianas, luego de la crisis del 2008, originada por sus propias contradicciones internas de naturaleza estatista, aunque sea ejercido en nombre del nacionalismo o en nombre de una política económica supuestamente “sana”, pero que va acumulando y desplazando temporalmente una crisis cada vez mayor.

Se hace necesaria, entonces, una alternativa en base a las ideas rectoras fundamentales del liberalismo clásico, en el cual se enraizó históricamente la prosperidad inicial del Occidente Desarrollado, combinado con un ajuste de apoyo social a los sectores de la sociedad fácticamente más deprimidos, por razones históricas ajenas a los libres mercados, en los campos de la salud y la educación; pero, en conformidad al mercado, apoyo no por vías estatistas, sino por medio de vouchers, educativos y de salud, de subsidio cuasi-directo del Estado a estos sectores sociales, dejando que el sector privado sea el que realice en la práctica la oferta de estos servicios, y que las distintas empresas privadas, que ofrecen y ofrecerán los servicios de educación y de salud, compitan entre sí con una atención adecuada, para que los pobladores marginales subsidiados con los vouchers de educación y de salud “gasten” sus vouchers en la empresa de servicios que ellos mismos consideren les conviene, de acuerdo a sus propios fines libremente elegidos y perseguidos, siendo estos vouchers “cobrados” por las empresas, y canjeables, ante el Estado y por este, por medios de cambio líquidos.

De esta manera, se aseguraría el rol social del Estado para con los más desaventajados históricamente, simultáneamente se aseguraría las ventajas que se derivan de la competencia entre los ofertantes privados de servicios de salud y de educación, así como el derecho a la libertad de cada pobre, sometido a la marginalidad, de elegir, como persona digna, entre los ofertantes, a aquél servidor privado cuyo servicio más se acerca a las expectativas de sus fines, subjetivamente descubiertos y esperados, liberando a los pobres de la tutela burocrática, paternalista, humillante -por depender de arbitrariedades discrecionales de posibles incompetentes funcionarios estatales- e históricamente tendente a la ineficacia e ineficiencia en el suministro adecuado y satisfactorio de estos servicios educativos y de salud en manos estatales.


Sólo la propiedad privada de los medios de producción en conjunción con la libertad individual y los mercados abiertos a todos, especialmente a las personas más rezagadas libraran, las fuerzas creativas y vitales emergentes de nuestro Perú, manera ética y justa. ¡Debemos empoderar al sector civil privado y emergente de nuestro Péru!


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