NO. 76 Patrimonio Biocultural

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18 de enero de 2014 • Número 76 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada

TEMA DEL MES

• LOS CENTROS DE DIVERSIDAD EN MÉXICO • MERCADOS URBANOS CON IDENTIDAD


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¿VARIEDAD O VARIACIÓN?

or milenios las culturas expansivas enlazaron territorios cada vez más extensos. El resultado fueron mixturas. Entreveros en los que sin embargo persistía la variedad pues las antiguas formas de dominación y exacción no castigaban la diferencia. Así el expansionismo no sólo era compatible con la diversidad sino que la ponía en acto pues gracias al contacto -aun si rasposo- los diversos se

Suplemento informativo de La Jornada 18 de enero de 2014 • Número 76 • Año VII

COMITÉ EDITORIAL Armando Bartra Coordinador

el paradigma del progreso la otredad virtuosa se refugia en el futuro: es bueno que hoy todos seamos iguales porque gracias a eso mañana todos seremos distintos. En su forma más trivial, la futurización de la diversidad buena, de la diversidad aceptable, deviene culto a la moda, obsesión por la novedad. Los otros ya no están en el oriente, en el continente negro o en ultramar. Los

Luciano Concheiro Subcoordinador Enrique Pérez S. Lourdes E. Rudiño Hernán García Crespo

transgénicas… hacen tabla rasa de la polifonía natural y social. Lo más importante, hoy por hoy, es preservar la pluralidad que persiste y resiste. Pero al oponernos al cambio arrasador corremos el riesgo de oponernos a todo cambio. A veces la defensa de la diversidad biocultural aún existente nos lleva a aferrarnos al pasado, a las raíces, y con ello a renunciar al futuro. Un futuro que como están las cosas, es el inhóspito futuro de la uniformidad y la unanimidad. Sin embargo es claro que sólo mudando se permanece, que no podemos preservar los pasados que nos hacen diferentes sino inventamos futuros que prolonguen, amplíen y enriquezcan esas diferencias.

CONSEJO EDITORIAL Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Yolanda Massieu Trigo, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuellar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

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Reivindicar tanto la diversidad simultánea como la diversidad sucesiva, afincarnos bien en el pasado diverso para saltar mejor al futuro plural, es saldar cuentas con algunas de las herencias del gran quiebre que simbólicamente ubicamos en 1789.

reconocían como tales. Los antiguos imperios eran inicuos y despóticos pero plurales. Y aun pluralistas, en tanto que su grandeza estaba en imperar sobre los diversos, sobre los exóticos, sobre los “bárbaros”… término que al comienzo no tenía una connotación puramente negativa sino ambivalente.

Diseño Hernán García Crespo

La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300. Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 53556702. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo número 04-2008-121817381700-107.

PORTADA: Litografía de Frederick Catherwood

Con el colonialismo moderno, y sobre todo con el imperialismo, globalizar deviene por vez primera sinónimo de emparejar. Y es que con estos órdenes sociales lo que comienza a fluir por el planeta ya no son sólo mercancías sino también capital, es decir la uniforme manera de producirlas y consumirlas. El orden capitalista es homogeneizador y persecutorio de la otredad no sumisa, de la otredad no amaestrada. Un orden de apariencia multicolor pero en el fondo unánime y serializado donde la alharaca de la diversidad epidérmica sirve para ocultar la sorda monotonía sustancial. Vista de cerca, la del gran dinero es una globalización diversifóbica y diversicida. Hay sin embargo una diversidad que la modernización exalta y preconiza. No más la vieja diferencia que se desplegaba en el espacio, sino la nueva diferencia que se monta en el tiempo. Ya no las pluralidades coexistentes, sino la pluralidad que conlleva el porvenir. En vez de real variedad aquí y ahora, promesas de variación. Donde priva

nuevos otros ya no son amenazantes sino amables porque los otros somos nosotros; nosotros dentro de unos años, unos meses, unos días…; nosotros cuando tengamos el nuevo look y el nuevo I pad… Pero -deportada al futuro- la diferencia se achata, la variación se esteriliza. Incapaces de aceptar a los otros que son nuestros contemporáneos, nos volvemos también incapaces de ser otros nosotros mismos, incapaces de soñar futuros realmente diferentes, futuros imposibles. Paradójicamente, la fetichización de la historia nos regresa al presunto tiempo circular de los antiguos pero vuelto posmoderno carrusel. Resistir a un sistema gatopardesco que te empareja para que algún día tengas derecho a ser diferente es amachinarse en la diversidad realmente existente, es reivindicar la diversidad constatable aquí y ahora, es revalorar la diversidad sincrónica. El riesgo está en que con esto nos volvamos conservadores. Me explico: en un mundo donde las transformaciones de fondo van encaminadas a emparejar y luego se cambia todos los días para que todo siga igual, sin duda la primera tarea es salir al paso de las reformas estructurales, enfrentar las ominosas mudanzas sistémicas que al propiciar la minería a cielo abierto, las grandes presas, las plantaciones

Los hijos espirituales de la Revolución Francesa, entre ellos Hegel y Marx, creyeron en un devenir lleno y cualitativo que era nuestra responsabilidad, creyeron en la verdad como proceso, creyeron en la historia como realización de las potencialidades del género humano… No podía ser de otro modo, los herederos de la Gran Revolución, del potente torbellino antropogénico que cambió el curso de todas las cosas, le apostaron al tiempo y subestimaron el espacio. Obsesionados por los cambios pautados por el calendario vieron la diversidad que registra la cartografía como falencia, como demora respecto de un presente privilegiado -el europeo- único trampolín disponible al promisorio futuro. Para Hegel, como para Marx, lo diferente era lo atrasado y cuanto antes se pusiera al día, tanto mejor. Porque si hay un sólo futuro y un sólo camino que a él conduce, toda excentricidad es rémora; todo lo que se aparte del presente por antonomasia se queda atrás. Pero la historia que se recuperó era en gran medida una historia teleológica, progresiva, unilineal, monocorde y eurocéntrica; un tiempo único, vertical y arrasador que al proyectarlos al futuro hace tabla rasa de quienes habitan en los espacios múltiples, horizontales y diversos. Más de dos siglos han transcurrido y la terca diversidad persiste. Está visto que no podremos construir un futuro otro si no nos reconciliamos con las otredades presentes. Pero si hay muchos presentes y ningúno es superior a los demás, todos tenemos derecho a inventar nuestros propios futuros. Entonces habrá que pensar no en un futuro sino en muchos futuros entreverados, yuxtapuestos, alternantes… En fin…

BUZÓN DEL CAMPO Soİa I. Medellín Urquiaga, Mauricio González González y Milton Gabriel Hernández García fueron coeditores en este número del suplemento.

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¿Paradoja? En una obra Ɵtulada La idenƟdad de Francia, publicada a principios de los años 80’s del pasado siglo, el gran historiador Fernand Braudel empieza por reivindicar la pasmosa diversidad de su país. “Lucien Febvre repeơa que ‘Francia se llama diversidad’. Yo preferiría decir, aunque resulte algo más chato, ‘Francia es diversidad’, pues no se trata sólo de una apariencia, de una designación, sino que es la realidad concreta, el triunfo manifiesto de lo plural, de lo heterogéneo, de lo que nunca es del todo semejante”. “Toda historia sincera de Francia debe parƟr de una Francia abigarrada, de vivos colores. ConƟnuamente esa Francia plural subyace y contradice a la Francia una que la domina, que la violenta, que trata de borrar sus parƟcularismos”.

“De manera que el mosaico de suelos, de subsuelos, de microclimas se traduce en desmigajamiento del paisaje francés. Sin duda el hombre fue el arơfice, el autor de esos jardines, de esos campos, de esos vergeles, de esas aldeas que nunca son del todo iguales; el hombre fue el actor y director de escena, pero su actuación fue también provocada, facilitada o hasta impuesta en parte por el exterior”. El clima, explica Maximilien Sorre, “presenta en cada lugar una individualidad original, a veces irreducƟble a la individualidad más vecina. Una ligera diferencia de alƟtud, la oposición de las verƟentes de una misma colina, el paso desde la rampa o declive a la meseta bastan para que cambien la duración del sol en el cielo, el estado del aire, la temperatura, la canƟdad de lluvia. Y al mismo Ɵempo el paisaje vegetal y

las reacciones de nuestro organismo… El clima local es la realidad fundamental, el dato inmediato de toda climatología” (…) Lamentamos pues que la realidad del microclima haya sido raramente aceptada con todas sus consecuencias por los geógrafos. Y hasta lamentamos que no se haya extendido esta noción y no se haya tratado de encontrar, dividiendo el espacio en combinación con los microclimas, micromedios y toda una microbiología de la Ɵerra en cuya superficie vivimos. Pues la Ɵerra es también algo vivo”. “Antes de la Revolución Industrial cada porción del territorio francés tendía a vivir en sí misma a encerrarse en sí misma (…) La aldea posee una casi autarquía económica, Ɵene sus costumbres propias, sus fesƟvidades, sus canciones, su manera de hablar, que no es forzosamente la manera de hablar de la al-

dea vecina. Tiene su asamblea, sus funcionarios elegidos…” “Ninguna fuerza estructurante procedente del poder logra uniformar una diversidad que Ɵene por ella misma una suerte de fuerza vegetaƟva. Se la zamarrea, se la reprime, pero la diversidad vuelve a darse, ni en el orden políƟco, ni en el orden social, ni en el orden cultural logran imponer una uniformidad que sea algo más que una apariencia”. “Pero de nada sirve hablar teóricamente de la diversidad francesa, es necesario verla y verla con los propios ojos, deleitarse en sus colores en sus olores, tocarla con las manos y hasta comerla y beberla”. “He comenzado por mostrar esa Francia “que se llama diversidad” y lo confieso con deleite. Este es su rostro más hermoso, el rostro que amo…”


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PROMOTORES CULTURALES Gustavo Omar Meneses Camacho

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existe una interacción vital cotidiana por medio de prácticas organizadas en el tiempo y en el espacio.

no de los componentes del patrimonio biocultural de los pueblos y comunidades indígenas es el uso de los recursos naturales con base en sus conocimientos tradicionales; heredados y transmitidos de generación en generación. Dichos conocimientos y saberes, así como sus lenguas, formas de organización social, económica, política y cultural constituyen su cultura e identidad. Actualmente estos conocimientos tradicionales y ancestrales sufren un debilitamiento paulatino por diversos factores históricos, pero es interés de pueblos y/o comunidades indígenas conservarlos y salvaguardarlos; de ahí su necesidad de trasmitirlos a efecto de revitalizarlos y mantenerlos en el tiempo. En 2013 se concluyó de manera institucional el trabajo de jóvenes indígenas como promotores culturales (en 2011, el Programa Fomento y Desarrollo de las Culturas Indígenas de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, instrumentó la acción institucional denominada: “Formación de promotores culturales”, con el objeto de coadyuvar en el rescate, fortalecimiento y

Fiesta patronal Señor del Llanito, en Bomintza, Tolimán, Querétaro. Registro a cargo de la promotora cultural otomí María Juana González González del CCDI Tolimán

promoción de las manifestaciones culturales de los pueblos y comunidades indígenas con la participación activa de la población indígena), pertenecientes a 25 pueblos indígenas de 20 estados de la República, cuyas tareas fundamentales fueron coadyuvar en la elaboración de diagnósticos culturales de sus comunidades; apoyándose en métodos participativos, lo que dio origen a un intenso trabajo de organización, rescate y revalora-

ción de los patrimonios culturales y bioculturales de sus pueblos y comunidades. Mucha de la labor realizada por estos jóvenes fue trabajar con las personas adultas de sus respectivas comunidades; con recorridos de campo y transectos, identificaron la riqueza biocultural de sus territorios, y conocieron y reconocieron el inventario de especies que visten su entorno ecológico y con el cual

El trabajo de los promotores culturales estuvo dirigido a indagar sobre la historia, los mitos y las leyendas de las comunidades; lograron con ello dar cuenta de la cosmovisión y riqueza cultural que caracteriza a los pueblos indígenas. Los hombres y las mujeres que fungieron como promotores durante tres años realizaron entrevistas, recorridos de campo y talleres de evaluación rural participativa para conocer la situación cultural que prevalece en sus comunidades respecto del uso de recursos naturales en sus practicas agrícolas, silvícolas y de pesca, mismas que configuran los modos de subsistencia de cada pueblo en cada región. Las y los promotores se encargaron de ordenar y sistematizar los resultados obtenidos durante su labor con el objeto de presentarlos ante la asamblea comunitaria (órgano máximo de toma de decisiones en las comunidades) y ampliar la base social de dichos conocimientos, coadyuvando con ello a fortalecer y revalorar su cultura e identidad. La tarea, que aún sigue incompleta, es difundir entre la población indí-

gena que la práctica y transmisión de sus conocimientos tradicionales son el fundamento de sus derechos culturales y colectivos, como lo establece la Declaración Universal sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (Organización de las Naciones Unidas, 2007) en su Artículo 31, que a la letra dice: ”Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales, sus expresiones culturales tradicionales y las manifestaciones de sus ciencias, tecnologías y culturas, comprendidos los recursos humanos y genéticos, las semillas, las medicinas, el conocimiento de las propiedades de la fauna y la flora, las tradiciones orales, las literaturas, los diseños, los deportes y juegos tradicionales, y las artes visuales e interpretativas. También tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su propiedad intelectual de dicho patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales y sus expresiones culturales tradicionales”. En la medida que se cumpla con esta aspiración la cultura indígena no será folclor o pieza antropológica; será un medio por el cual los pueblos y comunidades ejerzan sus derechos culturales, lo que en definitiva es el eje de su desarrollo.

EL PATRIMONIO BIOCULTURAL EN EL SON MEXICANO Mario Guillermo Bernal Maza Guitarrista, Etnomusicología ENM-UNAM

En el contenido de las coplas pueden encontrase versos de alegría, amor, tristeza o pasión; aunque también es muy común hacer referencia al entorno, cantando a la tierra,

a los animales, al amor a la vida, palabras donde aflora la metáfora que celebra a la mujer y a la naturaleza. En la mayoría de los casos no es una mera descripción rimada, sino una verdadera poesía que en una sola estrofa, muestra como los acontecimientos naturales son traducidos en sentimientos amorosos, por ejemplo, un ave, un árbol y una flor son incorporados en los siguientes versos de son huasteco:

ILUSTRACIÓN: Judith Jiménez Hernández

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maginemos que el son mexicano es como una semilla que al ser sembrada en tierras diversas, germina y florece distinto en cada lugar, según sea su entorno, con el cual tiene que lidiar en el curso de su crecimiento. Como si fuera maíz, que no sólo tiene que ajustarse al ambiente natural donde se da, sino también a las condiciones culturales que le producen y vuelven alimento, generando múltiples variedades según sus gustos y costumbres. El son, como manifestación musical, poética y dancística, ha logrado sobrevivir gracias a la tradición oral de los pueblos y actualmente se mantiene vivo en gran parte de nuestro país. En cada lugar donde se ha insertado germinó de diversas maneras, adquiriendo características particulares, ya que sus variantes provienen de la historia cultural de cada región, pero también de la interpretación que se hace del ambiente natural donde acontece.

Yo soy como La Calandria que para formar su nido, siempre busca rama fuerte para no verlo caído. Las nubes van por el cielo los pescados en el agua, el oro está bajo el suelo y el amor en las enaguas.

Una chuparrosa un día hacia tus labios voló, hacia tus labios voló una chuparrosa un día. La pobrecita creía que era Rosa y se engañó, que era Rosa y se engañó por eso te perseguía.

Por la rivera del río hay un árbol muy florido, es el árbol consentido de las que sufren de amor. A ese árbol solicitado le llaman El Framboyán, árbol de flor colorada mi amor te vengo a implorar.

No siempre hay verso en los sones, por ejemplo en el son abajeño de Michoacán no se canta, es instrumental, y en el calentano en vez de escuchar la voz humana, en ocasiones se escucha la voz del animal, representada al imitar su sonido con el violín. Es impresionante cómo,

sin desprenderse de la música y el ritmo del son, surge de entre las notas el canto de El Gallo o La Pichacua, casi como si le tocara cantar su verso, en otras ocasiones el bramido de El Toro o el rebuznar de El Burro. Aquí, es la música del violín que hace uso del recurso onomatopéyico para representar los sonidos del entorno, pero también en el baile se imita su comportamiento, como veremos enseguida.

La tarima, aparte de ser considerada como instrumento musical del son al ser zapateada, es un espacio comunitario donde se baila, representando con el cuerpo los movimientos y gestos de lo que están declarando los cantores. En algunos sones jarochos de Veracruz, como El Pájaro Carpintero, se debe imitar el vuelo del pájaro que está buscando un árbol en donde hacer su casa y, al encontrarlo, le comienza a picotear: quien baila taconea sobre la tarima como si ésta fuera el árbol a trabajar. En La Guacamaya, las mujeres tienen que volar imitando el vuelo del ave cuando el canto lo indica al decir el estribillo:

Vuela, vuela, vuela… por los cuatro vientos, ya sabes que yo te quiero y te llevo en el pensamiento. En los sones tixtlecos de Guerrero llamados chuscos, también se imita el comportamiento de algunos animales del entorno, como el comer carroña de El Zopilote, el arañar de El Gato, o los movimientos y poses de La Iguana, donde el bailador se tira al piso y comienza a zarandearse como este reptil cuando el verso dice: “Uy, uy uy, qué iguana tan fea”, el danzante ha de convertirse en una iguana y saber representarla al son de la música, para eso debió haberla observado de manera cotidiana, en su hábitat.Quizá podríamos ver en la naturaleza a un director de orquesta que marca el compás y los matices de cada son, una manifestación que al estar tan sujeta a la vida de quien la crea, incorpora elementos de su entorno que terminan filtrándose y haciéndose evidentes de múltiples maneras dentro de la música, los versos y el baile, que en muchas ocasiones dan muestra del patrimonio biocultural expresado e interpretado en el son mexicano.


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MICHOACÁN, ENTRE LA DIVERSIDAD Y LA DESIGUALDAD*

EL MAÍZ, PATRIMONIO CULTURAL

Aída Castilleja Investigadora del Centro INAH Michoacán

Emanuel Gómez UNICH-UAM Xochimilco. Red Maíz Criollo Chiapas. Mayor información en http://www.redmaizchiapas.blogspot.com/

FOTO: Lucy Nieto

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ichoacán comúnmente se asocia a situaciones de violencia e inseguridad, de crimen organizado y de tejidos sociales debilitados, con una débil y cuestionable presencia del Estado. En diarios de circulación estatal, son constantes las notas que hablan de la disminución sustantiva de áreas forestales, tanto por la explotación maderera como por la expansión de huertas de aguacate; de la horadación creciente que acompaña la expansión de la explotación minera a tajo abierto; de las deterioradas condiciones de lagos como Cuitzeo y Pátzcuaro, todas éstas, condiciones acentuadas en el contexto de políticas neoliberales. En contraste o contradicción, instituciones públicas federales y estatales dan a conocer, en la prensa y en distintos foros, programas y acciones tendientes a controlar o menguar estos procesos. A toda esta situación se suma la desigualdad social, que se expresa en índices oficiales que ubican a Michoacán entre las diez entidades con mayor pobreza en México, y que se observa en múltiples testimonios sobre la pérdida de capacidad productiva; la competencia desleal en el mercado regional; el creciente jornalerismo, que integra a los más jóvenes e incluso niños a un mercado laboral en condiciones de desventaja, y el desplazamiento de cultivos para el consumo familiar por otros orientados exclusivamente a la agricultura comercial y la industria de los alimentos, como el caso de la papa en tierras de la Meseta Purépecha y las plantaciones de papaya y plátano en la costa nahua. Atrás parece haber quedado el reconocimiento de la importante diversidad que caracteriza a

Michoacán por su historia y por el amplio abanico de culturas y sociedades locales. Diversidad cultural que, en consonancia con las características del medio físico; las muchas especies de flora y fauna silvestre y sus múltiples usos; la innovación y adaptación de cultivos y variedades de maíz y frijol, y las facultades y habilidades de reconocer, vincularse y hacer uso de ella, han actuado en conjunto modelado paisajes que se despliegan a lo largo y ancho del territorio estatal. Una mirada más atenta de estos espacios permite identificar, particularmente en pueblos indígenas, la vigencia de formas de organización y normas comunitarias, concepciones, conocimientos en indisoluble relación con las particularidades de la naturaleza. Experiencias de largo aliento y otras más recientes develan actitudes y acciones de resistencia, unas veces de manera silenciosa, en el día a día de la vida social, y otras en la emergencia de movilizaciones que además de resistir los embates de la delincuencia organizada, generan alternativas de reorganización y revaloración de aquello que les ha sido propio: sus territorios, sus aguas, sus bosques, sus selvas y, en todo ello, su gente y su memoria. La defensa de los bosques ha sido, en distintos episodios de las historias de estos pueblos, motivo de enfrentamiento entre propios y extraños. Las comunidades mazahuas y otomíes de la sierra de Chincua, que linda con el Estado de México, han generado formas de defensa de sus bosques frente a talamontes, pero también para el control de sus manantiales que no pocas veces genera problemas entre vecinos. Las comunidades purépechas tienen detrás de sí múltiples experiencias de defensa de tierras y bosques, muchas de ellas relacionadas con cruentos enfrentamien-

tos intercomunitarios, pero también, como en el caso de Cherán K’eri, con fórmulas para generar una nueva forma de gobierno interno y de relación con el Estado. Los nahuas de la sierra-costa, además de las históricas invasiones y despojo de sus tierras, en tiempos recientes están viviendo la expansión de la explotación minera que no sólo perfora y desnuda sus suelos, sino divide a sus comunidades, ante lo cual retoman sus formas colectivas de identificar y resolver conflictos que, en ocasiones, los han llevado a estrechar vínculos intercomunitarios para garantizar una mejor defensa de lo que les es propio. Y, en todo ello, ¿cuál es la responsabilidad que asume el Estado frente al reconocimiento de la diversidad biocultural? ¿Por qué limitar el reconocimiento de la diversidad cultural en aquellos aspectos que folclorizan la cultura? ¿Por qué no ampliar el reconocimiento de la diversidad a las formas de control y acceso a sus territorio y sus recursos, a las modalidades de organización y de gobierno propios? ¿Por qué el empeño del Estado en el diseño e implementación de políticas públicas homogenizantes, que reproducen la desigualdad y dejan de lado el aporte de la diversidad para mejores modos de vida? Lo aquí enunciado pretende dar al lector una pequeñísima muestra de un amplio y complejo panorama en el que se forja el sentido del patrimonio biocultural. Un panorama que no deberá desviar la atención a los bienes considerados como patrimonio y muchas veces en disputa, sino también y de manera sustantiva, a los actores sociales en ello involucrados. *Esta nota está basada en una investigación colectiva que forma parte del proyecto nacional Etnografía de los Pueblos Indígenas de México.

n la tercera reunión de la Comisión Nacional del Patrimonio Cultural Inmaterial, llevada a cabo el pasado 22 de noviembre en el Museo Nacional de Culturas Populares, ubicado en Coyoacán, Ciudad de México, se presentó un expediente del sistema agrícola tradicional milpa de Chiapas para incluir esta expresión en el Inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial de México. La solicitud fue postulada por autoridades de siete municipos que forman parte de los territorios tseltal, tsotsil, chol, lacandón y tojolabal: Ocosingo, Oxchuc, Tenejapa, San Lucas, Chenalhó, Zinacantán y Larráinzar, y con el respaldo de las organizaciones Unión de Milperos Tradicionales Sueños de las Mujeres y Hombres de Maíz AC y Alianza Cívica Chiapas, así como de organizaciones nacionales como la Unión de Cooperativas Ñöñho de San Ildefonso AC, con presencia en Querétaro; Roguiva AC, de Puebla, y del Grupo de Estudios Ambientales (GEA), con presencia en Guerrero y México DF. Una serie de instituciones académicas expresaron su respaldo a esta iniciativa, entre las que destacan la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), el Programa de Investigaciones Multid i s ci p l i n a r i a s sobre Mesoamérica y el Sureste (Proimmse) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Asociación Latinoamericana de Sociología Rural (Alasru). Quedó abierta la posibilidad de que más municipios se sumen a la propuesta, presentada con el argumento de que el sistema agrícola milpa es central para la reproducción cultural, económica y ecológica de los pueblos indígenas, y que su pérdida por la industrialización de la agricultura, la pobreza del sector campesino o la reconversión productiva promovida por instituciones agropecuarias, sería un desastre humanitario, toda vez que México en gene-

ral, y Chiapas en particular, es el principal centro de origen y distribución de las semillas nativas, criollas o autóctonas de maíz, frijol y calabaza, los tres cultivos que sustentan la agricultura tradicional y son la base para el control del territorio y los recursos naturales. Cabe mencionar que otros estados también postularon expresiones culturales que son complementarias de esta iniciativa. Es el caso de Campeche, que postuló el reconocimiento de la producción de maíz criollo como patrimonio cultural inmaterial, o la del resto de los estados de la República Mexicana, que incluyeron sus lenguas originarias, su cultura gastronómica, algunos rituales agrícolas y fiestas tradicionales en las que el sistema milpa es parte sustancial de estas prácticas cultuales, por lo que será tarea de alcance nacional definir un régimen especial de protección del maíz y el sistema agrícola tradicional milpa. En total, el Inventario quedó enriquecido con 924 expresiones culturales postuladas por los ayuntamientos o instituciones culturales que integran la Comisión Nacional del Patrimonio Cultural Inmaterial, como son la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), la Comisión Nacional de Culturas Populares (Conaculta) y los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH), de Lenguas Indígenas (Inali) y de Bellas Artes (INBA), entre otros, que aceptaron por unanimidad incluir el sistema milpa en su lista de identificación y registro. Queda aún pendiente instalar un grupo de trabajo para el resguardo y custodia del sistema milpa como patrimonio cultural inmaterial que defina estrategias organizativas y de continuidad de estos acuerdos de las instituciones culturales, y queda abierta la posibilidad de sumar más municipios y organizaciones sociales en este esfuerzo por proteger esta expresión cultural de su posible deterioro.


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Morelos

¿OPOSICIÓN AL PROGRESO? DEFENDIENDO LA VIDA Y LA NATURALEZA EN EL ORIENTE DEL ESTADO Julio Itzayán Anaya López

Ante tal inquietud, los habitantes investigaron de qué se trataba el denominado Proyecto Integral Morelos, con el que se pretendía construir un gasoducto, un acueducto y dos centrales termoeléctricas. A inicios del 2012 comenzaron los trabajos de construcción en Huexca, lo cual ocurrió -como es costumbre- sin previo aviso. Existían varias versiones: “va a ser una planta de tratamiento de aguas negras”, o bien “unidades habitacionales”, sin embargo en abril de aquel año se enteraron (gracias a la información compartida por compañeros de la región y de diversos colectivos) de lo que se construía: dos centrales termoeléctricas. Habitantes de Huexca tomaron la decisión de detener los traba-

FOTO: Julio Itzayán Anaya López

En el campo se dan flores de tzompantle, se dan las vainas de huaje, se dan ahorita ciruelas, huamúchiles, ¿Qué va haber cuando ya esté la empresa? Ya no va haber nada, reflexionaba un ama de casa de Huexca, Morelos. Desde mediados y más claramente a finales del año 2011, un grupo de habitantes de la región oriente de Morelos escucharon rumores sobre la instalación de un gasoducto en los municipios de Temoac y Jantetelco.

jos de construcción mediante un plantón a las afueras de la localidad. Durante el mismo (que duró alrededor de cinco meses) fue sumamente importante la (re)valorización del patrimonio biocultural como uno de los principales argumentos para oponerse a las obras, ya que, como expresaban los habitantes, “el problema de la termoeléctrica es que va a contaminar el agua, el aire y la tierra (…) el ganado se va a fregar con las contaminaciones, la gente igual”, por lo que varios de ellos, hombres, mujeres y personas mayores de la comunidad afirmaban: “si nos vienen a poner una termoeléctrica acá pues prácticamente nos vienen a destruir. Dichas opiniones se basan también en Manifestaciones de Impacto Ambiental, las cuales mues-

tran que las sustancias químicas añadidas al agua empleada para enfriar las turbinas de termoeléctricas provocarían un impacto térmico sobre la flora y fauna de la región, es decir, generaría un cambio en el micro-clima que provocaría la eliminación de algunas especies y la expulsión de su hábitat de otras cuantas. En la zona se encuentran la tortuga casquito y la iguana negra, ambas especies endémicas. Para dimensionar el daño ecológico a la región (una de las más productivas del estado de Morelos), en caso de que la obra entre en operación, se pronostica el uso de alrededor de 50 millones de litros de agua al día y la expulsión de diversos gases que pueden llegar a provocar lluvia ácida y efecto invernadero a varios kilómetros a

bladores, quienes aseguran: ese es trabajo para ellos, a nosotros no nos van a ocupar para nada, nosotros les estorbamos pues más bien dicho”.

la redonda, sin considerar que algunas casas de Huexca se encuentran a menos de 500 metros del sitio de construcción.

La respuesta de las autoridades se ha centrado en deslegitimar al movimiento y recurrir a descalificaciones; su mejor argumento ha sido acusar a los compañeros de “oponerse al progreso”. Han reprimido mediante el uso de la fuerza pública en un par de ocasiones y han amedrentado a la gente durante meses, además de que detuvieron arbitrariamente a un compañero del movimiento e interpusieron demandas contra otros varios.

Desde mediados y más claramente a finales del año 2011, un grupo de habitantes de la región oriente de Morelos escucharon rumores sobre la instalación de un gasoducto en los municipios de Temoac y Jantetelco

Hasta la fecha, la construcción del megaproyecto continúa avanzando y, a pesar de que el movimiento ha tenido altibajos, las voces de los compañeros afirman: ¡No vamos a renunciar a nuestra agua, nuestro medio ambiente, nuestra tierra! (…) este gasoducto y la termoeléctrica son un sinónimo de despojo y destrucción, ¡de ecocidio!”. Lo anterior muestra la convicción que poseen los integrantes de este movimiento, lo cual nos hace ver que la dignidad de los pueblos no está en venta, la defensa del patrimonio biocultural continúa y sobre todo que en este, como en muchos otros lugares, “¡la lucha sigue!”

Además del daño ambiental, los pobladores están conscientes de las implicaciones que tendría el megaproyecto en su forma de vida, ante el anuncio por parte de las autoridades de industrializar la región, situación que lleva a expresar preocupación de algunas madres de familia: “se supone que en las industrias va a trabajar gente preparada y pues nosotros en primera para prepararnos, y para preparar a nuestros nietos, pues va a estar muy difícil. El anuncio de empleos para la región es cuestionado por los po-

Puebla

BIOLOGÍA Y CULTURA EN EL ORDENAMIENTO ECOLÓGICO TERRITORIAL DE CUETZALAN Aldegundo González Álvarez Cooperativa Tosepan Titataniske

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ragmentos de la cosmovisión que muestran la relación con el entorno y la conformación de los cafetales biodiversos son dos elementos que sirven para explicar la configuración de la biodiversidad en Cuetzalan:

constituidos por el aire, el fuego, el agua y la tierra. El aire es una dualidad: por un lado, elemento esencial para la vida, pero por otro, puede adoptar en ciertas

ocasiones cargas negativas que amenazan a nuestro ser maseual. El fuego simboliza la vida en los hogares, representa el corazón de la casa (kalyolot). El agua es fuente

tegrada de manera ordenada y armónica.

principal para la conformación de nuestros pueblos, nuestra toponimia da cuenta de ello. Y la tierra, como espacio físico y espiritual, es una extensión del talokan, in-

FOTO: Arturo Alfaro Galán

I.- Nuestra visión del mundo. Desde la cosmovisión maseual (de la comunidad nahuat de la región de Cuetzalan), todo cuanto tenemos en nuestro entorno se nos provee desde el Talokan (lugar ubicado en las entrañas de la Tierra, en donde habita Talokan tataj y Talokan nanaj, progenitores de los maseualmej -plural de maseual-. En este sentido, no somos dueños absolutos de cuanto nos brinda nuestra madre tierra (totaltikpaknantsin); lo que hay en en planeta nos es dado para nuestro sustento en convivencia con otros seres vivos. Los elementos principales que conforman nuestro mundo están Asamblea Anual del Comité de Ordenamiento Territorial Integral de Cuetzalan (COTIC), donde las comunidades indígenas se pronunciaron en contra de los proyectos mineros e hídricos en la sierra norte de Puebla

De esta manera, por medio de la oralidad se nos transmiten desde la infancia aquellos aspectos que, basados en la cosmovisión maseual, contribuyen a la conservación del medio ambiente y regulan nuestra acción sobre el entorno natural. Aprendemos a pedir “totaltikpaknantsin, xinechtapojpolui nimitskuiliti moayatsin, taniktaliti in notatok, nimitstatautia maj kualtsin mopojposonti, maj kualtsin motakilti (…)”, esto es, “madrecita tierra, disculpa que te quite tu cobija, voy a colocar unas semillas, te pido que florezcan abundantemente, que den buena cosecha (…)”. Prácticas como ésta –que es una petición a la madre tierra antes del deshierbe para la preparación de la siembra o para limpiar una parcela- son compartidas con


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EL MOVIMIENTO SOCIOAMBIENTAL EN MORELOS Y LA DEFENSA DEL PATRIMONIO BIOCULTURAL Nicholas Matthew Risdell Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH)

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Numerosos documentos históricos permiten reconstruir este conflicto socioambiental de larga duración que perduró hasta la aparición del movimiento zapatista. Conflicto donde se enfrentaban dos modos de vida y de apropiación del espacio: uno basado en la producción de un monocultivo ofrecido a la venta en el mercado, el otro en la reproducción física y cultural de los pueblos. El reparto de tierras después de la Revolución representó una tregua en este enfrentamiento. En décadas recientes ha resurgido, con nuevos procesos y nuevos actores sociales, pero manteniéndose la confrontación de los procesos de acumula-

otros pueblos originarios en el mundo y reflejan una correlación global entre la diversidad de lenguas “endémicas” y la megadiversidad biológica en el mundo (Boege 2008). II.- La conformación de los cafetales biodiversos. La región de Cuetzalan cuenta con una tradición de agricultura indígena muy diversa; en el siglo XIX se registraban hasta 58 cultivos locales. De acuerdo con los estudios realizados por Becauge (1998), desde la introducción del café en la región en 1860, éste fue dominado en la mayoría de su cadena productiva por los mestizos por lo menos durante un siglo. Paulatinamente, nuestra población maseual adoptó el café para insertarlo a las parcelas en donde convivió con otros cultivos locales. Al hacerlo, se reprodujeron prácticas tradicionales y el grano se integró a los terrenos, donde el manejo agroforestal se brinda de manera casi artesanal, lo que ha promovido que cada una de las plantas consideradas útiles tenga un espacio y una función en la parcela, conformando el cafetal biodiverso (koujtakiloyan), en

FOTOS: Nicholas Risdell

ierra de Zapata, pero también de albercas, segundas casas, unidades habitacionales y Oxxos. Morelos, desde siglos atrás ha sido territorio de rápidas transformaciones y conflictos sociales relacionados con éstas. Desde que los españoles realizaron su temprana ocupación de los territorios tlahuicas e introdujeron la siembra de la caña de azúcar en la región, los pueblos iniciaron un proceso de resistencia que sigue hasta el día de hoy. Los hacendados se apropiaron de tierras, aguas y montes de los pueblos indígenas para la producción de la caña.

ción de capital y los esfuerzos de la sociedad para controlar los usos del espacio y de los recursos naturales. Un aspecto novedoso es que las luchas actuales en Morelos re-

producen el discurso ambientalista, conformando un tipo de ecologismo de los pobres o movimiento por la justicia ambiental en los 20 años recientes.

el cual, de acuerdo con Toledo (2009), pueden encontrarse hasta 150 especies de plantas diferentes por hectárea en distintos estratos.

constitución del movimiento del ordenamiento fue la iniciativa de un proyecto turístico en la parte alta de Cuetzalan por una funcionaria de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) en el 2008; ella había montado un entramado de negocios personales en poblaciones indígenas. Tras tener conocimiento del proyecto y de lo que significaría para las comunidades que se abastecian del agua de esta región, el pueblo emprendió una serie de acciones de oposición, lo que provocó la destitución de la funcionaria y la apertura de un proceso legal en su contra.

Por su parte, Beucage y el Taller de Tradición Oral del Centro de Estudios y Promoción Educativa para el Campo, TTO-CEPEC (2012) documentan 180 plantas asociadas a los cafetales, que han sido clasificadas en nueve categorías botánicas conforme a la taxonomía, maseual y pertenecientes a 92 especies y 87 familias de acuerdo con la clasificación occidental. Estos datos pueden proporcionarnos una idea sobre la riqueza natural y biológica de la región. III. La construcción del ordenamiento ecológico territorial. La compleja y rica naturaleza de Cuetzalan se ha visto amenazada en las décadas recientes por megaproyectos privados y gubernamentales en pro del discurso de “desarrollo”. La puesta en marcha de estos proyectos –indiferentes a las características y necesidades de nuestros pueblos- ha ocasionado un acelerado deterioro ambiental en nuestro territorio. Muestra de ello y origen de la

Quienes formaron parte de esta primera lucha consideraron que haber impedido un atentado contra el medio ambiente no era suficiente, sino que era necesario llevar poner en marcha medidas para regular el uso del suelo a fin de evitar intentos semejantes en el futuro. Fue así como el 30 de mayo de 2009 se realizó la primera reunión que sentaría las bases para la construcción del programa de Ordenamiento Ecológico Terri-

Las luchas socioambientales han ocurrido en el campo y en la ciudad, y cada vez más, en los espacios “rurbanos” que caracterizan una gran parte del estado. Luchas emblemáticas como la de Tepoztlán contra el campo de golf o contra la destrucción de Casino de la Selva en Cuernavaca permiten afirmar que los protagonistas del movimiento socioambiental son heterogéneos. Si bien en la lucha se enfatiza que son “pueblos” luchando contra del capital y el gobierno, estos pueblos no pueden ser pensados como entes estables y homogéneos. Junto a los campesinos encontramos amas de casa, estudiantes, profesionales, niños y personas mayores. Si bien muchos activistas son de origen popular, también se alían con grupos de la clase media. Episodios recientes en este gran conflicto socioambiental demuestran esta nueva diversidad de participantes, como el “Movimiento de los 13 pueblos”, surgido a raíz de la masiva construcción de viviendas y cuyo eje de lucha fue la defensa de los manantiales del agua que se veían amenazados. Con la consigna de “Agua sí, casas no” se llamaba no sólo a la defensa del agua sino de los pueblos mismos y a crear alternativas construidas desde la comunidad. Por su parte, el Consejo de Pueblos de Morelos intentó articular las distintas luchas, crear fuerza

Desde la cosmovisión maseual (de la comunidad nahuat de la región de Cuetzalan), todo cuanto tenemos en nuestro entorno se nos provee desde el Talokan (lugar ubicado en las entrañas de la Tierra, en donde habita Talokan tataj y Talokan nanaj, progenitores de los maseualmej -plural de maseual torial del municipio. En este acto jugaron un papel importante diversas organizaciones sociales, que impulsaron el proyecto ante el ayuntamiento en turno. Ambas partes acordaron que el estudio fuera realizado por el Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales, perteneciente a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

a partir de la unidad y extender el debate acerca de la devastación socioambiental en la región. Otro conflicto de amplia participación fue el surgido en torno a la construcción del relleno sanitario en Loma de Mejía. El movimiento ciudadano luchó utilizando distintos lenguajes de resistencia y de propuestas frente al riesgo de contaminación que representaba el relleno sanitario. Actualmente el pueblo de Huexca se ha movilizado contra la decisión de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) de construir una planta termoeléctrica en su pueblo. Tanto la población de Huexca como quienes la apoyan han utilizado una multiplicidad de estrategias para resistir, pues saben que de llevarse a cabo la construcción se trastocará profundamente la vida en su región y representa un riesgo a la vida misma. Finalmente vemos cómo Tepoztlán una vez más se organiza contra la ampliación de la carretera Cuautla-Cuernavaca que pone en riesgo el patrimonio biocultural a favor de los automóviles. El Morelos actual es presa de los graves procesos de deterioro y destrucción socioambiental pero afortunadamente también resiste y construye alternativas como lo ha hecho desde hace siglos.

Tras un largo proceso que consistió en la vinculación de diferentes sectores en talleres y encuentros comunitarios en todo el munucipio, la sabiduría comunitaria y el conocimiento científico se complementaron para sentar que las bases para la gestión del territorio no se reducen a una superficie geográfica, sino que implican la integración del espacio y la cultura. El ordenamiento ecológico territorial nos proporciona lineamientos de regulación y uso obligatorios para orientar las acciones de preservación y restauración del equilibrio ecológico, el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y la protección al ambiente con carácter de instrumentos de política ambiental. En un tiempo en donde escuchamos cada vez menos a nuestros abuelos, y la manera de organizarnos y nuestra visión del mundo se modifican, el ordenamiento territorial constituye la posibilidad de salvaguardar nuestro territorio y cuidar a quien nos da el sustento y sostiene nuestro andar… totaltikpaknatsin.


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Veracruz, Puebla y San Luis Potosí

IN JILTSIP AN WEJE’, LA HERENCIA: EL PATRIMONIO BIOCULTURAL TEENEK Nelly Iveth del Ángel Flores Oriunda teenek de la Huasteca veracruzana, maestra en Antropología Social por el CIESAS-Golfo y estudiante del doctorado en Desarrollo Rural de la UAM-X

Hoy en día los teenek o huastecos, el pueblo por el que esta área adquirió su nombre, se asientan en tres núcleos poblacionales, uno en la Huasteca potosina y dos en la veracruzana, dentro de lo que Eckart Boege propone como la región biocultural prioritaria para la conservación y el desarrollo “Huastecas-Sierra Norte de Puebla”. En apariencia, el grupo asentado en San Luis Potosí vive en un entorno ecológico más rico en agua, bosques y selvas, mientras que en Veracruz, las comuni-

dades, ubicadas generalmente en la planicie costera y en zonas de sierra mediana (hasta 350 metros sobre el nivel del mar aproximadamente) habitan franjas de intensa deforestación (sobre todo como consecuencia de la ganadería extensiva), con muy poca agua y escasos remansos de alta vegetación. Pero diferentes investigaciones recientes develan la enorme riqueza biótica, y sobre todo, el conocimiento que los teenek de los diferentes asentamientos han construido acerca de ella, por el que en un proceso interconectado, naturaleza y sociedad perviven. En términos biológicos, por mencionar algunos aspectos, el pueblo teenek ya no cuenta con bosques de vegetación primaria en sus territorios, que se constituyen, por cierto, de 250 mil 712 hectáreas (0.89 por ciento aproximadamente del territorio de los pueblos indígenas en el país), pero sí contiene importantes manchones de selva alta perennifolia y subperennifolia

FOTO: Thomas Aleto

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a Huasteca es una enorme región cultural de México que se caracteriza por su complejidad en muchos sentidos: la convivencia histórica de varios pueblos, tanto de ascendencia mesoamericana como europea y africana, y la presencia de diferentes nichos ecológicos, la constituyen como un área de alta concentración de diversidad agrobiológica y diversidad cultural y lingüística.

(las selvas más septentrionales del país) y de selva mediana subperennifolia que suman 90 mil 841 hectáreas. Conservan también en sus ejidos, tierras comunales y propiedades privadas 638 hectáreas de vegetación caducifolia, tres mil 938 de bosque de encino, 425

de bosque de encino-pino, 174 de vegetación hidrófila (entre manglares y vegetación halófila) y 75 hectáreas de tular. Por su riqueza biogenética, en territorio de los teenek se han decretado cinco Áreas Naturales

Protegidas, estatales y federales y en diferentes categorías: la Sierra Gorda, como Reserva de la Biosfera; la Reserva Ecológica Sierra de Otontepec; la Zona Especial de Protección de Flora y Fauna Silvestre y Acuática Bosque Adolfo Roque Bautista y los Monu-

Veracruz, Puebla y San Luis Potosí

MILPA, MONTE Y AGUA: ACERVOS DE LA HUASTECA Mauricio González González ENAH / ENM-UNAM so, que al cantar “pa-pan, pa-pan”, hizo saltar al padre del maíz, quien en ese movimiento se convirtió en venado. Chikomexóchitl lo agarró por la cola y sin querer se la cortó. Su padre no quiso que le vieran así, por lo que le pidió que le dejara en el monte y fuera al lado de su ma-

dre. El niño maíz obedeció, mas lo hizo montado en el pájaro papán, a manera de castigo. Al llegar con su madre el pájaro papán volvió a cantar, lo que provocó que ella saltara y se convirtiera en venado también. Así, ella pudo reunirse nuevamente con su esposo, allá, en el monte.

Tata Jesús, curandero de Huexotitla, en Ixhuatlán de Madero, Veracruz, solía en vida contar kuentos que los “pasados” le narraron. Antes de cada “costumbre”, es decir, del ritual vernáculo ofrecido a los “Dueños”, recortaba una infinidad de figuras antropomorfas de

papel que servían de “ropa” para los “Patrones”. Es por medio de esas narrativas como nos llegan noticias de cómo nacieron los animales, de sus cualidades, de cómo es el mundo de los muertos, pero también el monte, elementos propios de su culinaria y los apegos. En

FOTO: Roberto Molina Ortiz

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os abuelos de la Huasteca nahua cuentan que el padre del maíz, de Chikomexochitl, se fue un día a un lugar llamado Yohualexcan, en donde su destino corrió con la suerte de ser devorado por sus habitantes. El niño maíz día y noche esperó y esperó a su padre, mas éste no volvió, por lo que decidió pedirle a su madre un itakatl de siete tamales para irle a buscar. Al llegar a aquel lugar, cruzó un río y encontró al Patrón, al Dueño de los animales, quien le tendió una trampa: le dio de comer mucha mojarra para que, cuando estuviera lleno, lo devoraran. Sin embargo, el niño maíz comió y comió sin empacho. Viendo esto, el jefe de Yohualexcan prefirió hacer una apuesta con él. Debajo de un árbol, le aventaría una piedra al niño maíz; si no le pasaba nada, éste arrojaría otra contra el Patrón. El niño aceptó. El Dueño de los animales arrojó una gran roca contra Chikomexochitl, la que se desmoronó al momento de chocar contra el itacate del niño, quien después le arrojó los siete tamales y con ello le dio fin. Después, recogió los huesos de sus víctimas que yacían detrás del monte, e hizo despertar a su padre. Al ir de regreso a su casa, ambos oyeron al pájaro papán, el pájaro chismo-


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18 de enero de 2014 mentos Naturales La Hoya de las Huahuas y El Sótano de las Golondrinas. Propósitos plausibles presumen las declaratorias, lamentablemente en varios de los casos no se consultó -ni para tomar la decisión de generar el decreto ni para determinar sus implicaciones- a los pueblos que por siglos han vivido y convivido con esas áreas y cuya influencia ha sido primordial para la continuidad mutua, lo que genera algunas situaciones tensas y conflictivas al respecto. Los teenek entienden a su patrimonio biocultural, y a las prácticas, creencias y saberes asociados a éste, como parte de lo que definen como In jiltsip an weje’, la herencia, “lo que dejaron los de antes”, los antepasados divinos y humanos. Con ese concepto se refieren al legado, tanto de cosas materiales: la tierra, los animales, las plantas, las herramientas y las técnicas de trabajo, como a “lo que nos enseña qué es este mundo”, aspectos inmateriales: como los conocimientos, las costumbres, las creencias, la lengua, la música y las danzas. In jiltsip an weje’ comprende a T’aajtal, “lo que es así”, que podríamos llamar la Naturaleza y

ellos aparece una sociedad habitada por entes cuya jerarquía impone respeto y cuidados que no han de obviarse, pues la existencia del mundo puede ponerse en vilo si ello no se realiza. Así, una política de intercambio cosmológico se ejerce como forma privilegiada de hacer comunidad. Así, todo ritual convoca a diversos númenes a que asistan al convivio, tal como los humanos lo hacen en las parcelas y fiestas. Al son de canarios llega el Viento, la Santísima Sirena (Dueña del agua) junto a sus achanej, el Trueno y Relámpagos, Padre y Madre Tierra, el Fuego y numerosos Cerros Patrones. Pero hay un tipo de entidades cuyo lugar es especial, el reservado a aquellos recortes que visten manta, a la manera del masesual, del campesino nahua: las Semillas. En un pequeño chikiuitl (canasta) varios recortes de hombre y de mujer son atados en pareja. Son los tonalij o espíritus de las Semillas. Todos están y todos bailan al ir a la limpia o al andar hacia el pozo o al altar del cerro. La calabaza, el chile, el ejote, el cacahuate, el frijol, el camote, el plátano, la naranja, el epazote, el chayote, la guayaba, la cebolla y, con especial cariño, Chikomexochitl y Makuillixochitl, espíritu masculino y femenino del maíz, héroes culturales. Si la milpa huasteca es una que aún se considera de subsistencia, ello ha de tomarse como la que brinda las

cuya característica inherente es Ejat, “lo vivo” (que incluye a los animales, las plantas y los hombres, pero también a los ríos, el sol, la tierra, las cuevas, los santos, los seres extrahumanos y otros seres y objetos que se considera que poseen alma). La herencia se constituye también de T’aajwale, “lo que se hizo”, lo hecho por el hombre, que en términos antropológicos podríamos llamar, la Cultura.

Hidalgo

DEL APROVECHAMIENTO CAMPESINO A LA EXPLOTACIÓN FURTIVA: LOS MIXIOTEROS Lizeth Sevilla* y Blanca Alejandra Velasco** *CuSur-UDG **ENAH

En términos biológicos, por mencionar algunos aspectos, el pueblo teenek ya no cuenta con bosques de vegetación primaria en sus territorios Esta concepción de patrimonio biocultural justifica e incluye en el legado de los ancestros el constante proceso de enriquecimiento de las creencias, prácticas y los saberes transmitidos de una generación a otra. Indica que no sólo los reciben en herencia, sino que los interpretan y reelaboran en el proceso de desarrollo colectivo e individual y en la confrontación con las necesidades de los tiempos actuales.

condiciones cosmológicas de posibilidad de la vida y su diversidad. Henri Puig en Vegetación de la Huasteca, (México). Estudio fitogeográfico y ecológico (1991 [1976]), distingue tres tipos de formaciones ecológicas: las de llanura, cálidas (tf > 18°), más o menos húmedas de sur a norte; las de la Sierra Madre, más frescas (tf < 18°) y húmedas sobre la vertiente oriental, más secas al oeste y; formaciones de las mesetas, que pueden ser frescas y secas. A cada una le corresponde la dominancia de algún tipo florístico: la meseta cuenta con flora autóctona, la Sierra Madre con holártica y la llanura costera con neotropical. No obstante, esta biodiversidad ha sido impactada desde el siglo XVII por la introducción de ganado y la tala inmoderada, siendo hoy día una de las fases más inmoderada en este aspecto, donde la afrenta cobra mayores dimensiones al incluir también a su agrodiversidad y diversidad cultural, pues proyectos mineros como el de Naopa, en Molango o el megaproyecto petrolero Aceite Terciario del Golfo, que abarca por lo menos 16 municipios de Veracruz y Puebla, obvian la vocación productiva de estas tierras, de sus Dueños, pueblos y costumbre. Mas donde hay opresión hay resistencia, y las comunidades huastecas nunca han sido la excepción. Ecos de múltiples voces opositoras suenan ya.

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exiotl o mexiote, que significa en la lengua náhuatl piel de maguey, ha sido durante siglos un platillo preferido en el altiplano mexicano, principalmente en el estado de Hidalgo. El mixiote, como se le conoce actualmente, se recolecta extrayendo del meyolote (el centro o corazón del maguey) la piel que lo protege. En ella se preparan suculentos platillos con base de res o pollo, entre otros tradicionales de Hidalgo. Pero ¿qué implica este platillo para los productores de maguey de este estado? Durante décadas ha sido un grave problema que ha generado pérdidas a los productores de pulque, ya que han sido invadidos por los llamados mixioteros, quienes en su afán por alimentar el crecimiento incontrolado de turistas que quieren consumir este platillo, tanto en los restaurantes que se han convertido en compradores potenciales como en fondas locales, han invadido los cultivos de maguey en todo el estado, convirtiéndose en los principales depredadores del maguey. Por lo general los mixioteros son personas que no tienen tierras para cultivo, por lo que desde 1980 han participado en una especie de comercialización del mixiote de magueyes que no les pertenecen, una condición que se ha visto afectada por la creciente demanda que se ha presentado en las décadas recientes. Sobre este asunto, Antonio Lorenzo Monterrubio ha referido en su libro Las haciendas pulqueras de México (2007), que al hablar del patrimonio cultural que debería representar el maguey y el pulque en México, además de la arquitectura, también se requiere poner énfasis en el cuidado del

patrimonio rural como un acto de justicia, que en gran medida ha alimentado por mucho tiempo al patrimonio urbano. Y en esta sentencia muestra su preocupación por la acción de los mixioteros; los considera los principales depredadores del maguey. La invasión a los magueyales ha significado una pesadilla para los productores; un día se van a dormir con la consigna de que al día siguiente continuarán sus labores cotidianas de aprovechamiento total de cada maguey que hay en sus tierras; amanece y se encuentran con que han sido robados, muchas de las veces no sólo por los mixioteros, sino también por los barbacoyeros, quienes de manera similar a los primeros, es decir, a escondidas y durante las noches, hurtan las pencas de magueyes que no les son propios para venderlas en el mercado de otro platillo muy degustado: la barbacoa. De esa manera, el maguey muere y su ciclo productivo (para el que hay que esperar de entre ocho a 12 años) termina, pues es por medio del meyolote y de las pencas que la planta se alimenta para vivir: sin el corazón del maguey no hay aguamiel; sin aguamiel no hay pulque; sin pencas no se pueden generar textiles, ni jugo para prevenir y curar enfermedades internas y externas del organismo. Y sin todo ello, el patrimonio biocultural del maguey y el conocimiento milenario inherente a él se ponen en riesgo. En el intento por enfrentar esta problemática, en 2011 se aprobó la Ley para el Manejo Sustentable del Maguey del Estado de Hidalgo, la cual tiene por objeto contribuir a la conservación, protección, fomento, restauración,

producción, ordenación, cultivo, manejo y aprovechamiento sustentable del maguey y sus materias primas derivadas (…)”. Sin embargo, esta ley forma parte de una disyuntiva con las campañas turísticas que se realizan en el estado de Hidalgo, en las que se promueve de una manera no sustentable el mixiote como uno de los platillos que se debe consumir si se viene a la tierra que por antonomasia ha albergado el cultivo de maguey con mayor trascendencia, comparado con otros estados de la República. ¿A qué se enfrentan entonces los tlachiqueros con estas estrategias para salvaguardar un patrimonio biocultural, cuando por un lado es una actividad penalizada y por otro es promovida desde un turismo no sustentable? No queda más que hacer mano de la creatividad y de la justicia a la manera de cada uno. Hay quienes han ideado diferentes formas de proteger su patrimonio, desde los tlachiqueros más envalentonados que hacen rondines nocturnos con machete en mano, hasta los que rasgan algunas partes medulares del meyolote para que la extracción de su piel sea más complicada, pues de esa manera es más difícil arrancarlo. Si bien la Ley para el Manejo Sustentable del Maguey es una herramienta importante para la protección y salvaguarda del maguey pulquero, su aplicación aún deja mucho que desear en un país como el nuestro, en el que las leyes, pareciera, sólo sirven para el bien de algunos y no para quienes viven en carne propia el despojo, la depredación y la pérdida paulatina del patrimonio que con tantos años han forjado con trabajo, paciencia y dedicación.


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LAS REGIONES BIOCULTURALES DE MÉXICO Eckart Boege

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as regiones bioculturales de México son centros de diversidad biológica, agrobiológica y cultural, siendo parte constitutiva de la identidad de los pueblos indígenas y comunidades locales no indígenas. La desconfianza hacia el Estado mexicano y la autoafirmación biocultural se manifiesta en actividades de autodefensa, de recuperación de territorios y reafirmación de valores culturales, algunos en desuso. Paradigmática y dolorosa ha sido la defensa de territorios frente a la repartición irresponsable de concesiones mineras, la construcción de hidroeléctricas en su territorio sin consultas y la imposición de esquemas de producción de energía eólica que despojan a indígenas de sus territorios bioculturales. En el caso de las concesiones mineras se les ha arrebatado más de 10 por ciento de su jurisdicción, y a varios hasta 90 por ciento de sus territorios. Asimismo, un tema central en este momento de la defensa biocultural de los pueblos indígenas y comunidades campesinas locales, y del pueblo en general, es la lucha contra el otorgamiento de los permisos para que seis monopolios siembren maíz transgénico. De otorgarse, jamás en la historia humana ha habido un experimento biológico más irresponsable como sería el caso de someter al pueblo mexicano a una dieta masiva de transgénicos. En efecto, el pueblo que creó al maíz, que come 600 platillos distintos de maíz de una diversidad extraordinaria, ingiere el 35 por ciento de dieta proteínica y 55 por ciento de su dieta calórica a partir del consumo directo de este cereal. La aprobación sería una afrenta a la tradición biocultural del pueblo mexicano. La riqueza y diversidad cultural responde al hecho de que México contiene la tercera parte de los pueblos originarios en América Latina, organizados en 11 familias y 68 agrupaciones lingüísticas con más de 300 variantes, que pueden ser tipificadas como lenguas endémicas, y por sus filosofías prácticas, la población podría considerarse gente de los ecosistemas. La trilogía biocultural del país, que conjunta tres dimensiones de la diversidad y sus escalas, tiene una profundidad histórica ya que la megadiversidad natural es cincelada por la presencia e interacción milenaria de los pueblos indígenas, de tal manera que podríamos llamarla naturaleza cultural, o naturaleza culta. En dicha relación, una amplia gama de ecosistemas, paisajes y agro ecosistemas se han mantenido y recreado mediante la constante adaptación humana frente a gran-

des cambios e incertidumbres, forjando así los verdaderos laboratorios de domesticación o semi domesticación de por lo menos cien especies comestibles y sus consiguientes variedades. En estos variados ambientes se ha generado uno de los procesos bioculturales más relevantes de la humanidad: la domesticación de 15 por ciento de las especies más importantes del sistema alimentario mundial contemporáneo, que representa, además, 30 por ciento del Producto Interno Bruto agrícola de México. Los recursos genéticos resultan un tesoro invaluable de la humanidad y representan, por su diversidad, una alternativa importante a los retos que implican las adaptaciones locales y regionales de los sistemas alimentarios frente al cambio climático. De esta manera, en las regiones bioculturales contemporáneas del país están presentes los recursos genéticos, paisajes, saberes, conocimientos, maneras de percibir y actuar colectivo representados como bienes comunes que, en síntesis, son la milenaria cultura mesoamericana o la memoria biocultural de nuestros pueblos. Los componentes a considerar en las regiones bioculturales de México son: 1) Que los territorios de los pueblos originarios o indígenas son y han sido centros de origen y/o de diversificación biocultural y espacios de organización social que han promovido la conservación, el desarrollo y enriquecimiento de sus recursos fitogenéticos, base de su cultura y, en algunas regiones indígenas y comunidades campesinas, base de proyectos alternativos del Bien Vivir. 2) Existen varias acepciones sobre los conceptos de territorio, territorialidad y sobre las nuevas territorializaciones en la división mundial del trabajo, y en particular de los sectores primarios y secundarios a gran escala. En el caso de pueblos indígenas, nos referimos a los espacios que ocupan hoy en día, tal y como lo define el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de manera práctica. Un criterio fundamental para la identificación de los pueblos indígenas y tribales, según el convenio es la autoidentificación o autoadscripción colectiva. Es alrededor de estas territorialidades que se pueden construir las autonomías y los proyectos endógenos de desarrollo económico, político y social, tal como lo nos lo demuestran los territorios zapa-

tistas. La territorialidad es la manera en que se organizan y ocupan los territorios mediante el ejercicio del poder. 3) Por investigar están las regiones bioculturales más amplias que los territorios de los pueblos indígenas que se organizan en comunidades campesinas y que reproducen los componentes bioculturales indígenas. 4) Los centros de diversificación biocultural son regiones del país en donde coinciden los territorios de los pueblos indígenas o comunidades campesinas, los centros de origen y diversificación de la biodiversidad (definidas por la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Bodiversidad (Conabio) como Regiones Terrestres Prioritarias para la Conservación de la Diversidad Biológica), regiones hidrológicas prioritarias y áreas de amplia diversidad domesticada o agrobiológica. 5) Se trata de territorios con ocupación de larga duración por pueblos indígenas y comunidades campesinas que tienen un fuerte origen mesoamericano, donde a pesar de que han estado inmersos en distintos sistemas productivos tanto coloniales como contemporáneos, han logrado sobrevivir incorporando saberes, conocimientos tecnologías y especies de otras partes del mundo. 6) La ocupación territorial de larga duración perfila paisajes, genera una relación co-evolutiva entre paisaje, diversidad biológica (culturalmente sobredeterminada) y complejos mosaicos de sistemas productivos. 7) La cartografía indígena por regiones bioculturales está por hacerse. En primer lugar tenemos los topónimos en la lengua en cuestión, su significado, y su origen incluso mítico o religioso, colonial y contemporáneo, resignificado. En segundo lugar están los sitios sagrados organizadores del territorio: desde cuevas, cerros y manantiales hasta sitios arqueológicos, capillas coloniales, etcétera. En tercer lugar están los ordenamientos territoriales y ecológicos tradicionales y los planes de vida con reglas de acceso explícitas o implícitas, a veces sancionadas por la religión, o bien las fijadas por la asamblea según los usos y costumbres. Un siguiente elemento de la cartografía indígena será revelar la

organización de los espacios productivos organizados según sistemas de milpa y sistemas agroforestales. Y finalmente, tenemos movimientos de resistencia que plantean proyectos de vida endógenos y que incluyen dentro su proyección territorios más allá de las comunidades agrarias. Es así que las cartografías regionales indígenas se convierten en un instrumento de defensa.

10) El sistema milpa ha sido el laboratorio central de la domesticación de más de cien especies comestibles en Mesoamérica. Este sistema está siendo agredido, destruido y sustituido principalmente por la agricultura industrial.

Los territorios de los pueblos indígenas son laboratorios históricos de la domesticación y del patrimonio biocultural. En interacción con la vegetación primaria y secundaria o manejada, frecuentemente se encuentran los pares silvestres de las especies domesticadas.

11) De la organización social de las comunidades agrarias depende si son los indígenas y/o comunidades campesinas quienes controlan creativamente sus bienes colectivos y la comercialización de éstos, por ello se trata de organizaciones de acción común. La organización social es esencial para la construcción de regiones bioculturales (el llamado “comunalismo” de la Sierra de Juárez en Oaxaca).

8) En varias circunstancias se generan paisajes resilientes (aunque no siempre), en donde la producción y adaptación de cultígenos a los “nichos ecológicos” se vinculan a estrategias productivas mediante la adaptación a cambios económicos, biofísicos y culturales (por ejemplo los huamiles o acahuales de la selva maya).

12) La emergencia política de los pueblos indígenas y campesinos frente a los procesos de acumulación por desposesión característicos del actual sistema económico global hegemónico, del crimen organizado ofrece nuevos marcos de resistencia. en lo que se defiende son los modos de vida basados en la bioculturalidad.

Se puede hablar de un acervo fitogenético (recursos biológicos colectivos) regional que se intercambia y pervive local y regionalmente.

13) Existen organizaciones y comunidades indígenas que se plantean explícitamente la conservación de sus bienes bioculturales, la defensa de sus semillas y, por consiguiente, la defensa de sus territorios.

9) El núcleo duro de la organización de la cultura de los pueblos indígenas y comunidades campesinas con componentes mesoamericanos es definido por la práctica cotidiana de manejo de los territorios basados en la agricultura y el sistema milpa.

14) Los componentes bioculturales indígenas son la base de la autonomía y proyecto político y económico de los zapatistas en Chiapas.


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ÉTICA Y PATRIMONIO BIOCULTURAL León Olivé Instituto de Investigaciones Filosóficas, Seminario de Investigación sobre Sociedad del Conocimiento y Diversidad Cultural, UNAM

Una práctica social es un sistema dinámico que incluye los siguientes elementos, que están íntimamente relacionados e interactúan entre ellos. a) Un conjunto de agentes con capacidades y propósitos comunes, quienes interactúan entre sí y tienen transacciones con el medio, proponiéndose tareas colectivas y coordinadas. b) Un medio del cual forma parte la práctica, en donde los agentes tienen transacciones con los objetos e interactúan con otros agentes. c) Un conjunto de objetos (incluyendo otros seres vivos) que forman también parte del medio.

FOTO: Archivo de Proyectos

A partir del concepto de “práctica” podremos sustentar la tesis de que el desarrollo social y la justicia deben comprenderse en términos de las cosmovisiones que enmarcan las prácticas de cada cultura, y de la relación que cada una de ellas establece con su entorno, cuestión fundamental para comprender los problemas éticos que surgen del patrimonio biocultural y, sobre todo, de su preservación, ante las amenazas en el mundo globalizado. Esto es particularmente importante para un país multicultural como México.

d) Un conjunto de acciones que están estructuradas. Las acciones involucran intenciones, propósitos, fines, proyectos, tareas, representaciones, creencias, valores, normas, reglas, juicios de valor y emociones. De esto cabe destacar: 1.- un conjunto de representaciones del mundo que guían las acciones de los agentes. Estas representaciones incluyen creencias (disposiciones a actuar de una cierta manera en el medio) y modelos de aspectos del medio, y 2.- un conjunto de supuestos básicos: principios, normas, reglas, instrucciones y valores, que guían a los agentes y que son necesarios para evaluar sus representaciones y acciones, así como las de otros agentes. Esta es la estructura axiológica de una práctica. Existen distintas prácticas sociales: económicas, políticas, educativas, artísticas, religiosas, recreativas, deportivas, empresariales, tecnológicas o científicas. Las prácticas sólo pueden desarrollarse por grupos. La adecuación de una práctica no es una cosa de todo o nada, sino un asunto gradual que tiene que ver con la medida en que los agentes logran los fines que se proponen. Un sistema axiológico de una práctica es correcto si esa práctica es adecuada en una medida aceptable para los agentes de la misma, quienes la evalúan. Ambas características, adecuación y corrección dependen tanto de las capacidades cognitivas y de acción de los agentes, como del medio en el cual actúan. Como los medios donde se desarrollan las prácticas son muy diversos, de ahí surge la amplia variedad de prácticas y, por tanto, de sistemas axiológicos correctos.

Seres humanos semejantes, teniendo que habérselas con medios diferentes, desarrollarán prácticas adecuadas distintas. Distinguiendo entre moral y ética -la primera como moral positiva: el conjunto de normas y valores morales de hecho aceptados por una comunidad para regular las relaciones entre sus miembros, y entendiendo por ética el conjunto de valores y de normas racionalmente aceptados por comunidades con diferentes morales positivas, que les permiten una convivencia armoniosa, pacífica y cooperativa-, el problema central de la ética es la fundamentación de normas legítimas de convivencia entre seres humanos con morales diferentes.

FOTO: Archivo de Proyectos

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ara abordar el tema de “ética y patrimonio biocultural” conviene comenzar por introducir el concepto de práctica social, en vista de que daremos una caracterización de la ética en términos de prácticas sociales, si bien se trata de una concepción de la ética poco ortodoxa.

Esto es fundamental en la sociedad plural contemporánea, piénsese por ejemplo en la diversidad de posiciones morales con respecto al aborto. La posibilidad de llegar a acuerdos sobre normas legítimas por parte de grupos con morales positivas distintas reside en que cada grupo encuentre razones para aceptarlas, aunque esas razones, por depender de morales diferentes, no sean las mismas para los distintos grupos. Cada grupo puede tener diferentes razones para aceptar una misma norma o un mismo valor; por ejemplo, el respeto a la dignidad humana. Algunos la pueden aceptar porque todos los seres humanos son criaturas de dios, y otros porque los seres humanos tienen un valor intrínseco que no depende de ninguna concepción religiosa. Desde esta perspectiva, la ética no se entiende como la disciplina fi-

La preservación del patrimonio biocultural es así fundamental para la continuidad de las prácticas sociales, y por ende para la preservación de las diferentes culturas que constituyen la nación mexicana, y es la condición fundamental para caminar hacia una sociedad más justa losófica encargada de fundamentar un conjunto fijo y determinado de valores y de normas, sino como una dimensión de las prácticas sociales. El objetivo que buscan los miembros de las prácticas sociales mediante la ética es analizar críticamente y proponer el conjunto de valores y de normas mínimas a las que deberían llegar de común acuerdo los grupos que tienen que interactuar en torno a problemas determinados, con el fin de que su convivencia sea pacífica, cooperativa, y puedan resolver diferencias de formas aceptables para todos. El respeto a la diferencia y la tolerancia horizontal, por ejemplo, son valores éticos fundamentales. Lo anterior supone una posición pluralista, de acuerdo con la cual no hay una única manera correcta de fundamentar las normas éticas. Tampoco hay un único significado válido de los conceptos morales como “dignidad”, “necesidad básica” o “afrenta moral”. Cualquier cultura que tenga un mínimo de moralidad debe tener conceptos

como estos, y cualquier convivencia entre culturas debe lograr un consenso racionalmente fundado acerca de lo que significan esos conceptos. Pero lo que significa “dignidad” en una cultura puede no significar lo mismo en otra. El significado debe revisarse y determinarse en cada contexto de interacción entre culturas. Sin embargo, en toda circunstancia el concepto establece los límites intraspasables de respeto a las personas. El patrimonio biocultural constituye el medio en donde se desarrollan las diferentes prácticas sociales y es por tanto indispensable para la preservación de las prácticas características de una determinada cultura y por ende para mantener su identidad colectiva. Ésta, a la vez, es necesaria para el desarrollo de la identidad personal de cada miembro de la cultura. Dependiendo de la cultura de que se trate, habrá una cosmovisión que da cuenta de ese medio. El patrimonio biocultural es también la condición de posibilidad para que los miembros de cada cultura desarrollen sus planes de vida, de acuerdo con sus valores, su cosmovisión y cómo desean ser, lo cual es básico para que la sociedad sea justa y permita el desarrollo social. La preservación del patrimonio biocultural es así fundamental para la continuidad de las prácticas sociales, y por ende para la preservación de las diferentes culturas que constituyen la nación mexicana, y es la condición fundamental para caminar hacia una sociedad más justa. Por todo esto es un imperativo ético preservar el patrimonio biocultural de México.


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IXI’IM WÍINKO’ON: SOMOS DE MAÍZ* Ella F. Quintal Proyecto Etnografía, INAH una década por la conservación de sus semillas nativas. Las Ferias de las Semillas, en la península de Yucatán, constituyen no sólo acontecimientos que busca la conservación de la actividad agrícola tradicional, sino también la actualización de las culturas mayas en general (http://vimeo. com/66801506).

FOTO: Archivo de Proyectos

campesinos con los demás entes y seres animales, vegetales, fuentes de agua, cerros, cuevas, vientos y astros. La milpa supone además prácticas y hábitos, mitos, cuentos, conversaciones, religión y ritual. La milpa implica sistemas normativos y de parentesco, formas propias de impartir justicia y de prevenir y resolver conflictos. Es motivo de ofrendas, de alegrías compartidas y a veces (quizá cada vez más frecuentemente) de angustia comunitaria. Es trabajo humano pero también regalo divino (Quintal y otros, “U lu’umil máaya wíiniko’ob: la tierra de los mayas” en: Barabas, Alicia (coord.). Diálogos con el territorio (tomo II), INAH, México, 2003, pp. 275-359).

No, no es cuento, soy hecho de maíz No, no es cuento, yo soy hecho de maíz

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a cultura maya, como otras de los pueblos originarios de México, ha encontrado por siglos, base y sustento en la producción de maíz por medio del sistema tradicional de roza-tumba-quema o milpa. Los mayas peninsulares denominan kool a la milpa en la que siembran maíz y otros cultivos asociados e intercalados. Puede afirmarse, a partir de lo que dicen los especialistas (Terán y Rasmussen, La milpa de los mayas, Gobierno del Estado, Mérida, 1994; Hernández X y asociados, La milpa en Yucatán, Colegio de Postgraduados, México, 1995, dos tomos; entre otros), que la milpa maya constituye un verdadero aporte de este pueblo a la cultura universal. Saberes y conocimientos profundos de las relaciones entre la vida de las plantas, las características del terreno y de las tierras, de los vientos, de las lluvias y del comportamiento animal, han permitido ayer y hoy la reproducción física y cultural de las comunidades mayas. Dadas las características sui generis de la fisiografía peninsular, “una tierra la de menos tierra”, como la llamara Fray Diego de Landa (Relación de las cosas de Yucatán, Porrúa, México, 1966), resulta sorprendente la genialidad de la sociedad que logró esta relación inteligente con su medio.

Si para algunos investigadores, la milpa es “un verdadero sistema productivo, porque articula múltiples actividades productivas, la organización familiar y comunal y la cultura” (Terán y Rasmussen, 1994, cursivas de los autores), habría también que considerar que en términos antropológicos, al hablar de milpa, nos estamos refiriendo a un aspecto clave de la(s) culturas(a) de las comunidades y localidades mayas de nuestros días. En los llamados pueblos mayas peninsulares, los campesinos conservan y trans-

forman sus culturas, en las que la milpa, kool, sigue siendo, a pesar de los embates de las sucesivas expansiones de la frontera del capital y la constante amenaza de despojo de los territorios comunales y colectivos, una institución clave y un hecho social total. Porque la milpa no es sólo un sistema agroproductivo. Es un conjunto de relaciones sociales, a nivel familiar, comunal y regional; pero también es el complejo de relaciones que entablan los

La milpa es cultura, porque el pueblo maya no esferiza las diversas dimensiones de su forma de vida. Y, aunque no existen culturas estáticas, sí preocupan, por un lado, la celeridad de los cambios que la globalización capitalista ha traído a la península por medio del turismo, de la agroindustria, de la ganadería, de la especulación inmobiliaria y de los medios masivos de comunicación, y por otro lado, los efectos occidentalizantes de la escuela. Jefes de familia que migran de manera permanente, temporal o cotidiana a las zonas urbanas de la región, abandonan la actividad milpera.

Animan a esta lucha, nos parece, un profundo y silencioso sentimiento de que si hay milpa no hay hambre, el apego al sabor de los alimentos hechos con el maíz “criollo” y la convicción de que los dueños del monte y las almas de los abuelos difuntos reciben con especial agrado los platillos elaborados con el maíz nuevo de las milpas. *El nombre del texto se retoma del video de Llanes-Ortiz, Ixi’im Wíinko’on (http:// vimeo.com/66801506). El epígrafe es parte de una canción que aparece en el video y que escuché en varias ocasiones durante los trabajos de Táan u xulsaj k-kuxtal (Están acabando nuestra vida), Pre-audiencia del Tribunal Permanente de los Pueblos, Maní, Yucatán, 9 y 10 de noviembre de 2013.

Sin embargo, comunidades, localidades y organizaciones indígenas, junto con instituciones y organizaciones no gubernamentales, luchan desde hace ya más de

Oaxaca

PAGO POR SERVICIOS AMBIENTALES SOBRE EL PATRIMONIO BIOCULTURAL Ana Isabel Zavaleta Ortega ENAH / Cubículo Pavel González

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n julio de 2013, unas diez comunidades del estado de Oaxaca firmaron convenios con la Comisión Nacional Forestal (Conafor) para recibir pago por los servicios ambientales que prestan sus recursos naturales, en específico por captación de agua, captura de carbono y conservación de la biodiversidad. Las comunidades aceptadas en el programa deben cumplir con ciertas obligaciones, como no deforestar las áreas inscritas, evitar el cambio de uso de suelo y hacer trabajos de restauración y reforestación, así como generar talleres de educación ambiental entre los miembros de las comunidades.

FOTO: Archivo

Papá tomó atole pensando en mí Mamá tomó atole y luego yo nací

La milpa implica sistemas normativos y de parentesco, formas propias de impartir justicia y de prevenir y resolver conflictos. Es motivo de ofrendas, de alegrías compartidas y a veces (quizá cada vez más frecuentemente) de angustia comunitaria

En su modalidad de pago por servicios ambientales, el Programa Nacional Forestal (Pronafor) suma alrededor de una década de existencia y se presenta oficialmente como una propuesta de apoyo a las comunidades para el cuidado de sus recursos naturales, mediante la implementación de proyectos dirigidos al manejo forestal sustentable y la gestión territorial. Como es sabido, diversas organizaciones han manifestado que en la práctica el programa promueve únicamente la conservación y puede provocar inactividad y dependencia de parte de las comunidades, con el riesgo de caer en dinámicas asistenciales.


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Oaxaca

CONTINÚAN LAS AMENAZAS, CONTINÚA LA LUCHA: ¡SÍ A LA VIDA, NO A LA MINA! Madai García González ENAH / Cubículo Pavel González

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que es como las empresas los miran. Son territorios construidos por quienes los viven cotidianamente, con significados e historias profundas, con múltiples conocimientos, prácticas y experiencias acerca de la naturaleza y del manejo de ésta. Permitir la entrada de estas empresas es destruir prácticas ancestrales que enfrentan la crisis ambiental y civilizatoria. Este conjunto de elementos son parte del patrimonio biocultural de los pueblos indígenas.

Esto lo saben muy bien miles de comunidades indígenas y campesinas que hoy se enfrentan a un sistema económico que vive del despojo y la destrucción. Desde la década de los 90’s América Latina se ha convertido en el principal destino de las empresas mineras de todo el mundo. A poco más de dos décadas, el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina ya ha registrado 187 conflictos graves por minería, de los cuales 25 están en México, y es el estado de Oaxaca el que encabeza la lista con cuatro. Pero los conflictos son más y van en aumento, ya que las empresas siguen llegando y la oposición a ellas también.

Es importante tener presente que el pago por servicios ambientales está enmarcado en una visión en que los pueblos que conviven directamente con la naturaleza son considerados propietarios que ayudan a proveer servicios elementales para la vida, mientras que las personas y empresas que utilizan los servicios son vistos como usuarios que deben retribuir por lo que se les otorga. Estos programas no toman en cuenta las diversas territorialidades que configuran las comunidades o ejidos y soslayan el anclaje de la diversidad cultural a la biodiversidad. No obstante, aunque esta concepción pueda parecer contraria a las comunitarias, es importante considerar las razones que tienen los actores locales para solicitar estos recursos. Para algunos puede representar una opción viable de financiamiento dirigido a diversas actividades de protección y restauración de su patrimonio natural, mientras que para otros es la oportunidad de

Integrantes de la Red de Defensoras y Defensores Comunitarios de los Pueblos de Oaxaca afirman: “Estos proyectos realmente responden a las necesidades del mercado internacional y la economía nacional, pero no a las necesidades de nuestras comunidades. Nuestras necesidades no son megaproyectos, sino trabajo digno, servicios de salud y educación, y no miramos que sean resueltas con los megaproyectos, sino que al contrario, los proyectos han significado la creación de conflictos al interior de nuestras comunidades”. De 2006 a 2010, el valor de producción de oro en Oaxaca aumentó 16 veces, dobló el de pro-

recibir un apoyo monetario, necesario por la situación precaria en que viven muchas comunidades ante la crisis económica del campo. La comunidad de San Pedro Yolox, de la Chinantla Baja, fue el año pasado una de las elegidas como beneficiarias del Pronafor para recibir pago por servicios ambientales. Los comuneros de Yolox comentan que decidieron solicitarlo para poder realizar actividades en torno al bosque que les permitan generar empleos para los jóvenes, quienes usualmente se ven forzados a migrar ante la falta de alternativas económicas. Yolox cuenta con una amplia experiencia en cuanto a la gestión forestal, han implementado proyectos de reforestación y realizan actividades de aprovechamiento en un predio que pertenece al régimen de bienes comunales. Desde hace muchos años generan normas y acuerdos relacionados con el cuidado del bosque, existe una brigada forestal que pertenece al

ducción de plata. Asimismo, entre 2002 y 2011 se entregaron 344 títulos de concesiones mineras, que abarcan 7.78 por ciento de la superficie del estado. El gobernador Gabino Cué Monteagudo (20102016) de la coalición PAN, PRD y PT ha recibido con brazos abiertos a estas empresas, y ha movilizado elementos de seguridad pública para su defensa, además de que ha implementado proyectos carreteros (como el Proyecto Platino, que incluye otros 13 proyectos de alto impacto) que atraviesan puntos estratégicos para dicha industria. La minería, ya sea subterránea o a cielo abierto, es destructiva. A donde llega genera daños ambientales y transformaciones prácticamente

comisariado de bienes comunales, asignan áreas para la extracción de recursos para uso doméstico y penalizan a quienes no acatan las decisiones de la asamblea. La relación de esta comunidad chinanteca con

Para los pueblos, lo que está en el centro de los conflictos es la reproducción de la vida con las características que cada comunidad ha generado. En palabras de las autoridades municipales de Capulálpam de Méndez: “Decimos no a la minería, no por estar en contra del progreso, sino por estar en contra de daños irreversibles que origina la actividad minera, la experiencia de más de 200 años de trabajos mineros, contaminación por metales pesados en el rio Capulálpam. Decimos no a la minería porque nuestro pueblo a gritos nos pide su protección, porque no es tiempo de empleos que no estén acorde a nuestra realidad, necesitamos generaciones que no padezcan lo que generaciones anteriores padecieron, mujeres viudas, niños huérfanos. Decimos no a la minería, porque decir sí, estaríamos cambiando vida por destrozo, vida por muerte, vida que se muestra en nuestras montañas y ríos”.

Habitantes de Tetipac decidieron en asamblea general expulsar a la compañía minera Plata Real, filial de la canadiense Linear Gold Corporation.

irreversibles en los territorios en que se inserta. Los movimientos que se posicionan en contra de la instalación de minas no buscan apropiarse del oro ni de la plata, se manifiestan en contra de todas las repercusiones que la práctica minera trae consigo. En voz de representantes del Comité por la Defensa y la Integridad Territorial y Cultural de Magdalena Teitipac: “No queremos la minería porque van a contaminar nuestro entorno y tampoco la queremos porque Plata Real está dividiendo al pueblo, ha corrompido a nuestras autoridades y por eso fueron desconocidas”. Los territorios que ocupan estas empresas son habitados, no son montañas de tierra para triturar,

su bosque va mucho más allá del Pronafor y sus condicionamientos; remite a cientos de años de historia compartida, a prácticas productivas, conocimientos tradicionales y representaciones simbólicas.

FOTO: Archivo

Esto significa que en nuestro país los malos gobiernos se dedican a firmar y reformar tratados y leyes para facilitar el despojo por parte de las empresas privadas; mercantilizan la tierra y la naturaleza; privatizan derechos sociales, destruyen la propiedad colectiva y niegan conocimientos y prácticas que resultan inconvenientes para el modelo económico imperante.

FOTO: Noala mina.org

20 años de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y a 22 de la reforma al Artículo 27 constitucional y la Ley Minera, es evidente que el papel de los gobiernos en México, y en la mayoría de las naciones de América Latina, es administrar todo aquello que sea de interés para los grandes capitales.

Otra experiencia es la del Comité Regional de Recursos Naturales de la Chinantla Alta (Corenchi), una organización conformada por comunidades de la región que trabajan conjuntamente con asociaciones civiles en la protección y conservación de sus recursos naturales. Desde sus comienzos optó por solicitar el pago por servicios ambientales hidrológicos para las comunidades y ejidos que la integran. Las comunidades que pertenecen al Corenchi que fueron seleccionadas para el programa decidieron administrar una parte de los recursos asignados de manera conjunta, generando una nueva dinámica organizativa que no está contemplada en el programa. Sólo el tiempo y las mismas comunidades podrán decir qué beneficios o perjuicios traen estos programas, si promueven la organización local o la desarticulan, y si son compatibles o no con proyectos comunitarios de aprovechamiento forestal y gestión propia del territorio.


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Sonora

SABERES YOREME EN TORNO A LA PESCA RIBEREÑA Milton Gabriel Hernández García Profesor-investigador de la ENAH

FOTO: Chelsea Leven

una especie marina determinada. Las mareas muertas son entonces menos valoradas por los pescadores ribereños debido a que en ellas “se encuentra poco producto”. Sin embargo, a pesar de que en marea muerta se sabe que habrá una baja producción, el pescador ribereño no renuncia a salir a pescar cuando ésta se presenta en el mes.

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ara los pescadores yoreme de la costa sur de Sonora, el mar es parte de su territorio. Por medio de un complejo proceso de apropiación y aprovechamiento que se desarrolla a lo largo de su vida, los pescadores construyen un conjunto de saberes vinculados al mar como parte del patrimonio biocultural de la zona litoral del Golfo de California. En la Bahía del Tóbari, en el municipio de Benito Juárez, los pes-

cadores distinguen dos tipos de marea, compuestas a su vez por cuatro fases que se suceden a lo largo de un mes: en la luna nueva se dice que hay marea viva; en el cuarto creciente ocurre marea muerta; mientras que en la luna llena se da otra vez la marea viva, y para cerrar el ciclo, en el cuarto menguante regresa una vez más la marea muerta. De tal manera que en un mes cambia cuatro veces la marea y cada periodo de cambio dura aproximadamente siete días.

En la marea muerta la corriente es muy lenta y se mueve incipientemente, pues “sólo baja y sube muy poco el agua”. Es decir, el agua se mantiene más estática y con bajo nivel de profundidad. El comportamiento de las aguas marinas en relación con el ciclo lunar tiene una importante incidencia en la pesca, debido a que los ribereños saben que es mejor salir a la mar cuando hay marea viva. Esto debido a que en este tipo de mareas se mueve mayor volumen de

Los pescadores ribereños se han especializado en la interpretación del viento. En el Tóbari, se identifican cuatro tipos o variedades: el noroeste, el ueste (o “el de la metida del sol”), el sur y el terralito. En primer lugar, se suele hacer una distinción entre vientos buenos y vientos malos. Los vientos caracterizados como nefastos son los del noroeste y los del sur. Estos no dejan pescar con tranquilidad debido a que levantan mucha marejada y “nos hacen batallar para pescar o a veces no pescamos cuando hay estos vientos”. El terralito es otro tipo de viento que se nombra de esta manera debido a que proviene de tierra, del macizo continental. Suele llegar cualquier temporada del año y no es considerado maléfico para la actividad pesquera. Los vientos del sur llegan entre mayo y agosto y el noroeste llega sobre todo en tiempo de frío, entre diciembre y marzo. Este último es el único capaz de negar a cualquiera de los otros, de-

bido a la fuerza con la que sopla. Los otros vientos pueden coexistir simultáneamente. Pescadores viejos saben y pescadores jóvenes deben saber que vientos como el noroeste se distinguen por la fuerza con que se estrellan en la panga. Otros por la hora, como el ueste, que “pega” sobre todo al atardecer. Este último no suele llegar con tanta fuerza.

El comportamiento de las aguas marinas en relación con el ciclo lunar tiene una importante incidencia en la pesca, debido a que los ribereños saben que es mejor salir a la mar cuando hay marea viva. Esto debido a que en este tipo de mareas se mueve mayor volumen de una especie marina determinada Además de los vientos, un buen pescador debe convertirse, al paso de los años de experiencia acumulada, en un intérprete especializado de las tonalidades del agua marina. Los pescadores identifican la profundidad del agua en

Sonora

TERRITORIO COMCÁAC: PATRIMONIO DE UN PUEBLO CANTOR Jesús Ernesto Ogarrio Huitrón

FOTO: Margot Wholey

cado. Su primer encuentro con la Compañía de Jesús, en el siglo XVII, fue el punto de inflexión en la forma de entender sus dominios.

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n la tradición lírica del cmiique iitom o lengua comcáac, el canto va más allá de las formas convencionales de apropiación social de la naturaleza: es una forma de comunicarse con las plantas, los vientos y las aves; de navegar los mares y las estrellas; de curar enfermos; de cazar ani-

males; de celebrar la vida y el amor; de cantar y contar batallas y mitos… Es el eco de la voz de sus ancestros. La región biocultural donde se ubica el territorio comcáac pertenece a la zona árida de Sonora; el pueblo se distribuye en los asentamientos de Punta Chueca, muni-

cipio de Hermosillo, y Desemboque, municipio de Pitiquito. Mar y desierto conforman sus dominios: 211 mil hectáreas en territorio continental y en la Isla del Tiburón y unos cien kilómetros de litoral marino en el Canal del Infiernillo. Su historia da cuenta de una lucha territorial de gran signifi-

Desde la lógica territorial de las antiguas bandas comcáac, la lucha y resistencia frente al nuevo invasor tomó cuerpo con la defensa de su modo de vida trashumante en oposición a la tradición urbana románica de los jesuitas del Mediterráneo. El agravio a su territorio significó un agravio a su identidad, y a partir de la invasión jesuita, los levantamientos armados han sido parte de su historia. Su desventaja numérica nunca los llevó a abandonar la lucha. Durante el siglo XIX, el desarrollo de ranchos agrícolas y la fundación de la ciudad de Hermosillo implicaron grandes transformaciones territoriales. Los comcáac fueron desplazados de sus antiguos dominios. Ya a principios del siglo XX, el desarrollo agrícola capitalista traía

Los comcáac preservan hasta la fecha sus actividades tradicionales de pesca y cacería, aunque ajustados al régimen y la legislación institucional. Dichas actividades se han resignificado a partir del factor mercantilista y la tecnificación y modernización de las prácticas de extracción de bienes naturales consigo la tecnología para adaptar los suelos e incrementar la productividad de la tierra, lo que significó el comienzo del despojo de grandes extensiones de territorios sagrados. Frente a estos hechos los comcáac reaccionaron aguerridamente, arremetieron contra


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18 de enero de 2014 primer lugar por la tonalidad. Mientras más “honda está el agua”, las tonalidades son más oscuras o “más azules”. Este saber con todos sus matices y especificidades es fundamental para lograr una pesca exitosa y una navegación sin contratiempos. Sin embargo, las condiciones de deterioro de la bahía han provocado cambios en las tonalidades del agua que han modificado a su vez el saber sobre el ecosistema. Debido al azolve, la bahía es cada vez menos profunda pero existe una serie de surcos o canales de mayor profundidad que atraviesan todo el espejo de agua. Estos conductos son los que más se utilizan para la navegación sin el riesgo de quedar varado en el fango. Los pescadores siguen estos canales por la tonalidad del agua que se hace más oscura, serpenteando desde la boca norte hasta la boca sur de la bahía y viceversa. Las tonalidades indican además dónde están los bajos o las “reventazones del agua”. Los bajos son los lugares donde hay poca profundidad y donde las pangas podrían atascarse. Regularmente en estos sitios revientan las olas, sobre todo allí donde hay poca profundidad. “Las olas siempre revientan en los bajos o en las orillas, nunca en lo hondo. Por eso ya sabemos por dónde podemos circular según indiquen los colores del agua. La coloración de la bahía es para saber por dónde puede navegar uno”. Este saber específico funciona sobre todo dentro de la bahía pues en mar abierto las condiciones marinas son distintas.

La combinación de los elementos ya descritos: mareas, vientos, tonalidades e interés de una especie a capturar equivalen a una parte de un saber especializado que los pescadores indígenas han acumulado, transformado y transmitido por la vía de la oralidad y la praxis en torno al mundo marino-costero. En ello radica la posibilidad de existencia de un modo de vida como es la pesca ribereña. Cada especie tiene su espacio y cada uno su saber, como refiere don Toño: “La baqueta roja, por ejemplo, se pesca a unas 30 o 40 brazas de profundidad, donde todavía hay fango. El calamar gigante y el tiburón grande se captura también a lo mero hondo, a unas 90 o cien brazas de profundidad. Los tiburones pequeños o cazones se pueden capturar cerca de la orilla, revuelto con otras especies que se enredan en los chinchorros”.

los ranchos, lo cual desató la última oleada de exterminio oficial, donde se brindó apoyo militar a los rancheros de Sonora. Así se puso punto final a la resistencia indígena; pocos sobrevivieron.

Pese a la parcial extinción de un pueblo milenario, la defensa histórica del territorio comcáac adquiere un poderoso valor simbólico cuando las identidades y formas de vida se ven agraviadas en su esencia más profunda. Luchan cuando ven en peligro no sólo sus medios de subsistencia, sino su base, el origen cósmico de su cultura, de su territorio, de ese complejo sistema de conocimientos y creencias.

Fue apenas en 1970 cuando el entonces presidente Luis Echeverría reconoció a este pueblo como propietario de una de parte de su antiguo territorio; en 1975 se le dio la concesión de la Isla del Tiburón como propiedad comunal. El territorio es entendido ahora como reserva natural y refugio de la fauna silvestre y aves migratorias. Los comcáac preservan hasta la fecha sus actividades tradicionales de pesca y cacería, aunque ajustados al régimen y la legislación institucional. Dichas actividades se han resignificado a partir del factor mercantilista y la tecnificación y modernización de las prácticas de extracción de bienes naturales. Los comcáac de hoy han desarrollado un complejo orden de adaptación a las normas y prácticas propias del modelo desarrollista. La complejidad de su cultura y tradiciones, en proceso de cambio y continuidad, es tema para el debate en diversos planos de análisis.

En la actualidad, la reproducción de estos conocimientos sobre el patrimonio biocultural marino se encuentra en crisis debido al profundo deterioro ambiental de la región, producido por la contaminación generada por las aguas residuales de la agroindustria y la acuacultura. Asimismo, las nuevas artes de pesca también han contribuido a desplazar las formas tradicionales de aprovechamiento pesquero. Sin embargo, el trabajo que ha realizado el Centro Cultural Indígena Mayo de la Bahía del Tóbari ha permitido el registro de la memoria biocultural de los yoreme, para el conocimiento y posible refuncionalización en las generaciones futuras.

La construcción de sentidos por medio del lenguaje, las prácticas y los conocimientos desarrollados a partir del territorio son formas de vivir y entender la vida y con el paso del tiempo adquieren un poderoso valor simbólico. Detrás del patrimonio biocultural del pueblo comcáac, hay una larga historia de luchas y resistencias en defensa de su territorio, con un valor significativo de dignidad y para su conservación práctica en la reproducción de la vida. Las nuevas territorialidades emergen de nuevos agravios para enfrentar a las empresas y gobiernos contra el impulso de fuertes procesos de acumulación y despojo.

Baja California

PRÁCTICAS ALIMENTICIAS DE LOS PUEBLOS DE TRADICIÓN YUMANA Irais Piñón Centro Cultural Tijuana uvamonte (uva silvestre), hierbamora, dátil de palmilla, cacomites, biznaga, vaina de palo fierro, más de diez variedades de bellota, jojoba, manzanita, chía y piñón, alimentos que hasta hoy en día consumen durante las estaciones en que se reproducen y algunos que almacenan para comerlos durante el año. Desarrollaron la caza mayor como el venado, berrendo y una especie de antílope, pero también cazaron cimarrones y pequeños animales como liebres, conejos, roedores, tejón, mapache, cachora y cachorón. Dentro de las aves cazaban faisanes, perdices y codornices.

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or miles de años, los pueblos originarios de Baja California, junto con otros pueblos, habitaron y habitan la región noroeste de México y suroeste de Estados Unidos, que incluye los estados de Baja California, California, Arizona y parte de Sonora. Todos ellos forman parte del área cultural yumana, región en donde sus habitantes son parte del mismo tronco lingüístico, el yumano, filium hokano. De igual manera tuvieron distintas prácticas culturales, entre ellas la música, danza, tradiciones orales, mitos de creación que nos hablan del hecho de haber compartido un proceso histórico común.

mación que se confirma con las relaciones de los viajeros que entraron por el Golfo de California y hablan de los obsequios de alimentos que recibieron de los cucapá y de lo que ellos vieron.

La presencia misional trastocó su formación económica, política, social y cultural; fueron reducidos a espacios pequeños en donde se les obligó a realizar prácticas que para ellos eran desconocidas y se les crearon nuevas necesidades difíciles de cubrir por sus condiciones de sujeción.

Estos ecosistemas distintos influyeron en el ir y venir de los pueblos, quienes tenían profundos conocimientos de lo que su entorno les brindaba en las distintas estaciones. Una especie de nomadismo estacional que se da a partir de la dominación española y que les hace perder sus conocimientos ancestrales como pueblos agricultores y sólo continúan como cazadores-recolectores, con excepción de los cucapá que siguen practicando la agricultura hasta que les son arrebatadas sus tierras.

El misionero Francisco del Barco señalaba la incapacidad de las misiones para dar alimentos a los pueblos originarios, decía que no se producía lo suficiente en las misiones, por lo que ellos debían de regresar a sus territorios para poder sobrevivir, sin dejar sus antiguas prácticas. Por su parte, las investigaciones de Florence Shipeck la llevan a afirmar que los pueblos de esta región practicaban la agricultura, producían maíz, frijol, calabazas, melones y sandías, infor-

La estructura geológica sirvió para demarcar los territorios, haciendo notables diferencias entre las altas sierras, los desiertos inhóspitos y la costa. Estos espacios y barreras naturales también conformaron la gama de comunidades de plantas y animales, con bosques de encinos en los valles y piñones en las sierras, agaves y nopales en los desiertos, venados en los cerros y conejos y codornices en los chaparrales.

Por ello, adaptaron su vida al árido entorno y a especializarse en la recolección de alimentos vegetales: todo tipo de flores, quelites, verdolagas, berros, frijol silvestre, cebollín silvestre, hongos, quiotes de magueyes. Entre las frutas islaya, tunas, pitayas,

En la actualidad con excepción del cimarrón siguen cazando y consumiendo venado que lo preparan como cecina y lo dejan secar. La cachora la preparan en caldo, asada y como barbacoa. La rata, ardillas, topos, liebres y el conejo los preparan en caldo y asados. Las aves también las preparan con sal y las asan. Continúan realizando la pesca, especialmente los cucapá, quienes desde su pasado más remoto han practicado sistemáticamente la pesca, especialmente en el Golfo de California y no hace mucho tiempo lo hacían en el Río Hardy. Para ellos una especie muy valorada es la curvina golfina; con ella preparan atole de pescado, pescado al disco, pescado relleno, pescado oreado y caldo de pescado. El camarón lo comen a la mantequilla, coctel de camarón, camarón con ajo y camarón picante. También consumen almeja chocolate o pata de mula, almeja reina, ostión y otras almejas. En este espacio tan difícil, su vida no hubiera sido posible sin un conocimiento profundo de su entorno natural, herencia de muchas generaciones y en donde la transmisión de sus conocimientos ha sido importante; de otra manera, estos pueblos originarios hubieran desaparecido. La permanencia de los pueblos originarios de Baja California nos hace reflexionar y reconocer que es tan valiosa la sobrevivencia de comunidades en un entorno tan difícil como éste, así como los pueblos que han desarrollado una alta cultura pero que han tenido condiciones ecológicas favorables que se los han permitido.


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Jalisco

UNA RUTA BIOCULTURAL: LA TRADICIÓN PULQUERA Lizeth Sevilla-Alejandro Macías Universidad de Guadalajara-Centro Universitario del Sur

Varias de las dificultades que enfrentan los pulqueros del sur de Jalisco en la actualidad tienen que ver primero con el problema de la siembra del maguey. Por lo general, los dueños de terrenos realizaban la siembra del maguey en la periferia de sus parcelas y mientras crecía, aprovechaban el resto del terreno para sembrar otro tipo de cultivos; de este modo, llegado el momento podían aprovechar el maguey haciendo pulque con su aguamiel y jugo para fines medicinales, o vendían el maguey a otros pulqueros. Sin embargo, con la llegada de agroindustrias

esta práctica tradicional se complicó, ya que los terrenos que tenían maguey fueron limpiados para sembrarlos completamente de otro tipo de cultivo. En la sierra, algunos productores de aguacate dejaron algunos magueyes para que los pulqueros pudieran aprovecharlos, pero esto es escaso y el maguey se termina. Algunos pulqueros tienen la fortuna de ser dueños de tierras y sembrarlas de maguey, pero esto no es tan frecuente en todos los municipios en los que se produce pulque. A pesar de estas vicisitudes, la Sierra del Tigre y el Llano Grande tienen entre sus bosques y carreteras algunos pueblos que todavía se dedican a sembrar maguey y hacer pulque, no solamente para el autoconsumo, sino también para vender su producción en Guadalajara o Colima. En la Sierra del Tigre están los pueblos pulqueros como Gómez Farías, la Unión de Guadalupe, el Corralito, el Durazno, Concepción de Buenos Aires, la Manzanilla de la Paz y Mazamitla, una ruta pulquera que se ha constatado no sólo por cronistas de municipios cercanos a la sierra, como de Zapotlán el Grande, sino también por el trabajo de investigadores y colectivos. Con la apertura de vías de comunicación durante el siglo XIX

FOTO: Foam

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l sur de Jalisco es pulquero. Sin embargo, por ser un territorio heterogéneo, podría suponer cuestionamientos por parte de algunos lectores. Decimos heterogéneo porque en el estado ponderan actividades económicas relacionadas con la producción de hortalizas, moras y aguacate y algunas empresas caleras. Así pues, hablar del sur de Jalisco como un territorio pulquero resulta a veces controversial, dado que no es la principal actividad económica. No obstante, durante mucho tiempo el pulque ha estado presente en la mesa de muchos jaliscienses, no sólo como una bebida espirituosa, sino como un alimento.

algunas personas de la sierra bajaban a Sayula y Zapotlán el Grande a vender sus productos. Con el paso del tiempo familias completas se mudaron a estos pueblos y, al llegar a ellos, no solamente se establecieron con sus pertenencias, sino también con sus conocimientos locales, que les llevarían a buscar maguey para producir pulque y salir a las calles a venderlo. Uno de esos pueblos es Zapotlán el Grande, que al convertirse en un punto clave

para la comercialización no solamente con Guadalajara y Colima, sino con otros municipios como Tamazula y San Gabriel, fue poblándose también por pulqueros de la Sierra del Tigre. En Zapotlán todavía hay algunas familias de pulqueros que todas las mañanas, muy temprano, se van a los terrenos en los que compran el maguey para “raspar” y regresar al pueblo a vender el pulque fresco. Los Díaz y los Corona mantienen

una tradición viva llevando su pulque por las calles en sus caballos, o en sus pulquerías, casi siempre ubicadas a las afueras de la ciudad o en las parcelas. El pulque de Zapotlán algunas veces se distribuye en pueblos cercanos como Huescalapa. Por la carretera que comunica a Zapotlán con Sayulapa y el Jazmín se pueden ver puestos en los que algunas familias venden pulque, jugo y miel de maguey que preparan en sus propias tierras. La producción no es grande, pero los mantiene activos. Por esa carretera se llega al Llano Grande, el llano de Rulfo, y en él se pueden coincidir con varios pueblitos pulqueros, el Jazmín, Alista, y San Gabriel, la cabecera municipal, donde se vende pulque fresco todos los domingos, pulque que generalmente se produce en Apango, la tierra del buen pulque. Por lo general el pulque de Apango se distribuye además en municipios cercanos a la sierra de Tapalpa y algunas ocasiones se envía a Colima. El reto que supone admitir el trabajo y esta tradición biocultural pulquera de Jalisco a pesar de las vicisitudes es amplio, y las propuestas que puedan generarse para reivindicar el pulque por estos rumbos suponen un amplio camino que recorrer, un camino que ya ha sido iniciado por los pulqueros de Jalisco.

Jalisco

EL AGAVE PULQUERO: RESISTENCIA CAMPESINA A LA INDUSTRIA TEQUILERA Blanca Alejandra Velasco Pegueros ENAH/Colectivo Pulquimia

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ocos son los documentos históricos sobre el pulque en Jalisco. Existen apenas un par de piezas arqueológicas registradas en esta región: El bebedor, figura que muestra a un hombre sentado con las piernas cruzadas sosteniendo entre sus manos una jícara, y el Escanciador de pulque que representa a un tlachiquero portando entre sus manos un acocote. La existencia de estas piezas nos lleva a deducir que la bebida también se producía desde tiempos antiguos en Jalisco, aunque la relevancia simbólica, ritual y religiosa que tuvo en el México central no se encuentre registrada. Ello, quizá, fue uno de los factores por los cuales la tradición pulquera no trascendió como en el centro del país, y más adelante, Jalisco se convertiría en una zona predominantemente tequilera. Pero el maguey pulquero también forma parte de la diversidad bio-

cultural de Jalisco. En la Sierra del Tigre existen alrededor de nueve pueblos en donde se continúa con la siembra de esta especie de agave para la elaboración de pulque, el cual se produce por medio de un delicado y complejo proceso en el que los saberes y las prácticas que tienen los pulqueros (como ellos mismos se autonombran, a diferencia del centro de México donde se identifican como tlachiqueros) sobre el maguey y el pulque son de suma importancia, ya que poseen conocimientos de gran valor aprendidos de generación en generación, lo que ha mantenido su persistencia a pesar de la disminución en la siembra de maguey pulquero y del consumo de pulque en la región.

específicamente en cuanto a su uso medicinal; las pencas de la planta, por ejemplo, son utilizadas para obtener un jugo que, según el pulquero Pedro Contreras, del ayuntamiento de Concepción de Buenos Aires, sirven para curar cualquier llaga interna del organismo, mientras que las pencas asadas curan úlceras y riñones. El aguamiel, por su parte, es utilizado para curar la bronquitis, la anemia, úlceras y gastritis. El pulque también es utilizado con fines medicinales, muy similares a los del aguamiel. Francisco Mejía, pulquero del mismo lugar, menciona: “El pulque es medicinal, un vaso de pulque diario en ayunas le aumenta la sangre, como (a) esa gente que está mala de tísicos”

Parte importante del patrimonio biocultural de Jalisco se encuentra en los saberes que los pulqueros poseen sobre el maguey, el pulque y el aguamiel,

En cuanto a las prácticas, el maguey es sembrado y quebrado (es decir, remueven el corazón o centro de la planta antes de que el quiote brote) en luna llena; de

esta manera se tiene un mejor aprovechamiento de la planta y los productos que brinda: Un pulquero que quiere tener sus cosas en regla, quiebra los mezcales cuando la luna está sazona, o sea los magueyes, nosotros les llamamos mezcales aquí; porque quebrándolos en luna sazona todo el tiempo dan el aguamiel dulce, cuando está llena (…)”, comenta Gabriel Espinosa, pulquero de Concepción de Buenos Aires. Existe, también, cierta ritualidad hacia el maguey y el pulque en los cuidados que tienen los pulqueros para que la bebida logre su estado de fermentación: hay que ir limpio a raspar los magueyes, no se debe utilizar jabón ni acercarse a la bebida con algún olor ajeno al del ser humano pues ello provocaría que se eche a perder, entre otros delicados procedimientos que se llevan a cabo para obtener una bebida pulcra. Como se puede observar, los

saberes locales de los pulqueros jaliscienses son parte sustancial del conocimiento tradicional pulquero- magueyero que durante casi dos milenios se ha venido generando y transmitiendo en el centro y occidente de México. Si bien el agave tequilana weber es parte importante del patrimonio biológico de la región, la comercialización masiva del tequila ha provocado la disminución en la siembra del agave salmiana, poniendo en riesgo la diversidad biocultural de Jalisco. Debido a ello, la siembra de maguey pulquero y la persistencia en la elaboración de pulque en la región es una forma de resistencia en un estado en el que se le ha apostado cada vez más a la monopolización de la industria tequilera, haciendo a un lado la diversidad biológico-cultural de la región y el conocimiento que sobre el maguey y el pulque tienen los campesinos pulqueros.


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MEZCALES TRADICIONALES COMO PATRIMONIO BIOCULTURAL

Querétaro

LA VIDA RITUAL DEL SOTOL

Eduardo Quintanar Guadarrama

Mirza Mendoza Rico Centro INAH-Querétaro

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FOTO: Russ Bowling

l sotol, conocido así o como cucharilla y denominado científicamente Dasylirion acrotiche, es una especie propia de ecosistemas áridos o semiáridos y es una planta usada extensamente en diferentes estados del centro-norte del país, y en distintos municipios del estado de Querétaro, desde los valles centrales hasta la región denominada semidesierto queretano.

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Por qué considerar a los mezcales patrimonio biocultural? Simple. Porque alrededor de esta bebida, que se elabora en 25 de los 32 estados de la República Mexicana, existen diversas culturas gastronómicas. Aunado a los conocimientos tradicionales que implican su reproducción y extracción, y al horneado, la fermentación y la destilación, que ofrecen a los sentidos una gran variedad de sabores, gustos y aromas, los mezcales tienen un valor cultural no sólo como bebida sino como símbolo vinculado a fiestas y rituales en las distintas regiones de origen.

La palabra mezcal proviene del náhuatl maguey cocido. Alimento rico en azúcares y fibras utilizado desde tiempos prehispánicos en muchas regiones del país, el maguey es conocido como árbol de las maravillas por sus múltiples usos: bebidas (pulque y mezcal), fibras, combustible, construcción y alimentos entre otros. De las 286 variedades de magueyes que existen en el mundo, en México hay alrededor de 200. Para la fabricación de mezcales, se tienen registradas alrededor de 40 especies nativas con más de 260 nombres comunes. La mayoría de los magueyes son silvestres aunque requieren del manejo de la planta y el territorio. En algunas regiones, como el centro del estado de Guerrero, los campesinos realizan un cuidadoso manejo de la planta dejando algunos quiotes para su reproducción y cuidando que los animales no entren en esa zona para evitar que las plantas sean dañadas. Asimismo el uso del territorio implica que una vez que extraen la planta de una zona no regresan a ella hasta después de varios años cuando nuevas plantas han madurado.

Para la elaboración de mezcales se requieren años de cuidado de los magueyes. En principio, el proceso de producción es el mismo en todas las regiones, pero las variedades de magueyes, los hornos, los contenedores para la fermentación, los instrumentos y métodos para el molido y los destiladores cambian de una región a otra. Es toda esta variedad, junto con los ancestrales conocimientos de los maestros mezcaleros, lo que da singularidad a cada mezcal. No es lo mismo un mezcal de la región de Chilapa, Guerrero, que uno de Nombre de Dios, Durango, o de Valles Centrales de Oaxaca. Cada región y cada maestro mezcalero nos ofrecen bebidas excepcionales hechas con los conocimientos y saberes, recursos e instrumentos que nos pueden ayudar a identificar y a valorar este patrimonio. Patrimonio biocultural, el mezcal es muestra de la estrecha relación que guardan los pueblos y las plantas por medio de conocimientos, instrumentos y procesos de producción. La diversidad de sabores y aromas cuidados a lo largo de generaciones por los maestros mezcaleros es conocimiento que se debe salvaguardar contra modelos de homogenización e industrialización que buscan sólo intereses monetarios a corto plazo. Es necesaria la innovación tecno científica para el mejoramiento de procesos de producción, pero debe ir acompañada del respeto de los conocimientos que los maestros mezcaleros tienen sobre sus bebidas. Los riesgos y amenazas contra estas bebidas son muchos, por ejemplo la no protección de los conocimientos tradicionales por ninguna instancia, y los instrumentos creados para beneficiar a unos cuantos, como la Denominación de Origen del Mezcal, que sólo incluye a unos cuantos estados y deja fue-

ra muchas regiones, algunas con una larga tradición de elaboración como Jalisco y otras en donde pueblos originarios como el caso de los nahuas de Puebla estarán obligados a no usar una palabra que les pertenece: mezcal. La sustentabilidad de la planta está también en riesgo, pues al avanzar la comercialización de especies silvestres no siempre se asegura que exista un manejo y cuidado de las materias primas para que no se sobrexplote.

La palabra mezcal proviene del náhuatl maguey cocido. Alimento rico en azúcares y fibras utilizado desde tiempos prehispánicos en muchas regiones del país, el maguey es conocido como árbol de las maravillas por sus múltiples usos Si reconocemos el valor de los mezcales, tendremos también la oportunidad de reencontrarnos con nuestra identidad. En un país lleno de nacionalismo que conoce poco de sus tradiciones, esta bebida nos da una ventana a gustos, sabores y olores hechos por manos ancestrales. Estudios recientes del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), apuntan una posible destilación de mezcales desde tiempos prehispánicos. Ello sin duda cambiaría la percepción de que este proceso de producción sólo fue posible después de la Conquista. Un elemento más que viene a refrendar los saberes de los pueblos originarios en México.

Esta región comprende los municipios de Tolimán, Cadereyta, Colón, Ezequiel Montes y Peñamiller, y se caracteriza culturalmente por población de habla otomí, de ascendencia chichimeca, que usa el sotol tradicionalmente como ornamento ritual en distintas prácticas y espacios sagrados, articulados a la memoria de los ancestros paternos, que suponen momentos de índole familiar, íntimos, y contextua-

lizados en altares domésticos así como en capillas dedicadas a los familiares fallecidos. Los objetos que han sido creados con este material se pueden observar en forma de rosetones -flores- o bastones colocados en los altares de capillas familiares, dentro de los calvarios de las mismas, junto con los jurmentos es decir, a la cruz del primer ancestro de un linaje paterno. El sotol también se observa en ofrendas florales acompañando procesiones y peregrinaciones, en el ajuar de las santas cruces aparecidas en los cerros circundantes, o en elementos rituales al lado de flores y frutas, construidos con una base de carrizo que se sitúa en los atrios de los templos, conocidos como frontales, de los cuales sobresale el Chimal de San Miguel Tolimán como un ejemplo de las ofrendas dedicadas a los principales santos patrones.

Desde este punto de vista, el sotol se constituye como parte de una relación entre el ser humano y su entorno, donde la lógica de valor sobre esta planta implica una estima cultural amplia en términos históricos y territoriales. En 2013 los xitales y los mayores de las cuadrillas de las danzas de San Miguel, ambas instancias de autoridad local, se dieron a la tarea de reforestar propiedades ejidales, en el municipio de Tolimán, en Las Moras y Gudinos, así como en el municipio de Cadereyta de Montes, en Los Juárez y el Tepozán. Intervinieron estos espacios con la introducción de mil 300 plantas obtenidas después de procesos de crecimiento y aclimatación, que permitirán, luego de sólo tres años, que las posibilidades de supervivencia de la planta in situ se incrementen.

Esta actividad fue producto de distintos procesos: la población que usaba tradicionalmente esta planta se encontró ante lineamientos que situaban al sotol en la categoría de especie amenazada, de acuerdo con los lineamientos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Con base en la Ley de Vida Silvestre y su reglamento, se aplicaron sanciones a algunos de los integrantes de los grupos rituales de los xitales y las cuadrillas de las danzas de San Miguel. La presencia de diferentes instituciones educativas, culturales y ambientalistas generó la posibilidad de acompañar el proceso de recuperación de la población de la planta, a partir de la adición de nuevas responsabilidades a las organizaciones tradicionales que pugnan por la conservación ritual de la planta.


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Mercado de San Juan Ubicado en la calle de Ernesto Pugibet número 21, a unas cuadras de la Torre Latinoamericana, suma 500 años de existencia; sus productos finos, gourmet y sus carnes y pescados exóticos lo hacen único e internacionalmente famoso. Entre lo que se puede encontrar aquí está carne de kobe y guayú (ambas reses japonesas), de pato, faisán, ganso y cordero, atún fresco, anguilas, mantarrayas, mejillón de Nueva Zelanda, almejas españolas enlatadas, salsas y preparaciones para la comida china; todo eso enfocado al interés internacional, pero también alimentos para el gusto de la gastronomía prehispánica y mexicana moderna, como los escamoles, chapulines, gusanos de maguey o chinicuiles, tepezcuintle, armadillo, iguana y pejelagarto, y para los de gusto exótico y atrevido, está disponible la carne de león y cocodrilo. FOTOS: Lourdes E. Rudiño

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ara Pablo Neruda, los mercados de nuestro país resultaban los “más hermosos del mundo”; describía en Confieso que he vivido: “México es una tierra de pañolones color carmín y turquesa fosforescente. México es una tierra de vasijas y cántaros y de frutas partidas bajo un enjambre de insectos (…)“ y en los mercados “la legumbre es presentada como una flor y (…) la riqueza de colores y sabores llega al paroxismo ”. Sí, una visita a algunos de los más tradicionales en la Ciudad de México permite observar reflejos y resumen de nuestras culturas, y aún más, pues mercados como el de San Juan o el de Medellín se abren generosos para que españoles, rusos, coreanos, kenianos, colombianos, cubanos y otros avecindados aquí reencuentren su patria, al ofrecerles sus productos tradicionales, denominados “de nostalgia”, tanto frescos como empaquetados y listos para degustar, lo que permite que los mercados se conviertan también en centros de reunión de paisanos. ¿Qué ofrecen los mercados? Más bien dicho, ¿qué no ofrecen? Además de su historia contada por sus protagonistas –marchantes pioneros o cuyas familias han estado presentes por varias generaciones-, lo que uno puede encontrar es desde lo más común en frutas y hortalizas, pasando por excentricidades, como la carne de león, hasta la múltiple disposición de hierbas y menjurjes para todo tipo de dolencias físicas y del alma. Allí está el mercado Sonora, donde apenas llega uno caminando por el puente peatonal que conecta con la Merced (largo puente también convertido en extensión comercial) escucha una voz apresurada e interminable que por altavoz ofrece: “(…) tónico para la gastritis; tónico del indio para los que sufren paño negro en el rostro producido por el hígado enfermo, congestionado

Joan Velázquez García y su hijo, expendio El Pequeño Cazador

(….); plantas naturales, medicinales, para los que sufren cansancio, agotamiento, estrés (…); anticancerígeno preventivo, tónico de raíz de uña de gato, depurador de la sangre; la pomada de ricina de ocote para ese dolor muscular, dolor de frío, dolor artrítico, torceduras, golpes, hinchazón. No acepte imitaciones (…)”. Además de que al traspasar la primera entrada la mirada se inunda de hierbas, veladoras, lociones, santos, varas de incienso, colguijes y demás mecanismos para hacer brujería y marchantes que ofrecen limpias; trabajos negros y blancos; lecturas del tarot, de cartas españolas, runas vikingas, el huevo, la fotografía…; retiro de espíritus desencarnados, amarres y desamarres de pareja, trabajos de panteón, etcétera.

Sergio Martínez es el responsable de la Pescadería El Puerto de Santander, uno de los locales centrales de este mercado y existente desde hace cien años (tres generaciones de familia). El puesto se caracteriza por un despliegue amplio de pescados y mariscos frescos y letreros en griego, euskera, danés, coreano, español y otros idiomass. El delantal de Sergio lo presenta con la leyenda “El patrón de la pescadería”, expresado en unos 12 idiomas. “Yo estoy aquí desde el vientre de mi madre y trabajando llevo 54 años. Indudablemente viene gente de muchas nacionalidades y le da gusto ver letreros con su lengua natal. Los rusos y alemanes buscan pescados de

También los mercados permiten redescubrir la tierra como patria, como origen y cultura; es el caso de los orgánicos, que poco a poco se afianzan y que ofrecen productos de la milpa libres de agroquímicos, huevos y leche orgánica y otros más procesados, e incluso semillas criollas para huertos familiares, todos muy lejanos de la mercadotecnia y los empaques atractivos. Así se ve por ejemplo en el Foro Tianguis Alternativo del Distrito Federal. He aquí algunos datos y testimonios, que invitan a recorrer nuestros mercados. Sergio Martínez, Pescadería El Puerto de Santander

sabor fuerte, de aguas frías, como el arenque. Aquí no hay eso, pero les ofrecemos algo similar, como el salmón y otros con muy buen sabor. Se adaptan. Los coreanos buscan mero y ese sí lo tenemos. Por lo general a quienes vienen aquí les gusta cocinar, preparar los alimentos, tengo clientes de muchos años, uno que viene desde hace 40. Son gente de recursos, con ciertos medios y cultura, que viajan, prueban nuevas cosas y buscan diversidad de sabores. Un 80 por ciento de mis clientes son extranjeros. En mi local vendo entre 50 y 60 especies.” Joan Velázquez García está al frente de El Pequeño Cazador. Su oferta se expresa en una amplia lona: “cabrito, conejo, lechón, cocodrilo, venado, jabalí, pierna de cordero, rack francés, arrachera, kobe, guayú, búfalo, carnero, pato entero, faisán, codorniz, magret de pato, foie grass, avestruz (…)”. A Joan lo acompaña su pequeño hijo de unos siete años de edad. “Voy a cumplir dos años en mi local, pero somos la quinta generación de la familia en el mercado. Lo comercial era antes cabrito, lechón, conejo, codornices, huilotitas, pero hace unos 30 años mi madre fue una de las que se empezó a introducir en el ámbito de las carnes exóticas. El conejo, venado, jabalí, cocodrilo son las carnes más buscadas por el público, desde familias de medianos recursos hasta gente rica. Aquí vienen artistas, chefs franceses, italianos, españoles y de restaurantes oaxaqueños y mexicanos. Tengo un cliente de España que viene en agosto de cada año; se lleva hormiga chicatana y chapulines; tiene un restaurante en su país y mete esto como comida prehispánica”. Joan vende también carne de león que proviene de un criadero de Zumpango; se cotiza en 850 pesos el kilo, “la come uno que otro valiente”. La carne de venado, búfalo y jabalí que ofrece es de origen nacional pero también viene de Nueva Zelanda y Estados Unidos. El cocodrilo, que sobre todo se vende a escuelas de cocina y restaurantes, viene de Culiacán, Sinaloa. “Tengo clientes kenianos, que compran vísceras de res y pollo, los chinos compran pato y puerco”. La carne de kobe y la de guayú se vende sólo por pieza entera y valen mil 800 por kilo la primera y dos mil 400 pesos la segunda. El búfalo cuesta

550 pesos el kilo. “A veces la gente compra sólo una rebanada de carne (exótica) para probar y luego regresa y compra más (…) En los mercados hay una relación cliente marchante, que enriquece a uno y otro. En el súper tú nada más llegas, te atienden y te vas. Aquí muchas veces llega el cliente con ganas de platicar, y a veces ni te compran, pero platicas un resto y luego regresan a comprar. Ofrecemos atención y servicio”. Cecilia López, junto con su mamá y sus dos hermanas atienden el local 2, llamado El Porvenir. En la vitrina uno observa parte de la oferta: chistorra de lomo, butifarra cruda, salchicha para paella, butifarra catalana, morcillas con cebolla, chorizo de Pamplona… Además aquí uno puede degustar diversas baguetts en pan de tomate y aceite de oliva, con quesos y carnes frías, tapas catalanas, montaditos de bacalao y platones con diversidad de quesos y aceitunas y parrilladas argentinas, todos con copa de vino incluida. Cecilia dice: “Mis padres iniciaron este negocio hace 42 años. Su mayor interés era aprender a hacer embutidos. A mi papá le gustó porque recorrieron rinconcitos de España y de Francia. Empezaron como jugando pero luego pusieron este local y se especializaron en productos tipo catalán, después también tipo español, argentino, francés y ahora tenemos nuevos que son italianos. Básicamente son embutidos elaborados en nuestra fábrica, artesanalmente, no llevan conservadores. La carne, las especias y las tripas, todo es natural. Entonces tenemos embutidos tipo español como la chistorra, el jamón serrano, las morcillas; productos tipo catalán que son las butifarras. Tenemos la sobrasada, del tipo de Mallorca, que es un embutido para untar en pan y sabe a chorizo. O las morcillas con arroz, morcilla con cebolla, que es la tipo vasco; la morcilla tipo argentino, y los chorizos, que son argentinos, el blanco y el rojo que es para freír con huevo. Y el chorizo cantimpalo que es para las fabadas. Y aquí viene la mancuerna con mi mamá que prepara muy sabroso el bacalao. Básicamente atendemos a españoles catalanes, avecindados en México, porque la mayoría de nuestros productos son catalanes. También vienen a comprar de los restaurantes Orfeo Catalán, El Mesón del Cid, la cadena Bellinhausen, Casa Bell, Parque Mundet… Tratamos de brindar algo de cultura a nuestros clientes. En el mercado todo mundo vende tapas y baguette, pero yo aquí doy el vasito tapado con una rodaja de jamón serrano, o salami, porque eso es la tapa. Tenemos clientela de toda la vida. En diciembre hacemos un relleno especial para el pavo, que es una carne condimentada con sabor español; también ofrecemos el recorte para la fabada, un choricito, y le decimos a la gente cómo preparar los platillos. Es una satisfacción enorme y una responsabilidad el ser este local el


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18 de enero de 2014 único en México que ofrece embutidos catalanes. Tenemos clientes españoles que vienen de visita a México y nos compran aquí un producto que se llama fuet, que es un salchichón a base de pimienta sin nada de grasa –su nombre viene del fuete de los caballos, porque se considera dura-; se lo llevan en su maleta a su país.

Mercado Medellin

Iraida Cisneros, originaria de Cuba, de 26 años de edad, es cliente del mercado. Ella viene a comer platillos propios de su país al local Las Tres RRR, que es atendido por un paisano suyo. “Estoy en México desde hace cuatro años. En este mercado busco los sabores de Cuba y puedo encontrar un refresco que es de allá, Malta, que es a base de cebada, y nuestras cervezas, Bucanero y Cristal. Aquí puedo comer moros con cristianos (arroz con frijoles) y tamales cubanos que lleEnrique Flores. Su oferta: juguetes antiguos en el Mercado de Sonora

Mercado de Sonora

Las banderas en el Mercado Medellín

Se ubica en la calle de Medellín 234 esquina con Campeche, colonia Roma. Es una coincidencia que el nombre de este mercado sea el mismo de la segunda ciudad más importante de Colombia, pues entrar en él es casi trasladarse ese país -encuentra uno arepas preparadas, harina para arepas, café en grano de las marcas colombianas, frutas tales como el maracuyá y dulces y chocolates empaquetados como el Chocoramo y las chocolatinas-, aunque de un momento a otro uno entra imaginariamente a territorio cubano o brasileño, y en múltiples locales lo que se ve son las banderas de Venezuela, de Ecuador, de Perú, de Argentina, de Colombia mismo, etcétera. Javier Rivas es el propietario del local La Encantada, orientado sobre todo a bebidas alcohólicas y productos de abarrotes. “Estoy aquí desde hace 37 años. Anteriormente este mercado se enfocaba sólo a los judíos, pero a raíz del terremoto de 1985 esa comunidad se mudó de aquí. El techo del mercado se cayó, y el mercado se fue para abajo. Pero empezó a llegar a la zona comunidad centroamericana y venezolana; actualmente predominan los colombianos. Comenzamos a meter sus productos y el mercado otra vez repuntó. Alrededor de 60 por ciento de mi mercancía es importada de Venezuela, Colombia, Perú, Cuba, pues la mayoría de mis clientes son de esos países. Lo que más consumen los cubanos es vino seco, pasta de guayaba, café cubano; de Colombia tengo café en grano Juan Valdez y Sello Rojo, arequipes, dulces, harina para arepas y las bebidas típicas de ellos: el aguardiente antioqueño, el ron Viejo de Caldas. De Venezuela, tengo el ron Santa Teresa; de Perú, los piscos (aguardiente de uva), los ajís (salsas), los mates de coca”.

van puré de tomate. Aquí hacen un fricasé (guisado) como el de Cuba, pican el plátano en trozos y hacen unos tostones (plátanos fritos) que son típicos de allá. Hay cubanos que para verse se citan en este lugar. Rocío Martínez atiende el local Productos Natalia, que ofrece mercancía fresca e industrializada. “Aquí trabajamos producto de importación, de Colombia, Venezuela, Cuba, Brasil, algunos de Argentina, y la demanda es muy extensa pues nos piden producto de Ecuador, de Costa Rica, o sea que todavía hay mucho por hacer. El 90 por ciento de nuestra clientela es extranjera. Algunos viven en Durango, Torreón, Cancún… Cuando vienen de visita al DF o a arreglar sus visas, pasan aquí por sus alimentos. Entre lo que más se vende está la yuca, el ñame, que son tubérculos; el plátano verde (de gusto cubano) y la malanga u ocumo (planta de gusto venezolano). Todo lo fresco se trae de Veracruz, fundamentalmente, que tiene una dieta muy parecida a la suramericana”. Giovanni Bautista, es un colombiano avecindado en la Roma desde hace dos años. “Vengo al mercado a comer, a a comprarme lo de la tierrita: café, pulpa congelada de fruta de maracuyá, de mora, que la importan de allá; a veces compro yuca, cerveza Club Colombia. Compro todo eso por capricho, no cocino colombiano todos los días, no puedo, pues tengo otras cosas, el chile, los moles que también me gustan. Es curioso que en las calles aledañas al mercado hay restaurantes colombianos y sobre Medellín hay cuatro o cinco panaderías colombinas, que te venden las mojábanas (panecillos con mucho queso), los buñuelos, pitas, arepas”.

Situado en vecindad con la enorme Merced, es famoso por su oferta de productos esotéricos y de hierbas y remedios medicinales, pero también porque ofrece animales vivos –gallinas, conejos, patos, pollitos, perros, gatos, borregos, chivos, iguanas, pericos, codornices y más-, lamentablemente esto último en condiciones insalubres y sin atender el bienestar animal. El mercado nació en septiembre de 1957 y sus principales secciones son las mencionadas, además de la de artesanías y juguetes, disfraces y productos para fiestas. Rubén Manríquez es propietario de un local de artesanías de cerámica y barro. “Ya tengo aquí como 30 años. El negocio es familiar, lo inició mi papá. La clientela es de todo tipo, desde los que buscan lo económico hasta los que compran piezas muy caras, y vienen de diversas partes de la República. El mercado es conocido a escala mundial por las secciones que tiene y que históricamente se han mantenido, su tradición es la loza de barro, los animales vivos, los alimentos para aves, las hierbas y lo esotérico (…) La gente siempre dice: ‘Que queremos platos baratos, vamos al Sonora; que va a haber una fiesta y queremos platos pozoleros, vamos al Sonora, porque está más barato; que queremos aves, vamos al Sonora; que queremos hierbas para curar, vamos al Sonora’. Y vienen tanto viejos como jóvenes”. Amelia Salazar atiende el local 191, El Mundo Mágico, donde expende productos esotéricos, como figuras de Jesús Malverde (el santo de los narcos); de la santa Muerte, muñecas negras y cazos propios para preparaciones de brujería. “Estoy aquí desde que se inauguró el mercado hace 57 años. Viene gente de todas partes, del extranjero, es muy tradicional, aquí encuentran de todo. Todo llama la atención, productos religiosos, santería, todo se vende, loza, juguetes, todo. Hoy está predominando el producto hecho en China. Enrique Flores está al frente del local 137, entrada seis, donde vende juguetes antiguos. “La clientela es de clase media para abajo. Las personas que se interesan en las artesanías y los juguetes vienen aquí.

Son personas de edad que quieren inculcar esto a sus hijos o nietos; también hay personas de Estados Unidos que mandan alguien a comprar juguetes de antes. El mercado ha cambiado mucho; ha habido unos tres o cuatro incendios que lo han marcado. Antes los precios eran chaparros, ahora se han agrandado. La mercancía se ha encarecido en parte como secuela de los incendios pero también porque estamos a un paso del centro de la ciudad. Gracias a Dios, de cien personas que entran al mercado, al menos 90 adquieren. Hay comerciantes pegajosos que están afuera del mercado, haciendo competencia desleal y eso ya tiene como 30 años, desde que se acreditó este mercado”. Entre otras cosas, don Enrique vende guitarritas, máscaras, acordeones, caballitos de tela con cuerpo de palo, trompos, matracas y yoyos.

Foro Tianguis Alternativo

ciudad. La gente viene y admira los colores y sabores, se maravillan de ver los huevos de oro y plata, que son de gallina contenta; ven los frijoles multicolores y creen que los pintamos. Esto cobra una importancia extraordinaria dado que la tendencia de los mercados comunes es hacia la homogenización, la estandarización. Aquí retomamos una cultura ancestral, la de los tianguis, de los marchantes, del acercamiento de confianza, donde te doy uno y me pagas dos y al revés, y no contamos los centavos. De esta relación se despierta no sólo el deseo de satisfacer una necesidad básica, que es el hambre; se desata el interés de nutrirse más, en cuanto a aprender, filosofar, colaborar y hacerse la pregunta de ¿qué onda conmigo en este planeta? Aquí yo invito a la gente a conocer la casa escuela Tepetixtla, donde niños, grupos escolares, familias, van a capacitarse y conocer más lo que es el campo. Francisco Rodríguez Albirde vende en el tianguis hortalizas orgánicas. “Somos de San Miguel Topilejo, Tlalpan. Ofrecemos zanahoria, cuatro variedades de lechuga, acelgas, perejil, arúgula, col morada, col blanca, espinacas, cilantro, betabeles, dos o tres variedades de jitomates y más. La gente viene aquí porque sabe que va a adquirir salud, al consumir productos orgánicos y nosotros hacemos que vaya haciéndose conciencia. Quienes vienen son sobre todo jóvenes que están cansados de la invasión de los mercados de productos procesados o producidos con conceptos industriales, tanto vegetales como carnes y frutas, que, al contener químicos,

Francisco Rodríguez Albirde, marchante de orgánicos

Es un mercado de productos orgánicos, ubicado en Avenida Álvaro Obregón 145, colonia Roma, que abre sus puertas todos los domingos. El 25 de octubre cumplió dos años de existencia. Es pequeño pero ofrece hortalizas y frutas frescas, aceites para masajes, cosméticos, vinos artesanales, dulces típicos, miel de abeja, lácteos, huevos, harina, tortillas, pulque, pan y más, todo libre de químicos. Tomás Villanueva, apodado Tomaicito y campesino de Tepetlixpa, estado de México. Expende frutas frescas, tortillas y frijoles de diversas variedades, entre otros productos. “Este tianguis sirve como una fotografía del campo para la

fungicidas y hormonas de crecimiento, son sinónimos de enfermedad, de cáncer. Nuestros antepasados no se enfermaban, ni se les caían los dientes. Mi abuelo duró cien años y ni un diente le faltaba; diario comía sus tortillas hechas a mano de maíz que él cosechaba; sus ollas de frijoles, sus habas, sus tostadas, sus quelites y sus dos litros de pulque; carne de vez en cuando comía, porque tenía unas gallinas y borrego, huevito del mismo que allí tenía, y cuando iba a cazar al campo, cazaba conejo y ardillas. Nunca se enfermó. Los mercados orgánicos pretenden recuperar lo que se ha pedido incluso culturalmente, la cultura de comer sano”.


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18 de enero de 2014

PARA MIRAR LA MILPA Y SUS DIVERSIDADES

FOTO: Iván Hernández Baltazár

Iván Hernández Baltazar Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam)

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éxico se distingue por su diversidad geográfica, biológica y cultural, mosaico en donde la interacción del hombre con su entorno ha dado origen a numerosos cultivos; muchos de ellos, como parte de su propia domesticación, fueron integrados a una forma de cultivo diversificada que hoy reconocemos en la milpa. Actualmente, en diferentes regiones, sobre todo en los territorios indígenas, se ha identificado la coexistencia de más de 50 especies vegetales, y destaca la variación en cuanto a razas de maíz y tipos de frijol y calabaza, que coexisten con plantas de las que se obtienen alimentos y especies silvestres a las que se les atribuyen distintos usos. En las parcelas de las milpas y huertas que configuran el paisaje de comunidades campesinas, se distinguen plantas que difieren en su forma de crecimiento: las hay de tallo subterráneo, herbáceas anuales y perennes, así como formas arbustivas y arbóreas. Cada especie capta de forma diferenciada recursos indispensables como luz, agua y nutrientes del suelo, características que facilitan la presencia de alta biodiversidad. La milpa es diversa desde su inicio, ya que en su largo proceso de

diversificación se han domesticado plantas y adaptado técnicas de cultivo para facilitar la coexistencia múltiple e incluso simbiótica entre plantas, por ello la diversidad en la milpa es una de sus características distintivas y señaladas como uno de los mayores logros de las culturas mesoamericanas, siendo sus descendientes actuales quienes dan continuidad al proceso de diversificación biológica ligada a su reproducción cultural. La diversidad distintiva de la milpa por su riqueza en especies mantiene una distribución heterogénea en tiempo y espacio, lo cual se hace evidente si sólo consideramos las especies de una parcela en un determinado momento, ya que éstas representan una parte del total de especies que alberga la milpa, pues la mayor riqueza de especies se obtiene de la suma de éstas, las cuales ocurren en periodos distintos y pueden variar en función de factores como la estación de año, periodos de descanso de las parcelas y prácticas culturales que cada campesino da a su parcela. Los cambios más radicales en la riqueza y abundancia de especies ocurren con la temporada de lluvia, debido a que con su inicio se detona la sucesión de una multitud de plantas herbáceas de las que se consumen sus tallos tiernos; en cuanto al maíz, las prácticas cultu-

rales están estrechamente ligadas al aprovechamiento máximo de la precipitación, por ello se realizan siembras escalonadas ocupando distintas razas. Dicha diferenciación temporal se da entre las razas más tardías -de entre seis y nueve meses-, sembradas previamente o al inicio de la temporada, y las variedades más precoces, de entre dos y tres meses, que son sembradas después. En regiones tropicales la posibilidad de sembrar dos ciclos implica la selección de variedades adaptadas para el temporal y otras con el potencial de aprovechar mejor la humedad residual para el ciclo de invierno. Una parte importante de la diversidad total ocurre en los acahuales, es decir, en las parcelas en las que hay vegetación porque se han dejado de sembrar por uno a varios años. En dichos periodos tiene lugar la sucesión natural y con ella la regeneración de especies silvestres que paulatinamente conlleva la recuperación de la fertilidad; dependiendo del tiempo de descanso, crecen especies herbáceas, muchas de ellas medicinales, y arbustos. En los periodos más largos crece vegetación madura. Como resultado de las prácticas culturales, la distribución de los cultivos cambia entre parcelas, ello debido a que cada familla hace una selección de las semillas que desea incorporar a su milpa para el siguiente año, o incorpora en la parcela prácticas que fomentan o toleran el desarrollo de determinadas especies. Así, en una comunidad cada familia aporta variación específica. Finalmente, es importante destacar que es en el territorio que ocupan las comunidades y los ejidos indígenas donde se llevan acabo las prácticas de cultivo, selección de semillas, trasmisión de conocimientos y reproducción de la cultura, elementos indispensables para la continuidad de los procesos de diversificación de la milpa y la cultura.

#20AÑOSDETLCANSONSUFICIENTES

FOTO: Enrique Pérez S. / ANEC

El 2 de enero de 2014, alrededor de 200 campesinos del Frente Democrático Campesino de Chihuahua (FDCCh), de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) y del Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (CONOC) bloquearon el Puente Internacional Córdova de las Américas, en Ciudad Juárez, Chihuahua, en rechazo a los 20 años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y a las políticas anticampesinas implementadas por el gobierno mexicano desde hace más de 30 años, que han llevado al campo a la ruina.

UNA MILPA EN LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE LA CIUDAD DE MÉXICO Colectivo de la UACMilpa

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l suroriente de la Ciudad de México, en los linderos entre Iztapalapa y Tláhuac, tierra de humedales y pueblos de tradición campesina, se encuentra el plantel San Lorenzo Tezonco de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Nacida de las luchas vecinales de Santa Marta Acatitla por clausurar definitivamente un centro penitenciario de oscura memoria y por la apertura de una prepa popular; hija simultáneamente del movimiento estudiantil de 1999-2000 y de las conquistas del pueblo capitalino sobre sus derechos políticos, esta joven universidad experimentó durante los últimos tres meses de 2012 su primera convulsión política seria. En el otoño de 2012, la mezquindad de la clase política mexicana intentó apuntalar a una administración corrupta e incapaz en la rectoría de la universidad obligando a los estudiantes a mantener una huelga por más de cien días. El movimiento estalló ante un fraude electoral en torno al consejo universitario, máximo órgano de gobierno de la institución, pero el trasfondo que animó a miles de universitarios en esta lucha fue la defensa de un modelo de universidad pública que navega a contrapelo del dogma neoliberal que mercantiliza a la educación y sus propósitos. La lucha estudiantil uacemita triunfó como pocos movimientos lo han conseguido en las dos décadas recientes en nuestro país y la comunidad de la UACM se ha consolidado finalmente. En el plantel de San Lorenzo Tezonco nacieron durante el año pasado colectivos y proyectos estudiantiles casi cada semana. A mediados de febrero del 2012 un grupo de estudiantes, críticos de la educación exclusivamente teórica y de aula, decidió aprender por medio de la práctica las sabidurías de las culturas campesinas que estudian en los textos históricos y antropológicos. El colectivo buscó primero un terreno apto para el cultivo dentro del predio de este plantel que no ha terminado de construirse. El entusiasmo por el proyecto tendía a diluirse en medio de las labores académicas cotidianas, y a mediados de abril, cuando pensábamos que el calendario agrícola nos había rebasado, un pequeño grupo de campesinos tlahuaquenses, experimentados luchadores y firmes opositores al despojo que implicó la terminal de la línea dorada del metro en Tlaltenco, rescató el empeño.

“En Tláhuac algunos siembran a mediados de mayo y a veces hasta junio, están a tiempo”, dijeron. La primera tarea fue preparar el terreno. Al primer día de labor acudieron solidariamente compañeros de Cuajimalpa que a su vez invitaron a jóvenes pertenecientes a diversos colectivos de la ciudad. El terreno cultivable creció hasta alcanzar dos mil metros. A mediados de mayo, el día de la siembra acudieron puntuales los maestros campesinos de Tláhuac a impartir la lección en la universidad, llevaron consigo las coas y las semillas criollas de la región. En la UACMilpa, como fue nombrado ese día el trabajo, se sembró la triada mesoamericana: maíz, frijol y calabaza. Durante los meses siguientes el colectivo encontró oportunidades para retribuir el tequio y para estrechar los vínculos también con comunidades de Milpa Alta y Xochimilco. En el mes de octubre, al inicio de la cosecha, el plantel auspició un modesto encuentro académico cultural que amplificó el diálogo de saberes y la búsqueda de alternativas de construcción social desde dentro y desde fuera de la universidad. A la convocatoria asistieron miembros de la comunidad universitaria y vecinos de la ciudad interesados en la milpa, campesinos del Totonacapan, acompañantes de organizaciones rurales, algunos especialistas, músicos solidarios y maestros campesinos de los pueblos. Este año la UACMilpa se prepara para su segundo ciclo en medio de un esfuerzo colectivo más amplio que ha dado en llamarse Círculo de Saberes y Conocimientos Tradicionales. A lo largo del calendario agrícola se experimentó un diálogo diverso de ideas universitarias y supra universitarias, que van desde el cuestionamiento a la incapacidad de una ciudad como la nuestra para subsistir alimentariamente de forma autónoma, hasta la crítica al modelo de desarrollo nacional extractivista e importador, que obedece a un orden mundial injusto y que nos condena a la dependencia. Han sido pues muchas las temáticas que la milpa como herramienta cognitiva catalizadora nos ha abierto en el trabajo cotidiano dentro de ella. En la UACM decimos que al hacer milpa sembramos universidad y cosechamos autonomía.


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