NO. 96 AL ALBA. Chihuahua en tiempos del asalto al cuartel de Madera

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19 de septiembre de 2015 • Número 96 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada

AL ALBA TEMA DEL MES

Textos de:

Francisco Pérez Arce Ibarra Rosa Albina Garavito Elías Aleida García Aguirre Fritz Glockner Jesús Vargas Elizabeth Henson Carlos Montemayor Alma Gómez Caballero Víctor M. Quintana S. Lorenzo Meyer Verónica Oikión Solano Marco Rascón Pablo Gómez Ramírez Arturo Gámiz

CHIHUAHUA EN TIEMPOS DEL ASALTO AL CUARTEL DE MADERA


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ENCUENTROS EN LA SIERRA Suplemento informativo de La Jornada 19 de septiembre de 2015 • Número 96 • Año VIII

Predominan la injusticia y la desigualdad […] Transformar nuestra patria para no entregarla como la hemos recibido es misión de nuestra generación […] La lucha será […] prolongada y hay que empezar jóvenes. Resoluciones del Segundo Encuentro de la Sierra “Heraclio Bernal”

COMITÉ EDITORIAL

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n 1959 los barbudos entran triunfantes en La Habana, en 1960 El Che publica Guerra de guerrillas y en 1963 Guerra de guerrillas, un método.

Armando Bartra Coordinador Luciano Concheiro Subcoordinador Enrique Pérez S. Lourdes E. Rudiño Hernán García Crespo CONSEJO EDITORIAL Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Yolanda Massieu Trigo, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuellar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal. Publicidad Rosibel Cueto Flores Cel. 55 2775 8010 Tel. (55) 2978 4735 publicidadjornadadelcampo@gmail.com Diseño Hernán García Crespo

PORTADA: David Alfaro Siqueiros / Mujeres de Chilapancingo, 1960

La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300. Impreso en LC Impresos SA de CV, calzada Azcapotzalco-La Villa 160, colonia San Marcos, delegación Azcapotzalco, México, Distrito Federal. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo número 04-2008-121817381700-107.

Rosario Cobo, del Instituto Maya, AC; Francisco Pérez Arce, de la DEH-INAH, y Comité Primeros Vientos fueron coeditores en este número del suplemento

Cinco años después del triunfo de la Revolución Cubana, en febrero de 1964 en la sierra noroccidental de Chihuahua, un puñado de rebeldes, antecedente del que después tomaría el nombre de Grupo Popular Guerrillero se da a conocer volando un puente y poco después destruyendo una estación de radio; el 15 de julio someten a una fuerza de la policía judicial y se apoderan de su armamento; el 23 de septiembre de 1965, 13 combatientes de un contingente de 40 o 50 que no se pudo reunir completo, atacan el cuartel militar de Madera, ocho mueren en el intento, entre ellos Pablo Gómez y Arturo Gámiz. Para muchos historiadores el breve curso que se cierra con el asalto constituye el primer caso en México de aplicación de la táctica “foquista” como método revolucionario. Y sí, el éxito del Movimiento 26 de Julio encabezado por Fidel y la sistematización de su método por El Che debieron influir en el camino elegido por el Grupo Popular Guerrillero. Pero pienso que su raíz hay que buscarla aquí: en las luchas de los 50’s y principios de los 60’s en defensa de la tierra y por la dotación de ejidos. Y sobre todo en los asesinatos, masacres y arrasamiento de poblados con los que el gobierno los suprimía. En esta perspectiva, el asalto al cuartel de Madera es la prolongación armada de la lucha campesina. Rebeldía combatiente que abreva tanto en la Revolución Mexicana como en la Revolución Cubana. La trayectoria de alzados como Pablo Gómez y Arturo Gámiz, dirigentes estudiantiles y luego magisteriales que se vinculan a la lucha campesina, es significativa. Pero también lo es la de rebeldes como los Gaytán: Salomón, Salvador y Juan Antonio, y los Scobell Gaytán: Antonio y Guadalupe, pertenecientes a familias de agricultores con una larga trayectoria de lucha por la tierra, en la que la autodefensa armada ya estaba presente antes de 1964 y sin que hiciera falta la lectura de El Che. Posiblemente algunos activistas chihuahuenses habían leído Guerra de guerrillas, un método. Pero también leían periódicos y las conclusiones que de ahí sacaban eran aún más apremiantes que las que derivaban de la primera. Para ponernos en contexto, servirá la reseña de algunas noticias de tema rural publicadas entre 1962 y 1964, años en los que al calor del primero y segundo Encuentros de la Sierra realizados en Chihuahua y en Durango, respectivamente, va cobrando forma el proyecto insurreccional. En mayo de 1962 en Petlalcingo, Acatlán, Puebla, soldados y policías matan al campesino Antonio Herrera y detienen a 13 más, que habían ocupado tierras de las haciendas Ídolo y El Mezquital y estaban construyendo una escuela. También en mayo, en Nautla, Veracruz, la policía arrasa el poblado El Huanal y expulsa a los

campesinos que habían tomado tierras después de demandarlas sin éxito por cerca de 30 años. En el mismo mes, en Tlaquiltenango, Morelos, soldados al mando del capitán José Martínez y policías judiciales detienen al líder agrario y ex combatiente zapatista Rubén Jaramillo, a su esposa Epifania García, que estaba embarazada, y a sus hijos Ricardo, Filemón y Enrique, y los conducen a las ruinas de Xochicalco, donde los ametrallan en una zanja. La causa inmediata era que en febrero de l961 Jaramillo había encabezado la ocupación de los llanos de Michapa y El Guarín, donde se buscaba establecer una colonia agrícola. Los ocupantes fueron reprimidos y desalojados y al año siguiente el ejército ejecutó al dirigente y a su familia. Además de por su dramatismo, el asunto fue sonado porque meses antes el presidente de la República y el líder agrario se habían entrevistado y una fotografía que mostraba a López Mateos y Jaramillo abrazándose había sido recogida ampliamente por la prensa. Violento la cronología para mencionar que tres años después, en septiembre de 1965, otro ex combatiente del Ejército Liberador del Sur y compañero de lucha de Jaramillo es asesinado junto con su esposa en Amatepec, Morelos, por defender mil 684 hectáreas propiedad de campesinos, en las que los banqueros y empresarios Legorreta, Stoner y Sustaeta querían hacer un desarrollo turístico.

En enero de 1964, en Pueblo Nuevo, Ixmiquilpan, Hidalgo, el ejército desaloja a los campesinos que ocupaban tierras de los latifundistas Martiniano Martín y Donato Simón. En marzo, en Jujucato, Villa Escalante, Michoacán, ejidatarios que estaban en posesión de tierras de la hacienda de Chora, que se les habían dotado por resolución presidencial, son desalojados por soldados y policías que matan a tres, detienen a 11, violan y golpean a las mujeres y saquean el pueblo.

En junio de 1962, en la región de La Cañada, Michoacán, asesinan al dirigente campesino de Chilchota. En diciembre, en Iguala, Guerrero, un mitin donde la Liga Agraria del Sur “Emiliano Zapata” y la Asociación Cívica Guerrerense lanza a José María Suárez Téllez como candidato independiente a gobernador es asaltado por el ejército que mata a 20 personas, hiere a 219 y detiene a 985.

Este es el caso de Chihuahua, donde 300 grandes propietarios son dueños de ocho millones de hectáreas y de 30 por ciento de las tierras de riego. Emblema del latifundismo es Bosques de Chihuahua, de banqueros como Aníbal de Iturbide, Carlos Trouyet y los Vallina. En el otro extremo cien mil ejidatarios poseen solo 4.5 millones de hectáreas y varios cientos de miles más tienen instauradas solicitudes de dotación de tierra que se apolillan en los estantes del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización (DAAC).

En febrero de 1963, en el ejido de Gámbara, Nueva Italia, Michoacán, asesinos a sueldo enviados por William Jenkins, matan a Luis Ortega Manríquez, que encabezaba la lucha por recuperar tierras de Tepalcatepec que el estadounidense, dueño también del ingenio poblano de Atencingo, acaparaba. En marzo, en el Ticuí, Atoyac de Álvarez, Guerrero, soldados al mando del coronel Olvera Fragoso, torturan y matan al líder cafetalero conocido como El Tabaco, para obligarlo a decir “dónde están las armas”. Durante marzo y abril, en ese mismo estado, soldados con tanquetas artilladas arrasan los poblados de La Gusanera, Papanca y Santa Lucía, en Costa Grande, y de San Nicolás, Llano Grande, Contepec de los Costales, San Luís Acatlán y La Barra, en Costa Chica, dejando a más de dos mil familias en el desamparo. En mayo y también en Guerrero, pero en San Jerónimo, matones enviados por el gobernador Abarca Calderón y protegidos por el ejército, asesinan al líder Roberto Olea Castillo. Días más tarde, cinco campesinos que habían declarado como testigos del crimen son asesinados. En julio, y en el mismo estado, soldados detienen en San Marcos a nueve campesinos del opositor Frente Electoral del Pueblo y los entregan a las gavillas asesinas de Los Cruz y Los Zanatones, que los ejecutan; más tarde, el pueblo es arrasado y quemado. En septiembre, en Acatlán de Pérez, Oaxaca, la comunidad Macedonio Alcalá es destruida con tractores por pedir tierras. En noviembre, en Huimanguillo, Tabasco, porque sus habitantes habían tomado tierras de la hacienda ganadera de los Pulido, el poblado de Cuauhtémoc es incendiado dejando descobijadas a 68 familias. Cinco meses después le prenden fuego otra vez buscando que ahora sí se queme la escuela, que la primera vez se había salvado.

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Y también en Chihuahua. Si en Morelos excombatientes zapatistas como Jaramillo y Montiel lidereaban nuevas luchas por tierra, en el estado norteño Dionisio Sánchez Lozoya, que había sido teniente de la División del Norte, encabeza en junio de 1960 a dos mil familias que invaden la hacienda Santo Domingo, de William Stevens. Y también ahí el resultado es un violento desalojo. Fundada en 1949 y vinculada al Partido Popular Socialista, la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) impulsa en 1958 y 1959 importantes luchas por la tierra en Baja California, Sonora, Sinaloa y Nayarit. Con el tiempo, la organización se derechiza, pero en ese curso aparecen también desprendimientos como el de Álvaro Ríos en Durango que quieren seguir en la lucha.

En enero de 1963 la UGOCM cobija en Chihuahua más de 25 invasiones, que son desalojadas con saldo de siete muertos. En abril se reactivan las tomas y la represión militar. El gobernador promete tierra y la UGOCM da tregua. Pero como no cumple, a fines de 1963 la lucha se reanuda, ahora aglutinada en torno a la convergencia surgida del Encuentro de la Sierra “Heraclio Bernal”, realizado en Dolores de Cebadilla, Madera, con delegados de cinco estados. En febrero de 1964 vuelven las ocupaciones en Delicias, Buenaventura, Madera, Casas Grandes, y vuelven los desalojos militares y las detenciones, entre ellas la del dirigente estudiantil y magisterial Arturo Gámiz. Tercera oleada de invasiones y tercera represión militar. No sorprende entonces que el Segundo Encuentro de la Sierra, realizado en febrero de 1965, en Torreón de Cañas, Nieves, Durango, se haya radicalizado políticamente y en sus resoluciones los participantes declaren que “Por nuestra cuenta no daremos marcha atrás en el camino de la revolución”. Y aquí entra el método guevarista. Pero en el fondo de todo está la tierra, ancestral motor de las luchas campesinas. En un artículo publicado en El Norte el 22 de julio de 1963, Pablo Gómez da en el clavo: “No es el campesino quien invade la tierra que le dio la revolución, sino el latifundista que otra vez se apoderó de ella”. Y medio siglo después se siguen apoderando.

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madera FOTOS: ComitĂŠ Primeros Vientos


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Resoluciones 1 El Imperialismo

No se escoge el mundo en que se nace, no se puede señalar al gusto personal las circunstancias para vivir. El mundo ya está hecho y la sociedad organizada de una manera determinada cuando se nace, nos guste o no, y en este caso no estamos conformes con el orden de las cosas que prevalece, queremos transformar la sociedad en que hemos nacido porque se basa en la injusticia, la desigualdad y la opresión . [...] Donde quiera que ha conquistado el poder, la burguesía ha alterado todos los aspectos de la existencia; donde quiera ha contaminado, ha contagiado, ha adulterado, ha prostituido; nada escapa a su acción corrosiva y degenerada; ha ridiculizado y pisoteado todas las virtudes; ha invertido todos los valores espirituales, erigiendo en un pedestal y rindiendo culto al vicio y la depravación, despreciando y escarneciendo la honradez y la dignidad. [...] Predominan la injusticia y la desigualdad, sabemos del esfuerzo que muchos compatriotas han hecho y hacen por remediar los males de la Patria, sabemos del sacrificio de generaciones pasadas que han ofrendado su vida en una afán noble por legarnos una Patria mejor: Hidalgo, Morelos, Ocampo, Juárez, Zapata y Villa son los representantes de generaciones que lucharon por transformar la sociedad de miseria y explotación que ellos conocieron en una sociedad de bienestar y felicidad. Su obra no se ha realizado. Continuarla, transformar nuestra Patria para no entregarla como la hemos recibido, ES MISIÓN DE NUESTRA GENERACIÓN. [...]

Francisco Pérez Arce Ibarra

E

l 23 de septiembre de 1965, en el estado de Chihuahua, un grupo guerrillero ataca el cuartel de Ciudad Madera. En la memoria de la sociedad ese acontecimiento se convirtió en la hora cero de la guerrilla mexicana. Trece jóvenes asaltaron el cuartel. Las cosas sucedieron mal. Pensaron que enfrentarían una fuerza de dos pelotones, unos veintitantos soldados, y la guarnición contaba en realidad con más de cien efectivos. Los asaltantes habían planeado contar con 30 guerrilleros; fallas logísticas los redujeron a 13. Probablemente los estaban esperando. El saldo fue de ocho guerrilleros y cinco soldados muertos. El ataque no fue un rayo en cielo tranquilo. En realidad estaba estrechamente asociado a la larga lucha agrarista de la zona que había recorrido los caminos de la

lucha legal y las ocupaciones de tierras. Habían enfrentado a un caciquismo feroz, a un latifundismo de grandes dimensiones y a un gobierno que apoyaba a caciques y latifundistas de manera incondicional. El grupo que decidió la acción armada, encabezados por Arturo Gámiz y Pablo Gómez, habían vivido esa lucha agrarista, y habían sufrido la represión. Habían transitado incluso por la lucha electoral: Pablo Gómez fue candidato a diputado por el Partido Popular Socialista. Gámiz junto a un grupo de campesinos y normalistas, se había remontado a la sierra desde 1963, dos años antes de Madera, y había protagonizado hechos de armas más parecidos a la autodefensa campesina que a la guerrilla. A la pertinaz lucha agrarista sumaron las ideas inspiradas en la experiencia de la Revolución Cubana, y se convirtieron en la primera guerrilla socialista mexicana.

FOTO: Comité Primeros Vientos

RESOLUCIONES

QUERÍAN TIERRA

Guerrilleros antes del momento de ser sepultados.

Tras la batalla de Madera, que duró más de dos horas, el gobernador del estado, general Práxedes Giner Durán, ordenó que los guerrilleros muertos fueran enterrados en fosa común y sin ataúdes ni ningún tipo de mortaja, y pronunció la frase famosa: "¿Querían tierra?, pues denles hasta que se harten”. La frase es terrible, y retrata a un gobernador violento, rencoroso, artero y lleno de odio. Pero también, paradójicamente, la frase reconoce la raíz de

su lucha: “Querían tierra”. Querían la tierra que los campesinos habían ganado en la Revolución de 1910, querían también justicia contra los caciques que asesinaban impunemente a campesinos opositores. Y con su frase terrible negaba de paso el lenguaje oficial, difundido por la prensa, que evitaba llamar a los guerrilleros “guerrilleros”, y los llamaba en cambio, por consigna, “gavilleros”. La frase terrible estaba dirigida contra los campesinos, no

EL PODER SIMBÓLICO DEL ASALTO AL CUARTEL MADERA Rosa Albina Garavito Elías

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ace algunos días, en lugar de asalto al Cuartel Madera, dije “asalto al Cuartel Moncada”. El lapsus no hizo más que expresar en palabras la imagen que apareció en mi mente cuando, en agosto de 1971, por primera vez escuché a Raúl Ramos Zavala hablar de ese hecho histórico. Me bastó esa mención para que a la acción del Grupo Popular Guerrillero comandado por Arturo Gámiz García y Pablo Gómez Ramírez, en Chihuahua, le otorgara el mismo significado que a la gesta del Movimiento 26 de Julio que dio inicio a la caída del régimen de Fulgencio Batista en Cuba. De muchos hilos seguramente se tejió la semejanza: del afán justiciero y libertario de ambos movimientos; de la unión indisoluble entre teoría y práctica; de la acción política como sinónimo de ética; de la utopía socialista como respuesta al rampante capitalismo. También del ingenuo deseo de que acciones audaces sean capaces de conquistar la victoria en tiempos relativamente cortos; de la vecindad geográfica entre ambos países; de la cercanía en el tiempo; de la asfixia provocada por la Guerra Fría y el anticomunismo de la época, entre otros. Lo cierto es que los vasos comunicantes entre ambos hechos se percibían reales y constituían el antecedente histórico más impor-

tante para que sectores de jóvenes de la generación de 1968 viéramos en ellos la luminosa inspiración para iniciar un cambio revolucionario en nuestro país. Como buenos soñadores, no reparamos en las distintas condiciones históricas que determinaron abismales diferencias entre los resultados de la guerrilla urbana que reconoció en el asalto al Cuartel Madera su hito fundador, y el triunfo del Movimiento 26 de Julio. Sin duda esta errónea equivalencia constituye materia de investigación histórica, pero también es cierto que no disminuye un ápice la fuerza simbólica que adquieren las gestas heroicas en el inconsciente colectivo y su relevante papel en el desarrollo de los movimientos sociales y políticos. Porque el asalto al Cuartel Madera fue eso, una gesta heroica. La fuerza de sus imágenes y de sus relatos despojó de manera fulminante a los gobiernos priistas de la legitimidad que ostentaban sin pudor como herederos de la Revolución Mexicana. Aunque de acciones heroicas estaba plagado el camino de las luchas sociales en el México de la primera mitad del siglo XX, las causas del movimiento encabezado por Arturo Gámiz y por Pablo Gómez daban un mentís rotundo al reparto agrario como bandera de los gobiernos

FOTO: Comité Primeros Vientos

Segundo Encuentro en la Sierra "Heraclio Bernal"

Identificación de los cadáveres en Ciudad Madera. A la derecha, de suéter gris, el profesor Simón Gómez Ramírez, hermano del doctor Pablo Gómez.

post revolucionarios, y exhibían el violento y acelerado proceso de reconstitución del latifundio. Por lo demás, en una entidad cuna de la Revolución Mexicana. En este contexto, la figura del gobernador Práxedes Giner Durán, y su macabra frase pronunciada mientras enterraban a los guerrilleros muertos en una fosa común: “Era tierra por lo que peleaban, ¿no? ¡Pues denles tierra hasta que se harten!”, no hicieron más que dibujar de manera patética la esencia de esos gobiernos. Gesta heroica también por el martirologio que la caracterizó: concluido el combate en el Cuartel Madera, los cuerpos de los guerrilleros fueron paseados en carretas por los alrededores, para su escarnio y el escarmiento de sus simpatizantes. Herederas inmediatas de aquel heroísmo fueron las mujeres, entre las que se encontraba Alma Gómez, hija del doctor Pablo Gómez Ramírez,

quienes fueron a limpiar la tumba y colocar flores pocos meses después del asalto, rodeadas por un batallón de soldados que las apuntaba con sus armas. Gesta heroica cargada de simbolismo, además, porque el grupo de combatientes estaba formado por maestros y estudiantes, expresión del desarrollo urbano del país, es decir sectores urbanos aliados con el movimiento campesino. Pecado de origen imperdonable para un régimen político construido de manera terca y contumaz con la estrategia política de la división de las luchas sociales, desde la creación en 1915 de los Batallones Rojos de la Casa del Obrero Mundial, contra las fuerzas campesinas de Francisco Villa y Emiliano Zapata. Pocos años después del asalto al Cuartel Madera, se desarrollarían las guerrillas rurales de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas en


19 de septiembre de 2015 sólo contra los guerrilleros. Son los campesinos los que quieren tierra. Para ellos era la advertencia. Los latifundios debían ser respetados, y los campesinos debían obedecer al gobierno. El gobierno tenía miedo de que el ejemplo cundiera. En la mente del pequeño dictador que era Giner, el escarmiento lo daría con el espectáculo: mandó exhibir los cadáveres de los guerrilleros muertos, paseándolos por la ciudad de Madera en un camión descubierto, para que el pueblo los viera. Rechazó las solicitudes de los familiares de los cuerpos de sus seres queridos para enterrarlos dignamente. Quería dar un ejemplo a la población entera. Quería matar a los guerrilleros dos veces.

5 en 1963 y 1964. Enfrentaron sistemáticamente a guardias blancas de las familias dueñas de tierras y bosques y la política represiva del gobernador Giner Durán. En octubre de 1963 las organizaciones campesinas de la región realizaron el Primer Encuentro de la Sierra que acordó un programa de lucha que transitaría por las invasiones de los grandes latifundios, y por la vía política.

Para un grupo de líderes campesinos, maestros y estudiantes, la lucha transita de las movilizaciones y tomas de tierras, a la vía armada. La prensa de Chihuahua el 15 de abril de 1964 informó: un “grupo de campesinos que andan levantados en la sierra” atacó a judiciales, y tres días después emboscó a un pelotón de soldados del 52 batallón de infantería. El periódico

Este movimiento armado se origina en la lucha encabezada por la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) contra caciques y latifundios. Los continuos atropellos y despojos, las promesas incumplidas, y el tortuguismo burocrático provocaron varias invasiones de tierras

Guerrero, ambos egresados de la Normal Rural de Ayotzinapa. Madera había marcado ya el camino, no sólo para la guerrilla rural, sino también para la guerrilla urbana que iniciaría después de la matanza del 10 de junio de 1971, cuando una movilización estudiantil pacífica fue reprimida por el grupo paramilitar Los Halcones. Así, los sectores de estudiantes radicalizados después de la masacre de Tlatelolco de 1968 encuentran en ese 10 de junio el eslabón necesario para reconocerse como herederos del grupo de combatientes de Madera. Este hito histórico quedó plasmado en la fundación de la Liga Comunista 23 de septiembre (LC23 de Septiembre), cuando la confederación de grupos armados reunidos en Guadalajara, en mayo de 1973, así se autonombró. Raúl Ramos Zavala no se enteró de que su evocación fue premonitoria, pues lo mataron en febrero de 1972 en el Parque México. Y a propósito de hitos y símbolos, ahora que veo las fotografías de Arturo Gámiz, le encuentro un asombroso parecido con aquel joven regiomontano, egresado de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), líder del llamado grupo Los Procesos, vertiente fundamental en la fundación de la LC23 de Septiembre. Arturo y Raúl eran jóvenes de complexión delgada y de mirada profunda e inteligente. Liga Comunista 23 de Septiembre. ¿El grupo que realiza el asalto al Cuartel Madera, en quien se inspira el nombre de la Liga, era de matriz marxista? ¿Pretendía, como sus herederos seis años después,

En 1964 el estado de ánimo había cambiado. A principios de ese año, en las resoluciones del Segundo Encuentro de la Sierra, Arturo Gámiz escribió: “Estamos convencidos de que ha llegado la hora de hablarle a los poderosos en el único lenguaje que entienden; llegó la hora de que las vanguardias más audaces empuñen el fusil porque es lo único que respetan y escuchan; llegó la hora de ver si en su cabeza penetran las balas, ya que las razones nunca les entraron; llegó la hora de apoyarnos en el 30-30 y no el 30-06, más que en el Código Agrario y la Constitución.” (José Luis Sierra: El enemigo interno. Contrainsurgencia y fuerzas armadas en México. Plaza y Valdés, México, 2003, p. 44).

la instauración de un régimen socialista en el país? En ello también son precursores, pues a pesar de haber participado en la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) y en el Partido Popular Socialista (PPS), ambos de inspiración lombardista, rompen con ambas organizaciones tras considerar que las mismas no llevarían la lucha por la reivindicación agraria hasta el final. A su interior habían acompañado de manera decidida la gestión campesina frente a la Secretaría de la Reforma Agraria, responsable del reparto agrario. Pero el mandato emanado del artículo 27 de la Constitución de 1917 fue combatido desde sus orígenes por la rica burguesía latifundista, ganadera, minera y maderera del norte del país. La decisión de tomar las armas en 1965 para hacer realidad el derecho a la tierra no fue más que la respuesta a la metódica represión de que fueron objeto los demandantes de tierras y sus familias. Represión que llevó al asesinato del profesor Jesús Luján Adame y del líder indígena Carlos Ríos Torres en 1963, a manos de los caciques. Así, la ideología y el programa que alimentaron los afanes revolucionarios de aquellos jóvenes se abrevó de las mismas demandas agrarias de la revolución iniciada en 1910, amalgamados más tarde en un materialismo histórico elemental y en el nacionalismo y anti imperialismo, que se alimentaron no sólo de su inicial lombardismo, sino de la lucha cotidiana contra terratenientes extranjeros. Ello se desprende de una lectura somera de los documentos elaborados y discutidos en los dos Encuentros

de la Sierra que el grupo realizó en Chihuahua y en Durango. En la decisión del Grupo Popular Guerrillero de romper con la UGOCEM y el PPS, seguramente estuvo la necesaria radicalización de su lucha frente a la obstinada represión de los gobiernos local y nacional, y también la opción por el socialismo declarada por Cuba en 1962. Elegir la vía armada y adscribirse a un marxismo ad-hoc ha sido desde entonces una constante de los movimientos guerrilleros del país para dejar claro su rechazo al capitalismo depredador. En ello también marcaron la pauta. Lo cierto es que el sacrificio de estos jóvenes luchadores tuvo como causa esencial la falta de cumplimiento de las demandas de Tierra y Libertad por las que se habían levantado los campesinos 50 años atrás en el país. Esta, mi gran conclusión, muy similar al descubrimiento del hilo negro, la corroboré en Made-

Acción publicó el primer comunicado de la guerrilla mexicana en este periodo de la historia: “Viendo que las autoridades nunca atienden los problemas del pueblo y que a los atropellos de los caciques se suman los de las fuerzas armadas del gobierno, decidimos empuñar las armas para hacer justicia por nuestra propia mano, para castigar a los latifundistas que amargan la vida de los campesinos […] El día en que se resuelvan los principales problemas del pueblo, que se repartan las tierras y se haga justicia al oprimido, ese día dejaremos las armas. Antes moriremos en pie de lucha.” (Citado en José Santos Valdés: Madera, México, 1968). La guerrilla había empezado en 1964 pero retenemos como el inicio de esta historia una fecha: 23 de septiembre de 1965, y un lugar: Madera. Hace 50 años de la acción de esos 13 jóvenes. Los recordamos como luchadores sociales, como guerrilleros. Vencieron el silencio y el olvido que quiso imponer el gobierno.

ra durante la conmemoración del 40 aniversario del asalto al cuartel, cuando tuve el privilegio de conocer y charlar con Ramón Mendoza. Ramón fue sobreviviente de dicho asalto y pasó a formar parte del grupo de Óscar González –también sobreviviente-. Poco después, en otra acción plena de audacia, Ramón fue detenido en Sonora y enviado a las Islas Marías. Ahí estuvo preso hasta que gracias a su determinación logró escapar asociado con un delincuente común. Fue una evasión preparada con paciencia, alimentada de amistad, solidaridad y llena de poesía e ingenio libertario. Pero además de la fascinación por su relato que ya me había cautivado horas antes en voz de Bertha Vega, ex militante del Movimiento de Acción Revolucionaria (relato que inspiró a Carlos Montemayor para escribir La fuga), hubo en nuestra charla una revelación que me conmovió profundamente: mientras con mucho orgullo Ramón me presentaba a su hijo, un jovencito de aproximadamente 15 años que estaba cursando la preparatoria, me decía con igual satisfacción que por fin tenía un pedacito de tierra y una casa, que era lo que más había anhelado en la vida. ¡Por un pedacito de tierra y educación para su hijo, ese hombre desdentado, de estatura baja, cabello muy negro y ojos sonrientes que estaba frente a mí, había sido capaz de tantas acciones heroicas! Pareciera que decisiones firmes en torno al reclamo de derechos elementales negados de manera obstinada por los gobiernos impopulares, son la materia de la cual están hechas gestas heroicas como el asalto al Cuartel Madera.

Miseria significa un cuartucho en el que se cocina, es sala y dormitorio para una docena de personas de diferentes edades, ocupaciones y sexos; significa buscar trabajo con hambre, acostarse con hambre y levantarse con hambre, significa pleitos familiares, desnutrición, raquitismo y lombrices, ignorancia y prejuicios; significa vicios y desajustes en la personalidad, significa promiscuidad, madres de 14 años, violación, robo, violencia y cárcel. [...] La agonía del imperialismo, acontecimiento magnífico que mucho nos alegra, entra a graves peligros y es una etapa amarga y difícil, porque indudablemente tratará de salvarse a expensas de nuestros pueblos; en la medida que se hunda en el pantano de sus contradicciones, jaloneará con más fuerza a los pueblos que sojuzga, intensificará su expoliación. Para México será particularmente difícil esta etapa por estar al pie del coloso imperialista; es indudable que no escapará a algunos zarpazos que lance en sus estertores de agonía. [...]

Resoluciones 2 El mundo colonial y semicolonial

Para los saqueadores imperialistas las colonias no son naciones con personalidad jurídica y soberanía ni son pueblos integrados por seres humanos que sufren y luchan por una vida mejor, simplemente son regiones abastecedoras de materias primas y de carne de cañón y mercados para chácharas. [...] Para poder seguir explotando tuvo el imperialismo que darle una barnizada a sus viejas tretas y poner una envoltura a sus eternos propósitos de expoliación y saqueo. Ahora prefiere mandar misiones diplomáticas armadas de dólares y comisiones de la ONU o de la OEA a someter a los pueblos. Ahora prefiere aplastar y encadenar a los pueblos con tratados leoninos, con empréstitos y otras artimañas diplomáticas en lugar de con ejércitos, porque son cadenas muy efectivas y además invisibles, los pueblos tardan a veces mucho tiempo en verlas.


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[...] Aquí contamos a la India cuya población es diezmada por el hambre, en fin, aquí se incluyen los pueblos que por sus riquezas potenciales podrían ser completamente felices y son sin embargo los más desdichados de la Tierra porque sobre ellos se abate la plaga más terrible y voraz de todos los tiempos: los imperialistas. [...] Ciertamente los sacrificios que implica la revolución son muy grandes, por ello no todos son revolucionarios, pero la sangre que se derramará para liberar a las masas se derrama hoy estérilmente, y cuanto más rápido se haga la revolución mejor porque serán grandes sufrimientos estériles los que se ahorrarán en los pueblos.

Resoluciones 3

Breve resumen histórico Los momentos en que el pueblo mexicano ha respirado libremente y ha hecho valer su soberanía y su voluntad han sido pocos y efímeros, sólo han durado mientras el pueblo ha tenido rifles en la mano, pero cada vez que lo han desarmado le han quitado también derechos y su libertad. El pueblo mexicano ha comprobado por su propia experiencia que el poder, que la soberanía, los derechos y la libertad residen en el fusil.

NORMALISTAS Y MAESTROS EN LAS INVASIONES DE TIERRA Aleida García Aguirre

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principios de 1964, los primeros normalistas involucrados en el movimiento campesino, como Arturo Gámiz García, Hildebrando Gaytán, Saúl Chacón López y Guillermo y Eduardo Rodríguez Ford, habían egresado de la Normal y se dedicaban al magisterio. Aunque dejaron de ser estudiantes, los sujetos que vinculaban la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) con las normales mantuvieron relaciones de diferente cuño con los todavía alumnos y alumnas, incluidas la Escuela de Artes y Oficios y la Industrial para Señoritas, incidiendo sobre su decisión de solidarizarse con el movimiento campesino. En una carta de mayo de 1964, Arturo Gámiz le escribió lo siguiente a Clara Elena Gutiérrez Miramón, entonces normalista: “No es posible describirte la satisfacción y el estímulo que hemos sentido al conocer los hechos tan brillantes que ustedes están llevando a cabo […] Este ejemplo que están dando ha renovado nuestra decisión y ha reafirmado nuestra certeza de que el camino escogido es el que conduce a la meta”. Gámiz hacía referencia a las acciones estudiantiles que durante el primer tercio de 1964 se realizaron, entrelazándose con las invasiones

FOTO: Comité Primeros Vientos

El neocolonialismo se caracteriza porque los medios principales para efectuar el saqueo y la opresión son el control de la economía, el control del comercio exterior de la víctima, y hasta de su comercio interior, el intercambio desigual, acompañado siempre del soborno y la corrupción de los gobiernos nacionales y la acción de sus agentes quintacolumnistas y de los traidores. En su esencia, el contenido del neocolonialismo es el mismo del colonialismo revestido de una capa de hipocresía y disimulo. La misma explotación feroz y descarada se realiza ahora mediante el intercambio comercial aparentemente igual, voluntario y equitativo. Mediante el neocolonialismo, el imperialismo conserva intacto su control sobre naciones aparentemente soberanas, estables y en pleno desarrollo independiente.

Manifestaciones por tenencia de la tierra. Campesinos del distrito 05.

de tierras y las primeras operaciones de la guerrilla. A continuación reseñaré la avalancha de enero-marzo de 1964. El 31 de diciembre de 1963, 110 solicitantes de tierras del Nuevo Centro de Población (NCP) Pancho Villa iniciaron la invasión al predio Santa Anita, municipio de Janos, la cual concluyó el 20 de enero de 1964, cuando el ejército aprehendió a un grupo de los “paracaidistas”, entre ellos a Rosario Prieto Chavira, reconocido dirigente del NCP. Por su parte, el 15 de enero, 90 integrantes del NCP Guadalupe Victoria invadieron el Lote número 9 de la ex hacienda de Babícora, propiedad del español Amador Picazarri. A mediados de febrero, varios solicitantes de tierras afiliados a la UGOCM y siete estudiantes normalistas fueron aprehendidos en el desalojo de dos invasiones en Delicias y Saucillo.

Tres días después, el 21 de febrero, hubo una manifestación en Delicias para exigir la libertad de los presos. Al día siguiente, Arturo Gámiz, y otros campesinos fueron trasladados a la penitenciaría del estado por invadir un predio en el municipio de Madera; Gámiz permaneció preso hasta el mes siguiente, siendo interrogado en múltiples ocasiones respecto a la organización de las invasiones de tierras. Entre el 20 y el 24 de febrero hubo nuevas invasiones al Lote número 9 de la ex hacienda de Babícora y el predio Las Playas, ambas por el NCP Guadalupe Victoria, resultando detenidos tres de sus integrantes. Más adelante, el día 27, fueron desalojados los 17 campesinos miembros del núcleo El Triunfo por invadir el solar El Poleo, y resultaron detenidos los hermanos Portillo Murrieta, solicitantes de tierras y las normalistas

rurales Luz Eréndira Robles Castillos y Clara Elena Gutiérrez Miramón. El mismo día fueron aprehendidos los 36 “paracaidistas” de la Hacienda de San Ambrosio, municipio de Camargo, debido a que no se localizó a ningún “cabecilla”. A principios de marzo, por segunda vez en el año, el predio Las Playas fue invadido simbólicamente y desalojado por el ejército. En el mismo mes las normalistas Luisina Alvarado y Ruth Meléndez participaron en la invasión de Casa Colorada en el municipio de Madera. Como parte de la estrategia del movimiento campesino, algunos estudiantes que no invadieron, llevaron a cabo el “asalto al Agrario” el 22 de febrero. Esta acción consistió en la toma de la Delegación del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización (DAAC) en la capital de Chihuahua por hombres normalistas de la Escuela Normal del Estado (ENE) y de la Secundaria Estatal número Uno, mientras otro contingente que incluía mujeres de las mismas escuelas bloqueó las calles Séptima y Ojinaga para impedir el paso al edificio. El cuerpo de granaderos repelió a los estudiantes con gases lacrimógenos, los desalojó y los detuvo. Finalmente, sólo cuatro personas fueron procesadas: los estudiantes de la Normal Jesús Hilario Cardona Rodríguez, Guillermo Ramírez Guerrero y Jorge Rodas Rivera, y el maestro Guillermo Rodríguez Ford. Cuatro días después, el juez primero

DEL ALBA Y OTRAS APUESTAS

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Fritz Glockner Cuál es el mejor momento para recibir una mala noticia? ¿Quién está preparado para asimilar que el ser querido ha caído en combate? ¿Dónde se podría albergar la idea de un ataque al cuartel militar de Ciudad Madera? ¿Cómo imaginar las apuestas que se sucederían sin tiempo al aliento? Los chillantes sonidos de las balas cesaron la mañana del 23 de septiembre de 1965 en Madera, Chihuahua, el resultado no fue el imaginado por los integrantes del Grupo Popular Guerrillero. El sabor de la derrota en ese instante parecía una fotografía que se quedaría plasmada inamovible por el resto de la historia. La autoridad dejó ver de inmediato el color de sus entrañas bajo la consigna de “puesto que era tierra lo que peleaban, denles tierra hasta que se harten”, en voz del gobernador del estado. A pesar de las bajas, la voz de anhelo comenzó a recorrer el territorio nacional, el eco de aquel enfrentamiento fue encontrando sus círcu-

los donde alojar nuevas sensaciones, guiños, aspiraciones, gustos, deseos, sueños, intenciones, luchas… No existe casualidad en el hecho de que sea en los dos estados, de los cuales son originarios los dos íconos populares de la revolución mexicana, donde se aniden nuevas voces de libertad durante la segunda mitad del siglo XX; Rubén Jaramillo en el Morelos de Zapata y Arturo Gámiz y Pablo Gómez en el Chihuahua de Villa, desmoronando con sus actos las trompetas de estabilidad, justicia social y de economía para el bienestar que tanto pretendía perpetuar el nuevo régimen. Los acontecimientos de aquel jueves 23 de septiembre de hace cinco décadas van a colocar las miradas en ciertos vértices antes insospechados, convocando así a la sorpresa de los posibles actos provocados desde la población civil, la motivación de las mentes juveniles para hacer escuchar su voz y el origen de actitudes desde el Estado mismo cuyos focos rojos habían permanecido dormidos.

La lucha por la tenencia de la tierra era fundamental en los años sesentas.

Los actos del Grupo Popular Guerrillero son el primer impulso de una acción armada concertada desde los principios ideológicos y no sólo a partir de acciones producto de la sobrevivencia o la autodefensa, a pesar de que evidentemente existía una enorme carga de indignación por las afrentas recibidas, la injusticia como reina de todas las demandas sociales y el coraje por el descaro de la impunidad. La conformación de aquel foco guerrillero se genera dentro del análisis de la situación del estado de Chihuahua y del país entero, bajo una metodología social y ponderando una ideología específica.

Como reacción, se despierta al ogro con piel de cordero que habitaba en los cuerpos de aquellos generales revolucionarios con medallas al pecho de las gestas de 1910 convertidos en clase política, como es el caso del general Práxedes Giner Durán, en Chihuahua, y cabe recordar también al general Raúl Caballero Aburto, gobernador de Guerrero. Ante la hazaña de aquellos ingenuos que osaron atacar por primera ocasión una instalación militar, y ante la posibilidad de que este acontecimiento sólo quedara en la anécdota llevada por los im-


19 de septiembre de 2015 de distrito impuso a cada uno una fianza de diez mil pesos por los delitos de asonada y privación ilegal de la libertad; la fianza de Rodríguez Ford fue pagada por la Sección XL del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Los presos que resultaron de las invasiones de tierras y el “asalto al Agrario” condujeron a la realización de mítines y marchas para exigir su inmediata liberación y el reparto agrario; la primera manifestación sucedió en Delicias el 21 de febrero. Tres días después hubo tres manifestaciones: las normalistas de Saucillo celebraron un mitin en el pueblo, desafiando el llamado del subdirector de Normales quien, en esa misma fecha, las convocó a que dejaran de intervenir en el problema agrario; mientras, en la capital la Federación de Estudiantes de Chihuahua (FECH) concentró a centenares de estudiantes en la Plaza de Armas donde dieron discursos de protesta normalistas y solicitantes de tierras; por la noche hubo una “quema simbólica de las autoridades, encabezadas por el gobernador”. El 28 de febrero arribó a Chihuahua una “marcha de protesta”, iniciada en Saucillo, que se estableció en “parada permanente” frente al Palacio de Gobierno y a donde acudieron estudiantes a solidarizarse. Guadalupe Jacott recuerda que durante la caravana, las alumnas de Saucillo “Acordamos que no se nos diera pan de dulce ni postre, y ésa es la propuesta de que no se nos diera […] y ese dinero nos lo dieran para dárselo a los cam-

pulsos irracionales, el Estado mexicano inicia su zaga editorial contratando plumas a modo para que den fe de los hechos y se secuestre la información, la historia, la versión y la palabra misma; de ahí el surgimiento del libro ¡Qué poca mad...era! de un tal Prudencio Godines Jr., como versión que contrapone, contradice y reorienta lo que en su momento divulga José Santos Valdés en su libro Madera; y luego ya sería común la proliferación de distintos textos a modo, y para cada ocasión, como sería el caso de El Móndrigo, cuando el movimiento estudiantil de 1968 y El camarada Ernesto, en los albores del auge de la guerrilla urbana de los años 70’s. Una vez recibido el golpe y sabiendo que en el plano militar se había logrado el escarmiento, el Estado mexicano decide la profesionalización de sus cuerpos de seguridad, aumentando la matrícula de varios alumnos en la Escuela de las Américas, y conformando el grupo especial C-047 de lucha antiguerrillera, cuyo primer director fue Miguel Nazar Haro. Más valía estar preparado para el futuro que volver a permitir los impulsos aventureros de normalistas, profesores, médicos, estudiantes, campesinos

7 pesinos que venían en la caminata, entonces nos lo negaron y fuimos y abrimos la bodega y sacamos la comida [huevos, pan, panqué] y se las llevamos”. En la tarde del mismo día, la Normal del Estado realizó un “acto fúnebre” que fue recordado por Saúl Chacón como una acción muy “ingeniosa” de los estudiantes, porque hicieron ataúdes, se vistieron de luto y usaron capa y sombrero de copa mientras la banda de guerra de la Normal del Estado marcaba toque marcial, simbolizando la muerte de la justicia y la libertad. Las ocupaciones provisionales de tierras no impidieron que, en paralelo, los campesinos se reunieran con las autoridades agrarias. Por el contrario, la línea de la ilegalidad no se emprendió para cancelar la legalidad sino para agilizarla y hacer pública su inconformidad con las autoridades agrarias. Las invasiones pudieron ser un factor de presión que incentivara al presidente Adolfo López Mateos para derogar los certificados de inafectabilidad ganadera de cuatro predios con más de 31 mil hectáreas en los municipios de Aldama y Janos. Sin embargo, las derogaciones no significaban su entrega a los grupos solicitantes de la UGOCM, la posibilidad de entregar tierras otorgaba al gobierno federal la ocasión para transformar la presión de la invasión en una coacción contra los individuos capacitados para que se alinearan a la organización agraria oficial. Teniendo en sus manos el poder para decidir quiénes eran verdaderos campesinos y quiénes –a pesar de serlo- eran manipulados por

o cualquier otro ciudadano con un manual de guerrilla en la mano, inspirado por lo que seis años atrás se habría conseguido en Cuba. La ola expansiva de lo ocurrido en Madera no se quedó a dormir en Chihuahua, otros ya estaban esperando el llamado de aquellas voces para continuar con la gesta; de ahí el surgimiento del foco armado comandado por Óscar González Eguiarte, cuyo trágico final en 1968 es similar al de 1965. Pero el impulso arriba a la ciudad de México y de ahí viaja a Guadalajara para convocar a todos aquellos cuya apuesta es similar por cambiar el estado de cosas en nuestro país, y un lunes 5 de marzo de 1973 dan inicio los trabajos para fundar lo que será la Liga Comunista 23 de Septiembre con su medio de difusión denominado Madera, grupo armado que tantos descalabros va a provocar al sistema, a la autoridad y a la clase empresarial durante cuatro años y que continúa en el imaginario colectivo hasta nuestros días. Según recuerdo de la memoria arrebatada a Carlos Montemayor, él con tan sólo 18 años se impacta con la noticia recibida durante

“agitadores profesionales” o agentes “comunistoides”, las autoridades agrarias obligaban a los NCP ugocemistas a abandonar la afiliación disidente en aras de conseguir tierras. En febrero 24, después de los desalojos y el “asalto al Agrario”, varios campesinos de Madera se reunieron con el delegado estatal del DAAC, Eduardo Juárez Santos Coy, para solicitarle que se llevaran a cabo los trabajos técnicos informativos de los afiliados a la UGOCM. A principios de marzo hubo nuevas reuniones en las oficinas del DAAC, en estas ocasiones el ex normalista Saúl Chacón López fue el representante de los peticionarios que estaban apostados en parada permanente. Paradójicamente, las invasiones (ilegales) se realizaban para acelerar el curso del procedimiento agrario determinado por la ley. En resumen, durante enero-febrero de 1964, las estrategias del movimiento campesino fueron las invasiones de tierras, la toma del edificio del DAAC en el estado, los mítines, las marchas y las reuniones con las autoridades agrarias. En estas estrategias participaron los normalistas: hombres y mujeres de la Normal del Estado, la Normal Nocturna y las normales rurales de Salaices y Saucillo, así como estudiantes de la Industrial para Señoritas y de la Secundaria Estatal número Uno. En estas acciones se introdujeron variaciones a las formas de protesta tradicionales: la quema simbólica de las autoridades y el acto fúnebre convocados por los estudiantes fueron eventos que renovaron el esquema tradicional de marcha-mitin-oradores.

aquellos lejanos días de septiembre de 1965; sus conocidos habían decidido la acción impensable, ¿cómo era posible que sucediera? ¿Por qué no estaba enterado de lo que pretendían? ¿Quién le había dejado fuera de la historia? Sabía de antemano que los nombres impresos en aquel periódico mural de la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM no correspondían a unos vándalos, delincuentes, aventureros, o malhechores como la prensa pretendía encaramar sus existencias; por el contrario, podría atestiguar que los apellidos Gómez, Gámiz, Gaytán y Scobell pertenecían a familias honestas, con tradición de estudio y convicciones. Como fuerza por secuestrar la palabra, el Estado mexicano había venido desarrollando una estrategia de exterminio de los luchadores sociales no sólo a partir de una guerra de baja intensidad por medio del asesinato, la tortura y la desaparición, sino que también en un deleite por imponer su versión de los hechos. Por ello, es apenas en 1980 cuando Salvador Castañeda, con su novela ¿Por qué no lo dijiste todo?, inicia el resquebrajamiento del cerco para liberar palabra, pensamiento, acción, historia,

Las negociaciones entre las delegaciones estatales de la UGOCM y el DAAC, y la paulatina liberación de los estudiantes e invasores, consiguieron silenciar momentáneamente al movimiento campesino, o al menos desaparecerlo de los encabezados de periódicos locales durante las tres semanas restantes de marzo. El silencio, que se antoja sinónimo de tranquilidad en la historia, tenía impresos varios sellos. En primer lugar, el de la gestación de una guerrilla rural en el norte de la Sierra Tarahumara, basada en la teoría del foco revolucionario, dirigida por Arturo Gámiz García. En segundo lugar, el de la represión de las autoridades: los presos liberados bajo fianza permanecieron dentro de la mirada penal; las normalistas de Saucillo fueron rodeadas por un destacamento militar permanente para impedir su asistencia a más invasiones y mítines, y fueron inspeccionadas por las autoridades educativas. Asimismo, el gobernador, general de división Práxedes Giner Durán, advirtió en un desplegado que el deber del gobierno era mantener la paz y seguridad pública y por esta razón “no [toleraría] y [reprimiría] con energía todo acto que propicie la comisión de hechos violatorios de nuestras leyes” e hizo un llamado a los maestros para que se dediquen exclusivamente a la docencia, a los estudiantes para que “acentúe[n] su amor por la Patria”, y a los padres de familia para que vigilaran que sus hijos mantengan la obligación “del estudio y el cumplimiento de las leyes”.

hechos y verdades sobre el periodo oscuro de la existencia de la guerrilla en México, y que va a alimentar de manera inigualable Carlos Montemayor con la indignación atragantada desde aquel otoño de 1965, cuando sale a la luz en el año de 1991 su novela Guerra en el paraíso, como ejercicio de práctica para lograr sanar las entrañas y poder abordar la experiencia de sus antiguos amigos acribillados en Madera, que logra consolidar con la publicación de Las armas del alba en el 2003, La fuga en el 2007 y, para cerrar el ciclo con la experiencia de la visión femenina, Las mujeres del alba en el 2010. Otros nombres se han venido a sumar en la divulgación histórica por medio de la literatura de aquellos acontecimientos cuya claridad sigue siendo una apuesta de futuro en contra de los embates que ofrece la versión oficial de lo acontecido durante las décadas negras de los años 60’s y 70’s de nuestro país. El alba como figura primordial de la obra literaria de Montemayor sigue siendo un camino hacia el cual se dirigen nuestras miradas cuando atravesamos la historia de lo que sucediera hace 50 años.

Resoluciones 4. Medio siglo de dictadura burguesa. La burguesía ha fracasado, es incapaz de resolver los problemas fundamentales del pueblo El de la tierra, el del desempleo y los bajos salarios, el educacional, el de la vivienda y el de la insalubridad son los problemas fundamentales del pueblo. Resolverlos real y cabalmente significa vivir con bienestar, salud y cultura, anhelo secular y aspiración suprema de todos los pueblos de la Tierra cualquiera que sean su color o sus creencias. [...] La obligación de los revolucionarios es sintetizar y racionalizar la experiencia que las masas obtienen en sus luchas e integrarla con la del movimiento revolucionario universal, y señalar la conclusión de que solamente cambiando el sistema las masas populares podrán emanciparse y el único camino que conduce a su liberación definitiva es el de la acción revolucionaria para derribar a la burguesía. [...] El revolucionario no es la persona que posee un cúmulo de conocimiento teórico y maneja con soltura el lenguaje dialéctico sino el que, además de esto, tiene una serie de cualidades, actitudes, capacidades y hábitos revolucionarios que no pueden aprenderse en ningún libro porque se adquieran y desarrollan únicamente en la acción revolucionaria junto a las masas. [...] han desaparecido casi todas las escuelas Artículo 123 y no se piensa ya en llevar la educación a los rincones apartados de la Patria, buscan la manera de liquidar las normales rurales, han cerrado varias normales urbanas y la educación se está entregando nuevamente al clero. Se ha perdido la beca estudiantil, el internado y llegará, quien lo dude, el día que se pierda la libertad y la vida. Ese es el precio que pagan los pueblos por su libertad y felicidad.


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MADERA REBELDE Resoluciones 5.

Jesús Vargas

El único camino a seguir

agraristas y las guardias blancas de la Babícora, mientras que las autoridades agrarias dejaban sin efecto los expedientes de varios grupos de solicitantes que reclamaban la afectación de este latifundio y de otros que habían permanecido intocables.

Está demostrado que no hay que esperar a que estén dadas todas las condiciones porque las que faltan surgen en el curso de la insurrección armada. [...] No se trata de soñar grandes operaciones tácticas sino de contestar como sea uno de los múltiples golpes que el gobierno prodiga a las masas. En el curso de las operaciones militares las guerrillas se foguearán, se consolidarán, aumentarán sus filas y se multiplicarán; la organización se irá estructurando poco a poco en la medida que surjan las condiciones que los permitan, las llamas de la revolución se irán extendiendo poco a poco a más rincones de la República. [...] El camino que nosotros hemos escogido está perfectamente claro, consideramos que ya es la hora de iniciar la revolución. Sabemos que no han madurado todas las condiciones ni vamos a sentarnos a esperarlas, madurarán al calor de las acciones revolucionarias. La lucha será terriblemente prolongada y hay que empezar jóvenes. Por nuestra cuenta no daremos ya marcha atrás en el camino de la revolución. Fuente: Ediciones Línea Revolucionaria. Chihuahua, México, 1965. www.madera1965.com.mx

FOTO: Comité Primeros Vientos

Concebimos la reconstrucción del movimiento obrero, la unificación de la izquierda y la unificación del frente democrático o frente nacional patriótico como frutos del proceso revolucionario armado, no como sus antecedentes o requisitos previos.

Manifestación de apoyo al doctor y profesor Raúl Gómez, quien había sido cesado después de una invasión de tierras.

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l 23 de septiembre de 1965, a las 5:45 de la mañana, un grupo armado atacó el cuartel militar de Ciudad Madera. En menos de media hora fueron abatidos ocho de los guerrilleros y cinco lograron romper el cerco, remontándose en la sierra, donde la gente los ocultó.

El primero de estos acaparaba 700 mil hectáreas de bosque virgen, y varias concesiones para tender vías del ferrocarril. El latifundio de la Babícora contaba con más de 400 mil hectáreas, la mitad boscosas y la otra parte ubicada en una gran altiplanicie con las mejores tierras agrícolas del estado.

De los guerrilleros muertos, siete no habían cumplido 25 años: Arturo Gámiz, profesor rural; Salomón Gaytán, campesino; Antonio Scobell Gaytán, campesino; Miguel Quiñónez Pedroza, profesor rural; Óscar Sandoval, estudiante normalista, y Emilio Gámiz, estudiante normalista. El octavo fue el doctor Pablo Gómez, de 39 años, profesor de la Normal rural de Saucillo.

En 1909, Green vendió el latifundio, las instalaciones del aserradero y las concesiones del ferrocarril a una sociedad anglo estadounidense que se registró como The Madera Company Limited, donde se habían concentrado más de dos mil obreros provenientes de rancherías de los alrededores. El gobierno de México apoyó a la nueva sociedad incrementando la concesión boscosa hasta más de un millón de hectáreas y autorizando la construcción de nuevos ramales del ferrocarril. Desde entonces se hizo costumbre entre la gente identificar a toda la empresa como Ferrocarril del Noroeste.

Al fracaso de la acción guerrillera le sobraron explicaciones: de los 30 guerrilleros que estaban comprometidos, solamente fueron 13 los que se coordinaron; del armamento que se tenía disponible, sólo se pudo utilizar una parte, porque las mejores armas no llegaron a tiempo, y la dirección del comando había recibido la información de que sólo estarían resguardando el cuartel dos pelotones (22 soldados), pero en realidad sobrepasaban los cien soldados. Ahora que se cumplen 50 años de este acontecimiento, es pertinente preguntar: ¿De dónde surgió el grupo guerrillero? ¿Qué esperaban con esta acción? Para responder la primera pregunta se tiene que hacer una retrospectiva hasta los primeros años del siglo XX, cuando todavía estaba en el poder Porfirio Díaz. El pueblo Madera surgió en 1906, en medio de dos grandes latifundios porfirianos: el de William Green, conocido como Ferrocarril del Noroeste, y el de la Compañía Babícora del magnate del periodismo en estados Unidos, William Randolph Hearst.

En 1917 un grupo de obreros del aserradero de Madera solicitaron tierras por la vía ejidal y en 1925 se les entregaron dos mil 500 hectáreas, mil de las cuales pertenecían al Ferrocarril del Noroeste y mil 500 a la Compañía Babícora. Con esta dotación, los campesinos de la región redoblaron los esfuerzos para que se fraccionara, pero las autoridades agrarias se negaron una y otra vez. El 13 de abril de 1939 un grupo de campesinos, asesorados por el líder Socorro Rivera, tomaron un pequeño predio de la Babícora, y fueron atacados por un grupo de policías y pistoleros de la Compañía. Los primeros disparos los dirigieron contra el núcleo en el que estaban Rivera y su secretario Manuel Jiménez, cayendo muertos los dos; enseguida los policías persiguieron a los agraristas y mataron e hirieron a varios, mientras los soldados observaban impasibles. En los años siguientes se agudizaron los enfrentamientos entre los

En 1946, poco antes de que se iniciara el nuevo sexenio, la sociedad anglo estadounidense vendió a Eloy Vallina, cabeza de un grupo de capitalistas chihuahuenses, la concesión boscosa y el Ferrocarril del Noroeste. La operación, en la que intervino el presidente electo Miguel Alemán, resultó un gran negocio para todos. El grupo de capitalistas encabezado por Eloy Vallina creó la empresa Bosques de Chihuahua y seis años después, poco antes de que dejara la presidencia Alemán, el gobierno de México compró el Ferrocarril del Noroeste en un precio muy superior al que se había pagado por éste y por el bosque en conjunto. La empresa Bosques de Chihuahua instauró una política despiadada contra los posesionarios que durante generaciones habían ocupado pequeños lotes que se encontraban dentro del latifundio, entre éstos una comunidad de indios pimas. Hasta entonces nadie los había molestado, pero durante la década de 1950 se agudizó este conflicto porque la empresa, con todo el apoyo del gobierno de Chihuahua, utilizó pistoleros para desalojar a las familias de los posesionarios, como fue la encabezada por Rosendo Gaytán, una familia muy numerosa que se había arraigado en el antiguo Mineral de Dolores, muy cerca de Madera. De manera espontánea el profesor jubilado Francisco Luján, militante del Partido Popular Socialista (PPS), se convirtió en asesor de los posesionarios y solicitantes de tierras. A finales de 1959 el profesor Luján fue asesinado, y la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) comisionó al joven Álvaro Ríos para que atendiera los problemas de la región de Madera. Éste visitó a los posesionarios y solicitantes y les indicó que en adelante tratarían todos los problemas en conjunto. En enero de 1960 se reunieron en un gran mitin en la plaza de Ciudad Madera más de 500 campesinos. Acudieron también varios militantes del PPS, y entre los oradores participaron Arturo Gámiz y Pablo Gómez. Meses después se organizó una gran caravana de Ciudad Madera a la ciudad capital Chihuahua, con el fin de entrevistarse con el presidente Adolfo López Mateos,

para solicitarle que se cumpliera con el artículo 27 constitucional y se procediera a la afectación de todos los latifundios que tenían acaparada la mayor parte de las tierras agrícolas. Con este acontecimiento, se inició el movimiento agrario que rápidamente se extendió en todo el estado, desde Villa Ahumada hasta Santa Bárbara. Durante los años siguientes se hicieron grandes movilizaciones, surgieron cientos de grupos solicitantes que se unieron a la UGOCM y emergieron líderes como Salvador y Salomón Gaytán. Los estudiantes apoyaron organizadamente las movilizaciones. De las filas del PPS surgieron muchos líderes que se comprometieron con el movimiento: Pablo y Raúl Gómez, Guillermo y Eduardo Rodríguez Ford, Emilio Gámiz, Miguel Quiñónez, Óscar González, etcétera. En 1962 Arturo Gámiz se integró como profesor voluntario en Cebadilla de Dolores, poblado cuyos habitantes se habían distinguido por su combatividad desde los primeros conflictos con Bosques de Chihuahua. El movimiento de masas creció de manera incontenible, se hicieron caravanas desde distintos rumbos del estado, se tomaron simbólicamente los latifundios, se tomó en varias ocasiones el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización (DAAC), se buscó la mediación del presidente Adolfo López Mateos... Pero nada dio resultado. La consigna del gobierno era no entregar la tierra a grupos que no pertenecieran a la Confederación Nacional Campesina (CNC), organización afiliada al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Al iniciarse el año 1964 se invadieron simbólicamente varios latifundios y los campesinos hacían campamento a la orilla de la carretera de forma pacífica. No obstante, el ejército intervino con violencia desalojando y aprehendiendo a los campesinos. El 21 de febrero fue detenido Arturo Gámiz, cuando estaba con uno de los grupos invasores en la localidad de Casa Colorada. Fue liberado el 4 de marzo, y cuando se despidió de su amigo el periodista Pedro Muñoz Grado, le dijo que nunca más lo iban a meter en la cárcel, que ya no lo iban a ver en las oficinas del Agrario pidiendo de favor soluciones que nunca llegaban, que de allí en adelante su lucha sería otra. El uno de marzo, unos días antes de la liberación de Arturo, un grupo de campesinos dirigidos por Salomón Gaytán, quemaron un puente en el camino de Cebadilla de Dolores a Ciudad


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En estas condiciones se prepararon las acciones que condujeron a un grupo de 13 guerrilleros a tomar por asalto el cuartel militar de Ciudad Madera el día 23 de septiembre antes del amanecer. Arturo y sus compañeros sabían muy bien que si lograban triunfar en esa acción, cientos de campesinos convencidos de que no había otro camino se unirían a la lucha.

Coronel William C. Greene durante la huelga de los mineros de 1906, Cananea, México

Madera; días después, el 5 de marzo, ajusticiaron al cacique Florentino Ibarra. A partir de ese momento el gobernador Práxedes Giner empezó a mencionar la existencia de una gavilla de bandoleros en la región de Madera y se desató la represión por parte del ejército. El día 6 de abril, el PRI organizó en la Plaza de Armas de Chihuahua un mitin de apoyo a la candidatura de Gustavo Díaz Ordaz. En esa ocasión alguien quemó el templete, lo cual permitió desatar

una gran campaña contra los estudiantes y reprimir cualquier movilización de los campesinos. El 25 de mayo, cuando Álvaro Ríos se encontraba en una comisión con el procurador de justicia, Hipólito Villa, hijo del general Francisco Villa, fue detenido y encarcelado sin ninguna justificación, siendo liberado hasta el 18 de noviembre, cuando el movimiento agrario había quedado prácticamente aniquilado por la vía de la represión militar y la cárcel.

Ramón Mendoza, uno de los sobrevivientes, registró las últimas palabras que les dijo Arturo antes de ocupar su posición de combate: “Compañeros, este día 23 de septiembre será un día muy grande, y de este día en adelante surgirán elementos muy valiosos, y si algún compañero llega a caer en este pueblo, este pueblo llevará el nombre del compañero caído; y si algún compañero llega a quedar herido, daremos la vida para sacarlo.” El 11 de julio del año 2011 me reuní con Leonel Chávez, tesorero de la Presidencia Municipal de Madera en 1965, y con Pedro Muñoz, periodista de El Heraldo, que estuvo en Madera al día siguiente del asalto. Entre los dos describieron los hechos de los que fueron testigos.

Leonel Chávez comenzó la narración, señalando un detalle importante sobre la cantidad de soldados que se encontraban en el cuartel cuando ocurrió el asalto: “Yo había hecho amistad en ese tiempo, con algunos oficiales que eran jóvenes como yo. La semana anterior al asalto se les había notificado que se prepararan para salir a Ciudad Juárez el martes 21. Nos pusimos de acuerdo para despedirlos con un convivio que hicimos el sábado 18. “En esos días sólo había dos corridas a Ciudad Juárez, una el martes y otra el viernes. Entonces me llamó la atención que el martes no se fue el ejército como se había anunciado. Así que el 23 en la noche, estaba el destacamento completo de soldados. Por eso mucha gente se pregunta, ¿cómo era posible que un grupo de 13 mal armados se atrevieran a atacar un destacamento de ciento y fracción de soldados perfectamente armados? “Después de que todo terminó, el ejército dejó que la autoridad decidiera lo que se iba a hacer con los cuerpos. Entonces los subieron en la plataforma de un camión y lo dejaron frente a la Presidencia. Empezó a llover y ahí estuvieron

un rato, solos, mojándose. Alguien dio la orden de que bajaran los cadáveres y los metieran al estacionamiento-cochera de la Presidencia. La gente se empezó a acercar a verlos y fue cuando la mamá de Salomón reconoció a su hijo y exigió que se lo entregaran. Nadie hizo nada por impedirlo.” Pedro Muñoz continúa en este punto la narración: “En Chihuahua se tuvo conocimiento de que habían entregado un cadáver, entonces fue cuando al día siguiente la Sección 40 del Sindicato fleta un avión para recoger al doctor Pablo Gómez y a Miguel Quiñónez, quienes habían sido miembros de esa Sección. Yo aproveché y le pedí al fotógrafo Juanito de la Torre que me acompañara. Llegamos a Madera y el señor Lozoya, de la funeraria, procedió a depositar los cuerpos del doctor y de Miguel en una bolsa cada uno; y cuando los estábamos metiendo a la avioneta, fue cuando se recibió por el radio la orden directa del gobernador Giner, de que no se debía permitir recoger ninguno de los cuerpos. Es en ese momento cuando Giner soltó la frase: ‘¿Querían tierra?, ¡denles hasta que se harten!’”.

MADERA*

Elizabeth Henson Doctora por la Universidad de Arizona. Escribe un libro que se titulará Madera 1965: Obsessive Simplicity, the Agrarian Dream, and Che, basado en su tesis

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n 1899, el ranchero de Arizona William C. Greene compró una mina de cobre en Cananea, Sonora, y más adelante prosiguió con la compra de decenas de minas y millones de hectáreas de bosques en Chihuahua. También compró la vía férrea de El Paso a Terrazas, en el norte de Madera, con la expectativa de extenderla para proveer de madera a la mina de Cananea. Él construyó el pueblo-aserradero de Madera y formó la Sierra Madre Land and Lumber Company. Madera comenzó así como un pueblo-compañía, con cien casas de madera estilo estadounidense –conocidas aún ahora como el barrio americano- para gerentes extranjeros, y otro barrio, sin agua potable ni electricidad, para los trabajadores mexicanos. En 1906, los trabajadores mexicanos de la mina de Cananea se declararon en huelga, demandando igualdad salarial con los trabajadores estadounidenses y una jornada de ocho horas. La huelga derivó en motín; los mineros rebeldes quemaron instalaciones de la empresa y varias personas murieron. En respuesta, Greene llamó a un grupo de vigilantes estadounidenses dirigidos por los Rangers de Arizona y sometió a los huelguistas. La huelga exhibió las endebles bases del incipiente imperio de Greene, quien se fue a la quiebra en la recesión de 1907. En Madera, dos mil trabajadores fueron despedidos después de meses de trabajo sin paga. La propiedad de Greene en la sierra pasó a las manos del estado de Chihuahua, que vendió una parte a inversionistas estadounidenses. Estas vastas posesiones, junto con las inmen-

sas propiedades agrarias de la familia del magnate de la prensa, William Randolph Hearst, que conformaban la Hacienda de Babícora, fueron disputadas durante décadas por campesinos locales, muchos de ellos pequeños propietarios despojados por la expansión de las haciendas y la construcción del ferrocarril en la década de 1880. En los años que precedieron a la Revolución de 1910, el distrito de Guerrero -al que Fernando Jordán llamó la “Longitud de Guerra”- se rebeló una y otra vez. En 1938, tras décadas de protesta, el presidente Lázaro Cárdenas otorgó una porción de Babícora a la Unión de Veteranos de la Revolución, pero guardias blancas al servicio de los Hearst evitaron que la comunidad tomara posesión. Al siguiente año, los campesinos invadieron la tierra y su líder Socorro Rivera fue asesinado. Durante el sexenio de Miguel Alemán Valdés (1946-52) los intereses empresariales concentrados en el Banco Comercial Mexicano adquirieron aserraderos, vías férreas y cientos de miles de hectáreas de bosques, y formaron la compañía Bosques de Chihuahua, con sede en la ciudad de Madera. Entre los fundadores se encontraban el ya expresidente Alemán; Eloy Vallina, un empresario español que había fundado también el Banco Mercantil y cuyos descendientes siguen siendo terratenientes importantes en Ciudad Juárez; el general Antonio Guerrero; el banquero Carlos Trouyet; un viejo gobernador, Teófilo Borunda, y miembros de las poderosas familias Terrazas y Almeida. La compañía era dueña de cerca de 270 mil hectáreas en total, además de la

madera obtenida de propietarios privados y ejidales. El grupo llegó a fundar Comermex, una de las instituciones financieras más poderosas de la República. También construyó muchas fábricas en las inmediaciones de la Colonia Anáhuac para producir triplay y celulosa, esta última para cubrir la demanda de pulpa de madera, derivada de los cambios en el proceso de fabricación del papel. El grupo Chihuahua vendió lotes a los ganaderos aunque a veces se tratara de territorios nacionales habitados desde hacía muchos años. Por esta vía, José Ibarra Ronquillo, Tomás Vega Portillo, Alejandro Prieto García y Roberto Schneider formaron la compañía Cuatro Amigos en 1956, dedicada a la compra-venta de ganado. José Ibarra se destacaba por su crueldad y por las violaciones a las mujeres serranas que perpetraban él y sus familiares. Con el agresivo empuje de la extracción maderera de los bosques de la sierra, los industriales respaldados por las autoridades estatales emplearon a los caciques locales, sobre todo a los Cuatro Amigos, para apropiarse de la tierra por medio de la intimidación y la violencia. La avidez de tierra de los manifestantes reflejaba la condición precaria de cientos de rancheros en toda la zona que contaban con títulos endebles, pese a que muchos de ellos habían vivido por generaciones en las tierras ahora reclamadas por Bosques de Chihuahua o por los Cuatro Amigos. Las zonas mineras, como Batopilas y Dolores, cerca de la frontera con Sonora, hacía tiempo que contaminaban el área circundante y consumían sus bosques por la demanda de madera

y combustible. Sin embargo, el impacto de la minería fue local comparado al de la extracción de madera, cuya producción se estaba incrementando exponencialmente para abastecer las necesidades de un mercado en crecimiento. El aumento de la tala no sostenible también amenazaba la supervivencia de los pueblos indígenas, al socavar las bases materiales de su cultura. Estos fueron algunos de los antecedentes de la histórica lucha del pueblo chihuahuense en pro de la justicia agraria y social durante la década de 1960. La guerrilla de Chihuahua se colocó en un punto de inflexión entre los viejos métodos de lucha que se remontaban a la Revolución de 1910 y a batallas anteriores en la frontera, y expresiones derivadas de la nueva izquierda y su repudio hacia los movimientos comunistas ortodoxos; esto abrió la puerta a una serie de movimientos armados cuyas demandas iban más allá del cumplimiento de las disposiciones agrarias de la Constitución de 1917. En medio del llamado “milagro mexicano” – crecimiento económico, urbanización y el ascenso de la clase media-, esto revelaba un profundo descontento, tanto de los campesinos destinados a pagar el precio, como de los estudiantes que se suponía iban a ser los beneficiarios. Los acontecimientos en Chihuahua y en toda la República en los años 1960 y 1970 hicieron añicos lo que quedaba de las pretensiones del régimen priista de poseer una herencia revolucionaria, y abrieron el camino a los movimientos sociales autónomos que proliferaron en las siguientes décadas. Los primeros vientos barrieron lo viejo e hicieron espacio para lo nuevo. *Traducción del texto, por Adela Cedillo.


19 de septiembre de 2015

10 dáver de un hermano”. El capitán se volvió a mirarme. “Vengo por Salomón Gaytán. En el radio dicen que ustedes tienen su cadáver aquí, en el cuartel.” Intervino el que acompañaba al capitán: “Es uno de los muertos por los explosivos. Cayó bajo el talud de las vías del ferrocarril”. “¿Por qué quieren ustedes su cadáver? No lo necesitan. Yo sí”. El capitán me miró inexpresivamente. Luego dio instrucciones a su asistente (Pag. 27).

LAS MUJERES DEL ALBA, DE CARLOS MONTEMAYOR*

FOTO: Susana de la Garza

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Carlos Montemayor entrevistando a doña Herculana Adame de la Cruz, una de Las mujeres del alba

ALBERTINA Hermana de Salomón Gaytán Aguirre, campesino, 23 años, caído en el asalto al cuartel Madera el 23 de septiembre de 1965 “Van a matar a mi hermano Salomón. ¿No oyes los disparos?”, insistí, “están atacando el cuartel”. “No entiendo”, contestó mi hija. “Tienes que entender ahora, porque Salomón es de los atacantes. Recé muchas semanas para que esto no ocurriera.” El tiroteo aumentaba por el rumbo de los cuarteles y de los talleres de ferrocarriles. Había explosiones de bombas. Me asomé por la ventana: estaba oscuro, nada podía ver. Salí al corral y a lo lejos vi el espejo quieto y negro de la laguna. Olía a humedad, a lluvia reciente; la tierra en el corral estaba reblandecida, lodosa. Me sentía atrapada por la oscuridad, por el tiroteo y las voces. Quise gritar también, correr hacia la laguna. Sentía la muerte, el pensamiento, la delicada luz del amanecer que no lograría soportar estas cosas. Mi hija mayor quiso tranquilizarme. “Van a matar a Salomón”, repetí. “Hace frío”, dijo mi hija, “entremos en la casa”. “No quiero, no puedo”, repetí. Presentí que iba a llorar, pero me esforcé en permanecer firme. “Deben estar ahí mis hijos Juan Antonio y Lupito”, pensé, “también Salvador. Están ahí mis hermanos y mis hijos, los Gaytán y los Scobell”. Mi hija temblaba a mi lado; era el frío, el miedo, no sé. Yo estaba mirando el cielo, buscando una grieta de luz, de amanecer. Cerré los ojos un momento, rezando. Cuando los abrí, estaba de nuevo en la casa, con una taza de café caliente en las manos. Mi hija me había puesto una frazada en la espalda y me miraba con los ojos llorosos. “No estoy segura si prefiero que amanezca. Quiero que todo el día siga así, a oscuras”, me dije, “¿Y los otros muchachos, los que no son de aquí? ¿Qué haremos con esas familias?”, murmuró mi hija (Pág. 19). ****

No soportaba continuar encerrada en la casa. Quería salir a los cuarteles, comprobar lo que estaba ocurriendo. La gente corría por las calles. Un vecino informó que estaban atacando el cuartel con explosivos. Yo sabía que eran mis hermanos y mis hijos. Muchos soldados acampaban fuera de los cuarteles, al otro lado de la laguna, y quizás ahora avanzaban hacia la guarnición y atacaban desde la ribera. Oí el silbato del ferrocarril cuando el tiroteo aún era intenso. Pensé en enviar un mensaje a mis padres, a mi marido, que estaban en el rancho. Alguien tenía que avisarles. Cuando amaneció por completo, cesaron los tiros. Los soldados pasaban corriendo en grupos por las calles, apuntando con las armas; iban persiguiendo a alguien. A lo lejos, bajando por la calle del cerro, distinguí a Monserrat. Venía con sus cinco hijos, los hijos de mi hermano Salvador. A él y a Salomón los han buscado con mayor tesón los soldados y los policías rurales. Tienen miedo de ambos. Pero sobre todo presionan a Monserrat, a mí, a mis padres. Nos arrestan, nos interrogan, nos incomunican, nos amenazan. Ahora ellos aquí están, ahora aquí los tienen cerca (Pág. 22). **** Lo presentí. Le tocó morir a Salomón, no a Salvador. Cuando lo escuché por radio me dije: “Ahora no se equivocan. Sé que es Salomón”. Mi hermano menor que reía, que cocinaba, que le gustaba hacer tortillas de harina, que era valiente, el más justo. Salvador era reflexivo, pensaba las cosas, actuaba con tiento. Salomón reía, actuaba con el corazón, con la fuerza del mundo, como llega el viento o inunda el calor. Él cuidó a mis hijos, los llevó con él, los hizo justos y combativos. “Yo no les enseño, Albertina”, me dijo. “Su propia sangre les dice cómo ser. El valor no es algo que se aprenda; brota nada más. Tus hijos lo saben por su propia san-

gre. Así son Toño y Lupito, no les tengo que decir qué es lo justo y que no. Por eso nadie los va a doblegar”. Ya era joven cuando mi hermano estudió primaria. Álvaro Ríos lo convenció y lo llevó a la ciudad de Chihuahua. Ahí estudió. A Salomón le gustó. Lo hizo más natural, más lo que él era; le dio más libertad para ser así. Creo que lloré mientras iba por las calles. O quizás fue el frío, la humedad. Me parecía que atravesaba entre muertos, o entre gente que estaba a punto de morir. Iba sola, y sentía el sol que ascendía por el horizonte, que trataba de calentar el lodo, que brillaba en los charcos, en el bosque, en la sierra quieta, silenciosa. Varios soldados intentaron detenerme antes de llegar a los cuarteles. “Tengo que pasar”, les contesté sin detenerme. No hice caso. Ellos estaban nerviosos y confundidos. Dos soldados se interpusieron en mi camino y me dijeron que no podía pasar. “Vengo por mi hermano que está en el cuartel”, respondí sin detenerme, esquivándolos. “Nadie puede entrar al cuartel”, me advirtió. “No tengo por qué entrar al cuartel, voy a hablar con su superior”, repliqué sin dejar de avanzar. Al momento, llegué al cuartel. En la entrada, entre la barda de troncos, había una escolta de soldados. “Vengo por mi hermano”, dije. Los soldados no entendían. “¿Qué quiere usted?”, me preguntó uno de ellos. “Vengo a recoger el cuerpo de mi hermano.” “¿Quién es su hermano?”, preguntó el mismo soldado. “Uno de los hombres que ustedes mataron.” “¿Es uno de los atacantes?” “Vengo por Salomón Gaytán. Es mi hermano. En el radio dijeron que ustedes tienen su cadáver.” “No estamos autorizados para dar ninguna información.” “No quiero información, vengo por su cadáver.” Se aproximaron otros dos soldados a la puerta, que portaban otras insignias, y preguntaron qué ocurría. El soldado que hablaba conmigo respondió: “Mi capitán, esta señora quiere recoger el ca-

Fui por la tarde a casa de mi cuñada Monserrat. La encontré asustada y con la casa revuelta. Habían llegado los soldados por ella, la habían interrogado. Buscaban a mi hermano Salvador. Ignoraban quienes participaron en el ataque a los cuarteles, pero querían a Salvador. No a mi hermano Antonio ni a mi hijo Lupito. A Salvador. Por eso presionaron a Monserrat y a sus hijos. Le ayudé a levantar la casa. Los niños también ayudaban, pero no podían avanzar gran cosa (Pág. 160). ****

MONSERRAT, LA MADRE

“Me voy”, le dije a mi cuñada. Ella me miró de frente, muy lúcida. “Salvador no murió en el ataque al cuartel, o no estuvo”, le expliqué. “Salvador y Antonio venían por separado. Si el cadáver es de tu hijo, es posible que ni Salvador ni Antonio hubieran estado en el ataque. No tiene sentido que me quede aquí. No tiene caso ocultarme.” Decidí regresar a mi casa antes de que anocheciera; aprovechar la luz que había antes de que se pusiera el sol. Yo sabía que buscarían a Salvador en la casa, que me molestarían, que me arrestarían quizás. Pero no me interesaba. Debía regresar a la casa porque en algún momento Salvador entraría en contacto conmigo. “¿Por qué no te vas a Casas Grandes?”, me dijo mi cuñada. “Ahí estuviste segura el año pasado, cuando se levantaron en armas Salomón y Arturo Gámiz.” Sí, era cierto. Mis hijos y yo tuvimos que irnos del Mineral de Dolores a la ciudad de Casas Grandes, porque en Dolores me presionaban con una vigilancia policiaca constante. Pero le expliqué a mi cuñada que hacía un año yo estaba embarazada y en Casas Grandes estaban también ocultos sus hermanos Salomón y Antonio, y que Salvador se presentaba ahí con frecuencia. Ahora Salomón estaba muerto y no sé dónde estarían Salvador y Antonio. “El año pasado todo parecía mejor”, le dije a Albertina. “Ellos atacaron la hacienda de los latifundistas de los Cuatro Amigos, quemaron el cuartel de los policías judiciales que estaban con Rito Caldera, les requisaron las armas, los dejaron

libres, participaron en las invasiones a tierras en el municipio de Casas Grandes y formaron nuevos cuadros armados ahí. Ahora no, Albertina. Ahora todo ha cambiado. Me quedo aquí, no tengo a donde ir. Hasta que Salvador me avise o regrese.” Mi cuñada me abrazó y lloró, pero con mucha entereza, sin gemir. Nadie lo notó. Había llegado mucha gente al velorio. En voz baja me comunicó su aflicción. “No sufro por mi hijo Lupito, pues sé que está vivo, que no cayó en el asalto al cuartel y que se mantendrá vivo y combatiendo mucho tiempo. Me duele que no esté aquí mi hijo Antonio, que me hayan impedido rescatar sus restos.” Salí de la casa con mis cinco hijos. El sol empezaba a ponerse y aún había mucha luz en la calle. Rumbo al sur, rumbo a la sierra, por la cuesta de Cebadilla, por Las Lajas, por nuestra casa, la inmensa masa de los bosques se veía oscura. Hacía frío, el viento soplaba constantemente, aunque sin violencia. Pero todo me parecía violento y frío (Pág.46). ****

MONSERRAT, LA HIJA

Desde el lunes en la mañana me llevé a mis hermanitos a unas oficinas del gobierno donde daban desayunos a niños pobres o a niños que llegaban a la escuela sin comer. Pero hoy jueves, la directora me dijo: “Monserrat, no te puedo dar ya los desayunos, lo tengo prohibido; ya no puedo darte nada, llévate a tus hermanitos”. También en las tiendas a donde íbamos a pedir prestado les prohibieron ayudarnos. Nada más un hombre muy valiente no se sometió a las órdenes del gobierno, Carlos Muñoz. Fue la única persona que nos ayudó; me llenaba mi bolsita de mandado con verdura, con lo poco que podía. Querían que mi padre se entregara, lo querían vivo o muerto. Pensaban que con presionar a la familia mi papá se iba a entregar. A ellos les interesaba mi papá. Nunca supe que un día se llevaron al cuartel a mi tía Albertina a declarar, no. Mi abuelita estaba en el rancho y mi abuelito estuvo unos días con mi tía y luego se regresó al rancho. A mi mamá no la dejaron en paz. Se la llevaban al cuartel, como secuestrada. A todos nos llevaban con mi mamá. O en ocasiones llegaba yo de la escuela y a mi mamá ya la tenían en el cuartel con mis hermanos. La interrogaron muchas veces. Llegaban los soldados, sacaban la ropa, todo lo tiraban a patio, era una cosa muy triste. Mi mamá fue muy valiente. “Búsquenlo en la sierra”, les decía. No alcanzo a entender por qué razón mi mamá era más perseguida que mi tía. A mi tía no la acosaron, aunque sus hijos habían participado en el asalto a los cuarteles (Pág. 186).


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HERCULANA “Nuestro hijo estaba ahí”, se lo dije, “Sabíamos que esto podría pasar, Tiburcio”. Ya estaba anocheciendo, pero todavía se columbraba un poco de luz en el horizonte. Fue un golpe muy fuerte para mí. Tiburcio no me entendía. Claro que me dolía pensar en mi hijo Matías. Claro que sentí dolor con la noticia y claro que la muerte del doctor Pablo Gómez era una desgracia. Porque siempre seguimos al doctor. Siempre lo siguió Matías, por eso le aseguraba a mi esposo que ahí debió haber estado nuestro hijo. Ya no podíamos arreglar lo que estaba hecho. Si también había muerto mi hijo, ¿Qué hacer? Esto podía pasar, claro que sí. Pero a mí otras cosas me quitaban el dolor, pues me enojaban. Yo esperaba que vinieran a hablarnos, a llamarnos Lupe Jacott o los Rodríguez Ford. Porque siempre habíamos oído de ellos que si alguien caía en la lucha, surgirían otros. Y que se levantarían otros más, que esto no acabaría. “¿Y dónde están, Tiburcio?”, le preguntaba ofendida a mi esposo. “¿Dónde están todos los que se iban a levantar cuando cayeran los primeros?” Esto me ofendía, pero me quitaba el dolor. No me ofuscaba el pensamiento, porque pensaba con claridad. “Ya cayeron los primeros, pues. Ahora ¿Quiénes seguimos? ¿Dónde están los que debían seguir?” Ya había pasado mucho tiempo, casi todo un día. Porque los primeros cayeron al amanecer, muy temprano. Pero ya lo supimos, ya ocurrió. Ya cayeron los primeros que tenían que caer. ¿Y ahora qué? ¿El mundo tiene que seguir igual, sin que nada cambie? Eso no me parecía correcto. Es lo que no me entendía Tiburcio. Nosotros aquí, en Delicias, tan lejos

¿QUIÉN FUE CAÍN? Manuel Lureña Caballero Hay en Madera un Cuartel… ¿Quién fue Caín? ¿Quién fue Abel? Son dos hermanos en duelo. Uno vestido de verde, otro desnudo de pueblo. Que dirimen con fusiles pleito de tierras, añejo, enlutando los perfiles de drama tan hondo y viejo.

"Ellos sabían por qué". Mural de Alberto Carlos.

de la tierra, de nuestro hijo. Pero los demás, ¿Dónde estaban los demás que tenían que levantarse detrás de ellos? Eso me torturaba. Morirse y que ni el viento se diera cuenta. No me parecía correcto, ¡qué va! No era miedo, yo no he tenido miedo y nunca quise que mi hijo conociera ese sentimiento. Pero ya era sabido que si nos quedábamos sin ellos, otros teníamos que seguir. ¿Y dónde estaban? Eso me torturaba, no el miedo, no, ¡qué va! Eso me ofendía (Pág. 52). ****

LUPE Todos los profesores tenían ideas liberales, pero unos las manifestaban y otros no. El profesor Gonzalo, el maestro Tavares, el profesor Ramírez, todos participaron, todos nos dieron una formación social, cómo ir a la sierra, cómo participar, cómo aprender para que pudiéramos dar algo. Yo digo que todos influyeron. Pero, claro, por su participación

en la Unión General de Obreros y Campesinos de México y en el Partido Popular Socialista, el profesor Pablo fue definitivo. De manera natural nos llevaba a las comunidades en comisiones de ayuda, de alimentos, de salud. A varias compañeras nos enseñó a poner inyecciones; íbamos con él a vacunar, a ayudar a enfermos. Yo tuve a mi cargo inyectar a una señora que estaba en los huesos, sin músculos; había adelgazado por una larga enfermedad y le inyectábamos vitaminas. Vivimos muchas escenas de pobreza, de hambre, de desnutrición, de enfermedades. En las marchas de campesinos, en invasiones de tierras, a veces se nos enfermaban los niños de paperas, varicela, muchas cosas. En el 62, en el Comité de la escuela acordamos que se nos suspendiera el pan de dulce y el postre y que el dinero ahorrado se entregara a ciertos grupos de campesinos que venían en una caminata. Pero nos lo negaron. Por eso abrimos la bodega y sacamos la comida y la donamos. Yo abrí la bodega y saqué

las cosas, huevos, pan, panqué, de todo. Esa fue mi primera participación en términos estudiantiles. Cuando tuvimos la reunión en la casa de Paquita conocí a Pedro y a Juan. A Óscar Sandoval sí lo conocía. Lolita Gámiz y su hermano Emilio también estuvieron en esa casa. A mí me dijo el profesor que yo no iba a participar, que me fuera a alguna parte. Yo me fui para Anáhuac y estaba con unos tíos cuando oí la noticia. Me acostumbré a pensar en el profesor Pablo Gómez en todo momento difícil. Siempre tenía él una solución y la paciencia de ir resolviendo las cosas. Eso era importante, nunca me permitió que me sintiera frustrada, nunca, no. Yo trabajaba en las comisiones porque era parte de mi vida, porque simple y sencillamente era mi vida. Fue como mi época dorada o algo así. Porque fue donde yo me realicé como ser humano, como muchas cosas (Pág. 120).

Antes que el gallo cantara en el Cuartel de Madera, cantó la ametralladora con su aullido de fiera. ¡Cuánta carne destrozada cayó en la cara al cielo! ¡Cuánta traición en el suelo! La paloma de la Paz se escondió entre los pinares buscando en la roca dura bálsamos a sus pesares y encontró que la dureza de la roca montañesa sólo parió… ¡militares! Hay en Madera un Cuartel ¿Quién fue Caín, quién es Abel?

*Selección de textos hecha por Rosario Cobo.

DOÑA HERCULANA* Alma Gómez Caballero Hija del doctor Pablo Gómez Ramírez, fallecido en el asalto a Madera, y presa política del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR). Trabaja en el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres A. C. de Chihuahua

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l 13 de agosto pasado murió en Ciudad Delicias, Chihuahua doña Herculana Adame de la Cruz, madre de José Juan Fernández Adame, Matías, sobreviviente del asalto al cuartel militar de Madera, el 23 de septiembre de 1965, y mujer del alba. El primer recuerdo que tengo de Usted es de la Plaza de Saucillo, en un mitin por la libertad de los campesinos presos, entre ellos Matías; asistimos las estudiantes de la Normal Rural de Saucillo. Usted era una oradora formidable, con lenguaje sencillo relataba la situación del campo, expresaba el coraje contra la injusticia, reclamaba por la apatía de los funcionarios y llamaba a la lucha. En ese mitin un grupo de jóvenes, azuzados por los caciques y el cura, nos lanzaron tomates, huevos podridos, gases y víboras. Pablo, Beatriz, Lalo y Perla recuerdan que acompañaban a mi papá a Parritas, donde usted vivía con su familia, y mientras él se

reunía con los campesinos, mis hermanos se bañaban en los canales y luego Usted les daba de comer. Pablo recuerda las tortillas de harina y las uvas. Lalo el pinole que guardaba en un trastero. Nunca nadie se iba de su casa con el estómago vacío. Después de que murieron los muchachos, Usted siempre nos acompañó. Con su presencia fuerte y solidaria, llegaba a nuestra casa de Delicias cargando melones, sandías y trigo, que Usted y su familia juntaban en la pepena. El trigo mi mamá lo mandaba moler y luego comíamos tortillas de harina integral. Antes de la muerte de Óscar y los muchachos, Usted me buscó en la Normal; tenían escondido en un rancho por el rumbo de Las Varas o el Orranteño, no recuerdo bien, a un joven herido, hasta ahí me llevó para que platicara con él. Se necesitaban medicinas, viajé a la ciudad de Chihuahua a ver a algunos compañeros para que las consiguieran.

Cuando nos cambiamos a Chihuahua en el año de 1973, perdimos el contacto. Usted se vino a Chihuahua a buscarnos, no tenía una dirección ni idea de dónde vivíamos. Se fue a la parada de camiones que estaba en la calle Juárez, por la librería La Sorbona y ahí se estuvo preguntando a la gente si conocían a mi mamá. En ese tiempo doña Alma trabajaba en la Colonia Villa y vivíamos en la calle Aldama y 17; por ahí de mediodía mi mamá se bajó del camión en esa parada y se encontró con Usted, una vez más su solidaridad, instinto y capacidad para solucionar problemas le dio la razón y volvimos a encontrarnos. Después su generosidad y solidaridad con Pablo (Gómez Caballero) y sus compañeros en la invasión de la Colonia Tierra y Libertad, en Delicias. Cuando Gabino acompañó a Carlos Montemayor a entrevistar a los participantes en el movimiento campesino, estudiantil y magisterial de Chihuahua, a los sobrevivientes del asalto al cuartel Militar de Madera y sus

familiares, vinieron con la familia Fernández Adame. Salió cautivado de su personalidad y le dijo a Gabino: “¡qué mujer tan extraordinaria!, es el personaje que me faltaba para la novela, ahora si está completa”. Carlos volvió a Delicias a entrevistarla de nuevo, Matías estaba enfermo. La foto de esa entrevista aparece en la solapa del libro Las mujeres del alba, donde Usted es personaje central. Con esta sencilla convivencia queremos decirle que es usted de las mujeres que han forjado este país, que estamos muy orgullos@s de ser sus amig@s y compañer@s. Es Usted una mujer del alba, una mujer del nuevo amanecer. *Doña Herculana no asistió a la presentación en Chihuahua del libro Las mujeres del alba, de Carlos Montemayor. Las familias Quiñones Pedroza y Gómez Caballero organizamos en Delicias un convivio en su honor el 17 de octubre de 2010, donde le entregamos cartas, flores y libros.


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TESTIMONIOS* FLORENCIO LUGO Y FRANCISCO ORNELAS ÚNICOS SOBREVIVIENTES VIVOS DEL ASALTO A MADERA “PENSÉ QUE MORIRÍA, PERO ES MÁS FUERTE LA CONVICCIÓN DE ACTUAR EN PRO DE LOS MÁS NECESITADOS”: FLORENCIO LUGO HERNÁNDEZ

En Nuevo Casas Grandes me uní a un grupo de solicitantes de tierra. Lo dirigía Rosario Prieto Chavira y era asesorado por la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM). Hicimos tres tomas de tierra para que las autoridades resolvieran nuestra solicitud de tierras; en la tercera, el grupo se hizo acompañar de mujeres y familia para ejercer presión, llegó el ejército, tratamos de hacer resistencia y los soldados actuaron violentamente y nos desalojaron. Golpearon sobre todo a los dirigentes y los aprehendieron. La hija de Rosario Prieto organizó un mitin, yo tomé la palabra y hablé no del hecho sino de la situación que prevalecía, de las necesidades de la gente y de las injusticias. Me aplaudieron. Esto llegó a oídos de Arturo Gámiz, que entonces estaba en Chihuahua. [A varios participantes en un mitin] nos preguntaron si estábamos dispuestos a colaborar con ellos. Arturo Gámiz llegó a la sierra y pidió gente para reforzar el grupo. Siete salimos hacia allá. Guadalupe Scobell nos internó y nos juntó con los demás, incluidos Gámiz, Margarito Gonzáles, Ramón Mendoza… Así fue como me integré al Grupo Popular Guerrillero. El ritmo de la guerrilla es muy difícil, no resistía cualquiera, y del grupo de siete con que llegué, seis fueron pidiendo su baja. Sólo yo quedé. Por el ajusticiamiento del cacique Florentino Ibarra que miembros de la guerrilla habían cometido, el gobierno estatal mandó a soldados y a un grupo de judiciales rurales, lo que se conoce en Chihuahua como “acordada”, a perseguir a los Gaytán [tío y sobrino, Salomón y Guadalupe]. Detuvieron a dos de la familia Gaytán y los torturaron para que dijeran dónde estaban los perseguidos. Entonces el grupo guerrillero decidió actuar para demostrar a los campesinos que estábamos dispuestos a todo y demostrar al gobierno que la guerra estaba declarada y que era a muerte. Se planeó así un ataque al cuartel donde se encontraban los judiciales, que era la casa de los caciques Ibarra. Logramos vencerlos. En el plan estaba con-

FOTO: Comité Primeros Vientos

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engo de una familia de campesinos sin tierra, por ello anduvimos viviendo en varios ejidos como avecindados. Nací en el ejido del Apache, municipio de Galeana, Chihuahua; cuando yo tenía unos seis años, mi familia decidió cambiarse a la ciudad de Nuevo Casas Grandes. La situación económica era precaria y el trabajo escaso y mal pagado. Mis padres se separaron dos meses antes de que yo naciera, y mi mamá se dedicaba en esta ciudad a lavar platos en restaurantes o trabajaba como camarera en un hotel. Crecí y trabajé de todo, fui ayudante de albañil, estuve en una “pollera”, en temporadas era jornalero agrícola, y así llegué a la edad de 20 o 21 años.

Dirigentes campesinos en la ciudad de Chihuahua.

templado fusilar al jefe del cuartel, Rito Calderas, pero habiéndose rendido, pensé que no era conveniente ajusticiarlo, pues entonces la prensa y el gobierno nos consideraba locos, malaconsejados, roba-vacas, asesinos, en fin... Le pedí a Arturo Gámiz que no lo fusilara. Se le perdonó la vida. Posteriormente Arturo Gámiz decidió que el grupo bajara de la sierra y nos fuimos a la Ciudad de México a recibir entrenamiento, caminatas, campamentos, tiro al blanco, fabricación de granadas caseras, mantenimiento de las armas y cuestión política. Así estuvimos un tiempo. Después, ya integrado el grupo, Arturo Gámiz y el doctor Gómez decidieron que regresáramos a Chihuahua y llevar a cabo el asalto al cuartel de Madera. ¿Por qué me involucré en la guerrilla? En los Encuentros de la Sierra organizados por Arturo Gámiz, uno de los acuerdos fue la creación de clubes de la juventud trabajadora, con la intención de politizar, de concientizar a los jóvenes. En Nuevo Casas Grandes se formó uno de estos clubes, allí tuve oportunidad de leer literatura política revolucionaria. Cuando Gámiz pidió gente para ir a la sierra, yo ya iba con la convicción de la necesidad de impulsar un movimiento reivindicativo. Obviamente pensé que quizá no volvería a ver a la familia, que posiblemente moriría en el campo de batalla. Uno piensa eso, pero es más fuerte la convicción de llevar a cabo un movimiento a favor de los más necesitados. ¿Cuál fue mi experiencia en el asalto a Madera? Compañeros de Chihuahua nos proporcionaron autos para irnos de la ciudad de Chihuahua a la sierra, hubo una parte donde tuvimos que ir caminando, y un poco más allá secuestramos un camión maderero y con él llegamos a las cercanías de Ciudad Madera. Arturo Gámiz comisionó a un subgrupo a ir a la sierra a bajar las armas que teníamos allá, y se creó otro subgrupo que se acercó a Madera a recabar información (a ver cómo estaba la situación, cómo estaba el cuartel, cuántos soldados había), pero resulta que ninguno de estos dos subgrupos regresó con nosotros. Ya no hicieron contacto. El plan era realizar el asalto el 15 de septiembre, por tratarse de un día festivo y podría

tener más repercusión la acción. Pero como no llegaban los subgrupos y había problemas por las lluvias, el asalto se pospuso hasta llegar al 22. Ese día Arturo dijo: “mañana en la madrugada vamos a llevar a cabo el asalto”. Pablo Gómez le pidió posponer otra vez el asalto, esperar un mejor momento donde tuviéramos más posibilidades de triunfo. Pero Gámiz fue tajante: “Si ganamos, qué bueno; si perdemos, ni modo. Pero tenemos que llevar a cabo una acción espectacular para que la gente de Chihuahua y la gente de México sepa lo que está sucediendo en Chihuahua”. A la fecha no sé qué pasó con el grupo que estaba comisionado para investigar, y los que fueron a bajar las armas se vieron obstaculizado por las lluvias y los ríos crecidos. El hecho es que en el Cuartel Madera había más de cien soldados, y nosotros éramos 13 nada más. Yo logré salir con vida, me hirieron. La señal de ataque era el primer disparo, y la de retirada era la palabra “águila”. Yo alcancé a oír “águila”. Al parecer, Salomón Gaytán estaba incendiando una granada cacera para lanzarla al cuartel, cuando fue herido y ya no pudo hacer el lance, le explotó y alcanzó también a Gámiz. Con ellos se encontraba Ramón Mendoza, pero éste no murió. Escuché “águila” en el estruendo de la balacera. Se lo hice ver a mis compañeros y uno de ellos dijo: “no, ha de ser algún grito de dolor de un soldado que cae herido”. Éste fue Rafael Martínez Valdivia. Y se dispuso a encender una granada para lanzarla. Un grupo de soldados corrieron de manera arrojada del cuartel hacia la barda donde estábamos parapetados. Hicieron eso porque sabían que otros soldados nos estaban rodeando. Cuando Rafael intentó encender la granada, lo hirieron y allí cayó. Ya entonces había caído Óscar Sandoval Salinas. Por eso me di cuenta que nos estaban rodeando. Quedábamos Guadalupe Scobell y yo; le hice saber la necesidad de abandonar el lugar, pero él dijo que no. Dijo: “aquí nos lleva la fregada pero no abandonamos el combate”. En ese momento siento el impacto de la bala, pero por suerte cayó en un cargador, porque yo tenía un rifle 3006 y traía yo un cargador extra en la cintura. La bala se fragmentó y recibí en mi cuerpo esquirlas de bala y pedazos del mismo cargador. Sentí el golpe y pude permanecer de pie. Disparé. Los solados se replegaron y yo corrí. A cierta distancia me detuve para proteger la salida de Scobell pero ya no estaba allí, entendí que corrió al mismo tiempo que yo pero no en el mismo rumbo. Tuve que caminar varios días en la sierra, sin comer, sin dormir... y sin conocer la sierra, porque por es parte donde salí no habíamos andado, y desconocía. Después de cinco seis días de caminar, decidí arriesgarme y pedir ayuda a los campesinos, pero en esa área no habíamos hecho trabajo político. Cuando oí que ladraban perros, pensé que había por allí una comunidad y en efecto era un lugar llamado El Presón del Toro; me acerqué a los campesinos, no les oculté nada, me hicieron curaciones, fueron las primeras; como sabía que no debía permanecer más de dos días en un mismo lugar, por seguridad, les dije que tenía que salir adelante. Me orientaron para llegar a la población lIgnacio Zaragoza. Allí llegue con un tío, él estaba ya algo politizado y reaccionó con

comprensión y apoyo. Ordenó a su familia: “póngale agua para bañarse y alístenle ropa limpia”. De allí pasé a Nuevo Casas Grandes y a Valle de San Benaventura. Recibí curaciones y apoyo. Así salí de la zona de peligro. En la Ciudad de México hice contacto con algunas personas, con Raúl Álvarez Encarnación, padre de Raúl Álvarez Garín; también con Raúl Villegas. Me acercaron con la familia de Genaro Vázquez Rojas, que era vigiladísima en esos días porque él andaba en la guerrilla. De allí me fui a Guerrero, y con gente de la Asociación Cívica Revolucionaria de Genaro Vázquez anduve haciendo trabajo político en algunas poblaciones. En Iguala iba a hacer contacto con una persona que me llevaría hasta donde estaba Vázquez Rojas, pero nunca llegó. Estaba yo con el dueño de la casa donde me recogerían, de nombre Elpidio, su hijo de unos 11 años y otros compañeros. Esperábamos a esa persona que no llegaba. Un día nos dimos cuenta que la casa estaba rodeada de policías, tal vez buscaban a Genaro Vázquez, y se hizo una balacera tremenda. Por desgracia las balas le dieron al hijo de Elpidio. Nos rendimos y nos metieron a la cárcel. Resulté herido en la pierna derecha. Al otro día le dieron permiso a Elpidio para que sepultara a su hijo. Estuvimos unos ocho días detenidos y la Asociación Revolucionaria puso una abogada para defendernos. Nos liberaron a los dos. Regresé a la Ciudad de México; con la herida todavía fresca, hice contacto con un comando armado de apoyo a Vázquez Rojas. Me uní y en la primera acción que llevamos a cabo -una expropiación, me habían dicho, pero fue un asalto a una oficina del PRI-, me detuvieron junto con los otros, me llevaron a Lecumberri (a la Crujía O, un anexo de alta seguridad para presos peligrosos y guerrilleros) donde estuve casi cuatro años, hasta que me llegó la sentencia y de allí me pasaron a la cárcel de Santa Martha Acatitla, donde cumplí la sentencia de 5.5 años. En esa detención fui torturado, sufrí la famosa pozoleada -metieron mi cabeza en una pileta hasta que perdí el conocimiento-, me golpearon, me hicieron firmar un documento que ni siquiera leí. La acusación fue por asociación delictuosa y portación de armas. Cuando salí de la cárcel, me vine a Agua Prieta, Sonora. En ese tiempo, 1976-77 el movimiento armado seguía en México pero yo me retiré. Me dediqué a trabajar como obrero, pero seguí en lo mismo; busqué siempre apoyar a los trabajadores, los ayudaba a abrir los ojos en cuanto a sus derechos. Ahora estoy jubilado, me pensioné como obrero. Pero he seguido y sigo en la lucha social. Acudo a eventos donde me invitan, sobre todo este año que se cumple el 50 aniversario del asalto al Cuartel Madera. Tengo escritos dos libros. Uno es El asalto al Cuartel Madera, el otro es Del cuartel a Lecumberri. Para mí es un honor haber participado en ese asalto y haber sido un militante del Grupo Popular Guerrillero. Sufrimos una derrota en el asalto, una derrota militar, pero logramos un triunfo histórico político. Hasta la fecha sigue siendo ejemplo para las nuevas generaciones.


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“UNA LUCHA CAMPESINA, ESTUDIANTIL Y LIGADA AL FOTO: Cristina Rodríguez / La Jornada

DESPERTAR JUVENIL DE LOS 60’S”: FRANCISCO ORNELAS GÓMEZ

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l asalto a Madera no fue una mera ocurrencia. Fue una lucha encadenada a otras, pues todas son una continuidad, un objetivo que no termina. Los cambios los generan los movimientos sociales, que tienen que entrar en un largo proceso de maduración para que se dé una acción contundente. Ese asalto fue la primera acción frente a los poderes de represión, que ejercen legalmente la policía y el ejército. Ocurrió para que el Estado se diera cuenta de que había un frente que buscaba otras vías, porque ya se habían agotado muchas de tipo legal. Nuestra lucha estuvo muy ligada a la lucha campesina pero también a la juvenil y al despertar estudiantil. Es un proceso que se dio en muchas partes del mundo y del país en los 60’s. ¿Por qué surgió la guerrilla en Chihuahua? El régimen de Miguel Alemán (1946-52) empujó la industrialización y sacrificó a los campesinos, abaratando los precios de los granos básicos para hacerlos accesibles a los obreros y que los empresarios pudieran pagar salarios precarios. Alemán dio certificados de inafectabilidad agraria a ganaderos, o sea protegió a los grandes empresarios que hacían negocios en el campo y que estaban ligados a los políticos que traicionaron la Revolución. Allí surgió el neo-latifundismo. Para 1965 se vencieron esos certificados y entró en auge la lucha campesina para rescatar esas tierras por medio de la figura Nuevos Centros de Población (NCP). Los demandantes eran hijos o nietos de los hombres que tomaron las armas en la Revolución. Campesinos de 20 y tantos, 30 y tantos o 40 y tantos años que no habían brincado la frontera como muchos de los braceros en los 40’s o 5’0s. Querían establecerse en unidades agrícolas. A principios de los 60s, para rescatar esas tierras, que eran nacionales o que estaban explotando los nuevos ricos aliados al gobierno, en Chihuahua, norte de Durango, Coahuila y parte de Sonora, se fue organizando una lucha agraria. En Chihuahua había dos Normales, y estaban ligadas a las luchas de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM). Nosotros como normalistas acompañábamos a los campesinos a invadir latifundios, y sabíamos que el ejército llegaba y nos sacaba. No había represión. Era un proceso político, llegábamos, invadíamos, los poníamos en evidencia, poníamos el asunto en la prensa... Y le movíamos el tapete al gobernador Práxedes Giner Durán, un general que no había tenido mucha escuela y que finalmente fue el represor de esos movimientos. Arturo Gámiz era un joven muy maduro y decidido; escribió cinco documentos con temas como el neo colonialismo, el capitalismo, el papel de los estudiantes... documentos donde se analizaba en diez, 15 páginas, el contexto de entonces, nacional e internacional. Al Encuentro de la Sierra de Chihuahua, realizado en Madera en octubre de 1963, acudieron campesinos, líderes agrarios de la región de la sierra, líderes magisteriales, estudiantes universitarios

Imagen de 2003. Protagonistas de la lucha agraria de los 60's en Chihuahua y del asalto a Madera, con el escritor Carlos Montemayor. De izquierda a derecha, Álvaro Ríos, Salvador Gaytán, Ramón Mendoza, Florencio Lugo, Carlos Montemayor, Matías Fernández y Francisco Ornelas.

y normalistas, y allí se acordó impulsar la lucha agraria en contra de la injusticia de los caciques. Luego vino el Encuentro en Durango, en Torreón de Cañas. Allí decidimos otra vía de lucha; en cortito se decidió quiénes íbamos a entrar a esa vía armada, pero sin dejar de seguir participando en la gestión agraria, sin descalificar la cuestión electoral y política. En esos meses fueron candidatos a puestos políticos los hermanos Gómez. La vía armada es cuando ya se va uno a enfrentar a la muerte, se va a morir o a matar a un enemigo. De otra manera no podría haber revolución. En mi libro, Sueños de libertad, lo decía: no íbamos a matar soldados, íbamos a combatir la injusticia, la pobreza, el hambre, la miseria, la desigualdad tan enorme, tan vergonzosa que había y sigue habiendo en México. En mi caso, el doctor Pablo Gómez era mi tío, hermano de mi madre -era la única hermana Gómez Ramírez-. Mi tío vio que andaba en las movilizaciones, en las invasiones de latifundios y en las luchas estudiantiles, pues entonces pusimos hasta 15 escuelas de varias ciudades de Chihuahua en huelga. Tenía 16-17 años, pero cuando llegamos al asalto a Madera ya tenía 18. A Madera no llegamos todos los que teníamos que llegar, no se cuidaron todos los detalles, no había la comunicación de ahora. Habíamos planeado contar con armas buenas, potentes, que se les había quitado a un pelotón del ejército a principios de 1965, en un ataque que hubo a una docena de soldados y a policías. Esas armas no llegaron al combate, porque las lluvias, las crecidas de los ríos julio-septiembre, no permitieron el traslado. Otro grupo de compañeros se adelantaron a Madera para recabar información; se veían muy obvios... el gobierno ya sabía que había una lucha abierta, frontal contra ellos. Ya nos estaban esperando. Algunos se preguntan por qué entramos a una lucha siendo tan pocos; éramos 13, entramos 12 al combate, el número 13 se quedó cuidando el equipo en una camioneta. A los 12 que entramos nos tocaron por cabeza diez soldados; había 120 soldados en el cuartel. De los guerrilleros mueren ocho y sobrevivimos cinco, de esos quedamos vivos dos nada más. Florencio Lugo, que vive en Sonora, y yo, que estoy en Chihuahua. Había cuatro puntos. En el más lejano a protegerse, a sobrevivir, a llegar a la sierra y protegerse, mueren los cuatro, Pablo Gómez Ramírez, Miguel Quiñónez, Emilio Gámiz (hermano de Arturo) y Antonio Scobell Gaytán. En el segun-

do punto, un poco más cercano a la seguridad, mueren dos, Arturo Gámiz y Salomón Gaytán, y se salva Ramón Mendoza, quien luego estuvo en las Islas Marías y se escapó, era un excelente compañero y tirador. En el tercer punto estaban cuatro, murieron dos: un estudiante normalista amigo migo, Óscar Sandoval Salinas y Rafael Martínez Valdivia. Se salvan Florencio Lugo y Lupito Scobell (hermano de Antonio). Después a Guadalupe, Lupito, le decía su familia: “hijo, tú ya hiciste tu aporte”, pero él sigue en la lucha y muere en 1968; lo apresaron, lo torturaron y lo fusilaron en Sonora junto con otros, siendo parte de uno de dos grupos guerrilleros que surgieron en la Ciudad de México después del asalto a Madera, Estaba en el grupo de Óscar González Iriarte. Yo lo decía en mi libro, “del lado de nosotros, los muertos, muertos fueron, y los heridos también”. En el lado de los soldados, ellos presentaron los muertos que decidieron y una mayoría de heridos. Nosotros calculábamos que hubo más de 20 muertos entre los soldados, pero para ellos son números… son gente del sur. Y ellos tapan lo que quieren tapar y por eso dicen que murieron menos que los nuestros. Ellos dieron su versión. Yo estaba en el punto más protegido, en la casa del señor Pacheco, que era el administrador de Bosques de Chihuahua; él no estaba en casa, estaba en Chihuahua en ese momento, vi a sus muchachitos allí asomándose. Yo disparaba desde las esquinas para enfrentar al cuartel. Cuando terminó el combate, como no tenía yo más referencias, no me quedó más que decir “esto se acabó”. Ya no escuchaba balazos. No me quedó más que cruzar una callejuela y esconderme en un jardín; los demás que sobrevivieron eran campesinos, pero yo era más citadino, aunque soy hijo de campesinos. Aquí la cuestión es que si los soldados nos hubieran buscado, yo no estaría presente. No buscaron. Cuando se acabó la balacera, los soldados pensaron que allí estaban todos, los muertos, los que remataron y los que habían puesto distancia. Yo salí al mediodía. Me asomaba y veía una pareja de soldados platicando. Me volvía a asomar e iban felices de la vida. Al ver que los soldados iban caminando tranquilos, salgo y me meto por campo traviesa rumbo a la sierra, y me disparan, pero ya les había yo ganado el jalón e iba yo en zig zag. No salieron a buscar porque estaban impactados con sus muertos y con eso que había pasado. A una distancia de 500 o 600 metros volteé y se veían

los soldados yendo ya hacia el cuartel, pensaban “ya salimos vivos, ya no nos vamos a arriesgar”. Eso me permitió sobrevivir. Terminada la línea de la sierra, estaba una huerta. Llegué en la noche y no llegó ningún compañero. Eso era lo que habíamos acordado. Los sobrevivientes nos íbamos a encontrar en ese punto a la noche del tercer día. Llegué luego al segundo punto también por la línea de la sierra, que era un faro contra incendios y busqué metódicamente, despacito, como nos enseñaron en las prácticas de entrenamiento que habíamos tenido en los alrededores de la Ciudad de México; busqué piedras, un pedazo de rama quebrada, un pedazo de zacate aplastado, señas que al caminar uno hace eso, rompe una rama, aplasta un zacate... no encontré nada. Y efectivamente nadie llegó. Estuve ocho o nueve noches solo, caminando hacia el este, porque sabía que en esa orientación estaba Chihuahua; lo que me ayudo a salir adelante fue que la temperatura no cayó. Yo andaba muy desprotegido y me quedaba solo en la noche, mi cobija era las hojas delos pinos; en las madrugadas tenía que hacer ejercicio porque estuve a punto de congelarme. Fue terrible, estaba solo, perdido en la sierra, tenía la persecución de militares y los rurales. Estuve a punto de pedir auxilio a unos judiciales rurales que andaban a caballo, pero desistí. Ellos andaban detrás de los sobrevivientes. Dios se puso a mi favor. Había guardado un billete de 50 pesos, lo traía como una cosa perdida, pero me sirvió para tomar el tren y yo sabía que iba a haber soldados allí. Abordé como cualquier hijo de campesino, tranquilo; a mí me ha ayudado eso de que no me gana el pánico. Y he salido adelante. Traté de salir del país por Manzanillo. No pude. Me fui a Tabasco, trabaje allí en un aserradero. Me fui a Campeche y allí termine mi carrera de maestro normalista. Luego me fui a la Ciudad de México y de allí me mandaron a Tabasco y con el tiempo me regresé a Chihuahua. Acumulé 42 años como maestro. Mi compromiso social surgió por varias razones: mi familia, los Gómez Rodríguez, nos dieron de comer sopa de letras y pan de alfabeto, a mí y a mi hermano gemelo -que era líder de estudiantes y se incorporó como maestro, toda la vida hizo carrera magisterial-. Yo desde niño estaba leyendo los periódicos en una casa de ellos. Se me abrieron muchas expectativas. Leía la Revista Política, de Marcué Pardiñas (algo así como Proceso); Siempre, de Pagés Llergo; el periódico El Norte, que era un buen referente, El Heraldo que entonces era de la cadena García Valseca. Sigo en la lucha; son cosas que no terminan. Participo en la radio, en programa de televisión, dando opiniones. La lucha es una continuidad, un horizonte que va avanzando y atrás de uno vienen otros. Hoy los jóvenes y las redes sociales juegan un papel fundamental. Estamos hoy en un momento de quiebre, de injusticias, de combatir la partidocracia, que es la que hace y deshace y a nosotros nos quieren sólo para votar. Hay que empujar las candidaturas ciudadanas, apoyar a los familiares de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa...Tenemos que empujar el poder de los ciudadanos. * Testimonios obtenidos por Lourdes Rudiño.


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VENCER O MORIR Participación de los estudiantes en el movimiento revolucionario

MADERA 65: LOS EJES DEL CONTEXTO Víctor M. Quintana S.

Pablo Gómez Ramírez:

Arturo Gámiz García: Este movimiento es justo puesto que tienen derecho a un pedazo de tierra que a otros les sobra, derecho que se ha conquistado con la sangre de varias generaciones. [...] Eso de que “estudiantes con estudiantes”, “campesinos con campesinos”, “obreros con obreros“, “hombres con hombres”, equivale a levantar una muralla china entre unos y otros. [...] Los revolucionarios no deben asustarse por el crecimiento de los partidos y porque se conviertan en vanguardia; por el contrario, esa debe ser su aspiración. [...] Porque el capitalismo sólo puede existir a condición de la incesante renovación de las fuerzas productivas y para esto le urgen obreros calificados, técnicos, investigadores, especialistas, ingenieros, administradores y abogados. Por ello crea las instituciones educativas que los produzcan y, al mismo tiempo, las aprovecha para tratar de meter en la cabeza de los estudiantes su concepción burguesa del mundo y la vida. Si se quiere servir al pueblo, hay que participar en sus luchas y aquí nada tiene que ver el título porque no se hace como profesionista sino como revolucionario y no hay universidades que expidan títulos para tal profesión. [...] Estudiar significa conocer los problemas del pueblo, compenetrarse de sus sentimientos y de sus aspiraciones, buscar en la palabra del maestro y en la del libro aquello que sirva para resolver esos problemas y realizar esas aspiraciones, examinar las experiencias y las enseñanzas de las generaciones anteriores y ver cómo han afrontado las situaciones que les tocó vivir. Estudiar es buscar las formas de ser útil y de coadyuvar a la emancipación de los explotados. El conocimiento no es un fin sino un medio. De liberación o de esclavización según quien lo maneje.

FOTO: Comité Primeros Vientos

El México nuevo, donde haya una verdadera justicia social, se construirá con el dolor, el sacrificio y la sangre de sus mejores hijos, en aras de los más sagrados ideales del pueblo.

Reunión campesina en Parral, Chihuahua, De izquierda a derecha: David Estrada, Pablo Gómez, Álvaro Ríos, Judith Reyes, Jesús Orta, Salustio González y Arturo Gámiz.

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l ataque al cuartel militar de Ciudad Madera por el grupo guerrillero comandado por Pablo Gómez y Arturo Gámiz, aquel 23 de septiembre de 1965, es el punto de llegada –y de rompimiento- de varios movimientos sociales. Es, a la vez, la expresión sintética de la situación social y política que se vivía en Chihuahua y el país apenas a seis años del triunfo de la Revolución Cubana, y en las postrimerías del ya crujiente modelo de desarrollo estabilizador. Para leer mejor Madera 65, puede ser útil recordar algunos de los ejes que caracterizan el contexto y la coyuntura de ese entonces: El clima de polarización político-ideológica. El triunfo de la Revolución Cubana en 1959, el apoyo a ésta por amplios grupos de intelectuales y la necesidad de legitimarse, luego de la salida represiva al Movimiento Ferrocarrilero de 1959, hacen que el gobierno de Adolfo López Mateos adopte una política de no alineamiento y una retórica nacionalista. Se llega a definir incluso como “un gobierno de izquierda dentro de la Constitución”. En esa circunstancia, un grupo de políticos e intelectuales progresistas constituye el 5 de agosto de 1961 el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), con las banderas de la independencia nacional, la no intervención y la solidaridad con los pueblos hermanos. Ante estos posicionamientos, los círculos empresariales, la Iglesia y la derecha reaccionan acusando al gobierno de ir “hacia el comunismo”. Desatan intensas campañas contra el libro de texto gratuito y se lanza el movimiento “Cristianismo sí, comunismo no”. En Chihuahua se funda la Sociedad Amigos de Cuba y en abril de 1961 convoca a una manifestación y un mitin que se ven muy concurridos. Son atacados por grupos de provocadores y resulta muerto el joven sinarquista Roberto Carranza Anchondo. A partir de aquí se suscitan refriegas, se ataca y apedrea el edificio del periódico El Heraldo de Chihuahua, en ese

entonces de la Cadena García Valseca. Son encarcelados varios estudiantes normalistas, por lo que la Escuela Normal del estado se va a la huelga. La confrontación se agudiza, se forma el Frente Anticomunista de Chihuahua y los estudiantes de la Universidad de Chihuahua se movilizan, protestando contra la campaña de difamación de la cadena García Valseca. En este contexto se crea en Chihuahua el Movimiento de Liberación Nacional en agosto de 1961, lo que genera una reacción aún más furiosa de las cámaras empresariales que constituyen la Unión Cívica de Chihuahua para combatir “el comunismo”. La confrontación debilita al gobierno de Teófilo Borunda, que había incluido a algunos personajes considerados de izquierda en su gabinete, y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) designa a un ”duro” para sucederlo en la gubernatura, el general Práxedes Giner Durán, quien toma posesión en octubre de 1962 y se considerará como un bastión ante el avance de la “amenaza comunista”. El ambiente de polarización se va a agudizar con la designación de Gustavo Díaz Ordaz como candidato a la Presidencia de la República y su llegada al cargo en 1964. En abril de ese año, durante el mitin de Díaz Ordaz en la ciudad de Chihuahua se producen fuertes protestas y luego es incendiado el templete. Son detenidos varios estudiantes normalistas, universitarios y campesinos de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM). El normalismo revolucionario. Se trata de un movimiento social que se expresa muy vigorosamente en Chihuahua desde los años 50’s y muy especialmente en la primera mitad de los 60’s. El profesor Rogelio Luna identifica en él los vestigios de la educación socialista y las huellas del cardenismo en el magisterio. Lo define como “un movimiento de asimilación del marxismo, con características democráticas y revolucionarias, que es

identificable con rasgos propios regionales en Chihuahua durante los años de la década de los cincuenta y primera mitad de los sesenta. Este movimiento se nutrió principalmente de estudiantes normalistas y de profesores egresados de las normales, preparados por los maestros influidos por el cardenismo”. Todos estos años hay luchas continuas de las y los alumnos de las escuelas normales en Chihuahua: algunas veces son por demandas vinculadas a los planteles; otras, por obtener plazas como maestros; muchas, en solidaridad con los movimientos campesinos, y muy frecuentemente, contra la represión de la que son víctimas, en un sistema que los criminaliza y los hostiga continuamente. De las escuelas normales, de entre sus alumnos y maestros surge no sólo la base de apoyo para las luchas campesinas de esos años. Emergen también los dirigentes de la UGOCM como el doctor Pablo Gómez y Arturo Gámiz, y al radicalizarse el movimiento, el núcleo guerrillero que llevará a cabo el ataque al cuartel de Ciudad Madera. El movimiento agrario de la UGOCM. Desde fines de los años 50's la UGOCM, dirigida por Jacinto López, lleva a cabo una serie de importantes movimientos agrarios para demandar, entre otras cosas, el reparto del latifundio de Green, en Cananea, Sonora. En Chihuahua, denuncia la UGOCM en 1960, hay ocho millones de hectáreas en manos de 300 latifundistas mientras 50 mil campesinos no tienen tierra. El bosque chihuahuense está acaparado por cuatro concesionarios, tan sólo la empresa Bosques de Chihuahua explota un millón 200 mil hectáreas, mientras cien mil campesinos están en posesión de 4.5 millones. Esos mismos años, a punto de que se venzan los certificados de inafectabilidad ganadera, otorgados por el gobierno de Lázaro Cárdenas en 1938, la UGOCM organiza a demandantes de tierras en diversas partes del estado de Chihuahua. La demanda se torna tanto más urgente cuanto en la entidad se incrementa de manera significativa el número de campesinos sin tierra y de jornaleros agrícolas desempleados con motivo de la crisis del algodón a partir de 1956. Desde 1960, en dos frentes la UGOCM empieza a presionar por la repartición de dos latifundios: en el desierto, el de la Ex Hacienda de Santo Domingo en el municipio de Villa Ahumada, y el de Bosques de Chihuahua, en la sierra, en los municipios de Madera, Temósachi

y Casas Grandes. El 26 de noviembre de 1959 el profesor Francisco Luján Adame, dirigente de los campesinos y de los trabajadores de la zona de Madera que exigen la expropiación de Bosques de Chihuahua es asesinado en su propia casa. Los campesinos responsabilizan del atentado a los caciques de la región y emprenden una marcha a la capital del estado encabezados por el profesor Arturo Gámiz. Los reciben centenares de estudiantes normalistas y de otras instituciones. La lucha se intensifica con el apoyo de éstos, demandando la expropiación de las tierras. En marzo de 1960 es asesinado en el Ex Mineral de Dolores, municipio de Madera, el dirigente campesino Carlos Ríos, y se reactivan las movilizaciones campesino-estudiantiles, mismas que son atacadas por los empresarios, la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Liga de Comunidades Agrarias del estado. El 30 de marzo del mismo año, campesinos veteranos de la Revolución en su mayoría, afiliados también a la UGOCM y dirigidos por el ex teniente villista Dionisio Sánchez, ocupan las tierras de la Ex Hacienda de Santo Domingo en el municipio de Villa Ahumada, son desalojados parte de ellos, pero en enero de 1961 vuelven a tomar el latifundio, muchos de ellos son desalojados de nuevo por el ejército pero otros resisten y reciben la solidaridad de la sección 40 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y de la ciudadanía en general que los apoya con víveres y medicamentos. El 14 de agosto de ese año se distribuyen varios predios, la mayoría de ellos a la Liga de Comunidades Agrarias que en todo momento había atacado a la UGOCM. A pesar de todo, el grupo de Dionisio Sánchez recibe 11 mil 840 hectáreas. El movimiento agrario de la UGOCM se reactiva en 1963 y en 1964. En enero del primer año, la organización anuncia la ocupación de latifundios en los municipios de Casas Grandes, Janos, Gómez Farías, Madera y Chihuahua. Figura como delegado general de la UGOCM en el estado Álvaro Ríos. Todo esto genera una intensa confrontación político-ideológica: por un lado, los latifundistas, la iniciativa privada, la Confederación Nacional Campesina (CNC), el periódico El Heraldo de Chihuahua piden la intervención del ejército contra los “rojillos comunistas”. Por otro lado, los campesinos ocupantes de tierras reciben la solidaridad del Comité Provisional del MLN. En medio de la confrontación, el Departamento de Asuntos


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A fines de mayo y principios de junio la Policía Judicial de Estado detiene a dos docenas de campesinos que habían ocupado predios en Saucillo y en Camargo. Luego se giran órdenes de aprehensión contra los líderes de la UGOCM Álvaro Ríos, Raúl Gómez y Sabinbo Calderón. Previamente habían sido cesados de sus puestos como maestros los profesores Raúl y Simón Gómez Ramírez y se había solicitado a la SEP la remoción del hermano de ellos, doctor Pablo Gómez, como maestro de la Escuela Normal Rural de Saucillo. El magisterio de la entidad se solidariza con los maestros cesados y organiza un movimiento de apoyo. Los dirigentes campesinos son liberados, pero el profesor Raúl Gómez es enviado al remoto municipio de Manuel Benavides y el gobernador pide se saque del estado al doctor Pablo Gómez “porque es muy inquieto”. Sin embargo, el movimiento de la UGOCM continúa y en septiembre Arturo Gámiz dirige la toma de las oficinas del DAAC por un contingente de campesinos y estudiantes. Presentan un pliego petitorio con demandas de repartición de tierras y libertad de presos políticos en Guerrero.

[...] Es sangre joven la que está lavando todas las manchas y todas las infamias, es sangre joven la que está ahogando al imperialismo.

Enero de 1964 parece una repetición intensificada de las movilizaciones de un año antes. La UGOCM despliega todo su poder en la que habrá de ser la última de sus grandes acciones de posesionamiento de tierras. El día primero del año, cien ugocemistas invaden el predio Santa Anita, municipio de Janos, propiedad de Hilario Gabilondo. Responde el ejército enviando tropas de inmediato a la zona de Ascención y Nuevo Casas Grandes. Álvaro Ríos y otros dirigentes de la UGOCM se presentan a la Quinta Zona Militar a informar que el predio ha sido desalojado pero que, “de no resolvérseles las demandas de reparto de los predios ganaderos, cuya inafectabilidad ha prescrito, continuarán con las invasiones”.

Lucha por la tierra. Manifestación campesina en la Plaza Hidalgo.

Se publica una lista de los predios invadidos: La Nopalera, de 28 mil hectáreas en el municipio de Madera, propiedad de Jorge Quijada; Las Playas, en el mismo municipio, propiedad de Amador Picazarri; también en Madera, el Lote número 9 del predio Casa Colorada, propiedad de Ezequiel y Omar Chávez y otro predio de Bosques de Chihuahua; Plan de Sabinos, propiedad de un estadounidense, en el municipio de Casas Grandes, y Terrenates, propiedad de Alfonso Terrazas en el municipio de San Buenaventura.

El gobernador Giner y el jefe de la Quinta Zona publican un desplegado declarando que quien intervenga en invasiones de predios será reprimido con todo el rigor de la ley y sin consideraciones de ninguna especie. La amenaza se cumple puntualmente: son detenidos los campesinos invasores del predio Las Playas y son consignados e internados en la Penitenciaría del Estado, acusados de despojo, los dirigentes del posesionamiento del predio La Morita o Santa Anita.

En febrero de 1964, un nutrido contingente de campesinos y estudiantes normalistas toman las oficinas del DAAC en Chihuahua. Son reprimidos, pero reaccionan y se enfrentan a la policía. Son detenidos dos maestros y cuatro estudiantes normalistas. La presión por la liberación de éstos se deja sentir, como también la presión de la iniciativa privada y del PRI para que se reprima a estudiantes y campesinos. El gobierno de Giner se deja llevar por esta última y realiza varias aprehensiones de ugocemistas en los predios invadidos.

Se reportan luego cuatro nuevas invasiones de la UGOCM: Los Villalobos y Terrenates, municipio de San Buenaventura; un predio agrícola en la región de Saucillo, y otro más en Delicias. La Procuraduría aprehende y consigna a los invasores. Ese mismo día se informa que las fuerzas federales han capturado a 20 dirigentes del movimiento de posesionarios, entre los que figuran Arturo Gámiz y algunas señoritas, estudiantes de la Normal, en los predios de Las Playas y Casa Colorada, en Madera. Otros normalistas y campesinos son detenidos en la Colonia Lázaro Cárdenas, tras de invadir los predios El Socorro y El Nido, propiedad de la señora Paula C. viuda de Muñiz.

FOTO: Comité Primeros Vientos

Todo el accionar de la UGOCM va logrando que el DAAC responda efectuando diversos repartos de tierras en varios municipios: 60 mil hectáreas en Madera; la afectación de cien mil hectáreas

del predio Santa Gertrudis, perteneciente al Ejército Mexicano, 118 mil hectáreas más en diversas partes del estado; 18 mil en la Ex Hacienda de los Remedios.

FOTO: Comité Primeros Vientos

Agrarios y Colonización (DAAC) del gobierno federal logra que se acuerde una tregua entre las partes y los campesinos empiezan a salir de los predios invadidos. El 14 de enero se anuncia que se cancelan las inafectabilidades ganaderas de tres predios por alrededor de 103 mil hectáreas y las extensiones serán repartidas entre los campesinos solcitantes. Esto no calma a la UGOCM, que en abril vuelve a la carga, ocupando los predios La Morita y Ojo de Peñuelos en el municipio de Janos y otros predios de Bosques de Chihuahua en el municipio de Madera. En mayo ocupan otros predios en los municipios de San Francisco de Cochos, Buenaventura y Delicias, dirigidos por Arturo Gámiz.

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Solicitantes de tierra llegaron a Chihuahua; se hicieron manifestaciones diarias a lo largo de un mes, exigían el reparto agrario.

Esta represión, y la actitud colaboracionista del PPS con el gobierno harán que el movimiento agrario se vaya transformando en uno de autodefensa campesina. En mayo de 1964, en un reporte de agentes de la Procuraduría General de la República, se empiezan a mencionar acciones como colocación de bombas en líneas de alta tensión en Temósachi y destrucción de un puente en Madera. Esta es la primera declaración oficial donde se vincula el movimiento campesino‑estudiantil a las acciones de autodefensa campesina en la región de Madera. Se empieza a mostrar aquí un nuevo giro en el desarrollo del movimiento: empiezan a perder importancia las acciones de tomas de tierras para ir dejando su lugar a las acciones políticas por la libertad de los detenidos, a la vez que empiezan a hacerse frecuentes las alusiones al accionar del grupo armado de la sierra. La manipulación política de la CNC y el PPS. Mucho van a contribuir a la radicalización y a la op-

ción por las armas de los dirigentes de la UGOCM la manipulación política de sus demandas agrarias, por un lado, y la traición del PPS –no puede llamarse de otra forma– a todo el movimiento ugocemista en Chihuahua. Es gracias a las intensas y amplias movilizaciones de la UGOCM desde fines de los 50’s y hasta 1964 que se logra la cancelación de varios certificados de inafectabilidad ganadera y la repartición de varios latifundios entre los campesinos. Sin embargo, el gobierno hace la mayoría de los repartos teniendo como interlocutor y beneficiario a la CNC, buscando con ello restarle fuerza política a la UGOCM y desalentar a sus integrantes. Por otra parte, el gobierno maniobra para dar un golpe definitivo a la UGOCM. Ésta se había siempre considerado el brazo agrario del Partido Popular Socialista, hecho que le daba cierta cobertura política. Sin embargo, la dirección del partido siempre se mantuvo distante de las luchas ugocemistas y demasiado propensa a las negociaciones de cúpula con el gobierno El día 29 de febrero se da un hecho que habrá de resultar clave en la orientación del movimiento campesino de esos años: acuden a Chihuahua Rafael Estrada Villa, secretario de organización del PPS, y Lázaro Rubio Félix, secretario de asuntos electorales. Se entrevistan con el gobernador Giner a quien le puntualizan que el PPS es ajeno a las invasiones y además las reprueba. Le ofrecen hablar con los campesinos para pedirles cordura. Meses antes, este partido se había sumado al apoyo a la candidatura de Gustavo Díaz Ordaz para la Presidencia de la República. La entrevista de la dirección del PPS con el gobernador hace ya evidente la ruptura entre este partido y los militantes de la UGOCM en Chihuahua. En este contexto y en esta coyuntura, todo parece conducir a que al grupo de esforzados jóvenes maestros, estudiantes normalistas y líderes campesinos se les aísle y se les cierren todas las puertas para la lucha pacífica.

Pero los reaccionarios y los imperialistas, no obstante su poder colosal y sus terroríficas bombas, jamás han logrado alterar para su provecho el curso de la historia, pues ésta se rige por leyes objetivas contra las cuales son impotentes sus caprichos y sus bombas. Una de las causas de la revolución de Independencia fue la influencia de la Revolución Francesa. Desde entonces ningún acontecimiento había influido tanto en los pueblos de América como la Revolución Cubana, nada había causado tanto impacto en la conciencia de los pueblos como la Revolución Cubana. En la mayoría de las sociedades de alumnos, con excepción posiblemente nada más de las normales rurales, proliferan los pequeños grupitos que viven en constante batalla campal, en verdadera guerra de guerrillas contra las organizaciones estudiantiles amplias, incapaces de unificarse y organizarse. Hay en esas sociedades de alumnos un afán notorio por trasplantar el estilo y los métodos del PRI a sus elecciones, casi no sesionan ni hacen asambleas o congresos, y cuando se efectúan, las autoridades educativas, valiéndose de sus agentes, los torpedean. A grandes rasgos en eso consiste la crisis. No alimentar ya ninguna ilusión en la burguesía porque es la fuente de muchos descalabros, no esperen sufrir todos en carne propia lo que ya saben que la burguesía es muy capaz de hacer, prever todo en cada acción, tomar las medidas de prevención más acertadas y pasar a la ofensiva. [...] La influencia de la Revolución Cubana es un hecho por más que tratan de minimizarlo. Esa influencia es particularmente grande entre los estudiantes. [...] Tomar prevenciones, calcular bien las fuerzas propias y las del enemigo, no caer en el aventurerismo pero tampoco asustarse, abandonar el puesto y correr. Esto es lo que se debe hacer; por encima de nuestra beca, de nuestro trabajo y aun de nuestra familia, están los intereses sagrados del proletariado. Fuente: Ediciones Línea Revolucionaria. Chihuahua, México, 1965. www.madera1965.com.mx


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Estoy convencido que el Gobierno Federal no me va a ayudar a hacer ninguna obra, me ha dejado solo y así estaré hasta que termine mi gobierno. También estoy convencido que no me van a quitar; me dejarán que termine “mi tiempo” de gobernador, por dos razones: Una. Soy el único general, de los que pelearon en la Revolución, que es gobernador de un estado [...] “Dos. El comunismo es un problema en México. Los comunistas se están enfrentando todos los días al Gobierno Federal. Yo soy el gobernador “más anticomunista” de toda la República [...] Soy amigo personal de los gobernadores de Texas y de Nuevo México [...] Soy gobernador de un estado fronterizo y en los Estados Unidos ya saben que conmigo tienen una garantía de que mientras yo sea gobernador, el comunismo no avanzará en Chihuahua. Tres. He tenido muchos problemas con los comunistas. Mientras haya problemas el Gobierno Federal no me tocará [...] mi defensa y conservación en el poder, está en los comunistas. Mientras que ellos me ataquen, el Gobierno Federal me sostendrá. Por eso mismo, me conviene que haya problemas [...] ¡algunos hasta he debido crearlos yo mismo! Acuérdense que yo cerré las Normales de cuatro ciudades y hubo problemas durante tres meses [...] Acuérdense que yo cerré los internados de la Normal y de la Escuela de Artes y también hubo problemas. He cesado al Prof. Rosales de Aldama y este problema durará algún tiempo. Acuérdense que yo demoré casi tres meses la solución del problema de los maestros sin plaza [...] Cuando no haya problemas, tendremos que crearlos nosotros mismos [...]”

LA GUERRA FRÍA EN MÉXICO Y MÉXICO EN LA GUERRA FRÍA Lorenzo Meyer

P

unto de partida. Entre 1946 y 1989 la llamada Guerra Fría fue, a querer que no, el gran marco en que se desarrolló el proceso político mexicano desde la presidencia de Miguel Alemán hasta la caída del Muro de Berlín. Y es en este marco que se debe situar el significado de la confrontación entre el régimen autoritario mexicano y sus adversarios de la izquierda revolucionaria en las décadas de 1960 y 1970. A partir de 1989 el conflicto entre izquierda y derecha en México continuó, pero en un marco internacional diferente al anterior y justamente por eso hubo cambios en la forma que asumió la confrontación. El contexto. Cuando en 1945 George Orwell publicó una de las obras que se convertirían en clásicas de la literatura política del siglo XX –Rebelión en la granja-, el escritor británico también publicó un artículo donde sostuvo que con la aparición de la bomba atómica las condiciones en que se desarrollarían las relaciones entre las potencias mundiales serían distintas a las del pasado. En ese texto, “You and the atomic bomb” (The Tribune, Londres, 19 de octubre, 1945), Orwell supuso que en poco tiempo la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tendría su propia arma atómica y que a partir de ese momento ya no sería racional una guerra abierta entre las grandes potencias vencedoras de El Eje, pero en su lugar aparecerían “dos

o tres estados monstruosos” que concentrarían el poder mundial y que el resto de Estados serían sus subordinados políticos ,y la humanidad viviría una “una paz que no será paz”, es decir, una Guerra Fría. Como en otras cosas, Orwell, un socialista antiautoritario, resultó ser un auténtico visionario. Tres lustros más tarde, en México, era común encontrar el lema “cristianismo si, comunismo no” en pequeños engomados fijados en las puertas o ventanas de casas de diversas clases sociales. Detrás de esa identidad entre religión y política, estaban los esfuerzos del Secretariado Social Mexicano y de la Conferencia de Organizaciones Nacionales, dos instituciones mediante las cuales la jerarquía católica mexicana se empeñaba en movilizar políticamente a los ciudadanos de un país católico en su mayoría para neutralizar cualquier esfuerzo de las corrientes de izquierda, que eran caracterizadas como instrumentos de un movimiento internacional comunista –una fuerza atea, enemiga de la propiedad privada y de la identidad nacional-, cuyo centro era Moscú y que tenían como objetivo último implantar por medios aviesos ese sistema en México y en el mundo. Matrioshkas. Como en las muñecas rusas, el esfuerzo anticomunista de la jerarquía católica mexicana era apenas una de las numerosas manifestaciones dentro de un empeño mucho mayor, en el que participaban lo mismo los aparatos de seguridad y de propaganda de los gobiernos federal y estatales, que el partido de Estado

años más tarde. Sin embargo, los rescoldos y secuelas de esa lucha de 46 años aún se dejan ver y sentir en el México actual.

–el Revolucionario Institucional, PRI-, otros partidos menores de derecha, las embajadas y aparatos de inteligencia extranjeros, organizaciones empresariales, sindicatos, universidades, grupos estudiantiles, medios masivos de información o personajes del mundo intelectual. A su vez, esa campaña mayor estaba inmersa en un proceso mucho mayor, global, protagonizado por los “dos Estados monstruosos” que Orwell había vaticinado. Cada país era el escenario local de una pugna mundial de carácter político, ideológico, económico, militar y cultural entre las superpotencias nucleares de la época: Estados Unidos y la Unión Soviética. Ese antagonismo sólo desapareció con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la disolución de la Unión Soviética dos

Cuando Estados Unidos emprendió su lucha global contra el comunismo en la segunda mitad de los años 1940, México simplemente no pudo optar por quedar al margen como había ocurrido durante la Primera Guerra Mundial; a lo más que se aspiraba al asumir Miguel Alemán la Presidencia en 1946 era a negociar su papel como lo había hecho durante Segunda Guerra Mundial, en donde actuó como un aliado de Washington por una mezcla de necesidad y de convicción.

FOTO: Abbie Rowe

Fuente: Alberto Guillermo López Limón. Tesis profesional para obtener el título de doctor en ciencias políticas y sociales. Historia de las organizaciones político-militares de izquierda en México (1960-1980). Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

ILUSTRACIÓN: Alfredo Zalce

"MEMORÁNDUM" DEL GOBERNADOR PRÁXEDES GINER DURÁN, OBTENIDO POR LA DIRECCIÓN GENERAL DE SEGURIDAD, FECHADO EL 22 DE MARZO DE 1966.

Miguel Alemán y Harry S. Truman en Washington, D. C., 1947.

La nueva y peculiar tercera guerra mundial. Definición y naturaleza. Las definiciones de la Guerra Fría no escasean. Una escueta es la del historiador inglés Eric Hobsbawm: “el enfrentamiento constante entre Estados Unidos y la URSS, potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial”. Otra más extensa, de Ann Lane, es la que la caracteriza como “un estado de tensión, hostilidad, competencia y conflicto que caracterizó las relaciones de Occidente con la Unión Soviética y especialmente las relaciones estadounidense-soviéticas durante la mayor parte de la [segunda] post guerra [...] como consecuencia de un equilibrio de fuerzas entre las potencias occidentales y la Unión Soviética después de que su alianza contra el enemigo común, El Eje, se disolvió al final de la guerra en medio de sospechas mutuas y conflicto de intereses [esto desembocó] en un esfuerzo concertado entre Estados Unidos y la Unión Soviética para


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Desde el lado soviético, en septiembre de ese 1946, Nicolai Novikov, embajador de la URSS en Washington, también envió a Moscú otro largo telegrama donde subrayaba el carácter imperialista y expansionista de Estados Unidos como resultado de la muerte del presidente Franklin D. Roosevelt y el ascenso de las fuerzas más reaccionarias con la presidencia de Harry Truman, En esas condiciones, el objetivo último de Washington era la “supremacía mundial” y preparaba ya al ejército y a la opinión pública para una futura guerra, incluso atómica, contra la URSS. El revisionismo histórico ha terminado por plantear la pregunta en torno a la inevitabilidad del conflicto ideológico y de intereses que marcó al sistema mundial de la segunda mitad del siglo XX. Una respuesta es que las interpretaciones que hicieron Kennan o Novikov distorsionaron la realidad y reforzaron la opinión y los prejuicios de los dirigentes de sus respectivos países y reafirmaron sus visiones del mundo. Sin embargo, la URSS de Stalin ni podía -el costo que le implicó la Segunda Guerra fue enorme- ni quería expandir su sistema socialista a nivel global, sino sólo dar forma a un cinturón de seguridad efectivo en Europa oriental que le protegiera de otra agresión como la de 1941 y que terminó pagado con 26 a 27 millones de muertos. En Estados Unidos, Roosevelt tomó decisiones que, de haberse

Conferencia de Yalta, Crimea. Churchill, Roosevelt y Stalin

Por su localización geográfica y su debilidad relativa, México, a partir de su derrota en la guerra con Estados Unidos (1846-1848), quedó como parte de un subsistema internacional que surgió en la América del Norte con Washington como centro, al punto que fue en Estados Unidos donde México encontró desde muy temprano el límite efectivo a su soberanía.

no. El sistema autoritario mexicano de la época sirvió y se sirvió de la agenda anticomunista del gobierno de Washington y la relación entre los gobierno a ambas orillas del Río Bravo tuvo un carácter funcional para las agendas los dos gobiernos.

Tras su victoria sobre España en 1898 y, sobre todo, a raíz de su participación en la Gran Guerra Europea de 1914-1918, Estados Unidos adquirió el carácter definitivo de gran potencia. La subordinación que de tiempo atrás Washington venía exigiendo a cualquier otro posible actor internacional con intereses en México –especialmente a Inglaterra, Francia y Alemaniase hizo realidad. Cuando estalló la Guerra Fría, México simplemente ya no tuvo otra opción que acomodar sus prioridades a las de la agenda del gobierno de Washington pero sin dejar de buscar espacios de libertad de maniobra, lo que dio lugar a diferencias e incluso desacuerdos, por ejemplo, en la relación con la Revolución Cubana en la década de 1960, pero ya ninguno de ellos tan fuerte como los que tuvieron lugar durante los años de la Revolución Mexicana. El costo de este acomodo corrió generalmente a cuenta de las izquierdas mexicanas. Su represión siempre fue bien recibida y justificada por Washington.

El examen de cómo, cuándo, por qué y con qué resultados la dirigencia política mexicana –y la élite del poder en general- jugó sus cartas de la Guerra Fría frente a Estados Unidos y cuándo y hasta qué punto se plegó a las demandas de Washington, hace que el enfoque que liga el examen de los procesos internos de la época con las posiciones y acciones estadounidenses en su lucha contra el bloque soviético provea una buena parte de la explicación del proceso político, económico, social y cultural de México en la segunda mitad del siglo XX.

Entre el ‘mundo libre’ y el autoritarismo mexicano, una relación de conveniencia. El notable control que el régimen mexicano logró tener sobre los procesos internos del país entre 1945 y el final de la Guerra Fría fue la principal carta en su juego con Estados Unidos, un juego que le permitió mantener una cierta autonomía en su política interna e internacional a cambio de controlar a las fuerzas de izquierda y garantizar a los gobiernos de Washington que su gran frontera sur no serían motivo de inquietud para su proyecto internacional ni para su seguridad nacional.

FOTO: David Brauchli

En el lado al que México quedó adherido en 1946 –el estadounidense-, la naturaleza del nuevo conflicto quedó resumida en el llamado “telegrama largo” que George Kennan envió a Washington desde la embajada en Moscú en 1946 y que, en esencia, definía a la URSS como una dictadura brutal movida por un permanente sentido de inseguridad y que no aspiraba a coexistir con Occidente. Se trataba de un poder expansionista “refractario a la lógica de la razón [...] pero altamente sensible a la lógica de la fuerza”, es decir, era realista en su política internacional y, por tanto, Estados Unidos debía diseñar una política de contención en cualquier lugar donde los soviéticos pretendieran extender su influencia. Esa contención sistemática terminaría por obligar a Moscú a cooperar con su oponente y, con el tiempo, podría incluso desembocar en la desintegración del mismo sistema soviético. Los postulados de Kennan se convirtieron en la base de la política estadounidense posterior.

FOTO: The National Archives UK

lograr un modus vivendi de coexistencia pacífica”. Nótese que en ambas definiciones el acento esta puesto en la pugna Estados Unidos-URSS, pero sin mencionar al mundo “periférico” pese a que fue ahí donde se libró la versión “caliente” de la Guerra Fría.

Caida del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989.

mantenido, hubieran podido conducir a un acomodo con las necesidades de seguridad soviéticas, pero su muerte en abril de 1945 puso inesperadamente al mando de ese país a un vicepresidente y a un grupo político con una visión muy anticomunista y apoyada por los británicos. El temor y la desconfianza mutuos se transformaron en un círculo vicioso que, pese a permitir momentos de deshielo, sólo se rompió, y no del todo, con la desaparición de la URSS. Un México autoritario en el bloque de la democracia. Vista desde México y en el segundo decenio del siglo XXI, la Guerra Fría se puede analizar por los efectos que tuvo en la relación bilateral con el poder hegemónico de la zona –Estados Unidos- y, sobre todo, en el proceso político inter-

Para 1946 la Revolución Mexicana había terminado por construir un nuevo autoritarismo, más complejo e institucionalizado que el de Porfirio Díaz. En el nuevo sistema el poder no estaba en manos de un dictador, sino en una presidencia renovable cada seis años, apoyada por un ejército sometido al control civil; un partido de Estado que, a su vez, tenía una amplia base social encuadrada en estructuras corporativas -obreros, campesinos, burócratas, clases medias-; un sector empresarial también corporativizado; medios de difusión controlados, y elecciones regulares pero que simplemente servían para ratificar decisiones previamente tomadas dentro de la cúpula de un sistema que mantuvo ese mecanismo durante 71 años consecutivos. Por otro lado, la Revolución Mexicana más los efectos de las dos guerras mundiales, terminaron por minar la posición del capital europeo y aumentar la dependencia mexicana del capital y mercado estadounidenses. El sistema políti co mexicano de la post revolución tuvo una forma democrática pero un contenido netamente autoritario. Sin embargo, y pese a que el corazón ideológico de la Guerra Fría desde la posición de Occidente era la lucha por defender y extender la democracia política, ese no fue el caso con México y muchos otros países. El Washington oficial siempre aceptó al régimen mexicano como democrático, lo legitimó como tal y, por tanto, contribuyó a mantener el México antidemocrático. Es en este gran contexto internacional donde la Guerra Fría justificó y legitimó al autoritarismo mexicano –uno de los más efectivos del siglo XX-, donde tuvieron lugar los hechos de Ciudad Madera, el 68 y toda la acción contrainsurgente de la década de 1970 o el fraude electoral de 1988. El mundo occidental justificó el autoritarismo mexicano pero, curiosamente, su adversario, el mundo socialista, no denunció la represión que el régimen mexicano desarrolló contra sus adversarios, que básicamente fueron de izquierda. Finalmente, el relativo silencio del campo socialista sobre los efectos de la lucha contrainsurgente del gobierno mexicano también se explica en buena parte como resultado de las complejidades de la Guerra Fría: el nacionalismo mexicano de la época y su pequeño margen de independencia frente a Estados Unidos resultaron ser factores que al lado socialista le interesaba preservar y fomentar incluso a costa de los intereses de la izquierda mexicana. Un ejemplo de la coincidencia de intereses entre el autoritarismo mexicano y el bloque socialista es la presencia de Fidel Castro en la toma de posesión como presidente de Carlos Salinas en 1988 y la aceptación tácita del fraude contra la insurgencia electoral encabezada entonces por Cuauhtémoc Cárdenas.


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18 DE QUÉ ESTÁ HECHO UN GENERAL DE DIVISIÓN:

LÁZARO CÁRDENAS EN EL LABERINTO DE MADERA* Verónica Oikión Solano El Colegio de Michoacán

Saludé a las 19 horas al señor presidente Gustavo Díaz Ordaz en su despacho de Los Pinos […]. Hablé con él del caso de Chihuahua, ofreciéndole mi participación en estudiar el problema rural que se presenta en aquel Estado y aceptó agradeciendo mi ofrecimiento. Que ya daría instrucciones de que se formule una relación de las resoluciones que se han dictado en materia agraria. Que después de los acontecimientos registrados en Madera, Chihuahua, en que un grupo de civiles atacó al destacamento militar, ha seguido sintiéndose agitación. Que el gobierno, manifestó, buscar la mejor forma de darle una justa solución. Le pregunté que si para el mes de mayo próximo sería aún oportuno un recorrido por aquella zona y asintió, diciendo “a usted lo escucharán y yo podré conocer la realidad de la inconformidad”. “Sé, dijo, quiénes los agitan desde aquí; pero debe haber campo propicio para que encuentre eco la agitación y sí deseo los detalles de las tierras que piden y las que es posible entregarles, sin perjudicar a otros campesinos que las estén trabajando”. Por su parte, el general Cárdenas estaba muy concentrado en ese periodo en llevar adelante su proyecto para edificar un gran complejo siderúrgico en la costa michoacana con una visión nacionalista, pero estaba navegando a contracorriente en aguas políticas tumultuosas para conseguir su objetivo. Y creo que parte de la explicación de por qué el general Cárdenas ofreció a Díaz Ordaz tomar el pulso a los acontecimientos de Madera, fue llevar a cabo una estrategia para hacer presente su agencia en el camino tortuoso para echar a andar la planta siderúrgica y a la vez sensibilizar al presidente en turno –ya lo había intentado en primera instancia con López Mateos- sobre la necesidad de que el Estado mexicano se asumiera como el actor de primera línea en la integración de la industria acerera mexicana.

El general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional, fue el conducto utilizado por Díaz Ordaz para reiterarle a Cárdenas su visto bueno para que visitara la zona. Cárdenas apuntó el 3 de junio que en Chihuahua se han registrado ataques a la guarnición, incendiando puentes del ferrocarril y región en la que expedicionaron contingentes del Ejército. Según informaciones ha habido inquietudes de carácter agrario, pendientes de resolver y en donde han encontrado causa que agitar elementos radicales. Por su parte, García Barragán le informó a Cárdenas que: “a raíz del ataque al destacamento del pueblo de Madera y al ser muertos unos de los atacantes y otros, refugiados en la montaña, se les buscó y se dispersaron”, y que por tanto, “la región está calmada y […] no existen partidas alzadas”. A su vez, el general Cárdenas le comunicó a García Barragán que durante su viaje a Madera quería que el ejército retirara “determinados destacamentos, en virtud de que estimo conveniente visitar la región, hablar con los vecinos y los campesinos, sin acompañamiento de fuerza. Los hechos –reiterósurgieron de reclamos de tierra que dieron lugar a que se agitara, tomándolos como bandera”. El viaje se inició el día 21. Al día siguiente se trasladaron a la ciudad de Chihuahua, y hasta el día 24: “Nos encontramos hoy ya en esta ciudad Madera del Estado de Chihuahua”. El general Cárdenas la describe así: Madera fue bien trazada en sus calles. Su aspecto es atractivo. Los bosques que la rodean, a pesar de estar ya muy talados, le dan belleza al conjunto. Ojalá y el vecindario sepa conservar su arbolado. Entre el 25 y el 29 de junio, Cárdenas y sus acompañantes hicieron varios recorridos por la sierra, y arribaron a la Mesa del Huracán, núcleo de la explotación maderera Bosques de Chihuahua, que funcionaba por medio de contratistas. Pero a los trabajadores utilizados en el corte del arbolado por éstos llamados contratistas no les dan las prestaciones que fija la ley. Así la empresa a través de capataces, rehúye sus obligaciones y se enriquece con el trabajo del campesino que no tiene otra fuente de trabajo en estas serranías. La comunidad de Moctezu-

FOTO: Leonel Durán

C

omo gran maestro de la política que fue el general Lázaro Cárdenas, no hay ninguna anotación en sus Apuntes, o la suprimió él mismo, que corresponda al día o días siguientes del Asalto al Cuartel Madera. La primera referencia directa sobre los acontecimientos se encuentra en sus anotaciones del día 5 de abril de 1966, lo que puede darnos una idea de que Cárdenas reflexionó largamente sobre los sucesos. Nos dice:

En 1966 el general Lázaro Cárdenas hizo un viaje a la zona de Ciudad Madera con el objeto de conocer las condiciones en las que se había gestado el ataque guerrillero de un año antes. En ese viaje lo acompañaron entre otros su hijo Cuahutémoc y el antropólogo Leonel Durán. Este último hizo un registro fotográfico del viaje.

ma tiene presentada solicitud de dotación hace varios años. Afectan terrenos de “Bosques de Chihuahua”, que disfruta de privilegios indebidos. Hay que comentar aquí que el aparato de seguridad del Estado, por medio de la Secretaría de Gobernación, interceptó una carta enviada por Cuauhtémoc Cárdenas a su madre, Amalia Solórzano, desde Madera el día 28 de junio. La carta se encuentra en el acervo de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales en el Archivo General de la Nación. La misiva es reveladora por los silencios y por lo que no cuenta o en lo que no se explaya el propio general Cárdenas. Cuauhtémoc le narra a su madre: Aquí [a Madera] llegamos desde el viernes. Al principio notamos [a] la gente un poco reservada, poco a poco se fueron acercando y cada día conoce uno más cosas. Hemos estado saliendo a la sierra, recorridos de unas 6 horas y me parece que eso ha creado condiciones para que tengan confianza las gentes. Es que en el último año todo el que llega es Agente de alguna policía y viene en plan de agresión. Después de hablar con mucha gente y de oír las causas del ataque a Madera el 23 de Septiembre del año pasado, y de ir también sobre la región, puede concluirse que todo no es sino defensa de los campesinos contra las

agresiones que sufren desde tiempos atrás, de ganaderos, latifundistas apoyados y alentados por el Gobernador del Estado y agravada toda la situación por la presencia aquí de Bosques de Chihuahua, empresa que vende la madera a las industrias de celulosa y otras, propiedad de [Miguel] Alemán, [Carlos] Trouyet, Nacional Financiera, empresa que actúa como un mal cacique en la zona, cometiendo muchas torpezas y agrediendo a los campesinos, antiguos habitantes de la sierra. Papy […] recibe aquí toda la información que le falta y trabaja aquí, pues lo hace con más tranquilidad que la que pudiera tener en Chihuahua por ejemplo. Calculo aquí unos dos días más. A México no creo lleguemos antes del fin de semana. (Carta de Cuauhtémoc Cárdenas a su madre, Amalia Solórzano de Cárdenas, Ciudad Madera, Chihuahua, 28 de junio de 1966, en Archivo General de la Nación, Fondo Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, caja 3018-C, exp. s/n.) Como se puede observar, Cárdenas, padre e hijo, comprendían que del problema agrario se desprendían otros numerosos ultrajes. Al hacer el recuento de la tragedia y de los agravios, el general Cárdenas se preguntó y se contestó a sí mismo lo siguiente:

¿Qué empresa maderera ha dejado huella benéfica en las zonas boscosas que ha explotado? ¿Quién se acuerda de reclamar responsabilidades de talas inmoderadas, adeudos, falta de cumplimiento de construcción de obras, como vías férreas, caminos, hospitales, fábricas de productos madereros que ofrecieron cubrir empresas que explotaron montes hace cincuenta años? ¿Tienen esperanza los afectados de que alguna vez las cumplan? Ninguna. En cambio, la existencia del Estado es permanente y si al explotar los bosques de las comunidades no les entrega las utilidades que les corresponden, queda el recurso a las propias comunidades de pedir al Estado obras que les beneficien. Pero los particulares explotadores de la riqueza forestal no devolverán la parte que indebidamente se han llevado. Y aceptaba que: “el malestar en la zona de Madera es mayor. Se han registrado actos violentos que nacieron de la lucha por la tierra”. Además, por las pesquisas realizadas, Cárdenas tenía información de que: “Después del asalto al cuartel de C. Madera el 23 de septiembre de 1965, no se han visto en la sierra ni en las planicies ‘Guerrillas’”. Por otro lado, llama la atención que el general Cárdenas sólo anotara una breve referencia a los alzados de Madera. Su actuación como puente generacional tuvo sus límites al no manifestar interés directo sobre quienes integraban el foco guerrillero y cuál era su proyecto de revolución socialista. Escuetamente consignó en sus Apuntes del día 30 de junio: De los acontecimientos del 23 de septiembre en que fue atacado el destacamento federal en esta Ciudad de Madera, Chihuahua, murieron: Salomón y Juan Antonio Gaytán, de la comunidad de Dolores, municipio de Madera, Chihuahua, y Antonio Scobell Gaytán de aquí de Madera. Doctor y profesor Pablo Gómez, de Chihuahua. Profesor Arturo Gámiz, de Durango. Profesor… Martínez Valdivia. Profesor… Quiñones. El contenido de las líneas redactadas en sus Apuntes es escueto y hasta cierto punto decepcionante por el carácter relevante que el propio Cárdenas le había dado a la trama de Madera. Leemos: A las 19 horas saludé en su despacho de Los Pinos


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al C. presidente Gustavo Díaz Ordaz. Le platiqué de mi recorrido por el Estado de Chihuahua, de los problemas rurales de la Sierra del Noroeste, Madera, La Cebadilla, Mesa del Huracán, “Bosques y Celulosa de Chihuahua”. Escuchó con interés y manifestó les pondrá atención. Me reiteró su reconocimiento por este recorrido.

FOTO: Leonel Durán

Comentarios finales. La problemática de Madera aquí planteada comprende varias aristas. Tiene tras de sí la relación entablada por Cárdenas con Díaz Ordaz, que se situó en un plano institucional, y si cabe hasta de reconocimiento moral y político de parte del presidente hacia Cárdenas, dándole un trato preferencial. Es posible que también Díaz Ordaz quisiese sondear al michoacano en el marco de su comienzo sexenal y utilizar su imagen pública para aparentar querer resolver los agravios de fondo. Recuérdese que todavía México no desembocaba en la tragedia de 1968. En abril de 1966 tenemos a un Díaz Ordaz atento y obsequioso a los deseos del general Cárdenas “en colaborar” en el estudio del problema rural de Madera. Ello, a diferencia de la relación de Cárdenas con Adolfo López Mateos, deteriorada al paso de su sexenio por el caso de los ferrocarrileros presos, y por la insolente repulsión anticomunista de López Mateos hacia el activismo de Lázaro

Evento: Día Nacional del Maíz. Organiza: Campaña Nacional Sin maíz no hay país. Fecha, lugar y hora: 29 de septiembre de 2015. México, D.F. Informes: www. sinmaiznohaypais.org

Cárdenas dialogando con campesinos en Ciudad Madera.

Cárdenas al frente del Movimiento de Liberación Nacional. Por su parte, el general Cárdenas midió cada paso institucional que daría en el marco de esta “colaboración” ofrecida a Díaz Ordaz. La presencia de Cárdenas en Madera tuvo mucho de preocupación personal centrada en el problema agrario, pero también de estrategia y visibilidad política con miras a la concreción de su proyecto estratégico siderúrgico. Puede entenderse, asimismo, que Cárdenas utilizó su propia presencia en Chihuahua como un factor sorpresa para los distintos actores

involucrados, sobre todo seguramente resultó incómodo y molesto para el gobernador Práxedes Giner Durán y sus agentes, quienes formaron parte destacada de la red de victimarios de los atacantes del Cuartel Madera. No descarto tampoco la genialidad del general michoacano para traducir su agencia y su carga moral y política a manera de cuña que de tanto en tanto penetraba de manera perturbadora en los entresijos del sistema autoritario. Recordemos el dicho: “para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo”… o, en este caso, más precisamente de la misma madera.

A 50 años del Asalto al Cuartel Madera, podríamos decir que el general Cárdenas encontró claves relevantes para adentrarse en el laberinto del Cuartel Madera. Pero quienes sacrificaron su vida por el ideal revolucionario, hasta el día de hoy esperan la dignificación de su memoria con un grito desesperado: “¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!”. *Las citas de Lázaro Cárdenas, fueron tomadas de Obras. I-Apuntes 1957-1966, México, Dirección General de Publicaciones de la UNAM, 1973, Nueva Biblioteca Mexicana, 33, tomo III, pp. 537, 538, 561, 562, 563, 566, 567, 569, 571, 573, 574, 575 y 577. Cursivas de la autora.

Evento: Día Nacional del Maíz. Organiza: Varias organizaciones. Fechas, lugar y hora: 29 de septiembre de 2015. Zócalo, Cuernavaca, Morelos. 11:00 horas. Informes: www.sinmaiznohaypais.org

Evento: Reunión Nacional Conocimiento y Aprovechamiento de la Diversidad del Maíz Nativo. Organiza: Sociedad Mexicana de Fitogenética, AC. Universidad Autónoma Chapingo y el Colegio de Postgraduados. Fecha, lugar: Del 11 al 13 de noviembre de 2015. Departamento de Fitotecnía, UACH. Información: gabymen1110@gmail.com / resumen@somefi.mx / maicesnativos@somefi.mx

Libro: ¡La tierra no se vende! Las tierras y los territorios de los pueblos indígenas en México. De: Francisco López Bárcenas

50 AÑOS DEL ASALTO AL CUARTEL MADERA Marco Rascón

M

i generación fue precoz políticamente, por una razón particular: En 1965 la Universidad de Chihuahua albergaba en su campus a la Escuela Preparatoria y la Secundaria, por tanto, a los 12 años ¡ya éramos universitarios! El día 23 de septiembre de 1965, recién ingresado a la secundaria vimos pasar sobre nosotros pesados aviones militares que volaban en dirección a la sierra. A las pocas horas, empezó a esparcirse la noticia: un grupo armado había atacado el cuartel militar de Ciudad Madera y había muchos muertos. Por ello, a las pocas horas de esparcirse la noticia de las Extras ¡donde se veían fotografías de los cadáveres y las armas de los asaltantes del cuartel y al gobernador Giner Durán declarar: “Querían tierra. Denles hasta que se harten”!, la conmoción fue general y nadie escapaba a las conjeturas y el asombro, pues hasta el cura de Madera se negó a oficiar los sacramentos para los guerrilleros muertos. ¿De dónde venían? ¿Quiénes eran? ¿Cuáles eran sus motivos? ¿Qué pasaría? ¿Nos invadirían los comunistas? ¿Qué significaba la palabra “guerrillero”? ¿Quiénes eran los guerrilleros?

El shock en la Prepa y la Universidad vino cuando empezó a fluir la información y se conocía que los guerrilleros eran estudiantes y maestros ejemplares no sólo de la vecina Escuela Normal a unos metros de nuestra escuela, sino que además eran maestros de la Normal Rural de Salaices, dirigentes sociales y agraristas contra los grandes latifundios. En esos días, escuchamos por primera vez los nombres de Arturo Gámiz García, profesor rural y principal dirigente de la guerrilla; Pablo Gómez Ramírez, médico y profesor de la Escuela Normal Rural “Ricardo Flores Magón”, de Saucillo, Chihuahua; Emilio Gámiz García, estudiante y hermano de Arturo; Antonio Scobell, campesino; Óscar Sandoval Salinas, estudiante de la Escuela Normal del estado; Miguel Quiñones Pedroza, profesor rural y egresado de la Escuela Normal Rural “Abraham González”, de Salaices, Chihuahua; Rafael Martínez Valdivia, profesor rural, y Salomón Gaytán, campesino de Dolores, Madera.

dad; la integración de la Escuela Hermanos Escobar de Ciudad Juárez; las huelgas de trabajadores de Triplay de Parral, de la Pepsicola y de Aceros de Chihuahua, y de los electricistas de la Tendencia Democrática y los maestros de las secciones octava y 42. La universidad se convirtió en semillero de profesionistas progresistas, comunistas y liberales radicales. La ciudad se llenó de cafés literarios, exposiciones de pintores y el teatro floreció como nunca, pasando de los clásicos a lo crítico. Los conciertos de música contestataria empezaron a presentarse en el Paraninfo y la Prepa. Entre 1965 y 1974, Chihuahua fue un laboratorio de lucha armada, social y política. Por ello, la oligarquía del norte exigió el aplastamiento de aquella efervescencia revolucionaria. En 1983 la oligarquía norteña cambió de partido y vino el giro hacia la derecha y el ascenso del PAN en el norte.

A partir de ese momento, la política y la necesidad de una nueva revolución se nos metió hasta los huesos.

Desde entonces, entre PRI y PAN han buscado acabar con la memoria de Madera 1965 y de las luchas sociales y democráticas hasta 1983.

En Chihuahua, ya nada fue lo mismo. Empezó el despliegue de luchas en la universi-

A 50 años, recordar a los caídos en Madera, es renovar la siembra por un México mejor

Libro: Madera rebelde. Movimiento agrario y guerrilla (1959-1965). Autor: Jesús Vargas Valdés. Ediciones Nueva Vizcaya. Se presentará en la Feria del Libro del Zócalo el día 13 de octubre.


19 de septiembre de 2015

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EL PARACAIDISMO EN CHIHUAHUA Pablo Gómez Ramírez Muerto en el asalto al Cuartel Madera; texto escrito en febrero de 1963 No es el campesino quien invade la tierra que le dio la Revolución, sino el latifundista que otra vez se apoderó de ella, frustrando así la aplicación de la reforma agraria.

L

a situación impuesta al país hasta antes de 1910, por don Porfirio Díaz, sus científicos y sus guardias blancas para sostener un régimen caduco creador de una gran diferencia socioeconómica, es causa fundamental de todas las grandes conmociones sociales en la historia de la humanidad; en nuestro pueblo humilde hizo posible la Revolución Mexicana encabezada por Francisco I. Madero e interpretada fielmente en el norte por Francisco Villa y en las sierras del sur por Emiliano Zapata, quienes dieron fuerza y contenido a la misma, principalmente este último al proclamar: TIERRA Y LIBERTAD y QUE LA TIERRA SEA DE QUIEN LA TRABAJA. El éxito arrollador de estos caudillos que despertaron al pueblo fue la promesa hecha a todos y a cada uno de ellos en el sentido de que poseerían un pedazo de tierra una vez derribado el régimen. Pero en su mayoría los hombres que lucharon con las armas en la mano por un pedazo de tierra no pudieron estar presentes en el banquete de repartición de la misma, y fueron los cobardes de siempre, los que permanecieron escondidos en las ciudades de los Estados Unidos del norte, los que vinieron a recoger el fruto de la Revolución. Después de esto, el anhelo

Nacional Campesina (CNC), y tiene que ser así, pues es la burguesía en el poder la que ha impuesto a estos empleados y representantes dentro de la administración pública. Así podemos observar cómo un administrador de uno de los ranchos ganaderos más grandes del Estado ha escalado los puestos públicos más importantes, llegando a ser diputado federal y siendo en la actualidad digno (?) representante de los campesinos de la CNC.

de los campesinos de tener un pedazo de tierra fue plasmado en forma humanística en el artículo 27 de nuestra Constitución y en el código agrario que de ése deriva, pero ha sido archivado por las autoridades que debían ser las encargadas de cumplir con este mandato constitucional. Así vemos cómo en nuestro Estado, exceptuando el impulso que en forma tan amplia dio el General Cárdenas a la Reforma Agraria, a 23 años de aquello, ésta ha sido frenada e inclusive retrocedida, pasando el artículo 27 a constituirse en letra muerta dentro de nuestra Carta Magna. Por otra parte, en nuestro estado, que desde el punto de vista geográfico carece de tierras aptas para la agricultura en forma extensiva por falta de cuencas hidrológicas, se ha ido agravando este problema por múltiples causas, entre las que debemos citar: el haber secado el río Bravo nuestros “buenos vecinos”, destruyendo con ello la agricultura del valle de Juárez y toda la cuenca del mismo hasta llegar a Ojinaga; también, el gran acaparamiento que de la tierra han venido haciendo los usureros en todos los sistemas de riego del estado, en contubernio con las autoridades agrarias y de colonización, dándose el caso, para citar un ejemplo, que en el sistema de riego número 5 de Ciudad Delicias, una sola persona se ha adueñado de cerca de 40 lotes, desplazando con ello igual número de familias que constituían una fuerza productivamente activa.

Pablo Gómez en el Congreso de la UGOCM, en Ciudad Madera, Chihuahua.

Agréguese a lo anterior al aumento demográfico del pueblo en los últimos 25 años. Si esto sucede en lo que se refiere a las tierras de agricultura, en los terrenos pastales y forestales la situación ha sido más aguda, pues están en manos de banqueros, comerciantes, industriales y altos funcionarios de la administración pública, habiéndose adueñado de ellos haciendo uso de las formas más conocidas hasta la actualidad para originar el fraude, claro está, siempre en contubernio con las autoridades agrarias, empleados de la Secretaría de Agricultura y Ganadería y, lo que es inconcebible, con la complicidad de los representantes de la Confederación

[…] La gran miseria en que vive la inmensa mayoría de nuestro pueblo; […] la insultante diferencia económica entre los latifundistas de toda clase y nuestra gente humilde; […] la traición al campesinado de México por parte de autoridades agrarias y representantes. de la CNC. Todo esto ha empujado a nuestros campesinos a realizar LAS INVASIONES EN ALGUNOS DE LOS LATIFUNDIOS QUE EXISTEN, lo que la burguesía reaccionaria denomina con el nombre de “paracaidistas”. Esto es lo que ha formado la firme determinación en los campesinos que no poseen ningún pedazo de tierraa afiliarse a la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM), que en nuestro estado en forma tan valiente, honesta y activa ha dirigido el compañero y líder agrario Álvaro Ríos y de la cual es su dirigente nacional Jacinto López, única organización que defiende, en forma verdadera, los intereses de los campesinos de México.

LA VIDA RURAL EN LA REGIÓN DE TEMÓSACHIC, MADERA Y DEL VIEJO MINERAL DE DOLORES* Arturo Gámiz Muerto en el asalto al Cuartel Madera; texto publicado en La Voz de Chihuahua, el 12 de mayo de 1963

E

l Mineral de Dolores es una población entre Madera y el límite con Sonora. A principios del siglo tuvo un auge económico formidable. Doscientos mineros trabajaban en las minas. Más de cien mulas llevaban cada mes el fruto de las entrañas de la tierra: oro y plata. El caserío se extendía de la cima de las montañas al fondo de los arroyos. Hoy resulta difícil creer todo eso. La mayor parte de las casas han sido devoradas por el monte y en época de lluvias hay unos 50 vecinos. Hace más de 20 años se paró el trabajo en las minas, las compañías extranjeras se llevaron toda la riqueza y dejaron sólo las ruinas, montes talados y nostalgia. Pero la decadencia de toda esa inmensa región de Sonora a Temósachic, no sólo se debe a que se acabó el trabajo de las minas; hay otra causa importante; se formó y enquistó un cacicazgo, un imperio de asesinos. Durante 20 años la sierra ha sido la tierra sin ley. Los Ibarra y los Vega, pandilla de sinvergüenzas, han sembrado el terror y la desolación, han llevado el luto a muchas familias, hundiendo en la miseria a otras, humillando e intranquilizando a todos. Empezaron a apoderarse de las tierras desde Sonora hasta Temósachic, por todos los medios fraudulentos imaginables. Cuando quieren un terreno simplemente lo toman y si el poseedor protesta y no desaloja el rancho, se lo queman con todas sus pertenen-

cias, le destruyen sus siembras y le matan o roban sus animales, y si el ofendido sigue protestando, lo hacen objeto de todo tipo de persecuciones y violencias: lo matan o mandan matarlo. Por medios semejantes, han adquirido ganado. Durante años se dedicaron a la fabricación clandestina de sotol. Explotan a sus peones y les roban el pago como en la época porfiriana. No hay espacio para relatar todas las fechorías de estos caciques. Los malos de las películas texanas se quedan cortos y chicos junto a los Vega y los Ibarra. Con el respaldo de la empresa Bosques de Chihuahua, han quemado algunos ranchos como el de Timoteo Castellanos en el Salitre y el de los Olivas en Las Varas, dejando a las familias a la intemperie y sólo con las escasas pertenencias que lograron salvar de las llamas justo con su vida. Han matado gente en Agua Amarilla, Carrizito, Dolores, Temósachic, en el camino real, etcétera, etcétera. Han fabricado delitos y calumnias para mandar a la cárcel a cuanto ciudadano honrado y pacífico les estorba. Han azotado a decenas, han robado mujeres. Todo impunemente. Son amigos de Borunda y de muchos influyentazos. Compraban autoridades o las nombraban ellos. En Dolores sostuvieron durante 18 años al mismo presidente. Esa ha sido una de las causas fundamentales de la decadencia de la sierra. Donde hay intranquilidad,

ción permanente –durante todo el año- y no sólo en los meses secos. Pronto se construirá un templo, la casa para el maestro, etcétera.

donde no hay garantías, donde hay injusticia no puede haber progreso, pues la inseguridad en el porvenir mata la iniciativa creadora de los hombres. En esas condiciones no se le encuentra sentido y justificación al trabajo. ¿Para qué sembrar?, ¿para qué hacer casa?, ¿para qué arreglar caminos?, ¿para qué abrir magüechis?, ¿para qué poner huertas?, ¿para qué hacer presones, limpiar aguajes y otra obras si tal vez mañana lleguen los pistoleros y nos quemen el rancho o nos destruyan las siembras o simplemente no echen de aquí?, ¿si tal vez mañana metan cerco para quitarnos los aguajes y las tierras que abrimos al cultivo? Arturo Gámiz.

Así razonan los campesinos con toda exactitud. Todavía no hace un año, por ejemplo, que a los campesinos de Santa Rita, municipio de Temósachic, les quitaron las tierras con todo y siembras. Matar el ganado, quemar las huertas, cercar los aguajes y los pastizales, es práctica casi cotidiana de los caciques. Pero no hay mal que dure cien años ni quien los aguante. La sierra vive hoy una nueva etapa que se caracteriza por la lucha a muerte contra los cacicazgos que apadrina Bosques de Chihuahua. Esta lucha la encabeza desde hace tres años la UGOCM. Uno de sus triunfos iniciales fue que se desorganizó la compañía ganadero-asesinos Cuatro Amigos. En diciembre del año pasado se logró otro triunfo importante: en Dolores,

centro de operaciones y bastión de los caciques, el pueblo destituye al presidente que tenía 18 años en el poder y elige democráticamente a Salvador Gaytán, enemigo de los caciques y de la injusticia, y empieza así una nueva etapa del progreso. Se construye una escuela a la que asisten 65 niños y se la incorpora al sistema estatal; se arreglan la plaza, las calles, los caminos; se construyen canchas para basquetbol y volibol; se hace una campaña de vacunación contra la viruela, la difteria, la tosferina y el tétano. Acaba de inaugurarse un puente de 40 metros de largo con altura de más de 30 metros, con bases de concreto y estructura metálica, con el cual está asegurada la comunica-

Vuelve a haber trabajo, educación, deporte, comunicaciones. El pueblo se unifica y organiza, pierde el temor a los caciques y se dispone a luchar por su destino y por un mayor objetivo, que es el ejido. Se afectarán las ilegales propiedades de los caciques, quienes no se resignan ni duermen. Acostumbrados a que sus deseos eran órdenes y su palabra ley, hoy que no gozan de autoridad ni de impunidad, hoy que se les somete al orden, reaccionan violentamente. Pero conscientes de que no pueden actuar con la impunidad de antes, siguen un plan inteligente, para volver por sus fueros y quitarse al nuevo presidente: azuzan a sus incondicionales para que lo provoquen. Porque no les permite fabricar licor clandestinamente, porque pide cooperación para las obras de beneficio colectivo, porque cobra las guías de ganado, porque exige el permiso correspondiente para bailes y “gallos”, por cualquier motivo o sin él, los incondicionales de los caciques provocan al presidente; pero pase lo que pase, son éstos los responsables porque ellos azuzan y dirigen a los provocadores. La hora de los cacicazgos y de los latifundios ha sonado. *Transcrito por José Santos Valdés en su libro: Madera, publicado en México D.F. en 1968. Pp. 69 y ss.


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