Lo que ocurrió fue que al principio tenía razón, los nervios se apoderaron de él, y no permitieron que se acordara. Al cabo de un rato empezó a recordar y consiguió seguir con el Premio Nobel del más listo en las matemáticas. Hasta que un chico misterioso llegó a la ciudad. Decía que sabía todo sobre las matemáticas, pero no le creyeron hasta que se retó en un duelo de matemáticas. El profesor, al principio iba ganando pero el chico se puso serio y le ganó, luego el profesor le tuvo que dar su Premio Nobel, se puso muy triste había perdido su Premio. Llegó a casa y la mujer le preguntó: - ¿Qué te pasa esposo mío? Y él le contestó muy triste: -¡Es que he perdido mi Premio Nobel! -No te preocupes, seguro que ganas otro. -¡No es tan fácil ganar ese Premio! tienes que estudiar mucho. Se fue muy, muy triste a la cama, al día siguiente el profesor ya empezaba a estar mejor. Mientras iba a clase el chico extraño paso por ahí le dijo al profesor que no era el mejor, que era el peor y se fue riéndose: - ¡¡¡Jajaja!!! El profesor se puso muy triste otra vez y empezó a llorar mientras decía: -¿Por qué me pasa esto a mí?. Entonces pasó un niño de su clase y le dijo: -¿Profesor por qué estás tan triste? Y el profesor le dijo: - Es que he perdido mi Premio Nobel de las matemáticas. El niño respondió:
-¿Qué importa? - Es que he estudiado mucho y eso no lo demuestra. - ¡No necesitas un Premio para demostrar que has estudiado mucho¡ Entonces el profesor se levantó, miro al frente y le dijo al niño: -Tienes razón, gracias por ayudarme. Fue a la casa del chico extraño llamó a la puerta y le dijo: -Tú no te puedes burlar de mí, porque aunque no tenga ese Premio sigo siendo muy listo. El extraño dijo: - ¡Tienes razón, encima yo no quería este Premio yo solo quería sentirme muy listo! - ¡No necesitas un Premio Nobel para sentirte muy listo! -¡Palabras muy sabias! ¿De dónde has sacado esa frase? - ¡Me las ha dicho ese niño! El chico extraño exclamó: -¡Ese es mi hijo!. Entonces todos hicieron las paces, y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Adan Romero Pons
El profesor en el peor momento, se acordó de que pequeño tena algunos problemas pronunciando palabras por ejemplo: el número nueve. El recuerda que el logopeda le dijo, que con el tiempo, se le olvidaría y que no tardaría en recordarla. Él estaba asustado no sabía cuando esa palabra que le costaba tanto pronunciar podría estar en su mente otra vez. Al siguiente día se aseó y fue al trabajo tan tranquilo como si nada hubiera pasado. Llegó a su clase y miró a todos sus alumnos, estaban en la pizarra escribiendo enormes y enormes nueves el profesor alucinó y empezó a salir de su boca: - Un, nu, nu nueve. Los alumnos empezaron a gritar de la ilusión. El profesor recordó que aquellos días no pudo enseñar a sus alumnos ni sumas, ni restas, ni divisiones que tuviesen el nueve. En ese momento pensó que le iban a despedir, se puso muy nervioso y justo entró el director, le temían todos los niños. Dicen que si en su clase, te portas mal te coge de la mano te lleva a su despacho y te tira por la ventana, pero tranquilos no os asustéis hay una colchoneta. El profesor se asustó tanto, que renunció sin dejar que el director dijese una sola palabra .El profesor decidió irse a Argentina de viaje con su familia. Al cabo de dos semanas en Argentina el profesor estaba muy tranquilo como si no hubiese pasado nada. Cada día se fue acordando de sus alumnos y decidió regresar. Aday Zarza
¿Lo que ocurrió fue…? Que al día siguiente intentó decir los números que terminaban en 9 pero no lo conseguía y lo siguió intentando. Siguió y siguió pero no lo consiguió así que al día siguiente lo volvió a intentar y lo intentó hasta que se cansó. Después de dos días consiguió decirlo gracias a un alumno suyo que era muy bueno con las mates. Le llamaron los que le dieron el Premio, porque estaban preocupados, ya que a ellos les llamaron los compañeros del profesor diciendo que no iba a dar clases. Por eso le preguntaron: - ¿Por qué no vas a dar clase? Y él les contestó que antes tenía un problema y no podía hacerlo, pero ahora ya sí, porque se le había pasado. Al día siguiente fue a dar clase e hizo unas multiplicaciones en la pizarra. Una le tocó al niño que le ayudó, era 200 X 9 y le dijo: -Que fácil, es 1.800 -Muy bien - dijo el profesor - Ahora voy a hacer yo una que termine en nueve, 7 X 7 es cuarenta y nueve. Al acabar el cole fue a casa a hacer los exámenes, no le costó nada. Los hizo y se hecho una siesta, llegó la hora de comer y comió unas lentejas. Se echó 5 cazos y como le gustaban mucho repitió pero esta vez solo se echó 4, en total se comió nueve. Más tarde se fue a dar un paseo con su mujer y fueron hablando un poco hasta que volvieron a casa a hacer cosas. Le gustaba mucho trabajar entonces fue a dar clases particulares a su alumno favorito, se llamaba Andrés era muy bueno, era el que le ayudó y él también le quería ayudar. Le preguntó: - ¿Qué te cuesta hacer?
Le contestó: - Naturales Le ayudó mucho y el niño estaba contentísimo. Entonces no volvió a suspender y le dio las gracias al profesor, que estaba contentísimo también. Volvió a casa y se puso a cenar lomo con patatas y después se fue a la cama a dormir. Al día siguiente llegó al colegio y todos los niños le abrazaron. Al acabar el cole fue a casa . Cuando estaba en su casa, le llamaron los del Premio diciendo que estaban contentísimos que todo se hubiera solucionado y que estuviera dando clases otra vez en el colegio.
FIN
ALAITZ ZABALLA
Lo que ocurrió fue que… Al día siguiente no pudo pronunciar el ocho, ni el cinco, ni el uno, esto era un gran problema. El pensó que estaba loco pero no. Primero fue al médico y le dijo que eso no era nada que se le pasaría enseguida. Luego fue a otro médico que decía que eso no importaba nada. Se quedó un rato pensando pero no encontraba una solución .Al final, aunque fue a un médico especial, no le pudieron ayudar. Por fin se enteró de por qué no podía pronunciar los números, fue porque estaba tan emocionado que se le olvidaron los números. Luego tuvo que tomarse una bebida especial y de repente: -
¡Plafff!
Le volvieron todos los números a la cabeza y su mujer estaba contentísima de qué le hubieran vuelto los números. Pero al tomarse esa bebida se encontraba muy mal, se metió en la cama a descansar y al día siguiente se encontraba mucho mejor. Cuando fue a su clase estaba explicándole los números a un niño y de repente se mareó, al de un rato se encontró bien pero ya no pudo darles clases a los niños, se fue a su casa. Al entrar escuchó a su hija Daniela y su novio Austin en el pasillo, porque se iban a la calle. De repente se volvió a marear se cayó al suelo y Daniela antes de salir de su casa oyó: - ¡Pumm! Daniela se asustó mucho y entró corriendo a la habitación de su padre. Fue a decírselo a su madre pero no estaba. Cuando su padre se despertó se encontraba muy bien y muy contento le contó todo a su mujer. Decidieron celebrarlo y se fueron a Paris. Cuando el profesor llego volvió a dar clases a los niños del instituto.
De repente murió por una enfermedad llamada cáncer de pulmón. Cuando su mujer se enteró se quedó paralizada y empezó a llorar de pena lo mismo pasó con Daniela que empezó a llorar y a llorar. Pasada una semana de la muerte del profesor hicieron su funeral todos empezaron a llorar de pena. Todos hicieron una estatua al mejor profesor de matemáticas de la historia y la colocaron en el centro de París, también compraron unas flores y las tiraron al mar para que recuerden al mejor profesor de la historia. FIN DE LA HISTORIA
Si te ha gustado esta historia cuéntasela a tu familia, a tus amigos, a quien quieras.
ALBA RODRIGUEZ ANGLADA
Lo que ocurrió fue que al profesor le estaba entrando una enfermedad un poco extraña para su edad. Los médicos siguieron haciéndole pruebas para poder llegar a saber qué le ocurría. No entendían que un hombre tan inteligente le pudiera pasar no ser capaz de nombra números que tuviesen el número nueve. Esto le traía muchos problemas en su trabajo y en su vida normal. Un día le llamaron del hospital para comunicarle que pasara por allí porque habían dado con su enfermedad. El neurólogo le indicó que tenía Alzheimer. Le pondría tratamiento. Por cierto, no le retiraron el Premio Nobel.
Ana Iriarte
¿Lo qué ocurrió fue que? Llegó el día en que tenía que recoger su premio, como no podía pronunciar ningún número que contuviese nueve y justo ese número es el que tenía que decir, no tuvo más remedio que escribirle una carta a su mujer en la que decía: Querida esposa: El día nueve tengo que ir a Oslo a recoger mi medalla del Premio Nobel y no estaré en casa porque mi vuelo sale a las siete de la noche y tendré que cenar allí porque no me dará tiempo a ir a casa. Muchos besos tu esposo. Cuando llegó, sus preocupaciones fueron mejorando, ya podía decir nueve, diecinueve, veintinueve y treinta y nueve pero todavía cuarenta y nueve, cincuenta y nueve, sesenta y nueve, setenta y nueve, ochenta y nueve, y noventa y nueve no. Mientras que iba llegando al sitio donde le darían el premio se fue acordando de él cuarenta y nueve, cincuenta y nueve sesenta y nueve, setenta y nueve y ochenta y nueve pero no del noventa y nueve. Llegó y antes de darle la medalla le dijeron que hiciera un problema y justo la solución era 99 el número que no podía pronunciar. Intentó decirle y se llevó una sorpresa su mujer. Llegó, cenó y la historia se acabó.
Anabel Sánchez de Diego.
¿LO QUE OCURRIO FUE QUE…? Seguía cada día perdiendo la capacidad de pronunciar cualquier número que contuviese el 9 y entonces le quitaron el Premio Nobel. Debido al susto se recuperó y pudo pronunciar otra vez el 9 por lo que le volvieron a dar el Premio. Volvería a ser el profesor de matemáticas que antes era, un mago con los números, que llegó más allá de lo más alto. Había pasado su mayor miedo, olvidarse o no poder pronunciar cualquier número conocido. Cuando regresaba a su casa miraba el Premio Nobel que le hacía estar orgulloso de sí mismo. Riéndose, del miedo, no paraba de pronunciar: - ¡NADA PODRA CONMIGO! ¡NISIQUIERA NECESITO AYUDA DE NINGÚN PSICÓLOGO! Así mismo selo decía mirando su Premio muy brillante colocado en una estantería bien ajustada. Y muy contento se fue a pasear con su perro Lucas. Andy guaman.
LO QUE OCURRIÓ FUE…. Recogió el Premio Nobel pero con mucha vergüenza. Se fue a su casa y la mujer no estaba muy contenta porque sabía que se le estaba olvidando el número nueve pero por otra parte la mujer estaba contenta por el Premio Nobel. Y el profesor tampoco estaba muy contento por no saber pronunciarlo. El profesor fue a clase y se encontró con Julianini el famoso mago. Ahora mismo venía de hacer magia. El profesor entró en clase y acabó de dar clase. Luego fue a su psicólogo. Después se fue a casa. Al día siguiente vio el Premio Nobel, se levantó y seguía sin pronunciar el número 9, se fue a clase y la mujer seguía muy preocupada . Hasta que le tocaba ir al psicólogo y le dijo: - Te vas a curar pero no se cuando. Entonces el profesor se fue a casa y en una semana se dio cuenta. - ¡¡¡ Ya puedo pronunciarlo!!! Se puso muy, muy contento y la mujer muchísimo más.
Ares Lorenzo Ibañez
LO QUE OCURRIÓ FUE… Me seguía preguntando: -¿Por qué era incapaz de pronunciar el número 9? Llegó el día que tenía que ir a por el galardón, al recogerlo un chico me preguntó una multiplicación que terminaba en 9, al responderle pude pronunciar el nueve fue increíble.
Todos estaban aplaudiendo, me di cuenta que lo que me hacía no poder decir el nueve eran los nervios y si me relajaba podía hacerlo. Esa fue la última vez que me ocurrió y pude continuar mi vida tranquilamente con mi familia y seguir siendo profesor.
Conté a los demás lo que me ocurrió, nadie me creía, ni mis alumnos, ni mi familia… pero yo sabía que era cierto y no me importaba que nadie más lo supiera .
Aarón Acero Agote
Lo que ocurrió fue que… Mi enemigo el señor Yuni había enviado a un coleóptero azul para que me hipnotizara. Todos os preguntareis por qué ¿verdad?. Bueno supongo que os lo contaré. Esa noche, en la que me entregaron el Premio Nobel me dieron un regalo. Era de un tal Yulian de Madrid. Cuando llegué a casa lo abrí, era una invitación para ir con Julián al desfile de coleópteros. Y yo como un tonto acepté. La semana siguiente allí me encontraba en el desfile con Yulian…no comprendía muy bien lo que estaba pasando. En el desfile un coleóptero azul se me acercó, me susurro algo al oído, que no logré descifrar y se fue volando. Esos días me sentí algo raro. Llegó la entrega de los Premios Nobel y lo del nueve, pero además me sentía raro. Algo me estaba pasando, algo raro, muy raro llegué a pensar que estaba loco pero al final di con la solución. Pensé… Yulian, Yulian… ah! Yuni. Me ha engañado. Y así transcurrió el tiempo, yo sin encontrar una solución. Bueno hasta esta mañana. Cocinando se me ocurrió que mi mejor alumna Sandra me podría ayudar. Así que me vestí y fui a su casa. Ella me enseñó y resolví mi problema. Y así lo solucioné.
Bárbara Orella Arozamena
Lo que ocurrió fue… Que el día antes de que le dijeran que había ganado el Premio Nobel habló con un señor que lo había ganado hace muchos años y le dijo: -No te pongas nervioso si ganas porque, sino se te pueden olvidar los números, el discurso… -Vale intentaré no ponerme nervioso. A ver si hay suerte. -Mucha suerte. Eso fue lo que le dijo el señor pero, su consejo al final no funcionó. Se puso más nervioso de lo que esperaba. Una semana después de que le dijesen que había ganado el Premio Nobel recibió una llamada de su amigo Marcos. Él le dijo: -Felicidades por el premio. El profesor le contó lo que le estaba pasando. El amigo le dijo: -No te preocupes yo tengo un amigo que le pasó lo mismo. Mañana mismo te digo lo que utilizó para volver a la normalidad. El día siguiente el profesor esperaba con ganas esa llamada pero ese día no llegó hasta el día menos esperado. Todos los días pasaba lo mismo miraba el calendario y decía: -Marcos se ha olvidado de mí ya han pasado 2 semanas y todavía no me ha llamado, voy a intentar contar hasta diez a ver si hay suerte: 1,2,3,4,5,6,7,8,10 no todavía no puedo decir VIII + I. Entonces un día llamó Marcos, le dijo que si quería volver a decir 9 o cualquier número que acabase en nueve se tenía que mojar porque necesitaba unas algas que estaban en el fondo del mar. El profesor dijo: -Me da igual con tal de poder decir VIII + I. Entonces lo dicho y hecho, al día siguiente ya estaban en el mar cogiendo las algas que necesitaban.
Ya cogidas las algas, llegaron a casa del profesor para empezar con la receta. Ya hecha el profesor se la bebió pero no sintió nada, aunque al día siguiente sí podía decir 49,59,69,79,89….pero no 9,19,29 y 39. Ni ningún día pudo decir esos números. Finalmente llegó el día del Premio y el seguía sin poder decir esos números, pero por arte de magia los empezó a decir sin ninguna dificultad como si no hubiera pasado nada. Desde ese día, el profesor iba cada año a por las algas por si le volvía a suceder y contaba todos los días hasta el número 10.
BEATRIZ HUEBRA SANZ
Lo que ocurrió fue … ¿Qué tal si os lo cuento …? Que del estrés empezó a olvidar los números. Además empezó a odiar el nueve. Así empezó a no recordar los números acabados en nueve. El médico y el psicólogo le dijeron que tenía una enfermedad muy común la sufría mucha gente en el mundo, cuando le dijeron eso él se quedó muy triste. Al cabo de un año le ocurrió, también con el número tres, cinco y seis, ¡qué horrible! ¿no creéis? El descubrió que para poder decir nueve, tres, cinco y seis necesitaba que más gente creyera en las matemáticas o en los números. Habló en la radio, en todas las cadenas de televisión, en todos los canales. Pero en ese tiempo no pasó nada. Tuvo un sueño en el que un señor llamado Númeron le decía que necesitaba que un niña llamado Alba que odiaba los números tendría que conseguir que esa niña sintiese gusto por los números. Vivía en París. El profesor le explicó a su mujer porque tenía que ir a París. Cuando llegó a París fue al Ayuntamiento, preguntó por Alba, le dijeron que vivía en frente de la Torre Eiffel. En la mansión del señor Jones y su mujer Silvia. Fue a su casa le preguntó a su madre Silvia, si podía ver a su hija Alba. La madre le pregunto que ¿quién era? Y él respondió que era un profesor de matemáticas. La madre le dijo que Alba odiaba las matemáticas. Le dijo que podía pasar que estaba jugando con su novio Marcio. Cuando vio a Alba le explicó porqué estaba allí y ella dijo: - Vale, acepto pero eso no significa que me gusten la matemáticas.
El profesor le empezó a explicar que las matemáticas es una asignatura muy importante para la vida. Así le empezó a salir de su boca los siguientes números: el tres, el cinco, el seis y el nueve. - Bueno igual si me gustan un poco las matemáticas – dijo Alba. El profesor volvió a su ciudad San Francisco, cuando llegó le explicó a todo el mundo lo que le pasó y porque no pudo decir los números tres, nueve, cinco, seis. Su mujer se alegró mucho cuando vino de París con aquella buena noticia. Él volvió al colegio a dar clase y siguió con la misma vida que antes, con la que él era totalmente feliz. Si te ha gustado esta historia cuéntaselo a tu hermano, a tu amigo, a tu vecino de al lado.
Daniela Pérez Santamaría
LO QUE OCURRIÓ FUE QUE… Un día cuando se levantó a por el pan, se cruzó a un mago y le dijo: -Si me das tu reloj… ¡Te hago un hechizo! Para que recuerdes todos los números que empiecen, acaben o tengan el número 9. El mago fue a su casa e hizo el hechizo: - ¡Por favor por favor que el número 9 venga otra vez a la cabeza del profesor! Y Diciendo esto 9 veces, el conjuro hizo efecto. El profesor recogió el premio Nobel y lo celebró con su mujer el día 9 a las 9 de la noche en el año 2009. Pero después de que le dieran el premio Nobel hubo una tragedia, el mago se murió. Al morirse el hechizo se reducía cada vez más, más y más. ¡Y volvió a pasar! Si, otra vez se le olvidaron todos los números que contenían el 9. Entonces Arturo busco por internet algún mago y hubo miles de ellos, se pasó cuatro horas por la noche, desde la una hasta las cinco de la mañana. Arturo al final lo consiguió. Encontró a un mago se llamaba Badín, tenía 32 años y hacia volver todos los números, le llamó y le dijo que quería recuperar el número 9 El mago fue a su casa y empezó a hacer el hechizo en media hora o así ya estaba hecho. El profesor volvió a recordar los números del 9 por el hechizo. Pero aún no ha terminado la historia… En China, Japón y Estados Unidos había desaparecido el número 9 no se supo por qué lo único que vinieron unos ovnis y los extraterrestres dijeron una palabra rara no me acuerdo cual era, pero lo importante fue que todo el mundo volvió a recordar el número 9. Colorín colorado este cuento se ha acabado.
Eneko Pérez
[…] Lo que ocurrió fue que el profesor tenía, desde pequeño, una pequeña cuerda vocal movida de su sitio. Ya le habían dicho los médicos, que a largo plazo podía hacer que no pudiera pronunciar una palabra. Le diagnosticaron que al principio esa palabra solo desaparecería de su vocabulario en una frase, luego en otra y otra, hasta que desapareciera totalmente de su vocabulario. Como el profesor se había olvidado de cuando todavía era un niño, tuvo que consultar a sus antiguos médicos de cabecera. Porque claro está que una persona ya entrada en edad no se puede acordar de una tarde de hace tanto y tantos años. Estos miraron y miraron y buscaron y buscaron, pero no encontraron nada que pudiera explicar el fenómeno que había experimentado el matemático. Pasaron tres años y un viejo amigo del matemático acabó recordando lo que le había dicho de pequeños al salir de urgencias estuvieron hablando y explicándoselo. Le volvieron a otorgar el Premio Nobel. Al final operaron a el matemático y pudo volver a decir el número nue, nue…Bueno ya me entendéis
Por Eva Suarez-Valdés.
Lo que ocurrió fue que al profesor de matemáticas se le fueron olvidando todos los números, pero todos toditos. El profe dijo: - ¿porque me tiene que pasar esto a mi? entonces ¿como voy a enseñar los números a mis alumnos? que desgracia. El profesor pensó que si se copiaba los números del libro de su clase en su brazo igual no le pillarían, empezó a aprenderse los números y tardo muchísimo tiempo, por lo menos se aprendía un número en una hora y dijo: -venga ya, siendo profesor tendría que tardar mucho menos. El profesor todavía solo sabía los números que acababan en nueve y también los números 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10. Claro es que parece un niño pequeño al aprenderse los números, es como si nunca hubiera oído los números y dijo: -¿porqueeeeeé? El profe dejó de ser profesor de matemáticas y se hizo mago, no volvió a hacer sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, ni tampoco volvió a pasar por un colegio y si tenía que ir iba su madre. Aunque alguna vez hizo algún truquito de magia con números pero no tantos.
Gabriel Ahedo
¿LO QUE OCURRIO FUE QUÉ…? Le mandan contar de 1.000.000.001 en 1.000.000.001 y que se saltase el número 1.000.000.009. Se dio cuenta que unas pastillas que estaba tomando para la tos, también le hacen olvidar el número 9. Las dejó de tomar y en 8 días se volvió a acordar de todos los números. Al pasar mucho tiempo se dio cuenta de que todo fue una pesadilla. -¡¡¡Dios que pesadilla!!!. De repente se acordó: - ¡ Ay, se me olvidó! ¡Tengo que ir a por el Premio Nobel! Al llegar parar recoger el Premio le dijeron que ya no lo iba a recibir, que no se lo podían dar. Le explicaron: - No viniste, el Premio Nobel se dio hace 9 meses. Entonces, no se enfado, decidió intentarlo otra vez y así en 2 años consiguió el Premio Nobel de matemáticas. Guillén Díaz
Lo que ocurrió fue que al profesor se le olvidaron los números acabados en 9. Los números son importantes para la vida, si tienes un examen será más fácil y no tendrás problemas. Por ejemplo si te mandan a la pizarra no tendrás dificultad, y si puedes estudiar o esforzarte será más fácil para ti. Los números se volvieron locos y desaparecieron. Todo era una locura, los niños no podían dar matemáticas y no sabían cuanto costaba la compra, ni los coches, ni las casas…el mundo estaba como loco. Un médico de repente vio los números, estaban en el campo. Fue a pedir ayuda a la gente. Fueron todos corriendo al campo pero cuando llegaron los números habían desaparecido. La gente se puso a buscar los números y un viejecillo los encontró en una cueva. Llamaron al médico, fue corriendo a coger los números, así los pudieron recuperar y fueron felices y comieron perdices.
HORARIO FILIPE
Lo que ocurrió fue que el profesor consiguió un psicólogo mejor que los demás, ¡pagó 70 euros por media hora! El psicólogo le dijo que era porque odiaba el número 9¿os lo podéis creer? Pues yo pensaba que él estaba envejeciendo, pero al final no. Al siguiente día, se le olvidó otro número, así cada día. El profesor se estaba poniendo muy nervioso, hasta que un día se cansó y dijo: -¡Ya está bien, voy a dejar de ser profesor! Y así lo hizo. Después pasaron unos cuantos días y dijo: -¿Qué voy a hacer yo ahora sin dinero? , me quitarán la casa y me voy a quedar viviendo en el coche, no tenía que haber dejado el trabajo… Pensó durante 5 minutos y dijo: -¡Ya está, me voy a hacer camarero! Se fue a un restaurante y dijo: -¡Quiero ser camarero! Le aceptaron, desde entonces el “profesor” es camarero.
Laura María Comoara
LO QUE OCURRIO FUE…
Al día siguiente Arturo no sabía pronunciar el número 39 lógicamente se iba preocupando más. Llegaba la hora de que tenía que coger el avión con su nuevo experimento. Cuando iba a coger el avión, no le dejaron subir porque no acababa de decir su número ( 615846049 ). Al cabo de una hora le retiraron el Premio Nobel, porque no llegó a tiempo a la reunión. Llego a casa fatal, primero porque le habían retirado el Premio Nobel y segundo porque cada vez se le iban olvidando más y más números. Además se había dejado la luz encendida cuatro horas y eso iba a costarle un montón .Todo ¡ era una locura! Fue a su laboratorio y se examinó, no encontró nada raro, nadie sabía lo que le pasaba. Se fue a cenar espaguetis con tomate y de bebida agua, luego se lavo la cara y los dientes y se fue a la cama. No podía dormir y por ello se fue a investigar a su laboratorio. Cuando llegó encontró a su amigo Gru metiendo su nuevo experimento en su mochila de chuches y este rápidamente se fue a su escondite secreto. El profesor llamó a los policías pero ellos no llegaron a tiempo. Arturo se acordó de su mago preferido Julianini (Julián), era capaz de que de una sola servilleta le saliesen más de cien, era impresionante. Fue a su casa pero su hija mayor le dijo que no estaba que se había ido a Francia por asuntos del trabajo. El profesor Arturo decidió llamar de nuevo a la policía para que investigasen sobre el villano Gru y que le pasasen toda la información, ellos descubrieron la distancia que había recorrido. El profesor hizo cálculos de la distancia que había recorrido y averiguó
que estaba en el túnel de Mioño. Los polis y él fueron para allí, le rodearon, le llevaron a la cárcel y al profesor le devolvieron el experimento. Se dio cuenta de que ese era el experimento que te devolvía todo lo que había olvidado lo utilizó y al día siguiente sabía todo los números. Le devolvieron el Premio Nobel por que se enteraron de lo que paso, era que Gru manipuló los análisis que habían hecho los psiquiatras y por eso no sabían cómo curar el problema de los números que tuvo Arturo. Leyre Tejado.
Lo qué ocurrió fue que…
El profesor de matemáticas fue pensando y dijo: -¿Por qué no puedo de decir “nueve”?. Lo intentó pero dijo: - “Uno”. En vez de decir nueve. Al día siguiente pudo decir nueve y gritó diciendo: - ¡¡¡Por fin puedo decir nueve¡¡¡. Y por fin en su clase pudo hacer sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. En su casa estuvo haciendo fichas en las que se trabajaba el número nueve. Pero al día siguiente no se acordaba de decir diez y a si con todos los números, los quiso escribir, para acordarse pero no pudo ponerlos. Dijo: -¿Porqué no puedo acordarme? No puedo más. ¿Porqué no puedo acordarme de decir los números?. ¿Porqué no me acuerdo de decir los números?¡¡¡ Por Dios!!! ¡Ayuda! ¡Necesito un psicólogo! Así que buscó un psicólogo y fue a verle. El psicólogo le digo: -Necesitas esta medicina, es una pastilla que se llama “recuerda números”. -Pastilla ... ¿de números?¿Esa pastilla existe? - Claro que existe, te doy la receta, te la debes beber con agua, la pastilla machacada en el agua. Al día siguiente se recuperó y dijo todos los números bien
- ¡Por fin puedo decir bien los números ¡ Gano el Permio Nobel y además el regalaron dos caballos, uno blanco y otro negro. Les llamo Luna y Lucas y el profesor estaba tan contento se fue de paseo en carruaje con sus dos caballos.
NAROA CARDONA
LO QUE OCURRIÓ FUE... Fue que el día 9 del 9 de2009 ocurrió una cosa que fue lo que provocó que se le olvidara el nueve.
Ese día su equipo favorito de fútbol vestía con camiseta roja, pantalón azul marino y medias marrones. Si el equipo perdía les eliminaban del campeonato, entonces no se pudo perder el partido. Pasaba el partido y uno del otro equipo lesionó al número nueve. Siguieron jugando y su equipo perdía ocho cero, y en el último minuto les metieron otro gol y acabó el partido. Perdieron nueve cero. Justo a las nueve de la noche de ese extraño día, relacionado con el número nueve, se acordó del número nueve para toda su vida. Recordaría ese día con mucha ilusión aunque perdido el partido.
Samuel
LO QUE OCURRIÓ FUE QUE… Él estaba muy ilusionado porque por fin recordó el número 9. Pero al pasar los años… Se iba olvidando de todos los números, todos menos los que acababan en 9. No podía creer lo que le estaba pasando así que un día fue al médico. Le dijo que podía ir a unas clases de matemáticas, él se negaba. Decía todo el rato que él era un profesor de matemáticas y que había ganado el Premio Nobel y que no podía ir a unas clases de mates y muchas cosas más. Pero el médico le decía que si no iba a esas clases al pasar los años se iba a ir olvidando de todos los números y que perdería su trabajo como profesor, le retirarían el Premio Nobel y muchas cosas más. Al decirle eso, el médico acabó convenciendo al profesor y este comenzó a ir a esas clases, al de un año aproximadamente se fue acordando de todos los números y todo volvió a la normalidad.
Samuel
¿Lo qué ocurrió fue que…? Se le olvidaron los números acabados en nueve, él estaba triste porque pensaba que le iban a quitar el Premio Nobel. Como estaba tan nervioso se le iban olvidando los números acabados por nueve muy rápido. Además el profesor de matemáticas también era mago por eso el director de la empresa de magos le dijo que era el mejor mago de la empresa y que él seguía siendo el mejor mago porque era el único que sabía los números del 1al 400 y los otros oponentes no sabían ni contar del 1 al 2 y no era mucho que contar pero si no estudian…, normal que no les elijan para dar el Premio Nobel. Entonces volvió a casa muy alegre y la mujer le dijo: - Lo siento. El profesor mago le contestó: - ¿Por qué? - Porque no te han dado el Premio Nobel. - Pero sí me lo han dado - contestó orgulloso. Le dijo la mujer: -¡Felicidades cariño! , me alegro muchísimo por todo lo que pasó. Llegó a ser el mejor mago del mundo, viajó por el mundo para enseñar a los niños a escribir los números y a dibujarlos para de mayor ser tan buenos magos como él. Volvió a casa muy cansado porque había estado cuatro semanas en Venecia ayudando a los niños de allí, para que nunca jamás se les olvidarán los números.
Ylenia Merchán
Lo qué ocurrió fue qué el profesor siguió olvidando los números que terminaban por 9. Nadie aún sabía que le pasaba. Así que un día cuando se le olvidó el número 1.999, llegó el grupo que elegía a quién oda el Premio Nobel .Porque cada semana venían y le preguntaban el resultado de algunas operaciones. Y en ese mismo día le preguntaron cuánto era “1998+1” , entonces el profesor contestó: - Es “2000-1”.
El grupo de personas se extrañó y entonces le preguntaron algo más fácil: - ¿Cuánto es “10+9? - Es “20-1”.Contestó el profesor. - Se dieron cuenta que el profesor no podía decir 19 ni 1999 y decidieron retirarle el Premio Nobel. El profesor se quedó triste y como dieron las 21:00 horas (es decir las 9, número que el profesor no podía pronunciar) ya era el momento de que se fuese a la cama. Al día siguiente uno de los médicos de los muchos médicos, le llamó y le dijo: - Usted sufre de un problema de nuevetítis aguda, esto ocurre cuando uno se emociona mucho por un premio y la única cura es intentar olvidarse del premio y pronunciar el 9 dos horas diarias. El profesor siguió 2 meses haciendo lo que le decía el médico al pie de la letra. Hasta que un buen día consiguió pronunciar el 9 y le devolvieron el Premio Nobel y todo volvió a la normalidad.
Adam Janah Benyoussef.