Cuentos matemáticos 5º b

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LO QUE OCURRIO FUE QUÉ… Cuando yo me fui a la cama, empecé a leer cuentos matemáticos, cogí el marca páginas y empecé a leer en voz alta…en la estantería había como nueve mil novecientos libros…un momento…pausa de leer… ¡acabo de decir el número nueve! ¿Hay posibilidades de que me den el Premio Nobel? ¡Creo que sí…! entonces seguí leyendo el libro y salían un montón de números nueve, ¡los podía decir!. En…media hora o así…me fui a dormir, soñé con un montón de matemáticas y matemáticas y matemáticas y matemáticas y…Mate… Zzzzz… Al día siguiente me levanté a las… espera… me acabo de acordar de que hoy era el día, el día en el que me iban a dar el Premio Nobel, ayer por la noche me mandaron un mensaje al teléfono de que hoy van a pensar si me lo van a dar. Fui a Oslo, pensé que me iban a dar el premio, luego pensé que no, luego que sí, luego, que no, que sí, que no, que sí…¡no es hora de pensar! Cuando era la hora de MI PREMIO me dijeron que no le había conseguido, menos mal que eso es lo que acabo de pensar, pensando, como SIEMPRE. Voy a decíroslo ya, ya y ya, me dijeron que…

Aay…huy…Aaaayy…acabo de abrir los ojos y me encuentro en un hospital… me dijeron que… me había desmayado en Oslo, por causa de tanto pensar. Después dijeron que había conseguido un… ¡Premio Nobel! creo que… aquí se acaba mi historia así que…FIN. ANE PEREZ Y AITANA RUIZ.


Lo que ocurrió fue que… Al no saber lo que le pasaba y no poder pronunciar el nueve, mientras pasaban las horas no paraba de pensar que le hacía no poder decirlo y si eso afectaría a su Premio Nobel, si se lo quitarían. Hizo todo lo que podía hacer pero no avanzaba nada, tanto él como sus alumnos estaban confusos por el comportamiento de su profesor. Le preguntaron que le pasaba pero el profesor no les quiso preocupar así que se inventó una excusa, después de hablar con sus alumnos y al acabar el colegio se quedo en su clase intentando decir el nueve pero no le salía. Al intentar pronunciarlo parecía que hacia un trabalenguas, después de varios intentos y de mucho sudor de lo nervioso que estaba, se fue muy triste porque por más que lo intentaba no le salía. Entonces en ese momento salió fugazmente hacia Oslo, una vez había llegado allí fue a recoger su galardón.


Cuando llegó a la gala dijo: - Busco mi galardón. - Si espere un momento que se lo traigo. - Gracias. - Tome aquí está. - Adiós. Mientras resoplaba el profesor se imaginaba que volvería a pronunciar el nueve pero ¿qué creéis que iba a pasar?. Cuando llegó a su casa cruzó los dedos, resopló, bebió agua, se preparó para pronunciar el nueve y lo que pasó fue que no pudo pronunciarlo. Se preocupó porque creía que no tenia solución lo que le pasaba, sabía que iba a vivir con ese defecto.

Ander David Salmón Pico



EL PROFESOR DE MATEMÁTICAS Lo que ocurrió fue….que nuestro amigo el profesor de matemáticas ¡tenía que ir a Oslo! Y no podía decir el número nueve, diecinueve o treinta y nueve o todos los números que acabasen en nueve. Cuándo se montó en el avión decidió no hablar nada por si hacia el ridículo, pero vio un bocadillo de chorizo no se pudo resistir pero costaba 9 euros y decidió aguantarse, total sólo eran 5 horas de viaje, se durmió y pasó todo. Cuando llegó al hotel su habitación era la número 9 y él dijo “madre mía que día de nueves voy a tener hoy”. Llegó la hora de irse a la entrega de Premios Novel. Se fue a comprar un traje y le preguntó el dependiente que talla usaba. - La…….treinta y nue…… - Nuevo - dijo el dependiente ¿Cómo? ¿Que acaba de decir señor? - Perdón quería decir treinta y…. bueno una talla más grande que una treinta y ocho. Fue el hotel para ponerse el traje y también fue a pedirse un taxi. Cuando se montó en el taxi estuvo hablando con el taxista y le contó su problema con el número nueve. El taxista pensó entendió su problema, a él también le pasó. El remedio era no decir el número nueve en dos años pero había un problema que tenía que contestar a unas preguntas de prueba. -Pues lo tienes difícil- dijo el taxista.


El profesor se bajó del taxi y fue donde el presentador y le dijo. - Me puedo retirar del Premio Novel. - No, usted ha trabajado duro para llegar hasta aquí no dejaré que se rinda- dijo el presentador. Cuándo le tocó la ronda de preguntas se preocupó un poco. Las preguntas eran estas: ¿tres X tres? ….Y otras preguntas que la respuesta fuera un número que contuviese el nueve pero las acertó, ya le salía la palabra nueve y se quedó tan tranquilo. FIN Arturo Ovejero Zamanillo.


AL FINAL DEL LIBRO……… El profesor se hizo muchas pruebas y ninguna resultó beneficiosa para él. Hizo tantas pruebas que estaba súper cansado y se tumbó en la cama, estuvo 5 horas dormido. Cuando se despertó estaba como nuevo y ya no tenía el problema que sufría antes de dormirse. Ahora se sabía todos los números y la enfermedad se fue y ya entendía cómo se decía diecinueve. Y grito: - ¡ya vuelvo a ser listo! Ahora me pueden dar el Premio Nobel pero falta poco para la entrega o voy rápido o se lo darán a otro y me quedare sin él. –dijo el profesor nervioso. De pronto e echó las manos a la cabeza: -¡Mierda! al final se lo han dado a otro.

Se coló en la casa del que recibió el premio y se lo robó pero tenía alarma. Casi lo pillan pero lo consiguió. Echó a correr de aquel


lugar. Lo guardó en su casa muy bien guardado para que no se lo robasen como él había hecho. Y de repente, se despertó y llegó a la entrega de premios para recibir el Premio Nobel tan deseado.

Asier González Antuñano


Lo que ocurrió fue que… Cuando llegó a Oslo, para recoger el Premio Nobel, le entraron nervios y no se le ocurrió nada. Al cabo de un rato se le ocurrió algo. Iba a inventarse otro número parecido al nueve pero no igual, se quedó un rato pensando y se le ocurrió. Era el número “rueve”. -Se lo diré a todo el mundo y como soy famoso dirán rueve. Entonces no se dirá,nu,nu,nu,nu,nu,nu,nu…¡agh! no se decirlo, se dirá rueve. Así no tendré problemas y no me quitarán el Premio Nobel– dijo el profesor. Cuando el profesor de matemáticas salió a recoger su premio Nobel por hacer un experimento raro, les contó lo de decir el número rueve. Pero le hicieron una pregunta: -¿Cómo has llegado a esta conclusión?- preguntó el presentador. El profesor se puso a sudar un montón, entonces… -Es que no sé pronunciar el número que va después del ocho-dijo el profesor disgustado. -No se preocupe por no poder decir el nueve no pasa nada. -¿No me van a quitar el Premio Nobel? -No El profesor se fue muy contento de Oslo y cuando dijeron que no pasaba nada por no poder decir un número, él dio un gran suspiro. Bueno y así se resolvió el problema que tenía el profesor de matemáticas, que era que no podía pronunciar el número nueve.

CRISTINA NAZAR MAROZ


EL PROFESOr DE MATEMÁTICAS Lo que ocurrió fue que cada día no podía decir un número acabado en nueve. Al no poder decir ni un solo número acabado en nueve decidió ir a un pueblo muy lejano en el cual decían los ancianos que vivía un mago que solucionaba todos los problemas de una persona si ella le traía los siguientes objetos: la concha más grande de la playa de su pueblo, las siete piedras preciosas de la mina del monte más alto de su pueblo y el tesoro de la cueva del Gran Dragón Rojo. AL DÍA SIGUIENTE El profesor de matemáticas encontró la concha, excarvó en la mina y encontró cinco de las siete piedras y se enteró de que el Gran Dragón Rojo había robado las otras dos piedras preciosas. Al día siguiente decidió ir en busca del dragón. Al cabo de una semana, llegó a la cueva del dragón y lo encontró dormido, entonces cogió las piedras y la mitad de el tesoro. AL CABO DE UNAS HORAS Cuando volvió a por la mitad del tesoro el dragón se despertó y descubrió al profesor de matemáticas y lo atrapó. El profesor le pidió que le dejase ir, pero el dragón le hizo su prisionero y le obligó a contar todos los animales que tenía, y resultó que tenía cincuenta y nueve animales. El pobre professor, pues como ya sabéis no podía decir ningún número acabado en nueve, entonces decía cincuenta y ocho más uno y el dragón se enfadaba con el profesor y lo encerraba en una jaula.


Al final el profesor de matemáticas logró escapar del dragón y coger el oro. Cuando llegó a la casa del mago le dio las cosas que él le había pedido. El mago le dijo: -Si quieres volver a pronunciar el número nueve, tendrás que pasarte noventa y nueve días sin decir ni un solo número. Entonces podrás decir todos los números acabados en nueve. -¡Muchas gracias! - dijo el profesor de matemáticas. AL DÍA SIGUIENTEDÍA SIGUIENTE: -Bueno- dijo el profesor de matemáticasHoy empieza el plazo en el que no voy a decir ni un solo número. Cuando acabó el plazo, el profesor de matemáticas no recordaba ni un solo número. Pasados unos días ya recordó todos los números y decidió ir a darle las gracias al mago, se las dió y vivió el resto de su vida feliz al poder decir todos los números que existen.

FIN Eder Sánchez Moreno


EL PROFESOR DE MATEMáTICAS Lo que ocurrió fue que el profesor de matemáticas llegó a casa. cuando llegó le dijo a su mujer que le habían concedido el premio nobel ese mismo día 9, pero no podía pronunciar ese número por eso decía rueve. y dijo: - ¿Puedes ir tú a buscarlo?-dijo a su mujer. - Si iré yo.

A LA MAÑANA SiGUIENTE: -Me voy a trabajar cariño – dijo el profesorprepÁrame una buena comida por favor, que voy a venir con hambre. hoy tengo 3 h seguidas y encima con los más pesados de todo el


colegio… quiero celebrar contigo este premio. Volvió a casa tras las clases y dijo: - ¿Cariño has preparado la comida que te pedido? - si la tienes en el salón y están dando tu programa favorito. Y lo celebraron por todo lo alto. HUGO.T.V


EL PROFESOR DE MATE MÁTICAS

Lo que ocurrió fue que a través de ir a psicólogos no podía decir el número nueve, en clase fue una catástrofe por que al ser el profesor de matemáticas era muy vergonzoso para él no poder decir el número nueve. Un día en clase estaban haciendo unas operaciones, sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, cuando estaban en medio de una división y de repente el profesor de matemáticas no podía decir el número nueve entonces se puso colorado y mandó a un alumno a hacer la división, aquello se estaba convirtiendo en un problema. Al llegar a su casa su mujer le estaba preparando una hamburguesa con lechuga, tomate, pepinillo , queso y cebolla , por la noche estaban viendo una película y su mujer se durmió en el sofá , el profesor de matemáticas fue a la cama y durmió a pata suelta. En medio de la noche en su casa hacía mucho frío y el profesor se puso malísimo y al día siguiente no fue al colegio. Después de una semana el profesor de matemáticas ya fue a clase y aquel día fue genial para él, no tuvo que pronunciar el número nueve. Al día siguiente el profesor se encontró con un problema, y como no podía decir el número nueve no podía hacerlo. Después de mucho tiempo, decía casi el número nueve pero muy raro, los alumnos se quedaban asustados hasta que lo decía muchas veces y veces y veces… hasta que un día lo dijo bien y el profesor ya no tuvo problemas para decir el número nueve y ya fue genial, no paraba de hacer operaciones que contuvieran el número nueve.

Iker Diez y Andrea Urrutia


Lo que ocurrió fue que cuando cogió el avión para ir a Oslo se acordó que no había cogido hotel, tuvo que dormir en la puerta de un bar hasta el día siguiente. En el bar le dieron gratis de comer, tomó el desayuno de 5 estrellas. Cuando tenía que coger el autobús, costaba 9 euros, entonces pensó: Para que no descubran que no se decir el 9 tendré que andar 3 kilómetros. Cuando llegó al sitio vio que la entrega estaba retrasada 2 días y lo peor era que todo en aquel pueblo costaba 9 euros, tan , tan, tan … como no quería que nadie se enterase que no podía decir números que tuvieran el 9 pues no comió ni bebió hasta aquel día. Esto es gracioso tampoco pudo mear ni cagar hasta estar en el edificio donde recibiría el premio, se paso un buen rato en el baño de aquel lugar. Cuando tenía que salir a la plaza del edificio se dio cuenta de que en el premio ponía un 9. -¡Oh, oh! pensó. Lo tenía que decir cuando saliera a la plaza. Por suerte nadie se enteró de que tenía que decir el 9… Dio un suspiro y volvió contento a casa. ¿Quién pudo decir que nadie se enteraría? PASADO UN MES: Ya podía decir el 9. ¿Cómo se curó? Ahora os lo cuento: Solo tenía que dejar de pensar “No se decir el 9”. Así que pudo seguir la vida normal. Se hizo profesor y estuvo enseñando a los niños hasta que se jubiló. Fin y vivieron felices y comieron perdices. Aquí viene la ilustración, Julianini espero que te haya gustado mi final. Foto Bart Simpson con profe

La ilustración trata de las mates como tu cuento y mi final. Lucía Cadenas Valero


Como tenía un día muy raro decidió echarse una siesta. En sus sueños soñaba que el número 9 le comía el cerebro. Se despertó de un susto ¡aaaaaahhhhh! Y se fue a la cocina a beber un vaso de leche. Entonces dijo: - ¡Qué raro hoy no sé lo que me ha pasado con el número 9! ¡O igual todo esto es un sueño! Me pellizcaré ¡aaaahhhh! Se dio cuenta de que ya era hora de irse al colegio. Se subió al coche corriendo corriendo y se fue a clase! ¡Bien niños abrir el libro de lengua por la pagina 9!-dijo el profesor. Dijo Raúl: -Ya la hemos hecho ¡Pues la página 19 -¡Este profesor esta chiflado! ¡Estamos en el 2º trimestre y no hay página 19 querrá decir página 106!–dijo David. -¡Copiar el texto de la página 199!-dijo el profesor. -¡Ni siquiera sabemos de qué trata! ¡Este profesor está más que una regadera! –comentó Pablo. -Ni que lo digas-dijo Eder. En su casa, el profesor se echó una buena siesta en el sofá. Al despertarse encontró que era de noche así que no pudo dormir. Se fue a una silla a pensar sobre el número 9. Pensó y no paró de pensar hasta que se miró en el espejo y dijo:


- Tengo 24 años. Y saltó de alegría y no paró de ¡¡¡¡¡¡jajajajajajajajajajajajajajajajajaja!!!!!!! por fin lo conseguí.

malak choukry

reírse


Al final se cansó de hacer tantas preguntas y se echó una siesta. Tuvo un sueño muy raro donde su Premio Nobel le hablaba sobre lo loco que estaba por el número nueve. Se despertó, pensó que todo esto que estaba pensando era una locura, mientras su mujer le espiaba desde el coche. El teléfono le sonó. Era de Oslo para decirle que fuera a recoger el Premio Nobel el día 9 de Septiembre. Estaba loco por tantos 9 y 9 y más 9. Se fue allí, cogió el coche y se fue a Oslo. -¡Qué bonito era su Premio Nobel! Cogido el… Bueno, dejemos el tema. Era la hora de que empezasen las clases. Nadie había faltado ese día. Tocaba matemáticas y el profesor pidió que abrieran el libro por la página 129… Pero, pero como no le gustaba el número 9, dijo que se la saltaran y fueron a la página 130. Se dio un alivio. -Haced los ejercicios. Le gustó mucho no decir el 9. Dijo que no se olvidaran de hacer la página entera. Así dio clase sin ningún problema.

Mara Marcos Gabancho


- ¡Cómo podía ser! Esto ya se pasa de la raya - pensó el profesor. Y solo faltaban 4 días para ir a Oslo, la cosa iba empeorando. El día del viaje se levantó de la cama y fue al baño, allí estuvo un buen rato frente al espejo intentando decir nueve pero no sirvió de nada. Ya es hora de coger el avión pensó… Durante el viaje estuvo muy nervioso, su mujer intentó calmarle pero no lo consiguió por desgracia, bajó del avión, había un coche esperando para ir hacia su hotel, el chófer dijo: -A las siete le vendré a buscar, esté preparado. Mientras su mujer se arreglaba, él ya se había vestido, volvió frente al espejo a decir nueve. ¡ Toc, Toc ! sonó la puerta y su mujer dijo: -Será el chófer, dile que yo bajo en 5 minutos. - Oh Dios, ¿qué pasara…? Esto no pinta bien. Estuvo un rato saludando a fans y a amigos. El presentador de la gala dijo: -¡A CONTINUACIÓN JULIAN EL MEJOR MATEMÁTICO DEL MUNDO! Le llamaron, subió, le dieron el premio, pero… - ¿Hace cuantos años que se te dan bien las matemáticas? le dijo tembloroso. - Nieve, nuunuive ¡que humillación! Le quitaron el premio y hundido, recogió la ropa del hotel y él y su mujer fueron hacia el aeropuerto, entró en una gran depresión y… Unos meses después se levantó y fue hacia el espejo y se preguntó cómo no pude decir nueve… Levantó la cabeza suavemente y dijo ¡LO HE DICHO, HE DICHO NUEVEE¡ Poco tiempo después se enteró muchísima gente de que ya podía decir ese número maldito. Se podría decir que ya era perfecto en las matemáticas, al final le dieron el premio y un trabajo de profesor en una escuela cerca de Oslo, disfrutó de su trabajo y vivió feliz para siempre.

Marta Fuertes


LO QUE OCURRIÓ FUE QUE… EL PROFESOR SE DECIDIÓ POR UN INSTANTE HACERSE MÁS Y MÁS Y MÁS Y AÚN MÁS PRUEBAS, PERO TODAS NO DIERON RESULTADO. A LA MAÑANA SIGUIENTE LE LLAMARON POR TELÉFONO Y LE DIJERON HABER SI QUERÍA DECIRLES LA RESPUESTA DE LA OPERACIÓN MÁS DIFÍCIL QUE NI SIQUIERA UN MATEMÁTICO PROFESIONAL PUDIERA RESOLVER. PERO AL PROFESOR NO LE COSTABA EFECTUAR NINGUNA OPERACIÓN , PERO LA LÁSTIMA ERA QUE DESPUÉS DE HACER ESA OPERACIÓN TENÍA QUE DECIRLA EN ALTO Y ADIVINAD QUÉ…

¡LA OPERACIÓN TENÍA

EL NÚMERO NUEVE! EL PROFESOR ESTABA TAN NERVIOSO QUE SIN QUERER DIJO QUE SÍ, LOS DEL TELÉFONO COLGARON Y AL PROFESOR LE DIO UN ATAQUE DE ANSIEDAD POR QUE IGUAL LE QUITABAN EL

PREMIO NOBEL. AL CABO DE 7 MINUTOS SE DESPERTÓ Y VIO EN LA GRABADORA DE LLAMADA LA CONVERSACIÓN DEL PROFESOR CON ESOS HOMBRES Y OCURRIÓ ALGO MÁS TERRIBLE QUE NO PODER PRONUNCIAR EL NÚMERO NUEVE , AL PROFESOR NO LE


DIJERON CUANDO TENÍA QUE IR, NI EL LUGAR, NI LA HORA, A SI QUE TUVO QUE LLAMARLES DE NUEVO Y QUE LE DIJERAN LA HORA, EL SITIO Y CUANDO TENÍA QUE IR.

LE DIJERON QUE ERA A

21:00 H, QUE TENÍA QUE IR EL DÍA 9 Y EN LA CALLE…AVENIDA DE LA LIBERTAD. NO VA A LLAMARSE UNA CALLE ´´9´´ ¿NO?... VAYA MALA SUERTE QUE LE ESPERABA AL PROFESOR CON ESTA MOVIDA TAN GRANDE … LAS

EL PROFESOR PREOCUPADO DIJO: -¡QUÉ MAL, QUÉ MAL!, HOY ES 8 Y MAÑANA TENGO QUE IR AL SITIO QUE ES EL DÍA TRUEVE DIGO, SUEVE, PERDÓN QUERÍA DECIR LLUEVE. EN CUANTO EL PROFESOR DIJO ´´LLUEVE´´ LA HIJITA DE 8 AÑITOS DEL PROFESOR DIJO: -¡¿CÓMO DIJISTE PAPÁ!? PREGUNTÓ SORPRENDIDA -ENTONCES NO PODRÉ JUGAR CON CHISPITAS EN EL JARDÍN(CHISPAS ERA UNA RATA QUE SE ENCONTRÓ EN EL PATIO DEL VECINO).


EL PROFESOR LE DIJO QUE NO LLOVÍA QUE SOLO PRONUNCIABA MAL EL NÚMERO ´´TRUEVE´´ (NUEVE, ES QUE ASÍ ERA COMO LO DECÍA EL PROFESOR ) -¡AH! OK, ME ASUSTASTE PAPÁ-DIJO SU HIJA. LA HIJA DEL PROFESOR SE FUE AL JARDÍN A JUGAR CON YA SABÉIS QUIÉN. PASARON UNA HORA Y MEDIA Y EL PROFESOR AÚN NO PODÍA PRONUNCIAR EL NÚMERO NUEVE. EL PROFESOR ESTABA AL LADO DE UN VASO DE AGUA POSADO EN LA MESILLA DE SU CUARTO, Y ADIVINAD QUE ESTABA INTENTANDO…PRONUNCIAR EL NÚMERO …7, NO, ERA BROMA

8, QUE NO, VENGA BASTA DE BROMAS, ESTABA INTENTANDO PRONUNCIAR EL NÚMERO 9. ESTABA INTENTANDO PRONUNCIAR EL

YA SE HIZO DE NOCHE Y EL PROFESOR ESTABA MUY PREOCUPADO PERO POR MÁS Y MÁS QUE LO INTENTASE LE SALÍA

´´TRUEVE´´. EL PROFESOR SE QUEDÓ DORMIDO Y SOÑÓ CON CÓMO SERÍAN LOS HOMBRES DE LA OPERACIÓN MATEMÁTICA (SE LOS IMAGINABA IMPACIENTES Y ENOJADOS ), Y COMO SERÍA LA OPERACIÓN QUE LE EFECTUARÍAN (SE LA IMAGINABA TODA LLENA DE NUEVES Y MUY LARGA). EL PROFESOR DEL SUSTO SE DESPERTÓ, PERO AÚN ERA DE NOCHE (ERA LA 1:00 H DE LA MAÑANA). EL PROFESOR PARA OLVIDARSE DEL TEMA, SE VISTIÓ, SE PUSO UNOS ZAPATOS MUY OSCUROS Y SE FUE A DAR UN PASEO Y A TOMAR ALGO AL BAR DE SU CUÑADO Y DIJO:


-PONME UNA CERVEZA, POR FAVOR-

-¿CUÁNTAS TE PONGO?-PREGUNTÓ, SU HUMILDE CUÑADO. -¡HOMBRE! NO VAN A SER 9 ¿NO?-DIJO EL PROFESOR. AL CABO DE UN MILÉSIMO INSTANTE EL PROFESOR SE DIO CUENTA DE QUE PODÍA PRONUNCIAR EL 9. -BIEEEEEEEEEEEEEEN!!!!!!!!!!! POR FIN, POR FIN ¡OH! GRACIAS SEÑOR…GRACIAS…. AL DÍA SIGUIENTE EL PROFESOR FUE A HACER LA OPERACIÓN Y AL FINAL, LO CONSIGUIÓ Y NO LE QUITARON EL PREMIO NOBEL, FUE FELIZ DESDE ENTONCES.


Y AHORA QUE TOCA…EH…¡¡.AH SI SE ME OLVIDABA !!…ESTO SE MERECE UN…

FIN

NICOLE MOREIRA AXPE


Lo que ocurrió fue que encontró una solución para su problema. A partir de ahora escribiría los números y así nadie se enteraría de su enfermedad. Pasaron los días y todo iba muy bien y llegó el día del PREMIO NOBEL. El profesor de matemáticas llegó al sitio donde daban los premios. Le dieron el premio y el profesor de matemáticas se sentó. Después de los premios el profesor de matemáticas se fue a casa. Por la noche se fue a la cama y se puso a dormir. Por la mañana, estaba cansado porque por la noche no durmió muy bien. Pero se quedó en casa porque ya empezaron las vacaciones de verano. No sabía qué hacer porque estaba inquieto. En el desayuno hizo un crucigrama y luego fue a dar un paseo. Cuando se hizo un poco tarde volvió a casa. Por la noche seguía inquieto pero no sabía por qué. A la mañana siguiente, el profesor de matemáticas fue a ver a una adivina y ella le dijo que debería estar una semana sin decir ningún número. Pasaron los días y el profesor de matemáticas se iba acordándose de los números. Ya había pasado una semana y ya se sabía todos los números y ya no tenía que escribirlos porque podía pronunciarlos.

AUTOR

. PABLO LAINZ HELGUERA


No podía decir 90, 900 y 9.000. Para ponerse bueno, fue al Hospital Psiquiátrico, para darle una medicina. Los doctores le dijeron que tomara un jarabe rojo que sabía bien a fresa. Entonces se curó para decir 90, 900 y 9.000. No le dieron el premio, porque llego tarde al sitio de los premios, pero le dieron un premio nobel de color Gris. Este premio se lo daban a los malos matemáticos. Y él se puso triste. Porque era un mal matemático. Y dejo de dar clases de matemáticas. Gracias al jarabe rojo que sabe a fresa se curó. Le dieron un premio nobel gris. Cambio de clase y se puso a dar lengua. Los niños aprendieron a hacer Letras, vocabulario, palabras, escribir y libros. El profesor de matemáticas se llamaba Albert. Y de niño había sido un mal estudiante.

Ramón Magaña Alves


LO QUE OCURRIO FUE QUE . . . El hombre se durmió durante 5 largas horas por la anestesia. Estuvo durante 2 semanas intentando acordarse de cómo se dice el 9. Se le empezaron a olvidar otros números cómo el 3. Al final para que no se le olvidaran todos los números tuvo que ir donde una bruja para que le hiciera un hechizo para acordarse de todos los números para siempre. Se lo hizo al momento ya que era un conjuro de lo más sencillo, lo malo es que tenía efectos secundarios y la bruja no se lo dijo porque era una bruja mala. Llegó a tiempo a la entrega de premios y le dieron el Nobel pero por el conjuro de la mala suerte se le cayó y se le rompió. Y al decir… -Hoy día nueve estoy orgulloso de estar aquí…empezó a tirarse “pedos” que se oían y olían en Neptuno. Y al cabo de un mes se curó de las enfermedades.

David. O y Raúl. O

Fin 


LO QUE OCURRIÓ FUE QUE… Cada vez empeoraba e intentaba decir el nueve al final de un número pero no podía. Entonces no pudo coger el vuelo para que le dieran el Premio Nobel, porque no pudo preguntar la hora en la que salía el avión. Cuando llegó a casa su mujer le preguntó porque llegaba tan tarde y él le contestó todo sincero: - Es que estaba en el aeropuerto y no pude preguntar la hora en la que salía el avión porque no podía decir un número. Y la mujer se enfadó mucho y entonces el profesor le empezó a decir piropos para que se enfadara menos, y la mujer le dijo: - Bueno te la paso por hoy pero me tienes que pagar la manicura, la peluquería y la pedicura y luego me compras un pintalabios para quedar con mis amigas. Y el profesor le contestó todo coqueto: -Vale pero no se lo cuentes a nuestro hijo. - De acuerdo trato hecho – dijo su mujer. Y se fueron a dormir, y en esa noche el profesor fue a ver a un mago para que le hiciese un conjuro y pudiera decir el número nueve. -Te haré el conjuro pero me tendrás que traer un par de ingredientes para que te pueda hacer el hechizo, ahora te los digo – dijo el mago. -Un huevo de dragón, caspa de trol, cáscara de huevo, y por último me traes al rey de los números.

AL DÍA SIGUIENTE… Trajo todos los ingredientes, el mago le hizo el hechizo y ya pudo decir el nueve.

GISELA SAA Y TANIA SANTOS


Lo que ocurrió fue que……. Tenía que ir a Oslo a recoger el Premio Nobel. Cuando estaba en Oslo salió a coger el premio y de repente: - ¡Viva, viva es fantástico! Estaban sus amigos, sus familiares, amigos de los familiares, personas de la ciudad..... Pero lo cogió y dijeron: ¡Dinos la respuesta de esta multiplicación imposible! 7 X 7 igual a… y dijo el profesor: Cuarenta y nnnnnnnnnn. - ¡Qué dice! ¡Es un farsante, embustero nos ha hecho venir aquí, aportar dinero para esta tontería! ¡¡Váyase!! ¡Usted no pinta nada aquí! - No, es que no puedo decir 9 - dijo el profesor - Ya, ya que nos lo vamos a creer. Es usted un fraude no volveremos a confiar en usted aunque tenga el Premio Nobel, no vamos a confiar en usted, dijo el público. - ¡Voy a llamar a un médico! otra vez, dijo el profesor. El médico comentó: - Esta de maravilla profesor. -No, estoy mal, porque no puedo pronunciar el número nueve. -Le digo que está bien. -Es imposible. -Bueno, me voy que tengo prisa.


Que señor tan maleducado, encima que le pago- pensó el profesor. - Que desgraciado soy – dijo. Un momento no puede ser, a ese chico le conozco, es mi enemigo de cuando era pequeño – habló en voz alta. ¡Me cachis! me ofreció un día antes de recoger el Premio Nobel un café, sabía un poco raro pero me lo bebí. Voy a averiguar que tenía ese café. Al cabo de un rato: - Lo he encontrado por internet poniendo el sabor y no es un café sino una mezcla de helado con café y a mí el helado se me pega y no puedo pronunciar el número nueve. Bueno tengo la solución bebiendo este medicamento. ¡Glu,glu,glu!... ya está arreglado ¡NUEVE! ¡Perfecto! voy a ir a Oslo. -Dejadme una última oportunidad: 7 X 7 igual 49! -Ahora si te mereces el Premio Nobel – le dijeron - ¡Gracias!

YOLANDA MONTERO SALAS


El profesor de matemáticas Lo que ocurrió fue que…. El profesor fue recitando todos los números con 9 y se dio cuenta de que no se acordaba del 29. Al llegar al aeropuerto hizo un ruido así: ¡¡¡¡Gaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!! y se olvidó del 39. Un compañero del trabajo le preguntó que qué avión iba a tomar y él le dijo: - Que el treinta y ¡¡¡¡¡Gaaaaaaaaaaa!!!! El compañero le preguntó: ¿Qué?, bueno nada.

El profesor dijo: - No puedo ir. Y se fue a su casa. Y todos fueron felices, se fue a su casa con su familia y se compraron unos hamsters.

Eder Fernández Lavesa


Lo que ocurrió fue que... Al final no le retiraron el Premio Nobel porque el profesor recordó que no estaba loco simplemente se había dejado llevar, esto fue gracias a un médico muy listo que le hizo entrar en razón: -Gracias lo tendré en cuanto pueda-dijo el profesor. -No te preocupes, todo es por el bien de mis clientes- dijo el doctor. Todos sabíamos que solo era cuestión de tiempo que el profesor se volviera a preguntar si estaba loco, y todo por no saber pronunciar el 9. No habían pasadas unas horas cuando mirando el calendario: -¡Oh si hoy es veititrueve! ¡No puede ser verdad!-dijo el profesor. ¡Lo sabía! Solo era cuestión de horas o minutos dado este caso, sus gritos llegaban a entristecer a la niña del portal 3 que siempre iba con una piruleta y tan contenta que alegraba a la vecina del cuarto que siempre tiene cara de perro enfadado, pero este no es el caso del tema que os quiero comentar: -No sé pronunciar el nueve-dijo el profesor. El profesor era consciente de que lo había dicho bien por eso dejó de llorar y sudar. Por eso no paraba de dar brincos de alegría: -Doctor, he recuperado mi nueve-dijo el profesor.


-Perfectísimo estoy emocionado por usted, ya sabe pronunciar el nueve-dijo el doctor. El doctor de lo emocionado que estaba abrió la boca y le dijo: -Venga un momento por favor. -Claro, claro, claro. -Tenías placas y eso te impedía hablar bien. Te las quito – dijo el doctor. -Listo, ahora podrás hablar todo lo que quieras-intervino el doctor.

Y este es el final. MAIALEN GÓMEZ LARRINAGA






EL PROFESOR DE MATEMÁTICAS Lo que ocurrió fue que... nuestro querido profesor de matemáticas cogió un vuelo hacia Oslo y tuvo bastantes problemas, ya que, justamente le tocó el asiento de vuelo 19. La azafata le preguntó el asiento de Edu (el profesor de matemáticas) para dejarle sus cosas en el compartimento superior, Edu contestó: -Emmm, di, dieci-Aaaaah diecinueve-

-Aaaah, diecinueve-

Buff menos mal que la azafata fue suficientemente lista para adivinar el número que Edu no podía decir. Pero Edu se dio cuenta que eso no era lo peor, a medida que pasaba el tiempo, ¡¡¡no podía decir ni el 9, ni el 19, ni el 29, ningún número que acabase en 9!!!


Al llegar a Oslo Edu se alojó en un hotel justo en el centro de la ciudad y al lado de donde se hacían las entregas del premio. En el hotel abrió su maleta y se dio cuenta de que no había traído suficiente ropa (pero Edu no sabía que ese problema era uno de los muchos que le ocurrirían en esta aventura) asi que tuvo que ir a comprar a una tienda y como se había alojado en el centro de la ciudad no le costó mucho encontrar una. En el camino hacia la tienda se encontró a unos viejos amigos de la universidad: Iván y Sara. -¡Hombre, hola Edu!Dijo Iván. -¡Cuánto tiempo!Dijo Sara. -Hola, hola, ¿pero qué hacéis aquí?-Nos enteramos de que te entregarían un Premio Nobel (como no enterarse) y vinimos a verte en directo-contestó Sara. -¡Ah! cuanto me alegro, pero os tengo que contar un problema que tengo-dijo Edu.


Y así es como Edu encontró a sus antiguos amigos y se desahogó contándoles su problema del 9. Después de desahogarse se fue acompañado a la tienda de ropa, y como estaban con él sus amigos no tuvo ningún problema con las compras, en las que compró: un par de pantalones, tres camisetas, y una chaqueta para ir elegante en la entrega de premios. Dentro de dos días era la entrega a la que sus dos amigos le acompañarían. Ya pasados esos dos días de un poco de confusión por el tema del 9, tocaba ir a la entrega de premios: -¡¡¡BUENOS DÍAS OSLO-anunció el presentador gritando. -Aquí tenemos al magnífico profesor de matemáticas, Edu. Bueno dígame Edu, ¿me permitiría hacerle unas preguntas? -Claro, claro. Bueno, después de una horda de preguntas le dieron el premio a Edu, volvió a casa con sus amigos y en el vuelo intento pronunciar 9 y… ¡¡¡ LO PUDO PRONUNCIAR!!! Sus amigos y él dedujeron que tuvo que ser por los nervios de todo ese lio, pero finalmente Edu consiguió su


prop贸sito: Conseguir el Premio Nobel.

Iria San Miguel


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