Un día cualquiera en Bilbilis

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UN DÍA CUALQUIERA EN BILBILIS _____________________________________________________________________________

TEXTOS

Sergio Pardina, Javier Marzo y Diego Martínez


UN DÍA EN BÍLBILIS Sergio Pardina Quirós 1ºD Mi nombre es Tiberio ,nací en Caesaraugusta, pero vivo en Bílbilis. Este que voy a narrar en un día cualquiera en mi vida bilbilitana. Me levanto de la cama y me visto. Al finalizar bajo las escaleras de la ínsula. Una ínsula es un edificio que pertenece a un hombre de clase alta, tiene muchas habitaciones que le son alquiladas a gente más humilde, como yo. Al bajar las escaleras me encuentro en la tabernae (pequeños locales que se encuentran en el piso bajo de la ínsula), me detengo, me siento y echo una partida a los dados. Están hechos de hueso, y en vez de tener números grabados tiene círculos. Otra vez y como todos los días los han trucado para dar un empujoncito a la suerte y al bolsillo de los dueños de los dados. Como me pilla de camino me dirijo hacia las termas, ese es el lugar donde los romanos nos bañamos, charlamos y hacemos pasar el tiempo. Dejo mi ropa en al Apodyterium, que viene a ser en el futuro a lo que las personas llamarán vestuario. Me doy un baño frío en el frigidarium, es una sala con una bañera de agua fría. Después de pasar por el tepidarium me puedo dar al fin un baño con agua caliente en el caldarium. Me dirijo a la parte más importante de Bílbilis, el foro, la plaza principal. Allí se encuentran el templo, las oficinas… Me dirijo a la basílica, los juzgados. Me han acusado de robar en una domus ( casa). Se descubre la verdad. Por suerte los dioses me han ayudado. Me dirijo al templo a rezarle a los dioses Júpiter, Juno y Minerva , el templo está dedicado a ellos. Quiero entrar pero dos soldados me lo impiden, cuando no me ven me cuelo. Allí estoy, delante de sus estatuas, les rezo, pero algo me interrumpe, están acuñando


monedas en la basílica. Me voy del templo, sin que me vean los guardias, cómo no , sino estaría en un buen lío otra vez. . Es una maravillosa construcción realizada con piedra caliza y yeso, pero con revestimientos de mármol. Mientras bajo los 6 metros de escalera para irme del foro veo como en la curia los magistrados discuten sobre asuntos de la ciudad. Me voy al teatro, cuentan rumores de que ha habido un problema en los cimientos. Yo no me lo creo, entro y me siento en un sitio, eso sí, en la ima cavea. A pesar de vivir de forma humilde de joven fui un gran general lo que hizo que aumentara mi dinero increíblemente. Estoy en la zona más cercana al lugar donde se encuentran los actores. Caben 4700 espectadores, muchos transeúntes que pasan se quedan impresionados al verlo. Mis recuerdos están un poco borrosos, aunque me parece recordar que el de mi ciudad natal era aún más grande. De repente los cimientos del teatro fallan. Y éste se cae a trozos. Todos corren despavoridos, una vez han dejado de caer rocas arquitectos y soldados se dirigen para buscar muertos, investigar la causa del fallo… Posteriormente un emperador lo mandará reconstruir. Voy a la curia hecho una fiera. Mis quejas las van a oír hasta en Roma. Pero cuando estoy a punto de gritar y poner a caldo a los magistrados se me aparece un soldado casi tan grande como un oso. No puedo agredir a los magistrados tanto física como verbalmente, pues entonces le darían una orden al soldado y yo estaría en serios problemas. Escribo mi queja en las tablillas de arcilla, la escribo porque hay un punzón de hierro terminado en punta para poder escribir. Me voy a casa. Derramo aceite sobre un pequeño recipiente de arcilla, y la enciendo. Este recipiente se llama lucerna. Cojo una pluma o stylus (así es como lo llamábamos en la época del imperio romano) y comienzo a escribir una carta para el actual emperador comentándole todo lo sucedido en el teatro. Por fin la termino, mañana montaré en caballo y la llevaré yo mismo. Apago la lucerna , me voy a lo cama y me duermo.


UN DÍA EN LA VIDA DE UN BILBILITANO Javier Marzo Ortíz 1º D

Hola me llamo Titus y vivo en Bilbilis, una ciudad habitada por celtíberos aunque también hay muchos romanos. Tenemos muy buena relación con ellos y, de hecho, una de nuestras ciudades vecinas es Caesaraugusta que está habitada por romanos. Bilbilis está asentada sobre 3 cerros y en ella hay un foro, un teatro enorme, unas termas y numerosas viviendas agrupadas en ínsulas. Unas más grandes para los más ricos como yo y las más pequeñas para los más pobres. Hoy vamos a visitar cada uno de esos sitios empezando por el foro.

El foro es donde normalmente nos reunimos los habitantes de Bilbilis. Está dividido en tres partes: la curia, la basílica y el templo. La curia está situada en uno de los laterales del foro y es donde se dirigen los asuntos públicos de la ciudad. La basílica se utiliza como juzgado y es donde se acuña la moneda de la ciudad. Y, por último, el templo, que está hecho de piedras calizas, yeso y con recubrimiento de mármol, y que está dedicado a los tres dioses que protegen a los romanos, Júpiter, Minerva y Juno. Después iremos a las termas que es donde todos los habitantes de Bilbilis nos damos un baño y nos relajamos. Están divididas en tres salas; una cálida con una piscina grande de agua caliente, otra templada y otra fría con una piscina más pequeña de agua fría. Muchas personas vienen cada día a las termas. Luego vamos a ir al teatro a ver una obra divertida pero muy intrigante. Una vez en el teatro me senté en primera fila porque los ricos tenemos reservadas las primeras filas del graderío o cavea. En el teatro hay unas treinta gradas y


caben unos 4.700 espectadores. Como he dicho antes los más ricos nos sentamos delante y los esclavos y las mujeres sin varón se sientan detrás. Cuando termine la obra os llevaré a mi casa. Vivo en lo que en el futuro los arqueólogos llamarán una Domus I, una vivienda en la que hay dos pisos y las habitaciones están en torno a un atrio por donde entra luz natural en la primera planta. Para alumbrar el resto de la casa utilizo unas lámparas de aceite. Un día fui a encender la lámpara del baño que está al lado de la bañera y cuando le fui a prenderle fuego me quemé y se me calló la dichosa lámpara por el desagüe. Mi cubícula es bastante grande y allí es donde duermo. Soy abogado por lo que en mi tablinium, que es como una especie de despacho, recibo muchas visitas de clientes al día por lo que tengo un día muy ajetreado. En mi baño tengo calefacción, es bastante lujoso y tengo una bañera muy decorada además de una letrina; algo no muy común en las viviendas de Bilbilis. En cuanto a la decoración de mi casa, está basada básicamente en cuadros, esculturas y mosaicos carísimos que solo unas pocas personas nos podemos permitir; en concreto, tengo un mosaico precioso elaborado por un esclavo de la ciudad que lo compré en una subasta pero no fue fácil, me las tuve que ver con un vecino mío que también es abogado y nos llevamos muy mal y no se rindió hasta que yo no hice la mejor oferta contra la que él ya no tenía nada que hacer. En el piso de abajo hay pequeños locales comerciales y algunas tiendas. Tengo un hijo que va al colegio. Allí escriben sobre tablas de cera con unas plumas metálicas aunque existe otro tipo de pluma llamada cálamo que es más ligera. En mi tiempo libre juego a las tabas o a los dados con mi mujer y siempre me gana. Me gusta mucho vivir en Bilbilis aunque preferiría que todas las personas tuviéramos los mismos derechos y que todos pudiéramos disfrutar de la ciudad en condiciones similares.


UN DÍA EN BÍLBILIS Diego Martínez Rubalcava 1ºD

Me llamo Saturninus Triarius y vivo en Bílbilis y soy uno de los plebeyos de esta ciudad. Soy herrero, y antes del amanecer he ido desde mi pequeña casa hasta mi herrería. He pasado por las lujosas domus de los ricos, donde había dos guardias de vigilancia en cada casa, y por las termas, que al estar amaneciendo aún no estaban abiertas pero sí que había gente haciendo fila. También pasé por una de las muchas tabernas y vi como tres guardias sacaban a una persona borracha de una de ellas. He estado trabajando toda la mañana y toda la tarde, parando sólo para comer . He oído por la calle que se había celebrado un juicio contra una persona acusada de la muerte de uno de los patricios y al que al final se le ha nombrado inocente, juicio al que no he podido asistir porque tenía que hacer muchas armas para los hastati* de la ciudad que nos protegen día a día y tienen que estar preparados para luchar si es necesario contra algunos pueblos bárbaros vecinos . Ya está anocheciendo y los esclavos se han llevado todas las armas para entregarlas a los soldados. Antes de volver a mi casa, he ido a la última función del teatro . Después he ido a mi casa donde me esperaban mis dos pequeños hijos, Manlius y Naevius y mi mujer, Claudia. Mañana, será otro día.

*Hastati, lanceros


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