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2- Alejandro Guardiola ERA MI PADRE
Antología Día del Padre Labradores de Poesía
ERA MI PADRE Alejandro Guardiola - España
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Quiso el poeta recordar a solas la blanca sombra de su amor primero y en su recuerdo rodaron dos lágrimas por aquella muchacha que una tarde se fuera A solas en la soledad del muro frente a la mesita cuarteada por los años cogió su pluma para escribir un poema le tembló la mano, se quedó sin nada La pluma se le escapara estrellándose en el suelo y un suspiro hondo, muy hondo de su boca se escapara Con sus ojos cansados de devorar renglones por las tantas noches de eterna vigilia apoyó su cabeza en el brazo cansado y se quedó dormido, quedó dormido Vio a la muchacha entre dulces sueños con los brazos extendidos, mirándole a él y sintió un no sé qué, que le robaba el alma y una paz infinita se apoderó de él Sin pensar en el tiempo de remota distancia de nuevo revivió las sombras del ayer y en ese tira y afloja que nunca se acaba sintió de nuevo su alma renacer En el silencio turbio de la noche cuando duermen las horas, los pájaros callan se oyó una voz que deslizaba el viento de aquel poeta llamando a su amor Pues un sordo ruido que le despertara se abrieron sus ojos, se escapó el amor comprendiendo que tan solo era un sueño cubriendo su rostro se puso a llorar La amargura del tiempo envenenado donde se juntan presente y pasado apagándose el canto de las viejas horas por un presente donde no eres feliz Agarrando la pluma caída en el suelo se puso a escribir con la mano firme llenando cuartillas veloz y sin pausa hablando del mundo, colores y amor
Antología Día del Padre Labradores de Poesía Y era su sonrisa como la luna blanca y era su esperanza la que todo espera y era su voz la que susurraba ven amor, siempre te espero Apareció la triste Dama Blanca aquella que tanto espanta a los vivos pues se lleva a todos sin dejar ninguno a ese mundo lejano del que no se vuelve A su lado la hermosa que siempre adoró su dulce esposa que se fue temprano que le tendía la mano, le llamaba a él Y él se levantó, se fue con ella Era ya tarde cuando llamaron a la puerta de su casa los amigos extrañados de que no hubiera aparecido pero nadie en la casa respondiera Se presentó la policía echando la puerta abajo lo vieron en la mesa, su cabeza reclinada una pluma en una mano, una sonrisa en la boca mirando hacia un lugar con sus ojos abiertos Ya lo llevan a enterrar, tirado por dos caballos un oscuro carruaje con dos caballos negros detrás va la familia y un niño llorando y aquel fiel perro de nombre Lucero Que sigue al carruaje, con la cola en alto presumiendo del poeta que en la noche se fuera el sabe la historia, ladra orgulloso sabe de dos amores que la Dama juntara El cura está rezando al poeta dormido por ese sueño eterno del que no se despierta cuando a través del ataúd, la tapa cerrada surge una cuartilla que lleva una mano Temible es el susto, la gente que corre tan solo aquel niño que iba llorando se acerca a coger la blanca cuartilla y al cogerla se esconde la mano La gente regresa, el cura rezando el perro que ladra, saltando gozoso el niño orgulloso la guarda en su pecho aquella cuartilla que su padre le diera Y aquí acaba la historia del poeta y su dama de aquel amor sincero que venció a la muerte tal vez solo fuera una vieja historia o tal vez fue verdad lo que me contaron