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CASETAS VARADERO, EL PALACIO DEL PESCADOR

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Existen ciertos elementos del paisaje ibicenco que inevitablemente encandilan a todo aquel que aterriza o desembarca por primera vez en la isla, más allá de las playas y calas de aguas turquesas, cuyos atractivos son sobradamente conocidos incluso para el viajero novato. El primero es el verdor exuberante de los bosques de pinos que cubren los montes, que impresionan por su frondosidad. Pero, además, refulgiendo entre ellos, encontramos las casas de campo encaladas, construidas a pies y palmos con madera, piedras, argamasa, ceniza y posidonia.

Beyond the beaches and coves with turquoise waters, which are well known attractions even to the novice traveller, there are certain elements of the Ibizan landscape that inevitably captivate anyone who lands on the island for the first time. The first is the exuberant greenery of the pine forests that cover the mountains, which are striking with their lush vegetation. Yet also, glistening among them, are the whitewashed country houses that were built using primitive measurements of the hands and feet and are made of wood, stones, mortar, ash and posidonia.

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Una arquitectura tan majestuosa en su rústica simplicidad, que despierta desde hace un siglo la admiración de arquitectos de medio mundo. Uno de ellos, el belga Philippe Rotthier, bautizó este tipo de construcción como le palais paysan (el palacio payés), por su perfecta adaptación al terreno y a las condiciones climáticas, los materiales empleados, el papel que desempeñaba en la economía de subsistencia que existía en la isla antes del turismo y su extraordinaria e involuntaria plasticidad.

Hay un tercer elemento aún más sencillo y discreto, que protagoniza el paisaje costero y que podría definirse como el “palacio del pescador”, adaptando al medio costero la metáfora de Rotthier. Las casetas varadero, desde principios del siglo XX, constituyen una parte esencial en la vida del ibicenco, primero como un elemento que proporcionaba seguridad y protección a las embarcaciones de pesca frente a los temporales y, en una segunda fase, como epicentro del ocio de una sociedad rural que, con la mejora de su calidad de vida, se aficionó a disfrutar de la isla y su magnífico entorno costero.

LAS CASETAS VARADERO, DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX, CONSTITUYEN UNA PARTE ESENCIAL EN LA VIDA DEL IBICENCO

This architecture is so majestic in its rustic simplicity that architects from all around the world have been admiring it for over a century. One of them, the Belgian Philippe Rotthier, dubbed this type of construction le palais paysan (the peasant palace), given its perfect adaptation to the terrain and climatic conditions, the materials used, the role it once played in the subsistence economy that predated tourism on the island, and its extraordinary and unintentional plasticity.

There is a third, even simpler and more discreet feature that typifies the coastal landscape and could be defined as the “fisherman’s palace”, adapting Rotthier’s metaphor to the seaside environment. Since the early 20th century, the small fishermen’s boat landings and sheds have been an essential part of Ibizan life, initially as a structure that sheltered the fishing boats from storms, and later, as the epicentre of recreation for a rural society that began to enjoy the island and its magnificent coastline as their own quality of life improved.

La pesca, ya desde tiempos fenicios, ha constituido uno de los principales medios de vida de los ibicencos. En la sociedad pitiusa siempre ha habido carpinteros de ribera, conocidos como mestres d’aixa, que construían botes y llaüts de manera artesanal para faenar más allá de la orilla, en los caladeros de los islotes y al pie de los acantilados.

Aquellos primeros varaderos ni tan siquiera disponían de refugio. No eran más que dos largos troncos inclinados sobre la orilla, con pequeñas traviesas untadas de sebo por las que se deslizaba la quilla. Permitían, con la ayuda de un torno, izar la embarcación dejándola fuera del mar cuando arreciaban los temporales o en las épocas de mayor inestabilidad atmosférica. Luego se les dotó de rústicas techumbres a base de tablones e incluso ramas de palmera o de pino, como protección frente al sol y la lluvia. Este tipo de casetas aún puede observarse con facilidad en Formentera y en algunas zonas de Ibiza, si se acude a enclaves como el Port de Portinatx. Su forma más básica, que son unos simples raíles, también puede encontrarse en la costa de Pou des Lleó, en Sant Carles, muy cerca de Las Dalias.

Así empezaron originariamente, pero luego se siguieron construyendo con materiales más sólidos y duraderos, como piedra y cubiertas de madera. A partir de los años 30, con la llegada de los bloques de hormigón, comenzó a emplearse este material, que es el más frecuente y a veces se halla sin enlucir. Aunque puede que exista alguno más antiguo, los primeros refugios comenzaron a erigirse en las primeras décadas del siglo XX, cuando aún no existía una Ley de Costas que lo impidiera y el límite de las fincas ibicencas se situaba en la misma orilla. Entonces, los pescadores que querían construir una caseta para sus embarcaciones debían alcanzar un acuerdo con el propietario del terreno. Así fueron surgiendo rincones como Cala Llentrisca, Cala Corral, Sa Caleta, Porroig, es Torresí, es Calonet, Canal d’en Martí o es Portitxol, donde prácticamente toda la línea de litoral está ocupada por estas construcciones, formando una media luna sin dejar casi espacio entre ellas. Y, frente a su entrada, además del varadero, un pequeño muelle para facilitar el desembarco.

Since Phoenician times, fishing has been an essential livelihood for the people of Ibiza. In the society of Ibiza and Formentera, there have always been shoreside carpenters, known as mestres d’aixa, who built small boats and llaüts by hand to enable people to fish beyond the shore, in the fishing grounds of the islets and at the foot of the cliffs.

Los Pescadores Que Quer An Construir Una Caseta Para Sus Embarcaciones Deb An Alcanzar Un Acuerdo Con El Propietario Del Terreno

Those first landings did not even have a shelter. They simply consisted of two long trunks in a slanted position over the shore, with small wooden sleepers that were smeared with tallow to allow the boat keels to slide. With the help of a winch, these structures made it possible to lift the boat out of the sea when storms intensified or during periods of particularly unstable weather. They were later fitted with rustic roofs made with beams, boards and even palm or pine branches, to protect them from the sun and rain. This type of hut is still commonly found on Formentera and in certain areas of Ibiza, like Port de Portinatx. Its most basic form, which is a simple set of rails, can also be found on the coast of Pou des Lleó, in Sant Carles, very close to Las Dalias.

Despite their original construction techniques, these structures were later built with sturdier and more durable materials, such as stone and wooden roofs. From the 1930s onward, with the advent of concrete slabs, they began to use this material, which is the most prevalent and is sometimes

En el interior, en aquellos primeros años, se guardaban, además de la embarcación, los aparejos necesarios para pescar, como curricanes, palangres, redes y volantines, entre muchos otros, así como alimentos básicos como sal y aceite, grasa para las traviesas y otros elementos de primera necesidad.

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