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DE SES BALANDRES CONSTITUYEN UN MAGNÍFICO EJEMPLO DE LA ÉPICA DE LOS PESCADORES DE HACE CINCUENTA O CIEN AÑOS

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En aquella Ibiza de subsistencia, los hombres y mujeres trabajaban de sol a sol en el campo y en la pesca, alternando incluso ambas actividades, y no tenían tiempo para más. El ocio no existía, salvo los domingos al acudir a la iglesia e intercambiar novedades con los vecinos, las fiestas señaladas y los bailes en los pozos, donde todos los veranos se celebraba el agua dulce que les permitía regar los campos. En los lugares más aislados del mar, como por ejemplo el Pla de Corona, incluso se construían casetas varadero al pie de los acantilados, aunque sus ocupantes tuvieran que descender al alba y ascender trepando con cuerdas, cargando a la espalda el saco con las capturas del día.

Los impresionantes varaderos de ses Balandres, aún operativos y accesibles mediante un descenso únicamente aconsejable para personas en buena condición física y que no padecen vértigo, constituyen un magnífico ejemplo de la épica de los pescadores de hace cincuenta o cien años. Pero hay otros muchos rincones de pescadores igual de apartados y escondidos, como el Port de ses Caletes, es Portitxol, Cala d’en Serra, Punta Galera, Cala Llentrisca o sa Figuera Borda. Este último enclave es un cabo horadado cerca de Platges de Comte, con una cueva que lo atraviesa de lado a lado en cuyo interior se arraciman los refugios de los pescadores, quedando a salvo de tifones y aguaceros.

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found unplastered. Though there may be earlier ones, the first shelters began to appear during the early decades of the 20th century. At that time, there was still no Coastal Law preventing them from being built, and the limits of the Ibizan estates sat directly on the shore. Hence, the fishermen who wished to build a hut for their boats had to reach an agreement with the corresponding landowners. This led to the emergence of places such as Cala Llentrisca, Cala Corral, Sa Caleta, Porroig, Es Torresí, Es Calonet, Canal d’en Martí and Es Portitxol, where virtually the entire coastline is covered with these constructions, forming a semi-circle with almost no space between them. And in front of the entrance, in addition to the landing, there is a small quay to help people disembark.

In those early years, in addition to the boat, the shed served to store fishing gear, including trolling rods, longlines, nets, and fishing lines, among many other things, as well as basic food staples like salt and oil, grease for the sleepers, and other basic necessities.

In that Ibiza of subsistence, the men and women worked from sunrise to sunset, in the fields and out fishing, often even alternating the two activities, with no time for anything else. Leisure did not exist, except for Sundays when they went to church and shared their stories with their neighbours, the major holidays and the dances at the wells, where every summer they celebrated the fresh water that enabled them to irrigate the fields. In the most isolated coastal areas, such as Pla de Corona, fishermen’s huts were built at the foot of the cliffs, even though their occupants had to go down at dawn and use ropes to climb back up, carrying on their backs a sack full of the fish caught that day.

También se erigieron muchas casetas en los fondeaderos habituales del pasado, que, por su situación geográfica, incluso ejercían como puerto de pescadores. Ahí están Cala Vedella, el Port de Sant Miquel, Port des Torrent, Cala de Sant Vicent o incluso la Xanga, al pie de la Torre des Carregador, donde se ubicaba el antiguo muelle de carga de la sal que producían las salinas.

A PARTIR DE LOS AÑOS 50, LAS CASETAS VARADERO FUERON ADAPTÁNDOSE AL OCIO DE LOS IBICENCOS

Con el tiempo y el desarrollo de la economía ibicenca, que, a partir de los años 50 pasó de ser prácticamente medieval a turística, las casetas varadero fueron adaptándose a una nueva necesidad: el ocio de los ibicencos. Mientras los turistas comenzaban a acaparar los grandes arenales, los nativos se refugiaban en los roquedales, donde ampliaban los viejos varaderos y construían otros nuevos. Así fueron surgiendo refugios de doble planta, como pueden encontrarse en Cala d’Hort, en la citada sa Caleta, en Porroig y en otros lugares de la isla. La planta baja quedaba para la embarcación y en la alta se pernoctaba o incluso cocinaba.

Toda Ibiza se aficionó a pasar el domingo junto al mar y también fueron construyéndose casetas sin varadero, destinadas únicamente al goce y disfrute del entorno marítimo. Hoy, algunas de ellas sí que pueden definirse como palacios, sin miedo a exagerar, y constituyen flagrantes ilegalidades. Las vacaciones de niñas y niños de los años setenta y ochenta, sin embargo, transcurrían en estos refugios marineros, saliendo a pescar bien temprano con sus padres y tíos, y regresando a tiempo de cocinar una paella en la orilla con el género que se obtenía en unas pocas horas. También se recolectaban lapas, caracolillos y cangrejos en las rocas y con eso se elaboraban suculentos arroces que se disfrutaban en familia. Podían llegar a juntarse docenas de parientes en una sola caseta.

The striking fishermen’s huts of Ses Balandres are still in use and can be accessed via a descent that is only advisable for people in good physical condition and who do not suffer from vertigo. These constructions are a magnificent example of the epic of the fishermen of fifty or a hundred years ago. Yet there are many other equally secluded and hidden fishermen’s enclaves, including Port de ses Caletes, Es Portitxol, Cala d’en Serra, Punta Galera, Cala Llentrisca and Sa Figuera Borda. This last site is an outcrop with a hole in the stone near Platges de Comte, with a cave that runs through it from one side to the other and houses a cluster of fishermen’s sheds, sheltering them from cyclones and heavy rains.

Many huts were also erected in the anchorages commonly used in the past, which, given their geographic location, even served as fishing harbours. These include Cala Vedella, Port de Sant Miquel, Port des Torrent, Cala de Sant Vicent and La Xanga, at the foot of Torre des Carregador, where the old loading dock for the salt produced by the salt mines was located.

Over time and with the development of the Ibizan economy, which, as of the 1950s, went from being virtually medieval to a tourism-based industry, the fishermen’s sheds gradually adapted to a new need: the leisure time of the Ibizan people. While the tourists began to take over the large sandy beaches, the locals took refuge in the rocky areas, where they expanded the old fishermen’s huts and built new ones. This led to the emergence of two-storey shelters, as can be seen at Cala d’Hort, Sa Caleta, Porroig and other places on the island. The ground floor housed the boat and the upper floor was used for overnight stays or even cooking.

Everyone in Ibiza took to spending Sundays by the sea, and so people began to build small huts without boat landings, for the sole purpose of enjoying the seaside area. Today, some of them can certainly be defined as palaces—this is by no means an exaggeration—and they are blatantly illegal. Nevertheless, the children of the 1970s and 1980s spent their holiday time in these seaside shelters, setting out to fish early in the morning with their fathers and uncles, and returning in time to cook up a paella on the shore with the fish they had

Con el tiempo y la presión por parte de la Demarcación de Costas, construir nuevos refugios con varadero se convirtió en una empresa más arriesgada. Si las autoridades detectaban las obras, éstas se paralizaban y se ordenaba el derribo inmediatamente. Sin embargo, si se cubrían y cerraban con sus característicos portones de tablas de madera, no se destruían. La gente llegaba a levantar la estructura y ponerle puertas en una noche, con la ayuda de amigos, vecinos y familiares. Tras años de amenazas por parte de la administración pública, algunas han recibido una concesión y determinados conjuntos, como el de sa Punta des Molí, en la bahía de Portmany, y el de sa Caleta, cerca del aeropuerto, han sido declarados Bien de Interés Cultural. También despiertan el interés de la comunidad científica vinculada a la historia y el patrimonio e incluso han sido motivo de estudio por parte de la Universidad de Bolonia, en el marco de sus estudios de posgrado de restauración de edificios históricos.

LAS CASETAS VARADERO HAN SIDO MOTIVO DE ANÁLISIS POR PARTE DE LA UNIVERSIDAD DE BOLONIA, EN EL MARCO DE SUS ESTUDIOS DE POSGRADO DE RESTAURACIÓN DE EDIFICIOS HISTÓRICOS caught in just a few hours’ time. They also collected limpets, periwinkles and crabs off the rocks and used them to make succulent rice dishes for the entire family. A single hut could become the gathering place for dozens of relatives.

Hoy los varaderos se siguen empleando de forma habitual por las familias ibicencas, aunque sin el entusiasmo y continuidad del último cuarto del siglo pasado. Los isleños disponen de menos tiempo para disfrutarlos y cuentan con otras muchas alternativas de ocio, pero siguen siendo una parte esencial y característica del paisaje costero.

THE FISHERMEN’S HUTS ARE STILL USED REGULARLY BY IBIZAN FAMILIES, YET WITHOUT THE ENTHUSIASM AND CONTINUITY OF THE LAST QUARTER OF THE 20TH CENTURY

Over time and under the pressure of the Coastal Authority, building new shelters with boat landings became a riskier undertaking. If the authorities discovered the construction work, it was stopped and its immediate demolition was ordered. However, if the structures were covered and sealed with their typical wooden plank doors, they were not destroyed. People could even build the structure and put up the doors all in one night, with the help of friends, neighbours and family members. After years of threats from the government, some have been granted a concession and certain complexes, like those of Sa Punta des Molí, in the bay of Portmany, and Sa Caleta, near the airport, have been officially classified as Assets of Cultural Interest. They have also sparked the interest of the scientific community in connection with the field of history and heritage, and have even been studied by the University of Bologna within the framework of its postgraduate studies on historic building restoration.

Today, the fishermen’s huts are still used regularly by Ibizan families, yet without the enthusiasm and continuity of the last quarter of the 20th century. The islanders have less time to enjoy them and there are many other recreational options. Nevertheless, these structures are still an essential and characteristic feature of the coastal landscape.

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