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“TUVIMOS QUE RECORDARLE A UNA SEÑORA QUE NO PODÍA ENTRAR

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to bring ice to the bar and he came out of the darkness in his underwear. Since he slept just next door, he must have heard a noise and woken up. I didn’t see his face until he was inches away and he scared the hell out of me. “What are you doing? Are those peluts [long hairs] still hanging around here?”. It was so funny.

Con su hijo Juanito me llevo muy bien porque le digo las cosas como son. Él me dice, medio en broma, que duerme muy tranquilo si sabe que tengo que trabajar por la noche. Después de su hermana Lucía y él debo ser la persona que más tiempo lleva trabajando en la empresa, unos veinte años. Y no es fácil porque Las Dalias ha crecido mucho en eventos, fiestas y actividades. Hay muchos cuadros de luces, por ejemplo. Para asegurarte de que todo funcione debes saber dónde está cada cosa. Hasta mi hijo, que tiene trece años y ya nació en Ibiza, también conoce cada rincón porque se ha criado aquí.

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I get on really well with his son Juanito, because I’m always straight with him. He half-jokingly tells me that he sleeps very well when he knows I’m working the night. After his sister Lucía and himself, I may well be the third person with the longest term at the company, around twenty years. And it isn’t easy because Las Dalias has grown a lot in terms of events, parties and activities. There are lots of electrical panels, for example. To make sure everything works, you need to know where each thing is. Even my son, who is thirteen and was born in Ibiza, knows every corner, as he has grown up here.

A security manager is someone who must have psychology, patience and poise. It’s not a job for just anyone. To properly assess each situation and keep problems from escalating, you can’t take anything personally. With a harsh tone of voice, you can unintentionally heighten tensions. Being polite will disarm even the most uncouth: you need to be more of a black belt in Zen philosophy than in karate [he laughs]. I am a certified security guard and environment supervisor, but when I started in the security sector there were hardly any trained people. Today, this career is much more highly regarded by society. Fortunately, it has also become common practice for women to do this job. Having a well-coordinated team is key. At a Namaste party, there can be up to seven of us working the accesses and security. The night brings out the best in people...but also the worst. You can come up against some sticky situations that you need to know how to manage.

Un responsable de seguridad debe tener psicología, paciencia y saber estar. No es un trabajo para cualquiera. Para valorar bien cada situación y evitar que los problemas vayan a más no puedes tomarte nada como si fuera personal. Con un tono brusco de voz puedes, involuntariamente, elevar la tensión. Siendo educado se desarma hasta al más bruto: más que en kárate, hay que ser cinturón negro en filosofía zen [ríe]. Tengo el título de vigilante y controlador de ambiente, pero cuando empecé en el sector de la seguridad no había prácticamente personas con formación. Por eso, ahora este oficio está mucho mejor visto por la sociedad. Afortunadamente, también se ha normalizado que una mujer lo ejerza. Contar con un equipo bien coordinado es clave: en una fiesta de Namasté podemos ser hasta siete personas ocupándonos de los accesos y la seguridad. La noche saca lo mejor… pero también lo peor de la gente. Te encuentras situaciones complicadas que es necesario saber gestionar.

Me crié en Valencia, en la Avenida del Puerto, muy cerca del Cabanyal. En los ochenta no era un barrio cool, con centros comerciales y un paseo marítimo precioso. Al lado de mi casa pasaba la vía del tren y ahora hay un Corte Inglés. Cuando ibas al centro se decía —y se sigue diciendo— “voy a Valencia”. Los niños de aquel tiempo crecimos jugando en la calle y en los descampados donde luego construyeron edificios. No teníamos la sensación de vivir en una ciudad, el ambiente de aquel barrio era de pueblo, algo fundamental para que los amigos de la infancia sigamos siendo como hermanos. Venir de ese mundo facilitó que me integrara tan rápido en Las Dalias, donde tienes que tratar con muchísima gente, de generaciones y procedencias muy distintas, cuidarlas y confiar en ellas. No es fácil llevarse bien con un abanico tan grande de personas. Juanito me dice que le sorprende mi capacidad para echar la bronca sin dejar de ser simpático. Quizás por eso me hacen caso [ríe]

“LOS NIÑOS DE AQUEL TIEMPO

CRECIMOS JUGANDO EN LA CALLE Y EN LOS DESCAMPADOS, EL AMBIENTE DE AQUEL BARRIO ERA DE PUEBLO.

Venir De Ese Mundo Facilit

QUE ME INTEGRARA TAN RÁPIDO

EN LAS DALIAS, DONDE TIENES QUE TRATAR CON MUCHÍSIMA GENTE, DE GENERACIONES Y PROCEDENCIAS MUY DISTINTAS”

I grew up in Valencia, along Avinguda del Port, very close to El Grau. In the 1980s it was not a very cool neighbourhood, with shopping centres or a beautiful seafront promenade. Instead, the railway tracks passed alongside my house. Now there is an El Corte Inglés department store. When heading into the city centre, people used to say –and they still do-- “I’m going to Valencia”. In those days, kids grew up playing in the streets and on the empty lots where buildings were later constructed. We didn’t have the sensation that we were living in a city. The atmosphere of that neighbourhood had a village-like feel to it, which is essential for childhood friends to continue to feel like brothers and sisters. Coming from that world made it easier for me to fit in so quickly at Las Dalias, where you’ve got to deal with so many people, from very different generations and backgrounds, looking after them and trusting them. It isn’t always easy to get on well with such a vast range of people.

Juanito tells me he’s surprised at my ability to tell people off while still being nice. Maybe that’s why they listen to me [he laughs].

DE PAELLA & COCKTAILS

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