Prólogo —Aquí está bien, señor— el chófer del taxi estacionó a unos metros de mi objetivo. Pagué el viaje y lo saludé amablemente. Caminé hacia la enorme puerta de madera oscura para tocar la única tecla que poseía el tallado “CONSUL” y luego esperar el pitido de la misma dándome la señal de entrada. El sonido apareció y abrí la puerta adentrándome en aquel antiguo edificio que ya venía visitando desde hace varios meses atrás. Subí los escalones de aspecto antiguo atravesando una segunda puerta, pero ésta abierta, y me acerqué a la puerta del ascensor tocando el timbre. El estilo clásico de la misma me recordaba varias películas que
había visto, adoraba la arquitectura y decoración de este edificio. Llegó a planta baja e ingresé al mismo para dirigirme al tercer piso. Los recorrí observando a través de los barrotes de la puerta admirando cada detalle antiguo hasta que me sobresalto dándome a entender que llegué. Abrí la puerta del otro lado que conectaba el piso e ingresé al departamento que me correspondía. —Hola, buenos días— saludé a la recepcionista y ella me dedicó una gran sonrisa. Atravesé aquel laberinto lleno de consultorios y baños hasta llegar al último pasillo donde estaba la segunda recepción, la cual me tenía que anunciar. Lo básico en colores y mueblería me hacía
sentir parte de un asilo, en donde todos los enfermos caminan por los pasillos hablando incoherencias o siendo violentos con sus tutores. Tomé mi carnet y me acerqué a los dos hombres que se situaban en la recepción más desordenada que había visto en mi vida. —Buenos días, tengo una cita con la licenciada Mazza— el joven asintió y consultó en su computadora. —Por favor, permítame su carnet— asentí y se lo otorgué. —Consultorio 4— dijo con frialdad mientras me devolvía mi carnet. —Gracias— dije con igual tono y crucé el pasillo para sentarme en la sala de espera.
Tenía el último turno y aún habían pacientes antes de mí, así que aproveché la existencia de mis auriculares y puse Rammstein para matar el tiempo. Las sesiones duraban media hora y, a veces, me hacían sentir que no las necesitaba. No por el hecho de que estaba bien anímicamente, sino que no me ayudaba del todo. Una chica con una pronunciada anorexia estaba con su padre esperando su turno. Él la abrazaba y acariciaba su pelo desgastado por la propia flaqueza; ella sólo se limitaba a mirar un punto fijo en el suelo. Observar esa secuencia me dio una punzada en el pecho y rápidamente quité mis ojos de ellos. Había gente con más problemas que yo y, de todas formas, sentía que mi vida era la más miserable de todas.
Recibo un mensaje que me despertó de mis pensamientos depresivos cortando por unos segundos la obra de arte de Rammstein. —Princesa, estoy preparando tu comida favorita. No es que no sepa hacerla, pero... ¿Primero la maicena y después la manteca? ¿O al revés? Prometo no destruir la cocina, te amo — sonreí al leer ese mensaje. —No te hubieras molestado, cariño. Gracias por pensar en mí. PD: primero la manteca. PD2: te amo— tecleé rápidamente y continué mi sesión de música. La chica anoréxica ingresa al consultorio 4 con la licenciada Mazza y su padre se queda un poco nervioso en su asiento. Tenía media hora más para divertirme, en el sentido más monótono de la palabra.
Noté que el niño rubio de 3 años estaba con su padre caminando por los pasillos y observando sorprendido las puertas perfectamente blancas de los consultorios. Al verme allí, se emociona y viene corriendo hacia mí. —Hola Frankie— me sonríe enseñándome unos pocos dientes. —Sí, allí está mamá— dije mientras noté que él señalaba el consultorio que se situaba a mi izquierda. — ¿Quieres ir con mamá?— dije mientras él intentaba pronunciar su nombre. —Vamos con mamá, Frankie— su padre lo alzó e ingresaron al consultorio. Desde afuera pude escucharlo llorar, al igual que yo, ninguno de los dos quería estar allí.
Unos minutos más tarde sin su presencia, la chica anoréxica sale del consultorio para dirigirse hacia su padre. Éste la abrazó y besó su pelo. Ese detalle de afecto me dejó una sensación de dolor en mi corazón y no reprimí la lágrima que tanto quería salir. —Señorita (tn)— dijo la licenciada. Me acerqué a ella y la saludé cálidamente. Ambas ingresamos al extenso consultorio y me senté frente a ella en su diván. Era excesivamente grande y sólo poseía unos muebles muy clásicos con algunos cuadros sin expresión alguna en las paredes blancas. —¿Cómo está?— me pregunta mi psicóloga. Comenzó la sesión.
—Bien... Es decir, no del todo bien— dejé en suspenso mi respuesta y ella me observó dubitativa. —¿Podría explicarme eso?— tomó su lapicera para tomar nota de mis palabras. —Sigo teniendo pesadillas, pero éstas son cada vez más nauseabundas... No podría dar una descripción de ellas— respondí observando todo a mi alrededor. —¿Sigue apareciendo en sus sueños?— asentí. —¿Se ha enterado de alguna noticia últimamente de él o lo vió en fotos?— negué rotundamente con la cabeza. —Evito lo más que puedo las redes sociales y los canales de farándula— ella asiente mientras anota mis respuestas. —Siento que él volverá y eso es algo que me aterra— ella
detiene sus anotaciones para acomodar sus lentes elegantes y observarme atentamente. —¿Por qué siente eso? Usted sabe que él no volverá por cuestiones que lo delatará— asentí aturdida. —¿Qué le hace pensar que volverá después de tantos años? —Él, en mis sueños, me provoca parálisis en donde pierdo el control de mi respiración y siento sus inconfundibles manos recorrer mi cuerpo. Pierdo la fuerza y sólo veo oscuridad, pero distingo sus ojos en toda esa penumbra — gesticulé de tal forma que me sentí una loca, ella sólo me miraba posando su índice en su mentón. —¿Ha estado estresada por su trabajo últimamente? Porque el principal precedente de las parálisis de sueño se deben a un alto
grado de estrés y ansiedad— negué con la cabeza. —Es más que eso, señorita Mazza. Siento su presencia en mi propia casa... En mi propia cama. Lo siento dormir a mi lado cada noche para luego apoderarse de mi mente y jugar conmigo en mis sueños— ella anotó y yo continué mi ensayo. —Es como si quisiera volver a poseerme, como un demonio hambriento de almas débiles— hice una pausa brusca. —¿Soy un alma débil?— la miré con los ojos muy abiertos. —Por supuesto que no, señorita (tn). Otra persona no hubiese soportado todo lo que usted soportó y superó. Siéntase más que un alma fuerte— me sonrió y le devolví la sonrisa. —Ahora dígame ¿las cosas con su pareja van bien?
—Con él va más que perfecto. Aminora todo mi dolor y agradezco tanto su llegada a mi vida, no sé qué hubiese sido de mí si no hubiese llegado en el momento justo— me miré las manos. —Él siempre que puede me acompaña a visitar a mis padres y mis amigas. —¿Cuándo fue la última vez que los visitó?— pregunta curiosa. —El domingo pasado. Iremos también este fin de semana, ya se volvió rutinario— respondí su pregunta mental y ella no pareció agradarle mi idea. —Algún día usted tiene que otorgarme su identidad, eso acelerará el proceso— negué rotundamente. —Además de terapia, necesita denunciarlo, señorita (tn).
—No puedo hacerlo— dije con frialdad. —¿Por qué no? ¿La amenazó con matarla?— negué mientras ella me miraba interrogante. —Le prometí que no lo delataría...— hice una pausa muy larga para la sesión. —¿A qué se debe eso?— no contesté pero cruzamos nuestras miradas por varios segundos. —¿Sintió cosas por él?— bajé la mirada y ella notó la verdad en mis gestos. — Señorita, es imposible enamorarse de alguien así. Ha asesinado a todos sus seres queridos y le ha causado muchos problemas personales por depresión. Por favor, que estas pesadillas no signifiquen eso...— ella siguió sermoneandome y yo perdí en mis pensamientos mirando un punto fijo.
Capítulo 1 La alarma sonó a las 7 de la mañana sobresaltándome un poco. Alargué mi brazo para apagarla y seguir abrazada a su torso y sus tonificados brazos. Lo escuché suspirar y besó mi frente mientras acariciaba mi espalda desnuda. Se sentía tan cómodo estar así con Matt que me resultaba interminable ese momento. —No quiero levantarme— dijo quejándose, me reí y acaricié su torso. —Yo tampoco, pero hay que hacerlo— alcé la vista y él aún no había abierto los ojos. — Vamos, bello durmiente— besé sus labios y me separé de él. —Iré a preparar el desayuno — él toma mi brazo y vuelve a colocarme de un tirón a su lado.
—Quiero desayunar aquí... Ya sabes— dice con un aire de perversión. —Eres un moreno insaciable— dije para luego morderme el labio. Sus ojos se centraron en aquel gesto. —Y tú eres irresistible, cariño. No vuelvas a hacer eso— me mira serio. —¿Qué cosa?— vuelvo a morderme el labio. Su mirada se torna oscura y me sonríe coqueto. —Espero que a tu jefe no le importe que su secretaria llegue tarde hoy— dijo mientras nos cubrió con las sábanas.
Compré un café en uno de los puestos de la calle y corrí hacia el gran edificio que con su
inmensidad impactaría a cualquier civil. Mis tacones resonaron en los pasillos y nadie se percató de mi apuro. Teniendo en cuenta que la ciudad es bastante caótica y los transeúntes viven con prisa, mi corrida no era para nada fuera de lo común. Esperé al ascensor que estaba en el último piso, es decir, el del presidente de la empresa. Maldecir fue la primera acción en el establecimiento, ya estaba bastante retrasada y esperar que el ascensor recorra la infinidad de pisos me ponía los nervios de punta. Al llegar, el timbre sonó y las puertas se abrieron enseñando su vacío. Toqué el botón del quinto piso y rápidamente se cerraron las puertas delante de mí. Crucé el extenso pasillo y me adentré a mi pequeño despacho, que era un cubículo al
lado de una puerta de vidrio polarizado, la cual pertenecía a mi jefe, Richard Clayton. No pude observar hacia el interior de su despacho, así que no sabía si estaba allí. Me acomodé en mi escritorio y encendí mi computadora para mantenerme al día de las noticias de hoy. Abro el email y recibo una notificación instantánea de un nuevo mensaje que, según leo rápidamente, era de mi jefe pidiéndome que me acerque a su despacho. Tragué saliva, respiré profundo para su llamada de atención, tomé mi anotador junto con un lápiz e ingresé. Él llevaba un traje azul, pero con la diferencia que no llevaba corbata y tenía su saco abierto. Tendría, aproximadamente, unos 43 años y un delicado corte de cabello junto con su barba perfectamente arreglada, ambas
canosas. Me daba la espalda, mientras observaba a través del enorme ventanal que poseía, y al escucharme entrar sólo se limitó a seguir en esa postura. —Pasa, por favor, (tn). Toma asiento— dijo sin mirarme. Ingresé con un paso torpe y nervioso y cumplí con su orden. Lo observé expectante y un poco temblorosa. Él se quitó de aquella vista para acercarse a mí y clavar sus ojos celestes en mí haciéndome gritar por dentro. —Buenos días— dijo. Devolví su saludo con respeto y se apoyó en su escritorio con los brazos cruzados examinándome de arriba a abajo. —¿Estas son horas de llegar, señorita? — dejé la mirada gacha y traté de inventar una buena excusa. Claramente no puedo
responder que mi novio me retuvo para hacer el amor. —Lo siento, señor Clayton. Tuve una...— alza la mano en señal de parar. Dejo de hablar. —Descuida. No me interesa escuchar una excusa improvisada— me sonrojo ante tal pensamiento. —Necesito que canceles mi reunión de las 9:30 y la postergues para las 11, tengo un asunto que arreglar con un potencial cliente. Él se anunciará contigo, su nombre es Jack Collins— anoté en mi cuadernillo. —Puedes irte. Que no se repita lo de hoy.
—Sí, señor Clayton. No volverá a pasar, con permiso— él asintió y me dejó ir. El señor Clayton me hizo sentir ridícula, por suerte abandoné su despacho lo más temprano posible. Me incorporé en mi mini despacho y comencé a responder emails de clientes y futuros clientes, también reprogramé su reunión. Tecleé un mensaje rápido a Matt a escondidas de mi jefe para comentarle la situación. —Mi jefe se ha enojado y no tolerará que su secretaria llegue nuevamente tarde al trabajo — agregué un emoticón gracioso y se lo envié. Al cabo de unos segundos, recibo una respuesta.
—Me encantaría ser tu jefe y que tú seas mi secretaria sexy... Aunque hagas bien tu trabajo, te castigaría de todas formas— suelto una risita. —¿Tú no trabajas? Te noto muy desocupado — envío rápidamente. —Lo mismo te pregunto, princesa. A veces el área de diseño gráfico es un poco denso y aburrido. Por suerte tú iluminas mi día— sonrío sonrojada. Noto que alguien se acerca a mí y tecleo rápido una respuesta para guardar el celular. —Tengo visitas, cariño. Hablamos luego— envío junto con emoticones de besos. Un hombre con un maletín y un traje enorme se acerca a mi puesto. Llevaba lentes y parecía ser más viejo y demacrado
físicamente que mi jefe. Al menos el señor Clayton se mantenía muy bien a pesar de su edad. —Buenos días, señor ¿puedo ayudarlo en algo?— pregunto de manera cortés. —Sí, tengo una cita con el señor Clayton. Mi nombre es Jack Collins— verifico en mi anotador y él era el cliente esperado. —Aguardeme un segundo— llamo a su oficina y le comento la llegada del cliente potencial. —Puede pasar, señor Collins— él asiente. —Gracias, señorita— ingresa al despacho, luego de haber tocado la puerta y que mi jefe diera permiso.
Vuelvo a abrir la pestaña del correo electrónico para verificar si hay nuevos y me encuentro con uno que no tiene asunto. Por más extraño que sea, lo abro para dar con su contenido. Observo que el remitente no posee nombre y la dirección de email no era una que haya visto antes, es decir, no parecía ser una normal. El cuerpo del mensaje estaba vacío, pero al final noté que había un archivo adjunto el cual abrí y cargó rápidamente. Era una imagen muy desenfocada, pero que se podía apreciar con muchísima claridad que eran unas esposas sobre una mesa un poco gastada. Supuse que era uno de esos virus informáticos y calmé mis nervios. Cerré ese email y comencé a realizar mi trabajo.
Al cabo de unos minutos, recibo un mensaje de texto y también provenía de un remitente desconocido. —Hola amor— fue lo único que escribió. Comencé a temblar al tratar de descifrar quién era aquel. —¿Quién eres?— respondí luego de pensar si contestar o no. Me calmó un poco la idea de que, tal vez, alguien se haya equivocado destinatario y todo sea un malentendido. —Soy Matt, desde el celular de Colin, no tengo batería. ¿Quieres que usemos esas esposas esta noche?— responde en milisegundos. Me sonroja saber que luego su amigo Colin, quien yo no conocía, leerá esos mensajes perversos.
—Matt, me has asustado. Me gustan esas esposas, pero están muy desenfocadas. Tienes que estudiar fotografía— río para mis adentros mientras lo envío. Pensé en la imagen y decidí verla por segunda vez para chequear la mala calidad de la cámara de Matt. Para mi sorpresa, el email había desaparecido, se había borrado como por arte de magia, ya que no había sido yo quien lo había eliminado. Mi celular vibra en mi escritorio sobresaltandome. —Chequea cómo te quedarán, amor— escribió. Me llamaba mucho la atención que me diga "amor", él sólo me decía "princesa" o "cariño", pero nunca me llamaba de esa forma. Muy curioso.
Noto que hay un nuevo email de la misma dirección de correo electrónico y sin asunto también. Había un nuevo archivo adjunto y el cuerpo del email estaba completamente en blanco. Al abrirlo se observa una foto en perfecta calidad y lo que enseña no son precisamente las esposas, sino una mujer atada al respaldo de una cama deshecha y sucia y ella está llena de sangre y con cortes en su cuerpo. Por su palidez y los hematomas en sus piernas y pelvis parecía violada hasta morir. Quité la imagen rapidísimo y me tapé la cara del miedo. Rápidamente tecleé un mensaje a Matt, es decir, al celular de Colin.
—Matt ¿qué fue lo que me mandaste? No es gracioso, idiota— respondí. Al instante recibo una respuesta. —Son tus esposas favoritas, amor— respondió con muchos emoticones felices.
Capítulo 2 —¿De qué hablas Matt? Nunca hemos usado esposas— envié asustada. El email de la mujer muerta también había desaparecido. Estaba totalmente fuera de control mi mente, la cordura la había perdido. Escucho la puerta del despacho de mi jefe abrirse y automáticamente dejo mi celular y simulo estar trabajando.+ —Nos mantenemos en contacto, Richard— saluda a mi jefe. —Hasta luego, señorita— se despide el cliente. —Hasta luego, señor Collins. Que tenga un buen día— él asintió mientras se dirigía al ascensor.
Mi jefe me observó y su semblante cambió radicalmente. Se acercó a mí escritorio con una cantidad de papeles incontables. —(tn) ¿te encuentras bien?— su pregunta me desestabilizó. —Sí, señor Clayton. Estoy bien— respondí muy profesional. —Te noto muy pálida ¿estás comiendo bien? — asentí. —Ok, necesito que corrijas estos textos para mañana por la tarde. Son del señor Collins— asentí tomando la pila interminable de papeles. —Muchos de los escritores con los que su empresa trabaja tienen horrores de ortografía y sus historias apestan. Separame las que valen la pena publicar.
—Sí, señor Clayton— dije colocando mis lentes. —Gracias (tn)— dijo guiñándome el ojo e ingresando a su despacho. Supuse que toda esa pila de trabajo iba a llevarme toda la jornada, entonces decidí evitar toda clase de emails y mensajes turbios de Matt, quien tal vez me estaba jugando un truco sucio para no aburrirse. Al salir de la oficina, saludé a mi jefe y me dirigí al exterior donde Matt me esperaba para llevarme a casa. Él estaba apoyado en su moto con las manos en los bolsillos y al verme no evitó chiflarme. —Wow, princesa. De verdad me gustaría que seas mi secretaria— dijo mientras besó mis labios. Ignoré su comentario y subí a la moto
para luego ponerme el casco. Él arrancó y a medida que nos alejamos de mi trabajo, empezó la conversación. —¿Cómo te ha ido en el trabajo? —Bien— dije con frialdad. —¿Estás segura? Presiento que te pasa algo — pregunta sospechando. —No me pasa nada— me limité a decir. Ninguno de los dos continuó aquella conversación, no valía la pena incentivarla porque no estaba de humor para sus chistes de humor negro. Estacionó su moto, me quité el casco y fuí rápidamente a la entrada de casa. Escuché sus pasos correr hacía mí.
—Princesa, me has ignorado en todo el viaje ¿te pasa algo?— pregunta mientras abro la puerta de nuestro departamento. —No, Matt— dije dejando mi bolso en el sofá y me sacaba los tacones que me destruían los pies. Entro a nuestra habitación y comienzo a desvestirme para ponerme más cómoda. Siento la presencia de Matt y su mirada posándose en mí. Volteo mi mirada para cruzarla con la suya y cuando logro cierta conexión, quito lentamente mi sostén y lo dejo caer al piso. Él observó toda esta secuencia hipnotizado. —Princesa ¿estás intentando seducirme? Porque lo estás logrando— se acerca a mí y
acaricia mi espalda. —¿Tú también eres insaciable?— me dice al oído. —Matt, déjame cambiarme— dije mientras retorcía por los besos en el cuello que él me daba. —No tengo ganas hoy. Colocó sus delicadas y grandes manos en mis caderas mientras apoyaba su miembro en mi trasero. Su boca insistente recorría mi cuello hasta mis hombros. —Yo puedo hacer que tengas ganas hoy— me mordí el labio y entrecerraba los ojos con su voz tan seductora y sus labios recorriendo mi nuca. —Basta Matt, esta noche no— dije mientras me colocaba frente a frente y tocaba sus pectorales. —No estoy de humor para juegos.
—Si pudieras ver tu expresión sabrías que tienes ganas, princesa— dijo mientras manoseaba mi trasero. —Además sólo llevas ropa interior y aún estás aquí. Si no quisieras estar conmigo ahora ya te hubieses ido ¿no crees?— solté una risita porque tenía razón. Me separé de él y tomé un babydoll para dormir esta noche. La seriedad abundó en mi expresión y se notó exageradamente. Matt me miraba complacido. —¿Qué miras tanto?— pregunté. —Hasta hace unos segundos estabas casi desnuda pegada a mí y ahora verte con ese babydoll me está matando. ¿Cómo haré para dormir esta noche sabiendo que estás así a mi lado?— respondió de tal forma que me hizo reír.
—Tendrás que esposarme y violarme hasta matarme ¿no crees? Tu fantasía— él me mira extrañado. —¿De qué hablas?— dice mientras comienza a desvestirse. —Vamos, Matt, no juegues conmigo— él me mira serio. —Los emails y mensajes que me has mandado hoy desde el celular de Colin. —No te he enviado nada desde el celular de Colin porque yo tengo mi propio celular... Además yo jamás te he enviado emails— lo observo asustada. —Pero Matt, tengo tus mensajes— digo mientras corro a buscar mi celular. Lo desbloqueo y lo toco un par de veces para llegar a la carpeta de mensajes. Observo que está vacía. —Oh no..
—¿Qué pasa?— él pregunta curioso. —No están, no puede ser. —¿Qué cosa?— comienza a desesperarse. —Tus mensajes— me mira confundido. — Pero estaban aquí, yo los he contestado— me fijo en la bandeja de enviados y estaba vacía. —¿Con quién has hablado, (tn)?— pregunta muy serio. —Pensé que eras tú, pero me equivoqué. Decías que querías usar esposas conmigo y luego me enviaste una foto de una mujer muerta... Estoy aturdida— él me abraza. —Tranquila, relajate. Tal vez haya sido un virus o alguien que esté muy aburrido para jugarte una broma así— hace una pausa mientras besa mi frente. —Sé lo que estás
pensando y confía en mí, estoy seguro que no es él quien lo hace. —Tengo miedo, Matt. Tengo miedo de que me haya encontrado y quiera hacernos algo— comencé a sollozar. —Princesa, pasaron muchos años. Él está casado, tiene su carrera creciendo y unos paparazzis que lo persiguen. No podrá hacerte algo con todo eso, lo descubrirán— asentí. Él tenía razón. Después de todo, él se olvidó de mí. —Tienes razón. Mejor vamos a dormir— fuimos a la cama y al cabo de unos minutos nos dormimos en profundidad. —Extrañaba hacerte mía, (tn)— dijo con la respiración entrecortada. —¿Quién es tu
papi?— al pronunciar esto, me penetró más fuerte. —Tú eres mi papi— dije entre gemidos. Él estaba encima mío y sus movimientos eran precisos y fuertes, tocando mi límite. Él besaba mi cuello y mordía el lóbulo de mi oreja mientras arañaba su espalda. —¿Ahora te has convertido en gatita, amor? — pronunció de manera muy sensual. —Me gusta ser salvaje contigo. ¿Te gusta que papi sea duro contigo? —Sí, papi— mi expresión cambió repentinamente cuando me penetró con mayor profundidad. —Papi...— dije en un quejido. —Me duele.
—Lo sé, veo que Matt no te lo hace como te lo mereces— aumentó el ritmo de las embestidas y besó mis senos estimulandolos. La profundidad y la rapidez me estaban destruyendo por dentro de tal forma que ya no gemía de placer, sino de dolor. —Papi, para, por favor, me lastimas— comencé a tomarme de los barrotes de la cama para sostenerme. —Papi, basta— el ardor era insoportable y no podía quitarme su peso de encima. Intenté golpearlo y empujarlo, pero era inútil, él seguía embistiendome cada vez más fuerte. —Papi ¡no! —Papi Manson te llevará al cielo... De verdad — comenzó a reír de manera malévola y sus manos se posaron en mi cuello.
Me despierto del susto y con gotas de sudor en el rostro. Observo mi reloj y eran las 3 de la mañana, tenía pocas horas para luego madrugar para ir a trabajar. Me relajó un poco saber que era Matt quien estaba durmiendo a mi lado y no él. Fui al baño a ducharme muy rápido y a beber algo en la cocina. Matt aún seguía durmiendo como un bebé e hice todo con mucha cautela para no despertarlo. Me relajé en el sillón y comencé a meditar sobre mi pesadilla: ¿Qué significaba todo lo que pasó hoy? ¿Manson está cerca? ¿Quiere vengarse o simplemente es una regresión a mis miedos? Lo que sea que significaba me estaba consumiendo emocionalmente como los primeros años que me escapé de sus garras.
Capítulo 3 —Princesa, despierta— pronunciaba suavemente Matt acariciando mi hombro. Me estiro y me refrego el rostro. —¿Otra vez durmiendo en el sillón? ¿Ya no te gusta dormir con tu novio? —Tuve una pesadilla, cariño. Ya sabes qué significa cuando duermo en el sillón— él me mira triste. —¿Otra vez sientes cosas en la habitación?— negué dubitativa. —¿Has soñado con él?— afirmé afligida. —Ven aquí, princesa— me sienta encima suyo apoyando mi mejilla en su pecho y nos abrazamos durante largo rato. —Hace mucho tiempo que no tengo pesadillas con él, Matt. ¿Crees que son
señales?— él depositó un suave beso en mi frente. —No, princesa. Sólo tienes miedo de aquellos mensajes, son insignificantes. Estás a salvo conmigo, siempre lo estuviste ¿o no recuerdas aquella vez que el ebrio de la discoteca intentó sobrepasarse contigo?— reí ante esa anécdota. —Sí, lo recuerdo. Con un golpecito lo tumbaste— él río. —Me siento protegida contigo, cariño. —Me alegro que así sea— con su dedo índice levanta mi mentón para besar mis labios. — Vamos a desayunar... Y esta vez hablo de comida— reímos y nos pusimos a cocinar. Matt me dejó en el trabajo para mi tranquilidad y luego se dirigió al suyo. Crucé el hall del
inmenso edificio para unirme a la muchedumbre del ascensor. Poca gente salió en el piso donde yo trabajaba, sabía que la mayoría de aquellos empleados eran empresarios y pertenecían al departamento de finanzas. Caminé por el extenso pasillo y me acomodé en mi cubículo dejando mis cosas para avisar a mi jefe que ya había llegado. Toqué la puerta y me otorgó el permiso de entrada. —Buenos días, (tn)— se lo notaba radiante. Llevaba unos lentes muy elegantes y juveniles con un traje gris. —¿Has dormido bien?— pregunta extrañado. —Sí, señor Clayton. Gracias por preguntar ¿necesita algo?— dedicó unos minutos para pensar.
—Un café doble estaría bien. Gracias (tn)— me sonríe y vuelve a hundirse en sus papeles. Salgo de su despacho y me dirijo a la mini cocina de nuestro piso. Me crucé con varios colegas los cuales saludé amablemente. Alguien a quien ignoro se coloca a mi lado para preparar un café y observa mi procedimiento. —¿Café doble? Mmmm podría adivinar para quién es...— una clara y dulce voz femenina irrumpe el silencio. —El señor Clayton. —Un detalle muy convincente, pero te has olvidado de algo minúsculo pero importante— tomo un pequeño sobre. —Stevia— ella ríe. —Has ganado. Mi nombre es Jennifer Parker — estrechamos las manos. Era un poco más alta que yo, muy blanca con pecas. Su pelo
colorado estaba finamente ondulado y tenía unos ojos verdes como perlas. —Un gusto conocerte al fin, (tn)— me deja impactada al saber mi nombre. —¿Cómo sabes mi nombre?— me observa con aire de diversión. —Me gusta mucho el chisme. Siempre quiero saber de la vida de todos— mira para ambos lados y se acerca a mi oído. —Si quieres información, ya sabes a quién acudir. —Como digas— ambas reímos. — ¿Trabajabas con el señor Clayton?— ella se ruborizó y era imposible no percatarse de ello. —Sí, además hemos mantenido una relación sexual a pleno pero me desplazó porque su esposa sospechaba de mí— quedo
boquiabierta ante tal declaración. —Y ahora soy recepcionista de este piso. —Me sorprende no haberte cruzado, siempre ingreso a horario y nunca te he visto en recepción— ella ríe. —Es broma. Tengo un cargo más bajo aún. Formo parte de los asociados de edición y publicación— hace una pausa. —De hecho también recibo órdenes de Richard. —Me ha dado mucho trabajo con respecto a eso... Es decir, tú trabajo— ella ríe. —Richard sólo le da a su secretaria trabajos de edición si el cliente es potencial, sino lo manejamos nosotros— asiento.
—Eso quiere decir que lo que yo edite y corrija hoy, será tarea de publicación de ustedes— ella asintió. —Exacto, pero la publicación dependerá de lo que a nosotros nos llegue a nuestro escritorio... Y tú elijes eso. Es regla de oro de las secretarias de Richard. —Oye... Cambiando un poco de tema— me acerco a su oído. —¿Él ha tenido sexo con todas sus secretarias?— ella asintió, lo cual me dejó absorta. —Sí, pero sé que a tí te respeta. Eso es algo raro— me mira pensativa. —Sé que tienes novio, y si lo amas demasiado nunca aceptes un viaje de negocios con él. Hará hasta lo imposible para tener sexo contigo— se ríe por mi impacto.
—Creo que debería irme— tomo el café doble para llevarlo a mi jefe. —Un placer conocerte, Jennifer— ella asiente y salí de allí. Toco la puerta de su despacho y me deja pasar. Le entrego su café y me agradece con una cálida sonrisa. Salgo disparatada de allí para comenzar a trabajar en los textos del señor Collins. Estaba sorprendida por la cantidad de faltas de ortografía y la pésima cohesión de las ideas de los escritores que recibí. Tal vez sean muy famosos, pero en los libros publicados y que están en venta en las librerías no se enseña la realidad tan bruta. Los asociados realizan el trabajo sucio para tapar aquellas imperfecciones de los grandes escritores y luego ellos se llevan todo el crédito.
Separé una cantidad inimaginable de escritos que no resultaban atrapantes y comencé a leer uno que se titulaba “La Mujer De Las Esposas”, que a decir verdad llamaba muchísimo mi atención. “...Aquella mujer de ensueño yacía en mi cama. Ella, tan suave, tan pura, tan manejable, adoraba mis formas de hacerle el amor. Ella, tan bella, y yo, tan bestia. Mi delirio era su piel de porcelana y la juventud que la adornaba. Mi obsesión con ella era irremediable; aún puedo sentir su aroma en mi cama y escuchar su voz al demostrar cuánto le gustaba mi bestialidad al hacerle el amor. ¿Cómo alguien puede dejar ir a semejante diamante en bruto? ¿Qué clase de hombre merece poseer dicho tesoro? Un tesoro de ese valor debe ser escondido en el
lugar más recóndito de una casa y esposado si es necesario... No hay forma de escapar con unas esposas... Ni mucho menos sabiendo que son sus favoritas...” Me estremecí al leerlo. Poseía un rico vocabulario y un placer que sus palabras expulsaban y se hacían carne en el lector. Aquel escritor poseía talento y, a mí parecer, me llamaba la atención que esté en corrección. Observé la firma y el nombre del responsable de estas palabras y sólo me encontré con sus iniciales escritas a pulso. “BM” era el responsable, que desconocía. La letra B parecía ser sacada del abecedario ruso, ya que estaba invertida y cualquiera diría que es una B, pero escrita de otra forma. Dejé el escrito a un lado haciendo referencia a que
estaba aprobada por mí y que merecía su publicación. La mención de las esposas me recordó a todos los mensajes que recibí de aquel anónimo y sentí escalofríos por la espalda. Aquella descripción la relacioné con la imágen de la mujer violada y cada detalle que iba mencionando en mi mente, era pura casualidad. ¿Será él el anónimo psicópata? —¿Has terminado las correcciones, (tn)?— me despierta de mis pensamientos mi jefe. —Sí, señor Clayton. He separado algunos que han llamado mi atención— rápidamente se dirige a mi escritorio y toma los textos separados. —Tengo que enviar ésto al departamento de corrección y publicación. Mientras tanto tira
los sobrantes a la basura— asentí y él salió casi trotando hacia el departamento. Boté cada uno de los escritos y comencé a responder emails y llamadas entrantes de clientes. Pasados unos minutos, aún mi jefe sin volver a su despacho, un joven de unos 27 años se acerca a mí con correspondencia, algo que me sorprendió porque el señor Clayton no me había advertido sobre alguna entrega que él esperaba. El joven se acercó a mí un poco confundido. —Buenos días, vengo a entregar este paquete— me enseña algo simétricamente cuadrado envuelto en papel de madera. —Disculpe, pero el señor Clayton no espera ningún paquete— él toma nervioso del bolsillo de su pantalón una notita.
—Es para la señora (tn)— dijo confirmando. Lo miré atónita. —Soy yo— dije extrañada. —¿Quién lo envía?— él observó en la misma nota para responderme. —Uff, sólo puso sus iniciales... “BM” ¿lo reconoce?— negué con la cabeza. —Bueno, quizá sea un admirador secreto ¿quién sabe? — él ríe y yo sonrío muy nerviosa. —Por favor, firme aquí— me entrega una planilla y firmo constatando que recibí el paquete. — Perfecto, hasta luego señorita— asentí. Rompí el papel de madera rápidamente para dar con el contenido. Observo que era mi rostro dibujado en acuarelas. Una pintura muy rara a simple vista y parecía abstracta. Ya estaba enmarcada y
estaba firmada a pulso por alguien llamado “BM”. Aquellas iniciales me recordaron al escritor de la poesía que me impactó. Él sabía de mi existencia y conocía mi rostro perfectamente. ¿Quién era y cómo me conocía? ¿Por qué me sentí tan identificada con su poesía? ¿Qué me está queriendo decir con todo ésto? Muchas preguntas pero pocas respuestas.
Capítulo 4 —¿Qué traes ahí?— pregunta mi jefe sobresaltándome. —Oh... Mmmm, es un cuadro que acabo de recibir de un desconocido— se lo enseño y él lo observa sorprendido. —Quien lo ha hecho ha de estar muy enamorado de ti, (tn). Mira esos detalles... Es una obra de arte— observa la parte inferior de la pintura. —¿BW? ¿No es uno de los escritores que envió a corrección su obra?— asentí dubitativa. —¿Lo conoces?— negué rotundamente con la cabeza. —¿Y cómo él te conoce tan perfectamente a ti?
—No lo sé, señor Clayton. Es lo que estaba pensando hace unos segundos— me devuelve el cuadro. —Seguramente será un empleado del edificio o algún admirador, no desesperes— dice convencido. —Necesito que le avises a Jack que sus escritos serán publicados en breve— asentí y él ingresó a su despacho. Ingresé con temor al correo electrónico y sólo habían emails de clientes nuevos y regulares. Todo estaba en orden por ahora. Abrí una pestaña para escribirle al señor Collins y, a medida que iba escribiendo, las palabras desaparecían o titilaban en diferentes colores, parecía que alguien me estaba hackeando la computadora y no permitía que escribiera ese mensaje. Cada palabra me llevaba mucho
tiempo y en total había perdido demasiados minutos para relatar sólo un email. Clickeé la palabra Enviar y ésta no funcionaba. El click del mouse sonó infinidad de veces y ninguna funcionó para enviar de una vez por todas el email. El velador de mi escritorio comienza a centellear mientras la computadora se comportaba como si estuviese embrujada. A la milésima vez, funcionó, pero con la diferencia que la pantalla se tildó momentáneamente para luego quedar en total oscuridad. La pantalla estaba encendida y el CPU también, es decir, estaba funcionando pero algo no la dejaba trabajar. Observo en la negrura de la pantalla mi reflejo y uno más detrás de mí... Era él y no dejaba de observarme. Volteo rápidamente para confirmar su ausencia y así fue, no había
nadie detrás de mí. Vuelvo la vista, un poco más tranquila, a la pantalla y ésta enseñaba un rostro totalmente maquillado que, al verme, comienza a gritar y cambiaba el fondo en muchos colores. Grité sobresaltada y escucho a mi jefe cruzar su despacho para ver qué pasaba. —(tn) ¿qué pasa?— alzo la vista hacia él con mucha agitación y luego la vuelvo a la pantalla, que enseñaba esta vez el correo electrónico abierto. —¿Por qué has gritado? —Señor Clayton, yo... Creo que mi computadora tiene un virus y me impide trabajar— asiente arreglándose el saco y toma su enorme celular para hacer una llamada.
—Descuida, llamaré a mi contacto de confianza en el área de Informática para que te traigan una nueva. Ese escarabajo pasará a mejor vida— observa con asco mi computadora. —¿Andrew? ¿Cómo estás? Soy Richard, necesito pedirte un favor...— comienza a hablar mientras ingresa a su despacho. Al final del día, ese tal Andrew con unos compañeros cambiaron mi computadora por una más moderna junto con un antivirus de mejor calidad. Tomé mis cosas y aquel cuadro y me reuní con Matt a la salida del edificio. Él me sonrió apenas me vio y cambió su cara al ver el cuadro que llevaba encima. —¿Y eso, princesa?— cuando me acerqué lo suficiente, lo besé y le enseñé el cuadro. —
Wow, que... Raro— se ríe. —Me gusta mucho ¿quién te lo ha hecho? —Alguien que firma con las iniciales BM— digo mientras me siento detrás de él y coloco mi casco. —Es raro porque tuve que ''editar'' un escrito de él que hablaba sobre una mujer y esposas— hice una pausa suspirando. — Está todo relacionado entre sí, Matt. Todo me aterra, además he tenido que cambiar mi computadora por un virus... fantasmagórico. —Creo que has tenido un día de mierda, princesa. Pero no te preocupes, tu papi Matt hará lo posible para que pases una buena noche y te olvides de lo que pasó. Deposité mis cosas en la mesa y posicioné el cuadro de tal forma para probar en qué lugar de la casa quedaría bien. Descarté la idea de
que esté colgado en nuestra habitación, así que, por unanimidad, Matt lo colgó justo enfrente del sofá, por encima de la chimenea. Quité mis tacones y suspiré por la libertad de mis pies. Matt rió ante ese gesto. —No sabes el placer que se siente al quitarte los tacones luego de una jornada completa— él me sonríe coqueto. —¿Quieres sentir más placer, princesa?— dice mientras se desabrocha los primeros botones de su camisa y recorre con los dedos sus clavículas. Observó sus movimientos y muerdo mi labio como respuesta, luego él se acerca con paso firme pero lento a mí hasta quedar a centímetros de distancia. —¿Qué te he dicho sobre morderte el labio?— me toma del mentón para verlo a los ojos.
—Que te provoca que lo haga— él sonríe satisfecho. —Y que me gusta hacerlo yo— se acerca a mis labios y me besa apasionadamente. Mientras lo besaba, concentré mis dedos en los botones de su camisa para despojarlo de ella. Él subió mi falda y manoseó mi trasero con ímpetu. Nos libramos de aquellas prendas y él llevó su lengua a mi cuello mientras yo tiraba de su pelo. La pasión inundó la casa y el calor se avivaba mucho más. Me alzó para llevarme al sofá y dejarme tendida allí observándolo deseosa. Lentamente se acercó a mí y comenzó a depositar besos por mi abdomen. —Ésto no lo necesitas, princesa— dice quitándome mi ropa interior. —Y ésto tampoco
— quitando mi sostén dejándome totalmente liberada de aquellas telas. —Eres una obra de arte— dice admirándome desde su posición. Recorrió todo mi cuerpo, desde mi cuello hasta la zona baja de mi abdomen, depositando besos calientes en cada paso. Separó ligeramente mis piernas y beso mi muslo, dándome un leve cosquilleo. Su lengua se concentró en mi punto de placer y sus movimientos viperinos me hacían estallar de gozo y lograban que me retuerza. Se incorpora para quitarse su bóxer y colocarme encima de él, es decir, sentada. Comencé a moverme lento mientras me sujetaba de su pelo. Sus manos se posaron en mi trasero y su boca devoraba mi cuello haciéndome escapar gemidos. Aumenté mi ritmo y los gemidos de Matt no tardaron en
aparecer. Tiró de mi pelo hacia atrás para tener mayor acceso a mi cuello y poder jugar con mis senos. Ante todos aquellos estímulos, comencé a retorcerme de placer encima suyo. —Ma... Ma...— traté de pronunciar su nombre. Él me observaba excitado. —Vamos, princesa, dilo. Grita mi nombre— continuó besando mi cuello. —Ma... Ma... Manson...— grité con los ojos entrecerrados. Al abrirlos me topo con Manson besando mi cuello y penetrándome en lugar de Matt. —¿Manson?— al verme me sonríe y continua con su estímulo. Me quito rápidamente de él y caigo al suelo. Aquel espejismo desapareció y Matt volvió a ser mi realidad. Se acercó a mí y me ayudó a levantarme.
—Princesa ¿estás bien?— toca mi brazo. — Estás helada. Ven aquí— me alza y me sienta en el sillon tapándome con mi abrigo. Él se acerca a la chimenea y la enciende. —Ésto ayudará— dice mientras controlaba el calor con sus manos. —Matt, yo...— me interrumpe acercándose a mi lado. —Me llamaste Manson— dice cruzado de brazos. —¿Por qué? Nunca me lo has dicho antes. —Perdóname, cariño. Yo... No sé por qué lo hice. Pero vi su rostro en lugar del tuyo, por eso caí al suelo— él se acerca a mí y me abraza. —Quiero que desaparezca. —Tranquila, princesa. Has tenido un mal día, es todo. Te prometo que todo está bien—
besó mi frente y nos mantuvimos frente a la chimenea durante largo rato.
Capítulo 5 El día más esperado de la semana había llegado. Un viernes soleado se dejaba ver a través de la ventana de nuestra habitación. Matt y yo nos cambiamos y desayunamos un poco de café y tostadas. Observamos el desastre de ropa en el suelo que se hallaba alrededor del sofá y reímos en complicidad. —Nunca presté atención a la escena del crimen— ríe. —Oye, me he olvidado de apagar la chimenea. Podríamos haber muerto calcinados— lo observo con exageración. —Sólo tú sabes manejar esa antiguaya— dije mientras terminaba mi café. —Mira... Se ha caído el cuadro— me enseña desde el suelo. —Seguramente el calor de la
chimenea manipuló el seguro del marco de la pintura. Por eso nunca hemos colgado cuadros arriba de ella— observo el cuadro en el suelo y al revés y mi mirada se centra en las iniciales grabadas. —Matt, déjalo ahí un momento— él me mira interrogante y lo vuelve a depositar en su lugar de caída. —Mira... —Sinceramente no sé qué quieres que mire, princesa— dice gracioso. —Las iniciales... Están invertidas— digo seria. —Sí... El cuadro cayó quedando al revés— lo miro seria. —¿Qué? —Dice BW... Las iniciales de... Él— digo convencida. —Brian Warner, Matt ¿no lo entiendes?
—Princesa, relájate. Sólo es una coincidencia — acaricia mi mejilla. —¿Te hace sentir mejor que me deshaga del cuadro? ¿Estarás más tranquila si lo hago?— dice mientras lo levanta del suelo. Dedico unos segundos en pensar una decisión. —Lo guardaré. Me da pena botarlo, de verdad es muy hermoso y seguramente le llevó mucho trabajo a su autor— él asiente y me lo concede. —Lo dejaré en la caja donde guardo mis recuerdos de infancia— abrí el armario y tomé la única caja que se ubicaba en el último estamento. Lo guardé con cautela y emprendimos viaje a nuestros respectivos trabajos. Matt me deja en la puerta de aquel imponente edificio y con torpeza trato de besar sus labios a través de su casco.
—No te olvides de nuestra salida con Lisa de hoy a la noche, princesa— asiento. —Gracias por traerme, cariño— me arreglo un poco el pelo. —¿Estoy muy despeinada?— me río. —Estás hermosa— me sonríe. —Pasaré por tí más tarde. Que tengas un excelente día, princesa— esperó a que ingrese al edificio y escuché rugir su moto para salir disparado a su trabajo. Como típico viernes, la oficina estaba tranquila. Saludé a mis colegas y me encaminé hacia mi pequeño despacho para dejar mis cosas y anunciar mi llegada al señor Clayton. Escucho un poco de movimiento en su oficina y me asomo un poco para escuchar. ¿Estaba
corriendo muebles? También escuchaba golpes, algo que me sorprendió totalmente. Toco la puerta y todo ese movimiento se paraliza. —Señor Clayton ¿todo en orden? Ya llegué— del otro lado no me responden y decidí abrir la puerta, pero una voz firme me detiene. —Espera (tn). Tengo un asunto que resolver. Tráeme un café mientras tanto... Ya sabes, mi preferido— quito mi mano del picaporte y salgo hacia la cocina. Preparé el café lo más rápido que pude para ver qué era lo que en verdad pasaba allí dentro. Sospechaba de muchas cosas, pero no tenía la suficiente certeza para establecer una idea. Al llegar al pasillo, escucho la puerta de su despacho y rápidamente me escondo
detrás de una columna. Por el sonido de las pisadas, comprendí que era una mujer quién caminaba el pasillo para alejarse de, como diría Matt, "la escena del crimen". —¿Se puede saber qué estabas haciendo allí dentro?— dije cuando ella pasó a mi lado sin percatarse de mi presencia. —(tn) ¿qué carajo? Me diste un susto de muerte— Jenny se arregla su pollera tubo y la limpia. —¿Nos espiaste? —Yo hago las preguntas aquí... ¿En qué pensabas al hacerlo con nuestro jefe en su despacho? Te van a descubrir— le recriminé. —Pensaba en... Sexo— dijo peinando un mechón de pelo.
—¿Tan temprano?— ambas reímos. — Agradece que fui yo quien los descubrió y no la jefa de recursos humanos. —Descuida, sólo tú sabes sobre nosotros— me sonríe con complicidad. —Volveré a mi puesto, linda. Nos vemos— la saludo y atravieso el pasillo para entregarle el café a mi jefe. Me acomodé en mi despacho y encendí la súper computadora que Andrew me había cambiado. La pantalla era un poco más grande y me obstruía un poco la visión hacia el pasillo. Mi celular comienza a vibrar en el escritorio en señal de haber recibido un mensaje. —Tengo ganas de algo nuevo esta noche... Ya sabes... Jugar sucio bajo las sábanas—
era Matt quién se puso en travieso a estas horas. —Matt, eres insaciable, pero te recuerdo que saldremos con Lisa— envío y comienzo a escribir otro mensaje. —¿No deberías estar trabajando? Noto que tu trabajo es aburrido. —Podríamos jugar de a tres... Eso me agradaría mucho— dice y envía otro al instante. —Me gustaría que tú me diviertas ahora, amor... De sólo recordar la vez que te hice venir en la ducha me estremezco— leí divertida el mensaje. —Primero, Lisa está empezando a salir con alguien ¿no recuerdas? Segundo, nunca lo hicimos en la ducha ¿de qué hablas, tonto? Déjame trabajar— agrego unos emoticones
graciosos y lo envío dando por finalizada la conversación. A los segundos recibo una llamada de Matt. Eso me resultó muy extraño, ya que él nunca osaba llamarme en horario laboral, ni yo a él. —Cariño ¿qué pasa?— pregunto divertida. —¿Quieres que te recuerde esa noche, amor? — sonaba como una voz mecánica; una voz manipulada perfectamente que a cualquiera convencería, pero yo estaba segura de que esa voz no era de Matt. —¿Quién eres?— pregunté asustada. La expresión se me había caído al suelo al escuchar esa voz. —¿Recuerdas cómo besé tu cuello y rasgué tus prendas para hacerte mía en aquella
ducha? Yo pude sentirte mía— hizo énfasis en la última palabra. —Sentí como tu organismo inexperto e inocente se vino conmigo... Gota por gota— comencé a desesperarme. —Dejame en paz— el anónimo se ríe desde el otro lado de la línea. —¿Cómo alguien puede dejar ir a semejante diamante en bruto?— colgué al escuchar esas palabras. Mi primer pensamiento fue que a Matt le habían robado el celular y que ahora me estaban jugando una mala pasada a mí, por notar que me tiene agendada como su novia. Un mensaje entrante en mi celular me despierta de mi reflexión.
—No puedes olvidarte de lo que hicimos, (tn). Tú no puedes olvidar. Sentí la necesidad de llorar, gritar y escapar, todo junto. Estaba segura que era él quien me estaba haciendo la vida imposible desde que cambié de rutina. ¿Cómo fui tan ciega? ¿Cómo pude dar por alto todas estas pistas? Él estaba cada vez más cerca de mi radar y así lo sentía. Me preocupó el hecho de que algo le haya pasado a Matt, así que como una pésima opción, decido llamarlo para asegurarme que no sería Manson quién me atendería. El tono de la llamada comenzó a sonar y se volvía eterna la espera. —Princesa ¡que sorpresa! ¿Cómo estás?— pregunta alegre.
—¿Estás bien, Matt?— pregunto desesperada. —Mmmm... Sí... Estoy un poco ocupado, princesa. ¿Hay algo en lo que deba preocuparme? —No me has enviado nada hace unos minutos ¿cierto?— se oye un silencio criptico. —No, princesa. Ya sabes que cuando trabajo no suelo enviar mensajes ni hacer llamadas... De hecho ésta sería la primera vez— ríe. — ¿Podrías decirme qué pasa? —Matt, yo...— la luz de mi piso se corta y quedo en la total oscuridad. Las luces de seguridad se encienden y mi celular se había apagado... Un evento muy extraño.
Capítulo 6 —Mierda— dije saliendo lentamente de mi cubículo. Avancé por el extenso pasillo y no había ni un alma rondando por allí. Parecía como si todos se hubiesen puesto de acuerdo para desaparecer. Las luces de emergencia me guiaban hacia la salida más próxima para bajar por las escaleras. Al doblar en la esquina noto la puerta de emergencia abierta de par en par y la luz que la ilumina enseña una silueta inconfundible. Su lente de contacto lo hacía único entre tantos hombres. Él sólo se limitó a guardar silencio y me señaló la salida con una mano. Lentamente retrocedí a mis pasos y me choque con alguien más.
—(tn), cuidado— me grita mi jefe. —Lo siento, señor Clayton, yo...— me aferra controlando mi desesperación. —Tranquila, tengo tus cosas. Iremos por aquella salida— me la señala y volteo instintivamente. Él ya no estaba. —Toma mi mano, iremos despacio para no tropezar. El señor Clayton me ofrece mis cosas y toma mi mano sin dejarme muchas opciones. Atravesamos la puerta y detrás de nosotros se acercaban más colegas, incluso Jenny quién estaba escandalizada. Mi sector y yo nos quedamos en el hall esperando alguna respuesta. Todos murmuraban mirándose extrañados, al parecer era la primera vez que pasaba algo de este estilo.
—(tn), hubo un problema con el generador de nuestra planta. Olvídate de permanecer un segundo más aquí— toma mi mano. —Te llevaré a tu casa— sólo asentí. Atravesamos la pasarela y nos acercamos a un lujoso Mercedes Benz azul medianoche. Con un botón abrió las puertas y me hizo tomar asiento con una reverencia. Agradecí el gesto y él rodeó el auto para ocupar el asiento de conductor. El motor rugió y nos alejamos de aquel edificio "embrujado". Le ofrecí la dirección de mi casa y me llevó hasta allí encendiendo la radio y automáticamente comenzó a sonar una notable sinfonía de Beethoven. —Es curioso que haya sucedido eso. Por lo general, tenemos un buen mantenimiento en el edificio y toda la maquinaria es nueva y
moderna... Eso llama muchísimo mi atención — dijo en un semáforo. Omití mis palabras y él bufó. —Maldito sistema. Indiqué que estacione en la próxima calle y así lo hizo. Observó el edificio y la zona que me encontraba y me sonrió aprobando. —Gracias por traerme, señor Clayton— le sonreí y cuando estuve por abrir la puerta él toma mi brazo. —Por favor, (tn). Dime Richard, puedes tutearme— asiento y vuelvo mi vista hacia la puerta, pero él insiste sosteniendo mi brazo. —¿Te irás sin saludarme con un beso?— volteo a observarlo sorprendida. —Gracias de nuevo, señor Clayton. Nos vemos el lunes— quito mi brazo y salgo de allí rápidamente.
Al llegar a la puerta del edificio y comenzar a abrirla, él me toca bocina y yo ingreso sin voltear. Dejo mis cosas sobre el sillón y voy a ponerme más cómoda en mi habitación. Me pongo una remera de Rammstein hasta el ombligo y un short de jean desgastado, claramente descalza porque era algo que me gustaba hacer cuando estaba sola: andar descalza por la casa. Tomé mi celular y lo encendí festejando victoriosa la posibilidad de volver a hacerlo funcionar. Automáticamente le escribo a Matt para avisarle lo sucedido. —Cariño, estoy en casa. Ha ocurrido algo... Paranormal en el trabajo. Luego te contaré con exactitud. Que tengas un lindo día como tú— envío y dejo mi celular en la mesa.
Noté que el cuadro que había guardado estaba colgado en la pared, tal como lo dejé ayer. Me acerqué a él y lo aprecié con mayor detalle. Definitivamente era una obra maestra, pero eso no debería estar allí. De puntas de pie, intento tomarlo para quitarlo de allí pero mi altura no lo permitía. —No creo que haras lo que estoy pensando ¿o sí?— volteo sobresaltada. Allí estaba él, apoyado en la pared de brazos cruzados observándome impasible para luego sonreírme. —¿MaManson?— balbuceé. Él río. —No conozco a este tal MaManson— dice burlándose. Comienza a acercarse a mí.
—No, no eres real. Eres parte de mi imaginación— me tapo los ojos y le doy la espalda. —Yo diría... De tu conciencia, (tn)— sentía su respiración en mi nuca y sus manos bordearon mi cintura. —O tal vez soy un espejismo ¿quieres averiguarlo?— pronuncia en mi oído. —Alejate de mí, maldito psicópata— lo empujo y corro a mi habitación para encerrarme. Apoyo mi espalda a la puerta y comienzo a llorar hasta caer sentada. Seco mis lágrimas y lo observo sentado en mi cama sin quitar su mirada de mí. —¿Por qué lloras, (tn)?— me mira afligido. — Yo sé que me quieres aún, lo noto en tu mirada.
—¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Por qué piensas eso?— lo miro sorprendida. Él se levanta y se acerca a mi mesita de luz para tomar mi foto con Matt y observarla con detenimiento. —Aún piensas en mí cuando lo haces con él — vuelve su mirada a la mía. —¿Será tu mente quien te juega en contra? ¿Será que me deseas a mí por ser quien te ha hecho disfrutar las noches? ¿Qué pasa por tu mente cuando me ves? Yo sé lo que sientes, (tn)— se acerca a mí lentamente y yo comienzo a retroceder. —¿Qué? ¿De qué hablas?— retrocedí hasta que mi espalda chocó contra la puerta y él quedó lo suficientemente cerca de mi rostro.
—Eres tu propia enemiga, (tn). Tú no me quieres, pero mira como tu mente me demuestra lo contrario— sus labios bajan a mi cuello y comienza a besarlo y chuparlo haciéndome escapar un gemido. —Ese es mi poder y siempre lo fue... Sé controlar tus emociones y nadie más puede hacerlo, ni Matt, tu novio salvador de tantos años. Yo soy quien se preocupa por tu placer y yo soy el causante de esos efectos— susurró en mi oído. —No eres real— me observa desafiante. —¿Quieres probarlo?— negué con la cabeza y él sin hacer caso omiso a mi reacción se pega a mis labios y me devora como si fuese el fin del mundo.
Me alzó sin quitar sus labios de mí para tirarme a la cama. Besó mi cuello mientras sus manos acariciaban mis curvas hasta llegar a mi short. Lo desabrochó con mucha delicadeza y sus dedos habilidosos se adentraron en él. Se separa un poco de mí para observar mi expresión a su estimulación. Lentamente inserta dos dedos en mí y yo gimo arañando las sábanas. —Estas demasiado estrecha para mi gusto. ¿Qué clase de hombre es Matt que no le da duro a su propia novia?— niega con la cabeza desaprobando la situación. Vuelve su vista a mí y me sonríe al verme allí mordiéndome el labio. —No ahogues los gemidos, ya sabes el efecto que causa en mí— besa mi cuello sin piedad y hago caso a su petición. Un tercer
dedo se adentra en mí haciendo que grite más fuerte. Eso sumado a la velocidad de su mano iba a lograr que estalle en placer en segundos. —Manson, para, por favor— muerde mi labio y lo estira un poco soltandolo. —Verte pedir piedad y escucharte gemir debe ser la octava maravilla. ¿Matt te ha visto así? — no respondí. —Dímelo, (tn). No me obligues a usar mi lengua que tanto te descontrola— me sonríe perverso. —No, Manson— comienza a hacerlo más rápido. —Oh, Dios, detente. Por favor— grito y me retuerzo debajo de él. Escucho pasos fuera de la habitación y abren la puerta interrumpiendo el momento. Matt me observa impactado pero complacido.
—Mmmm princesa ¿te estabas tocando? ¿Tú solita? Ya llegó Matt para complacerte— tira su mochila al suelo y observo que estaba en la completa soledad allí en la habitación y yo tenía mi propia mano en mi short. Él se había esfumado, no dejó rastros. Todo lo que él había dicho era verdad, todo era producto de mi mente y ella era mi enemiga. Sabía que en cualquier momento iba a volverme loca... Tarde o temprano todo llega.
Capítulo 7 —¿Puedo preguntar en quién pensabas cuando te tocabas? Porque de verdad siento curiosidad— me sonríe coqueto. —¿O arruiné tu momento íntimo?— lo miro confundida. —Yo...— observé mis postura y moví mi cabeza a ambos lados volviendo a la realidad. Abrocho mi short y corro al sofá para chequear si estaba el cuadro colgado. —¿A dónde vas, princesa?— me observa confundido. No respondo a su pregunta y observo que el cuadro no está, es decir, había sido parte de mi imaginación verlo colgado allí cuando llegué del trabajo. Rápidamente tomé mi
celular y tecleé un número. Matt se acerca a mí y su confusión seguía intacta. —¿A quién llamas? ¿Qué está pasando? Estás muy...— alzo la mano para que se calle y éste suspira y se cruza de brazos sin dejar de mirarme furioso. —Licenciada Mazza— dicen del otro lado. —Hola, soy yo... (Tn)— dije dubitativa. —Oh, señorita (tn), ha pasado mucho tiempo ¿cómo está?— pregunta sorprendida. —Necesito un turno urgente— dije sin más. Matt me mira sorprendido y gesticulando con sus labios la palabra "¿qué?". —Bien, ya veo por qué ha llamado. Aguardeme un segundo— escucho un poco de silencio y unas hojas de una agenda que
se corren. —Tengo disponible un turno para mañana a las 11 ¿le parece? —No, lo necesito ahora— dije autoritaria. —Pero señorita (tn), tengo pacientes ahora, lo siento mucho— dijo con pena. —Por favor, será muy tarde mañana. Por favor, te necesito— le supliqué. Ella suspiró. —Está bien, señorita (tn). Veré qué puedo hacer y qué turno le asignaré, prometo llamarla cuando tenga un turno libre— me relajé al escuchar sus palabras. —Gracias, espero tu llamada con ansias— colgué y Matt estaba listo para atosigarme con preguntas. —(tn) ¿hay algo que tengas que contarme?— dijo con un tono claramente furioso.
—Matt, necesito volver a tratarme con la psicóloga aunque tal vez no me solucione la vida. Ella tiene un mejor oído profesional y quizá pueda entender todo lo que me pasa— él me mira extrañado. —Con respecto a él. —Princesa, son meras coincidencias. No dejes que eso te perturbe— me abraza. — Nada ni nadie me alejará de tí, tenlo asegurado. —Lo sé, cariño, pero de verdad tengo miedo... Todo lo que pasó en la empresa no fue casualidad... Yo lo veo— se separa un poco de mí para observar mi expresión. —Tienes que creerme, está más cerca de lo que puedo sentir— mi celular comienza a vibrar y atiendo sin observar. —¿Diga?— dije con total frialdad.
—Señorita (tn), soy la licenciada Mazza. Tengo un turno disponible para dentro de una hora ¿le parece bien esta vez?— sonreí victoriosa. —Sí, gracias, me parece perfecto. Voy para allá— colgué. —Debo irme— le dije a Matt mientras tomaba mi saco. —Te llevo— dijo tomando las llaves de su moto. Negué con la cabeza. —No, Matt. Puedo ir sola. Tú descansa que tendremos una noche larga— beso sus labios. —Te veo luego, cariño. —Cuidate, princesa— asiento y salgo de allí. El frío de la tarde me congeló la cara y el viento me la golpeó. Ajusté mi abrigo y caminé por la helada calle hasta tomar el próximo taxi.
Otorgé la información del edificio antiguo que antes visitaba frecuentemente y me llevó hasta allí escuchando la radio. Para mi sorpresa comenzó a sonar una canción, que según la radio, era nueva... Y era de él. —Disculpe ¿podría cambiar la sintonía?— el hombre me mira desde el retrovisor y me observa como si fuese un insecto. —No me diga que usted es de esas mujeres que escuchan la porquería de hoy en día— lo observo confundida. —¿Disculpe?— él rodeó los ojos y cambió la sintonía de todas formas. —Gracias. Me dejó en la puerta del edificio y realicé la misma rutina que había realizado con tanta frecuencia. El timbre sonó y me adentré a
aquella arquitectura antigua que tanto amaba. Subí por el ascensor, saludé a la recepcionista y atravesé nuevamente aquel laberinto, que por cierto ya había perdido conocimiento de él. Otra vez aquella recepción desordenada y los dos hombres estaban sentados allí concentrados en sus computadoras. No me prestaron atención hasta que hablé. —Hola, tengo un turno con la licenciada Mazza— otorgo el carnet y el hombre chequea mis datos en la computadora. —Consultorio 4— me sonríe falsamente y centra su atención en su pantalla. No hice más que asentir. Me senté en una de las sillas en la sala de espera y coloqué mis auriculares para
escuchar Rammstein como la cábala de cada sesión. Esperaba cruzarme con Frankie y su padre, pero al parecer los días de semana no tenían turnos, así que me sentí un poco sola. Había poca gente y ninguna parecía tener problemas como los que trataba mi psicóloga. Ella trataba con anorexia y vigorexia o, en algunos casos, bulimia. Podría decirse que soy uno de sus primeros casos que no está relacionado a esos tópicos. De “Nebel” pasé a “Ich Tut Dir Weh” y moví la cabeza al ritmo de la canción vigorosa. Comencé a cantar para mis adentros hasta que dejó de sonar por mis auriculares para ser reemplazada por otra canción que no conocía. La intro me resultaba familiar, como si hace unos minutos lo hubiese escuchado. Observo
en mi celular y se llamaba “This Is The New Shit” y era de él. Lo desbloquee y traté de quitarlo, pero no respondía a mis toques. La melodía y la letra iban pasando por mi mente haciéndose carne para luego dejar de derrochar intentos en vano y escucharla con atención. No podía negar que su voz era un orgasmo auditivo y escucharlo cantar obscenidades me recordaba lo mucho que me gustaba hace unos años. Mi psicóloga me despierta de mis pensamientos y automáticamente quito mis auriculares y los guardo en mi cartera. Me acerco a ella con una sonrisa. —Señorita (tn), me alegra volver a saber de usted. Por favor, pase— me otorga el pase y yo asiento agradecida. Cierra la puerta detrás de si y ambas nos sentamos enfrentadas en
su diván, que debo admitir estaba totalmente diferente y mucho más agradable. —Muy bien ¿qué es lo urgente que le hizo volver? —Él volvió... No tan presencial, pero con señales... No sé si me explico— ella me mira confundida y toma su maldito anotador. —Es decir, ¿él es como un demonio?— dice haciendo referencia a la comparación que yo había hecho en un principio. —Tal vez. Hoy al llegar de mi trabajo, apareció en mi casa y tuvimos...— me aclaré la garganta. —Un momento íntimo— ella anota ésto rápidamente. —Prosiga— asentí. —Todo comenzó con emails perversos de cuentas inexistentes, luego se transformó en
mensajes desde el celular de mi novio hasta en llamadas manipuladas. Siento su presencia en todos lados, pero sé que no es real— ella me mira fijo pensando sobre todo lo que dije. —Señorita (tn), usted me ha comentado que, antes de abandonar su vida con él, lo amaba ¿cierto?— asentí. —Pues, yo creo que se trata de una manifestación de su subconsciente. Posiblemente usted aún lo ama y hace lo imposible para reprimir ese sentimiento y es ahí cuando su mente entra en juego e idealiza cosas como encuentros íntimos con él— asiento intentando comprender su punto. —Es todo una confusión que usted misma debe aclarar. Si siente cosas por este hombre, le pediría que
se aleje, pero si lo mejor es decírselo, pues no puedo intervenir en esa decisión. —Yo creo que la mejor solución a ésto es medicarme, señorita Mazza— ella quita sus lentes para observarme con detenimiento. —Usted sabe que yo no puedo medicar. De la medicina se encarga la psiquiatría, señorita (tn)— hace una pausa. —Y yo no creo que la necesite. —Necesito borrarlo de mi mente, ya no puedo dormir por su culpa. Por favor, si puedes derivarme o recomendarme un psiquiatra estaría totalmente agradecida— ella asintió y colocó sus lentes nuevamente. —Está bien, pero el psiquiatra te medicará con una previa charla. No es tan fácil conseguir una receta— me advierte y yo
asiento. —En el mismo edifico tengo un colega que es psiquiatra. Su nombre es Dylan Rosenzweig, le pasaré su número para que pueda comunicarse con él— escribe en un papel su número y agradezco. —Escuche, señorita (tn), le daré un consejo que va más allá de la relación psicólogopaciente. Tenga mucho cuidado con la medicina que pueda recetarle, ya que son un viaje únicamente de ida y sinceramente, usted me parece una mujer muy sana con una pareja estable y una vida normal. No cambie sus hábitos por unas alucinaciones que su propia mente crea... Por favor, intente hacerme caso una vez— asentí pensando en su consejo.
Capítulo 8 Llegué a casa y encontré a Matt envuelto en una toalla desde la cintura hasta abajo. Estaba de espaldas a mí y de su cabello caían gotas que la recorrían. Deposité un beso en su espalda y sus músculos se tensaron.+ —Hola princesa ¿cómo te ha ido?— pregunta volteandose para besarme los labios. —Te extrañé. —Bien, cariño. Me descargué un poco y volví lo más rápido que pude para apreciarte semi desnudo— me sonríe coqueto.
—Más voy a apreciar yo cuando te bañes ahora— me guiña el ojo. —No hagas que me arrepienta a último momento con tu seducción porque sabes que soy capaz de cancelar la salida— me río y él se aleja para cambiarse. Puse música y me metí en la ducha caliente. Las melodías de nuestras bandas favoritas resonaban en el baño y podía oír a Matt canturrear a la vez hasta que comienza a sonar la canción de Manson que escuché hoy en la sala de espera. —Princesa ¿qué haces escuchandolo a él?— pregunta desde el otro lado de la puerta. Siempre nos manejabamos con esa simbología, ya que hace unos años, pronunciar su nombre me destruía emocionalmente.
—Es un buen tema ¿no crees?— respondí mientras me enjabonaba. Oí una risita del otro lado que me hizo sonreír. —Me alegra que puedas escuchar su música sin que te sientas mal, princesa. Es un gran progreso— le dí la razón. —Oye ¿quieres que te haga compañía allí dentro? Te noto muy silenciosa. —Matt, déjame tener un poco de intimidad— él ríe recordando aquel momento que me encontró "tocandome". —No tardaré mucho— me quité los restos de jabón y cerré la llave de agua. —Apuesto que sí— dice mientras se aleja de allí. Me sequé el cuerpo y comencé a vestirme empezando por mi conjunto negro de ropa
interior. Luego me puse unos jeans negros ajustados, una musculosa suelta hasta el ombligo blanca con el logo de Slipknot, mi campera de cuero y unos borcegos altos también del mismo color que el jean. Me dejé el pelo al natural y dí unos pequeños retoques a mi rostro con maquillaje. La simplicidad era menester de mi kit de cosméticos. Al salir del baño, con toda la producción en lista, Matt dedicó unos segundos a observarme de arriba a abajo.1 —Wow, princesa, pareces toda una motoquera... Digna de ser mi novia— me sonríe embobado. Me acerqué a él y besé sus labios con suavidad. —Es hora de irnos, chico malo— tomé su brazo y mi cartera y nos fuimos de allí.
Lisa y nosotros compartíamos el mismo gusto por la comida y cerveza alemanas. El bar al que íbamos estaba bastante alejado de nuestras casas, pero valía la pena el viaje. Era rústico y con música del país que representaba el lugar. Definitivamente, era muy agradable de estar. Ella siempre nos esperaba en la puerta del bar o, dependiendo de la cantidad de gente, en nuestra mesa favorita. Al estacionar la moto, notamos que ella no nos estaba esperando afuera, así que supusimos que estaría ocupando la mesa para que no nos la quiten. Ingresamos y nos encontramos con una cantidad de gente inimaginable, demasiado exagerado para mi gusto. Era viernes por la noche y todos salían de sus oficinas para
acercarse a este lugar y se podía observar con claridad ese ambiente post trabajo. Nuestra mesa favorita se encontraba al fondo, dónde se posicionaba una bandera mediana de Alemania y distinciones de ella junto con parlantes de música. Ésta estaba vacía, como si ese lugar hubiese estado destinado a que sea nuestro esta noche, sin importar el tumulto de gente que atravesamos. Nos sentamos y acomodamos hasta la llegada de nuestra amiga. Un camarero con una barba rubia considerable se nos acerca para entregarnos la carta y tomar nuestro pedido. —Buenas noches, estamos esperando a alguien más, pero creo que dos cervezas ahora estarían bien— dice Matt y yo asiento
aprobando su pedido. El camarero asiente y se retira. —Es extraño que demore tanto Lisa ¿no crees? Es muy puntual— digo observando a mi alrededor. Él estaba frente a mí y tomó mi mano para tranquilizarme. —Descuida, princesa. Seguramente se habrá tardado en el baño, ya sabes que ella dedica mucho tiempo a su imagen— reímos. —Tienes razón. Recuerdo la vez que salimos los tres juntos y yo estuve esperando en su living para irnos... Una hora estuvo en el baño sólo para maquillarse— Matt río ante mi anécdota. —Lo recuerdo perfectamente, demoraron muchísimo en llegar y había pensado que me habían dejado plantado. Pero lo que más
recuerdo fue que ese día te convertiste en mi novia— acaricia mi mano. —Yo también lo recuerdo. Estabas muy nervioso— con la mano libre se cubre el rostro. —Fue el mejor día de mi vida— quita su mano y apoya su mentón en ella. —El mío también, princesa— me sonríe. El camarero nos separa un poco para depositar nuestras cervezas. Luego mi celular comienza a vibrar de manera histérica y me sobresalta. Abro mi cartera en su búsqueda y lo desbloqueo. Era un mensaje privado que no me permitía ver su identidad ni número. —No digas nada a tu novio, simplemente observa el archivo y ahórrate las palabras... No hagas que esto termine mal— decía. Traté
de mostrar mi mejor cara neutral para no alarmar Matt, quién me observaba curioso. —¿Es Lisa, princesa?— pregunta mientras lleva su vaso de cerveza a sus labios. No respondo. El mensaje, como bien decían esas palabras, llevaba un archivo adjunto, el cual descargué para ver con mejor definición. Era la mitad de una foto, es decir, se mostraba parcialmente algo que tal vez sea el cuerpo de una mujer. Ésta enseñaba las piernas delgadas y perfectamente blancas y sus pies delicados con las uñas arregladas. La otra parte de la foto quedaba a mi imaginación, no estaba disponible. Matt aún permanecía insistente.
—Es un mensaje de la empresa móvil, cariño. Al parecer tengo una deuda— mentí a lo que el ignoró por completo. —Que no moleste. Llamaré a Lisa para ver cómo está— asentí. Automáticamente recibí otro mensaje del mismo remitente. —Bien hecho, (tn). Si me pongo a jugar contigo ahora ¿reaccionarás de esa manera tan neutral?— no dejé que me asuste y respondí. —¿Quién eres?— envié sin quitar mi mirada de la pantalla. —Sabes perfectamente quién soy... ¿Tengo que recordartelo con hechos que ambos pasamos?
Capítulo 9 Ignoré el mensaje y me concentré en Matt y sus intentos en vano de comunicación con Lisa. Con su celular en su oreja, me mira negando la situación. —No hay forma de comunicarme con Lisa. No me responde— trato de no preocuparme y
respondo con una calma que pensé que no tenía. —Seguramente está con aquel profesor de yoga ¿lo recuerdas?— asiente cortando la llamada. —Sí, pero me extraña que no nos haya avisado el cambio de planes tan repentino— se lo notaba molesto y preocupado a la vez. —Me gustaría saber que ella está bien yendo a su casa— lo observé sorprendida. —Matt ¿y si está con ese hombre? No la molestemos— medité la situación y también estaba preocupada al igual que él. —Ella nos llamará luego de su cita improvisada, te lo aseguro— él cambió su expresión y me sonrió esperanzado.
—Está bien. Mientras tanto iré al baño, princesa. No bebas mi cerveza— ríe y se aleja de la mesa. Mi celular comienza a vibrar en mi cartera y, en cuestión de segundos, observo que se trata de una llamada de un remitente privado... Como el que me mensajeó hace instantes. —¿Hola?— atiendo dubitativa. —Evitando mis mensajes no hará que no continue— dijo una voz distorsionada. El miedo recorrió mi espina dorsal provocandome escalofríos. —¿Qué quieres?— respondí al instante. —A ti ¿Qué más voy a querer?— dijo riendo.
—Por favor, déjame en paz— reprimí mis deseos intensos de llorar. Matt no debe verme así, ya que eso era parte del juego. —No he terminado contigo y lo sabes... Has sido una niña mala, (tn), y alguien tiene que castigarte por eso... Y qué mejor castigador que yo— ríe y observo a Matt acercarse hacia mí. Corto la llamada y guardo el celular rápidamente. Él se sienta mirándome interrogante. —¿Te llamó Lisa?— negué con la cabeza. — ¿Y entonces con quién hablabas? Te noto un poco pálida ¿está todo en orden? —Sí, solamente llamé a la empresa móvil que dice que tengo una deuda y me dijeron que se habían equivocado de cliente— volví a mentir.
—Todo en orden, cariño— digo mientras mi celular comienza a vibrar nuevamente. —Me alegra que así lo sea. Las compañías móviles cada vez trabajan peor y cobran demasiado dinero— dijo mientras bebió un sorbo de su cerveza. Por debajo de la mesa observo un nuevo mensaje entrante y lo leo sigilosamente. Por pura lógica, otra vez era de la misma persona que había llamado. —Ya vienes perdiendo un punto en el juego. Vamos a intensificar la dificultad ¿te parece? — ignoré el mensaje y bebí un poco de mi cerveza. —Aún no puedo olvidar tu cuerpo reaccionando a mis estímulos, ni mucho tu expresión de placer... Tus gemidos pronto serán míos— apagué el celular al leer el
mensaje y me aclaré la garganta para no causar mala impresión. —Princesa estás muy callada y pareces nerviosa ¿hay algo que necesite saber?— lo miré por unos segundos hasta que las palabras salieron solas de mi boca. —Quiero ir a casa. ¿No sientes el ambiente frío? Además quiero acurrucarme contigo— dije para quitar la tensión del ambiente. Él me miró coqueto y de un sorbo terminó su cerveza. —Muy bien, vámonos— se levantó y se acercó a la caja para pagar las bebidas. Lo seguí y en minutos nos fuimos del bar. Dejé mi cartera sobre la mesa y caminé hacia la habitación para ponerme más cómoda. Los pies me mataban y sentía un cansancio
general. Decidí encender mi celular por cualquier noticia de Lisa y me llegan tres mensajes nuevos. —No me obligues a irte a buscar, "princesa". Responde mis mensajes, por cortesía...— fue el primer mensaje. —¿"Acurrucarme contigo"? ¿Sólo porque sientes el ambiente "frío"? He escuchado eso salir de tu boca una infinidad de veces y escucharlo ahora me da rabia porque no es a mí quién se lo dices— observé a mi alrededor y Matt estaba en el baño, proseguí la lectura del último mensaje. —Por más que te vayas, te seguiré hasta el fin del mundo— continué en mi postura de ignorar sus mensajes y arrojé el celular a mi lado en la cama. Me acerqué a mi armario y ordené la ropa que había usado esa noche para mantener el
orden y recibo un mensaje nuevo. El celular comienza a sonar de manera histérica y corro a silenciarlo. —¿Conoces a esta bella dama?— observo un archivo adjunto y lo abro dubitativa. Era la misma foto que la anterior, pero con la diferencia de que ésta completaba el rompecabezas. Quién se enseñaba era Lisa y ella estaba amordazada con sus manos atadas al respaldo de una cama y se hallaba medianamente desnuda. Comencé a desesperarme y tecleé rápidamente un mensaje. —Maldito bastardo, déjala, ella no ha hecho nada. Es a mí a quien quieres— envié mientras mis lágrimas caían.
—Sí, pero Lisa es la mejor forma de que te entregues a mí. ¿Quieres hacer un cambio? Lo aceptaré, siempre y cuando tu noviecito no te vea llorando— limpié mis lágrimas para que Matt no sospeche. —¿Cómo puedo confiar en ti?— envié y en segundos, el secuestrador de Lisa comienza a llamarme. —Lo harás si quieres que tu amiga viva— esa voz manipulada otra vez. —Me muero por sentirme dentro tuyo otra vez, (tn). No sabes cuánto lo anhelo— comienzo a sollozar en silencio. —Por lo visto tu novio está listo para darte otra noche aburrida de pasión... Y yo estoy listo para intervenir... Escucha— oigo la voz de Matt canturrear en el teléfono, y a su vez, en mi casa. Él está aquí.
—¡No, déjalo!— grité. —¡Matt!— quité mi celular de la oreja y le grité para que se alerte. Mi voz resonó en la casa y en el celular. Corrí hacia el baño y no había nadie en el pasillo ni en el living. Sólo nosotros dos. Matt seguía en el baño encerrado y la abrí irrumpiendo su privacidad. —Princesa ¿qué diablos pasa que gritas?— lo encontré afeitándose lleno de espuma su torso por el exceso que había en su rostro. —Yo...— observo a mi alrededor en búsqueda de él. —No aguanto las ganas de que vengas a la cama— traté de ser coqueta y él cayó en mi trampa improvisada. —Mmmm princesa, ya voy. Sólo queda un poco— vuelvo a la habitación y la llamada se
había cortado, pero tenía un mensaje de texto. —Yo jamás te dejaría esperar, "princesa". Mientras tanto, Lisa y yo nos divertiremos en nombre de ustedes. No prometo ser un caballero con ella— dijo. —¿Cómo es que apareces y desapareces? Tú ganas, haz lo que sea para dejar a Lisa en paz y tomarme a mí— envié dubitativa y el ambiente se enfrió de repente.
Capítulo 10 Sentía un aire fresco que me congelaba y me hacía capacitar con respecto a mi respuesta al
desconocido. Sé que si cumple con su parte, ella quedará libre y sabrá mi paradero para ir a buscarme. Era un buen plan, un poco arriesgado pero bueno al fin. Observé un punto fijo en la habitación mientras me tomaba de las rodillas. Como quién diría, parecía sacada de un documental sobre esquizofrenia esperando la sentencia de muerte. Mi celular me sobresalta borrando esos pensamientos pesimistas y leer rápidamente el mensaje. —No pensé que Matt, siendo excelente en las artes marciales, fuese tan débil contra mí. Saluda a tu guerrero caído, amor— sentí una punzada en el pecho que me paralizó. Una caída me sobresaltó y provenía del pasillo.
—No, Matt no— susurré con un nudo intenso en la garganta. Corrí atravesando la habitación hasta llegar al pasillo en donde se hallaba la puerta del baño entreabierta y dejaba escapar un destello de la luz de su interior. Me acerqué lentamente observando todo a mi alrededor y cuando estuve lo suficientemente cerca de la puerta, observé su interior y encontré una desgracia que me hizo estallar en gritos. Abrí la puerta de par en par y corrí hacia Matt quién yacía en el suelo boca abajo. Lo giré para apoyar su cabeza en mis piernas y hacerlo reaccionar. —Matt... Matt, por favor, reacciona. No me dejes, mi amor— besé su frente, mientras las lágrimas empapaban mi rostro y comencé a
moverlo con rigor. —Matt, despierta— noté que en su cuello tenía una especie de pinchazo, como si alguien hubiese usado una jeringa contra él. —Matt...— siento la presencia de alguien más pinchar mi cuello con la misma toxina haciéndome gemir de la sorpresa. En cuestión de segundos, caí en las tinieblas. La oscuridad comienza a disiparse y me hallo en una habitación totalmente roja con muebles antiguos y oscuros, como así también la cama en la que yacía y, dicho sea de paso, mis manos estaban atadas a su respaldo. Las sábanas de la misma llamaban mi atención, era como si las hubiese visto con anterioridad. Alzo la vista y él se encontraba en una silla del mismo tono sin dejar de
observarme. Me sonríe al ver mi expresión de susto. —Hace años que no estábamos en esta misma escena... Ha pasado mucho tiempo (tn)— me sonríe victorioso. —No eres real. Definitivamente necesito un psiquiatra— comienzo a reír fuerte y él me observa apenado. —¿Qué te hace creer que no lo soy?— se acerca a mí y se sienta a una distancia considerable en la cama. —Esas apariciones, nuestro momento íntimo, el cuadro, el secuestro de Lisa, Matt desmayado... Son todas payasadas y tú también lo eres ahora. Ya lo has dicho, es parte de mi imaginación— él me sonríe perverso.
—Soy más real de lo que piensas, (tn). Todo fue real, sólo que tú no querías verlo. Refuto la teoría de las apariciones porque, por lo visto, no puedo teletransportarme a dónde estés, sino ya serías mía desde el primer día de tu partida ¿no crees?— mi expresión cambia rápidamente. —Dejame recordar con exactitud las palabras de la señorita Mazza... “una manifestación del subconsciente” ¿no es eso lo que te ha dicho? —¿Cómo sabes eso?— agacha la mirada y se muerde el labio. —Dímelo. —No vuelvas a gritarme así— me recrimina. —Stefania fue una excelente amante— lo observo boquiabierta. —Mientras atendía tu caso, me lo comentaba en retrospectiva... Ahora que lo pienso pagué muy barato por esa información. Qué puta tan barata — río.
—Eres un monstruo— susurré en llanto. Toda la confianza que había depositado en la licenciada Mazza se había ido por el desagüe. Me sentí totalmente traicionada y destrozada emocionalmente. —Me han dicho peores cosas y lo sabes mejor que nadie— me guiña el ojo. —Es bueno tenerte aquí de nuevo, (tn). ¿No te sientes en casa?— dice enseñando con sus manos el interior de la habitación. —Este lugar nunca fue mi casa, Manson— hice una pausa conteniendo el sollozo. —Y tú lo sabes mejor que nadie. —Amo cuando me haces enojar, me enciendes al instante— dice mientras se acaricia el bulto. —No sabes lo mucho que te hemos extrañado— dice haciendo referencia
a su miembro. —Matt debería estar orgulloso de mí. Trataré a su novia como la princesa que es y la dejaré completamente complacida. —No te atreverás a tocarme, Manson— lo enfrenté. —¿Estás segura? Sabes que me gustan los desafíos— pasó sus dedos fríos por mi pierna hasta llegar al inicio del short. —Tu piel es tan... Adictiva— dice entrecerrando los ojos mientras profana mi piel. —Quiero hacerte mía en este momento, pero tengo unos asuntos que atender. —¿Dónde está Lisa?— pregunté evadiendo sus intenciones sucias. —Bien muerta— responde serio y al ver mi expresión de desilusión estalla de la risa. —Es
broma, amor. Un poco de humor no viene mal — ríe mientras se tapa la cara. —No es gracioso, idiota— se pone serio automáticamente y todo acto de humor se esfuma. —¿Cómo me has llamado?— se acerca más a mí. —Te he llamado idiota ¿o además de eso eres sordo?— su mirada lanzaba fuego y me intimidaba un poco. —No sabes el castigo que te espera, no creas que diciendo ésto te salvarás de que aumente el nivel— hace una pausa y golpea mi muslo con fuerza haciéndome gemir de la sorpresa. —No me encargué de Lisa, debo admitirlo. Sólo la disfrutó Twiggy... Como también lo hizo con Clara ¿aún la recuerdas?— mis ojos
se llenaron de lágrimas y éstas comenzaron a caer. —Cada día que pasa me arrepiento de haber aceptado esa invitación— comienzo a sollozar. —Tranquila, preciosa. Gracias a esa invitación nos hemos conocido y nos hemos comido— me sonríe coqueto. —Con la diferencia de que Lisa está viva y ahora yace en la cama de su hogar... Sin posibilidad de recordar lo que pasó— hace una pausa observando mi short. —Tal vez se dé cuenta de que algo pasó por la dilatación de su zona íntima— vuelve su mirada hacia mí y me sonríe perverso. —No puedes retenerme aquí toda tu vida, Manson. Tienes esposa— él ríe ante mi inquietud.
—Descuida, esa zorra no nos interrumpirá. Ya no forma parte de mi vida sexual— acaricia mi pierna. —Ahora tú formas parte de ella y mucho más... No sabes la cantidad de cosas que quiero hacerte... Si te las cuento, perdería el sentido. —No me toques— quité mi pierna con brusquedad y él me mira furioso. —(tn), eres mía de nuevo. Tengo todo el derecho de tocarte y hacerte mía las veces que se me plazca ¿entiendes cómo funcionan las relaciones o tienes 5 años? —Mi relación está allí afuera desmayado en nuestro baño— digo entre sollozos. —Por favor, déjame ir. No me necesitas aquí— digo pataleando.
—Te necesito más de lo tú puedas llegar a necesitar de mi.
Capítulo 11
Hace un ademán para abandonar la habitación y la observa para confirmar sus hipótesis. —Será tu cuarto. Ya tiene todo lo que necesitas, por suerte tengo buen gusto para la ropa— me guiña el ojo. —Ya vengo, iré a terminar un par de tareas pendientes. No me extrañes— se acerca a la puerta y lo detengo en el momento justo. —Espera— le grité y él volteó. —Te recuerdo que yo trabajo— él me miró extrañado. —¿Y...?— dijo sin dar importancia. —Tengo que volver el lunes— alcé las manos enseñando la pura lógica de mi idea. —Ya no volverás. Es una buena excusa para escaparte de nuevo ¿no crees?— me sonríe.
—Simplemente, quédate tranquila. Ya vuelvo — sale de la habitación y cierra la puerta detrás de él. —¿Al menos me desatarás?— grité y no hubo respuesta. Observé mis manos y el roce de la soga que me aprisionaba había hecho fricción en mis muñecas dejando severas marcas. Cualquiera que las viese pensaría cualquier cosa y llevaría mucho tiempo decorando mis brazos. Recordé a Matt y no evité llorar por él. ¿Cómo estará? ¿Se dará cuenta de mi ausencia? O por lo menos ¿quién fue el causante de mi desaparición? No era un enigma difícil de resolver, pero teniendo en cuenta su confianza en mí, tal vez piense que se trate de otra persona totalmente ajena a mí que sólo quiera dinero a cambio de mi vida.
No había sentido de ubicación ni de tiempo en esa habitación en la que me hallaba sufriendo la ausencia de mi protector. Las persianas estaban bajas y lo único que iluminaba eran los veladores de ambas mesas de luz. Habían pequeños recovecos de la habitación que quedaban totalmente fuera de mi visión, en los que podía fantasear que algún ente se encontraba allí espiandome. En unos minutos, oigo la puerta abrirse y el causante de todo dolor ingresa a hacerme compañía. —Si te preguntas por qué tarde tan poco es porque todo lo que quedaba por hacer estaba hecho— me sonríe divertido. —Así que soy todo tuyo ahora— se sienta a mi lado.
—Manson, no puedes tenerme aquí como tu princesa esclavizada— digo seria haciendo referencia a mi trabajo. —(tn) eres más que mi princesa. Eres mi reina — dice mientras acaricia mi pierna causandome escalofríos. —No necesitas ese estúpido trabajo. —Te atraparan— lo amenacé y él rió exageradamente. —¿Se repite la misma conversación que la primera vez que estabas atada a mi cama?— me mira con cierto aire de diversión en sus ojos. —Ya sabes mi respuesta, no voy a gastarme en explicar mis procesos. —¿Qué le hiciste a Matt?— pregunté con los ojos vidriosos. Él bufó ante mi pregunta.
—Matt... Matt... Matt— dijo imitandome. — Siempre hablando de Matt ¿por qué no mejor te relajas un poco y piensas en tu papi?— hace una pausa. —Además Matt no merece que lo pienses, no sabe complacer a una mujer. —¿Y cómo estás seguro de eso?— pregunté inquisidora. —Quiero que me digas cuántas veces has llegado al clímax en simultáneo con él— me observa entrecerrando los ojos. —No voy a contarte eso, es mi intimidad— dije desviando la vista. —Eso es porque no los hubo— dijo convencido. —Y yo estoy aquí para remediarlo.
Sus manos acariciaron mis piernas hasta llegar al inicio de mi short. Con suma cautela lo desabrochó y yo no quitaba mi mirada reprobatoria de él. Me moví un poco evitando sus acciones pero me tomó fuerte de la cintura para que me quedase quieta. Me lo quitó, como así también mi ropa interior y me observó admirando. —¿Cómo puedes ser tan tentadora sólo con la remera puesta?— se muerde el labio. — Dejame demostrarte cómo se complace a una mujer. Se acercó a mi abdomen colocándose en medio de mis piernas haciendo que use mi elasticidad para mantenerme en esa postura. Lo besó por todas partes dejando marcas de su labial en cada zona que besaba y mordía. Su boca traviesa comenzó a bajar hasta llegar
a mi pelvis y de ahí a la sensibilidad hecha carne. Comenzó a trazar círculos con su lengua en toda mi humanidad y con una mano sólo acariciaba mis curvas. No tardé en estremecerme del placer y el odio. Era una comparación tan embriagadora que no sabría describirlo con palabras. Estaba en un trance confuso en donde pisaba el límite entre el bien y el mal. Sólo la tela de sus pantalones nos separaban de ser uno; el bien y el mal separados por una fina capa de tela que luego se unirían para acabar con todos los estereotipos y estigmatizaciones que podrían haber sobre esos dos polos opuestos. —Veremos cómo estás— introdujo un dedo en mí y automáticamente ahogué un gemido. —Wow, si ya gritas con uno, no me imagino cuando esté dentro de tí— introdujo un
segundo y mi mente dio mil vueltas dándome por vencida en sus habilidosos dedos. Terminó su acción y me sobresalté con su salida. Me posicionó de tal forma en que ambos estemos cómodos para luego verlo quitar sus pantalones y, por consiguiente, su indiscutible bóxer negro. Su miembro se escapó rebelde de sus manos quedando totalmente erecto. —No lo hagas, por favor— caí en la realidad y al verlo tan preparado me asusté. Él me mira divertido. —¿Hacer qué?— dice mientras lo posiciona en mi entrada. —¿Ésto?— lo introdujo rápido y de manera sorpresiva haciéndome gemir muy alto, lo suficiente como para que resuene en la habitación. —Que estrecha estás,
maldita sea— un gemido ronco se escapa de sus labios mientras me embiste con lentitud para acostumbrarse. —Por favor...— gemí y él me miraba perverso. —Para... Me duele. —Naciste para ser mía, (tn)... Dios, no creo aguantar tanto— gimió y se acercó a mi boca para devorarme desesperado. Mis lágrimas caían rebeldes por mis mejillas y él las besó para secarlas. Esa mezcla de dolor y placer me recordaba a mi primera vez... Nuestra primera vez. No estaba segura si me sentía a gusto con él, pero sentir cómo me hacía suya salvajemente me recordaba lindas épocas en las que pasamos juntos. Cerré mis ojos para concentrar sólo los buenos momentos y que nada malo deje un
gusto amargo en ellos. Al cabo de unos minutos, ambos caímos rendidos y culminamos el acto juntos sin quitar nuestras miradas. —A ésto me refería con el clímax con tu novio — dijo con la voz entrecortada. —¿Lo has vuelto a sentir después de estar conmigo? —No, Manson— mis lágrimas se escaparon nuevamente y con ímpetu. —Nunca lo he sentido.
Capítulo 12 Desperté con un fuerte dolor de cabeza y uno leve de espalda. El frío de la cerámica se apoderó de cada articulación de mi cuerpo y estaba totalmente aturdido. Observé que me encontraba en el baño sólo con mis pantalones y un poco de espuma de afeitar en mi pecho. Una pregunta interrumpió mi intento de obtener el sentido de ubicación: ¿Cómo había llegado a yacer dormido en el suelo del baño? Con fuerzas que no sabía que tenía, me levanté poco a poco para observarme en el espejo del mismo. Limpié los restos de espuma y noté que en mi cuerpo tenía un enorme moretón con un pinchazo notable. El roce de la yema de mis dedos me hizo
estremecer un poco y lo quité rápido de allí. Alguien me había drogado. —No... No puede ser... ¡(tn)!— grité desesperado mientras recorrí el departamento buscando su presencia en algún lado. No había rastros de ella por ninguna parte y eso me exasperaba hasta el punto de querer destrozar algo con mis propias manos. Con las piernas entumecidas, traté de correr hasta nuestra habitación, pero sólo se encontraba su celular, el cual claramente tomé para verificar su contenido. Miles de mensajes y llamadas de un remitente desconocido. ¿Con quién se hablaba (tn) durante todo este tiempo? Leí mensajes que detallaban la hora exacta de nuestra velada en aquel bar alemán. Alguien la estaba
acosando y yo no supe tomarla en serio y eso me produjo un odio a mí mismo incapaz de describir con palabras. Arrojé su celular a la alfombra y me senté en la cama para tapar mi rostro dejando escapar un llanto histérico como los que los niños generan. Una sensación de impotencia y venganza se apoderó de mí. Tomé nuestra foto y acaricié su rostro. —Donde sea que estés, te recuperaré, mi princesa— una lágrima mía cayó en su rostro empapando el vidrio del marco de la foto y la posé en su lugar original. —Ese hijo de puta que te está causando mal me las pagará con sangre— corrí al armario para ponerme una remera y un buzo con capucha y salí despavorido hacia el exterior con mi celular en mano.
Al abrir la puerta de mi departamento, me encuentro con una mujer con sus ropas sucias y húmedas, por la lluvia que ahora se estaba ocasionando, y con su rostro obstruido por unos mechones rubios rebeldes. Estaba en posición fetal y temblaba sin cesar. Rápidamente, y sin pensarlo, la tomé en brazos y la temperatura de su piel me estremeció, ella era el hielo personificado. Ingresamos a mi casa y la acosté en el sillón para luego encender la chimenea y prepararle un té. Corrí a mi habitación a buscarle ropa de (tn) y unas toallas del baño para secarla un poco y despojarla de esa ropa que ahora era un desperdicio. Dejé las cosas a su lado y quité sus mechones rubios para tener en cuenta su identidad.
—¿Lisa? ¿Qué te pasó?— me senté a su lado y la tomé dejándola sentada mientras la abrazaba. —Mi preocupación era totalmente cierta— acaricié su pelo húmedo y me separé un poco para observar su rostro. —Lisa, despierta, soy yo... Matt— acaricié su rostro fantasmal y ella abrió los ojos. —Matt— la abracé. —¿Cómo llegué aquí?— dice en un hilo de voz. —No lo sé, simplemente te encontré en la puerta de mi departamento cuando iba a salir — dije mientras me separé de ella. —Te he preparado un té— se lo ofrezco y ella lo acepta agradecida. —Cuéntame qué te ha pasado, por favor. —No lo recuerdo, Matt— la observo intentar forzar su memoria. —Estaba llegando de mi
clase de yoga y luego perdí el conocimiento... Ni siquiera sé qué día es hoy— observa a mi alrededor buscando algo. —¿(tn) está durmiendo? —La secuestraron— dije adolorido. —Y sé perfectamente quién es el responsable...
o
Amanecí abrazando mi almohada totalmente desconcertada por esa acción. Manson me había desatado y me había dejado el desayuno en mi mesa de luz. Me apresuré y lo terminé en menos de lo que pensaba. Observé mis muñecas y éstas estaban al rojo
vivo, tenía que huir de allí antes de que sea demasiado tarde. Comencé a ingeniar un nuevo plan de huida, como lo hice la primera vez que salió medianamente bien. Presté atención a cada detalle de la habitación. No recordaba haberla visto antes, tal vez se trata de la mansión pero totalmente remodelada y, como siempre, la puerta estaba cerrada. Me acerqué a las ventanas y éstas estaban cerradas con las persianas bajas. Definitivamente, él no quería que conozca la zona en donde me hallo y no tenía la suficiente confianza en mí como para dejarme deambular por su casa con total libertad. Quedé parada en el medio del cuarto observando todo a mi alrededor y nada servía para escapar; la resignación se hizo presente.
Oigo la puerta abrirse y me sobresalto cuando lo veo ingresar y cerrar la puerta detrás de sí. Me observó de arriba a abajo y me sonrió enseñando su perfecta sonrisa. —Hola— se limitó a decir. —¿Cómo has dormido? —Bien— respondí secamente. Él se mordió el labio y comenzó a acercarse a mí de manera muy lenta y provocadora. —No, aléjate— dije y él hizo oídos sordos. —Aléjate de mí, monstruo— tome la taza de porcelana que yacía sobre la bandeja que él me había traído y se la arrojé, pero él, gracias a sus excelentes reflejos, la esquivó dejándola estallar en mil pedazos contra la pared. Él observó esta secuencia y volvió su mirada hacia mí, sin embargo, más oscura que antes.1
—¿Así es cómo me tratas? Te rescato de esa vida asquerosa que tenías, te hago mi mujer, te preparo el desayuno ¿y ésto es lo que gano?— señala la taza hecha polvo en el suelo. —Definitivamente, mereces un castigo de los pesados— se acerca hacia mí y me toma de las muñecas para dejarlas por encima de mi cabeza. Las aprieta con fuerza y yo gimo del dolor. —Has sido una mala chica, (tn)— me susurra y me da una nalgada. —Manson suéltame, me lastimas— dije intentando safarme de sus manos, pero claramente él me superaba en fuerza a pesar de su delgadez. —Anoche decías lo mismo, pero aún así lo has disfrutado como una reina ¿no es verdad?— rozó sus dedos en la tela de mi
short donde se encontraba mi intimidad. —De todas formas, no me lucí. —¿Cómo puedo ganarme tu confianza para que me dejes salir de esta habitación?— él detiene sus juegos y me observa atento, pero complacido.+ —Ya sé qué puedes hacer— me sonrió perverso y me condujo hacia un armario negro muy apartado que mi visión no había identificado.
Capítulo 13 —Wow...— exclamé al observar el interior de aquel mueble. Era una perfecta combinación entre sadomasoquismo y tortura clásica. Tragué saliva al notar con detenimiento cada instrumento. —¿Qué es lo que quieres hacer con esto?— ríe detrás de mí. —¿Recuerdas éstas?— me enseña unas esposas que reconocí al instante y asentí al rememorarlas en todas las fotos que él en el anonimato me había enviado. —Las usaremos... Y también esto— tomó un listón rojo que parecía ser de seda. —Es la gloria misma ¿sabes cuál es su función?— asentí dubitativa. —La famosa tortura del gallo ciego. —De ninguna manera, Manson. No voy a usar eso— él me observó impasible.
—¿No confías en mí?— ambos cruzamos las miradas y las mantuvimos por largo tiempo. No respondí y dí a entender mi respuesta con mi actitud silenciosa. —¿Por qué no, (tn)? Nunca he hecho nada para que desconfíes— él parece reflexionar con su respuesta y cambia su expresión. —No tienes muchas opciones si quieres deambular por mi casa. —¿Qué es lo que tengo que hacer?— respondí derrotada y con la mirada gacha. Su risa perversa me hizo alzar la vista y mirar cómo su semblante se transformaba lentamente. —Me gusta esa actitud proactiva— me sonríe enseñando sus dientes. —Sígueme. Asentí sin chistar y él me guío hasta el lateral de la cama. Acomodó las almohadas y buscó
en el cajón de la mesa de luz otro listón pero más estrecho, también del mismo color pero otra variedad de sus tonos. Me colocó frente a él y me ató el listón más grande en los ojos para obstruir mi visión. El miedo y los nervios comenzaron a embargar mi cuerpo y no dudé en demostrarlo. Estaba totalmente atenta a sus movimientos y susceptible de los momentos en que no sentía su contacto. —Relajate, no voy a dejarte tan indefensa— dijo en mi oído. —Ahora voy a recostarte lentamente— acompañó mi movimiento y sentí las frazadas suaves acariciar mi piel. — Alza las manos por sobre tu cabeza— debido a mi sumisa motricidad, ambas manos se alzaron de manera involuntaria y sentí las frías esposas privarme de mi libertad. — ¿Estás cómoda?— asentí sin hablar. —Muy
bien, empecemos a jugar contigo— me ató el último listón alrededor de mi cabeza en la zona de mi boca pero sin amordazarme del todo, sólo lo dejó allí para hacerlo en otro momento. Su boca se acercó a mi boca y yo accedí a ella sin remordimientos y sin pudor. Su lengua interceptaba a la mía impidiendo su inutilidad. Sus manos juguetonas acariciaban mi cintura hasta llegar al inicio de mi short. Sus labios traviesos se concentraron luego en mi cuello y sus dedos habilidosos desabrocharon mi short. Se alejó de mí para quitarmelo junto con mi ropa interior y sentir sus manos calientes sin anillo en mi cintura. —Mmmm, esta remera estorba demasiado mi juego— dijo mientras me sobresalta desgarrandola sin motivo aparente.
—Manson ¿qué haces? Era mi favorita— dije mientras sentía mi pecho libre y sin sostén. Mientras tanto él quitaba los restos de tela. —Ya lo has dicho... Era— sus labios volvieron a besarme la piel, más precisamente en mis senos estimulandolos hasta quedar firmes.1 De mi boca se escaparon pequeños gemidos y mis manos se tomaban fuerte de la cadena que las separaba. Mordí mis labios al sentir los labios y la lengua de Manson bajar por mi abdomen hasta llegar a mi zona íntima. Toda su técnica me enloquecía hasta el punto de querer gritar por todas las emociones que sentía en esos segundos. Ansiaba poder tomar de su pelo y tirar de él, pero ese impedimento reprimía esas ganas de hacerlo. De un momento a otro pierdo su contacto y mi necesidad de tenerlo se volvió incontrolable.
Estiré las piernas y no sentí su presencia. ¿Se había ido? ¿Hice algo mal o que no le gustó? Un millón de preguntas comenzaban a atormentarme. —¿Manson? ¿Estás ahí?— dije en la habitación esperando una respuesta casi fantasmal. —Aquí estoy, mi amor ¿Extrañas el contacto de Manson?— dijo mientras se acercó a morderme un pecho. —Vamos a hacer esto más entretenido— dijo mientras introdujo rápidamente dos dedos en mí y me sobresaltó de la sorpresa. —Grita, querida (tn). Tus gemidos son música para mis oídos— sus manos eran cada vez más rápidas y precisas causandome espasmos debajo de él. Comencé a gemir más fuerte y de forma muy agitada porque sabía que mi orgasmo estaba
llegando y, teniendo en cuenta la inescrutable experiencia de Manson, él también sabía de eso. —Ven a mí como nunca lo has hecho con tu noviecito— hice caso omiso a sus palabras y mis gemidos cesaron lentamente. Su mano salió de mí y contacto volvió a desaparecer poniéndome a la defensiva nuevamente. —Tranquila, estoy aquí saboreando tu esencia... Eres deliciosa, maldita sea— sentí que me ruboricé al escuchar eso. Oí el sonido del cierre de unos pantalones que estaba abriéndose para liberar a la bestia y apoderarse de mi cordura. Posicionó su miembro en mi entrada y causaba fricción en ella castigandome de a poco. —Dilo, (tn). Dime que me quieres dentro de tí y lo haré con gusto— dijo suspirando
pequeños gemidos al sentir aquella fricción incontrolable. —Por favor... Entra en mí— dije y sus manos se dirigen exclusivamente a mi boca para ser amordazada con aquel suave listón. —Con ésto evitaremos que los vecinos se enteren— ríe perverso y me penetra con fuerza haciéndome morder la fina tela del listón. Sus embestidas destruían mi cordura y mis deseos de mantener a Matt en mi memoria. Sólo lo quería a Manson entero para mí, ese era mi deseo ahora. Sentirnos uno; sentir su irrevocable deseo frenético de hacerme suya y profanar cada centímetro de mi cuerpo. Eso era lo que somos: un demonio hambriento poseyendo a un ángel corrompido en el
pasado.
o
Mientras bebía mi quinto café, revisaba en internet indicios de este infeliz que me quitó mi vida. Lisa dormía en mi cama y yo estaba sentado en el sofá con mi notebook que me quitaba el sueño con su brillo resplandeciente, casi encegador. La pantalla comienza a vibrar en mil colores, como si tuviese un virus de los peores. En simultáneo, oigo el fax funcionar y unas hojas caer al suelo. Corro hacia su ubicación, es decir, en el cuarto de estudio/trabajo, y observo en el suelo hojas desparramadas con unas imágenes muy precisas en ellas. Las levanto y observo una por una. Ellas
enseñaban a una mujer desnuda en su totalidad atada a una cama muy erótica por sus colores y con sus ojos vendados, también se podía notar un hombre quién tocaba su intimidad. Todas las demás enseñaban lo mismo y podía descubrir quién era la víctima. —Oh, no... No.. no... ¡NO!— grité sin importar la presencia dormida de Lisa. Oí la notebook sonar por una notificación nueva. Conservé las fotos y las llevé hacia el sofá para verificar de qué se trataba el sonido. Según el navegador, tenía un mail nuevo de un remitente desconocido. No tenía asunto ni cuerpo de mensaje, sólo un vídeo un poco oscuro para mi gusto. No sabía si abrirlo o no, pero eso tal vez me ayude a encontrar a (tn).
El vídeo es de aquella mujer desnuda siendo profanada por aquel hombre sin escrúpulos. Al escuchar su voz femenina tan particular afirmé su identidad y me estremecí al verla gozar con aquella bestia. «Dime que me quieres dentro de ti y lo haré con gusto» dijo su voz distorsionada imposible de descifrar.1 «Por favor, entra en mí» la voz suplicante de (tn) hizo que mis lágrimas caigan rebeldes por mis mejillas. Él la amordazó y la violó con brusquedad. Sólo pude ver cómo ella se retorcía debajo de aquel monstruo. Definitivamente era una pesadilla y yo la estaba viendo con mis propios ojos. (Tn) estaba reviviendo su
pesadilla y yo no fui capaz de protegerla. La culpa siempre fue mía.
Capítulo 14 Al culminar el acto, quitó mi vendaje y las esposas para liberarme de aquellos objetos de opresión. Acaricié mis muñecas al sentirlas libres y lo observé guardar sus instrumentos de tortura. Un momento incómodo albergó la habitación y lo rompí con preguntas estupidas. —¿Qué hora es?— pregunté tapándome con las frazadas suaves ocultando mi desnudez. Él volteó a observar mi movimiento. —No es algo que deba importarte— se concentra en las frazadas que me cubrían. — ¿Por qué te has tapado? —Porque... Tengo frío— mentí y él bajó la mirada con una sonrisa.
—De acuerdo, tú ganas— lo observé dubitativa y se acerca a mi lado para hacerme recostar en su pecho abrazándome y acariciando con su mano libre mi espalda. — ¿Ahora está mejor?— dejé escapar una sonrisa. —Sí...— besa mi pelo. —Mañana tengo que volver al trabajo, Manson— al escuchar eso siento como sus músculos se tensan debajo de mí y alzo la mirada para cruzarla con la suya. Sólo enseñaba una expresión furiosa. —Ya hemos hablado de eso, fin del tema— me separé de él sentandome en la cama. —Manson, no puedes encerrarme para sie... — me interrumpe. —Si repetirás siempre la misma frase te recomiendo que te la ahorres, ya estoy
cansado de escucharte. ¿Qué no entiendes que ese trabajo no te permite crecer?— su comentario me dió una punzada en el pecho que jamás había sentido. —Nunca has trabajado como editora, sólo como secretaria detrás de un baboso... Nunca permitió que crezcas porque nunca te has acostado con él... Y ni hablar de tu relación con Matt— hace una pausa riendo. —Ese tipo no sabe complacer a una mujer, no es digno de tenerte. —¿Y tú qué sabes sobre lo que es digno para mi?— lo enfrenté. —(tn), yo puedo darte el mejor trabajo del mundo, en especial el que tú siempre has querido. También puedo darte las mejores noches de lujuria y una vida de puros lujos. Yo soy todo lo que necesitas— dice
convencido desviando la vista hacia el lateral de la cama. —Lo único que necesito es el amor y el cariño que Matt me daba— hice una pausa brusca. —Tú ni siquiera eres capaz de hacer eso— dije con la mirada gacha. —He dejado muchas cosas por tí, (tn). Lo sabes mejor que nadie— me observa distante. —Y me has obligado a dejar mis cosas para compartir una vida egoísta contigo— dije tapándome la cara. —Deja de dramatizar, hemos pasado un buen momento hace unos minutos. Por favor, manténlo agradable.
—No es tan fácil cuando vives en una jaula— espeté sin más. Concentramos nuestras miradas furiosas y él la quitó a tiempo. —¿Sabes qué? Me cansé, sigues sin aprender la lección— se levanta y se cambia de ropa. —Cuando me respetes tal vez te deje deambular por mi casa— dice mientras abrocha su pantalón. —Maldita sea— susurró para sí mientras caminaba a la salida y me encerraba nuevamente. Como la primera vez que me quedé completamente sola en la mansión, me levanté desnuda en mi totalidad y me dirigí al armario para examinar qué clase de ropa tenía. Lo abrí y me topé con una gran cantidad de conjuntos de ropa interior, algunas más eróticas que otras, y tomé el que tenía mi color favorito. Estaba repleto de ropa
de cualquier tipo y, al parecer, estaban ordenadas de tal forma que hacían juego entre ellas. Tomé un vestido veraniego básico color turquesa y me mantuve descalza por el momento. Comencé a revisar la habitación para ver si encontraba alguna pista sobre mi próxima huida. Noté que Manson había dejado su chaqueta sobre la silla y me aproximé a ella para examinar si tenía en su interior alguna llave maestra. A mi suerte, encontré su celular, un poco grande para mi gusto y era extraño a la vista ya que parecía haber sido modificado con intención. ¿Será éste el celular que usaba para acosarme vía llamada y mail? De ser así, me interesaba descubrir su contenido. No había forma de ingresar, tenía una contraseña de alta dificultad y me resultó
imposible desbloquearlo. Me resigné y lo dejé en su lugar original. Al ubicarlo en el interior de su bolsillo, una llave con una forma especial que no reconocí cayó al suelo despertando todos mis sentidos. Pensé rápidamente en alguna herradura que tuviera esta forma en la habitación y sólo tenía una neblina en la mente. Supuse que iba a ser una buena idea recorrer y compararla con todos los muebles de un lado al otro para hallar la correcta. Me acerqué al mueble de entretenimiento sadomasoquista y empecé a continuar al siguiente mueble de la misma dimensión, pero ella no coincidía con la llave. El siguiente mueble era más alargado y tenía tres cajones interminables, ambos cerrados con llave, pero ninguno coincidía tampoco. Comencé a fastidiarme y a resignarme con mi
objetivo. Pasé al siguiente... ¿mueble? Más parecía una caja de madera oscura y lustrada con rigor y se hallaba casi por debajo del anterior. De rodillas, lo acerqué a mí y comparé la llave y ésta cabía en el orificio tan particular. Papeles, fotos, cartas y más papeles que ignoro su contenido. Algunos parecían ser informes, otros poesía. Tomé una pequeña carpeta que contenía fotos y papeles escritos por computadora. Tenía de carátula una foto de Matt y sus datos. Matthew Ortega Edad: 25 Estatura: 1.85 Complexión: robusto. Oficio: editor web en Macht Enterprises, profesor de Aikido.
Adicciones: su moto. Pareja de (tn) Sentí cómo mi cuerpo se tensó al leer aquellos datos personales tan precisos. Cada hoja detallaba con exactitud partes de su personalidad y la adornaban fotos nuestras tomadas por alguien cuando caminábamos por la calle, como si fuera un paparazzi. Algunas reflejaban salidas al parque, otras salidas grupales con Lisa, o de su moto, y peor aún, momentos íntimos nuestros, es decir, ¿cómo logró sacar esa foto? Una flecha que señalaba nuestra unión detallaba una nota. «Nota: recordarle a (tn) lo que es un orgasmo»2
Dejando su expediente a un lado, me topé con el de Lisa, el cuál también estaba perfectamente detallado y con fotos nuestras. Todo era una red de investigación, a su vez tenía un expediente de su pareja y de mis amigas y padres fallecidos. También encontré de mi psicóloga, mi jefe y mi nueva colega Jennifer. Todos estos años él me observó desde un lugar que jamás imaginé que se hallaría allí. Encontré uno más grande que los demás, es decir, uno demasiado completo lleno de papeles y fotos. La portada tenía una foto mía y al abrirlo caían fotos y hojas por todos lados. Definitivamente este era el expediente más actualizado y quizá el que más relevancia tiene. Una foto mía con Matt cayó al suelo y observé que su cara estaba tachada y así con
todas las fotos que tenía con él. Encontré una copia de la foto en la que Matt y yo estábamos haciéndolo y su rostro tenía pegado una foto del rostro de Manson, simulando ser él quién lo hacía conmigo. Su odio a Matt era inescrutable y sus ganas de tomar su lugar era un gran objetivo. (Tn) Edad: 24 Estatura: 1.67 Complexión: delgada. Oficio: secretaria de Richard Clayton en Rousseau&Company. Adicciones: (tachada) yo3 Un sin fin de palabras adornaban aquellos papeles alborotados describiendo más de mi personalidad y, para mi sorpresa, mis gustos sexuales.
«Uso de sadomasoquismo, intolerancia a la masturbación, imposibilidad de llegada al orgasmo sin mi ayuda» Estaba tan concentrada leyendo y viendo fotos muy viejas en las que estoy con mi primera mejor amiga, Clara, que estaba sumida en la profundidad de ese expediente ignorando el exterior. Alguien se aclara la garganta detrás de mí y me sobresalto enseguida.+ —¿Qué carajo estás haciendo?— preguntó Manson con un cierto grado de molestia.
Capítulo 15 Me desperté desorientado en el sofá con la notebook a mis pies aún encendida. Eran las 9 pm y un aroma a comida proveniente de la cocina se arremetió a mis fosas nasales. Me estiré sonando todos mis huesos y me levanté con cautela hacia aquel aroma embriagador. Lisa estaba totalmente tapada con los abrigos de (tn) y cocinaba, según el sobre que se encontraba a su lado, una sopa instantánea. Me parecía lógico ya que ella había pasado mucho frío y era lo mejor que podría ingerir. Ella se percata de mi presencia y se voltea sonriéndome con pena. —Lo siento, estabas muy tranquilo durmiendo, no quería despertarte por mi repentina
hambre— asiento mientras me frotaba la cara intentando no mostrarme tan dormido. —Lo que menos estoy es tranquilo, Lisa. No sé cómo buscar a (tn), maldita sea— dije golpeando la mesa. —Soy un pésimo novio. —No digas eso, Matt. Has revivido a esa chica y lo sabes— hace una pausa brusca y su expresión se tornó afligida. —¿Crees que ella lo sabe? —¿Qué cosa?— pregunté confundido. Ella me mira sugerente. —¿Eso? No, para nada— negué rotundamente. —Porque de ser así tiene muchísimos motivos para alejarse así de nosotros...— dice con la mirada gacha. Me acerqué a ella amenazante ante su duda.
—Ella no se fue, Lisa. A ella se la llevaron— dije convencido. —Además eso fue hace muchos años, olvídalo— me alejé hacia la mesa. —Es que tengo miedo, Matt— dice sollozando. —Yo también estoy asustado— vociferé. —Yo también lo estoy y estoy impotente porque no puedo encontrar la forma de hacerla regresar ¿entiendes?— mis lágrimas comenzaron a caer. —Tengo pruebas de su secuestro, estoy muy seguro de que ella no escapó de mi— Lisa se me acercó y acarició mi mejilla. —La encontraremos, Matt. Tengo la esperanza de que la encontraremos— ambos nos abrazamos.
o —¿Piensas quedarte callada todo este rato? — dijo cruzado de brazos mientras observaba mis manos en sus documentos. —¿Qué haces con todo ésto? ¿Por qué... Cómo obtuviste toda esta información?— pregunté sorprendida. —No es de tu incumbencia— se acerca rápidamente a mí y arranca los documentos de mis manos. —Maldita curiosa, quítate— vocifera y me empuja quedando acostada en el suelo. —¿Cómo has conseguido esa información? Respóndeme— grité sin importar las circunstancias. Él se volteó hacia mí y me dedicó una mirada de furia.
—El poder de la investigación— dice a secas. —No importa el proceso, debería preocuparte que existan en mi poder ¿no lo crees?— dice amenazante y continúa guardando aquellos archivos. —No creas que eres un ser omnisciente y omnipotente porque no lo eres— refuté. —Soy más que eso, (tn)— dice mientras me dedica una sonrisa. —No sé, por ejemplo, el tamaño del mini miembro de tu novio— ríe. — Pero tengo el ojo de Dios en mis manos y sé cosas que tú no sabes. —No voy a caer en tu juego, Manson— me levanto y me alejo de él hacia algún lado de la extensa habitación. —Me ahorras hacerte sentir humillada, pero tú sabes que tu curiosidad es más fuerte que
cualquier cosa que te imagines— reflexioné sobre su frase. —Además tiene que ver con tu novio y tu amiga la rubia. —Lisa...— dije en un suspiro. —Exactamente— dijo cerrando aquel mueble con la misma llave. —Otra de las tantas razones para sacarte de aquel mundo— oigo su voz más cerca de mi. —¿Qué es lo que sabes?— voltee y quedamos a unos centímetros de distancia. —Ahora es cuando el ambiente se pone interesante— me sonríe coqueto y quita un mechón de mi pelo por detrás de mi oreja. — Pensé que no serás capaz de caer en mi juego— dice en mi oído mientras un frío eléctrico recorre todas mis terminaciones nerviosas haciéndome perder en mi mente.
—¿Por qué tú lo sabes y yo no?— su sonrisa se volvió más pronunciada ante mi pregunta insistente. Definitivamente le estaba dando lo que él quería. —O yo soy un excelente investigador o tú eres una mujer ciega...— espetó. —Pero descuida, ya nadie te traicionará de esa manera— acaricia mi hombro hasta llegar a mi antebrazo. —¿De qué hablas?— me quité bruscamente de nuestra cercanía. —¿Qué traición?— él sólo se dedicó a reír. —Tu insistencia y curiosidad son mi debilidad — se sentó en la cama y me invitó a su lado. —No va a ser muy largo, pero ven, siéntate— dudé ante su ofrenda pero la acepté de todos modos.
—¿Quién lo hizo?— pregunté sin más. —Tranquila, iremos de a poco— acarició mi mejilla y su contacto me resultó extraño. — Acércate— lo observé extrañada. —He dicho que te acerques— hice caso omiso. —Un poco más— me coloqué más cerca de su boca. —No te diré nada por haber revisado material confidencial— dice suavemente en mi oído y se aleja de mí. —¿Qué? Tiene que ser broma— vociferé, me levanté hacia él y lo tomé de los brazos para tirar de él cual niña. —¿Por qué haces ésto? Maldita sea— se voltea hacia mí y me coloca de espaldas a la pared invirtiendo mi plan de obtención de una respuesta. —Más te vale que recuperes la calma, porque no quiero soportar a una niñita ¿entiendes?—
empuja fuertemente hacia mí imposibilitandome el movimiento. —Suéltame— dije con dificultad. —Me lastimas, monstruo. —Entonces déjate de llevar por tu curiosidad y no revises mis cosas, sino te encerraré en un lugar mucho más oscuro y frío ¿has entendido?— asentí y me sonrió cambiando su semblante. —Así me gusta— deposita un fugaz beso en mi cuello y me suelta. —Iré a buscar la cena, así que no intentes nada que implique un castigo severo y pórtate bien— me quita de en medio y sale de la habitación encerrandome nuevamente. ¿A qué se refería cuándo hablaba de traición? De Matt no me esperaba una aberración así... Y de Lisa menos, es mi mejor amiga y mi
confidente. No conocía a nadie más que tenga una fuerte relación conmigo. Tal vez son inventos de Manson para desestabilizar mi salud mental y aprovecharse de mi ligereza... O eso quiero creer...
Capítulo 16 —Llevas largo rato mirando el suelo con los brazos cruzados. Come— dice imperativo. —Soy vegetariana, Manson— lo miré con desprecio. —Buen intento. En la sección Alimentación de tu archivo no modifiqué nada, así que come— volvió su vista a su plato el cuál estaba terminando. —Tal vez porque hace 5 minutos cambié el hábito— dije enfrentándolo. Él alzó la vista y dejó el plato por sobre la bandeja dispuesto a continuar la conversación. —¿Qué es lo que ocurre? ¿Cuándo nos llevaremos bien?— preguntó con cierto aire de cansancio.
—Tienes que estar bromeando ¿cómo pretendes que yo...— hice una pausa conteniendo la voluntad de espetar todo lo que sentía. —Olvídalo— dije cruzandome de brazos. —Si no me dices lo que te sucede será difícil que te entienda— su mirada se clavó en mí y comenzaba a intimidarme. —¿Qué tienes? —¿Qué es lo que me ocultas?— él tragó saliva y cerró los ojos pensando una posible respuesta. —Por favor, necesito saberlo. —Ay, (tn), eres tan hermosa pero tan ciega... — dijo negando con la cabeza. —¿Recuerdas el cumpleaños número 21 de Lisa?— asentí confundida. —¿Recuerdas aquella borrachera en su casa, precisamente en living? Dime lo que pasó y te contaré la historia que falta.
—¿Por qué quieres saberlo?— pregunté confundida. —¿Quieres saber la verdad o no?— asentí frenética. —Entonces rememora. —Bueno... Emm... habíamos quedado para salir a nuestra discoteca favorita, aquella que sólo pasa música retro y disco. Volvimos más temprano de lo normal porque hubo un desperfecto técnico...— hago una pausa con cierto aire de confusión. —¿De verdad quieres que cuente todo?— me fulmina con la mirada. —(tn)... Continúa— asentí tratando de recordar. —Volvimos a su casa para continuar la fiesta. Pusimos música y ella tenía muchas bebidas; todo tipo de bebidas alcohólicas se encontraban en la mesa del living. Tomamos
demasiado y la borrachera comenzó a llegar pronto... No recuerdo muy bien lo que pasó, pero fui a su habitación a dormir porque el mareo no me permitía divertirme y era molesto— asintió comprensivo. —En unos segundos caí en un sueño profundo y amanecí con un dolor de cabeza y mareos que jamás pensé que iba a sentir. —¿No recuerdas nada más?— negué lentamente con la cabeza. —No... ¿A qué se debe esta anécdota y cómo la conoces?— pregunté acusadora. —No es lo importante el "cómo", sino la parte que falta para completar el rompecabezas— lo observo extrañada. —¿A qué te refieres?— mis manos comenzaban a sudar frío.
—Te la haré más sencilla ¿Con quién ha dormido Matt?— dice posando su mentón en su mano. —Con... Nadie...— hago una pausa brusca. — Con nadie— dije segura al fin. —¿Con nadie?— pregunta divertido. —Sí, con nadie— lo observo ofendida por su actitud. —¿Qué es tan gracioso? —La situación... Me río para no llorar— se aclara la garganta. —Hablando en serio, Matt ha dormido con alguien... Si es que "dormir" entra como actividad esa noche— la confusión se adueñó de mi expresión ante su declaración. —¿Piensas que se acostó con Lisa?— reí exageradamente. —Estás demente, Manson.
Él estaba muy alcoholizado como para actuar de esa manera. —¿Quién se lo impide? El alcohol sólo es el medio para conseguir cosas... Lo digo por experiencia— me sonríe. —No... No puede ser... Estás bromeando— él negó con seriedad. —¿Cómo sabes eso? —Investigación. Tengo pruebas tangibles, pero las mantendré en mi poder. No quiero arruinarte— lo fulminé con la mirada. —¿Matt siendome infiel? ¿Mi Matt? Es imposible, él me ama— negué con la cabeza mirando un punto fijo en el suelo. —Por favor, dime que es broma— le imploré con los ojos vidriosos.
—No bromeo, (tn). Sé que te ama, pero el alcohol no es una excusa para cometer una infidelidad ¿no lo crees?— me observó con lástima. —Es imposible... Tantos años juntos y una noche de excesos arruinó todo y yo no lo sabía— rompí en llanto y Manson no fue capaz de acercarse. —No te culpes. Al fin y al cabo todos nos damos cuenta del infierno en el que vivimos. Ten presente que ahora tu mundo es el mío y es totalmente distinto al que solías transitar— me sonríe orgulloso. —Deberías agradecerme por haberte hecho despertar. No todos los días nos percatamos de la gente traicionera con la que convivimos.
—Vete, necesito tiempo para pensar— dije sin más. —¿No quieres que me quede a dormir contigo? Te daré todo el consuelo que necesitas— me guiña el ojo. —Quiero estar sola, Manson. Por favor, necesito estarlo— examinó mi súplica y accedió. —De acuerdo, tu mirada de perrito mojado me ganó— se levantó y tomó su bandeja. — Dejaré tu comida porque no quiero que pases hambre. Más te vale que comas— dijo autoritario, claramente lo ignoré. —Vendré por tí a la mañana para chequear que esté todo en orden y que no te hayas suicidado con cualquier estupidez, ya que no hay objetos punzantes— ríe, pero al notar mi seriedad
cambió su expresión rápidamente. — Sweet dreams, princesa— se retira.5 Corrí hacia la bañera y la llené de agua caliente para calmar mis pensamientos. Me desvestí con rapidez y me sumergí en las profundidades de aquella bañera. Sentía un dolor en el pecho considerable y la sensación de traición me estaba matando lentamente. A veces uno siempre espera de los demás lo mejor para consigo, pero ¿las personas cambian o sólo muestran lo que realmente son? Esa vaga pregunta albergaba mi mente ahora. Yo esperaba de Matt una vida de puro amor, casados y con dos hijos, pero esa idea fue desechada a la basura con esta noticia que, teniendo en cuenta su tiempo, resultó ser más antigua de lo que pensaba. No me entraba en el corazón la idea de una
infidelidad ni la concepción de una noche excesiva de lujuria y alcohol entre mi pareja y mi mejor amiga. ¿Es acaso remotamente posible una asimilación del problema? ¿Cómo ésto iba a permitir la continuación de mi vida? Y con vida, me refiero a esta jaula lujosa con unos barrotes infranqueables y con un dueño posesivo incapaz de concebir una libertad totalmente nata. ¿No es que el pájaro nace libre pero lo expropian de aquella libertad, solamente para el interés de uno? Yo ya no era el pájaro que cantaba revoloteando con su pareja en total libertad, sino que éste se hallaba encerrado y con una angustia inmensa por la pérdida de su otra mitad y siendo pertenencia de una especie diferente. Los días los empezaba a contar con dolor.
Capítulo 17 Tomé un camisón un poco corto para mi gusto y mi barriga comenzó a gruñir sin piedad ni
calma. Cené para aminorar el hambre y dejé todo a un lado para poder acostarme y relajarme aún más. No sabía qué hora era, pero sí que mañana debería volver al trabajo temprano... Sólo espero que Matt me encuentre rápido. o —Matt... Matt, por favor, ayúdame— grita una voz femenina en el medio del bosque. Era totalmente sombrío y oscuro, sólo la luz de la luna iluminaba mi camino. —¿Dónde estás, (tn)?— grité al descampado corriendo hacia la nada misma intentando escuchar con atención su voz que me guiaba. —Matt... Está aquí... Me encontró— sus gritos de terror se adentraron e hicieron carne en mi mente debilitandome poco a poco.
—(tn), maldita sea— sólo llevaba una linterna y ésta no iluminaba del todo el entorno. Unas manos frías me tomaron con rapidez mi brazo ocasionando que me voltee rápidamente. — ¿(tn)? Oh, maldita sea ¿qué te ha pasado?— dije mientras la observaba con sus ropas sucias y su pelo alborotado. —Ven aquí. Todo estará bien— dije abrazándola. —Matt, tenemos que irnos de aquí, por favor. Él es muy fuerte— asentí y observé detrás de ella a lo lejos una cabaña decadente y con algunos destellos de luz en su interior. Corrimos tomados de las manos adentrándonos en el bosque extenso y oscuro. Mi linterna titilaba cada vez que enfocaba en algún punto del bioma y terminé su vida útil arrojandola al suelo. Atravesamos un laberinto improvisado de
árboles perdiendonos en la extensión del mismo. El ambiente era cada vez más denso y dificultoso para respirar. —Espera, Matt— me dijo tomándose del estómago gimiendo por su dolor. Soltó mi mano y cayó de rodillas quejándose adolorida. —¿Qué tienes, (tn)? Debemos continuar— miré a mi alrededor. —Vamos, te llevaré encima mío— me acerqué a ella y declinó mi intención. —Vete— dijo en un grito mientras se retorcía en su lugar. —Ya no hay nada que puedas hacer por mí— dijo en un profundo sollozo. —Maldita sea, (tn). No pienso dejarte— tomé sus brazos y traté de alzarla pero me empujó con una fuerza que jamás pensé que tenía.
—Te he dicho que me dejes— casi con un grito gutural me fulminó con la mirada. Su grito se hizo más profundo y un hilo de sangre comenzó a escaparse por su entrepierna. Observé la situación totalmente sorprendido y con un temor paralizador. Ella se echó para atrás casi por inercia y algo en su barriga se movía frenéticamente, como si de un niño se tratase. Mi consternación llegó al punto de querer abandonar el lugar y perderme nuevamente en aquel bioma boscoso. Una mutación genética de demonio humanoide destrozó la maternidad de (tn) haciéndola desangrar en cuestión de segundos. Ella estaba muy pálida y su expresión fantasmal estaba perdida en la nada, no emitía ningún sonido. Una sombra fría se acercó nosotros y se
posicionó detrás de ella sosteniendo su cabeza. Su invisibilidad se distorsionó enseñando su verdadera identidad. —Tú...— dije saliendo de mi trance. —Me las pagarás por lo que has hecho— me levanté y corrí hacia él pero una fuerza paranormal me empujó al suelo dejándome inmóvil en él. — ¿Qué le has hecho?— él sólo rió. —Engendré al hijo del Anticristo ¿no es adorable?— dijo acariciando a aquella criatura monstruosa, al sentir su tacto chilló estremeciéndose. —El fruto de nuestro amor — dijo sonriendole. —Hijo de...— esa misma fuerza presionó mi pecho evitando que continúe la frase. —Que mal hablado eres, Matt. ¿Aún así pretendías cuidar a mi esposa? Mi pobre
difunta esposa, madre de mi hijo...— dice mientras acaricia la mejilla de (tn). —Pero debo agradecerte. —¿Por qué?— lo observé dubitativo intentando safarme de aquella fuerza. —Por darme lo que quería tan fácil— aquella criatura comenzó a chillar más fuerte. Mi alarma modificada sonó más temprano a la hora habitual. Tomé un rápido desayuno y me vestí muy básico. Caminé hacia mi habitación que ahora estaba siendo ocupada por Lisa y corroboré que ella estaba dormida. Oí del otro lado de la puerta movimiento así que toqué dos veces para saludarla. —Pasa, Matt— dice desde el otro lado. Abro la puerta y la encuentro con un conjunto muy elegante de (tn) que me hizo suspirar.
Definitivamente la extrañaba en todo su esplendor. —¿Cómo has dormido?— la voz de Lisa rompe aquella imagen de (tn) frente a mí. —He tenido una pesadilla— dije mientras refregaba mi rostro. —Espero que eso conteste tu pregunta— ella dejó la mirada gacha mientras tendía la cama. —Escucha, debo irme. Haré la denuncia— ella alza la vista y me observa confundida. —¿Has hallado al culpable?— tomé mi chaqueta y examiné si llevaba conmigo las llaves de mi casa y la moto en los bolsillos. —Tengo una idea en mente— dije mientras subía el cierre de la chaqueta. —Adiós, Lisa. Qué tengas un buen día laboral— ella asiente.
—Luego te devolveré el conjunto de (tn)— gritó mientras me alejaba de ella a lo que asentí sin mediaciones.
Atravesé las calles frías de Nueva York para acercarme a la comisaría más cercana a mi trabajo. Elegí el horario más temprano para asegurarme no llegar tarde a mi puesto. Estacioné la moto y la reforcé en el puesto de seguridad justo en la esquina de la comisaría. Crucé miradas con algunos gendarmes y algunos estaban tomando un café en el estacionamiento de patrulleros mientras reían alocadamente. Una recepcionista con un traje relacionado a ellos me saludó con una amabilidad que desconocía de ellos.
—Buenos días, señor ¿puedo ayudarlo en algo?— una mujer joven con unos ojos marrones penetrantes y una melena castaña abundante decoraba el marco de su rostro levemente maquillado dirigió mi atención. —Hola, sí, necesito hacer una denuncia— dije sin más. Ella no dejaba de sonreírme. —Justo detrás de mí está el panel para las denuncias, por favor pasé a la ventanilla número 4— me otorgó un papel que contenía el número del mismo y agradecí su amabilidad. Cada ventanilla enseñaba a un agente con la misma expresión. La única persona que daba un aire más esperanzador a este lugar era la recepcionista. Me acerqué dubitativo a la ventanilla que me
correspondía y una mujer de tez morocha y pelo rizado me observó con desprecio. —Buenos días, necesito hacer una denuncia — sus ojos se concentraron en la pantalla que se situaba justo a su izquierda. —¿Qué datos tiene?— dijo con cansancio. —Un hombre llamado Brian Warner secuestró a mi novia— ella elevó lentamente su mirada hacia mí. —¿Cómo corrobora esa declaración?— dijo formal. —Ya lo ha hecho antes— dije serio. La conversación se estaba tornando densa y sabia que en cualquier momento habría una confrontación.
—Señor, necesita pruebas tangibles. No puede denunciar a alguien con un testimonio tan modificable. —Entonces pido que lo investiguen— sugerí con un hartazgo notable. —Estamos muy ocupados, señor— observo el interior del panel y éste era más extenso de lo que me imaginaba. Varios oficiales estaban jugando a las cartas con otros o algunos simplemente dormían en sus sillas. —Ya veo...— dije sarcástico. —Es una emergencia, señora. Mi novia morirá si no hacen algo. —Tenemos muchos casos iguales, señor. No nos comprometa— dijo sin un poco de compasión.
—Váyase a la mierda— espeté y me alejé de ellos con un sabor amargo en la boca. Estaba perdiendo las esperanzas de encontrarla y eso me hacía sentir un demente en potencia. No sabía si iba a contener tanta ira y desesperación en mi interior. Al pasar por recepción sin saludar, la mujer de ojos penetrantes llama mi atención. —Señor, espere— dijo apurada. —Quiero ofrecerle algo— seguramente será su número y no estaba de humor para juegos. —De verdad, llego un poco tarde al trabajo si me quedo— retomé mi camino y ella volvió a hablarme. —Ésto valdrá la pena, señor. Déjeme ayudarle— volví mi vista y ella tenía una tarjeta muy profesional en su mano. Me
acerqué casi instintivamente a su puesto y me la otorgó. —Es un detective privado, amigo mío, que se especializa en estos casos. Le hará un precio especial si se anuncia por mi nombre, está en el dorsal de la tarjeta escrito con lápiz. —Catherine Brewer— pronuncié y ella asintió. —Exactamente. Su caso merece ser resuelto, señor. Él lo ayudará en todo— me sonrió. —Gracias, señorita Brewer. Es usted muy amable— le sonreí y me alejé de ella. Mi suerte comenzaba a cambiar paulatinamente. Tenía en mis manos a la posible solución a este gran dilema que arruinó por completo mi vida. Le observé por última vez para recordar su nombre.
Simón Goldberg Detective privado
o
Sentí unas manos en mi cintura y me estremecí ante aquel contacto. Volteo y quedo nariz con nariz con Manson. Él estaba despierto y vestido, no paraba de sonreírme. —Buenos días, Bella Durmiente— besa mi nariz y bajo la mirada para continuar durmiendo. —Oh, no vuelvas a dormirte. Tu papi quiere divertirse. —¿Quién es mi papi?— pregunté extrañada y con los ojos entrecerrados. —Yo— dice divertido.
—¿A esta hora quieres divertirte?— asintió divertido. —Ni siquiera sabes qué hora es, así que levántate, desayuna y te veo en un rato— se aleja de mí tomando la bandeja de comida y me la posiciona encima. —No creo poder comer todo eso— dije al verla llena de comida. —No me desprecies la obra de arte— dijo tomando su abrigo inmenso. —Te daré intimidad para que hagas tus cosas— se aleja rápidamente a la puerta. —¿A dónde vas?— dije atragantandome con una tostada con mermelada. Él sonríe ante esa bestialidad.
—Te traeré el traje que usarás para esta vez — dije coqueto. —Buen provecho, princesa— cierra la puerta dejándome sola por completo. Con una habilidad que jamás pensé que tenía, devoré toda la comida que la bandeja tenía. La dejé a un lado para ir al baño de la habitación, que parecía ser más una suite, y arreglarme un poco, como así también hacer mis necesidades. Cepillé mis dientes y mi cabellera para darle cierto orden, ya que estaba enredada y tiraba mucho su cepillado. Me senté en la cama esperando por Manson y unos minutos después entra con un traje casi vampirezco en mano. —Wow, veo que tenías hambre— observa la bandeja vacía a un lado de la cama. —Ponte
ésto, te encantará— me lo entrega y lo observo con detenimiento. —¿Y si me niego?— pregunté jugando pero con una expresión seria. —Me encanta esa actitud insolente— su mirada se enciende. —Veras que querrás tenerlo puesto. Me dirigí al baño y lo colgué en una de las puertas de las miles de estanterías que tenía. Me desvestí y comencé por la parte de abajo. Eran unas medias negras y finas hasta llegar a unos centímetros más arriba de mi rodilla con detalles de encaje en ese límite. El corset negro tenía detalles del mismo estilo y en violeta con algunas lentejuelas brillantes por todos lados, más precisamente en el contorno de los pechos. Tenía en juego una mini ropa
interior con tirantes que conectaba con las medias. Parecía ser sacada de una película pornográfica o de algún club para caballeros. El corset acentuaba mis curvas y enseñaba un escote provocador, jamás pensé que podría llevar conmigo toda esa delantera. El plus de este traje eran los tacos negros brillantes y un velo negro que debería colocarse a mis espaldas, como una capa de un héroe, sólo que en este caso yo sería una "vampiresa", si es que así se lo puede llamar. Me observé dubitativa en el espejo de cuerpo completo y acomodaba aquel ajustado pero cómodo traje. Conté hasta tres y salí de aquel baño con una seguridad que hice nacer. Él sólo se dedicó a admirar de brazos cruzados como encajaba perfecto en mí.
—Estás... Muy sexy— dice mordiéndose el labio. —Unos colmillos te vendrían genial ahora, pero prefiero imaginarlos— río ante su expresión. —¿Y ahora qué hago?— pregunto inocente. Se sienta en la cama y me mira expectante. —Da una vuelta lentamente— giro mi cuerpo con lentitud y siento su mirada en mí. — Perfecto...— dice complacido. —Camina con sensualidad hacia mí— poso mi mano en mi cintura y me acerco con una expresión coqueta hacia él, quedando mi pecho muy aproximado a su rostro. —Sientate sobre mí— lo hago y rodeo mis piernas en su cintura, sus manos no esperaron a posarse en mi trasero casi al descubierto por la minúscula ropa interior. —Muerdeme— ladea la cabeza dejando un excelente acceso a su cuello.
Acerco mis temblorosos labios a su cuello y lo chupo y succiono con detenimiento para que mis dientes lo muerdan con suavidad. Suelta un leve jadeo y sus manos aprietan mi trasero. —Eres encantadora, maldita sea— sus labios tocaron a los míos y los devoraron con ansias. Su lengua atrapó la mía y jugó con ella sin piedad. Su latente erección comenzó a presenciarse debajo de mí. — Quiero jugar contigo ahora, pero no creo aguantar tanto sin estar dentro de tí— susurró en mi oído mientras sus manos acariciaban mi espalda. Se acostó y se acomodó el cuello de su remera para que yo pueda acceder a él sin problemas. —Juega conmigo, vampiresa— dice mientras golpea mi trasero. Mis labios se acercaron rápidamente hacia él, jugando con su cuello trazando círculos en él
y succionando en cada paso. Sus manos frenéticas seguían en el mismo lugar acariciando o apretando. Una voz femenina que se situaba en el exterior de la habitación, lo que tal vez sea el pasillo, comenzó a sonar cada vez más cerca. Manson y yo nos miramos impactados y expectantes de esa voz. —¿Brian? Cariño ¿estás por aquí?— pronunció cuando estaba casi tan cerca de nuestra puerta. —Puta madre...— dijo quitándome de encima. —Escondete en aquel armario.2 —¿Quién mierda es, Manson?— pregunté acusadora. Él sólo me fulminó con la mirada.
—Métete ahí, carajo— susurró furioso. Hice caso y él corrió hacia la puerta para abrirla y llamar a aquella mujer. —Dita, estoy aquí— gritó. Unos tacones resonaron en el exterior hasta nuestra ubicación. —Cariño— oigo que se besan. —¿Qué haces aquí?— es su maldita esposa irrumpiendo en mi intimidad con su hombro, por el amor de todo lo que es jodido.1 —Estaba ordenando...— dijo Manson. La peor mentira que he escuchado en años.2 —No me mientas, tú no ordenas— dice Dita mientras sus tacones resuenan en el interior del cuarto. Mierda, mierda, mierda, me descubrirá.
Capítulo 18 —Ya sabes que es mi habitación favorita— escucho a Manson intentando salvar la
situación. —Aquí guardo mis armas de seducción. —Lo sé— ella suspira. —Veo que estás caliente, cariño. ¿Has pensado en mí?— su tono se transforma en puro coqueteo. —Observar cada herramienta de placer me enciende— se aclara la garganta. —¿Quieres que las usemos? Sé que estás ocupado, pero será rápido— sus tacones se acercaron a él y mi necesidad de salir de aquí y arruinarles el momento era cada vez más grande. —Ya se me pasará, Dita. Por favor, déjame terminar con mi tarea— dijo Manson con un tono agobiante. ¿De qué tarea estará hablando? Reí al pensar esa pregunta. Mi tacón resbaló casi torpemente y la punta del
mismo golpeo muy leve a la puerta del armario llamando demasiado la atención. Una sarta de maldiciones me surgieron en segundos. —¿Hay alguien ahí?— pregunta sospechando del armario en el que estaba yo. Sus tacones se acercaron sin piedad hacia mi ubicación. —¡No! Dita, espera— algo golpeó la puerta, como si se hubiesen apoyado en ella obstruyendo su apertura. —Dejé algo en su interior que no puedes ver... Es una sorpresa — la voz de Manson estaba muy cerca de mí, confirmé que era él quien obstruía el paso de Dita. —¿Una sorpresa? ¿Para mí?— al parecer él asintió ya que no escuché respuesta alguna. —Oh cariño, eres tan dulce— el choque de
sus labios por el beso resonó en mi mente por segunda vez. —Sabes que no me gustan las sorpresas ¿qué es? —Lo mejor que jamás hayas visto, querida. Puro placer— dijo la voz ronca de Manson. — Te lo enseñaré esta noche si me dejas terminar con él antes— ella chilló de alegría y sus tacones comenzaron a sonar rápidamente ¿estaba saltando de emoción? Oh por Dios... —Gracias, cariño. Te dejaré para que termines con eso— lo pronunció con cierto aire de complicidad. Sus tacones resonaron nuevamente pero esta vez hacia la salida de la habitación. Cuando escuché la puerta cerrarse, Manson abrió la del armario y caí encima suyo quedando a centímetros de distancia.
—¿No era muy espacioso el interior, eh?— dice divertido mientras sus manos vuelven a manosear mi trasero. —¿“Lo mejor que hayas visto, puro placer”? ¿De verdad? Eres un idiota— lo alejo de mí y camino por la habitación quitando la capa negra que me adornaba el traje. —¿Qué diablos haces? No hemos terminado — dice sorprendido. —Hemos terminado— digo convencida. —Me habías dicho que ella ya no nos molestaría ¿y qué acaba de pasar? Nos interrumpió— digo quitando las tacones y las medias. —Y además esta noche le darás su “regalo sorpresa”— dije haciendo comillas. —Oh no puedo creerlo, ¿Estás celosa?— pregunta divertido.1
—No...— digo dubitativa. —Es que... Tú... Así lo habías planteado cuando me trajiste aquí— él seguía mirándome divertido. —Además ella no me agrada. —¿No te agrada porque es mi esposa o porque me has visto con ella en la entrega de premios?— preguntó de brazos cruzados sin dejar de examinar mi expresión. Mi mirada se centró en el inicio de mi corset que estaba a punto de desatar. —Creo que ambas— suspiré. —Olvídalo— él se acercó a mí y se posicionó detrás de mí para quitar el corset. —¿No recuerdas lo que te he dicho esa vez que hicimos el amor? Eres la mejor amante que he tenido— dijo esto último en mi oído y
me estremecí. —Nunca has dejado de ser mía, (tn). —Tienes esposa, Manson. Es una mujer hermosa con un talento increíble y una delicadeza de princesa envidiable ¿qué podría tener yo que ella no tiene? Deberías respetarla— dije y él acarició mi hombro con su nariz para luego depositar un suave beso. —Ella no tiene la juventud ni la inocencia que tú tienes, (tn)— hace una pausa desabrochando las últimas partes del corset. —Si ella es un impedimento para que tú estés conmigo, entonces me encargaré de que no lo sea— dijo al liberarme de aquella ajustada pieza.
—¿Tú... La amas?— pregunté dubitativa. Él me volteó quedando a centímetros mío y tomó mi mentón con sus dedos largos. —¿Amarías a alguien que te usa para adquirir fama?— negué lentamente con la cabeza. — Allí está la respuesta— me sonríe observando mis labios. —Papi tiene ganas de ésto— dice señalando mi ropa interior. —Está tu esposa, Manson, no podem...— posó su dedo índice en mis labios callandome. —Dije papi, no Manson. Esa es la nueva regla para este encuentro— asentí y él quitó su dedo. —Papi, tu esposa está rondando por aquí, no podemos hacerlo— me sonrió coqueto al escucharme pronunciar el apodo.
—No sabes lo que me pone escucharte pronunciar eso— tomó mi cuello y besó mis labios sin piedad. Me volteó rápidamente y me dirigió a una pared quedando frente a ella, quitó con una velocidad increíble mi ropa interior y besó mi muslo. —¿Quieres que papi te complazca?— dijo mientras sus dedos se adentraron en mí. —Sí, papi— dije coqueta. Sus dedos frenéticos destrozaron mi moral, como así también mi cordura. —Que rápido te humedeces, princesa— evité aquella palabra y me concentré más en sus estímulos. —Dejame saborearte— se quitó de mí y me acercó a la cama para dejarme acostada y tener un mayor acceso a mi intimidad. Se colocó entre mis piernas besando muslo por muslos para luego
concentrarse en el punto de placer más sensible de mi cuerpo. Su lengua trazaba perfectos círculos y sus dedos también fueron partícipes de su hazaña. Comencé a retorcerme y a tomarme de las sábanas escapando gemidos muy audibles. —¿Lo estás disfrutando?— pregunta sin quitar su mirada penetrante de mí. —Sí, papi. Me estás matando— gemí al pronunciar la última palabra y él río orgulloso de su trabajo. Se alejó para desnudarse en segundos y liberar a la bestia que tanto anhelaba ahora. Estiré mis manos para acariciar su miembro y estimularlo rápidamente. —Mmmm, veo que tienes ganas de jugar— dice observando mi atrevimiento. —(tn) detente si no quieres que termine aquí. Deja
que papi te penetre como a tí te gusta— solté su miembro que volvió rebelde a su posición y él lo ubicó en mi entrada. —¿Quieres que papi te enseñe lo que es bueno?— dijo causando fricción en nuestros genitales. —Por favor, papi... Hazme tuya— sin dudar entró fuerte en mí dándome un brinco. Su ritmo fue lento al principio, pero acelerado a medida que iba pasando el tiempo. Nuestros labios se encontraron muchas veces, como así también nuestras manos. Era un vaiven de caricias y sensaciones. Lo sentía totalmente pleno y mío. Este hombre era una joya y me dolía que lo use su esposa para sus propios intereses. Lo sentía tan carne... Tan unido a mí que me hacía sufrir tenerlo fuera. Éramos dos polos opuestos, pero muy iguales
a la vez.
o
Observé aquella sala de espera con detenimiento admirando con detalle los muebles modernos que la decoraban. Cuadros renacentistas, empleadas con trajes muy formales y prolijos como así también sus peinados, era todo perfecto. Todo digno de admirar como todo amante del arte. —Señor Ortega, el señor Goldberg está esperando para recibirlo. Acompañeme— dijo una de las recepcionistas. La seguí y, a medida que íbamos pasando por las oficinas, ella me dedicaba una mirada coqueta.
Definitivamente hoy todas las recepcionistas iban a fijarse en mí. Llegamos a una enorme puerta de madera de roble. Ella tocó frenéticamente y una voz masculina joven respondió afirmativamente el llamado. La recepcionista me miró y otorgó el paso. —Adelante, señor Ortega— me sonrió cálidamente y asentí agradecido. La oficina era muy extensa, con bibliotecas enormes por todos lados y un sillón en el medio de la sala junto con una mesa ratona y demás sillones individuales. A un lado se hallaba el escritorio del señor Goldberg y éste se hallaba observando desde la ventana la hermosa vista que tenía de la ciudad de
Nueva York. Me aclaré la garganta y él se volvió rápidamente hacia mí. —Señor Ortega, un gusto conocerlo— era un hombre de unos ojos verdes intimidantes joven, quizá tendría mi edad, pero parecía mucho menor. Llevaba un traje típico de detectives y su complexión física era pequeña, yo podría ser 10 veces él. Me otorgó la mano y se la estreché con seguridad. —Tome asiento, por favor— me señaló la silla que se situaba frente a él y accedí agradecido. —Dígame qué puedo hacer por usted. —Debo confesar que vengo por una recomendación de Catherine Weber— él asiente. —Ella me dijo que es usted una persona de confianza y que podría ayudarme con un gran problema— él me mira curioso.
—Bien ¿cuál es el gran problema?— tomó un anotador para comenzar a escribir. —Han secuestrado a mi novia y no dejaron rastro del culpable— él me observa curioso. —Ya lo han hecho una vez y yo la salvé de aquel cautiverio. Sé que es la misma persona responsable, pero no sé cómo llegar a ella. La policía no quería cooperar— anota los detalles. —Dígame ¿cómo se llama su novia?— dijo manteniendo el bolígrafo por sobre el anotador. —(tn)— dije sin más y cuando estuvo por anotar se detuvo en seco. —¿Sucede algo, señor Goldberg?— alza la vista hacia mí y su expresión cambió repentinamente.
—¿(tn)?— su voz parecía afligida, asentí lentamente. —No puede ser... Otra vez no... —¿Conoce el caso?— pregunté confundido. —No, ella...— hizo una pausa mirando sus anotaciones. —Ella era mi mejor amiga de la infancia... Y yo la rescaté de morir— dijo conectando su mirada triste con la mía.
Capítulo 19
—¿Mejor amiga? Nunca me mencionó tu existencia— dije cruzado de brazos y con una expresión sospechosa de la situación. —Lo sé— dijo afligido. —Cuando su "relación" con Manson comenzó a crecer, yo la dejé de lado porque estaba muy enamorado de ella— bajé la mirada ante su declaración. —Me lastimaba mucho verla sufrir por ese ingrato— hizo una pausa brusca. —Y ahora la historia se repite. —Tienes que ayudarme, Simón. Eres el único a quien le confío este caso y sé que lo resolveremos juntos... Quiero traerla a casa... A la casa que verdaderamente pertenece— él me observó apenado. —Eso es lo que haremos, Matt. Será un trabajo en equipo— estrechamos las manos.
—He investigado durante años a Manson para hallar sus métodos de perfil bajo, pero no hay forma de conocerlos. Es muy meticuloso y actúa con tecnología que última generación— dice observando la pantalla de su notebook con su índice apoyado en su mentón.1 —¿Qué sugieres? Estoy harto de sus juegos, ya quisiera estar frente a él y partirle la...— Simón me interrumpe de forma inmediata. —Conozco a una hacker de buen nivel que nos puede ayudar— lo observé sorprendido. —¿Una hacker?— pregunté con cierto aire de confusión y él asintió con ímpetu. —Ella siempre está actualizada con respecto a la tecnología. Nos podrá dar una mano— comenzó a teclear rápidamente.
—¿Cómo la conoces? Es decir, un investigador privado no necesita de alguien más— me observa a través de sus lentes. —Un caballero no tiene memoria— me guiña el ojo y vuelve su mirada al teclado. —Oh ya entiendo— suelto una risita. —¿Y cómo se supone que se llama esta "hacker"? — dije enfatizando las comillas. —Según la identidad que me brindó, su nombre es Ramsey— siguió tecleando sin darme mucha atención. —¿La conoces en persona?— pregunté y con rapidez me observó furioso y se quitó los lentes. —¿Has venido a distraerme con preguntas estúpidas o prefieres colaborar estando en
silencio? Estoy tratando de comunicarme con Ramsey— espetó y lo observé un poco enfadado, pero al fin y al cabo tenía razón. —Lo siento, estoy nervioso y con problemas de ansiedad— dije despeinando mi melena corta. —Escucha, Matt— dijo separando la notebook de sus manos. —Ve a tu casa y descansa. Me contactaré con Ramsey y pondré una fecha de reunión aquí en mi despacho ¿has entendido?— asiento afligido. —Tengo miedo de perderla para siempre, ya sabes... Sueño todas las noches con su muerte— me tapo el rostro para evitar su contacto directo. —Ella no morirá, Matt, porque hará lo que sea para que Manson no la dañe a ella ni a sus
seres queridos. Ya conoces el historial de pérdidas que tiene en su vida— reflexioné sobre su frase y asentí. —Con respecto a “hacer lo que sea”, implican...— traté de gesticularlo y él me miraba confundido. —¿Cuestiones sexuales? —Matt, somos adultos los cuatro. Él la someterá a tener sexo y ella accederá por la voluntad de él, es un tema de libertad, no por infidelidad hacia ti. Descuida, hazme caso y vete. Te llamaré si recibo novedades— él se levanta de su asiento y yo lo sigo involuntariamente. —De acuerdo, Simón. Gracias de verdad por tu ayuda— estrechamos las manos de nuevo. —Espero que Ramsey nos sea de utilidad—
ambos comenzamos a acercarnos a la puerta de salida de su despacho. —Lo será, confía en mí. Trabaja muy bien y es responsable totalmente. Hablamos luego, un placer conocerte— asiento y salgo de allí sin mirar atrás.
o
Mi mejilla estaba apoyada en su pecho y nuestras piernas enredadas. Su mano libre recorría mi pelo hasta la parte baja de mi espalda. Nuestras manos estaban juntas y yo acariciaba la suya admirando su aroma al perfume que tanto amaba de él. —Nunca me cansaré de esto— dice suspirando. —Eres lo mejor que me ha
pasado y no estoy bromeando— alzo la vista para observar su expresión. —Ojalá yo pudiera decir lo mismo, Manson— vuelvo a mi posición en su pecho. —No deberías decirme eso— nuestras manos se separan a intención suya y su dedo índice eleva mi mentón para observarlo a los ojos. —¿Por qué no debería? ¿Porque te confunde que te lo diga estando los dos con parejas distintas?— observa mi boca. Su maquillaje aún estaba intacto y resultaba admirable a la vista. —¿Qué es lo que sientes, (tn)? —Manson, ambos estamos en pareja con otras personas. No deberías estar conmigo ni yo contigo, es...— acaricia mi mejilla ocasionando que me descontrole. —Es... ¿No
soportas serle infiel a tu esposa?— él soltó una risita y negó lentamente. —Ya te dije que no la amo— sus caricias se detuvieron en el contorno de mi boca. —¿Y por qué sigues casado aún con ella?— su mirada se clava en mí intimidandome. —El matrimonio va más allá del amor que sientas por tu cónyuge. Es una empresa en la que ambas partes se unen mediante un contrato— hizo una pausa y sus ojos se tornaron en un color brillante. —No es más que algo jurídico y económico. Los primeros meses es puro amor, pero luego los intereses cambian. —¿Y qué quieres?— pregunté insistente tratando de descubrir su verdadera intención.
—A ti— dijo acariciando mis labios. —Quiero conquistarte y que seas tú quien ocupe el lugar de Dita— lo observo congelada. —Manson, yo...— me observa impasible. — No puedo— digo sin más. —No puedes, pero quieres— dice calmado. —No he dicho eso— bajo la mirada. —El lenguaje corporal habla por sí solo— me sonrojo. —Tú me has dicho que debería respetarla a ella, pero sí lo hago. Ella calmó todo mi ser luego de tu huida, y como ahora ya estás aquí, ella ya no es de mi utilidad— dice frío. —Pensé que ella lograría que estés alejado de mi— le confesé.
—¿De verdad has pensado eso? Vaya que eres mala conmigo— ambos reímos y él se puso serio rápidamente. —Ella sólo me calmó y a la vez impulsó mis ganas de encontrarte y traerte aquí. Su piel no olía de la misma forma que la tuya ni era tan suave; sexualmente dejaba mucho que desear y su mirada no enseñaba ese destello que emergía en tus ojos cuando me mirabas— me sonrojé de nuevo y él río ante esa reacción. —Por eso yo estoy seguro que me amas... O que me has amado. —Me dolió mucho verte con ella esa vez— confesé. —Simplemente pensé que existía la posibilidad de estar juntos como tú hoy lo estás con ella, pero me equivoqué. Era muy niña y mis pensamientos sobre el romance contigo eran muy novelescos— mi lengua
comenzó a dejar escapar confesiones que jamás pensé que diría. —Hoy tengo una clara visión sobre esto y lo que haces conmigo no es correcto. —¿Sentir atracción por ti es un crimen? Porque de ser así me declaro culpable— dice y ambos reímos. —No me refiero a eso. Es decir, me has buscado con una necesidad de...— cubre mis labios con su dedo índice y se muerde el suyo. —Hablas demasiado y besas poco— sus labios se acercan a mí y me devoran con ganas.
Capítulo 20 —Brian ¿sigues ahí dentro?— gritó Dita desde el otro lado de la puerta.
Yo estaba encima de él totalmente desnuda disfrutandonos cada segundo. Nuestros besos y movimientos cesaron automáticamente al escuchar su voz. Ambos nos sobresaltamos y nos quitamos uno del otro y comenzó a cambiarse con rapidez mientras yo lo miraba con pánico tapándome con una almohada. —¿Qué esperas? Escondete en el mismo armario— susurra nervioso. Sin tomar las prendas del suelo, corro a mi escondite anterior y espero a que pase lo peor. Oigo que la puerta intenta abrirse, pero la llave había impedido su entrometido pasaje, motivo por el cual Dita comenzó a desesperarse. —Brian, abre la maldita puerta, sé que estás ahí— oigo unos pasos apresurados a la
misma y el sonido de la llave indica su apertura. —Dita ¿qué ocurre? Estaba durmiendo— sus tacones resuenan nuevamente en la habitación acercándose cada vez más a mi escondite. —¿A dónde vas?— pregunta él con cierto tono de terror. —¿Por qué mi conjunto favorito está en el suelo?— cerré los ojos al imaginar la "escena del crimen" e insulté mentalmente a Manson por haberme hecho poner el traje de su esposa. —¿Me estás engañando, Warner?— se la notaba furiosa. —¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Me crees capaz de algo así?— respondí afirmativamente para mis adentros mientras sonreí al imaginar su rostro.
—Más te vale que tengas una buena excusa para esto— dijo mientras su tacón comenzó a sonar estridente pidiendo una explicación, como si fuese una madre retando a su niño. —El traje era la sorpresa, pero no me salió porque has llegado antes de lo previsto— negué con la cabeza al escuchar su intento en vano de mentir. —Quería que lo uses porque también es mi favorito. —Oh, cariño. ¿Eso era lo que querías? Veo que ya estás listo— sus tacones se alejan del armario para, seguramente, acercarse a él. — ¿Has estado pensando en cosas perversas, cariño?— oigo un cierre, quizá de un pantalón y esta prenda cae al suelo.
—Vivo por la perversión— suspira Manson. — Oh ¿qué haces?— al pronunciar esto él comienza a gemir y no oigo respuesta de ella. —¿Te gusta, cariño?— pregunta muy coqueta. Sentí mucha curiosidad y busqué alguna perilla que me ayude a espiar el interior de la habitación y la hallé gracias a la cerradura de una de las puertas. Con toda la cautela necesaria, asomé mi vista y descubrí una escena desagradable para mí. Dita le estaba practicando sexo oral a Manson y yo aún seguía aquí encerrada. No había forma de hacerlo volver a la realidad para que recuerde que contaban con mi presencia. Tal vez llamando su atención podría lograr lo que quería; tal vez si ella me encontrase por fin podría lograr que le envíe los papeles del
divorcio y él podría ser libre otra vez. Tardé tanto fantaseando una estrategia que, al asomarme por segunda vez, ya estaban en plena acción y los gemidos de Dita no se retrasaron. Su voz sonaba ruidosa en mi mente y ocasionaba que arda en rabia por dentro. ¿Me lo está haciendo a propósito? Un celular comienza a sonar con un ringtone muy femenino y particular arruinando el momento suyo. Observo que es Dita quién corre a apagarlo. Manson aún estaba desconcertado. —Oye, atiende, debe ser importante— dice y disimuladamente mira hacia mi ubicación. Ella no le presta atención y se coloca encima suyo para proseguir con lo pendiente.
—Nada que no sea ésto es importante— ella busca sus labios y él no se lo corresponde. — ¿Qué pasa, cariño? ¿Ya no te gusto?— la expresión de Manson lo delataba.
—Simplemente, ya no tengo ganas ¿podrías irte? Necesito una ducha— sonreí al ver la expresión de disgusto de su esposa. —Eres un bastardo, sólo me usas como una puta— se separa de él y con una velocidad increíble vuelve a vestirse con aquellas ropas tan elegantes. —No sabes de lo que te pierdes, Warner— desaparece de la escena y sus tacones se alejan de nosotros junto con un estruendoso portazo detrás de si. Manson se coloca sólo su boxer y deja a un lado su pelo negro. Observo que se acerca a
mí y me enderezco para recriminarle toda la escena anterior. Abre ambas puertas y me observa con una expresión de pesadez mezclada con tristeza, yo sólo lo miro con los brazos cruzados sin quitar mi expresión de enojo. Él alza los hombros y me otorga el paso. —¿Estás de broma, no?— rodea los ojos y se aleja de mí. —Manson ¿qué carajo acaba de pasar? —Tuvimos sexo, (tn)— vocifera volteandose rápidamente. —No me digas— digo sarcástica. — ¿Pensabas dejarme ahí escuchando toda la escena?— él se sienta en la cama y me observa furioso. —¿Cómo pudiste permitir que prosiga?
—Estoy casado, maldita sea— toma su anillo y lo arroja a algún rincón de la habitación. —Y estoy cansado de tantas preguntas y explicaciones ¿entiendes? —¿Y por qué no la dejas? Es decir, firma los putos papeles y aléjate de ella si tanto la detestas— digo y él se para desafiante quedando a distancia reducida. Él sólo me observó con rabia en su mirada y sentía todo el calor que su cuerpo emanaba, lo suficiente para subir mi temperatura. No dijo nada, no emitió ningún sonido, sólo se limitó a observarme y fue allí cuando rompió la tensión tomándome del cuello y devorando mis labios sin piedad y con mucho deseo. Sus manos recorrieron mi espalda hasta llegar a mi cintura y presionarme contra él para sentir su erección que no tardó en aparecer.
—Me excitan tus celos, (tn). Podría cogerte ahora y aquí mismo, pero necesito una ducha — me sorprendió su bestialidad a la hora de besarme y al separarse de mí mis jadeos se hicieron presentes como así también mi deseo. —¿Quieres que te acompañe? Papi— dice agitada y sorprendida por mis palabras sedientas. Él me sonrió perverso y mordió mi labio. —Esa es mi chica— dice alzándome para llevarme a la ducha.
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—Buen día, Matt. Qué suerte que te dieron el día en el trabajo— dice dándome unas
palmaditas en la espalda. —Adelante, pasa— asiento agradecido. Al ingresar a su despacho, observo en su escritorio a una mujer peliazul con varios aretes en su rostro y vestía como una motoquera, debo admitir que llamó absolutamente mi atención. No dejé de mirarla hasta que Simón aclaró su garganta para hacerme volver a la realidad. —Matt, te presento a Ramsey. Ramsey, Matt— ambos estrechamos nuestras manos y sus ojos, también azules, se encuentran con los míos. —Un gusto conocerte, Matt— dice con una voz muy dulce para su personalidad. —El gusto es mío, Ramsey— le sonrío conmovido y Simón nos fulmina con la mirada.
—Bien, comencemos— dice Simón cruzandose entre nosotros separandonos. — ¿Qué has conseguido, Ramsey? —Bueno, convengamos que soy fan de Marilyn Manson desde que tengo uso de razón y que, por ende, es muy sencillo para mí conseguir sus métodos de espionaje— observo a Simón sorprendido y él asiente orgulloso. —Matt, tú has dicho que él se comunicaba con (tn) mediante emails, mensajes y llamadas ¿cierto?— asentí. — ¿Tienes su teléfono aquí? —Sí...— se lo otorgué confundido. —Pero él ha borrado toda evidencia, Ramsey. No creo que nos sirva de ayuda— ella conectó un dispositivo multifunción muy brillante y hacía luces parpadeantes al hallar conexión con el celular de (tn). —¿Qué rayos es eso?
—Invención mía— ríe vacilona. —Éste bebé nos ayudará a hallar la IP del "virus" que se introdujo en este celular, es decir, la ubicación en dónde mi ídolo acosó a tu novia— pronunció la última palabra con sarcasmo. — Wow, es imposible... —¿Qué sucede?— dijimos a coro con Simón. —Manson tiene el ojo de Dios— los tres nos observamos y ella puso los ojos en blanco al ver nuestra expresión de escaso entendimiento. —Un dispositivo muy poderoso capaz de ver todo con sólo unos clicks. Sería muy dificultoso hallar su ubicación ya que es omnipresente— suspiré al escuchar esa noticia tan negativa. —Pero él no se enteró que yo tengo el culo del Diablo— ríe y comienza a teclear rápidamente.
—¿El qué?— pregunto confundido. —Invertiré sus ubicaciones descartando una por una para hallar la verdadera— me acerqué a ella y observé la pantalla que enseñaba el mapa del mundo y cada ubicación comenzaba a caer hasta llegar a un único lugar. —¡Ta Da!— dice orgullosa de trabajo.+ —Es aquí...— digo señalando la pantalla. —Habrá que moverse... Y rápido— dice Simón tomando su abrigo.
Capítulo 21
Yo únicamente observaba a través de la ventana cada auto que nos pasaba con velocidad en nuestra contra. El día estaba nublado y con extremas probabilidades de precipitaciones, parecía como si el mundo estuviera por caerse a pedazos o desatar un caos natural. Simón conducía con suma cautela y, de vez en cuando, suspiraba. No estaba seguro si lo hacía por ansiedad o por una falta de esperanza. Estábamos hundidos en un silencio criptico, en donde sólo se oían las ruidos del exterior, como el motor del auto rugir y el teclado de la notebook especial de Ramsey. Nos dirigíamos, quizás, al castillo en dónde (tn) estaba atrapada desde hace aproximadamente una semana. Mi grado de ansiedad también era alto y cada vez que nos adentrabamos en la oscuridad de la grisácea
ruta, nuestros corazones comenzaban a latir con mayor irregularidad. La mansión Rotterdam no era una mansión común. Era quizá la más insípida y millonaria del mundo. Se encontraba a las afueras de la ciudad y sus senderos eran más bien caminos sin señalización y sin detalle, en donde perderse era una opción. Simón detuvo el auto al inicio del sendero y hallamos una clara vista hacia aquella mansión a lo lejos con aspecto gótico y tan espeluznante que otorgaba su arquitectura. Wow, parece Transilvania dice Ramsey sorprendida. Y el conde Drácula se halla instalado en su interior dice Simón sin quitar sus ojos esmeralda de aquella mansión. Debo admitir
que esta misión es muy peligrosa y tal vez consigamos rescatarla, pero eso implicaría jugarnos la vida por ella. ¿A qué te refieres? pregunta asustada Ramsey. Existe la posibilidad de ingresar a la mansión, pero no salir dice sin más y ambos lo observamos expectantes. Es una locura, Simón ¿Crees que él solo será capaz de matarnos? pregunta Ramsey sorprendida. Están sus secuaces en el interior, lo sé perfectamente se voltea hacia nosotros. Han matado a más de mil mujeres en esa fiesta ¿crees que no podrán con nosotros tres? Ramsey y yo intercambiamos miradas de horror. Si quieren abandonar, pues
bienvenidos sean, pero yo no dejaré a (tn) más tiempo allí dice señalando la vista del parabrisas. ¿Están conmigo? ambos asentimos frenéticamente. Simón encendió el motor y lentamente nos fuimos acercando a través del sendero a la mansión monstruosa. Habían estatuas alrededor nuestro y causaban cierta perturbación; estatuas con forma de demonios y que, a medida que nos acercabamos, sus expresión y tamaños eran peores. Simón aparcó a un lado de la mansión bajando las luces para evitar ser descubiertos. Tomamos nuestros equipos y salimos de él para inspeccionar el sistema de las puertas. Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso. Y yo soy sólo el último de los
guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero relata Ramsey leyendo el mensaje de la última estatua terrorífica que se hallaba cerca de la puerta. ¿De qué se trata esto? pregunto asustado. Es un fragmento del cuento "Ante La Ley" de Franz Kafka. No dejen que los atemorice dice Simón sin problemas. Vamos Ramsey, ayúdame con ésto señala la enorme puerta. o Cámbiate dice terminando de retocar su maquillaje. Ponte cómoda que saldremos lo observo congelada.
¿Saldremos? ¿A dónde? balbuceo y él ríe. Me acerco al armario y me pongo un conjunto negro y con encaje de ropa interior. Te daré un tour por la mansión, es nueva. Pero eso no quiere decir que saldremos al exterior dice gesticulando esta última. Te esperaré afuera, toca la puerta cuando estés lista me sonríe y se esfuma cerrando con llave detrás de si.
No quería esperar mucho más y tomé un vestido rosado suelto con un sencillo escote provocador y sin mangas. Lo ajusté en mi espalda para no quedar desnuda tan fácilmente y me puse unas sandalias a juego muy finas. Corrí al baño a peinar mi melena y perfumarme un poco.
Al terminar, me acerqué a la puerta y toqué dos veces, lo suficiente para que abre tan rápido como pudo. Bien... dice mientras su mirada recorre mi cuerpo. Vámonos me ofrece su brazo y lo acepto con gusto. La mansión era extensa, mucho más que la anterior y me agradaba demasiado por poseer una decoración y arquitectura antigua, como el edificio del consultorio de mi psicóloga. Era tan perfecta y no me causaba estragos en mi mente al compararla con la mansión anterior. Bajamos unas escaleras enormes, como si fuesen de castillo de princesa y admiré cada detalle de la misma. Todo estaba reluciente y con esa fina idea de la antigüedad que la decoraba. No dijimos nada hasta llegar a lo que tal vez sea el hall donde estaba la
entrada principal de la misma. Sentí una adrenalina que jamás había sentido antes al ver aquella enorme puerta con un sistema tan seguro como el que tenía. No sabía si escapar o seguir allí en los brazos de Manson, pero su voz me sacó de mis pensamientos. Sabía que él me estaba poniendo a prueba. ¿Te gusta? dijo alejándose de mí y señalando con ambos brazos la extensión de la mansión. Es... Perfecta. Debe haberte costado una fortuna tenerla y mantenerla dije mientras acariciaba un fino mueble donde se hallaban figuras extrañadas y demás objetos antiguos. Este sofá es mi favorito observo a su dirección y él se halla sentado en él divertido.
Busca algo en su bolsillo y me lo entrega. Toma, sácame una foto dice sonriendo. Me acerco dubitativa y la tomo, parecía una Polaroid y era casi tan antigua como todo lo que se hallaba a mi alrededor. Has pensado en todo ambos reímos y me coloco en posición. De acuerdo, posa dije y el flash iluminó el entorno. La imagen comenzó a salir y la tomé en mis manos para apreciar su belleza.
¿Y bien? ¿Cómo he salido? pregunta observando sus manos. Excelente. Creo que yo debería ser tu fotógrafa de ahora en más ambos reímos y me observa impasible.
Ven... dice señalando su lado en el sofá. Hay espacio para los dos me sonríe coqueto dejo la cámara a un lado. Si quieres tenerme a tu lado, pues debes atraparme comienzo a correr riendo y sus pasos no tardan en llegar hacia mí. Ambos corrimos como unos niños y yo observaba hacia atrás para chequear lo cerca que estaba y reíamos a la vez. Me atrapó frente a un hermoso ventanal y me volteó hacia él para mirarme a los ojos. Eres muy traviesa, (tn). Por eso me encantas aún más dijo agitado. No tienes el físico para atraparme ¿eh? dije divertida pero también agitada.
Tengo el físico para darte duro por varias noches consecutivas si es necesario ambos reímos y nuestra respiración entrecortada se hizo presente. Además te atrapé... hace una pausa tomando mi mentón y observando mis labios. Y eres mía besa mis labios suavemente. o Miren aquel ventanal digo asombrado. ¿Será (tn)? sólo se podía observar dos siluetas corriendo y la más alta, que claramente era Manson, atrapa a la más baja y forcejean para que ambos se miren. Oh, Dios. Ese hijo de puta está lastimandola corro al ventanal dispuesto a romperlo y entrar por la fuerza. Otras pisadas se acercan a mí y me toman de los brazos.
Callate, imbécil, nos descubrirán susurra Simón. Esta no es la forma de ayudarla, la lastimará aún más si nos descubren intenta calmarme Simón. Tiene razón. Encontraré la manera de ingresar sin ser descubiertos, lo prometo susurró suavemente en mi oído Ramsey, causando en mi algo imposible de explicar. Me alejé bruscamente de ellos hacia la puerta y me tomé del pelo imaginando aquella escena. ¿Ella escapó de sus garras y la atrapó para obligarla a tener sexo? Si hubiese estado ahí, pensé... Quizá la mejor forma era hacer todo a su debido tiempo... Pero para mí el tiempo era una cuenta regresiva.
Capítulo 22 El celular extraño de Manson comenzó a sonar con histeria y bufó al separarse de mí para atender la llamada. —Maldita sea ¿quién será?— al notar el responsable, se aleja un poco de mi. —¿Qué pasa?— dice con cierto tono de cansancio. — ¿Qué?— pregunta sorprendido sin dejar de mirar a ambos lados. —Encargate de ellos, me aseguraré de que ella esté a salvo— alcé la mirada más interrogante de todas al escuchar sus palabras. Al colgar lo atosigué con preguntas. —¿Pasó algo malo?— sin prestar atención en lo más mínimo, me toma del brazo y me lleva rápidamente a mi habitación. —Manson ¿qué
sucede? Espera, me lastimas— forcejeo con él. —Tenemos visitas no deseadas— me dice dulcemente y con una sonrisa muy forzada. — ¡Camina!— me ordena autoritario y su nivel de fuerza me obliga a ceder. —¿A qué te refieres con “no deseadas”? ¿Por qué habrías de ponerme a salvo? Exijo una respuesta— me detengo en seco y logro safarme de él. Observó con furia mi reacción y un sentimiento escalofriante de miedo se apoderó de mi ser. —(tn), será mejor que vengas porque no quiero lastimarte— me alejo un poco de él y ladea la cabeza intentando pensar que no voy a hacer lo que está pensando. —Ni se te ocurra...— comienzo a correr hacia donde
estábamos para buscar respuestas desde la puerta principal. —¡(tn) VUELVE AQUÍ!— vocifera y siento sus pasos correr hacia mi. Atravesé el pasillo y las escaleras hasta llegar a la sala principal en donde choco con un hombre y éste me hace caer al suelo. Desde ese ángulo observé que estaba armado y llevaba el pelo largo junto con excesivo maquillaje. Lo reconocí al instante y él me sonrió cargando su arma para salir de allí. Unas manos heladas me tomaron de los hombros y me levantaron con fuerza para alzarme en el hombro de aquella persona que era la furia hecha carne. —No sabes el castigo que te has ganado, maldita perra— dice la voz tensa de Manson. —Te destruiré— gruñó.
—Manson ¿qué está pasando? Déjame ir— comienzo a patalear y él golpea mi trasero con fuerza. —¿De qué se trata ésto?— dije entre gritos y haciendo alusión a Twiggy con un arma. —Visitas no deseadas, maldita sea, ¿(tn) no entiendes cuando te hablo?— subimos las escaleras con rapidez y atravesamos el pasillo con dificultad por mis movimientos bruscos. — La has cagado y lo pagarás— ingresamos a la habitación, encerrandonos con llave y me tira a la cama. —Dejame— digo alejándome hasta quedar del otro lado de la cama. —¿Por qué de repente te vuelves agresivo? —Tú te has escapado, me has desobedecido — vocifera. —Ven aquí— dice señalando el
lado opuesto al mío. —No me hagas ir a buscarte— me mantuve firme en mi posición. —(tn)...— dice sin dejar de posar su mirada en mí. —De acuerdo, si es así como quieres jugar, pues juguemos— avanza con un paso rápido a mi lado y me escabullo hacia otro rincón de la habitación. —Alejate— le lanzo un almohadón de una de las sillas y él lo esquiva con toda la naturalidad. —Manson ¡no! ¡alejate!— grito y sus brazos me bordean alzándome. —Te he dicho que me sueltes. —Y yo te he dicho que me sigas el paso, pero has escapado de mí. No sabes lo furioso que estoy— me lleva hasta la cama y me empuja para rebotar en ella. Toma unas esposas con púas que se hallaban a mano justo debajo de la cama y me las coloca muy sencillamente.
—Con ésto evitarás moverte— y tenía razón, el roce de las púas dejaba pequeños cortes en mis muñecas y me producía una fricción incontrolable y dolorosa. —Muy bien, ahora necesito un mejor acceso a tu trasero— me voltea quedando boca abajo y mis brazos cruzados por encima de mi cabeza con las esposas que me pinchaban peor. —No sabes lo que me excita castigarte— sube mi vestido hasta mi cintura y golpea mi trasero con la palma de su mano, no reprimo el gemido. — Eso es lo que quería escuchar. Pero no usaré mis manos, quiero que esas visitas no deseadas te escuchen— se aleja de mí hasta aquel armario negro lleno de sus instrumentos de tortura.
—¿Qué es lo que harás?— pregunto asustada siguiendo con la mirada sus movimientos. —¿Qué es eso? —Un cinturón con tachas. Muy usado cuando era joven y que ahora lo uso para otras cosas — me sonríe perverso. —Decorará con lindas manchas negras y rojas tu hermoso cuerpo— se acerca rápidamente hacia mí y se sienta a mi lado. —No... No, por favor no. No lo hagas— le suplico con lágrimas en los ojos. —Lo hubieras pensado dos veces antes de jugarmela allí afuera— manosea mi trasero un par de veces y se prepara para los azotes. — Contaremos juntos hasta 10 ¿te parece?— negué con la cabeza. —Mala respuesta...
¡UNO!— grita y el cinturón azota mi trasero haciéndome escapar un grito. —Uno...— digo entre lágrimas. —¡DOS!— me azota nuevamente y cada vez es más doloroso. —Dos...— sollozo con la respiración entrecortada. —¡TRES!— cada azote era más fuerte y mis gritos mucho más audibles. —Cuenta conmigo, maldita sea. —Tres... Por favor, para— le suplico a los gritos. —No hemos terminado... ¡CUATRO!— me sorprende dejando escapar un grito. —Podría hacer esto todo el día...
—Manson, por favor, perdóname, no lo volveré a hacer— lloré a los gritos. —Por favor. —¡CIN...— su celular comienza a sonar de la misma forma que antes y él deja su tarea para responder rápidamente. —¿Y ahora qué? ¿No entiendes cuándo digo que estoy ocupado?— dice molesto. —De acuerdo, separamelo a él... Déjalo en una habitación exclusiva sólo para él. Yo me encargo luego— lo oigo soltar una risita. —Creo que nuestras visitas tendrán una agradable y duradera estadía aquí... Tengo que atenderlos. —Manson...— suspiro. —Manson, por favor... — digo sin poder terminar la frase.
—¿Por favor qué? ¿Quieres que te coja duro? ¿Que te libere? ¿Qué es lo que tanto quieres? — dice susurrando en mi oído. —Perdóname— susurré sin más. —He aprendido la lección— él ríe. —No he terminado contigo, princesa— deposita un beso en mi trasero al incorporarse. —Procura portarte bien ahora y no hagas nada estúpido, volveré enseguida y seguiremos jugando a mi juego favorito— oigo las llaves ingresar en la cerradura y abrir la puerta. Otra vez me hallaba en la soledad de mi habitación pero castigada y con ciertas visitas no deseadas que me generaban muchísimas dudas...
o
—Bien hecho, Matt. Has logrado que nos descubran— me recrimina Simón, quién estaba atado a mis espaldas y Ramsey a mi lado formando un triángulo en el suelo. —¿En qué demonios pensabas cuando quisiste romper esa ventana? —Cierra la puta boca, Simón. De no ser por Ramsey no hubieses logrado conseguir por tus propios medios la verdadera ubicación— le espeto. —Silencio ambos. Es mi culpa por no haber notado las cámaras minúsculas en los vértices de cada parte del exterior— niego con la cabeza al escucharla.
—No es tu culpa, Ramsey— digo observando a mi lado. —No es tu culpa, Ramsey— dice burlándose Simón. —De no ser por tí ya hubiésemos ingresado sin problemas— suspira. —Y ahora estamos bien muertos. Escuchamos la puerta abrirse y dos hombres armados nos hacen compañía y se dirigen rápidamente hacia mí para tomarme de los brazos y llevarme a algún lugar en especial. Abandoné la habitación junto con aquellos extraños y al observar los pasillos que iba recorriendo, escuchaba en un cuarto en especial un sollozo muy particular e inconfundible. —¡(TN)!— grité para que me escuche y uno de los hombres golpea mi cabeza con la
culata de su arma para quedar inconsciente en el suelo. Despierto unos minutos después en una habitación muy extensa y elegante a la vez, con varios tonos de rojo en ella y muy acogedora. Me hallaba sentado y atado a una silla totalmente solo. Observé las ventanas y éstas también estaban cerradas y obstruidas por una persiana. La puerta del cuarto se abre e ingresa una figura oscura con un lente de contacto inconfundible con un paso lento y detallado. A medida que se acercaba a la luz, su identidad era cada vez más notoria y revelada.+ —Nos volvemos a ver, señor Ortega— dice aquella voz causante de las peores pesadillas de mi novia.
Capítulo 23 Se repite la historia ¿no crees? Es como si cada momento fuese un deja vu dice mientras se coloca detrás de mí mirando a través del espejo y acariciando mis hombros. Que linda estás. Eso no te garantiza que te haya perdonado por lo que has hecho hace dos días termino de retocar mi maquillaje y sus manos me invitan a levantarme de la silla para quedarme frente a él, lo cual accedo sin problemas. Lo hice para protegerte, (tn). Hay gente que me odia que podría lastimarte y eso es algo que no quiero ¿entiendes? No lo hice para dañarte, sólo quiero que obedezcas a mis órdenes que yo considero irrefutables asiento con la mirada gacha. ¿De verdad lo
entiendes? toma mi mentón y me obliga a verlo a los ojos. Sí, Manson. Lo entiendo digo sonriendo falsamente. No te noto muy convencida, pero estoy conforme de todas formas deposita un beso fugaz en mis labios y observa mi vestido extraño, muy característico de su estilo. Estás... Ardiente... Casi tanto como yo dice cínico y ambos reímos. Eres tan humilde digo riendo sarcástica y sin quitar mi mirada de la de él. ¿Nos vamos, cariño? digo coqueta y él me ofrece su brazo. Después de usted, mademoiselle solté una risita y acepté su gentil gesto y caminamos hacia el Hall.
La extravagante limosina se estacionó frente a una galería de arte inmensa y con una arquitectura barroca muy impresionante para cualquier artista aficionado. Con suma cautela, quitó el vendaje de mis ojos y parpadeé casi involuntariamente por el exceso de luz. ¿Era necesario? él asintió serio. Manson bajó del otro lado para abrirme la puerta y ayudarme a bajar con esos exagerados tacones que llevaba y también de los paparazzis que se nos atacaron con sus flashes y preguntas. Manson decide tomarse una foto conmigo y un periodista de pequeña estatura y traje
demasiado grande para su estructura se nos acercó rebelde ante la multitud. Señor Manson ¿qué ha pasado con Dita Von Teese? dice mientras me observa energético y una cámara enorme nos enfoca sin pudor. Estamos divorciados, niño. ¿Acaso la ves por aquí? el hombrecito ríe nervioso y acerca su micrófono a mí. ¿Usted señorita es pareja oficial de Marilyn Manson o sólo llevan una relación abierta? lo observé dubitativa y giré mi vista hacia todos los flashes que habíamos captado su atención. Volteo la mirada hacia Manson y él asiente con disimulo de manera tal que ambos fuimos los que entendimos su mensaje. Soy su novia dije alzando la voz y los demás paparazzis se acercaron hambrientos de
información y farándula que alimentaba sus carreras. ¿Cuánto tiempo llevan juntos? preguntó uno. ¿Planean un matrimonio a futuro? pregunta otro. ¿Cómo es su nombre, señorita? continuó aquel hombrecito. ¿Ha interrumpido la relación entre Marilyn Manson y Dita Von Teese hasta lograr su finalización? preguntó una mujer un poco desilusionada. Manson me tomó del brazo y me alejó de aquella multitud fastidiosa. Ingresamos al establecimiento y éste contaba con obras de todo tipo. Desde pinturas renacentistas hasta obras abstractas y con figuras excéntricas en cada sector del panel se hallaban allí embriagando el ambiente con esa sensación de arte. Una mujer con un traje elegante pero de trabajo se nos acercó con
una bandeja de copas de champagne, Manson y yo tomamos dos y agradecimos el gesto. Recorrimos el salón tomados de la mano y cada tanto sentía unas miradas sobre nosotros y mi incomodidad no tardó en manifestarse. Te noto un poco rígida ¿sucede algo? pregunta deteniendo el paso.
Los tacones me están matando mentí y él sonrió. ¿Quieres que te alce? pregunta divertido y yo niego asombrada con la cabeza. Tú te lo pierdes.
¿No sientes muchas miradas sobre nosotros? digo al fin mientras retomamos el paseo. Él se voltea a verme y me enseña su perfecta sonrisa. Estás saliendo con una estrella del rock, (tn). Es obvio que sentirás miradas sobre tí... Además de lo hermosa que eres me sonrojo al escuchar sus palabras y él sigue apreciando las obras que se hallaban gigantes en las paredes. Es un poco incómodo ¿sabes? digo haciéndome pequeña a su lado. Él se detiene en una obra abstracta y se coloca delante de mí. Relajate, estás conmigo y es lo que más debería importarte con sus guantes negros acaricia mi mejilla causandome un placer
irritante por la suavidad de la tela. Acostumbrate, nena. Eres famosa deposita un beso en mis labios y yo quedo deseosa de más. Ven, te enseñaré lo multifacético que puedo ser toma mi mano y me lleva hacia el último rincón de la galería, en donde se halla una obra extraña, que parecía haber sido pintada con acuarelas, de un hombre encorvado. Tu novio es un artista también dijo orgulloso. Es... Wow, es magnífico... hago una pausa haciendo memoria. Casi tan magnífico como el cuadro que me has hecho lo increpo y él ríe. Ups, me has descubierto besa mi mano y ambos reímos. Necesito más champagne con un gesto que manifestó su mano llamó a la chica elegante que nos entregó las copas y
se acercó con más para nosotros. Gracias dijo coqueto y sin quitar la mirada de aquella mujer. Ella se alejó sonriendo como una niña. ¿Qué carajo acaba de pasar, Manson? me otorga la copa. ¿Acaso me lo est... me interrumpe alzando su copa.3 Brindemos por nuestro amor, (tn). ¿Qué piensas? lo observo absorta. No fui sincera allí afuera él negó con la cabeza ante mi respuesta. Brindo por tí, cariño. Porque sé que lo nuestro es real y que sientes cosas por mí reí ante su declaración. Pues, salud alcé la copa y chocamos a la vez para ingerir aquel delicioso y adictivo
néctar.
o Conectaron un televisor la última vez que Manson me visitó. Aquel proyectaría todo lo que él grabase sobre (tn) en vivo para demostrarme que ella ya no pensaba en mí. Uno de sus compañeros hizo guardia hasta que estaba completamente seguro de que estaba plenamente encerrado y observando aquella antiguaya de puras mentiras. Éste se encendió y proyectaba un canal reconocido de televisión, en el que estaba en vivo y el famoso periodista de baja estatura estaba dando una nota sobre qué famosos se encontrarían allí para inaugurar la galería de arte.
Una limosina negra y con pequeños detalles en plateado se acerca y capta la atención de todos los presentes. Noté que Manson fue el primero en salir para abrirle la puerta a alguien que estaba en el asiento trasero, como su acompañante. (Tn) salió con un conjunto extraño, pero elegante y sexy a la vez. Tomó el brazo de aquella bestia y caminó por la pasarela para acercarse a la puerta del edificio, pero el hombrecito los detuvo con preguntas sobre su relación. «Soy su novia» dijo previamente observando a Manson para su aprobación, pero sin quitar su hermosa sonrisa del rostro. Sólo me concentré en aquellas palabras mientras respondían otras preguntas que ya no me interesaban. ¿Podría ser ésto real o sólo era parte de una pesadilla que no podía
despertar? Unos segundos después, ellos se alejan de la multitud de paparazzis y se corta la transmisión.
Pasan unas horas hasta que aquel televisor se encendió sobresaltandome. ¿Otra vez una transmisión? Ya estoy harto de esta mierda. La diferencia fue que ahora se encontraban en una habitación parecida a la que me hallaba. No sabía con exactitud cuál era, pero por lo visto, los sonidos que iban a causar iban a hacerme pensar sobre eso. Él la atrajo hacia él y comenzó a besarla con brutalidad y quitando su vestido con desesperación. Ella simplemente dejó que sus manos paganas de apropien de su piel sin emitir límite infranqueable alguno.
Ella quitó su traje hasta quedar ambos desnudos uno frente a otro. ¿Por qué tengo que ver esto? ¿Qué gana Manson haciéndome sufrir así? La tiró a la cama y besó su cuerpo desnudo con hambre mientras ella se retorcía debajo de él. Podía notar como ella disfrutaba su estímulo y gemía cada vez que él lamía con brutalidad su intimidad. Cerré mis ojos evitando la transmisión hasta que la voz de aquel monstruo me sobresaltó. «Eres mía, (tn), y nadie puede tocarte más que yo ¿entendido?» observo que al pronunciar esas últimas palabras golpea su glúteo. Ella sólo asintió y se dejó llevar por la velocidad de sus embestidas.
La diferencia
Capítulo 24 En un recoveco oscuro y frío de la habitación me hallaba con Ramsey, uno al lado del otro y atados a nuestras sillas. Sólo una pequeña luz se dejaba escapar a través de la persiana y era la responsable de la miserable iluminación que nos ofrecía. —Simon ¿Y ahora qué haremos? Estamos bien muertos aquí— dijo preocupada y observando todo a su alrededor con paranoia. Sinceramente yo también estaba asustado, y me aterraba saber la situación y el paradero de Matt, como así también la mente lavada de (tn). Ser franco era una opción: para demostrar honestidad o para incrementar el miedo de mi compañera.
—Buscaré la forma de safar de ellos, pero necesito que mantengas la calma y trabajemos en equipo como siempre— dije con una tranquilidad que desconocía de mí. Ella me observó como si hubiese dicho una groseria. —¿Cómo quieres que mantenga la calma si estamos encerrados aquí sin posibilidades de obtener ayuda del exterior y encima con asesinos rondando?— vocifera mientras yo pongo los ojos en blanco. —Maldito sea Matt por habernos metido en este matadero, tendría que haber escuchado a mi intuición— ambos comenzamos a discutir hasta lograr un canon de nuestras voces. —Oh, Ramsey, no es culpa de Matt... No es su culpa ¿Entiendes?— ella me observa furiosa pero en silencio. —De no ser por él,
jamás hubiese recibido noticias de (tn) y más aún teniendo en cuenta que está en peligro, así que por favor, calmate que necesito cooperación, mas no problemas ¿Ok?— ella asintió impasible. —Nada malo nos pasará. Uno de los colegas de Manson interrumpen nuestra grata conversación y se une a la insípida habitación para darnos compañía indeseable. Llevaba un vestido y unas rastas muy desarregladas con un pronunciado maquillaje. Al vernos nos dedicó una sonrisa. —¿Qué decías?— susurra Ramsey cerca mío. El chico del vestido se acerca a nosotros y se sienta en el suelo justo enfrente nuestro, sin quitar su sonrisa ni su mirada hacia nosotros.
—Hola, quizá ya me hayan visto por aquí y no sepan mi nombre. Soy Twiggy y estoy a cargo de su custodia— dijo aún sonriente. —Pensé que eras más linda en persona, Twiggy— digo en burla haciendo referencia a la modelo. Él me observa con asco. —No juegues conmigo, Simón. No soy sólo un vestido con rastas— dijo y sus palabras resonaron en mi mente por el pensamiento que tuve de él antes. —Tengo el poder y el control de sus miserables vidas— nos susurra con los ojos casi desorbitados y gesticulando exageradamente. —Así que ustedes se comportan conmigo y yo me comportaré como ustedes. Es un buen trato— vuelve la sonrisa a su rostro. —Oh, tú debes ser la chica Einstein— dice acercándose a Ramsey. — Quien sabe qué clase de métodos llevas
escondidos para averiguar todo lo que se te plazca, bebé— acaricia la mejilla de Ramsey y ella se quita con torpeza. —No me toques— dijo en un hilo de voz. Twiggy río y quitó su mano con lentitud. —Si Manson pudo seducir a su víctima hasta enamorarla, yo también podré— dijo. —Tu tiempo aquí ha terminado— se levanta bruscamente y toma a Ramsey del brazo obligandola a seguir su paso. —Hey, detente. Ella no ha hecho nada, déjala en paz, hijo de puta— vocifera. —Si tan hombre te crees, pelea como uno— digo tratando de safarme de la soga que me mantenía allí. —Descuida, amigo. No necesito demostrar mi género para serlo. Además necesitarás esa
fuerza para mantenerte durante mucho tiempo encerrado en ese cubículo— dijo riendo y cerró la puerta detrás de sí. Solamente oí los gritos de Ramsey y, luego, un silencio criptico que me heló la sangre. El plan había desbarrancado por completo, todo mi equipo se hallaba en problemas ahora y, por lo tanto, yo era uno de ellos también.
⚡
Manson me había comentado que ubicó un mini gimnasio en la mansión, dado que me prohibía salir de ella y que era la única forma de mantenerme "a salvo de sus enemigos". Coloqué mi outfit deportivo y mis auriculares comenzaron a sonar con la vigorosa melodía
de Rammstein. Llevaba el espíritu joven y la necesidad de ejercicio conmigo para calmar las aguas de mi cabeza. Fueron días un poco extraños en la vida de Manson y la de todos en general. Ya nadie se comportaba con normalidad; era un ambiente de tensión y paranoia mezclada con una seriedad homicida. Sin prestar atención al exterior de mi habitación, caminé por los pasillos escuchando Zerstören al máximo volúmen totalmente ajena a quién pasaba a mi alrededor.
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Sentía que el hambre comenzaba a pasarme factura y el sueño dejaba inquietos mis párpados. Tenía las articulaciones adoloridas e inmóviles por la inutilidad, como así también todo mi cuerpo. El dueño del control de mi motricidad se hallaba merodeando con total impunidad en esta maldita mansión y yo estaba aquí moribundo contando los días para descansar por fin en paz. Una dulce melodía proveniente de la boca de una mujer comienza a acercarse a mi ubicación. Tarareaba una canción de una banda que reconocía perfectamente y que sabía que era la favorita de (tn). Mi impulso fue gritar por ayuda con la poca fuerza que me quedaba en las cuerdas vocales. Pero no hubo respuesta ni conmoción al respecto.
—(tn), ayuda, por favor. Soy Matt— vociferé. —¡AYUDA! ¡(TN)! ¡NO TE VAYAS! ¡POR FAVOR!— grité hasta que oí sus pasos en la lejanía. La había perdido, estaba seguro de eso. Sentí una impotencia inmanejable y golpeé el suelo con los pies gritando con toda la fuerza que me quedaba desgarrando mi garganta.
⚡
Luego de un entrenamiento exigente, me metí en las duchas y limpié todas las impurezas de mi cuerpo. Me vestí muy casual, casi rozando con lo indigente y retomé mi camino hacia mi habitación, ya que eso era el plan: salir de la habitación, hacer algo, volver a mi habitación.
Me sentía una princesa en un castillo infestado de dragones. Tomé un camino diferente, aquel que no se hallaba conforme a lo pactado con Manson. Era el "piso prohibido" según él, ya que había sido modificado por motivos personales de su dueño y sus amigotes. Subí las escaleras y noté que al situarme en el centro de la sala principal de ésta, había bifurcaciones hacia distintas direcciones. Tomé el camino seguro, es decir, el lado central, por el cuál sería más fácil volver. Me adentré en el pasillo iluminado por velas y con una decoración más sombría, como aquellos castillos encantados de las novelas. Aquel contaba con muchas puertas de madera maciza que me recordaban a la mansión cuando yo había sido, entre tantas cosas,
secuestrada por Manson y me estremecí al rememorar ese momento. Oí un llanto histérico al final del pasillo que me hizo sobresaltar del susto. Junté coraje y me acerqué a la puerta que escapaba aquel llanto de una mujer y éste aumentaba su volumen dándome la pauta de ser esa la habitación en dónde se halla la víctima. Alcé mi mano con lentitud a la manija y otra voz tercera en el instante me detiene en seco y ocasionando un sobresalto repentino. Volteo rápidamente y él se hallaba cruzado de brazos a unos metros de mí y muy furioso.+ —¿Qué estás haciendo aquí?— dijo Manson con ira en su mirada.
Capítulo 25 —Yo... Puedo explicarlo— se acercó rápidamente a mí con su furiosa mirada acechandome y aún el llanto de la mujer no cesaba. —¿Qué está pasando aquí? Por favor, no me lastimes— me alza en sus hombros y me aleja de aquel piso prohibido. —Manson, no. No me hagas nada, por favor — lloriqueo. —Sabes perfectamente que no deberías estar aquí— se limitó a decir y el llanto de la mujer cesó de un golpe, algo que me heló la sangre y me hizo descubrir una curiosidad e impotencia que jamás había sentido antes. ⚡
Ingresamos a mi habitación y de un portazo nos encerró dejándome en el suelo con brusquedad por mis intentos en vano de safarme de él. Quedamos en silencio unos segundos infernales que me resultaron eternos y sin dejar de fulminarnos con la mirada. —Manson, desde hace días todos se comportan muy extraño ¿Qué diablos está pasando?— él me observa sin expresión. —Nada ¿Qué habría de pasar?— se limita a decir. —Ese llanto... ¿Has... Secuestrado a más mujeres?— digo disgustada. —Escucha, tú no deberías haber ido a ese piso y lo sabes— me recrimina. —Me has desobedecido... Otra vez.
—No puedo vivir con alguien que me tiene fuera de órbita. Basta de mentiras, Manson. Necesito una expl...— me tapo la boca por las repentinas náuseas y corro al baño a encerrarme. Oigo a Manson correr hacia mí y quedarse muy cerca del otro lado de la puerta. —(tn) ¿Estás bien? Déjame ayudarte— intenta abrirla pero ésta estaba cerrada. —Por favor, abre la puerta. Algo extraño estaba pasandome. No era muy común tener tantas náuseas seguidas y no vomitaba tan fácil antes. Un miedo se apoderó de mí helandome la sangre y dándome una palidez monstruosa. Recordando las veces que Manson y yo lo hicimos, nunca nos cuidamos y todo surgió con total naturalidad después. Me tomé de la cabeza con ambas
manos pensando en lo que podría llegar a suceder pronto y no reprimí el llanto. —(tn), ya mismo abre la puerta. ¿Qué sucede?— comienza a tocar la puerta con frenesí. —¡Abre la maldita puerta!— golpea con fuerza ocasionando un temblor en ella. —Por favor, déjame sola un momento— musité. —No lo volveré a repetir, (tn). Ábrela si no quieres que la tire abajo— amenazó. Con lágrimas en los ojos, me levanté y lavé mi boca. Me sentía un desastre por la noticia que en unas horas podría ser real. Me observé unos segundos más en el espejo y me veía muy demacrada, con muchas ojeras y los ojos sumamente hinchados de tanto llorar.
Quité el seguro de la puerta y ésta cedió ante el impulso de Manson por abrirla. —¿Estás bien?— me observa preocupado y se acerca a socorrerme. —Manson... Necesito...— musité. —¿Qué? ¿Qué necesitas? ¿Algún medicamento? Iré rápido a comprarlo si así lo deseas— y ahora el rol de servicial era el de él. Negué lentamente con la cabeza. —Necesito un test de embarazo— dije sin más. Él me observó sorprendido con cierto aire de temor y tardó unos segundos infartantes. —¿Un test de embarazo?— pregunta impactado y ríe nervioso. —No, no lo necesitas ¿De qué hablas? Es un simple
vómito (tn), es decir, puede ser algo que has comido que te cayó mal— comenta su hipótesis. —Por favor, necesito despejar mi duda con eso— me observó impasible y asintió alejándose con velocidad. ⚡ —¿Cuál es tu nombre, preciosa?— pregunta Twiggy muy cerca de mi rostro. —Sé que he sido muy descortes con ustedes por no permitir que se presentaran. Lo único que emitía era un llanto histérico. No parecía ser un hombre peligroso, pero el hecho de que mis amigos estén en distintas partes de éste inmenso lugar y en diferentes grados de peligro me aterraba, además de saber que yo en cierta parte también lo
estaba. No debía seguir su tierna imagen de un hombre con vestido y rastas, porque podría ser totalmente agresivo como Manson. —¿No responderás? Merezco un poco de respeto ¿No crees? Aunque sea para mantener con vida a tus amigos— amenazó y seguí sin responder. —Aún no entiendo cómo a Manson se le da bien salir con sus víctimas. ¿Es porque es más lindo e imponente?— otra vez mi llanto y mi respuesta ausente. Oímos voces en el exterior de la habitación y él se concentró en ellas. Era una mujer quién discutía sobre mi llanto y que, al parecer, era la chica que estábamos buscando. Comencé a llorar más fuerte para llamar su atención, pero Twiggy me golpea con algo hasta que pierdo el conocimiento.
⚡ —No tardaré— dije con el test en mano y cerrando la puerta del baño. Nunca había usado uno de éstos, ni con Matt que llevaba más tiempo en pareja. Seguí las instrucciones al pie de la letra y comencé a orar para que no sea la respuesta que cambiaría la vida de todos aquí, inclusive Matt que se hallaba en el exterior. Mientras esperaba que haga efecto, imaginé este momento pero en otro contexto en el que Matt es el que espera afuera del baño con los nervios a flor de piel por la gran noticia. ¿Cómo sería formar una familia con él? Jamás lo hemos discutido con seriedad, pero sé que con él sería todo más ameno y llevadero. Aún me sentía joven para criar a un
hijo y darle todo lo que ni yo misma me puedo dar. Cerré los ojos y los abrí observando el test: había dado positivo. Lo dejé a un lado y comencé a llorar sin cesar, con toda la libertad que me quedaba desahogué mis penas en simples y calientes lágrimas que empaparon mi rostro. Estaba segura que era hijo de Manson y eso me daba una mezcla de sentimientos, por un lado sentía mucha angustia y por el otro una emoción por ser madre y darle todo mi cariño a este pequeñito. Estaba consternada porque no podía sentir una dualidad de cosas, no era lógico y sabía que significaba perder la cordura. Tomé el test y abrí la puerta del baño, Manson se hallaba sentado en la cama con ambas manos apoyadas en su mentón y observando
un punto fijo en el suelo. Podía sentir a distancia lo que pensaba, seguramente era decepción de sí mismo o tal vez de mí. Me acerqué dubitativa hacia él y sus manos se alejaron de su rostro y su mirada penetró la mía. Una mirada llena de temor, como una presa antes de ser asesinada por su depredador. Una mirada que jamás había visto en él. —¿Y bien?— mantiene su posición. —Manson... Estoy embarazada— digo con lágrimas en mis ojos. —¿Qué?— vocifera sobresaltandome y sus ojos quedan abiertos como platos. Tapa su rostro con las manos y oigo que dice algo pero por la obstrucción de sus manos no resulta claro.
—¿Qué has dicho?— pregunto entre sollozos. Él alza la vista hacia mi pequeña y abultada panza y la rodea con sus brazos pegando su rostro con ella. Rodeo su cabeza con mis brazos y acaricio su pelo con más lágrimas cayendo violentas por mis mejillas.+ —Me has dado la mejor noticia que recibí en mi vida, (tn)— dijo entre sollozos.
Capítulo 26: Primer trimestre Comienza la cuenta regresiva. —¿Qué nombre piensas ponerle?— pregunta Manson un poco tenso en su escritorio junto con varias hojas de anotador. Me coloco detrás de él y acaricio su melena oscura con cariño.1 —Aún no lo sé, deberíamos discutirlo juntos y llegar a un acuerdo ¿No crees?— quitó su atención a las distintas anotaciones que tenía con respecto a mi embarazo y se volteó para observar mi pequeño vientre que cada mes crecía más. Lo rodeó con ambas manos y lo besó suavemente. Esta acción me conmovió demasiado.
—Con respecto al sexo, me encantaría que sea una niña... Le pondría Lily— musita sin quitar su mirada de mi vientre. —Y si es un niño, pues... Jeordie junior— reí descaradamente y él sonrió. —Olvídalo, Jeordie hay uno sólo. Tendremos más tiempo para discutir sobre esto, no te presiones— acaricio su mejilla y él me observa con cariño. —Me preocupa lo que pueda llegar a pasarle a nuestro bebé, (tn). Estás en los meses más complicados y eso me obliga estar al tanto del proceso— hace una pausa observando los escritos y los manuales sobre embarazo. — No quiero perderlo, ni tampoco quiero perderte a tí. Esto es... Algo que jamás imaginé y me encanta vivirlo contigo a pesar de todo el daño que te he causado. No encaja
toda la felicidad que siento en mi corazón con esto— posiciona su mano en mi vientre. — Gracias por darme un motivo más para creer en el amor— comienzo a llorar al escuchar sus palabras tan sinceras y ambos nos abrazamos durante largo. Esto era lo que menos esperaba. No tenía esperanzas de que Manson se tomase bien mi embarazo. Todo el miedo que una persona podía llegar a sentir no era suficiente con lo que yo sentía cuando me enteré de esto y se lo hice saber. Un poco de afecto era lo que él necesitaba y el mejor método para recurrir a mí era todo lo que hizo sistemáticamente en el pasado. También sentía mucho miedo con respecto a la idea de ser madre un poco jóven. Siempre soñé con tener un hijo a los 30 años, pero dadas las circunstancias no resultó
como esperaba, pero estoy satisfecha de todos modos. Se lo comenté en el primer mes a Manson pero él no pareció hallar un problema, estaba seguro de que iba a ser buena madre y que era lo suficientemente madura para eso. No sabía si la forma de construcción de mi nueva vida era correctamente moral, pero estaba segura que era con él que quería vivirla a pleno. Nos separamos un poco y depositó un suave beso en mis labios y me dedicó una sonrisa cariñosa. —Iré con los chicos a ensayar al segundo piso. Estaremos largo rato allí así que come lo necesario y portate bien ¿Sí?— asentí. —Esa es mi chica.
—Saluda a tus amigos de mi parte— él asintió y salió de la habitación. ¿Qué podría hacer una chica embarazada de tres meses teniendo en cuenta que su pareja está paranoica con los "meses peligrosos" y le prohibió sin excepciones el uso de ciertas salas? Por ejemplo, ni favorita: el gimnasio. Era el único lugar en donde podía divertirme durante largas horas sin que nadie me moleste, porque he de admitir que este lugar era demasiado grande para dos personas y una tercera en proceso. Mi impulso de aburrimiento fue buscar diversión en otras habitaciones, es decir, hallar tareas que requieran ser completadas y que Manson no pueda hacer, como ordenar. Aunque si se entera que hago fuerza o realizo movimientos bruscos sería capaz de tenerme
encerrada para que haga reposo obligatorio. Salí de la habitación y proseguí a recorrer el pasillo que conectaba a las escaleras que unían la planta baja y el segundo piso, determinantemente prohibido para mí, para chequear algo inusual en los demás cuartos. Para mi sorpresa, todos estaban cerrados bajo llave y no había forma de conseguirla ni en los marcos de las puertas. Una puerta se hallaba entreabierta y se dejaba entrever una oscuridad perturbadora pero que daba la curiosidad de cualquiera para hundirse allí e investigar el interior. No dejé que me perturbe y la abrí con lentitud mientras rechinaba sin cesar y la oscuridad se volvía más intensa cada vez. Busqué algún interruptor y lo conseguí logrando que se ilumine parcialmente la habitación. No era
más que una sala de estudio llena de afiches con mapas y localizaciones o, por un lado, estanterías llenas de carpetas colapsadas de hojas o, por otro lado, pinturas en acuarelas típicas de ser Manson el artista de ellas. Había un ambiente extraño allí que me hacía sentir no muy bien bienvenida; había algo que no estaba bien, algo que necesitaba averiguar que era importante pero a la vez peligroso. ¿Cómo Manson pudo haber dejado esta puerta abierta medianamente teniendo en cuenta que cualquiera puede ingresar? Aunque no haya demasiada gente deambulando por aquí. Unos quejidos y jadeos masculinos me despiertan de aquella sensación de misterioso ahogandome en terror psicológico. Provenía de una habitación cercana a la que yo estaba
y no parecía ser de un amigo de Manson o él mismo. Caminé con paso rápido hacia la salida y apagué la luz cerrando su puerta para evitar sospechas. El pasillo parecía inmenso y los sonidos que emitía este hombre eran menos audibles. Necesitaba saber qué estaba pasando y quién era. No tarda en volver a jadear y a emitir sonidos extraños y mis sentidos se activaron logrando descifrar su paradero. Era una puerta distinta a las convencionales. Las normales eran todas iguales, pero ésta llevaba en el centro un símbolo que desconocía. Definitivamente estaba marcada por algo en especial y me sorprendió no haberla visto antes, tal vez no le presté demasiada atención. Intenté abrirla pero fue en vano, se hallaba
cerrada y tampoco tenía la llave. El hombre del otro lado pareció desesperarse al escuchar la puerta. Necesitaba ayudarlo ahora mismo, pero antes necesitaba hallar la puerta. Observé en la alfombra del pasillo y no había ningún bulto sospechoso que indicase la ubicación de la llave correspondiente. No habían floreros en la cercanía, así que supuse que estaba en posesión de Manson o de alguno de sus amigos. Maldije para mis adentros por no tener la posibilidad de ayudar al hombre del otro lado, pero al alzar la vista triste noté algo plateado y brillante en el marco de la puerta. Era la llave pero estaba a una altura considerable para mí. Sin importar mi condición, salté varias veces hasta lograr obtenerla. Tenía una forma extraña y parecía
ser muy antigua, la coloqué y la puerta cedió ante su acción. Estaba completamente oscuro, pero éste era más frío e insípido que la habitación anterior. Aquel ambiente me congeló y el miedo logró que comenzara a temblar. Me acerqué cada vez más hasta llegar al centro de la sala y observar que las persianas, a pesar de estar cerradas, lograban emitir un destello de luz solar iluminando a alguien sentado a una silla y atado a ella con sogas muy resistentes. Llevaba el pelo alborotado y demasiado largo, junto con una barba pronunciada y una desnutrición notable. Sólo observaba el suelo con la cabeza gacha y no pareció haber notado mi presencia. —Hola...— dije y él se retorció del dolor al escuchar mis palabras ocasionando que me
sobresalte. —No temas, vengo a ayudarte. No te haré daño, lo prometo— me acerqué lentamente a él enseñando mis manos vacías. Él alzó la mirada y la reconocí al instante. Una ola helada me recorrió la espina dorsal dejándome paralizada y sorprendida a la vez. Aquel hombre en deplorables condiciones era el hombre que más conocía. —(tn)— dijo en un hilo de voz. —Soy yo...— me observó afligido y con pocas fuerzas. —Matt... Por Dios ¿Qué te pasó? ¿Cómo llegaste hasta aquí?— me acerqué rápidamente hacia él y tomé su rostro con mis manos. —¿Manson te hizo esto?— digo entre sollozos. Él únicamente se concentró en mi vientre.3
—Ya es demasiado tarde para mí y para tí. Principalmente para mí... Se cumplió una de mis más profundas pesadillas— dijo entre jadeos.
Capítulo 27: Segundo trimestre Aún recuerdo cuando Manson y yo hablábamos con mucha emoción y a la vez preocupación con respecto a los primeros meses de embarazo. Recuerdo cuando él estaba sentado en su escritorio leyendo sin descanso cada tomo sobre ese tema, cada anotación que él hacía para estar preparado para la dulce espera y la lista de nombres femeninos y masculinos que tenía en mente para nuestro bebé. Era un simple y vago recuerdo. Luego de hallar a Matt en la mansión y enterarme de lo sucedido, nada fue igual con Manson. Hoy debo dejar de preocuparme y sentirme mal por su comportamiento, que es voluntad
mía y lo admito con total seguridad. Debo dejar de hacerlo por el bienestar de mi bebé, los próximos meses serán cruciales y cualquier malestar que yo tenga lo afectará. Por más que él me haya encerrado otra vez y ocasione más retrocesos en nuestra relación, yo debo permanecer intacta emocionalmente. Flashback —¿Qué? ¿De qué hablas?— intento conectar nuestras miradas pero era inútil. Él miraba un punto fijo en el suelo ignorando mi presencia. —Matt, por favor, dime todo lo que sepas— digo aún agachada tomando su rostro con mis manos y sollozando. —Él... Él ingresó a nuestra casa y me interceptó— con una mano libre señaló su cuello, que estaba muy lastimado en una zona. Tape mi boca por instinto. —Luego
desperté con mucho dolor de cabeza y tú habías desaparecido— comienza a quejarse al pronunciar sus palabras tomándose del estómago. —¿Qué tienes?— pregunto observandolo. — Déjame ver— quita mi mano evitando el contacto. —No es nada— vuelve a quejarse. —Es una mezcla de muchas cosas que no entenderías — lo observo sorprendida. —Gracias a Simon y su amiga estoy aquí. No sabes lo que te he buscado, pero cuando te encontré, la he cagado y Manson advirtió a sus amigos para que nos retengan aquí— hace una pausa forzando su condición.
—¿Simon? Oh, Matt, déjalo, no gastes más energías— apoyo la mano en su hombro sosteniendolo. —No es necesario que sigas... —No puedo salir de la habitación. No me puedo parar de esta silla. No puedo dormir porque siempre que lo intento algo suena, no sé qué es, pero es una melodía muy trillada que me impide dormir. Aquella televisión se enciende cuando Manson y tú tienen... Relaciones— observo detrás de mí y a lo lejos se encontraba la televisión que él mencionaba. Sentí vergüenza al imaginar nuestros momentos con Manson a través de una grabación. —(tn)... Tienes que ayudarme...— susurró. —Lo sé, Matt, pero puede matarnos si no logramos escapar a tiempo y tú no tienes
fuerzas para permanecer de pie— él negó con la cabeza lentamente. —Tienes que matarme— la sorpresa se adueñó de mi semblante. —Tienes que hacerlo antes de que siga sufriendo peor. Si él te ve aquí te lastimará y no podré soportarlo... Por favor— niego con la cabeza con lágrimas empapando mi rostro. —No, Matt, no puedo— tapo mi rostro con ambas manos. —Sí que puedes. Ten fe. Tienes una familia que cuidar, yo sé que tu amor por mí ha muerto, (tn)— lo observo y noto tristeza en su mirada. —Hazlo antes de que sea demasiado tarde. Lo abracé con suavidad y sentí como sus exuberantes músculos habían caído para
luego desaparecer y palpar solamente sus huesos sobresalientes. Podía escuchar su respiración agitada y leves sonidos de dolor que exhalaba de su boca. La luz se encendió y nos acribilló la visión dándonos un sobresalto. Sentí rápidos pasos hacia nosotros y supuse que el tiempo había terminado. —(tn) ¿Qué haces aquí?— pregunta Manson. —¿Por qué te gusta meterte en problemas?— me toma de los hombros y me separa de Matt. Comienzo a gritar y patalear. —Sabes bien que no debes estar aquí. —Manson, no, por favor— comienzo a sollozar. —No le hagas más daño— él se detiene en seco y nos observa con atención.
—Me has dado una idea— me deja en el suelo y cierra la puerta con llave. Camina hacia un mueble en el cual uno de sus cajones llevaba un enorme candado. De su manojo de llaves, posiciona la correcta y éste cede cayendo al suelo. De su interior, toma una pistola y vuelve hacia nosotros. —No...— suspiro. —Espera. —Tú impedirás que le haga más daño— me ofrece su arma y yo bajo la mirada. —Puedo hacerlo yo si quieres. —No, Manson. No...— sollozo con ambas manos en mi rostro. —Entonces hazlo— gruñó. Observé a Matt una vez más y de vez en cuando me parecía verlo normal, como realmente lo conozco. Pero esa bella imagen se difumina con la
realidad enferma que estaba frente a mis ojos. Su mirada imploraba piedad y no dejaba de mirarme. —Hazlo, (tn). No tengas miedo— intenta sonreír y baja la cabeza. Acepté el arma y le apunté. Manson ya la había cargado, ya que no sabía cómo usar una y me ayudó a apuntar para dar el mejor tiro. Con mi rostro empapado, mantuve la precisión y el tiempo me resultaba eterno. No era justo lo que estaba haciendo y aún tenía muchas dudas en mi mente que necesitaba resolver con la ayuda de Matt, por ejemplo: sobre el paradero de Simon, mi mejor amigo de la infancia. La última lágrima cayó y se esparció contra el suelo; el último adiós a la persona que alguna vez amé con la intensidad de mil soles; el
último abrazo y la última bala que salió despedida al apretar el gatillo. De aquel amargo recuerdo sólo han pasado dos meses. Exactamente dos meses es lo que llevaba encerrada en mi habitación, como Matt en su momento. Lo único que pasaba rápido eran los meses de embarazo, gracias a eso me daba cuenta que el reloj de arena estaba llegando a su fin. Es mi sexto mes y ahora Manson cedió su castigo hacia mí. Sé que lo hace por su hijo y ya no por mí. Nos vivimos equivocando, causando daño uno al otro, lastimando a terceros para mantener el prestigio y el honor. Porque el egoísmo fue lo que lo impulsó a tenerme aquí todavía Faltaba muy poco para que nazca nuestro bebé y cada vez los dolores que sentía eran
más fuertes, casi violentos. Era como un infierno en mi vientre que no cesaba. Tenía miedo cuando eso sucedía, pero nunca se lo hice saber a Manson. No quería preocuparlo o que sienta que cae en su responsabilidad, porque a pesar de todo yo siempre aposté a su bienestar y nunca al mío. Estaba sentada en la bañera llena de agua caliente con espuma revoloteando por ahí. Permanecía en silencio observando la nada misma analizando la situación y acariciando mi vientre. Manson toca la puerta del baño y le cedo el paso. Ingresa con un semblante afligido y queda en cuclillas a mi lado observandome fijamente con esa mirada expresiva. —¿Cómo estás?— pregunta casi en un susurro.
—¿Cómo quieres que esté?— cuestioné evitando su mirada. Él suspira. —Te debo una disculpa— acaricia mi pelo húmedo y reprimo el llanto. —Me debes más que eso, Manson— dije con la voz entrecortada por el nudo en la garganta que se hacía presente. Una fuerte punzada me toma por sorpresa y me obliga a chillar en mi lugar mientras me arqueo. Manson me toma de los hombros y toma mi mano preocupado. —¿Qué sucede, (tn)? ¿Qué pasa?— dice con desesperación. —No sé qué estoy formando en mi vientre. Si es un niño o un monstruo— chillo ante los dolores.
Capítulo final Me senté en la extensa mesa del comedor justo frente a Manson. Él parecía estar muy serio con la organización de su nuevo álbum y nuestras tantas peleas. Uno de sus sirvientes nos alcanzó nuestros platos y otro se acercó a llenar nuestras copas de vino. Comimos en silencio sin quitar nuestras miradas tensas de nuestra comida. De vez en cuando sentía la suya en mí y yo trataba de hacer conexión pero la quitaba de inmediato. Sentía un poco de curiosidad en él sobre mí, aún así no emití ni una palabra. Luego de la muerte de Matt, lo único que hice fue intentar descubrir el paradero de Simon, pero Manson sólo ayudaba a complicar las cosas. La vida me dio la espalda cuando tuve
la oportunidad de escapar con Matt, ambos vivos. Manson tomó una servilleta y limpió los restos de comida que tenía en la comisura de sus labios. Mientras tanto, yo aún daba vueltas el tenedor esparciendo la comida por distintas partes del plato. —¿No tienes hambre?— preguntó con una voz que parecía haber marcado una cierta distancia entre nosotros. Resoplé angustiada y solté el tenedor dejando que su sonido se haga presente. —No, Manson— me limité a decir sin quitar la mirada del enorme plato. —¿Cómo lo llevas?— alcé la mirada hacía él y observo como bebe su copa. —El embarazo.
—Aún falta un mes. Este niño me ha hecho la vida imposible— digo acariciando mi vientre. Él asintió sin darle demasiada importancia. Un silencio atroz apareció en escena dejandonos sin palabras más que agregar. No teníamos diálogos muy llevaderos últimamente, más aún sabiendo que se ocupó más de otras cosas que de mí y me fastidiaba pensarlo. —(tn)...— dijo despertandome de mis pensamientos. —Sé lo mucho que has sufrido estos meses y lo mal que hice en haberte dejado sola, por eso lo siento, de verdad. Estoy tratando de hacer lo mejor posible para tí y para nuestro hijo. —¿Manteniendo gente cautiva y asesinando a uno de ellos es "hacer lo mejor" para tí?—
pregunté y él parecía más serio. —Manson, he pasado 8 malditos meses con dolores insoportables que casi seguro no lo ha padecido ninguna mujer embarazada normal. ¿Entiendes la gravedad del asunto?— él asintió. —No te lamentes conmigo, ve con la gente que tienes encerrada. Ve con Simon— dije con atrevimiento. —No debes preocuparte por ellos. Ya no están con nosotros— dijo con tranquilidad. —¿A qué te refieres? ¿Los has liberado?— pregunto absorta. Él parece dudar en su respuesta. —Tal vez. De todas formas no es algo que sea de tu incumbencia— dijo desviando su mirada de mí.
—Estoy harta de tus secretos, Brian— vociferé. Él abrió sus ojos como platos cuando pronuncié con ira su verdadero nombre. — Estoy harta de ser tu maldita esclava. Estoy harta de tu silencio, estoy harta de tus amigos... Estoy harta de TÍ— grité. Al pronunciar la última palabra, un dolor agudo se precipitó en mi vientre dejandome con la boca abierta y exhalando aire de manera agitada. Manson me observa con confusión e intenta ver desde otro ángulo mi dolor. —¿Estás bien, (tn)?— preguntó sin acercarse. Abracé mi vientre y me incliné hacia adelante por el calvario que sentía en todo mi organismo. Era como si un parásito se estuviera devorando mis órganos y saciando
su sed de sangre humana. Me tomé de la mesa y luego caí al suelo tirando los utensilios y las vajillas quebradolas por completo. Manson corrió hacia mí tomandome de los hombros y ayudando a observar qué es lo que estaba pasando. Ambos notamos que mi vestido blanco estaba totalmente ensangrentado en la parte baja y las gotas rojas oscuras se deslizaban por ambas piernas. Al ver esto emití varios gritos casi guturales del dolor y la impresión, como así también por miedo a perder mi bebé.
Manson llamó a una ambulancia y en unos minutos casi eternos, ellos llegaron. ⚡
Veía las luces del techo con velocidad, a la vez que ellas se mezclaban y se perdían en la nada. Solamente sentía como mi mente quedaba a la deriva escuchando voces que pedían permiso y el sonido del rápido desplazamiento de la camilla por los pasillos blancos del hospital. No entendía bien qué pasaba, no sabía si estaba viva o ya estaba muerta, pero sí estaba segura que no sentía mi cuerpo y mi mente era lo único que se mantenía en pie. ⚡ —Someteremos una cesárea, compañeros. Debemos priorizar la vida del niño— una profunda anestesia adormeció a (tn) parcialmente dejando a sus oídos despiertos y atentos al exterior.
El sonido de las pulsaciones comenzó a acelerarse cuando tomaron el primer bisturí para realizar la debida incisión. Todo parecía resultar un parto de rutina; un parto normal como cualquier otro. Los médicos se aseguraron de preservar ambas vidas, a pesar de que la madre no contaba con todo lo necesario para sobrevivir. Hallaron al niño malformado, con ojos muy grandes y pequeños pero incipientes cuernos en su cabeza. No era un caso conocido y ellos estaban seguros que no existía. —Esto no es un bebé normal, doctor— gritó una de las participantes. —No es un caso que esté establecido. Las pulsaciones comenzaron a bajar en picada. No pasaron más de dos minutos para
notar que (tn) ya no iba a pertenecer a este mundo. Tomaron el desfibrilador e hicieron hasta lo imposible para recuperar su estabilidad, pero no resultó. —La perdimos...— suspiró el doctor a cargo. A su lado estaba Matt, quien sonría a su amada tomando su mano por ver como la muerte se apoderaba de ella. ⚡ Desperté sobresaltada y con sudor en todo el cuerpo. Unos segundos pasaron para que la temperatura alta corporal bajé logrando que el sudor sea frío y provoque que me tape más con esas sábanas mediocres.
Estaba conectada a una máquina de hospital y me hallaba en una habitación de ese estilo. No entendía muy bien qué estaba pasando, pero sentía que estaba muerta. Oigo actividad de un inodoro al parecer. Provenía de una puerta justo a unos metros de la cama. Ésta se abrió y una chica apareció en escena. Al verme pareció haber visto un fantasma. —¿(Tn)? Oh no puedo creerlo— se tapa la boca y observo que sus lágrimas no tardan en aparecer. —¿Clara? ¿Tú... Qué haces aquí?— pregunto confundida. Ella había muerto hace largos años atrás... Definitivamente estaba en el cielo.
—Oh, querida— corrió a abrazarme y se lo correspondí. Sinceramente yo también la había extrañado mucho. —Te visito todos los días desde hace 6 años. No he faltado ni un día— abro mis ojos como platos. —Lo siento ¿Es muy pronto? —¿A qué te refieres? ¿Dónde está mi bebé? ¿Dónde está Manson? ¿Y Simon?— ella me observa dubitativa. —Wow, parece que has estado en otro mundo, chica. Tranquila, todos estamos bien. Simon ha venido hoy a la mañana a dejarte un abrazo, ya que viajará por negocios a París— observo todo con detenimiento como si me resultase extraño estar aquí. —Es un hombre muy ocupado— ríe y yo mantengo mi cara de confusión. —Tus padres vendrán por
la noche como hacen siempre, les encan...— la interrumpo de manera muy brusca. —¿Ellos... Están vivos?— ella toma mi mano y algunas lágrimas caen por sus mejillas. —¿Lo recuerdas, querida? Luego de nuestra graduación, ustedes iban a viajar a Orlando para festejar. Al volver tuvieron un accidente fatal. Ellos tuvieron varios problemas, pero ambos solucionados y con tratamientos en sus piernas— hace una pausa recuperando fuerzas. —Y tú no llevabas cinturón, maldita sea— comienza a sollozar. —Saliste disparada del auto y quedaste en coma durante largos años. Te habías salvado por poco, nena. Y verte así me sorprende mucho — acaricia mi mejilla.
—Esto no está pasando... Esto no es real... No...— ella quita su mano y me observa sorprendida. —Tranquila, estás viva y eso es lo importante — parece desesperarse por mantener mi calma. —Debo ir a notificar esto con tu doctor. Por favor, mantén la calma. Volveré enseguida— dijo saliendo de la habitación. Todos los que en mi vida ficticia estaban muertos, en este mundo estaban vivos. Pero ¿Podré decir lo mismo de aquellos que permanecían en el otro mundo? ¿Matt y Lisa existen o forman parte de mi imaginación? ¿Manson sabe de mi existencia o mi padre nunca trabajó para él? Y si la respuesta es sí, la pregunta que viene a continuación me pone los pelos de punta: ¿Él es el responsable de mi coma?+
Vive en Silencio