N贸mades
editorialcampotraviesa@gmail.com cc campotraviesa cc manuela suárez “Nómades” Primera edición, Buenos Aires,2012 XX pg. 7x10,5 Impreso en Corrientes (la calle)
Manuela Su谩rez
N贸mades
Capítulo 1
Si queremos podemos matarnos
Lu me habla del antagonista de su vida, está obsesionada. Hace unos años ya que habla de eso pero parece que estos días, dadas las circunstancias, el efecto es superior. Cuando se pone a hablar del antagonista el ambiente se torna confuso porque empieza hablando de un antagonista identificable pero se da rosca con eso y pasa a otro antagonista y así sin parar. Me hago cargo, por otro lado, de mi poca capacidad para concentrarme demasiado tiempo en un diálogo. En el predio me acuerdo que podía hacerlo sin parar. Ahora no estoy a 5
ese nivel pero tampoco es que toqué fondo en la dispersión, puedo lograr ratos de concentración e interacción de lo más naturales. Me acuerdo de ese momento en el que no me importaba nada. Es como si ese estado hubiese cambiado, pero quedaron residuos. En cierto nivel de una conversación pierdo el interés, frente a los artilugios del lenguaje quedo bloqueada porque eso despierta en mí un discurso mucho más rápido que el pensamiento, me enredo, repito y lucho conmigo misma. Y Lu, que sigue con el antagonista, no culpa a la naturaleza ni a los hombres, culpa al destino, no encuentra el aprendizaje, nada de esto le hace la más mínima gracia y lo manifiesta así, con este tópico. En cierto aspecto, tampoco le importa mucho lo que opine yo o alguien, ella habla del antagonista sola, para no matarlo o para no matarse. Me dice, cuando termina con el rollo, “si queremos podemos matarnos”. Yo no contesto, no tengo ganas. Es obvio que podemos matarnos.
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Capítulo 2
Todo tiene un lugar en mi cabeza
Me llama mucho la atención este verde de afuera, cómo es tan brillante. También pierdo la noción del tiempo y el espacio, tarda en desaparecer la imagen y el color. Es raro, mañana voy a tratar de concentrarme más. Porque hasta ahora no ví el degradé natural. Verde brillante y de golpe todo negro. Me da la impresión de que las transiciones en este lugar son más bruscas o que el tiempo pasa más rápido, o capaz no hay tiempo ni siquiera, capaz que acá donde estamos son estados que van cambiando y pasando 7
del uno al otro en una milésima de segundo. Comparo la vista con nuestros sentimientos, en mi mente hay total complementación, pareciera que todo está marcado con un ritmo determinado y cuando termina, termina de golpe, en seco. De la alegría a la tristeza, del amor al odio, de la paciencia a la intolerancia, de la tranquilidad a la desesperación. Hoy quizás tenga más lucidez que en estos últimos días. Hoy es como si estuviera de acuerdo con todo y conmigo, aceptación en paz con todas las cosas, me aterra un poco también pero como estoy tan así no logro sentir eso más de un momento. No entiendo si me estoy tranquilizando o si me estoy ayudando o si me estoy conociendo más o si me estoy boicoteando. En esos momentos de confusión siento pequeños cortocircuitos en la cabeza, aunque parezca una exageración, escucho el ruido de la chispa y todo. ¿Hasta dónde podemos llegar sin explotar? Ya debo tener como treinta años.
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Capítulo 3
Me llamo Mónica
Hace algunos años una chica puso la foto de un chico arriba de una mesa de madera africana y la miró hasta sentir absolutamente todas las cosas por él y la foto se quemó. Hace algunos años más atrás en un lugar había un acantilado y las mujeres se bañaban ahí con vestidos de seda claros y salían todas mojadas y con el rayo del sol del verano con dos pasos ya eran sirenas y el río era el mar. Hace otros había empezado la película de Leonardo Di Caprio en 9
la que contrabandean diamantes y miré desde cuando les cortan los brazos hasta que uno encuentra el diamante rosa, después de eso me dieron ganas de escribir. Hace diez años más o menos un amigo me dejó un mensaje que decía que se había enterado que en el lugar donde él había nacido había una geografía muy rara, la gente necesitaba hacer pozos para construir y edificar pero en algunos lugares no podían porque abajo encontraban piedras gigantes que lo impedían. Ese día se levantó un viento que sacudió las ramas medio pobretonas de los árboles de la calle haciendo cascabel suave, una música digna de escuchar. El clima estaba bien pero los ruidos no me gustaban para nada. No me gustaba el silencio de ese día porque apagaba todo y me sentía incómoda y después al rato prendía algunas cosas que en realidad no toleraba, de nuevo para un lado y para el otro como si las ideas estuvieran en cada punta del espacio. No me sentía bien. Una presencia de algo que no me gustaba. Traté probando distintas combinaciones. Sentía, igual, que se agotaba el espacio. Me acuerdo de la imagen de las piedras. Hoy no puedo ni escribir. Me llamo 10
Mónica. Viví mucho tiempo en Bahía Blanca y después tres años en el predio. Hace algunos años que estoy acá. En la película de Di Caprio la chica que él conoce está escribiendo una nota periodística sobre la guerra por los diamantes y Leonardo Di Caprio aparece de atrás, lee en voz alta lo que ella está escribiendo y le dice que está bien o algo así y ella dice “esto es suficiente, ¿para qué? ¿Para hacer llorar a la gente? Hay que hacer algo para detenerlo”. Y yo que ahora me acuerdo de eso y lo saco de contexto y pienso en lo feo que es estar triste y en que todos los seres humanos de la tierra tenemos que ayudar a todos a desarrollar una pasión. En la ciudad donde yo viví mucho tiempo y en miles de otras ciudades del mundo el problema con la violencia era la desilusión y la falta de pasión. Pero porque no creían en la pasión. Yo creía que había otro mundo más apasionado más allá de ese mundo y me imaginaba a ese mundo con una pasión que no le hacía mal a nadie.
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Capítulo 4
Aprender a leer señales
El trabajo en Bahía Blanca era horrible, me la pasaba concentrada en números de plata, sólo eso; si por lo menos hubiese tenido que estar todo el día pensando en números que fuesen pruebas de algo o para descifrar un dato importante, hubiese trabajado con otro estímulo. Todo el tiempo utilizando partes del cerebro. Malgastándolas. Yo y el resto del mundo, no soy un caso aparte. ¿Tengo delirios de grandeza? ¿La vida es más simple? ¿Tengo que ser más práctica? Tengo una prueba: la 12
tristeza de la gente. Imagino que todo el mundo se cree especial y que todo el mundo siente amor, ayuda y apoyo. Imagino que nadie está nunca más solo o triste. ¿Soy una idealista? ¿Cuál es la realidad? Imagino un idealismo. Una tarde nos juntamos con Luciana y vimos fotos de cosas grandilocuentes. Todos el tiempo nos sentimos chicas en comparación con miles de cosas más que existen y terminamos hablando de la humanidad y porqué el ser humano se limita tanto a vivir sobre una base preestablecida pudiendo ser libre, pudiendo abrir su cabeza hasta lograr cosas, probar cosas hasta hacer fórmulas extraordinarias. Nos imaginamos gente todo el tiempo contenta y celebrando vivir. En el trabajo pensaba: que venga un idealismo, que se despierte la cabeza. Que todos dejemos de pensar en la sociedad, que la sociedad es un invento. Dejemos de estudiar la historia, estudiemos nuestras capacidades para superarnos como especie, hagamos cosas inolvidables, dejemos de estar sentados en un sillón esperando morirnos algún día. Tengamos simbiosis total con el planeta y aprendamos de la divinidad del otro, demos amor de verdad. 13
Capítulo 5
Tenemos que viajar
Hay un momento en el que la cabeza que venía tranquila se vuelve algo perturbada y la realidad deja de tener sentido porque caducó, porque la naturaleza le está pidiendo un cambio a la cabeza y es como sentir que todas las moléculas se desarman y se vuelven a armar con patrones distintos, un nuevo lenguaje para decodificar, fallan las comunicaciones con otras especies, no se puede sentir conexión alguna con casi nada y la vida se vuelve un tanto particular. Yo me pregunto por qué esto está mal o tiene que 14
salir mal, por qué hay que anularlo o esquivarlo o verlo desde una perspectiva fundada sobre la base de unas teorías que dicen más o menos lo que está bien y lo que está mal. ¿¡Eso es libertad!? No pienso en libertad como un sinónimo de algo político o religioso o cultural solamente. Pienso en la libertad mental y en todas las consecuencias. Me acuerdo una vez que estuve triste mucho tiempo y un día mi abuelo me dijo que me pusiera bien porque si yo estaba feliz un montón de personas, sólo por eso, iban a estar felices. Como siempre, la frase de mi abuelo tenía varios sentidos. No era sólo la intención y el deseo “yo soy feliz porque vos en tu vida sos feliz”, sino también “yo soy feliz porque vos, siendo feliz, me haces feliz”. Yo quiero hacer felices a todas las personas que más pueda, tengo prácticas para hacer más feliz a la gente. Mi vecino de la ciudad era un abuelo que se sentaba afuera de su casa todas las tardes, para ver pasar a la gente, siempre muy tranquilo y solo. Yo lo cruzaba al menos unas dos o tres veces por día y cada vez que pasaba lo saludaba, veía desde la 15
esquina como el señor, apenas me veía, se ponía contento. Para él seguro ese era el momento especial del día en el que iba a interactuar con la extraña - nunca nos pusimos a hablar, siempre nos saludamos y nos preguntamos cómo andábamos - que de la nada un día lo saludó y desde ese día lo saludaba todos los días. Para él, incluso, debió haber sido divertido porque no sabía nada de mí, debe haberle dado todo un misterio porque yo también a veces me ponía a pensar en cómo se llamaría el señor que se sentaba afuera. Toda esa intriga le debería generar una ilusión o un cambio, algo que no le sucedía con nadie más. Yo en la ciudad tenía comportamientos así que los hacía todos los días. Otros eran totalmente nuevos, a veces se me ocurrían de golpe, de ir caminando pensando en nada y sentir el llamado a hacer feliz y pasaba un perro y lo saludaba y lo acariciaba y lo agarraba a upa y lo miraba tanto a la cara que casi que lloraba, un llanto de emoción, a veces el perro también lloraba, un llanto contento y una movida de cola como el ala de un avión y le hablaba o iba al kiosco a comprar alguna cosa y pagaba todo con monedas. Una amiga me 16
dijo que ella cada vez que tenía monedas se las daba a los quiosqueros y yo le confesé que había épocas en que yo las guardaba todas para así juntar muchas y darlas todas de golpe. Así parecía mágico. Yo quería estar loca. Siempre lo quise, lo deseaba más que a cualquier otra cosa. Yo quería estar loca pero le pedía a un diosito imaginario que me agarrara una de esas locuras que hacen bien a la humanidad en general y a mucha gente en particular. Luciana también quería viajar con la mente.
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Capítulo 6
¿Así querés vivir?
El día que llegamos, apenas bajamos del auto ya sentimos un aire distinto, era cómo otra atmósfera, una capa nueva para los sentidos. Luciana venía con todos los mambos del planeta y quería cambiar su onda, variar su destino algo así. Yo me prendí porque sabía que una cosa así podía hacerme bien a mí también. Me gustan los cambios. Durante todo el viaje nos la pasamos hablando 18
de todas las cosas que nos venían molestando en la vida, el trabajo, el amor, las posibilidades. Ya éramos un embole a cien kilómetros de casa y eso que todo derivó muy rápidamente en el tono oscuro, porque empezó con un qué bueno esto nos va a hacer muy bien, qué alegría. Se ve que lo necesitábamos. Yo nos imaginaba tipo Hansel y Gretel, dejando migas de nuestra angustia por todo el recorrido hacia el predio fantasma. Bueno, no era un predio fantasma. Era una comunidad que había abandonado la ciudad, nómades. La primera vez que supimos de ellos fue un día que vimos las fotos en una muestra de una chica que había vivido un tiempo ahí pero se había vuelto a la ciudad porque no le había gustado. Uno podía ir a ver qué tal y volverse y otros lo tomaban con otra intención. Los primeros en iniciar la diáspora eran un grupo de cuatro personas que se lo juraron de una manera ritual, vivir así para siempre, pensar que ésa era la única posibilidad y contribuir a la salud mental, al equilibrio del planeta y a la evolución. Entonces, por ahí cuando iba gente por un 19
tiempo corto era raro para los que seguían viviendo en el lugar. Las fotos estaban bastantes buenas, en todas había una inminencia, un algo. Los tonos del lugar eran bastante armónicos, no era el típico escenario natural, era una mezcla de lugar rejunte de cosas destruidas y chozas armadas con cosas de ahí y espacios comunes, de película. Tenía una foto de una plaza bastante triste por la luz, porque si era por los juegos estaba buena y llena de plantas todas distintas y sillones viejos. A este primer grupo los habían acusado de robar plantas, en más de una ocasión los vieron arrancándolas de las macetas y canteros de las ciudades, de los halls de los edificios, de los locales de ropa, de donde fuera. Era como una diversión del momento, parecía arte, nadie se cuestionaba si eso estaba bien o mal. Pero cuando los chicos se mandaron a mudar e hicieron la suya les salieron con estas cosas, en realidad lo que pasaba era que no tenían un mango y necesitaban darle a la tierra para que la tierra les diera a ellos y así empezar. Tenían que robar plantas para poder arrancar de cero en otra parte. Así fueron juntando varias, algunas de especias, y se mudaron. Los primeros 20
en iniciar la diáspora vivían bastante lejos, así que un tramo del viaje - el más largo- lo hicieron atrás de camionetas que los llevaban y un tramo mucho más corto lo hicieron a pie. Esto también formaba parte de las acciones del grupo, hay un documental que filmaron del recorrido a pie. Fueron acampando al costado de la ruta. Cualquiera que ve eso, por más de que su vida no tenga nada que ver, no puede no valorarlo, porque es un acto de valor. Le preguntamos a la dueña de las fotos para ver cómo podíamos llegar. Nos contó el procedimiento. Luciana y yo estábamos pasando por un momento de transformación, ella desde una ella actual a una ella futura y yo una yo actual a una yo futura. O capaz que era otro karma y el karma es siempre atrasado, malísimo.
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Capítulo 7
Me desperté porque soñé con el futuro
Esto es el contenido de un pensamiento que se me vino como un sueño al tercer día de haber llegado al predio. No sé si ahora pude recordarlo con exactitud, espero que sea el correcto. Cuando me desperté acá le dije a Luciana anotá y ella escribió en la pared con un palo todo el código. Quizás sea el verdadero. xxcvcvxnmcvxnmxcvnmxcvnmcvxnmcvcvcvxxcvcvxnmcvxnmxcvnmxcvnmcvxnmcvcvcvxxcvcvxnmcvxnmxcvnmxcvnmcvxnmcvcvcvxxcvcvxnmcvxn22
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el predio. Es imposible pasarlo solo. Más tarde me enteré que Hamilton lo había diseñado. La concentración de una sola persona no basta para no equivocarse. Tiene que pasarse, al menos, de a dos. Éste es el código de iniciación. Se supone que quienes tengan la paciencia para pasar este código tienen la paciencia necesaria para la comunidad. Es una prueba de fuego. Cuando lo ingresas aparece algo bastante mágico en la pantalla. Eso no lo cuento porque quiero que lo vivan. O capaz lo cuento después si veo que se acorta el tiempo. Lo más interesante de todo es que la gente que estaba en el predio tenía el mismo acceso que todos a las pruebas de códigos. El proceso para encontrar los papeles era como una telepatía, se tenían ciertas charlas y eso, desde el plano simbólico en el que estaba planteado, generaba una posible curiosidad. Entonces había gente que encontraba el código el primer día, había gente que a los días, hubo gente que estuvo hasta quince días sin encontrarlo. Era una casualidad, no dependía de la persona en absoluto. Yo me daba cuenta de quienes habían encontrado 27
el código, incluso diferencias entre quienes lo habían encontrado y no habían podido transmitirlo y los que lo habían encontrado y podían transmitirlo. Quizás seamos las únicas sobrevivientes de la comunidad. No sé qué pasa afuera. Estamos esperando. Tratando de estar lo más tranquilas posible. A veces es difícil. Ahora quiero contar una historia muy linda que me contaron una vez.
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Capítulo 7
Una historia muy linda que me contaron una vez
Se trata de un chico que tiene poderes especiales y va caminando por un lugar abandonado y se encuentra con una persona que le dice: “ya que sabés tanto, que podés ver, que hacés el bien, decime qué es el cielo y qué es el infierno”. Y el chico le dice “no lo sé, no puedo definirlo con palabras”. La persona se enoja y abruptamente le grita al chico “¡estafador! ¡Le robás a la gente!”. El chico le responde: “ahí tenés el infierno”. La persona se desvanece de golpe y cambiando la 29
mirada primero y luego el gesto general de la cara, lo mira al chico y le dice “gracias por tan buena explicación” y el chico le responde: “ahí tenés el cielo”. Pensaba en lo importante que resultaría tener un lenguaje básico con el que se comunicaran todas las personas de la tierra. Eso lo pensaba por lo menos unas cinco veces al día antes de viajar, era la frase que más se me venía a la cabeza. Pensaba en crear una solución para que las personas pudieran comunicar lo más primitivo y desarrollar lo más complejo dándole otra orientación, no sé. Yo sentía que no podía comunicarme con nadie, que yo no estaba hablando bien en esos días, era un laberinto todo el tiempo. Fantaseaba con la idea de estar mucho tiempo sin hablar o sin que me hablaran, sentía que era necesario. Y, si bien en la comunidad se hablaba mucho de todo, había eventos que se organizaban teniendo en cuenta silencios especiales o un pensamiento. Yo quería liberar espacio, era inminente, yo necesitaba liberar espacio porque corría el riesgo de enloquecer de la manera fea. Conocía los disfraces de mi 30
mente que se repetían, me daba cuenta de la red interna simbólica del cerebro. Cualquiera puede hacer esto. Hay un momento que, si le prestas atención y ya lo viviste antes y en ese momento te sentís relativamente bien, te das cuenta. Te cuidas más. No arriesgas olvidarte. Un martes el mago nos contó esta historia a Lu y a mí y nos quedamos con la boca abierta pensando que las verdades no son slogans, las verdades son las múltiples cosas que uno tiene al alcance. Hay millonesmil de verdades. Hay verdades periódicas, de esas que sufren algunas alteraciones al principio y luego se repiten hasta el infinito. Yo no sé qué está bien y qué está mal. Yo no quiero pensar más en eso. Yo no quería evitar que cosas hermosas naturales sucedieran, no quería estimular permanentemente mi realidad con imágenes repetidas, no quería reproducir los pensamientos en algo plástico, yo no quería hacer arte, yo quería vivir tranquila. Después de la historia, con Lu nos fuimos a hacer unos jugos de naranja a la cocina y nos dio gusto hacer el trayecto en patas pisando el pasto y después de golpe cuando ingresamos a 31
la galerĂa la baldosa fresca y el perro durmiendo al lado de la puerta y las ganas en seguida de arrojarse sentir el viento en la cara y hacerle caricias a un perro amigo, a alguien, a una planta. Cuando hicimos el jugo a Lu se le ocurriĂł que serĂa hermoso ir hasta el alambrado y ver bichos de luz y mariposas negras, que estarĂa bueno sentarnos en el capot del auto roto y rojo y ver la luna y contar historias de mentira pero con tono de verdad.
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Capítulo 8
Infinito punto rojo
Una de las cosas más increíbles era la mezcla mutante, que habían obtenido en la huerta, de una especie de arándano y frutilla mezclado, un fruto que era como comerte un bosque de felicidad. También era considerado un dios, se cultivaba en abundancia, se devolvía maduro a la tierra. Tenía toda una ceremonia que se realizaba cada vez que recolectábamos, se decía una poesía bellísima de una de las chicas de la primera diáspora, hacía una analogía con el fruto 33
y con reencarnarse, con nacer y morir para vivir más. El texto era de años, escrito en los primeros asentamientos, para ese entonces el espíritu de los integrantes era otro. En realidad ellos eran unos transmisores del cambio, por lo tanto, en algunas cosas eran bastante persuasivos. No vendían un bochorno, te invitaban a experimentar ese tipo de vida. El objetivo de la comunidad se fue puliendo con los años y las experiencias. Para la época en que fuimos nosotras, el primer objetivo era desarrollar la paciencia, luego la historia tomaba el camino que debía tomar, eso era una burbuja, ahí pasaban cosas que no pasaban en ninguna otra parte del mundo. Había un intercambio permanente de ayuda entre todos los integrantes. Al final, todas las cosas podían hacerse, porque siempre había alguien dispuesto a ayudar a alguien que tuviera la iniciativa de hacer algo. Era increíble el balance energético. A Luciana le costaba dormir, a veces me decía que extrañaba el ruido de los autos de la avenida de la esquina de su departamento, las cuatro paredes, el contenido cúbico. Ella decía 34
que era como toda una cuadrícula. Yo también extrañaba el ruido de los autos, las alarmas. Son cosas molestas, pero eran parte de nuestra realidad. Ahí, en cambio, el silencio de la noche a veces era un abismo negro oscuro, dark. Eso dije en la primera charla y se armó un debate terrible porque terminamos hablando de la falta. En un momento estábamos hablando todos a la vez, fue confuso. Una ola de palabras era, un surf, nadie escuchaba a nadie porque nadie podía. Y tampoco podía nadie dejar de hablar. El sonido me hacía acordar al papá de una amiga de la primaria, que coleccionaba palomas. Cada vez que íbamos a su casa se escuchaba de lejos el ruido gutural que parece el de una bestia soñando, o el de un bosque lleno de insectos nuevos. Lo de la charla pasó algunas veces más, pero sólo conmueve la primera vez que lo vivís, las siguientes te lo tomás con más tranquilidad porque sabés que te vas a sentir re bien después. Otro tipo de actividad que nos relajaba un montón era poner los pies en el agua del lago, siempre ideal para los pies. Nos concentrábamos 35
mucho en la sensación del agua y la temperatura a tal punto que el cuerpo se iba aliviando de toda aspereza. De a poco te convertías en alga, en pez, en algo hidrodinámico, fluían los componentes del cuerpo con libertad, se movían las cosas con soltura y la mente dejaba de trabajar. Yo, siempre que estaba en el lago, me imaginaba con un vestido rojo que tenía cuando vivía en Bahía Blanca. Cerraba los ojos en el lago y me veía abajo del agua con el vestido rojo y el pelo más largo y esa imagen reflejaba la misma imagen por el efecto espejo del agua, ante mis ojos aparecían miles de yo con vestidos rojos y el pelo largo, paradas entre las piedras del fondo del lago, proyectándose hasta el infinito. Cuando Lu no podía dormir me sentaba al lado suyo y le contaba historias improvisadas sobre un rey llamado Charly. Eso la divertía. No le daba sueño pero le sacaba la sensación fea que aparece en el cuerpo y en la mente cuando no se puede dormir. Yo lo hacía porque en otro momento de la vida había pasado por períodos muy largos sin dormir, el efecto era terrible. Cuando van pasando los días y no podés dormir 36
más de dos horas seguidas empieza a salir de adentro una especie de monstruo. El humor se convierte en el de un perro enojado atrás de un alambre con correa, al acecho de todo lo feo. Lo más raro es que el cuerpo está débil y la mente también, hay algo como si fuera un instinto violento que se realza pero lo demás tiene poca fuerza. La imagen que transmite una persona que no duerme es terrible e inmejorable. Sale de adentro lo más oscuro, es una clara mutación de la especie humana. Los humanos sin dormir podrían ser otra especie, no sé, hay algo ahí que se vuelve más salvaje por débil. El proceso en sí me fascina. Pero es doloroso y feo, al que le pasa le hace mal entonces por lo menos todos los que alguna vez pasaron por esa situación tienen que tratar de ayudar a los otros a que no les pase tan así. En la comunidad tampoco era que nos anticipábamos a todo y ayudábamos antes de que las cosas pasaran. Cada uno vivía una vida muy libre, era una llamada de la naturalidad del hombre el poder de ayudar. Todos podían tener la sabiduría como darse cuenta hasta dónde tenían que ayudar y hasta dónde tenían que dejar experimentar. 37
Los fines de semana eran viernes, sábado, domingo y lunes. La otra mitad de la semana trabajábamos. Las semanas tenían ocho días. Descansábamos lo mismo que trabajábamos. Los días se llamaban todos iguales y el nuevo, era miércoles. Lunes martes miércoles miércoles jueves viernes sábado domingo. A la noche se organizaban peñas o eventos pequeños en distintas partes del predio. En la placita principal habían instalado un escenario que siempre quedaba ahí, se usaba para cualquier evento que lo necesitara. Un año que estábamos todos bastantes filosóficos interpretamos varias de Shakespeare. Hice de Julieta una vez. Casi todos hicimos de Julieta. Por eso cada vez que se estrenaba Romeo y Julieta iban todos a ver qué tal hacía Julieta quien lo hacía. Nadie se quejaba de eso, era sabido que muchos íbamos a querer interpretar su rol. Un día hice de Hamlet pero nada más que para poder pensarlo como un momento clave en mi terapia, tenía que pasar. Me acuerdo que me sabía de memoria el monólogo antes de empezar a estudiar la obra entera, me lo había aprendido cuando vivía en la ciudad, un día que se me ocurrió la idea 38
de estar todo el día practicándolo sin sentido; qué increíble como después todo en la vida va encajando de maneras raras. Al final capaz que yo me estuve preparando toda mi vida para tener esta experiencia.
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Capítulo 9
La celebración del viento y la danza de la lluvia
Una vez por mes hacíamos la celebración del viento. Era una actividad un poco obligatoria. En realidad, la responsabilidad de asistir estaba inculcada en nuestra conciencia: todos sabíamos lo importante que era el viento. Entonces había algunas veces que estábamos acostadas en el pasto mirando la luna y nos acordábamos del viento y nos poníamos de malhumor y re anarquistas, decíamos ¿al final de qué libertad hablan? y blablá pero era un 40
enojo irreal, estábamos enojadas con nosotras mismas. Porque se nos pasaba, nos reíamos de eso y nos parábamos y caminábamos hasta la colina en donde nos juntábamos todos para hacer la ola con los cuerpos, moldeábamos el aire con nuestros cuerpos, ¡hacíamos viento! Era genial cuando pasaba eso. Con Lu siempre nos poníamos una al lado de la otra y en el otro brazo otra persona pero jugábamos el juego secreto de tener algo único que era una ola que arrancaba haciendo ella, pasaba por mí y para el otro lado hasta que volvía a ella. Ella hablaba de esto como la metáfora perfecta de la energía positiva, de la unión de los seres. Yo la adoraba, la miraba y no podía creer que dijera tan buenas palabras. Y los ojos y el deseo constante de superarse a ella misma, la entereza, por dios yo la admiraba realmente. Cuando éramos chiquitas sentía lo mismo. Siempre la vi más grande, más lúcida, más genia. Podía hablarle desde el otro punto de los puntos de vista y ella lo comprendía, parecía como si tuviera el poder supernatural de entender a las personas, de ponerse en el 41
lugar. Por esto la admiraba mucho. Ella me admiraba como a un hombre y admiraba mi manera peculiar de poner sus pensamientos en palabras. “Yo no sé cómo decirlo”, decía siempre y yo parafraseaba hasta que dábamos con la frase exacta que designaba esa sensación, un juego literario para dos fanáticas del lenguaje. “Si es algo galáctico, es inevitable”, nos decía Hamilton siempre que nos poníamos astrológicas, hablábamos bastante en consecuencia acerca del vicio del hombre de querer dominar todo, hasta lo imposible. En realidad la frase era un cable a tierra para cuando los pensamientos se volvían absolutos pero, por otro lado, era apenas un detalle de todo lo otro que pasaba paralelamente. Una de las primeras enseñanzas consistía en estar en un estado de conciencia acerca de todo lo que nos generaba pensar en el futuro. Lo más importante que podía pasar era lo que les había pasado a tres que habían alcanzado un estado de anti-futuro perfecto, ellos contaban en unas entrevistas que les había hecho Fito - el chico que hacía los ciclos de cine- que ellos hacía 42
muchísimos años que no planeaban más nada, que habían eliminado esa conducta de creer que el ser humano puede decidir si planea, como si el ser humano fuera una fuerza superior por sobre las fuerzas milvecesmássuperiores que son el azar, las fuerzas climáticas, los momentos geográficos, las posibilidades, la salud, el bienestar. Decían cosas así, estaba buenísimo escucharlos. Yo no me sentía del todo segura con respecto a eliminar para siempre el futuro de mi vida, entonces veía eso muy lejano, prefería esperar un poco más y procesarlo. Estudiarlo como al fenómeno natural de la corriente del niño y verme ahí, cuando la tierra me habla directamente ¿dónde estoy? ¿En qué estoy pensando? Un desastre natural mata cualquier pensamiento. Nos culpábamos un poco por creer que teníamos la capacidad de eliminar al futuro. No sé, era confuso, todo confuso pero hacía bien. Cuando podíamos hacer un viento bastante fuerte se armaba un sonido impresionante por las hojas de todos los árboles, que eran como móviles naturales. Ese sonido nos concentraba 43
a todos con el movimiento bien articulado. No era una pavada, no era que alguien llegaba a la comunidad y justo tenía que hacer viento y se paraba y se tomaba de las manos y lo hacía. Era una práctica que tenía una técnica y una ecuación matemática correspondiente. Según la cantidad de personas que hacían viento, el viento se podía hacer de una manera u otra. Siempre había que pensar en la articulación de todos los movimientos de los cuerpos con fórmulas nuevas, porque el número de personas cambiaba. De hecho, había gente que se dedicaba a esto. La celebración era casi una vez por mes, el resto del mes se la pasaban calculando y probando técnicas distintas. La danza de la lluvia también estaba formulada sobre una base teórica empírica. El predio estaba lleno de gente que realizaba experimentos. Unos chicos habían comprobado que las posibilidades de lluvia eran directamente proporcionales a la cantidad de veces que se abrían y cerraban paraguas en un perímetro determinado. Según ellos, el movimiento de aire que producía un paraguas cuando se abría repercutía hasta el 44
cielo y cuantas más veces pasaba, más se ponía a las nubes en movimiento. La teoría era bastante más compleja porque estaba basada sobre la teoría del Caos Natural Inentendible que explicaba que a veces el mismo movimiento que produce una cosa en otra secuencia lo inhabilita para producir. Entonces abrir un paraguas en la comunidad implicaba un montón de cosas. Respetábamos los estudios que hacían todos, si era necesario dejar de abrir paraguas todos dejábamos de hacerlo y colaborábamos con la causa porque, tarde o temprano, aprender eso nos hacía crecer. Un día fue re feo, estábamos en plena ceremonia, era una imagen hermosa, un sonido de música que coordinaba todos los paraguas negros con el fondo del pasto verde. Pero estábamos en el medio de todo y llegó un auto lleno de gente, unas cuatro o cinco personas vestidas de color caqui y se asustaron y empezaron a gritar, horrible, todos perdimos la concentración, ellos se subieron al auto y se fueron. Cosas así pasaban, no muy seguido, pero cada tanto. Sabíamos que no éramos la única comunidad 45
del estilo. Había otras que rendían cultos distintos, vivían de otra manera, pero sobre la base de la autogestión como nosotros, éramos todas variantes de un movimiento mundial que se daba en pocos lugares del mundo y en todos era único. Por eso era frecuente encontrar gente de otras nacionalidades. Yo, cuando fuimos, fui tranquila porque sé inglés. Siempre hay alguien que habla inglés y alguien que necesita que le traduzcan, mi conocimiento podía ser útil.
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Capítulo 10
Documentar todas las improvisaciones
Si bien documentar todas las improvisaciones es una actividad con objetivo, básicamente, hacia el futuro, era algo que se estimulaba a hacer. Había una idea general acerca de registrar. Lo contemplábamos como experiencia, era material sobre el que volvíamos en lugares distintos, en distintos grupos. Por ejemplo, capaz un día el grupo de chicas que nos dedicábamos a armar tejidos nos juntábamos a ver un documental de los chicos del grupo carpintería. No mirábamos la técnica específicamente o el material, veíamos 47
una función de grupo, de investigación, veíamos al ser humano haciendo algo y pensábamos en actitudes humanas en consecuencia. Los más increíbles documentales eran los de la cumbre de la montaña. Esos eran muy buenos siempre. Arriba de la montaña era el espacio mágico. Ahí estaban los dioses. Hacia allí nos elevaríamos cada tarde, cuando nos sentábamos en el pasto a dejar de pensar. Escalar la montaña era toda una odisea y prueba de fe también. No era algo simple, había grupos que se dedicaban a acompañar a los que querían escalarla. Conocían la montaña de memoria, había muchos videos viejos de las primeras escaladas, en donde se ven claros los lugares a los que llegaban por primera vez, la experimentación directa con la tierra en movimiento, con otro tipo de vida. No había marcianos y todo eso. Nada de lo que se sentía se podía ver. La fuerza era invisible. Así es que mirando los videos me di cuenta que cuando aparecían esos momentos en realidad no aparecía nada, sólo que la naturaleza parecía adoptar una forma nueva y el hombre era parte de esa forma, capaz 48
duraba un par de minutos solamente, pasaban cosas mínimas e imperceptibles, una serie de casualidades entre el gesto de una persona, el movimiento de una rama, el ruido del viento o la lluvia. Algún segundo de toda esa mezcla me conmovía hasta los huesos y me daba cuenta que ahí había algo más que estaba pasando, que no se veía, que podía ser dios, dioses, fuerzas, climas, planetas, intenciones, no sé qué es más fuerte que qué, era algo distinto por lo cual nadie hacía nada, se daba de manera natural. Así que tarde o temprano todos teníamos ganas de irnos a escalar la montaña. Yo lo hice siete veces. No puedo explicar con palabras todo lo que me produjo esta experiencia. No sé si puedo transmitirlo, creo que no. Capaz llegue algo claro o emocionante. Había un momento de la convivencia que se llamaba ‘el momento del contacto verdadero con lo real’ en donde los habitantes se pasaban más de dos semanas encerrados mirando todo tipo de videos que había en la comunidad. Era un momento muy reflexivo y pasivo, veíamos desde adentro, a la distancia de una puerta, todo 49
tipo de experiencias que podíamos empezar a vivir cuando quisiéramos. Sin embargo, era más fuerte la necesidad de guardarse y ver de una manera más objetiva todo. Después de ese período había algunos que decidían volverse porque no les caía bien, no les convencía, no tenían ganas. Hubo gente que se fue insultando. Dicen que una mujer salió de la sala y en vez de irse caminando se tiro al césped y se fue del predio arrastrándose como una lombriz, con un movimiento perfeccionado de algún animal con experiencia en pasto. Hay un video de eso, pero como era de noche se veía muy mal. La gente procesaba una cosa siempre diferente. Capaz en el futuro puedan animarse otras comunidades a empezar algo así. Ojalá sirva para un cambio.
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Capítulo 11
Largos poemas escritos en la tierra
Las actividades literarias eran muy buenas. Para la semana de las Letras Populares se organizaban distintas agendas con una idea inicial o un objetivo, que era casi siempre el mismo: invitar a la gente a vivir la poesía desde adentro. Algunas veces se organizaban búsquedas del tesoro pero sin reglas, se escondían poemas en distintas partes del predio, se escribían algunos en la tierra, otros se pegaban debajo de las hojas de las plantas. La experiencia poética estaba ligada directamente a la experiencia natural entonces 51
en esa semana la gente sabía que cuanto más contacto tuviera con la naturaleza más iba a poder vivir la poesía desde adentro y era la decisión de cada uno participar o no; siempre había algunos escépticos que iban por compañerismo, pero en realidad no creían mucho en la naturaleza y en los poemas, pensaban que los poemas eran otra cosa. Era un grupo de chicos, todos varones, todos pensadores, entonces cuestionaban todo. Pero el rol de ellos en la comunidad era muy importante, ya que exigían una segunda mirada acerca de las cosas permanentemente. La primer semana que llegamos con Lu nos morimos de risa en un momento porque no sé de qué estábamos hablando y apareció uno de los varones y hablaba todo con preguntas y nosotras queríamos responder por el lenguaje, pero la complicaba todo el tiempo y se lo tomaba con mucha seriedad y Lu y yo en un momento nos tentamos y nos tapamos la cara con el pelo, pero el cuerpo vibraba de la risa que teníamos y no podíamos disimular. Había otros días que nos la pasábamos caminando por el predio las dos solas haciendo todo tipo de 52
interrogación y tratando de darnos las respuestas, era una actividad que nos dejaba en cama, pero avanzábamos como noventa casilleros en la búsqueda y en la experimentación. Lo primero que presentamos en la comunidad fue un escrito de diálogos nuestros acerca de las texturas que más brillaban, texturas naturales, armamos un ranking y todo. El póster era un delfín que habíamos pintado con óleo sobre una tela lienzo, medio sombreado, estaba bueno, tenía partes con barniz que lo hacían brillar. Se llamaba El Brillo Natural y era bastante extenso, como un guión de teatro en donde no actuaba nadie. Un día caminábamos por el pasto y encontramos un tramo que era de tierra y a lo largo de varios metros habían escrito un poema que según le daba la luz, según el foco con el que lo mirabas, decía una cosa y si cambiabas, decía otra. Estuvimos tres horas leyendo el poema y fue una buena experiencia. Algo de eso me resuena en la mente a veces cuando pienso en cosas generales. Cuando miraba el lago se me venían frases del poema, me aliviaban los pensamientos esas frases, me los reducían a una sensación. 53
Capítulo 12
Hacíamos magia y nos volvíamos locos
La escuela de magia abría constantemente. El espacio era un gran laboratorio de cosas distintas, dividido en sectores que tenían determinados elementos y con eso todos probaban cosas, de algunas resultaba la magia, de otras no. Era cuestión de probar distintas hasta que alguna diera con un efecto superior. Los trucos relevantes se enseñaban en el escenario de la plaza en un evento de magia y kermesse, junto con trueque de amuletos, banderas, bandoleras, cosas todas mágicas, 54
piedras hermosas, un estrás de un collar que encontró alguien tirado y desde el momento en que había sido combinado con un mechón de cabello castaño de mujer había tenido la cualidad extraordinaria de oír a todos los pájaros del ecosistema, escuchabas a los que hacían ruido en África, a los de Islandia, a todos a un volumen perfecto. Era impresionante el efecto del estrás. El predio estaba lleno de locos. Uno apenas llegaba notaba que había alguna barrera ahí, algún tipo de cosa que se abría más que en otros grupos humanos. Una especie de adoración por representar libremente las sensaciones. A veces íbamos caminando por el pasto, charlando acerca de cualquier tema - aunque salir a caminar de a dos, pisando el pasto, con el sonido propio de la naturaleza, siempre nos hacía pensar en cosas muy absolutas – y de golpe, en el medio de la conversación, empezábamos a generalizar a niveles descomunales. Cuando hacíamos eso nos concentrábamos mucho, sin querer, el tema de conversación nos absorbía. Otras veces íbamos caminando y veíamos distintas personas 55
haciendo cosas, eran cosas propias, nosotras también las teníamos, sólo que nos íbamos animando de a poco. La gente que ya vivía ahí desde hacía un tiempo más largo se desenvolvía de una manera en la que era imposible tratar de separar a la persona del contexto. Las personas a veces eran colores, las veías y veías una flor, o un puente, no veías la cabeza, el pelo, los pies, el cuerpo, veías un átomo de todo eso, inseparable, indivisible. El lugar era un cuadro en movimiento, todas las pinturas del mundo estaban ahí. Y eso no se debía a algo cósmico supernatural, muchas cosas de esas existían en el predio, pero esto era un lazo humano y una reconciliación de las distintas manifestaciones naturales, en donde había un espacio para todo, incluso para la locura. Entre todas las cosas del predio había espacios necesarios. Parecía todo híper calculado, porque no podía ser que estuviéramos tan de acuerdo. La primera vez que nos dimos cuenta de esto fue un día que yo volvía de lo de Hamilton, él era uno de los que formaban el grupo más 56
esotérico. Yo venía de consultarlo acerca de un hexagrama que había leído en el cielo y, camino al lugar de las rocas, donde estaba Luciana haciendo ejercicio, le comenté acerca de una locura que se me había venido a la cabeza. Le dije que cada lugar del predio, las distancias entre sí, eran necesarias. Como que llegar a las piedras por el camino del costado que bordeaba lo de Hamilton era necesario para llegar a las piedras, con la información que fuere, llegar así, con ese volumen de cosas, esa cantidad de cansancio. Luciana se puso seria y me dijo que a ella también le había dado esa sensación de la playa al monumento y de la montaña a las carpas. Al rato de eso, espontáneamente nos pusimos a inventar formas con el cuerpo y las sombras que proyectábamos, encontramos en eso una maravilla. Algo infinito. Duró bastante, me acuerdo que se hizo de noche, ya no había más sombras y no queríamos dejar de hacerlo. Volviendo a la cama hablamos de eso y yo le dije que a mí me gustaría que no pasara más. Que hubiera sido sólo esa vez. Y le propuse inventar momentos únicos todo el tiempo. Lu me sonrió. Me dijo que me adoraba. La saludé y me acosté y 57
al otro día, cuando me desperté, me puse rápido a hacer un collage y se lo pegué a la salida de su carpa y la miré de lejos con telescopios, a ver cuál era su reacción. Yo no te explico la felicidad. De a poco esa sensación de no poder diferenciar lo que era la naturaleza, las personas, el amor, la vida, se fue haciendo cada vez más fuerte. Y la alegría era inmensa. Pensábamos mucho, pero era un tipo de pensamiento que nos daba libertad.
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Capítulo 13
Quiero hablar de Ana
Ana fue una de las primeras de la diáspora. A mucha gente Ana le cambió la vida. Ella era perfección. La había alcanzado. Perfección en el predio significaba otra cosa de la que significaba en la ciudad. Allí perfección era el estado puro más natural que podía conquistar cualquier persona sobre la base de su propia naturaleza. Era un despojo absoluto de cosas. Era líquido, no había torpezas. La persona perfecta fluía como un mar precioso. 59
Ana era como un lago transparente con la luz de la luna iluminando el fondo para que se vean las piedras redondeadas y los pescados de colores y un movimiento tenue, muy sutil, del agua plateada que refleja la luna como una luz en un lienzo, una seda en tiempo de movimiento. Ana era un ecosistema, para mí no era una persona. La miraba y a través de ella veía a los distintos elementos de la tierra y del universo. Ella se daba cuenta que tenía una naturalidad genética, algo inherente a su esencia. Y que aparte, su esencia era muy hermosa. Eso creo que era lo más increíble. Porque había otros en grado de perfección que también te generaban algo distinto, pero a otro nivel. Ana era vida, tierra en movimiento, era todas las personas y todos los componentes. Ana era un lago iluminado por la luna el agua transparente y en el suelo piedras hermosas redondeadas y era todas las sensaciones que daba ver el lago iluminado por la luna y la luz y el fondo con las piedras y los peces de colores. Las veces que se me chocaban los pensamientos yo la buscaba y tomábamos un jugo mirando la 60
tierra de los caminos o los árboles. No hablábamos casi nada. Ana era así. Ella no necesitaba hablar, tan sólo transmitía. Yo a veces la miraba fijo a los ojos durante bastante tiempo y era inmutable, sus ojos… ¡no sé cómo hacía eso! Yo quería ser igual. Trataba de copiarle pero no me salía. Estaba claro que yo tenía una esencia medio torpe, o sea, podía alcanzar la perfección, pero iba a ser naturalmente más torpe. Todos nos hicimos amigos de Ana y le dábamos muchos regalos. Hamilton estaba enamorado de ella. Yo no estoy segura si Ana era consciente de eso. Ana amaba a la humanidad, a la naturaleza, al cielo. Ana era mucho más grande que alguien que ama a alguien. Tenía amor para todo y le gustaba así. Hamilton, encima, esotérico como era, se la pasaba leyendo hexagramas en todas partes y siempre los relacionaba con Ana. Un día, en una conversación bastante íntima que tuvimos, él me dijo que tenía una plegaria propia y me la recitó. Era una poesía simbólica que, claro, era para Ana. No decía Ana, pero todos podían darse cuenta de eso. Igual Hamilton no sufría porque Ana fuera igual para todos. Al revés, la adoraba. 61
Capítulo 14
Instrumentos
Lo primero que se me ocurrió hacer a mí cuando llegamos fue agarrar un palo, una soga finita y hojas y hacer un instrumento de percusión. Luciana, en cambio, lo primero que hizo fue dejar sus cosas y salir corriendo hasta una planta gigante de jazmines y tirarse de panza ahí y reír sin parar y revolcarse por los pétalos y respirar bien fuerte. Lo mejor fue cuando llegó Dante, unos días después que nosotras. No sé bien cuántos. 62
El día que llegó justo estábamos con Lu en un alambrado, le estábamos poniendo hilos de colores, no muy concentradas, poníamos algunos, nos sentábamos, nos parábamos, bailábamos y poníamos otros. Y justo cuando llegó Dante nosotras estábamos mirando el sol, entonces no lo vimos exactamente, él llegó y dicen que fue saltando, así como un conejo, muy rápidamente. Nosotros nos dimos cuenta cuando escuchamos el ruido y cuando giramos para verlo ya estaba contra el alambrado, tocaba los hilos y hacía música, agarraba una piedra, la tiraba al piso, extendía los hilos del alambrado y los soltaba a distintos ritmos. La música fue cautivando nuestros oídos como el agua conquista los cuerpos en el mar. Luciana y yo, que encima un rato antes habíamos estado bailando, pero sólo con el viento y la quietud, nos paramos en un santiamén para empezar a mover primero los brazos y después las piernas y poníamos la cabeza para atrás y el pelo nos llegaba a las rodillas. Las carpas de instrumentos estaban ubicadas cerca de los comedores. Ahí uno podía 63
encontrar de todo. Estaban hechos de cualquier material, había algunos que los veías y ni podías imaginarte que de algo así tan torpe o deforme pudiera salir un sonido melódico y angelical. Siempre me sorprendía cuando los probaba. Como resultado del amor por la música se habían formado algunas bandas, grupos que se juntaban a hacer música porque sí, algunos eran siempre los mismos y otros iban variando o eran abiertos a toda la comunidad. Las bandas tocaban casi todos los días, algunas avisaban con anticipación, otras no, tocaban espontáneamente en algún lugar y atraían a las personas con las melodías. Era emocionante ir caminando y de pronto encontrarte con alguna. Había otros eventos más organizados, los que eran anticipados, en los que se hacían preparativos para las fechas con escenografías impresionantes. La banda de Dante tocó una vez y de escenografía armaron un círculo gigante de fuego y adentro los asientos eran la tierra, redondeles de superficie que quedaban sin cubrir y todo alrededor (hasta antes del fuego) estaba lleno de flores hermosas y perfumadas. Era un círculo de flores con círculos y perímetro 64
de fuego. Mientras escuchábamos dividíamos las partículas de sonido para ver cuántos tempos llegábamos a hacer con pasos distintos que se dividían de a cuatro. Lu obtuvo el récord, que fue la serie de 16, pero incompleta, bastante genia igual. Hubo gente que prefirió escucharlos desde arriba de los árboles y hacer formas con las manos. Dicen que desde arriba se veía un mandala gigante brillante que vibraba. Dicen que desde arriba se podían escuchar los sonidos de la tierra moviéndose.
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Capítulo 15 Se vuela en familia mirando el cielo
Lo de los barriletes era un hobby que teníamos porque nos mantenía unidos, hacíamos algunos inmensos y cuando llegaban al cielo se perdían los colores, una maravilla, hacían como de pájaros con esos flecos largos en las colas que a su vez adquirían movimiento, era como tener una molécula de algo, soplarla para arriba y bendecir porque es mirando el cielo.
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Capítulo 16
Momento olvido
Yo tenía algunos materiales pequeños y trataba de unirlos con algún sistema natural y la idea que yo tenía de eso era interesante pero después hecha no tanto. Hubo varios días así de intentos fallidos uno tras otro sin parar pero cada uno con su debida duración. No llegué a deprimirme, sólo me sentía cada vez más débil. Allá hacíamos terapias grupales y había días que todos le dábamos una actividad a alguien para que nos ayudara a resolver algo, intercambiábamos, no sé. Estoy confundida. A esta altura de todo no 67
puedo ser clara y me culpo por eso, quizás esto sea lo único que se encuentre después de todo. Voy a tratar de olvidarme de cosas para escribir mejor.
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Capítulo 17
La comunidad en números
La comunidad duró (desde la 1ra diáspora hasta la final) 14 años aproximadamente. Se llegaron a reunir 533 personas fijas. Cuando alguien llegaba al lugar y decía que se quedaba -por más que después se volviera- se le daba 1 número único. Después, por ejemplo, si sorteábamos cosas en las kermeses y otros eventos era mucho más fácil todavía. No había que dar 1 número nuevo. Los que se iban avisaban, decían el número y los tachábamos. Esto puede sonar un poco impersonal pero ¿qué tiene de 69
malo 1 número? 1 número puede ser objeto sagrado, 1 energía, puede tener 1 poder. Y encima seguro que el número que te tocaba te gustaba, porque, en sí, los números están todos buenos. Todas las combinaciones, que son infinitas, quedan buenas siempre. No importa, incluso, la cantidad de cifras. Capaz que sos el número 3 y eso de a poco se va haciendo 1 dato muy relevante. A veces, cuando era chica, veía números. En realidad no veía números que no existían, sólo prestaba atención a los números. A la numeración de las calles, a las páginas de 1 libro, a las repeticiones de números en el transcurso de 1 día. 1 día entero vi 16 947 combinados con otros, por ejemplo 1947, 09:47, 09-4-7, 99477, y le jugué a la quiniela al 0947 y salió el 4947 y yo no le había jugado ni a los 10 ni nada de eso, encima le había jugado 5 pesos, que para ese momento era bastante si le pegabas 4 cifras, era cuando 5 pesos eran 5 pesos. Podías viajar con 5 pesos. Ahora ni sé cuánto sale 5 pesos. No tengo idea de cuánto cuesta la plata. En 1 momento quise estudiar matemáticas nada más que para descifrar ese código secreto que dan los números. Me obsesioné 1 poco con la 70
idea de que a mí alguien me enviaba números para que yo descifrara el código secreto de algo importante pero al tiempo me di cuenta que eso había sido 1 poco exagerado de mi parte. No me arrepiento igual, esas son cosas de 1.
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Capítulo 18
Quince mil maneras de decir amor
A lo largo de todos los años que llevaba la comunidad viviendo así se fue haciendo un listado enorme de todas las palabras que funcionaran para decir amor. La idea era poder superar las quince mil formas. No estábamos ni cerca de eso, pero el cuaderno aumentaba a pasos agigantados, todos producíamos al menos una palabra por día para llegar a la meta. Algunas tenían orígenes desconocidos y sólo había registro de la palabra final, en otros casos 72
el autor describía el proceso mediante el cual había arribado a esa nueva manera de decir. Algunas explicaciones eran grandes anécdotas de romance y pasión. Otras eran historias sencillas que tenían que ver con buenas actitudes, las personas y la magia. Estaban todas en el cuaderno. Y lo mejor de todo era que la mayoría eran verdaderas, todos los integrantes de la comunidad vivíamos un momento de amor por día. En algún minuto del día, algo o alguien te daban amor. Estábamos muy influenciados y contagiados, éramos una masa de energía constante, todos los combustibles. Todos entre todos nos hacíamos funcionar. A mí una de las definiciones que más me gustó era una que había contado Ariana que se trataba de un señor que vivía solo y tenía un perro que lo acompañaba a todas partes. La historia de la relación es bellísima. Cuando se muere el señor el perro sigue yendo todos los días a la puerta de su trabajo a buscarlo, pero él nunca vuelve. El perro era lealtad absoluta. La lealtad también es amor. El respeto es otra manera de amar. Hay millones. Prestar cosas es una manera de amar. La sinceridad es otra. Luciana creía que todo en 73
realidad era amor. Cuando lo decía se le llenaban los ojos de lágrimas y miraba las nubes y hacía una cosa con los dos brazos a la vez, se estiraba, alcanzaba el sol, moldeaba las nubes. Admiraba algunas de sus maneras y trataba de hacerlas. Yo no tenía el encanto de ella para hacer así con los brazos mirando las nubes con los ojos llenos de lágrimas, tenía que ver con algo físico y con los colores en general, la forma de la cara, los brazos, la cantidad exacta de agua en los ojos para justo hacer así, como una foto y quedar inmortalizada en la belleza. Yo, en ese rol, no era tan profunda. Copiarle un gesto hermoso a alguien también es una manera de amar. Las mascotas lo hacían todo el tiempo. Fox le copiaba a Hugo y se la pasaban durmiendo de costado debajo de los árboles. Si Hugo se daba vuelta, Fox también, parecían una coreografía. Esas cosas así, todas juntas, hacían que la vida fuera hermosa. Ahora no sé qué pensar. Luciana está muy distinta. Dibuja sin parar y cuando se detiene es para empezar a hablar como una desquiciada, mezcla todo, no la entiendo.
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Capítulo 19
La ley
¿Qué es la ley? ¿Para qué sirve? ¿Y si no existiera más que la ley del amor?
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Capítulo 20
Las construcciones en general
La necesidad de materializar los pensamientos nos llevaba a abrir escuelas todo el tiempo. Éstas eran lugares destinados a la educación, en los que los que aprendían eran los protagonistas. Nada que ver con lo que yo había vivido en Bahía Blanca, acá todos enseñábamos alguna cosa. Estas cosas no tenían que ser necesariamente técnicas o disciplinas, lo fundamental era que quien tuviera el gusto de enseñar, lo hiciera con algo propio. Cuando empezamos a ir con Lu nos fanatizamos un 76
poco, siempre preferíamos estar en la escuela que en cualquier otra parte ¡Porque era una maravilla! Un día salí sabiendo todas estas cosas nuevas: una receta de cocina, un método para embalsamar pétalos de flores, los distintos tipos de pájaros que viven en los Alpes, la fórmula aristotélica, el concepto de hidrodinamia, un método para reparar una taza de cerámica rota, los distintos tipos de nubes, las ciudades más antiguas del mundo, la vida del hombre que más tiempo duró con la mano levantada, la cantidad de hilos que tiene el lienzo, las propiedades del té de corteza y las diferentes formas de transmitir una fuerza. Yo me especializaba en las construcciones, por lo tanto, cada vez que enseñé algo, lo hice bajo esta corriente. Las construcciones eran grandes metáforas que hacíamos del collage de cosas, ideas, objetos, palabras, expresiones del cuerpo, sonidos y todo lo que existiera y lo que no también. No era una idea cerrada. Para lo que fue mi última enseñanza armé una carroza llena de esencias conscientes energéticas e hice un paseo con eso a cuestas, bordeando todo el mar, hasta la montaña. La construcción me llevó como diez 77
días en el armado y cinco más de viaje. Cuando volví al predio eran cerca de las cinco de la mañana, la luz medio rosa azul, todavía no era de día. Era la hora exacta para regresar que es cuando se va haciendo de día pero todavía no. Para mí es un momento de otro planeta. Muy cansada y sucia, me tiré en el pasto con las piernas abiertas y los brazos también y sentí que tenía una unión con el cielo, como si estuviera conectada a un radiador espacial, no sé. Sentí que el cuerpo se me llenaba de una circulación de fluidos nuevos o viejos con otro movimiento, no era una experiencia sólo mental. Me miraba los brazos y las piernas y la piel se levantaba apenas como si adentro me estuviera corriendo algo por las venas y entre los músculos, se podía ver y tocar, fue un poco impresionante. Pero como era sensacional traté de enfocar mi juicio sobre la experiencia total, no sólo la imagen de mi piel levantándose por todas partes. No podía explicar qué era lo que había mejorado en mi vida a partir de ese hecho pero me daba cuenta de que el momento iba a ser uno de los que me iban a quedar en la cabeza para siempre. 78
Se podían hacer construcciones de cosas, de sensaciones, de un recuerdo, de una persona, en sí era muy libre, requería una interacción de la persona con algo y una idea. Lo importante era representar. Hamilton, que era un personaje, un día hizo la construcción de una mesa para servirles a todos. Y se puso él en posición banco y se colocó una madera en la espalda y fue mesa como un día entero. Ahí él, por ejemplo, sólo había querido representar un objeto. Pero nosotros teníamos el ojo entrenado y vivíamos en constante análisis. El que elegía construirse como mesa y pasar un día entero así lo hacía por algo, no por la simple afición a los muebles. Una vez al año realizábamos la construcción anual, que era un evento. Lo preparábamos con mucha anticipación. Una vez construimos un volcán, unimos la tierra con el fuego, fue conmovedor.
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Capítulo 21
Todo esto que yo cuento está registrado
Les pido encarecidamente que busquen por cielo y tierra los discos, los archivos de toda la comunidad, nosotras estamos acá y no podemos hacer nada más que contar, es un beneficio para todos, encuentren el material y divúlguenlo, inviten a todos, muestren que las cosas que el mundo cree que son importantes son nada en comparación con elegir una vida así, una vida así total para el mundo, ayuden al planeta siendo buenas personas y den libertad a todo, acepten las diferencias porque las diferencias son la 80
película de la vida, lo más importante, abran los ojos y el corazón, dejen de pensar, vayan a vivir así, se lo dicen dos personas que ahora están en una cueva.
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Capítulo 22
Dante te voy a amar por el resto de mi vida
En lo que queda de mi vida me la voy a pasar acordándome de Dante. Dante era una perfección y una demencia. Era locura pura y hermosa. Un volcán natural, pasaba y me quemaba, me volvía loca. A muchas de las chicas de ahí les producía lo mismo. A veces jugábamos entre todas a buscar a Dante por todo el predio y la que lo encontraba era su novia una semana. A mí me tocó tres veces. Pero a Rosa le tocó varias más, entonces todo perfilaba que la iba 82
a amar a ella. No había rencor, se sabía que si las cosas se daban de una manera era por algo. Todos podíamos aceptar cosas. Yo ya la veía a Rosa re de amor con Dante. Ellos incluso eran parecidos y se llevaban muy bien. Él y yo en cambio sólo nos mirábamos y nos agarrábamos las manos y decíamos en voz alta las cosas que nos hacían mejor. Yo entendía que lo nuestro era distinto. Pero nadie puede saber lo que va a elegir la otra persona, capaz Dante quería estar con Rosa para siempre y eso estaba bien. Un día estábamos haciendo eso de las manos y las frases y él me dijo moni y yo le dije dante y él me dijo moni y yo le dije dante y así mucho hasta que nos besamos porque nos dimos cuenta de que habíamos estado mucho tiempo diciendo nuestros nombres. Era un amor inminente y total. En lo que queda de mi vida me la voy a pasar acordándome de Dante. Me daba ganas de pensar en sonidos y en músicas, en ritmos y sensaciones. Se la pasaba actuando de maneras nuevas, todas en relación a la música. Le fascinaba escuchar, era un adicto. No hablaba mucho, hablaba menos que yo de hecho, pero estaba prendido todo el día, como una ola muy 83
grande, me volvía loca de una manera que yo no puedo explicar y yo lo admiraba como a un dragón mitológico esotérico. Podía explicar cualquier cosa que le preguntaran. Era una fuente de conocimiento, yo a su lado aprendí millones de cosas. Fue como un maestro y un amor. Él me adoraba como a una reina, me llenaba de música y cosas, me rodeaba hasta el infinito, como un pulpo me envolvía y me llevaba con una fuerza suave a navegar por cualquier lado, por mares de océanos que inventábamos, caminos de tierra que pisábamos, la misma tierra que nos daría un lugar para dormir los dos boca arriba tomados de una mano, sonriéndole al universo agradecidos por habernos cruzado. Ayer escribí algo y soplé para que el viento lo lleve, para que alguna vez a Dante, en alguna otra forma o fuerza, le llene el corazón: “Desde que te conocí no pude pensar en nada más El resto de mi vida me la voy a pasar Acordándome de vos. 84
Ojalå el viento te lleve el amor y brilles Como los astros, a lo lejos. Por siempre, Moni.�
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Capítulo 23
Todo lo que le hicieron a los árboles
El ruido de la lluvia es hipnótico. Y pensar que en la ciudad cuando llovía salíamos corriendo y nos refugiábamos, con la importancia que tiene el agua de la lluvia sobre el cuerpo. El día que yo entendí la lluvia fue cuando estuve arriba de una casa de árbol y vi desde arriba el agua caer sobre los árboles inmensos y me di cuenta de la bendición que era eso, del efecto, de la naturaleza programada para todo. A mí sentir la lluvia sobre el cuerpo me hacía re bien, tardaba mucho en ducharme porque reproducía ese 86
efecto. Yo sentía que alcanzaba una sensibilidad más fuerte si me sometía a la lluvia. Ahora que lo pienso yo debo ser una mujer árbol. El clima en la comunidad cambiaba constantemente. Para colmo había varias geografías así que nunca estábamos sobre el mismo eje. Todo variaba. Pero por más que los climas y las condiciones cambiaran los árboles siempre cumplían un rol principal. Eran seres, instrumentos, vías, ayuda, sabiduría, supervivencia, amor, crecimiento, oxígeno, casa. Los árboles son fundamentales para el ecosistema, básicamente la humanidad le debe todo a los árboles. En varias ocasiones de mi vida vi el instante exacto en el que brotaba una flor y esa sensación se volvió irreproducible en mí, porque es tener enfrente de mis ojos las acciones propias de los dioses. El predio estaba lleno de árboles, uno al lado del otro, desde el cielo parecería un laberinto. Era de donde salía la mayor energía. Plantábamos muchos árboles que la gente nos donaba -porque la comunidad era despreciada, pero había grupos de gente en la ciudad que enviaban cosas. Siempre les decíamos que si iban a enviar algo que fueran árboles y ellos los enviaban. Muchos 87
de los árboles de la comunidad habían sido de la ciudad un tiempo y se habían vuelto a adaptar, por supuesto que estaban mucho más contentos en el predio. Vivían como ellos querían. Altos y libres. Y cuando llovía y se mojaban todas las hojas y se movían con el viento, era una danza total. El sonido de las ramas, el olor a tierra mojada, las gotitas, un himno. Nunca se cayó ninguno ahí, aunque tengo leves recuerdos de veces que en la ciudad me había encontrado con un árbol caído. Me acuerdo que me ponía triste, no tengo recuerdos en imágenes, me parece que las reprimí, tengo recuerdos de estar muy triste de golpe. Era como ver a un muerto. Y como la vida de las otras cosas seguía y los autos pasaban, algunos pisaban partes del árbol, me acuerdo de los ruidos. Quiero hacer la imagen en la cabeza a falta de recuerdos visuales pero se me viene muy surrealista. En la comunidad los árboles eran de todas especies distintas pero los predominantes eran los baobabs, por favoritismo, ya que nos encantaban. Las leyendas acerca de ellos eran muchas, todas muy parecidas entre sí, hermosas. 88
En varias cosas, los humanos nos parecemos a los baobabs. Tenemos las riquezas ocultas, la copa alta para que nadie nos pueda tocar, el corazón endurecido. La leyenda dice que un conejo se sienta a la sombra inmensa que da un baobad y se queja de su estado económico porque no tiene para darle de comer a su familia y se la pasa trabajando. Al escucharlo, el árbol le dice que él puede ayudarlo y abre su corteza y aparecen muchas riquezas que el conejo toma y agradece. La hiena ve los cambios en la vida del conejo y le pregunta. El conejo, como era muy sincero, le cuenta la historia del corazón del baobad. La hiena imita el proceso del conejo y el baobad también le abre su corazón, pero la hiena se desespera y quiere arrancárselo entero. El baobad reacciona y expulsa a la hiena y sella su corazón, convirtiendo su superficie en una más rígida y áspera. Por eso los troncos del baobad eran tan así. Nos preguntábamos quiénes éramos nosotros. Quiénes eran los baobabs originarios, qué había en el corazón de las personas antes de todo. 89
Capítulo 24
La necesidad
Me acuerdo que las cosas que las personas necesitaban de alguien eran lo que en realidad necesitaban de ellos mismos, porque por eso surgía la necesidad o la falta. Yo una vez le dije a Dante: vos y yo somos la falta de acá a la muerte y nos une un amor incondicional y una necesidad, producto de una simbiosis fatal, todo lo que yo necesitaba de él era lo que necesitaba de mí misma. Con esto quiero decir que la misma realidad es una ficción. Es imposible, a esta altura de los descubrimientos 90
que se hicieron en relación a la mentalidad, creer que hay una realidad. Dante era un fuego porque era energía en bruto, eran dosis fatales y experimentos. Dante era un producto de su propio descubrimiento de sí mismo, entonces era realidad y fantasía, eso lo hacía necesitar la compañía de alguien, un cable a tierra, una paz. Y yo era igual. Cuando con Lu ahora hablamos de necesidad ella dice que es imposible no necesitar. Yo no sé qué pienso de eso, sé que justo ahora estamos en una situación precaria y que podemos cambiar de formas de pensar mil veces por culpa de la precariedad. Yo le digo que está bien que cambiemos y ella me dice a veces que sí y a veces que no. No sé cuánto tiempo más vamos a poder sostenernos. No sé cuándo es el momento para dejar de creer. Yo me exijo una mirada de esto, a veces me pongo nerviosa cuando ella no quiere seguir creyendo porque pienso que eso está mal. Es que no sé, si ella me dice que no cree más yo, tarde o temprano, no voy a creer más tampoco.
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Capítulo 25
Oscuridad
Acá no se ve nada encima Luciana que se pone hinchapelotas con preguntas yo no tengo las respuestas Lu no se da cuenta que estoy igual que hace años que estamos así que no puedo pensar un sólo segundo sin tener algo borroso en el medio no hay claridad acá hay todo oscuridad no veo nada tengo miedo y a la vez me condeno pienso bueno será así y soy un animalito, si yo pudiera por lo menos tener más instrumentos con qué crear quizás encontraría una salida de una vez por todas pero estamos 92
atrapadas Lu no se da cuenta que ya probamos todo pienso cosas dolorosas como que me saco un brazo y con el hueso muevo la roca que nos tapa la salida después en seguida me doy cuenta que el hueso es más débil que la roca no sé en qué parte del pensamiento yo le otorgo más fuerza al hueso que a la roca, lo que pasa es que esta roca a esta altura de las circunstancias me parece una cargada cómo puede ser, es sólo una roca, hasta pienso que capaz con una pavada mínima podemos salir de acá y no me doy cuenta cuál es y Luciana que pierde toda la entereza de siempre y se desespera y me tira de la ropa y del pelo diciéndome que la saque como si yo fuese más fuerte no quiero ni decirle lo débil que me siento porque seguro es para pelear en este momento lo que menos podemos hacer es pelear pero por dios está insoportable y caprichosa yo se lo digo bien, que se calle un poco, que me deje pensar tranquila, que capaz es una pavada, que seguro es una pavada abrir la cueva tiene que estar enfrente de nuestros ojos, tiene que ser la combinación única de algo con algo y listo, tengo que probar de acá hasta que me muera todas las combinaciones posibles 93
de cosas que hay acĂĄ de materiales y fuerzas, tengo que resolverlo antes que se termine el dĂa otra vez.
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Capítulo 26
Sonido dolor
Lloramos algunos días enteros o por varios días, apenas podemos descifrar el tiempo, lloramos sin lágrimas los ojos se fruncen es un gemido cuando ya no podemos llorar más es una queja constante es sonido dolor no lo aguanto más voy a correr esa piedra yo misma ya soy fuerte.
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Capítulo 27
Algunos de los sueños más lindos
Algunos de los sueños más lindos que se contaron en la comunidad me los acuerdo de memoria. El que más me gusta imaginarme es el que me había contado Lara. Era de ella; estaba en la playa tranquila escuchando los sonidos y de golpe venía una ola gigante, ella lograba elevarse y tomar una parte de la ola y, con un superpoder mágico, empujarla para atrás hasta que se convertía en mar tranquilo de nuevo. Se imaginaba que tenía un vestido celeste gris y se elevaba como un holograma, se hacía grande y 96
cambiaba el transcurso de las cosas. Los sueños que teníamos hablaban por nosotros. Cuando estaba en la ciudad solía tener el mismo sueño, era una odisea siempre, había una situación de emergencia con respecto a algo -mafiosos a punto de matar a alguien, terroristas poniendo bombas, autos a punto de chocar, laberintos- siempre corriendo de un lugar al otro sin encontrar la salida hasta el final que era exagerado porque yo siempre resolvía las cosas y salvaba a millones de personas o a alguien en particular, yo siempre me las ingeniaba de forma muy simple y a la vez complicada para resolver las cosas, la confianza estaba puesta en mí, yo casi que no tenía libertad sobre eso, tenía que hacerlo porque era la elegida para hacerlo. Ese sueño fue recurrente, pero me acuerdo que desde que llegué al predio no lo tuve más. Soñar nos hacía bien. Incluso a los que no podían ni habían podido nunca interferir en sus sueños. Ahora acá Luciana sueña seguido con un tipo de pelo largo con a una espada de cristal que irradia luz y la encandila. Debe ser por el encierro. Yo desde que estoy acá casi ni soñé, sólo algunos sueños pavos, nada relevante, puro resto 97
diurno. Siento que si puedo volver a soñar como lo hacía antes quizás en eso encuentre alguna solución o disparador de solución. Intentamos algunos mecanismos como los del predio con el sueño de Luciana y el tipo de la espada. Hasta ahora no sirvió de nada, faltan ingredientes. En el predio hablábamos muchísimo acerca de lo que significaba para nosotros soñar, de las terapias del sueño, de experiencias en donde no había sueños. La mente es una máquina poderosa. Pensábamos que si nosotros podíamos hacer interactuar el consciente con el inconsciente, por ejemplo, a través de los sueños, podíamos resolver cosas de nuestra vida real, o de nuestras vidas anteriores y nuestro karma. Lograr interferir de manera consciente en los propios sueños era como estar pensando en algo robótico o terrible. Pero a su vez tenía algo tan natural, tan humano que utilizado en su necesidad podía ser salvador de situaciones. Era una manera creativa de salvar a la gente. La práctica era extensa, constaba de un ritual bastante estricto que es así: - 98
Esparcir un aceite aromático en las
propias manos y fregarlas entre sí durante algunos minutos, hasta que eso genere una energía de calor. -
Apoyar las manos en una base esponjosa durante algunos segundos calculando, aproximadamente, el tamaño de la cabeza propia. Si era invierno convenía poner las manos sobre el sector de las orejas.
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Decir en voz alta diez veces “dioses del sueño, vengan a mí, ármenme de rayos, voy a combatir”.
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Sentarse en canastita con los hombros relajados y girar la cabeza para un lado y para el otro, despacio, sin hacer movimientos bruscos, empezar a relajar el cuerpo y que éste tome contacto con la base sobra la cual vamos a dormir, empezar a reconocer texturas, aromas, solidez, rincones, ondas, lo que sea (eso puede durar algunos minutos).
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Acostarse boca abajo con los brazos 99
para atrás y las piernas relajadas, tratando de mover partes del propio cuerpo hasta lograr enredarse en algo, en un objeto, en una persona, en una base de alguna textura. Un fenómeno de mimetización con el terreno.
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Respirar despacio y mover los dedos de la mano como tocando un piano pero estando cansado. Apenas moviéndolos de a poco se va entrando en un trance en el que ya sos consciente que te estás transformando en un súper yo, de golpe, en el terreno de tu inconsciente. Ojo que no porque se pueda entrar consciente al inconsciente eso significa que el superyó se anula. El superyó sigue ahí, y de alguna manera hace cosas en contra en este proceso.
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Representamos con un impulso que pudimos decidir algo importante y nos despertamos seguro y alrededor hay un montón de personas que se ponen re contentas y nos felicitan y nos dicen ‘bienvenidos a este nuevo paradigma’.
Capítulo 28
Una idea más
Voy a escribir hasta sentirme mal voy a abrir la cabeza así hago un pasaje a otras cosas y cosas marchan a nuevo rumbo voy a abrir mi cabeza como a la casa siete de mi carta astral y voy a dejar que los muebles se corran de lugar y voy a hacer espacio para poder dejar cosas por ahí voy a poner una silla acá y la otra allá y que las una un cordón imaginario que las cosas estén tranquilas voy a relajar el peso de cada una voy a construirlas con materiales más livianos voy a aprender muchas cosas de carpintería y otras 101
técnicas que jamás haya practicado me voy a sentar en el pasto como el primer hombre que hizo fuego y voy a juntar cosas y les voy a dar un movimiento, una vibración para que produzcan algo milagroso voy a poder estacionar camiones en la cabeza un barco pesquero cosas así, voy a comprar mucha agua cerebral y le voy a poner entre medio de todas las cosas que se hidraten que cambien que se sometan al exterior. Voy a dejar que pase lo que tenga que pasar con respecto a la flora y la fauna pero voy a pensar en cosas para hacerlas y mejorar voy a criar especies de pájaros sin jaulas, pájaros inmensos de colores que van a vivir en el aire y van a llegar a mi casa que queda en el medio del campo, van a bajar todos los días para comer conmigo y mirar el sol. Un día voy a estar en el medio de una tormenta en mi casa y voy a salir a hacer cruces de sal gigantes en toda la tierra para que llueva distinto que se renueve todo que se moje la tierra que floten las cosas que se pierda la fuerza que une a las cosas para que cambie y se entienda con algo nuevo, voy a cambiar todas las veces que pueda para probar voy a pensar que el único sentido que tiene 102
vivir es hacer felices a los demás y aunque eso suene mal no lo voy a investigar, lo voy a creer y militar, lo voy a enseñar como si fuese una sabia de documental, voy a tener un símbolo propio que va a constar en yo parada derecha con la cabeza tirando hacia atrás una contorsión que muestre que así va a pasar, voy a adelantar cosas mirándolas con mucha atención voy a hacer magia y las cosas van a aparecer y desaparecer y voy a esquematizar las cantidades de cosas necesarias y voy a armar recetas y también un poema voy a gastarme toda la energía en escribir un poema, voy a pensar en una actitud, que hay una decisión primaria del mundo a sentirse bien o mal voy a pensar que podemos controlar cosas de la mente desviándolas dándoles otro lugar y otra forma, voy a sentarme con las piernas así y voy a dormirme atrás de todo con el viento en la cara y voy a irradiar luz con rayos del color del cristal. Inmediatamente después de llegar al predio todos escribían algo aunque sea corto, pero sin procesar, era una forma de dejar anotado el deseo. Todos les daban regalos a los nuevos 103
integrantes de la comunidad, podía ser algo que habían hecho o cualquier otra cosa. A mí me hicieron regalos hermosos que ahora llevo como recuerdo en lo más profundo de mi corazón. Sólo uno tengo acá, es la memoria de un texto y es mi talismán.
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Capítulo 29
Este verano capaz necesite más tierra que agua
Una frase de un poema que escribió una chica de la comunidad que se llamaba Trinidad y decía en general que ella sentía ganas de ser un nutriente de la tierra, como una necesidad de ofrecerse a la tierra y volver a emerger en una forma nueva, devolverle a la tierra lo que le dio la tierra y variar y cambiar para poder pensar en cosas distintas, volver a crecer con otras dificultades, cambiar todo el tiempo, morir y renacer y morir y renacer y vivir mil vidas más. 105
A ese poema Trini lo leyó en voz alta varias veces y a todos después nos daban ganas de correr entre los árboles y volver a descubrir los troncos, las hojas, darles agua, pensar que todo vive. El poema de Trini, al fin y al cabo, nos producía experimentación. Trini lo leía con un tono de voz imponente, aparte un poco lo actuaba y parecía como si iba a hacerlo en ese instante posterior a la declaración, que era el poema. Así como todo el poema sonaba como un solo verbo performativo. Siempre que lo hacía parecía eso. Todos pensábamos “capaz hoy quiere experimentarlo, hoy mismo”. Pero no. Estaba re bien que fuera de esa manera. Ella constelaba así. Hoy estuve todo el día pensando en esas palabras y tuve la idea recurrente de proponerle a Luciana que dejemos caer un poco de nuestra sangre al piso para ver si la tierra hace algún milagro, no se lo propuse porque creo que es doloroso y ya bastante dolor tenemos con esta situación y con la incertidumbre de todo lo que pasó. Pero en algún momento vamos a tener que arriesgar algo porque no podemos esperar 106
hasta morirnos. Capítulo 30 – Profecía Esta es una profecía que dijo Hamilton una vez: Una sola persona se concentra y logra hacer el grito de más alto volumen que hubo en la historia sin amplificación y de golpe salen del piso torres de madera. Esto me parece espeluznante y me recuerda a algo que en realidad no recuerdo. 107
Capítulo 31
Me hace muy bien escribir
Escribo muchas horas. Lu trenza su pelo y lo destrenza todo el tiempo, pero sin apuro. Encontró en esa actividad algo que le permite controlar lo que nos agarra acá adentro. A mí escribir me hace bien, es como abrir puertas entre tanto encierro, abro las puertas mentales, sino me voy a poner muy ansiosa. Todavía no puedo pensar bien cómo vamos a hacer para resolver lo de la piedra y los túneles. Tenemos alimentos espaciales, entra poco aire, pero algo por lo menos. A la noche también puedo escribir 108
porque la luna siempre está tan cerca que alumbra todo con una luz azul incandescente. Los alimentos espaciales los producíamos en el predio. Sabíamos que a veces determinadas experimentaciones con la tierra y algunos elementos podían provocar algún cambio drástico en el ecosistema o algo similar, producíamos estos alimentos porque sabíamos que había ciertos riesgos que se corrían, pero bueno, todo lo que sucedió tuvo que suceder de esa manera. Pensar en eso me calma. Se lo digo a Lu y a ella también la calma, y le digo que me haga una trenza a mí y así sucesivamente. A veces nos trenzamos también con hilos de colores. Ya están muy gastados pero quedan lindos igual. Varias veces al día tratamos de pensar en cosas buenas que aprendimos de la comunidad, por ejemplo a pensar en cosas abstractas. Nos proponemos por varios momentos al día no pensar acerca de esta situación. Alimento hay un montón. Algo de espacio y agua, porque cavamos hasta encontrar un río finito. Tallamos algunas partes. Una vez nos pusimos las pilas como nunca y pensamos que si éste iba a 109
ser nuestro hogar podíamos armarlo de una manera que nos produjera o más comodidad o más alegría, no sé, algo que nos resultara estimulante. Pero todo eso fue después de que encontramos el río. Si no lo hubiésemos encontrado no hubiésemos podido sobrevivir a la semana. Esos días nos agotaron y ninguna de nosotras ahora puede determinar cuánto tiempo pasó desde que encontramos agua hasta que empezamos a hablar. Yo pienso que fueron días, Luciana dice que fue más. Pero fue un tiempo que se dio naturalmente, era alivio y descanso. Yo no sé ya cuánto tiempo hace que estamos así. Vamos contando más o menos con los potes de comida, tenemos racionadas las partes por día, tenemos comida para cinco años, calculamos que ya pasaron como cinco más. ¿Estaremos diez años acá adentro?
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Cap铆tulo 32
Pedir deseos
Es muy importante que el ser humano, en cualquier lugar o situaci贸n en la que se encuentre, pida deseos a los dioses, a alguien, o a nadie en particular. Pero que haga el ritual de decir algo que necesita y lo largue al aire como 111
un barrilete que transporta un mensaje para que decodifique alguien o algo, o se deshaga, o vuele más alto de lo que podamos ver, aunque ni vuelva o se caiga en seguida. Capaz los pájaros que no vemos pueden entender y lo llevan a un reino nuevo que queda en otra parte, que alguien con tan sólo comprenderlo pueda hacerlo. Yo pensaba en cosas y personas distintas cada vez que pedía un deseo. La última vez fue cuando entró un panadero a la cueva y yo lo agarré despacio para no romperlo y dije en voz alta ‘tranquilidad’ y me acerqué al borde, a la hendija que nos separa de un verde que yo no puedo explicar y lo soplé despacio y se fue cargado así, capaz le llegue a alguien. Y sí, es inevitable pedir salir de acá, siempre lo hacemos. Tenemos días que pensamos distinto acerca de todo. A veces Lu me tranquiliza y me dice que nos van a encontrar o la naturaleza misma nos va a encontrar, que todo es sabio, que piense que todo pasa por algo, que de alguna manera es como vivir en un mundo imaginario pero que nadie había imaginado. Encima así, tan de golpe, de cómo veníamos, es terrible que nos 112
pase esto y yo no creo que sea simplemente algo que pasó y que nosotras ahora tengamos que morir ridículamente atrapadas en un agujero que sabemos que de alguna manera podemos cambiar y no encontramos la salida. Los túneles fallan, no hay líneas ni trópicos ni ejes, acá hace años que excavamos todo el tiempo y nunca salimos a ninguna parte. Los túneles llegan todos más o menos a la misma distancia. Si queremos hacer uno más largo tenemos que pensar en trasladarnos y llevarnos todo. Todavía nos da miedo. Pero yo creo que cuando veamos que nos queda poco alimento vamos a tener que iniciar una nueva diáspora que va a requerir que transportemos agua y alimento y andar sin parar, hasta el final de los días. Todavía tengo recuerdos de la ciudad. Algunos se me vienen medio seguidos. Uno era cuando andábamos en bicicleta por la ciudad de noche, por el barrio, escuchando música de una radio pegada con cinta scotch al manubrio. Podíamos estar horas así. A veces amanecía y estábamos en el puerto y el día se aclaraba a medida que 113
todo despertaba: el viento, los buques, los pájaros, los autos, de a poco todos se encendían y antes de que se prendieran del todo nos acostábamos a dormir en una pieza que tenía una ventana grande y unas cortinas hermosas estampadas. Me acuerdo de mirar cómo se movían las cortinas con el viento y enfocar mi concentración a la estampa hasta un punto tal que era como estar en una bañera llena. A veces tengo ganas de estar flotando o corriendo, muda, por un lugar. No sé cómo es el lugar, yo camino o corro por ahí totalmente muda en mi deseo. Luciana dijo que va a pedir recordar. Yo preferiría no quedarme ciega.
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Capítulo 33
La intención de Luciana
Al día siguiente Luciana volvió a pedir recordar y yo pedí no olvidarme. Es lo mismo, me dijo. No, le dije yo. Le expliqué que yo no quería olvidarme a mí ni a nada. Cuando se levantó empezó a decir palabras que no significaban nada pero eran muy graciosas y se reía. Yo me contagié y empecé a reír también, pero hasta un momento porque eso que decía en un instante empezó a tener significado. Algo de lo que ella decía –sumado a cómo yo lo decodificaba- hizo que pensemos en la mochila y un segundo después nos miramos 115
y gritamos al unísono “¡la mochila!” y corrimos hacia la parte de atrás de la cueva donde habíamos dejado las cosas que cargábamos. Las abrimos y encontramos los materiales que habíamos olvidado, ya que sólo habíamos tomado de ahí el alimento. Empezamos a sacar las cosas y apareció una lógica nueva, algo para probar, estábamos entusiasmadas. Igual fue raro porque estuvimos un rato entusiasmadas y pensando y después Lu se puso a estirar partes del cuerpo y yo me concentré en un poema que hablaba de una isla distinta y nueva, pero cuando lo terminé agarré cascotes y empecé a tirarle a la pared hasta que algunas palabras se demolieron y se transformaron en polvo. Arriba de eso, me acosté a dormir. Luciana estiraba y decía que ella confiaba en la posibilidad de resolver este conflicto con los materiales, las herramientas y los sueños. Yo estaba concentrada en el poema, no le decía nada. Cuando pasaba esto entre nosotras ya se sabía cómo era. Si yo no le digo nada es porque estamos de acuerdo pero yo no quiero hablar. Y no le molesta ni me molesta, aunque ella lo tiene que soportar más porque yo hablo menos, entonces me enfrento 116
menos a la posibilidad de ese silencio. ¡Esta Lu es más personaje! Le encanta hablar, encima acá encerrada no puede gastar mucha energía, por eso estira y estira y baila y salta y habla sin parar. Creo que Lu vive bastante incómoda con su energía pero se las arregla sola, ella intenta ver si yo me prendo en alguna conversación y si no lo hago no me lo reprocha, de hecho le da risa. Y a veces eso peor porque se ríe de golpe y se pone a contar anécdotas que ya me contó mil veces. Yo la adoro igual. ¡Cómo va a molestarme una pasión así! Luciana es una mezcladora sin parar, su proceso para las cosas tiene que ver con relatarlas o describirlas o dibujarlas o actuarlas. Ella en realidad nunca está hablando de las cosas que le pasan, sino de todo lo que puede pasar con las cosas que le pasan o todo lo que asocia a las cosas que le pasan. La realidad de Lu es magnífica, se hace y se deshace en cuestiones de segundos, no le afecta, ella está contenta con ser movimiento así y yo la adoro porque la conozco desde hace tanto. De chica era igual, en ese caos de cosas moviéndose ella encontraba un equilibrio, un orden que le permitía limitar sus vicios y ser una persona muy linda y excepcional. 117
Capítulo 34
Pieza del entusiasmo
Yo no sé cómo funciona, pero Lu sigue con la idea y me contagia a niveles impresionantes. Hoy estuvimos casi todo el día concentradas, agarradas de las manos mirando para arriba y para abajo, alternando esas miradas con movimientos suaves de hombros y cuello. Estuvimos ejercitando la cabeza para encontrar los pasos a seguir. Cantamos el himno de la alegría en dos idiomas distintos, hicimos percusión, invocamos, pedimos, miramos uno por uno los símbolos de la pared de la cueva, 118
había miles y estaban por todas partes. Nos paramos enfrente de las paredes varias horas y leímos casi todo y asociamos e hicimos varias técnicas, como una que hacíamos cuando éramos chiquitas que consistía en que ella decía una palabra y yo seguía con otra y ella con otra y anotábamos la que correspondía en la escala de fibonacci y después leíamos todas las palabras (hemos llegado a anotar cerca de doscientas) de la última a la primera y las del medio todas juntas, o a veces a las del medio las separábamos en sílabas y uníamos sílabas de distintas palabras para crear palabras nuevas y después les dábamos un significado y cada vez que las usábamos sabíamos que teníamos un código secreto.
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Capítulo 35
Una posible teoría
Puede ser que en la misma situación en la que estamos nosotras se encuentren todos los demás. Podemos estar todos encerrados en un gran truco de magia que hicimos y que obtuvo otros resultados. No es casualidad que nosotros hayamos corrido de esa manera hasta que quedó todo oscuro y no vimos una salida. Es que a esta altura ya no podemos decir nada como real. La verdad es que no sabemos, no recordamos, no registramos momentos de algo que pasó ahí y que después desemboco en nosotras 120
atrapadas sin salida en esta jaula natural. A esta altura no sé si mutamos de especie, capaz somos otros seres nuevos y seguimos pensando como seres humanos y lo mejor sea utilizar los poderes humanos para adaptarlos a esta nueva especie que somos. Puede ser que éste sea el mecanismo de mutar. Puede que el ser humano, con un instinto salvaje, reaccione de manera tal que huya y quede atrapado para transformarse y salir en forma nueva. No sé si está bien que yo piense esto o no. A Luciana le parece en parte bien, pero dice que a esta altura estamos muy confundidas y todo lo que pensamos es una forma de manifestar lo que en realidad pensamos, pero de manera exagerada, porque el cansancio te hace exagerar y te hace estar en estado de alerta. Yo trato de poner la mente en blanco también.
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Capítulo 38
Ayer
Nos pusimos a charlar con Lu y pudimos más o menos acordarnos de algunas cosas. Esto nos permitió sacar nuevas conclusiones acerca de la situación actual. En realidad Lu soñó algo y me lo contó y a partir de eso empezamos a relacionar. Estábamos haciendo el rito del movimiento de las especies. Algunas de las veces anteriores habían resultado en ciertos cambios en el ecosistema, visibles y buenos. En otros casos el rito había quedado casi sin acción. Esta vez había algo nuevo, un 122
ingrediente protagonista. Sólo lo conocían Hamilton, Páez y Laurencio. Durante varios meses habíamos estado probando versiones del rito mayor. Eran pruebas, la base era siempre igual. Variaba el orden y las cantidades, pero era en esencia lo mismo. Esta vez Hamilton dijo que quería probar un nuevo ingrediente, que eso implicaba ciertos riesgos y que teníamos que cargar una mochila. Todos asumimos el riesgo y nos comprometimos en el movimiento de las especies, nos cargamos las mochilas y empezamos el ritual. Ahora recordamos todo como lo habíamos hecho varias veces sólo que hay una parte nueva llena de luz y respiraciones fuertes y pasos acelerados y después un ritmo increíble, un estruendo, no sé en qué parte la tierra emitió un ruido. Pudo haber sido el ruido de las nubes, desconocido hasta ese entonces. Pudo haber pasado cualquier cosa. Después de ese blanco de luz y música aparece la noche, nosotras corriendo muy cansadas en círculos, adentro de la cueva. La versión de que se haya movido el eje de la tierra es una posible, ya que excavamos sin cesar y no salimos a superficie. 123
Es probable que hayamos excavado todo el tiempo hacia el centro de la tierra. Desde las hendijas de la roca se ve un verde increíble y el sol, y se escuchan sonidos de aves. Eso solo. No estamos en la ciudad, tampoco en el predio, es otra parte, concluimos. La única posibilidad que se nos ocurre es una un poco compleja y desgastante pero quizás efectiva. La otra es la de decidir por un solo túnel y seguir siempre para adelante hasta encontrar una salida o morir en el intento. Quedaríamos enterradas en el túnel, quizás algún día alguien encontraría nuestros huesos. La otra también puede matarnos y también encontrarían nuestros huesos algún día. Era sólo elegir en qué creíamos más. La opción del túnel implicaba cargar los alimentos y las cosas que traíamos en las mochilas, utensilios, tubos de oxígeno y demás. Era algo pesada, debíamos excavar pensando en la esperanza de que la tierra se abriera. El oxígeno se iría agotando, los cuerpos se cansarían y estaríamos en permanente oscuridad. La opción de la piedra consistía en vaciar todos los potes de alimento cubriendo casi toda la 124
superficie de la roca que veíamos y luego tirar el oxígeno de los tubos, ambos a la vez, también sobre la superficie de la roca. Esperar a una posible explosión o energía que se produzca de la mezcla de los nutrientes del alimento, el oxígeno y el mineral de la piedra. Podía no explotar pero si cambiar la solidificación de la roca y que ésta convertirse en un nuevo material. Siendo así, deberíamos tallar la roca con los utensilios hasta hacer un hueco por el que pudiéramos salir. La tercera opción era la obvia. Esperar hasta que se termine todo.
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Capítulo 39
Optamos por la piedra
Antes de empezar a untar la piedra con los alimentos, con Lu hicimos un ritual positivo que duró bastante tiempo. Los rituales positivos eran todos más o menos parecidos. Lo importante era que se podían hacer sin nada, no había materiales más que uno mismo. La celebración es una danza con pasos sincronizados, requiere de mucha concentración y apertura mental. Nos sacamos todas las trenzas del pelo y nos lo dejamos suelto, para que el movimiento del cuerpo sume el movimiento del pelo. Cantamos 126
varias veces sonidos sin palabras, repetimos un ritmo con convicción. Después del ritual, sin mirarnos, nos pusimos a llenar la roca de alimento. Empezamos por untar las partes que daban a las hendijas que quedaban vacías, para que, al terminarlo todo el proceso de untado, tuviera más efecto sobre ese lugar. Tardamos dos o tres días, tuvimos que dormir dos veces. Una vez terminado ese paso, agarramos los tubos de oxígeno. Lu dijo espontáneamente una frase que no significaba nada, pero que estaba llena de palabras hermosas, y abrimos los tubos al unísono. Esperamos unos segundos. No explotó nada. No podíamos perder el tiempo esperando a que explotara porque no teníamos alimentos así que empezamos a tallar a toda velocidad. Parábamos de a ratos y después nos dábamos energía entre nosotras mediante los pensamientos y las palabras. Tallamos yo no sé cuánto.
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Capítulo 40
Principios
Increíble, era todo troncos horizontales unos arriba de los otros, todo un suelo ancho como el desierto, no se veía nada más allá, todo de piso de madera de árboles caídos uno al lado del otro. Estábamos sobre la superficie del predio, fue una deducción instantánea, porque nuestros cuerpos reaccionaron de maneras familiares en el espacio. Grandes rocas como la que habíamos tallado se ubicaban entre tronco y pasto. El pasto salía de los troncos, que eran gigantes. Millones de baobabs tirados haciendo 128
una superficie y brotando. Los minerales de la roca habían cambiado nuestra apariencia. Teníamos la piel gris y tirante, conservábamos el pelo bien largo y nuestra ropa estaba adherida al cuerpo, tanto que nos nacía piel arriba de las telas. Me acordé de la historia del baobad y me puse a llorar, pero tranquila. Luciana abría los brazos y los dedos para que el aire la atravesara toda y cuando el viento pasaba por ahí hacía un ruido melódico tanto que instantáneamente se puso a bailar y a girar sobre su eje, yo estaba sentada y la miraba conmovida, ella hacía eso cada vez más fuerte, el sonido aumentaba porque el viento también lo hacía y también la velocidad, el eje se gastaba tanto como la fuerza tanto que en una vuelta que dio se mareó y se cayó al piso al lado mío, justo en el momento en que empezaron a aparecer por todas partes, algunos medio lejanos, brotando desde los árboles grises y cansados.
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Posfacio
“(…)el interés por narrar no tanto la historia de los individuos separados o las comunidades más o menos orgánicas como la historia de las relaciones entre criaturas que no poseen de antemano un horizonte común, que se encuentran en un territorio que desconocen, y que improvisan las cambiantes normas que regularán, bien o mal, la relación en el curso de su despliegue. Estas composiciones de individuos, estas redes de relaciones están montadas en una general fluctuación de la cual son remansos o crestas.” Reinaldo Laddaga Estética de laboratorio. 2010
¿Qué es lo que hace que una vida se configure como experiencia? ¿Qué tipo de operaciones logran producir una diferencia en el flujo incesante de afectos y percepciones que nos atraviesan? Tal vez los viajes y las narraciones puedan contarse
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entre las infrecuentes actividades configurantes contemporáneas. Pero volvamos al principio. En el inicio es la dispersión. Ellas “podrían matarse”. Sería una alternativa más en la deriva aleatoria que, inconsecuentemente, las mueve o las estabiliza. “Me acuerdo de ese momento en el que no me importaba nada. Es como si ese estado hubiese cambiado, pero quedaron residuos. En cierto nivel de una conversación pierdo el interés, frente a los artilugios del lenguaje quedo bloqueada porque eso despierta en mí un discurso mucho más rápido que el pensamiento, me enredo, repito y lucho conmigo misma”. Pero instalan una diferencia, inician un viaje. El nomadismo difiere de la deriva aleatoria. Configura una trayectoria. De modo prospectivo o retrospectivo. Eso no importa. Lo importante es que instaura un proceso de subjetivación. “Yo nos imaginaba tipo Hansel y Gretel, dejando migas de nuestra angustia por todo el recorrido hacia el predio fantasma. Bueno, no era un predio fantasma. Era una comunidad que había abandonado la ciudad, nómades.” El nomadismo las conduce hacia el predio. Y allí se produce el encuentro. Del nomadismo a la composición. Cambio de régimen en la actividad configurante. Prácticas experimentales y procesos de documentación que traman colectivamente modos de vida. “No mirábamos la técnica específicamente o el material, veíamos una función de grupo, de investigación”. El proceso de la autoorganización es expansivo
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y todo el tiempo instaura nuevas conexiones que desencadenan procesos de autoalteración de las lógicas de pensamiento y los regímenes de percepción. El proceso expansivo bordea la desconfiguración, pero asume ese riesgo como apuesta experimental. “Sentí que el cuerpo se me llenaba de una circulación de fluidos nuevos o viejos con otro movimiento, no era una experiencia sólo mental. Me miraba los brazos y las piernas y la piel se levantaba apenas como si adentro me estuviera corriendo algo por las venas y entre los músculos, se podía ver y tocar, fue un poco impresionante. Pero como la sensación de eso era suprema traté de enfocar mi juicio sobre la experiencia total, no sólo la imagen de mi piel levantándose por todas partes. No podía explicar qué era lo que había mejorado en mi vida a partir de ese hecho pero me daba cuenta de que el momento iba a ser uno de los que me iban a quedar en la cabeza para siempre.” Sin embargo, la dinámica se interrumpe. Ellas se descubren en la cueva. Es el cierre identitario. Un pesadísimo bloqueo del devenir. Una cristalización de la composición que, sin apertura al exterior, no logra reanudar su proceso. El desbloqueo se constituye como nuevo desafío de subjetivación. La fuerza se pliega sobre sí misma. La autoalteración se ve obligada a operar con mínimos recursos. La mutación necesita desplegarse de modo inhumano. “A esta altura no sé si mutamos de especie capaz somos otros seres nuevos y seguimos pensando
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como seres humanos y lo mejor sea utilizar los poderes humanos para adaptarlos a esta nueva especie que somos”. La deconstrucción del cierre identitario, lejos de adquirir un carácter conclusivo, toma la forma de un reanudamiento. La caída logra devenir paso de danza. Tiene lugar nuevamente la dinámica expansiva. Con sus posibilidades. Con sus riesgos.
Franco Ingrassia Noviembre de 2011
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