Los Llantos de la Añañuca

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LOS LLANTOS DE LA AÑAÑUCA POR DAVID SANTOS ARRIETA

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Contacto: carrollera@hotmail.com Web editorial: www.cinosargo.com Contacto con el autor: pspsantos@hotmail.com ISBN: 978-956-9382-09-3 Los Llantos de la Añañuca © David Santos Arrieta Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de este documento por cualquier medio, sin el previo y expreso consentimiento por escrito de los autores. Cinosargo Ediciones © Todos los derechos reservados a nombre de Daniel Rojas Pachas. 2


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Como yo con él. Los llantos de la Añañuca aún se oyen bajo las parras que hoy habitan en las laderas que en su tiempo fueron sólo cerro y quisco. De esos llantos se alimenta la soledad de quien buscando refugio encuentra entre las sombras entrelazadas un trocito de lo que perdió el día en que se durmió a pura intuición de abandono.

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Los llantos se hacen barros nosotros vestimos ropas viejas y de trabajo anhelamos la pinta forjada los sรกbados cuando se acerca el baile lo que importa son esos destellos del ser baleada desde adentro estoy Del norte chico soy De un valle generoso.-

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El duende interno lo he llegado a llamar. Aquél te llamó una mañana de caña como quien despierta a un insecto de su invierno te llamó. El duende, dijiste. El interno, dije, el que vive por debajo de ti el que te impulsó a dejar tu ciudad y ahora justo ahora cuando ya parecías comprender lo innecesario del cemento te impulsa a dejar tu campo, seco.

…¿y yo, dónde?

Pa’ después – dijiste - pa’ mi regreso. sabiendo que no volverías ni a tu ciudad encementada ni a tu campo seco ni a mis brazos que pudieron ser de cualquiera pero fueron tuyos.

…fuiste mío y ese es mi tonto consuelo.

…me dejaste sola como petroglifo en el cerro Como quisco seco a la orilla del camino

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Ahora acá buscándote ay, mis pies caminan lenta y pesadamente sangran la semilla de una flor momentánea soy errante como la Llorona, bendita ella, pero ni hijos tengo por qué llorar solo un amor que obedeció al duende que de codicia no se sacia que de quizás de cuantas hermanas como yo, cándidas campesinas de pueblo, no se sacia.-

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Probablemente no En un día de soledad lagrimosa cuando talabas un viejo y grueso parrón puse mis manos sobre tu maleta y le roge a la muerte alejarse de nosotros. Me la soñé una vieja de trenzas canosas con un extraño emblema en la frente la rodeaba un humo blanco que hacia grises sus ojos fijos parecía míralo todo o nada, que es lo mismo, dijiste, que desde una ventana cualquiera se puede ver el mundo entero… De esas cosas hablabas cuando querías hacerme el amor de eso me emborrachabas entonces ida de mí entregada a ti borracha nula ¿Era yo?.-

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Eran nuestros primeros días. Ocultos los dos tu mano guiaba la mía hasta la humedad que nacía bajo tu pantalón eran nuestros primeros días. Era una maniobra con el olor agrio de la huída mi nariz de ilusión congestionada nunca supo advertirme de la pena. …Hoy mis hombros sangran por un hombre. Desde la pequeña claridad que entre el adobe y la madera hacía señas vi pasar una bandada de tricahues y me fui con ellos mientras hacías de mí una maquina de tu placer… Tu mano guiaba la mía pues yo de ingenua no sabía cómo moverme… Pero al tiempo me despertaste y fui soberana de mi propio asombro mi piel retumbaba como cuero de bombo 9


mis senos agitados desviaron, siquiera un minuto, tus ojos hacía la ruta que yo te proponía la ruta hacía mi gruta. Pero mi saltar se acaba y el tuyo también. Liabas un cigarro y mirando el cerro te ibas al baño luego volvías y pedias algo de comer. Yo secaba mis presas daba cordura a mis vestidos preparaba una palta cortaba un trozo de queso ponía a calentar una carne y servía solo un vaso uno para ti.-

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Ignorancia Nos conocimos en Monte Rey y me dejaste en Monte Patria el trashumante siempre es otro nunca nos movimos hacía ninguna frontera. Fue lo nuestro una quietud de las que dan susto y te asustaste Tu miedo huía del mío que de hacerme vieja nunca de mi germinara una flor. …tú no oías, tus ojos se curvaban buscando oro. Y yo sólo tenía una moneda que mi abuelo me regalara la que un viernes santo en un entierro encontrara en mi familia, la moneda se guardaba como a una mentira, como a una varillita de virtud, te lo conté un día, pero nunca creíste en mis historias tus oídos se eclipsaban, tus dedos se arqueaban, todo señalando un camino un camino que seguiste un camino que yo ignoro.11


A los ojos. Mirándote a los ojos mientras tú me miras los pechos ya erectos de calor. Mirándote a los ojos mientras tú me sacas el collar de plata de mi única infancia. Mirándote a los ojos mientras te descalzas y alistas el vuelo a la cama que por un momento será nuestra. Mirándote a los ojos mientras tú miras mis manos que desarman la cama y apresuran la oscuridad que reclama mi pudor. Mirándote a los ojos mientras tú te miras el miembro para sujetarlo firme mientras buscas el agujero que yo busco entregar. Mirándote a los ojos mientras tú miras la pared. Mirándote a los ojos mientras tú me miras la boca 12


y no me besas y no me besas. Mirándote a los ojos mientras te mueves aprisionándome soy un estuche, tu neceser. Mirándote a los ojos mientras gimes sobre los míos lentamente acabadamente. Mirándote a los ojos mientras miras la ruta por la que te irás. Mirándote a los ojos mientras tú no estás… Mirándote a los ojos mientras tú miras... quizás qué.-

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Llanto por el cerro. Oh cerro, Soñé un toro metálico que lanzaba humo por su espalda embestía tu roca con cuernos brillantes. Lo montaba un rey de corona amarilla. Sangrabas en sólido pero a fuego hacían lágrima tu corazón. Tú, impávido, te hacías pequeñito desde tus interiores, y justo ahí se atravesaba la imagen de un hombre que amándome me dejó. En esas, el toro se cae al río pero manos del mismo pueblo lo levantan y eso me da una pena imposible de soledad entonces llegan con el viento más Lloronas de todos los cerros cercanos diciendo que ese toro metálico es todos los toros metálicos que picoteaban todos los cerros que al fin y al cabo son uno que al fin y al cabo todos los toros son uno sólo igual que nosotros todos somos uno 14


que siempre la lucha es uno contra uno cara a cara que siempre ha sido así. El rey de corona amarilla sonríe muestra fardos del dinero que creo necesitar muestra su cara de engaño es amante que no sabe amar. El rey lanza el toro sobre mí creyendo ver un cerro de corazón brillante sus cuernos me embisten y siento lo que sientes oh cerro impávido y lloro lo que no haz de llorar.-

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Te me vas en una condena que ni siendo perpetua bastaría para llorarte. Me caigo en la memoria de los cerros que también lloran el recuerdo de quienes no están, pero tu pasar fue tan dulce que hoy es una caríe en el hueso de mi alma. Roída me siento, como las piedras azules de Monte Patria.-

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Quizás una poesía Y ahora que no estás la brisa hace burla entre los aromos busco tu silbar y me levanto aún sabiendo que ni en fantasma estás El arado ahí, enmoheciéndose viejos zapatos con barro seco y una araña que ya en ellos tejió su hogar.-

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Cuatro lágrimas de hoy Te llevaste los paisajes que iba a ver los lugares donde reiría Caimanes Andacollo Freirina Chañaral Por eso lloro Porque te llevaste el mar que no he conocido algún camino más ancho que del baño a la casa alguna persona amable que me enrojeciera. Te llevaste mi sombrero encintado el que alguna vez se iba a volar con el viento. Te llevaste un vestido con mi nombre bordado con él, un gato vecino vendría a jugar. Te llevaste mis sonrisas futuras. Hoy lloro. Lloro a esa persona amable que puede haber sido un tony de circo, un vendedor ambulante o un poeta repartiendo sus poemas en la calle. Lloro los caminos que no he visto anchos y soberbios 18


como alfombra de realeza mis cuatro lágrimas lloro Caimanes Andacollo Freirina Chañaral La desventura de su gente silenciada que arrastra bolsas traídas de la capital La pena ingrata del ignorante que se lleva la peor parte el brillo melancólico del loco del pueblo que reparte panfletos añejos los domingos después de misa en una plaza cada vez más sola cada vez más roída por el rico y el extranjero.-

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Canto Nota Lloro eternamente desde la belleza que soy mi victoria es cerrar los ojos. Mi victoria ay sí de una loca abrazando un quisco de meter los pies al río y sentir la sed burbujear. Soy el estar en su sitio a estas piedras, siglos que no las toca nadie el sol es una extensión de mí. De mí, ay sí de mi victoria en la ciudad en cada anarquista que la destruye. Busco la devastación de lo que no veo de tu presencia sobre todo de tu no estar acá contemplándome.-

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Yo lloro recuerdos. Sembramos. …recuerdas? Cosechamos. …recuerdas? Yo lloro recuerdos de pan de una lluvia que llegó de promesas de tinta china de un espejo trisado en sus orillas de una carne quemándose en el brasero de un río siempre inquieto de una vela inapagable de frutas todo el año de hojas cayéndose con el viento de un sol que no dolía y una luna aparecida.-

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Desde ahí. También lloro por no estar ahora en otro lugar por no irme con el río ver otros campos ir más allá donde no hay campos y una sequedad verdadera, de sol verdadero, se apodera de la tierra y ya no eres tú eres la tierra… Eso veo un futuro cayendo en sequedad mi propia vida volviéndose al polvo al polvo de donde eres… Floreceré volveré desde ahí desde la sequedad.-

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Llanto por Usnavito. Llegó a consolarme una hermana del bajo de caderas anchas y pechos pequeños de chiquitas juntas recolectábamos ramitas para hacer escobas pero hace años, desde que se fue a Coquimbo, que no hablábamos. Pasó tu tiempo allá volvió con Usnavito, su hijo de mechas tiesas pero rubio de ojos bizcos pero verdes. Llegó a consolarme pues ella sabe de este dolor tuvo su amor de pocas semanas buenas semanas, dice conoció harto, la noche, sus albores, otras caletas un hotel donde te hacían la cama conoció la risa extranjera y la piel pálida conoció del hombre el brillo de su deseo. Luego el gringo se fue y no volvió más dejándole en los ojos una brasa que se aviva cada vez que hay viento terral. Creció en su vientre el hijo del abandono.

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…hermana, siento envidia de ti. Lloró junto a ti. Tiempo después durante el parto en el segundo piso de una casona coquimbana afloró una imagen el parche en la camisa del gringo U.S.NAVY Por eso el nombre del niño de mechas tiesas pero rubio de ojos bizcos pero verdes.-

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Lloro para no olvidar. Lloro una burla que recibí cuando pequeña seis niños me arrinconaron y sus risas apuntaron contra mis dientes golpearon mi pierna con una pelota de piedras mi tiraron el moño y me arrancaron la caracha de los codos.

Oh mis codos

La sangre circulaba sin derramarse veía caminos en mí una ruta era.

Oh mis codos Oh mis dientes Oh mi moño Caminos en mí

Yo no conocía el nombre de ninguna flor. Lloro esa infancia que no nombra. Lloro esa infancia imposible de retornar donde yo entendía todo lo sabía todo lo intuía todo todos los caminos eran los que había recorrido los caminos en mí 25


la soberbia de la ignorancia brillaba eran luces los caminos y me hacían poderosa. Me recorría en ellos…

Oh mis codos Oh mis dientes Oh mi moño Oh mi infancia…

Hoy yo no sé y camino la ruta por la que te fuiste sin poder avanzar más de cien pasos entonces, sangro los caminos quebrados de mí las luces se van borrando ya no rutas en mí las siembro en cada paso para ejercer memoria.

Oh mis codos Oh mis dientes Oh mi moño Oh mi infancia Oh memoria Oh caminos Oh mi sangre

Poema soy.-

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Lloro, ay sí Entre pastizales que se encienden lloro ahumada. Sé que me amas me amas, lo sé. Lloro un amor de desarraigo de una esquela que el sol destiñe lloro la plaza desgastada la cruel piedra que se desprende. La sombra de la iglesia donde mean los curaos. Eso amas. De mi salieron tus empujes, ay sí. Lloro no ser flor.-

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Miedo que levanta polvo en el camino. Lloro el miedo las sombras escurridizas en que busco refugiarme las palas que me cavan lloro la devastación de los huertos una mujer muda que me mira sin sonreír el azote de mi bolso contra la tierra y los dardos que mataron las loicas de pecho rojo. La era de un tiempo que se nos cae por dejación ya no más, hermanos ya no más, hermanas los azadones al hombro y el camino bloquear no queremos que pase el hombre gris no queremos verse secar los piqueros de la infancia no queremos que la humedad del eucaliptus se evapore en una chimenea. No a esa máquina imposible de desencajar.-

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Catorce huellas conté. Mientras el manto de la soledad me cobijaba caminé a la cima del cerro la cruz comencé a contar las huellas y catorce huellas conté:

…¿por cuál te fuiste tú?

La primera era una escarcha de invierno soberbia pero frágil en ella se cobijaba evidente tu duda. La segunda era el ojo de una yegua reflejando un horizonte incierto y arrebolado un chispazo un rayo el destello de un golpe errado al yunque el ojo de una yegua perdida en la cordillera. La tercera parecía el rastro de una serpiente quizás lo era el rastro de la serpiente emplumada esa huella era una mentira que parecía verdad.

…¿por cuál te fuiste tú?

La cuarta huella era una piedra arrojada al canal en día de deshielo 29


una piedra que al tocar el agua rápidamente se hundía en el impávido desprecio del olvido. La quinta parecía un tatuaje pero no era más que una cicatriz bien pensada. La sexta era un fruto que perpetuaba la memoria un fruto que colgaba del brazo de una madre y poco a poco en el tiempo crecía y preparaba su huída. La séptima era la pluma de un gorrión muerto en el entretecho de una casa de adobe la pluma tímida se abría paso por entre la madera y caía tratando de anunciar al difunto pero no lo lograba.

……¿por cuál te fuiste tú?

La octava huella era un muro de flores miles de flores anaranjadas tomadas de las manos ellas guiñaban el ojo al sol quien las marchitaban al tratar de besarlas. La novena era igualmente un árbol otoñal que se desnuda para recibir la primavera. La decima eran letras sobre un papel 30


algunas de precisa caligrafía que se unían y escribían palabras como: Futuro Firmeza Golondrina otras tiritonas, quizás escritas por la mano de algún ebrio o la de un niño inquieto escribían palabras como: Pasado Recuerdo Esclavitud Ausencia. La undécima huella era el peinado de trenzas que mi abuela solía hacerme un tejido con mis propios cabellos que de pronto ya no eran y ahora son una corona negra y brillosa tal cual era la huella.

……¿por cuál te fuiste tú?

La duodécima era recta, infinita Perdíase en un hilo incoloro de humo sin viento cobijaba huellas sin regreso heridas secas de tanto sangrar. La decimotercera era un libro abierto 31


roído por un lector furioso que lanzó sus hojas a la suerte del día en ellas transitaban una multitud incontable separados por distancias inconmensurables en cada hoja un historia y en cada distancia, un abismo. La decimocuarta huella se unía a sí misma en un camino infinito y mutante cada paso era el mismo y diferente a la vez el recuerdo en él se perpetuaba como se perpetúa el gusano en la mariposa.

…¿por cuál te fuiste tú?

…¿por cuál te fuiste tú?

¿por cuál te fuiste tú?

Al rato despabilé mi mirar sólo vi los techos de las casas del pueblo sólo una huella, de ir y de venir unos perros que ni ladraban y el sombrero de un hombre llevado por el viento.-

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Esto habla de un dolor que quiero desechar. El dolor es mental El dolor es mental El dolor es mental El dolor es mental El dolor es mental una flor no puede escribirse es el dolor del que dudo hace ya tiempo nació la sospecha yo, sospechaba de todo ahora directamente del dolor dudo El dolor es mental El dolor es mental El dolor es mental mil dudas podría yo plantearte mil dudas podría yo llorarte al son del baile chino podría yo danzarte y quizás nunca sentir nada nunca extasiarme, nunca iluminarme de la pifilka beber aguardiente una flor no puede escribirse El dolor es mental El dolor es mental El dolor es mental El dolor es mental El dolor es mental La flor no La flor no.33


Codicioso. Soñé mirando desde arriba un toro cruzando el puente por debajo pasa el río que por un lado entra ancho y por el otro sale finito veo al toro avanzar secando el agua una peste es el toro. El toro brilla y refleja el oro de su codicia. El toro crece y se dispara destrozando cerros su nariz expulsa humos de carbón bebe la nieve de la cordillera se rasca en los parronales pisoteando avanza buscando donde orinar su orina seca los árboles y toda planta como quien lanza aceite caliente al rostro de un bebé. Soñé un toro que me hizo llorar el deseo de mutar quise ser la flor que adorna el camino Quiero quedarme en los caminos de tierra no llegar a dónde llegaste tú.-

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Flores en el cerro. Llorar perdidas no quiero quizás lanzar azucenas desde las nubes y reír Caminando por el canto mis lágrimas son la disciplina con que se hacen humitas Seleccionar los choclos Descuerarlos Seleccionar los pellejos Asentarlos en lo ancestro Rasparles el alma Transparentarlos Reunir su viruta y oler Las manos destellan ya de sol A puñetazos reunir los granos Lanzarlos al choque con la albahaca Ser la masa de choclo que gotea Seleccionarlo todo Reunir en esencia No perdidas no Lanzar humitas a los hambrientos Servir la mesa cuando 35


llegas ebrio. Llorar perdidas no quiero quizás lanzarme a la desfloración siendo el pétalo final de lo que quiero Azucena Añañuca Amancay Celestina Suspiro del Campo Yerba del Chancho Corona de Fraile Yerba Loca Terciopelo Oreja de Zorro Garra de León Pata de Guanaco Té de Burro Cuerno de cabra Mariposa de los Molles Azulillo Blanquillo Romerillo 36


Junquillo Alcaparra Verbena Flor del Inca Flor de Chañar Flor del Copao Malva del Cerro Lirio del Campo Capachito de la Cordillera Choquén Topa Topa Pakaré Yerba Blanca Yerba Santa Yerba del Clavo Palo Negro Palo de Yegua Flor del Jote Bailahuen Corontillo Acerillo Maitén 37


Chilca Calahuala Amor Seco Pimpinela Berro las flores.-

‌ todas las lågrimas riegan todas

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Carta a mí misma. Añañuca: Pobre no seré al menos un destinatario eventuales nubarrones me cobijan. Quiero escuchar tu voz y consolarme soy un ritmo que se desploma.

Aliéntame en mi yo.

Quiero escuchar tu voz desconocida como en un espejo.-

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La Respuesta. Soy agua por la nariz Añañuca en Monte Patria tierra entre las uñas y sol soberano Sol que se adelgaza para que la bestia lo venere Todo es un símbolo de otra cosa cualquier símbolo nos representa.-

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Único Mi amor fue único un sol fuera de su camino una escarcha soy una helada un eco que se evapora.

Soy la palabra que se diluye un pálpito hecho frase mi amor fue único y de nadie más.

Soy ofrenda, soy Añañuca del destrozo me levanto Oh Monte Patria…

Soy el habla de los que modulan mal.-

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En esas tardes que parecen esperas. Tardes perdidas rocas caĂ­das camisas deshilachadas bajo la cama la huella de tu mano como un fantasma en el espejo la mancha de tu ego en el piso latiendo con mis lĂĄgrimas borrĂĄndola estoy. Yo misma agachada fregando el piso para olvidarte Vete Vete

Vete de una vez siento a la tierra tirar de mis riendas.-

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Lo harĂŠ. Lloro pantalones pal gato gorras deshilachadas dientes careados y piel partida. Alergias al sol ceguera temporal dolor de cabeza. Frio calador tronaduras al peo basura en las orillas. Agua envenenada olor de mil demonios. ÂĄQuiero florecer!

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Importancia. Si de tu mano me suelto y salto no te suelto junto ya vamos. Estoy contigo tú estás en mí. Acaso no ves mis pétalos llevan dibujadas las líneas de tus manos tu destino son las grietas que dejaste en mí. ¡Qué importa que me miren! ¡Qué importa que me arranquen! ¡Qué importa el mordisco y la erosión! Florecí. Fui. Añañuca Soy.-

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Florecer en el hoy. Cae una brisa húmeda directa a mis ojos que miran nubes que pueden ser barrancos donde los tricahues anidan el futuro. Me levanto a observa el horizonte de ahí salen voces a abrazarme se sienten como el teclear de una vieja máquina de escribir me acarician con un susurro de madre acongojada oigo esas canciones que humedecen aún más la tierra hambrienta que aullando piso ya. Voy a ser flor voy a ser ronda un grupo de niños saltando la cuerda sobre el luche derritiéndose absorbidos por la tierra hambrienta. Oh tierra, hambre, loros, horizontes. Oh mis huellas hechas flores hoy.-

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COLECCIÓN DE POESÍA - LA CANCIÓN DE CHARLIE MELNICK - - - - - - - - - - - - - - - - -

Gramma de Daniel Rojas Pachas (2009) La Danse Macabre de Tito Manfred (2010) Shhh de Mauro Gatica (2010) Novela Negra de Juan Podestá (2010) El libro de las revelaciones de Víctor Munita (2010) Barrio sin Dios de Danilo Pedamonte (2010) Raíz de Uno de Fernando Rivera Lutz (2011) Carne de Daniel Rojas Pachas (2011) Le dan hueso de Andrea López Kosak (2012) IusPoética de Manuel de J. Jiménez (2012) En una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos La Tierra de Germán Arens (2013) Y la sangre circulaba en su carne como un río de leche de Paula Ilabaca (2013) En Guerra con Chile de Víctor Munita Fritis (2013) Ego de Oscar Ramirez (2013) Entrevista a Sergio por el Tipo de Sergio Montorfano (2013) Asfalto_ de Daniel Olcay Jeneral (2014) Los llantos de la Añañuca de David Santos Arrieta (2014)

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www.cinosargo.com

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David Santos Arrieta (Santiago 1979). Psicopedagogo y Poeta radicado en Monte Patria. Ha participado en diversas revistas, antologías y eventos poéticos. Ha publicado: Mirándome a los ojos (2005), Mirando el tiempo con ojos de cristal (2006), Ay, Sí (2007). Todos autoeditados bajo la idea de Lagartija Ediciones.

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