Presentación
Mundanal e Imaginario Primera edición Zacatecas, 2015
Producción editorial Texere Editores sa de cv www.texere.com.mx 01 800 899 6535 Jánea Estrada Lazarín Coordinación general Judith Navarro Edición Mónica Borrego Diseño editorial Martha Ramírez Comunicación Miguel Aguilar Vinculación De Mundanal Magdalena Okhuysen Fotografía Néstor Cuéllar Edición de imagen
De Imaginario Alejandro Muñoz Fotografía Carlos Belmonte Grey Coordinación en Francia Chantal Chevillard Aurélie Deny Geoffroy Huard Pauline Jobard Lluna Llecha Verónica Portillo Pierre Thiollière Pablo Ortiz Traducción
El pasado mes de septiembre, el Museo Zacatecano cumplió veinte años de su apertura. Esta nueva exposición temporal, Mundanal e Imaginario, forma parte de las actividades para conmemorar su vigésimo aniversario. A lo largo de dos décadas, el Museo ha mostrado numerosas exposiciones temporales de muy diversos temas y colecciones. En esta ocasión, Juan Carlos Villegas, artista plástico zacatecano, presenta dos series, Mundanal e Imaginario, en las que pone de manifiesto no solamente su calidad y madurez artística alcanzada después de más de veinte años de trayectoria, sino también su enorme sensibilidad al drama y a la fatalidad que oprime a la gente vulnerable de nuestra sociedad actual. Mundanal se conforma por dos series entrelazadas y complementarias que nos acercan y asoman al infortunio de las niñas en su difícil paso por la vida. Imaginario nos muestra diversos rostros, muchos de los cuales podremos reconocer en los barrios, por la calle, en los noticieros; cada uno de ellos ha sido, a la vez, fuente de inspiración de historias breves de la pluma de talentosos escritores, aunque cada espectador podrá imaginar su propio relato. Esta propuesta artística no se queda en la capa superficial de la técnica, la creatividad o la estética de una obra: expresa algo más profundo que quizá muchos de nosotros no queremos o no nos atrevemos a mirar. La clara intención de estas series es provocar inquietud y reflexión, y con ello movernos de la cómoda postura de la indiferencia social. Estamos seguros de que la muestra logra este propósito, pues la fuerza y la expresividad del trabajo de Juan Carlos Villegas no nos permitirán permanecer impasibles.
Gustavo Salinas Iñiguez
Julieta Medina Briones
Director General del Instituto Zacatecano
Directora del Museo Zacatecano
de Cultura «Ramón López Velarde»
Mundanal e Imaginario
Lo real y lo irreal, lo tangible y lo intangible, lo objetivo y lo subjetivo, lo material y lo espiritual, lo corpóreo y lo incorpóreo, lo figurativo y lo abstracto, lo mundanal y lo imaginario… Esta contraposición es el eje central de la presente muestra dual; dos exposiciones en una, dos procesos y visiones distintos. Así suele ser mi manera de trabajar: divergente. Estoy en una constante búsqueda no solamente de técnicas que puedan enriquecer mi proceso creativo, sino también de discursos visuales. La serie Mundanal es resultado de un trabajo que se me presentó de manera atípica: la propia pintura me iba llevando por rutas en las que surgían personajes pueriles muy figurativos; alrededor de su entorno aparecieron, de manera natural, escenarios hasta cierto punto abstractos, un tanto inquietantes. Sumergirse en lo mundanal de esta serie implicó que no decidiera de manera consciente hasta qué punto lo visceral y lo superficial se contraponía con lo celestial o lo espiritual; pero sé que hay un quid íntimamente ligado con lo profundo de la condición humana. La segunda serie, Imaginario, está compuesta por retratos ficticios; son dibujos en papel amate realizados en un paréntesis a mitad de un atolladero durante el proceso de Mundanal; es fruto de una dinámica más ágil, consciente y controlada, pero que aborda asuntos más sutiles ligados a flujos mentales de los personajes ahí representados: el imaginario. Las series son antitéticas en apariencia, aunque espero —y esa es mi apuesta— que el espectador encuentre conexiones insospechadas que lo hagan reflexionar en cómo, de alguna forma extraña, los contrarios suelen ser parte de un mismo todo, ser complementarios. En el fondo se podrán cerrar círculos que parecían no existir.
Juan Carlos Villegas
Mundanal o la manera de alejar melancolías Armando Salgado
Juan Carlos Villegas, en su primer pórtico de esta exposición titulada Mundanal, anuncia prematuramente la inequívoca e inquietante sentencia: lo rojo es cuna del abismo. Quien reza dicha epifanía sabe de antemano que no hay vuelta de regreso, y que cada escalón no solo permite descender a los bocetos de la angustia, sino también a una caída sin final. La pintura es ese irse a fondo y no tocar orilla, ni siquiera un trozo de horizonte. Villegas nos incrusta a su cinturón y nos lleva en su caída. Entre vértigo y descenso, esta exposición es arpón en la carne del espectador y su envés: ¿Ahí dentro quién salvará su permanencia? ¿Habrá mareo y piso firme? Mundanal nos pertenece, le pertenecemos. Este abismo tan contemporáneo lleva la cabalgata de la sangre para citar personajes surrealistas de un mundo que cada vez enloquece más. Villegas escenifica la extrañeza para recordarnos que no hay normalidad mínima en una época donde podríamos desaparecer en cualquier momento: mejor forma de abstracción. Mijaíl Lifshitz decía que un mundo de ciudadanos–átomos uniformes e independientes teme a la vida porque cualquier movimiento real, cualquier manifestación de fuerzas e intereses vivientes, amenaza su equilibrio abstracto. Villegas y su Mundanal agitan la abstracción y nos despojan a un plano donde caer es lo mismo que soñar (y morir) dentro y fuera de nosotros. El arte consiente morir de numerosas maneras, no hay tiempo establecido para tal hazaña; al recuperar respiro, al abrir de nuevo los ojos, todo cobra razón: el arte figurativo
de Juan Carlos Villegas es el Mar Rojo, y lleva la voz de todos los ahogados. La segunda sala de Mundanal perece y parece tener explicación: el abismo se ha materializado. Lo femenino en su conjunto adopta una actitud contra–displicente, diría Zygmunt Bauman, frente al rasgo primero en los habitantes de la metrópolis, esa ciudad moderna, inmensa, multitudinaria para después arremeter contra la «realidad» misma. Mundanal no es anecdotario de violencia ni exposición cívica de seudo–valores humanos, es el músculo crudo de un matadero clandestino: ¿En él somos la mujer que lleva descalzos los ojos y una venda al corazón? ¿Llevamos ese muro que diseña nuestra melancolía para no tomar partido ante la infinidad de conexiones, sin quedar enganchado a ninguna como dijo Rolland Munro? ¿Es llevar encima un violador que sube y quema nuestras piernas? Hay una invitación perturbadora en esta serie pictórica: nos incita a pensar el mundo desde sus múltiples representaciones, y a hallar en él un punto de equilibrio, una tabla firme a la que podamos aferrarnos desesperadamente. No debemos ser melancólicos y no tomar partido en este sueño violento que cada día supera la realidad misma. ¿O es la realidad mancillada la que suplanta cualquier utopía? Esta insustancialidad es obligación– compulsión–adicción, y Juan Carlos Villegas ofrece la piel de sus ojos en esta exposición para ver lo que todos padecemos: el frágil testereo en nuestra sangre que quiebra cualquier intento por saltar.
Corro en pรกramo ร leo / tela 200 x 140 cm 2015
Petra deletérea Acrílico, caseína y óleo / tela 100 x 100 cm 2015
Iniciada en laberintos Acrílico, lápiz y óleo / tela 100 x 100 cm 2011
Cuento de triada Ă“leo / tela 50 x 50 cm 2015
Mitote Ă“leo / tela 50 x 50 cm 2015
Arrebatado Acrílico, caseína y óleo / tela 100 x 100 cm 2015
Paraje de errantes Acrílico, caseína y óleo / tela 100 x 100 cm 2015
Margarita en altamar Acrílico, lápiz y óleo / tela 117 x 117 cm 2011
Alicia y la Paca Acrílico, caseína y óleo / tela 100 x 100 cm 2015
Ufana infame Acrílico, caseína y óleo / tela 100 x 100 cm 2015
Monos de pendencia Óleo / tela 117 x 117 cm 2015
Otero de pendencia Acrílico y óleo / tela 150 x 150 cm 2015
Brujo en reborujos Óleo / tela 50 x 50 cm 2015
Uraño en fumarolas Óleo / tela 50 x 50 cm 2015
Viejos en periplos Óleo / tela 50 x 50 cm 2015
Alicia en sueños Caseína y óleo / tela 100 x 100 cm 2012
Danza de ateridos Óleo / tela 200 x 140 cm 2015
Imaginario Imaginaire Jánea Estrada Lazarín
Los textos, en el sentido más amplio de la expresión, no son aquellos escritos solo con palabras; todo lo susceptible a ser interpretado es un texto, y las interpretaciones son determinadas por el contexto cultural. Las obras de arte, en este principio, son textos en los que el autor participa directamente; el espectador es copartícipe de una especie de juego: analiza, recrea, se apropia de la historia y la transforma. Juan Carlos Villegas creó una serie de personajes relacionados con la cultura mexicana, en su sentido más amplio de expresión, tomando en cuenta que el arquetipo tradicional del mexicano se modifica constantemente en un contexto de multiculturalidad e interculturalidad; de ahí que los personajes creados sean simbólicos, más que representativos, de un México en constante evolución–convulsión. Doce escritores participan en este proyecto: de Zacatecas, Pilar Alba, Joel Flores, Óscar Édgar López y Alberto Huerta; del Distrito Federal, Edgar Khonde, Guillermo Samperio, José Cruz, y Gabriel Reyes; de Puebla, Fernando Cuervo; de España, Lluna Llecha; y de Francia, Pierre Thiollière y Aurélie Deny. Sin tener más que la imagen y el nombre de la misma, se convirtieron en intérpretes de lo plasmado por Villegas sobre papel amate; se relacionaron con el mundo de la obra analizada, interpretaron los textos–obras a su manera, y tradujeron todo en un nuevo discurso, en cosmovisiones diferentes. Es este un imaginario colectivo en el que la fuerza de los relatos llama poderosamente la atención; hay una coincidencia general al dotar a los personajes de una vida triste y solitaria; la vulnerabilidad es una constante. ¿Será este el reflejo de una sociedad imaginaria solamente? ¿O será que una profunda soledad nos acecha, nos corroe entre tanta gente? De pronto, a la vuelta de la vida, ahí estamos también como espectadores–lectores para crear mundos alternos y para sentirnos menos solos en nuestro propio mundo imaginario.
Imaginaire Imaginario Jánea Estrada Lazarín
Les textes, au sens le plus large, ne sont pas ceux écrits seulement avec des mots. Tout ce qui est susceptible d’être interprété c’est un texte et les interprétations sont déterminées par le contexte culturel. Les oeuvres d’art, en ce sens, sont des textes dans lesquels l’auteur participe directement à la création et le spectateur participe à une sorte de jeu: il analyse, il recrée, il s’approprie l’histoire et la transforme. Juan Carlos Villegas a crée une série de personnages en rapport avec la culture mexicaine, au sens le plus large, en prenant en compte que l’archétype traditionnel du Mexicain se modifie constamment dans un contexte de multiculturalité et interculturalité; d’où le fait que les personnages créés soient symboliques, plutôt que représentatifs, d’un Mexique en constante évolution–convulsion. Douze écrivains participent à ce projet: de Zacatecas, Pilar Alba, Joel Flores, Óscar Édgar López et Alberto Huerta; de Distrito Federal, Edgar Khonde, Guillermo Samperio, José Cruz, et Gabriel Reyes; de Puebla, Fernando Cuervo; d’Espagne, Lluna Llecha; et de France, Pierre Thiollière et Aurélie Deny. Ils avaient seulement l’image et son titre, et ils se sont ainsi convertis en des interprètes de ce qui a été façonné par Villegas sur du papier amate; ils se sont mis en rapport avec le monde de l’oeuvre analysée, ils ont interprété les textes–oeuvres à leur manière, et ils ont tout traduit en un nouveau discours, en des manières d’interpréter le monde différentes. Il s’agit d’un imaginaire collectif où la force des récits attire énormément l’attention; il y a une coïncidence générale en dotant les personnages d’une vie triste et solitaire. La vulnérabilité est une constante. S’agirait–il seulement du reflet d’une société imaginaire? Ou s’agit–il peut–être d’une profonde solitude qui nous guette, nous ronge parmi tant de gens? Tout d’un coup, au retour de la vie, nous sommes ici aussi comme des spectateurs–lecteurs pour créer des mondes alternatifs et pour nous sentir moins seuls dans notre propre monde imaginaire.
Alicia y la Paca Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
Alicia et Paca
Alicia y la Paca
Aurélie Deny
Aurélie Deny
dis–moi qui es–tu? dis–moi que fais–tu? dis–moi que fuis–tu? je suis là, dis–moi... dis–moi que regardes–tu dis–moi que penses–tu dis–moi que cherches–tu dis–moi dis–moi qui, dis–moi quoi raconte–toi raconte–moi ... ton histoire ... raconte–moi, jeune fille au corps battu, au corps bleui, bleui par qui, bleui par quoi? raconte–moi d’où tu viens, où tu vas jeune fille aux joues meurtries, aux mains salies, jeune fille aux yeux cernés, aux dents serrées... poupée d’acier, poupée de sang poupée jolie, poupée vieillie petite gueule cassée des temps modernes petite gueule cassée des tranchées d’aujourd’hui bradée, broyée, brisée, dis–moi, dis–toi ...
dime quién eres dime qué haces dime de qué huyes tu te tais, tu ne sais plus parler, tu cries mais je ne t’entends pas tu pleures mais je ne te vois pas tu cours mais tu ne bouges pas tu cries, tu pleures, tu cours, tu cries, tu pleures, tu cours tu fuis et tu restes là regard de plomb qui aboie regard vert, regard noir... tu as craché, tu cracheras mais dis–moi qui est là, avec toi qui serres–tu contre toi? ... Tu t’appelles Alicia et elle Paca tu as dix ans et tous tes doigts tu as dix ans et deux yeux, deux oreilles, tu as dix ans et tu vois tout, entends tout, tu as dix ans et bientôt tu ne te tairas plus, bientôt petite gueule cassée, petit corps blessé bientôt... ... et alors tu raconteras, tu raconteras tout tout tout Alicia au pays des coups, Alicia au pays des loups, Alicia Alicia et Paca...
ahí estoy, dime dime qué miras dime qué piensas dime qué buscas dime dime quién dime qué cuéntate cuéntame ... tu historia ... cuéntame, jovencita, cuerpo golpeado, cuerpo amoratado, azulado por quién, azulado por qué cuéntame de dónde vienes, a dónde vas jovencita con las mejillas magulladas, con las manos sucias, jovencita con los ojos lívidos, con los dientes apretados... muñeca de acero, muñeca de sangre muñeca linda, muñeca marchita petite gueule cassée de los tiempos modernos petite gueule cassée de las trincheras de hoy depreciada, estropeada, destrozada, dime, dite ...
te callas, ya no sabes hablar, estás gritando pero no te oigo estás llorando pero no te veo estás corriendo pero no te mueves estás gritando, llorando, corriendo, gritando, llorando, corriendo huyes y te quedas mirada de plomo que ladra mirada verde, mirada negra... escupiste, escupirás pero dime quién está ahí, contigo a quién estás apretando .... te llamas Alicia y ella Paca tienes diez años y todos tus dedos tienes diez años y dos ojos, dos orejas, tienes diez años y lo ves todo, lo oyes todo, tienes diez años y pronto ya no te callarás, pronto carita rota, pronto cuerpito herido pronto... ... y entonces contarás, lo contarás todo todo todo Alicia en el país de los golpes, Alicia en el país de los lobos, Alicia Alicia y la Paca...
Don Sebas [Pensando en pendejadas] Joel Flores
Don Sebas Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
Usted dice que me quede quieto, que mueva el mentón, que alce la frente, que sonría tantito; dice que todo saldrá bien, y que acabará pronto, ya mero, solo es cuestión de que me quede quieto, no suspire, no parpadee, no sude, no sufra, no se mueva, me dice. Agrega que desde que me vio le recordé a Mario Almada, a López Obrador, pero con saco, sombrero, corbata, norteño, del terruño. Dice que tengo esencia y presencia, pero la pierdo con tanta desesperación. Pero sepa que cuando no me muevo, pienso de más, pienso mucho, en todo; mi cabeza se convierte en un nido de preocupaciones, una casa vacía, con ecos y ecos y ecos: pienso en quién pagará la renta, por qué sube tanto el precio de la gasolina, del agua, del gas, de la canasta básica... y en las marchas que hacen los maestros y en los policías y los militares cuando reaccionan, en las muertas de Juárez, de Zacatecas, de Tijuana, en los hombres que desaparecen de repente, y en la familia que los extraña; en las reformas, la educación, el presidente, y en mi saco de pana y mi corbata y mi sombrero y mis canas; en la vida que no tuve por querer tener otra... Es ahí cuando me pongo inquieto, me muevo, me dan ganas de quitarme el saco, alisarme el pelo, limpiar mi sudor. Usted dice que me hará famoso, que le gustaré a la gente, que muchos verán mi cara en Francia, Inglaterra, Marruecos, Mulegé, Tombuctú y Santa no sé qué. Y a mí me vale, ya sabe. Me vuelvo a quedar quieto, como siempre, pues la verdad, la mera verdad, yo solo quiero que me pague por estar tanto tiempo así, como sin hacer nada, pensando en pendejadas.
Don Sebas [Pensant à des conneries] Joel Flores
Vous me demandez de rester immobile, de bouger le menton, de lever le front, de sourire un peu. Vous dites que tout va bien se passer et que vous avez bientôt fini, dans peu de temps, il faut juste rester tranquille, ne pas soupirer, ne pas cligner des yeux, ne pas transpirer, ne pas souffrir, ne pas bouger, dites vous. Et vous ajoutez que depuis que vous m’avez vu je vous fais penser à Mario Almada, à López Obrador, mais avec un sac, un chapeau, une cravate, du nord et du terroir. Vous dites que j’ai de la personnalité et de la présence, mais je la perds avec tant de désespoir. Mais sachez que lorsque je ne bouge pas, je pense trop, je pense beaucoup, à tout. Et ma tête devient un nid à problèmes, une maison vide, avec des échos, des échos et encore des échos. Je me demande qui payera le loyer, pourquoi augmente ainsi le prix de l’essence, du gaz, des produits de première nécessité, et je pense aux manifestations des enseignants, et aux policiers et aux militaires quand ils réagissent, aux mortes de Juárez, de Zacatecas, de Tijuana, aux hommes qui disparaissent tout à coup et à leur famille, aux réformes, à l’éducation, au président, à mon sac en velours côtelé, à ma cravate, à mon chapeau et à mes cheveux blancs. À la vie que je n’ai pas eue, à trop rêver d’une autre et c’est ça qui me rend inquiet, je bouge, j’ai envie d’enlever mon sac, de lisser me cheveux, d’essuyer ma sueur. Et vous dites que vous me rendrez célèbre, que je vais plaire aux gens, que mon visage sera connu en France, en Angleterre, au Maroc, à Mulege, à Tombouctou et à Saint je ne sais quoi. Et ça me suffit, vous le savez. Me voilà à nouveau immobile, comme d’habitude, car à vrai dire, tout ce que je veux c’est qu’on me paye à rester longtemps comme ça, sans rien faire, pensant à des conneries.
La Picucha Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
La Picucha
La Picucha
Óscar Édgar López
Dieu est pareil à cette gueule de bois. A ces cheveux emmêlés de voix inavouables qui troublent et observent le brouillard tout comme son cœur aimant. La fumée d’un plat chaud telle l’haleine derrière le masque chirurgical. L’insigne résignée le calvaire du trafic. Dans la distance du désir et la proximité de l’angoisse. Il faut aussi vaincre l’orage, embrasser l’éclair dormant. Aimer autant les pêches que la saleté de tes dents. Je me suis allongé, pieux, sous les huizaches car d’eux vient le mystère de l’ombre et rien n’est plus doux que la chaleur de leurs cosses, que la froideur de leurs tiges, d’ici je pense à toi et j’écris: Picucha, chien de berger souffrant, ouvrier de la mort. Picucha, petit garçon fou, fleur de cimetière, délire et vin enivrant. Je ne savais pas que les infirmiers avaient une âme jusqu’au jour où, de garde, tu t’es occupé de moi à l’hôpital, et tu m’as donné la main et tu m’as débranché lorsque je te l’ai demandé. Tu m’as vu sans mes jambes, et de toute façon à quoi bon, footballeur boiteux, prêtre sans étreintes, seulement un torse et un visage détruit par les larmes; merci aussi d’avoir glissé cette main puissante sous les draps et de m’avoir offert le dernier soupir de jouissance, branlant le pénis ridicule d’un mourant. Picucha, masturbateur innocent, petite gazelle, fou du couloir de la morgue.
Óscar Édgar López
J’ai aperçu le devant de la voiture qui m’a renversé, puis je n’ai vu que ton visage plein de sueur, les cheveux étonnamment emmêlés. Tu m’as reconnu: c’est toi mon frère ; sans peurs: tu vas t’en sortir; avec de la patience: ne te décourage pas; pour de vrai: je te débranche; mon gars, on n’est pas amis pour rien. Et puis la flamme silencieuse de celui qui embrasse la mort et un adieu de sperme dans ta main pour seller notre contrat. Depuis mon berceau de mort, depuis ce crépuscule ambré de ceux qui sont personne, Picucha, je te remercie de m’avoir accordé le repos tant attendu.
Lo mismo es Dios que esta resaca. Este cabello revuelto de voces inconfesables que nublan y otean lo mismo la niebla que su corazón amante. Lo mismo la birria caliente que el vaho tras el cubre bocas. La sufrida insignia, el calvario del tráfico. En lo distante del deseo y la cercanía del ansia. También hay que arrollar la tormenta, besar el relámpago durmiente. Querer lo mismo duraznos que masilla de tus dientes. Piadoso me tendí bajo los huizaches, porque de ellos es el misterio de la sombra, y nada es más tibio que su calor de vainas, que su frialdad de tallos, desde aquí te pienso y escribo: Picucha, doliente perro ovejero, obrero de la muerte. Picucha, batillo loco, flor de camposanto, delirio y vino de traspié. Yo no sabía que los enfermeros tenían alma hasta que me tocaste en tu guardia del hospital, y me diste la mano y me cumpliste cuando te pedí la desconexión. Me viste sin las piernas y ya para qué, futbolista cojo, sacerdote sin abrazos, el puro torso y una cara desecha por los lagrimones; muchas gracias además por bajar esa mano fuerte y darme el último suspiro gozoso bajo la sábana, en el pene ridículo de un semimuerto. Picucha, masturbador inocente, gacelita con barba, loco del pasillo de la morgue.
Vi la trompa de la camioneta que me impactó y luego nada más vi tu rostro, sudoroso, con el cabello extrañamente revuelto. Me reconociste: eres tú carnal; sin miedos: de esta vas a salir; con paciencia: no te desanimes; con realidad: yo te desconecto, hombre, para eso somos cuates. Luego la llama silente del que besa la muerte y un adiós de esperma en tu mano para sellar el trato. Desde mi cuna de muerto, desde este ocaso ambarino de los nadie, Picucha, te doy gracias por darme el acusado descanso.
Bartolo Pilar Alba
Bartolo Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
¿Duermes, Bartolo? Me parece que estás soñando, porque de repente tu semblante —tantas veces agitado— se ha vuelto apacible. ¿Sueñas, Bartolo? ¿Qué sueñas? Quisiera que soñaras con salir de tu tierra, irte lejos, más allá de donde llega el tren, más allá de donde estacionan los barcos o aterrizan los aviones. A veces me gustaría que soñaras con ser astronauta… Pero no. No duermes ni sueñas ni nada. ¿Estás borracho? Sí, seguramente es eso, por eso estás así como dormido, como soñando, hasta parece que estás contento… ¿Eres feliz, Bartolo? Yo creo que en estos momentos sí, porque te has comprado tu litro de tequila, porque ya sé que te fuiste al monte y allá alejado de la gente te lo tomaste en tragos cortos, primero; y luego largos, muy largos… hasta que se acabó, hasta que no quedó ni una gota. Es para espantar fantasmas, dices cuando regresas todo apestoso, con la ropa desecha y el estómago revuelto. Eso pasa, Bartolo, estás borracho, divagando entre delirios, huyendo de tu vida… no en tren, ni en barco, ni en avión, ni en nave espacial. Sí, solo es eso: te emborrachas, te pones hasta la madre para olvidar, para alejarte de las tristezas, para no acordarte de que estás bien pinche solo.
Bartolo Pilar Alba
Tu dors, Bartolo? Il me semble que tu rêves, parce que soudain, ton visage —si souvent agité— est devenu paisible. Tu rêves, Bartolo? De quoi rêves–tu? J’aimerais que tu rêves de sortir de ton coin, de t’en aller loin, au–delà du terminus du train, au–delà de là où les bateaux s’amarrent, de là où les avions atterrissent. Parfois j’aimerais que tu rêves d’être astronaute… Mais non. Tu ne dors pas, tu ne rêves pas ni rien du tout. Tu es soûl? Oui, c’est sûrement ça, c’est pour cela que tu es comme ça, comme endormi, comme si tu rêvais, tu as même l’air content… Es–tu heureux, Bartolo? Je pense qu’en ce moment tu l’es, parce que tu as acheté ta bouteille de tequila, parce que je sais que tu es parti dans la montagne et là–bas, loin des gens, tu l’as bue à petites gorgées, d’abord; et ensuite à grandes gorgées, très grandes… jusqu’à la finir, jusqu’à la dernière goutte. C’est pour faire peur aux fantômes, dis–tu quand tu rentres tout puant, les vêtements déchirés et l’estomac soulevé. C’est ça qui se passe, Bartolo, tu es soûl, tu divagues au milieu de tes délires, fuyant ta vie… pas en train, ni en bateau, ni en vaisseau spatial. Oui, c’est juste ça: tu te soûles, tu te cuites à mort pour oublier, pour t’éloigner des choses tristes, pour ne pas te rappeler que tu es sacrément seul.
Carmina Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
Carmina
Carmina
José Cruz
Tu as eu tes années de grâce bien sûr. Tu emmêlais tes cheveux, cette belle grappe de cheveux noirs, avec art et savoir. Toi tu ne le savais pas, mais je t´ai aimé profondément tous les matins lorsque je te regardais furtivement, caché derrière ma fenêtre, dire au revoir à ces hommes que, je supposais, tu séduisais amoureusement dans ton lit. L’un après l’autre, mois après mois; ces veines humaines entretenaient les myocardes et oxygénaient ta tendresse. Des hommes seuls, pensais–je depuis mon fauteuil roulant. Moi, âme exilée de la vie quotidienne et commune, je n’étais qu’un meuble de plus dans cette maison pleine d’objets abandonnés, un habitant des mondes crées par mon esprit mal tourné. Dans mon imagination, je m’assurais que la femme qui verrait la mer démontée se rouler à nos pieds, serait toi me prenant par la main; et que dans une plage lointaine, tu ouvrirais la serrure de la chambre de l’amour et des plaisirs, juste là, face à la mer. Carmina…
José Cruz
Tu t’es mariée un été quand tu devais attendre l’arrivée du printemps. Mauvais présage, ai–je pensé depuis le lit de mes jours, fiévreux. Tu n’as pas pu être aussi stupide, ai– je pleuré: t’offrir à un inconnu aussi facilement et à un prix aussi bas. J’ai rugi amèrement et j’ai essayé de rouler dans les escaliers, mais toi, tu n’allais pas me voir. Pourquoi as–tu été si biblique? Pourquoi cet homme, qui, tu le savais, te viderait l’âme depuis le nombril? Triste Carmina de mes rêves, tes pauvres cheveux qui sont devenus bleu–vert tels des algues marines. Et je restais en face de chez toi, à veiller sur toi et tes feuilles mortes, à veiller sur ton destin quand tu es partie pour ne jamais revenir. La maison en ruines étouffée par une épaisse jungle humide et, en face, un enfant de douze ans en fauteuil roulant t’attendrait pour toujours. Blues y luz
Tuviste tus años de alondra, mujer; enredabas tu cabello, ese hermoso racimo de pelo negro, con arte y sabiduría. No lo sabías tú, pero te amé entrañablemente todas las mañanas que veía furtivamente desde mi ventana cómo despedías a aquellos hombres que suponía procurabas amorosamente en tu lecho. Uno tras otro, mes tras mes; sustentaban los miocardios y oxigenaban tu ternura aquellas venas humanas. Hombres solos, pensaba desde mi silla de ruedas. Yo, un alma exiliada de la vida cotidiana y común, era un mueble más en esa casa llena de enseres arrumbados, un habitante de mundos creados por mi mente traviesa. Me aseguraba en la imaginación que la mujer que viera el mar bravo revolcándose a nuestros pies fueras tú tomada de mi mano, y que en una remota playa abrieras la cerradura de la habitación del amor y los placeres, ahí, frente al mar. Carmina…
Te casaste un verano cuando debías esperar el arribo de la primavera. Mal presagio, pensé desde la cama de mis días, afiebrado. No pudiste ser tan estúpida, lloré: regalarte tan fácil y barata a un desconocido. Berreé amargamente e intenté rodar por la escalera, pero tú no me verías. ¿Por qué fuiste tan bíblica, mujer? ¿Por qué ese hombre que sabías que te vaciaría el alma desde la hebra del ombligo? Triste Carmina de mis sueños, pobre de tu pelo que se volvió verde–azul como alga marina. Si frente a tu casa estaba yo al pendiente de ti y de tu hojarasca, de tu destino cuando partiste y jamás regresaste. La casa derruida ahogada por una espesa selva húmeda y frente, un niño de doce años en silla de ruedas te esperaría por siempre. Blues y luz
El Kevin y el Mono Fernando Cuervo
El Kevin y el Mono Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
El Kevin mira resignado otro autobús que se larga; el Mono juega a ser un héroe que no conoce. Ambos esperan en una calle reventada de smog. Hay un hombre que los ve: ellos típicamente vestidos con lo que les ha alcanzado; él con la sonrisa puesta en toda la boca sucia de tabaco, acaricia el último gramo de su inocencia. El Kevin está resuelto a subirse en el próximo camión sin importar que el chofer le insulte con un ahorita no, chamaco cabrón; el Mono se ha aburrido de roer sus manos sucias, siente que podría estar mejor si se desayunara esa imagen de los anuncios: unos huevos fritos, jugo de naranja, pan dulce, una sonrisa, adiós mamá, adiós papá, te cuidas, lo haré, saca dieces, sí, mamá. No se da cuenta de que ha comenzado a salivar. El Kevin ve cómo se acerca el camión maltrecho en el horizonte de la calle. Carraspea Yo sé bien que estoy afuera, pero el día en que yo…, está listo, decidido. Un momento antes de que el camión llegue a la parada, el hombre se les acerca. Desde el otro lado de la calle no se escucha nada, todo pasa como siempre, es una mañana aún fría, pero ha salido el sol. Un hombre desaliñado habla exagerada y efusivamente amistoso con un par de niños. No se oye nada, dicen que nadie oyó nada. Reposa ambas manos en los hombros de ellos, los encamina a una esquina, van platicando. Dicen que el hombre iba hablando como si fuera su tío o algo parecido, el hombre voltea por última vez a la parada, dicen que nadie lo vio irse con ellos, ya ni la calle los recuerda.
Kevin et le Singe Fernando Cuervo
Kevin regarde résigné un autre bus qui part; le Singe s’amuse à jouer le rôle d’un héros qu’il ne connaît même pas. Tous les deux attendent dans une rue pleine de brouillard. Il y a un homme qui les a vus: eux, habillés n’importe comment avec ce qu’ils ont trouvé, comme d’habitude; et lui, avec un grand sourire sur sa sale bouche noircie par le tabac, savoure les derniers instants de son innocence. Kevin est déterminé à monter dans le prochain camion qui passe, peu importe si le chauffeur l’insulte en lui disant pas maintenant, sale gosse; le Singe en a marre de ronger ses mains sales, il sent qu’il pourrait être mieux s’il déjeunait comme dans les pubs: des œufs au plat, du jus d’orange, des viennoiseries, un sourire, au revoir papa, au revoir maman, prends soin de toi, je le ferai, réussis à l’école, oui, maman. Il ne se rend pas compte qu’il a commencé à saliver. Kevin réfléchit comment s’approcher du camion qui était en piteux état au milieu de la route. Il se racle la gorge, Je sais bien que je suis dehors, mais le jour où..., il est prêt, déterminé. Un instant avant que le camion arrive à l’arrêt, l’homme s’approche d’eux. De l’autre côté de la rue, on n’entend rien, tout est comme d’habitude, c’est une matinée encore froide même si le soleil s’est levé. Un homme négligé parle de manière exagérée et excessivement amicale avec deux enfants. On n’entend rien, on dit que personne n’a rien entendu. Il pose ses deux mains sur leurs épaules et les fait se diriger dans un coin, tout en discutant. On dit que l’homme parlait comme s’il était son oncle ou quelqu’un de proche puis il se retourna une dernière fois vers l’arrêt. On dit que personne ne l’a vu s’en aller avec eux, et maintenant même la rue ne se rappelle plus d’eux.
Coco Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
Coco
Coco
Pierre Thiollière
On m’appelle Coco maintenant, parce que j’ai déjà mon crâne de mort. Qu’est–ce que tu regardes ? Mes rides ? C’est mon tatouage qui te fait rigoler ? D’autres hontes rident mon âme. Je me suis marié assez jeune. Elle s’appelait Dionisia, et je l’ai beaucoup aimée... au début. On étudiait à Mexico, moi le droit commercial et elle pour être institutrice, au moment de la tuerie de Tlatelolco. Alors j’ai laissé les études. J’ai milité contre la guerre des gringos au Vietnam. Je fumais un peu de marijuana mais c’était pas mon truc, les champignons non plus. Mon addiction c’était le sexe. C’était comme une religion, et je n’acceptais pas la jalousie, ni la mienne ni celle de Dionisia, et c’est pour ça que je l’ai laissée. Elle a souffert et cette ride sous la lèvre est probablement celle de mes remords. J’ai gagné ma vie comme camionneur. Je faisais du transport international pour une entreprise de Zacatecas. Au Texas je livrais de tout: viande, bière, et même des téléviseurs. Je dormais souvent dans un motel à Waco, et c’est là que j’ai rencontré Kitty, une gringa menue et souriante. Étonnamment, elle conduisait aussi des camions. On s’est rencontré au bar du motel, et après quelques bières, on a parlé de nos vies; on a fini par faire l’amour dans sa chambre. Pendant plusieurs années, au hasard de nos voyages, on se donnait rendez–vous dans ce motel et on a été heureux. Mais elle était mariée, et avec des gosses et elle ne voulait pas briser sa famille. La douleur qui m’a rendu chauve, c’est quand Kitty est morte d’un cancer de l’utérus.
Pierre Thiollière
J’ai continué à vivre avec ma seconde femme, sans amour. Pourtant on a fait une deuxième fille et je l’ai appelée Kitty. À présent je vis seul. Je me suis fait tatouer Hello Kitty pour ma fille, mais derrière la petite (bon, elle a 28 ans maintenant) il y a le souvenir de l’autre. C’est pour ça les gouttes de sang depuis le cœur. La serviette rose c’est le seul objet que je conserve d’elle.
Me llaman Coco ahora, por mi futura calavera. ¿Qué miras? ¿ Mis arrugas? ¿O te da risa mi tatuaje? ¿Qué te importa? Otras vergüenzas me arrugan el alma. Me casé bastante joven; se llamaba Dionisia, y la quise mucho... al principio. Estudiábamos en México, yo derecho comercial, ella para maestra, cuando la matanza de Tlatelolco. Entonces dejé los estudios. Milité contra la guerra de los gringos en Vietnam. Fumaba algo de mariguana pero no me convenció, ni los hongos. A lo que era adicto era al sexo: era como una religión, y no aceptaba los celos, ni los míos ni los de Dionisia, y por eso la dejé. Sufrió ella y esta arruga que tengo bajo el labio será la de mis remordimientos por el dolor suyo. Me gané la vida como camionero; hacía transporte internacional para una compañía de Zacatecas. A Texas llevaba de todo: carne, cerveza, incluso televisores. Solía dormir en un motel en Waco, y allí encontré a Kitty, una gringa menuda de cara sonriente que sorprendentemente también conducía camiones. Nos encontramos en el bar del motel, y después de algunas cervezas y mucho hablar de la vida, hicimos el amor en su habitación. Durante varios años, al azar de nuestros viajes, nos citábamos en este motel y fuimos felices. Pero estaba casada y tenía hijos, y no quería romper su familia. El mayor de mis dolores, el que me hizo calvo, es que Kitty se murió de un cáncer de la matriz.
Yo seguía con mi segunda mujer, aunque sin amor, a pesar de que tuvimos otra hija, a la que llamé Kitty. Ahora vivo solo. Me hice tatuar Hello Kitty por mi hija, pero detrás de la niña (bueno, ahora tiene 28 años) está el recuerdo de la otra. Por eso gotea la sangre desde el corazón doloroso. La toalla rosada es el único objeto que conservo de ella.
La Quiqueta Gabriel Reyes
La Quiqueta Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
Así como se pueden leer las manos, se puede leer un rostro. Los ojos siempre dicen mucho, tal vez todo. En la mano izquierda La Quiqueta tiene unas manchas grises impregnadas por un mundo oscuro. ¿Tatuajes? Tal vez. ¿Marcas de violencia? Es muy probable. Doble personaje que en el ensamble se ve como un ente que se pretende femenino aun con un peinado muy masculino si se eliminan la trenza y los aretes. Los pliegues de la parte baja de la mano izquierda hacen parecer que la piel es un guante. La Quiqueta, de doble nombre, es un disfraz, todo completo. No hay identidad inicial, no hay una persona bajo la ilusión, son dos disfraces sobrepuestos, la identidad real es imposible de ver. Solo a través de los ojos se asoma un alma que desea existir en una obra de teatro universal. La identidad es un concepto que se inventó para anclar la idea del ser. La identidad no existe, pero si se juega a tenerla, se puede utilizar como medio para participar en el mundo físico y determinista. ¿Quién es quién? Nadie es nadie. Los personajes de la historia nunca existieron, son mentiras inventadas para las cuales se crean monumentos. Los monumentos son un pretexto para crear ciudades enteras. La Quiqueta es un personaje histórico de la historia documentada; es una encarnación de la intención de existir. La Quiqueta se creó a sí misma, es madre creadora de su propio ser. La Quiqueta es una familia entera de una sola persona. El maquillaje es la vía a través de la cual las mujeres hacen de sí mismas una obra de arte. La Quiqueta transgrede con intención y firme convicción para hacer de sí misma una escultura viva utilizando su propia carne como la piedra sobre la cual representa su drama de vida.
La Quiqueta Gabriel Reyes
De même que l’on peut lire les lignes des mains, on peut lire un visage. Les yeux disent toujours beaucoup, peut–être tout. À la main gauche, La Quiqueta a quelques taches grises imprégnées par un monde obscur. Des tatouages? Peut–être. Des marques de violence? C’est fort probable. Un double personnage qui dans l’ensemble est perçu comme un être qui se veut féminin, bien que sa coiffure soit très masculine, si l’on fait abstraction de la tresse et des boucles d’oreille. Les plis dans la paume de la main gauche font ressembler sa peau à un gant. La Quiqueta, à double nom, est un déguisement complet. Il n’y a pas d’identité initiale, il n’y a pas de personne sous l’illusion, ce sont deux déguisements superposés, il est impossible de voir son identité réelle. À travers les yeux seulement pointe une âme qui désire exister dans une pièce de théâtre universelle. L’identité est un concept que l’on a inventé pour ancrer l’idée de l’être. L’identité n’existe pas, mais si l’on joue à l’avoir alors on peut l’utiliser en tant que moyen pour participer au monde physique et déterministe. Qui est qui? Personne n’est personne. Les personnages de l’histoire n’ont jamais existé, ce sont des mensonges inventés afin de justifier la création de monuments. Les monuments sont un prétexte pour créer des villes entières. La Quiqueta est un personnage historique de l’histoire documentée. C’est une incarnation de l’intention d’exister. La Quiqueta s’est créée elle–même, c’est la mère créatrice de son propre être. La Quiqueta est une famille entière composée d’une seule personne. Le maquillage est le moyen par lequel les femmes font d’elles–mêmes un chef d’œuvre. La Quiqueta transgresse avec résolution et ferme conviction pour faire d’elle–même une sculpture vive, en utilisant sa propre chair comme la pierre sur laquelle elle représente son drame existentiel.
Kiki Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
Kiki [Después de las maravillas] Edgar Khonde
Kiki malheureuse, je t’écris une lettre depuis la mer. Là où, un jour, je te pris de la fumée de tes formes, là où tes boucles, fil de solitude, dessinèrent des silences plongés dans l’arôme dispersé que tu laissais toujours quand tu regardais le lever du soleil et les victoires perdues des armées de crabes. Kiki, te souviens–tu du chat qui s’évanouissait non sans t’avoir auparavant posé l’énigme de ta beauté? Quand tu étais encore un mot que l’on aurait pu trouver dans quelque poème de Rubén Darío, John Milton, Gilberto Owen ou Pablo Neruda. Kiki écume de mer, toi qui vins à travers les continents et qui m’offris peut–être tes lèvres ou peut–être quelque chose de plus que ton corps, comme ta bouche et ta langue pleine d’énoncés. Kiki, toi que je perdis lorsque tu partis tel un oiseau vers cette terre de couleurs et dont je gardais la trace par tes quelques lettres dans ma boîte aux lettres. Kiki, toi qui devins fabricante de rêves, de rêves qui devinrent à leur tour livres. Toi qui me racontas qu’ensuite tu donnas à ta chatte le nom de Cartuna et à la plus petite celui de Calypso. Kiki, éditrice et danseuse de bachata qui court les après–midis autour du kiosque d’Oaxaca, tentant d’atteindre l’essaim de tortues en route vers cette ville enfoncée dans la boue. Kiki, les années vécues avant de te connaître, lorsque tu étais serveuse et employée de bureau dans les gratte–ciels, sont des années perdues. Kiki linguiste, Kiki, toi qui deviens mémoire. Kiki, je savais, depuis la première fois que je peignis ton portrait quand tu avais vingt ans, que je te peindrai encore lorsque tu vieillirais. Kiki, Kiki fournaise et Kiki sillon tracé sur la peau de toute cette terre qui nous fait devenir matière. Kiki, nous sommes tous deux de retour.
Kiki [Después de las maravillas] Edgar Khonde
Kiki malhadada, te escribo una carta del mar, donde alguna vez te cogí del humo de tus formas, donde tus rizos hilo de soledad dibujaron allende silencios hundidos en el ralo aroma que siempre dejabas cuando mirabas los amaneceres y las victorias perdidas de los ejércitos de cangrejos. Kiki, ¿te acuerdas del gato que se desvanecía no sin antes plantearte el enigma de saberte hermosa? Cuando todavía eras una palabra que cabía en cualquiera de los poemas que hubieran firmado Rubén Darío, John Milton, Gilberto Owen o Pablo Neruda. Kiki espuma de mar que transcontinentalmente viniste y me regalaste quizás tus labios o quizás algo más que tu cuerpo, como tu boca y tu lengua llena de enunciados. Kiki que te me perdiste cuando viajaste como ave hasta esa tierra de colores, y solo me quedaron tus cartas en el buzón cada cuando. Kiki que te volviste fabricante de sueños y de sueños que se volvieron libros y que me contaste que luego a tu gata le pusiste Cartuna y a la más pequeña la nombraste Calypso. Kiki editora y bailadora de bachata y que corres las tardes alrededor del quiosco de Oaxaca intentando alcanzar el enjambre de tortugas que viene a esta ciudad hundida entre el fango. Kiki, me sobraron todos los años en los que no te conocía, y en los que tú fuiste mesera de cafeterías y oficinista de rascacielos. Kiki lingüista y Kiki que te vuelves memoria. Kiki, desde la primera vez que te pinté un retrato cuando tenías veinte años sabía que te volvería a pintar cuando envejecieras. Kiki, Kiki hoguera y Kiki estela en la piel de toda esta tierra que nos vuelve materia. Kiki, estamos ambos de vuelta.
Yoselín [No lo diría] Guillermo Samperio
Yoselín Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
Yoselín era linda; asomó la cabeza al mundo y se vio su nariz cual montoncito de caramelo rojo; la cuidaron con atención, con amor riguroso. Yoselín era inteligente, buscaba las palabras, el pretérito, en especial las que sonaban tal campanas y así de varios tamaños, eso le permitió sacar la segunda mejor calificación, y luego nomás la mejor. Así iba a ser en todo, pensó ella; su familia y sus padrinos creían lo mismo. Como los exámenes estaban encima, Yoselín no se bañaba; decía que se bañaba en sus tiempos libres. Sus padres sabían que Yoselín conocía la biblioteca, que le encantaban los mapas antiguos; eran para ella desbordamiento de imaginación y muy estéticos; decía que allí se gestaba el hombre conociendo sus coordenadas. Nada más ella se entiende, pensaba su padre. Lo importante para Yoselín fue que pudo leer los libros antes de pronunciar bien la «rr», la arrastraba y se oía rara, nada más. Así, ni la maestra se metería en enredos. Yoselín se negó a participar en el concurso de la nena más linda; podía llevarse el premio. La ganadora le mandó una medalla muy semejante. Yoselín sintió que otra muchachita entendía a otra muchachita, y así se quedó, leyendo los libros del Marqués de Sade y otros como la reunión de cuentos de Gogol y Chejov; pensaba que el Marqués le ponía demasiadas palabras a sus historias; es un autor excéntrico, se dijo Yoselín. Lo que menos le preocupaba eran las desgracias sexuales de las jóvenes. Yoselín sabía desde ya que su sexualidad iba a ser plena y puntual; llevársela a la tumba; nunca confesaría en la iglesia el pecado carnal. No diría, por ejemplo, que su padrino le arrimaba su cosa. Tal vez llegaré a ser escritora, se dijo un par de años después. No lo diría… nada, solo a su mejor amiga, aún invisible.
Yoselín [Elle ne le dirait pas] Guillermo Samperio
Yoselín était belle. Elle vint au monde et on vit pointer son petit nez qui ressemblait à un bonbon rouge. On la soigna attentivement, avec un amour sans bornes. Yoselín était intelligente. Elle cherchait les mots, le prétérit. Plus particulièrement, ces mots sonnant comme des cloches, petites ou grandes. Cela lui permit d’obtenir la deuxième meilleure note et ensuite la meilleure. Et tout allait marcher comme cela désormais, pensa–t–elle. Sa famille et ses parrains attendaient la même chose. Étant donné que pour elle les examens étaient la priorité, Yoselín ne se lavait pas. Elle disait qu’elle se lavait dans ses moments libres. Ses parents savaient que Yoselín connaissait la bibliothèque. Elle adorait les cartes anciennes. Elles étaient très esthétiques et représentaient pour elle un débordement d’imagination. Elle disait que c’est là que l’homme devient lui–même, en connaissant ses coordonnées. Il n’y a qu’elle qui se comprend, pensait son père. Le plus important pour Yoselín fut de pouvoir lire les livres avant d’être capable de prononcer correctement le double r, qu’elle avait du mal à rouler et cela provoquait un son bizarre, mais rien de plus. Ainsi, elle évitait des embrouilles avec la maîtresse. Yoselín refusa de participer au concours «La fille la plus belle». Elle pouvait l’emporter. La lauréate lui envoya une médaille très similaire. Yoselín sentit qu’une fille pouvait comprendre une autre fille. Et elle est restée comme ça, à lire les livres du Marquis de Sade et d’autres comme le recueil de contes de Gogol et de Chekhov. Elle pensait que le Marquis mettait trop de mots dans ses histoires. C’est un auteur excentrique, se dit–elle. Ce qui la préoccupait le moins c’était les malheurs sexuels des jeunes filles. Yoselín savait déjà qu’elle allait avoir une sexualité pleine et précise. Elle allait garder ce secret jusqu’à la fin de ses jours. Elle n’avouerait jamais à l’église le péché de chair. Par exemple, elle ne dirait jamais à personne que son parrain frottait sa chose contre elle. Peut–être que je deviendrai écrivain, se dit– elle deux ans plus tard. Elle ne le dirait pas… pas un seul mot. Elle le dirait seulement à sa meilleure amie, encore invisible.
Toña la rentera Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
Toña la rentera
Toña la rentera
Lluna Llecha
«La femme qui est dans mon lit n’a plus vingt ans depuis longtemps»... Elle se plaisait à écouter distraitement les paroles de cette chanson qui retentissait dans la pièce humide de la salle à manger. C’était un vieux disque, témoin d’un temps révolu, qu’elle avait enfin retrouvé et dont elle ne pouvait plus se détacher. L’avait–elle acheté? Lui avait–on offert? Toña attendait; elle attendait comme elle l’avait toujours fait : calme, patiente, rêveuse... et depuis quelques temps un peu lasse. Qui attendait–elle? Depuis quand? Pourquoi? Seul le son strident de la sonnette pourrait la tirer de son état cafardeux. Il avait plu toute la nuit, toute la matinée dans ce pays où l’été passe comme un souffle. Un léger rayon semblait à présent filtrer par la fenêtre et éclairer son visage, ses yeux. Elle songeait à son passé, à son avenir, à des vagues éphémères, des fenêtres géantes, des vitres transparentes comme des murailles d’acier.
Lluna Llecha
Comme pour anticiper le printemps, comme pour en accélérer sa venue, elle s’était décidée à mettre, sur son chemisier noir, sa chemise à fleurs et son foulard en soie. Miel et rouge. Ces couleurs lui seyaient. Miel, rouge, terre, sang, force, vie, feu, amour, pouvoir, passion, chaleur, luxe, aube, éclat, joie, action, jeunesse... Jeunesse, explosion des sens irradiés en molécules de couleurs. Papillons éphémères poursuivant des nébuleuses dorées. Promesses répétées, abysse du désir insondable. Les dernières paroles de la chanson la tirèrent de sa torpeur, la figeant dans cet état de confiance, de douceur et de sérénité qui nous rassure. «Et c’est son cœur couvert de pleurs et de blessures qui me rassure».
«La femme qui est dans mon lit n’a plus vingt ans depuis longtemps»... Se hallaba a gusto escuchando ensimismada las palabras de esta canción que sonaba en la habitación húmeda del comedor; era un disco viejo, testigo de un tiempo pasado, que por fin había encontrado y del que ya no podía desprenderse. ¿Lo había comprado o se lo habían regalado? Toña esperaba; esperaba como siempre lo había hecho: tranquila, paciente, soñadora... y últimamente un poco cansada. ¿A quién esperaba? ¿Desde cuándo? ¿Por qué? Solo el sonido estridente del timbre podría apartarla de su estado lánguido. Había llovido toda la noche y toda la mañana en este país donde el verano pasa en un soplo. Una chispa de sol parecía filtrar por la ventana e iluminar su rostro, sus ojos. Caminaba hacia su pasado y hacia su porvenir, hacia olas efímeras, ventanas gigantes, cristales transparentes como murallas de acero.
Como para anticipar la primavera y acelerar su llegada, decidió ponerse encima de la camisa negra su blusa de flores y el fular. Miel y rojo, estos colores la favorecían. Miel, rojo, tierra, sangre, fuerza, vida, fuego, amor, poder, pasión, calor, lujo, alba, resplandor, alegría, acción, juventud... Juventud, explosión de los sentidos irradiados en moléculas de colores; mariposas efímeras persiguiendo nebulosas doradas; promesas repetidas, abismo del deseo insondable. Las últimas palabras de la canción la sacaron de su torpor dejándola en esta posición de confianza, dulzura y serenidad que nos tranquiliza. «Et c’est son cœur couvert de pleurs et de blessures qui me rassure».
La Gata Alberto Huerta Para Ignacio, Fernando e Isac Betancourt
La Gata Tinta y limón oxidado / papel amate 40 x 40 cm 2013
En el pretil de la azotea, inmóvil, La Gata se enfrenta a un mar de tinacos cilíndricos, negros; antenas de televisión; tendederos donde ondean como banderas multicolores camisas, pantalones, vestidos, sostenes, calzones, camisetas, blusas, pantaletas, faldas, toallas, sábanas… Los ojos amarillo–verdosos de La Gata brillan. Los sonidos de la calle le llegan deformados, mezclándose. La Gata entrecierra los párpados. Como islotes, robles, cedros, palmeras de largos y delgados troncos coronadas con sus penachos de ramas se elevan hacia el cielo asomándose de los patios interiores. De alguna ventana se escapan las notas de una cumbia. Tanques de gas. Paredes cubiertas de bugambilias. En algún corral alguien está quemado hojas y hierbas, basura. Todo está inmóvil. Apenas inicia el otoño, pero todavía se siente un calor húmedo. Es mediodía, un mediodía medio nublado. Está vaporizando el agua que dejó el chubasco de anoche. ¡El gas! Pasa el camión repartidor; pronto desaparece. Una mujer cepilla la larga, rizada cabellera negra recién lavada dos azoteas más allá. La Gata permanece inmóvil; observa sin perder detalle. Arriba, las nubes apenas si se mueven. Navegan despacito. Nubes blancas, panzonas, con ribetes luminosos. La Gata mueve la cabeza hacia el lado izquierdo. La vecina de la casa de enfrente sacude una cobija en la ventana. Se miran por un momento. La mujer desaparece en el interior. Pronto las nubes se han tornado grises. En el horizonte se dibuja el garabato del relámpago, luego bien el trueno, y empiezan a caer las gotas gordas. La Gata abandona el pretil de la azotea, se dirige hacia la escalera, enciende un cigarrillo y baja hacia la planta baja. Afuera se desata el chubasco.
La Chatte Alberto Huerta Pour Ignacio, Fernando et Isac Betancourt
Sur le garde–fou de la terrasse, immobile, La Chatte, affronte une mer de cuves noires et cylindriques, des antennes de télévision, des étendoirs où l’on voit ondoyer, comme s’il s’agissait de drapeaux multicolores, des chemises, des pantalons, des robes, des soutien–gorge, des calçons, des t–shirts, des blouses, des culottes, des jupes, des serviettes, des draps… Les yeux jaunes–verdâtres de La Chatte brillent. Les sons de la rue arrivent déformés se mêlant les uns les autres à ses oreilles. La Chatte ferme ses paupières à demi. Comme des îlots, des chênes, des cèdres et des palmiers aux troncs longs et fins élancés de leurs aigrettes de branches s’élèvent vers les cieux, en se penchant sur les cours intérieures. Les notes d’une cumbia s’échappent de l’une des fenêtres. Des réservoirs de gaz. Des murs couverts de bougainvilliers. Dans une cour quelqu’un brûle des feuilles, de l’herbe et des ordures. Tout est immobile. L’automne vient de commencer mais on sent encore une chaleur humide. Il est midi. Le ciel est à moitié nuageux. L’eau tombée durant l’averse de la veille au soir s’évapore. Le gaz ! Le camion de livraison passe. Puis disparaît. Deux terrasses plus loin, une femme peigne ses longs cheveux noirs frisés qu’elle vient de laver. La Chatte reste immobile. Elle observe attentivement. Là–haut, les nuages bougent à peine. Ils naviguent tout doucement. Des nuages blancs. De gros nuages aux touches lumineuses. La Chatte incline la tête du côté gauche. La voisine de la maison d’en face secoue une couette par la fenêtre. Elles se regardent un instant. La femme disparaît de la fenêtre. Les nuages sont maintenant devenus gris. À l’horizon on distingue les contours de l’éclair, ensuite le tonnerre, et de grosses gouttes commencent à tomber. La Chatte quitte le garde–fou de la terrasse, elle se dirige vers l’escalier. Elle allume une cigarette et descend au rez–de– chaussée. Dehors, l’averse bat son plein.
Juan Carlos Villegas
Né le 5 novembre 1971 à Valparaiso, Zacatecas, Mexique. A 1992 il commença ses études de peinture dans l’Atelier d’Arts Plastiques dans l’Univesidad Autónoma de Zacatecas; cette année il fait l’Atelier de Peinture et Gravure Julio Ruelas dans la même ville. Il obtint la Mentionne Très Bien dans le Salon Estatal de Pintura Francisco de Santiago en 1995. Il a été boursier du Fondo Estatal para la Cultura y las Artes dans la catégorie jeunes créateurs, 1996. Recu le Premier Prix dans le Salón Regional de Pintura Zacatecas 450 Aniversario, 1996. Il a été sélectionné pour: le Primer Salón Estatal de Pintura Juan Manuel de la Rosa, 2002; pour la vi Bienal Nacional Diego Rivera, Guanajuato 2004; et pour la Segunda Bienal de Pintura Pedro Coronel, Zacatecas 2012. D’expositions individuels: «Lote de Parias» (Galería Arroyo de la Plata, 2004), «Pavesas» (Casa de la Cultura de Zacatecas, 2007), «Pareidolias, obra gráfica» (Alianza Francesa, Zacatecas, 2009), «Pareidolias» (Museo M. Jiménez, San Luis Potosí, 2009), «Veintidós poemas perdidos» (con Alejandro Nava, en la Ciudadela del Arte, Zacatecas, 2009), «Umbraladas» (La Llorona, Festival Cultural Zacatecas 2010) et «Etopeyas» (La Sala y nic, Zacatecas, 2010). 2013: «Imaginario/Imaginaire», et «Gravures de Juan Carlos Villegas», Besançon, France. De plus, il a participé dans plus de 60 expositions collectives dans le Mexique, les Etats Unis et l’Europe. Catalogues individuels: Pavesas (2007), Pareidolias (2009) et Umbraladas (2010). Catalogues collectifs: Becarios por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Zacatecas (1997), Un siglo de plástica zacatecana (1999), Un marco por la tierra (2004), Callejón del Mono Prieto (2005), Exposición colectiva regional de pintura Centro Occidente (2008), Donde deben estar las catedrales (2008); Felguérez a 80 años, 24 escritores, 11 grabadores (2008); La Suave Patria (2009); Veintidós poemas perdidos (2009), Paloma Negra (2010), Segunda Bienal de Pintura Pedro Coronel, Zacatecas, (2010), El corrido zacatecano (2011), Amparo (2012) et Roberto Cabral (2013).
Juan Carlos Villegas
Nace el 5 de noviembre de 1971 en Valparaíso, Zacatecas, México. En 1992, inicia sus estudios de pintura en el Taller de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de Zacatecas; ese mismo año ingresa al Taller de Pintura y Grabado Julio Ruelas, en la misma ciudad. Obtiene mención honorífica en el Salón Estatal de Pintura Francisco de Santiago en 1995. En 1996, es becario por parte del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes, categoría jóvenes creadores. Primer Premio en el Salón Regional de Pintura Zacatecas 450 Aniversario, en 1996. Es seleccionado en el Primer Salón Estatal de Pintura Juan Manuel de la Rosa, 2002; en la vi Bienal Nacional Diego Rivera, Guanajuato, 2004; y en la Segunda Bienal de Pintura Pedro Coronel, Zacatecas, 2010. Exposiciones individuales: «Lote de Parias» (Galería Arroyo de la Plata, 2004), «Pavesas» (Casa de Cultura de Zacatecas, 2007), «Pareidolias, obra gráfica» (Alianza Francesa, Zacatecas, 2009), «Pareidolias» (Museo M. Jiménez, San Luis Potosí, 2009), «Veintidós poemas perdidos» (con Alejandro Nava, en la Ciudadela del Arte, Zacatecas, 2009), «Umbraladas» (La Llorona, Festival Cultural Zacatecas 2010) y «Etopeyas» (La Sala y nic, Zacatecas). En 2013, «Imaginario/Imaginaire», y «Gravures de Juan Carlos Villegas», en Besançon, Francia. Ha participado en más de sesenta exposiciones colectivas en diferentes estados del país, en Estados Unidos y en Europa. Catálogos individuales: Pavesas (2007), Pareidolias (2009) y Umbraladas (2010). Catálogos colectivos: Becarios por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Zacatecas (1997), Un siglo de plástica zacatecana (1999), Un marco por la tierra (2004), Callejón del Mono Prieto (2005), Exposición colectiva regional de pintura Centro Occidente (2008), Donde deben estar las catedrales (2008); Felguérez a 80 años, 24 escritores, 11 grabadores (2008); La Suave Patria (2009); Veintidós poemas perdidos (2009), Paloma Negra (2010), Segunda Bienal de Pintura Pedro Coronel, Zacatecas, (2010), El corrido zacatecano (2011), Amparo (2012) y Roberto Cabral (2013).
CONACULTA
Lic. Rafael Tovar y de Teresa Presidente
Lic. Francisco Cornejo Rodríguez Secretario Ejecutivo
Lic. Saúl Juárez Vega Secretario Cultural y Artístico
Mtro. Antonio Crestani Director General de Vinculación Cultural
GOBIERNO DEL ESTADO DE ZACATECAS
Lic. Miguel Alonso Reyes Gobernador Constitucional del Estado de Zacatecas
Lic. Gustavo Salinas Íñiguez Director General del Instituto Zacatecano de Cultura «Ramón López Velarde»
Ing. Héctor Emmanuel Galaviz Castañeda Coordinador Administrativo del Instituto Zacatecano de Cultura «Ramón López Velarde»
Arq. Adela Bañuelos Acevedo Subdirectora del Sistema Estatal de Museos del Instituto Zacatecano de Cultura «Ramón López Velarde»
Lic. Julieta Medina Briones Directora del Museo Zacatecano