Cultural 04-01-2019

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

Guatemala, 4 de enero de 2019

El domador de pulgas


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presentación

nauguramos el presente año, 2019, con el ensayo ofrecido por Jorge Antonio Ortega Gaytán, titulado, “El domador de pulgas”. El texto repasa algunos de los tópicos que considera valiosos de la obra del escritor costarricense Max Jiménez Huete (19001947). Subraya al mismo tiempo, más allá del reconocimiento estético, la visión crítica del autor que en medio de la ficción ejerce una función reivindicativa. Ortega lo confirma de la siguiente manera: El libro “es una denuncia del orden social traspasado por los convencionalismos y los prejuicios invertidos a la percepción mortalmoral. La inclusión del tema religioso en contraposición de la necesidad humana de saber el futuro a través de las ciencias ocultas y la parodia que de las dos posiciones se hacen dejan en evidencia la naturaleza del hombre, los laberintos del diario vivir, precisamente en la elección o toma de decisiones entre lo correcto y lo políticamente aceptado”. Con el ensayo, presentamos la segunda parte del artículo del Padre Carlos René Morales Lara, llamado “Jesús y la fiesta de Sukkot”. Como se recordará, el biblista ofrece los rasgos humanos de Cristo inserto en el corazón del judaísmo de su tiempo. Por ello, vemos al Redentor practicando la liturgia de la religión en la que fue educado. Según el articulista, conocer las raíces judías del Nazareno es importante para comprender su propuesta salvadora en los libros evangélicos. Finalmente, compartimos con usted las colaboraciones de los escritores, Miguel Ángel Chinchilla, Carlos Interiano y Víctor Muñoz. Agradecemos su confianza al dar continuidad a nuestro Suplemento Cultural y le deseamos, faltaba más, un feliz y fecundo año 2019. Hasta la próxima.

es una publicación de:

El Domador de Pulgas Una anatomía al discurso surrealista Jorge Antonio Ortega Gaytán Escritor y catedrático universitario

En esta aproximación se pretende analizar la narración del Domador de pulgas (1937) del costarricense Max Jiménez (1900-1947) partiendo del argumento que por sí solo se revela como una fotografía panorámica de la sociedad del principio del siglo pasado; con toda su carga emocional, producto de un sinfín de prejuicios, costumbres, tradiciones, corrupción y la injerencia de una política social y religiosa, muy natural de América Latina, que en este relato singular se puede direccionar con facilidad a cualquiera de nuestros países.

L

a controversia de esta historia nace, primero de la época de su publicación y sin duda alguna a su nacionalidad. Luego ubicarla dentro de los subgéneros de la narración, se complica, por el tipo de estructura del texto y la dinámica que se genera entre las diversas voces que utiliza el narrador. Es un andamiaje construido de ironía, sarcasmo, sátira y del absurdo de la vida como de la muerte. El planteamiento básico de la construcción de los relatos que conforman el mundo (espacio) del Domador de Pulgas tiene su asidero en lo grotesco del lenguaje utilizado, así como la ausencia de la racionalidad aparente, es en sí, diluir los estereotipos sociales, en una realidad deforme, de caricatura, al revés, donde los sentidos se corrompen y hacen posible palpar la perversión de la naturaleza humana a través de esta narración de Jiménez. Esta obra se caracteriza por la afluencia de variados elementos literarios, que en un determinado momento se les puede considerar opuestos, pero se acomodan a lo largo del relato, dando la sensación de coherencia y continuidad, situación singular que permite dar forma

a un mundo “…dentro de un cuarto miserable…” . Es un mundo tan parecido al nuestro el que describe Jiménez, que de entrada no deja espacio a la duda, dando legitimidad a las protagonistas ¡Las pulgas!, en su quehacer dentro de la estructura social funcional que se les atribuye en la narración. El hecho de que las pulgas cohabiten con los humanos es un referente de credibilidad del relato, son parte de nuestra realidad. La descripción de su comportamiento para su pervivencia es básica y se limita al consumo de sangre, a excepción de las que además del líquido rojo son adictas al alcohol, como queda registrado en la narración “pulgas de afición alcohólica”. Coincidencia con el comportamiento humano da para mucho en esta fábula -novela que permite el desdoblamiento o enajenación de los protagonistas, que en este acontecimiento literario pasan del de insectos saltones al del humano, con todas sus circunstancias que plantea el quehacer diario, convencionalismo y estereotipos de toda índole. La independencia de los 17 fragmentos, minirelatos o capítulos es la peculiaridad


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de este argumento, si se le puede definir como tal y que deja en el limbo a la crítica conservadora del género al cual pertenece esta obra literaria, la cual se gesta desde el título, que establece en un punto de atracción para los fragmentos que dan vida, forma y estilo a la narración en general, se constituye en un centro de acopio tal que permite el ensamble de las diferentes narraciones en base a la metáfora central. El uso de los opuestos es el común denominador del argumento a lo largo de toda la obra. Se puede mencionar que mientras el mundo (vida) del domador se termina, el universo de los parásitos crece, pasan de la actividad circense a la libertad plena, en cumplimiento de los deseos del hombreredentor. De actor principal y conductor del espectáculo del circo a espectador, del cambio de conducta de los insectos chupa sangre. Es una denuncia del orden social traspasado por los convencionalismos y los prejuicios invertidos a la percepción mortal-moral. La inclusión del tema religioso en contraposición de la necesidad humana de saber el futuro a través de las ciencias ocultas y la parodia que de las dos posiciones se hacen dejan en evidencia la naturaleza del hombre, los laberintos del diario vivir, precisamente en la elección o toma de decisiones entre lo correcto y lo políticamente aceptado. Lo legítimo en conflicto con lo legal, el ser buen o mal ciudadano. En fin, el conflicto de ser mortal y tener conciencia de la existencia del alma, hace de esta narración una radiografía de la sociedad y la conducta de sus integrantes. ¿Una moral relajada? ¡Sin duda! Max Jiménez desolló en sus relatos quedan vida al redentor de los bichos hematófagos a la imagen de la sociedad criolla de principios del siglo pasado sin mayor reparo del idioma, asumió el reto de llamar a las cosas por sus nombres, utilizando para ello un lenguaje grotesco para la lectura de esa época, conceptos con significado y significancia en el proceso lingüístico latino del texto que da forma al discurso de denuncia ¡así somos los terrícolas! Es la verdad desnuda de nuestra esencia para dejarlo claro y marcado a fuego en la mente del lector de ayer y de hoy, utilizando palabras toscas. La dureza del lenguaje utilizado radica en un discurso de reclamo, por la incomprensión de sus coterráneos a la producción artística del escritor tico. La vanguardia impulsa al uso de vocablos ordinarios, soeces y vulgares para romper con la delicadeza de la escritura latina trasnochada para esa fecha de publicación. El surrealismo, el romanticismo, el modernismo y el postmodernismo hacen su aproche hacia este texto tímido y discreto, pero presente, marcando una progresión en el cambio de ver y escribir sobre la vida, el amor, la muerte, la separación de pensamiento y de ocupación del hombre y mujer. El discurso político y la mofa que se hace de este, creando un paralelismo discursivo con las creencias religiosas. La sentencia de una existencia plena “… ahora no se trata de vivir, sino de llenar la vida…” permite aproximarse al pensamiento del escritor que especifica la necesidad de entrar en contacto con el arte, sin determinar una expresión en especial y, es aquí, donde da cabida a las expresiones del surrealismo “la obra

de arte cuelga de un hilo de locura, indispensable para que sea verdadero arte. Probablemente eso es la originalidad” una reafirmación que el alma del artista está en otra dimensión y eso le permite nuevas formas de comunicación, que en el caso de Jiménez chocan con la peculiaridad de los costarricenses del primer cuarto de siglo pasado. El minirelato de la Pulga Artista es el manifiesto de Max Jiménez con respecto a la concepción de ser pulga que dedica su existencia a la realización del arte, las características inherentes de estos individuos, su cosmovisión, su destino, su óptica y sobre todo la reacción de la crítica que hace y diseña el mundo donde debe pervivir el artista y su obra. Concurrente a su formulación hace una analogía más con el Creador, al darle el adjetivo de artista a Dios “…para crear al hombre, Dios artista, fue: marcar con las manos, y ver muy hondo”. Hay que recalcar que al principio del relato existe toda clase de evidencia del paralelismo del Domador con el Cristo-Redentor, que en el caso que ocupa esta aproximación crítica va en directo a la salvación de las pulgas a través de su propia sangre, a semejanza del retrato del padre de Jesús con el corazón en la mano. La mezcla del discurso del alma libre del artista, la palabra de la misericordia del sacerdote, las mentiras e intrigas del amor, la verdad desnuda de la legitimidad contra la legalidad, lo sombrío de la prostitución, el aborto y el abuso del alcohol, en fin, las decepciones de la vida, que terminan con las ilusiones de una mejor vida para los insectos parásitos, se ven truncadas al asumir la condición de los humanos. La metamorfosis, al contrario de lo que está acostumbrado el lector (el Hombre Lobo, el Hombre Araña, el Hombre Vampiro, el insecto de Kafka y otros) En esta narración es el insecto parasito que se convierte en un ser humano, adopta todas las características de la condición del hombre, sin cambiar su imagen física, algo muy importante para el discurso general de la obra de Jiménez. El cuerpo, la materia, la figura, la forma no está en relación directa con el tamaño del espíritu, la imaginación del artista, de hecho, del individuo que se dedica a la creación de las diversas manifestaciones artísticas. Para finalizar la disección del relato permite experimentar sin obstáculo alguno por intermedio de su lectura pausada o continua, descubrir la crisis social principios del siglo pasado, sujeto al prejuicio de las instituciones permanentes de la sociedad y lo peor del caos del universo creado por el domador es que se ajusta a la incertidumbre de la postmodernidad del inicio del tercer milenio. Así de fácil se posibilita contrastar las imágenes de los relatos de Jiménez y extrapolarlos a la existencia del hombre actual. Los valores morales, éticos y religiosos son los mismos de ayer, lo que cambia es el orden de jerarquía. La intriga, la mentira y el engaño se mantienen como sombra del ejercicio del poder;

la fuerza del amor hace cambiar el rumbo de los eventos y el universo, pero la pasión de cualquier índole solo produce dolor. El ejemplo queda claro con el Domador que entrega su sangre para salvar a las pulgas de una vida vulgar, sin sueños, aspiraciones e ilusiones, en busca de libertad para ellas encuentra la misma muerte. Los insectos parásitos faltos de conciencia la adoptan y rompen la armonía de esa especie, encuentran la diversidad de ocupaciones y de ideologías, el caos se hace presente en ese colectivo y se injerta un andamiaje virtual de la condición humana con todos sus bemoles ¡la mutación conceptual del insecto hematófago a humano! lo cual deja “… de las pulgas los personajes más contradictorios…” en busca de la felicidad, sin entender que es un viaje diario y no un destino. La imitación de la conducta humana en los bichos hace muy poco por ellos en lo colectivo, resalta lo individual a la pulga artista, la lírica y la buena, a pesar de lo irónico de los relatos, rescata elementos fundamentales de la condición del hombre en relación con el amor y la filosofía, deja claro el proceso diario y continuo de los opuestos y contrastes de visualización de un mismo evento, donde es necesario la toma de decisiones entre el bien y el mal, lo justo e injusto del destino y, como este se burla de todos. El Domador de Pulgas es la obra de ruptura del costumbrismo criollo costarricense que abrió el laberinto del surrealismo a sus coterráneos, que no entendieron de su dimensión e impacto para las letras centroamericanas en su momento, al ignorar su obra.


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Jesús y la fiesta de Sukkot (Segunda Parte) Carlos René Morales Lara, FMM Doctor en Teología Bíblica Pontificia Universidad Urbaniana

E

Características de la fiesta Sukkot s preciso considerar las generalidades de la fiesta de Sukkot1, en vistas a incursionarnos en la situación concreta de Jesús en Jn 7,27-29; por ello daremos a conocer algunos elementos de la fiesta en su marco celebrativo y ritual. Desde luego, delinear los elementos significativos y significantes de Sukkot resulta una tarea ardua y compleja, considerando la evolución que la misma ha sufrido a lo largo de la historia. a) Esta fiesta originariamente agrícola es historizada, deja de ser una celebración donde se comparte la alegría de los bienes de la tierra, y se transforma en un medio para expresar el sentido de pertenencia y con ello generar más que intercambio de productos agrícolas, experiencias que han permitido vivenciar la providencia divina, particularmente durante el Éxodo en el desierto. Mediante un genérico punto de referencia al Éxodo, la fiesta es denominada ‫תֹוּכֻּסַה גַח‬, (fiesta da las tiendas de campaña, cabañas o tabernáculos) dado que, uno de sus elementos externos más importantes previstos en el rito, tiene que ver con la construcción de una ‫( הָּכֻס‬Sukka, tienda, cabaña, casa de campaña, carpa, traducido por la LXX con σκηνή)2, la cual debía recordar al pueblo de Israel la liberación de Egipto y la permanencia segura y providente en las tiendas durante su travesía por el desierto3. b) Sukkot se celebraba a finales del mes de septiembre o comienzos de octubre (Tishri); si en aquella época llovía, esto se consideraba como garantía de que habría lluvias tempranas abundantes, tan necesarias para que el año siguiente hubiera una buena cosecha. Está íntimamente unida no solo a la historia Judía, sino también al ciclo agrícola que es parte fundamental en la vida del pueblo de Israel4. c) La fiesta de Sukkot era la más popular de las tres fiestas de peregrinación, junto a la pascua (‫חַסֶּפ‬, pésaj) y la de las semanas (‫תֹועֻבָּׁשַה גַח‬, jag hashavuot). Era conocida como «la fiesta de YHWH» (‫)ה ָוה ְי־גַח־תֶא‬5 o, bien, «la Fiesta» (‫)גָחֶה‬6. d) Dentro de la historia de Sukkot en el segundo Templo y en el período rabínico se pueden evidenciar una serie de testimonios que denotan una serie de elementos a tomar en consideración. En el libro de Jubileos7 (inicios o mitad del s. II a.C) en su capítulo 16 provee una serie datos sobre la celebración de la fiesta de Sukkot, subrayando el mensaje de alegría y regocijo que la fiesta comporta, denominándola incluso como «un festival de alegría»8. El descubrimiento de los rollos de Qumrán ha contribuido grandemente para el estudio del judaísmo en el periodo del segundo Templo. Sin embargo, son pocos los textos que mencionan la fiesta de Sukkot9, y en otras ocasiones las referencias 1 Cf. Manns, F., Il giudaismo. Ambiente e memoria del Nuovo Testamento (StBib 26; Bologna 1995) 120-121. 2 Cf. M. M. Homan, To your Tents, o Israel! The Terminology, function, Form, and Symbolism of Tents in the Hebrew Bible and the Ancient Near East (Leiden 2002) 11-27. 3 Cf. Dt 16,13.16; Lv 23,34; Neh 8,13-19 4 Cf. G. Robinson, Essential Judaism: A complete guide to beliefs, customs, and rituals (New York 2000) 101. 5 Cf. Lev 23,39: Jue 21,19 6 Cf. 1Re 8,2.65; s Cr 7,8; Neh 8,14; Is 30,29; Ez 45,23. 7 Cf. M. Delcor, «La Fête Des Huttes dans le Rouleau Du Temple et dans le Lovres Des Jubilés,» RQ 57-58 (1991) 188-91; J. C. Vanderkam, «The Temple Scroll and the book of Jubilés» Temple Scroll Studies (ed. G.J Brooke) (Sheffield 1989) 211-236. 8 Cf. Jub 16, 20.25.27-30; M. Suk 5,1. 9 Cf. Y. Yadin, The Temple Scroll (Jerusalen 1983) III, 134-136; G.A Anderson, «The Interpretation of the Purification Offering in the Temple Scroll

no proporcionan mayores variantes. Filón de Alejandría (20 a.C–50 d.C) en «De Specialibus Legibus» 2,204-214, llama a la fiesta de Sukkot: σκηνία (skenía, palabra griega que puede significar sea “tienda” o “caseta” y asevera que el festival ocurre en el equinoccio de otoño. Esta datación del festival es peculiar para Filón, ya que, entra en contradicción con el calendario rabínico, según el cual el decimoquinto de Tishrí no cae en el equinoccio10. El historiador judío Flavio Josefo hace referencia a tal festividad, proporcionando algunos pormenores, especialmente en su obra Antigüedades Judías (Antiquitates Judaicae) III, 244-247, donde inclusive menciona la duración de la fiesta (ocho días)11. De modo indirecto menciona la costumbre de construir (11QTemple) and Rabinic Literature», JBL 111 (1992) 24-30. 10 Cf. E. R. Goodenough, Jewish Symbols of the GrecoRoman Period (Bollingen Series 037; New York 1953-68) IV, 159161. 11 Cf. Ant. VIII,101; Ant. III,247; S. Mason, Flavius Josephus. Translation and Commentary (Leiden 2000) III, 300-302.

tiendas (Sukkot)12. Luego efectuando una relectura de la dedicación del Templo por Salomón agrega la frase: «al mismo tiempo que aconteció el festival de Sukkot13, el cual, es considerado especialmente sagrado e importante para los Hebreos»14. Otros datos importantes de la celebración se encuentran en el tratado Sukka de la Mishná y otros documentos rabínicos15. La importancia de Sukkot radica en el hecho que fue asociada con la lectura y renovación de la Ley16, con la introducción del Arca en el Templo de Salomón17, con la consagración de parte de Jeroboam del templo de Betel18, con la celebración de la restauración del altar bajo Esdras19, y con la lectura de la Ley por parte de Esdras20. Además, Sukkot es la única fiesta que se ordena celebrar después del 12 13 14 15 16 17 18 19 20

Cf. BJ I, 73; VI, 300; Ant. XIII, 304 Cf. Ant. VIII, 100-123 = 1Re 8. Cf. Ant. VIII, 225-231 = 1Re 12,25-33. Cf. Rubenstein, The History of Sukkot, 103-117. Cf. Dt 31,10-11. Cf. 1Re 8,65-66; 2Cr 7,9. Cf. 1Re 12,32-33. Cf. Esd 3,3-4. Cf. Neh 8,17-18.


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cataclismo y el reordenamiento del cosmos21. Esto mismo se relaciona con el “día triunfal del Señor”. En efecto, Zac 9–14 describe el triunfo de Yahvé sobre el trasfondo de Sukkot: El rey mesiánico llega a Jerusalén, triunfante y montando sobre un asno (9,9); Yahvé derrama sobre Jerusalén un espíritu de compasión y súplica (12,10); hace brotar una fuente para la casa de David, que purificará a Jerusalén (13,1); de Jerusalén fluyen aguas vivas hasta el Mediterráneo y el Mar Muerto (14,8); finalmente, cuando todos los enemigos hayan sido aniquilados, el pueblo acudirá año tras año a Jerusalén para celebrar como es debido Sukkot (14,16). Cuando en Jerusalén tenga lugar esta fiesta ideal de Sukkot, todo en la ciudad será santo, y en el Templo no habrá comerciantes (14,20-21)22. Por tanto, Sukkot se asocia a los advenimientos de la era final asumiendo un carácter escatológico23. La ceremonia de la libación del agua en la fiesta de Sukkot Dentro de los distintos ritos celebrados en Sukkot, la libación del agua sobre el altar ocupaba un lugar relevante. Además, al interno de Jn 7,3739 se plasma y evidencia el agua como signo clave para profundizar el significado teológico de la pericopa y con ello dilucidar apropiadamente el impacto y resonancia de las palabras de Jesús. La proclamación de Jesús en Jn 7,38 parece dar cuenta de este rito de la libación del agua, que por lo demás no se menciona en el relato de Juan: El que cree en mí, como recitó la escritura: De su regazo fluirán torrentes, agua vivificante. En los textos del A.T encontramos solamente las precisiones sobre la duración de la fiesta y el tipo de ramos que debían ser utilizados para las procesiones24; se refieren datos también para las prescripciones detalladas de los sacrificios que se debían cumplir durante los ocho días de la fiesta (Nm 29,12-39)25. Se debe hacer referencia también a los textos rabínicos para tener una descripción amplia de tal contexto ritual. Se toma en consideración el seder Mo’ed Sukka de la Mishná (a inicios del siglo III d.C); y el tratado Sukka de la Tosefta26 (aprox. siglo V d.C.). Y, aunque, en su forma final tienden a reflejar una idealización de la fiesta, algunas de las tradiciones contenidas en estos documentos pueden datarse incluso en los días del segundo Templo27, periodo en el cual la fiesta comenzó a asumir un carácter escatológico28. El tratado Sukka de la Mishná (=M. Suk), en el capítulo 4,910, describe la ceremonia del agua, que constituía una parte esencial del rito matutino. El texto, sea por su brevedad o por sus escasos comentarios

rabínicos, parece reflejar una tradición muy antigua de origen sacerdotal. Básicamente la ceremonia de la libación del agua se desarrollaba de la siguiente manera: a) En las primeras horas de cada uno de los siete días se formaba una procesión hacia la fuente de Guijón, situada en la ladera sudeste de la colina del Templo, que vertía sus aguas en el estanque de Siloé29. Una vez llegado el cortejo, un sacerdote recogía agua de la fuente en un jarro de oro capaz de contener tres log (0.6 litros), mientras el coro cantaba repetidas veces el texto de Is 12,3: Con gozo sacarás agua de las fuentes de la salvación. Además, se hacía sonar el shofar30. En la descripción de la ceremonia, la atención es colocada en la figura del sacerdote, llamado a efectuar con suma meticulosidad cada parte del rito para poder ser válido. b) La procesión regresaba al Templo a través de la Puerta del Agua31. De acuerdo con la literatura rabínica, la Puerta del Agua tenía un significado escatológico32, aunque se discutía fuertemente sobre la identificación exacta de dicha puerta33. Rabí Eliezer ben Jacob la identificó con la puerta sur de Ez 47,1-5, a través de la que manarían las aguas de vida procedentes del umbral del Templo34. Al llegar a la zona de Templo, hacían una procesión en torno al altar y cantaban los salmos 113-118 (el Hallel)35. c) El lulav36: un manojo de ramitas de mirto, palmeras y sauces, en la mano derecha, y en la izquierda el Ethrog37, que era el símbolo de las cosechas38; se balanceaba al tiempo que se decían las palabras del Sal 118,1: Dad gracias al Señor porque es bueno y de nuevo Sal 118,25: Yahvé, ¡danos la salvación! ¡danos prosperidad Yahvé! d) Al llegar al altar, el sacerdote correspondiente, según el turno, vertía el agua en las vasijas colocadas sobre el altar, haciendo que el agua se derramara sobre el altar39. En el día séptimo de la fiesta, la procesión en tono al altar se repetía siete veces40. e) También hay pruebas de que la ceremonia del agua estaba vinculada con la expectación mesiánica en la que un maestro como Moisés41, repetiría el don del pozo de la Torá42. En cambio, en el tratado Sukka de la Tosefta 3,11-13, la ceremonia de la libación del agua era considerada como una representación del milagro del agua en el desierto, para ello incluyen algunos textos del

21 Cf. Zac 14. 22 Cf. Brown, Evangelio según San Juan, 340ss. 23 Cf. H. Ulfgard, The Story of Sukkot. The Setting, Shaping, and Sequel of the Biblical Feast of Tabernacles (BtrGeschEx 34; Tübingen 1998) 252-263; H. M. Knapp, «The Messianic Water which gives Life to the World». (HorBibTh 19; 1997) 111; G. Bienanimé, «Moise et le don de l’eau dans la tradition juive ancienne: Targum et Midrash», AnBib 98 (Roma 1984) 200-229; W. G. MaCrae, «The meaning an Evolution of the Feast of Tabernacles,» CBQ 22 (1960) 251275; J. Danielou, «Le siymbolique eschatologique de la Fete des Tabernacles», Irén 31 (1958). 24 Cf. Lev 23,4. 25 Cf. G. A. Soggin, «Festa delle capanne», Israele in epoca biblica. (Strumenti 4; Torino 2000) 110-113. 26 Cf. J. Neusner, The Tosefta. It’s Structure and Its Sources, (Brown Judaic Studies 112; Atlanta, GA 1986) 3-7. 27 Cf. J. Neusner, Judaism. The Evidence of the Mishnah, (Brown Judaic studies 129; Atlanta, GA 19882) 25. 28 Cf. K. R. Schaefer, «The ending of the book of Zechariah. A Commentary». RB 100 (1993) 226.

29 Cf. H. Bornhäuser, Mishna, Mo’ed Sukka. Die Mishna (Glessen 1935) 130; S. J. D. Cohen, Josephus in Galilee and Rome: His vita and Development as a Historian (Leiden 1979) 254-55. 30 Cf. M. Suk 4,5d. 31 Cf. T. Suk 3,3; M Suk 4,9. 32 Cf. T. Suk 3,3-13. 33 Cf. J. Hochman, Jerusalen Temple Festivities (London 1910) 114. 34 Cf. T. Suk 3,2-10; Gn R. 28,18; M. Sheqal 6,3; M. Mid 2,6. 35 Cf. M. Suk 3,9; 4,1.3.5-8. 36 Cf. M. Suk 3,1-8; 11b-15; 4,1-2.4; Rubenstein, The History of Sukkot, 305-311. 37 Cf. Manns, Il giudaismo, 122. 38 Cf. Brown, Evangelio según San Juan, 535-583. 39 Cf. M. Suk 4,9. 40 Cf. M. Suk 4,5. 41 Cf. M. Suk 3,3-9. 42 Cf. Nm 21.18: CD 6,2-11; PsFilon, LAB 10,7; 11,15,28,7-8; Targum Onqelos sobre Nm 21,18.

A.T como prefiguración de tal ceremonia43. De acuerdo con este testo rabínico, la rocapozo-fuente que acompañaba al pueblo en el desierto propiciaba aguas que irradiaban a todo el campo de Israel, tales aguas llegaron a ser grandes torrentes, luego grandes ríos y finalmente se transformaron en un gran mar del cual el pueblo podía tomar todos sus bienes necesarios44. Es evidente que el rito de la libación del agua comporta un significado escatológico, ya que, celebra para el pueblo de Israel la espera de una lluvia escatológica y de un nuevo milagro del agua comparable incluso al ocurrido en el desierto45. CONCLUSIÓN La invitación de Jesús para beber agua de su regazo no fue casual tomando en cuenta el contexto celebrativo, sobre todo, realizado en el contexto de la fiesta de Sukkot. Sin descartar que, la importancia del agua en la vida del pueblo de Israel se evidencia a lo largo y ancho de la Sagrada Escritura46, se inicia y finaliza considerando el agua como elemento decisivo de la protologi47 y de la escatología48 respectivamente. De hecho, se puede notar una serie de eventos relevantes y decisivos donde el agua tuvo una incidencia fundamental, por ejemplo, el paso del mar Rojo49 o el mismo paso del Jordán50. La novedad en Jesús es que el agua ahora brotada de la nueva roca de Salvación y del nuevo Templo es capaz de saciar la sed mesiánica, es decir, finalmente el reino de Dios se revela en medio de su pueblo con todo su esplendor en la persona de Jesús. Por tal motivo, el agua vivificante de Jn 7,38 se identifica con el agua cristificante, pues al cristificarnos con su Agua, compartimos con Jesús su misma vida y, por lo mismo, nos convertimos en el hic et nunc (aquí y ahora) en testigos auténticos de Él, con la misión de hacer fluir y circular esta agua, especialmente cuando en los desiertos de la existencia, el ser humano pretenda satisfacer a toda costa su sed de inmanencia en fuentes someras, gaseosas y superfluas, rebelándose a su sed primigenia de trascendencia y de amistad con su Creador. Por lo tanto, el ser humano en su realidad ontológica es llamado a redescubrir la vocación de definirse como un ser sediento de sentido, de apertura al plan salvífico manifestado en las promesas de Jesús, despertando la consciencia de considerar su propia historicidad en éxodo constante, una travesía ardua y exigente, pero saciados con el agua cristificante es posible asumirla como una vocación que se sustenta en la Esperanza cristiana de un futuro sin fin junto a las fuentes de agua viva. ¿Estamos dispuestos a beber de esta agua cristificante? 43 44 45

Cf. Ex 17,1-7: Nm 20,8-13: Sal 78,20; 105,41. Cf. T. Suk 3,12. Cf. Schaefer, The Ending of Book of Zechariah,

223. 46 Para citar algunos ejemplos: Gén 13,10; 18,4; 26,18-22; Éx 3,8; 17,3: Lev 15,1; 16,24; 26,20; Nm 5,17; 13,27; 19,2-10; 20,2-11; 21,17; 31,23-24; Dt 6,16; 8,7; 11,1012; 28,12; 1Re 8,35; 17,1-16; 2Re 20,20ñ 2Cro 6,26; 32,30; Sal 1,3; 23,2; 42,23; 63,2; 65,10-14; 95,9; Prv 13,14; 18,4; 20,5: Sir 15,3; 21,13; 29,21; Cant 4,15: Is 8,6; 33,15-16; 41,17-20; 43,19-20; 44,34; 48,21; 49,10; 55,1.3.10-11; Jr 2,13.17-18; 17,8; 31,9; Ez 19,10; 47,1-12; Am 8,11-13; Zac 14. N.T: Mc 7,2-4; Mt 23,25; Lc 7,44; 11,38; Jn 2,6; 3,5;13,115; 15,3; Rom 6; Ap 7,17. 47 Cf. Gn l,lss; 2,4bss. 48 Cf. Ap 7,17; 21,6; 22,1.17; Ez 47,1-12; Jl 4,18; Zac 14,8. 49 Cf. Ex 14,28: 15,1-6: Is 51,9-10. 50 Cf. Jos 3,14-17: 2 Re 2,8-9.


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De izquierda a derecha: Miguel Ángel Chinchilla Amaya, Carlos Rene García Escobar y Francisco Morales Santos, durante un evento literario en La Antigua.

SE NOS FUE KAMINALJUYÚ Miguel Ángel Chinchilla Amaya Escritor

Regreso de Guatemala consternado, con el peso de una piedra legendaria sobre el plexo solar. La noche del 21 de diciembre de 2018, al llamar a mi amigo a su casa, el hijo me contó que Carlos René había fallecido exactamente dos semanas atrás (7 de diciembre). Días antes estuvo Carlos René en casa de mi hijo que reside en Guatemala, recogiendo un libro que yo le enviaba. Lo veo muy mal, comentó mi hijo cuando hablamos por teléfono. Realmente estaba muy enfermo, había sobrevivido a dos infartos recientes y estaba en tratamiento. Pero no aguantó el tercero, dijo la voz de Carlos hijo al otro lado de la línea, y desgraciadamente murió.

L

o recuerdo allá por los años 80, cuando llegando a Guatemala yo lo visitaba en su oficina del Instituto de Investigaciones Folclóricas (creo que así se llamaba); por él pude conocer a Celso Lara, a Luis Alfredo Arango y a Max Araujo. Tiempo después comencé a trabajar a destajo con la

editorial de Irene Piedrasanta, en Guatemala, y cada vez que podíamos nos encontrábamos con Carlos René para platicar y bebernos un par de cervezas. Años después, empezamos a frecuentarnos durante la gestión de crear la comunidad de escritores centroamericanos, en cuyo esfuerzo coincidimos en varias reuniones realizadas en Panamá, Nicaragua, Honduras y El Salvador, en la utopía de una gremial regional. Carlos René García Escobar, antropólogo, novelista, danzante e investigador, fue uno de los fundadores de la Comunidad de Escritores Guatemaltecos y también de la gremial del Centro PEN en Guatemala. Coincidimos con él en muchos eventos: congresos, encuentros literarios, CILCAS, ferias y poetones. Aquí, en San Salvador, nos reunimos un par de veces en el hotelito de Tirso Canales, a propósito de crear en El Salvador una filial del PEN. Lo acompañaban entonces otros escritores chapines, buenos amigos, entre ellos: Gustavo Bracamonte, Juan Antonio Canel y Dennis Escobar. Su esposa Ruth, hoy su viuda es salvadoreña. Yo lo llamaba Kaminaljuyú, como un apodo cariñoso que en lengua cachiquel significa “la colina de los muertos”, el nombre legendario de lo que ahora es Guatemala de la Asunción, la capital. Lo recuerdo aquella vez triste y compungido durante su último día de trabajo en la Universidad de San Carlos, porque se jubilaba. En esa ocasión los del grupo literario Amate estuvimos con él en ese momento tan difícil, y después de la tramitología respectiva era obvio

que nos iríamos a beber con el amigo, para atenuar un poco la pesadumbre del antropólogo que se retiraba de la academia luego de tantos años de docencia, casi feliz, cual es el título de uno de sus libros donde cuenta que por poco se convierte en cura. Alguna vez me hospedé en su casa de la colonia Florida donde era un personaje muy querido por el vecindario. Kaminaljuyú era un hombre vital. Su muerte me transporta a uno de sus cuentos “El último Katún” que en una parte narra: “Se quemó mucho pom hasta que el sumo sacerdote le habló a la multitud. Había que trepar por la cuerda y él sería el primero. Le seguiría el Balach Uinic y después todos”. Hace algunos años la Academia Salvadoreña de la Historia le nominó como miembro honorario. Por de pronto, Carlos René ha subido por la cuerda que cuenta en su cuento del último Katún y solo los incrédulos se quedaron observando como los creyentes ascendían por el lazo que pendía del cielo. Hasta siempre entonces Kaminaljuyú, ya no hubo tiempo de comentar personalmente tu último libro que me enviaste con tu prima Nohemi, Novelario, un tetranovelario, ya que se trata de cuatro novelas en un solo libro. El humo del pom y su aroma de hierbas esenciales levanta un muro de niebla arcano frente al más allá, hacia donde Carlos René ha partido portando las máscaras, penachos y todo lo que describe en su Atlas danzario, hasta siempre amigo ¡Abur!


Guatemala, 4 de enero de 2019 / Página 7

POESÍA Carlos Interiano Poeta

RÉQUIEM DE SOMBRAS Marfileña, la tarde se desgrana. Caen las sombras. Por la bocaza de la obscura noche se escapa una pena que congela el alma. ¡Cuán gris se pinta el recuerdo de su estampa! ¡Cuán lúgubre y sola su aterida mirada en el lado obscuro de la luna!

VOLVER A JUGAR Usted me recordó, con sus ojos de obsidiana, que los hombres no lloran, y no tuve otra opción sino reprimir mi humanidad y echarme a caminar por la vereda de sombras y de penas. El niño aquel, que a veces surge, volvió a esconderse en el cajón de sus recuerdos. Al fin y al cabo, recordé que los hombres sólo somos el espejo de nuestra burla.

DÍA DE MUERTOS Calló la noche. Una voz anónima perturbó la cruz del cementerio. Los últimos harapos de la tarde tejieron en mi alma el unísono eco de las tinieblas. Tristeza. Hambre de alegría. Solitaria deidad de la esperanza. El día parte con su luna de astros escondidos. La luna, aún su enmudecida testa se resiste a presumirle a mi nostalgia. Un rosario de silencios recorre las dolidas venas de mi cuerpo. En el portal de la muerte, un ejército de estrellas participa en la danza sepulcral de fantasmas y de sombras. La sonrisa de otros tiempos bebe cálices amargos. Y los cálices amargos retornan, resucitan y se levantan, y se levantan, y se levantan, hasta preñarse de vida.

A DESHORA Yo hilaba insomnio en los versos de la noche y rumiaba solo las horas taciturnas del silencio. Y escribía coplas a la angustia del vivir. Pensar que la muerte es el exilio de la vida. Y la vida, un breve suspiro en el continuum del tiempo. Yo vertía arena en el manto de mis ojos y viajaba a tientas persiguiendo la luz de un haz que se escapaba de mis manos. Yo le daba viento a lo inmóvil de la angustia y angustiaba versos a lo inmóvil del viento que viajaba lento rozándome los dedos.


Página 8 / Guatemala, 4 de enero de 2019

Gedeón y sus bromas –Mirá –me dijo Gedeón mientras me jaloneaba la manga de la camisa–, ahí está don Jaime. –¿En dónde? –quise saber. –Ahí, en el cajero automático – insistió, mientras me indicaba el lugar con el dedo. Y efectivamente, frente a uno de los cajeros automáticos de ese Centro Comercial se encontraba una persona de apariencia rechoncha, calvo y con una chumpa gris, efectuando alguna transacción monetaria. –¿Y quién es ese don Jaime? –le pregunté. –Es un mi vecino. Vieras que es buena gente. Todos lo conocen como “don dorremí” porque es músico. Es integrante de la Sinfónica Nacional. Cuando vos te ponés a platicar con él, invariablemente te habla de música y de los grandes autores, que Beethoven por aquí, que Mozart por allá, que este y el otro. Es bien culto para esas cosas el don.

Víctor Muñoz Premio Nacional de Literatura

Y todo habría pasado sin ninguna novedad, si no hubiera sido porque al Gedeón se le metió que le iba a hacer una broma. –Venite –me dijo. Yo, no muy convencido me fui atrás de él, pero con cierta curiosidad por la broma que me dijo que le iba a hacer al señor. A unos dos pasos del cajero me pidió que lo esperara ahí, se acercó hasta donde estaba don Jaime y se le fue acercando muy despacio, acto seguido se colocó atrás de él, y mientras le ponía un dedo a la altura de los riñones, en susurros le dijo: –Esto es un asalto, no vaya a hacer nada, solo deme el dinero que acaba de retirar. Don Jaime, con la cara descompuesta y sumamente pálido, se volteó a ver de qué se trataba la cosa, pero justo en ese momento se llevó las manos al pecho, hizo un gesto de dolor y se fue cayendo al suelo como si se hubiera desmayado. Al ver tal cosa Gedeón se volteó, y mientras me jaloneaba de la camisa me dijo que nos fuéramos de ahí inmediatamente. Y nos fuimos, pero como había mucha gente y nadie se había dado

cuenta del suceso, le dije que se tranquilizara y que nos tomáramos un café mientras veíamos en qué paraba la cosa. En esas estábamos cuando se apareció uno de los guardias del Centro Comercial. De inmediato le dije al guardia que por favor avisara que el señor que estaba en el cajero automático se había desmayado. El guardia se fue a ver qué había pasado y luego se puso a comunicarse con alguien por medio de un radio. En pocos minutos llegaron varios de los personeros del Centro Comercial y cuando nos vinimos a dar cuenta eso se había llenado de gente, curiosos en su mayoría. Logré mover a Gedeón para que nos fuéramos a tomar el café, pero estaba tan asustado que me lo habría podido llevar hacia cualquier parte. –¿Se habrá muerto el don, vos? –me preguntó. Le dije que no lo sabía y que había que esperar. Y en esas estábamos cuando llegaron los bomberos con sus correspondientes carreras y camilla y aspaviento; hicieron a un lado a los curiosos y se pusieron a examinar al hombre. Le dieron respiración de boca a boca, le hicieron masaje en el

pecho, me imagino, para hacer reaccionar el corazón. Y ahí se estuvieron como quince minutos hasta que se dieron cuenta de que el señor estaba muerto, por lo que le colocaron la camilla encima. Después llegó la policía, colocaron un cordón amarillo para que la gente guardara la distancia y se pusieron a esperar. –Yo digo que mejor nos vamos –le dije a Gedeón, pero se lo tuve que repetir varias veces porque se había quedado como ausente. Por fin logré que se moviera y nos retiramos del lugar. –¿Sabés qué es lo peor, vos? –me dijo–, que ese don no era don Jaime. –¿Y entonces? –Pues no sé, viéndolo de espaldas era igualito, pero cuando se volteó después de la broma que le hice me di cuenta de que no era él. –¿Y ahora? –Bueno –me dijo–, ya estaba viejo y a lo mejor también enfermo de algo y sus parientes hasta le van a dar gracias a Dios de que se haya muerto. Yo no le dije nada, pero una vez más me juré a mí mismo nunca más andar con el bruto ese del Gedeón.


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