Cultural 05-01-2018

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

Guatemala, 5 de enero de 2018

palencia


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presentación

niciamos el año presentando a usted una aproximación histórica del Municipio de Palencia. El objetivo consiste en que, al conocer el origen de nuestras ciudades, nos enamoremos más de ellas. Vivir en un país pletórico de bendiciones nos debe llenar de orgullo, pero más que eso, debe comprometernos a cuidarlo, protegerlo y defenderlo. Identificarnos plenamente con él. Ofrecemos también un cuento de la mano de Maco Luna. El escritor guatemalteco, que a la vez ha sido músico y educador, ha explorado por muchos años la vida cotidiana desde el espacio de la ciudad. Su ficción lo lleva en ocasiones a un surrealismo que le permite la crítica, la reflexión y el rescate de temas que son de su interés. Proponemos a usted su lectura. Asimismo, el Suplemento, como es ya costumbre, dispone para usted, poesía, arte y literatura. En esta ocasión, además del cuento ya aludido, exponemos más extensamente la carta amorosa de Flaubert a su amada Louise Colet. El francés, en un arrebato de amor, confiesa locuazmente su sentimiento en una correspondencia a veces quizá demasiado edulcorada. “Tú eres la criatura, tú eres fresca y nueva, tú, cuyo candor me sonroja. Me humillas con la grandeza de tu amor. Merecías algo mejor que yo. ¡Que me parta un rayo, que caigan sobre mí todas las maldiciones posibles, si alguna vez lo olvido!” Que tenga un feliz descanso. Nuestros mejores deseos porque viva un año lleno de bendiciones. Hasta la próxima.

es una publicación de:

Datos históricos del municipio de Palencia Fernando Mollinedo C. Historiador y Columnista Diario La Hora

A 30 kilómetros de la ciudad capital de Guatemala, se encuentra el municipio de Palencia, dentro de la circunscripción del Departamento de Guatemala, su ruta de ingreso es una autopista que entronca con la carretera al Atlántico CA-9 “Jacobo Árbenz Guzmán”.

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stá situado sobre la meseta de la pequeña serranía que se levanta en lo alto del macizo que divide las aguas de los ríos de Las Cañas y Palencia; cuenta con una extensión de 217 km2, algunos vecinos manejan el concepto de 482 caballerías; colindando al Norte con los municipios de San José del Golfo, San Pedro Ayampuc y San Antonio La Paz (El Progreso) al Este con San Antonio La Paz y Sanarate (El Progreso) y Mataquescuintla (Jalapa); al Sur con San José Pinula; al Oeste con Guatemala y San Pedro Ayampuc.

Actualmente se integra con un pueblo, 14 aldeas y 62 caseríos, originalmente, este lugar fue una Hacienda, denominada Hacienda San José, la cual fue comprada en el año 1624 por el señor Mathías de Palencia; a partir de entonces fue conocido como la “Hacienda de Palencia” y luego sólo por Palencia. Por Acuerdo de fecha 13 de enero de 1835, el Gobierno dispuso que Palencia perteneciera al Distrito de la Corte (Capital). El 4 de septiembre de 1832 fue sacada a remate en subasta pública por solicitud del ciudadano Juan José Guerra; para el efecto se mandó a practicar su medición la cual realizaron José Gregorio Carrascosa y José María Orellana. Los postores para tal venta fueron Mariano Vidaurre, José María Urruela, Juan José Guerra, Manuel José Jáuregui y Juan Nepomuceno Asturias, siendo éstos últimos dos quienes la compraron al valor de $200.00 pesos por cada caballería. Palencia ya figuró como pueblo en la división administrativa del año 1837 con 2 mil 245 habitantes. Para el año 1848 Mariano Rivera y Paz en representación de la orden religiosa de Santo Domingo de Guzmán, se presentó ante el propietario de

la hacienda, el teniente general Rafael Carrera a quien le solicitó se la vendiera al Gobierno de Guatemala, para que la Asamblea Legislativa se las cediera a ellos (la orden religiosa Dominica) en propiedad para su “fomento y adelanto”. Para ese entonces, la Hacienda de Palencia contaba los anexos: Agua Caliente, Plan Grande, Los cubes, el Cangrejito y Lo de silva, fue vendida por la suma de $15 mil pesos, pagados $10 mil al contado y el resto en el término de 5 meses, con la sugerencia de no venderla a terceros y reunir a la población dispersa para formar un pueblo. Con la revolución de 1871 la Hacienda de los Dominicos (Palencia) fue confiscada, y por Decreto de fecha 19 de marzo de 1873, le adjudicó al municipio de Palencia, más tierras excedentes de la Hacienda Palencia. El 2 de octubre de 1880 el presidente de la República Justo Rufino Barrios convirtió en el “Ejido de la Legua Legal” en lotes que fueron entregados en propiedad a los vecinos otorgándoseles la escritura pública de propiedad. Palencia ha sido teatro de importantes


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sucesos de la vida nacional, especialmente a finales del siglo XIX (años 1800) con episodios de combates militares entre los gobiernos conservadores y liberales, siendo uno de ellos, la muerte del Mariscal Serapio Cruz, conocido como “Tata Lapo” quien se levantó en armas contra la administración del también Mariscal Vicente Cerna y perdió la vida en La Vega del Tercero (caserío cercano a la cabecera municipal de Palencia) fue decapitado y su cabeza incrustada en una rama, llevada a ciudad Guatemala y expuesta al público en una pica en la plaza central. La población vivía disgregada en las montañas y cerros aledaños comunicados por caminos de herradura (para pasar a caballo), al formarse el pueblo se pensó en construir una carretera que se inició en Palencia por el lado de la Mortera, dichos trabajos se suspendieron con el cambio de autoridades gubernamentales; la antigua carretera (para carretas) que pasa por el pueblo fue vía principal con los pueblos del oriente del país. El Presidente Lázaro Chacón autorizó un nuevo trazo y se construyó la carretera hasta el lugar denominado “La Joya de Girón” pues Palencia estuvo aislada por muchos años de la capital y pueblos vecinos; el único medio era el Ferrocarril del Norte. Durante el gobierno del presidente Jorge Ubico, en 1934 se realizó la construcción de la carretera desde la Aldea “El Chato” hasta el actual pueblo de Palencia, lo que permitió el ingreso de camiones y autobuses de pasajeros, dándole un nuevo vigor comercial a la zona. La fiesta titular, en honor a San Benito de Palermo, se celebra durante los últimos tres días de la última semana del mes de abril. La mayoría de sus habitantes, aún se dedican a la agricultura y el comercio y profesan la religión católica. Por los años 1900 a 1920 se realizaban peregrinaciones (romerías) a la Basílica de Esquipulas, el recorrido de ida y regreso era de 15 días, pernoctaban en Esquipulas aproximadamente 3 días y luego retornaban; su equipaje y comida lo llevaban en bestias de carga, sus alimentos más comunes eran frijoles volteados, totopostes (tortilla de maíz delgada cocida en comal) “pishtones” (tortilla gruesa con arvejas en su interior) y aguacates que en el camino se les maduraban, siempre dormían en lugares donde hubiera pasto para alimentar a las bestias y ellos dormían a la intemperie. Desde 1996, la Parroquia de Santa Rosa de Lima en Palencia organiza una peregrinación por una de las rutas antiguas de peregrinaje: desde Palencia hasta llegar a Esquipulas en la cual participan no solo parroquianos locales sino igualmente fieles devotos originarios de Cobán y Sololá, llegando a alcanzar una cantidad de casi 2 mil Peregrinos. A su regreso la gente salía a su encuentro recibiéndoles con chocolate, y gallinas doradas para compartir con ellos. Era una fiesta llena de abrazos y contar anécdotas del viaje; al regresar a sus lugares de origen se les recibía con repiques de campanas y Eucaristía en acción de gracias. En el año 1996 se retomó la costumbre perdida y se realizó la primera peregrinación motivada por Monseñor Gonzalo de Villa, Obispo de la Diócesis de Sololá y Chimaltenango y el sacerdote Carlos

Castellanos, en el cual participaron fieles de Palencia y San José Pinula con aproximadamente 175 personas. Por su categoría municipal, es un pueblo de comercio, con actividades sociales y culturales que se encuentra en pleno desarrollo, aun cuando ha sido lento. Ha tenido regular crecimiento poblacional, por lo que la cabecera ha sido acomodada en 5 cantones, como los llama la gente del pueblo y zonas como lo dice el acuerdo municipal número 42–84 a saber: 1. Centro Cívico, 2. Ojo de Agua, 3. El Rincón de la Piedra, 4. M (así es su nombre) y 5. Pueblo Nuevo y Agua Tibia. La exuberante naturaleza del lugar es una zona propicia para el excursionismo; cuenta con ruinas o construcciones antiguas siendo un ejemplo de esto la antigua iglesia de Los Mixcos, tiene varios destinos turísticos y entre los principales están: CENTRO TURÍSTICO EL CALAHUAR La Reserva ecológica y parque Calahuar, que se encuentra cerca de Palencia, municipio de Guatemala, el cual es un lugar tranquilo, rodeado de nacimientos de agua potable, áreas verdes y una laguna, La tranquilidad que se vive en Calahuar, facilita ver y escuchar la variedad de aves, siendo un buen sitio para la observación de aves. En la parte baja de este parque se encuentra una pequeña laguna, que añade riqueza a la vista, la cual en el pasado era totalmente natural y se formaba en las épocas lluviosas del año, sin

embargo, la inclinación del terreno hacía que desapareciera en otras fechas. Pero con el tiempo se tomó la decisión de modificar la parte baja para que el agua pudiera contenerse y preservar la laguna y los peces de la misma. También se encuentra una laguna denominada Laguna Monja Blanca. CERRO TOMASTEPEQUE (o “pico de Palencia”) Es una elevación de forma cónica que alcanza los 2 mil150 metros sobre el nivel del mar, un camino irregular de terracería de un kilómetro, es la antesala para emprender el ascenso. Unas gradas de madera colocadas por los habitantes de la comunidad, permiten ascender un pequeño trecho de montaña, para luego entrar en un bosque lleno de caminos hacia la cumbre. Esta construcción está realizada con piedra de río, su antiguo propietario Don Álvaro Del Cid se esmeró en realizar la construcción con fines sociales donde se realizaron bodas, fiestas, reuniones y mítines políticos. En la actualidad está muy deteriorado y sin cuidado alguno; es uno de los lugares icónicos del municipio de Palencia. De la Aldea El Fiscal puede decirse que su época de mayor auge fue con la construcción del ferrocarril, ingresando a la antigua estación del tren ferrocarril “El Cimarrón” de lo cual no queda más que una plancha de cemento que servía de suelo.


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zapatos de tacón y lento caminar, buscaba la banca vacía y con parsimonia se sentaba, desataba la bolsa plástica y sacaba la otra bolsa más pequeña donde venía el alpiste. Con mano suave cogía un puñado y lo lanzaba al aire. Entonces de las alturas se descolgaban las palomas. Unas venían de las hornacinas vacías, otras de las copas de los árboles, todas bajaban al tablero de ajedrez que era el atrio y ahí comenzaba el picoteo a ver quién se quedaba con más, como en las piñatas cuando caen los dulces y todos se amontonan para agarrar.

El Palomo Arco Iris Maco Luna Escritor

Refulgente sol, son las doce treinta de un día cualquiera, de pronto se oscurece el cielo con alas de paloma que rompen suavemente el viento para aterrizar sobre los cuadros de cemento frente al templo. Son las palomas católicas que llegan en bandada a poblar el frontispicio de la arquitectura neoclásica y a dejar la huella de su digestión en las campanas. Si vemos los plumajes sabremos que son grises, cafés, jaspeadas, una blanca (que le llaman paz) y todas de patas rojas con el cuello tornasol. Picotean el suelo con la cabeza gacha como agradeciendo por el alimento, que consiguen sin afanarse como dice la palabra de Dios en la Biblia.

L

a mujer que les tira el alpiste llega todos los días a la misma hora con la misma bolsa plástica negra y la bolsita verde transparente donde lleva el qué comer y por supuesto, la misma cara morena de siempre, si uno se le queda viendo con detenimiento tiene idénticos los rasgos que aquella paloma café que sobresale de las demás, la boca de la mujer es más bien un pico, sus ojos de paloma, su andar de paloma y toda ella a semejanza de las aves. A esa misma hora los niños del colegio reciben su último período, aburridos de soportar toda la mañana las necedades de los maestros –que si no trajo la tarea se va ir feo, que después están

llorando–, –que tiene diez puntos menos–. Y así han pasado toda la mañana recibiendo el “pan del saber”. Esperan con ansias el timbre paras salir corriendo a sus casas a recibir otro poco de las mismas advertencias sólo que ahora vienen en la boca de los papás. Pero regresemos al atrio donde los palomos están en la eterna danza del “me quiero aparear contigo” inflaman el pecho, dan pequeños saltos, erizan las plumas y bailan alrededor de la paloma elegida, con arrullos la quieren convencer de que se entregue al placer de perpetuar la especie. La mujer del alpiste los mira y suspira, ella está purgando un sino: doscientos y tantos años antes, en la época del traslado de la ciudad, ella era la reina de las palomas y un mal día amaneció con el pico quebrado y todas las demás murmuraron por detrás de su plumaje, le llamaron la chata. Que la chata por aquí, que la chata por allá, la reina lloraba su desdicha por los rincones del campanario (este aún no lo terminaba Pedro de Aguirre, el arquitecto). A su majestad ya no le apetecía volar y al verse reflejada en el agua de la fuente renegaba de su condición de ave. Esta desazón llegó a oídos del rey y en consejo de picos decidieron castigarla convirtiéndola en humana y además con la obligación de proveer alimento diario a la bandada, esto sería así, hasta que aceptara su realidad. Lo cual, por el momento, aún no ocurría y por eso llegaba todos los días a la misma hora cargando el encargo de alimentar a la bandada. Con pantalón de lona, blusa negra escotada cruzada apenas por dos cintas en la espalda,

Había un palomo que sobresalía de los demás por su plumaje de arco iris, él no tenía necesidad de bailar para llamar la atención de las palomas ellas solas llegaban a entregarse sin que él tuviera necesidad de arrullar se le sometían y por supuesto arco iris aprovechaba esta ventaja y montaba por doquier y a toda hora. Su carisma hizo que la mujer quedara prendada de su hermosura y entonces ella ya no tuvo sosiego, su pensamiento agarró de la mano al sentimiento y con alfileres se lo clavó en el corazón, llegaba no sólo con el alimento sino con el amor babeando por el palomo arco iris, ella lo quería atrapar pero él estaba muy ocupado en perpetuar la especie sobre las palomas que se le echaban delante para que él las poseyera, esto por supuesto, llevaba desencantos al corazón de la mujer y a toda hora despechada, lloraba en las cuatro esquinas del parque y suplicaba regresar a su original estado de paloma. Pasaron muchos días antes de que su ruego llegara a oídos atentos. Mientras tanto el amor crecía y aleteaba como un pájaro azul dentro de su pecho, por las noches la obsesión: vuelta y vuelta en la cama llegaba la madrugada y el deseo se sentaba en la orilla de la cama para no dejarla dormir, perdió peso y el cincho le dio dos vueltas de desamor y ella con la idea fija en el cerebro y el sufrimiento en el corazón. Hasta que el consejo de picos se juntó otra vez y las opiniones llegaron al puerto del retorno y acordaron regresarla a su origen de ave reina del palomar. Por gusto llegué al atrio para observarla porque ella ya no apareció. Pasaron los días sentados en la silla de la monotonía hasta que un jueves vi que el arco iris montaba una paloma que tenía el pico quebrado, la chata entornaba los ojos con la satisfacción de conseguir lo que tanto había deseado. Su plumaje se hizo policromo y su canto arrullo de los nuevos polluelos de colores del campanario, estos con traviesa algarabía abrieron los picos al vuelo de campana mientras su madre la del pico quebrado, miraba como el arco iris seguía en el atrio perpetuando la especie con otras palomas. Ella aceptó ese ciclo de su destino y pensó que ser chata la obligaba a permanecer en las alturas y que lo más importante ahora era alimentar a sus hijos que crecían y pedían más a cada momento. Aceptó su destino y les dio de comer a los colores que aleteaban en el campanario.


Eva Prima Pandora Jean Cousin el Viejo 1500 – 1560

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ocas son las obras que se atribuyen a Jean Cousin el Viejo, del que, no obstante se sabe que diseñó fortificaciones, arregló un reloj y reparó una estatua para la catedral de su ciudad natal (Sens, al suroeste de Francia). Sus cuadros contienen influencias del arte holandés, de los manieristas italianos y de la escuela de Fontainebleau. Este desnudo, que data de 1550, mezcla temas mitológicos y cristianos. En la mitología clásica, Pandora llevó el mal al mundo; es, por tanto, la equivalente de Eva y en este cuadro aparece sosteniendo la manzana bíblica de la tentación. La pintura es, en definitiva, un potente mensaje de los peligros de la mujer. CRÁNEO Los monjes y los santos solían meditar ante un cráneo, ya que era un recordatorio de la muerte, y en los bodegones holandeses se incluía a modo de memento mori, como en la pintura de Harmen Steenwyck, Alegoría de las vanidades de la vida humana (1612). En las alegorías de las edades del hombre, un anciano suele sostener uno como en Retrato de un hombre sosteniendo un cráneo (1626 – 1628), de Frans Hals.

En las escenas de la Crucifixión también suele aparecer uno, de ahí que el lugar donde se llevaban a cabo se conociera como Gólgota (“lugar de la calavera”). Aunque la leyenda afirma que Jesucristo fue crucificado en el mismo lugar donde se enterró a Adán, el cráneo de este último suele simbolizar el sacrificio de Jesucristo para redimir el pecado original del hombre.

POESÍA SELECTA Emilio Prados 1899 – 1962

E

milio Prados fue un poeta español nacido en Málaga el 4 de marzo de 1899 y falleció en México el 24 de abril de 1962. A los quince años, dejó su ciudad natal para continuar sus estudios en un internado en la capital española; allí conoció a Juan Ramón Jiménez, hecho que alimentó su amor por la poesía. Más tarde se unió a la Residencia, nombre de un grupo de universitarios donde Prados se acercó a Salvador Dalí y Federico García Lorca, entre otros grandes de la Generación del 27. Su obra suele dividirse en tres etapas, que conforman un viaje por la naturaleza, los problemas sociales y la introspección. Referentes de cada una de ellas son sus libros “Seis estampas para un rompecabezas”, “Llanto en la sangre” y “Circuncisión del sueño”.

Sueño

Invitación a la muerte

Canción para los ojos

Te llamé. Me llamaste. Brotamos como ríos. Alzáronse en el cielo los nombres confundidos.

Ven, méteme la mano por la honda vena oscura de mi carne. Dentro se cuajará tu brazo con mi sombra; se hará piedra de noche, seca raíz de sangre...

Lo que yo quiero saber es dónde estoy... Dónde estuve, sé que nunca lo sabré. Adónde voy ya lo sé...

Te llamé. Me llamaste. Brotamos como ríos. Nuestros cuerpos quedaron frente a frente, vacíos. Te llamé. Me llamaste. Brotamos como ríos. Entre nuestros dos cuerpos, ¡qué inolvidable abismo!

Coagulada la fuente de mi pecho, para pedir tu ayuda subirá a mi garganta. ¡Niégasela si es vida! ¡Clávame más tu brazo!... ¡Crúzamelo! ¡Atraviésame! Aunque me cueste el árbol de mi cuerpo, condúceme a ti, muerte.

Dónde estuve, dónde voy, dónde estoy quiero saber, pues abierto sobre el aire, muerto, no sabré que, soy vivo, lo que quise ser. Hoy lo quisiera yo ver; no mañana: ¡Hoy!


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Gustave Flaubert

Carta del escritor enamorado A Louise Colet Jueves, once de la noche [6 de agosto de 1846].

E

stoy roto, aturdido, como después de una orgía prolongada; me aburro mortalmente. Tengo en el corazón un vacío inaudito. Yo que era antes tan tranquilo, tan orgulloso de mi serenidad, que trabajaba de la mañana a la noche con un rigor persistente, no puedo leer, ni pensar, ni escribir; tu amor me ha vuelto triste. Veo que sufres, preveo que te haré sufrir. Quisiera no haberte conocido nunca, por ti, luego por mí,

y sin embargo tu recuerdo me atrae sin descanso. Encuentro en él una exquisita dulzura. ¡Ay, qué preferible habría sido limitarnos a nuestro primer paseo! ¡Ya sospechaba yo todo esto! Cuando, al día siguiente, no volví a casa de Fidias [Pradier], es porque ya me sentía resbalar por la pendiente. Quise detenerme; ¿qué es lo que me empujó a esto? ¡Tanto peor! ¡Tanto mejor! El cielo no me ha dado una constitución graciosa. Nadie posee en mayor grado que yo el sentimiento de la miseria de la vida. No creo en nada, ni siquiera en mí mismo, cosa que es infrecuente. Me dedico al arte porque me divierte, pero no tengo fe alguna en la belleza, ni en lo demás. Así que el punto de tu carta, pobre amiga mía, en que me hablas de patriotismo, me habría hecho reír con ganas si me hubiera encontrado en estado

de ánimo más alegre. Vas a creer que soy duro. Querría serlo. Todos los que se acercan a mí se beneficiarían de ello, y yo también, que tengo el corazón comido, como lo está en otoño la hierba de los prados, por todas las ovejas que han pasado por encima. No quisiste creerme cuando te dije que era viejo. Desgraciadamente es así, pues todo sentimiento que llega a mi alma se avinagra en ella, como el vino que se pone en recipientes demasiado usados.

la embriaguez que me has hecho experimentar. Pero presiento una desdicha enorme para ti.

Si supieras todas las fuerzas internas que me han agotado, todas las locuras que han pasado por mi cabeza, todo lo que he probado y experimentado en cuanto a sentimientos y pasiones, verías que no soy tan joven. Tú eres la criatura, tú eres fresca y nueva, tú, cuyo candor me sonroja. Me humillas con la grandeza de tu amor. Merecías algo mejor que yo. ¡Que me parta un rayo, que caigan sobre mí todas las maldiciones posibles, si alguna vez lo olvido!

Temo que mis cartas sean descubiertas, que se sepa todo. Estoy enfermo por ti. Crees que me amarás siempre, criatura. ¡Siempre! ¡Qué presunción, en labios humanos! Has amado ya, ¿verdad? Como yo; recuerda que antaño dijiste también: siempre. Pero te estoy maltratando, te entristezco; ya sabes que mis caricias son feroces. Da igual, prefiero turbar ahora tu felicidad que exagerarla fríamente, como hacen todos, para que después su pérdida te haga sufrir más... ¿Quién sabe? Quizá más adelante me agradecerás el que haya tenido el valor de no ser más tierno. ¡Ay, si hubiese vivido en París, si todos los días de mi vida hubiesen podido transcurrir junto a ti, sí, me dejaría arrastrar por esta corriente sin pedir auxilio! En ti habría hallado para mi corazón, mi cuerpo y mi cabeza una satisfacción diaria que jamás me habría hartado. Pero separados, destinados a vernos raras veces, es horrible.

¿Despreciarte, dices, porque te has entregado a mí demasiado pronto? ¿Has sido capaz de pensarlo? ¡Nunca, nunca, hagas lo que hagas, ocurra lo que ocurra! Me entrego a ti de por vida, a ti, a tu hija, a los que desees. Es una promesa; retenla y haz uso de ella. La hago porque puedo cumplirla. Sí, te deseo y pienso en ti. Te quiero más de lo que te quería en París. Ya no puedo hacer nada; te veo continuamente en el taller, de pie cerca de tu busto, con los papillotes moviéndose sobre tus hombros blancos, tu vestido azul, tu brazo, tu rostro, ¿qué sé yo?, todo.

¡Qué perspectiva! Y ¿qué hacer? Sin embargo... No concibo cómo he podido alejarme de ti. ¡Ése sí que soy yo! Es lo propio de mi lamentable naturaleza. Si no me quisieras, me moriría; como me quieres, aquí estoy, escribiéndote que te detengas. Mi propia estupidez me da asco. Habría querido pasar por tu vida como un arroyo claro que hubiera refrescado sus orillas resecas, y no como un torrente que la arrasa. Mi recuerdo habría hecho estremecerse a tu carne, y sonreír a tu corazón. ¡No me maldigas nunca! Créeme, antes de dejar de quererte, te habré amado mucho.

¡Mira! ahora me circula la fuerza por la sangre. Me parece que estás aquí; ardo, vibran mis nervios... ya sabes cómo... sabes qué calor tienen mis besos. Desde que nos dijimos que nos queríamos, te preguntas el motivo de mi reserva en añadir “para siempre”. ¿Por qué? Es que yo adivino el porvenir; es que la antítesis se alza constantemente ante mis ojos. Jamás he visto un niño sin pensar que se convertiría en un anciano, ni una cuna sin imaginar una sepultura. Contemplar una mujer desnuda me hace imaginar su esqueleto.

En cuanto a mí, te bendeciré siempre; conservaré tu imagen, empapada de poesía y de ternura, como lo estaba ayer la noche en el vapor lechoso de su niebla plateada. Este mes iré a verte, y me quedaré contigo un largo día entero. Antes de quince días, incluso doce, estaré contigo. Que me escriba Fidias, y acudo; ya está convenido. ¿Se le ha pasado el enfado, al bueno de Fidias? ¿Ha entendido el sentido del regalo? Trata de hacerle comprender que era para hacerle reír y pensar, y para devolverle un poco la satisfacción que nos había dado.

Por eso me entristecen los espectáculos alegres, y las escenas tristes me conmueven poco. Lloro demasiado por dentro como para derramar lágrimas al exterior; una lectura me emociona más que una desdicha auténtica. Cuando tenía familia, a menudo deseé no tenerla, para ser más libre, para irme a vivir a China o entre los salvajes. Ahora que ya carezco de ella, la echo en falta y me aferro a las paredes en que aún permanece su sombra.

Quieres que te envíe algo escrito por mí. No, te parecería demasiado bien. ¿No me has dado suficiente, como para añadir elogios literarios? ¡Quieres acabar convirtiéndome en un fatuo! Además, no tengo nada legible; te perderías entre las tachaduras y las llamadas, pues no he mandado copiar nada. ¿No temes estropear tu estilo al leerme? Querrías que publicase algo enseguida; me excitarías; terminarías por lograr que me tomase a mí mismo en serio (¡y el cielo me libre de eso!). Antes mi pluma corría por el papel con rapidez; también corre ahora, pero lo desgarra. No puedo escribir ni una frase, cambio de pluma a cada minuto, pues no expreso nada de lo que quiero decir. Vendrás a Ruán con Fidias, fingirás encontrarte conmigo y me visitarás aquí. Eso te dejará más satisfecha que cualquier descripción posible. Entonces, pensarás en mi alfombra, y en la gran piel de oso blanco sobre la que me echo durante el día, igual que pienso yo en tu lámpara

Otros estarían orgullosos del amor que me prodigas, su vanidad bebería en él a sus anchas, y su egoísmo masculino se vería halagado hasta sus más íntimos repliegues. Pero a mí, una vez han pasado los momentos ardientes, el corazón me desfallece de tristeza, pues me digo: me quiere; y yo, que también la quiero, no la quiero lo bastante. ¡Si ella no me hubiera conocido, le habría ahorrado todas las lágrimas que está derramando! Perdóname esto, perdónamelo en nombre de toda


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de alabastro, cuando veía ondular en el techo su luz mortecina.

separado del otro. Te vi burlarte de ello el otro día, a propósito de ***; pues era mi historia.

¿Habías entendido, aquella tarde, que yo me había dado ese plazo? Pues no me atrevía; soy tímido, sabes, a pesar de mi cinismo, o quizá debido a él. Me había dicho a mí mismo: aguardaré hasta que se apague la vela. ¡Oh, qué olvido de todo! ¡Qué exclusión del resto del mundo! ¡Qué suave era la piel de tu cuerpo desnudo... y qué alegría hipócrita saboreaba yo, dentro de mi despecho, mientras los demás seguían allí sin marcharse! Siempre recordaré el aspecto de tu rostro cuando estabas a mis pies, en el suelo, y tu sonrisa ebria cuando me abriste la puerta y nos despedimos.

Eres precisamente la única mujer a la que he querido y que he conseguido. Hasta ahora me iba a calmar con unas los deseos inspirados por otras. Me has hecho mentirle a mi sistema, a mi corazón, quizá a mi naturaleza, que, siendo incompleta en sí misma, busca siempre lo incompleto. Quise a una mujer desde los catorce años hasta los veinte sin decírselo, sin tocarla; y después, permanecí cerca de tres años sin sentir mi sexo. Creí por un momento que moriría así, y daba gracias al cielo. Querría no tener ni cuerpo ni corazón, o, mejor aún, quisiera estar muerto, pues la traza que tengo en este mundo es de un ridículo exagerado. Eso es lo que me hace desconfiado y tímido para conmigo mismo. Eres la única a quien me he atrevido a querer agradar, y quizá la única a quien he gustado. ¡Gracias, gracias! Pero ¿me comprenderás hasta el final? ¿Aguantarás el peso de mi tedio, mis manías, mis caprichos, mi abatimiento y mis retornos arrebatados? Me dices, por ejemplo, que te escriba todos los días, y si no lo hago, vas a acusarme. Pues bien: la idea de que quieres una carta cada mañana me impedirá escribirla.

Bajé entre tinieblas, de puntillas, como un ladrón. ¿No era uno, acaso? ¿Son todos tan felices, cuando escapan cargados con su botín? Te debo una explicación sincera sobre mí mismo, para contestar a una página de tu carta que me deja ver las ilusiones que te formas con respecto a mí. Sería cobarde por mi parte (y la cobardía es un vicio que me repugna, cualquiera que sea su forma de presentarse) hacerlas durar por más tiempo. El fondo de mi naturaleza es, digan lo que digan, el del saltimbanqui. En mi infancia y en mi juventud amé desesperadamente las tablas. Si el cielo me hubiera hecho nacer más pobre, quizá habría sido un gran actor. Aún ahora, lo que me gusta por encima de todo es la forma, con tal que sea hermosa, y nada más. Las mujeres, que tienen el corazón demasiado ardiente y la mente demasiado exclusiva, no entienden esa religión de la belleza, con abstracción del sentimiento. Necesitan siempre una causa, una finalidad. Yo admiro tanto el oropel como el oro. Incluso es superior la poesía del oropel, porque es triste. Para mí no hay en el mundo más que los versos hermosos, las frases bien construidas, armoniosas, sonoras, las bellas puestas de sol, los claros de luna, los cuadros con colorido, los mármoles antiguos y las cabezas de rasgos acentuados. Más allá, nada. Habría preferido ser Talma que Mirabeau, porque vivió en una esfera de belleza más pura. Los pájaros enjaulados me inspiran tanta lástima como los pueblos esclavos. En toda la política sólo hay una cosa que comprendo, y es el motín. Soy fatalista como un turco, y opino que todo cuanto podemos hacer por el progreso de la humanidad, o nada, es exactamente lo mismo. En cuanto a ese progreso, tengo el entendimiento obtuso para las ideas poco claras. Todo cuanto corresponde a ese lenguaje me revienta desmesuradamente. Detesto lo suficiente la tiranía moderna, pues me parece estúpida, débil y temerosa de sí misma; pero rindo profundo culto a la tiranía antigua, que considero como la más hermosa manifestación del hombre que haya existido. Soy, ante todo, el hombre de la fantasía, del capricho, de lo deslavazado. He pensado durante mucho tiempo y muy seriamente (no te rías, pues es el recuerdo de mis momentos más hermosos) en irme a Esmirna y hacerme renegado. Algún día me marcharé a vivir lejos de aquí, y ya no se volverá a oír hablar de mí. En cuanto a lo que generalmente más afecta a los hombres, y que para mí es secundario, me refiero al amor físico, siempre lo he

Déjame quererte a mi aire, al estilo de mi ser, con lo que tú llamas mi originalidad. No me fuerces a nada, y lo haré todo. Compréndeme y no me acuses. Si te considerase ligera y necia como las demás mujeres, te engañaría con palabras, promesas y juramentos. ¿Qué me costaría? Pero prefiero quedarme por debajo que por encima de la verdad de mi corazón. Los númidas, dice Heródoto, tienen una extraña costumbre. De muy pequeños, les queman la piel del cráneo con carbones, para que después sean menos sensibles a la acción del sol, que es devoradora en su país. Imagínate que fui educado a lo númida. ¿No era fácil decirles: no sentís nada, ni siquiera el sol os quema? Oh, no tengas miedo: mi corazón, por tener callo, no es menos bueno. ¡Pues no! Si me sondeo, no me encuentro mejor que mi vecino. Solamente poseo bastante perspicacia y algo de delicadeza en mis modales. Ya cae la noche. Me he pasado la tarde escribiéndote. A los dieciocho años, cuando volví del Sur, escribí durante seis meses cartas parecidas a una mujer a la que no amaba. Era para forzarme a quererla, para practicar un estilo serio, y ahora es todo lo contrario; el paralelismo se cumple. Una última palabra: tengo en París un hombre a mis órdenes, fiel hasta la muerte, activo, valeroso, inteligente; cuenta con él como si fuese conmigo. Mañana espero tus versos, y dentro de unos días tus dos libros. Adiós, piensa en mí; sí, bésate el brazo. Todas las noches leo tus obras. Busco en ellas rastros de ti, y a veces los encuentro. Adiós, adiós; apoyo mi cabeza en tus senos y te contemplo de abajo arriba, como una madonna. Once de la noche. Adiós, cierro la carta. Es la hora

en que estoy solo, y mientras todo duerme, saco el cajón donde están mis tesoros. Contemplo tus zapatillas, tu pañuelo, tus cabellos, tu retrato; releo tus cartas, aspiro su olor almizclado. ¡Si supieras lo que siento ahora!... en plena noche, se dilata mi corazón, y un rocío de amor lo invade. Mil besos, mil, en todas partes, en todas partes.


Página 8 / Guatemala, 5 DE enero de 2018

Santo Domingo del Cerro Miguel Flores castellanos Doctor en Artes y Letras

La Antigua Guatemala siempre ha sido vista como una ciudad para el arte, prueba de ello son los Festivales de Arte y Cultura que realizaba la Dirección General de Cultura y Bellas Artes en los años sesenta y setenta. En estos eventos, personajes como Eunice Lima, Julia Vela y Norma Padilla, organizaron y coordinaron impresionantes producciones artísticas, ahora en la memoria de sus protagonistas.

L

a labor de estas tres excepcionales mujeres hizo que el Estado produjera arte, que los militares de la época dieran paso a obras que, por no entender, lograron presentarse al público. Con los años estos festivales murieron por falta de recursos económicos. Otro punto de inflexión en la vida cultural de La Antigua se dio a mediados de los años ochenta, cuando empezó a convertirse en una ciudad donde el arte floreció de nuevo, sin duda por un nuevo tipo de habitante: los estadounidenses radicados que valoraron y promovieron lo artístico. En esa ciudad nació Galería Imaginaria, todo un parte aguas para el arte visual del momento, sitio de exposiciones de fotografía. En los noventa se dio un momento importante cuando la Fundación Paiz, bajo la dirección de Jackeline Riera de Paiz y Ángel Arturo González, organizaron de nuevo los Festivales de Arte, con una oferta de más de cien actividades en tres semanas. En ellos hubo espacio para todas las ramas del arte con artistas nacionales e invitados de varios países del mundo. Fue fundamental, además, la inversión en la adecuación de espacios, así como una importante inversión en equipos de sonidos y luminotecnia para crear espectáculos de alta calidad artística, que cumplían los requerimientos de compañías de teatro como Rajatabla, o de danza como el Ballet Nacional de Cuba. No hay que olvidar su programa de formación de nuevos públicos con programas específicos y gratuitos para estudiantes de primaria y secundaria. La infraestructura cultural de La Antigua es pobre, un ejemplo es el museo de Arte Colonial (antiguo edificio de la Universidad de San Carlos), el museo del Libro Antiguo, y el museo del Palacio Municipal, todos con una pésima museografía y sin una programación determinada, son como las antiguas colecciones del siglo XIX, depósito de objetos de valor histórico. Ante la anomia estatal, grupos de ciudadanos crearon espacios alternativos, lo que hizo florecer numerosas galerías de arte, restaurantes especializados de alta calidad y reutilización de algunas ruinas para la actividad cultural. Entre todas estas iniciativas surge el Hotel Casa Santo Domingo, con el concepto de ser un hotel-museo, en parte de los terrenos de lo que fue el convento de Santo Domingo. Luego de una exhaustiva exploración arqueológica, que rescató objetos y niveles originales de piso con

vestigios de arquitectura colonial, tal vez lo más valioso encontrado es un Calvario en los niveles subterráneos, en sus criptas. Este hotel reseñado por revistas especializadas como un lugar a visitar en Guatemala, se encuentra decorado con piezas de imaginería colonial, trozos de retablos y la reconstrucción, en parte, de la atmósfera monacal de los dominicos. Como una extensión del hotel, Santo Domingo del Cerro, a las afueras de La Antigua Guatemala, es un espacio concebido para un remanso del espíritu. Alejado de las multitudes que agobian una visita regular a la ciudad colonial, en este lugar es posible encontrar un lugar donde el arte visual y culinario se funden en una propuesta peculiar al visitante de Sacatepéquez. En sus jardines se encuentran numerosas esculturas actuales, de diferentes artistas. Desde un punto crítico, no todas pasarían un curaduría exigente, pintores que esculpen. Sobresalen Juancho León de Luis Díaz, un impresionante perfil recortado en acero y girado de su eje, realmente es una obra sorprendente, por sus dimensiones más de cinco metros de altura, y su ingeniosa concepción como escultura, y su temática. También resalta por su peculiar lenguaje y repetición contante –en exceso– las obras, las de Efraín Recinos. Santo Domingo del Cerro, cuenta numerosos espacios para la realización de actividades de variada índole, aderezados con el arte. Destaca el museo a Efraín Recinos, un lugar que da cuenta de la vida del artista. Ahí se pueden apreciar sus condecoraciones, las fotografías de su vida y la recreación de su estudio y dormitorio. Lamentablemente, el espacio adolece de una buena museografía. El discurso que desprende este pequeño recinto, es el de forjar la idea a los visitantes de que Recinos fue un asceta, un iluminado. Un Hermano Pedro contemporáneo, donde sus milagros parecen ser sus obras. Pero una visión de la obra del gran creador apenas si se muestra. Faltan recursos museográficos contemporáneos. El visitante podrá encontrar, asimismo, una galería temporal en el que se muestra contemporáneamente lo que se denomina el legado de Roberto González Goyri a Guatemala, un tesoro del arte guatemalteco bajo la custodia de la Asociación González-Goyri. En ella se encuentran fotografías, una selección importante de piezas escultóricas y pictóricas, proyectos y bocetos que narran la vida de uno de los artistas más importantes del siglo XX en Guatemala. El atractivo del espacio natural con una vista privilegiada de La Antigua Guatemala con el arte hace una amalgama válida. En estos últimos días del 2017, tanto la exposición temporal como el museo han tenido numerosos visitantes. La asistencia en este espacio pudo dejar un fragmento de conocimiento de dos artistas señeros del país, y ver esculturas como no hay otras en Guatemala. Tal vez falte información sobre el arte que se observará, para contextualizar el arte que el visitante verá. Está comprobado que Guatemala tiene una vocación de turismo cultural y natural que se ha explorado poco, e invertido menos. Feliz Año, y visite un fin de semana Santo Domingo del Cerro.


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