Cultural 05-10-2018

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

Guatemala, 5 de OCTUBRE de 2018

Latinoamericanos


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¿Quiénes somos los latinoamericanos?

presentación

uizá nunca como en nuestros días se ha reflexionado tanto en el tema de las i d e n t i d a d e s . Los pensadores de las diversas disciplinas humanísticas han explicado el significado de la palabra y la importancia en términos prácticos del concepto. Ello ha generado conciencia de pertenencia que, extrapolado o exacerbado por populismos, ha ocasionado a veces conflictos en algunas partes del mundo. En el artículo principal de nuestro Suplemento Cultural, “¿Quiénes somos los latinoamericanos?”, Juan Carlos Hernández explora la dinámica compleja atravesada por los pueblos de la región en busca de su propia identidad. Critica las políticas de blanqueamiento de otras épocas y defiende la tolerancia y la apertura de criterios para valorar lo propio. Es una problemática que puede abrir la discusión o estimular su investigación. La edición presenta, además, la cuarta entrega de la biografía de Marco Augusto Quiroa, escrita por Juan Antonio Canel Cabrera. Sobra referirnos a las virtudes literarias con que Canel describe al pintor en todas las dimensiones de su personalidad. De a poco, el Suplemento completa el rompecabezas de uno de los artistas más importantes del pasado reciente guatemalteco. Junto a las colaboraciones anteriores, tiene en sus manos también los aportes de Miguel Flores, Vicente Antonio Vásquez Bonillas y Harold Soberanis. Este último, exalta las virtudes de la crítica filosófica y adversa a los que juzgan la inutilidad de este saber “sui generis”. Para Soberanis, por lo demás, no hay disciplina más concreta y arraigada a la realidad que la filosofía. Está por ver si usted comparte ese criterio. Mientras cavila en sus contenidos. Esperamos saludarlo en nuestra próxima edición. Hasta pronto.

es una publicación de:

Juan Carlos Hernández Académico universitario

El problema de la identidad latinoamericana es tan complejo e interesante que ha sido objeto de atención de estudiosos, filósofos e historiadores. En este trabajo partiremos de la categoría identidad en la diferencia y con esto superamos desde la entrada el simplismo del igualitarismo. Los indios latinoamericanos somos el resultado de la yuxtaposición de una cultura considerada superior por sobre la otra considerada inferior de donde resultó el mestizaje. Los pueblos originarios del nuevo continente “descubierto”, vieron interrumpido su proceso natural evolutivo por la abrupta llegada de los europeos, primero ibéricos (s. XV) y luego los anglosajones, holandeses, franceses (s. XVII).

L

a respuesta a la pregunta por nuestra identidad indolatinoamericana, es decir ¿quiénes somos? pasa por formularnos la pregunta ¿de dónde venimos? e inmediatamente nos remontamos a la Europa de finales del siglo XV, XVI y XVII. Los europeos procedían de diferentes regiones, por consiguiente, poseían diferentes identidades culturales de acuerdo con sus procesos sociohistóricos particulares. Pero en general, hubo dos vertientes de procedencia europea: los ibéricos (Portugal y España) y los anglosajones (ingleses), ambas vertientes procedían de estadios de desarrollo distinto. Los primeros (ibéricos) se encontraban dentro de un modelo monárquicofeudal-absolutista de raigambre judeocristiano católico romano. En tanto que, los segundos (anglosajones) se encontraban en una etapa de descomposición del modelo feudal en tránsito al modelo burgués capitalista mercantil usurero, tirando más hacia

un capitalismo moderno preindustrial manufacturero, basado en el librecambio y el respeto a la propiedad privada como derecho natural. Ambas vertientes europeas a lo largo de tres siglos de imposición y depredación de las culturas originarias, sobre la base de sus concepciones económicas, políticas e ideológicas, generaron dos modelos de colonización distintos entre sí, mismos que se encuentran en la base de lo que hoy es América Latina y América anglosajona. Dichos modelos de colonización, a su vez generaron tres zonas económicas muy bien delimitadas por sus relaciones de producción: los farmer o pequeñas granjas en propiedad privada y el trabajo asalariado propio de la industria incipiente manufacturera en el norte de Estados Unidos. Por otro lado, estaba la zona de las grandes plantaciones con trabajo de esclavos, especialmente traídos desde el continente africano. Dicha zona estaba más vinculada al comercio internacional con Europa y tenía acceso a los puertos marítimos de la costa atlántica, desde el sur de los Estados Unidos, el Caribe insular y continental y la costa del Brasil. Finalmente estaba la zona de las haciendas y la servidumbre donde se ubicaba la oligarquía criolla terrateniente, dueña de grandes extensiones de tierra ociosa con fuerza de trabajo sobre todo indígena súbditos tributarios del rey de España. Esta zona se extendió a lo largo de la masa continental desde México hasta la Patagonia colindando con los pueblos de las mesetas centrales y la costa del Pacífico. A lo largo de tres siglos se fueron configurando dos identidades, la América sajona y la América ibérica, que más tarde ya entrado el siglo XIX, esta última, dio en llamarse Hispanoamérica, por los próceres independentistas e integracionistas del sur del continente, en su afán de unificar a todos los países en una gran confederación de naciones. La identidad aborigen quedó en el olvido e invisibilizada a lo largo de los 500 años de vida colonial e independiente, es decir, sin derecho a identidad propia. Sometida de manera sistemática a olvidar sus raíces milenarias en lo económico, político y cultural-espiritual. Nuestra identidad dio un gran salto cualitativo desde el primer cuarto de siglo gracias a las luchas independentistas a lo largo y ancho de todo el continente latinoamericano. De ser la gran colonia

española, pasamos a ser las nuevas naciones independientes en tránsito hacia la constitución de nuevos estados emergentes de corte republicano-constitucionalpresidencialista. La historiografía romanticista del siglo XIX, se dio a la tarea de construir los imaginarios nacionales criollos que debían definir nuestras identidades nacionales desvinculadas del contexto latinoamericano y de los pueblos originarios, legítimos dueños de estas tierras. A lo largo del siglo XIX, la identidad iberoamericana constituyó un problema de discusión. Para los criollos americanos, su verdadera identidad estaba arraigada a sus primeros padres españoles y portugueses, conquistadores, expedicionarios y exploradores, verdaderos dueños de estas tierras. Sin embargo, para los mestizos con altos niveles de conciencia integracionista, como Simón Bolívar y José Martí, entre otros, no debíamos renegar de nuestra mesticidad, sino al contrario, reconocerla, valorarla y reivindicarla. Para los primeros, nuestra historia empezaba con la llegada de los europeos ibéricos y debíamos ver hacia Estados Unidos y Europa para avanzar hacia la civilización y la modernización de la economía y la vida en su conjunto. Para los segundos, nuestra historia venía desde las grandes civilizaciones antiguas Azteca, Maya e Inca y debíamos sentirnos orgullosos de tener un pasado ancestral. Asimismo, debíamos construir un desarrollo desde nuestra propia naturaleza mestiza, puesto que somos distintos a los europeos y anglosajones, en consecuencia, no debemos copiar ni extrapolar sus modelos de vida y desarrollo. En la segunda mitad del siglo XIX, el positivismo de Herbert Spencer basado en sus teorías de orden y progreso influyeron en la mentalidad de las oligarquías liberales y empezaron a propugnar por políticas estatales de blanqueamiento cultural. Apoyados en las tesis spencerianas, de someter a los pueblos originarios a procesos de blanqueamiento, purificación de sangre hasta su eliminación, a través de cruzarlos con sangre europea, sobre todo alemana, francesa, inglesa, belga u holandesa. A partir del ascenso al poder de los republicanos liberales positivistas, se crea el dilema civilización o barbarie, modernidad o atraso. La modernidad estaba representada por occidente en el imaginario criollo liberal y el atraso y


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la barbarie estaba representada en los pueblos indígenas y los mestizos a lo largo del continente. Uno de los máximos representantes de este pensamiento fue Domingo Faustino Sarmiento en su ensayo “conflicto y armonía de las razas en América”. No obstante, por la misma época otra mente lúcida se alza en defensa del mestizaje latinoamericano, y refutando el dilema “civilización o barbarie”, transformándolo en un problema entre “falsa erudición o naturaleza”. Para Martí, quienes abogan por copiar y extrapolar el modelo europeo y Estados Unidos a “Nuestra América”, son falsos eruditos que creen saber y reniegan de la madre que les ha criado y amamantado con delantal indio. Con seguridad, afirmó en su ensayo titulado “Nuestra América”: “Por eso, el libro importado ha sido vencido en América por el hombre natural. Los hombres naturales han vencido a los letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico”. Fueron muchos los pensadores y militantes de la patria grande latinoamericana que soñaron con verla unida e integrada en una sola república, por ejemplo: Francisco Miranda, Simón Bolívar, José Martí, Bernardo Monteagudo, Mariano Moreno, Bernardo O´Higgins, José Cecilio del Valle, entre otros. Pero esa identidad en la unidad e integración no significaba para la corriente pro-mestiza, uniformidad continental, sino respeto a sus diferencias y particularidades. La identidad americana, no se agotan con la dicotomía: América sajona y América ibérica o Hispanoamérica, sino que en su seno coexisten diferentes identidades, tales como: la de los pueblos indígenas, los afro-descendientes y los mestizos. De tal manera, que cuando hablamos de identidad latinoamericana, este no resuelve aún la inclusión de las otras identidades, debido a que, dicho concepto, acuñado por Francisco Bilbao, tiene raíces lingüísticas y se creó para diferenciarla de la América Sajona, pero no encierra en sí mismo la esencia de la subcontinentalidad. Es por eso por lo que nos vemos en la obligación de incluir el concepto indo-latinoamericanidad, para incluir a los pueblos originarios y a los afrodescendientes, cuyos idiomas no proceden de la raíz latina, sino autóctona.


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Quiroa: un recorrido por su vida Cuarta parte: Constructor de anécdotas

Marco Augusto Quiroa en sus años mozos.

Para continuar con lo que escribí el pasado 31 de agosto, en este Suplemento Cultural de “La Hora”, sobre Marco Augusto Quiroa, les cuento que, ejemplo de la búsqueda de respuestas humanas a una situación concreta, además de su espíritu jodón, fue lo que le sucedió a “Maco”, en los años 70, con un compañero de trabajo. Juan Antonio Canel Cabrera Escritor

E

n ese entonces, Maco laboraba en la agencia de publicidad Publinta, de la que era dueño el chileno Luis Miranda. Con un compañero de Maco de nombre Francisco, a quien Maco llamaba don Paquito, pasó algo que me resultó simpático. Lo sucedido no lo vi ya que en ese entonces no era amigo de Maco; fue él quien me

contó la anécdota. Resulta que en esa agencia era muy común, como todavía lo es en las agencias publicitarias, que algunos empleados se queden a trabajar hasta muy tarde; eso se debe a la presión que los clientes ejercen para que su publicidad salga a tiempo. Maco era el creativo de esa agencia; además, siempre le gustó trabajar de noche. Pues en una de esas oportunidades él y don Francisco, al concluir las labores, se fueron a echar unos tragos. Bebieron hasta muy tarde y al día siguiente pasaron un calvario durante el día a causa de la consecuente resaca. Amanecieron con la peor de las maldiciones, según Maco, para un engomado: sin dinero. Al final de la tarde, don Francisco se acercó a Quiroa y, a manera de confidencia, le dijo: —Maestro, ajusté para un octavo y un agua. Aunque sea para medio quitarnos la goma. —Qué bueno; yo amanecí sin un centavo. Y aguantaron hasta que concluyó la jornada

laboral. Al salir de la agencia partieron presurosos y alegres rumbo al Bar Latino, ubicado en aquel entonces en la 13 calle, entre 5a. y 6a. avenidas, a un costado del parque Concordia, hoy parque Gómez Carrillo de la ciudad de Guatemala. Ya cuando iban a llegar, Maco le dijo a don Francisco: -Adelántese usté, don Paquito. Sólo voy a hacer un mandadito y llego. No me tardo. Don Francisco llegó al Bar y pidió un octavo de Venado,1 limón y sal. Y allí, frente al líquido esperó de manera paciente, casi en actitud de oración. Hasta que llegó Maco. Y todavía cuando éste entró le dijo: -Espéreme un tantito. Ese tantito fue para hablar con el cantinero. Después de un breve párrafo, Maco regresó con don Francisco. 1 Venado es una marca de aguardiente popular. Octavo se le llama, de manera genérica al envase que contiene, precisamente, un octavo de litro.


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-Bueno maestro Quiroa, tenga el honor de destapar el octaviano. No pedí vasos porque, para qué; solo un par de rodajas de limón y sal. Beba usted su mitad y me deja la mía. -¿De veras, don Francisco? -De veras. Entonces, Maco tomó el envase; luego de destaparlo y olerlo con ceremonial de cantina, se lo llevó a la boca. Don Francisco observaba cada movimiento como si se tratara de la construcción de un nuevo mundo. La boca se le llenó de saliva y su manzana de Adán parecía un subibaja. Vio que pasaron por la garganta los tres buches que pertenecían a Maco... y luego vio con horror que los suyos también tomaban la ruta esofágica de Maco. Cuando el octavo estuvo completamente vacío, lo puso en la mesa; Maco tomó limón con sal para llevárselo a la boca y chuparlo. En ese preciso momento don Francisco se irguió como si se tratara de un entrenado soldado. La cara se le transformó y sus músculos tomaron nuevas ubicaciones. Firme y con las manos tensas apoyadas en la mesa, se dirigió a Quiroa y le dijo: -Maestro, nunca creí que fuera tan pura mierda... Dicho esto, dio la vuelta y se dirigió hacia las puertas de batiente que franqueaban la salida. Maco esperó hasta que don Francisco empujó la puerta para salir. Y cuándo este iba a hacerlo, volteó la mirada hacia Quiroa como queriendo calcinarlo. En ese momento, Maco se levantó y se dirigió a don Francisco: -Don Paquito, no se enoje, venga. Yo me retrasé un poco porque fui a cobrar unos centavos. Venga a tomarse su trago. Vea, ya se lo están sirviendo. Ahora le va a caer mejor porque se lo va a tomar con más ganas. Don Francisco observó que el cantinero limpiaba la mesa y les ponía suficiente licor, hielo, boquitas y vasos. Entonces, haciendo gala de su espontaneidad, le dijo a Maco: -Maestro, ¡nunca pensé que usted fuera tan dea’ huevo! Marco Augusto me contó que esa situación que vivió con don Francisco fue una lección enorme que le sirvió, como otras, para conocer al ser humano en una situación extrema de tal naturaleza. El asunto de la construcción de anécdotas y escenarios adecuados para sus textos la tuvo Marco Augusto desde patojo. Al principio las utilizaba para sus poemas amorosos; luego las construía de manera sistemática. Hay una muy simpática que me contó Max Saravia Gual allá por el año 1985 o 1986, no recuerdo bien el año. Lo cierto es que un día lunes, en los años 60 del siglo pasado en la Escuela de Artes Plásticas que, en ese entonces quedaba en la 8ª. avenida entre 12 y 13 calles de la zona 1, a eso del mediodía se juntaron Marco Augusto Quiroa, Roberto Cabrera y Rafael El Chino Pereyra. Los tres habían amanecido con una resaca espantosa y, lo

Antigua Escuela Nacional de Artes Plásticas, donde estudió Marco Augusto Quiroa.

peor, sin dinero. Pero como la necesidad tiene cara de chucho y es madre del ingenio, Marco Augusto sugirió que había que pedirle dinero a don Max que, en ese entonces, era el director de la Escuela; a la vez, sugirió un plan para hacerlo. Pereyra y Cabrera adujeron que qué vergüenza, pero al final aceptaron la estrategia de Quiroa. Delegaron a Cabrera para que, en una carrerita, fuera a la casa de don Max, que vivía cerca, en el barrio Gerona. Don Max estaba almorzando cuando llegó Cabrera. Al nomás abrir la puerta de su casa, Cabrera le dijo: “Don Max, el Chino Pereyra se está muriendo; está tirado en la escuela, convulsionando y echando espuma por la boca”. De inmediato, don Max salió despetacado junto con Cabrera. Quiroa estaba en la puerta de la Escuela; cuando vio que los dos venían en la esquina le hizo una seña a Pereira. El espectáculo que don Max vio lo impresionó mucho. Al Chino Pereyra lo vio convulsionando como un epiléptico, muy a lo Neymar, sacando espuma por la boca y con los ojos desencajados. -¿Qué es lo que le pasa a Pereyra? -preguntó con preocupación. -Está convulsionando; de plano por

la gran goma que tiene el pobre -le informaron. -Entonces, ¿por qué no le han dado un trago? -Porque no tenemos pisto, don Max. Don Max, algo como la gran diabla, se rascó la cabeza repetidamente. Luego se metió la mano en la bolsa; sacó dinero y les dijo: -Tengan, pues, vayan a comprarle rapidito el trago, antes que se muera. -Di’una vez nos lo vamos a llevar, don Max -dijeron de manera simultánea Marco Augusto y Roberto. Hicieron el teatro a la perfección. Levantaron al Chino Pereyra simulando dificultad y, enseguida, se lo llevaron en zopilotillo rumbo a la cantina. Don Max volvió de inmediato a su casa para terminar de almorzar. Cuando Marco Augusto, Roberto y Rafael vieron que don Max había desaparecido de su vista, reventaron de la risa. El Chino escupió el resto de Alka Seltzer que le quedaba en la boca y que lo hacía echar espuma y todos celebraron que don Max les había dado, no solo para un trago sino para una botella con las bocas incluidas. Así era Quiroa, ingenioso, ocurrente, constructor de anécdotas y jodón

Marco Augusto Quiroa dibujado por William Lemus.

irredento. Pero aparte de las específicas vivencias y los archivos que guardaba de ellas, la otra parte de la tarea era dotarlas de vida literaria. Pero eso es harina de otro costal y hablaremos de ello más adelante, si me siguen dando posada en estas páginas.


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La función crítica de la filosofía Harold Soberanis Académico universitario

Una de las características más significativas de la filosofía es su sentido crítico, el cual nos es muy útil a la hora de juzgar las acciones, los pensamientos y las relaciones que establecemos a lo largo de nuestra existencia. El mundo externo, natural y social, en el que habitamos, tanto como ese mundo interno, simbólico, que habita en nosotros y que configuramos desde nuestra propia conciencia y experiencia, estimula en nosotros la capacidad de juzgar dicha realidad en su doble carácter (material-inmaterial). En la acción de juzgar, la filosofía, por medio de ese carácter crítico que posee y que es radical, pues va a la raíz de las cosas, nos proporciona las herramientas conceptuales necesarias con las que penetramos y comprendemos esa realidad que nos interpela a cada instante.

A

sí, es evidente que no hay una disciplina más vinculada a la vida misma que la filosofía, en tanto que busca, por su propia naturaleza, ir a la raíz de la realidad con el fin de comprenderla críticamente, es decir, conocerla tal cual es. Y lo más importante: conocerla como totalidad. Lo dicho, vendría a contradecir esa vieja creencia, que todavía muchos aceptan hoy en día como una verdad absoluta, de que la filosofía es una disciplina que nada tiene que ver con la precariedad y las limitaciones del mundo material en el que vivimos. Una especie de saber que está más allá de este mundo imperfecto. Idea por demás errónea si recordamos su origen. Los primeros filósofos griegos vieron en la filosofía la posibilidad más certera de comprender el mundo y la realidad que les rodeaba. Buscaron con ella llegar a la esencia misma de esa realidad. Más adelante, Sócrates buscó lo mismo, solo que ya no preocupándose tanto del mundo externo, sino de esa realidad interna que todos llevamos dentro y que nos define. A primera vista pareciera que

afirmar que la filosofía es un saber estrechamente vinculado a la realidad material es una afirmación por demás evidente, tan evidente que sería una perogrullada, pero no es así. Como señalé arriba, aún muchas personas consideran que la filosofía es una especie de saber erudito, misterioso y elevado, accesible solo para iniciados cuya esencia espiritual les hace estar más allá de los límites precarios de la experiencia humana. Un saber sin conexión con el mundo material, pura contemplación. Quienes así piensan ven a la filosofía como una disciplina sin ninguna utilidad práctica, y por lo tanto, no apta para analizar la realidad que nos rodea. Nada más equivocado que esto, pues

la filosofía no solo nos puede servir para comprender la realidad, sino también para transformarla, como lo pedía Marx. Si bien la filosofía es una disciplina que requiere cierta disposición y capacidad racional para comprenderla, esto no debe interpretarse como un obstáculo insalvable para acercarse a ella. Con un poco de disciplina y perseverancia, muchas horas de lectura, capacidad analítica y apertura al diálogo honesto, se puede ir penetrando en ella y poco a poco dominar las profundas reflexiones que innumerables filósofos han hecho a lo largo de su historia. Es verdad que la filosofía es esencialmente teórica. Pero también

es cierto que su carácter teórico está fuertemente vinculado a situaciones materiales concretas, individuales y sociales, donde el juicio racional tiende a iluminar el camino para alcanzar una posible solución ante los diversos problemas que se nos presentan cotidianamente. Precisamente en esta aplicación racional de la filosofía para comprender y solucionar determinados problemas que surgen a lo largo de nuestra vida, es donde se revela su sentido crítico y su utilidad. Su fin último es comprender la realidad no para contemplarla, sino para transformarla. Y es en este instante donde se muestra su valor e importancia para el ser humano.


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EPITAFIO PARA UN SOÑADOR Vicente Antonio Vásquez Bonilla Escritor

Con tristeza me enteré, que aquel escritor que se identificaba con un conocido y popular hipocorístico, dejó de existir. Lo mató la ingenuidad de su pensamiento y su consiguiente actuar, porque él consideraba inocuas sus acciones, pero a la larga tuvo que pagar un precio muy alto, su ilusión de escritor resultó fatal para la relación más importante de su vida.

L

o mató la incomprensión y la intolerancia, pues se le dio a sus fantasías un valor que no merecían, un sentido que no tenían y el azuzador: jule, jule de las personas que las creyeron reales, ofendidas por diversos motivos y por supuestas penas ajenas, echaron más leña al fuego. El incomprendido escritor, al estrellarse contra el cristal de la incomprensión, en varias oportunidades, pensó en irse lejos y si fuera posible perderse en el espeso boscaje de aquella tan famosa montaña que, por ser ampliamente conocida, no

mencionó su nombre y buscar en ella, a manera de consuelo, a los fantasmas de las almas en pena que en el pasado la habitaron: la de Cardenio, la de Dorotea y la del hombre de la lastimosa estampa y compartir con ellos sus tristes cuitas que, presto, lo impulsaron a abandonar el mundo de la imaginación de las letras. En medio de ese collado y en compañía del trío de espíritus atormentados, esperaba encontrar comprensión o; en conjunto, a pesar de las locuras intermitentes de Cardenio, de la demencia permanente del flaco iluso y de la

dolorosa pena de Dorotea, llorar sus desventuras, mutuamente consolarse y esperar la inevitable y libertadora muerte. Así, el escritor abandonó “el vehículo” que lo transportaba para la realización de sus sueños literarios, lo dejó solo y sin esperanzas para el futuro; a no ser que, por milagro, aún sin tener como hermanas a María y a Marta para que intercedieran por él, surgiese una fuerte y autoritaria voz que le ordenara caminar de nuevo por el sendero de las letras y de la vida, y él, estuviera presto a obedecer. Si no fuere así: Flores sobre su tumba.


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¿Hacia una Semana Santa enajenada? Miguel Flores castellanos Doctor en Artes y Letras

Las procesiones, entendido el concepto como esas manifestaciones religiosas de Semana Santa, pero también en rezados, está sufriendo modificaciones, a las que hay que poner atención.

N

o es estar a favor de lo tradicional como algo incólume, ni aceptar los cambios solo porque hay que actualizarse. Los nuevos materiales como el duroport, o la fibra de vidrio, llegaron para quedarse y un nuevo aporte es la iluminación led, que brinda posibilidades en la creación de efectos dramáticos en las andas. La estética de las procesiones ha sufrido cambios significativos desde la década de los cincuenta. En los últimos diez años es notorio el referente sevillano en las andas procesionales, en especial en las de la capital. Elementos como candelabros (con bombillos con forma de llama), faroles pentagonales, pináculos,

o floreros de apariencia metálica repujada, hacen que cada vez más se observen pocas diferencias con “pasos” sevillanos. La música de procesiones también ha sufrido alteraciones. El compás de las marchas de cuatro por cuatro, por ejemplo, ha cambiado por otro semejante al de las marchas españolas, muy diferente al guatemalteco. Existen diferencias considerables en la forma de “cargar” entre cucuruchos y costalero(a)s. La presencia en Guatemala del músico italiano Antonio Oddo ha dejado huella. Otro aspecto que ha cambiado es el ropaje de las imágenes. Ahora hace presencia el brocado, en sustitución del bordado. La idea de lujo y poder de algunos fieles se les transfiere a las imágenes devocionales. Los mantos de las dolorosas han empezado incluso a ser colocados a la manera de La Macarena, con el objeto de mostrar en detalle los bordados laterales de los mantos, formando una figura frontal

similar a la Virgen del Rosario, con el manto en forma triangular. Hubo una hermandad que poco faltó para poner a su Señor Sepultado en una nave espacial. Fue la primera, además, que experimentó el poner grabaciones de las marchas procesionales, idea que en la práctica fracasó. La dimensión de las andas ha creado un problema de diseño en su adorno. El diseñador debe conocer y tener experiencia en el manejo de ese espacio, tan especial que regularmente es visto de lado, además debe abonar aspectos alegóricos que no compitan con la imagen y complementen el mensaje eclesiástico que se pretende dar. Todos estos cambios lo que modifican son los signos, que al ser sustituidos por otros (los foráneos) modifican la lectura final. La procesión guatemalteca es uno de los pocos y poderosos símbolos culturales que aglutinan a buen número de chapines. Pero los cambios en

forma en la decoración de las andas está enajenando hilos de identidad. En este caso, querer ser sevillano está modificando algo que algunos guatemaltecos tienen en su memoria cultural. Las hermandades de las diferentes imágenes devocionales de pasión son organizaciones poderosas, herméticas, que tienen en sus manos el mantenimiento de valores de identidad de buen número de guatemaltecos católicos. La Semana Santa en Guatemala está catalogada como Patrimonio Cultural Intangible de Guatemala, sería importante que tomaran conciencia de la responsabilidad que conlleva estar ante estas instituciones generadoras directas de identidad y mantenedoras de la tradición, y que por querer emular lo que se hace en otras tierras, no se dan cuenta que copiar es en cierta forma continuar con la colonización del pensamiento.


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