Cultural 10-08-2018

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro Carmín Q.

Guatemala, 10 de agosto de 2018

Invertir mejor para invertir más La educación en Guatemala


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presentación

urante mucho tiempo se ha afirmado la relación directa entre inversión en educación y desarrollo humano. Existe un consenso generalizado de que los gobiernos deben privilegiar el financiamiento y la gestión en materia educativa como estrategia segura, a mediano y largo plazo, para salir de la pobreza y encaminarse a una vida con más bienestar social. ¿Qué de nuevo hay ahora en ello? El académico universitario, José Manuel Monterroso, nos lo viene a recordar, insistiendo, además, en que cuando se trata del financiamiento en educación, más que un gasto es una inversión. Todo, redituando en bien de la población en general, a partir de las posibilidades que crean los estudios. Parece claro, pero esa convicción no se ha traducido en realidad. Así lo expresa el profesor al afirmar que “según el sitio web Expansión/ Datosmacro.com, en el 2015, nuestro país, a pesar de haber incrementado en un 9.12% el gasto público en educación solo alcanzó el 2.96% del PIB. Según este dato, Guatemala se sitúa como el país de América Latina con el menor índice de inversión en concepto educativo, ya que el resto de los países tienen un mínimo del 5.3% en relación al PBI. ¡Y esto sin comparar a Guatemala con los países que pertenecen a la OCDE!”. Con el texto de Monterroso, la edición ofrece a sus lectores las contribuciones de Juan Carlos Hernández, Miguel Flores, Gustavo Bracamonte y Maco Luna. Los dos primeros, presentan ensayos propugnando sus puntos de vista desde sus concepciones filosóficas y estéticas. Los últimos, Bracamonte y Luna, comparten textos literarios a partir de sus propias ensoñaciones artísticas. Lo invitamos a la lectura de nuestra edición y a compartir sus comentarios desde nuestra edición digital. Le deseamos un feliz descanso y un buen fin de semana. Hasta la próxima.

es una publicación de:

La educación ¿gasto o inversión?

José Manuel Monterroso Académico docente

La educación constituye un eslabón múltiple en el desarrollo. Una sociedad con más altos niveles de educación tiene una mejor base para la incorporación oportuna del progreso técnico, la innovación y los aumentos en materia de competitividad y productividad. También la política se beneficia de una población con mayor base educativa, pues la sociedad del conocimiento y la vida democrática requieren de una participación política más amplia sobre la base de una ciudadanía informada, con capacidad crítica y cultura cívica. En el ámbito de la igualdad, la educación juega un papel decisivo. Una menor segmentación del aprendizaje y los logros por niveles socioeconómicos, género, territorio y etnia permite reducir las brechas de desigualdad de una generación a la siguiente. (CEPAL, La hora de la igualdad, 2010: 223).

P

ara los economistas, los términos gasto e inversión son antónimos. Aunque ambos se pueden catalogar genéricamente como egresos, sustantivamente son distintos. Mientras que el primero implica dirigir algún recurso sin obtener mayor beneficio o rédito duradero o significativo, el segundo implica la multiplicación o aumento del recurso utilizado para lograr determinado fin. En el primero de los casos, los recursos egresados se consumen con prontitud y poseen poco efecto en la capacidad de producir más recursos en el futuro; mientras que en el segundo, los egresos crean riqueza. En la economía familiar, por ejemplo, no es lo mismo hacer un egreso económico para ir al cine que para pagar un curso de inglés. El egreso primero dará frutos o resultados pasajeros (aunque, en algún momento, necesarios), mientras que el segundo producirá resultados a largo plazo y con beneficios, si los podemos llamar así, “reutilizables” o “regeneradores” de otros nuevos. Digo lo anterior pues llegó a mis manos, hace apenas unos días, un documento titulado Panorama de la educación 2017: Indicadores de la OCDE, el cual presenta una inmensa gama de datos sobre los recursos humanos y económicos que los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) invierten en educación.

En el mismo documento se indica que se incluyen “datos sobre educación de los 35 países miembros de la OCDE, de 2 países asociados que participan en el programa de Indicadores de los Sistemas Educativos (INES) de la OCDE –Brasil y Federación Rusa–, y de otros países asociados del G20 y adheridos a la OCDE que no participan en el INES (Argentina, Arabia Saudí, China, Colombia, Costa Rica, India, Indonesia, Lituania y Sudáfrica)”. Agrega el informe que “las fuentes de datos para los países participantes que no pertenecen al INES proceden del Instituto de Estadística de la UNESCO o de La Oficina Europea de Estadística, más conocida como Eurostat” (p. 17.). Un dato que resulta interesante es el de los ingresos laborales que puede percibir una persona según el nivel de estudios. El informe indica que “en los países de la OCDE, los adultos de 25 a 64 años con una titulación universitaria ganan de media un 56% más que aquellos que solo han finalizado la educación secundaria superior” (p. 108). Esto pone de manifiesto que la educación, más que un gasto, es una inversión cuyos réditos se prolongan por muchos años e incluso de una generación a otra. En Latinoamérica, México, Costa Rica, Colombia, Chile y Brasil son países en los que se da lo anteriormente apuntado. Otro dato importante es que la media de inversión que los países de la OCDE


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llevaron a cabo en educación, en el año 2014, fue del 4.8 % del PIB. En la Federación Rusa, India, Indonesia, Japón y República Checa, esta inversión osciló entre el 3.5 % o menos, mientras que en Dinamarca y Noruega fue del 7.4 % o más. Cabe realizar una comparación de los datos antes presentados con lo que sucede en Guatemala. Según el sitio web Expansión/Datosmacro.com, en el 2015, nuestro país, a pesar de haber incrementado en un 9.12 % el gasto público en educación solo alcanzó el 2.96% del PIB. Según este dato, Guatemala se sitúa como el país de América Latina con el menor índice de inversión en concepto educativo, ya que el resto de países tienen un mínimo del 5.3% en relación al PBI. ¡Y esto sin comparar a Guatemala con los países que pertenecen a la OCDE! Ante esto, surge una gran interrogante: ¿qué mueve a estos países a invertir más en educación? La respuesta tiene que ver, sin lugar a dudas, con la importancia que se le otorga a la formación de los habitantes. No cabe la menor duda de que en los países en los que más se invierte en concepto de educación, esta es vista como un medio de transformación social muy importante y sin precedentes. Según esto, resulta paradójico que para muchos de nuestros gobiernos la inversión en educación sea vista como impertinente, por considerar que los resultados no se manifiestan de forma inmediata. Un alto porcentaje del presupuesto es utilizado para gastos de funcionamiento y un mínimo para programas y proyectos encaminados a generar cambios profundos en la sociedad. No resulta extraño, entonces, que muchos de los fondos públicos sean encausados a subvencionar rubros y programas cuyos frutos puedan ser vistos casi instantáneamente y, de esa manera, captar la atención del mayor número posible de adeptos en el intrincado político, con fines puramente electoreros o clientelares. Viene a colación –casi metafóricamente– el hecho acaecido en un municipio de nuestro país en el cual, por muchos años, los gobiernos municipales se opusieron a utilizar fondos para la construcción de la red de drenajes públicos por considerar que esto era una inversión “subterránea” que no estaría a la vista de la población. Fue así como prefirieron invertir en la construcción de obras periféricas y cosméticas, tales como pintar los bordillos de las aceras, cambiarle el color al quiosco del parque, realizar donaciones en especie, etc., aunque el municipio estuviera saturado de malos olores y plagado de aguas residuales por todas partes. De igual forma, la inversión en educación puede ser silenciosa y sin resultados prontos y evidentes. Sin embargo, trae consigo ahorros

significativos en la mayoría de rubros del gasto público. Así, por ejemplo, un pueblo bien educado requerirá menos recursos en salud por cuanto sabrá agenciarse de los medios para conservarla en mejores condiciones; requerirá menos inversión en ornato y limpieza por cuanto cada uno de los pobladores velará por el mantenimiento y conservación de su entorno. Ejemplos como estos hay muchos más; basta ver con qué aspectos tiene relación la educación para descubrir que sobreabundan en todo grupo social. Si vemos desde esta óptica la realidad de nuestros países latinoamericanos,

con facilidad nos daremos cuenta de que nada hay más productivo y rentable que la inversión en educación. Si alguien pone en duda lo dicho anteriormente, basta con que dé una mirada a la realidad de los países en los que más se invierte en este concepto y podrá descubrir que se están gestando cambios profundos en todos los ámbitos. Gracias a un buen nivel educativo, el progreso en todo sentido se hace sensible pronta y efectivamente. Claro está que, como todo proceso, la educación requiere un buen compás de espera, espera esta que no es infructuosa por cuanto las semillas sembradas hoy empezarán a producir frutos incluso

antes de lo que se piensa. La inversión en educación la podemos comparar con la siembra de árboles maderables. Aunque el producto final, la madera, se obtendrá a largo plazo, los frutos de dicha siembra son prácticamente inmediatos: más oxígeno, menos bióxido de carbono, menos erosión de la tierra, embellecimiento del paisaje, mayor biodiversidad, etc. El llamado es claro: no se deben escatimar esfuerzos para invertir tiempo y recursos en educación, ya que a todas luces está demostrado que, antes de lo imaginado, los frutos serán cosechados por todos.


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Tres científicos matemáticos distintos y un colado Juan Carlos Hernández Díaz Profesor y Académico Universitario

Uno hinduista, otro ateo y el tercero humanista. El primero, nacido en la India formado en los principios teológicos doctrinarios del brahmanismo. Tenía la férrea convicción de que en cada ecuación estaba Dios. Decía que Él le revelaba todos los números y se los ponía en la boca en el momento preciso. Para él, la física matemática era producto de la revelación divina. Todo estaba calculado por Dios y él tan sólo era una especie de ungido o instrumento que utilizaba para revelar la exactitud y la perfección.

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firmaba que el primer físico matemático era Dios al haber creado todo cuanto existe a la perfección: calculó la distancia de la Tierra al Sol para que no se enfriara ni se congelara. Calculó la masa exacta de oxígeno necesario para que la Tierra no se enfriase tanto, ni se recalentara. Calculó la distancia exacta de la Luna a la Tierra para que alumbrase de noche la mar e influyera sobre las plantas. Calculó la velocidad de la Tierra para que los días no fuesen ni largos, ni cortos. Y así podría mencionarse todo cuanto existe y en el universo. Por su parte, el matemático ateo afirmaba: yo solo veo números y doy razón de mis cálculos,

no basta con la intuición, ni la creencia, hay que comprobarlo y demostrarlo a través de los números. Yo creo en lo que se pueda medir y calcular. Dios es algo que no veo, por lo tanto, no puedo medirlo, ni calcularlo para demostrar que existe. Lo único que me apasiona es la matemática y el criquet. Ni siquiera el amor de una mujer me atrae, porque mi vida es la matemática. Prefiero vivir solo que mal acompañado. Mi amor por la matemática llena mi vacío existencial. El único romance que puedo tener es cuando asesoro las tesis de los doctorandos, me apasionan los de mente brillante como Ramanujan. Para mí las matemáticas son como una obra de arte que

hay que saber apreciar para entender su lugar en el espacio y el tiempo. Mi destino está en descifrar la vida a partir de las ecuaciones, el análisis matemático a través de las ecuaciones numéricas. Era un acérrimo defensor de las matemáticas puras, por eso afirmó: “Cuando se olvide a Esquilo, Arquímedes será todavía recordado, porque los lenguajes mueren, pero las ideas matemáticas no. Puede que inmortalidad sea una palabra tonta, pero probablemente un matemático tiene la mejor oportunidad de alcanzar lo que sea que signifique”. Consideraba a la matemática infinita e inmortal y en consecuencia a los matemáticos


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de mente brillante. El matemático humanista por su parte consideraba que las matemáticas le habían ayudado a madurar y crecer como persona. A su parecer, de nada le servían los números si no los ponía al servicio de la humanidad para construir un mundo más humano y justo. Según él, había que utilizar la física matemática para desenmascarar la maldad que ha llevado al mundo a la guerra, a la carrera armamentista de las potencias que amenazan la paz mundial. Afirmaba: “Por mi parte, mientras soy un socialista convencido tanto como el más ardiente marxista, no considero al Socialismo como un evangelio de venganza proletaria, ni siquiera, principalmente, como un medio de asegurar justicia económica. Lo considero principalmente como un ajuste a la máquina de producción requerido por consideraciones de sentido común, y calculadas para incrementar la felicidad, no sólo del proletariado, sino de todos excepto una minoría pequeña de la raza humana”. Por azares del destino, el alma mater de los tres fue la Universidad de Cambridge Inglaterra. El primero dijo, de nada me sirve la matemática si no me ayuda a reconocer la existencia de Dios. El segundo dijo: de nada me sirve si no me ayuda a dar razón de mis cálculos. El tercero dijo: a mí de nada me sirve si no me ayuda a humanizar el mundo que se ha deshumanizado. Se les coló un empresario corporativista y hombre de negocios millonario que dijo: a mí de nada me sirve si no la utilizo para hacer dinero, tener fama y fortuna y disfrutar placenteramente de la vida. Después de obtener un millón de dólares se retiró del trabajo y se convirtió en un playboy (muchacho jugador), le perdió el respeto a su padre, tanto así que, pensaba que no era capaz de sacar adelante la empresa familiar. El primero fue un brillante matemático autodidacta que viajó a Inglaterra gracias a una beca en el Trinity College y los buenos oficios del matemático ateo. Pero debido al cambio de clima y el descuido en su alimentación se enfermó de una tuberculosis mal tratada. De regreso a la India murió a la edad de 33 años. No obstante, dejó una huella imborrable en el mundo de las matemáticas y la espiritualidad de su país. El segundo reformuló la matemática británica con sus ensayos sobre la estética de las matemáticas, creó un método de análisis matemático y teoría de los números primos, aplicó el principio que lleva su nombre para la genética de poblaciones. Murió sin pena ni gloria atendido por su hermana a los 70 años de edad. El tercero, aparte de escribir numerosos libros y ensayos, viajó por el mundo para conocer las interioridades de las sociedades de su tiempo: Alemania, Rusia, China, EE. UU. y obtuvo información de primera mano lo que le sirvió para escribir libros, artículos y conferencias. Alguno de sus escritos le implicó la cárcel. Se hizo famoso por su oposición a la guerra y en contra del nazi fascismo. En 1950 recibió el Premio Nobel de literatura en reconocimiento a sus escritos en defensa de ideales humanitarios y la libertad de pensamiento. Tras su muerte en el Trinity College de Cambridge, se puede leer en sus muros una placa en su memoria que

dice: “El tercer conde Russell, O.M., profesor de este colegio, fue particularmente famoso como escritor intérprete de la lógica matemática. Abrumado por la amargura humana, en edad avanzada, pero con el entusiasmo de un joven, se dedicó enteramente a la preservación de la paz entre las naciones, hasta que finalmente, distinguido con numerosos honores y con el respeto de todo el mundo, encontró descanso a sus esfuerzos en 1970, a los 97 años”. Murió como un anciano sabio. Cuatro distintas respuestas en la búsqueda de sentido de la vida. El matemático religioso era muy asiduo a sus oraciones diarias y, fiel a sus creencias, no comía carne, era vegetariano. El ateo fiel a sus principios vivía en la universidad solo, sin fotografías de su familia, rodeado de sus libros y entregado a la academia en cuerpo y alma. Era catedrático vitalicio de la Universidad. El humanista coherente a su pensamiento y principios ideológicos era un activista social, terminó involucrándose en un movimiento pacifista contra la guerra y en favor de la paz. El corporativista hijo de una familia petrolera, fue ayudado por su padre con una fuerte suma de dinero ($ 500,000) para emprender su propio negocio petrolero. Supo oler dónde invertir para multiplicar sus ganancias. Fue uno de los primeros ricos de EE. UU. que aumentó su capital a 1,000 millones de dólares. Se graduó en ciencias económicas y ciencias políticas. Escribió un libro “¿How to be rich?” ¿Cómo ser rico? Donde afirma: “disfruté de la ventaja de haber nacido en una familia rica, y cuando comencé mi carrera empresarial estaba subvencionado por mi padre. Aunque hacía dinero -y bastante- por mi cuenta, dudo que el imperio Getty existiera hoy si no hubiera heredado el negocio de mi padre tras su muerte”. En realidad, el matemático religioso fue el indio Srinivasa Ramanujan (1887-1920), el ateo fue Godfrey Harold Hardy (1877-1947), el humanista Bertrand Russell (1872-1970). El colado empresario fue Jean Paul Getty (18921976). Conclusión: Aunque hubo cuatro personajes distintos en esta historia, en realidad hubo tres respuestas en la búsqueda del sentido de la vida: la religiosa, la humanista y hedonista. Srinivasa Ramanujan representó la respuesta religiosa del sentido de la vida, Godfrey Harold Hardy y Bertrand Russell, la humanista y Jean Paul Getty, la hedonista. La humanista presenta una variable, el ateo positivista y el ateo humanista, este último entregado a causas nobles en favor de la paz y la convivencia mundial. La búsqueda de sentido de vida nos entra por los cinco sentidos, por la direccionalidad, hacia dónde queremos ir en la vida, por la significatividad, es decir, lo que queremos significar ante mí y ante los demás y, finalmente, por lo que juzgamos que es incorrecto y hay que mejorar. Cada uno de los personajes de esta historia, experimentó una de las tres respuestas en la búsqueda del sentido de la vida y vivió los cuatro sentidos del sentido de la vida de distinta manera. Atrévase a responder ¿Con cuál de los cuatro se identifica usted más? y conózcase a sí mismo.

Godfrey Harold Hardy.

Bertrand Russell.

Srinivasa Ramanujan.

Jean Paul Getty.


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Motociqueleta Zigzagueante entre la fila de carros llegó para ponerse a la cabeza sobre el paso de cebra. Poco le importó invadir la zona del peatón. La premura le decía que lo importante era ganar la salida. Una nueva motocicleta pasó a la par; esta otra se jactaba de ser más grande y más potente.

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Maco Luna Escritor

lamaba mucho la atención que su conductor recitaba fechas en voz alta: 15 de diciembre de 1974, 17 de agosto de 1965, 23 de febrero de 1950, 20 de agosto de 1920, 1 de abril de 1923, 29 de diciembre de 1975, 25 de agosto de 1984… La voz sonaba como dentro de un tubo. Un conjunto de cuero azul cubría el cuerpo del motorista declamador. El casco protector, como careta para soldar, escondía sus facciones. El de la moto pequeña se preguntaba quién era ese que aceleraba tan cerca sin detenerse y además pregonaba fechas pasadas. La luz verde le dio

la orden de salida. El repartidor de comida rápida se quedó atascado en sus pensamientos mientras el otro continuaba su marcha inexorable. El de la motocicleta grande, el Tiempo, jamás volvía hacia atrás; llevaba con él la vida. El mandadero marchaba de la mano con el libre albedrío: se subía a las aceras, empujado por la prisa y la imprudencia, rebasaba a cuanto automovilista podía, aceleraba y aceleraba, como con ganas de estrellar los nervios contra las paredes. El viento, que lo acompañaba en su loca carrera, jugueteaba con sus ojos y de vez en cuando le arrebataba

un salivajo; la vibración hacía que le temblaran las mejillas. Los cambios desacompasados trataban de coger brío, la motocicleta cobraba velocidad, las llantas trepidaban con fervor y entonaban una triste canción de soledad. Detrás de él, a una prudente distancia, una mujer sin rostro conducía un carro oscuro. Desde el momento en que él firmó el contrato con el restaurante de comida rápida, se hizo delgada la línea entre la vida y la muerte.


POESÍA

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INMANENCIA Gustavo Bracamonte

Lo posible

Somos los otros

Mala fe

La plaza carnal iza con la voz multitudinaria las ideas para cambiar a la altura de lo trascendente los ojos por la palabra, la civilización bagatela por la de vida profunda,

Mucha gente entra a esta casa desasosegada, entra con arpones líquidos, la boca llena de alcohol, la bondad en zozobra, y luego se va dejando sólo caminitos lustrosos o llorosos traumas indecibles.

Según los pronósticos de la mala fe de la gente que ha visto ocultándome en tus brazos con la abreviatura de deseos carnales tengo un pie en el infierno y les creo al sentir que la temperatura de mi cuerpo te quema el vientre mientras consumamos el acto más hermoso del pecado.

las aguas negras del espectáculo por la humanidad luminosamente concebible en el amoroso hecho de la conjunción en cuya esencia tiemblan lívidos los credos la muerte, el porvenir el poder las sombras de animales de rapiña entre los dientes de la historia terrible.

Un peso inexplicable de gente en mi vida, llevo, a veces vacío de desahucios inesperados de soledad que atraviesa la boca en epifanía indivisible. Levito de silencio y de nada hasta llegar a amar una minúscula partícula del universo capaz de devolverme la dicha perdida en el azar de la vida y desde su ego delicioso, contemplarme el infinito como si hubiera sido predestinado a soñar lo imposible.


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Roberto González Goyri, un pionero Miguel Flores castellanos Doctor en Artes y Letras

En una reciente investigación sobre el Mural Nacionalidad Guatemalteca de Roberto González Goyri, se han encontrado datos importantes que no se han hecho públicos. La adquisición de su obra Cabeza de lobo (1950) por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) en 1957, fue parte de una serie de éxitos que lo consagraron a la par de importantes nombres del arte visual internacional.

Cabeza de lobo (1950) Roberto González Goyri Colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).

E

n los archivos del MoMA se encuentra el listado de adquisiciones distribuido a la prensa en ese año. La compra realizada con los fondos aportados por donantes le permitió a esta entidad poder hacerse de importantes piezas del arte moderno de la época, de pintores como Max Ernst, Lázló Moholy-Nagy, Willem de Kooning, Robert Motherwell, Armando Morales y Roberto Ossaye. Solo aparecer dentro de este listado de personalidades del arte moderno que se desarrollaba en ese momento en Nueva York, consagra aún más a González Goyri, que había ya realizado su mural para el IGSS. En la misma nota, el museo amplía la información indicando que la obra realizada por don Roberto para el monumento de El Prisionero político desconocido, había sido seleccionada y exhibida en la Tate Gallery de Londres y que esta exposición viajó a la Bienal de Venecia y luego por varios países latinoamericanos. Sin tener más información, pues este período del arte en Guatemala no se ha estudiado a profundidad, situaría a González Goyri como el primer guatemalteco que exhibe en la Tate Gallery y, luego, el primero en exponer una pieza en la Bienal de Venecia. La obra Cabeza de Lobo es una escultura en bronce, que muestra el momento en que el lobo lanza su aullido, no es una pieza realista, está influida del movimiento cubista del momento, es por eso por lo que se nota el ojo descentrado, y volúmenes casi geométricos que componen el resto de la cabeza. González Goyri dará un giro más realista en otras esculturas realizadas en Guatemala, pues fue un pintor consciente de su público en Guatemala. Al investigar sobre el diseño de los edificios de la Municipalidad de Guatemala y del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, el arquitecto Ovidio Estrada en su tesis de graduación, Movimiento moderno en Guatemala.

Registro y catalogación edificios Municipalidad de Guatemala e Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), deja consignado que los costos del mural de Carlos Mérida en el edificio de la Municipalidad fueron de veinte mil quetzales, y los dos murales externos, el de Guillermo Grajeda Mena y Dagoberto Vásquez, fueron de mil quinientos

quetzales cada uno. Este simple dato da una idea del grado de consagración que tenía Mérida en Guatemala en relación con los escultores locales. González Goyri seguirá una carrera en solitario, en un país donde la inversión en arte para edificios públicos, después de las edificaciones del Centro Cívico, fue escasa, y lo sigue siendo.


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