Cultural 12-10-2018

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

Guatemala, 12 de OCTUBRE de 2018

Eduardo Halfon

Premio Nacional de Literatura 2018


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presentación

n medio de nuestras circunstancias particulares, sociales y políticas, la designación del Premio Nacional de Literatura, concedido este año al escritor Eduardo Halfon, no puede sino llenarnos de alegría, al exaltar la obra de un creador cada vez más reconocido más allá de nuestras fronteras. El comunicado de prensa publicado por el jurado afirmó lo siguiente: “El criterio para otorgarle a Eduardo Halfon el premio se sustenta en la calidad de sus 16 obras divididas en cinco novelas, nueve libros de cuentos y dos libros de ensayos, así como la aceptación de las mismas en diversos países, lo cual se manifiesta en traducciones al inglés, francés, alemán, portugués, japonés, croata y noruego”. En esta ocasión, presentamos dos breves ensayos sobre las obras de Halfon, La pirueta y Elocuencias de un tartamudo, escritos por el académico universitario, Enán Moreno. Se trata de una aproximación a la obra de un escritor que aborda en muchos casos el tema de la identidad. Así lo refiere también Moreno: “Esta novela de Halfon (La pirueta) -de igual manera que sus cuentos de El boxeador polacoconstituye un puente, un espacio de conocimiento, de comprensión de culturas distintas”. Con la edición, queremos invitarlo a la lectura del galardonado, no solo como un reconocimiento a su obra creativa, sino con el deseo de introducirse a los tópicos abordados muchas veces aptos para una hermenéutica de nuestra realidad cultural. No tenemos duda que la literatura es el pasaje seguro a espacios nuevos de crecimiento personal. No deje de leer, además, las colaboraciones de Carlos René García Escobar, que es una despedida cariñosa del amigo ausente, Luis Ortiz Archila. Las propuestas literarias de los escritores Maco Luna y Karla Olascoaga. Y, finalmente, el ensayo crítico de Miguel Flores. Siempre es un gusto saludarlo y saberlo interesado de las páginas de diario La Hora. Hasta la próxima.

es una publicación de:

EDUARDO HALFON, PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 2018 Enán Moreno Escritor y académico guatemalteco

El otorgamiento del Premio Nacional de Literatura al escritor Eduardo Halfon ha sido una grata noticia, porque él reúne lo necesario para recibirlo merecidamente: una obra consistente en la que se manifiesta la búsqueda del propio yo y la calidad del narrador.

N

o era Halfon el candidato que habíamos propuesto este año, de parte del Instituto de Literatura Guatemalteca, para recibir el premio, porque, de acuerdo con nuestro análisis, de entre cuatro escritores considerados idóneos, ordenados según fechas de nacimiento, propusimos al mayor, siguiendo el criterio de que, si bien la calidad y trascendencia

de la obra literaria es lo esencial, la edad también es un factor que en estos casos debe ser tomado en cuenta. Halfon figuraba entre nuestros candidatos, y reiteramos nuestra complacencia por su designación. Seguidamente ofrecemos dos breves ensayos acerca de La pirueta y Elocuencias de un tartamudo, obras narrativas del ahora galardonado. LA PIRUETA DE EDUARDO HALFON (*) Breve, pero intensa, La pirueta se lee con entusiasmo: tanto como se percibe que el narrador ha puesto al contar la historia de Dudú y su fascinación por un pianista serbio de orígenes gitanos. Halfon muestra en esta novela su don narrativo, plasmado en un estilo que nos parece tan natural, tan espontáneo, como si él simplemente se pusiera a contar. En relación con el título, este viene –se lee en el libro- de la costumbre gitana


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de hacer, en ocasiones o circunstancias especiales, una pirueta. Este libro, que obtuvo el XIV Premio de Novela Corta José María Pereda 2010 (en España), es una de esas novelas en las que la historia vale por la forma o manera cómo se cuenta, poniendo de manifiesto el arte o la capacidad del autor: Dudú y su novia Lía conocen en La Antigua Guatemala a Milan Rakic, pianista serbio a quien al día siguiente oyen en concierto y descubren cómo interpreta muy a su modo las piezas de los grandes maestros. Luego del concierto, van y almuerzan juntos, conversando sobre música y, en un momento dado, Milan confiesa que él es hijo de un acordeonista gitano. Al irse del país, el pianista envía regularmente postales desde lugares distintos, contando historias sobre gitanos. Pero luego de un tiempo de no recibir postales de Milan, Dudú decide inesperadamente viajar a Belgrado con la intención de encontrarlo, a pesar de no saber exactamente por qué: “Aún no sé por qué quería encontrar a Milan Rakic (…). Me sentía seducido, supongo, seducido por su música, seducido por sus postales, seducido por su historia, seducido por los sismos revolucionarios de su espíritu…”. Esta novela de Halfon -de igual manera que sus cuentos de El boxeador polacoconstituye un puente, un espacio de conocimiento, de comprensión de culturas distintas. Pero más allá de la historia y los aspectos interculturales, La pirueta refuerza la convicción de que Eduardo Halfon es ya uno de los mejores narradores del país. ¿Uno de los mejores? Acaso el mejor. *Halfon, Eduardo. La pirueta. Pretextos, Valencia, y Sophos, Guatemala 2010. ELOCUENCIAS DE UN TARTAMUDO: UNA LECCIÓN DE NARRATIVA (*) Lo común, lo normal, es que un narrador quiera contar sus propias historias, pero ¿contar historias de otros? ¿Por qué, para qué? Contar historias ajenas es lo que hace Eduardo Halfon en Elocuencias de un tartamudo. Nos ofrece allí su experiencia de contar historias de otros. Las buscó, las oyó y las escribió, transformando el discurso oral en un discurso literario, gracias a su destreza de narrador. ¿Entusiasmo, experimentación o capricho de Halfon? Las tres cosas, me parece. Lo cierto es que Paul Auster lo puso en el camino de este procedimiento narrativo (lo dice Halfon en su libro) al conducir un programa radiofónico mediante el cual llevó a cabo “El Proyecto Nacional del Cuento”. Auster pedía a los oyentes historias que debían ser “verdaderas y cortas… historias verdaderas que parecieran ficción.” Halfon, por su cuenta, se dedicó, durante 2009, a buscar, a escuchar historias q u e

la gente le iba contando, “historias en apariencia banales, inocuas, pequeñas e insignificantes que cada quien contó a gritos, en susurro o tartamudeando, “pero siempre, cada uno, con su propia elocuencia”. Y de allí el título: Elocuencias de un tartamudo”. No sé cuántas historias recogió Halfon, pero en su libro nos ofrece veinte. Los títulos están en el índice, para que el lector elija por cuál comenzar. Yo las leí todas, notando que, generalmente, se trataba de historias simples, quizá insignificantes... Pero aquí aparece, entra en juego el arte, la fórmula estética, porque de una pequeña historia tartamudeada por un narrador ya niño, hombre o mujer, Halfon hace una pieza artística, primero convirtiendo al narrador real en un narrador literario, y luego dándole al discurso una composición, una forma estética. Así, si este libro es literatura -arte de la palabra- lo es por el trabajo, por la magia del escritor. Al conocer el procedimiento seguido en este proyecto narrativo, me interesaría mucho escuchar al menos una de las historias orales y compararla con el texto resultante, quizá para descubrir el secreto, el proceso de transmutación, para revelarlo o quizá intentar aplicarlo con la ilusión de obtener resultados al menos cercanos a los del maestro Halfon. Leí todas las historias, ya lo dije, pero valoré mayormente tres de ellas: Ausente, La serenidad del brujo y, sobre todo, la titulada Morirse un poco. De no ser porque fueron buscadas, las historias se hubieran perdido. De no ser porque fueron escritas y transformadas por un artista, las historias no tendrían ningún valor literario. Mediante este libro Eduardo Halfon ofrece una lección, enseña un procedimiento narrativo, para fortuna de quienes le proporcionaron su historia particular y para los escritores en formación… o ya formados. *Eduardo Halfon, Elocuencias de un tartamudo. Pre-textos, Valencia, España. 2012.


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LUIS ORTIZ ARCHILA una vida entregada a la cultura Carlos René García Escobar Antropólogo y Escritor

Fue a finales de los años 80 cuando apareció en nuestros cubículos del Centro de Estudios Folklóricos de la Universidad de San Carlos de Guatemala la alta y afable figura de Luis Ortiz, auscultando sobre las tradiciones populares de nuestro país, buscando también resquicios legendarios y costumbristas del municipio de Mixco. Inmediatamente entablamos, debido a las coincidencias de nuestros intereses intelectuales, la imperdurable amistad que nos tuvimos aún ahora que ya partió hacia lo ignoto. En ese entonces trabajaba como publicista en la agencia publicitaria McCann-Erikson.

A

partir de aquellos días supo de mis actividades investigativas, a tal grado que me acompañó con entusiasmo en las relacionadas

con las danzas tradicionales de Mixco y de su aldea Lo de Bran. Su entusiasmo era tal que pronto se convirtió en cofrade de la Virgen de Morenos y en bailador de las danzas tradicionales de tal municipio. Investigó, fue Principal y bailó por algunos años, en las danzas de moros y cristianos de la Villa de Mixco llamadas Carlomagno y Napoleón y en la otra, Danza de moros y cristianos, Mixco, La Reliquia. Bailó como Rey Moro y también me acompañó como Negro Segundo, mientras yo bailaba, como siempre, el personaje del Décimo Vaquero en la danza tradicional de Seis Toritos de la aldea Lo de Bran de ese mismo municipio. Entonces colaboró conmigo en dos ensayos titulados precisamente, Danza de moros y cristianos La Reliquia, Mixco, y el otro, Danza de Moros y Cristianos “Carlomagno y Napoleón” de la aldea San José La Comunidad, Mixco, ambos en el capítulo III de mi libro Danzas de Moros y Cristianos El Español.

Fueron días de indagación profunda en el tema de las danzas tradicionales de Guatemala al grado que obtuvo algunos originales de las mismas, todos pertenecientes a Mixco, los que me obsequió para mis investigaciones y además, paleografió los libros de las cofradías mixqueñas. Incluso, me ayudó a investigar la historia de vida de don Felix Chanquín Pirir, residente en Las Charcas, ya fallecido, como autor de dichos manuscritos. Para ese entonces, Luis Ortiz, nacido en Cobán, Alta Verapaz, en 1941 y residente en Mixco desde 1977, había sido miembro del Grupo Vértebra en los años iniciales de los 70, así como fundador de una de las primeras galerías de arte en la ciudad de Guatemala. En los años 90 me acompañaba como miembro y directivo de la Comunidad de Escritores de Guatemala y era Fundador de la Asociación Nacional de Casas de la Cultura de Guatemala, cofundador de las Casa de La Cultura de Mixco y fundador de la biblioteca que está en el parque central de Mixco. Recopilando objetos antiguos e históricos de ese municipio, luchaba, asimismo, para fundar el Museo de Mixco. Actualmente era miembro activo del Centro PEN Guatemala y fue entrevistado por mí para mi libro Vertebralidades cuya ilustración de portada es suya. Escritor de palíndromas y libros de cuentos breves entre ellos Piraña R.I.P., Dos que tres cuentos, El muerto de hambre y El Piano. Cuentista finalista en Castilla-La Mancha, España en 2015, frente a 35 mil 609 cuentistas concursantes de 149 países. Artista, pintor (visual dicen ahora). Músico, compositor de melodías y sones guatemaltecos relacionados con Mixco. La Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala le había otorgado el diploma Emeritissimum en 1994, por su trayectoria en la cultura nacional. Recién falleció en Mixco el 2 de septiembre pasado. Es decir, que de Luis Ortiz se puede decir con toda propiedad que era un hombre entregado a la promoción de la cultura guatemalteca de forma impoluta en un 100 por ciento. Bueno y noble amigo. Le embargaba un profundo respeto hacia las personas y coparticipaba en la búsqueda de las soluciones a las causas populares. Tanto, que conocía a la perfección la condición humana y la idiosincrasia de los guatemaltecos como lo demuestran sus cuentos ya publicados y estoy seguro, los que no llegó a publicar. Siempre le agradeceré haberme puesto de personaje de algunos de sus cuentos. Así como siempre le deberé la realización de tres portadas de mis libros sobre antropología danzaria hoy agotados, como lo son Detrás de la Máscara, El Español, la primera edición del Atlas Danzario de Guatemala y la portada de la segunda de mis novelas titulada Ofensiva Final. Su amistad fue siempre para mí, un honor y una muy agradable e inefable bendición.


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El Préstamo Maco Luna Escritor

Sobre la 15 calle C, el viento traía olor de serrín y escupidas. La bombilla, enseñaba las mesas de pino y los parroquianos se sentaban en bancas como de tren de tercera. Era la cantina de don Perfecto. Mándese un cuartelito para acá pues don cuento. Con mucho gusto señores. ¿Con qué aguas quieren el cachudo? Con cola y mineral. ¿Van a querer boquitas? Hay seviche de tripa de chucho y caldo´ecalzón. Traiga el sevichini, ¡¡¡¡el caldito será para más tarde!!! ¡ahhh! y jálese limoncito, salita y un cenicero de ganancia. Estoy sirviéndoles jóvenes, al cliente hay que darle por su lado.

V

a de empinar el codo y va de cambiar el mundo. Que el sistema por aquí, que no me adapto por allá, que si el paisito, que la oligarquía, que U que A. ¿Caballeros me puedo meter un trago con ustedes? Se acercó un tipo a la mesa, estaba visiblemente asustado. Siéntese compa y beba su trago tranquilo. ¡Venga otra tanda igual! le gritó al dueño, nos miró en redondo y dijo: Les voy a contar lo que me pasó cuando venía para acá. Caminaba pensando en el “quitagoma” cuando en la mera oscuridad de la 12 calle, se me apareció un duende, chaparrito el hijo´epuerca tenía alas de mariposa. Con voz de capado se dirigió a mí. Te traigo un norte de más arriba, dicen que construyás un tu planeta y que te vayás a vivir allí. Te darán el financiamiento sin ningún recargo y a un plazo de 98000 años. Si la mora te cogiera durante la estancia y no cancelares el adeudo, los astros te botarán del sistema y vagarás por toda la eternidad. Así me dijo el ángel o lo que putas fuera. Pónganle

coco muchá que yo ya estroy entusiasmado en inventar el mundo. Qué rico mover un chingo de piezas en el ajedrez. Los peones son reyes, caballos al trote libre, la reina tiene amores en el fondo de un cuadrito y las torres son refugio de poetas, la dama se viste de rojo con negro y come fichas en la escalera. Soy mirón de palo y propietario del lugar. ¡Los espejos de agua metidos entre las montañas, peinan amaneceres de ameno verdor! ¡Gobiernos a la mierda! Puro paraíso del alma en cascadas de cristal y peces de arco iris. Ya mero que me endeudo, así toda mi descendencia tendría rosas en el mar del destino y al final del viaje el crepúsculo en llamas encendería velas en el horizonte. Solo el golpeteo del hielo con el cristal acompañaba la jornada del hombre aquel. Se había quitado el equipaje y hacía escala en la locura, muy pronto llegó la convulsión, rebotaba en el suelo cantando una por una las cláusulas del contrato. Por fin estuvo de acuerdo con todo y firmó su muerte.


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EPISTOLA

Carta de Steinbeck a un joven escritor

A

Estimado escritor: unque debe hacer mil años que me senté en una clase de escritura creativa (historias, cuentos), en Stanford, recuerdo la experiencia con mucha claridad. Mis ojos brillaban y mi cerebro estaba listo y preparado para absorber la fórmula secreta para escribir buenos cuentos, incluso grandes cuentos cortos. Esta ilusión fue anulada rápidamente. La única manera de escribir un buen cuento corto, se nos dijo, es escribir un buen cuento corto. Sólo después de que se escribe, puede ser desarmado para ver cómo se hizo. Se trata de una fórmula muy difícil, nos dijeron, y la prueba está en los pocos grandes cuentos cortos que hay en el mundo. La regla básica que se nos dio fue simple y desgarradora. Una historia efectiva tenía que transmitir algo del escritor al lector, y el poder de sus promesas era la medida de su excelencia. Fuera de eso, no había reglas. Una historia puede tratar sobre cualquier cosa y puede utilizar todas las técnicas o ninguna en absoluto,

siempre y cuando resulte efectiva. Como subtítulo a esta regla, parecía ser necesario para el escritor saber lo que quiere decir, en definitiva, saber de lo que estaba hablando. Como ejercicio íbamos a tratar de reducir la esencia de nuestra historia a una sola frase, porque sólo entonces la conoceríamos lo suficiente como para aumentarla a tres, o seis, o diez mil palabras. Así fue la fórmula mágica, el ingrediente secreto. Con no más que eso, nos dejaron en el camino desolado y solitario del escritor. Y teníamos que entregar algunas historias abismalmente malas. Si lo que esperaba era ser descubierto como la flor de la excelencia, las calificaciones dadas a mis esfuerzos rápidamente me desilusionaron. Y si me sentía criticado injustamente, el veredicto de los editores, muchos años más tarde, confirmó que la razón estaba del lado de mi profesor, no del mío. Las bajas calificaciones a mis relatos de la universidad tuvieron su eco en los rechazos, en los cientos de cartas de rechazo.

Me pareció injusto. Podía leer una muy buena historia e incluso podía saber cómo fue hecha. ¿Por qué no podía entonces hacerla yo mismo? Bueno, yo no podía, y tal vez es porque no hay dos historias que se atrevan a ser iguales. Durante años he escrito un gran número de historias y todavía no sé cómo lidiar con ellas, salvo escribirlas y correr el riesgo. Si hay magia en la escritura de historias, y estoy convencido de que la hay, nadie ha sido capaz de reducirla a una receta que pueda ser transmitida de una persona a otra. La fórmula parece residir únicamente en el impulso que incita al escritor a transmitir algo que él siente que es importante para el lector. Si el escritor tiene esa urgencia, puede que, pero no siempre, encuentre la manera de hacerlo. Debes percibir la excelencia que hace una muy buena historia, o los errores que hacen a una historia mala. Para que una historia sea mala, sólo basta que sea ineficaz. No es tan difícil juzgar una historia después de escrita pero, después de

muchos años, iniciar una historia todavía me da un miedo mortal. Incluso me atrevería a decir que el escritor que no tiene miedo es felizmente ignorante de la remota y tentadora majestad del miedo. Recuerdo un último consejo que me dieron. Fue durante la exuberancia de los ricos y frenéticos años veinte, cuando yo estaba entrando en este mundo, tratando de ser escritor. Me dijeron, “Te va a costar mucho tiempo, y no tienes dinero. Tal vez sería mejor si fueras a Europa”. “¿Por qué?”, pregunté. “Porque en Europa la pobreza es una desgracia, pero en Estados Unidos es una vergüenza. Me pregunto si podrás soportar la vergüenza de ser pobre.” Al poco tiempo llegó la Gran Depresión. Entonces todo el mundo era pobre y ya no daba vergüenza. Así que nunca sabré si lo hubiese soportado o no. Pero sin duda mi profesor tenía razón en una cosa: costó mucho tiempo, un tiempo muy largo. Y aún cuesta, y no se ha vuelto más fácil. John Steinbeck, 1963


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POESÍA Karla Olascoaga Escritora

Sherezada Sherezada ha muerto, la mataste una tarde, el golpe fue certero. Las historias que contaba serán enterradas con ella, con su morral lleno de pulseras, cascabeles y sonajas, junto con esa risa libre que también le quitaste. Sherezada ha muerto… tú la mataste.

Cerrar el círculo Volver es cerrar el círculo recorrer lo andado perdonar llorar sin pensar en las sombras que pudieron oscurecer el alma Volver es desandar los pasos sin ver las huellas contener el aire sin suspiros, crecer Volver es cerrar el círculo sin esperar nada ni a nadie serena, profunda en calma volver es perdonarse

Metamorfosis Lágrimas de madrugada frente al altar rompen las vanas ataduras de mi corazón insensato nada me pediste y como nada me pediste nada te doy que opaque mi esencia Cierro ese capítulo de alma en silencio a paso lento sin dolor sin esperarte porque ya no lo mereces y retorno a esa valentía extraviada que desata sortilegios y conjuros invocando a mis muertos terca, segura, sin miedo.


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Las subastas y más subastas Miguel Flores castellanos Doctor en Artes y Letras

El arte visual en Guatemala se ha convertido en un objeto simbólico del que la mayoría de las organizaciones de caridad pretenden obtener beneficios. Estos réditos no solo son monetarios, sino también de prestigio social, por ello es posible ver a jóvenes ejecutivos pudientes vinculados en la actividad.

E

l inicio de mercado del arte, como se conoce hoy en día en el país, se puede situar en 1964, cuando Luis Díaz y Daniel Schafer fundaron la Galería DS. Era la época de la construcción de lo que el filósofo Arthur Danto denominó Art Word (mundo del arte), constituido por la relevancia de las instituciones –museos, curadores, críticos y galerías de arte– como unidades coordinadas para consagrar un arte cargado de significados difíciles de apreciar para un neófito. Eran los tiempos del Expresionismo abstracto, Pop Art, del Op Art, del arte Cinético. Establecer la Galería DS fue el primer paso en la creación de la institucionalidad del arte en el sector privado. En ese entonces el liderazgo en el arte visual lo tenía la Unidad de Artes Plásticas de la Dirección General de Cultura y Bellas Artes, del Ministerio de Educación, por mucho tiempo dirigida por el

Fotografía: elcosmonauta.es

Imagen de una subasta en Christies.

artista Víctor Vásquez Kestler, quien creó una alianza con El Túnel para exponer y promocionar la obra de artistas plásticos nacionales por parte del Estado y que luego quedaban vinculados con la galería. No había ni sigue existiendo una galería nacional, como tiene por ejemplo El Salvador. Guatemala posee una pésima formación en temas de arte visual a todo nivel, incluso en el universitario. Vender arte a una élite poco ilustrada como la guatemalteca ha requerido paciencia y esta situación sigue vigente. Los esfuerzos de las primeras galerías y las carreras de los artistas de esa época (Grupo Vértebra y otros de la misma o cercana generación) necesitaron una mayor promoción y generar mayores ingresos. Por otro lado, estaba el Instituto Neurológico de Guatemala (ING) con grandes necesidades financieras. Esto generó la primera subasta Juannio, con ya más de 50 años, y de paso elevar el valor simbólico de un artista y su obra. Ese fue el crisol de la carrera de “nombres importantes” de la plástica nacional, ante la ausencia de espacios para una crítica profesional del arte y un museo que realmente cumpliera su labor, en cimentar y recopilar la historia del

arte visual y educar. Juannio fue el primer ejemplo en que la obra de arte fue utilizada para generar beneficios económicos a un tercero, y de paso figurar como protector del arte, un mecenas, tanto el organizador como el comprador en la subasta. Este mismo modelo de operación ha sido replicado por quien quiere hacer una subasta de arte, pero muestra signos de desgaste. Muchas instituciones de caridad y ONGs buscan hoy en la pintura, la fotografía y objetos escultóricos, una forma de cubrir sus presupuestos. Las donaciones monetarias son escasas y la competencia en la recaudación de fondos es reñida. A la fecha existen tantas subastas (ahora parece que la fundación de un famoso cantautor también tendrá su subasta de arte), que se hacen competencia entre ellas mismas, en perjuicio de las galerías que han mantenido por años la promoción y difusión del arte visual ante la nula participación del Ministerio de Cultura y Deportes. Mucho tiempo se ha invertido en formar la carrera de un artista. Los organizadores de las subastas adquieren las obras de arte en consignación de las galerías, que se ven forzadas en brindarlas, ya que

muchas veces sus buenos clientes son organizadores o presidentes de entidades benéficas. El precio de una obra de arte en subasta, reparte porcentajes entre los organizadores, el artista y la galería de arte. En algunos casos, los organizadores seleccionan el tipo de obra que pondrán a la venta, según criterios de índices de la demanda o las tendencias de moda, pocas veces por su valor estético. Otros recopilan las obras a través de “curadores foráneos”, lo que hace que se presente una selección bajo los cánones internacionales de arte actual, pero que no es del gusto de esa clase poco ilustrada que las comprará. También es posible ver obras que pertenecieron a antiguos coleccionistas, por lo que entran nuevamente en el circuito de venta, piezas propias de un mercado secundario del arte. El afán promocional ha llegado a tal punto que más de una otorga premios. El furor curatorial que vivió la Bienal Paiz pasó a las subastas con el objeto de validar el llamado arte contemporáneo, que no termina de convencer a muchos. De todo este circo, mantenido por connivencia, las grandes perdedoras son las galerías de arte, que durante mucho tiempo, bajo sus propios criterios, lentamente han logrado formar coleccionistas. Por otro lado, a las galerías de arte se les critica su poco accionar en favor de los artistas, que no logran mercados más allá que el local, de no participar en ferias como lo hacen las galerías europeas o estadounidenses, pero pocos saben los altísimos costos de un espacio en las ferias y que por lo general no compensa con los precios de venta de los artistas locales. Ante las necesidades económicas, o muchas veces por no pagar una comisión de galería, los artistas venden en sus casas. Esto provoca el desmoronamiento del modelo de gestión. Se está ante un mercado saturado de obras de un amplio espectro de calidad. Lo más lamentable es que las subastas están imponiendo un canon estético facilón, decorativo, consagrado por intereses económicos. Se oyen rumores de cambio en una subasta donde la excelsitud de la curaduría alejó a los compradores que poco saben de arte. Será interesante observar el rumbo que sigan. Se está a punto de matar a la gallina de los huevos de oro.


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