Cultural 16-11-2018

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

Guatemala, 16 de noviembre de 2018

neo utopĂ­a


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PRESENTACIÓN

P

resentamos a usted nuestra nueva edición del Suplemento Cultural con la reflexión ofrecida por el profesor de filosofía, Juan Carlos Hernández Díaz. El texto ofrece un repaso histórico de la utopía latinoamericana, en contextos donde no faltan las circunstancias adversas que conspiran contra la ilusión de los sueños. Lo onírico parece ser la constante en un continente necesitado de realidades. El análisis de Hernández está lleno de optimismo al considerar las posibilidades americanas frente a los imperios que la condicionan. Eso sí, solo puede gestarse un nuevo horizonte desde la unidad que opere cambios profundos en los sistemas fracasados del pasado. Se trataría de una estructura basada en el respeto a la diferencia, la búsqueda de justicia, la inclusión de los más desfavorecidos, la creación de riqueza y el sentido identitario que permita revalorizarnos como cultura. Juan Antonio Canel, por su parte, presenta nuevamente un capítulo de la azarosa vida del artista Marco Augusto Quiroa. Como en las anteriores entregas, Canel Cabrera, con su reconocida prosa, transita diversos momentos de la vida del artista, mostrando las virtudes y singularidades de un personaje polifacético de nuestro país. Para La Hora es fundamental el acceso a la vida de un artista de las dimensiones de Quiroa. Agradecemos, como siempre, las contribuciones de nuestros columnistas, además de los mencionados, Miguel Flores y José Manuel Monterroso. Deseamos que nuestra edición sea de su agrado y contribuya a la formación y entretenimiento de usted como lector. Un saludo cordial. Hasta la próxima.

es una publicación de:

ROBERTO ALTáN

FREDY PADILLA

JESúS RíOS

NESTOR CARDONA

Juan Carlos Hernández Díaz Académico y Docente Universitario

Génesis de una utopía, entre el fracaso y la esperanza, con la mirada hacia el futuro Hablar de utopía desde la realidad latinoamericana, empieza por el reconocimiento de nuestra identidad ontológica, ¿de dónde venimos? ¿quiénes somos? ¿hacia dónde vamos? Toda utopía, está conformada por tres componentes: un antes, un hoy y un después, un pasado, un presente y un futuro. Desde el punto de vista indo latinoamericano, utopía, no sólo se refiere a algo no existente, sino a algo que se empieza a configurar, que tiene un origen, un desarrollo y un horizonte a futuro, como una realidad soñada.

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a utopía, es como un proyecto de vida que se fundamenta en la identidad, la realidad y el sueño. No se puede hablar de un sueño, sin una realidad concreta actual, como tampoco se puede hablar de ésta sin un antecedente. Las utopías no se entienden sin su historia y sin su presente. Es el caso de Latinoamérica. Hablar de utopía es adentrarnos a conocer su historia, su origen, su situación concreta actual y su visión de futuro. Es a partir de lo que nos han legado los pensadores latinoamericanos desde fines del siglo XVIII hasta nuestros días, que se ha ido configurando un enfoque muy sui generis de utopía, mismo que desarrollaré en cinco momentos: génesis, proto-utopía, utopía, contrautopía y neo-utopía como tal, entendida como una realidad soñada que aún no existe, pero que nos impulsa a alcanzarla y hacerla realidad. GÉNESIS. El continente americano fue

denominado por los allegados europeos de fines del siglo XV, como el “Nuevo Mundo” en contraposición al “Viejo Mundo”. Calificativo que de por sí lleva implícita una connotación ideal. Para muchos significó como un paraíso perdido y hallado por obra y gracia de la providencia divina. Esta parte del mundo se convertiría en tierra de oportunidades para los expedicionarios conquistadores, aventureros exploradores, misioneros evangelizadores. Pronto el “Nuevo Mundo”, se transformaría en un “Mundo asediado” por las huestes europeas: españolas, portuguesas, inglesas, francesas y holandesas. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el continente quedó repartido en tres formas de producción capitalista: a) la pequeña propiedad denominada “farmer” o pequeños granjeros propietarios sobre todo en el norte del continente (la América sajona), b) las grandes plantaciones de los terratenientes (desde el sur de EE. UU., México, Centroamérica, el Caribe y parte de sur

América, vinculadas al comercio con Europa c) Las grandes haciendas en propiedad de los hacendados sin vínculos con el comercio marítimo (sobre todo en el Cono Sur: Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay. Este era el panorama general entrado el siglo XIX, que fue dando origen a la utopía libertaria, en su etapa de gestación protoutópica, en la mente de la generación de los ilustrados liberales, impulsores de los procesos emancipatorios, que dio como resultado, el nacimiento de las nuevas repúblicas independientes. LA PROTO-UTOPÍA. Esta es la fase de configuración de la idea de una nueva formación económica, social y política, en la América hispana, que se empieza a gestar en el pensamiento de los futuros próceres de la independencia, influidos por cuatro acontecimientos históricos externos: la independencia estadounidense del 4 de julio de 1776, la Revolución Francesa de 1789 con sus postulados (libertad, igualdad y fraternidad), la invasión napoleónica de 1808 (Francia sobre España). A nivel de ideas, el surgimiento de los ilustrados, sobre todo ingleses y franceses, corriente filosófica burguesa que propugnaba por nuevas formas de gobierno: monarquía constitucional, el primero, y republicano, el segundo, dejando atrás el antiguo régimen monárquico absolutista de raigambre religioso-católico medieval. Estos cuatro hechos impactaron en la conciencia de la élite burguesa criolla del nuevo mundo y es lo que a partir de 1804 (con la revolución haitiana), se desencadenan los procesos de independencia, violenta en algunas regiones, tales son los casos de Haití, México, Suramérica, y pacífica en otras como Centroamérica. Las luchas de independencia hispanoamericanas, ya traían el germen de una nueva utopía, la de la unión continental. LA UTOPÍA. Esta fase no se entiende sin la anterior, ya que, una vez alcanzadas las independencias hispanoamericanas, las mentes más lúcidas de los pensadores americanos, como Francisco Miranda, Simón Bolívar y otros, fueron los primeros


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en plantearse la idea utópica de la unidad e integración de la nuevas repúblicas. Según Santana J. (2008:105) “La génesis de la conciencia unitaria hispanoamericana se halla ligada a los conceptos sobre la igualdad de peninsulares y americanos ante la Corona”. Esta conciencia de igualdad entre españoles advenedizos y españoles americanos no sólo encendió el nacionalismo de los segundos, sino que empezó a configurar una nueva identidad, la americana. Aparece el nosotros americanos, frente a los otros (españoles advenedizos del extranjero) que quieren venir a mandarnos y mantenernos dominados. Dicha identidad americana, fue la antesala de la conciencia de unidad e integración. La “Nación española”, idea que el imperio español se esmeró en imponer a sus colonias americanas, se convirtió en la “Nación Americana”, lo que sirvió de bandera de lucha para los hijos de españoles americanos. De esta manera, la Corona española contribuyó a fomentar un sentimiento de unidad continental, misma que sirvió de base para reivindicar el gran sueño de los padres próceres de la “Patria Grande” Hispanoamericana. Es del seno de los españoles americanos, que nace la idea de Nación en oposición a España. Señala Santana (2008) “Esta fue la base para la aparición de la utopía de la unidad latinoamericana (Hispanoamérica en un principio)”. (Santana, 2008, pág.106) Esta es la fase de la elaboración conceptual de La Utopía, entendida como sueño o aspiración de algo que queremos se haga realidad. La utopía es una imagen mental anticipada de la realidad. Es como una maqueta de ideas en nuestra mente que reflejan un deseo y constituyen un aliciente para la acción, un motivo, una causa, un proyecto. La utopía para ser elaborada, necesita no perder contacto con la realidad o el entorno donde se quiere llevar a cabo ese sueño. Si yo sueño tener una casa, debo conocer el terreno donde la voy a construir y conseguirlo para que el sueño se convierta en realidad. Hacer realidad la utopía, implica transformar la realidad. Para construir la casa, necesito aplanar el terreno, crear los cimientos, levantar buenas columnas, dividir socialmente el trabajo entre otras cosas. Debo pensar cómo quiero la casa, hacer un diseño mental, plasmarlo en un diseño gráfico y visualizarlos en una maqueta. La Utopía de la unidad latinoamericana, así nació. Se hicieron muchas maquetas. Francisco Miranda la llamó: “Colombia”, Simón Bolívar “La Patria Grande”, Bernardo O´Higgins (chileno) “Confederación de pueblos americanos”, José Cecilio del Valle (centroamericano) “La Federación”, Bernardo Monteagudo “Federación General de Estados Hispanoamericanos”. La Utopía requiere también acciones, para hacerla realidad, en este sentido, los soñadores decimonónicos (del siglo XIX), propusieron la realización de congresos para darle vida a la utopía. Una de las utopías mejor elaboradas, pertenece al ilustre José Cecilio del Valle, quien expuso su ideario integracionista en su ensayo: “Soñaba el Abad San Pedro y yo también sé soñar” (1822) Santana J. (2008:107). Propone realizar un Congreso en Costa Rica o Nicaragua, crear una Federación con un cuerpo legal institucional, establecer una alianza política y militar, para hacer frente a las amenazas foráneas y mediar como árbitro en los conflictos y discrepancias de carácter interno. Además, proponía la unidad económica a través de un Tratado General de Comercio. Similar idea plantea Simón Bolívar, plasmadas en una carta a Pedro Gual (1822) donde precisa lo siguiente: “Es necesario que la nuestra (La Confederación), sea una sociedad de naciones hermanas separadas por ahora en el ejercicio de su soberanía por el curso de los acontecimientos humanos, pero unidas, fuertes, poderosas, para sostenerse contra las agresiones del poder extranjero. Es necesario… poner desde ahora los cimientos de un cuerpo anfictiónico o Asamblea de Plenipotenciarios, que dé impulso a los intereses comunes de los Estados Americanos, que dirima las discordias que pueden suscitarse en lo venidero entre los pueblos que tienen unas mismas costumbres y unas mismas habitudes…” (Santana, J. (2008:108) Queda así conceptualizada la utopía de la unidad americana. Es en la segunda mitad del siglo XIX, que vendrá una nueva

generación de soñadores, quienes acuñan el concepto “América Latina” para diferenciarla de la América sajona (EE. UU.), quien ya se imponía como una amenaza a la anhelada unidad americana. A esta generación le tocará reformular la utopía y hacerle frente a la contra-utopía. CONTRA-UTOPÍA. Hacer realidad una utopía no es fácil, tal y como su nombre lo indica, es lo irrealizable, pero siempre está abierta la posibilidad de realizarla y en esto consiste su magia, su atracción. Toda utopía tiene una contra-utopía, y esta última se manifiesta a través de factores internos y externos que impiden su realización. Los factores internos se expresan en: a) La falta de voluntad y de acciones concretas a favor de la utopía, debido a la corta visión de futuro y al temor al cambio de la realidad. Las clases sociales, especialmente las que han logrado alcanzar ciertos privilegios económicos y un decoroso “status social”, son las primeras que se muestran reacias al cambio, que supone la utopía, b) La falta de unidad de criterio y de coherencia alrededor de un proyecto a futuro entre los sujetos que tienen en sus manos la toma de decisiones y el poder, c) La poca credibilidad en lo propio, en la capacidad de autocreación, de imaginación, lo que hace que siempre estemos viendo hacia afuera (el extranjero) y no hacia dentro de nosotros mismos, para inventar algo propio, d) La falta de nexos, redes, comunicaciones, articulación, interrelación hacia adentro de los sujetos protagonistas de la utopía, e) el problema de la identidad, que pasa por no tener claridad de ¿quién soy?, de ¿dónde vengo? y ¿hacia dónde voy? Esta falta de claridad identitaria hace que reniegue de mi pasado, mi historia, y por lo tanto, tenga una visión alienada de mi presente y en consecuencia, una equivocada proyección de futuro de lo que quiero ser, lograr, construir. Todos estos factores internos forman parte de la contra-utopía y hacen que de una u otra forma, la utopía por la que se lucha, sueña y trabaja se vea obstaculizada y amenazada. Estos factores internos, son reforzados por factores externos, en ocasiones más poderosos y arrolladores que los primeros. Los factores externos constituyen en primer lugar las políticas de injerencia devenidas de una mentalidad hegemónica (dominadora) que tienen su epicentro en EE. UU. con la doctrina Monroe (1822) “América para los americanos”, se fortalece con el “Destino Manifiesto” (1845) “EE. UU. destinados por la providencia divina para civilizar al mundo”. A la Contra-utopía devenida del norte, se le otorga figura institucional en la Conferencia Internacional Americana (1889) y Conferencia Monetaria Internacional (1891) y es así que nace el Panamericanismo, ideología que se fundamenta en la anterior doctrina monroista en su nueva versión, “Toda América para los americanos”, la cual en 1948, se consolida con el surgimiento de la Organización de Estados Americanos (OEA). La contra-utopía, no es más que otra utopía, pero con fines estratégicos globales, que obedecen a su insaciable codicia y deseos hegemónicos de dominación continental. La contrautopía se erigió como paladina de la unidad americana lo largo del siglo XX y hasta cierto punto distorsionó el verdadero espíritu original de La Utopía. Cuando parecía que todo estaba perdido y contra toda posibilidad de retomarla, entrado el siglo XXI, renace de las cenizas desempolvada la utopía de la unidad e integración latinoamericana con un rostro nuevo. LA NEO-UTOPÍA. Se caracteriza por traer nuevos brillos, mayor vigor y fuerza, pujanza y renovación, más innovación desde un contexto diferente al que nació (siglo XIX). Significa retomar el sueño original, pero elevado al cubo. Es el momento en que se abren posibilidades y nuevas perspectivas para que la utopía se haga realidad en un nuevo contexto histórico. Es de todos sabido, que América Latina constituyó a lo largo del siglo XX, el patio trasero de EE. UU., es decir, un lugar de segunda categoría, todo lo contrario al sueño bolivariano, que se constituyera en una gran Nación, más que por sus riquezas y extensión, por su gloria y dignidad. La NEO-UTOPÍA, no nace de la nada, sino de las condiciones objetivas que se van gestando desde finales del siglo XX, tales como: colapso del socialismo real de la Europa del Este y desintegración

de la Unión Soviética, formación de nuevos bloque económicos: Unión Europea, Asia con Japón a la cabeza, la creciente brecha entre los países inmensamente ricos del norte y los cada vez más empobrecidos del sur, los avances tecnológicos y las revoluciones científicas, la constante crisis económica del capitalismo imperialista, la errada política anti-terrorista a partir del 11 de septiembre de 2001, el fracaso de los Tratados de Libre Comercio con América Latina y el Caribe (ALCA), la crisis financiera e inmobiliaria de larga duración en EE. UU. que inicia en 2008 y continúa hasta hoy, seguida de la crisis de deuda financiera en la que está envuelta la Unión Europea, surgimiento de China como segunda potencia económica mundial, la creación de un mundo cada vez más multipolar que se consolida vía las economías emergentes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS). El papel de las actuales generaciones que habitamos este vasto territorio llamado Indolatinoamérica, es decir, los indolatinoamericanos, tenemos por delante, el gran reto y desafío de hacer cada vez más realidad, la utopía de la generación decimonónica (del siglo XIX) en su nueva versión para el siglo XXI. Convertirnos en portavoces y pregoneros de, lo que por un tiempo fue fracaso parcial, hoy la utopía de la unidad e integración continental está cada vez más cerca. Quizá ese sea el camino que nos está señalando el final del BAKTUN. Bibliografía Santana Castillo, J. (2008) Utopía, Identidad e Integración en el Pensamiento Latinoamericano y Cubano. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, Cuba.


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Quiroa: Un recorrido por su vida

Leer en el baño Sexta parte

Juan Antonio Canel Cabrera Escritor

En mi entrega anterior, publicada el 2 de noviembre recién pasado, comentaba sobre los primeros libros que Marco Augusto leyó, su gusto por la poesía y su afición por inventar palíndromas, los cuales producía por montones.

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tra afición con la cual mataba el tiempo cuando estaba en alguna reunión, esperaba o sencillamente estaba sin qué hacer, era hacer viñetas o dibujitos, los cuales calzaba con algún versito. Recuerdo que hace bastantes años, a finales de los 80 del siglo pasado, cuando tenía su automóvil Mercedes Benz blanco, después de una asamblea de tragos que tuvimos, paramos en la dieciocho calle y quinta avenida de la zona 1; allí existían casetas donde vendían cerveza y otras chucherías llamadas boquitas. Todavía no era tan peligroso y temerario ubicarse allí en horas nocturnas. Llegamos a las ocho de la noche. Nos situamos en el mostrador de uno de esos negocios. Bebiendo el contenido de un litro de cerveza estábamos cuando se acercó a nosotros una muchacha de muy buen ver y se puso a conversar. A ambos nos cayó bien y la invitamos a un vaso con cerveza. A Marco Augusto le gustó como personaje y la conversación se alargó. Cuando ella nos dijo que debía partir, a eso de las 9, Maco le dijo que esperara un momento. Fue a sacar papel de su carro y le hizo un retrato que dibujó con rapidógrafo. Debajo de la ilustración le escribió el consabido versito. Ella observó el dibujo y las letras; luego sonrió complacida.

Le dijo “gracias”, y dobló el papelito en cuatro. Se lo metió en la bolsa de atrás de su pantalón de lona porque antes había ensayado a colocarlo dentro de su brasier y le pareció incómodo. Y cuando la chava partió, nosotros la observamos con ojos libidinosos; Maco solo dijo: “se

Atrás: Marco Augusto Quiroa y Roberto Ayala. Adelante: Jorge Gaytán, Dorian Juárez, Jorge Castillo y Luis Torres, en los tiempos en los cuales Quiroa estaba en campaña política.

lo metió justo donde yo quería”. Y bien, vuelvo al tema de la lectura, la ironía y el humor negro, de los cuales hizo gala en sus cuentos y en sus columnas periodísticas. Según deduzco de mi larga relación conversatoria con Quiroa, fueron características e influencias que recogió, sobre todo, de la picaresca española del Siglo de Oro; además, del enorme impacto que tuvieron en él escritores como Cervantes, Quevedo, Lope de Vega y Góngora. A la lectura de estos autores le dedicó entereza de estudiante. Muchas veces lo escuché hablar con golosidad de este período de la literatura. En diversas oportunidades lo oí comentar, con cierto dejo de nostalgia: “La picaresca debería ser el género por excelencia en esta época. Es tan propicio el terreno”. —¿Por qué te gusta tanto el Siglo de Oro? —le pregunté en una ocasión. —En primer lugar, por su nombre que hace honor a una época, como ninguna: reunió a tanto genio al mismo tiempo. Y te hablo de personas que hicieron producir su genialidad y no fue pura pose del momento. En ese sentido, el Boom latinoamericano no le llegó ni a los talones.


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El Siglo de Oro español lo deslumbró desde su juventud. A la par, también todo lo que tenía que ver con lo popular: desde la versificación de José Hernández en el Martín Fierro hasta el gusto por los corridos. Paradójicamente, detestaba los boleros. Con su compadre Edgardo Carrillo sabían casi todo el Martín Fierro de memoria; me consta. De esa cuenta, cuando llegaban a algún bar, hacían verdaderos duelos con las estrofas de tal libro. Eso fascinaba a los bebedores y los proveían de guaro suficiente para que ambos continuaran en esa lid. Ese ardid lo repitieron con harta frecuencia. Poco faltó para que los nombraran Los Fierritos, en alusión al mote de Los Chocanitos.1 Maco leyó toda la obra de Quevedo, que fue uno de sus preferidos, quizá por su sañuda picaresca y el hondo humor negro que destilaba en sus libros. Conocía toda la obra de Cervantes y sintió tanta admiración por él que, en el escritorio de la oficina que tuvo cuando fue director de la Escuela Nacional de Artes Plásticas tenía un busto, de tamaño natural, del escritor español; si recuerdo bien, creo que lo talló Leonel Del Cid. Cuando le preguntaban por qué un director de una escuela de artes plásticas tenía un busto como ése, y no el de un pintor famoso, respondía: “porque soy escritor”. Su devoción cervantina la manifestó al escribir los cuatro cuentos iniciales de su libro El Hombre de la Máscara de Palo. Siempre sobre el Siglo de Oro, disfrutaba contándome los pleitos escritos, las sátiras, chinitas, anécdotas y venenos que ocurrieron, sobre todo entre Quevedo y Lope de Vega (Lopitos, como lo llamó Quevedo). O el velado encono que se daba entre Cervantes y Lope de Vega. Y, claro, el encono más rudo que se dio entre Quevedo y Góngora. Esa disputa que se dio entre los dos grandes poetas, era motivo casi de celebración para Marco Augusto Quiroa. Le divertía mucho que Góngora haya apodado a Quevedo como “Quebebo”; que Quevedo haya llegado al extremo de referirse a Góngora como judío y homosexual, considerando que

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Dícese de las personas que siempre andan juntas, en alusión a los hermanos Rafael y Federico Carrera, que fueron inseparables y solían caminar de su casa al parque central. Lo de Chocanitos viene porque el mayor de los hermanos Carrera, en el parque central, solía aventarles piropos o declamarle pequeños poemas a las chavas que transitaban por ese rumbo. Como por ese tiempo el poeta peruano José Santos Chocano visitaba Guatemala, por extensión y en atención al declamador de los hermanos Carrera, se les clavó el mote de Chocanitos.

en aquellos tiempos esos apelativos constituían algo monstruoso y execrable para la sociedad española. Muchos de los versos que le daban vida a esos pleitos se los sabía con minuciosidad de detalles. No obstante, su poeta preferido de esa época fue Góngora. Fue su maestro por antonomasia en el arte de hacer sonetos. Su devoción por este vate la dejó consignada en el cuento “Las palabras más bellas”, incluido en su libro El Hombre de la Máscara de Palo. Esa pieza literaria es una obra magistral, además de un digno tributo a Góngora. Y así también conocía al dedillo todo el humor que destiló Cervantes en sus obras. De esa época también, como apunté, se nutrió con placer de la Picaresca. Por supuesto de El Lazarillo de Tormes, de Rinconete y Cortadillo, del Guzmán de Alfarache, La vida del Buscón llamado don Pablos, La Celestina, La pícara Justina, etc. De las primeras obras que se escribieron en español en América, Marco Augusto sintió una fascinación especial por la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, a quien Marco Augusto Quiroa con su nieto Christian. llamaba “el mentirosazo Bernal Díaz del Castillo...” 2 A pesar de eso, a la Historia verdadera le había alentó muchas de sus obras. dado varias lecturas y en diversas ediciones. Lo mágico era un aspecto del cual Marco A veces, en tertulias, Maco contaba Augusto, también, celebraba encontrar pasajes escritos por Bernal. A quienes lo en los textos mayas que mencioné y en las escuchábamos nos parecía fascinante esa obras de Alejo Carpentier y, claro, Gabriel tónica que Maco le daba a las palabras García Márquez. Del colombiano leyó todas bernalianas. Era como si el viejo Bernal sus obras y llegó a gustarle que muchos le hubiese resucitado y volviera a repetir, dijeran Macondo, como sobrenombre y con lujo de detalles, sus hazañas en tantos por extensión del apócope de su primer combates en los que dijo haber participado. nombre: Maco. Pero quien lo asombró Maco sintió especial devoción por el hasta llegar casi al éxtasis fue Juan Rulfo. Popol Vuh y el Rabinal Achí. La fantasía y Leyó con devoción Pedro Páramo; los mitos consignados en el Popol Vuh, los cuentos contenidos en El llano en llamas los traía a colación a menudo; en sus textos y espulgaba y analizaba con deleite. conversaciones no faltaban. Del Rabinal Marco Augusto gustaba mucho de la Achí, además de su valor literario, sentía poesía comprometida y siempre creyó profunda admiración por el actuar ético de que la literatura también debía servir K’ich’e Achí al cumplir su palabra empeñada. como un instrumento para luchar por Y de sus contemporáneos, por quien sentía las más altas aspiraciones humanas. De devoción era por Miguel Ángel Asturias: cuando en cuando gustaba repetir versos el Miguelón. Era uno de los autores sobre y poemas de Neruda, Nicanor Parra, quien más nos recalcaba que leyéramos. Le Benedetti, de Machado y de los poetas gustaba por su prosa que sonaba a poesía malditos. Sus columnas periodísticas y, sobre todo, por el espíritu mágico que siempre fueron puestas a al servicio de 2 Marco Augusto Quiroa, la lucha por lograr mejores condiciones humanas para todos; especialmente para Ladrón que roba a ladrón, en los que estaban más jodidos. elPeriódico, 15 de julio de 2001. Cuando uno llegaba a su estudio, desde

la entrada se sentía olor a aguarrás y a pintura; esa impresión olfativa estaba acompañada por el apiñamiento de libros que uno observaba por todos lados. Las libreras que poseyó siempre estuvieron saturadas de libros porque, para Maco, era casi tan vital leer como comer. El día, en general, lo distribuía entre pintar, leer y conversar. Y en su casa había libros por todos lados. En lo personal Marco Augusto fue, para mí, una especie de guía que me conducía en mi ruta por la lectura; me aleccionaba. Cuando conversábamos, a mí me parecía que estaba recibiendo talleres de literatura. Era muy didáctico y se hacía comprender con su discursiva sencilla, pausada, ejemplificante y generosa. Como lector, Marco Augusto tenía un gusto muy particular: le fascinaba leer en el cuarto del baño. Allí pasaba horas, sentado en el trono, leyendo. Por eso cuando alguien entraba al sanitario siempre encontraba, sobre la tapadera del tanque de la taza, libros apilados. Yo, que he detestado hacerlo, le pregunté en una oportunidad: —¿Por qué te gusta leer allí? —Porque allí nadie chinga —me respondió con llaneza terminante.


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Periplo hacia lo profundo de ‘‘Bohemian Rhapsody’’, inmortal obra del grupo Queen José Manuel Monterroso Académico docente

LA CANCIÓN Y SU RELACIÓN CON LA LITERATURA UNIVERSAL Es innegable que la literatura evoca sentimientos y recuerdos… algún instante… un lugar… De alguna forma, traspasando el tiempo y la distancia, transporta a quien se encuentra con ella a un variopinto de mundos y momentos. Por su parte, las canciones, cual hálitos de vida, han formado parte de la existencia y obra del ser humano desde que este es tal; emergen de una infinidad de motivos inspiradores. Así, en muchos casos, revistiéndose de inmensa creatividad, sus autores las han convertido en una nueva forma de expresar la literatura y lo que en ella está contenido. En la primera parte de este ensayo hicimos un análisis acerca del origen y el porqué del título de la canción. En la segunda abordamos su contenido y significado profundos. En esta tercera y última entrega haremos un análisis del contenido y de la letra de Bohemian Rhapsody, pero desde una perspectiva más literaria. Además, dada la coyuntura y a manera de epílogo, diremos algo relacionado con la película del mismo nombre. Es un hecho. La música y la literatura han estado siempre muy unidas. Desde que el canto es canto, ha servido para expresar un desahogo del alma, para alabar a un héroe o para contar la historia de un amor… Ejemplos sobran. Les dejo algunos de canciones muy conocidas y recientes que están basadas o inspiradas en una obra literaria. La

tercera parte

canción de Juan Luis Guerra, Burbujas de amor, está basada en el capítulo VIII de Rayuela, de Julio Cortázar. Love Story, de Taylor Swift, está claramente inspirada en Romeo y Julieta, de W. Shakespeare. Y qué decir de Quijote, interpretada por Julio Iglesias, con varias frases extraídas de la célebre obra de Cervantes. Cabe mencionar, también, la canción Macondo del cantautor mejicano, Óscar Chávez, con varias referencias a varias obras de García Márquez. Y sin contar la infinidad de composiciones de música clásica basadas en obras literarias… la lista resulta interminable... Como ya lo dijimos en el párrafo introductorio, la música y la literatura se han encontrado en muchas ocasiones. No cabe duda, entonces, que el autor de Bohemian Rhapsody encontró en alguna obra de la literatura universal el motivo inspirador de tan imponente composición musical. Así, varios analistas afirman que el contenido de Bohemian Rhapsody tiene su asiento en El extranjero, de A. Camus; otros, por su parte, la relacionan con Fausto, de Johann Wolfgang von Goethe. Por razones de espacio, nos detendremos a señalar las coincidencias con esta última. BOHEMIAN RHAPSODY Y FAUSTO DE WOLFGANG VON GOETHE Una de las primeras coincidentes que presenta la canción con Fausto, es que ambas inician con una aclamación en boca de los ángeles. En el “Prólogo

del teatro”, al inicio de Fausto, los ángeles aparecen cantando, lo cual coincide con el canto a cappella con el cual inicia la canción. Posteriormente, en la primera parte, Fausto entabla una conversación con las criaturas celestiales y se compara a sí mismo con un gusano. Goethe lo expresa así en


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los siguientes versos: ¡Yo no soy, no, a los dioses semejante! Demasiado lo siento: al gusano lo soy que el caminante huella, mientras hambriento buscaba en el vil polvo su alimento De alguna forma, esto mismo es lo que dice el protagonista de la canción de Queen, cuando afirma que no es más que un “pobre muchacho”. Con alguna diferencia, en ambas obras los protagonistas entregan su alma al Diablo. Por una parte, Fausto hace un pacto con el diablo −Mefistófeles− con el objetivo de conocer la verdad. Quisiera ser muy sabio; saber todo/ cuanto la tierra y cielo nos esconden; / ¡a la naturaleza unir la ciencia! […] /Pondré alma y cuerpo para cumplir mis intenciones. Y después el mismo Mefistófeles dice: ¡Allí está el cuerpo, ya va a volar el alma; / aquí, el pacto firmado con su sangre!... En la canción, el protagonista, más que un pacto, hace una entrega de su alma al demonio −Belcebú−, a consecuencia de haber “matado a un hombre”. Esta entrega es sinónimo de muerte, por lo que se despide de todos, a sabiendas de que no hay “marcha atrás”. Al llegar ante Belcebú, se arrepiente del mal que ha hecho; por ello, clama a su madre y vuelven a aparecer los ángeles con el deseo de ayudarlo. Al momento, el diablo le recrimina y le dice que no puede actuar de esa manera, traicionándolo y lanzándole un escupitajo a la cara. En ambos casos, tanto Fausto como el del muchacho de Bohemian Rhapsody son liberados del mal, gracias a la misericordia de Dios y porque, como siempre se ha creído, el bien triunfa sobre el mal. En la canción, esta liberación está simbólicamente expresada en la parte llamada coda por la subida del tono de la melodía (de mi bemol a fa mayor) y por el sonido del gong, con el que termina la composición. En Fausto, Goethe expresa el triunfo del bien sobre el mal en los siguientes versos: ¡Celestes mensajeros, al hombre perdonando, la tierra reanimando, el vuelo proseguid! […] La noble alma sube al cielo, libre de sus enemigos; al que es de sublime anhelo, siempre le somos amigos; y si el amor en su vida se mezcló, le dan cordiales,

la más dulce bienvenida, las falanges celestiales. De esta forma queda demostrado que todo en Bohemian Rhapsody fue planificado, elaborado e incluido con un propósito bien definido. Nada en ella fue improvisado ni producto del azar. Las partes que la integran y su forma, el título y la letra, la duración y su estructura cobran un significado especial, por lo que ameritan un detenido estudio y análisis. Con todo, como ya se ha dicho, es una verdadera obra de arte. UNAS PALABRAS ACERCA DE BOHEMIAN RHAPSODY, LA PELÍCULA El pasado jueves 1 de noviembre se estrenó en todos los cines de Guatemala Bohemian Rhapsody, la película que, por medio de las canciones más emblemáticas, presenta el ascenso de la banda Queen, así como de su vocalista y líder, Freddie Mercury. Is this the real life? Is this just fantasy?, son dos preguntas que dan pie para escudriñar qué hay en la película cuyo título es el mismo de una de las canciones más emblemáticas de la banda Queen. Y es que, por tratarse de una película biográfica (biografic picture = biopic), siempre surgen preguntas como las ya expuestas o como las siguientes: ¿Es una historia basada en hechos reales o en supuestos con el único fin de hacer ficción para entretener? ¿Es una biografía completa o deja fuera, por alguna razón, datos, hechos o elementos fundamentales de la persona descrita? ¿Está cargada de objetividad o la subjetividad de un guionista o productor ha empañado el cristal de la ventana por la cual es vista la vida del personaje? ¿Es un recorrido por la vida de Queen o de Freddie Mercury? Como es de suponer, con Bohemian Rhapsody quedan al descubierto estas y otras interrogantes. Las respuestas están en cada espectador y en la misma película, no así en estas líneas, cuyo propósito es únicamente presentar una breve sinopsis de esta versión cinematográfica que se convierte en el primer referente de Queen y su líder. Con una temporalidad de 15 años y 27 después de la muerte de Freddie Mercury, la película narra una sucesión de hechos que marcaron la vida del grupo y de su vocalista. Dirigida por Bryan Singer (despedido por razones aún no establecidas antes de que terminara el rodaje) y terminada por Dexter Fletcher, las canciones conducen la historia y permiten a los fans de este tipo de música pasar un

buen rato, gracias, también, a la buena actuación de Rami Malek quien, en lucha constante con una prótesis dental obligada y asumiendo el reto de encarnar a un personaje casi inabarcable, logra desplegar toda la seguridad que el cantante tenía en los escenarios. En otras palabras, el baile, los gestos y los sentimientos que logra transmitir Malek le imprimen un sello particular a la película. De esta manera, a pesar de que Bohemian Rhapsody es un filme con una estructura convencional, logra transmitir un mensaje positivo y da pie para el estudio de una persona y una vida extraordinarias.


Página 8 / Guatemala, 16 de noviembre de 2018

Paisajes posibles y lacerantes Miguel Flores Castellanos Doctor en Artes y Letras

Una reciente investigación sobre el campo fotográfico realizada desde la Universidad Rafael Landívar sitúa a la galería Sol del Río, como el epicentro del cambio de paradigma fotográfico a partir del año 2000. Desde la década de finales de los ochenta y todos los noventa del siglo XX, esta galería ha marcado la tendencia de la fotografía en Guatemala. En estos momentos presenta la exposición RE-VISIONES, una exposición que muestra el trabajo reciente de Luis González Palma, Irene Torrebiarte, Isabel Herrera, Jorge Chavarría y Luisa González Reiche. Una muestra ecléctica de los rumbos actuales de la fotografía, así como de sus soportes.

L

a importancia de estas exposiciones colectivas es que son el espacio para la visibilidad de nuevos autores. Sol del Río, por ejemplo, presenta por primera vez la obra de Luisa González Reiche una auténtica revelación en el medio. Vinculada con la gestión cultural especialmente en los primeros años de la revista RARA, y la didáctica de la Historia del Arte, presenta su serie Paisajes posibles (2018). Esta es una obra que cuestiona el concepto mismo de fotografía para adentrarse en las

profundidades de la imagen simbólica, sin importar si utiliza una cámara o no, algo que los fotógrafos ortodoxos no le perdonarán. Esta obra laboriosa, ejemplo de la evolución de la reproducción de la imagen y las nuevas tecnologías, a pesar de la manipulación, son fotografías. A través del recurso de la apropiación de imágenes de revistas que son ensambladas mediante el collage, hace surgir en forma discreta un discurso de denuncia, de las diferencias sociales, del olvido del prójimo, pero a la vez del amaneramiento estilístico de los ambientes de ciertas clases acomodadas. La propuesta es presentada en forma elegante, pero con rabia. Una obra lacerante, con altos valores estéticos, que aboga por re-visiones del estatus quo. A través de una combinación cromática, muchas veces impensable, crea una obra que atrae al observador por su elegancia, pero de pronto cae en cuenta de las diferencias abismales de una Guatemala enajenada. En algunas de las piezas, el discurso religioso, santos, ángeles o vírgenes, establece interacciones con personajes de las revistas de moda, los hace cómplices ante las diferencias y el discurso falaz. Son propuestas oníricas, con raíces existenciales, donde el poder en forma de tiburón merodea en un límpido cielo azul. Una propuesta genial. Otra vez Sol del Río, a través Víctor y Gustavo Martínez, apuestan por una nueva creadora que tiene mucho que decir. La exposición ReVisiones estará abierta al público hasta el 30 de noviembre (14 avenida, 15-56 zona 10. De lunes a viernes, de 9:00 a 13:00 y de 14:00 a 17 horas. Sábados de 9:00 a 13:00 horas).


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