Cultural 24-11-2017

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

Guatemala, 24 de noviembre de 2017

Un profeta al servicio de la educaciĂłn: Don Lorenzo Milani


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presentación

on Lorenzo Milani constituye una de esas figurasdestinadas para cosasgrandes. En Italia su actividad dio vida no solo a un movimiento de apoyo generoso a jóvenes desvalidos, sino que, de paso, generó una crítica dirigida a la educación tradicional de su tiempo, para proponer alternativas que ahora se reconocen innovadoras. No fue fácil. Como profeta incomprendido generó un rechazo que superó no sin poco esfuerzo y mucha humillación. Sobre todo, es (y fue) admirable en él su adhesión sin fractura a la Iglesia a la que siempre se mantuvo unida. Todo ello contribuyó a que el Papa Francisco visitara su tumba para restituir al educador en el lugar que le corresponde. Así lo dijo el Pontífice: “He venido a Barbiana para rendir homenaje a la memoria de un sacerdote que testimonió cómo en el don de sí a Cristo se encuentran a los hermanos en sus necesidades y se les sirve… Vosotros sois los testigos de cómo un sacerdote ha vivido su misión, en los lugares en los cuales la Iglesia le llamó, con plena fidelidad al Evangelio y precisamente por ello con plena fidelidad a cada uno de vosotros, que el Señor le había encomendado”. En este número proponemos a los lectores la entrevista realizada a la doctora Eleonora Meneghetti, quien, conocedora del educador, nos ofrece algunas pistas para conocer las dimensiones de la propuesta del sacerdote italiano y el valor de sus ideas. Presentamos, además, las contribuciones de Jairo Alarcón, Miguel Flores, Ramiro Mac Donald y Leonidas Letona. Feliz fin de semana y, como siempre, hasta el próximo número.

es una publicación de:

Don Lorenzo Milani

El redescubrimiento del educador italiano “No me siento párroco, sino haciendo escuela”.

La figura de don Lorenzo Milani crece con el tiempo. En el cincuenta aniversario de su muerte, no solo ha conducido al Papa Francisco hasta la ciudad de Barbiana, donde reconoció las virtudes del sacerdote signo de contradicción de su época, sino que ha avivado el debate intelectual sobre el aporte del clérigo en las ideas pedagógicas contemporáneas.

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ada vez hay más consenso de que don Milani fue un visionario de su tiempo. Un profeta que al poner en crisis un sistema educativo tradicional, supo aportar alternativas para una enseñanza incluyente e integral. Praxis que no siempre fue reconocida, pero que hoy los estudiosos aceptan gustosamente. La presente entrevista realizada a la doctora Eleonora Meneghetti, al tiempo que introduce a un personaje fundamental de la historia de Italia,

es un reconocimiento al sabio de la educación y al santo que, como refiere el Papa Francisco en Barbiana, “sigue transmitiendo la luz de Dios en el camino de la Iglesia”. Comencemos por conocer la figura del sacerdote. ¿Podría decirnos quién fue don Milani? Hablar de don Milani despierta en mí muchas emociones, recuerdos y experiencias que han marcado mis años juveniles y mis primeros pasos en la carrera docente, allá en los años sesenta, en una Italia atravesada por cambios profundos en todos los aspectos de la sociedad. Don Milani fue una figura de sacerdote controversial, polémico, radical en su fe y en su actuar, una personalidad libre y obediente al mismo tiempo. Un ejemplo fascinante. Nace en una familia acomodada, de padre católico y madre judía; una familia en donde sin embargo se respira una cultura laica y agnóstica. No recibe ninguna formación religiosa. Estudiante inquieto que decide sorpresivamente, al terminar el liceo, dedicarse a la pintura. Será el contacto con un maestro de la

prestigiosa Academia de Brera, en Milán, que abrirá en Lorenzo un proceso de ahondamiento en la dimensión espiritual del arte y al mismo tiempo del hombre y de la vida. Lorenzo leyó apasionadamente el Evangelio, se enamoró de la figura de Cristo y –también sorpresivamente– decide entrar en el seminario. Tiene 20 años. Cuatro años después será ordenado sacerdote. Vocación devorante, potente, sin ninguna duda. Se sentía culpable del privilegio de haber nacido en una familia de la alta burguesía, de la riqueza y de la cultura que habían alimentado su vida, y se rehusaba ser heredero y cómplice de su clase social. En su primera experiencia pastoral, en la parroquia obrera de San Donato Calenzano, descubre su segunda vocación, la de maestro. A los obreros que están abandonando la práctica religiosa, don Lorenzo no ofrece catequismo sino escuela, una escuela de ciudadanía, de comprensión de la realidad, de compromiso. Una escuela abierta a todos: católicos y socialistas, que despierta críticas en los dos bandos porque no ahorra críticas y denuncias a ninguno.


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Su convicción es que antes de evangelizar hay que alfabetizar, hay que ser puestos en condición de comprender la Palabra de Dios y de hablar con conocimiento de los problemas. El traslado a otra parroquia no tardó. Se dice que don Milani fue enviado a Barbiana, un lugar de montaña, olvidado, aislado, con 110 personas, como castigo. ¿Nos puede explicar qué problemas tuvo con la Iglesia en este momento? Claro que sí. Eso fue en 1953. En Italia la polarización entre Democracia Cristiana y Partido Comunista es muy fuerte. Don Lorenzo era ajeno a las dos fuerzas políticas. Sentía que su misión era llevar a los jóvenes a un conocimiento crítico, fundamentado, lejos de “adoctrinamientos” de todo tipo. Don Milani era una voz solitaria. No se opuso a la decisión de su obispo. Obedeció. En Barbiana no había teléfono, ni servicio postal, ni un buen camino que llegara hasta este caserío. Gente muy pobre, de montaña, callada, acostumbrada a un trabajo duro. Una única clase para todos los cinco grados. Una formación escolar que no permitía salir del analfabetismo ni menos promover una conciencia de los derechos que la Constitución italiana en sus principios reconocía a todos. En Barbiana don Lorenzo conoció a los pobres y se vinculó a ellos de manera definitiva. Uno de los primeros actos que hizo fue comprar el terreno para

ser enterrado allá. El segundo, abrir la sencilla casa parroquial a los niños y adolescentes: siempre, todo el día, dieciséis horas diarias, invierno y verano, sin descansos ni vacaciones. ¿Cuáles fueron las características de su pedagogía que fomentaron tanto debate en la sociedad italiana de los años sesenta? Creo que para don Milani la escuela fue una verdadera religión. Decía que se sentía párroco solo haciendo escuela. En sus palabras: “Mi escuela es una comunidad religiosa, una logia masónica, una comunidad de apóstoles, una cosa enteramente sagrada.” No es fácil resumir una experiencia de vida, una acción que nacía más del amor hacia los alumnos que de una metodología aplicada. Puedo decir que lo que me sigue llamando la atención es su capacidad de hacer una escuela participativa, no vinculada a programas sino a necesidades reales, una escuela que da voz y dignidad a los marginados, que obliga a un esfuerzo constante para aprender, con la convicción que el saber se hace poder. Un aprendizaje que no es de eslogan, que más bien nace de una información detenida “científica”, nada de opiniones personales sin documentación. Los muchachos se reunían alrededor de una pobre mesa y escuchaban la lectura de libros de memorias, de novelas, de historia, preparaban mapas, obras de teatro, escuchaban música

clásica, observaban el cielo con un catalejo, pintaban cuadros, trabajaban en carpintería y herrería, estudiaban idiomas, recibían visitas de amigos de don Milani y aprovechaban para hacer preguntas, superando la tradicional timidez de las personas del campo. Hoy todo esto ha perdido su fuerza innovadora, pero le aseguro que el lenguaje de la “Carta a una profesora”, que fue la obra que dio a conocer en 1967 la experiencia de Barbiana, sacudió la escuela italiana y favoreció un amplio debate sobre el papel y la finalidad de la escuela obligatoria, que el Estado italiano estaba implementando hasta los 14 años. En especial la lucha de don Milani era contra la selección que golpeaba los más pobres y desfavorecidos. La escuela obligatoria debe inventar los contenidos y los métodos para ser atractiva, no con recreos, vacaciones y tiempo libre, sino con contenidos interesantes, útiles, que den a todos el sentido de ser ciudadanos soberanos y no consumidores de modas. Los estudiosos de la obra de don Milani hablan del “valor liberador de la lengua”. ¿Qué significa esta expresión? Don Milani estaba convencido que los ricos dominan a los pobres porque manejan más palabras, más cultura. Si es así, los pobres deben hacerse ricos de palabras, para comprender, para defenderse, para liberarse de la timidez y participar en el progreso de la sociedad.

En la escuela de Barbiana la lectura era un disfrute para todos. Don Milani obligaba a detenerse en las palabras, a ser curiosos de su historia, de su estructura. El dominio de la lengua es camino de igualdad. En lo particular, el lenguaje de don Milani fue siempre directo, espontáneo, sincero hasta la violencia, fue el arma de sus batallas que liberaron nuevas energías en el debate cultural de la sociedad italiana de aquellos años, también con una directa participación de figuras públicas salidas de la escuela de Barbiana. Finalmente, ¿Cuál es el legado de don Milani para la Iglesia y la sociedad de nuestro tiempo? Don Milani murió en 1967 de una grave forma de leucemia a tan solo 44 años. Recordarlo a los cincuenta años de su fallecimiento significa tomar conciencia de la distancia que nos separa a causa de los avances que se han dado en este medio siglo, pero sobre todo, es una oportunidad –en Italia como en Guatemala– para meditar sobre nuevas formas de evangelización en la Iglesia y más fuertes políticas sociales y educativas de parte del Estado. Me gustaría terminar este recuerdo con una frase de “Carta a una profesora”: “He aprendido que los problemas de los otros son iguales a los que tengo yo. Salir de ellos todos juntos es la política. Salir de ellos solos es la avaricia”.


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CUENTOS O LEYENDAS Leonidas Letona Estrada Profesor

En el departamento de Sololá, más en mi pueblo natal que se llama San José Chacayá, situado en el altiplano del departamento, son muy apegados a mantener las leyendas que se han contado de generación en generación y pasa el tiempo y siempre en la mente de los oriundos del lugar se mantiene viva esa tradición.

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a leyenda es, en toda época, la misma, es poca su variación por el deterioro o las interpretaciones a medida que transcurre el tiempo, pero en su mayoría se conserva fresca y entonces es oportuno contarla en sobremesa de familia o en lugares de reunión de amigos íntimos o en escuelas, institutos o colegios donde se enseña la cultura ancestral de nuestra patria. El cuento que les traigo describe la figura del “Characotel” que consiste en la persona que se transforma en animal con el objeto de hacer alguna travesura, ya sea con el sexo opuesto o simplemente para poder apropiarse de algo que no le pertenece y que pase desapercibido del dueño o de la autoridad que lo pueda castigar. Para convertirse en “Characotel”, la persona que tiene ese don especial de algún dios invisible para el resto de los humanos, tiene que someterse a un rito muy especial pero sencillo de cumplirse o ejecutarse. Debe estar solo, sin acompañamiento de nadie, ni siquiera de algún familiar de su confianza. Estando solo debe tener en su poder alguna piel o cuero del animal del cual desea transformarse; pongamos como ejemplo un coyote o lobo como también es conocido. El rito se inicia extendiendo la piel del coyote en el suelo y el susodicho o susodicha, porque también hay “Characotelas”, reza las oraciones que ha aprendido de sus antecesores que fueron del mismo oficio milagroso, luego da tres “vueltas de gato” sobre la piel e inmediatamente inicia la transformación. Al terminar la ceremonia está el coyote de cuerpo entero y abre el hocico y principia el aullido peculiar de ese animal salvaje. A hurtadillas sale de la habitación e inicia su recorrido a altas horas de la noche, cuando ya no hay transeúntes en las calles o parajes cultivados. Sin testigos de ninguna clase logra su objetivo y vuelve a su rancho de vivienda y frente a seis veladoras y un recipiente que exhala incienso, inicia su ejercicio de las seis “vueltas de gato” y recobra su forma humana habitual. Esconde la piel que le sirvió de camuflaje y guarda el producto de su paseo nocturno penetrando a alguna casa, huerto o asaltando en son de ataque a algún transeúnte perdido en la noche que se atrasó en llegar a su casa. Yo escuché el cuento que contaba un vecino anciano de mi pueblo, esos que mantiene su status de líder y que presumen de ser valientes en todo sentido. Contaba que de sus corrales se perdían cada cierto tiempo dos o tres chivos que poseía para criarlos y venderlos en los mercados de pueblos vecinos y ello le proporcionaba buenos dividendos para vivir cómodamente; en cierta ocasión alguien le dijo que el ladrón era sin ninguna duda el “characotel” o “characotela” y que vigilara en la noche sus propiedades, seguramente le daría la caída y ajusticiarlo en el mismo lugar de los hechos aun infringiendo la ley. Así lo hizo y una noche cuando la oscuridad estaba extendiéndose en el pueblo como un manto negro apareció el coyote, pardo en su pelaje y penetrando en el portillo que previamente había abierto y del corral se apropió de un corderito recién nacido, el vecino valentón le apuntó con su escopeta cuache y le disparó y puntualmente le clavó la bala en una pierna, el coyote lanzó al corderito al suelo y se lanzó a los matorrales de la vera y se perdió en la oscuridad de la noche. Al siguiente día vio pasar a cuatro vecinos de doña Bartola que la llevaban en una camilla al hospital nacional de la cabecera departamental de Sololá, iba herida por arma de fuego y vendada de una pierna donde se le notaba la perforación de bala por donde manaba abundante sangre. Sin pensarlo ni dudarlo, doña Bartola Xitamul era la “CHARACOTEL”.


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Recuerdos de niñez, relatos de poder (Segunda Parte) Jairo Alarcón Rodas Filósofo y catedrático universitario

Iniciamos el recorrido por la vida con impresiones, titubeando, dependiendo de los gestos y enseñanzas de nuestros padres, es por ello la importancia ineludible de la presencia materna, de su sabiduría e intuición que, tras sus enseñanzas deja su marca en nuestra conducta y desde luego, en el desarrollo de nuestra personalidad que, como impronta, deja su huella en lo que somos.

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a especie humana es la más dependiente de los nexos maternos, largos periodos de lactancia y cuidados hacen la diferencia con el resto de las especies del reino animal. Mientras otras especies, como, por ejemplo, los caballos, a las pocas horas de nacer se yerguen sin complicación sobre la tierra y asumen cierta independencia, los humanos, por el contrario, requieren de un largo apego a la madre y con ello, a un extenso recorrido de dependencia y asimilación que se inicia en la etapa prenatal, continúa con la infancia y se extiende hasta la niñez. Llegó el día en que tuve que iniciar mi sistemática domesticación social, me llevaron al colegio, previo a ello mi padre me había iniciado en el arte del alfabeto, aprendía a leer y a escribir. Con mi llegada al colegio, rompí lazos con la primera etapa de mi vida, salí de la agradable rutina del hogar del cual no me había despegado hasta entonces, donde el patio fue mi salón de juegos y en donde me sentía plenamente confortable, seguro y feliz. Con la llegada al colegio, me enfrenté a un mundo diferente, con rostros y conductas distintas, lenguajes desconocidos, eran señales que hasta entonces no conocía. Curiosamente lo hice con interés y sin temor, algo en mí me decía que lo nuevo por ver y aprender me serviría y sabía que lo nuevo requería de mí mucha fortaleza y si titubeaba, si por alguna razón flaqueaba sería mi fin, mi perdición. Recuerdo que, en un pasaje de Demian, de Herman Hesse, se ilustra muy bien ese instante de mi vida. Demian, uno de los personajes importantes del libro, le dice a su amigo Emilio Siclair, joven que se enfrenta por primera vez al mundo y que es víctima del acoso de un perverso compañero de estudio: Cuando se teme a alguien, es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros. Y en mi caso, yo no podía permitir que eso sucediera, en cierta forma había comprendido en mi casa cómo se constituyen las relaciones de poder, sobre todo con mis hermanos más grandes y mi padre, por ello tenía que blindarme. Con nostalgia, la primera etapa de mi vida había finalizado y se dio inicio a las nuevas y mórbidas tribulaciones que, con el paso de los años, se fueron acentuando en mi existencia y que hasta la fecha marcan lo que soy y he sido. Llegó la hora en que tendría que levantarme temprano y con ello, el cumplimiento de nuevos horarios, tareas y otras rutinas por realizar. Quedó atrás la relajación, el tiempo distendido, la vida placentera y quizás también, mi inocencia. Recuerdo que con mi mano le dije adiós a mi madre, no lloré a pesar de que otros niños sí lo hicieron. Con esa despedida entré a las nuevas relaciones de poder, donde los que lo ejercían eran otros y sus castigos, más severos. Conocí al director

del colegio, a la maestra de grado y supe con golpes lo que era la educación. Por ser de los más pequeños, tenía que someterme a la voluntad de los estudiantes mayores, al menos así fue al principio. La naturaleza muestra que el pez grande se come al chico y en el colegio, así era por ley. Me di cuenta de que el director usaba un traje negro, que venía desde el cuello a sus pies, apenas le era visible un ribete blanco por encima de su pecho. Colgado al cuello llevaba un crucifijo de metal y madera, de buen tamaño. Miraba con atención cómo se frotaba las manos, resaltando en su índice derecho un gran anillo dorado, que hacían más dolorosos los sopapos. Tengo presente su voz resonante, que con su estruendo pretendía atemorizar a todos los niños que llegábamos tarde. Puedo dar razón de ello, ya que en más de una ocasión fui castigado con coscorrones en la cabeza y reglazos en las manos, por mis llegadas tardes. Pero nunca lloré, mi prestigio estaba en juego, no podía mostrar flaqueza alguna ante la mirada atónita de mis demás compañeros que ya en fila miraban lo sucedido. El método de los golpes y castigos para mí no resultó ser efectivo. Para que no fuéramos golpeados por los más grandes, o nos sometíamos a su voluntad o nos revelábamos. Ahora comprendo que esa es la forma de dominación que se da en todo ámbito social, ser sometido y someterse. En donde la necesidad de sobrevivir o la perversión egoísta conducen a tener un precio y la dignidad resulta una palabra desconocida para muchos. Yo hice lo que pude y me revelé, aunque mi talla no me ayudara. Me hice notar a través de la fuerza, me convertí en un alumno peleonero. Pienso con seguridad que pude hacerlo, por la reputación que habían dejado en el colegio mis hermanos mayores. Si no hubiera ocurrido eso, quizás la historia hubiera sido otra y hubiera sido un niño más, víctima del acoso escolar. Continuamente me daban la mano para la salida, esa era la señal de que tenía que pelearme con alguno de mis compañeros. Dientes sangrados, moretones en el rostro, raspones en las manos y brazos fueron el resultado de épicas batallas donde el ganador no solo conseguía prestigio, sino la seguridad de no ser molestado por los más grandes. Las riñas escolares también motivaban otro tipo de angustia en mí, lo cual incentivó cierto tipo de ingenio, ya que tenía que buscar la forma de ocultar

la sangre que quedaba en la camisa blanca del uniforme del colegio. No temía a mi madre, pero sí a mi padre, su severidad y autoritarismo me infundía temor y sabía que, si ella lo notaba, le contaría lo sucedido, nuevamente las relaciones de poder se imponían. Qué es lo que hace el poder, quizás lo sea la autoridad y ésta regularmente se logra a través de la fuerza. Comprendí que, en sociedades donde impera el capital, el que tiene dinero se arroga la potestad de mandar. En mi casa ese poder lo ejercía el que proveía bienes para satisfacer las necesidades de la familia y ese, era mi padre. Más tarde me di cuenta que hay diferencia entre el poder hacer y el poder sobre. La mayoría busca el poder sobre, es decir mandar, dominar, someter. Mientras que, en sociedades civilizadas, en las que se ha comprendido el justo valor de las personas, el poder hacer significa cooperar en la búsqueda de un objetivo común para el bien común. Es probable que Platón, Aristóteles, Hannah Arendt y Michel Foucault, hayan escrito lo que dijeron sobre el poder a partir de sus enseñanzas de crianza. El respeto que logré entre mis compañeros, me dio la oportunidad de decidir si ejercía el poder para satisfacer intereses particulares o bien, para lograr equilibrio entre los más grandes y los pequeños que en cierta forma constituía justicia. Me di cuenta que el poder no corrompe, sino evidencia a los que están destinados a ser corruptos. Que, si existen valores humanos, el poder no es sinónimo de perversión. Resulta que, desde que tuve uso de razón, el poder se ejercía a través de golpes y frases disonantes. Si no sabíamos la lección, la maestra se imponía castigándonos. Nos pegaba en las piernas con un pequeño palo de escoba o bien, en las manos, con una regla especial. De igual forma el director, pese a su sacerdocio, nos castigaba y maltrataba, mostrando así el poder que ejercía sobre todos nosotros. Se quedó atrás mi niñez y con ella los recuerdos de los años felices, en donde el ser protegido y querido por mi madre significó para mí, más que cualquier religión y precepto ético, comprender la diferencia entre el bien y el mal, que más tarde me permitió saber lo que es distinguir el respeto del terror, la dignidad de la vileza, la maldad de la bondad y el amor del miedo. Ahora sé que todo aquel que tiene amor, no tiene miedo.


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Quentin Massys “El cambista y su mujer”

En el momento álgido de su carrera, Quentin Massys (también Metsys o Matsys) fue el mejor pintor de Amberes (Bélgica). Su casa, con sus estatuas policromas y su impresionante fachada pintada al fresco, era uno de los principales atractivos de la ciudad. Massys dedicó buena parte de su carrera a pintar retablos, pero también pintó varios cuadros satíricos en los que aparecían recaudadores de impuesto, banqueros y avariciosos comerciantes, todos ellos representados por un típico gusto flamenco. En el siglo XVII, el marco de este lienzo (1514) se grabó con el mensaje: “Que la balanza sea justa y las pesas iguales” (Levítico 19,36). El cambista mira fijamente el nivel de la balanza mientras comprueba el peso de unas monedas de oro; junto a las monedas hay un puñado de perlas. Su mujer está inclinada hacia él, distraída de su lectura mientras pasa delicadamente la página de un libro de oraciones dorado; probablemente comparte la preocupación de su marido, pero debe equilibrar las actividades de su vida diaria con las cuestiones espirituales. Hay un espejo situado en primer plano en un lugar prominente en el que se refleja una ventana que forma la silueta de una cruz tal vez como recordatorio de las Escrituras. Con información del libro de: Sarah Carr-Gomm. Historia del arte. El lenguaje secreto de los símbolos y las figuras de la pintura universal. Ed. Blume. Barcelona, 2009. 230 pp.

POESÍA SELECTA Vicente Aleixandre Poeta

Adolescencia

Se querían

Vinieras y te fueras dulcemente, de otro camino a otro camino. Verte, y ya otra vez no verte. Pasar por un puente a otro puente. -El pie breve, la luz vencida alegre-.

Se querían. Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada, labios saliendo de la noche dura, labios partidos, sangre, ¿sangre dónde? Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Muchacho que sería yo mirando aguas abajo la corriente, y en el espejo tu pasaje fluir, desvanecerse.

Se querían como las flores a las espinas hondas, a esa amorosa gema del amarillo nuevo, cuando los rostros giran melancólicamente, giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

Vicente Aleixandre nació en Sevilla en 1898. Formó parte de la generación del 27. Su infancia transcurrió en Málaga, y aunque desde los 13 años se trasladó con su familia a Madrid, el mar dejó una profunda huella en su poesía. Es uno de los grandes valores de la poesía del siglo XX. Fue Premio Nacional de Literatura y en 1977 recibió el Premio Nobel de Literatura. Falleció en Madrid en 1984.

Se querían de noche, cuando los perros hondos laten bajo la tierra y los valles se estiran como lomos arcaicos que se sienten repasados: caricia, seda, mano, luna que llega y toca. Se querían de amor entre la madrugada, entre las duras piedras cerradas de la noche, duras como los cuerpos helados por las horas, duras como los besos de diente a diente sólo.

Se querían de día, playa que va creciendo, ondas que por los pies acarician los muslos, cuerpos que se levantan de la tierra y flotando... se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo. Mediodía perfecto, se querían tan íntimos, mar altísimo y joven, intimidad extensa, soledad de lo vivo, horizontes remotos ligados como cuerpos en soledad cantando. Amando. Se querían como la luna lúcida, como ese mar redondo que se aplica a ese rostro, dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida, donde los peces rojos van y vienen sin música. Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios, ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas, mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal, metal, música, labio, silencio, vegetal, mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.


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Función vicaria: el aeropuerto de Jimmy El vocablo vicaria (en femenino) se usa en semiótica para una de sus discusiones teóricas más interesantes sobre las imágenes figurativas: en torno a cómo se produce el conocimiento o el sentido a través del llamado “efecto de semejanza”.

Ramiro Mac Donald Semiólogo Social

E

n la imagen o representación icónica (fotografía, dibujo o esquema) de cualquier objeto, el ser humano capta su sentido de acuerdo con un criterio de pertinencia, que no poseen las cosas representadas. Umberto Eco consideraba que no existe una pertinencia icónica instituida por reglas de semejanza o similitud. Y señaló que existe algo así como una iconicidad primaria, que es una especie de vicariato de la imagen. Y aunque no la define, introduce un concepto denominado estímulos sustitutivos, para intentar explicar el fenómeno de la percepción humana. Eco da el ejemplo de las fotografías (siguiendo la lógica de ese vicariato) las cuales con simples estímulos nos permiten interpretar como naturales los signos de algunas cosas que están representadas y que observamos o percibimos, por medio de imágenes. Hasta aquí lo que dice la teoría semiótica del brillante estudioso de la semiótica. ¿Pero qué pasa si las fotografías son verdaderas o están trucadas? ¿O si están manipuladas en su puesta en escena? ¿Cómo podríamos leer, entonces, las portadas de los diarios guatemaltecos de cualquier día de la semana pasada?, ¿Hay posibilidad de estructurar un análisis semiótico a partir de esas portadas de periódicos y que trascienda la seria crisis institucional que está atravesando el país? Sí, sí la hay. De hecho es posible leer todos los signos que implican la connotación de esta

crisis, desde la perspectiva del enunciador de los mensajes (la prensa nacional), así como los enunciados y los posibles enunciatarios a los que va dirigida esa comunicación periodística. La lectura crítica de las carátulas de los diarios capitalinos, de toda una semana, reflejaría fielmente el pensar del sector prensa nacional. Mucho más que el simplista esquema de emisor-mensaje-receptor, podríamos leer con atención todo el cúmulo de discursos de tipo periodísticos (radiodifundidos, televisados, impresos, y de medios electrónicos en Internet) realizados durante la semana pasada. Sería un análisis sumamente interesante del que saldrían conclusiones verdaderamente reveladoras. Yo solicito (creo que urgentemente) que un grupo de investigadores independientes, realicen un estudio de este tipo, con el objeto de revelar qué hay detrás de todo ese manejo de mensajes, muchos de ellos en calidad de juicios políticos, en los que subyace un impresionante componente ideológico fácil, fácilmente identificable. El tema de la autocertificación del Aeropuerto Internacional La Aurora, por ejemplo, daría para un serio y profundo análisis comunicacional. Y revelaría muchos elementos de esta crisis. Roland Barthes, en su extraordinario libro Mitologías, indicó que es necesario investigar los mitos en las sociedades de hoy, para conocer el modo de significar de los conglomerados actuales. Vale recordar que cualquier contenido o materia son trabajables desde el mito, porque este es un lenguaje y tanto lo oral como lo gráfico, están conformados por un proceso

de significación. Esos lenguajes periodísticos (por ejemplo) hablan de lo que dicen, esa es su denotación; pero se puede estudiar desde la perspectiva de la significación mítica: su segunda significación, o sea desde lo que connotan. Es decir, lo que subyace en estos mensajes, o lo que queda oculto y que permitiría otras interpretaciones más profundas. En todo caso, los titulares y las fotografías que los medios masivos de comunicación publicaron sobre el Aeropuerto de Jimmy, reflejan una aparente no naturalidad en ese acto de pura propaganda. Por lo tanto, el vicariato de la imagen, que en su iconicidad primaria, según Eco, hace parecer o simular una objetividad absoluta, que en este caso no ocurrió. Y resultó sumamente dudoso en el marco de la información periodística. Más aún, cuando las informaciones fueron obtenidas de una agencia de noticias del Gobierno, o bien tomada del portal del mandatario. Esto implica que la función vicaria (en el periodismo) se roba el papel en este juego de las representaciones, ya que es ella la que para definiendo el sentido, pues tiene “las veces, poder y facultades de otro, o le sustituye”, dice el diccionario Quillet. Es el poder de cambiar el sentido de las cosas. La imagen entorno al aeropuerto del Estado, certificado por el propio gobierno de Jimmy Morales, es un contrasentido semántico y una contradicción administrativa. Acá la función vicaria de la imagen, no cobra valor real. Es un desacierto más. Es la confusión a la que cada semana nos tiene acostumbrados, por la falta de semejanza con la realidad.


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El costo de una obra de arte Miguel Flores Castellanos Doctor en Artes y Letras

de todos estos arquitectos formados en la La investigación documental, al igual que los Universidad de Illinois y en la UNAM. experimentos, siempre lleva a descubrimientos La formación en Estados Unidos y México inesperados. La búsqueda de información sobre correspondía a las tendencias modernas que el mural Nacionalidad Guatemalteca de Roberto ambas ciudades habían recibido gracias a la González Goyri condujo a la tesis de graduación del tradición arquitectónica recibida de inmigrantes arquitecto Ovidio Fernando Estrada Solares, egresado antes, durante y después de la Segunda Guerra de la Universidad de San Carlos. Esta investigación Mundial. Ambos profesionales, fueron los es el registro y catalogación de los edificios de primeros en su género en conocer de arte en la Municipalidad de Guatemala y del Instituto forma sistemática. Actuaron como curadores del Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS). El reporte trabajo artístico a integrar, bastaría con conocer final de Estrada deja ver las graves alteraciones sus colecciones privadas de arte, para verificar su vinculación con los artistas. que distintas administraciones han realizado a Puede reconocerse el desafío que Aycinena estos dos edificios emblemáticos de la arquitectura moderna del país. Del edificio municipal da cuenta y Llarena enfrentaron al proponer la obra de los deterioros en muros y superficies a 59 años de abstracta de Carlos Mérida para el interior de la Municipalidad o la nueva figuración planteada inaugurado.

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ntre toda la fundamentación que esta investigación presenta, se consigna el costo de construcción de este emblema del Centro Cívico: Q1 millón 288 mil 752.79, y en una tabla detalla los distintos rubros de gastos como mano de obra, materiales, ventanas y puertas, etc. Un dato, por demás interesante para el arte guatemalteco es el costo de los murales que quedó consignado así: murales interiores Q18 mil 980; murales exteriores Q3 mil. ¿Por qué es importante este dato?, porque deja entrever que cada uno de los murales realizados por Guillermo Grajeda Mena y Dagoberto Vásquez tuvieron un costo de Q1 mil 500 cada uno. Mientras que el realizado por Mérida, es seis veces mayor. ¿Cuestión de metros cuadrados?, ¿Asunto de materiales?, ¿Dificultad técnica? La diferencia de precios es a la larga un asunto relativo al grado de consagración que posee un creador. No tiene el mismo valor simbólico de un sacerdote de una parroquia y el obispo de una diócesis, tienen atributos diferentes que marca la distancia entre uno y otro. Para 1958 fecha de la inauguración del edificio municipal el mundo de las artes visuales vivía una efervescencia que emanaba de la Escuela Nacional de Artes Plásticas y el retorno de los llamados becados por el gobierno de la Revolución. No hay registros de galerías de arte como instituciones donde fuere posible exponer los jóvenes artistas su trabajo. Quienes han investigado sobre el Centro Cívico coinciden en la simbiosis que los arquitectos, Roberto Aycinena, Pelayo Llarena, Jorge Montes y Carlos Haeussler hicieron del arte visual y la arquitectura. Al respecto, el arquitecto Estrada expresó: “Los arquitectos Pelayo Llarena y Roberto Aycinena se unen a los maestros Dagoberto Vázquez y Guillermo Grajeda para darle vida a la concretización (sic) de una idea en la cual se integra la arquitectura con la plástica expresiva (sic), dando como resultado un discurso particular donde lo tangible como lo intangible se hace uno y añade a la narración de una historia que va de la mano de un proceso urbano evolutivo que transforma a la ciudad”. La integración artearquitectura fue el producto de la formación

por Dagoberto Vásquez y Grajeda Mena. A la formación profesional de arquitectos y artistas, se suma la formación intelectual del alcalde de la época, Julio Obiols Gómez. El fin de una triada municipal visionaria como no se ha tenido otra vez, integrada por Martín Prado Vélez y Juan Luis Lizarralde. La Municipalidad de Guatemala tuvo profesionales altamente calificados en las ramas de ingeniería y urbanismo a lo que se suma una vinculación innata al mundo del arte de la ciudad, gracias a sus respectivas posiciones y relaciones sociales. En el edificio municipal se conjugaron tanto la experiencia como las nuevas ideas. Por entonces, Aycinena contaba con un grado universitario en Economía y otro en Arquitectura con tan solo 41 años; Llarena tenía 34 años. Grajeda Mena contaba con 50 años y la experiencia de haber dirigido la Escuela de Artes Plásticas y participado como dirigente estudiantil. Dagoberto Vásquez contaba con 36 años al realizar el mural de la municipalidad. Por otro lado, Carlos Mérida tenía 67 años cuando diseñó y elaboró el mural del interior de edificio. Es evidente que para que hoy pueda apreciarse la obra integrada a la arquitectura de la municipalidad privó el interés y entendimiento de la vinculación del arte y la arquitectura del poder municipal de la época. Algo imposible de lograr hoy en día con una comuna politizada e ignorante de lo que es el arte. La diferencia de los montos asignados es abismal. Claro que el precio de materiales (cemento expuesto y mosaico veneciano) difiere, un material fabricado en Guatemala y otro importado. Aun así, la diferencia es muy grande. Hay que tomar en cuenta que Mérida le fue encomendado dos murales del IGSS y luego intervenciones en el Banco de Guatemala y el Crédito Hipotecario

Nacional. En forma clara se hace evidente el nivel de consagración –reconocimiento– que poseía Mérida, con toda la obra muralista realizada en México y Estados Unidos, libros publicados y reconocimiento internacional. Fue una apuesta segura en términos profesionales, experiencia y un arte provocativo. La crítica de la época no hace una hermenéutica sus obras, solo mencionan sus antecedentes profesionales, lo que creó un aura a su alrededor que aún sus descendientes y galerías locales mantienen. Mientras tanto Dagoberto Vásquez y Guillermo Grajeda Mena, su camino de reconocimiento local duró más tiempo en consolidarse y lograr el reconocimiento. Hoy en día, a la par de la consagración del carisma del ser artista reconocido en el plano simbólico está la consagración por parte del mercado. En el plano simbólico los indicadores son críticas de expertos, premios, publicaciones, reconocimientos por instituciones especializadas, exposiciones patrocinadas por museos o centros culturales. El reconocimiento del mercado, el indicador son las ventas, tanto locales como internacionales, un aspecto difícil de comprobar, dado la opacidad con lo que se manejan las transacciones del arte. En Guatemala solo existe un artista (residente en Guatemala) que ha logrado conjurar estos dos planos consagración, que se le reconoce local e internacionalmente y, además, vende en Guatemala, Estados Unidos y Francia. Es evidente la carencia de acciones de reconocimiento al arte visual, por parte de la institucionalidad del arte, tanto pública como privada. Por ello, lo que se vende es asumido como lo mejor, algo que no siempre es así. Hay que investigar más para conocer los entre telones del éxito de un artista para tener una idea clara de la situación del arte actual en el país. Un propietario de galería decía que “el costo de una obra de arte es el que el cliente esté dispuesto a pagar”, una prueba de esto es el resultado de la última subasta de un Leonardo Da Vinci.


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