Suplemento Cultural 26-11-2011

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Guatemala, 26 de noviembre 2011

Suplemento Cultural Una idea original de Rosauro Carmín Q.

Saul Leiter y el expresionismo abstracto

Además… Hugo Carrillo: ¡muera la muerte! Bajo Jerusalén, una ciudad subterránea cobra forma ¿Quién decide el valor de una obra?


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Nueva Guatemala de la

Tea

Hugo Carrillo:

E

ra un hombre a un escenario pegado. Nació en las tablas y murió oficiando, dirigiendo el último acto de la obra dramática que fue su vida. Mandó a hacer un ataúd, tallado en madera y se lo llevo a su pequeño apartamento en el Callejón del Fino, lo llenó de libros y también puso ahí una maceta con flores que

Este dramaturgo esencial de Guatemala, contribuyó a él mismo regaba. Y dejó testamentado un último deseo pidiendo que en el momento en que estuvieran bajando su ataúd al lecho postrero de la tierra, alguien dijera el verso: “hazme suave el instante”. Hugo se escapó de este mundo el 19 de octubre de 1994 y su sepelio fue una manifestación de los trabajadores de la cultura. En el año 1983 la inolvidable Norma Padilla le pidió que le contara algo sobre su familia. Hugo Carrillo, histriónico de cuerpo y alma dijo a Norma: “Yo tuve una familia muy caótica. Muy contradictoria. Liberal pero no liberada. Mi padre era un médico con grandes dotes para el bisturí y las mujeres. Pero no para la política. Y le encantaba. Y por ello fue a la cárcel en diversas oportunidades. Nunca le fue bien ni con las mujeres ni con la política. Era básicamente un soñador. Ellas, las mujeres, no. Y menos la política. Mi madre por su lado era un General de Brigada en busca de tropa. Y la consiguió con sus hijos. Fuimos una pequeña tropa que respondía diligente a la orden más sutil aplicada militarmente con un levantar de ceja o una movida de ojos. Así crecimos de pueblo en pueblo, unas veces siguiendo a mi papá, medio exiliado en hospitales departamentales; otras huyendo de él a la voz de mando de nuestro general asimilado. Después cuando él murió, ella se dio de baja, seguramente cansada de tanta batalla mal ganada y peor llevada. Y tuvo la buena ocurrencia de trasladar su campamento a los Estados Unidos.” Nos preguntamos entonces cuál sería la familia de Hugo Carrillo? Su hermano, el también dramaturgo y narrador Raúl Carrillo, escribió un cuento de gran profundidad existencial que tituló “Yo soy mi padre”. Es preciso recalcarlo, los Carrillo han sido grandes padres de la escena nacional y también soñadores, utópicos, generosos, creativos, profundamente humanos. La familia Carrillo en el teatro de Guatemala es amplia. No sólo los que llevan el apellido sino por

toda la gente que se formó con ellos y que lo reconocen con nobleza y algunos lo dicen con orgullo sano. Y por la obra escrita por Hugo que es patrimonio cultural del país. No se puede hablar de teatro en Guatemala sin nombrar este apellido de quijotes y alucinados: los Carrillo, con el nombre de pila de Hugo a la cabeza. Recordemos que Hugo nació en la ciudad de Cobán en 1928, creció en la capital de Guatemala en donde estudio según sus propias palabras “en una especie de Auschwitz que era el Liceo francés”. Ahí aprendió sin embargo el francés que le serviría mucho después en su estadía en París. Al trasladarse su familia a Quezaltenango terminó sus estudios secundarios graduándose en el Instituto Nacional de Varones (INVO) como Perito Contador, profesión que nunca ejerció. Luego regresaron a la capital y en un encuentro con el dramaturgo y Maestro Manuel Galich, se inició el desarrollo de su verdadera vocación: el Teatro. Consuelo Carrillo (Cony), su hermana, relata que: “Desde niño en la casa paterna montaba pequeños escenarios con cajas de cartón y títeres, jugaba con ellos guiado por el deseo de hacer reír a su pequeño público que empezaba por sus hermanos y el servicio doméstico y este deseo permaneció vivo en él a lo largo de su vida y de su obra literaria. Le fue posible hacer un aporte al mundo de intentar liberar a la gente de la angustia, del sufrimiento y el miedo porque era poseedor de la clave, desde que despertaba, de hacer de ese momento el primero de su vida y lo empezaba silbando o cantando. Sabía y podía hacer teatro de todo lo prosaico. El teatro de Hugo Carrillo se desliza entre el drama y la comedia, desarrollando los temas en incidentes y cosas que le suelen ocurrir a la gente del pueblo, de la calle, del mercado y de los salones, con lo cual logra provocar lágrimas y risas en las que el público siempre reconoce un murmullo subterráneo que trasciende confesionarios, cálices y hostias”

Hugo Carrillo en sus numerosos abordajes y creación teatral, nunca se encerró en un solo personaje o situación específica, haciendo transitar al público por diferentes personalidades, con el fin de ejemplificar la gracia e ingenuidad de lo simple que es la otra cara de la ignorancia prototípica del subdesarrollo, como en “La herencia de la Tula” por ejemplo, en contraste con otras facetas de opresión y sufrimiento bajo dictaduras militaristas con matiz inquisitorial, como lo presenta en “El corazón del espantapájaros”. El teatro de Hugo va dirigido a escenificar el drama de los países marginados, empobrecidos y explotados, presentando situaciones y personajes arquetípicos de los pueblos latinoamericanos. Por otra parte, el pensamiento de Hugo englobaba la muerte y al mismo tiempo el descubrimiento de la alegría de vivir íntimamente. Esta fue una constante a lo largo de todo su quehacer literario, en su forma de vivir, en su relación con el mundo y los demás, buscándose a sí mismo encontró el sentido de su vida en el servicio, la solidaridad y ante todo el valor de la fraternidad y la amistad. El humor era rasgo esencial de la personalidad de Hugo Carrillo. Nos hacía reír pero también pensar. Nos hacía “suave el instante”, que es este paso breve de la vida. Pero detrás de sus bromas y sus geniales ocurrencias había un sentido profundo de la existencia. Todo comenzó en 1950 cuando debutó, como actor, en el Teatro al Aire Libre de la recién inaugurada Ciudad Olímpica, donde y coincidiendo con los Juegos Centroamericanos y del Caribe se llevó a cabo una temporada de Autores nacionales, con la figura central de Manuel Galich. Era los tiempos del gran despertar cultural que la Revolución del 20 de Octubre había propiciado. Los tiempos del Saker ti, que significa amanecer en cachiquel. “Tenía 21 años-cuenta Hugo- y con esta experiencia comencé a llenarme de luz. Me fui a Europa en 1955, con 20 dólares en un barco


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tro

¡muera la muerte! revitalizar, modernizar y desarrollar la escena nacional.

POR JAIME BARRIOS CARRILLO

italiano de papel, en un camarote de tercera. Al poner pie en tierra y tomar posesión de Italia en nombre de Tecún Umán, perdí uno de mis dos billetes de diez dólares. Llegué a Roma sin una lira pero me quedé en Europa tres años y allá me recorrí a mí mismo, navegando por las venas de mi propio corazón”. Hugo regresó a Guatemala con un caudal de experiencias y una obra propia bajo el brazo. Sabemos que fue en 1959 cuando se estrenó La Calle del sexo verde, que vino a revolucionar la historia del teatro contemporáneo guatemalteco, a cambiar la perspectiva y el punto de vista de lo que era verdadero teatro y lo que sólo era sainete, comedia barata o mera repetición local de clásicos mal adaptados. La calle del sexo verde rompió el mal hechizo del teatrito costumbrista. Hugo Carrillo conocía las estructuras del arte dramático, como muy pocos autores centroamericanos. Y puso el conocimiento a funcionar en el sentido de lo propio. El actor y arqueólogo y académico Fran-

cisco De León que lo conoció muy bien afirma: “El maestro Carrillo era una enciclopedia teatral rodante, no había género teatral que no conociera ni técnica teatral que no dominara, de sus recuerdos del teatro Brechtiano, en Alemania, su estadía en México donde compartió junto con Samara de Córdoba un sin fin de aventuras, hasta cuando estando “exilado” –como el me decía- en un pueblecito de Escuintla donde escribió la adaptación del Señor Presidente con la vigilancia de más de mil quiebrapalitos en un cuartucho húmedo. Nunca lo vi sucumbir, siempre fue y ha sido para mí el hombre más valiente que jamás he conocido.” Tiene razón Francisco de León. Hugo Carrillo nos enseñó no sólo teatro y literatura sino a “vivir la vida”. También a ser lo que el poeta Luis Cardoza y Aragón llamaba “ser guatemalteco”, es decir sentir y expresar lo universal desde lo nacional. Hugo era un gran cosmopolita, pero llevaba a su país en el bolsillo, y en el alma. Con él apren-

dimos que la mejor obra de arquitectura guatemalteca puede ser un volcán de Agua u otro de Fuego. Hugo era también, sin duda, un san carlista de pecho y madera. Si nos transportáramos ahora mentalmente al estreno de La Chalana por la compañía de teatro de la Universidad Popular en 1977, dirigida por el maestro Rubén Morales Monroy, veríamos al público poniéndose de pie y cantar con los actores: “Matasanos practicantes…”. - Cómo definiría usted su teatro, le preguntó alguna vez, Norma Carrillo? - Cómo defino mi teatro? No lo defino. Lo escribo. Mi teatro es como mi vida y mi tierra. Agua con adjetivo. Agua con adjetivo. Agua ardiente… caliente… templada… fresca… que se yo… Mi vida está profundamente ligada a un paisaje. Mi teatro también. Sé y lo saben todos los que conocen mi teatro, que es auténtico. Y por auténtico digo vital. Sangrante no sangriento. Dolido no doliente. Estelar no estrellado... y nada de atrás o de adelante:

de hoy. De los amigos de Hugo y de Hugo como amigo, se podrían escribir páginas enteras donde se contarían hermosas, tiernas, humanas anécdotas. Me limito a dar una lista desordenada de nombres, dentro de muchos que faltaran: Ligia Bernal, Zoila Portillo, Consuelo Miranda, Concha Deras, Samara de Córdova, María Mercedes Arrivillaga, Javier Pacheco, Ramón Banús, Mario Monteforte Toledo, Miguel Ángel González, Rubén Morales Monroy, Manuel José Arce, René Molina, Marina Coronado, Tasso, Luz Méndez de la Vega, Roberto Cabrera y Judith González, sin olvidar a su propio alter ego Frans Mez ni tampoco a Don Fausto el peluquero, que se sabía toda la historia de Guatemala y se la contaba a Hugo mientras le cortaba el cabello en una peluquería mítica de la zona uno. Tampoco olvidar a la Nia Licha, una viejita de provincia que le hacía jaleas de higo y sus adoradas canias de leche y de coco ni a otra señora que debe tener como ciento treinta años ahora, si es que vive, y que invitaba a Hugo a un café con leche y champurradas, mientras platicaban de “historias de las de antes”, en una emblemática tiendita por la Avenida de los Árboles. Hugo Carrillo, ciudadano esencial de las tablas guatemaltecas. Lo que se pueda decir se quedará siempre corto: el autor, el director, el escritor, el fundador de elencos y compañías, el profesor, el poeta, el políglota, el amigo, el humorista, el rebelde. Consigno sin embargo un diálogo lejano, cuando yo mismo comenzaba a escribir en los periódicos y en otras partes y dudaba, yo dudaba. Siempre se duda cuando se mete uno a esto de hacer letras con las letras. “Hugo-le pregunté- podés vivir del teatro, de lo que escribís?” Como un relámpago dulce y certero me respondió: “si no escribo me muero…si dejara de escribir y me dedicara a otras cosas más rentables, mi cuerpo viviría seguramente mejor pero mi alma se moriría. No, todos los días al sentarme ante la máquina de escribir me digo: muera la muerte y comienzo a escribir!”


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Nueva Guatemala de la Asunción, 26 de noviembre de 2011 Galería de artistas

Saul Leiter

y el expresionismo abstracto

Las fotografías de Saul Leiter a menudo se las describe como verdaderas poesías visuales urbanas. Sus imágenes parecen estar realizadas como en capas con composiciones casi abstractas de reflejos y sombras. POR MARCELO CABALLERO

Y

las novedades no se acaban allí, la Editorial Steidl tiene previsto publicar, durante este otoño la tercera edición de su primer libro: Early Colors (primera edición 2006). A pesar que Leiter era uno

de los pocos fotógrafos que tomaban en serio las imágenes en color como recurso documental en la década del 50 del siglo pasado; no estaba solo en esta batalla. En esa época, Nueva York era un auténtico hervidero de grupos informales de poetas, compositores, pintores que se inspira-

ban en el surrealismo, en el be bop del jazz y vanguardias pictóricas. En ese contexto, Leiter sintió una gran influencia especialmente de dos pintores expresionistas abstractos que aún eran perfectos desconocidos para el gran público: Mark Rothko y Willem de Kooning . Pertenecientes a la Escuela de Nueva York, estos dos

pintores abogaban, en esos momentos, por una pintura de capas y estridentes colores que, de alguna manera, los emparentaba con el art pop y los poetas beatniks, inspirados también en la luz y escritos directos, vivos y visuales. Actualmente, Saul Leiter vuelve a estar de moda. El pasado jueves se inauguró, en el Museo Histórico Judío, la primera exposición retrospectiva del fotógrafo en los Países Bajos. La exposición titulada: Reflexiones de Nueva York estará organizada por

el museo en conjunto con la Howard Greenberg Gallery, representante del fotógrafo. Dicha muestra incluirá 60 fotografías en color y 40 en blanco y negro junto con una selección de fotografías de moda (Harper’s Baazar), 30 obras pictóricas del autor e imágenes de sus trabajos más recientes realizadas con cámaras digitales. Además, los visitantes podrán observar el documental que realizó recientemente Tom Leach sobre su vida.


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Reportaje

Bajo Jerusalén, una ciudad subterránea cobra forma

Bajo los atestados callejones y sitios sagrados del viejo Jerusalén, centenares de personas serpentean por los túneles y cámaras medievales y por alcantarillas romanas en una ciudad subterránea invisible para quienes caminan en la superficie. Por MATTI FRIEDMAN

A

l nivel de la calle, la amurallada Ciudad Vieja es un enclave lleno de energía con un paisaje predominantemente islámico y una población mayoritariamente árabe. El Jerusalén subterráneo es muy diferente: Aquí el ruido se desvanece, el fiero sol del Levante desaparece y la única luz proviene de bombillas fluorescentes. Hay un olor a tierra y moho, y la geografía hace recordar una ciudad judía que existió hace 2.000 años. Las excavaciones arqueológicas bajo la disputada Ciudad Vieja son asunto de extrema delicadeza. Para Israel, los túneles son prueba de la profundidad de las raíces judías aquí, y eso ha hecho de ellos una de las mayores atracciones turísticas de Jerusalén. El número de visitantes, mayormente judíos y cristianos, ha aumentado grandemente en años recientes a más de un millón en el 2010.

Pero muchos palestinos, que rechazan la soberanía de Israel sobre la ciudad, ven las excavaciones como una amenaza a sus propios reclamos en la ciudad. Y algunos críticos dicen que ponen un foco exagerado en la historia judía. Un nuevo enlace subterráneo va a ser abierto en unos meses, y cuando eso suceda, habrá más de dos kilómetros de túneles bajo la ciudad. Funcionarios dicen que al menos otro proyecto mayor está en marcha. Muy pronto, quien lo desee podrá pasarse gran parte de su tiempo en Jerusalén sin ver el cielo. Al sur de la Ciudad Vieja, los visitantes a Jerusalén pueden entrar a un túnel cavado en el lecho de roca por un rey de Judea hace 2.500 años y caminar con el agua hasta las rodillas bajo el barrio árabe de Silwan. A partir de este verano, un nuevo pasadizo será abierto muy cerca: Una alcantarilla que se piensa fue usada por los rebeldes judíos para escapar de legiones romanas que destruyeron el templo de Jerusalén en el año 70. Ese túnel de alcantarillas lleva cuesta arriba, pasando debajo de los muros de la Ciudad Vieja, antes de dejar a los visitantes en la superficie junto al recinto rectangular donde una vez estuvo el templo, ahora sitio de la Mezquita Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca. Desde allí, a unos pocos pasos está un tercer pasadizo, el túnel del Muro de las Lamentaciones, que continúa hacia el norte desde el lugar sagrado judío, junto a piedras cortadas por masones que trabajaban para el rey Herodes y un ancestral sistema de acueducto. Los visitantes emergen junto a la entrada de una antigua cantera llamada la Cueva de Sedequías, que desciende bajo el Barrio Musulmán. El próximo proyecto importante, de acuerdo con la Autoridad de Antigüedades de Israel, seguirá el curso de una de las principales calles de la era romana de la ciudad, bajo la plaza de oraciones en el Muro de los Lamentos. Esa ruta, que va a ser completada

en tres años, será conectada con el túnel del Muro. Las excavaciones y el flujo de visitantes existen con un trasfondo de enorme desconfianza entre los judíos israelíes y los musulmanes palestinos, que se muestran recelosos de cualquier actividad del gobierno en la Ciudad Vieja y especialmente alrededor del complejo de Al-Aqsa, el tercer sitio sagrado más importante del islam. Los judíos conocen el complejo como el Monte del Templo, sitio de dos templos destruidos y centro de la fe judía durante tres milenios. Los temores musulmanes han generado episodios de violencia en el pasado: La apertura en 1996 de una nueva salida al Muro de los Lamentos desató rumores entre los palestinos de que Israel planeaba dañar las mezquitas, y decenas murieron en los disturbios que estallaron. En años recientes, sin embargo, los trabajos arqueológicos han transcurrido sin problemas. Conscientes de que el complejo tiene el potencial de desatar un enorme conflicto, la política de Israel es no permitir excavaciones allí. Excavar bajo el Monte del Templo, escribió el historiador Gershom Gorenberg, “sería como tratar de descubrir cómo funciona una granada halando la anilla y mirando al interior”. Pese a las garantías de Israel, persisten rumores de que las excavaciones están afectando la estabilidad estructural de los sitios sagrados islámicos. Yo pienso que los israelíes están cavando bajo las mezquitas”, dijo Najeh Bkerat, un funcionario del Waqf, el organismo religioso musulmán que administra el complejo bajo el control de seguridad de Israel.

Samir Abu Leil, otro funcionario del Waqf, dijo que ha escuchado martilleo bajo las oficinas del Wafq, en un edificio de la era de los mamelucos que está junto al complejo sagrado y directamente sobre la ruta del túnel del Muro de los Lamentos, y que presentó una queja ante la policía. Sin embargo, arqueólogos israelíes afirman que lo más cerca a una excavación en el monte fue hecho por el propio Waqf: En los 90, el Waqf abrió una nueva entrada a un espacio subterráneo de rezos y vertió montones de escombros y tierra en las afueras de la Ciudad Vieja, causando la ira de eruditos que dijeron que objetos preciosos estaban siendo destruidos. Recientemente, una agencia del gobierno israelí emitió un reporte en el que dijo que los trabajos de construcción del Waqf en el complejo en años recientes habían sido realizados sin supervisión y habían dañado antigüedades. El asunto es considerado tan delicado que los detalles del reporte no han sido dados a conocer. Algunos críticos israelíes de los túneles dicen que los mismos son parte de un énfasis exagerado en la narrativa judía. “Los túneles dicen: Estábamos aquí hace 2.000 años, y ahora regresamos, y aquí está la prueba”, dijo Yonathan Mizrachi, un arqueólogo israelí. “Vivir aquí significa reconocer que existen otras historias junto a la nuestra”.


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Revista de libros

“La llama doble”, de Octavio Paz POR JOSÉ CARLOS GARCÍA FAJARDO

“La cortesía no está al alcance de todos: es un saber y una práctica. El adepto debe cultivar su mente y sus sentidos, aprender a sentir, a hablar y, en ciertos momentos, a callar”.

El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor”. El amor es la atracción hacia una persona única: a un cuerpo y a un alma. El amor es elección; el erotismo, aceptación. Sin erotismo no hay amor pero el amor traspasa al cuerpo deseado y busca al alma en el cuerpo y, en el alma, al cuerpo. A la persona entera: la entrega, aceptar la libertad de la persona amada. El amor es una apuesta, insensata, por la libertad. No la mía, la ajena. A veces se han comparado o contrapuesto el amor y la amistad. Ambos son afectos elegidos libremente, no impuestos. Relaciones interpersonales: somos amigos de una

persona no de una multitud. La elección y la exclusividad son condiciones que la amistad comparte con el amor. Podemos estar enamorados de una persona que no nos ame, pero la amistad sin reciprocidad es imposible. Otra diferencia: la amistad no nace a la vista, como el amor, sino de un sentimiento más complejo: la afinidad en las ideas, los sentimientos o las inclinaciones y aficiones. En el comienzo del amor hay sorpresa, el descubrimiento de “otra” persona a la que nada nos une excepto una indefinible atracción física y espiritual. La amistad nace de la comunidad y de la coincidencia en las ideas, los sentimientos o los intereses. La simpatía es el resultado de esa afinidad: el trato transforma la simpatía en amistad. El amor nace de un flecha-

zo; la amistad del intercambio frecuente y prolongado. El amor es instantáneo, la amistad requiere tiempo. A no ser que algunos sostengan que del roce y de la costumbre nace el amor, será el cariño. Para Aristóteles, la amistad es la cosa más necesaria de la vida, y la sitúa por encima del placer o del interés o utilidad. Cuando preguntaron a Montaigne por la razón de la amistad que lo unía al poeta Étienne de la Béotie, responde: “Porque él era él y yo era yo”. La Llama doble es un ensayo admirable en el que el autor examina, compendia hace revivir y otorga pleno sentido, desde sus orígenes míticos e históricos hasta la experiencia cotidiana más inmediata de nuestras vidas: “El erotismo es ante todo y sobre todo sed de otredad. Y lo sobrenatural es la radical y suprema otredad”.

Revista de libros

“El monje desnudo” de Taneda Santôka

POR JOSÉ CARLOS GARCÍA FAJARDO

“En su contradicción, poblado de agónicas luciérnagas, convivió con la deformada evidencia de su propio abandono, como quien camina sin tregua hacia el abismo sin sospechar que toda desesperación es una forma de humildad donde termina habitando la misericordia”. Martín Portales.

T

aneda Santôka (1882-1940), el monje que exhibe su desnudez en sus haikus – desnudez física, desnudez de alma, alcoholismo, fracaso, pobreza-, representa la prueba viva de que el ser humano puede transformar su fracaso en excelencia. Santôka es el último monje itinerante de la historia de Japón. En uno de sus últimos diarios escribe: “No soy otra cosa que un monje errante. No hay nada que se pueda decir de mí excepto que soy un vagabundo loco que ha gastado su vida de aquí para allá, como las plantas que flotan en el agua que va discurriendo de una orilla a otra. Parece patético pero he encontrado la felicidad en

esta vida pobre y tranquila. El agua fluye, las nubes pasan, sin pararse nunca ni establecerse. Cuando sopla el viento, caen las hojas. Como nadan los peces o vuelan los pájaros, yo ando y ando, y sigo adelante…” Es una hermosa edición de haikus de Santòka, realizada por Vicente Haya, Chantal Gaillard, que escribe un excelente prólogo, Akiko Yamada y José M. Martín Portales autor de deliciosas introducciones a las diversas secciones que luego tratarán los haikus, sobrios, desabridos a veces y que requieren grandes dosis de silencio. Suspender el ánimo y dejarse afectar, porque una explicación sistemática puede matar el haiku.


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Tendencias

Celebridades promueven el veganismo

Por JOCELYN NOVECK

Camine por el restaurante Pure Food and Wine en la elegante zona Irving de Manhattan o por su espacioso y lujoso jardín y se podría topar con la actriz Katie Holmes.

O

con Alec Baldwin y su nueva novia, a quien conoció allí, o con el jugador de fútbol estadounidense Tom Brady. También podría encontrarse con el locutor de radio Howard Stern o con Bill Clinton y su hija Chelsea, que han hecho una serie de visitas juntos para disfrutar del maíz, los tamales de anacardo con hongos portobello o un helado de menta como postre. Al lugar asisten también muchos magnates de Wall Street. Podría ser cualquier restaurante de moda de Nueva York, pero Pure Food and Wine sólo sirve alimentos crudos y para veganos, sin que haya un huevo ni un horno a la vista. Su clientela de clase social alta está formada por una mezcla de veganos, vegetarianos o simplemente amantes de la comida, pero es evidente que es un indicio de cómo ha cambiado la imagen del veganismo en los últimos años. Pero las celebridades que ahora abanderan el estilo de vida de este tipo de vegetarianismo no son sólo actrices jóvenes que apenas empiezan a brillar públicamente, también está la conductora de programas de debates en televisión Ellen DeGeneres, junto con su esposa Portia de Rossi, así como Oprah Winfrey, quien aunque no es vegana, llevó a todo su equipo a someterse a un régimen de este tipo durante 21 días. Además, hay hombres como Ozzy Osbourne y Russell Brand, quienes en las últimas semanas se declararon veganos. Hay deportistas como Carl Lewis y Mike Tyson, incluso el jugador de la NFL Tony González, tight end de los Falcons de Atlanta y de más de 111 kilos (245 libras) de peso, atribuye su longevidad a una dieta que en su mayor parte es vegana. Sin embargo, de entre todos los veganos de alto perfil sobresale Bill Clinton. El año pasado, el expresidente le dijo a CNN que su impresionante pérdida de 11 kilos de peso (24 libras) fue gracias a una dieta basada principalmente en plantas. Dijo confiar en que su nuevo régimen le prolongará la vida.

La pregunta es cuántas de esas celebridades están influyendo en los estadounidenses. “Toda esta exposición (a los medios) está influyendo, absolutamente”, sostiene Joseph Connelly, director y editor de la publicación especializada VegNews. “¡La gente ya puede pronunciar la palabra ‘vegan’ (vegano)! Hace cinco o diez años no podía. No es más que algo positivo”. The Vegetarian Resource Group, un grupo defensor y de educación sin fines de lucro, dice que sus cifras más recientes muestran que alrededor del 5% de los adultos estadounidenses son vegetarianos -nunca comen carne, pescado, mariscos o pollo-, y que la mitad de estos son veganos, pues tampoco comen productos lácteos ni huevos. Los veganos aún más estrictos tampoco comen miel. Por otra parte, la proporción de veganos entre los estadounidenses vegetarianos parece estar aumento, dice Charles Stahler, codirector del grupo. El veganismo “ya no es visto como una dieta de puré de garbanzo y brotes de alfalfa en un poco de pan saludable pero muy seco”, dice el prominente chef de este tipo de comida y autor de libros de cocina Tal Ronnen, quien ha trabajado con celebridades como Oprah y DeGeneres, y es un chef asociado en dos complejos hoteleros en Las Vegas del magnate de los casinos Steve Wynn. “No son hippies que prediquen la paz y el amor. Ahora tenemos una mezcla de gente de los negocios más importantes y celebridades atractivas”, agregó. Clinton le dijo a Matt Lauer del programa “Today” de la cadena NBC: “Me gustaría tener el mayor número posible de días buenos y esto parece ser la mejor manera de conseguirlo”. Perder peso no es la razón por la que Daelyn Fortney escogió ser vegana. La madre de familia y residente de Greenville, Carolina del Sur -y directora del sitio vegetariano y vegano ThisDishIsVeg- se centra en la ética vinculada con el respeto a los animales. No obstante, dice estar encantada de que personas como

el expresidente de Estados Unidos le estén dando al veganismo un rostro fresco y poderoso. “Ese probablemente será el camino que hará que haya mu-

cha más gente” en el veganismo, dice Fortney. “Siempre es fantástico cuando una causa tiene un nombre importante detrás”. Sin embargo, añade una nota

de advertencia acerca de las celebridades que son veganas. “¡Espero que no se alejen!” dice Fortney. “Si lo hacen, podrían hacer un daño enorme”.


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Colaboraciones

De canonizadores literarios:

¿Quién decide el valor de una obra?

Cuando Leonard Woolf –esposo de Virginia Woolf– solicitó en 1964 a Quentin Bell (hijo de Vanessa Bell) que escribiera la biografía de su tía, nunca imaginó que ésta marcaría el regreso de la autora, no sólo a los salones de clases de las más prestigiosas universidades europeas y americanas, sino que también daría inicio al mito de una escritora que, hoy día, forma parte de los clásicos más venerados, leídos, estudiados y analizados.

POR VANESSA NÚÑEZ HANDAL

es que, por increíble que parezca, hasta principios de la década de los setenta (treinta años después de su suicidio) la obra de Virginia Woolf, aunque prestigiosa y conocida, aún no formaba parte de los programas de las universidades inglesas y tampoco era fácil de encontrar en las librerías. La explicación a esta ilógica des-canonización que la autora sufrió durante tres décadas, la da Marta Pessarrodona en el prólogo de la edición que de dicha biografía ha hecho Random House Mondadori (1979), en la cual manifiesta: “…el matrimonio de académicos F.R. Leavis y su esposa Queenie (…) verdaderos mandarines de Cambridge, cuya obsesión era destruir todo lo que oliera a Bloomsbury, formaron legiones de anti-Bloomsbury que se diseminaron por todo tipo de centros de enseñanza (…) y no solo en Gran Bretaña…” Y ya que VW no sólo pertenecía al grupo de Bloomsbury, sino que además era una de sus más importantes fundadoras, pues resultó dañada por esta campaña fundamentada en la “amoralidad” de dicho grupo intelectual que había denunciado la falsedad de los valores victorianos y se había manifestado contra la primera Guerra Mundial. Claro está que las cosas caen siempre por su propio peso (o eso deseamos creer) y su obra fue reivindicada. Sin embargo, es precisamente este punto de la canonización, el que quiero traer a colación. ¿Quién decide qué libro es bueno y cuál no? ¿Quién decide el valor de un autor? Son preguntas de las que muy pocos saben las respuestas. Muchos creen que son los críticos, con base en criterios bien establecidos y un gusto refinado. Otros creen que son los lectores con su predilección en cuanto a compras. Otros que la academia, también con base en análisis exhaustivos. Sin embargo, todo esto está

muy lejos de la verdad. Lo cierto es que, muchas veces (la mayoría cuando hablamos de recepción local), tal como queda demostrado con el caso de los canonizadores de Cambridge (los Leavis), tales criterios, si es que existen, nunca llegan a ser aplicados. Muchas veces, una obra es aceptada o rechazada con base en la amistad que existe entre el crítico, académico, reseñista, etc. y el autor. En otras ocasiones, las enemistades existentes entre las partes (sobre todo si se toma en cuenta los egos) provocan que obras geniales no lleguen a ser conocidas por los estudiantes de letras, público en general y no obtengan reseñas. Aunque muchos dicen que la obra de todo autor debe ser analizada independientemente de la vida o de información personal –cosa con la que concuerdo en el caso de que ésta sea absolutamente irrelevante para el sentido de la obra–, no podemos dejar de lado el contexto histórico y personal del escritor cuando se trata de analizar la recepción de su obra. ¿Porqué hay obras que tienen una gran acogida, para luego quedar perdidas en el olvido? ¿Porqué existen obras que, de primas a primeras, no son tomadas en cuenta y, luego de algunos años, alguien las descubre y les es otorgado el debido valor y se da un redescubrimiento de su autor? Quizá la respuesta no esté en la obra misma, sino en el poder que el autor, sus amigos, sus familiares y hasta su grupo social y político tenía en el momento en que la obra fue publicada. Y hoy día, en que las leyes del mercado se han tomado también el mundo editorial, pues la labor de mercadeo también juega un papel importante. Así que, la próxima vez que alguien le diga que la obra de X o de Y carece de valía, recuerde el caso de VW y trate de indagar si es que acaso esta persona sostiene algún tipo de rencilla con el autor o autora o si es que simplemente le cae mal. Le aseguro que en un 99% de los casos, atinará en la respuesta.


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