Cultural 25-01-2019

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

Guatemala, 25 de enero de 2019

La PenitenciarĂ­a en Guatemala


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presentación

anto la organización del Estado como la creación de sus diversas instituciones son una expresión de la manera de concebir el mundo. Esa perspectiva vital, sin embargo, no es solo fruto de nuestra propia adaptación a los problemas, sino de la influencia de contextos externos asimilados sin que apenas lo podamos evitar. En ese horizonte de comprensión es que debemos leer el artículo de Fernando Mollinedo, titulado “La Penitenciaría Central de Guatemala”. El historiador registra los hechos que dieron vida a ese centro carcelario, mostrando no sólo sus circunstancias sino también el trato al que fueron sometidos los que pasaron por esos espacios. A causa de ello es que llama la atención la sensibilidad de los responsables de la Penitenciaría que muestra una visión de desprecio a la dignidad de los presidiarios. Mollinedo lo dice así: “Los tratos crueles e inhumanos que sufrió la población reclusa en el interior de la Penitenciaría, por motivos políticos o delincuencia común fueron comunes y corrientes; cito estos ejemplos: cubeteo, consistió en el uso de una cubeta para echar agua en los servicios sanitarios y lavarlos; la flagelación con golpes de látigos y varas verdes de árbol de membrillo y luego su envío a trabajos forzados en “La Pedrera”, fábrica de cemento ubicada en el norte de la ciudad (hoy zona 6) donde fueron obligados a extraer manualmente y acarrear dicho material que sirvió para la construcción de algunos inmuebles gubernamentales; la humillación por hambre, aplicada especialmente a los presos políticos; y los trabajos forzados consistentes en la extracción, recolección y acarreo de material de construcción en La Ladrillera y Adobera, Pedrera zona 6, El Cielito, Asilo de Maternidad “Doña Joaquina” entre otros”. Junto al artículo de nuestro historiador, presentamos las colaboraciones de Jorge Antonio Ortega Gaytán, Juan José Narciso y Miguel Flores. Creemos que los textos serán de su interés por la diversidad de los tópicos abordados y el dominio con que expresan sus ideas. Le recomendamos la edición y auguramos que participe con nosotros dándonos su opinión en la versión digital del sitio de La Hora. Sin más, seguimos en contacto.

es una publicación de:

La Municipalidad de la ciudad de Guatemala nombró el 9 de julio de 1875 al señor José F. Quezada para efectuar una visita a la cárcel de hombres y la Casa de Corrección de Santa Catarina ubicada en la 3ª. avenida y 5ª. calle de la actual zona 1; en su informe dio a conocer las condiciones infrahumanas, sanitarias y falta de higiene; motivo suficiente para que las autoridades municipales pensaran en la construcción de un centro carcelario amplio y con las condiciones para una vida higiénica con seguridad y moralidad.

La Penitenciaría Central de Guatemala

Fernando Mollinedo C. Historiador y Columnista Diario La Hora

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a primera intención de las autoridades municipales fue trasladar la cárcel hacia el Convento de Santo Domingo, a lo cual se indicó el señor J. F. Quezada que no reunía las condiciones requeridas para una cárcel, por lo que, en sesión ordinaria realizada el 17 de diciembre de 1875 se acordó y aprobó la construcción de la Penitenciaría Central (AGCA. B.78.17. Expediente. 35677, Legajo. 1487. Folio 5.) El presidente J. Rufino Barrios hizo eco de la iniciativa propuesta por la Municipalidad de la ciudad de Guatemala en el sentido de construir un presidio monumental para alojar a la creciente población delincuencial y emitió el Acuerdo de fecha 11 de enero de 1877 acordando la construcción de la Penitenciaría; la Secretaría de Fomento en ese entonces (Ministerio de Finanzas actualmente) convocó a un concurso para diseñar los planos de construcción; los ingenieros Julián Rivera y Maestre, Francisco Mariciante, Juan Stivill y Vidal, y Antonio Guerrero presentaron sus proyectos; el ganador fue el proyecto de Julián Rivera y Maestre quien se desempeñaba como Director de Obras Públicas. Su diseño original fue considerado para la estadía de 500 reos. Un mes después, en febrero de 1877 fue colocada la primera piedra del edifico que sería la Penitenciaría Central, pero los trabajos formales de construcción se iniciaron dos años después en enero de 1879. La Penitenciaría de Guatemala estuvo ubicada a un kilómetro de la ciudad, es decir, en las afueras de la ciudad, sobre un terreno totalmente despoblado denominado El Campamento con una extensión de 19,900 metros cuadrados (2 manzanas) situado “al sur de la plaza de toros y de la colina del Cielito” (sobre la

Vista aérea hacia el norte de la 7a. avenida. Nótese a la izquierda los edificios del IGSS y de la Municipalidad de Guatemala; a la derecha los del Crédito Hipotecario Nacional y la Penitenciaría Central de Guatemala.

7ª. avenida y 21 calles de la zona 1 donde hoy están la Corte Suprema de Justicia y la Torre de Tribunales). En 1878, ya en construcción la Penitenciaría, el ministro de Justicia M. J. Barberena envió un informe al Congreso Internacional Penitenciario que se celebró ese año en Estocolmo, donde indicó el número de unos dos mil setecientos reos en la República, lo cual consideró el gobierno como excesivo para una población de un millón doscientos mil habitantes; así mismo refirió el informe el estado de las cárceles del país. El material utilizado para su edificación fue terrón, piedra, adobe y madera; la construcción tuvo un estilo arquitectónico tipo fortaleza militar; dos años después bajo la dirección de Director de Obras Públicas José Beckers se hicieron ajustes al plano original con las innovaciones plasmadas en planos de centros carcelarios europeos.

El muro exterior tuvo una altura aproximada de 7 metros por 1 de ancho sobre el cual se construyeron 6 torreones de vigilancia ubicados uno en cada esquina, otro sobre la pared del denominado Triángulo y otro en el centro de la pared de la 9ª. avenida. El área administrativa estuvo en el primer nivel donde funcionó el Almacén de Ventas de productos elaborados por los reclusos (trabajos de palma, mimbre y cordel), la Alcaidía, Departamento fotográfico, Control de encomiendas, correspondencia, Registro y control de reservados, Archivo, Fichaje y contabilidad. En el segundo piso (nivel) la Dirección del Centro y Sala de espera. En el primer patio (de dos) funcionaron la capellanía, servicio social, sector de leña, economato, despensa, dormitorio de tropa, comedor de oficiales y cancha de básquetbol.


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Tuvo 16 cuadras o pabellones; tres de ellas (6ª, 9ª. y 13) fueron subterráneas, las dos primeras destinadas a los reos reincidentes y en la otra a los multireincidentes. En las cuadras 1, 2 y 3 los internos de buena conducta que trabajaban para el centro penal; en la 4ª. los músicos, en la 5ª. los inválidos y ancianos; en la 10ª. y 14, los obreros, en la 16 los homosexuales y en la 15 los tuberculosos, éstos últimos fueron trasladados en el año 1958 al Hospital especializado “Cristóbal Colón” (hoy denominado San Vicente”) ubicado en la Finca nacional “La Verbena” en la zona 7 de la ciudad. Su nombre oficial fue Penitenciaría Central de Guatemala pues en todas las cabeceras departamentales existió una cárcel o penitenciaría que generalmente estaba ubicada en el edificio de la Jefatura Política, Gobernación o bien en las instalaciones municipales. El objetivo fue recluir a los presos en un lugar donde pudieran regenerarse, es decir, un establecimiento carcelario donde se cumplieron las penas o penitencias, y por ello derivó su nombre en Penitenciaría. Fue inaugurada el 18 de noviembre en el año 1881. Como innovaciones en el sistema carcelario de esa época, se instauraron talleres para realizar oficios de sastrería, pintura, hojalatería, carpintería y tejidos, biblioteca, hospital y una escuela de primeras letras que contó con doce aulas. El Acuerdo Gubernativo de fecha 28 de febrero de 1887 estableció que la Penitenciaría Central fuera dependencia de la Secretaría de Gobernación y Justicia y ya no dependiera de la Secretaría de Fomento. Los terremotos de 1917 y 1918 dejaron muchos daños estructurales en la muralla que daba a la 21 calle y en la fachada, mismos que los propios reos reconstruyeron. Después del derrocamiento de Manuel Estrada Cabrera en 1920 el presidente Carlos Herrera ordenó su demolición por medio del Acuerdo Gubernativo de fecha 21 de abril de 1920 (AGCA, “Acuerdos de la Secretaría de Gobernación y Justicia”. Tomo I, Año de 1920. Legajo Número 32926), dicha orden no se cumplió debido a que el Estado no contó en ese entonces con otro inmueble de grandes proporciones para el alojamiento de la población penitenciaria. Los tratos crueles e inhumanos que sufrió la población reclusa en el interior de la penitenciaría, por motivos políticos o delincuencia común fueron comunes y corrientes; cito estos ejemplos: cubeteo, consistió en el uso de una cubeta para echar agua en los servicios sanitarios y lavarlos; la flagelación con golpes de látigos y varas verdes de árbol de membrillo y luego su envío a trabajos forzados en “La Pedrera”, fábrica de cemento ubicada en el norte de la ciudad (hoy zona 6) donde fueron obligados a extraer manualmente y acarrear dicho material que sirvió para la construcción de algunos inmuebles gubernamentales; la humillación por hambre, aplicada especialmente a los presos políticos; y los trabajos forzados consistentes en la extracción, recolección y acarreo de material de construcción en La Ladrillera y Adobera, Pedrera zona 6, El Cielito, Asilo de Maternidad “Doña Joaquina” entre otros. Durante el gobierno de J. Rufino Barrios siempre hubo encargados de grupos, quienes ejercieron mando sobre las acciones que debían realizar los reclusos, ese encargo fue tan brutal que simplemente se convirtieron en verdugos.

Uno de éstos, conocido como Tata Juan, fue considerado como el decano de la penitenciaría pues permaneció en ella desde su fundación. En el ejercicio presidencial de Manuel Estrada Cabrera, el reo privilegiado Roberto Isaac Barillas denominado Tata Dios, homicida reincidente, de conducta irreflexiva y experto en torturas fue el encargado de la sección de los presos políticos. Según la Gaceta de la Policía, el 16 de septiembre de 1922 por encargo salió de la “Peni” para matar con arma blanca al señor Mariano Ortiz; volvió al centro reclusorio donde le abrieron las puertas Para controlar la sobrepoblación fue necesario emitir un Reglamento Interno por medio del cual se designó a un grupo privilegiado de reos con buena conducta y aptitudes de mando para gobernar a los demás, lo que significó posteriormente la creación de un grupo de poder interno que derivó en la comisión de abusos y atropellos debido a la incapacidad de personal operativo. Los internos (presos) utilizaron un uniforme blanco con rayas rojas y luego azules con un gorro estilo bonete rayado, con lo cual se diferenciaba de la población masculina cuando era conducido por las calles de la ciudad a los Juzgados para las diligencias judiciales con su respectivo guardia custodio. Las bartolinas estuvieron ubicadas en el área del Triángulo y eran cuartos pequeños y oscuros de tres varas de largo por una y media de ancho con puerta de hierro y solo tenían un pequeño orificio en la parte superior para efectos de ventilación. A las cinco de la mañana “San Pedro” como le llamaron los reos por el manojo de llaves que siempre llevaba en la mano, fue el encargado de recorrer el callejón de las bartolinas para abrir uno por uno los cerrojos de estas y que su habitante saliera a ver de nuevo la luz del día. Las mismas costumbres gubernamentales fueron heredadas por el presidente Jorge Ubico, quien como un calco de sus antecesores arremetió contra sus rivales y/o enemigos políticos encarcelándolos y aplicándoles la ley fuga para deshacerse de ellos. El sacerdote español Antonio López Martín, integrante de la Congregación de los Mercedarios, indica en su obra “Cien años de Historia Penitenciaria en Guatemala”, que la Penitenciaría Central de Guatemala fue conceptuada como una de las mejores en su tiempo diseñada para una población de 500 personas; sin embargo, para el año 1968 albergó a más de 2,500, es decir, cinco veces más de su capacidad original. Dentro de las instalaciones de la Penitenciaría se realizaron innumerables ejecuciones por medio del fusilamiento, incluso el de la primera mujer y de varios hombres por delitos comunes: haber robado Q0.50 cincuenta centavos de quetzal; pero la mayoría por motivos políticos bajo los cargos de rebelión frustrada, sedición consumada, tenencia de explosivos, conspiración contra el presidente Manuel Estrada Cabrera. No se salvaron dos miembros de la Guardia Civil quienes asesinaron a once anticomunistas en la Antigua Guatemala. Hubo también ejecuciones frustradas de madre e hijo y de quien pidió clemencia para la fusilada. Las visitas de hombres y mujeres se efectuaron en un corredor bajo techo con forma de herradura cuadrada con una pared de un metro y una malla metálica que los separaba, cuando estaban frente a frente, ambos ponían las manos en la malla con los dedos hacia arriba.

Edificio de la Penitenciaría Central de Guatemala, cuando las calles eran empedradas.

Banda marcial de música integrada por los reos.

Bibliografía SANTA CRUZ NORIEGA, JOSÉ. “Barrios, Dictador, (1876-1879) Tomo III, Tipografía Nacional, Guatemala, 1996. DÍAZ, VÍCTOR MIGUEL “Barrios ante la posteridad” Tipografía Nacional, Guatemala, 1935. LÓPEZ MARTÍN, ANTONIO. Sacerdote Mercedario. “Cien Años de Historia Penitenciaria en Guatemala” Tipografía Nacional, Guatemala, 1978. ARÉVALO MARTÍNEZ, RAFAEL. “Ecce Pericles” 2ª. Edición, Editorial Educativa Centro Americana EDUCA, Guatemala, 1982. En el año 1936 se formó el grupo artístico de marimba “El alma cautiva”, con el cual amenizaba los días de visita bajo la dirección del Maestro Cupertino Soberanis; hubo también una Banda Marcial que daba conciertos los sábados, domingos y días festivos en el Parque Navidad, situado donde actualmente se encuentran las oficinas centrales del IGSS. En la presidencia humanista del Doctor Juan José Arévalo se realizó un convenio entre los gobiernos de Guatemala y Estados Unidos, para realizar acciones nefastas en contra de la población reclusa, consistentes en experimentos médicos con los reos y algunas prostitutas; a quienes se les inoculó las bacterias de la Sífilis y Blenorragia (Gonorrea).


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Más allá del texto de La Materia del Deseo Jorge Antonio Ortega Gaytán Escritor y catedrático universitario

Penetrar los metamensajes que se encuentran entre líneas de la novela La Materia del Deseo (2001) del escritor boliviano Edmundo Paz Soldán (1967) y la red que sostiene el entramado del discurso de la obra narrativa del sudamericano es la pretensión de esta aproximación literaria.

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a crítica estructural de fondo del texto permite por gravedad el surgimiento del argumento nuclear, la focalización de la voz del narrador de la historia y la trascendencia del mensaje, que en este caso singular de la novela latinoamericana recae en un anagrama que oculta por todos los medios el enigma de la trama. El reto recae en descubrir el valor de los significados y la significancia de la conformación del texto en sí, descifrar el diálogo existente entre el texto y el contexto. Es un esfuerzo que va más allá del simple hecho de tener la pericia básica del criptólogo. El sujeto cultural y la voz narrativa dan vida a un andamiaje que se sustenta en los argumentos de este análisis de desconstrucción del texto para lograr visualizar la interintextualidad que enmarca los entornos internos y externos de Paz Soldán. Entrando de lleno a La Materia del Deseo, la trama de esta novela está ligada íntimamente por conexiones secretas, claves, señales y símbolos que se entrecruzan a lo largo y ancho de las páginas que construyen el andamio de esta historia. Los personajes de esta novela tienen como común denominador el fracaso frente a la mentira, la muerte, la soledad y/o el amor. Debido a la focalización del narrador es fácil posicionarse de la paradoja del inmigrante (hispano) en el eterno dilema del retorno y desarraigo que lo convierten para siempre en extranjero en cualquier parte de la Tierra; el personaje principal Pedro Zabalaga mantiene esa ambigüedad constante en el ir y venir de su pensamiento entre dos realidades en las cuales no logra encajar. En Estados Unidos sea exitoso en su trabajo y perito en el uso de la tecnología de punta, siempre será visto como hispano, de igual manera al regresar a su Bolivia natal a la localidad del Río Fugitivo

(espacio literario) él no logra adaptarse a la realidad de su generación y a la atmósfera de su terruño (nada le agrada ya de sus raíces, sin embargo no las puede obviar). La secuencia del discurso está hilvanada por el deseo de Pedro Zabalaga de descifrar en Bolivia las claves secretas de una novel (Berkeley) escrita por su padre asesinado por las fuerzas represivas del Gobierno de su país natal. Para lo anterior este protagonista revive eventos, visita lugares y personas que él conoció para tratar de recuperar el pasado; revivir hechos ya olvidados, reconstruir sueños, oxigenar ideologías y tradiciones sepultadas son los insumos que de alguna manera interactúan en el vaivén del tiempo y el espacio. El uso adecuado del espacio y el tiempo en la narración es desde mi punto de vista uno de los méritos de esta novela, la sencillez del tránsito del discurso entre los diferentes tiempos y espacios le permiten al texto oxigenar la lectura. La Materia del Deseo es el pretexto que interpone Pedro Zabalaga para huir de una hermosa, dulce, cruel y frenética Ashley (Alumna universitaria y amor inclemente de éste) desde el principio el escritor inicia el juego del enigma por intermedio de los criptogramas que el lector ávido debe resolver para entender el acertijo. Por ejemplo el signo secreto que encontramos en el nombre de la alumna que perturba al maestro universitario: Ash, que significa ceniza en inglés y que unida a la palabra ley, en español significaría la “ley de la ceniza”. En igual manera los crucigramas y/o anagramas tienen un poder democratizador, en un mismo espacio se iguala a hombres y mujeres de ciencia, política, literatura y deporte. Se constituye pues en un reto en sí para todos los lectores y en general. A lo largo de todo el texto encontramos señales que invitan a detenerse y reflexionar para lograr descifrar los mensajes secretos que el narrador va entregando en forma paralela y simultánea a la trama principal de la novela. Esta novela hispanoamericana en alguna medida mantiene un discurso de denuncia por las atrocidades cometidas por los gobiernos dictatoriales que se enraizaron a mediados del siglo pasado; es pues una denuncia que encamina a la formación de la búsqueda de la democracia como modelo de gobierno para nuestras latitudes. En el caso específico de esta novela se refiere constantemente a los atropellos cometidos por la administración de Montenegro (dictador) que se esfuerza por borrar el pasado y que de alguna manera se revierte con la supuesta novela escrita por el padre del protagonista principal de la novela. Los personajes tanto primarios como secundarios de esa novela, buscan desesperadamente una verdad pero fracasan todos en su intento. Casos específicos como el de Carolina que cierra su miniempresa que se dedicaba a recuperar los correos electrónicos escondidos en los recovecos de la computadora; el fracaso de Ashley en la compraventa de acciones a través de Internet y que se ve obligada a huir de

un matrimonio monótono y sin amor. También fracasa René Mérida que trata de librarse del estigma de traidor heredado de su padre. El fracaso de Jaime Villa que no puede borrar su imagen de narcotraficante; el tío David que fracasa en su invento de la radio que le permite captar las voces de los muertos (realmente la vida de éste, es un fracaso). Pedro Zabalaga fracasa en la búsqueda de su padre perdido encontrándolo en donde él menos se lo espera. Para concluir, la narrativa utilizada por Edmundo Paz Soldán en la construcción de la novela La Materia del Deseo, deja en evidencia la intertextualidad. De la cual usa para el entramado que da sustento a la historia que cuenta en un ir y venir de tiempo y espacio, todo ello dentro de diversos marcos de enigmas que le dan forma y vida a un laberinto intangible a primera vista por el lector, pero que hace que el texto en sí tenga la fortaleza y la legitimidad para que su creador se constituya en una de las nuevas voces latinoamericanas más promisorias que escriben desde la plataforma (académica y editorial) de los Estados Unidos de Norteamérica. Lo genial de la estructuración de esta narración, insisto, es la interpolación del binomio tiempo y espacio que permite la interacción de los personajes en un mismo momento aunque esto sea perteneciente a otros tiempos y espacios como es el caso de Norteamérica y Bolivia, la década actual y la de mediados del siglo pasado. De igual manera se presenta la radio que permite escuchar las voces del pasado o la búsqueda en los vericuetos del computador para rescatar los e-mails del pasado. No hay dudas de la capacidad de Paz Soldán para erigirse como nuevo narrador hispano desde Norteamérica. Su producción lo acredita y su estilo le permite la pervivencia en esta época de la posmodernidad donde todo es relativo.


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Noche fría, tejados calientes Juan José Narciso Chúa Columnista Diario La Hora

Para el Sanchi y la Teotonia, con la amistad de siempre

El bus tardó en llegar, se suponía que arribaría al DF a las 9 de la noche, pero se rezagó por distintas circunstancias que únicamente el piloto sabía, al final el grueso de pasajeros que íbamos ahí, únicamente nos quedaba esperar para llegar a nuestro destino. El pasajero de la fila de en medio estaba más ansioso. Era un hombre de 31 años, a quien el pelo se le notaba ya en proceso de caída continua, era alto y de tez morena, él sabía que ese retraso producía mayor inquietud e igualmente hacía más ansioso el momento.

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o había visto a Sanchi desde una década atrás, cuando llegó a su casa para celebrar haber ganado el privado, allá por el año 1981, fue un grato momento estar rodeado de sus compañeros de estudio de la U, pero era aún más simbólica la presencia de Selvin y Sanchi, pues la vida nos había determinado una amistad fraternal imperdible. No olvidaba cuando en esa noche pletórica de copas y alegría pudo compartir con ambos alegremente –como siempre-, chingando -era usual- así como con la irreverencia imperdible de siempre, pero los tres sabían que cada acontecimiento era parte de nuestra vida que ya sumaba años de amistad, pero también implicaba hacerse sentir, decir sin palabras, acá estoy con vos. Esa noche fue maravillosa, él recordaba que su padre estaba feliz, se había preparado para tal acontecimiento y la casa se llenó de amigos de la colonia, de compañeros de la U, de familia –Alfredo, Carlos y Maritza, en primera fila y Byron a la par- y así se configuró un enorme momento de alegría que concluyó hasta el amanecer, cuando con Alfredo –su primo-, se tomaban el último trago, desbordantes de alegría, pero sobradamente borrachos. Mientras tanto el bus parecía no querer llegar, ya estaba en el DF pero se notaba que quería alargar la llegada, quien sabe por qué circunstancias, con lo cual El Gato –así le decían algunos- se inquietaba más, pues podría ser que el Sanchi ya no iba a estar allá por lo tarde del arribo del bus de Cristóbal Colón. Al final dio un giro fuerte y ahí de frente estaba “el paradero sur” de la línea de buses en la cual viajaba. Se detuvo con paciencia exagerada en una estación y los pasajeros empezaron a bajar, cansados y desesperados, que tuvieron que aguantar la abulia de la llegada y el desdén del piloto. Cuando bajó, volteó a ver a diferentes lados, tratando de encontrar a Sanchi, pero no lo veía, cuando escuchó un “chiflido” y el grito respectivo ¡¡¡¡Gato!!!, volteó a ver y ahí estaba su amigo, habían pasado diez años, pero la vida no los había maltratado a ambos, pues se reconocieron de inmediato, sonrientes los dos se fundieron en un enorme abrazo, este acto condensaba la reiteración a su enorme amistad, acercaba de nuevo a ambos viejos amigos y también

expresaba su solidaridad con todo lo que había vivido Sanchi antes de salir al exilio. Mientras tanto, otro amigo de Sanchi, observaba el momento, reconociendo la importancia de ese reencuentro, luego nos presentaron y amablemente los llevó a su carro para conducirnos a la casa. El Distrito Federal, era un viejo conocido del Gato, siempre le pareció una enorme y fraternal ciudad, sólo que ahora era cerca de la media noche y el tráfico había menguado enormemente, con lo cual el trayecto a casa fue rápido y agradable. La casa de Sanchi estaba cerca de la parada del metro de Tacuba, justamente arriba de los llamados almacenes Cartagena, entramos y ahí estaba Teotonia, la esposa de Sanchi, que coincidentemente, el Gato conoció en el INCA, a la par de otras amigas de esos tiempos y luego estudiaron juntos en la Escuela de Comercio, lo cual sumado a la relación conyugal con Sanchi, había acrecentado la relación entre ellos y resultaba otro agradable reencuentro con ella. Inmediatamente Teotonia lo invitó a sentarse y le

sirvió algo de comida, mientras la tertulia empezaba y se iba a prolongar seguramente. Sanchi le dijo que él se había anticipado y había comprado “algunas” cervezas, por lo que la plática se prendió a pesar de lo entrado de la noche y se extendió gratamente. Luego de hablar de la familia y de los hijos, ambos, en aquél tiempo ya tenían hijos, Vilma y Pablo por parte de Sanchi y Teotonia y Sofía Alejandra por parte del Gato, las ocupaciones de cada uno fueron el segundo tema, mientras la libación de la cebada y el lúpulo, proveía un ambiente agradable a la cháchara nocturna. La llegada atropellada de Sanchi al DF era plática obligada y justamente empezó contando que luego de la celebración del privado del Gato, se encontraban en su casa con la Teotonia y Vilma cenando, cuando una llamada interrumpió la plática. Al levantar el teléfono Sanchi escuchó una voz agitada de hombre que decía con prisa pero con claridad: ¡¡¡Tienen que salir ahora de la casa, les van a caer…!!! y colgó. El susto no inmovilizó a Sanchi, sino al contrario, lo impulsó e Pasa a la página 6.


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Viene de la página 5. inmediatamente trasladó el mensaje, prepararon un par de mochilas, arroparon a Vilma y se encaminaron a la puerta, previo a abrir, Sanchi observó por la ventana y vio un vehículo con tres personas adentro. La alarma fue inmediata, “no se puede salir por el frente, debemos buscar otra salida”. Se dirigieron inmediatamente al patio de servicio, Sanchi se subió a la pila, puso otra silla para llegar al techo, se encaramó y pudo ver que los techos ofrecían una mejor alternativa que salir a la calle, para caer en manos del enemigo. Se subió al techo, le dijo a la Teotonia que le pasara a Vilma y le dio la mano para terminar de trepar los tres al techo. Al llegar arriba, sintieron el sereno de la noche golpearlos en la cara y sus cuerpos ya se encontraban estremecidos por el miedo que los embargaba con la noticia, que se incrementó con la visión del vehículo y los tres tipos en él. Sanchi, le dijo a la Teotonia: “vamos hacia allá, indicando el occidente, que implicaba el lado contrario de la puerta de su casa. Al principio, sus pasos fueron precavidos y hasta torpes, pensando en evitar hacer ruido, pero con el miedo en las espaldas se dejaron mover con mayor velocidad. Pasaban cornisas, se agachaban en cables, bajaban techos, dejaban patios, escuchaban a los perros ladrar, pero ya nada los detenía. Si les llamaba la atención el calor que emanaba de las láminas de los techos, pues al agacharse para bajar o bien cuando tropezaban protegiendo a la bebé, podían sentir ese calor agradable que les prodigaban las láminas contrario al frío de la noche y al sudor frío del susto, había que correr por sus vidas. Escucharon un par de increpaciones de vecinos que decían en voz alta: “quién anda ahí”, pero ellos seguían con su paso constante, lo único que lo quebraba era cuando paraban momentáneamente para avizorar hacia dónde dirigirse, pues por las circunstancias de los techos, no se podía seguir en línea recta, sino al contrario, dando rodeos pequeños y a veces largos, que los llevaran al otro lado de la calle. Mientras todo esto pasaba, ellos sentían que sus corazones se salían de sus pechos, sumado al sudor que no paraba de correr por su frente y se sentía su movimiento gélido en la espalda. Ya casi llegaban al otro lado, su respiración era agitada, sus pocas expresiones se reducían a: “cuidado”, “apurate”, “agarrá bien a la nena”, “por allá”, “por

acá”, “subí, yo te empujo”, pero la adrenalina que el miedo les imponía, los impulsaba a llegar hasta el final de la cuadra. Al final llegaron a la orilla. Sanchi le dijo a la Teotonia: “esperame, voy a ver primero”. Ambos se acostaron en las láminas de una casa y nuevamente el calor que prodigaba resultaba placentero en medio del momento tan difícil que vivían. Sanchi acostado en el techo, se acercó sigilosamente hacia la orilla, miró hacia el norte y no había nada, únicamente había unos muchachos debajo de la luz de un poste, pero lejos de donde ellos estaban, volteó al otro lado y no había nadie, ni carros ni gente. Puso su atención hacia abajo y pudo ver que unos centímetros a su derecha, había un balcón que facilitaba la bajada, pero la luz estaba encendida, por lo tanto volteó al otro lado y también había un balcón, pero que mostraba las luces apagadas, por lo que representaba una mejor opción. “Por acá, le dijo a la Teotonia”, señalando a su izquierda. “Dame a la nena, yo bajo primero”, así lo hizo, puso el primer pie en el balcón, se sentía fuerte, movió sus dos manos al frente y se agarró de la cornisa, puso el otro pie en el balcón, un poco más abajo, tomó a la bebé, e inició el descenso con la niña en su brazo izquierdo mientras el brazo derecho se aferraba a la vida y los pies significaban su salida y su futuro. Bajó en tres o cuatro pasos, se paró en la banqueta, mientras la Teotonia, ya venía haciendo la misma rutina, hasta que ambos se pararon en la banqueta, ésta representaba la seguridad de terreno firme. “Para allá” dijo Sanchi apresurado, pero seguro. Se dirigieron a la cuadra que daba al sur de su casa, pero pasaron automáticamente en dirección occidente en la siguiente cuadra donde doblaron y caminaron rápida y temerosamente. Llegaron a la esquina, Sanchi nuevamente, no titubeó, sabía que hacia el norte se encontraba la San Juan y ahí podrían tomar un bus, caminaron hacia ahí, las dos cuadras se hicieron eternas. Cuando llegaron a la San Juan, era todavía un hervidero de gente moviéndose y habían algunos comercios informales abiertos y ofreciendo comida y diferentes cosas, al llegar a la calzada, del lado

occidental venía un bus y un ruletero, rápido Sanchi observó que el bus venía con la luz apagada y con algunas personas a bordo, mientras el ruletero traía las luces encendidas y poca gente. “Al bus”, le dijo la Teotonia, anticipándose, el bus paró inmediatamente, se subieron, pagaron y se sentaron. Ambos se agacharon instintivamente cuando pasaron frente a la cuadra donde estaba la entrada de su casa y donde estaba el vehículo que Sanchi había visto, volteó a ver con cautela y el carro seguía ahí, volvió su vista al frente, respiró hondo, abrazó a la Teotonia y la beba y les dijo: “Nos salvamos”. El bus caminó lentamente esas cuadras, pero al mismo subió varias personas más que les brindaban cobertura, no tenían idea hacia dónde se encaminaba el bus, pero igual siguieron su camino, hasta que preguntaron la ruta y una señora les dijo que iba por el Trébol y se encaminaba a la 18 calle de la zona 1. Luego de caminar varios kilómetros, ambos pudieron sentirse aliviados por la distancia; sin embargo, sus cuerpos temblaban todavía, se abrazaron de nuevo y se pusieron a llorar. Vilma dormía plácidamente. Cuando terminó de contar, el Gato y Sanchi se abrazaron efusivamente, ambos sabían de lo que se trataba ese trance. La vida era otra y seguía su rumbo dijo el Gato, así es vos replicó Sanchi, mientras elevaba su cerveza y decía alegremente ¡salud! ¡por la vida!, replicó el Gato. La tertulia cambió de ambiente y se movió a recuerdos gratos y comunes, a amigos queridos, a viejas amistades, a familiares, a trabajo, estudios y avatares de la vida, la música generaba ese contexto agradable del encuentro de dos hermanos. En ese momento sonaba Tequila Sunrise de The Eagles, una canción que siempre llevó al Gato a la bohemia del amanecer, cuando sonó una bocina, era el taxi que llevaría al Gato al aeropuerto. “Prestame tu ducha” dijo el Gato, “ahí está”, señaló Sanchi, mientras bajaba a pedirle al taxista unos minutos más de espera. La existencia está llena de vericuetos; la memoria se encuentra plena de recovecos, la amistad está llena de anécdotas. Esa es la vida y este es un retazo, un fragmento entre la vida y la muerte.


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EPISTOLARIO

Carta de Susette Gontard a Friedrich Hölderlin

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am-Neckar, 20 de marzo de 1770 – Tubinga, 7 de junio de 1843). Uno de los más grandes poetas líricos alemanes, cuya obra tiende un puente entre las escuelas clásica y romántica. Su poesía, olvidada muchos años, fue redescubierta al principio del siglo XX.

Johann Christian Friedrich Hölderlin (Lauffen-

Estudió teología en la Universidad de Tubinga, pero decidió no seguir la carrera eclesiástica. El poeta alemán Friedrich von Schiller publicó algunos de los primeros versos de Hölderlin en sus periódicos y obtuvo también para él diversos puestos de tutor. Después de un incidente amoroso con la mujer de su mecenas, Susette Gontard, la figura de Diótima en sus poemas y en su novela Hyperion (1797-1799), pasó dos años en Hamburgo donde empezó a desarrollar su característico estilo poético. Después de otro período como tutor,

Hölderlin sufrió en 1802 el primero de los episodios de la enfermedad mental que iba a afligirle hasta su muerte. En 1807, tras algún tiempo en una institución de Tubinga, fue puesto a cargo de un maestro carpintero local llamado Zimmer. Hölderlin pasó el resto de su vida con Zimmer. Tomado del sitio digital h t t p : / / cartasenlanoche.blogspot. com/search/label/*.Cartas%20de%20amor

eternidad y nos unirá más y más”. “...la fe en el amor nos tiene que hacer respetar lo inexplicable”. “El mes que viene volverás probablemente a intentarlo; tal vez puedes enterarte entonces por Hegel de si estoy sola de nuevo”. “Leyendo me he dado cuenta que tú también denominas a tu querido Hiperión novela cuando yo siempre lo he visto como un bello poema”. “...si llegases a introducirte en alguna vía que te diese fama y fuese útil para el mundo, todas mis lágrimas por ti se convertirían en lágrimas de alegría...”. “¿Vendrás? Sin ti el lugar entero está mudo y vacío. ¡Y tengo tanto miedo!: ¿cómo podré volver a encerrar

dentro de mi pecho los sentimientos que palpitan en él con tanta fuerza por tu causa? ¡Si no llegaras a venir!...¡Y si vienes!; también es difícil mantener el equilibrio y no sentir con excesiva viveza. Prométeme que no regresarás más y que te volverás a marchar de aquí con calma, porque si no sé esto, la enorme tensión y la intranquilidad me mantendrán hasta la madrugada a la ventana, y finalmente no nos queda otro remedio que apaciguarnos de nuevo. Por lo tanto, deja que sigamos nuestros caminos con confianza y que nos sigamos sintiendo felices en medio de nuestro dolor y deseemos que éste permanezca con nosotros mucho tiempo, porque en él sentimos con plena fuerza y nobleza. ¡Adiós! ¡Adiós! Te doy mi bendición”.

a carta de Susette Gontard a Friedrich Hölderlin es una de las pocas que se conservan de ella, cuya huella está presente a todo lo largo y ancho de las mejores de las obras de Hölderlin, del que, sin embargo, no se conserva ninguna. Su obligado distanciamiento tuvo, como ya sabemos, efectos devastadores para ambos. Apenas dos años después de haber escrito esta carta, Sussette murió, y el poeta inició un rápido camino hacia la locura; mitificó a su amada como una moderna Diótima, sacerdotisa y maestra del amor, en muchos de sus poemas y en no pocas de las vicisitudes de su Hiperión. Los siglos han pasado, pero este modo de amar, tan característico del romanticismo, nos sigue doliendo todavía...

Entonces me asaltó el deseo de elevar, por medio de palabras escritas para ti, un monumento que fuera imborrable, y que el tiempo, que todo lo cambia, preservase inalterado”. “Ayer tuve que pensar mucho sobre la pasión, la pasión del más excelso amor no puede seguramente encontrar nunca satisfacción sobre esta Tierra. ¡Siéntelo conmigo! Buscarla sería una locura.... ¡Morir juntos!... Pero, silencio, suena a desvarío, y sin embargo es tan cierto...: es esa satisfacción”. “Pero tenemos deberes sagrados con este mundo. No nos queda otra cosa fuera de la más dichosa fe mutua y la creencia en la todopoderosa esencia del amor, que nos guiará invisiblemente toda la


Página 8 / Guatemala, 25 de enero de 2019

Escasa inteligencia visual del TSE Miguel Flores castellanos Doctor en Artes y Letras

El pasado 18 de enero el Tribunal Supremo convocó a elecciones. El acto en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias tuvo como protagonista el emblema de las elecciones generales 2019, enorme de casi el tamaño de la embocadura de la Sala Efraín Recinos. El nuevo emblema de las elecciones generales es un isologo, una fusión del ícono del mundo, de personas y gran cantidad de texto. Estéticamente es pobre.

E

l TSE no ha medido las consecuencias de su uso en los diferentes formatos (tamaños) en que lo aplicará, al reducirlo no se entenderá porque prevalece el icono del orbe y el texto será ilegible. Los medios tonos de las papeletas en la parte inferior del mundo, que quieren simbolizar volcanes, se esfumarán debido al uso de los medios tonos de colores de las papeletas. Los tipos de letras son antiguos, sin seguir las tendencias contemporáneas, de personas acostumbradas a la lectura digital, como la letra Francisco. Simbólicamente alude a lo universal, a algo internacional y no a lo local. Da a entender que la diáspora guatemalteca casi compite con la judía, extendida por todo el orbe. Y hay que tomar en cuenta que aún existen dudas sobre cómo resolver el voto en el exterior. Los iconos de humanos que siendo muy imaginativos podrían ser el voto de las personas, una idea forzada. ¿Y esos colores? El exceso de texto se diluye ante la gran imagen del orbe en azul y verde. Este emblema a todo color tiene un alto costo de impresión, incluso en materiales como plástico. La versión en blanco y negro es mustia. Este isologo de las futuras elecciones es una chambonada. Se perciben órdenes superiores al diseñador, más bien dicho, manejador de programas de diseño. Incluir todas las ideas como las que hay presente en este isologotipo da a entender que quien lo hizo, quiso quedar bien con sus superiores. Falta de síntesis y de creatividad ante todo. Hay tan buenos ejemplos que los señores del TSE han visto en sus últimos viajes, como Chile, Brasil, México, o de los cercanos, El Salvador y Honduras, sin ir muy lejos. El diseño gráfico como disciplina profesional nace en Guatemala en la

Isologos Elecciones Generales.

década de los setentas en la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Rafael Landívar. Anteriormente este trabajo era realizado por dibujantes o artistas visuales que formaban parte de los departamentos de arte de las agencias de publicidad o de grandes imprentas. Alfredo Gálvez Suárez lo fue de la Litografía Byron Zadik, o Moisés Barrios y César Barrios para empresas de publicidad. Era la época en que los textos se levantaban en letras transferibles y luego se fotografiaban para luego pegarse

en cartones. El color se indicaba en capas de papel (las famosas camisas) y se enviaba a la imprenta. Todo eso cambió con las nuevas tecnologías, especialmente con Apple. Los recursos actuales para el diseño gráfico son vastos, pero sigue teniendo preeminencia la idea y la imaginación. Este emblema da una idea del conservadurismo de los señores magistrados y evidencian una falta de síntesis y poca inteligencia visual. Una chambonada.


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