Suplemento Universitario Mayo 2014

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Guatemala, 29 de mayo de 2014, Suplemento Especial de Diario La Hora

La quiebra de valores y principios en la sociedad guatemalteca


“Citas citables”… de nuestros columnistas… ANA CRISTINA BARBIER FIGUEROA (UNIS) cristinabarbierf@gmail.com -Ciencias Jurídicas y Sociales“Es momento que el Estado empiece a encontrar soluciones a los factores que generan la conflictividad social, mediante soluciones concretas y que sean ejecutables”. ANDREA DEL CARMEN TOCK SICAN (URL) tockita@hotmail.com -Ciencias Políticas“La pregunta a mi parecer, no es cómo combatir la pobreza, sino combatir cuál es la enfermedad que la causa”.

Editorial Los resultados de los valores

Cualquier sociedad, debe basar en los valores básicos de sus ciudadanos las prioridades que como comunidad y como Estado obtengan. Es así como se va tejiendo el funcionamiento de la vida en común que permite o condena a los ciudadanos a vivir en prosperidad o sobrevivir en el subdesarrollo. En Guatemala nos hemos acostumbrado a criticar los resultados tan catastróficos por ser nulos, que el país como tal nos otorga en materia de seguridad, transparencia, prestación de servicios básicos y oportunidades de desarrollo como acceso al trabajo, valor al ingenio, el esfuerzo y abrirle las puertas a las nuevas generaciones para forjar un mejor futuro. Y lo que pasa es que los valores de los ciudadanos son, en la mayoría, similares a los de quienes por beneficiarse de la corrupción, la impunidad y el abuso de poder, y la molestia del ciudadano está en no ser ellos los beneficiarios del abuso. Lastimosamente, nos quejamos de la corrupción, pero en la primera oportunidad de ejercer un puesto público se intenta obtener los mismos beneficios que los antecesores han tenido o se busca pagar mordida para reducir responsabilidades. ¿Buscar el bien común? Eso no. Si es sobre las carencias del Estado, se critica que no hay fondos para nada pero se es muchas veces cómplice de las prácticas de corrupción y se hace el mejor esfuerzo para ser el “pilas” que paga menos impuestos y al que el resto envidia. Hay muchas quejas en la seguridad, pero el ciudadano se queda callado ante hechos de violencia que empiezan con la tolerancia en las agresiones domésticas en el seno del hogar sin que nadie diga nada y, menos aún, si fuera el caso de denunciar a un vecino criminal que mata por cobrar la extorsión. La sociedad guatemalteca pareciera que está en la permanente búsqueda del conecte, del atajo, del “pilas” que hace dinero rápido, que no enfrenta responsabilidades y que sin la más mínima observancia al respeto ajeno obtenga sus objetivos. Es por ello que una refundación del Estado tiene que ser por medio de la refundación de los valores. Aquellos que nos hagan entender que el prójimo tiene tanto derecho como el propio; uno que nos haga vivir bajo el régimen de la responsabilidad ante los hechos y nos obligue a la condena por el irrespeto. No esperemos que se refunden los partidos políticos, que se vuelva eficiente la justicia y que seamos un país con riqueza y desarrollo, mientras permitamos que los valores y principios estén colocando al dinero sobre la persona humana. Lo merecemos.

ANGEL RUBÉN CIFUENTES MALDONADO (GALILEO) cifuentesangel@galileo.edu -Administrador de Empresas. Maestría Admón. de Negocios“La falta de educación no permite que se tenga una mejor visión de las cosas, esas zonas de confort en las que se impide poder razonar apropiadamente…”

MARÍA JOSÉ MEJÍA (URL) majomej@hotmail.com -Administración de Empresas“…no se puede dejar de lado la participación activa que debe tener cada uno de los guatemaltecos que desean un cambio, ya que TODOS somos Guatemala y somos los únicos responsables de este país”.

NINETTE ANABELLA VALDEZ DE MARTÍNEZ (UPANAM) ninetella@hotmail.com -Contaduría Pública y Auditoría“La estrategia del país hacia el desarrollo vial tiene como meta garantizar la accesibilidad de todos los núcleos de población a las cabeceras departamentales y sus municipios, incrementando la cobertura de la red vial pavimentada adecuada”. SERGIO ALFREDO MARTÍNEZ COTTO (URL) smartinezcotto@gmail.com -Economía Empresarial“Guatemala puede ser un país donde la felicidad y armonía de vivir en comunidad sea su principal atractivo ante el mundo”. ALEJANDRA OSORIO (UVG) Oso1206@uvg.edu.gt -Comunicación y Letras“Es necesaria la promoción del desarrollo económico para la nación, como también el saber cómo manejarlo. Se deben tomar en cuenta las prioridades que se tienen para estar alerta, pero sin olvidar la visión general”. REGINA SOLÍS (UVG) regis.solis92@gmail.com -Antropología e Historia“Existe una gran cantidad de enclaves étnicos hacia los cuales se deberían dirigir modelos específicos de desarrollo económico y adaptación de la participación política”. CARLOS OSWALDO ANDRADE PAZ (USAC) carlosandrade_paz@hotmail.com -Ciencias políticas. Relaciones Internacionales“Es una batalla titánica corregir el mal proceder de los políticos, sus malas prácticas en esta dinámica están muy arraigadas, pero también están muy mal acostumbrados a que las leyes en Guatemala son sumamente débiles”.

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El discurso de los valores

Vale más el respeto que la admiración Ana Cristina Barbier Figueroa

ANDREA DEL CARMEN TOCK SICAN Universidad Rafael Landívar

Ernesto Laclau y Chantall Mouffe desarrollaron en los años ochenta una teoría social sobre el discurso. El punto de partida de tal teoría es que todo es contingente y que la realidad social se construye discursivamente. Uno de sus argumentos más relevantes es que, hay discursos tan convencionales que los vemos como naturales y que hace que difícilmente veamos alternativas a los mismos. Se convierten, entonces, en discursos sedimentados que ya nadie cuestiona. En el discurso sobre “la quiebra de valores y principios en la sociedad guatemalteca”, ocurre precisamente esto. La pregunta de la que parte este suplemento es “¿Sí o No son importantes los valores y por qué invariablemente deben ser tomados en cuenta?”. Al decir invariablemente se está diciendo que sin importar si la respuesta es afirmativa o negativa, los valores tienen que ser tomados en cuenta. Decir que el mayor problema de la sociedad guatemalteca es la pérdida de los valores, se ha convertido en un tipo de mantra, un discurso tan sedimentado que ni se cuestiona. Muchos repiten esto sin saber de qué hablan cuando hablan de valores. Algunos otros hablan únicamente desde la moral, creyendo que ser moral es la solución a los problemas sociales de Guatemala. La moral son las reglas del juego de una determinada sociedad. La moral de la sociedad guatemalteca es conservadora, intolerante, racista, patriarcal y economicista. Muchas cosas se ven económicamente; es decir, como un intercambio, dar y recibir, recibir y acumular. Quienes escapan a esto, son vistos con escepticismo (en el mejor de los casos) o como algo peligroso (en el peor de los casos). La pérdida de valores no es lo que hace que Guatemala esté mal, sino la sedimentación de un discurso moralista con poca –si no es que nula– apertura a la multiplicidad, a lo diverso, a aceptar otras formas de ser y estar en el mundo. El naturalizar un discurso como este, sin ver su contingencia, no es solo un problema del lenguaje, porque también conlleva actos concretos, que muchas veces oprimen y hacen daño a las personas que dudan de la naturalización, que quieren vivir fuera de ese marco moralista conservador. El ocultar las alternativas deviene en creer que hay una sola forma de pensar, que esa es la correcta y por lo tanto debe ser aceptada por todos. Se vio hace un par de semanas en la Marcha por la Vida y la Familia, en donde se reportó gente que decía cosas como “marcar lo correcto no es ser intolerante” (Nota de Prensa Libre 12 de mayo). Creer que lo uno piensa es lo correcto y querer imponerlo a los demás, eso es lo dañino. Habría, entonces, que empezar por cuestionar la moral de la sociedad guatemalteca. Parafraseando a Krishnamurti, no es sano adaptarse a una sociedad profunda enferma. Dejar de hablar de valores perdidos, en una ridícula añoranza a tiempos supuestamente mejores. Apuntar hacia un altruismo total, respetar al otro y renunciar a cualquier otra intención que no sea la de querer bien y amar. (Boff, 2012). Y recordar que amar no significa controlar, agarrar, ejercer poder sobre el otro, manipularlo o quererlo encuadrar a mi modo de ser, sino acariciar con “una mano revestida de paciencia que toca sin herir y suelta, para permitir la movilidad del ser con el que entramos en contacto” (Restrepo). El amor –abrupto, como en éste texto– escapa del discurso moral, que solo busca reprimirlo y normalizarlo. “El conservadurismo no es absoluto, el amor lo destruye”.

Universidad del Istmo

Hoy por hoy es evidente en Guatemala como en muchas partes del mundo, la ausencia de valores en la vida cotidiana de la sociedad. Es increíble ver cómo se ignora y se ha llegado a la costumbre de una convivencia por medio de leyes que no coinciden con la calidad de seres humanos que debiéramos ser. Tales como la ley del “ojo por ojo, diente por diente” o la famosa “ley del más vivo”, que únicamente buscan la satisfacción y el placer individual a costa de los demás. La sociedad se ha convertido más que en una organización de personas, en una jungla de salvajes que luchan únicamente por lo que desean y lo que les conviene. El individualismo extremo es el invasor que ataca a la sociedad guatemalteca, dejando a un lado la posibilidad de avanzar y progresar como país. Ni siquiera es preciso buscar, basta con ver los claros ejemplos de esta terrible verdad, en el día a día, en las noticias y en las calles. Los diputados aventándose tomates en pleno Congreso de la República, el

incidente de harina o cal con la Vicepresidenta, la falta de obediencia a la ley electoral con la infinidad de publicidad de las campañas políticas anticipadas, el robo de medicinas en hospitales públicos, y así miles de eventos más que hacen más real esta ausencia de valores, en particular del respeto. El respeto según la Real Academia Española es aquel acatamiento que se hace a alguien o a algo que implica consideración, cortesía y atención. Más allá de ser un valor es una actitud, que debería de prevalecer en cada ciudadano y ser notoria en los dirigentes del país en sus actuaciones y decisiones. En Guatemala se necesita que los niños y jóvenes del país que en otras palabras son el futuro de la nación, sepan y tengan ejemplos de respeto no sólo a la ley sino a las personas. Es intolerable que los mismos que deberían marcar el camino a seguir para una sociedad de respeto, sean los que destruyen la posibilidad de la existencia de la misma.

Es preciso generar un cambio y una sociedad de valores, entre ellos el respeto. No se puede hablar de autoridad ni acatamiento de leyes si no existe el respeto. ¿Cómo se quiere exigir una sociedad en paz? ¿Cómo se quiere exigir una Guatemala sin violencia, si al salir de la puerta el mundo se vuelve egocentrista? El respeto es aquel valor que evade lo egoísta, busca no dañarse a sí mismo ni a los demás y por consiguiente no dañar su entorno. Por lo tanto es urgente que este valor se lleve a la práctica en el día a día de todo ciudadano guatemalteco, practicándolo se puede dar un paso más a una sociedad mejor. Cuando los dirigentes del país comprendan que vale más tener el respeto de la población que su admiración va ser el día en que se pueda exigir una Guatemala más justa y que busca el bien común.

La dignidad del ser humano ANGEL RUBÉN CIFUENTES MALDONADO Universidad Galileo

Dignidad es un valor absoluto inherente a la persona desde el momento que nace y es un derecho fundamental, no se puede adquirir con el tiempo, no es un elemento externo, la dignidad es una característica que distingue a la persona. A mediados del siglo XX se produjeron movimientos a nivel internacional en pro de la dignidad y los derechos humanos, de ahí que las Naciones Unidas se pronunciaran al respecto con el Pacto Universal de los Derechos Humanos, en donde se identifica que todos los estados cuentan con aspectos jurídicos que protegen a la población y que se enmarcan en la naturaleza constitucional. La palabra dignidad etimológicamente proviene del latín dignitas, la raíz de esta es dignus que significa Valioso, Grande o Excelente; cada persona es portadora de una calidad y cualidad que los distingue de los demás y es merecedora de cierto trato que lo hace igual a los demás, independientemente de su posición social, posición económica o tipo de trabajo que desempeñe. Podríamos indicar que la dignidad es en algunas ocasiones subjetiva; por ejemplo, para algunas culturas, la práctica del aborto señala falta de dignidad, mientras que otras la defienden como un derecho o el remedio a una vida indigna; otros casos por ejemplo, la mujer iraní, que no puede dejar a la vista el cabello y siempre tiene que tenerlo tapado, o en Afganistán que deben usar una burka, entre otras prohi-

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biciones, representan para nuestra cultura una aberración a la dignidad, mientras que para estos países orientales la indignación en muchos casos sería el permitir que se les desvelara en público. En algunos países se señala como “digna” a la práctica de la eutanasia (para que la persona muera dignamente), los experimentos científicos con personas (como parte de los derechos de libertad de una persona en relación a su salud), la trata de personas, el tráfico y venta de órganos humanos, la esclavitud, niños y niñas forzados a pedir limosna en las calles, y más recientemente, la autorización para comprometer en matrimonio a una niña de nueve años… entendiéndose por “dignidad” todo aquello que puede forzar al hombre o mujer a hacer tareas o cosas sin voluntad, aunque que de por medio exista o no un medio de retribución o pago; y por indigno, lo que nos niegue la libertad de actuar como nuestra cultura lo dicte. La vida del ser humano gira alrededor de un ámbito social y este a la vez establece un orden normativo, económico, político, cultural y religioso que estará al servicio de él mismo, esto le permite a cada hombre cultivar su propia dignidad, ya que este actuará según su conciencia y propia decisión, entre más conscientes más respeto unos con otros, quedando un campo libre de ofensas y humillaciones. Los valores son importantes y deben tomarse en cuenta porque son orientado-

res del comportamiento humano y es el medio propicio para la formación de la persona desde temprana edad, los valores pueden variar mucho dependiendo de las familias, las culturas, las religiones y los individuos, pero de igual forma deben ser observados, ya que son el principio sobre el que se rige el bien colectivo. Podemos concluir que todos los seres humanos somos iguales, ya que todos somos portadores de una dignidad en común, por supuesto que cada uno tiene particularidades o individualidades que lo caracterizan y diferencian de los demás sin importar la condición en la que se encuentren, la dignidad constituye el valor de cada persona, su calidad de ser vivo y racional que lo hace distinguir de lo bueno y lo malo, de no confundir o distorsionarlo por su posición ideológica o filosófica para obtener un provecho personal. La dignidad de la persona es tan especial y particular, que es suprema a cualquier cosa que se le haya otorgado un precio, y esta, representa para todos los seres humanos un valor irrenunciable que no se puede vender o comprar, en otras palabras con el que no se puede negociar.


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¿Será que todos somos iguales? Yo no lo creo… María José Mejía Hernández Universidad Rafael Landívar

Querida Guatemala, todos los días vemos a compatriotas que roban, extorsionan, piden “mordidas”, y demás actos que denigran nuestro título de chapines, ¿será que todos somos iguales? No lo creo, no podemos generalizar, ya que existen en Guatemala quienes creen y practican la honestidad, el respeto, la justicia, la ética, la transparencia y las buenas costumbres. Honestidad. Muchos dirán que es una palabra más de nuestro vocabulario, algo que no existe en Guatemala; otros le darán otro significado, diciendo que es un valor fundamental, un principio de la vida, por el cual debemos regir nuestro actuar. Concuerdo con ellos. Según el Diccionario de la Real Academia Española, ser honesto es: “ser decente, recatado, recto, razonable, justo”. En el ámbito personal, el actuar con honestidad implica ser coherentes entre lo que se piensa, se siente y se hace. Ser honestos es: devolver un billete de Q5 al señor que pasó y se le salió de su bolsillo; también es el haber estudiado lo suficiente para poder resolver, sin copiar, un examen en el colegio y la universidad; de igual forma es, el niño que dice la verdad cuando llega a casa con crayones que no son suyos. Sin embargo, en Guatemala hoy en día, la honestidad es algo difícil de encontrar, muchos guatemaltecos creen que es un valor que ya no existe, porque nos topamos con más casos de personas que no devuelven algo que no es de su propiedad, de estudiantes que copian con tal de pasar la clase pero no aprenden para la vida, los niños que desde pequeños están robando de sus propios compañeros; lo que nos lleva a enfrentarnos, más adelante, con casos más graves de robos, extorsiones y faltas a la propiedad privada de los demás. Además, encontramos casos de mentiras en las más altas esferas de nuestra sociedad, porque en el caso de los políticos, ellos pregonan que harán muchos cambios para nuestro país, pero en realidad cuando llegan al poder no cumplen nada de lo que prometieron. Muchos de estos casos se dan en personas que no les importa el bien común, sino solamente lo que les conviene. El hecho de quedarse con dinero que no es suyo, pagar para poder conseguir un favor, todo esto es deshonesto. La honestidad llevada a la práctica es fundamental para el funcionamiento correcto de una sociedad, empezando por cada uno de sus habitantes. Son ellos los que dan vida a una familia, un vecindario, comunidad y finalmente, a la sociedad y a un país completo. Para poder contar con personas honestas en un país lo primero que cada uno debe hacer es conocerse a sí mismo, con el fin de poder expresar lo que se piensa y se siente de manera asertiva y sin temor de lo que otros piensen; sin perder de vista la verdad, ya que es la única que nos ayudará a cumplir con las promesas y a luchar por lo que queremos de una manera íntegra y sin nada que ocultar.

La necesidad de actualizar y fluir NINETTE ANABELLA VALDEZ DE MARTÍNEZ Universidad Panamericana

Es necesario que al hablar de justicia, entendamos de qué estamos hablando. Por lo tanto se puede decir que la justicia: Es un valor determinado como bien común por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes. Es el conjunto de reglas y normas que establecen un marco adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones. La palabra justicia designó, originalmente, la conformidad de un acto con el derecho positivo, no con un ideal supremo y abstracto de lo justo. La Justicia no es el dar o repartir cosas a la humanidad, sino el saber decidir a quién le pertenece esa cosa por derecho. La Justicia es ética, honradez, equidad y honestidad. Es la voluntad constante de dar a cada uno lo que le corresponde. Es aquel referente de rectitud que gobierna la conducta y nos inculca a respetar los derechos de los demás. Por ejemplo, escuché una radio, donde los locutores mencionaban el tema si los partidos políticos van a retirar la publicidad que se encuentra en las calles, el objetivo

principal era preguntarle al pueblo de Guatemala sobre qué opinaba, en relación a las multas y sanciones. La conclusión del tema anterior es que nuestros futuros gobernantes son los primeros que quebrantan la ley, sin importarles las multas ridículas, por lo tanto ¿Qué se puede esperar de ellos cuando estén en el poder? Lo absurdo no son las multas ridículas, es el quebranto de la ley al hacerlo, porque si tuvieran un poco de respeto por su país, no sería necesario que establezcan multas y sanciones, no les parece. Lo triste es que lamentablemente no tenemos opciones diferentes, siempre son los mismos en el poder. Podemos hablar si es justo que existan millones de niños y mujeres que son abusados, pisoteados, humillados, explotados, secuestrados, asesinados, entre otros, por representantes de dependencias que se suponen que su labor es hacer que se cumpla la justicia, cuantas veces nos informamos que los integrantes de las bandas de asesinos, violadores, secuestradores, extorsionadores son policías, o forman parte de un partido político. Cuántos gobernantes hoy en día están en prisión o son prófugos de la justicia por

dejar las arcas vacías, hospitales sin medicamentos, inválidos o incapacitados sin la pensión que les corresponde. Cuánta mujer está aún en espera del pago de la mensualidad del IGSS, por maternidad y ya el niño tiene tres meses, acaso durante ese tiempo no alimento o vistió, a su bebé. Muchas preguntas como las anteriores nos podemos hacer cada día al ver tanta injusticia y que al día de hoy no tienen una respuesta. Como ciudadana guatemalteca debo soñar y pedir a todos los seres supremos que las cosas cambien, que nuestros gobernantes no sean los mismos, que los principios y valores que inculcamos a nuestros hijos desde la cuna de nuestro hogar, que las instituciones educativas por medio de los expertos en enseñanza, además de cubrir un programa educativo, cubran programas para inculcar valores, tales como ética, honradez, honestidad, sinceridad, equidad, piedad, entre otros, para que en el futuro se pueda hablar de JUSTICIA.

La Transparencia entre lo dicho y lo hecho SERGIO ALFREDO MARTÍNEZ COTTO Universidad Rafael Landívar

La transparencia es un éxito característico de la vida admirable en integridad El tiempo transcurre muchas veces sin avisar que está por presentar los mejores momentos de la vida que hemos estado esperando. Logramos identificar algunos de esos momentos, mientras que otros pasan delante de nuestros ojos. Al pensar en esto, cabe tomar pausa en el instante y preguntarse: ¿Realmente realizamos los proyectos que decimos que vamos a realizar? La respuesta a tal pregunta presenta el desafío constante de lograr un éxito característico de la vida admirablemente íntegra: la transparencia entre lo dicho y lo hecho. La transparencia entre lo dicho y lo hecho denota la práctica de integridad de vida, a partir del ejercicio de valores como puedan ser: la honestidad, la sinceridad, la excelencia, la disciplina, la responsabilidad, la puntualidad. De ahí su importancia para nosotros como sociedad en otorgar el aporte individual respectivo para el logro de la cultura colectiva de valores. Cualquier momento siempre es genial para reflexionar sobre el avance concreto y satisfactorio en las metas propuestas en cualquier área de la vida. ¿Qué tal si reconociendo casi la llegada a la mitad del año 2014, surge un momento significativo para evaluar los planes de vida?

¿Qué tanto más lograríamos con mejorar la transparencia entre lo dicho y lo hecho? De seguro, los resultados serían integralmente sorprendentes, además de que incrementaríamos nuestra incidencia por la cultura de valores que Guatemala y el mundo necesitan. En la coyuntura del país, la transparencia entre lo dicho y lo hecho refiere la garantía con la que los acuerdos de relevancia nacional deben ser cumplidos a partir de un involucramiento interinstitucional efectivo. Guatemala lograría un mejor ritmo hacia el desarrollo, si trabajamos con transparencia, integridad y unidad: el verdadero cumplimiento de los acuerdos, leyes y compromisos internacionales que han compartido una visión de Estado sobre garantizar una vida digna e integra. En tal sentido, ¿Qué estamos haciendo por una mayor participación en la revisión de la transparencia en el cumplimiento de asuntos de relevancia nacional? Como por ejemplo: los Objetivos de Desarrollo del Milenio hacia el 2015, el respeto a las Leyes Laborales, la aprobación del paquete absoluto de Leyes de Transparencia en el Congreso de la República, la coherencia de los Planes de Gobierno con las directrices de acción social y humana establecidas desde la firma de los Acuerdos de Paz. Las acciones hacia la transparencia entre lo dicho y lo hecho, con una visión

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de estado, requieren como punto de partida: la coordinación interinstitucional de resultados tangibles, diálogo efectivo con su seguimiento concreto, sistematización de acciones transversales resultantes de una planificación estratégica a corto, mediano y largo plazo, auditoría social a todos los sectores de la sociedad, firme respeto a la figura de la persona individual, la familia y el Estado, según las garantías pertinentes que refiere la Constitución Política de la República del país. Cumplir con las metas trazadas constituye un requisito elemental en cualquier proyecto de vida basado en integridad. Ghandi dijo una vez que “la diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer bastaría para solucionar la mayoría de los problemas del mundo”. Así que compañeros lectores, les comparto el llamado que como joven llevo en mi corazón y en mi mente: ser la mejor versión de mí mismo, demostrando transparencia entre lo dicho y lo hecho, para compartir una incidencia integral en la sociedad hasta ver delante de mis ojos, una Guatemala y un mundo mejor.


NI CHICHA NI LIMONÁ:

Entre la teoría y la práctica

Regina Solís Universidad del Valle de Guatemala

Alejandra Osorio Universidad del Valle de Guatemala

La moralidad en Guatemala Lo moral es subjetivo, iniciemos con esto. La noción de lo que es “bueno” y “malo” se construye socialmente, no existe la menor duda. Cuando se habla de moralidad se alude a todos aquellos comportamientos que son culturalmente pertinentes en un contexto determinado. La antropología es un intento por comprender esas pautas colectivas de comportamiento y aplicar el relativismo cultural. Ahora bien, en Guatemala se suele hablar de la inminente necesidad de retomar los valores morales que tanta falta hacen para el buen funcionamiento de la sociedad. Sin embargo, si nos cuestionamos la forma en la que se aplican dichos valores en la cotidianidad del país nos percatamos de una cruel realidad: doble moral, hipocresía o como usted quiera llamarle. Sí, es necesario retomar la idea de la dignificación humana en todo sentido. Sí, es necesario reforzar la noción de la libertad, de tolerancia y de amor al prójimo (ojo que el concepto de prójimo desde donde lo vea, incluye a todos y a todas). Pero, ¿Cómo es posible hacer esto si miles de personas se movilizan y protestan para promover la vida, y nadie

se levanta y manifiesta pública y colectivamente para condenar violaciones de unas niñas de 8 años en Chiquimula? Doble moral. ¿Cómo es posible promover los valores morales si dentro de universidades privadas se promueve la obstrucción de la ley y el ocultamiento de la verdad respecto al asesinato de estudiantes? Doble moral. ¿Cómo es posible hablar sobre Guatemala y su necesidad de respetar la vida negando el derecho al aborto, pero intentando invisibilizar crímenes genocidas en contra de poblaciones enteras? Doble moral. ¿Por qué no nos indignamos ante eso? Para poder hablar de “valores morales en Guatemala” es necesario comprender a qué se le da importancia en el país, y las actitudes de nosotros y nosotras como ciudadanos y de nuestros gobernantes demuestran que valoramos la indiferencia y el silencio. Bajo esa lógica, no es la falta de moralidad la que causa las problemáticas sociales en la nación, es básicamente la forma en la que hemos ido construyendo dicha moralidad, porque eso determina qué es lo “normal” y lo “aceptable” en nuestra sociedad. Y en un país como Guatemala que tiene un promedio de

17 muertes violentas al día (según informes del GAM para 2013) parecería ser que la impunidad y la violencia se han naturalizado y constituyen lo “normal” (palabra que, curiosamente, puede reacomodar sus letras y construir moral, con una /n/ de más que pienso hace referencia a la negación). Más que hablar de moralidad y valores que, aceptémoslo, generalmente se expresan en un tono conservador, sería bueno que nos enfocáramos en difundir el conocimiento de los/as demás. Sus necesidades, anhelos, experiencias. Si comprendo a ese otro/a no le juzgo y le comprendo, por ende, le respeto. No se habla de valores, se practican. ¿Acaso no es conocimiento común que la mejor forma de enseñanza es el ejemplo? ¡Ay! Las cosas que enseña el Legislativo. ¡Ay! Las cosas que enseñan las universidades. Es desgastante esa doble moral, el discurso y la acción; como bien dijo Víctor Jara “no son chicha ni limoná”.

El quiebre de este valor desemboca en traición… Carlos Andrade Paz Universidad de San Carlos de Guatemala

La lealtad es un valor humano que exalta la fidelidad o el compromiso hacia una causa objetiva, por medio de la lealtad se defiende en lo que se cree. Para un individuo es una devoción consciente hacia la prudencia, el respeto, la amistad y la confianza. La lealtad nos impulsa a hacer aquello a lo que nos hemos comprometido aún en circunstancias cambiantes. El quiebre de este valor desemboca en la traición. Me viene a la mente a quien considero un paradigma de lealtad, Mahatma Gandhi, porque la lealtad la tuvo primero para con él mismo, ya que fue consciente de que su mensaje era su acción y su ejemplo, nunca declinó. Segundo, por medio de esta virtud construyó un compromiso de vida hacia los demás, él pensó en Paz para que la India se librara de las cadenas imperialistas, siguió su ideología y edificó “el credo de la no violencia”. La lealtad es un valor moral, por ello

mismo debe de regir la conducta de la mujer y del hombre, sea en el hogar, en el ámbito social, empresarial o político. Pero la desvalorización de la lealtad ha echado raíces y ha causado en la sociedad guatemalteca un escenario de desconfianza, falsedad y engaño. Por ejemplo en ejercicio político, es una mala práctica cotidiana el que muchas personas falten su lealtad hacia el partido político con quien ganó las elecciones y lo ubicó en un cargo público y luego cambien de agrupación política, lo cual solamente demuestra una persecución de intereses personales, olvidando la causa objetiva de su compromiso de aspirar a ser un servidor público y velar por el bienestar común. Tampoco existe la fidelidad hacia la ideología que se pregona o el compromiso de cumplir los sueños vendidos a muchos electores y se percibe la falta de lealtad hacia las instituciones. La lealtad se

debe de imponer como valor en la práctica de una democracia. La lealtad la construimos cada uno de nosotros, no declinando en nuestros objetivos, no faltando a nuestros compromisos ni a las personas que depositan en nosotros la confianza para llevar a cabo alguna encomienda, es poder ser fiel a nuestros amigos y ser fiel a nuestro país, respetando sus leyes y honrando su institucionalidad. La lealtad no se debe de ignorar, no debe desaparecer de nuestras prácticas cotidianas, es importante que en Guatemala se reconstruyan los valores que se han perdido para propiciar una armonía social. “El sabio no considera el oro y el jade como preciosos tesoros, sino la lealtad y la buena fe”. – Confucio.

La columna vertebral ha sido utilizada en numerosas ocasiones como metáfora, intentando presentar un ejemplo de un eje central o base. Esta unión de pequeñas vértebras tiene como función mantener el tronco erguido y ser un punto de anclaje para músculos y órganos, por mencionar algunas labores. Extrapolándolo a la sociedad guatemalteca, se tiende a encontrar con la siguiente interrogante: ¿Cuál es nuestra columna vertebral? Cuáles son aquellos elementos que nos permiten mantenernos erguidos y avanzar en línea recta. A qué se deben anclar los comportamientos e interacciones intrapersonales que se dan en el día a día. La respuesta pareciera ser simple: a las buenas costumbres. Estas en sí, son formas y maneras de comportamiento de las personas en cualquier escenario del día a día en sociedad. Se basan en los derechos, con la simple finalidad de mantener una convivencia pacífica y armoniosa. Es por esta misma razón que considero que las buenas costumbres deberían ser la columna vertebral de nuestra sociedad. Con estos elementos básicos se puede asegurar una sana convivencia. Saludar, agradecer, pedir permiso, disculparse, entre otros. Parecieran ser cosas hasta sencillas, que todas las personas conocen. Pero no es así, una cosa es la teoría y otra es la práctica. Simplemente caminen por cualquier calle, sin importar la zona y la hora. ¿Cuántas personas les saludarán? O, ¿cuántos se disculparán si accidentalmente los golpean al pasar? ¿Qué pasaría si alguien en estos momentos escribiera un cuadro costumbrista, al estilo de Pepe Milla, sobre el cómo es el vivir diario en Guatemala? ¿Cómo sería? Las buenas costumbres parecieran estar olvidadas a un lado, en la guantera del carro o en la mochila. Se conocen pero no se viven en una totalidad. Es que estos elementos primordiales para la convivencia del día a día son algo que no se limita únicamente a un aspecto de la vida. Sino que son multifacéticos. ¿Cuándo fue la última vez que dio vía a un conductor que esperaba? O, ¿cuándo le cedió su asiento a alguna persona en la camioneta? Las buenas costumbres son parte de la vida en la calle, en el tráfico, en la oficina y/o universidad. Son elementos que no se deberían encender y apagar como una lámpara de mesa. Pero lastimosamente eso tiende a suceder. Las buenas costumbres son un conjunto de comportamientos propios de una comunidad, época y espacio geográfico. Estas son importantes porque tienen la función de orientar las relaciones interpersonales. Si nosotros vivimos día a día en esta sociedad guatemalteca actual nos debería importar mantener costumbres que hagan mejor esa convivencia. Somos nosotros, nadie más, los que están inmersos en una sociedad violenta. No existe la posibilidad que alguien ajeno venga con una cura milagrosa para acabar con los problemas de la noche a la mañana. Como ciudadanos, como personas, somos nosotros quienes podemos cambiar la realidad con elementos básicos que vayan mejorando la convivencia. Ya sea practicándolos o enseñándolos a través del ejemplo, las buenas costumbres se deben mantener vivas en cada momento. Debemos crear y promover una convivencia armoniosa, aportando un poco, para realmente generar un enorme cambio. No importa que éste sea solo en el metro cuadrado en el que se vive, porque elementos como estos se propagan. Porque son una chispa, que solo espera ser encendida.

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