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INDICE INTRODUCCIÓN PRIMERA PARTE - OCIO ¡Contrólame esos libros!...................................................................... 5 Arte en la piel. Entrevista a tres tatuadoras...................................... 6 SEGUNDA PARTE - ESTÍLO La moda como arte, el arte como moda....................................... 10 Recuerdos imborrables.......................................................................12 Ya no me controlas, liberate del propio cabello.............................15 Las niñas bonitas no pagan dinero....................................................17 TERCER PARTE - AMOR Y SEXO 50 sombras de Gray........................................................................... 20 Los demonios del sexo........................................................................22 Secretos emocionales: La filofobia ...................................................23 Hola, ¿Estás solo?.................................................................................25 CUARTA PARTE - CUERPO Y MENTE ¿Qué es la empatía.............................................................................28 Los demonios del sexo........................................................................30
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INTRODUCCIÓN ¿Eres una de esas chicas que no salen en las revistas? ¿Estás harta de que te digan qué llevar, qué escuchar, qué pensar? Que no te digan cómo ser chica. Somos chicas como tú, que un día se cansaron de criticar a las revistas femeninas (su falta de respuestas, sus modelos de cuerpos imposibles, su obsesión con que estemos siempre perfectas, sus temas insípidos...) y decidieron hacer algo al respecto. Somos una alternativa a esas revistas. Creemos que las chicas no somos como nos pintan, y por eso queremos aportar una imagen real de la mujer y demostrar que no a todas nos gustan las mismas cosas. Pero, sobre todo, queremos haceros felices y fuertes con nuestros contenidos, no deprimiros diciéndoos lo imperfectas que sois. Somos diseñadoras, psicólogas, fotógrafas, educadoras sociales, documentalistas, blogueras, DJs, lectoras, deportistas, cinéfilas, escritoras, viajeras, artistas. No somos editoras, no somos profesionales de las publicaciones femeninas, ni buscamos beneficio económico. Solo queremos ofrecer algo diferente, que creéis una comunidad y que os divirtáis por el camino.
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ocio
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¡CONTRÓLAME ESOS LIBROS! En este mes de comienzo de ciclo, les dejamos unas recomendaciones para que tengas vuestras lecturas bajo control. Título: Un mundo feliz Autora: Aldous Huxley Editorial: Debolsillo Precio: 0 € en tu biblioteca habitual
Un buen libro para los amantes de la ciencia ficción y para todos aquellos con inquietudes.
Hemos hablado ya en Proyecto Kahlo de muchos de los libros llamados distopías (sociedad utópica indeseable) donde a menudo nos encontramos con gobiernos totalitarios aparentemente abiertos pero que en realidad ejecutan un férreo control de sus ciudadanos. Imaginativas son, a su vez, esas tácticas de control que los grandes escritores del género (George Orwell o Ray Bradbury, que ya hemos reseñado en meses anteriores) han plasmado en sus obras y que, a la postre, han resultado tristemente muy cercanas a la realidad (consultar a Noam Chomsky y su Tesis de la manipulación mediática).
Título: Pyongyang Autora: Guy Delisle Editorial: Astiberri Precio: 18€ (0 € en tu biblioteca habitual)
En el caso de Un mundo feliz, el control se consuma a través de la genética y la hipnopedia (aprendizaje a través del sueño). Es esta una sociedad muy avanzada tecnológicamente donde se ha erradicado el hambre y la pobreza y donde, teóricamente, nadie se siente desgraciado (la soma, droga proporcionada por el gobierno, es de gran ayuda), sin embargo, aun así, Bernard Marx se siente desdichado, inconformista, con dudas. Y esa duda le hará buscar respuestas. Un mundo feliz da una visión irónica de la sociedad, de risas enlatadas y artificiales que hacen la vida más fácil, menos humana. Sorprende que el libro, escrito por Aldous Huxley en 1932 sea tan magníficamente profético en cuestiones tan en pañales en esa época como la genética o los depresivos.
Hablar de Corea del Norte es hablar de un país donde el control es su forma de ser, donde cada minuto del día de sus habitantes está controlado por un gobierno totalitario que parece mentira que logre sobrevivir en pleno siglo XXI. Por eso, este ¿cómic? ¿novela gráfica? (nunca he tenido demasiado claro cuál es cuál o si simplemente es un eufemismo de cómic para aquellos que no quieran admitir que los leen) resulta extraño y único a la vez. Delisle nos narra los meses que vivió en Pyongyang trabajando para una productora de animación gracias a una colaboración. Algo todavía más raro. De hecho, en un país como éste, donde cualquier tipo de intrusión extranjera o contacto con el exterior se castiga con la pena de muerte, donde escapar del control del estado aunque sea para llamar por teléfono a la familia, resulta inimaginable pero a la vez esperanzador. Pyonyang nos habla del día a día del autor en una ciudad absolutamente cerrada y de lo difícil que es, incluso, meter un libro. O donde todos los habitantes tienen todo su tiempo estructurado, de manera que cuando no trabajan, deben dedicarse, por ejemplo, a tareas tan absurdas como barrer las carreteras!!!!!!! Laura
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ARTE EN LA PIEL. ENTREVISTA A TRES TATUADORAS Para algunas personas los tatuajes son meros dibujos, para otras, su vida. Mónica ha entrevistado a tres mujeres tatuadoras, valientes y rompedoras. Este mes hablamos con Bárbara Rebel y Sezuki. Tatuadoras. Mujeres que utilizan los cuerpos (nuestros cuerpos, sus propios cuerpos) como lienzo para expresar su creatividad. Son las suyas, obras que te acompañan durante toda la vida y, por ello, nunca puedes olvidarlas. Dialogamos con tres tatuadoras de partes diferentes del mundo: Bárbara Rebel, de Zaragoza; Sezuki, japonesa afincada actualmente en Bremen (Alemania); y La Gueuse, bretona adoptada por Burdeos (Francia). Tengo el inmenso honor de llevar a estas tres enormes mujeres siempre conmigo, bajo mi piel. En esta primera parte, tengo el placer de presentaros lo que tienen que contarnos sobre el mundo del tatuaje Bárbara Rebel y Sezuki. El mes que viene, exploraremos la concepción feminista del mundo del tatuaje de La Gueuse.
* Ilustración: Isa
¿Cómo y cuándo te iniciaste en el tatuaje? Como lo personal es político, te hago esta pregunta: ¿cómo fue acogida tu decisión por tu familia y amistades?
BÁRBARA REBEL: Definitivamente por los chicles con pegatina de tattoo y dibujar, desde pequeña. Además de ver documentales del mundo del tatuaje, comprarme muchos libros, informarme… me vi impulsada a comprarme mi primera máquina de tatuar en mayo del 2012, pero hasta finales de septiembre de ese año, no empecé con mi primer autotattoo. La verdad es que me daba miedo empezar, ya que me daba mucho respeto sólo mirarla. Por suerte, tengo una gran familia y grandísimxs amigxs. Todxs me apoyaron, la verdad es que no les resultó nada raro, y eso me ayudó muchísimo. SEZUKI: Me uní a la familia del tatuaje japonesa a los 24 años, hace 18. En ese momento, tatuar era sólo para personas raras o especiales. Japón ha anunciado dos veces que iba a prohibir tatuar; así que no estaba abierto a la gente normal, como más tarde.
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No se lo pude decir a mi familia, porque unirse a la familia del tatuaje no es lo mismo que convertirse en tatuadora; para ellos era como unirse a la familia de los Yakuza. Además, soy mujer. Japón es aún un país regido por el poder masculino, y era una locura que una mujer se uniera a la familia. Mi maestro se preocupaba por mí, porque los hombres no querían tatuajes hechos por tatuadoras. Pero tuve suerte… porque tocaba música, ¡y muchos de mis amigos querían mis tatuajes! Además, no me comporto como una chica; crecí con mi hermano y sus amigos, así que es fácil para mí estar entre hombres. ¿Crees que es un mundo muy masculino? ¿Es fácil ser mujer y tatuadora? ¿Crees que el trabajo de las tatuadoras está igual valorado, tanto por la sociedad, como dentro del mundo del tatuaje? BÁRBARA REBEL: Desgraciadamente sí, es muy masculino. Sobre todo si echamos la vista atrás, era prácticamente un trabajo masculino -con alguna excepción-; ahora, por suerte, cada vez hay más tatuadoras. Además, las revistas de tatuaje siempre llevan en la portada fotos con chicas tatuadas en bikini y pin-ups.
SEZUKI: Depende del país. Japón es un mundo muy masculino, pero tuve un maestro genial que nunca me vio como una chica, sino como una persona. Además, el japonés es muy diferente: los hombres hablan lenguaje masculino y las mujeres, femenino. Pero en la familia del tatuaje usamos un lenguaje muy formal y neutral. Por ejemplo, para decir “yo” los hombres dicen “ore” o “boku” y las mujeres “atashi” o “watashi”; pero en la familia del tatuaje decimos “jibun”, que es masculino y femenino. Para mí, el mundo del tatuaje no es un sistema con jefes, más bien con capitanes de barco. He trabajado en muchas tiendas y casi siempre el/la dueñx también tatúa. Trabajamos libremente en todo el mundo, y así podemos conectar. Ahora el negocio del tatuaje está cambiando: se hacen grandes y entran hombres de negocios que convierten las tiendas en peluquerías. Está bien, pero no es mi estilo.
Me he planteado muchas veces si es fácil ser mujer y tatuadora. La verdad es que siempre me he visto apoyada por mis círculos; y creo que lo fácil o difícil que lo puedas tener depende de los resultados de tu trabajo, no de tu género. Pero esta sociedad es machista y, personalmente, sí que he tenido algún comentario; o, por ejemplo, en una entrevista de trabajo para una tienda, me cogieron claramente porque era mujer, y me lo dieron a entender desde el primer momento. Por supuesto, no volví para iniciar los contratos. Yo sí que creo que en el mundo del tatuaje el trabajo de las tatuadoras está igual valorado, porque al final lo que vale es el tatuaje realizado, el talento del artista, indiferentemente de qué raza o género venga. Pero en esta sociedad, sí que hay discriminación positiva hacia el trabajo de la mujer en general, también en el mundo del tatuaje.
* Ilustración: Isa
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¿Crees que el cuerpo de las mujeres tatuadas está considerado de forma diferente al de los hombres tatuados por no cumplir con los estereotipos de belleza femenina? BÁRBARA REBEL: Rotundamente sí. Muchas veces cuando tatúo a mujeres, me dicen que les gustaría hacerse un tatuaje más grande en otra zona del cuerpo más visible, pero que no se lo hacen porque no les gustan las chicas con muchos o grandes tatuajes, pero que en chicos sí. Y cuando tatúo a hombres, también me dicen que las mujeres muy tatuadas no les gustan porque se ve muy vasto. Desgraciadamente, los estereotipos y la cosificación de las mujeres siguen marcando la sociedad machista. SEZUKI: Los motivos que tiene el estilo japonés son básicos, así que no hay diferencia entre mujeres y hombres.
BÁRBARA REBEL: La mujer ciervo y Liz Clements. SEZUKI: Tove Jansson y Taeko Tomiyama. Por último, ¿qué consejos darías a las mujeres que se estén planteando empezar a tatuar? BÁRBARA RÉBEL: Que el mundo es para las valientes. Que no lo duden, ya que es muy satisfactorio. El mundo del tatuaje te acompañará siempre. Vayas a donde vayas, todo lo que veas o sientas lo querrás expresar en tatuajes. Que aunque parezca un mundo hostil, te encuentras a buenísima gente en el camino que te ayuda incondicionalmente, como David Titi. que siempre está ahí para echarme una mano con las máquinas. SEZUKI: El tatuaje es la parte más importante de mi vida. Nunca le digo a nadie: “¡Bienvenidx al mundo del tatuaje!”, porque no es un trabajo a tiempo parcial o un negocio aparte.
¿Admiras el trabajo de otras tatuadoras? ¿Nos recomiendas alguna? BÁRBARA REBEL: Por supuesto. Tenemos a Thirtink para realismo, Débora Cherrys para new tradicional, Cassandra Frances para new tradicional, Suflanda para grabados, Anna Enola para blancos y negros new tradicional, La Dolores Tattoo para tradicional y surrealista y, Lisa Orth para líneas perfectas. SEZUKI: Horinami, de Japón. Aprendí mucho sobre su vida. Ha tatuado durante muchos años, y entre los tatuados hay muchos Yakuza, que es un mundo de poder muy masculino pero la respetan porque es muy trabajadora y hace buenos trabajos para ellos. Además, perdió a una hija que tendría ahora la misma edad que yo. Me dijo: “Eres mi hija” y me trató muy bien. Es muy fuerte, no está siempre triste por su tragedia, ¡no es una drama queen! ¿Qué otras artistas (ilustradoras, pintoras, fotógrafas, escultoras, etc.) influyen en tu trabajo?
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ESTILO
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EL ARTE COMO MODA, LA MODA COMO ARTE Es probable que alguna vez, mirando algún desfile de moda nos hayamos hecho la pregunta “pero eso, ¿cómo se usa?” o ”¿quién puede salir a la calle con eso puesto?”. Esa incertidumbre es el punto de partida para nuestro artículo de hoy, esa delgada línea entre lo que en la moda se funda y se confunde con arte, o mismo, el arte que se transforma en moda. La moda es una expresión más de la cultura y ¡qué fuerza que ha logrado la misma en el siglo XX! Desde entonces, ha ido construyendo lazos cada vez más profundos con el arte, dejando atrás la mera funcionalidad de la prenda como “vestimenta” para confluir en una simbiosis más y más indisoluble con el trabajo artístico. En este sentido, muchos diseñadores de moda del siglo XX y XXI han sabido comprender que la moda no es solamente una tendencia, sino que puede transformarse en una vidriera de pasiones, emociones y deseos. El uso de colores, texturas, telas y apliques es en cada diseñador, un hecho formidable, particular y único, que hace que esa prenda trascienda los límites de la funcionalidad y se convierta en una real obra de arte moderna y viviente. Entre aquellos diseñadores que entran en esta categoría podemos mencionar al gigantesco pero un tanto desconocido Issey Miyake. Este japonés nacido en Hiroshima en 1938 desarrolló una interesantísima carrera en la cual la experimentación con los pliegues y las telas volátiles tuvo gran importancia. Sus prendas increíbles, y muchas veces casi imposibles de llevar, son consideradas por muchos como verdaderas piezas artísticas en las que los colores, la movilidad, las formas y texturas se combinan de un modo nunca visto. Su trabajo caracterizó a las décadas del ’70 y del ’80 y le permitió también ser contratado como diseñador de obras teatrales y ballets. Eventos en los cuales la ductilidad y el dinamismo de sus telas eran parte esencial de la puesta en escena. * Ilustración: Carmen Navarro
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Otro importante exponente de la unión entre moda y arte fue la diseñadora y creativa italiana Elsa Schiaparelli que tuvo sus años de furor en la década de 1930. Vanguardista como ella sola; por el solo hecho de ser mujer era revolucionaria en un mundo usualmente dominado por hombres. Sus vínculos con artistas plásticos como Dalí inspiraron y colaboraron en algunos de sus diseños, que la transformaron en una artista compleja que muchas veces era infravalorada pero que con el tiempo logró establecer un estilo personal, llamativo y surrealista. Sombreros con forma de zapatos, vestidos con impresionantes dibujos de langostas o colecciones enteras para mujer inspiradas en la vestimenta de los toreros son sólo alguno de los ejemplos.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar al majestuoso diseñador francés Jean Paul Gaultier, que destacó en los años ’80 y que se asoció muy directamente con otra rama del arte: la música. Vestuarista de Madonna y creador del particular estilo que la diva impuso en esos años, Jean Paul se distinguió en las pasarelas desde el comienzo de su carrera como un artista innovador, atrevido y rebelde que no se podía encuadrar en los cánones de la moda tradicional y clásica. Sus creaciones supieron ser instalaciones artísticas en las cuales la modelo se perdía por completo. Además este diseñador incorporó a sus colecciones materiales raramente utilizados como plástico, metal, aluminio y telas que simularan efectos visuales mucho más complejos. Claro que… ¿quién podía llevar eso en la calle?
La búsqueda de estos y muchos otros artistas por crear reales obras de arte es lo que los hizo diferentes en un mundo de tendencias, copias y más repeticiones. Su trabajo y su labor por hacer de la moda un mundo de sensaciones, experiencias nuevas y miles de colores es la razón por la cual decimos que la moda es definitivamente, todo un arte
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RECUERDOS IMBORRABLES Aprende a hacer un cuaderno de viaje y llévatelo a esa gran aventura que tienes Los viajes son (casi) siempre una experiencia maravillosa, conocemos otros pueblos, países, personas, culturas… conocemos nuestro interior y descubrimos cosas que no sabíamos que existían. Los viajes se quedan grabados en nuestra piel y en nuestra mente y llenan nuestro baúl de los recuerdos de momentos inolvidables. Hoy en día podemos guardar todas esas vivencias en forma de fotos y vídeos, pero mi forma favorita de rememorar un viaje es releer mis propias notas, recuperar los mapas que garabateé para no perderme, la servilleta de aquel bar que me encantó… por eso me encantan los cuadernos de viaje. Que me perdonen los fetichistas pero prefiero los cuadernos artesanos a los Moleskine, son mucho más personales y puedes adaptarlos a tus gustos y necesidades. Para contagiaros mi pasión os voy a mostrar lo sencillo que es hacer vuestro propio cuaderno con encuadernación japonesa y, una vez que empecéis, no podréis parar… Estos son los materiales que necesitáis: Folios Cartulina Algún papel bonito que como portada cuaderno Cordón, lana algodón Aguja lanera Pegamento Perforadora Cutter
o recorte os guste de vuestro o hilo de
Lo primero es decidir el tamaño que queremos que tenga el cuaderno. En mi caso he elegido A5, pero podéis hacerlo con las medidas que queráis teniendo en cuenta que vais a necesitar un buen margen para la costura. En el caso del A5, solo tenéis que doblar los folios por la mitad; si el tamaño es distinto -o queréis hacerlo en horizontal como yo- tendréis que cortarlos con la ayuda de un cutter o una guillotina. Una vez que tengamos las páginas del cuaderno tenemos que elegir la portada y la contraportada y cortarlas al mismo tamaño. En la encuadernación japonesa, se realiza un proceso algo complejo en el caso de usar portadas duras; si queremos evitar este extra de trabajo, debemos elegir papel o cartulina de poco gramaje que nos permita doblar la portada sin problemas. La contraportada debería tener más consistencia para que el cuaderno tenga cuerpo; no obstante, puedes
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usar el mismo material que uses para la portada. En este punto, y antes de unirlo todo, podemos añadir ‘extras’ a nuestro cuaderno. Yo he optado por colocar un sobre en la parte trasera, que me servirá para guardar tickets y recortes que no quiero perder. El procedimiento es muy sencillo, ya que puedes usar un sobre que tenga el tamaño adecuado o fabricarlo con el mismo papel que uses para el interior. Una vez que tengamos el sobre lo pegamos a la contraportada por la cara de dentro. También podemos usar cartulinas para las páginas, en el caso de que queramos usar el cuaderno como álbum, o utilizar distintos colores o papeles diferentes, añadir separadores… Aprovechad este momento para pensar cualquier cambio que queráis hacer, ¡dad rienda suelta a la imaginación! A continuación toca decidir qué tipo de cosido vamos a hacer, yo os muestro un esquema de Asa-no-ha toji, pero en libros y webs especializadas podéis encontrar otros modelos. Para hacer los agujeros lo mejor es una perforadora, aunque, dependiendo del material que empleéis, podéis usar un sacabocados o un punzón. Una vez hayamos decidido dónde irán los agujeros, los marcamos en la contraportada, agujereamos y la usamos como patrón para el resto de hojas.
¡Y ya solo falta coser! Aquí es muy importante que sigáis los pasos detalladamente para no equivocaros y que no os sobren puntos. El secreto para obtener un buen resultado es apretar bien cada puntada que deis, pero no demasiado, porque quedaría arrugado. La costura comienza en el centro del cuaderno, introduciendo la aguja entre las hojas y sacando el hilo hacia afuera por la parte de la contraportada, así vamos uniendo según indican las flechas (las azules indican una puntada por detrás y las verdes por delante).
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Cuando lleguéis al último punto, tendréis que hacer un nudo sobre el último agujero, después introduciremos la aguja por última vez en ese mismo agujero y tiraremos para que el nudo quede oculto. Una vez que hayáis cortado ese último hilo, el cuaderno está listo. Ahora es vuestra misión llenarlo de historias para recordar
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¡YA NO ME CONTROLAS! LIBERARSE EN EL PROPIO CABELLO Si bien las mujeres hemos ganado muchas batallas a lo largo de la historia, la del cabello libre, colorido y suelto es una de las últimas conquistas. Hace mucho tiempo que me interesa la historia de la moda y el contexto social o histórico en el que surge. Siempre entendí que cada época representaba un estilo o ideal de mujer particular, diferente al resto. Sin embargo, no fue hasta hace poco que me dí cuenta de un detalle que no cambió desde la época antigua hasta hoy: el control que la mujer ha sufrido sobre su propio cabello. Cinco mil años de historia y hace sólo cuarenta años que las mujeres podemos elegir llevar el cabello suelto y largo. ¿Por qué fue esto así? A través de la historia y del dominio que el hombre y que la sociedad han tenido sobre la mujer, su cuerpo y su mente son ineludibles. Lo vemos en pinturas, * Ilustración: Inés lo notamos en esculturas, lo leemos en novelas, lo observamos en publicidades. Una de las maneras más duraderas a través de las cuales la mujer ha perdido su libertad natural de vestirse, verse y llevar lo que quiera, fue el cabello. Resulta increíble e impresionante ver qué nivel de control se ha ejercido sobre esta parte del cuerpo femenino pretendiendo así cambiar la identidad y la particularidad histórica del género. Durante la antigüedad, las mujeres que vivieron en las civilizaciones consideradas cuna de Occidente, Grecia y Roma, debían acostumbrarse a llevar el pelo recogido. No había opción, no era una cuestión de moda. Sobre el cabello de la mujer se aplicaban valores morales y éticos, normalmente relacionados con lo religioso. Estos valores establecían que una mujer para ser elegante, respetable y correcta nunca podía soltarse el cabello en público. ¿A qué se debía esta imposición? Muy simple, eran las mujeres que se dedicaban a la prostitución las que recurrían al cabello largo y ondeante para seducir y provocar en los hombres las más impuras e irrefrenables pasiones. Claro, el deseo masculino también resultaba ser culpa de la mujer. Una sociedad antigua que tal vez se diferenció de esta imposición fue Creta. Nacida en una isla perdida en el medio del mar Mediterráneo, la civilización cretense desarrolló desde siempre caracteres únicos. Uno de ellos fue el lugar que la mujer tuvo en la sociedad (siendo entendida como la que poseía el poder de la vida o la muerte) y desde allí, la libertad con la que las mujeres llevaban su cuerpo, con los senos al aire y con el cabello largo, enrulado y suelto. Estas mujeres,
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libres, emocionales, naturales, diosas de la vida, eran para la civilización occidental representantes puras del desenfreno, la desmesura, la locura y la irracionalidad. Esta situación se reprodujo, también, en la Edad Media, una de las épocas más moralmente controladoras y autoritarias sobre la mujer. Muchas veces, las mujeres medievales de cabello suelto eran entendidas como brujas y quemadas en hogueras. Cuando los conquistadores europeos llegaron a América, se sintieron deslumbrados por la belleza natural de las mujeres indígenas que vestían nada más que su propia piel y llevaban su cabello cobrizo y sedoso hasta las rodillas. Esa belleza que no conocían se oponía a la de mujeres que cruzando el océano se ataviaban de corsets, telas pesadas, joyas y apliques capilares artificiales. La mujer de América era libre, estaba en contacto con sus sentimientos más puros y representaba esa libertad en su propio cabello. Pero el control cultural, social, ideológico, histórico que la mujer sufrió sobre su pelo no terminó allí. En un viaje que adelanta casi quinientos años, descubrimos que las mujeres occidentales recién hace unos pocos cuarenta años han ganado la libertad de llevar su cabello suelto y libre como lo desearan. Esto no fue posible hasta la década de 1960, época de profundas liberaciones, revoluciones y luchas. Los movimientos hippies y de jóvenes rebeldes que no respetaban los ideales o los valores de la generación a la cual pertenecían sus padres fueron los responsables de llevar esto a cabo. Antes fue imposible. No era necesario nada más que soltarse el pelo y sentirse naturalmente en conexión con el resto del universo. Por suerte para todas nosotras, la imposibilidad de volver el tiempo histórico atrás nos dice que las pequeñas y grandes batallas ganadas en el la liberación femenina, son las que nos hacen hoy capaces de defender nuestros derechos, capaces de sentirnos libres, de expresar nuestros sentimientos sin culpa y de enamorarnos de esas brisas que nos empujan más adelante y que se cuelan entre nuestros cabellos sin ataduras.
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LAS NIÑAS BONITAS NO PAGAN DINERO Bailarinas frente a deportivas, faldas frente a pantalones. Profundizamos en las diferencias existentes entre la ropa infantil y su efecto en las niñas y las adultas de hoy. Hace unos días me sorprendía (o no tanto) al escuchar en un programa de televisión como se piropeaba a una niña de menos de diez años porque era muy femenina. La niña era considerada más guapa -”mejor”por vestir con tacones, flores y volantes. Esta situación, que no es ni mucho menos una excepción, me hizo pensar en cómo la ropa y la forma de vestir lanza mensajes machistas continuamente. Y peor aún, cómo lo hace desde que nacemos.
* Ilustración: Marta A.
No es raro encontrarse con una mujer embarazada que espera hasta conocer el sexo del bebé
para decorar su habitación, como si un bebé niña se sintiese mejor entre corazones y flores. O el tipo de situaciones tal que: cuando Pablo nazca le esperará un dormitorio lleno de dragones, trenes y leones; en el dormitorio de Paula habrá princesas, hadas y ¡anda, un gato! lástima que sea Hello Kitty… Lo que parece ser un tema puramente estético, es en realidad una forma de marcar y diferenciar a dos bebés que son exactamente iguales. Sin embargo, esta forma de discriminación según el sexo no es la única, hay muchos más condicionantes que etiquetan a las personas desde su nacimiento. Por ejemplo, hay varios estudios que demuestran que los adultos varían su forma de tratar a un bebé según sea niño o niña, contribuyendo así a la formación de su personalidad y su carácter; también las expectativas cambian según el sexo del bebé, dando por hecho que las niñas serán más tranquilas y los niños más activos. Pero es la ropa, y los mensajes que esta transmite, una de las herramientas más potentes a la hora de diferenciar desde la más tierna infancia. Si alguna vez habéis ojeado una tienda de ropa infantil, habréis comprobado que hay dos grandes bloques: el rosa y el azul. Esto, como la decoración, sería un problema puramente estético (no exento de consecuencias, por supuesto), si no fuera porque la ropa de niños y niñas no son distintas solo en el color, sino que lo son fundamentalmente en la forma. Y me diréis, “claro, las niñas usan vestidos y los niños no”. Pues sí, eso para empezar. Pero si nos paramos a analizar las prendas, nos daremos cuenta de que las niñas suelen vestir con ropa y zapatos delicados, en los que prima la estética y lo decorativo (volantes, lazos, lentejuelas, etc.), mientras que los niños usan prendas y calzado cómodos, prácticos y funcionales. Esto supone que, en general, las niñas están vestidas para “estar monas”, aunque esto limite sus movimientos y no les permita correr, trepar, agacharse, … Estas diferencias son visibles ya en los primeros meses del bebé y su efecto se
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intensifica cuando empieza a gatear, a andar y a jugar de forma independiente. Con la escolarización, las diferencias se hacen cada vez más visibles: Paula muestra orgullosa su mochila de las princesas Disney, mientras Pablo luce encantado su camiseta de Superman (os recomiendo este artículo en el que un padre cuenta porqué decidió comprar a su hija ropa interior de chico). Si a Pablo se le ocurriese llevar una bolsa para la merienda con lazos, corazones, mariposas o cualquier otra cosa que “huela” a niña, el resto de compañeros y compañeras empezarían a mirarlo mal … ¿O serían los adultos los que lo harían y (queriendo o sin querer) transmitirían este rechazo a sus hijos? Llegados a este punto, tenemos claramente diferenciados a niños y niñas y, probablemente, estas últimas hayan aceptado como propias de su sexo esa fragilidad y delicadeza que transmite su ropa. A partir de aquí, vamos un paso más allá y las niñas empiezan a convertirse en pequeñas mujeres en miniatura. ¿Sabíais que hay sujetadores para niñas de 5 años? ¡Y con encajes! Pintalabios, esmalte de uñas, tacones,…, las niñas comienzan a asumir que deben cuidar su cuerpo y mostrarse “bonitas”. ¿Cómo no van a hacerlo si es lo que les transmite su entorno? Recuerdo una polémica que surgió hace unos años en Estados Unidos por una camiseta infantil que decía: “Soy demasiado guapa para hacer deberes, así que mi hermano tiene que hacerlos por mí”; aquí en España, en cambio, somos más permisivos y estábamos encantados con la camiseta que comercializaba Zara con el mensaje “Mi mamá es más guapa que la tuya”, incluso teniendo en cuenta que la versión masculina rezaba “Mi papá es más fuerte que el tuyo”. No son los únicos eslóganes que lucen las pequeñas, hay algunos más lúdicos como ‘I love shopping’ o ‘Fashion addict’ y sí, seguimos hablando de niñas de 5 años. Con la superación del “momento princesa”, la hipersexualización de las niñas va en aumento y nos encontramos con chicas de 10 años que aparentan 18 y que piensan que su cuerpo es su única herramienta para atraer a los chicos. Y es normal. Es normal porque lo ven en las revistas para adolescentes, que cada vez van dirigidas a un público más joven; porque lo ven en sus ídolos, que visten cada vez de forma más provocativa y cantan canciones que fomentan la imagen de la mujer-objeto; pero, sobre todo, es normal porque lo ven todos los días en su casa, en el cole, en el parque. Están rodeadas de personas adultas que valoran a las mujeres por lo femeninas que son, que invitan a las mujeres a mostrar su cuerpo para conseguir cosas, que juzgan a aquellas que no se preocupan por su aspecto. Lo ven en la tele y lo ven en el día a día: en su tía, que se viste más sexy para conseguir una entrevista de trabajo, en su vecina “la machorra”, que nunca se ha puesto un vestido y tiene que sufrir los chismorreos de la gente del barrio, en su prima, una chica “normal”, que solo quiere ir cómoda sin que ningún pantalón le corte la respiración ni unos zapatos le destrocen los pies, pero constantemente es invitada amablemente a que se maquille y “se arregle un poco”… En definitiva, quizás deberíamos plantearnos qué mensaje transmite nuestra ropa y hasta qué punto somos conscientes y cómplices de esta situación. No hay nada de malo en usar más o menos complementos, maquillarse o usar tacones, la cuestión es si todo esto es imprescindible para ser una verdadera mujer y cómo afecta todo esto a la construcción de la identidad de las niñas y niños.
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sexo y amor
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50 SOMBRAS DE GREY Nuestra sexóloga analiza el aclamado best-seller “50 sombras de Grey”. ¿Es realmente un libro con un modelo de mujer liberada sexualmente? Si por algo hay que “quitarse el sombrero” ante la trilogía de “50 sombras de Grey” es por la estupenda campaña de marketing que llevaron a cabo. Eso es un hecho. Cojo un fanfiction que escribe una seguidora de Crepúsculo -#truestory-, hago que diferentes medios lo comenten, tiene sexo -qué bien se vende el sexo, ¡señoras! ¡Que me lo quitan de las manos!-, le doy el toque de lo “prohibido” convirtiendo algo “erótico” -jajaja y ja- en algo socialmente aceptable, hasta me atrevo a ajustarlo a un rango de edad llamándolo el “mommy porn” -¿se puede ser más obvio?- y luego le planto la pegatinita “accidental” en la portada “sí, este es el libro del que todo el mundo habla” y ¡listo! ¡Todo el mundo a leerlo! La verdad es que no pasó mucho tiempo -algo así como 2 segundos de campaña- cuando ya tenía a * Ilustración: Marta A.
muchísima gente detrás de mí: ¿lo has leído?, ¿tú que opinas?, ¿me lo aconsejas? Tardé muchos meses en decidir que no me quedaba mucho remedio ya que también me hacían estas preguntas en mi vida profesional, así que me lancé a ello. Como leer es algo que me apasiona pensé que, evidentemente ya que me ponía, me ponía con toda la trilogía. Decidí aparcar mi recelo y tomármelo con una buena predisposición. Al fin y al cabo no sería la primera vez que un best-seller me gustase así que, ¡manos a la obra! No voy a entrar en detalles en cuanto a su calidad literaria, no por nada sino porque, sinceramente, no la encontré. Cri, cri, cri… La historia es entre triste, lamentable, predecible, absurda y, sorprendentemente, muy poquito erótica… ¿Cómo puede ser? Pero no es todo esto -que es mucho- lo que me echa para atrás en toda esta historia, sino los mensajes que lanza al mundo. Ella es una “niña buena” que se adentra en una relación totalmente dominante a cambio de estatus, pero con un fin y objetivo: transformar al solitario indomable en el príncipe azul y modélico padre de familia que la sociedad impone y, por supuesto,
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que la mantenga. Sí, lo siento pequeñas, esto es lo que hay. No me consideras como persona, haces conmigo lo que quieres, eres posesivo y celoso hasta puntos grotescos, tengo que vivir por y para ti. Eso sí, como luego me llevas en tu cochazo, me dices cuatro frases “dulces” no aptas para diabéticos y me regalas un vestido supermegacaro y por supuesto supermegasexy para ir a cenar a un reservado y tomarnos una copa de Don Perignon, me compensa. Que todo esto lo vendan como la historia de una “mujer liberada” es algo que me chirría hasta más no poder. Una mujer que no sólo no conoce su cuerpo sino que deja su sexualidad en manos del hombre… Ese Grey dador de orgasmos, creador de placer, oh, gracias Mr. Grey… Porque ella nunca ha sentido un orgasmo, no se masturba -que por algo es una “niña buena”, las demás no nos merecemos tal apelativo- pero llega él, le retuerce un poquito los pezones y conseguido. Lo dicho, que hay que ponerle un altar a este endiosado Grey, mientras desde aquí les recordamos a las mujeres que nunca han sentido un orgasmo que no son raras, no están mal hechas, que los orgasmos se pueden aprender y que los orgasmos son nuestra responsabilidad, no la de nuestro/a compañero/a de cama, por lo que no tenemos que esperar a que llegue alguien a presionar un botón mágico que no sabíamos que teníamos. La verdad es que pasar página tras página sin que te surjan las ganas de lanzar un cubo de agua a la protagonista acompañado de un “¡¡espabila!! ¡Quiérete un poquito!” tiene que ser algo que espero que pocas hayan conseguido, pero esas pocas son las que me preocupan, las que crean que una relación así es buena, sana. Y todo esto no lo digo por las supuestas técnicas de BDSM que utilizan en el libro -la autora debió de ver un par de escenas de pelis porno y las exprimió a más no poder-, sino por cómo son representadas. Evidentemente, existen relaciones de sumisión y dominación pero en ellas suele haber una cosa que brilla por su ausencia en estos textos, perdón, “novelas”, y es que suele haber confianza, no coacción y, siendo sumisa o sumiso, no te tienes que convertir en el objeto de un abuso, que es lo que se muestra aquí. Terminado el primer libro me digo “¿en serio, tengo que seguir?”. Pero ahora ya no hay vuelta atrás, no porque me haya enganchado -podría haberse quedado en sólo un libro pero claro, más libros = más ventas- sino porque, ahora sí que sí, si quieres poder decir “esto no, suelta, ¡caca!” como a los niños, habrá que hacerlo con conocimiento. El segundo y tercer libro son un amplio y aburrido trayecto cargado de momentos dramáticos que intentan poco a poco transformarse en lo que conocemos por el “ideal romántico” y vemos como el temido Grey -porque sí, en numerosas ocasiones es temido… ¿en serio eso no hace que os salten las alarmas?-, se va transformando en un cachorrito abandonado al que hay que aceptarle todo porque el mundo le hizo así. Y volvemos a más ideas que hacen que muchas parejas fracasen: el cambio. El cambio puede ser bueno, es evolución, es avanzar, es aprender pero, cuando en una relación de pareja tu objetivo es “cambiar al otro”, “amoldarlo a ti”… En serio, no lo hagas, déjalo, no es para ti. Y de esto pecan los dos protagonistas tooodo el rato. Se hace muy aburrido y te preguntas ¿pero esto no era una novela erótica?, ¿a todo el mundo se le ha olvidado? ¿O volvemos a lo de siempre, que al ser para un público femenino, hay que cargarlo de momentos sentimentaloides? ¡Oh! ¡Vaya! Va a ser eso… ¡snif!
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Al final, por supuesto, la “niña buena” que ha dejado su vida en manos de él consigue que éste se transforme en el hombre modélico, porque lo suyo en una novela erótica es que los protas acaben casados, embarazados, con casita y con perro. Claro… Y ahora va a llegar a la gran pantalla, las que no se animasen con los libros ahora lo tendrán más fácil, pero es importante dejar claro que las relaciones no tienen que ser así. Disfrutad de vuestra vida y vuestra sexualidad que, como decía Stan Lee “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
LOS DEMONIOS DEL SEXO El arte se alimenta de nuestro día a día, de la historia, de lo que cuentan las religiones, de la imaginación, de las leyendas. Y hay veces que parece que la historia, la religión, la imaginación y la leyenda se condensan de pronto dando lugar a seres como los Íncubos y los Súcubos, los llamados Demonios del Sexo. Se supone que los Íncubos son demonios de género masculino que aprovechan los sueños de las mujeres para aparecer, ponerse encima de ellas e intentar fecundarlas. Eso sí, seduciéndolas antes, que no tendrás una pensión alimenticia si el embarazo llega a puerto pero tampoco es cuestión de forzar. Claro… Por otro lado están las demonias de género femenino, los Súcubos, que lo que quieren es seducir y engatusar a los hombres para robarles su energía a través de relaciones coitales. Pero claro (cómo son estos demonios que siempre tiene que haber un “pero” con ellos… ¡Ains!) puede llegar a absorber tanta energía que la víctima termine muerta o con trastornos mentales. Si es que es bueno leer la letra pequeña que luego pasa lo que pasa… * Ilustración: Laura F
Hay quién afirma que no existen estos dos demonios de forma independiente sino que son un único ser que adquiere el género opuesto a la víctima. Y llegados a este punto… ¿no os parece muy homófobo? Así que, independientemente de tu condición sexual, te toca uno determinado por narices y no puedes poner una reclamación, ¿y así como esperan seducir a todos? Pero hay algo más y es su propio nombre: Íncubo viene de “incubare” que significa “estar encima” mientras que Súcubo viene de “sucubare” que significa “estar debajo” porque, así como los primeros que eran los “machotes” de los demonios se ponían encima de las mujeres para poseerlas, los otros eran las “lindas damiselas” que se
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colocaban debajo para que el hombre las sometiera… ¡Oh! ¡Qué demoníaco todo! Qué poca “relación de poder” se ve por aquí… Cof, cof. El tema es que los que afirman que son un único ser dicen que cuando está en forma de Súcubo (como mujer) lo que hacen es, además de robar la energía, coger también el semen del individuo en cuestión para luego transformarse en Íncubo y, con ese semen, fecundar a su víctima. Vamos, que en el fondo son como abejillas polinizando flores, ¿no? ¿Y para eso tanto misticismo? Si nos ponemos en modo Sherlock pueden existir cosillas (simples detallitos tontos) que nos puedan hacer que pongamos en duda su existencia, pero vamos, no seré yo la que diga nada, no, no, no. Se decía que iban especialmente a por los miembros religiosos que habían tomado voto de castidad porque romperlo les divertía (¿a cuál de las dos partes les divertía más? Eso ya no lo sabemos, ejem…). Y, cuando éstos despertaban, tenían recuerdos de experiencias sexuales, orgías y demás que les iban a “atormentar” y “culpabilizar”. Y digo yo, ¿no será un sueño erótico sin más y ésta una excusa a la que agarrarse? Pero para excusa la que utilizaban muchas mujeres en la Edad Media que aseguraban que su pérdida de virginidad se debía a ataques sexuales de Íncubos. Y, ¡sorpresa, sorpresa! luego se terminaba descubriendo que esto no era así. Oooh, ¡decepción! Pero casi cuela… El caso es que no juzgo ni a unos ni a otros que, cuando tienes que tirar de tanta imaginería, es muchas veces por necesidad, ya que privar a las personas de una parte tan importante como es la sexualidad o convertirlo en algo malo, sucio o pecaminoso, da lugar a triquiñuelas para poder “escapar” como es lógico y normal.
SECRETOS EMOCIONALES: LA FILOFOBIA Marta nos descubre los secretos de la fobia al amor, dejando bien claro lo que es, cómo se da y qué hacer frente a ella La filofobia (término no avalado oficialmente) también es conocida como el miedo al amor y su definición exacta sería “miedo al amor, a enamorarse o estar enamorado“. Tenemos que tener en cuenta que no estamos hablando de un miedo sino de una fobia, es decir, un miedo exagerado e irracional frente a cualquier circunstancia, objeto o evento, en este caso hacia “Filo”, es decir, el afecto. Ese miedo lo que va a hacer es que pongamos obstáculos al amor, que creemos desiertos de un granito de arena, que busquemos excusas para no empezar una relación o que, una vez creada, acabemos con ella. O, como sucede en muchos casos, consigamos a través de disputas, que sea la otra parte la que de el paso de dejarnos.
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Hay otros que directamente optan por relaciones idealizadas e inalcanzables y de esa manera tienen la excusa más fácil: “no es que no quiera tener una relación, es que nuestra relación es imposible”. ¿Por qué sucede esto? ¿De dónde viene? ¡Sorpresa, sorpresa! De nuestra educación, de nuestra infancia. Se da en personas que, por lo general, son muy inseguras y ¿qué hay más descontrolado que el amor? Esas sensaciones que todos vivimos cuando estamos enamorados: los nervios, la urgencia de ver a la otra persona, de saber de ella, las charlas interminables, los besos, abrazos, caricias, etc. TODO eso para un filofóbico es percibido como algo aterrador, es algo que no controla, que le hace vulnerable y le da miedo… Teniendo en cuenta esto, normal que no quiera tener una relación, ¿verdad? ¿Realmente una persona que padece filofobia tiene miedo al amor? No. En realidad tiene miedo a la pérdida de ese amor. Son personas que ansían afecto pero lo evitan porque para ellos no es asumible su pérdida y esto hace que, a simple vista, parezca que tienen miedo al afecto en sí. Para estas personas el dolor de una pérdida es mayor que el placer de la relación o por lo menos el dolor por el que ellos presuponen que pasarán. Es como, por poner un ejemplo muy burdo pero para que nos entendamos, la persona que ha tenido un perro o un gato al que ha querido mucho. Con el que ha convivido durante muchos años y, tras su muerte, decide que nunca más quiere volver a tener uno porque lo que vivió con ese animal no le compensa el dolor que luego le produce su ausencia. La cosa es, ¿puedes vivir sin volver a tener un perro o un gato? Sí. ¿Y sin tener una relación? Por poder, puedes pero lo importante es: ¿quieres? Lo bueno es eso de “el amor puede con todo” un clásico, manido y oído, dicho y repetido hasta la saciedad, pero la verdad, bastante real en este caso. Es así ya que el ser humano, de nacimiento, es un ser afectivo, busca el apego, el contacto y ¿puede éste intentar renunciar a este sentimiento? Puede intentarlo pero, al final, su propia necesidad superará ese propósito. Muchas veces, para poder acercarnos a estas personas tenemos que utilizar la estrategia del NO. ¿Me quieres? No, ¿te estás enamorando de mi? No, ¿lo harás? no. Y la persona baja la guardia y es en ese momento en el que se le puede hacer ver. Porque la filofobia, al igual que las demás fobias, tienen cura y con una buena terapia se puede superar. Lo principal es que se den cuenta, que aprendan a identificar sus pensamientos y comportamientos, que se quieran a sí mismos, que aumenten su autoestima, que entiendan la diferencia entre querer y depender. Y que no dejen en las manos del otro su felicidad sino que aprendan que la felicidad está en sus manos y el otro está ahí para compartirla. ¡Enamorémonos! Hoy. Mañana. Siempre.
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HOLA, ¿ESTÁS SOLO? Las mujeres también podemos dar el primer paso para ligar. No esperemos que siempre sean ellos.
* Ilustración: Olga
Siempre hemos escuchado que, en el caso de las relaciones heterosexuales, tenía que ser ÉL el que diese el primer paso, ÉL el que se acercase, ÉL el que se lanzase, etc. Pero desde hace ya algún tiempo las mujeres hemos comprobado que no tenemos por qué dejar todo esto en sus manos, porque, digo yo, si te gusta… ¿por qué no decirle algo? Cuando una mujer toma la iniciativa se escucha de todo “esa es una fresca”, “mira qué lanzada”, “¿habéis visto como Pepita se le ha declarado a Juanito? Qué fuerte…” pero ¿quién habla realmente ahí? La envidia de la gente que no es capaz de dar un paso adelante y decir “me gustas”. Esta tarea de la conquista siempre ha sido adjudicada a un rol masculino, al galán de cine, al caballero por excelencia que ha de conseguir el corazón de la princesa. Pero la verdad es que no somos personajes salidos de la literatura o la factoría Disney. Y esta situación se ha convertido en algo incómodo para muchos hombres y en algo en lo que muchas mujeres querrían tener apoyo para llevarlo a cabo. Lo tenéis, Fridas. “He quedado con él ya no sé cuántas veces y estamos muy bien juntos, tonteamos, nos insinuamos, ¡pero al final él no se lanza! Y mira que le miro, giro la cabeza 35 grados, pongo media sonrisa y nada…”. Wait a minute… ¿y qué pasaría si te lanzas tú? ¡Descúbrelo! No podemos estar quejándonos de esto o de lo contrario (madredelamorhermoso la cantidad de cobras que se ven) y no hacer nada al respecto.
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¿Y si me dice que no? Si pasa eso lo siento, la has liado parda, el apocalipsis zombie comenzará, el cielo se cubrirá de nubes negras, se abrirán las puertas del infierno y… ¡Ah! ¡No! Que no pasa absolutamente nada. ¿Alguna vez le has dicho a un tío que no? Vale, pues haz memoria, ¿con eso deseabas su destierro o simplemente le expresabas que no te gustaba de esa manera? Pues dale la vuelta. Si te dicen que no, no pierdes valor, no eres mejor ni peor, tan solo has descubierto lo que hay. Porque, Frida, el no ya lo tienes desde el principio, pero el sí puede ser muy jugoso. Si os paráis a pensar seguro que más de una encuentra a alguna persona en la recámara con la que siempre tuvo feeling, había química, deseo, coñas, risas, miradas, pero nunca pasó nada… ¿Por qué? Porque él no dio el primer paso y tú no ibas a ser la que lo diese. ¿Veis qué tontería? Y seguramente si preguntásemos a esa persona nos pondría mil “peros” por lo que no lo hizo, que al final tan solo se leerían como inseguridades, como las tuyas. Está comprobado que las personas que toman la iniciativa, independientemente de su género, ven la vida de una manera más optimista y tienen una mayor autoestima y ésta se transmite, engancha, atrae, atrapa. Así que si eres de las tímidas, clásicas o “románticas” líate por un día la manta a la cabeza y acércate a esa persona que te gusta, habla con él, regálale un beso, una mirada, una caricia, invítale a ir a tomar algo… Da el primer paso, lánzate a la piscina y diviértete. A día de hoy lo tenemos mucho más fácil que antes, los hombres no se van a asustar o se van a sentir infravalorados porque una mujer tome la iniciativa (de hecho suele gustar bastante y si no, comprobadlo haciendo un sondeo en vuestro entorno). Y, además, tenemos un arma último modelo: la tecnología. No os hagáis las despistadas que ya sé que prácticamente todas habéis tonteado por Facebook, Tuenti, Whatsapp o por donde sea. ¿Me equivoco? Las redes sociales unen y distancian al mismo tiempo. Por un lado tenemos la tranquilidad de decir cosas que a la cara probablemente no soltaríamos tan alegremente y por otro lado perdemos la comunicación no verbal, sus gestos, su cara, su sonrisa y a lo mejor ese beso que podría nacer a partir de ello. Pero bueno, quedémonos siempre con lo positivo, aprovechemos esos medios para soltarnos un poco y luego actuemos en consecuencia. Que lo que no puede ser es que ayer desde el cobijo de la pantalla te dijese hasta mis secretos más profundos y hoy, que te veo en persona, me dé vergüenza saludarte. Pero si queréis saber el secreto, el truco por excelencia para ligar, lo que siempre funciona y nunca falla: sed vosotras mismas.
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cuerpo y mente
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¿ QUÉ ES LA EMPATÍA? Escuchamos esta palabra por todas partes. La leemos a menudo. Mucha gente la tiene en boca constantemente, pero ¿qué es en realidad la empatía? ¿Sabemos ponernos realmente en la piel de los demás? A veces hacemos una interpretación rápida y pensamos que la empatía es, sencillamente, saber ponernos en el lugar del otro. Y aunque sí es cierto que esta es una parte de lo que constituye la empatía, no es el todo, es solamente una pequeña parte. La empatía va más allá. El poder escuchar las circunstancias de otra persona y ponernos en su lugar no significa automáticamente que estemos siendo empáticas. A veces simplemente simpatizamos. Pero para conocer más a fondo esta capacidad, vamos a verla desde su base.
* Ilustración: Javitxuela
teoría. No tenía ni nombre!
La empatía forma parte de la inteligencia emocional. Esa inteligencia que, hasta hace bien poco, no era ni siquiera considerada; no estaba en perspectiva de ninguna se enseñaba en la formación de psicología. ¡Es que no
Por suerte ahora se escribe mucho sobre ella, se conoce, hay muchísima gente que teoriza, e incluso se hacen cursos y seminarios en torno a ella. Se enseña, se educa, se conciencia sobre su importancia… Un cambio más que necesario, porque las inteligencias son múltiples, y para las relaciones personales la inteligencia emocional es fundamental. Este tipo de inteligencia hace referencia a la percepción, buen reconocimiento y expresión de toda la esfera de lo emocional, así como a saber gestionar y utilizarlas correctamente para nuestro día a día. No suena fácil, y es que no lo es. Es de esas cosas que requieren un entrenamiento y revisiones personales constantes. Pero de esas que realmente merecen la pena. Tanto por nosotras como por nuestras relaciones. La empatía es una parte de esta inteligencia emocional. La empatía supone, no solamente ser conocedoras de la situación de la otra persona y ponernos en su piel, sino el reconocer y sentir las emociones que esa persona siente, tal y como ella las siente. Podemos confundir la empatía con la simpatía: la diferencia es que con esta última, sí, nos podemos revestir con la piel del otro pero ponemos nuestro propio punto de vista: “yo no lo hubiera hecho así”, “no entiendo por qué se lo toma tan mal”. Pero con la empatía vamos un paso más allá y sentimos las emociones de la otra persona: “comprendo lo mal que se siente”, “entiendo que se haya puesto así”.
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Vamos, la empatía es como una especie de radar que nos ayuda a saber y a sentir por lo que otra persona está atravesando.
Pero claro, para llegar a desarrollar una buena empatía primero tenemos que tener bien entrenada otra faceta de la inteligencia emocional; la llamada autoconciencia emocional. Ésta es uno de los pilares de la inteligencia emocional. E implica reconocer nuestras emociones e identificarlas de forma correcta. Cuando pasamos por situaciones intensas, el torrente emocional que nos puede recorrer el cuerpo puede resultar de lo más confuso. Detectar las propias emociones no es tan sencillo como podemos llegar a creer. Es muy fácil confundir una emoción con otra. ¿Cuántas veces estamos que mordemos cuando lo que nos pasa es que estamos tristes? Aprender a ser autoconsciente emocional también requiere mucha atención y práctica. No es algo que nos venga dado al nacer, es un aprendizaje que debemos realizar y que es sumamente importante para poder llegar a conocernos, atendernos correctamente, así como para desarrollar una buena empatía para con las relaciones con las demás. Ser autoconsciente emocional y empática hace que las relaciones con otras personas se vean enriquecidas ya que sabemos detectar las necesidades y límites que hay en determinada situación interpersonal. Porque una empatía bien desarrollada, no pasa sólo por aprender a reconocer las emociones a nivel individual, sino a detectar las que surgen por los ambientes por los que nos movemos. Obviamente el ser empática es muy ventajoso, pero yo le veo un pero. Un pero que puede venir de un mal uso de esta capacidad. Y es que, sobre todo en situaciones de conflicto, en el ejercicio de la empatía, podemos tener tanto en cuenta las emociones de los demás, que podemos caer en la trampa de no tener cuenta las propias. Éste es un problema que nos podemos encontrar en especial las mujeres; nos han educado para estar tan atentas a las necesidades emocionales de los demás, que es fácil que desatendamos las propias. Que entremos en una ceguera para con nuestras propias emociones en pro de las de los demás. Y puede que estemos largo rato empatizando y atendiendo emociones ajenas, hasta que, de repente caemos: ¿y dónde quedo yo? No dejemos la autoconciencia emocional de lado. Así que es importante tener en cuenta las emociones de las demás personas, pero mucho cuidado con priorizarlas por encima de las nuestras. Una correcta inteligencia emocional significa también aprender a ver y valorar nuestras propias emociones y actuar en consecuencia de lo que sentimos. No paro de hablaros de aprender, de gestionar, de valorar… Y es que esto es lo que nos toca si queremos tener bien desarrollada la inteligencia emocional. Como os he comentado, por suerte hay mucha cantidad de información, teorización e incluso terapias al respecto. Os animo a leer todo lo posible y a revisar cómo vamos en esta
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Y LLEGÓ LA TELEVISIÓN Siguiendo con el tema de la influencia de los medios de comunicación de masas. Esta vez usando la lente antropológica El tema de este mes “locura” era una invitación a continuar hablando sobre los medios de comunicación. No me he podido resistir, y es que el resultado de su influencia es una auténtica locura. En todos los sentidos. Vivimos inmersas en una cultura donde los medios de comunicación están en todas partes, dentro y fuera de casa nos acompañan cada día. Como os comenté el mes pasado, esta hiperestimulación nos afecta mucho. Transmiten una serie de normas, valores e ideales que acabamos incorporando, sin darnos cuenta. Pero estos valores van más allá de la cultura occidental que los crea. Con el fenómeno de la globalización, los medios se acaban instaurando en otras culturas cuyo pensamiento puede ser bien distinto. En culturas en las que fórmula de transmisión de conocimientos es mediante leyendas. En culturas cuyo ideal de belleza son las mujeres robustas. En culturas que no tienen el concepto de “hacer dieta”. ¿Qué pasa cuando la televisión irrumpe en culturas no-occidentales? ¿Cómo afecta su llegada a otras culturas donde el estilo de vida y los patrones estéticos son otros? ¿Qué sucede cuando ideas occidentales llegan a otros países con conceptos distintos? Los casos son muchísimos, aquí os expondré unos pocos que me parecen significativos. El hecho de usar esta lente antropológica, además, creo que ayudará a dar una visión muy clara de la manera en la que llega a afectar. Comenzamos. Seguro que no os sorprendéis si os digo lo de moda que está en Corea del Sur, China, Tailandia y Malasia la operación de párpados para tener una mirada “más occidental”. Además, el bótox se utiliza sobre todo para ser inyectado en las mejillas anchas con la idea de que estas se atrofien y se hagan más pequeñas 1. Esto no es porque sí, porque les haya dado por ahí, sino porque el modelo de belleza implantado por los medios es el “modelo ideal” occidental.
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“No cabe duda de que esta globalización de los medios masivos de comunicación ha demostrado una influencia central en la manera como Asia ha rediseñado el ideal de belleza en los últimos tiempos. Seducidos, cautivados y algunas veces adictos a las imágenes de la cultura de la cirugía plástica occidental, más y más orientales desean rehacerse en el molde del hombre blanco” 1. En Nigeria el ideal de mujer occidental también ha llegado. En 2001 la nigeriana Agbani Darego participó en el certamen de Miss Mundo. Y ganó. “Los jueces recibieron orden de elegir a alguien que representase una belleza global, es decir, alguien delgado” 2. A partir de entonces comenzó a aparecer en revistas y vallas publicitarias por todo el país. De esta manera se fue produciendo un cambio de actitud en las chicas nigerianas, que antes consideraban el aspecto de Darego como esquelético, desnutrido 2. De hecho en África Central los rituales tradicionales siguen celebrando a la mujer voluptuosa. Y es que en esa región, donde hay una alta incidencia de VIH, el estar delgada significaba pobreza, enfermedad y muerte 3. Pero con la entrada de la imagen de Darego en los medios nigerianos, pronto sucedió que, aunque las mujeres mayores de 40 siguieran considerando el ideal de belleza era el voluptuoso, las chicas comenzaron a desear tener el cuerpo de la modelo. En consecuencia y paralelamente a esto, se puso de moda el hacer dieta y hacer ejercicio para perder peso, fenómeno que no se había dado en aquél país anteriormente 2, 4. Ahora lo ideal para las jóvenes nigerianas es estar delgada; el no ser voluptuosa es ahora deseable 4, 5. Un caso similar es el que sucedió en las islas Fiji con la llegada de la televisión. Su aparición supuso un factor importante en la aparición de los trastornos alimentarios típicos de occidente. Y es que en 1998, tres años después de la llegada de la televisión, el 11,3% de las adolescentes decía haber vomitado para perder peso, cuando anteriormente parecía que éste era un fenómeno inexistente; hay estudios que apuntan que fue por la tele que esto sucediera 6. Además se vio que el hecho de tener una televisión en casa, independientemente de las horas de visionado, hacía que las chicas tuvieran tres veces más posibilidades de puntuar alto en la escala EAT-26, test que mide los síntomas de los trastornos alimentarios. De la misma manera que en Nigeria, se puso de moda el hacer dieta para perder peso; tanto que se vio en 1998 que lo hacía un 69% de las adolescentes. Antes de la llegada de la televisión solamente hacía dieta un 7%. Obviamente lo que esconde esta enormísima cantidad de chicas que hacen dieta es un desagrado hacia su cuerpo. El 74% de las adolescentes en 1998 decía sentirse demasiado gorda en algún momento 7. Este dato resulta muy curioso si tenemos en cuenta que en Fiji el alimento no estaba siempre garantizado. Su sistema económico era de subsistencia, y no sabían cuando iban a volver tener pescado disponible o cómo irían sus plantaciones… Por tanto su ideal de belleza eran las chicas robustas, lo que significaba prosperidad 7. Pero los medios no sólo transforman ideales de belleza y comportamientos alimentarios, pueden provocar cambios en casi cualquier ámbito de la vida. Tal es el caso de los indios dinés, habitantes cercanos al círculo polar ártico. La llegada de la televisión en principio parecía solucionarles los problemas de comunicación entre las pequeñas
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comunidades que venían arrastrando de hace tiempo. Pero no fue así, ya que en este medio el 60% de lo que se emitía era estadounidense, y el 30% restante provenía de Toronto y Ottawa. Lo que les trajo fue una serie de valores e ideales que chocaban fuertemente con los de la comunidad, y con aquellos comportamientos necesarios para la supervivencia en un lugar con unas condiciones ambientales tan crudas. El alcoholismo y la falta de respeto a los mayores y las mujeres poco a poco se fueron implantando, las leyendas que transmitían los valores y conocimientos necesarios ya no eran escuchadas. La comunidad fue quebrantándose y transformándose . Este fenómeno no es nada desconocido, y es que es bien sabido que una de las consecuencias de la globalización es la uniformización de las culturas, lo que lleva a una pérdida de diversidad. Es la consecuencia de difundir un modelo de vida a sitios con otra manera de vivir, con una lógica y unos patrones culturales distintos: de una manera u otra acaban absorbiendo aquello que les llega por los medios de comunicación. Ver estos cambios de actitudes y de patrones, ver como chicas con otras cosas en las que pensar de repente cuestionan los quilos de su cuerpo, lleva a una conclusión bien sencilla: los comportamientos que nos dicen que son típicamente “de mujeres” no son más que construcciones sociales; y una parte importante de que los aprendemos e interiorizamos es por el bombardeo mediático. O como decía la inmortal Simone de Beauvoir “mujer no se nace, se hace”. No “nos preocupa” o “queremos” o “nos gusta” por naturaleza: es aprendido. Y como hemos visto no necesariamente se aprenden comportamientos adaptativos, sino algunos que pueden comportar una amenaza real al grupo al que pertenecemos. Tal es el poder de los medios de comunicación de masas. Y ahora volviendo a nuestra sociedad, ¿cómo creéis que afecta ver cada día imágenes como las siguientes?
Fridas, todavía queda mucho por hablar de la influencia de los medios. En otro número volveré a organizar la información y escribir al respecto, ¡hay tantísima cosa!
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