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La Biblia

en la cultura occidental Leopoldo Cervantes-Ortiz

■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 2 de agosto de 2015 ■ Núm. 1065 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

Redes virtuales, blogs y literatura, F abrizio L orusso • Música latinoamericana en las venas de Madrid, Alessandra Galimberti • Leonardo Sciascia y las novelas de la mafia, Marco A. Campos


2 de agosto de 2015 • Número 1065 • Jornada Semanal

BAZAR DE ASOMBROS MOMENTOS GASTRONÓMICOS ( ii y último )

“Clásico de clásicos”, decía Mon­ siváis; “sedimentación de grandes literaturas”, afirma Pitol; “Gran

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amos a seguir con la des­ cripción de algunos mo ­ mentos gastronómicos que fueron, como decía el clásico, “de mucho gusto y provecho” pa­ ra este bazarista:

Antología Poética”, definía León Felipe; “el acto lingüístico más publicado y difundido sobre la faz de la tierra”, sostenía Borges, y casi no puede hablarse de ningún gran escritor de Occidente que no refleje en su obra la influencia de la Biblia, o que no la haya abordado directamente: Dostoievsky, Canetti, Beckett, Chesterton, Buber, Brecht, Zambrano... la lista es interminable, y habría que añadirle otra igualmente infinita de creadores en pintura, escultura, música y muchas otras disciplinas. El especialista Leopoldo Cervantes-Ortiz hace aquí una breve y sustanciosa revisión de la influencia que el también conocido como “libro de libros” tiene en la cultura, el arte y el pensamiento occidentales. Completan el número un ensayo en torno a redes virtuales, blogs y literatura, así como un artículo sobre Leonardo Sciascia y su novelística sobre la mafia siciliana.

Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

6. Así como la Gran Bretaña, Es­ tados Unidos sufre de mala fama en materia gastronómica. Esto es bastante injusto, pues el melting pot ha producido una gran variedad de platillos mestizos y de acertadas combinaciones. En Nuevo México, especialmente en Las Cru­ ces y en Santa Fe, las mezclas de la cultura de los pue­ blos indios con la de los conquistadores españoles y los aventureros irlandeses creó una serie de pla­ tillos originales y muy recomendables. El maíz de todos los colores y texturas está presente en las so­ paipillas y en otros platos que recuerdan los orígenes mexicanos, y que tienen el sabroso picor de la varie­ dad de chile conocida con el nombre de “anaheim”. Hay en Las Cruces un plato que es un ejemplo señero de mestizaje. Se llama “platillo de kit carson” en honor a un aventurero irlandés que anduvo por esas tierras. La combinación es sorprendente, pues se trata de un stew de cordero que contiene granos de maíz blanco y que se adorna con rajas de aguacate. Se habla mal de la comida tex-mex, ignorando deliberadamente que las “gordas” de harina de San Antonio compiten con las de Nuevo León y Sonora, que las fajitas son originarias del mismo San Antonio y que toda la gas­ tronomía de esa región pertenece a la vieja cultura del estado de Coahuila-Texas y de sus dos capitales, Saltillo y San Antonio de Béjar. Conviene admitir que un buen plato de chile con carne preparado con tro­ citos de filete de res, con frijoles gordos y con una buena combinación de chiles, puede ser admirable si se acompaña con las famosas “gordas”. 7. La gastronomía de Marruecos tiene sus momentos culminantes en las tajinas, el cuscus y la prodigiosa bastela, que contiene pichones deshuesados y cocina­ dos en una salsa ligeramente picante que se encierra en una delicada pasta filo, se hornea y, en la parte de arriba, se adorna con azúcar ca­ramelizada. El cordero

Hugo Gutiérrez Vega asado se acompaña con una sen­ cilla ensalada y los dulces tienen ances­trales sabores de India y de los califatos de Bagdad y Damas­ co. Esos dulces viajaron con los refinados moros a las tierras de AlAn­d alus y, más tarde, vinieron a América. José Moreno Villa, de ori­ gen malagueño, exiliado en México, nos cuenta que en un viaje a Celaya compró toda clase de dulces regio­ nales y se sentó en una banca de la plaza para degustarlos. Comió el pri­ mer dulce de leche y se puso a llorar, ya que en su sabor brillaba la luz de su infancia malagueña. 8. Rindamos un homenaje a don Alfonso Reyes y a su hermoso libro Memorias de cocina y de bodega, hay en él una cuidadosa receta de mole poblano que incluye una recomendación, tanto gastronómica como saludable: acompañar el mole con arroz colo­ rado y con frijoles guisados. Estas dos buenas com­ pañías recogen los ácidos y ayudan a que la diges­ tión sea placentera. El mole y los chiles en nogada son las glorias de la comida poblana. Salvador Novo nos dio una excelente receta de chiles en nogada en la que se prohíbe terminantemente capearlos. Oaxaca com­p ite con sus moles de distintos colores, su estofado de boda del Itsmo y la delicia crujiente de los chapulines. 9. Terminemos estos “pecadillos” con las delicias de la península de Yucatán. No hablaré de lo más cono­ cido, pues quiero hacer un homenaje a mi ya desapa­ recido amigo Eduardo Tello Solís, músico y cocinero. A él le debo unos inolvidables papadzules, un fide­ digno salpicón de venado (en algunas fondas yuca­ tecas de la pícara Ciudad de México, la res marinada con limón suplanta fraudulentamente al venado de las selvas mayas) y un macun de mero recién saca­ do de las aguas de Celestúm y perfumado con el más puro de los achiotes. Con Eduardo recorrí el mercado de Mérida y salí embriagado con los olores de las mi­ lagrosas especias

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Portada: Libro total William Blake, El día del juicio, 1808

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Gabo y la sana malevolencia

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Ricardo Bada LA INCREÍBLE Y TRISTE HISTORIA DE LA PERIODISTA CLARIVIDENTE Y SU PADRE CLANDESTINO.

En el capítulo final de dichas memorias, Gabriel García Márquez recuerda su visita secreta al secretario general del Partido Comunista Colombiano, Gilberto Vieira, encontrándose éste en la clandestinidad durante la dictadura de Rojas Pinilla, y describe en detalle cómo llegó hasta su escondrijo: Era un apartamento con una sala pequeña atiborrada de libros políticos y literarios, y dos dormitorios en un sexto piso de escaleras empinadas y sombrías adonde se llegaba sin aliento, no sólo por la altura sino por la conciencia de estar entrando en uno de los misterios mejor guardados del

Por mi parte no vacilé en responderle ipso fuckto a mi corresponsal argumentándole que no se había dado cuenta de la verdadera dimensión de aquello que dice Gabo.

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unque parezca paradójico, existe algo que po­ demos calificar como la sana malevolencia. Uno de los mejores ejemplos que se me ocurre fue incluido por Borges y Bioy Casares en su antología Cuentos breves y extraordinarios, y esos dos grandísimos farsantes se lo atribuyeron a un tal John Wisdom bajo el título “De la moderación en los milagros”: “Parece que Bertrand Russell recordaba siempre la anécdota de Anatole France en que Lourdes; al ver en la gruta amontonadas muletas y anteojos, France preguntó: –‘¿Cómo? ¿y no hay piernas artificiales?’” O pensemos, otro ejemplo, en el episodio de Orgullo y prejuicio, de Jane Austen (¿y de quién si no?), cuando Lizzy Bennet rechaza la bastante buena propuesta matrimonial del abominable Mr. Collins (aunque ¿qué son sus 500 libras esterlinas anuales en comparación con las más de 10 mil de Mr. Darcy?), y su madre se indigna y recurre al padre para que haga entrar en razón a la in­ dómita, y Mr. Bennet le dice a su hija más querida: “Eli­ zabeth, te encuentras ante un desventurado dilema. A partir de hoy uno de nosotros dos será un extraño para ti. Tu madre no quiere volverte a ver si no te casas con Mr. Collins... y yo no quiero volverte a ver si lo haces.” Y como no hay dos sin tres, un tercer ejemplo podría ser el de don Antonio Machado en un teatro de Segovia, oyendo un recital de Berta Singerman, la declamadora argentina, la encarnación del verbo hecho fonoplastia. En honor de don Antonio, allí presente, también recitó algunos de sus poemas a su manera melodramática e histriónica. Un amigo se inclinó hacia don Antonio y le dijo al oído: “¿No va usted a protestar contra semejante atentado a su poesía?” Y el poeta le contestó con lo que suele entenderse que fue por bondad: “Es que ella se gana la vida con eso.” [Quienes quieran saber cómo “la divina Berta” recitaba a Machado, copien el siguiente enlace... https://www.youtube.com/watch?v=Xu1Q CO1qzpw&list=PLF846E457FEC45C90&ind ex=57 y prográmenlo en sus computadoras. A los más sensibles les recomiendo proveerse pre ­ viamente de pañuelos, y a los diabéticos, senci­ llamente abstenerse.] Me parecen algunos de los mejores ejemplos de aquello que he nombrado “sana malevolencia”. Piénsenlo bien, y creo que me darán la razón, aunque –desde luego– para ello deben cohonestar la aparente pa­ radoja. Con la cual me volví a tropezar una vez más después de haber leído en su día las memorias, Vivir para contarla, de un escritor colombiano merecidamente famoso que se llama Gabriel García Márquez. Y por cierto que el título es bastante parecido a Vivir para con­ tarlo, la primera gran antología de un poeta andaluz muy vinculado a Colombia: José María Caballero Bonald. Pero esa es otra historia, como diría Rudyard Kipling.

país. Vieira vivía con su esposa, Cecilia, y con una hija recién nacida. Como la esposa no estaba en casa, él mantenía al alcance de su mano la cuna de la niña, y la mecía muy despacio cuando se desgañitaba de llanto en las pausas muy largas de la conversación.

¡Tate!, exclamé, como habría hecho Don Quijote en circunstancias homologables. Porque resulta que reconocí a esa niña que lloraba en el domicilio clandestino de Gilberto Vieira. Naturalmente se trataba de su hija Constanza, con quien he compartido varios años de tareas profesionales en la redacción latinoamericana de la emisora exterior de Alemania, la Radio Deutsche Welle. Y aquí volvemos de nuevo a lo de la sana malevolencia. Una persona que conoce mucho a Constanza, comentándome ese pasaje que acabo de citarles, me dijo en un email: “Ella sigue tal como la describe Gabo en sus memorias, llorando en la cuna, mientras Gilberto la mecía en un refugio clandestino de los tiempos de la ilegalidad.” De este modo, sanamente malévolo, esa persona tal vez se refería al compromiso decidido que Constanza mantiene con la causa de la paz, lo cual, en el caso de Colombia, parecería que es como para estar llorando sin remisión. ¿O acaso sólo quiso sugerirme que sigue siendo una niña? Por mi parte no vacilé en responderle ipso fuckto a mi corresponsal argumentándole que no se había dado cuenta de la verdadera dimensión de aquello que dice Gabo. Y lo que Gabo dice, ex­ presis verbis, es lo siguiente: “[Vieira] la mecía muy despacio cuando se desgañitaba de llanto en las pausas muy largas de la conversación.” ¿Se dan cuenta de lo que realmente sucedió en ese encuentro clandestino de Gilberto Vieira y García Márquez? Si ustedes no, yo sí. Al secretario general del Partido Comunista Colombiano le había nacido una hija periodista, una criatura que a sus pocos meses, y aún en la cuna, seguía apasionada la plática entre nada menos que un futuro Premio Nobel de Literatura y un político por aquel entonces el más perseguido en toda Colombia (y que era nada menos que su propio padre). ¿Qué periodista innato y clarividente, y les doy mi palabra de que Constanza Vieira sí que lo es, no se hubiese echado a llorar al oír que esos dos interlocutores hacían pausas muy largas en la conversación? “¡Ay carajo, sigan hablando, no se detengan, quiero seguir sabiendo, qué delicia la conversación de ustedes, este es mi primer reportaje estrella, qué pena que aún no sé escribir, pero no dejen de hablar, por dios, no me frustren mi primer reportaje!” Eso era lo que gritaba Constanza Vieira, y lo que García Márquez, por aquel tiempo todavía no ducho en lenguaje infantil, tradujo como desgañitarse de llanto. ¡Pobre Constanza, cuantísima incomprensión!

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Leonardo

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EN EL DÍA DE LA LECHUZA, SU MEJOR OBRA, DENUNCIA ESA ASOCIACIÓN VASTA Y SECRETA QUE EL GOBIERNO NO QUIERE MIRAR.

EN ITALIA, MÉXICO Y QUIZÁ TODA AMÉRICA LATINA, ES ÍNTIMA LA RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y DELITO.

Sciascia como miembro de la Cámara de Diputados, 1979 © Dominio público/ SZ Photo/ Vaterra, Celestina. Fuente: www.wikiwand.com

Marco Antonio Campos I

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eonardo Sciascia (1961-1989) fue un excepcional novelista político, pero muy concretamente de la mafia siciliana sólo publicó dos novelas: El día de la lechuza (1961) y A cada cual lo suyo (1966). Ambas tienen las características de la novela policíaca clásica, pero entran en terrenos más profundos: el bajo mundo de la política, la acreditación de la ilegalidad como medio de conservar el statu quo, la doble moral de la Iglesia católica. Como Luigi Pirandello, Vitaliano Brancati o Tomasi di Lampedusa, a su manera, nos muestra la vida cotidiana en la isla y las características del temperamento de sus hombres y mujeres, en suma, la sicilianidad. En las novelas de Sciascia encontramos una prosa ligera y exacta, el detalle irónico, las breves pinceladas para definir un personaje, la creación de historias que rodean e inciden en la historia central, el enigma que acaba siendo siempre descifrado sin que el castigo recaiga en quien debe tenerlo, pero ante todo un magistral artifi­ cio para manejar la ambigüedad que no permite al lector saber del todo qué hará el personaje y cuál es exactamente la situación… No se excluyen citas, referencias o reflexiones sobre escritores y literatura. Por demás, Sciascia no sólo da casi en cada página una lección de escritura, sino su prosa magistral es una de las más espléndidas de la lengua italiana. En el Alfabeto Pirandelliano (1989), Sciascia descubre que Pirandello tomaba los nombres de sus personajes del di­r ectorio telefónico; por vías parecidas, creemos, Sciascia buscaba aquellos nombres masculinos y femeninos que musicalmente se adaptaran a sus personajes. Al leerlos dentro de la narración pensamos que sólo podían llamarse así. El día de la lechuza (Il giorno della civetta) suele ser considerada como la primera y la mejor novela italiana sobre la mafia, la cual, dijo el propio Sciascia, escribió con mucho cuidado, tomando en cuenta, por un lado, que podía dañar a gente, y por otro –no abiertamente confesado–, temiendo una vendetta. O dicho por el propio autor en una nota de 1972: “Pero el resultado al que este trabajo de exploración quería llegar estaba dirigido más que a dar medida, esencialidad y ritmo, a proteger eventuales y posibles reacciones de intolerancia de aquellos que de mi relato podían, más o menos de una manera directa, tenerse por afectados.” A principios de la década de los sesenta cuando escribió la novela –anotó– el gobierno italiano cerraba los ojos o se desinteresaba por el problema de la mafia. Aun incluso antes, mucho antes de esa década, negaban su existencia, cuando ya la mafia movía con seguridad sus múltiples brazos.

Escena y cartel de El día de la lechuza (Il giorno della civetta), 1961

En Italia, como en México, quizá en toda América Latina, es tan íntima la relación entre política y delito que es difícil separarla o diferenciarla. La Constitución parece haber sido borrada para que el Código Penal sea la Carta Magna. Como mexicano, mientras uno lee ambas novelas, advierte los continuos parecidos con nuestra realidad diaria, donde delincuentes, policías y políticos tejen una red inextricable de crímenes y complicidad; en ocasiones la alta jerarquía eclesiástica también puede servir de protectora o encubridora. En las novelas de Sciascia, observa Federico Campbell, quien fue su gran estudioso en América Latina, “tener poder es tener impunidad” (La memoria de Sciascia). En Sicilia, en ese 1961 y mucho tiempo atrás, como dijimos, ya estaba la mafia como “asociación vasta y secreta”, la cual también tenía presencia o aliados en la Roma de entonces –en ministerios, en el parlamento y en tribunales de justicia– y si se llegaba a tocar un capo, como en El día de la lechuza, se sabía que era de hecho imposible que se le condenara. Un capo de la mafia es socialmente un hombre virtuoso, en fin, un ciudadano libre de toda sospecha, y por ende, a salvo de la punición. La mafia política protege a la mafia delictiva porque en su raíz, en su tronco y en su follaje están hechos de lo mismo. Aquí en la novela, la mafia está protegida en Roma ante todo por el ministro Mancuso y el onorevole Livigni y parlamentarios de los que no se dice su nombre. Pero en la mafia también hay círculos; en este caso se muestran tres: el capomafia, autor intelectual de los crímenes (Don Mariano Arena); uno de sus segundos, Rosa­

rio Pizzuco, mediador para disuadir a competidores estorbosos, y el sicario (Diego Marchica), apodado Zi­chinetta, lo cual será una clave. Del lado de la justicia se encuentra para la indagación un hombre incómodo que cree que las leyes son para aplicarse: el capitán Bellodi, nacido en Parma y formado en la Emilia de la Italia continental, inteligente, incorruptible, para quien todo cuenta, aun el deta-


oSciascia

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y las novelas de la mafia ¿Por qué mueren Salvatore Colasberna, Paolo Nicolosi y el confidente Calogero Dibella, llamado Parrinieddu? El primero, el objetivo primordial, porque se trata de un hombre honesto, un profesional que hace trabajos impecables y sólidos, y no se presta a contubernios, ni a pagar protección, ni a servir de garante. Al principio vienen contra él las advertencias, luego las amenazas, hay un primer ensayo de atentado, y al fin la mañana del “día de la lechuza” ocurre el homicidio. A Nicolosi lo matan por un mal azar, por estar en el sitio y la hora equivocados que lo llevan a reconocer al asesino; el tercero, el confidente Calogero Dibella, Parrinieddu, por mal “soplón”, es decir, por habérsele ido de más la lengua en sus declaraciones al capitán, es decir, por romper l’omertà, la norma del silencio solidario siciliano. Al ir Bellodi develando los hechos, se le revela que en Sicilia la familia es el Estado y la mafia el gran régimen en Italia. Las páginas finales de la novela, con Bellodi de regreso en Parma, ya vencido por la ilegalidad, provoca un sentimiento de tristeza desolada en el lector. II En a Cada cual lo suyo los hechos ocurren en un pequeño pueblo siciliano, cercano a Palermo. Aquí se dan primero las amenazas por medio de cartas anónimas dirigidas al farmacéutico Arturo Manno, al parecer un hombre con poca cola que le pisen. En el círculo de amigos todos ven las amenazas como una broma. El farmacéutico es aficionado a la cacería. Sale una mañana con uno de sus próximos, el doctor Roscio. Ambos son asesinados. Aquí la investigación de fondo la lleva a cabo, no la policía, ni siquiera un detective profesional, sino un conocido del círculo, Paolo Laurana, un profesor gris, solterón, apegado a la madre, quien es llevado a la averiguación por el azar y la curiosidad. La policía, de principio y como siempre, se va al lado fácil, alle questione di

La mafia política protege a la mafia delictiva porque en su raíz, en su tronco y en su follaje están hechos de lo mismo.

lle más nimio en la averiguación: ángulos en el sitio del crimen, sobrenombres, una palabra de más o de menos en los interrogatorios… Cuando a un ayudante, un sargento de policía, le parece fútil algo dentro de la indagación y se lo dice, Bellodi repone: “Qualcosa si cava sempre”, “Algo se saca siempre”. Del capitán Bellodi podría decirse lo que del inspector Rogas en El contexto (1971) y que podría aplicarse muy bien en México: se trata “de un hombre de principios, en una región en que casi ninguno los tiene”. Según versiones, el autor de Todo modo, se inspiró para el escenario de los hechos de la novela, supuestamente en Sciacca (él la llama s .), pueblo de mar en el suroeste de la isla siciliana que, dato curioso, es una paronomasia del apellido del autor. Desde el título está el presagio. Hay la creencia o la superstición de que si la lechuza canta en la mañana es un anuncio fúnebre. En este caso se trata –se sabe desde el principio de la narración– de Salvatore Colasberna, pre­ sidente de una cooperativa de la construcción llamada Santa Fara, albañil profesional, quien es ultimado en la plaza principal de la pequeña ciudad de s . de dos disparos de lupara (fusil de caza) a las 6.30 de la mañana al subir al autobús que lo llevaría a Palermo, e inmediatamente después es asesinado un testigo incómodo, Paolo Nico­ losi, de profesión podador. En el proceso empieza queriendo desviar la investigación, por ejemplo con cartas anónimas, informaciones de “madrinas” o rumores de la voz pública en la calle que llevan “el viento de la calumnia”, es decir, se sigue –se debe seguir– por prioridad o hábito la pista pasional, y después, como otros recursos, decirse, por ejemplo, que el crimen fue por equivocación, o simplemente no debe tenerse muy en cuenta a la víctima porque era –lo sea o no– “un comunista”. No siendo parte de la trama o del juego, Bellodi hila y deshila magistralmente los detalles, hace de la maraña un verde prado, y descubre quién o quiénes son los culpables. El asesino material es Diego Marchica, Zi­ chinetta, llamado así por su afición al juego de azar, quien desde los dieciocho años empezó su carrera delictiva. Marchica recibe la orden de llevar a cabo el asesinato por Rosario Pizzuco, que a su vez la recibe de Mariano Arenas, visto socialmente como un galantuomo tutto casa e pa­ rrocchia. El terror a la mafia es tan grande que los propios socios de la cooperativa, incluyendo dos hermanos de Salvatore Colasberna, al ser interrogados por Bellodi, contestan vaguedades o ambigüedades: no vi a nadie, no estoy seguro, no me acuerdo, no podría precisar… Cuando todo está listo para hundir a los responsables en prisión, empieza a darse una campaña contra Bellodi, y se pone en duda algún dato definitorio o definitivo que rompe la credibilidad de la investigación, el cual, en este caso, es que el asesino material, según testigos intachables, libres de toda sospecha, se hallaba en otra población, a 76 kilómetros del lugar, cuando se cometió el crimen.

Cartel de la adaptación cinematográfica de A cada cual lo suyo

corna, pero sólo de quien recibió las amenazas: el far­ macéutico. Todos los enlaces que Laurana hace sobre los crímenes son correctos, pero el lector apenas puede creer cómo a cada pista que descubre actúa de inmediato con tanta ingenuidad y torpeza, confiándose a quien no debe, en especial a la viuda del doctor Roscio, de quien está enamorado. Laurana va comprendiendo, como comprenden los del círculo de Manno y Roscio, que las amenazas al farmacéutico eran sólo un hábil engaño para desviar la atención y el verdadero objetivo era el doctor Roscio, a quien su mujer le era infiel con un primo de ella (el abogado Rosello), un notabile con múltiples negocios y quien era capaz “de pasar sobre el cadáver de quien fuera” para lograr sus ambiciones; el arcipreste, tío de ambos, no era al principio cómplice pero termina siniestramente siéndolo. Como el capomafia Mariano Arena, el abogado Rosello era respetuosísimamente católico. Todo queda en buena familia siciliana. El profesor Laurana acaba siendo víctima de su desastrosa lectura de la realidad regional. No en balde al final uno del círculo, Luigi Corvaia, no le da ningún recono­ cimiento: “Era un cretino”, sentencia. Es decir, mereció su suerte por imbécil. “Y lo que parecía una novela policíaca más o menos baladí se torna una reflexión menos que indirecta y macabra sobre el poder invisible y la inutilidad del intelectual”, escribe Federico Campbell en la página 135 de su magnífico libro sobre Sciascia. Las novelas fueron llevadas a la pantalla, con variaciones de lugares y circunstancias, con fidelidad esencial: El día de la lechuza, por Damiano Damiani, en 1968, y A cada cual lo suyo, por Elio Petri, en 1967. Mejor resuelta, más tensa e intensa, aun en momentos electrizantes, me parece la primera. De ambas Sciascia escribió el guión. Más allá de sus sombras delictivas, Sciascia tiene la habilidad y la gracia en el curso de su obra de hacernos habitable Sicilia y nos hace extrañarla como si en verdad la hubiéramos conocido

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Redes virt UN GRAN NÚMERO DE IMPRESOS HAN MIGRADO A “LA NUBE” . EN LA RED LOS CONTENIDOS TIENEN MENOS FILTROS Y CORREN EL RIESGO DE SER POCO CONFIABLES.

blogs y

Fabrizio Lorusso

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esde que internet conquistó el mundo, son muchas las revistas de papel que han pasado a ser digitales o que han desaparecido del todo, tanto en México como en Italia. En Italia, como respuesta frente a nuevos medios y formas de socialización de la cultura y la literatura, florecieron los blogs especializados que se conocen como web-zine (web magazine) litera­ rio-culturales, lit-blogs (del inglés literature blog), bookblogs, revistas literarias online, entre otras definiciones. Su naturaleza es mixta y difícil de asir por dos motivos: primero, si bien su principal tema de interés es la literatura, abarcan también temáticas culturales, sociales, políticas, históricas y de actualidad; segundo, los mismos blogs, objetos de la web 2.0 diferentes de las páginas clásicas, tienen una definición algo vaga y cambiante. Según el estudioso Alejandro Piscitelli, un blog o “un weblog es, básicamente, un sitio web personal y sin fines de lucro, constituido por noticias y reflexiones, con un formato que facilita las actualizaciones. Cada nueva pieza de información que se agrega se suma a la última, creando un permanente fluido de noticias. La información es provista por el creador del sitio o por contribuyentes voluntarios de contenidos. Habitualmente incluye tanto comentarios personales como enlaces a sitios web donde se tratan los temas de interés del weblog en cuestión”. Sin embargo, sí hay blogs con fines de lucro que no son personales. Los académicos Jaime Alonso y Lourdes Martínez dan cinco características del blog: es un espacio de comunicación personal; sus contenidos abarcan cualquier tipología; presentan una marcada estructura cronológica; hay enlaces a sitios web que tienen relación con los contenidos del blog y, finalmente, la interactividad que permiten aporta un valor añadido como elemento dinamizador en el proceso de comunicación. Por otra parte, hay quienes identifican a los blogs por no ser páginas estáticas con comunicación unidireccional del editor hacia los visitantes, ya que se da una interacción multidireccional de toda la comunidad de editores, colaboradores, lectores y comentaristas. Hace poco más de un lustro, con la masificación de las redes sociales, los espacios públicos virtuales y las formas de expresión perso­ nalizadas en línea, los blogs se dieron por muertos, pero en realidad muchos se especializaron y siguieron vigentes dentro de sus respectivos nichos para profundizar y difundir contenidos más elaborados. Más allá de las definiciones, en el caso de las web-zine literarias en Italia, se puede afirmar que han ido creando una “blogósfera” reconocible, una red dentro de la Red, pues son como un sistema virtual, con comunidades de blogs interconectados y percibidos como parte de un ambiente definido. Los weblogs literario-culturales y sus enlaces en el mundo virtual y real, juntos, constituyen un fenómeno social. Si los representamos como una galaxia

de interacciones e hipervínculos, queda clara su influencia, ejercida de manera colectiva, dentro del sistema literario, pues actúan sobre la relación lector-autor-editor de manera incisiva y reconocida. Según la cantidad, el tipo de personas que los escriban y sus motivaciones, los blogs pueden ser personales (un bloguero, para fines personales), colectivos (más autores, para fines fijados por el grupo) o institucionales (uno o más autores ligados a una empresa o institución). Los blogs literarios o culturales italianos más importantes entran en una de estas categorías, pues existen pá­ ginas individuales, aunque abiertas a colaboraciones externas, como Lipperatura, de Loredana Lipperini, Vibrisse, de Giulio Mozzi, el blog de Giuseppe Genna o Letteratitudine, de Massimo Maugeri. Hay blogs colectivos de narradores, ensayistas, editores, estudiantes, reseñistas y columnistas que unen sus esfuerzos en espacios como el histórico CarmillaOnLine, Giap, del colectivo Wu Ming, Nazione Indiana, Il Primo Amore, Lavoro Culturale y La Poesia e lo Spirito, o bien institucionales, ya sea ligados a una asociación cultural, a una revista de papel o a una editorial, como Minima Et Moralia, Tropico del Libro, Alfabeta2 y DoppioZero. Es fácil encontrarlos tecleando sus nombres en un motor de búsqueda. Su relevancia va más allá de los estudios italianistas, ya que el objeto “blog” es global y el sistema que se ha formado en Italia es un ejemplo significativo para muchas otras realidades en donde los mecanismos clásicos, a veces excluyentes, del sector editorial y el periodismo cultural, necesitan ser renovados y democratizados. Las principales web-zines italianas han logrado un lugar destacado y han establecido un diálogo con las sedes tradicionales de la crítica y la información literaria. Se trata de un fenómeno interesante, menos difundido en otros países o en comunidades de hablantes de otros idiomas.

LA BLOGALAXIA Y SUS HABITANTES En general, la Red democratizó y amplificó la difusión y fruición de contenidos. Se multiplican las fuentes de información, incluyendo las que no tienen una lógica comercial, pero por otro lado los contenidos tienen menos filtros, son más numerosos y de libre publicación; por ende, tienen el riesgo de perder niveles de confianza y de calidad o de multiplicarse infinitamente. En la enorme masa y red informativa, los medios tradicionales, con sus marcas poderosas, siguen cubriendo un rol dominante y van segmentando cada vez más sus servicios según el perfil socioeconómico de los lectores, divididos entre los “premium” y los “estándar”. Por todo lo anterior, con el paso del tiempo los nuevos medios, los blogueros, las páginas web y las revistas

online han tenido que construir su credibilidad siguiendo algunas de las pautas de los medios tradicionales, pero ofreciendo sus contenidos de calidad gratuitamente. Dentro de la llamada “blogósfera”, sólo los interlocutores, medios, colectivos o personas que hayan mantenido a través de los años patrones de continuidad, confianza y calidad, han sobrevivido como fuentes atendibles entre los cibernautas. Los book-blogs son, en gran parte, “intelectuales colectivos”, distintos de los blogueros individuales o de la vieja figura del “crítico literario” o “experto”, pues el blog es un objeto cultural y, a la vez, un espacio social para


rtuales, literatura

compartir, señalar e interactuar. Los lit-blogs seleccionan o filtran cada vez más sus contenidos, tienen redacciones, nichos de lectores y especializaciones. En algunos casos editan revistas de papel junto a la página web, es decir, pueden ser el “brazo digital” de una publicación que circula en librerías. La blogalaxia es muy amplia, aun considerando sólo un nicho, como el de los blogs culturales y literarios. Por eso nacen criterios para clasificarlos: la antigüedad online, la continuidad de sus publicaciones, autores y redactores. Normalmente hay escritores, periodistas, operadores del sector editorial y grupos de autores detrás de los lit-blogs y eso aporta confianza y reconocimiento. También se considera su popularidad, la fama que obtiene por parte de otras páginas web, por ejemplo con enlaces recíprocos, o incluso fuera de internet, así como su presencia en ran­ kings especializados. Los blogs, desde luego, ofrecen contenidos que pueden ser multimedia, utilizar lenguajes y códigos variados, hipertextos y enlaces internos y externos. A diferencia de los medios impresos, tienen menos límites en la cantidad de palabras publicables y sus lectores son más activos, tanto en el mismo blog, cuando está permitido postear comentarios, como en las redes sociales o en iniciativas que van más allá de la virtualidad de la red. Sin embargo, el uso de contenidos multimedia y la explotación de todos los recursos 2.0 no ha sido una prioridad de los lit-blogs, pues se privilegia la selección de contenidos y la calidad de los textos, más que “lo multimedial” que es, en dado caso, un acompañamiento y un apoyo, no un fin en sí mismo.

LIT-BLOGS Y BOOK-BLOGS: UNIVERSOS EN EXPANSIÓN

La blogalaxia es muy amplia, aun considerando sólo un nicho, como el de los blogs culturales y literarios. Por eso nacen criterios para clasificarlos: la antigüedad online, la continuidad de sus publicaciones, autores y redactores.

Finalmente lit-blog es una definición imprecisa o incompleta, pues se trata de revistas literarias en línea, con la forma y los rasgos de los blogs. Su interés cultural y temático es muy amplio, interdisciplinario, determinado justamente por el medio, pero sobre todo por la presencia de conjuntos o colectivos de redacción, además de un núcleo fundador o de autores reconocidos, presentes en algunos casos, que van marcando ciertas tendencias de la revista y están animados, normalmente, por la democratización de un ámbito elitista como el literario. En Italia hay una “vieja guardia” de lit-blogs: carmillaonline.com, wumingfoundation.com, nazioneindiana. com, ilprimoamore.com, loredanalipperini.blog.kataweb.it, vibrisse.wordpress.com, iquindici.org, lette­ ratitudine.blog.kataweb.it, lapoesiaelospirito.wordpress.com. Y entre los más recientes: minimaetmoralia. it, finzionimagazine.it, lavoroculturale.org, alfabeta2.it. El fenómeno tiene rasgos y relevancias distintas en otros países. Están blogs como el mexicano el-anaquel.com, el dominicano arañazo.wordpress.com o mimundodeli-

bros.blogspot.mx como referencias, aunque parece que aún no se logra, por ejemplo en México, tener una red fuerte de lit-blogs que influya en el sistema literario con autoridad, red y pre­s encia. La “filosofía de fondo” de los blogs se alimenta de muchos factores; es cambiante. A veces está declarada, otras veces se deduce indirectamente de la selección y presentación de los contenidos y, finalmente, en el caso de los blogs colectivos o institucionales, puede que sea definida a partir de las dinámicas del grupo de redactores o de la institución (editorial, empresa, asociación cultural). Es válido definir a los book-blogs como “intelectuales colectivos” y “creadores de sentido” en la tempestad informativa actual. Son, simultáneamente, “lugares de la cultura”, espacios públicos y “agencias de socialización”. Su papel se ha construido de manera firme y duradera, su nicho sigue activo, su relevancia crece, sus autores son buscados por los editores y, de alguna manera, se colocan como operadores del sector cultural y hasta como promotores de nuevos talentos. Las redes sociales han cambiado el panorama, dada su inmediatez, capilaridad e influencia, pero no han reemplazado a los blogs ni los han afectado como filtros y reorganizadores de sentidos e imaginarios, no sólo en campo literario o cultural, sino también en los más amplios ámbitos de lo social y lo político. Algunos de ellos pueden ser vistos como blancos fáciles para la colonización de grandes editores o agencias de prensa, o bien, se pueden volver portadores de prácticas poco éticas, ligadas a una perversa “antropología del regalo”, al intercambio de favores, a la ambigüedad y escasa transparencia en la relación con el sistema lite­ rario, especialmente con editoriales que llegan a con­ dicionar o pervertir la credibilidad de blogueros y redacciones enteras para promover sus libros-mercancía. Muchos blogueros son voluntarios, entes precarios de la literatura y existe, por lo tanto, la tentación hacia la cooptación de su trabajo, opiniones o servicios, a cambio de perspectivas, prebendas, visibilidades o promesas que las grandes edi­t oriales o los medios pueden brindar. En cambio, actualmente el papel de los lit-blogs que no comparten estas lógicas, los cuales finalmente resultan ser los más duraderos y reconocidos en la red, va adquiriendo más importancia, a través de un trabajo serio que tiende a privilegiar las editoriales independientes y los autores emergentes. La blogósfera de los lit-blogs se ha conformado en los últimos quince años como espacio de agregación y socialización para comunidades de navegantes-lectores, y es un filtro de selección dentro del exceso informativo y el relativismo cultural. La literatura se dedica, entre otras cosas, a narrar su tiempo y a sugerir caminos posibles y visiones. Los editores, los medios, los autores y los lectores la hacen circular, la comentan, la comparten, crean y analizan, y, dentro de este sistema, ya no se puede prescindir de la red, de los blogs y sus habitantes


LaBibl en

Leopoldo Cervantes-Ortiz

“EL LENGUAJE BÍBLICO ES COMO LA SEDIMENTACIÓN DE GRANDES LITERATURAS”: PITOL. La Biblia en un selllo antiguo

Me gusta remojar la palabra divina, amasarla de nuevo, ablandarla con el vaho de mi aliento, humedecer con mi saliva y con mi sangre el polvo seco de los libros sagrados y volver a hacer marchar los versículos quietos y paralíticos con el ritmo de mi corazón. […] El poeta al volver a la Biblia, no hace más que regresar a su antigua palabra porque ¿qué es la Biblia más que una Gran Antología Poética hecha por el

J

Viento y donde todo poeta legítimo se encuentra? León Felipe, “¿Qué es la Biblia?”

orge Luis Borges escribió sobre la extraordi­ naria riqueza y diversidad de los documentos reunidos en la Biblia que hacen justicia al significado original de esa palabra:

¡Qué idea excepcional, la de reunir textos de distintos autores y distintas épocas y atribuirlos a un autor único, el Espíritu! ¿No es maravilloso? Es decir, obras tan dispares como el Libro de Job, el Cantar de los Cantares, el Eclesiastés, el Libro de los Reyes, los Evangelios y el Génesis: atribuirlos todos a un solo autor invisible. Los judíos tuvieron una magnífica idea. Es como si alguien pretendiera conjuntar en un solo tomo las obras de Emerson, Carlyle, Melville, Henry James, Chaucer y Shakespeare, y declarar que todo pro­ viene del mismo autor.

Borges llevaba la Biblia “en la sangre” y prueba de ello son las alusiones y los prólogos a las traducciones de Job y del Cantar de los Cantares, de Fray Luis de León. En otro momento resumió: “La Biblia, más que un libro, es una lite­ ratura.” Asomarse a su influencia permite verificar la manera en que estos textos sagrados han contribuido a modelar el pensamiento, las creencias y las mentalidades. George Steiner ha delineado el impacto de ese texto sagrado en la civilización occidental:

TODAS LAS ARTES HAN SIDO INFLUIDAS POR EL GRAN LIBRO. historias, como sucede con José y sus hermanos (19331943) de Thomas Mann. El crítico y religioso Northrop Frye afirmó que el conocimiento de la Biblia es fundamental para moverse en medio de las producciones literarias: “Para mí la Biblia es el corpus de palabras mediante el cual puedo ver el mundo como un cosmos, como un orden, y en el que puedo ver la naturaleza humana como algo redimible, como algo con derecho a sobrevivir. Para la cultura occidental es el libro total, que lo abarca todo.” Para él, la Biblia es el conjunto paradigmático de textos que contiene en sí todos los símbolos y por ello es, en palabras del poeta William Blake, el “gran código” de la humanidad. Harold Bloom ha señalado que los autores bíblicos no tendrían mucho que envidiar a los grandes escritores de la literatura universal y que quien se acerca a ellos entra en contacto directo con un océano interminable: “Ne­ cesitamos una aprehensión estética de la Biblia, ya sea la hebrea, el Nuevo Testamento… Es gran literatura. […] Lo que caracteriza a Occidente es esa incómoda sensación de que su saber va por un lado y su vida espiritual por otro. No podemos dejar de pensar que somos griegos y, no obstante, nuestra moralidad y religión –exterior e interior– encuentran su origen último en la Biblia hebrea.”

EL LIBRO UBICUO

En Occidente, pero también en otras partes del planeta donde el “Buen Libro” ha sido introducido, la Biblia determina, en buena medida, nuestra identidad histórica y social. Proporciona a la conciencia los instrumentos, a menudo implícitos, para la remembranza y la cita. Hasta la época moderna, estos instrumentos estaban tan profundamente grabados en nuestra mentalidad, incluso –tal vez especialmente– entre gentes no alfabetizadas o pre-alfabetizadas, que la referencia bíblica hacía las veces de autoreferencia, de pasaporte en el viaje hacia el ser interior de la persona.

Job es un magnífico ejemplo de los desdoblamientos culturales que la recorren de principio a fin y que han contribuido a moldear el gusto y la imaginación. Fray Luis, Cervantes y Quevedo experimentaron su influjo. En El rey Lear reaparecen los toques jobianos. Ya en la modernidad más cercana, Job dejó de ser el mártir sufrido y paciente del Medievo y se prestó más atención al tema de la teodicea que al personaje. En el romanticismo, muchos autores afrontaron esa gran figura: Heine, Victor Hugo, Dostoievsky y Byron, entre muchos otros. Y en el siglo xx , Hesse, Canetti, Beckett, Brecht, Chesterton, Nelly Sachs, Martin Buber y Elie Wiesel, sin olvidar, en otros campos, a Jung, Joseph Roth y, más recientemente, René Girard y Antonio Negri. En las artes plásticas no se puede ignorar a Marc Chagall. María Zambrano también fue seducida por este libro y escribió líneas iluminadoras en El hombre y lo divino (1955) y La confesión: género literario (1995). Desde México, el filósofo transterrado Ramón Xirau también ha abrevado en la experiencia de Job, y Octavio Paz se refirió a él en 1977 al recibir el Premio Jerusalén:

Y constata: “Parece evidente que la Santa Biblia […] es el acto lingüístico más publicado y difundido sobre la faz de la tierra.” Una manera superficial de abordar tal influencia sería observar cómo los textos que la conforman, especialmente el Antiguo Testamento, son la base de nuevas

Los sufrimientos de Job pueden verse como una ilustración del poder de Dios y de la obediencia del justo. Ése es el punto de vista divino pero el de Job es otro; aunque está “ves­ tido de llagas” –como dice, admirablemente, la versión castellana de Cipriano de Valera– persiste en sostener su

inocencia. Cierto, se inclina ante la voluntad divina y ad­m ite su miseria; al mismo tiempo confiesa que encuentra incomprensible el castigo que padece. “Diré a Dios: no me con­ denes, hazme entender por qué pleiteas conmigo”. ( x , 2). […] El verdadero misterio no está en la omnipotencia divina sino en la libertad humana.

A partir de la Reforma Protestante se abrió la caja de Pandora de la libre lectura y se impusieron nuevas prácticas de lectura. Así lo esbozó Carlos Monsiváis: “La única cultura ‘superior’ de las masas, precisa [Antonio] Alatorre, es la religión, y de allí la enorme influencia de esa producción de letrados en el desarrollo de nuestra lengua, de manera similar a la influencia de la versión de la Biblia de King James en los países anglosajones […] y a la enorme pre­s encia de la versión de la Biblia hecha por Lutero en el desarrollo del idioma alemán.” En ese contexto, cita directamente a Alatorre: “La lectura de la Biblia quedó prohibida en el Imperio español desde el siglo xvi . Si hubiera sido ‘autorizada’ la hermosa traducción de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, protestantes españoles del siglo xvi , la historia de nuestra lengua sería sin duda distinta de lo que es.” Para el heterodoxo Monsiváis no existió discontinuidad entre la memorización y la proyección de todo lo bíblico en el resto de la cultura, incluyendo las obras piadosas. Como se aprecia en toda su obra, su lenguaje transformó


lia

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la cultura occidental Jorge Luis Borges, Fiodor Dostoievsky, Samuel Becket y Victor Hugo

los textos bíblicos en ejercicios incesantes de intertex­ tualidad: “La Biblia es un libro de registros variados, de énfasis comunitario e individual (Proverbios o Job), de intensidades y matices. En nuestra cultura es el clásico de clásicos, y eso beneficia a todos los que escriben.” Sergio Pitol definió así la impronta bíblica: El lenguaje bíblico es como la sedimentación de grandes literaturas. Yo me explico la gran literatura norteamericana del siglo xix , ese surgimiento del nivel del suelo a los niveles más altos, debido a que, para los protestantes, la Biblia era un libro de lectura diaria. […] Leo la traducción

La Biblia es el conjunto paradigmático de textos que contiene en sí todos los símbolos y por ello es, en palabras del poeta William Blake, el “gran código” de la humanidad.

de Casiodoro de Reina […] Es un texto que la Inquisición consideró como heterodoxo [...] Es la tradicional que comencé a leer y sigo leyendo: es en donde el lenguaje me parece prodigioso.

José Emilio Pacheco adaptó el Cantar de los Cantares fiel a su horizonte y contenido. Félix de Azúa también se ha referido a la Biblia como “la madre de la literatura”: “Suele decirse que la moderna literatura europea nace a finales del Renacimiento y su impulso decisivo es la Biblia en sus traducciones a lenguas vernáculas. Adaptar el gran estilo bíblico a una expresión comprensible en lengua llana fue una tarea monumental.” También lamentó que la versión citada no circulara en España lo suficiente y calificó así la obra mayor de Cervantes: “Una Biblia para un país sin Biblia.” ¿Cómo no referirse a la audaz comparación entre Homero y el Génesis que practica Erich Auerbach en Mímesis (1942)? Al cotejar el episodio de la cicatriz de Ulises en la Odisea y el intento de sacrificio de Isaac (Gn 32) se sumerge en ambas tradiciones y encuentra que la bíblica se sostiene con un valor propio. Podría establecerse una teoría de la lectura basada en postulados o metáforas bíblicos, como el que inició Ezequiel y continuó el vidente del Apocalipsis: “comer” o “devorar” el libro es la disposición que se espera de todo aquel que se acerca a las Sagradas Escrituras. La apropiación de la Biblia reproduce esta metáfora como un proceso cotidiano que funda y desarrolla una “cultura de la lectura” propia de comunidades creyentes o no creyentes. Así, como lo planteó Paul Ricoeur, “el sujeto aparece constituido a la vez como lector y como escritor de su propia vida” (Tiempo y narración. iii, 1985). Al con­s iderar una muestra de lectura piadosa clásica como El progreso del peregrino (1678), de John Bunyan, derivada también de una interpretación alegórica de los textos bíblicos, se ha descrito el proceso mediante el cual el principio protestante del libre examen de las Escrituras tuvo como consecuencia literaria la transformación de los cristianos en lectores.

EL GRAN CÓDIGO Algunos postulados de la Reforma alcanzaron una nueva proyección, a la hora de replantearse el contacto de los creyentes con los textos sagrados a través de la mediación cultural del libro: “La afirmación del sacerdocio universal […] resulta, incluso, más sencilla de comprender si la interpretamos […] como un imperativo más asequible que ordenaría a todos los creyentes, cuyo deber era ser sa­ cerdotes, que aprendieran a leer.” Olivier Millet y Philippe de Robert practicaron en Cul­ tura bíblica (2001) otro abordaje de la influencia cultural y artística de los textos sagrados partiendo de los énfasis literarios. Para ello, hacen desfilar una larga lista de nombres y obras. Afirman que este Gran Código “ha alimenta-

Salomé,1923, ilustración para una versión de la Biblia en los años ’20

do y sigue alimentando toda manifestación artística y, por ende, literaria, de la civilización occidental”. Su revisión de las épocas los conduce a observar: “La utilización de motivos bíblicos rara vez se llevó a cabo sin la incorporación de cierta carga de sentimiento religioso, al no abandonarse del todo el simbolismo.” La iconografía derivada de las historias y relatos bíblicos ha producido muchas obras que se han instalado en el imaginario colectivo durante siglos. Así ha sucedido, por ejemplo, con las imágenes del Buen Pastor o de la Santa Cena, de Leonardo Da Vinci que, ligadas a aspectos litúr­ gicos, forman parte de la tradición eclesiástica. La escul­ tura también ha sido un arte influido por la Biblia: el caso de Miguel Ángel es el más visible. Rembrandt y Chagall, sin duda, son dos de los mayores “traductores” del mensaje bíblico a la pintura. Parte de la obra de Chagall, dedicada a ciclos enteros de las Escrituras, es testimonio dinámico de su profunda lectura: La Biblia (1956), Dibujos para la Biblia (1960) y los grabados de los Salmos de David (1979). En la música, pueden mencionarse los grandes oratorios y cantatas de Bach, Händel, Palestrina, Haydn y Mendelssohn (su Elías, de 1846, es majestuoso). Los salmos musicalizados por Leonard Bernstein (1965) y otras obras de Sergio Cárdenas, desde México, son otros buenos ejemplos. El texto griego de i Corintios 13 (Canción por la unifica­ ción de Europa), en manos del polaco Zbigniew Preisner, es sin duda una gran aportación a la banda sonora de Azul (1993), de su coterráneo Krzysztof Kieslowski. El cine también ha recogido un sinnúmero de referencias bíblicas: Los diez mandamientos (1956), de Cecil b . DeMille, marcó toda una época. Sobre la pasión de Jesús la lista es enorme, pero los resultados son sumamente desiguales. Entre decenas de autores, destaca Pier Paolo Pasolini, gran intérprete del Evangelio de Mateo (1964)

William Blake, La ira de Eliú, 1805 de la serie de ilustraciones realizadas para El libro de Job. © Dominio público. Fuente: www.wikiwand.com

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LEER

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La brújula y el laberinto. Encuentros con Octavio Paz (1986-1996), Miguel Ángel Quemain, Instituto Literario de Veracruz, México, 2015.

EL ARMA DEL EXPLORADOR JOSÉ MARÍA ESPINASA

Opúsculos, discusiones y discursos, Gabino Barreda, Conaculta, México, 2015.

Ahora que algunos historiadores mediática y excesivamente favorecidos están queriendo reivindicar a Porfirio Díaz, contradiciendo con ello las propias posturas “antimesiánicas” que un tanto esquizofrénicamente tampoco dejan de adoptar, conviene volver la vista hacia labores y figuras específicas que fueron, en tiempos del claroscuro porfiriato –con mayor carga de lo segundo que de lo primero, mal que le pese a esos historiadores que, por curiosas coincidencias, hoy empatan su discurso con el de la académicamente muy balbuciente tesis de grado del actual jefe del Poder Ejecutivo–, quienes aportaron una serie de elementos teóricos y prácticos que son los que dieron sustento a la política social, educativa, laboral, etcétera, que a su vez dieron pauta a la construcción de institu‑ ciones, algunas de las cuales obviamente perviven hasta nuestros días, si bien muchas de ellas con modificaciones que obedecen a eso que unos llaman modernización, aunque a veces dicho progreso tenga rostro de claro retroceso. Entre esa multitud de fundadores, iniciadores y pioneros está el autor de este pequeño volumen antológico de título sucintamente descriptivo. Para quien crea que Gabino Barreda sólo es el nombre de una es‑ cuela preparatoria de la unam, dígase que este poblano, nacido y muerto en el siglo xix, peleó en contra de la intervención estadunidense, fue médico, químico y abogado, discípulo de Augusto Comte, y dedicó lo mejor y más amplio de sus esfuerzos intelectuales a la educación. Formó parte de la comisión elaboradora de la ley que permitió a este país contar con una educación básica laica, obligatoria y gratuita –es decir, uno de los rubros en los que, a hechos vista, incluso el porfiriato resulta más avanzado que el tiempo actual–, y fue fundador y primer director de la Escuela Nacional Preparatoria, hace poco menos de siglo y medio. Un fragmento de su fundamental De la educación moral, así como “algunas ideas respecto de la instrucción primaria” dan cuerpo a esta breve muestra de positivismo, base del pensamiento porfirista y punto de partida –superado, traicionado, reivindicado, soslayado: que lo digan otros historiadores menos enganchados al carruaje del ogro– del México moderno.

H

ace unos meses, en este mismo espacio, mencioné que con el libro Octavio Paz en su siglo, de Christopher Domínguez Michael, se cerraba la serie de estudios sobre el poeta en su centenario. Me equivoqué. Recientemente dos libros, también de proporciones considerables, se dedican a estudiar al Nobel: Tránsito de Octavio Paz, de Adolfo Castañón y El río reflexivo. Poesía y ensayo en Octavio Paz (1931-1958). La cantidad de estudios con ambiciones si no totalizadoras sí ampliamente abarcadoras, exige una lectura no sólo demorada sino en un permanente juego de espejos. Entre ellos sobresale uno de ambición menor: La brújula y el laberinto (Encuentros con Octavio Paz (1986-1996). En este libro me interesa destacar, ya desde el título mismo, la palabra brújula. El laberinto es algo que está presente, se diría que de manera omnímoda, en todo posible abordaje a la obra de Paz, pues preside esa soledad del mexicano que determina su primer gran libro reflexivo. Hace años señalé la diferencia, por ejemplo, entre el laberinto y la jaula, el término utilizado por Roger Bartra en un libro que prolonga las reflexiones sobre la esencia del mexicano. Aquí la brújula implica inevitablemente una intención de orientarse, pero eso ocurre en buena medida porque Quemain no es esencialista, ni siquiera relativista, sino que cede la palabra al otro. Es un periodista o, de forma más precisa, un entrevistador. La entrevista es, contra lo que se piensa, un género muy difícil, bicéfalo, complejo, en donde los rostros se superponen volviendo a veces confuso el asunto de la voz que habla, pues sitúa el dilema no en el terreno de la autoridad sino de la autenticidad, es decir, la voz que no sólo habla sino que confiesa. Y es inevitable que esta palabra nos remita a la condición tanto religiosa –el confesionario‒ como política –la cámara de tortura. El periodista es un sacerdote laico, un torturador sin violencia. Quemain mostró talento como periodista desde los primeros textos que publicó, no así su responsabilidad como escritor. Guardó grabaciones, casetes, videos, recortes de prensa, apuntes, y en los distintos casos fue madurando sus libros. Encuentros con Octavio Paz es el mejor ejemplo. Muchos años –más de veintitrés‒ toman forman en su redacción, fruto de una conversación que se aparece, así, como una, sin importar los ires y venires en el tiempo y en los temas, lo fragmentado y azaroso de los encuentros. Es fruto del trabajo sobre las entrevistas concebidas como textos, con fidelidad a la idea de escritor tanto propia como de sus entrevistados, sin importar el soporte y la circunstancia en que se hicieron. A Paz es imposible cederle la voz, él la tiene desde antes, es no sólo el poseedor sino el propietario. Quemain trabaja sus entrevistas de una manera en que lo que sería en principio un defecto –la circunstancia‒ se vuelva una virtud, pues le da algo que a Paz no le sobraba: naturalidad. Y eso le da un valor documental real.

Es como si en estas entrevistas viéramos el reverso de la imagen y sorprendiéramos un sesgo insospechado, el de un Paz preocupado por hacerse oír. Y por hacerse oír de una manera muy peligrosa. La televisión, sobre todo, manipula inevitablemente. No es fiable en la misma medida que, supuestamente, consigue más audiencia. Sin embargo su audiencia es efímera, no echa raíces y no crea densidad intelectual. Al trabajar las entrevistas como textos, Quemain les devuelve no sólo fiabilidad sino densidad. Así Paz pudo pensar que su claridad discursiva y su densidad intelectual impedirían que los medios lo tergiversaran. No fue siempre así. Quemain se avoca a restituir claridad y densidad a las entrevistas. Su método es de un extremo respeto con lo que su entrevistado dice y tiene una inteligencia natural en él para armar los fragmentos como si fueran frutos de un discurso continuo. El tiempo ya no es fragmentación sino continuidad. ¿Nos dice Quemain algo nuevo sobre el último Paz? Probablemente no, pero sí le da un rostro distinto, una característica humana que han buscado casi todos sus entrevistadores con desigual suerte. La brújula del título es entonces un arma de explorador, de explorador perdido… y yo creo que frente a Paz en su centenario, el medio cultural e intelectual mexicano es un explorador perdido. O confuso, que no sabe ser iconoclasta, y termina en picapedrero, que no sabe ser admirativo y termina en la hagiografía. Quemain es de los pocos que se escapan al ser menos pretencioso. Quemain, más que enseñarnos un camino, lo que hace es prestarnos la brújula para que sea el lector quien lo escoja •

Bajo la misma noche. Ensayos políticos sobre literatura latinoamericana, Gustavo Ogarrio, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 2014.

RELATOS DE MEMORIA Y OLVIDO ANDREA TIRADO

B

ajo la misma noche contiene, bajo un mismo cielo, ensayos sobre la obra de algunos escritores latinoamericanos. Gustavo Ogarrio aborda esas obras –políticas, sociales o históricas‒ a partir de la poética, condición básica de la literatura, y reivindica la elaboración artística que hace de ellas obras de arte. Elige, para ello, autores canonizados o estigmatizados que comparten el arte de relatar y cuya obra ha tenido, en su mayoría, una sola lectura, condicionando así la de otros lectores y creando una exégesis limitada. Carlos Fuentes, José Carlos Becerra, Juan Carlos Onetti y José Carlos Mariátegui, son algunos de los autores que constelan la noche de Ogarrio, y es con ellos que restituye la condición artística del relato.

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LEER

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Inicialmente, Ogarrio hace evidente la falta de una visión más amplia al analizar la obra de escritores que han creado un diálogo entre dos formas literarias. El mejor ejemplo es la poesía narrativa de José Carlos Becerra, de quien Octavio Paz hizo una lectura un tanto condicionada al pensar que Becerra “debería haber escogido un verso más corto, menos atacado por la elocuencia, menos discursivo”. Dicha lectura no le permitió a Paz ver que la originalidad del poeta reside en el uso de los recursos de la narrativa, para incorporarlos a sus poemas; el tabasqueño crea poemas nutridos por personajes, voces, tiempo y espacio. Sólo mediante una lectura que admita una constante relación entre poesía y narrativa se puede entender al Otoño como un personaje ‒que poetiza y es poetizado‒ que recorre islas y danza en la pluma de Becerra. Lo singular de Becerra es la fusión ‒a modo de interdisciplinariedad‒, entre dos formas literarias que resultan en la poesía narrativa, como la identifica Ogarrio. El autor expone el caso de otro autor injustamente menospreciado durante cierto tiempo, José Carlos Mariátegui, uno de los principales exponentes del ensayo de interpretación. Sin embargo, cuando publicó Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, su recepción se centró principalmente en aspectos político-económicos, dejando de lado la relación entre política y economía con estética y literatura, así como el propio valor del ensayo. Una lectura limitada no permitió pensar el ensayo interpretativo en su condición de poética de la narración histórica. Inquiriendo sobre la dificultad de esas lecturas, Ogarrio introduce a Juan Carlos Onetti, a quien considera uno de los más estigmatizados. La obra del uruguayo ha sido objeto, y quizás víctima, de lecturas que cultivan “estigmas e interpretaciones cristalizadas”. Una de estas interpretaciones lleva a caracterizar los textos de Onetti a partir de su fatalismo y/o pesimismo, su ausencia de esperanza, e incluso un hastío existencialista. De nuevo, como con Mariátegui, el resultado de esa lectura desdeña el valor de la articulación artística de los relatos, así como sus estrategias de composición. Una clave de lectura más extensa advierte, por ejemplo, que Onetti introduce a un narrador innovador, el que relata desde su propia subjetividad, así como el narrador que asume, por momentos, la identidad de una comunidad con la cual el lector se confunde progresivamente hasta ser parte del relato e incluso cómplice. Esa otra lectura da cuenta de la originalidad de la composición artística de Onetti. El ejemplo de Onetti da mayor fuerza a la tesis de Ogarrio: el dilema esencial de una mala interpretación, o la interpretación limitada de una obra, condiciona o cancela la comprensión del texto en tanto que poética, condición inherente a la literatura. Es entonces esencial comprender que una lectura no significa agotamiento de otras. Otra perspectiva son los relatos en tanto que condición de memoria y olvido. Ogarrio lo ilustra a partir de novelas de Carlos Fuentes y, nuevamente, Juan Carlos Onetti. Ambos ficcionalizaron momentos históricos reales. En La muerte de Artemio Cruz y Para esta noche, se muestra cómo una catástrofe humana es objeto de representación narrativa. No

se trata tampoco de ver ambas novelas solamente como eso: “novelas”, sino mediante la lectura más amplia que constantemente realiza Ogarrio. Se perciben entonces las huellas de testimonios verídicos y reales; las obras pueden ser entendidas también como registros artísticos. Estos testimonios, gracias a la poética de narración, devienen en una forma de memoria, contraria a las políticas de olvido de las dictaduras. Finalmente, se invita a adoptar la postura que ha tenido el autor durante toda su obra. Viendo más allá de la tesis del ensayo, se vislumbra que Ogarrio crea su propia poética de la narración o poética del ensayo. En cierta forma ha poetizado la “historia casi invisible de los escapados y los fracasados de siempre”. Su obra es registro artístico de autores estigmatizados que, a través de él, son revalorizados y rememorados •

Bitácora Pública, pulso de la cultura, núm. 4, Cuernavaca, Morelos, México, julio-agosto 2015.

En esta edición el lector encontrará una entrevista con Daniel Galindo y su participación en la Cumbre Mundial de Comunicación Política en República Dominicana 2015, la cual aporta datos im‑ portantes de nuestra actualidad en materia electoral y comunicación política. En un diálogo póstumo con el gran antropólogo Santiago Genovés, las palabras del sabio avecindado en Cuernavaca durante muchos años son una guía por los derroteros de la violencia y muestran las luces para alcanzar la paz. En una charla con Carlos Campos Campos, el artista plástico despliega su capacidad de aportar una nueva técnica a las artes visuales: el Papusetichi. De igual forma, se ofrece un balance de la gestión de la Secretaría de Cultura morelense, a tres años de distancia; hablan los ciudadanos y los artistas. Se incluyen también poemas de Jair Cortés y José Ángel Leyva, dos poetas consolidados en la lírica nacional y, desde Argentina, Esteban Moore aborda la poesía de Víctor Toledo. Por su parte, Evodio Escalante reseña la antología poética La sed del polvo, de Ricardo Venegas; Rocío Barrio‑ nuevo habla de la importancia del pelo a través de la historia del erotismo; y Edna Galindo aborda desde la ciencia el fenómeno de las supernovas, verdaderos laboratorios cósmicos.

Por qué algunas cosas no deberían estar en venta. Los límites morales del mercado, Debra Satz, Siglo xxi Editores, Argentina, 2015.

Catedrática en filosofía social y política, en ética y estudios sociales en la Universidad de Stanford, doctorada en el célebre mit esta‑ dunidense, la autora lo tiene tan claro como el propio título de este ensayo: es perfectamente falso el axioma neoliberal que sostiene la infalibilidad del concepto de mercado para solucionar todos y cada uno de los problemas de la vida colectiva, comenzando por supuesto con los de carácter económico. Lúcida y clara, Satz demuestra aquí lo pernicioso que ha sido y sigue siendo, para la sociedad mundial en su conjunto, el despropósito de manejar del mismo modo mercancías de consumo que servicios de salud, por ejemplo, o recursos energéticos de similar manera que fuerzas laborales, es decir seres humanos. Desde el corazón mismo del universo capitalista –la autora nació en pleno Bronx neoyorquino–, Satz postula y hace evidente la conveniencia de cesar ya de ponerlo absolutamente todo –productos, servicios, educación, sexo, más un interminable etcétera– bajo el criterio limitadísimo y muy interesado de la oferta y la demanda, pero no para ahí: como afirma el editor del libro, Satz “ofrece criterios para pensar con mayores matices la compleja re‑ lación entre mercados e igualdad social”. Ojalá leyeran este libro, entre otros contumaces afili‑ ados a la Escuela de Chicago, los Videgaray, los Carstens y similares bestias de tiro que siguen llevando la carreta nacional derecho al despeñadero.

visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/

@JornadaSemanal

La Jornada Semanal

En nuestro próximo número

HEINRICH BÖLL EN TRAJE DE CLOWN Ricardo Bada y Lorel Manzano

Una entrevista con Sergio Mondragón

Textos sobre Selva Almada y Martí Soler


ARTE Y PENSAMIENTO ........

2 de agosto de 2015 • Número 1065 • Jornada Semanal

Francisco Torres Córdova

Ricardo Venegas ricardovenegas_2000@yahoo.com

Felipe Garrido MENTIRAS TRANSPARENTES Una gracia duplicada Cuenta Bolaños, príncipe discretísimo, que en cierta corte había dos militares que se aborrecían y que eran destacados el uno por su codicia y el otro por su envidia. Y un día, por divertir a sus cortesanos, el rey de aquellas tierras los llamó a los dos y frente a todos les dijo que bien conocía sus leales servicios y su valerosa entrega en las batallas y que para darles galardón por sus merecimientos, que alguno de ellos solicitara lo que quisiera, y que el otro recibiría el doble de lo que el primero hubiera pedido. El codicioso se negaba a pedir lo que quería, pues sabía que su enemigo lo recibiría duplicado. Así que fue el envidioso quien alzó la voz:“Para que Su Majestad pueda cumplir con la palabra empeñada –dijo con voz firme y clara– le solicito, como única gracia, que enseguida ordene que me saquen un ojo”. Cuídate de los envidiosos, amantísimo, serenísimo señor. (De las historias de san Barlaán para el príncipe Josafat.) •

Ricardo Yáñez

Ramón Lo conocí en la Casa de la Cultura de Hermosillo,“la nave espacial”. Iba a mi taller, pero rápido nos hicimos amigos. En su última etapa Abigael Bojórquez lo prefería entre los líricos locales. Parco, de desganado hablar, alto, güero –ojo claro–, daba la impresión de un vaquero acostumbrado a la soledad, por ingrata que fuese. De ahí que sorprenda y gusto dé que ahora sea maestro de literatura en el df, donde vive con Eve, narradora norteña, y sus dos hijas. El taller terminaba tarde. Íbamos luego a un amplísimo lugar danzante repleto de parroquianos. Una vez en que un gigantón moreno, altamente estimulado a saber si sólo con alcohol, no paraba de (mal) lucirse en la pista, el poeta se me perdió. Fui a encontrarlo en los abarrotados urinarios en aparente discusión con el sobrado personaje, quien a gritos le espetaba: –Yo puedo matar a tu padre, yo puedo matar a tu madre, yo te puedo matar a ti. –Órdenes son órdenes –dijo impertérrito Ramón, y regresamos a disfrutar de nuestra mesa •

bitácora bifronte El poeta Hugo Gutiérrez Vega

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l poeta Roberto Vallarino escribió: “Quienes realmente son escritores por vocación continuarán luchando por recordar que la literatura es la imagen de un mundo sin imagen y ellos los encargados de solidificar y renovar este espejo.” Hizo hincapié en la noción generadora de “una enorme cantidad de personajes con ansias de convertirse en demiurgos de la palabra”, en maestros sin maestros. Vallarino se refirió también a aquellos ingenuos que, sin cultivarse, anhelan subirse a su “pedestal de huacales” (Carlos Pellicer, sic). La obra de un poeta con logrado oficio y serenidad se ha escrito en otro mapa. Hugo Gutiérrez Vega ha conocido muchas sendas, la principal de todas: la poesía. En Las peregrinaciones del deseo, libro que reúne poemas escritos entre 1956 y 1986, revela su vocación por los sentidos, a la manera de los simbolistas, para quienes el símbolo fue garante de la creación de un arte literario ejercido entre nosotros por el “padre soltero de la poesía mexicana”, Ramón López Velarde. No es arbitrario nombrar en estas líneas a José Carlos Becerra, amigo y compañero de viaje de quien hablo; un poeta camina siempre conversando con los difuntos (Quevedo dixit). El tema del viaje está presente en Gutiérrez Vega y en José Carlos como en el “grupo de forajidos” que fueron los Contemporáneos, quienes con notable rigor asimilaron el taoísmo chino, doctrina que sostiene que es posible viajar sin moverse de su sitio. Con Baudelaire, el “archipiélago de soledades” creyó que los auténticos viajeros “son los que parten por partir”. Otra forma del “viaje inmóvil”, practicada por Gorostiza, está en la experiencia de quien sabe sumergirse en un vaso de agua. Después del “grupo sin grupo” pocos escritores han continuado con la tradición diplomática y de divulgación de la cultura mexicana en el exterior. Salamanca, Londres, Grecia, Brasil y Puerto Rico son algunos lugares registrados en estas peregrinaciones, a manera de bitácora, donde el navegante reconoce el transcurso de altamar que es la poesía. Perteneciente a la Generación del Cambio de escritores nacidos entre 1928 y 1940, Gutiérrez Vega se encuentra entre quienes nunca asumieron pertenecer a una coincidencia generacional, no así en las propuestas estéticas de una nueva sensibilidad en la que se inscriben los notables José Emilio Pacheco, José Carlos Becerra, Homero Aridjis, Víctor Sandoval, Eduardo Lizalde, Francisco Cervantes y Juan Bañuelos. En Antología con dudas (Visor, 2007), el poeta imparte cátedra del elemento sorpresa: “ no le tengo pavor a lo imprevisto,/ pero me gustaría que no pasara;/ mi sentido común es estrambótico;/ sin proyectos me enfrento/ a la mañana;/ me enferman los enfermos/ de importancia,/ me asustan los que esgrimen/ sus certezas;/ me gustan los que dudan,/ los pasos vacilantes/ me enternecen/ y me dan miedo/ los que pisan firme/ (el if de Kipling/ me provoca vómitos) ” •

ftorrescordova@gmail.com

monólogos compartidos Pedazo de tierra

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o en la suma innumerable de las deudas bien o mal habidas y sus pagos inconclusos o imposibles, los documentos con sellos en relieve y los tratados rebosantes de notas, condiciones y rubros colmados de emergencia; no en la metálica elocuencia de reclamos y sentencias de plazos incumplidos, o en la trama de cifras que en pantallas y tableros despliegan su importancia, su aquí y ahora perentorio ya para entonces o acaso desde siempre indiferentes a la vida o la muerte que no deje un superávit en las arcas del poder y la avaricia. Tampoco en los muchos alegatos de costos y demandas de mercados a punto del colapso, abastos en peligro, litorales en venta y puertos en subasta y hambres en ciernes ya crecidas, ni en acuerdos fallidos o trucados o la mala letra de las leyes signadas en palacios de justicia y parlamentos coludidos o atrapados, sus curules talladas en maderas relucientes, sudorosos los respaldos de retóricas, a derecha e izquierda salpicadas de saliva. Más allá de los aciertos, los errores e indolencias de facciones y partidos embotados en sí mismos, o más acá de las victorias de uno sobre el otro, sino al fin y al cabo en la común identidad de su derrota. Tampoco en la promesa de un futuro luminoso para todos algún día sin nombre en un difuso calendario, esa tiranía del alma que exhibe la riqueza en sus vitrinas. No ahí, todo junto y entrampado en los modos sin fisuras del dinero que en la vida tanto es y tanto más así nos somete y disminuye cada día, tiene forma y sentido, peso y memoria y voz y aroma un territorio, un pedazo de tierra y su nombre en el planeta. Porque hay algo suyo que escapa a la espiral de la codicia o el derroche, a la avidez de cuentas e inventarios, impuestos e intereses infinitos, y fluye silencioso por sus aguas milenarias de verdes y azules transparencias –que en él son espíritu y materia– y pulsa en su palabra –que en su lengua es impronta de cosa y pensamiento– y se vierte en el Dignum est de “¡Este/ el mundo, el pequeño, el grande!” que el tiempo lleva entre los dientes. Desde entonces que nos trajo el alfabeto de tan lejos hasta ahora que el poeta no cesa de decirlo y con esa inteligencia así habitarlo. “Habité un país que salía del otro, el real, como sale el sueño de los sucesos de mi vida. A este también lo llamé Grecia y lo tracé en el papel para verlo. Parecía tan poco, tan inasible.// Con el paso del tiempo, continuamente lo ponía a prueba: con algunos sismos repentinos, algunas antiguas tempestades purasangre. Cambiaba de lugar las cosas para liberarlas de todo valor. Estudiaba los Insomnes y las Desolaciones para ver si lograba construir colinas castañas, pequeños monasterios, fuentes. Incluso puse todo un huerto lleno de cítricos que olían a Heráclito y a Arquíloco. Pero fue tanto el aroma que tuve miedo. Y poco a poco me puse a atar palabras como pequeños diamantes para tapar al país que amaba. No fuera que alguien viera la belleza. O que sospechara que tal vez no existe.” (“Huele lo excelente”, poema ii , en El pequeño Nautilo, Odysseas Elytis, versión ftc ) •

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Jornada Semanal • Número 1065 • 2 de agosto de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Miguel Ángel Quemain quemainmx@gmail.com @mquemain

LA OTRA ESCENA

Daniel Serrano, emergencias y alternancias

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A FORMACIÓN DE LA llamada “gente de teatro” tiene varias posibilidades y rutas que difícilmente fluyen con naturalidad en otras artes. Las “escuelas de teatro” suelen serlo sólo de: actuación, dirección, voz, movimiento, escenogafía. La actuación se distancia del trabajo dramatúrgico, con todo y que a través de los actores fluye y cobra sentido la palabra de autor. El director a menudo piensa que el texto del dramaturgo es una especie de amasijo de ideas interesantes y buenas frases que hay que reinventar en la escena. Y así, cada engranaje sueña su propia obra. Conducir todo el talento por la misma vía requiere cualidades personales que sólo germinan cuando se ha explorado la diversidad del aparato teatral. Ese el caso de Daniel Serrano. Por eso Óscar Liera fue tan querido y admirado por sus cercanos; en otras condiciones, algo similar pasó con Héctor Mendoza, Margules, Julio Castillo y Gurrola, por mencionar de lo más visible y recordado. Todos muertos. Que Daniel Serrano sea de Sonora (Magdalena de Kino, 1968) y haya nacido tan lejos en un año crucial para la vida política de México, pareciera que no tiene nada que ver con lo que vendría después, sobre todo si se piensa que egresó del Centro de Educación Artística de Televisa, que naturalmente lo hubiera conducido por el camino que tomaron destacados universitarios, como Humberto Zurita y Alejandro Camacho con sus respectivas esposas. Tal vez pudo también incorporarse a la planta docente de la que han formado parte destacados actores y directores que repudian el teatro comercial y la televi-

sión (lo primero que me viene a la mente son nombres destacados como los de Pablo Mandoki, Luis Eduardo Reyes, Zaide Silva Gutiérrez, Moisés Manzano, Nora Manneck, Alfredo Gurrola, Rosa María Bianchi y Patricia Reyes Espíndola), pero que se esfuerzan en que sus alumnos sean tan malvados como María Rubio, lloren como Carmen Montejo y sean frescos como Adal Ramones. Su tránsito por el cea no lo condujo por el camino de la popularidad televisiva, pero le dio la solvencia para sorprender al director Ángel Norzagaray, a quien el dramaturgo reconoce como el inicio de su carrera. Años después, Norzagaray lo dirigiría como actor en Berlín en el desierto, obra escrita por Serrano. Serrano no abjura de su formación, pero está muy lejos de un mundo que, paradójicamente, también lo acercó y le reveló a grandes maestros de la escena y la literatura. En un orden generacional reconoce los ejes: Leñero, Argüelles, González Dávila, y a un joven maestro, Jaime Chabaud, con quien tal vez podría tener más afinidad por su amplitud de registros, tan diversos que, entre Sonora y su actual Tijuana

(donde reside desde 1995), media una carrera de periodismo de la que es licenciado en la Universidad Autónoma de Chihuahua, misma que en los últimos veinte años ha logrado ser una referencia muy importante en la enseñanza del periodismo en la franja fronteriza. Como resultado de su formación, Serrano fue columnista del periódico Frontera, un espacio de colaboración en el que puso a prueba su moralidad frente a lo público. Es un artista que ha trabajado mucho y le ha ido bien. Profeta en tierra ajena (ya dos décadas en Tijuana), con menos de treinta años de edad dirigió, durante trece años, el Taller Universitario de Teatro, de la Universidad Autónoma de Baja California, que le permitió fundar El Festival Universitario de Teatro de esta institución, con la evidente posibilidad de que fuera el foro de su producción teatral. Es lo que hicieron dramaturgos/directores como Óscar Liera. Así se construye el inicio de una legitimidad que los jurados de concursos, becas y apoyos institucionales reconocen como un artista emergente que encuentra consenso, respeto y credibilidad entre sus pares. Se premia su obra, su trayectoria, y se apoya lo que propone hacer. Es uno de los autores que ha crecido en el interior del país y la legitimación de su trabajo ocurre en los escenarios intermediados por lo federal y lo local, enmarcado por las publicaciones gubernamentales, donde Tierra Adentro tiene un papel rector, además de algunos medios independientes, intermitentes y fugaces. Serrano le ha apostado también a los concursos literarios. La suspicacia (ese otro nombre de la desconfianza) es insuficiente para dejar de participar en una opción que está más lejos del canon que de esa especie de lotería que se sacan muchas veces concursantes que sólo han escrito y escribirán lo que un jurado sorprendido reconoce como duradero y con calidad •

Alonso Arreola @LabAlonso

BEMOL SOSTENIDO

Brian May y Plutón. El rock y el espacio

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ACE UNAS SEMANAS EL mundo de la astronomía vivió uno de sus más emotivos momentos: recibió las primeras imágenes que la sonda New Horizons de la nasa grabó durante su arribo a Plutón, tras casi diez años viajando por el espacio. El evento fue atestiguado de primera mano por un músico notable que, además, tiene un doctorado en astrofísica: Brian May, rockstar en toda la extensión de la palabra, guitarrista del grupo británico Queen y ahora colaborador del equipo de científicos bajo el mando de Alan Stern. Dicho esto, no fue fácil encontrar otros músicos reconocidos que hayan estudiado diferentes ciencias (la música lo es). Pero hay. Verbigracia: Greg Graffin, cantante de la banda de punk Bad Religion, quien cursó dos carreras (Geología y Antropología) y consiguió un doctorado en Zoología. Otro punketo científico es Milo Aukerman, miembro de The Descendents, quien tiene un doctorado en bioquímica. Brian Cox, extecladista de d :Ream, se suma a la lista. Él es físico de partículas. Dan Snaith, conocido como Caribou en el mundo de la electrónica, tiene un doctorado en matemáticas por la Academia Imperial de Londres. Tom Scholz, guitarrista del grupo Boston, se graduó en ingeniería mecánica. El gran Tom Morello, guitarrista de Rage Against The Machine y Audioslave, se graduó en Estudios Sociales por Harvard. Y hay otros más. Sin embargo, lo que realmente impulsó en nosotros el doctor May al anunciar su colaboración con la nasa , fue una búsqueda de canciones que el rock ha relacionado con el espacio. Desde luego la lista es enorme y no cabe aquí. Por ello es también caprichosa y desordenada. Perdón.

Primero, lo insoslayable:“Eclipse”, de Pink Floyd, bellísima oda a la Luna en Dark Side of the Moon, y “Eye In The Sky”, de Alan Parsons (ligada con la idea de un dios omnipresente). Igualmente, la espaciosa “Walking On The Moon”, de The Police, alegoría efectiva del amor dispar; así como la congruente “Across The Universe”, de los Beatles, en cuya elástica melodía sentimos la falta de gravedad, el misticismo de un viaje interno. Qué decir sobre “Space Oddity”, de David Bowie. Escrita alrededor del Capitán Tom, es una reacción al filme 2001: Odisea del Espacio, de Kubrick y su imponente soundtrack inicial (“Así habló Zaratustra”, de r. Strauss). Una de las canciones mejor abocadas a los vagabundeos siderales es “Space Truckin”, de Deep Purple. “Tenemos música de nuestro Sol”, dicen luego de enlistar planetas y estrellas. Otra es “Spaceman”, de los Byrds, en la que se describen las visitas de seres extraterrestres, además de solicitar una abducción. “Supersonic Rocket Ship”, de los Kinks, por su lado, nos lleva a pasear a la velocidad de la luz, adonde sea que lo deseemos, sin importar nuestro dinero o clase social. En tiempos recientes, Muse se acercó al espacio para

hablarnos de un amor posesivo. El resultado fue “Supermassive Black Hole”. Nuestros preferidos en la materia, empero, son los de Modest Mouse. Ellos han hecho un par de discos inspirados en la estratósfera: This Is A Long Drive For Someone With Nothing To Think About (increíble desde su título) y The Moon & Antartica. En ellos se hallan piezas magníficas. Mucho más ligero y comercial es Bruno Mars cantando “Moonshine”, apelativo de mujer que lo lleva al orgasmo extraterrestre. Otros favoritos son los temas que el trío canadiense Rush escribió inspirado en Cygnus x -1, fuente de rayos x situada en la Galaxia del Cisne y gracias a la cual se comprobó la existencia de los abismos negros. Dividida en dos partes pertenecientes a los discos A Farewell To Kings y Hemispheres, se integran con casi treinta minutos de música virtuosa que pasa de lo instrumental a lo cantado gracias a la ficción lírica de Neil Peart, baterista y letrista. Siguiendo con el progresivo (género amante de las fronteras con lo fantástico), no podemos dejar de mencionar a Camel. Su “Lunar Sea” es un monumento guitarrístico de Andy Latimer. Escúchelo. Las listas de los mejores ejecutantes no le han hecho justicia. Esta compilación podría seguir con Belle&Sebastian (“Space Boy Dream”), Tokio Police Club (“Citizens of Tomorrow”), más lo que recuerde nuestra lectora, nuestro lector, y hasta con géneros como… el chachachá. ¿Se acuerda de que los marcianos llegaron ya? Así las cosas, lo cierto es que no podíamos aterrizar sin mencionar lo hecho por el propio doctor Brian May con Queen, alrededor del planeta Mongo. Se trata de la grandilocuente y poderosa música de la icónica cinta Flash Gordon de 1980, recomendable para un día como hoy. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •


ARTE Y PENSAMIENTO ........

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Jorge Moch Verónica Murguía

tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch

tonces, su malestar, sus miedos. Y en medio de esas reflexiones, sorpresivamente, describe una pulsera vista en eBay, la casa de subastas por internet. Una pulsera de “latón, hecha en India, con madreperla blanca y roja” que se vendía por un precio inicial de 99 centavos. Desde ese momento, la fascinación de Brenner por el lote de bisutería del que la pulsera formaba parte la impulsa a salir de su agrio desánimo. El lote misterioso se convertirá para ella en la cifra del mundo que la esperaba, de la vida que seguía. Pujó por la pulsera y la compró en un dólar y cuatro centavos. Cuando la pulsera llegó a su casa, le pareció mucho más bonita que en la foto. Decidió asomarse a la tienda virtual del vendedor y quedó apabullada: aparecieron decenas de páginas llenas de fotos de objetos disímbolos y estrafalarios: prendedores, alfileres para el sombrero, aretes, pulseras, peinetas, broches, boquillas, hebillas, mancuernillas (illas, illas), anillos, cadenitas, dijes, todos extraños. Alces tirando de una vagón de tren, un pulpo con campanitas en cada tentáculo, un dije con forma de piano miniatura, en fin. Un universo absurdo, minuciosamente descrito y fotografiado. Brenner comienza entonces a participar en las subastas. Rápidamente el vendedor y su mercancía se hacen de adeptos: aunque se mantiene el mismo precio de salida para todo (99 centavos), las piezas, como un prendedor de Snoopy de los que la nasa regala a sus empleados, llegan a venderse hasta en 355 dólares. Brenner se convierte en una compradora eficaz, que en eBay significa estar pegado a la computadora con el índice sobre el ratón. Mientras, el catálogo del vendedor se ampliaba.“Cada semana llegan cientos de libras de bisutería…”, “Unos cuantos miles de piezas más…”, escribía en las ofertas.

Brenner piensa que no “hay suficientes abuelitas en el mundo para heredar esa cantidad de broches”. ¿De dónde habían salido esas locuras? Cuando por fin escribió al vendedor, descubrió que era mujer y que se llamaba Verónica: una corredora de bienes raíces que, de casualidad, se topó con un señor mexicano que había amasado esa colección formidable que ella compraba por kilo. En ese instante todo me pareció lógico: “En México, sólo en México”, me dije. Esta conclusión mía es una bobada, porque las piezas del lote son, en su mayoría, hechas en China y Estados Unidos. Brenner concluye su ensayo explicando cómo esta búsqueda la sacó de la depresión. Y ahí comenzó una chifladura mía, que afortunadamente duró poco. Entré por primera vez en eBay y evoqué el único amuleto que he tenido y que perdí en la adolescencia: una medalla con un fragmento de una estola de oración del papa Juan xx i i i . Me la regaló la mamá de una amiga cuando yo iba en quinto de primaria. Huelga decir que a esa edad mis ideas religiosas eran más bien creencias mágicas. Mi medalla, creía yo, sería kriptonita para los vampiros, en los que creía con la misma pasión con la que aseguraba que los ángeles existían. Eso me dejó un interés de por vida en las reliquias, en cuyos poderes, aclaro, no creo en lo absoluto. En un viaje a Roma quise encontrar de nuevo la medalla, pero nadie sabía siquiera de qué hablaba. Pensé que quizás la había inventado. Pero no. Quedé como Brenner, hechizada. Durante días no hice más que mirar reliquias y tratar de comprar algo como lo que tuve. Entre las descripciones encontré una que me hizo feliz. Es una medalla que, se supone, tiene adentro un pedazo de túnica de San José. El vendedor, chino para más señas, la describe así:“Poderoso amuleto mágico católico. Pedazo de ropa del padre adoptivo de Cristo. Usado.” •

para Braulio Peralta y Guillermo Arreola

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ACE UN MES JORGE Mario Bergoglio, el pontífice católico, en un documento titulado “Instrumentum Laboris”, afirmó otra vez el rechazo de su iglesia a los matrimonios homosexuales (y la eutanasia y el aborto, colofones de siempre en el discurso excluyente del catolicismo ultra) para unos cuantos días después repetir y repetir la palabra “inclusión” durante su visita a Ecuador y Bolivia. Esencialmente se trataba de un gesto hipócrita, que escondía en otra manga un embate bien coordinado del discurso excluyente típico de la ultraderecha cristiana en contra de la comunidad lgbt y la homologación de sus derechos de convivencia conyugal. No podíamos esperar otra cosa de una de las instituciones más retrógradas, homofóbicas (a pesar de los miles de homosexuales en sus filas), misóginas y retardatarias en la historia de la humanidad: sorprendente hubiera sido que sumara algún apoyo. En México la Suprema Corte de Justicia estableció jurisprudencia positiva al respecto y ello ha irritado a los sectores más conservadores de esta sociedad mexicana tan católica y misericordiosa hasta que le salen los viejos prejuicios de siempre en que homofobia, misoginia, clasismo y racismo parecen ser la tónica preponderante para distorsionar, envilecer y enrarecer la convivencia social. Creo que hablo por muchos de quienes vivimos en México cuando digo que quisiera que la sociedad en este país fuera respetuosa y tolerante y que en ello lográramos forjar una patria menos magullada que la que habitamos ahora. Por eso, qué paradoja, estoy totalmente convencido de que hay que combatir esas expresiones de intolerancia. Hace una semana, el día 25 de julio, esa intolerancia y ese odio disfrazados de buenas intenciones se materializaron en marchas que reunieron a lo más granado del catolicismo intransigente, vinculado también a los estamentos dominantes de sus respectivas ciudades. Desde luego esas marchas no las criticaron, ni escuchamos la rancia cantinela de “mejor pónganse a trabajar” que suelen espetar a otros marchistas, esos manifestantes. El epicentro fue, como suele suceder en asuntos de la ultraderecha mexicana, la muy clasista, racista, misógina y homofóbica ciudad de Guadalajara. Según los organizadores, se reunieron algo más de veinte mil manifestantes, muchos niños entre ellos, para corear consignas contra el matrimonio igualitario (y contra el aborto, y contra la eutanasia, aunque difícilmente alguno de esos niños entienda de qué está hablando precisamente porque en la mayoría de sus hogares esos son temas prohibidos o abordados únicamente desde una perspectiva verticalista y dogmática: autoritaria), aunque otros conteos sitúan esa asistencia en varios miles menos. Los argumentos que esgrimen quienes se oponen a un matrimonio homoparental suelen ser callejones sin salida racional que terminan invariablemente refugiándose en la nebulosa doctrinaria o en dichos de los personeros eclesiales a los que sus fervorosos creyentes consideran de alguna manera mejores que ellos, más capaces de trazar directrices colectivas, a pesar de que esos personeros al menos en teoría no practican su propia

sexualidad por preceptos religiosos. En intentos desesperados, se erigen en expertos de conducta animal, por ejemplo, y afirman sacando pechito absurdos como que en la naturaleza no existe la homosexualidad porque la sexualidad es únicamente para procrear y no sólo para experimentar placer, vaya bobada. Pero enmudecen en cuanto se les recuerda que la naturaleza en sí no tiene deliberación de voluntad. El hombre sí, y la Iglesia se ha dedicado desde su fundación como teocracia a cooptar eso, la voluntad ajena. La naturaleza no rechaza nada, no es una institución humana. Es mucho más grande, compleja y al mismo tiempo simple que eso. Muchos somos los que pensamos esto: que se casen los que se quieran y que el curita de Roma se haga cargo de su alcoba, no de las ajenas. Es inaceptable que los religiosos desacrediten a la sociedad para tratar de encajar sus credos mientras toman como afrenta, ellos o sus feligreses, cualquier cuestionamiento. Eso se llama pensamiento autoritario, en la Iglesia católica o en el partido comunista chino. Ningún clérigo de ningún culto se debe arrogar ínfulas como para llamar a las madres solteras de la sociedad a la que pertenece “plaga”, por ejemplo. Ni debe presionar a la autoridad de esa sociedad –ante la que está sujeto– para que niegue derechos a los demás... porque ese es el asunto con el clero católico: sus ínfulas • (Continuará)

Ilustración de Juan Gabriel Puga

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ACE UNOS MESES LEÍ un ensayo de Wendy Brenner titulado Strange Beads, algo así como Abalorios extraños. Brenner sufre de dolor crónico debido a un cáncer del que ya está curada y cuyo tratamiento requirió, entre otras cosas, cinco cirugías. Con franqueza cuenta que durante una etapa horrenda, a su dolor físico se sumó el sufrimiento emocional que le acarreó la muerte de un exnovio del que siempre estuvo cerca. Cayó en una depresión horrorosa. Al principio, el tono del ensayo es lacónico y mesurado. La autora aborda el dolor corporal y las razones médicas con parco aplomo, como si estuviera hablando de alguien más. Pero cuando narra la muerte del exnovio, la escritura se adensa, se torna confesional. Brenner usa cursivas para hacernos partícipes de sus opiniones de en-

CABEZALCUBO

Repudio a la intolerancia (i de ii)

LAS RAYAS DE LA CEBRA

La medalla mágica


Jornada Semanal • Número 1065 • 2 de agosto de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Jaime Muñoz Vargas

Luis Tovar

Martina Cole y la novela negra

Guanajuato 18 (i de ii)

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jes secundarios, empezando por la esposa y la madre del jefe, sus hijos, sus enemigos y el único amigo con el que tarde o temprano decidirá si sacar o no el cobre, en un universo donde la violencia termina por ser casi la única forma de relacionarse. En Más cerca regresamos a la mafia, pero ahora de Londres. Los protagonistas son Lily Diamond y su esposo, Patrick Brodie, ubicados en los años setenta, donde de nuevo la familia es escenografía de las luchas por el poder. Lily ha sufrido toda su vida el desprecio del padrastro, que se casó con su madre ya embarazada, y por ello ha aprendido que pasar desapercibida es la mejor forma de sobrevivir, no sólo en la familia, también en la escuela y en el trabajo. Pero el mafioso Patrick la ha visto en la parada de autobús y, como de la vista nace el amor, la aborda con las mejores intenciones (al menos en su peculiar psique) y ella le da entrada, apenas consciente del animalazo que acaba de recibir en su vida. Al primer rumor de que son pareja, de que tienen una mínima relación estable, todo cambia para Lily, incluido el trato que le dan sus padres, siempre abusivos y violentos con ella:“descubrió que el miedo podía proporcionar paz mental, que el miedo podía cambiar la vida para mejor; siempre y cuando no fuese tu miedo, por supuesto”. Dos libros con algunos lugares comunes, pero que sorprenden por la profundidad de algunos personajes y, sobre todo, por el conocimiento de los submundos presentados. Para los lectores de novela negra, será una novedad conocer estas novelas bien armadas, pero tal vez más lo sean las locaciones y sus peculiaridades. La novela de Cole que representa un mayor reto es El asesino de mujeres porque, con todo y suceder en Londres, muestra elementos que literaria y cinematográficamente hemos visto de sobra:

el enfermo mental o el inteligente calculador, las muertes llenas de sadismo, el fetichismo, etcétera. No obstante suponer que estamos hartos de tal personaje, Cole presenta una trama que funciona. No es la primera vez que un mafioso se ve metido en la caza del asesino, aquí por haber sido su hija una de las víctimas; ni la primera donde el encargado de la investigación es una detective que termina por relacionarse con un hampón ajeno al asesino. Todos tenemos nuestro corazoncito. Pero con todo y los elementos muy conocidos, Cole arma la trama y logra mantener la atención hasta el final. De nuevo, más que las acciones, son los motivos y los personajes los que sostienen la obra. Para los lectores que toman como guía parcial de sus lecturas la editorial del libro, será significativo que las novelas de Cole se encuentren en Alianza Editorial, donde solían encontrarse obras exclusivas y que ahora conserva bibliotecas de autores importantes. Podemos suponer que a Cole no le importa la clasificación de sus libros, que no se plantea si su trabajo es de “alta literatura” o no, pero sí se trata de una autora que logra hacer textos que, a pesar de su amplitud, sostienen la tensión en la trama y van desarrollando a los personajes en las acciones y motivos hasta hacerlos entrañables para el lector, sin importar que sean los peores delincuentes o que hubieran abusado de toda su familia o compañeros: una autora que entretiene y que logra retener al lector, ¿qué más se le puede pedir a unas novelas que tratan sobre delincuentes y asesinos ficticios? Más en una sociedad donde estamos hartos de delincuentes con fuero y de salvajes carniceros que han desaparecido colonias y hasta poblaciones enteras bajo la ley de la más primitiva violencia, todo bajo el manto de una impunidad insostenible •

GALERÍA

N OTROS PAÍSES, la irlandesa Martina Cole es conocida autora y sus ventas millonarias son más que suficientes para ser considerada bestseller. Entre los cultos y culteranos eso se traduce en etiqueta infamante, pero Cole tiene mucho que ofrecer. La particularidad que tienen sus libros El jefe y Más cerca es la recreación precisa de submundos delincuenciales. En El jefe estamos ante la historia de la mafia irlandesa y de las costumbres familiares, donde la disfuncionalidad ante el publicitado alcoholismo irlandés y la ambición que intenta esconder los traumas infantiles, son causa para presentar una galería familiar que está a la par de los hampones con los que debe lidiar el psicópata Danny Boy Cadogan, el jefe que obtuvo todo lo que hizo falta a base de machacar enemigos y de apoyarse en su amigo Michael. Toda una galería de persona-

@luistovars

A DECIMOCTAVA EDICIÓN DEL Festival Internacional de Cine Guanajuato, giff por sus siglas en inglés, tuvo lugar en San Miguel de Allende y Guanajuato ciudad entre el 22 y el 26 de julio recién pasados. El otrora festival Expresión en Corto alcanzó así su mayoría de edad luego de superar algunas vicisitudes, relacionadas primordialmente con la postura incomprensible y caprichosa de sucesivas autoridades de gobierno a niveles municipal y/o estatal, que unas veces conceden y otras veces niegan apoyos al evento, como si dichas autoridades fuesen las únicas a quienes no les ha quedado claro, casi dos décadas después, que el giff goza de prestigio y arraigo evidentes, tanto para los habitantes de las dos ciudades sede como para quien proviene de otros puntos del país y fuera del mismo. Para muestra, el último botón: según el actual gobernador guanajuatense, los únicos eventos “verdaderamente importantes” que tienen lugar en Guanajuato son el Festival Internacional Cervantino “y los globos aerostáticos”, y al resto que se lo coman los leones… No es que la actitud de las autoridades políticas sea sorpresiva, pero eso no le quita lo arbitraria, lo absurda y lo irritante, sobre todo si se toma en cuenta que la cultura en general, y dentro de ella la cinematografía, es una de las pocas vías con las que se cuenta, como sociedad, para oponerle signos de humanismo a una realidad como ésta en la que ya llevamos tantos años hundidos, con una permanente lluvia de plomo sobre nuestras cabezas y un reguero de muertos y desaparecidos, de fugados e impunes, de omisiones y descomposición. Al giff no le ha sentado mal el crecimiento en lo que se refiere a su composición programática, desde que incorporó las secciones oficiales en competencia de largometraje de ficción mexicano e internacional, así como largometraje documental, mismas que hace algunas ediciones se sumaron a las de cortometraje: ficción, documental, animación, experimental, internacional, mexicano y guanajuatense. Junto con algunas otras, como la presencia de un país invitado –en esta ocasión fue Turquía–, el Rally Universitario es, al cumplir su décima edición, una de las actividades más atractivas por varias causas; entre otras, el involucramiento directo de nuevas generaciones de estudiantes que son a la vez cinéfilos y potenciales cineastas, así como de la ciudad misma, cuyo reflejo cinematográfico queda plasmado en la casi decena de cortometrajes que se filman y se exhiben durante el transcurso del festival. No es nostalgia festivalera de un consuetudinario, pero este ponepuntos tiene para sí que el alma del giff , con todo y la pertinencia y la calidad de sus secciones de largo, siempre ha residido y seguirá residiendo en los cortometrajes, lo cual puede comprobarse precisamente en la recepción que tienen los emanados del Rally, mismos que por cierto, en un curioso fenómeno de paralelismo involuntario, replican a escala y casi milimétricamente el estado actual de la cinematografía mexicana, en términos de conceptualización, formales y argumentales.

La parte del todo es como el todo Tras haber sido elegidos entre 247 guiones procedentes de tres cuartas partes de la República, nueve fueron los cortometrajes realizados esta vez: Interferencia, de la Universidad Autónoma de Coahuila, que precipitado y tartamudeante cuenta la truculencia de un secuestro perpetrado por una monja; ¡Están curados!, del ccc , que narra bien un acto doble de intolerancia y prejuicio homosexual y la ulterior reivindicación de la diversidad; El método Lanner, de la Universidad del Valle de México campus Querétaro, una más bien simplona metáfora de libertad, pacotillescamente armada y actuada; Un ratito más, entonces ayer, del iteso en Jalisco, que cuenta bien el dolor y la desolación de quien perdió a alguien a manos de la violencia ya institucionalizada; El ciclo, del Centro de Estudios Cinematográficos de Jalisco lamentable en su obviedad argumental de niño suicida porque ve a su mamá con un hombre; Dedicatoria, de la Universidad de las Américas en Puebla, bien ejecutado pero inane su historia de amores viejos que perduran; Suerte para la próxima, del Liceo de Estudios Superiores de Querétaro, chiste filmado sobre un suicida que siempre falla; Matador, de la Universidad de Guadalajara, que no parece contar absolutamente nada, y La ribera, de la Universidad Autónoma de Nayarit, merecidamente ganador, estéticamente admirable, realista y simbólico a la vez, que narra la denodada búsqueda del agua para no morir • (Continuará.)

CINEXCUSAS

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ENSAYO

Música latinoamericana en las venas de Madrid

2 de agosto de 2015 • Número 1065 • Jornada Semanal

Alessandra Galimberti

L

a bandera nacional de la República Dominicana (rojo, azul y blanco), reproducida en todos los tamaños posibles y colgada a diestra y siniestra, junto con fotografías, raídas por el tiempo, de ensoñadores paisajes tropicales (playa, sol y coco), son los distintivos inequívocos de La Esquina Caribeña, uno de los tantos restaurantes que denotan la colorida y bulliciosa presencia de la colonia dominicana en el barrio de Cuatro Caminos, en pleno centro de Madrid. Aquí, los dominicanos llegan puntualmente cualquier día a cualquier hora, pero sobre todo los domingos, cuando libran, cuando no trabajan, cuando no hay prisa, cuando no han de cuidar a niños, perros y ancianos ajenos, cuando tienen todo el tiempo y más por delante. Llegan solos, en familia, en pandilla o en pareja, y se instalan donde pueden, donde haya un huequecito, en alguna mesa, en la barra, junto a la puerta, contra la pared o cualquier otra esquina libre cuando se atesta el lugar, hasta reventar, poco a poco desde la apertura a mediodía hasta el cierre de las puertas, más allá de la noche avenida. Vienen a comer el sancocho, el sabroso chicharrón estilo Villa Mella, los guandules o el mangú; a tomar una y otra y otra cerveza Presidente, a brindar con ron directamente importado de allá, de la “isla en medio del mar”. Vienen, sencillamente, a estar, a bailar, a corear, a recordar, a dirimir penas, broncas, mal de amores y, por encima de todo, a nutrir la nostalgia con notas, sorbos y cuerpos buscándose y rozándose al compás del merengue y, aún más cerquita todavía, la bachata. Simultáneamente, en otro barrio, más hacia el sur de la capital, pegado a lo que denominan el cinturón rojo, asociado históricamente al proletariado y a las luchas de la izquierda, migrantes procedentes de los llanos orientales de Bolivia, los así llamados cambas, se juntan en La Choza, una peña al mejor estilo de su terruño natal. Es un amplio salón de baile, anteriormente usado para bodas, bautizos y comuniones, con

profuso decorado kitsch, harto ornamento dorado, lámparas de lágrimas de vidrio y espejos por doquier. En el centro, la pista de baile; a la redonda, mesas circulares o largos tablones con sus respectivas sillas para diez, veinte o más personas; a un costado, la cocina de donde salen los meseros con las suculentas viandas regionales y, al fondo, lo más importante: la orquesta de música que entona sin parar cumbia tras cumbia para todos y cada uno de los paisanos. Por su lado, los bolivianos del altiplano, los collas, se juntaron recientemente con los andinos ecuatorianos para celebrar conjuntamente el Inti Raymi, la gran Fiesta del Sol, que llevaron a cabo, cuando el solsticio de verano, en El Retiro, el parque emblemático de Madrid. Mujeres y hombres, ataviados a la usanza indígena de acuerdo con la fraternidad de pertenencia, extendieron una exuberante ofrenda con frutas, flores e incienso, rezaron al astro en su lengua materna quechua, mascaron y convidaron generosas cantidades de hojas de coca para, finalmente, terminar la ceremonia con danzas al ritmo de quenas, zampoñas, tarkas y antaras que entonaban waynos, tinkus y yaravíes. Todo ello constituye sólo una puntada de los tantísimos espacios que los migrantes procedentes de todos los rincones del continente latinoamericano han abierto y/o constituido en la capital española. Son espacios normalmente regentados por los mismos extranjeros, dirigidos fundamentalmente a sus connacionales que, dentro del contexto del desarraigo propio de la migración, vienen a cumplir un rol fundamental de cohesión étnica y memoria. La música, esencial, siempre presente, se convierte en punto de atracción, recreación, confluencia y conexión entre compatriotas que se reconocen entre sí por compartir no solamente un lugar de origen, sino también el lugar del destierro y, tal vez, los años dirán, del entierro. Los sonidos de América Latina no están sin embargo solamente circunscritos a estos espa-

cios de añoranzas, sino se desbordan más allá de los linderos étnicos y se diseminan marcando rutas musicales a lo largo y ancho del mapa socio-geográfico de la ciudad. Y ello gracias a los músicos que se asoman e incursionan fuera de los ghettos, para brindar los ritmos latinos al público español, necesitado de exotismos, ensoñaciones u otredades. La oferta musical es amplia y variada; en los clubes nocturnos de música en vivo y en las salas formales de conciertos hay para escoger de acuerdo con la saudade y el cosquilleo del momento: desde el tango y el son montuno, pasando por boleros de toda la vida, los acordeones y vallenatos de Colombia, la samba brasileña hasta la percusión de cajón y tacón de los peruanos afrodescendientes. En estos contextos nocturnos es donde, además de la difusión de las tradiciones musicales “puras”, acontece inevitablemente el encuentro entre los músicos de diferentes procedencias culturales y estilos musicales que paulatinamente intercambian y experimentan fusiones e hibridaciones sonoras, propiciando así innovaciones. Y claro y obviamente y cómo no, México “qué herido”, perdón, querido, también hace alarde de presencia. Los eléctricos sonideros tropicales, por ejemplo, que volaron de la Doctores a las Europas, ponen a brincar felices hasta el amanecer a treintañeros ibéricos, seguidores –la mayoría‒ de la pujante fuerza política de Podemos, promotores de asambleas barriales y solidarios hasta la médula con la causa de los 43. Y los mariachis, los infaltables e imprescindibles mariachis, se plantan muy a la Garibaldi en la Puerta del Sol y tocan y cantan “Cielito lindo”, alegrando los corazones las tantas marchas de protesta que ahí se concentran, guiñando el ojo para las selfies de los turistas y esperando ser contratados para amenizar opulentas fiestas en los amplios jardines afrancesados de la clase pudiente en los barrios residenciales por allá en el noroeste urbano •

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