Bicentenario de
Karl Marx Dinero y comunidad: fantasía entre teoría e historia (homenaje a Edward P. Thompson) Adolfo Gilly
octAvio PAz: el arco y la lira (eléctrica) A veinte años de su muerte Antonio Valle
StePhen hAwkinG: los peligros del fin del mundo
Miguel Ángel Adame
■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 6 de mayo de 2018 ■ Núm. 1209 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
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Bicentenario de El 5 de mayo de 1818 nació el
Dinero y comunidad: fantasía
filósofo, economista, sociólogo y politólogo Karl Marx, sin duda
Adolfo Gilly
el pensador más relevante de los dos siglos más recientes, cuya obra insoslayable ha influido –ya sea en sentido positivo o lo contrario– en el quehacer intelectual, lo mismo que en la puesta en práctica de ideas políticas de toda suerte, alrededor del mundo entero. En conmemoración de su bicentenario, publicamos un extenso ensayo que Adolfo Gilly escribió como homenaje a
ESTE ENSAYO CORRESPONDE A LA CONFERENCIA MAGISTRAL DICTADA POR ADOLFO GILLY, EN LA ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL-UNAM, DIRIGIDA POR LA MAESTRA LETICIA CANO, CON MOTIVO DE LA CLAUSURA DEL COLOQUIO “CLACSO-50 AÑOS”, CELEBRADO EN LA UNAM DEL MIÉRCOLES 25 AL VIERNES 27 DE ABRIL DE 2018.
Edward P. Thompson, en el que, apoyado en el pensamiento de
compañero, amigo y hombre leal.
llama una “fantasía entre teoría
diferencias fundamentales entre los conceptos de dinero y comunidad. Asimismo, publicamos un ensayo de Antonio Valle en conmemoración del vigésimo aniversario de la muerte de Octavio Paz. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
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Para Luis Inácio Lula da Silva,
Marx, elabora lo que él mismo
e historia” y explicita las
El gobierno de Estados Unidos, por su parte, reconocía el derecho del gobierno de México a expropiar dentro de los límites de su soberanía territorial y se separaba, en esto, de la postura de las compañías petroleras. Pero exigía pago inmediato de una justa indemnización. Los mexicanos no se negaban a pagar, pero reclamaban, primero, que las compañías permitieran una evaluación imparcial de sus bienes y, segundo, que se pagara en los plazos en que México estuviera en condiciones de hacerlo. Esta polémica se entrecruzaba con la discusión casi idéntica sobre el pago de la indemnización por la expropiación de tierras mexicanas propiedad de ciudadanos de Estados Unidos en cumplimiento del programa de reforma agraria del gobierno del general Cárdenas. Y sobre estas expropiaciones agrarias se había entablado el litigio entre ambos gobiernos.
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n agosto de 1938, Cordell Hull, secretario de Estado en el gobierno de Franklin Delano Roosevelt, estaba indignado con los mexicanos. El gobierno de Lázaro Cárdenas había expropiado a las compañías petroleras el 18 de marzo de ese año y se había comprometido a pagar la correspondiente indemnización conforme a las leyes mexicanas. Las compañías, sin embargo, se negaban a llegar a un acuerdo y a negociar la valuación y el monto a pagar y pedían la devolución de sus antiguas propiedades. Uno de los puntos del complicado litigio consistía en que, mientras el gobierno mexicano consideraba que el petróleo del subsuelo era propiedad de la nación y no de las compañías, simples concesionarias de su explotación, éstas incluían a los yacimientos entre sus propiedades. El otro era el valor de las instalaciones mismas. Finalmente, las compañías –y en eso las más intransigentes eran las británicas– negaban el derecho mexicano de expropiar.
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or qué estaba especialmente enfurecido Cordell Hull en aquel verano de 1938? Es que el 21 de julio había hecho saber a los mexicanos, en una nota diplomática, que no se valía postergar el pago de las expropiaciones agrarias argumentando la urgencia de los programas sociales del gobierno, pues eso violaba “las normas universalmente reconocidas de derecho y equidad”. Escribía el secretario de Estado: No podemos admitir que un gobierno extranjero pueda tomar la propiedad de ciudadanos estadunidenses violando la norma de indemnización conforme al derecho internacional. Tampoco podemos admitir que cualquier gobierno unilateralmente y mediante su legislación interna pueda, como sucede con el presente caso, anular este principio universalmente aceptado del derecho internacional, basado como está en la razón, la equidad y la justicia.(1)
Y se había molestado al extremo porque el gobierno mexicano, a esa comunicación, había respondido el 3 de agosto de 1938 en estos términos:
Directora General: C armen L ira S aade , Director: L uiS T ovar , E d ic i ón : F ranCiSCo T orreS C órdova y r iCardo y áñez . Coordinador de arte y diseño: F ranCiSCo G arCía n orieGa , Formación: m arGa P eña , Diseño de Columnas: J uan G abrieL P uGa , Tel. 5604 5520. Retoque Digital: F eLiPe C arraSCo y J eSúS d íaz , Publicidad: e va v arGaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx Portada: Doscientos años después y todavía Estatua de bronce creada por el artista chino Wu Weishan, regalo de la República Popular de China a la ciudad de Trier, donde Marx nació hace 200 años. Foto: AFP / dpa / Harald Tittel
La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh témoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
6 de mayo de 2018 • Número 1209 • Jornada Semanal
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Karl Marx. entre teoría e historia (homenaje a Edward P. Thompson)*
Edward P. Thompson, Carlos Marx y Walter Benjamin. Collage digital de Denih Monsiváis
Mi gobierno sostiene, por el contrario, que no hay en derecho internacional ninguna regla universalmente aceptada en la teoría, ni realizada en la práctica, que obligue al pago de una compensación inmediata, ni siquiera diferida, por expropiaciones de carácter general o impersonal, como las que México ha realizado para procurar la redistribución de la tierra. Las expropiaciones efectuadas en el proceso de nuestra reforma agraria tienen, en efecto, ese doble carácter que debe ser tomado muy en cuenta para entender la posición de México y justipreciar la aparente falta de cumplimiento de sus obligaciones. Sin pretender refutar el punto de vista del gobierno norteamericano, deseo llamar de manera muy especial, su atención hacia el hecho de que la reforma agraria no es solamente uno de los aspectos de un programa de mejoramiento social intentado por un gobierno o un grupo político para experimentar nuevas doctrinas, sino que constituye el cumplimiento de la más trascendental de las demandas del pueblo mexicano que sacrificó para lograrla, en la lucha revolucionaria, la vida misma de sus hijos. La estabilidad política, social y económica, y la paz de México, dependen de que la tierra sea puesta nuevamente en manos de los campesinos que la trabajan; por lo tanto, su distribución, que venía a implicar la transformación del país, es decir, el futuro de la nación, no podía detenerse ante la imposi-
bilidad de pagar inmediatamente el valor de las propiedades pertenecientes a un reducido número de extranjeros que solamente persiguen un fin lucrativo. Por una parte, se aprecian las reivindicaciones de justicia y mejoramiento de todo un pueblo y, por otra, los intereses puramente pecuniarios de algunos individuos. La posición de México en desigual dilema no podía ser otra que la asumida y no se afirma esto como un atenuante de su proceder, sino como una verdadera justificación del mismo. […] Sin embargo, México admite, en obediencia a sus propias leyes, que sí está obligado a indemnizar en forma adecuada, pero la doctrina que sustenta al respecto, que está apoyada en las más autorizadas opiniones de tratadistas de derecho internacional, es que el momento y la forma de hacer dicho pago deben ser determinados por sus propias leyes. (2)
El gobierno mexicano estaba contraponiendo a los reclamos del gobierno de Estados Unidos no una situación de hecho ni una interpretación diferente de una misma norma de derecho, sino una doctrina jurídica diferente. Era un conflicto entre dos derechos: uno, el de una comunidad originada en lazos anteriores al dinero; el otro, el de una comunidad donde el dinero como equivalente universal es medida de razón, equidad y jus-
ticia – en otras palabras, una comunidad natural regida por la costumbre y una comunidad mercantil regida por el dinero.
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o es imaginable que esta distinción se presentara clara en las mentes de los protagonistas. Cordell Hull postulaba su idea de la justicia y el derecho como universal. Quien opusiera otra no planteaba para él un conflicto de derechos. Simplemente se colocaba fuera de la ley. Era un proscripto. El 22 de agosto, en una nota tajante, respondió al gobierno mexicano: La aceptación universal de esta norma del derecho internacional que, en realidad, es simplemente una declaración de justicia común y trato justo, no admite, en opinión de este gobierno, ninguna divergencia de opinión. […] La toma de propiedad sin indemnización no es expropiación. Es confiscación. No es menos confiscación porque pueda haber una declaración de intenciones de pagar en algún momento futuro. (3)
La respuesta del secretario de Estado tenía tonos sinceros de indignación moral. Sin embargo, para benesigue
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El actor alemán Michael Thielen (izquierda) y Henning Laufer, asisten a la instalación de una estatua de Karl Marx el 13 de abril de 2018 en Trier, Alemania, antes de su inauguración oficial el 5 de mayo de 2018. Foto: AFP / dpa / Harald Tittel
ficio de la comprensión de los mexicanos y para fundamentación de su propia posición, Cordell Hull exponía en su documento una explicación histórica, a su criterio obvia, de los orígenes del derecho universal: Dije que el gobierno de Estados Unidos no puede admitir que un gobierno extranjero pueda tomar la propiedad de los ciudadanos estadunidenses ignorando la norma de indemnización universalmente reconocida por el derecho internacional o admitir que la norma de compensación pueda ser anulada por cualquier país bajo su legislación interna. Mi gobierno tenía presente que la doctrina de justa indemnización por propiedades tomadas tuvo origen mucho antes que el derecho internacional. Fuera de toda la duda, la cuestión se planteó por primera vez cuando una persona trató de apoderarse de la propiedad de la otra. La sociedad civilizada determinó que la justicia común exigía que se le pagara por eso. Una nación después de otra decidieron que era justo y razonable, equitativo y correcto, acompañar la toma de propiedad con el pago de justa compensación. A su debido tiempo, las naciones del mundo aceptaron esto como una sólida norma básica de juego limpio y trato justo. Hoy, está incorporado a las constituciones de la mayor parte de los países del mundo y de cada república del continente americano y ha sido aplicado como doctrina internacional en el derecho internacional universalmente reconocido. Es nada más que el reconocimiento entre las naciones de las reglas de trato justo y correcto, como funcionan habitualmente entre los individuos y que son esenciales para el intercambio amistoso. (4)
Todo esto, decía Cordell Hull, era “evidente por sí mismo” y la posición mexicana había sido recibida por su
gobierno, “siento necesario decir con toda claridad, no sólo como sorpresa, sino con un profundo sentimiento de pena”: La adopción por las naciones del mundo de una teoría como esa resultaría en la inmediata ruptura de la confianza y la credibilidad entre las naciones y en un deterioro progresivo de las relaciones económicas y comerciales internacionales tal que pondrían en peligro los cimientos mismos de la civilización moderna. El progreso humano sería fatalmente hecho retroceder.(5)
terior, y sin embargo su conducta ha sido lícita si se atiende a los intereses superiores que han tratado de servir.(6)
Dos concepciones del derecho se contraponían y cada una de las partes daba a la propia valor universal. No ignoro la dificultad en dar el salto desde la teoría a la historia. Pero hay veces, cuando los conflictos tocan el fondo rocoso de los principios, que la historia tiene alas y el salto puede, si no eliminar sus riesgos, al menos aminorarlos.
5 4 La respuesta del gobierno mexicano fue igualmente severa. Vino el 1 de septiembre en el informe del presidente Cárdenas al Congreso de la Unión: La reforma agraria representa la más urgente y trascendental de las medidas empleadas por México para lograr su estabilización social y económica y […] frente al deber imperativo e ineludible de cumplirla, el gobierno ha considerado obrar justificadamente al ocupar las tierras, reconociendo en favor de sus propietarios la obligación de indemnizarlos, si bien el pago respectivo haya tenido que ser demorado. Considerando México que los derechos de la colectividad deben prevalecer sobre los de rechos individuales, no podía subordinar la aplicación de la ley a las posibilidades de un pago inmediato. En las luchas sostenidas por los pueblos para lograr su transformación social se han lesionado los intereses de los inversionistas nacionales y extranjeros por actos inevitables del poder público, que en ocasiones no han traído aparejada la compensación inmediata, ni siquiera la pos-
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asi un siglo antes, en sus notas de lectura de 1844 conocidas hoy como los Cuadernos de París, Karl Marx se ocupaba del diferendo que oponía a Cárdenas y Hull. La explicación histórica del estadunidense sobre los orígenes del derecho a ser indemnizado: “fuera de toda duda, la cuestión se planteó por primera vez cuando una persona trató de apoderarse de la propiedad de otra”, presuponía que el primer atributo de la persona era precisamente la propiedad. Marx, tanto tiempo antes, se detenía en este presupuesto: La economía política concibe a la comunidad de los hombres –es decir, a su esencia humana en acción, a su complementación en la vida genérica, en la verdadera vida humana– bajo la forma del intercambio y el comercio. La sociedad, dice Destutt de Tracy, es una serie de intercambios recíprocos. La sociedad, dice Adam Smith, es una sociedad de actividades comerciales. Cada uno de sus miembros es un comerciante. Puede verse la manera como la economía política fija la forma enajenada del intercambio social como forma esencial y original, adecuada a la determinación humana.
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La economía política, siguiendo el movimiento real, parte de la relación del hombre con el hombre como relación de propietario privado con propietario privado. Si se presupone al hombre como propietario privado, es decir, como poseedor exclusivo que afirma su personalidad, se diferencia de los otros hombres y está en referencia a ellos en virtud de esa posesión exclusiva –la propiedad privada es su existencia personal, distintiva, y por lo tanto esencial–, resulta entonces que la pérdida de la propiedad privada o la renuncia a ella es una enajenación del hombre en tanto que propiedad privada.(7)
La indignación moral con que Cordell Hull recibía doctrinas jurídicas mexicanas era real y sincera. Esas doctrinas estaban atentando contra la esencia humana misma tal como ésta había quedado definida allá en la noche de los tiempos, la primera vez que “una persona trató de apoderarse de la propiedad de otra”. Legitimaban, entonces, una “enajenación del hombre” y, en efecto, su difusión “pondría en peligro los cimientos mismos de la civilización moderna”. Nada más que el gobierno mexicano estaba hablando de otra civilización o de otros fundamentos de la vida civilizada. Presuponía a la comunidad de los mexicanos y mexicanas como preexistente a la propiedad y al intercambio mediado por el dinero, ese dinero que se le exigía pagar como justa e inmediata reparación por las expropiaciones agrarias. No era éste, por supuesto, el lenguaje de la vida cotidiana en la sociedad mexicana, también regida por la propiedad y mediada por los intercambios y el dinero. Pero lo era cuando su gobierno era llevado a afirmarse en los fundamentos mismos de la comunidad nacional, que era lo que sucedía en los días culminantes del conflicto petrolero:
Considerando México que los derechos de la colectividad deben prevalecer sobre los derechos individuales, no podía subordinar la aplicación de la ley a las posibilidades de un pago inmediato. […] Esta teoría que parece al gobierno de Estados Unidos subversiva e insólita en el orden internacional, ha sido aplicada por Estados que figuran a la vanguardia de la civilización cuando ante la necesidad suprema del Estado y sin desconocer el derecho de propiedad, no han vacilado en tomarla sin indemnización correspondiente. (8)
Era, entonces, casi sin metáfora, un conflicto de civilizaciones y un conflicto de concepciones sobre el sustrato de la comunidad y sus relaciones con sus individuos. Sería injusto decir que sus protagonistas no tenían ninguna conciencia de ello, dado que el término “civilización” aparece en lugar central en la argumentación de cada uno.
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stas concepciones no provenían de influencias comunistas, como sospechaba y decía Cordell Hull,(9) sino de las antiguas fuentes del derecho hispánico y de las comunidades indígenas, ambas confluyentes en una idea de comunidad anterior a los individuos, idea perviviente en la herencia cultural y relacional mexicana y todavía no disuelta entonces por el dinamismo de los intercambios mercantiles y dinerarios.(10) La reflexión sobre esa idea histórica de comunidad, que atraviesa la obra de Marx hasta las cartas a Vera Zasulich, aparece en los Cuadernos de París: El intercambio, tanto de la actividad humana en el propio proceso de producción como de los productos
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humanos entre sí, equivale a la actividad genérica y al goce genérico, cuyo modo de existencia real, consciente y verdadero es la actividad social y el goce social. Por cuanto el verdadero ser comunitario es la esencia humana, los hombres, al poner en acción su esencia, crean, producen la comunidad humana, la entidad social, que no es un poder abstracto–universal, enfrentado al individuo singular, sino la esencia de cada individuo, su propia actividad, su propia vida, su propio goce, su propia riqueza. Por tanto, no es en virtud de la reflexión que aparece esta comunidad verdadera, sino en virtud de la necesidad y del egoísmo de cada individuo; es decir, es producida de manera inmediata en la realización de la existencia humana. La realidad de esta comunidad no depende de la voluntad humana; pero mientras el hombre no se reconozca como hombre y, por tanto, organice al mundo de manera humana, esta comunidad aparecerá bajo la forma de enajenación. Debido a que su sujeto, el hombre, es un ser enajenado de sí mismo. (11)
Aquella idea de comunidad no está mediada por el dinero, este “mediador ajeno”, como dice Marx en sus apuntes, cuando “el hombre mismo debería ser el mediador para los hombres”. Pero esa idea no existe ya en la realidad aparente. ¿Por qué aparece, entonces, una sombra o un reflejo de ella cuando en 1938 el poder que asume la representación de la comunidad de los mexicanos entra en conflicto, sobre el propio territorio donde ésta existe y se define, con el poder que asume la representación de la comunidad de los estadunidenses? Porque el conflicto, a mi entender, toca las fibras más profundas de definición de la identidad comunitaria nacional en cada una de ellas. Y entonces, borrosa sigue
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Tazas conmemorativas del bicentenario del filósofo alemán, a festejarse el 5 de mayo de 2018. Foto: AFP / dpa / Harald Tittel
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Y unas páginas más allá: Considérese la abyección que implica la valoración de un hombre en dinero, tal como tiene lugar en la relación crediticia. [...] El crédito es el juicio en términos económicos sobre la moralidad del hombre. [...] La individualidad humana, la moral humana se ha vuelto, por un lado, un artículo de comercio y, por otro, el material en que existe el dinero. La materia, el cuerpo del espíritu del dinero no es ya el dinero, o sus representantes en papel, sino mi propia existencia personal, mi carne y mi sangre, mi virtud y mi valía sociales. (15)
Tan real y hondo era el conflicto entre dos derechos y dos visiones del mundo que en esos acontecimientos se jugaba, que más allá de la conciencia de sus protagonistas aparecía, como debe ser, en las formas de su lenguaje.
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A Alcancía conmemorativa del bicentenario de Karl Marx con la inscripción “Mi capital!” Foto: AFP / dpa / Harald Tittel
pero inconfundiblemente, toma la forma de dos definiciones nacionales diferentes, aquello que es un conflicto entre dos ideas de comunidad que atraviesa a todas las sociedades en tránsitos seculares desde sus formas naturales (comunitarias o precapitalistas, si se quiere) a sus formas capitalistas.
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i en la indignación de Cordell Hull se escuchan resonancias de la misma indignación que en los señores de la Inglaterra de los siglos xvii y xviii , en las razones morales de los mexicanos aparecen, bajo la forma de sentimiento nacional, las motivaciones de la economía moral que, como bien nos lo explicó Edward P. Thompson, inspiraban las rebeldías plebeyas contra aquellos señores en esos siglos.(12) Se enfrentan dos indignaciones morales paralelas y verdaderas; en el fondo, dos visiones sobre la esencia humana, la comunidad y la propiedad privada. Sólo llevando el análisis a este terreno puede verse la profundidad del choque, entre una comunidad donde aún la economía moral dominaba las conciencias y otra donde se explayaba en toda su fuerza la economía de mercado del siglo xx . No es forzar la analogía afirmar que el aprecio de aquellas motivaciones de los plebeyos anima la indignación moral que aparece aquí y allá en los Cua dernos de París y en la obra entera de Marx: Mi trabajo sería expresión vital libre, por tanto goce de la vida. Bajo las condiciones de la propiedad privada es enajenamiento de la vida, pues yo trabajo para vivir, para conseguir un medio de vida. Mi trabajo no es vida. (13) […] Al negar […] toda importancia a la vida misma, la abstracción propia de la economía política alcanza el colmo de la infamia. (14)
riesgo de aumentar los peligros de este vuelo entre historia y teoría, quiero agregar que en los Cuadernos de París encontré el hilo para salir del laberinto de un extraño diálogo que había hallado en las discusiones de aquellos días entre los dos gobiernos. En diciembre de 1936, mucho antes de la expropiación petrolera y apenas iniciada la reforma agraria en el Valle del Yaqui, donde estaban siendo afectadas o iban a serlo propiedades de ciudadanos de Estados Unidos, el embajador de este país, Josephus Daniels, rooseveltiano y viejo populista agrario del estado sureño de North Carolina, tuvo una entrevista con el presidente mexicano. Entre otras cuestiones, le planteó la de las expropiaciones agrarias. Daniels tenía especial simpatía por los planes y la política de Cárdenas y éste lo sabía. Iba sin embargo en la entrevista a plantear las preocupaciones de su gobierno. Después de reiterar que la ley agraria sería aplicada en el Yaqui, no afectando sin embargo a las propiedades de ciudadanos de Estados Unidos hasta 150 hectáreas según disponía la misma ley, el general Cárdenas hizo al embajador un pedido poco común, singularmente ajeno a los usos, costumbres y lenguajes de la diplomacia. Así lo registra el cronista de la reunión, Pierre Boal, consejero de la embajada: El presidente Cárdenas dijo entonces que quería pedir un favor personal al embajador [subrayado en el original]. Dijo que su pueblo había vivido durante años en una situación de abrumadoras miseria y pobreza. La ambición de la gran masa de trabajadores agrarios pobres había sido poseer la tierra en la cual trabajaban, y él y su gobierno habían tratado fielmente de llevar adelante ese propósito. ¿No sería posible para el embajador lograr el apoyo del presidente Roosevelt y del gobierno de Estados Unidos para convencer a los propietarios estadunidenses en México de que cooperaran con el gobierno mexicano de modo que ese fin pudiera alcanzarse?. (16)
La crónica no dice qué cara puso el embajador –posiblemente, cara diplomática–, pero sí que respondió que transmitiría ese pedido en persona a Roosevelt y a Hull.
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ero por qué a mí, más de medio siglo después, me parecían tan extraños, y a la vez tan familiares, el pedido y sobre todo el tono del general? ¿Por qué me conmovía la anécdo-
ta, por qué veía una recóndita dignidad en donde otros tal vez hayan querido ver deferencia o dependencia? (17) Era el lenguaje lejano de la comunidad contra el lenguaje del dinero, el lenguaje humano contra el lenguaje de la propiedad. Era una voz que, en el distante mundo de la diplomacia y del poder, estaba dando al otro argumentos indiferentes a la lógica del “mediador ajeno” pero vivos todavía en la imaginación y en la razón de su comunidad nacional. Es lo que encontré, con el riesgo que antes digo, en los Cuadernos de París: El único lenguaje comprensible que hablamos entre nosotros son nuestros objetos en su relación entre sí. Un lenguaje humano nos resultaría incomprensible e inefectivo: el primero lo usaría como una petición, como un ruego, sabría por tanto que se degrada y se sentiría avergonzado, humillado; el otro lo escucharía teniéndolo por un atrevimiento, y lo rechazaría como a un desvarío. A tal punto estamos mutuamente enajenados de la esencia humana, que el lenguaje inmediato de esta esencia nos parece un atentado contra la dignidad humana, mientras el lenguaje enajenado de los valores cosificados se nos presenta como la realización adecuada de la dignidad humana en su autoconfianza y su autorreconocimiento. (18)
Dije al comienzo que esto era una fantasía de historiador dando saltos vedados sobre dominios entre los cuales es peligroso omitir las mediaciones. Fantasía, si bien entiendo, es la forma musical en que suele disolverse la construcción clásica de la sonata. Si esta metáfora me está permitida, quiero cerrar con una última variación sobre el mismo tema. La liquidación del artículo 27 Constitucional, producto de la soberbia del poder y del dinero unida con la ignorancia sobre los sentimientos de esta nación, atentó contra los últimos pero reales vestigios de las razones, los modos y las promesas de una comunidad mexicana que se reconoce, finalmente, en la tierra. Fue, en términos escuetos, sintéticos y precisos, un asalto del dinero contra esa comunidad y contra su historia, su arraigo y su esencia. En ese espacio entre comunidad y dinero, que no ha cesado hasta hoy de alimentar desde el fondo los conflictos de la mayoría de los habitantes de este mundo, se gestó, se jugó y encontró sus ideas y su razón de ser el levantamiento de los indígenas de Chiapas. Si tuvo resonancias y simpatías en todo el territorio nacional y aún más allá es porque ese nervio profundo sigue vivo y fue tocado. El futuro dirá por cuál camino nos iremos.
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emos entrado en una nueva época del capital. Los regímenes de economía estatal, aquellos donde un estrato social burocrático, dueño del poder y del Estado, dominaba y regulaba la economía estatizada –Rusia, China, Vietnam, Europa del Este–, han dado origen desde los últimos años del siglo xx a poderosas economías y naciones donde una nueva clase poseedora, afirmada en las finanzas –tierra, industria, bancos– es dueña del Estado, la política, los medios de producción, el conocimiento científico y la investigación, la tecnología, la educación y, sobre todo, es dueña de las fuerzas armadas, concentrada síntesis del poder. Este orden fue engendrado en las entrañas de la segunda guerra mundial (1939-1945), tanto en la carrera militar, científica y tecnológica entre las potencias en guerra por la energía atómica y la bomba nuclear,
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11 como en la paralela carrera por la automatización y la digitalización. De las entrañas de la guerra mundial nació en las potencias ambos bandos –Estados Unidos, Gran Bretaña (19), Rusia, Alemania– la revolución tecnológica que desembocó en la digitalización de nuestros días, germen de inmensas posibilidades de conocimiento y de disfrute y, al mismo tiempo, instrumento refinado de dominación, de control y de refinada destrucción de los recursos naturales y las solidaridades y comunidades de la especie humana. En Capital y tecnología, (20) allá por la segunda mitad del siglo xix , Carlos Marx citaba un aforismo de Andrew Ure, (21) teórico y defensor del sistema fabril en expansión en Gran Bretaña: “Cuando el capital enrola la ciencia a su servicio, la mano rebelde del trabajo aprende siempre a ser dócil.” Cada revolución tecnológica en la era del capital: el vapor, la energía eléctrica, la automatización ha confirmado, época tras época, este aforismo. La digitalización, que ha florecido y expandido sin cesar sus territorios en nuestras vidas desde las últimas décadas del sigo xx hasta el presente, es la cuarta revolución tecnológica en la era del capital. Ha sido vehículo e instrumento de la mundialización de la dominación del capital sobre toda la superficie del planeta y toda civilización humana bajo su forma abstracta, las finanzas; es decir, no amarrada a una forma material específica, llámese tierra, industria, comunicaciones o tecnología, pero dueña o dominante de todas ellas como propiedad material. No estamos ante una nueva política –el neoliberalismo o como se le quiera llamar– ni se trata de un “modelo” económico, según una terminología obsoleta que ni en sus lejanos días de auge tuvo validez explicativa sobre la realidad. Estamos ante una nueva época de la civilización humana a la cual es posible denominar la unificación financiera y tecnológica del mundo. (22)
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os historiadores cuentan historias, no adivinan el porvenir. Su tarea es conocer y dar a conocer, no predecir futuros o diseñar proyectos. Pero en tanto mujeres y hombres cuyo oficio se ocupa de los seres humanos en el tiempo, no pueden evitar pensar en el futuro. Es cuanto Edward P . Thompson, hoy más nuestro que nunca, nos quiso decir en Costumbres en común cuando escribió sobre posibles futuros alternativos: (23) Nunca regresaremos a la naturaleza humana precapitalista; sin embargo, un recuerdo de sus necesidades, esperanzas y códigos alternativos puede renovar nuestra idea de la amplitud de las posibilidades de nuestra naturaleza. Podría incluso prepararnos para un tiempo en el cual se descompongan tanto las necesidades y expectativas capitalistas como las comunistas estatistas y sea posible rehacer la naturaleza humana bajo nuevas formas. Esto es tal vez silbar en medio de un
e n C apital y teCnología , Allá Por lA SeGundA mitAd del SiGlo xix,
c A r lo S m A r x c i tA bA u n AforiSmo de Andrew ure, teórico y defenSor del SiStemA fAbril en exPAnSión en
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b retAñA : “c uAndo el cAPitAl enrolA lA cienciA A Su Servicio , lA mAno rebelde del trAbAjo APrende SiemPre A Ser dócil .”
ciclón. Es invocar el redescubrimiento, en nuevas formas, de un tipo nuevo de “conciencia de costumbres”, en la cual otra vez generaciones sucesivas establezcan entre sÍ una relación de aprendizaje, en la cual las satisfacciones materiales se mantengan estables (aun estando más igualitariamente distribuidas) y sólo se amplíen las satisfacciones culturales, y en la cual las esperanzas y expec tativas se vayan igualando en un estado estable de las costumbres. “Silbar en medio de un ciclón”: tal vez este ciclón es aquella tempestad que sopla desde el Paraíso, de la cual nos decía Walter Benjamin, violenta e irresistible, lanzando hacia el futuro al ángel de la historia, esa tormenta cuyo nombre es Progreso. Pero silbar en la tormenta ¿no es acaso lo que Benjamin se proponía en sus tesis Sobre el concepto de historia, su legado desde Port Bou para todos nosotros?(24) Articular históricamente el pasado no significa conocerlo “como verdaderamente ha sido”. Significa adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro […] Encender en el pasado la chispa de la esperanza es un don que sólo se encuentra en aquel historiador compenetrado con esto: tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo si éste vence. Y este enemigo no ha cesado de vencer.
A este cambio de época lo hemos llamado “el tiempo del despojo”. Pero el despojo no es sólo de nuestros bienes terrenales, sino también de la entera naturaleza y de nuestra misma condición humana, que es naturaleza y a ella pertenece. ¿Entonces? Como en aquel entonces también nos dijo Walter Benjamin: Para Marx las revoluciones son las locomotoras de la historia. Pero tal vez las cosas sean diferentes. Tal vez las revoluciones sean la forma en que la humanidad, que viaja en ese tren, jala el freno de emergencia
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NOTAS * Una versión inicial de los temas de este escrito fue presentada en el seminario “Karl Marx 1844-1994. A 150 años de los Manus critos de París”, Facultad de Economía, unam , 30 de junio de 1994. Un desarrollo extenso de las ideas aquí expuestas, en Adolfo Gilly, El cardenismo, una utopía mexi cana, Era, México, 2010, 384 pp. Un antecedente inmediato, en Adolfo Gilly y Rhina Roux, El tiempo del despojo – Siete ensayos sobre un cambio de época, Ítaca, México, 2015, 191 pp. Una inspiración, en Bolívar Echeverría, Ziranda (inédito). 1. Foreign Relations of the United States, Diplomatic Papers, 1938, Vol. v , pp. 674-678; Boletín de Información, Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad, México, 22 de julio de 1938. 2. El Universal, 4 de agosto de 1938; Foreign Relations, 1938, Vol. v , pp. 679 -684. 3. Foreign Relations, 1938, Vol. v , pp. 685-696. 4. Ibíd. 5. Ibíd. 6. Lázaro Cárdenas, Palabras y documen tos públicos, México, Siglo xxi Editores, 1978, Vol. 2, ps. 122-147. Es seguro que ambos interlocutores ignoraban que un antecedente
lejano de esta divergencia había aparecido en 1842 en la “Rheinische Zeitung” en un escrito de Karl Marx, “En defensa de los ladrones de leña”. Una edición reciente en Karl Marx/Daniel Bensaid, Contra el expolio de nuestras vidas, errata naturae, Madrid, 2015, pp. 11-54. Completa esta edición Daniel Bensaid, “Karl Marx, los ladrones de leña y los derechos de los desposeídos”, pp. 57-158. 7. Karl Marx, Cuadernos de París [notas de lectura de 1844], México, Ediciones Era, 1974, pp. 138-139. 8. Lázaro Cárdenas, cit. 9. El 10 de septiembre, en una conversación con el embajador mexicano en Washington,, Francisco Castillo Nájera, el secretario de Estado le dijo que “un cuidadoso examen de todas las evidencias y la literatura sobre el tema indica que el gobierno mexicano se está aproximando al marxismo o a las bases del comunismo, ya sea conciente o inconcientemente”. Foreign Rela tions, 1938, Vol. v , pp. 705-707. 10. Sobre esta confluencia en la formación de la conciencia nacional mexicana, ver Jacques Lafaye, Mesías, cruzadas, uto pías, México, Fondo de Cultura Económica, 1984, en especial el capítulo v , “La utopía mexicana – Ensayo de intrahistoria”.
11. Karl Marx, Cuadernos de París, cit., pp. 136-137. 12. e . P . Thompson, Tradición, revuelta y consciencia de clase, Barcelona, Editorial Crítica, 1979, “La economía moral de la multitud en la Inglaterra del siglo xviii ”, pp. 62134. e . P . Thompson, Customs in Common – Studies in Traditional Popular Culture, The New Press, New York, 1993. 13. Karl Marx, Cuadernos de París, cit., p. 156. 14. Karl Marx, Cuadernos de París, cit., p. 117. 15. Karl Marx, Cuadernos de París, cit., pp. 133-134. 16. Adolfo GilIy, El cardenismo Una utopía mexicana, México, Ediciones Era, 2001, p. 234. 17. Por ejemplo José Vasconcelos, prólogo a Victoriano Anguiano, Lázaro Cárde nas, su feudo y la política nacional, México, Editorial Eréndira, 1951, p. 12. 18. Karl Marx, Cuadernos de París, cit., pp. 153-154. 19. Para Estados Unidos, ver David e . Noble, America By Design. Science, Techno logy and the Rise of Corporate Capitalism, New York, Knopf, 2013, 384 pp., y Forces of Production – A Social History of Industrial
Automation, 2013, 409 pp. Para Gran Bretaña, ver entre otros Teresa Guerrero, “Alan Turing, el hombre que venció a los nazis c o n l a c i e n c i a ”, E l M u n d o , M a d r i d , 27/6/2012. 20. Karl Marx, Capital y tecnología (Ma nuscritos inéditos, 18611863), México, Terra Nova, 1980, p.66. 21. Andrew Ure, The Philosophy of Ma nufactures, London, 1835. 22. “La unificación financiera del mundo”, en Adolfo Gilly y Rhina Roux, El tiempo del despojo – Siete ensayos sobre un cam bio de época, Ítaca, México, 2015, 191 pp., pp. 7-18. Tomamos la expresión de un ensayo famoso de Emmanuel Le Roy Ladurie, Un concept: l’unification microbienne du monde ( xix xvii siècles), 1973, Socieéé Générale Suisse d’Histoire, 70 pp.) 23. Edward P . Thompson, Customs in Common, The New Press, Nueva York, 1993, p. 14. En este apartado retomo, como conclusión, ideas expuestas en Adolfo Gilly, Historia a contrapelo –Una constelación, México, Era, 2006, 147 pp., iii . “Economía moral y modernidad”, pp. 59-77. 24. Walter Benjamin, Sur le concept d’histoire, en Écrits français, Gallimard, Paris, 1991, pp. 339-56.
8 6 de mayo de 2018 • Número 1209 • Jornada Semanal
Octavio Paz: El Antonio Valle
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ctavio Paz estructuró El arco y la lira planteando tres preguntas: “¿hay un decir poético –el poema– irreductible a todo otro decir?; ¿qué dicen los poemas?; ¿cómo se comunica el decir poético?” Para responder a esas interrogantes, Paz abandonó cualquier clase de especulación y de teoría para ir directamente “al encuentro con algunos poemas”. La precisión de esas preguntas me incitaban a saber por qué Octavio Paz había titulado así a su más célebre ensayo. La respuesta, dice el poeta, se resume en “una imagen de Heráclito… punto de partida de este libro; la lira, que consagra al hombre y así le da un puesto en el cosmos”. ¿Acaso esa lira era la misma que Hermes inventó, el mismo instrumento musical con el que el Orfeo enamoró a la bella Eurídice y con el que luego engañó al amo del averno? ¿Acaso se trataba del mismo símbolo de la poesía de Apolo? Es extraño, pero en su ensayo Octavio Paz sólo ofrece escasas pistas sobre la forma en que la música incide en la poesía; por ejemplo, dice que el “poema es un caracol en donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal”. En cuanto a la imagen del arco, que dispara al hombre “más allá de sí mismo”, probablemente pensó en la práctica espiritual del budismo zen, que mediante cierto tipo de “fuerza no forzada, permite al tiro desprenderse del tirador como una fruta que cae madura”. Es probable que a Octavio Paz, como a algunos poetas e intelectuales mexicanos, le hubiera parecido extraño –e inmerecido– que la Academia Sueca le otorgara, como a él mismo, el Premio Nobel de Literatura a un músico. Evidentemente Bob Dylan no cumplía con el target de un hombre de letras, por lo menos no con el tipo de poeta intelectual más o menos común en México desde la década de los setenta, modelo que había impuesto T. S. Eliot aplicando el derecho de pertenencia a un canon erudito, inteligente, anglicano y conservador. Por otro lado, me preguntaba si la imagen de un poeta sosteniendo sus versos en una guitarra no dibujaba, en síntesis perfecta, el símbolo dual del poeta portando un arco y una lira, es decir, un artista que muy bien podía escribir sus poemas sobre un papel pero que prefería cantarlos o publicarlos en formatos de audio. Ese poeta, a la manera del sabio hindú Narada Muni, sería capaz de sostenerse y de viajar con sus poemas apoyado en las cuerdas de su garganta y en el swing de una lira.
Ilustración de Octavio Paz por Pablo Rulfo
9 6 de mayo de 2018 • Número 1209 • Jornada Semanal
arco y la lira (eléctrica) ESCRIBIR, DECIR, CANTAR O LEER EL POEMA: A VEINTE AÑOS DE SU MUERTE, LA VISIÓN Y LAS IDEAS DEL NOBEL MEXICANO SIGUEN NUTRIENDO DUDAS Y CERTEZAS. DE T. S. ELIOT A BOB DYLAN; DE LA BEAT GENERATION A JOHN LENNON, STOCKHAUSEN, PINK FLOYD O DEBUSSY… MÚSICA Y POESÍA, SU ARCO Y SU LIRA.
Uno de los momentos más deslumbrantes que alcanza El arco y la lira es en el que Octavio Paz explica que “El poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre.” Tal vez si exploráramos con un sistema crítico que abandonara esa “ingenua y abusiva aplicación de las nomenclaturas tradicionales” –a las que se refiere Paz–, podríamos propiciar que nuestro entendimiento se flexibilizara para entender no sólo la presencia de la poesía en la música sino, más radicalmente, admitir como un hecho natural la existencia de poemas en canciones. Si, como dice Paz, “La retórica, la estilística, la sociología, la psicología y el resto de las disciplinas literarias son imprescindibles si queremos estudiar una obra, pero nada pueden decirnos acerca de la naturaleza última de la poesía”, ¿cuál sería entonces, en qué consistiría esa “naturaleza”? ¿Qué sucede cuando los poemas, en lugar de publicarse en un papel, se sostienen en estructuras musicales y, como pasa con los sueños, en el momento mismo de estarse revelando se subliman? Paz dice que lo que llamamos técnica poética “no es endosable a nadie, porque no está hecha de recetas sino de invenciones que sólo sirven a su creador”. Sin embargo, el maestro Paz estaba seguro de que “las diferencias entre el idioma hablado o escrito y los otros –plásticos o musicales”, eran “muy profundas”. Sinceramente no me parece que existan diferencias irreductibles entre el idioma hablado, el recitado o el cantado.
II
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s importante recordar que Octavio Paz escribió El arco y la lira durante una época en la que todavía no se detonaba el desarrollo tecnológico que, años después, impactaría de manera brutal en la vida cotidiana y la cultura, sobre todo, mediante la ingeniería digital que transformó las comunicaciones de manera dramática, mientras que por otro lado la Galaxia Gutenberg apenas y cambió durante quinientos años. Como el tremendo visionario que era, el mismo Octavio Paz dijo: “la voz y el oído recobran su antiguo puesto. Algunos enuncian el fin de la era de la imprenta. No lo creo. Pero la letra dejará de ocupar un lugar central en la vida de los hombres”. También señaló: “Nada prohíbe considerar poemas las obras plásticas y musicales, a condición de que cumplan las dos notas señaladas: por una parte, regresar sus materiales a lo que son –materia resplandeciente u opaca– y así ne-
garse al mundo de la utilidad; por la otra, transformarse en imágenes y de este modo convertirse en una forma peculiar de la comunicación.” Me parece que mucho más que a las sociedades de poetas sumergidos en sus propios espejos de palabras, esta idea podría explicar el arte y la actitud de Arthur Rimbaud, o la de maestros como Kurt Cobain, Leonard Cohen o Jimi Hendrix, a quien pertenecen los siguientes versos de Fly on little wing: Bueno, ella está caminando a través de las nubes con un circo en su mente que se vuelve salvaje Mariposas y cebras destellos de luna y cuentos de hadas es en lo que piensa mientras cabalga…
Es claro que cientos de obras y poemas cantados han traspasado ya la historia, particularmente después de la “ruptura” política, económica, tecnológica y cultural que comenzó a eclipsar a la modernidad en la década de los años cincuenta del siglo pasado. Por otra parte, mientras buscaba las diferencias que existen entre canto y recitación, descubrí que un poema cantado no puede perder su estatus esencial, mientras que por el contrario una recitación sí. Recordé la voz de un poeta cantando: “caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Estos famosos versos de Antonio Machado, el mismo poeta que Paz había citado para abrir El labe rinto de la soledad, ilustran cómo –sin tener la vista fija en un papel– fue posible que nos hiciéramos con la poesía y los poemas del maestro español, quien paradójicamente había escrito que se negaba a “dejar en la memoria de los hombres” su canción. Sin embargo, gracias a la voz de Joan Manuel Serrat aquellos Can tares fueron aprendidos y recitados por miles de personas en Iberoamérica, poemas que fueron particularmente reveladores de una España todavía sometida a las complacencias culturales del dictador Franco. Algo parecido sucedió más tarde con Los versos sencillos, de José Martí (verso/ o nos condenan juntos/ o nos salvamos los dos). En ese sentido, es importante plantear si será verdad que la poesía, según piensan algunos poetas e intelectuales, es un arte que sólo debe disfrutar, conocer y apreciar el distinguido grupo de la “inmensa minoría”, cosa que automáticamente deja fuera a una “inmensa mayoría” sólo capaz de “consumir simulacros”
de la poesía que hacen algunos poetas iletratis como Bob Marley, quien curiosamente escribió: “No dejes que te engañen/ ni que traten de llevarte al colegio, oh, no/ tenemos nuestra propia mente (“Could you be loved”). En el fondo lo que sucedes es que, como dice Ezra Pound, la salud mental de una nación no es propiedad de nadie, y la salud mental de un pueblo, entre otras cosas, puede reconocerse por su capacidad para leer o para escuchar poemas, es decir, para “producir” imáge nes dentro de sí, escuchando la música de las palabras para acceder a esa clase especial de conocimiento que sólo la poesía es capaz de generar; en una palabra, para convertirse –como dice el propio Octavio Paz– en poesía. En ese sentido, es importante recordar que existen diversas experiencias de poesía en voz alta, por ejemplo, los poemas que Dylan Thomas transmitió con su voz cautivante en la bbC de Londres; en la colección de poesía Voz Viva de México, o en los podcasts de poemas que la unam sube con la voz de grandes poetas mexicanos vivos y muertos. Tiene razón Octavio Paz cuando dice que la “poesía no es nada sino tiempo, ritmo perpetuamente creador”, y los sistemas de audio son sustancialmente sensibles para captar y transmitir ritmos.
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n realidad el proceso de separación entre la música y la poesía culminó con la aparición del verso libre. Hasta antes de ese hecho extraordinario, el sigue
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10 que antaño empuñaba el timón de esa conflagración a los pies del horizonte unánime que se prepara se agita y se mezcla en el puño que la apretaría como se amenaza un destino y los vientos…
Foto: Rogelio Cuéllar/ archivo La Jornada
ritmo de los versos fue medido a través de las rimas y metros tradicionales que cada cultura había creado y consolidado a partir de su propia historia y carácter. Esa es la razón por la que durante varios siglos la poesía en Occidente, particularmente la europea, se desarrolló ligada a la canción, es decir a la trova, al soneto, a las coplas octosilábicas, al lied alemán, a las baladas celtas o a los versos italianos. Seguramente por eso Eliot, en una afirmación enigmática –aunque profundamente pertinente– aseguraba que ningún verso era verdaderamente libre. Sucede que la poesía escrita, una vez “liberada” de la música, llevó hasta el final sus más grandes tentativas. Las poéticas más arriesgadas se bifurcaron en varios senderos y/o vanguardias, y la ruta más visible fue la que abrieron Pound y Eliot, creando e imponiendo un canon en el que, como dice Paz, “Eliot deseaba efectivamente regresar y reinstalar a Cristo”, encontrando en la Iglesia anglicana y en la tradición literaria de Inglaterra una alternativa para encontrar un orden que, al mismo tiempo, los ayudara a superara su provincialismo, trascendencia que también les permitió a ambos poetas, en una inusitada práctica al alimón, explorar con poemas considerados “canónicos”, globales, apolíneos y de largo aliento como The wasteland. Otra ruta casi subterránea se abrió paso en Estados Unidos a partir de los poemas de Poe,Whitman, William Carlos Williams y Allen Ginsberg, que en los años sesenta se “reunió” con los poemas cantados por Dylan, un chaval rebelde que, recuperando la tradición y el espíritu poético y musical del folk y el blues estadunidense, derivó hacia complejas fusiones de jazz, bebop y rock. Mientras esa amalgama de poesía de corte dionisíaco evolucionaba y se fundía con la energía de la beat generation, de manera orgánica –y muy distinta a los métodos racionalistas de Eliot y Pound– también incorporaba a sus prácticas poéticas y existenciales la poesía y la filosofía del budismo zen, que junto con la ontología del yoga histórico abrió para siempre las puertas de la poesía occidental a las culturas orientales. Desde entonces, la energía que descargaban las liras eléctricas crearon campos y soportes interactivos sobre los que se deslizaron las letras y los versos de esos extraños poetas cantantes. Ellos lograron, en una simultaneidad incomparable a los poemas eruditos de Pound y Eliot, fundir en un haz los ritmos y poéticas de distintos países mediante la poesía constituida como música. Estos nuevos “arreglistas”, artistas de viejas y nuevas bandas de “trovadores” y poetas, incursionaron en toda clase de géneros poéticos y musicales. De esa diversidad es preciso mencionar algunas experiencias de una extraordinaria eficacia y radicalidad. Tomemos, por ejemplo, “Un día en la vida”, de Lennon y McCartney,
“lA voz y el oído recobrAn Su AntiGuo PueSto. A lGunoS enunciAn el fin de lA erA de lA imPrentA . no lo creo. Pero lA letrA d e j A r á d e o c u PA r u n luGAr centrAl en lA vidA de loS hombreS”.
canción que incluye algunos versos que recuerdan, sólo por su lenguaje coloquial y la carga de ironía, a la misma tradición inglesa, cosmopolita y global creada décadas antes por Eliot: Hoy leí las noticias, oh chico, sobre un afortunado que alcanzó su meta y aunque la noticia era muy triste, bueno, yo me tuve que reír. Vi la fotografía: se había volado los sesos en un automóvil sin darse cuenta que el semáforo había cambiado…
Así nos quedamos, detenidos como ese chico, en un alto durante varias décadas, mientras el tiempo de los asesinos se expandía por el mundo irremediablemente. Precisamente, acerca de la lengua Octavio Paz apunta: “Todo período de crisis se inicia o coincide con una crítica del lenguaje.” No es improbable que, desde hace medio siglo, hayamos llegado a una nueva tierra baldía donde los senderos ya se habían bifurcado innumerables veces. El poeta nos dice que “en el seno del lenguaje hay una guerra civil sin cuartel” y, en ese sentido, que “el poema es lenguaje erguido”, instrumento de un refinado poder que nos invita a contemplar de qué manera un coup de des jamáis n’abolirá le hasard (Una tirada de dados jamás abolirá al azar): El maestro surgido fuera de antiguos cálculos donde la maniobra con la edad olvidada infiriendo
Enigmático poema de Stéphan Mallarmé que extasiaba a Octavio Paz; poema que, al revelar una serie de formas fugaces, atrae al pasado y se yergue en el presente para deslizarse en el futuro de una lengua que conserva su poder erótico, terrenal, sagrado, humano, transgresor, armonioso, inestable y metafísico. Octavio Paz nos explica que con la “invención de instrumentos cada vez más perfectos de reproducción sonora de la palabra, la forma poética iniciada por Mallarmé se desplegará en toda su riqueza”. Tal vez la expansión que imaginara Mallarmé en el Preludio a la siesta de un fauno (obra musical de su amigo Debussy que lo transformaría para siempre) técnicamente ahora es posible traerla en todo su esplendor y hacerla –nuestra– vida: “Navegamos. Mi sitio es,/ oh diversos amigos, la popa/ y es el vuestro la proa que copa/ rayos e inviernos. Embriaguez.”
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or supuesto ya existen las estructuras luminiscentes, como las de una sinfonía que se mueve en el vacío, a la espera del Big Bang online abierto hacia la proa y al viento eléctrico donde las nubes se trasmutan. Espacio inestable en el que aleaciones y desprendimientos de versos, de frases y palabras ondulan en la música de Stockhausen, Pink Floyd o Debussy. Amanecer de un poema que sintetiza y rompe (nuevamente) tradiciones –y traiciones–, en una acción humana de restitución que da paso a un nuevo sentido del yo y del otro, de un nosotros que abra una nueva dimensión para que la palabra (poética) tan enrarecida, pobre y aislada de su sociedad, vuelva a encarnar(nos). Utopía tangible que le devolverá a los poetas un lugar en la misma sociedad que los estigmatiza, relegándolos a cumplir con un papel de inútiles o locos o, como dice Octavio Paz, en “parásitos o vagabundos”; en última instancia, a “convertirse en funcionarios”, que en el pasado ya habían sido “bufones o santos, criados o mendigos”. Crearemos un juego sensible donde una matrix nutrida por la inteligencia de Heráclito y Apolo, de Hermes y de Or feo, de Shakespeare y de Shelley, de Novalis y Vallejo, de Ginsberg y de Pound recibirá/ publicará/transmitirá poemas y veredas precolombinas abriéndose paso por el silencio de la mente. Alguien cantará y, sin resentimiento y sin vileza, soportaremos las tensiones y los poemas de los otros, de tránsfugas, suicidas y videntes. Luego, regresando de las órbitas de unos ojos vírgenes, despertaremos, como Buda, de la muerte. En el epílogo a El arco y la lira, Paz explica que históricamente poesía y sociedad han buscado “poetizar la vida social y socializar la palabra poética”. Sin embargo –dice claramente–, eso implicaría transformar a la sociedad en una comunidad creadora. Si esa evolución social hace medio siglo no estaba a la vista, mucho menos ahora, cuando el tiempo de los asesinos está en la cima. Los signos en rotación de Paz tendrían que convenir (y dialogar) con antiguas y nuevas poéticas, incluidas las de los poetas órficos que han convocado a varias generaciones de jóvenes en México y en todo el mundo a reflexionar y a cantar poemas; sí, para danzar en éxtasis, pero también para meditar y convertirse en poesía. Tal vez así se podría liberar suficiente cantidad de ética y decoro, de energía acústica y de inteligencia para nutrir a esa comunidad creadora, si es que hemos de sobrevivir a la pulsión de muerte y a la guerra
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Vilma Fuentes
UN RECORRIDO POR LA HISTORIA Y LAS ARTES DEL LABERINTO PARA NO PERDERSE MÁS QUE EN EL QUE CADA QUIEN LLEVA CONSIGO.
Detalle del Laberinto de la Avaricia, ilustración grabada del libro; Civitas Veri’s Del Bene
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e la iniciación espiritual en las más diversas civilizaciones, antiguas o recientes, a los juegos infantiles de la rayuela o la oca, el laberinto toma caminos y senderos que se bifurcan al infinito de sus trazos. Lineal, circular, nudo gordiano, cuadrado, plano o superpuesto en varias dimensiones, hecho con piedras o con vegetales, al interior de templos o en jardines, bosque o ciudad, de espejos y túneles, directo o plagado de callejones sin salida y vericuetos insospechados, los laberintos han fascinado la imaginación humana desde los tiempos más remotos, los albores del pensamiento. Desde siempre, el laberinto ha embrujado el espíritu de los creadores. Y se ha convertido en la imagen de su búsqueda y su extravío. De origen probablemente prehelénico, el término laberinto proviene de labúrinthus del griego antiguo, palabra que designa en la mitología griega una serie compleja de galerías construida por Dédalo, bajo la orden del rey Minos, para encerrar al Minotauro, monstruo nacido de la unión contra natura de la reina Parsifae con un toro. La leyenda cuenta que los primeros encerrados en ese laberinto fueron Dédalo y su hijo Ícaro, con el objeto de conservar el secreto de su construcción y su posible salida. Sin embargo, Ícaro podrá escapar por los aires gracias a las alas de cera creadas para él por su padre. Laberinto unicursal clásico, de desenvolverse su recorrido se obtendría un hilo único, ese hilo que Ariadna entrega a Teseo para que pueda hallar el camino de salida después de vencer al Minotauro. Los otros dos modelos de laberinto son el manierista y el hermético. El primero se representaría como un árbol binario del tipo utilizado por la gramática y la informática. Todas sus vías, con la excepción de una de ellas, llevan a callejones sin salida. Su recorrido constituye un proceso de interrogación y de posibles equivocaciones, pero posee la racionalidad binaria: el camino no puede ser sino verdadero o falso. El laberinto hermético o rizoma es una red entrelazada e infinita de vías que dan a nuevas vías, las cuales pueden enlazarse aunque no lo hubiesen estado antes. Cada ruta puede ser la buena, a condición de desear ir del lado a donde se va. Caminos de conjetura, apuesta y azar, de hipótesis planteadas una y otra vez pues la estructura del rizoma cambia sin cesar de forma. La más antigua representación de un laberinto data del paleolítico; descubierta en una tumba siberiana, fue grabada en un pedazo de marfil de mamut. El laberinto más antiguo, según Heródoto, fue construido por Amenemhat iii , faraón de la xii dinastía en Egipto. Considerado como una de las siete maravillas del mundo por el historiador griego, el gigantesco laberinto egipcio, nunca encontrado, inspiró el de Dédalo. De este último, Homero narra en la Ilíada que es un lugar de danza, pues en él bailaron los dioses Ariadna y Dionisos, cuya danza simboliza el combate por la vida y la inmortalidad. Así, danzar en el laberinto es ir en busca de la inmortalidad. Metáfora sobre el sentido de la vida, enfrentamiento con la muerte, el hombre iniciado en el laberinto alcanza un estado de conciencia superior.
Símbolo, pues, de camino iniciático largo y difícil, es conocido en múltiples civilizaciones antiguas, al extremo de ser considerado un arquetipo universal. Desde los hombres prehistóricos, de los habitantes de Mesopotamia a los mayas, de los escandinavos a los chinos, los aborígenes de Australia o de África, las configuraciones y figuras laberínticas se suceden y se multiplican. Si bien en la Biblia no existe evocación alguna del laberinto, como no sea de manera indirecta con las murallas de Jericó, el cristianismo recupera para su culto los espacios sagrados de los ritos paganos. Así, el laberinto penetra en las iglesias y catedrales de Europa, considerado “Camino a Jerusalén”, “Vía dolorosa”, “Viaje a Tierra Santa” y peregrinaje simbólico para quienes no pueden pagarse ese desplazamiento. A fines de la Edad Media, a partir del siglo xv , el laberinto se vuelve símbolo del mal, lugar de lujuria, pecado, perdición y vagabundeo. Los hombres de la Iglesia proceden a su destrucción o, al menos, a su ocultamiento. Si hasta el Renacimiento, los laberintos, objeto de espiritualidad, no se encontraban sino en edificios religiosos, a partir del siglo xvi , los meandros de arbustos se esparcen en numerosos jardines europeos y adquieren una dimensión profana: el placer de extraviarse. Fue famoso el de Versalles creado por Le Nôtre en 1665 y destruido en 1778. En la actualidad, puede visitarse en Francia el del zoológico de Thoiry, el más grande laberinto interactivo del planeta, así como el mayor laberinto vegetal permanente en Creuse, diseñado sobre 22 mil metros cuadrados con 4.5 kilómetros de avenidas de pasto. Pintores, escultores, arquitectos, músicos y escritores, entre otros artistas, se han apasionado por el laberinto, físico o mental. Johann-Sebastian Bach creó una pieza musical que ilustra giros y dificultades para salir de un laberinto vegetal, con El pequeño laberinto musical hecho de fugas y contrapuntos. Para Jorge Luis Borges, autor de su laberíntico Aleph, el sitio de Stonhenge hecho de dólmenes, situado en Gran Bretaña, sería el raro laberinto de numerosas salidas. Hay ciudades que son en sí mismas un laberinto. Venecia, París, Barcelona o México. O Tokio, donde los cruces y las calles carecen de nombres y señalización, donde se yuxtaponen barrios, escaleras y carreteras en diversos niveles de altura. En lo que toca a la escritura, sus autores abordan el laberinto como tema y como forma. Entre los más notables, Las metamorfosis, de Ovidio, la Divina Co media, donde Virgilio y Dante descienden nueve círculos concéntricos, el Ulises, de Joyce, donde se narra el peregrinaje de Bloom a través del dédalo de Dublín, En busca del tiempo perdido, donde Proust se pierde para encontrarse. Sor Juana Inés de la Cruz se extravía en sus Sueños. José Gorostiza accede a Dios en el laberinto de “páramo de espejos”. Paz cree reconocer la identidad mexicana en El laberinto de la soledad
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6 de mayo de 2018 • Número 1209 • Jornada Semanal
La feria de Los Laberintos
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Leer El tango, Jorge Luis Borges, Lumen, México, 2017.
6 de mayo de 2018 • Número 1209 • Jornada Semanal
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Borges y el tango MARCO ANTONIO CAMPOS
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n la Editorial Lumen se imprimió en España en 2016 y en México en 2017 El tango, un gran rescate de cuatro conferencias que Jorge Luis Borges dictó todos los lunes de octubre de 1965 “en el departamento porteño de Constitución”. Dictó, dijimos. Nadie ignora, hasta donde yo sé, que Borges quedó ciego en 1955, y pasó de un estilo literario a un estilo oral, que fue igualmente bello pero el cual sentimos más íntimo, donde oímos más al hombre, como si estuviéramos en un café u oyéndolo en sobremesa. No en balde, por eso, como si fuera una conversación, en las conferencias no faltan digresiones, repeticiones y anécdotas personales. Las conferencias son muy bellas, pero Borges no es ni pretende ser un experto ni un estudioso del tango, sino alguien que lo ha sentido muy próximo, alguien que lo ha oído mucho más de lo que lo ha leído. Si en aquel 1965 hablaba ya de “una plétora de libros” acerca del tango, podemos pensar lo que ha sido más de medio siglo después. En 1992, cuando le pregunté a Bioy Casares en un café de La Recoleta, por qué a Borges y a él no les gustaba el tango, me repuso que no, que eso era falso, que aquello que les gustaba era la primera época, digamos la época preGardel, porque con Carlos Gardel se había vuelto operístico. Entre los tangos que encantaban a Borges estaban “Pejerrey con papas”, “El choclo”, “El entrerriano”, “El apache argentino”, “Las siete palabras”, “Garufa”, “Rodríguez Peña”, “El pollito”, “El cuzquito”, “La morocha”, “Sé feliz”… Una genialidad de Borges era volver lo popular alta literatura. El tango tuvo como antecedentes ante todo las milongas y las habaneras, aunque estudiosos hablan también de otros géneros musicales. Borges recuerda que el tango nació hacia 1880 como baile en “casinos de baja estofa”, tuvo un “surgimiento clandestino”, principalmente en las zonas porteñas del Once y de Constitución. Se bailaba entre hombres y después lo bailaban hombres solos porque por su origen indecente las mujeres se abstenían de bailarlo. Los tangos se acompañaban con variados instrumentos: el piano, el violín, la flauta, el cornetín. Después se impondría el bandoneón, llegado de Alemania, muy parecido al concertino. Al parecer surgió en el barrio de Almagro. Por eso, por su nacimiento, Borges prefiere mucho más la definición de Lugones que considera que el tango era una suerte de “reptil de lupanar”, que la muy famosa de quien es acaso el mejor compositor de tangos que ha habido (Enrique
Santos Discépolo), de que el tango es “un pensamiento libre que se baila”, definición que le parece a Borges un error, porque los pensamientos no se bailan. Pero ¿quiénes formaron la casta fundadora del tango? Primero que nadie el compadrito, que podría llamarse según la pinta o la fama el guapo, el malevo o el orillero; están asimismo los “niños bien patoteros”, y en tercer término, quien tenía “un papel pasivo”, la mujer de mala vida, que en una de ésas era la buena. Algunos de esos “guapos” famosos se llamaron Nicolás Paredes, Juan Muraña y Juan Moreira, que pertenecían a “la secta del cuchillo y del coraje”, a quienes Borges dedicó páginas y poemas, de quienes admiró la gran valentía que él hubiera querido tener pero no tuvo. Entre las “mujeres de mala vida” se hallaban las criollas, pero había también las francesas, que cobraban más caro, y las “valescas”, que venían de Hungría y de países de lengua eslava. ¿Qué era lo que más le atraía a Borges de las milongas y de los tangos? Me doy por pensar que principalmente dos aspectos: uno, los que hacían de la valentía una religión, y otro, el sentido del humor. El auge del tango se dio hasta promediar la década de los años diez del siglo xx , pero se apaga en los años de la primera gran guerra. A corto y a mediano plazo entró a Europa y a Estados Unidos, y curiosa-
En nuestro próximo número
mente se dio una gran paradoja: una música y un baile nacidos en los prostíbulos porteños fueron los niños b i e n p a t o t e ro s l o s q u e l o l l e v a ro n a París, luego siguió por las capitales de Europa, y ya canonizado el tango en Europa y Estados Unidos, los argentinos pudieron sentirlo como parte de su imaginación y de su sueño colectivos. Lo regresaron –dijo Borges– adecentado. El baile y la música del compadrito y del guapo se internacionalizaron gracias a esos niños bien de la provincia de Buenos Aires, quienes eran su antítesis social y económica, pero que se les asemejaban en la violencia. A partir de entonces, el tango se admitió en todas las clases sociales en Argentina. Después de todo, apuntala Borges, ser argentino en Europa correspondía entonces a dos palabras que eran un individuo y una música: el gaucho y el tango. ¿Y Carlos Gardel? Borges decía lúcidamente que no sólo los individuos sino todos los pueblos tienen sueños, y uno recurrente en el argentino ha sido Gardel. Otro sueño argentino ha sido París, y como Gardel nació en Francia, se duplicaba el mito. Los argentinos, dice Borges con característica ironía, son “franceses honorarios”. En distintas ocasiones declaró que los tangos –digamos desde los años treinta hasta los años sesenta, cuando daba las conferencias–, no le gustaban nada, y que con Gardel y [Juan de Dios] Filiberto empezó la decadencia del tango. Señala: “Los tangos se vuelven quejosos, lacrimosos. La tristeza de los tangos me parece innoble. Es una tristeza de rufianes, un poco canallesca.” Borges nos parece injusto porque Gardel cantó toda suerte de tangos, incluyendo varios muy divertidos, y cantó tangos de desconsuelo que tocan las cuerdas del alma porque tienen la música triste de la pérdida. Quizá valga recordar las dos últimas cuartetas de un poema de Borges de 1958, que se llama precisamente “El tango”, que reviven en algún momento el paso de los años, la sordidez antigua del origen orillero y el fulgor del cuchillo en el desafío: “Esa ráfaga, el tango, esa diablura,/ los atareados años desafía;/ hecho de polvo y tiempo, el hombre dura/ menos que la liviana melodía// que sólo es tiempo. El tango crea un turbio/ pasado irreal que de algún modo es cierto,/ el recuerdo imposible de haber muerto/ peleando, en una esquina del suburbio.” El tango es un libro que todo borgeano o todo conocedor del género debería leer, aun para criticarlo en lo mucho o poco que no le parezca
NARRAR EL HORROR: Javier Valdez y el periodismo narrativo Luis Hernández Navarro, Adriana del Moral y Gustavo Ogarrio
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Jornada Semanal • Número 1209 • 6 de mayo de 2018
pensamiento miguel ángel quemain
Plegaria de un árbol de bosque primario
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o estaba solo. También el de junto aquí conmigo medio siglo por lo menos. Y otro a su lado. Y otro más atrás. Y a sus costados otro y otros más enfrente y
LA OTRA ESCENA
MONÓLOGOS COMPARTIDOS
francisco torres córdova
uno a uno a lo largo y a lo ancho del valle o la montaña, desde abajo en la
parda nervadura y el calor de las raíces hasta el cielo abierto a la lluvia o la neblina. Ya no más. Nos llegaron y tumbaron por la espalda. Dispersaron la humedad de nuestras sombras. La luz se despeña desde entonces, se rompe y se quema contra el suelo abandonado a la intemperie de nosotros. Nos talaron a la mala sin medida, en la tierra rota dejaron apenas el muñón de nuestra altura. Yo los vi llegar con sus armas y aparejos. Yo vi las gruesas cuñas de hierro rojas y amarillas, el ojo del hacha con el mango pulido por el uso, el filo blanco y ciego destellando en la fresca penumbra mecida por mis ramas. Con un tajo rutinario me marcaron. A empellones de trascabos abrieron brechas para el paso de las grúas y tractores, sus grandes neumáticos lastrados con agua embrutecida, los duros relieves de sus huellas en mis musgos, hongos y hojarascas. Luego una pausa pesada de silencio y detrás la prisa y el orden preciso de la poda, el dolo voraz en secreto acumulado o con permiso en contubernio da lo mismo. Así llegaron, con el ruido de su industria y aparatos, blandiendo sus brazos erizados de ganchos, cables y palancas, las enormes garras y tijeras de acero, la ciencia de su peso y contrapesos y timones asistidos, las cadenas dentadas de sus largas motosierras. Un cabezal de tala prensó entonces mi base desnuda y cerró su abrazo concéntrico de múltiples cuchillas. Con un zumbido de engranajes sin esfuerzo cortó mi viejo tallo a conciencia madurado. Tronó en el aire mi estatura, crepitó mi fronda la aguda quebrazón de su caída y el largo cuerpo de mis años reventó sus andamiajes contra el suelo. Una nube de astillas, un ardor de polvo con resina se colgó del cielo. Era cedro y pino, encino, roble y huanacaxtle, haya, caoba, ceiba y abeto y tantos otros que por cientos de miles ya no somos cada día. Ahí mismo aserraron mi tronco; le quitaron ramas y semillas, cortezas y nidos; contaron sus nudos, marcaron sus grietas, le pintaron un número en clave de precio con destino. Trozo de mi torso, ángel telúrico abatido, en la caja de un remolque lo llevaron apilado a los mercados negros de prestigio abiertos todo el año, para hacerlo mesa o viga, curul o piso, solemne sillería, armario, retablo o combustible. En mis recónditos anillos cesó mi tiempo primario de bosque, el que hace atmósfera y oxígeno, cumple los ciclos del agua y trama con ella sus senderos; el que tiende el puente entre la luz y la materia del planeta y lo salva todavía. Sé que vendrán los cultivos infinitos de soya, palma y amapola; los asfaltos y edificios, los afanes de oros y platas y ganados, petróleos y diamantes y basura. Casi a ras de suelo, muñón en un campo torcido de muñones, al final de sus jornadas yo los vi marcharse. Dejaron zanjas de lodo, ruido y gasolina, charcos de aguas enfermas, la tierra enmarañada, fétida y ceniza. Pusieron el centro en las orillas. El viento cuando pasa se distancia, se derrama en el vacío y se vacía. Sin embargo, desde esta lejanía desolada sigo las huellas de sus pasos, su andar altivo de sicarios. Llegaré a su casa; por su nariz y por su boca entraré en sus pulmones a cerrarlos. No habrá plegaria suficiente.Y a ti te llamo aquí a que lo sepas: el desierto que me hicieron se te acerca. Noche y día en el aire cunde la asfixia de mi ausencia
Luisa Huertas
La voz, periferia y corazón del teatro contemporáneo
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ACE MÁS DE UNA DÉCADA, Luisa Huertas, una de las actrices con mayor dominio técnico, se decidió a fundar una institución que en pocos años ha mostrado la importancia de colocar la voz en el centro y en la periferia de muchos acontecimientos teatrales y escénicos. Así como Alberto Lomnitz nos enseñó a escuchar el silencio con su visión profunda y humanista sobre el teatro y la sordera, aquí la voz se resignifica para entenderla en múltiples registros, desde la utilidad (locución, presencias gerenciales, docentes) hasta lo artístico. Tengo que decir por qué hablo de CeuVoz ahora: no sólo porque hay un conjunto de clases, seminarios y actividades que son fundamentales para el desarrollo de grupos, actores, directores y docentes que tal vez todavía ignoren la existencia de este esfuerzo, sino también porque es importante dar noticia de lo que pasa desapercibido en algunos escenarios que se dicen culturales pero miran en direcciones opuestas a espacios que significan logros que no gozan de los grandes presupuestos federales y locales para desarrollar iniciativas que impactan ámbitos de desarrollo social. También aludo a este espacio como prólogo a un proyecto de reciente creación y que convoca por lo menos a tres generaciones de artistas que hacen de la voz su columna vertebral artística, todos comandados por la compositora e intérprete Hebe Rosell, quien apenas hace algunas semanas expresaba con sinceridad y valentía su miedo frente a la edad, la indiferencia institucional por los artistas de larga trayectoria frente a la discrecionalidad de los apoyos y los reconocimientos. Vale la pena abundar en este trabajo titulado El Seminario/Coloquio Voz, conciencia, identidad y compromiso en la escena mexicana contemporánea, que se presenta todos los jueves a las 18:00 horas, del 5 de abril al 2 de agosto. Está dirigido a estudiantes y profesionales de Artes Escénicas, docentes, escritores, investigadores y público interesado. El cupo es limitado. Informes e inscripciones en el correo: queridasvoces@gmail.com. La programación se desarrollará en dos sedes: el Museo de Culturas Populares y en otro menos conocido, también en Coyoacán, llamado La Titería, Casa de las Marionetas (Vicente Guerrero 7, colonia Del Carmen Coyoacán). Los participantes efectúan un verdadero festín musical y escénico que no enumero aquí por su abundancia. Vuelvo a CeuVoz, que se creó para que los que hablan directamente al público desde los escenarios, la televisión, el cine, la radio, las aulas, puedan tener una emisión vocal que preserve la salud de su instrumento y lograr una comunicación efectiva. Saben que es frecuente ir al teatro y no escuchar, ni entender y a veces tampoco comprender el texto. Lo que han hecho es retomar el conocimiento de la fisiología de la voz, el funcionamiento de la respiración, la gimnasia vocal y la disciplina de la técnica, para tener un manejo óptimo de la misma como herramienta fundamental de los artistas escénicos de todo el país al servicio del lenguaje hablado. Han tenido también la ambición cumplida de crear un centro integral e integrador de docentes de los diversos métodos existentes, de documentación, de experimentación, encuentro y desarrollo de herramientas técnicas para llegar lograr expresar el significado y significación de la palabra dicha. Expansivos, han logrado colocarse en las instituciones estatales y municipales, así como en medios electrónicos para capacitar a profesionales de todas partes, aunque la palabra capacitación, tan formal y técnica, sólo sea un modo de referirse a la creación de una escuela y un concepto. El Diplomado La Sabiduría de la Voz y la Palabra Diciente es la columna vertebral de su labor docente, junto con el Encuentro Nacional de la Voz y la Palabra, en el que se convoca a dos participantes por cada entidad federativa del país y se realiza anualmente en verano. Hay cursos y talleres temáticos especializados (Verso y Prosa, Literatura, Español, Fonosintaxis, Redacción, Entrenamiento físico para actores, Métodos Linklater, Feldenkrais, Roy Hart, Alexander). Reúne maestros de tres generaciones, especialistas en la enseñanza de la técnica vocal y del ejercicio de la palabra para la escena, y abarca incluso asesoría en foniatría. Vale la pena acercarse, este lunes inician varios talleres y cursos que sería muy extenso referir en este espacio pero que pueden consultarse en www.ceuvoz.com.mx. Es una oportunidad para reflexionar y pensar en la trascendencia de la voz como corazón y periferia de los quehaceres escénicos más rústicos, primigenios y complejos
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6 de mayo de 2018 • Número 1209 • Jornada Semanal
pensamiento
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AY DÍAS EN LOS que me asombra la capacidad expresiva del español. Suele pasarme cuando estoy leyendo, o más raramente, cuando escucho a alguien hablar con precisión y gracia. Hay en México quien hace del no decir nada, de cantinflear como loco, un artificio delicioso. Por otra parte, hay quien usa el español como un instrumento de precisión, un microscopio que devela misterios. Esos son días felices, en los que siento que mi idioma, el castellano que el azar me deparó, es un océano donde habito. Lo llevo adentro, en las venas y en la mente impalpable y él me contiene como a una más de sus criaturas.
También vivo otros días en los que siento que el lenguaje es insuficiente, un balbuceo sordo: el ruido y la furia en la boca del idiota y que nada significa, como dice Macbeth en el Acto v. Escucho esa lengua sucia, agazapada como una culebra en la boca del sicario: farfulla, venenosa y contrahecha. No expresa más que basura, pero muestra el alma del asesino. Eso no es español, me digo. Es un dialecto que se cuela en las grietas que deja la violencia. En esos días el idioma no me basta, no alcanza a formular el dolor que se quiere expresar. Días de aullar. Hoy es uno de esos días. Mientras escribo esto, hay personas marchando en protesta por la muerte de tres estudiantes de cine en Jalisco: Javier Salomón Aceves, Marco Francisco Ávalos y Jesús Daniel Díaz. Murieron porque un cártel se equivocó. Esa equivocación les costó la vida. Los narcotraficantes los desaparecieron, literalmente, pues disolvieron los cuerpos con ácido. ¿Cuántas equivocaciones llevamos? ¿Cuántos cientos, quizás miles de errores cometidos por personas que llevan un rifle o un cuchillo en la mano? Errores que enlutan este país tanto como las omisiones y complicidades de los gobiernos. Entre el momento en el que escribo esto y el domingo en que tú lo leas, lector, otros mexicanos habrán muerto asesinados. Nuevas noticias escalofriantes habrán de entristecerte o asustarte. Hombres y mujeres serán arrebatados. Quizás ya te acostumbraste un poco al miedo, a la incertidumbre, a que la sombra de la violencia te opaque un poco, te apague la alegría. Estás harto, además. Crees que no podemos hacer nada. A diario escuchas la palabra “miedo”. Tantas veces la oyes y la dices, que ha perdido su forma; es como una mancha gris que ensombrece el aire. Es aire, sucio y ya. Hasta que una noticia horrible te sacude y te obliga a imaginar algo inimaginable. Entonces te preguntas si hay futuro en este país.
Te dices que es denigrante que nuestro idioma, el español que hablamos los mexicanos, esté lleno de palabras que se han convertido en las pesadillas que nos persiguen: levantón, fosa clandestina, desaparecer, plagio. Los objetos se han manchado y han cambiado sus funciones: la hielera, la bolsa de basura, la maleta, la cajuela del coche, el tambo, la cobija. Todo se puede desfigurar y convertirse en la herramienta de la mano que asesina. Estamos desarmados, como lo estuvieron los tres estudiantes de cine. No podemos enfrentar a esos grupos criminales, a esos hombres que tienen una hiena rabiosa en el lugar donde deberían tener la conciencia. Se añade a nuestra desesperanza que la línea que debería separar a las autoridades del delincuente; esa línea que debería ser clara y enfática, en México es porosa y flexible. ¿Cuántos policías han sido perpetradores o cómplices de los delincuentes? No todos, evidentemente, pero sí que los hay. ¿Cuántas muertes se deben a equivocaciones del ejército? ¿Cuántos delincuentes han salido libres debido al mal procedimiento del mp? Creo que deberíamos salir a la calle a exigir, como nunca antes, una solución. Hemos salido, pero debemos repetir. Y ser más, engrosar nuestras filas, porque cada día hay más muertos y desaparecidos. Lo que me interesa decir es que lo que dependa de nosotros hay que hacerlo, a pesar del cansancio, del escepticismo y el miedo. Hay que tomar la calle. No es lo mismo un millón de tweets que un millón de ciudadanos exigiendo a los políticos, a la policía y a los delincuentes que detengan este baño de sangre. Debemos repetir, una y otra vez, que esto es insostenible. Que estamos hartos de su palabrería y de perder vidas inocentes. Hartos. No es lo mismo la lectura de las estadísticas en un debate que la voz del ciudadano que demanda justicia. No es lo mismo un número en un papel, que el grito unánime. Ya basta, me digo
Lo torcido
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N LUCAS 14, Jesús, al referirse al banquete de bodas, una metáfora del Reino, pide que se invite, más que a los amigos y a los parientes, a los ciegos y a los cojos. Los ciegos, los cojos, los lisiados, son los representantes de lo olvidado, de lo que no cuenta, de lo que está en las márgenes, de lo que la vida social reconoce como desecho humano. Son lo torcido del mundo que en el Evangelio de Mateo (25, 31-46) tiene el rostro del hambriento, del sediento, del forastero, del enfermo, del desnudo, del presidiario, y en toda la tradición de los salmos, de los profetas y del mundo cristiano, el rostro de la derelicción y de la cruz.
Walter Benjamin, que leyó el marxismo con las mismas categorías con las que el judío Jesús leyó su tiempo, habla en sus recuerdos de infancia del jorobado, un “inquilino de la vida torcida”. Ese jorobado, al igual que los lisiados y los vulnerados de Jesús, para Benjamin tiene que ver con el fin de los tiempos y la instauración del Reino. Lo que para la sociedad es un desecho, algo vergonzoso que se tolera, pero que es digno de olvido, es el Reino, una noción que hace mucho olvidamos o que si la recordamos perdió su carácter despreciable. Pero cuando el Mesías venga y abra la puerta del banquete, son esos olvidados los que, dice esa tradición mesiánica, entrarán primero, porque el Reino está hecho no de perfección sino de compasión hacia lo que sufre, hacia lo vulnerable, hacia lo torcido, hacia lo que por su incomodidad nos lastima. El Reino –dice Giorgio Agamben comentando a Benjamin– está presente en el tiempo profano en formas bizcas y torcidas, en formas que a las sociedades modernas y tecnológicas, que buscan la perfección a cualquier precio, se les presentan como desdeñables, dignas de desprecio, de burla y de olvido. Son ellas, sin embargo, las que en el orden de una correcta lógica mesiánica nos guiarán hacia la salvación. Los cojos, los ciegos, los lisiados, los jorobados, los enfermos, las víctimas, los pobres, todos aquellos que por su fealdad y su vulnerabilidad nos incomodan y buscamos olvidar, no son sólo la presencia del Reino que nos llama a la compasión y nos recuerda nuestra propia vulnerabilidad, son también la expresión de aquello que en nosotros nos avergüenza y no queremos ver o buscamos borrar a toda costa bajo la industria de la salud, de la belleza, de la educación y del consumo de toda suerte de seguridades; es lo torcido en nosotros que pide no el olvido, sino precisamente nuestro reconocimiento y acogimiento, nuestra compasión hacia nosotros mismos y nuestros prójimos. No es otra cosa, me parece, lo que encierran esas extrañas palabras de Jesús:“Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Sólo quien ha visto su propia fealdad, su propia vulnerabilidad, sus propias jorobas y torceduras, puede verdaderamente amarse y amar a su prójimo y puede habitar el Reino. La rendija de luz, dice Agamben, que se abre a través de nuestros defectos y nuestras insuficiencias, no es otra cosa que la redención y la alegría del banquete
Walter Benjamin
del Reino. Todo eso torcido que hay en nosotros y que desdeñamos en aquellos que la realidad y la sociedad han vulnerado y arrojado lejos, en el olvido; todo aquello que nos avergüenza en nosotros y olvidamos o buscamos olvidar, vendrá el día del Juicio sonriendo hacia nosotros para recibirnos y hacernos entrar en la casa del Padre. Será, dice Benjamin, la restauración de lo quebrado, la memoria de lo olvidado y de los olvidados, el reencuentro con todo aquello que ha sido arrojado a las periferias del sueño intoxicado de la perfección. Será la restauración que guardan las palabras de las Bienaventuranzas de Jesús y que se refieren a todo lo que para el mundo es lo torcido y vergonzoso: Bienaventurados ustedes los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios. Bienaventurados ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Bienaventurados ustedes los que ahora lloran, porque reirán. Bienaventurados son ustedes cuando los hombres los aborrecen, cuando los apartan de sí, los colman de insultos y desechan su nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Alégrense en ese día y salten de gozo, porque su recompensa es grande en el cielo... Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, detener la guerra, liberar, a las autodefensas de Mireles y a todos los presos políticos, hacer justicia a las víctimas de la violencia, juzgar a gobernadores y funcionarios criminales, y refundar el ine
LA CASA SOSEGADA
Salir a la calle
javier sicilia LAS RAYAS DE LA CEBRA
verónica murguía
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Jornada Semanal • Número 1209 • 6 de mayo de 2018
pensamiento ALONSO ARREOLA
Luis Tovar
Jorge Urbano… Mister Soundcheck
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ONOCIMOS A JORGE URBANO hace como veinte años. Estaba en un pequeño stand de las otrora Noches Fermata mostrando su recién nacida revista Soundcheck. Hablamos un buen rato sobre el futuro y transformación del mercado musical que entonces auguraba el crecimiento latino en países anglosajones. Su objetivo personal era mostrar lo que ocurría detrás del escenario –entre poleas, luces y bocinas–, allí donde el oficio de personas desconocidas especializa sus habilidades a niveles sobresalientes, encomiables. Eso recordamos. Eso, su entusiasmo y su educada amabilidad.
Jorge Urbano
En aquellos tiempos nosotros editábamos Latin Pulse!, revista de las desaparecidas tiendas Tower Records en Latinoamérica y el resto del mundo. Emparentados por la idea de incidir en nuestra industria, mantuvimos contacto con Jorge a lo largo de los años y, más aún, pudimos atestiguar su relevante engrandecimiento en los engranajes de la producción artística y del entretenimiento. De una revista pasó a tres (se sumaron Home:Tech y Music:Life). De un stand en una escuela de música pasó a fundar y dirigir la Expo Soundcheck en el World Trade Center de Ciudad de México, una de las más relevantes ferias para profesionales de la música en todo el continente. Por si fuera poco, fundó junto a su María Pineda la academia de artes Up Stage, lugar en donde actualmente se imparten clases de música y danza. Siempre inquieto, Jorge supo armar y dirigir equipos valiosos, duraderos, integrados por quienes apoyaron e impulsaron proyectos que a otros hubieran parecido una locura. Esto es: hablar de lo invisible. Así logró erigir Musitech Ediciones y Eventos, una compañía multifacética con la que ha dado a conocer a técnicos y artistas normalmente ocultos para las grandes audiencias. Más aún, sea a través de patrocinios, alianzas, producción de clínicas, paneles, conciertos, conferencias o clases magistrales, su generosidad ha alcanzado para ayudar a muchos seres creativos y emprendedores, motivos suficientes para dedicarle estas líneas un domingo de mayo cuando tantas cosas malas avasallan los sentidos sin que podamos aplaudir voluntades puntuales, positivas, esenciales para el mantenimiento de nuestra cultura. Dicho esto, fue hace dos semanas que visitamos la edición xvi de la Expo Soundcheck, luego de asistir a la entrega de reconocimientos al Mérito Técnico que anualmente su organización ofrece a expertos mexicanos y extranjeros. Entre los homenajeados nos entusiasmó especialmente la presencia de Óscar Sarquiz, buen amigo y pilar del periodismo musical escrito y radiofónico. Asimismo, nos
sorprendió conocer la magnitud del espacio que la exhibición ha conquistado al día de hoy, pese a los terremotos de septiembre o las depresiones electoreras. Y lectora, lector, no crea que aprovechamos la tolerancia de nuestros editores para promover el negocio de un amigo. Ya lo dijimos antes: la introspección de Jorge Urbano se ha vuelto esencial en la estructura escénica nacional, pues gracias a gente como él podemos aplaudir los esfuerzos de un iluminador, el talento de un ingeniero, la visión de un productor, la dedicación de un músico, la necedad de un promotor, la relevancia de un divulgador… reflejos todos de un ecosistema complejo, frágil –torpemente relacionado con la superficialidad– y que da el pulso de quienes somos. Recordando esa noche de hace veinte años nos visita una sonrisa cómplice. Jorge supo mantenerse en sus creencias y triunfó reconociendo a los “invisibles” mientras el entorno se profesionalizaba con su ayuda. Sí. Es verdad que dos de las mencionadas revistas han desaparecido (Music:Life apenas el mes pasado), pero ello no tiene que ver con fracasos sino con cambios tecnológicos y generacionales. Aunque duela, el abandono del papel es inevitable y seguirá creciendo. Lejos de lamentarnos por esta nueva pérdida, celebramos su existencia y la labor de gente como Marisol Pacheco y Niza Sopeña, quienes siguieron los pasos de Eliseo Vega a lo largo de doce años y más de 140 números editados. Ellos, liderados por Jorge, supieron que la vida de un músico podía evolucionar con mejores instrumentos e información técnica, pero también con instrucción formal y contenido crítico, con formas superiores de apreciación estética. Así pues, larga vida a la Expo Soundcheck (a su revista y al tremendo Directorio anual para profesionales). Esperamos que los mundos que ayuda a construir se mantengan presentes, saludables, por encima del horror que algunos violentos quieren imponernos a base de sangre, ácido y palabras vanas. Buen domingo. Buenos sonidos. Buena semana
Vivir en el error
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O DICE LA CLARA elocuencia del filósofo, politólogo y lingüista estadunidense Noam Chomsky: “La industria de relaciones públicas, la industria de la publicidad, que se dedica a la creación de consumidores, es un fenómeno que se desarrolló en los países más ‘libres’: Gran Bretaña y Estados Unidos, y la razón […] se volvió clara hace más o menos un siglo, porque no iba a ser fácil controlar a una población por la fuerza […] Había que tener otros medios para controlar a la gente. Esto fue asimilado y se comprendió: tienes que controlarlos mediante las creencias y actitudes, y una de las mejores maneras de controlar a las personas en términos de actitudes es lo que el gran economista Thorstein Veblen llamó ‘fabricar consumidores’. Haz que obtener cosas que están a tu alcance sea la esencia de la vida: todos quedarán atrapados, convirtiéndose en consumidores. Y se hace con total satisfacción. Lo ‘ideal’ es lo que se ve hoy en día, donde –digamos– los adolescentes, si tienen libre un sábado por la tarde, irán al centro comercial, no a una biblioteca o algún otro lugar. La idea es tratar de controlar a todos, para instalar a la sociedad dentro del sistema perfecto, y el sistema perfecto será una sociedad basada en una diada, en un par: tú y tu televisión o, ahora, tal vez tú e internet, donde siempre se exhibe cómo debería ser la vida ‘correcta’, el tipo de aparatos que deberías tener, y gastas tu tiempo y esfuerzo en conseguir cosas que no necesitas, que no quieres y, probablemente, acabarás por tirar. Pero eso es lo necesario para una vida ‘digna’. […] Si alguna vez has tomado un curso de economía, sabes que se supone que los mercados se basan en ‘consumidores informados tomando decisiones racionales’. Pues bien, si tuviéramos un sistema así […], entonces un anuncio de televisión, digamos de General Motors, consistiría en decir algo como: ‘esto es lo que tenemos para vender’, pero así no son los anuncios de automóviles; parece como si el coche fuera un héroe del futbol o una actriz […] El punto es crear consumidores desinformados que tomen decisiones irracionales.”
Sopa fría con eSpejitoS Lo anterior y nada más es lo que sucede hoy con la exhibición cinematográfica en México. No es la primera vez, y los memoriosos pueden hacer la lista de la ignominia de los títulos fílmicos que, siendo nada más que basura pura y dura, en un momento dado coparon los espacios, rompieron récords de audiencias y ganancias y, después –tan pronto como el advenimiento del siguiente blockbuster–, o mejor dicho de inmediato, o todavía mejor dicho simultáneamente, se volvieron absolutamente prescindibles, por la sencilla razón de que lo fueron
siempre pero su éxito taquillero, y por supuesto nada más que de ese tipo, ya venía forjado desde mucho tiempo atrás, en virtud, Chomsky dixit, de la fabricación de consumidores desinformados tomando decisiones irracionales; por ejemplo, la de ir al cine a contribuir con su dinero a que los productores de Avengers se enriquezcan otro poco. Lea usted de nuevo el razonamiento de Chomsky aplicándolo al cine y la conclusión será desoladora: el caso de Avengers, como el de todos los anteriores cuentos pueriles y puerilizantes de superhéroes, cochecitos que hablan, conductores de cochecitos que no hablan, etcétera, está indicando cómo “debe ser” el cine “correcto”, el tipo de cine que “deberías” ver y que a final de cuentas “acabarás por tirar”, en este caso al olvido y la inmediata sustitución de lo que se consume. Previamente normalizados el exceso y la distorsión, han sido demasiado pocos quienes denuncien/protesten/se indignen al menos por el hecho de que 6 mil 633 de las 6 mil 712 salas cinematográficas disponibles en México sean ocupadas por un solo filme, en este caso Avengers. Por ahí se habló de porcentajes que van del 94 al 96, pero según las cuentas es más bien el 98.82 por ciento del total el que ocupa eso que, por cierto, no es sino la misma sopa fría con espejitos de siempre: elemental pero efectista, simplonsísima pero abarrocada, de trama mínima pero estirada tanto como sea posible, y aunque fuera una película buena la distorsión seguiría siendo exasperante: ¿o le parece que es “libre mercado” cinematográfico que sólo el 1.18 por ciento, es decir setenta y nueve salas de 6 mil 712, le ofrezcan otra opción? Y para rematar, ahí están opinadores y wannacríticos de toda laya, incapaces de reconocerse en su papel de publirrelacionistas y vendedores no pagados, hablando de la cosa ésa porque creen que si no lo hacen estarán viviendo en el error, que sería en todo caso el de pensar por cuenta propia
CINEXCUSAS
@luistovars
@labalonso
BEMOL SOSTENIDO
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Ficción
RECIENTEMENTE FALLECIDO A LOS SETENTA Y SEIS A„ OS, EL CONNOTADO ASTROFê SICO INGLƒS STEPHEN HAWKING SIEMPRE SE PROCLAMî
ÐA PESAR
DE SU ENFERMEDAD CORPORAL DEGENERATIVAÐ COMO UN Ò OPTIMISTA HASTA EL FINALÓ.
stephen hawking: los peligros del fin del mundo y la fuga exoplanetaria
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awking advirtió sobre los peligros del rápido y descontrolado avance de la ciencia y la tecnología actuales que, a pesar de generar “progreso”, también producen lo contrario (“lo malo”, según sus propias palabras), pues crean “nuevas formas de hacer el mal”. En declaraciones de 2016 a la bbc de Londres ejemplificó el progreso (“lo bueno”) con la posibilidad de que a partir del próximo siglo xxii (y dentro de un rango que va de mil a 10 mil años) se puedan tener colonias humanas autosustentables en otros planetas como Marte; sin embargo, advirtió de los peligros de la destrucción de la humanidad-Tierra en 100 años por los siguientes causas: 1. El desarrollo de la inteligencia artificial. Aunque es uno de los logros más grandes de la humanidad, puede suceder que los robots inteligentes que produce superen y manipulen a sus creadores. 2. La guerra nuclear, producto de la competencia armamentista y la confrontación entre potencias capitalistas y sus aliados; cientos de bombas y la parafernalia atómica en manos de gobernantes que buscan imponer sus condiciones de poder. 3. El calentamiento global y el caos ambiental generados por los gases de efecto invernadero debido al industrialismo contaminante y fosilista. 4. Por accidente o por diseño, el uso de armas mortíferas a base virus y demás microorganismos de laboratorio, causantes de epidemias y pandemias, productos de la ingeniería genética. 5. Los alienígenas que, aun sin ser producto de las tecnociencias humanas, entran en esa órbita en tanto que llegarían a la Tierra para apoderarse de recursos para seguir su avance “acumulativo” económico y tecnocientífico.
F ragilidad , autodestrucción , éxodo espacial y ciencia y buenas inversiones
EN VARIAS OCASIONES, ENTRE 2001 Y 2017, HIZO DIVERSAS DECLARACIONES SOBRE LOS PELIGROS DESTRUCTIVOS A LOS QUE SE ENFRENTAN LA HUMANIDAD Y LA TIERRA, E INCLUSO EL UNIVERSO.
Aunque el optimismo de Hawking fue un tanto ingenuo respecto a que el progreso “bueno” tiene que apuntar a la diáspora exoplanetaria para salvar a la humanidad, en una de sus declaraciones señaló que sólo sucedería después de sortear (aunque aquí no dijo cómo o por qué camino podríamos hacerlo) “los peligros” de esas tecnociencias “malas” y riesgosas. Tampoco se extendió acerca de quién es el demiurgo de estos “peligros” y por qué la Tierra se ha convertido en un lugar “frágil”, en el que “no podremos sobrevivir más de mil años”, pero sí precisó una posible fecha en que desaparecerá: el año 2617. Tal vez para él las causas principales sean nuestras propias malignidades: “El futuro de la humanidad y de la vida en la Tierra es muy incierto. Estamos –dijo– en peligro de destruirnos a nosotros mismos por nuestra codicia y estupidez.” Así pues, “nuestro planeta es un viejo mundo, amenazado, con una población cada vez mayor y con recursos finitos”. El brillante cosmólogo insistió en plantear como salida al colapso final, la huida del planeta Tierra, para lo cual es imprescindible (mediante la industria aeroespacial) construir naves que puedan llevarnos a otros mundos, algo posible por los avances de la ciencia “buena” en el último medio siglo.
16 Miguel Ángel Adame Cerón
8 de abril de 2018 • Número 1205 • Jornada Semanal
En efecto, para Hawking es necesario el éxodo de la Tierra, pero en sus declaraciones de los últimos tiempos no habla de miles de años, sino de los próximos años, porque observa con pesimismo que en el planeta no existe futuro y se tornará, más pronto que tarde, invivible, máxime que está agobiada por el crecimiento incontrolado de la población y por los diversos caos. Se preguntaba: “En un mundo de caos político, social y medioambiental, ¿cómo puede la especie humana sobrevivir otros cien años?” Para él, la respuesta viable es salir de la Tierra y colonizar otros mundos, y la mejor opción es huir a nuestro vecino más próximo, Alpha Centauri. Este es el sistema estelar más cercano al Sol, a 4.37 años luz de distancia. Para completar, propuso que los dueños del mundo, encabezados por las corporaciones capitalistas, inviertan en patrocinar los vuelos tripulados hacia el espacio. En su actitud antropófuga, pero acrítica del capitalismo, Hawking precisó que “gracias a la migración espacial, algún día podríamos llegar a Marte en una hora y a Plutón en pocos días”; además, la Luna será colonizada dentro de cincuenta años y Marte en 2100. Según Hawking, “si la especie humana quiere sobrevivir más allá de los próximos cien años, es imperativo que atraviese la negrura del espacio para colonizar nuevos mundos a través del cosmos”.
¿s obrevivencia de la humanidad o distopía capitalista ? Desde Friedrich Engels en su Dialéctica de la naturaleza, los socialistas han apoyado la idea de que si la humanidad quiere sobrevivir más allá del colapso por agotamiento “natural” del Sol (que acabaría con el sistema solar dentro de 4 mil millones de años), tiene que plantearse y prepararse para esas colonizaciones cósmicas. Pero hacerlo dentro de los marcos cósico-mentales e históricos materiales de la maquinaria capitalista es hacerle el juego a los planes distópicos perpetuadores de expansión y de dominio espacial extracósmico que, por cierto, se basan en –pero rebasan– la ciencia ficción. En suma, el capitalismo como sistema sería para Stephen Hawking una condición “natural” de la humanidad, pues no lo cuestiona como tal y sólo vislumbra su funcionamiento “peligroso” plasmado en esos jinetes del apocalipsis como algo propio de los riesgos que “nosotros mismos” hemos creado. Pero ¿quiénes son o somos esos “nosotros”? Pues sí, somos el conjunto de la especie humana. A pesar de declararse socialista, Hawking la entiende en abstracto, no en su concreción histórica, ni sometida a la lógica del capitalismo, que es precisamente lo que, a través de sus élites, aparatos e instituciones, controla las tecnociencias que denuncia por su nocividad. Desgraciadamente, pareciera –como dijo Renán Vega– que este físico, “ateo religioso” (Lukács dixit), pudo imaginar el fin del mundo, pero no el fin el del capitalismo