■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 14 de febrero de 2016 ■ Núm. 1093 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
RicaRDo baDa
Rubén
Darío el de las piedras preciosas
La humana prosa
Rubén DaRío
La mujer en las crónicas de D aRío
EsthER anDRaDi
GRaciliano Ramos, el Juan Rulfo brasileño huGo GutiéRREz VEGa y la barrera del tiempo
• Número 1093 • Jornada Semanal
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Armados I
siglo de la muerte del nicaragüense
El artE dE Eduardo romo
Rubén Darío, una de las indiscutibles
Ingrid Suckaer
El pasado 6 de febrero se cumplió un
cumbres poéticas de la lengua española. No alcanzó siquiera los cincuenta
Obra negra es la construcción de la escultura a través de la arquitectura, dando como resultado piezas que
años de edad, pero tuvo no sólo el
transitan entre ambas disciplinas. Eduardo Romo
reconocimiento absoluto de sus pares –como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Amado Nervo y Ramón del Valle-Inclán–, sino el reconocimiento y el afecto popular masivos, algo inusual hoy en día para casi cualquier literato. Con una brevísima muestra de su prosa impregnada de poesía y sendos artículos de Esther Andradi y Ricardo Bada, evocamos al célebre padre del modernismo o, como lo llamara Nervo, el poeta
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ostrar una obra artística públicamente es descubrir lo mejor de su naturaleza y permitir que el espectador introduzca su propia experiencia y haga suyo el discurso del artista. Armados es una exposición medular de Eduardo Romo (México, 1966) en la que se incluyen dibujos (Castillos) y esculturas (Obra negra) de pequeño y mediano formato. Como punto cardinal, Armados plantea el entramado interno de las construcciones arquitectónicas como un medio que articula las obras en sí mismas. Puestas en exhibición, son la construcción misma del discurso tanto en el plano formal como en el del contenido. A lo largo de un año, Romo ha trabajado en la secuencia de los dibujos y en la construcción de las esculturas, con el propósito de estructurar una narra-
tiva que enuncie puntos de vista diversos sobre la arquitectura y la escultura, esto a fin de que el público tenga a su alcance un todo indivisible y en el que la palabra se integre como parte de la obra en el sentido de que lo escrito es un diálogo curatorial abierto al intercambio de ideas con el lector. Acerca del conjunto de esculturas de su exhibición, el autor explica: “Valiéndome de los materiales para la construcción, en el proyecto Obra negra busco enfatizar, a través de la escultura, la estética que encuentro en el proceso de construcción de las obras arquitectónicas.” Además de lo anterior, cabe señalar que también se evidencia la complejidad de las megalópolis como coyunturas de cambios de realidades organizadas pero siempre cambiantes, que dan pauta a una manifestación artística pero también a un laberinto urbano que parece no tener fin. Con el título Cantiere edile, durante enero y parte de febrero 2016, la exposición se presenta en Isolo 17 Contemporary Art, en la ciudad de Verona, Italia
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Armados III
“de las piedras preciosas”. Completan el número un texto sobre nuestro extrañado Hugo Gutiérrez Vega, quien habría cumplido ochenta y dos años el pasado 11 de febrero, y un artículo sobre Jean van Heijenoort, matemático y secretario de León Trotsky. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
Rubén
Darío el de las piedras preciosas
La humana prosa
Rubén DaRío
La mujer en las crónicas de
DaRío EsthER anDRaDi
Portada: Liróforo celeste Diseño de Marga Peña Foto: busto de Rubén Darío, en Bluefields, Región Autónoma del Caribe Sur (RACS). Nicaragua ©Dominio público
Directora General: Carmen Lira Saade, Director: Hugo gutiérrez Vega(†), Jefe de Redacción: LuiS toVar, Edición: FranCiSCo torreS CórdoVa, aLeyda aguirre rodríguez y riCardo yáñez, Coordinador de arte y diseño: FranCiSCo garCía noriega, Diseño de portada y dossier: m arga P eña , Diseño de Columnas: J uan g abrieL P uga , Relaciones públicas: V eróniCa S iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a Le Jandro P aVón , Publicidad: e Va V argaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
Hugo
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Gutiérrez Vega y la barrera del tiempo Adriana Guadarrama
E Foto: José María Martínez, cortesía de El Informador. Fuente: Flickr
El pasado 11 dE fEbrEro hubiEra cumplido 82 años. cElEbrEmos su vida Extraordinaria y gozosa. Lucinda y Hugo, Londres, 1971. Cortesía: Archivo familiar
l sábado 26 de septiembre del año pasado me enteré en Xalapa de la muerte de mi querido maestro Hugo Gutiérrez Vega; lamenté no tener periódicos ni internet en el lluvioso retiro xalapeño, pero al final lo agradecí, porque me entregué sin reserva a recuerdos lejanos que compartí con mi madre. A ella se le han olvidado muchas cosas, su memoria es porosa y resbaladiza, pero cuando le mencioné el nombre del poeta se iluminó su mirada: “Claro que me acuerdo de Hugo.” Porque yo no paraba de mencionar su nombre y de hablarles a ella y a mi papá de ese maravilloso maestro que fue Hugo en mis años universitarios. En la noche, en el canal 22, transmitieron una entrevista que le hizo Silvia Lemus hace un par de años, como homenaje póstumo, y pude mostrarle a mi mamá al personaje. Siguió toda la entrevista sin pestañear y riéndose de sus ocurrencias. Sus clases de literatura y periodismo no seguían ningún programa, las daba a su aire; por el salón de clases desfilaban los grandes escritores y poetas que él había conocido en sus viajes por el mundo y en su paso por varias embajadas. Nos hablaba de Neruda, de Rafael Alberti, de Pasolini, del neorrealismo italiano, de Dario Fo, de poetas griegos y rumanos. Él era un joven diplomático cuando estuvo de agregado cultural en Roma y asistía a las tertulias de Alberti, y cuando llegó a la facultad en 1973 venía de Inglaterra. Tenía apenas cuarenta años y ya traía consigo un impresionante currículum. Su imponente estatura, su carisma y su sonrisa franca pronto formaron parte del paisaje en los pasillos y el jardín central de la antigua Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam . A todas y a todos sus alumnos nos sedujo la forma en que leía poesía en la clase con su voz profunda. Nos leía Pedro Páramo en italiano y nos hablaba de Valle Inclán y su Tirano Banderas; de López Velarde, “el padre soltero de la poesía”, como él lo llamaba; de Alfonso Reyes, de sus tías de Lagos de Moreno y de la sábana santa. Un día, para los que no creíamos que existía, nos llevó una vieja sábana que tenía un agujero en el centro y alrededor tenía bordado lo siguiente: “No es por vicio ni fornicio, es
Con Juan José Gurrola cuando Hugo Gutiérrez Vega dirigía La Casa del Lago
Lo recuerdo, en su faceta de actor, su memorable personaje del cardenal en Lástima que sea puta ( Tis Pity She’s a Whore , de John Ford) y el Tío Vania, de su amado Chéjov.
por hacer un hijo en tu santo ejercicio.” A veces le gustaba darnos la clase sentado en el jardín de la facultad, y todos sentados a su alrededor. Un día memorable llevó a la facultad al director italiano Roberto Rossellini e hizo de traductor simultáneo del cineasta. La facultad entera abarrotó el salón 1, que hacía las veces de auditorio cuando llegaba un invitado especial. No había tema que se le resistiera: poesía, narrativa, cine, rock, filosofía, ciencia política. Por años atesoré un ejemplar de la revista de cine Sight and Sound que generosamente me regaló. Le encantaba la trivia, que practicaba asiduamente con Monsiváis y con Emilio García Riera. De sus frecuentes viajes a Chile nos traía noticias de Salvador Allende y la Unidad Popular; era amigo de Ariel Dorfman y de Armand Mattelart, que en esa época eran autores obligados en la carrera de Comunicación. Estaba por viajar a Chile cuando nos sorprendió el golpe de Estado de Pinochet y su banda criminal, y ni tardo ni perezoso se lanzó a la calle en las múltiples manifestaciones de repudio al golpe. Recuerdo el discurso que pronunció en el Hemiciclo a Juárez en contra de “los espadones” que usurparon el poder y asesinaron a Allende. Generoso con su tiempo, era capaz de escuchar nuestros problemas personales y darnos abrazos y palmaditas en la espalda; consejos y ánimo, hacernos reír. Lo invitábamos a nuestras fiestas y sacaba a bailar a todas las muchachas. A él le debo mi primer trabajo en un departamento de producción de documentales que inventó ex profeso para un grupo de alumnos que lo seguíamos fielmente. De esa época recuerdo a la también generosa y cálida Lucinda, su mujer, y a sus tres entonces pequeñas hijas Lucinda, Fuensanta y Mónica, en su departamento de la avenida Coyoacán, a donde alguna vez nos invitó a comer. Luego la vida nos separó y Hugo se fue a dirigir la Casa del Lago. De esa época recuerdo, en su faceta de actor, su memorable personaje del cardenal en Lástima que sea puta (Tis Pity She’s a Whore, de John Ford) y el Tío Vania, de su amado Chéjov. Después volvió a irse del país a seguir con su carrera diplomática en Grecia, Washington, Brasil, España, Puerto Rico, etcétera. El año pasado le envié una colaboración sobre la muerte de otro maestro fundamental de aquellos tiempos, Gustavo Sainz, para este suplemento, que dirigió hasta su muerte el viernes 25 de septiembre. Me escribió un lindo mensaje de agradecimiento por la colaboración; me dijo que se publicaría en un número especial dedicado “a ese viajero que acaba de romper la barrera del tiempo”. Se fue sin que tuviera tiempo de visitarlo en sus oficinas, sólo por el placer de platicar con él. Ahora es Hugo el viajero que rompió la barrera del tiempo para volverse inmortal y eterno. Más que llorar su muerte, habrá que celebrar su vida, que fue extraordinaria y gozosa como pocas. Me lo imagino feliz y muerto de risa en la gran bienvenida que le habrán organizado todos los integrantes de la cada vez más amplia tertulia intergaláctica: Monsi, José Emilio, Juan Gelman, Montemayor, Alí Chumacero, Gabo, Fuentes, y tantos más. Buen camino maestro querido, nos volveremos a ver
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Jeanvanheijenoort: de las matemáticas al trotskismo Manuel Martínez Morales ESCRIBIó FrOM FreGe TO GOLden: A SOrCe BOOk MATheMATiC. El Escritor fuE simpatizantE y guardaEspaldas dE trosky.
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istas las cosas desde cierto ángulo, parece un salto cuántico transitar del callado quehacer de la lógica matemática al agitado mundo del activismo político. Por eso, en su momento me sorprendió mucho saber que el autor de un libro que se considera básico cuando se estudia lógica matemática, no sólo fue un destacado académico que contribuyó al desarrollo de la lógica y al conocimiento de su historia en el siglo xx, sino que también participó activamente en política, siendo durante años secretario y guardaespaldas de León Trotsky, específicamente cuando éste vivió refugiado en México. Se trata de Jean van Heijenoort, un holandés trotamundos, autor del libro From Frege to Gödel: A Source Book in Mathematical Logic, 1879-1931, un texto que encontré de gran ayuda cuando impartí varios cursos de lógica matemática. Se trata de una recopilación de artículo originales escritos por lógicos de renombre, enriquecidos con explicaciones y notas del propio Van Heijenoort. Busqué más sobre su obra y encontré que en ella se cuentan tanto artículos como libros especializados, como es el texto “Introducción a la semántica de las lógicas no clásicas” (en francés) y dos libros en castellano: el desarrollo de la teoría de la cuantificación (1976) y hacia una explicación de las entidades lógicas (1984), ambos publicados por la unam, pues impartió algunos cursos en esta universidad. En fin, van Heijenoort fue un especialista en lógica ampliamente reconocido. Suele creerse que los hombres y mujeres dedicados a la investigación científica son seres unidimensionales, es decir, que se concentran tanto en su actividad que difícilmente miran hacia afuera de su especialidad, transformándose en una especie de expertos ignorantes: expertos virtuosos en su especialidad pero ignorantes –e indiferentes– de todo lo que se encuentra fuera de ella. Si bien esta ha sido una tendencia propiciada por las condiciones que a la investigación científica impone el contexto socioeconómico, en la realidad concreta se desbordan estas restricciones y es así como surgen hombres de ciencia como Van Heijenoort. Este peculiar matemático nació en 1912, en Creil, un poblado francés, de padre holandés y madre francesa. A los dieciocho años inició sus estudios univer-
León Trotsky, Frida Khalo y Jean van Heijenoort
sitarios en el Liceo Saint-Louis, una de las escuelas con más prestigio académico en aquel tiempo. Y fue en esa época cuando se empezó a interesar en política, sobre todo en el trotskismo, corriente izquierdista muy popular en aquellos años. Se dice que rápidamente simpatizó con la teoría de Trotsky que llamaba a una revolución continua a escala mundial. Van Heijenoort no tardó mucho en integrarse a la militancia activa en las organizaciones trotskistas, sin dejar de lado –nunca lo hizo– el estudio y la investigación en el campo de la lógica matemática. Fue en 1932 cuando Jean van Heijenoort dejó París para ir a apoyar a León Trotsky, quien se encontraba exiliado en Prinkipo, una isla turca. Ahí, Van Heijenoort se convirtió en secretario y guardaespaldas del líder soviético. A partir de entonces coTrotsky con Jean van Heijenoort. Taxco, 1938 menzó una larga y afectuosa relación con Trotsky y su familia, relación que siempre perduró y que habría de consolidarse cuando el dirigente ruso se refugio en México. Desde aquí, la familia de Trotsky llamó a Van Heijenoort para que los acompañara y apoyara en esta época de exilio. Y fue aquí donde la tragedia para ambos comenzó a tejerse. Van Heijenoort vivió con los Trotsky en la Casa Azul –en compañía de Diego Rivera y Frida Khalo– y posteriormente en la casa de la calle Viena, donde Trotsky sufrió un primer atentado contra su vida y en el cual Van Heijenoort participó destacadamente en su defensa. Al poco tiempo y después de mucho pensarlo, Van Heijenoort abandonó temporalmente el país para atender una serie de compromisos académicos en una universidad estadunidense, donde al tiempo que trabajaba en lógica también se hacía cargo de integrar, cuidar y dar mantenimiento a los archivos de Trotsky resguardados en aquella universidad. Fue durante este período cuando Ramón Mercader logró finalmente asesinar a León Trotsky, acontecimiento que afectó profundamente a Van HeijeDurante las audiencias de la Comisión Dewey en Coyoacán, 1938. noort, pues éste estaba convencido de que si hubiera Foto: © Laure van Heijenoort estado en México, Mercader no hubiera alcanzado su objetivo. En 1986 Van Heijenoort regresó a México para negociar con familiares de Trotsky la entrega de más documentos para el archivo. En esos días, Van Heijenoort se reencontró con Ana María Zamora, su quinta esposa, de quien se encontraba separado. Ana María sufría de un serio desequilibrio mental y en un suceso nunca bien aclarado mató a Van Heijenoort a balazos mientras éste dormía
Suele creerse que los hombres y mujeres dedicados a la investigación científica son seres unidimensionales, una especie de expertos ignorantes.
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Graciliano Ramos , el Juan Rulfo brasileño FUE PRESO POLíTICO DURANTE EL RÉGIMEN DE GETULIO VARGAS.
C onsejos para esCribir
CULTIVó LA NOVELA, EL CUENTO Y EL ENSAYO. SUS PERSONAJES SON REALES, TRAíDOS DE SUS REMINISCENCIAS.
Graciliano Ramos
una carta
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unto a João Guimarães rosa, Graciliano ramos (1892-1953) es el gran narrador brasileño del siglo xx. el carácter enjuto de su escritura es sin duda su rasgo más relevante, ligado a su capacidad para tratar el nordeste brasileño (su lugar de nacimiento), lejos del pintoresquismo regionalista. Como señala Antonio Candido: “el hombre pobre del campo y de la ciudad aparecen, no como objeto, sino, finalmente, como sujeto, en la plenitud de su humanidad.” Atrae el hecho de que en su literatura seca (o secada), intransigente con el “artificio deshonesto”, se hospede uno de los momentos más finos de la lengua portuguesa. no en vano su trabajo, como lo supo intuir Gordon Brotherston, revela profundos lazos con el de Juan rulfo. Lo agreste en los oídos atentos guarda las mayores sutilezas. ramos escribió novelas, cuentos, ensayos, un libro de memorias como preso político del régimen de Getulio Vargas y una evocación de su infancia. También tradujo Memorias de un negro, de Booker Washington, y La Peste, de Albert Camus. de 1934 a 1938, publicó sus tres obras maestras: São Bernardo, Angústia y Vidas secas. Pasó sus primeros años en varios puntos del nordeste y, tras una breve estancia en río de Janeiro, volvió para establecerse como vendedor de telas y luego desempeñó algunos cargos públicos. “Mis personajes no son inventados –dijo alguna vez–, viven en mis reminiscencias, bruscos de ma neras, con su rostro ajado por la miseria y el sufrimiento.” en 1936 fue apresado y trasladado a río, donde lo liberaron al año siguiente y allí vivió hasta su muerte. en castellano, la traducción al parecer siempre ha corrido por cuenta de argentinos y uruguayos. Las primeras versiones, realizadas por Benjamín de Garay, raúl navarro y Bernardo korbon, se remontan a los años treinta y cuarenta. después, Cristina Peri rossi tradujo Angustia (1978, reeditada en 2008 en México) y Florencia Garramuño Vidas secas (2001). Más recientemente, en Montevideo, heber raviolo y román García editaron en un solo volumen São Bernardo, Angústia, Vidas secas e Infancia (2013). Aquí en México, sin embargo, sigue siendo prácticamente un desconocido. Lo que se presenta a continuación es una carta dirigida a su her mana Marili y un texto nacido de un diálogo con un amigo.
Río, 23 de noviembre de 1949
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arili: Te mando algunos números del periódico donde salió tu cuento. Retrasé la publicación, porque anduve muy ocupado y estuve algunos días en cama, con la cabeza hecha pedazos, sin poder leer. Cuando me levanté, le pedí a Ricardo que lo dactilografiara y se lo mandé a Álvaro Lins. No quise mandarlo a una revista: esas revistitas vagabundas echan a perder a un principiante. “Mariana” salió en un suplemento que te recomienda. Ve la compañía. Hay algunos cretinos, pero también gente importante. No hay problema. Aquí en casa les gustó mucho el cuento, pero fueron excesivos. Yo no iría tan lejos. Me pareció presentable, pero en vez de elogiarlo creo que es mejor señalar sus defectos. Considero que entraste por un camino equivocado. Muestras a una criatura sencilla, que lava ropa y hace encajes, con las complicaciones interiores de la niña habituada a las novelas y a la escuela. Las caboclas 1 de nuestra tierra son medio salvajes, casi completamente salvajes. ¿Cómo puedes adivinar lo que pasa en sus almas? Tú no usas bolillos ni lavas ropa. 2 Sólo logramos dejar en el papel nuestros sentimientos, nuestra vida. Arte es sangre, es carne. No hay nada más. Nuestros personajes son pedazos de nosotros mismos, sólo podemos exponer lo que somos. Y tú no eres Mariana, no eres de su clase. Quédate en tu clase, muéstrate como eres, desnuda, sin ocultar nada. Eso es el arte. La técnica es necesaria, claro. Pero si te falta la técnica al menos sé sincera. Di lo que eres, muestra lo que eres. Tienes experiencia y estás en edad de empezar. La literatura es una profesión horrible en la que sólo podemos comenzar tarde; es indispensable observar y observar. La precocidad en literatura no existe: esto no es música, no tenemos genios de diez años. Tú fuiste a un colegio, trabajaste, observaste, seguro te aburriste mucho. ¿Por qué no te quedas allí e intentas hacer un libro serio, donde pongas tus ilusiones y desengaños? En “Mariana” mostraste algunas cositas tuyas. Pero, repito, tú no eres Mariana. Y, con el perdón de la palabra, esas meaditas cortas no sirven para nada. Revélate toda. Tu personaje debes ser tú misma. Adiós, querida Marili. Muchos abrazos para ti. Seguramente te será difícil leer estas líneas. Te escribo sentado en un banco, al fondo de una librería, con mucha gente a mi alrededor que me incomoda. notas . Caboclo: nombre que reciben en Brasil los nativos mestizos de blancos con indios, cuyos rasgos físicos incluyen tez morena o cobriza y cabellos oscuros y lacios (dicionário Priberam, n . del t ). 2 . Se refiere a los bolillos para tejer encajes (n . del t ). 1
Escribir y lavar
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uien escribe debe tener mucho cuidado para que su texto no se escurra. Quiero decir que de lo escrito no debe gotear ni una sola palabra, salvo las que sobran. Es como la ropa que se pone a secar en el alambre. Hay que aprender a escribir de las lavanderas de Alagoas. Ellas empiezan con una primera lavada. Ponen la ropa sucia a remojar a la orilla de la laguna o del río, la exprimen, la mojan otra vez y la vuelven a exprimir. Ponen el añil, la enjabonan y exprimen una, dos veces. Después la enjuagan, la remojan otra vez, y le echan ahora el agua con la mano. Luego la golpean sobre la laja o en una piedra limpia y la tuercen una y otra vez, hasta que no queda ni una gota. Sólo después de todo esto cuelgan la ropa en el alambre para que se seque. Pues quien se mete a escribir debería hacer lo mismo. La palabra no fue hecha para adornar o brillar como oro falso; la palabra fue hecha para decir
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I ván G arcía Fuente: jornalggn.com
TraduccIón del porTuGués de Iván García
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la mujer algunas tiEnEn “alma E
intEligEncia masculina”.
en las crónicas de
rubén darío Esther Andradi
Rosario Murillo, su segunda esposa, con quien se caso el 8 de marzo de 1893, tres meses después de la muerte de su primera esposa, Rafaela Contreras Cañas
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legué a Rubén Darío caminando entre las piedras de tres biografías del siglo xix entre Buenos Aires y Lima: Juana Manuela Gorriti, Clorinda Matto de Turner y Mercedes Cabello de Carbonera, tres escritoras, tres amigas, tres periodistas exiliadas y rebeldes, que vieron morir el siglo en medio de turbulencias. Clorinda Matto de Turner, excomulgada y exiliada en Buenos Aires; Mercedes Cabello de Carbonera, difamada, acusada de locura, encerrada en un manicomio en Lima, Perú; Juana Manuela Gorriti sobre el fin de su vida, regresando a Argentina, el país de sus orígenes. Cuando, en 1898, el poeta nicaragüense Rubén Darío comenzaba a publicar sus crónicas en el diario La nación de Buenos Aires, hacía dos años que Clorinda había fundado en esa ciudad el periódico el Búcaro Americano, que iba a editar hasta poco antes de su muerte, ocurrida en 1909. El paralelismo de estos mundos es poco menos que desconcertante. Otro amanecer se filtraba a través de los muros de una sociedad cerrada. Años de fisura, de cierre,
de desplantes y revueltas, la belle époque y el anarquismo, socialistas en ciernes, el colonialismo, la desunión americana y el avance gringo, la revolución profundamente industrial, el dirigible y la máquina, el automóvil desplazando al caballo, la gran guerra que se avecinaba, madame Curie y su esposo, estrellas de laboratorio; Isadora Duncan garabateando descalza un graffiti en la escena del ballet; las sufragistas inglesas escupen el té y promueven involuntariamente un adelanto en la fotografía: por primera vez se pondrá en práctica un antecesor del teleobjetivo moderno, es decir, la fotografía a distancia y a escondidas, para identikit de las subversivas señoras. Darío llega desde Managua hasta el sur de América en busca de Europa, pero descubre que Buenos Aires está muy lejos de París. Desde 1892 hasta su muerte, en 1916, se dedica a escribir crónicas periodísticas desde su lugar de residencia: Santiago de Chile, Buenos Aires, Madrid, París. Casi un cuarto de siglo registrando la cotidianidad, las costumbres, las visiones, lo que vendrá. Al mismo tiempo escribía lo mejor de su poesía, y mantenía una correspondencia intensa con personalidades de la cultura de América y Europa. La lectura de las crónicas de Darío permite pasearse por escenarios del lujo, el delirio de entre siglos y entrever los albañales de la historia. Poco de lo que sucedía le fue ajeno y de todo o casi todo opinó con su boca grande y carnosa, y puedo imaginarlo, hasta oírlo, celebrar con su voz cada una de sus ironías. “Van aquí mis opiniones y sentires, sobre cosas vistas e ideas acariciadas. No busco el que nadie piense como yo, ni se manifieste como yo. Libertad, libertad, mis amigos...” escribió. Y sin duda su voz iluminó escenarios y oscureció otros, con la misma intensidad. Darío publicó varios volúmenes con sus crónicas: Opiniones, Todo al vuelo, Peregrinaciones, españa contemporánea, Parisiana, el viaje a nicaragua, Letras, La caravana pasa, Tierras solares, porque las consideraba tan literatura como su poesía, “aunque ni contribuyeran a su fama inmediata ni le brindaron beneficio económico alguno”, según escribe el estudioso alemán Günther Schmingalle. La circulación de las crónicas darianas en esa bisagra entre siglos es un registro a la vez de la política editorial de La nación, uno de los diarios más importantes de América, viendo a la distancia aquello que se releva, se elige, se silencia, se difunde: es decir, cómo se estructura la llamada objetividad.
Dos elementos me interesa destacar de la escritura del poeta: la irrupción de la crónica modernista y, dentro de ella, su mirada respecto de sus colegas escritoras.
la crónica modErnista ¿Qué es una crónica modernista? “Darío renovó la métrica, las metáforas y lo que es harto más importante, la sensibilidad; cuanto se ha hecho después, de este o del otro lado del Atlántico, procede de esa vasta libertad, que fue el modernismo” afirma Jorge Luis Borges. Hay que ver cómo Darío organiza su material y de qué manera busca encontrar al lector del otro lado del Atlántico, en un mundo donde lo visual apenas existía y había que hacerse de la descripción exhaustiva, explayando la mirada por encima de los objetos, las situaciones, desde Europa –Madrid, París–, para trasplantarla a América. Las crónicas de Darío tienen por lo general una o dos fuentes principales. Una de ellas puede ser una noticia aparecida en la prensa. La otra es alguna experiencia o vivencia personal, un encuentro, una entrevista, un libro o un artículo leído, escribe Schmigalle. Y más adelante menciona la importancia de la “autorreferencia” en estos textos. “Lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente...”: este es el material para la crónica dariana. “La noticia vale por el modo de contarla: se fragmenta la anécdota; con detalles de aquí y de allá se va dando una impresión libre de la información objetiva [...] Darío picotea en lo pintoresco, en lo inaudito, amable y gracioso, generalmente surgido del modo de presentar el hecho o del hábil uso de sus pormenores”, agrega Susana Zanetti, investigadora argentina recientemente fallecida.
damas o muJErEs Una de las crónicas publicada por Darío en La nación en 1901 se titula “Esas damas...” con profundo acento en los puntos suspensivos. En ella el poeta ofrece una visión
Francisca Sánchez del Pozo, campesina española analfabeta y pareja de Rubén Darío entre 1899-1914
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Rafaela Contreras, primera esposa del autor y también escritora
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crítica y mordaz de las ricas cortesanas de París y del o se cuida una flor; una manifestación de impresiones y éxito con sus “víctimas”, entre ellos hispanoamericanos sensaciones, sin dogmatismo ni pedanterías, confieso notables y argentinos (sic). que suele ser en ocasiones no solamente excusable sino encantador.” Otra crónica, publicada casi diez años más tarde, se La literatura “excusable” para las damas ya había sido titula “¡Estas mujeres!” dedicada a las sufragistas, con desarrollada por Darío casi a modo de manifiesto en su el acento puesto en los signos de admiración. Darío crónica “A propósito de Mme de Noailles”. Después de dice haber visto varias fotografías de “estas polítileer el libro de la condesa, el poeta lo describe como un cas”, refiriéndose a las mujeres inglesas que luchaban “flordelisado volumen de cosas bonitas, tiernas, melanpor el derecho al sufragio, y las describe como “viejas” cólicas, femeninas”, y asegura que la condesa de Noailles “todas feas”, y “jamonas”, y critica los “escándalos, ya “reconcilia la literatura con los cabellos largos, el sexo groseros, ya cómicos, de las sufragistas británicas”. Pavilipendiado por Schopenhauer.” A continuación Darío ra él estaba bien que hubiera mujeres que se distinse explaya con vehemencia en la descripción de los atriguieran en lo que hacían, Sarah Bernhardt o Madam butos extraliteraterarios de madame de Noailles: Curie, “pero estas marivarones –escribe tratando de suavizar la palabra– merecen el escarmiento”. Es una bella flor humana llena de mental esencia […] es Sorprende la relación desde el título entre “damas” una rara perla perfumada, como las del mar de Ormur. o “mujeres”, casi un enfrentamiento. Es una joven exquisita, de veinte años, divina de frescura No se puede olvidar que en la bisagra de 1900 se insy gracia, que demuestra simplemente que se puede tener cribe la masiva inmigración europea a Argentina. La un nombre ilustre, un marido, un automóvil y poner su época del desplazamiento de la población más pobre alma cantante y soñadora en las alas de los versos [...] Nade Europa con la ilusión de “hacer la América” incluyó da tiene que ver esta sacerdotisa apolínea o pánica con también la trata de mujeres jóvenes que engrosaron los pantalones del feminislos burdeles del Río de la mo [...] ella vaga por los bosPlata. Al mismo tiempo, es Para él estaba bien que hubiera ques comunicando, con la lila irrupción de la fuerza de mujeres que se distinguieran bertad de la naturaleza [...] obreras en el escenario poEncanto natural, la comunilítico y social argentino. en lo que hacían, Sarah cación secreta e íntima con el “Hacia 1902, el incipiente Bernhardt o Madam Curie, universo, dice todo lo que ve movimiento laboral argen“pero estas marivarones y todo lo que siente. Y siemtino organizado a partir de 1890 empezó a demostrar –escribe tratando de suavizar pre es el alma amante en el cuerpo amoroso, que vibra al su fuerza en huelgas y dela palabra– merecen el soplo del armonioso viento. mostraciones públicas de escarmiento”. Ella canta la eternamente acción gremial que amenanueva canción de las floreszaron paralizar la economía tas primaverales, de los frescos vergeles de las flores reexportadora”, escribe Jorge Salessi, y agrega que ello cién nacidas, de los nidos, de la hermosura melodiosa de generó en la sociedad “un temor a la inversión de muun momento matutino, y la gloria y la alegría de amar, jeres que rompen con los modelos patriarcales de mujer razón y triunfo inmenso de la vida. ‘femenina’ y varón ‘masculino’ y temor a la inversión en el ejercicio del poder...” Darío agrega que es consciente de las dificultades de Darío, tan sensible en otros aspectos políticos y sonobles, como la condesa de Noailles, que aspiran a culciales de entonces, no pudo ni supo encontrar el punto tivar las artes y las letras. Y admite que “las mujeres tiede tolerancia para ese sector social que representan las nen más dificultades todavía que los hombres”. Como mujeres. En eso fue un hijo de su tiempo. La irrupción remate de este alegato sobre la diferencia, Darío afirma del cuerpo, y en especial el de las mujeres jóvenes, acque “si bien la naturaleza es sabia para ordenar el mundo tuó como un tensor literario para el modernismo. Se como corresponde según la fisiología”, dice, “creo sin anclaba en la letra. Medio siglo más tarde ese pensaembargo, en que así como hay hombres de alma fememiento iba a constituirse en motor de rebeldías sociales. nina, hay mujeres de alma e inteligencia masculinas.” Para evitar cualquier confusión, advierte, sin embarplumífEras y viragos go, “que no me refiero a los viragos del feminismo militante”. “Viragos” según la definición de María Moliner, Zoila Aurora Cáceres, escritora peruana, esposa duranson las “mujeres masculinas”. Viragos igual a “estudiante seis meses de Enrique Gómez Carrillo, gran cronista y tas ibsenianas” y “feministas marisabidillas...” Darío asuamigo del poeta, le pide a Darío un prólogo para su libro mía la costumbre de su tiempo que definía la inteliOasis de arte. Crónicas de viaje por europa, de 1911. Darío gencia como atributo viril y por ello sospechosa siempre escribe en ese prólogo: que la ostentase una mujer, sobre todo en las letras o en la política; el terreno de lo femenino estaría dado por lo Confieso ante todo que no soy partidario de las plumíferas; que Safo y Corina me son poco gratas y que una Gae“sensible” en oposición a la “razón”. ¿Conocía Darío a tana Agnesi, una Teresa de Jesús, o una George Sand me aquellos hombres que albergan un “alma femenina”? Se parecen casos de teratología moral [es decir monstruosisabe que su amigo Gómez Carrillo era un seductor de dades del mundo animal y vegetal. Y continúa:] ¿De dóntodo aquello que se le ponía enfrente y, según un críde proviene mi poco apego a las mujeres de letras? Positico francés, si el matrimonio con Zoila Aurora Cáceres blemente, o seguramente, porque todas, con ciertas raras concluyó abruptamente fue porque ella no soportó que excepciones, son feas. Evangelina (seudónimo de Zoila Gómez Carrillo la engañara con el chofer. Aurora) no se encuentra en este caso, pues ha sido y es “Sería bueno –sueña Darío, escribe, tiene nostalgias, gala de los salones, tanto por su espíritu como por su beldeseo, ¿una utopía?– que una mujer aportase buen lendad, gracia y elegancia. Baste con decir que es una comguaje y buena sopa.” ¿El lenguaje de Nora y la sopa de la patriota de Santa Rosa de Lima. criada? ¿La belleza y la inteligencia? Finalmente, ni una ni otra. Y terminó consumiéndose en ese ardor que los poetas de su generación sólo cantaron en versos pero En otro fragmento de este prólogo, Darío define la litelo temieron en la realidad. La cultura es la inversión de ratura aceptable/tolerable para las mujeres de esta forla vida. Estaba escrito en los graffiti del París del ’68 ma “Una literatura discreta, un escribir como se borda,
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RubénDar
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El dE las piEd
El “RuiSEñoR DE loS MaRES”. “la fuEntE
PRiMERa DE la PoESía ContEMPoRánEa”.
A Juan Ramón Jiménez le llega la noticia de la muerte de Darío el 8 de febrero de 1916, poco antes de su boda con Zenobia, que será el 2 de marzo, en la iglesia neoyorquina de St. Stephen. El día de la víspera, el 1 de marzo, escribe un poema que lleva un epígrafe del propio Darío (“Peregrinó mi corazón y trajo/ de la sagrada selva la armonía”) y que luego recogerá en una de sus obras maestras, diario de un poeta recién casado: no hay que decirlo más. todos lo saben sin decirlo más ya. ¡silencio! […]
H
ablar de Rubén Darío conlleva el riesgo de despeñarse en el peor precipicio que acecha, y asecha, a los periodistas: el lugar común. ¡Qué no se habrá escrito, qué no se habrá dicho acerca del nicaragüense más universal de todos los tiempos! Del hombre cuya obra es la divisoria de aguas de la poesía en lengua española. De aquel de quien un intelectual español, envidioso, dijo que se le notaba lo indio en lo bien que manejaba la pluma. De aquel Rubén Darío al que don Ramón María del ValleInclán le haría el homenaje imperecedero de convertirlo en personaje de su obra inmortal, Luces de bohemia. Como ven, ya ensarté cuatro lugares comunes consecutivos. Enfrentado al reto de hablar de Rubén Darío, recurrí a los dos densos volúmenes de sus poesías completas, en la edición especial de Aguilar 1967, con motivo del centenario de su nacimiento. Unos volúmenes que me regalaron y que nunca había abierto porque son incómodos de manejar, siempre preferí las ediciones de bolsillo en la Colección Austral. Con seguridad aguardaron pacientes a que les llegase su hora. Que es ésta, ya que fue en esa edición donde encontré una preciosísima guirnalda liminar de poemas dedicados a Rubén con motivo de su muerte. La he leído con devoción y con asombro, porque documenta de manera portentosa la devoción y el asombro que provocaron la persona y la obra del nicaragüense entre sus colegas en las dos orillas del Atlántico. Creo que no debe haber un caso parejo, ni en nuestra lengua ni quizás en otra. ¡Y qué colegas los que le cantaron! Don Antonio Machado: si era toda en tu verso la armonía del mundo, ¿dónde fuiste, darío, la armonía a buscar? […] Que en esta lengua madre tu clara historia quede. corazones de todas las Españas, llorad. rubén darío ha muerto en castilla del oro; esta nueva nos vino atravesando el mar. pongamos, españoles, en un severo mármol su nombre, flauta y lira, y una inscripción no más: nadie esta lira taña si no es el mismo apolo; nadie esta flauta suene si no es el mismo pan.
Ricardo Bada Del argentino Baldomero Fernández Moreno me conmueve profundamente el homenaje que le rinde en su casa, haciendo que su retrato presida el comedor: aquí nos tienes, darío, reunidos a todos; mira: ésta es mi mujer, dalmira, morena como un estío. Este, el hijo en quien confío que dilate mi memoria, y ésta, mi niña y mi gloria, tan pequeña y delicada, que de ella no digo nada... cuatro meses es su historia. El momento de yantar desde hoy haz de presidir y hasta el llorar y el reír y la hora de trabajar. desde ahí contempla el hogar que no gozaste en el mundo, mientras yo, meditabundo, cuando mire tu retrato, te envidiaré largo rato, triste, genial y errabundo.
Derecha: con su secretario Alejandro Bermúdez Abajo: dictando su autobiografía
sí. se le ha entrado a américa su ruiseñor errante en el corazón plácido. ¡silencio! sí. se le ha entrado a américa en el pecho su propio corazón. ahora lo tiene parado en firme, para siempre, en el definitivo cariño de la muerte.
río
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dras prEciosas Un breve inciso para anotar una curiosidad anecdótica. También Machado, en su poema que cito más arriba, lo llamó “ruiseñor de los mares”. Tanto don Antonio como Juan Ramón parece que ignoraban el hecho de que el ruiseñor es un pájaro que no existe en América. Juan Ramón profesaba una admiración y un afecto grandes hacia Darío. Y Juan Ramón era un hombre de fidelidades acendradas. Un cuarto de siglo después de la muerte de aquel a quien consideraba, junto con Unamuno, la fuente primera de la poesía contemporánea en lengua española, en 1940, pues, escribe lo siguiente Juan Ramón: “¡Tanto Rubén Darío en mí; tan vivo siempre, tan igual y tan distinto; siempre tan nuevo!” Y cerraré el rosario de citas con unos versos de su buen amigo Amado Nervo, compañero de tantas horas y desvelos en el París de 1900, a donde Darío llegó encargado de escribir crónicas para La nación, de Buenos Aires, sobre la Exposición Universal: Ha muerto rubén darío: ¡el de las piedras preciosas! Hermano, cuántas veces tu espíritu y el mío unidos para el vuelo cual dos alas ansiosas, sondar quisieron ávidos el Enigma sombrío, más allá de los astros y de las nebulosas. Ha muerto rubén darío: ¡el de las piedras preciosas! ¡cuántos años intensos junto al sena vivimos, engarzando en el oro de un común ideal los versos juveniles que, a veces, brotar vimos como brotan dos rosas a un tiempo en un rosal! Hoy, ya tu vida, inquieta cual torrente bravío en el piélago arcano desembocó; ya posas las plantas errabundas en el islote frío que pintó Böcklin... ¡ya sabes todas las cosas! Ha muerto rubén darío: ¡el de las piedras preciosas!
Coda: confieso que desde siempre me tiene muy intrigado aquel verso de Rubén Darío en su poema “A Roosevelt”, donde menciona –cito literalmente– a “la América ingenua que [...] aún habla en español”. ¿Qué significa ese “aún”?, me pregunto, ¿significa que Darío era pesimista, pensaba que la América ingenua terminaría hablando el idioma del norte nada ingenuo? No, con seguridad que no, pues de lo contrario no sería congruente el resto del poema. Así, pues, sólo cabe la explicación de que ese “aún” era una sílaba que le faltaba para componer el segundo hemistiquio de aquel alejandrino. Pero incluso en el caso de que fuese cierta la otra alternativa, pienso que podemos tranquilizarlo post mortem: a estas alturas del partido se han cambiado las tornas y más bien se puede empezar a decir que Estados Unidos aún habla inglés. Aún
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Izquierda: Facsímil de su poema Pax. Abajo: Con traje de diplomático ©Dominio público Fuente: commons. wikimedia.org
LEER In memoriam
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Conversaciones con Sergio Pitol, Rafael Antúnez (edición y selección), Instituto Literario de Veracruz, México, 2015.
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Creación bajo el volcán, Ricardo Venegas, Eternos Malabares/Fonca, México, 2015.
LA INTENSIDAD NARRATIVA DE PITOL
ESCRITORES Y ARTISTAS PLÁSTICOS EN MORELOS
ANTONIO SORIA
SERGIO MONDRAGÓN
H
Adolfo Sánchez Rebolledo (1942-2016)
Luis Ángel Silva (Melón) (1930-2016)
ace no mucho que la suerte del maestro indiscutible de la prosa y autor del Tríptico de carnaval, entre muchos otros títulos, estuvo en entredicho y se ventiló en medios impresos –y sólo en éstos, pues los medios electrónicos tradicionales parecen seguir afectadísimos de una particular y muy deplorable aversión a todo lo que suene a, luzca como, en efecto sea o sólo parezca cultura-, en los cuales se dio cuenta de la salud, ciertamente mermada, de nuestro miglior fabbro, como a Hugo Gutiérrez Vega le gustaba llamar a Pitol, así como de las posturas de propios, no tan propios y también uno que otro extraño, respecto de lo que procedía o no procedía hacer tocante al maestro y su obra. Entretanto, con un acierto y una generosidad que todos aquellos no atinaron a imaginar siquiera que podían poner en práctica, Rafael Antúnez preparó este conjunto de entrevistas en las cuales, a lo largo de los años, Sergio Pitol hace un verdadero retrato hablado de sí mismo, tan amplio como un paisaje a campo abierto. Las conversaciones fueron sostenidas con Carlos Monsiváis, Roberto Frías, Sergio González Rodríguez, Gerardo Ochoa Sandy, Miguel Ángel Quemain, Juan Villoro, Héctor Orestes Aguilar, Laura Cázares Hernández, Héctor Perea, Pedro M. Domene, Elena Urrutia, Cristina Pacheco, Javier Aranda Luna, Emmanuel Carballo, Margarita García Flores, Rogelio Arenas M. y Gabriela Olivares. Aquí, el lugar común troca en verdad palpable: de la primera página a la últim a , e l l i b ro n o t i e n e d e s p e rd i c i o , p u e s c a d a respuesta del autor de Domar a la divina garza, El desfile del amor y El tañido de una flauta, ya sea para explicar la estructura de alguna de sus novelas o para pormenorizar la génesis de alguno de sus magníficos cuentos, sumada al resto completa el dibujo de lo que es, en los hechos, un narrador de primerísimo nivel: desde siempre, lector al que el adjetivo “apasionado” parece quedarle chico; desde el principio, un obrero de la pluma y el papel que no conoce descanso; desde el profundo enamoramiento de otras lenguas, un traductor notable. La interminable disquisición en torno a si para conocer a fondo a un autor es preciso indagar en todo cuanto de él se halle disponible, o si por el contrario debería bastar con su obra, queda saldada en estas Conversaciones… a favor de la primera postura: nadie que se precie de gustar del opus pitoliano debe dejar de soslayo esta oportunidad impagable de leerlo, o más bien definitivamente escucharlo conversar. Y si todo lo antedicho fuese poco para alguien, remata el volumen un breve y entrañabilísimo texto del propio Sergio Pitol, reminiscencia escrita de su memoria más añeja, titulado “La intensidad del dolor” •
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icardo Venegas logró crear la confianza suficiente entre él y sus entrevistados para que se explayaran y dijeran las cosas importantes que se encuentran en este espléndido libro, y que atañen tanto al ámbito estricto de la creación artística y los artistas y escritores, como al lector y al interés público. Dice con toda razón René Avilés Favila en el prólogo, que Ricardo Venegas “sabe entrevistar, no abruma a su entrevistado con preguntas de tipo general… y sabe que deberá interrogar con conocimiento de causa… hace las preguntas de un periodista culto que ha analizado a los personajes y ha hecho las preguntas adecuadas para asegurarse de que las respuestas sean igualmente lúcidas”. Y así es. En la entrevista que le hace a Eduardo del Río, Rius, y luego de que el caricaturista ha hecho la afirmación de que Televisa y tv Azteca son en realidad los verdaderos gobernantes y las deseducadoras y desinformadoras del pueblo de México, Venegas le pregunta:“¿Dónde comienza la responsabilidad de un lector de formarse a sí mismo y dónde la de las instituciones educativas de brindar ese apoyo?” En otra parte del libro y en su diálogo con Rocío Barrionuevo, autora que ha llevado a cabo una notable investigación sobre el erotismo y la espiritualidad, le pregunta: “Parecen caminos distintos, pero se antoja preguntarte: ¿es más poderoso el sexo que la búsqueda espiritual?” a lo que Barrionuevo responde: “No creo que uno sea más poderoso que la otra. Ni tampoco creo que sean caminos diferentes… la espiritualidad tal vez no sea otra cosa que un entrenamiento diario y apasionante para establecer contacto con nuestro ser interior. Para mí, la auténtica búsqueda espiritual no es una huida del mundo real, sino una práctica que nos conduce a experimentar y vivir lo que realmente somos, por lo que un aspecto tan importante en nuestra vida como lo es la práctica de la sexualidad, también forma parte de esa búsqueda.” Al poeta Javier Sicilia lo aborda el entrevistador desde el ángulo de la poesía religiosa. Dice Sicilia: “El objetivo de toda poesía es profundamente espiritual, no sólo con elementos bíblicos, sino con elementos religiosos y espirituales, y creo que toda poesía los tiene; es, valga la redundancia, espiritual. Creo… que la misión de todo arte es elevar la conciencia espiritual de los hombres.” Al hablar de la relativa marginación que ha tenido la poesía religiosa entre nosotros, debido sobre todo al terrible jacobinismo que ha imperado en México, dice Sicilia: “La jerarquía de la Iglesia católica mexicana es muy inculta y ha visto siempre con desdén al arte. Ha olvidado que las mayores expresiones del misterio de Dios en su Iglesia, después de los santos, se encuentran en el arte. La liturgia, por ejemplo, es arte y ésta en nuestro país se ha relajado de forma penosa y alarmante.” Y le pide a su entrevistador: “Escucha solamente los cantitos de las misas dominicales, que son una mezcla de la rondalla de Salti-
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llo con el peor Enrique Guzmán y los jingles de Coca-Cola, o los santitos de yeso que pueblan el interior de los templos, por no hablar de la arquitectura religiosa. Eso puede dar una idea de la incultura que por desgracia hay en nuestra Iglesia. ¿Qué tiene que ver todo eso con la marea de fuego del espíritu que ha producido obras como las de Bach, Masaccio, del padre Ponce, cuyos poemas podrían ser adoptados por la liturgia mexicana? Lo kitsch, por desgracia, se ha ido apoderando del misterio.” En otra parte de la entrevista dice Sicilia: “Nunca me he considerado un escritor sui generis. Mi compromiso, como el de cualquier artista que se respete y respete el infinito misterio del arte y de la vida, es ser sincero en mis actos y en mi obra y escribir y vivir lo mejor que puedo, en acuerdo con el universo que descubro en mí y en mi tradición.” Pero Ricardo Venegas es un personaje que va mucho más allá de ejercer el oficio de entrevistador literario. Es, él mismo, un poeta importante de las letras mexicanas. Su libro de poemas Turba de sonidos lo hizo acreedor al Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2008, mismo con el que se reconoce, además de la calidad del libro, el trabajo del autor en el campo de las letras, que en este caso y a sus treinta y siete años, tenía ya siete libros de poesía publicados, había sido incluido en una decena de antologías de poesía y había destacado por su frecuente colaboración en numerosos medios como periodista cultural. Es, así mismo, creador y director de una revista literaria y de un sello editorial. Su fidelidad de toda la vida al ejercicio literario y su talento indiscutible le han posi posibilitado crear este interesante libro que mucho aporta al conocimiento de nuestras letras y nuestras artes y nuestra vida política y social: en el diálogo que sostiene Venegas con José Agustín, autor de las novelas ya clásicas La tumba, y De perfil, éste responde a la pregunta ¿qué opinión te merece nuestra tragicomedia?: “Hijo… es un horror, este país no aprende al parecer, ya tuvimos un ’68, un movimiento estudiantil importante y pues ha regresado el pri , no es creíble.” Termino con la lectura de estos poemas de Ricardo Venegas que nos dan idea del mundo poético en que escribe este poeta: “Un dominio de valles nos arrastra,/ seguimos en la infancia,/ en patios de la casa,/ un parpadeo de Dios/ y estamos lejos,/ en otro suelo,/ en otro tiempo/ sin saberlo.” “¿Quién hallará sentido al viaje?/ Abro mis manos/ y escurre el viento/ hacia otro instante./ ¿Qué tienes en las manos/ que no sea fugitivo?” “Busqué mi perla/ y fui colmado por la luz del mar./ Hay tanto alrededor/ que desconozco…” •
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De puño y letra, Luis Arturo Ramos, Cal y Arena, México, 2015.
¿QUIÉN ROBO EL LIBRO-CANON? MARCO ANTONIO CAMPOS
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e puño y letra: Luis Arturo Ramos publicó en Cal y Arena en el curso de 2015 una novela muy divertida, muy mexicana, De puño y letra, que la editorial anuncia en la contraportada como un thriller político-cultural. El motivo central de la novela es el robo del último libro de Orlando Pascasio, una suerte de presidente de la República de los Poetas, en el que con dedo de fuego decide quiénes pervivirán en la historia de la poesía; aquellos que no aparecen estarán condenados sin misericordia al infierno de la inexistencia. En el libro, un Canon –con mayúscula –corría la voz, “Pascasio defenestraba prestigios, evisceraba famas y decapitaba egolatrías con la prontitud y ritmo de un párvulo recitando la tabla de cinco”. La viuda de Orlando Pascasio, al darse cuenta del robo, le encarga a un detective privado, tallerista literario, comerciante de libros de viejo y autorreconocido poeta marginal, Bayardo Arizpe, que encuentre el mecanuscrito de “175 folios a renglón seguido”, desde luego pagándole una notable suma en efectivo, la mitad por adelantado. Antes de su muerte, quienes estaban más próximos al poeta y ensayista (no como círculo literario), eran su viuda (Marissa Arámburu), su hermana (la pesadísima de Fuensanta), sus sobrinos adoptados (el parásito de Jan Luc y el adiposo Pierrot), su secretaria y examante (Ángela Villagrán) y la hija de Pascasio con Ángela Villagrán (la atractiva Malva, a quien el poeta nunca reconoció en vida pero le deja al menos algo de la herencia, quien tuvo enredos amorosos con un policía, el comandante Lascano, y los tiene con el propio detective Bayardo). En este círculo íntimo los bandos del poeta recién fallecido pleitean y se odian a muerte. Por su parte, Bayardo Arizpe frecuenta en la cantina La Raya en Medio, sita por el rumbo de Reforma y Bucareli, a un grupo simpatiquísimo, Los Lapidarios, una punta de poetas, libreros e impresores fracasados en cuyas pláticas se lanzan pullas entre sí y toda suerte de lancetas envenenadas contra el medio cultural. Uno de esos bebedores célebres, el doctor pero sobre todo revolucionario, venido de todas las ideologías de izquierdas salidas del leonero del pri , Carlos Brull, es clave para revelarle a Bayardo la causa física de la muerte o asesinato de Ángela Villagrán. De puño y letra (sabemos pronto que es también el título del libro-canon de Orlando Pascasio) es una novela henchida de picardía. Sobra malicia, no malignidad. “Soy enemigo de meterme en lodazales”, diría Bayardo Arizpe. Hay páginas o momen-
En nuestro próximo número
tos de la novela en que el lector sonríe, se ríe y aun se carcajea con el análisis, las comparaciones o las descripciones zumbonas, las cuales son entendibles con mucho sólo para los mexicanos, y más aún, para los capitalinos, y más aún, para los capitalinos que están inmersos en el mundo, el mundillo y el inframundo literarios. Bayardo Arizpe ronda la ciudad, va de un lado para otro como Juan por su casa, sobre todo por las colonias Juárez, Cuauhtémoc, Roma, Condesa y del Valle. Es sabido que de un tiempo a esta parte artistas y escritores famosos o con alguna fama tienen miedo a morir, en mucho a causa de que las autoridades del Conaculta, hoy Secretaría de Cultura, expertas en la inercia pero fieles al protocolo, asistan a sus velorios, lo que los hace entrar sin aduanas en el limbo, es decir, en el olvido por lustros. En la novela el destino post mortem de la secretaria del Maestro, Ángela Villagrán, es desdichadamente ingrato: “Sus cenizas no habían recibido ni una miserable ofrenda por parte de Conaculta”, que ya es decir. O cuando hacia el final, luego de unas perspicaces deducciones de Malva, sorprendido Bayardo se dice: “Si tuviera [Malvita] cuando menos licenciatura, ya tendría un programa sustantivo en Conaculta.” Al final nuestro detective y poeta marginal descubre que hay dos versiones del libro-canon de Orlando Pascasio, una en casete y otra en mecanuscrito, y una de las dos ha sido alterada, y por eso alguien muy poderoso, política y culturalmente, ha tratado de obstaculizar por todos los medios, aun los criminales, que se llegue al fondo del asunto. A los lectores les toca averiguar quién es ese personaje, por qué lo hace, si logra su objetivo y qué pasó desde el principio para se armara tal merequetengue. Luis Arturo Ramos nació en Minatitlán, Veracruz, en 1947. Desde que publicó en los años ochenta Intramuros y Este era un gato se volvió uno de los narradores más sobresalientes de México •
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La Jornada Semanal
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EL ARTE ATEMPORAL DE CARMEN PARRA Germaine Gómez Haro
ARTE Y PENSAMIENTO ........
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Francisco Torres Córdova
Ricardo Venegas
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Felipe Garrido MENTIRAS TRANSPARENTES Luz de Luna Luego que Primero y Segundo, hijos del Gran Espíritu, cayeron en la Palma, y que Primero, tras fabricar la tuba se quedó dormido y Segundo esparció la tierra y la arena del costal, y el iguana se tendió al sol, y la gallina empezó a sacar lombrices, y que, para que engendraran a los hombres, el Gran Espíritu envió a Solymar –ojos negros, talle de palma–, y de que, como Segundo siempre trabajaba y Primero dormía, Solymar sedujo al iguana –por eso los hombres no somos perfectos–, aconteció que Primero despertó una noche de Luna, vio pasar a Solymar y, sin habla, la siguió; la muchacha fue al grano y le pidió la Luna. Primero se sintió morir. Salió a la noche y habló con la Luna de la joven: Tan deseada, tan soñada, tan distante. Y la Luna se lo dijo: las aguas llevaban bajo tierra su reflejo. Él debía sacarlo, limpiarlo, adornarlo, enredarlo en las muñecas, el pecho, los dedos, la cintura, el cuello de Solymar para encadenarla a su corazón •
Ricardo Yáñez DE PASO Emiliano Emiliano sonríe, siempre sonríe, inteligentemente. Quiso estudiar o letras o filosofía o historia, y optó por ésta. Poesía sigue escribiendo, de vez en vez. Tiene diecinueve años y un abuelo que yo digo que lo trata como tío. Se dispensan, abierto, fresco, aunque con dirección, un respeto que incluye el regocijo. Conversan como si estuvieran estudiando. En la marisquería, de cándido amarillo en que retozan, azules, tres peces espada, se habla del “hambre que todo escritor debe pasar”, hambre a la que Emiliano, sonriente siempre, se resiste. En cuanto al amor, hace tres años, cuenta el joven, una chica lo bateó y al día siguiente fue a dar con el corazón literalmente inflamado al Centro Médico. No pocos esperaban en la sala subir a piso, entre ellos el Mil Máscaras, que protestó con insólita rudeza cuando primero que a nadie llamaron a Emiliano. –Bueno, ya pasaste una prueba, ahora te falta la del hambre –sonríe el abuelo–. Te voy a regalar una novela de Knut Hamsun, para que aprendas •
ftorrescordova@gmail.com
bitácora bifronte
monólogos compartidos
La lectura y el futuro, José Ángel Leyva
Hora sesgada
P
S
resenciar en México la ausencia de lectores no muestra nada nuevo bajo el sol, se lee por obligación o porque no hay otro camino para entender el presente. Es un sector mínimo el que en este país lee por el placer del box intelectual, es decir, leer y cuestionar al autor simultáneamente. Pero, ¿qué pasaría si fuéramos un “país de lectores”? ¿En verdad eso determinaría el nivel de la política del país? ¿Se acabarían la pobreza, el hambre, la inseguridad y la ignorancia? ¿Dejaríamos de pretextar que “el libro es caro, primero hay que comer”? Seguramente habría un país con bichos raros y tendríamos discusiones acaloradas, quizá. El asunto es que la lectura no da principios ni vuelve bondadosas a las personas, como bien lo ha dicho el poeta y crítico Juan Domingo Argüelles. Sin embargo, leer abre las puertas de la percepción, citando a William Blake, aquellas sin las cuales la realidad resulta aburridísima. En Lectura y futuro (Gobierno del Edomex, 2015), José Ángel Leyva diserta en varios ensayos, que al final son uno, sobre la importancia e irrelevancia de la lectura en nuestro tiempo. Pensar la utilidad de la lectura y la función que tiene en la actualidad nos conduce a temas como la educación y la influencia que ejerce, por ejemplo, la literatura en las aulas. Para Leyva, “América latina adolece de sociedades ágrafas y no lectoras, de comunidades indígenas y afrodescendientes hundidas aún en el atraso educativo”. No hay que olvidar que muchos de estos pueblos todavía pugnan por equilibrar sus economías, lo cual deriva en la erosionada afirmación de que al poder le conviene mantener ignorante y miserable al pueblo que gobierna. Por supuesto que siempre es viable para las tiranías un modelo educativo fallido, pero no siempre se cumple la manipulación de las masas. Las universidades se han encargado de formar a personas que son programadas para ser “exitosas” desde el punto de vista del presente, mucho antes de conocer la ética y los principios, es decir, más que humanizar a los estudiantes, la técnica –no generalizo– ha dicho “praxis” al servicio de “el fin justifica los medios”. Añade Leyva: “para qué éxito económico en una ciudadanía sin atributos, sin porvenir; para qué riqueza en un medio donde para disfrutarla hay que vivir blindados”. Quizá todavía estamos lejos de entender la inutilidad de la poesía; las sociedades de consumo no han permitido que muchos se descubran lectores por atender la esclavitud de la rutina, la anestesia que al país le ha cobrado cara su inocencia. La lectura de la realidad también desprende datos importantes, cada vez nos acostumbramos más a la barbarie que nos rodea. “¿Cuánto tiempo ha dormido la humanidad sin darse cuenta, sin recordar el contenido de sus sueños? Como el delfín, necesita aprender a dormir despierta para no perecer en el fondo de sus ilusiones”, dice José Ángel Leyva en este ensayo impecablemente ilustrado por Irma Bastida Herrera •
e salió de la avenida y fue a sentarse en una banca al fondo de un parque, lo más apartado posible del
ruido. De manera precisa y extraña a la vez, le temblaban las manos y le ardía la mirada; el aire le quemaba los labios y tenía frías las plantas de los pies. Tal vez era porque empezaba la lluvia o porque de pronto se sintió extraviado, ajeno a su andar en la calle, nada más, pensó, pero no fue suficiente. Tomó aliento y esperó. El peso de su cuerpo se acomodaba despacio en sus huesos y abrió ligeramente la boca. Poco a poco se fue quedando más quieto, como un animal que reposa pero no se distrae. Cundía la tarde y él se dejaba pasar y callar. Del viejo morral que llevaba sacó un pañuelo y una libreta. Se secó la frente y los ojos, las mejillas y el cuello. En la otra mano apretaba la pequeña libreta de pastas y bordes gastados. La lluvia le tocaba los hombros y le salpicaba la nuca, quizás para hacerle girar la cabeza y obligarlo a oír y mirar a alguien o algo que siempre pasa o se acerca y deja en la sombra el contorno de un nombre y se va. Era una lluvia fresca y suave, muy lejos de las lluvias de su tierra, pero también, en ese solo momento, exactamente igual. El ruido cedía a la distancia, reducía su alharaca de poder y promesas y aturdido se hundía en su propia soledad y sordera. Para entonces él ya estaba de espaldas, que era de frente y atento a la lluvia, en el centro de su memoria y lleno en su presencia, a salvo de la sinuosa ansiedad de futuro, en esa hora sesgada, puntual en su destiempo, en que la materia se engarza a la llana conciencia de saberse con vida y en su remoto silencio concentra su pulso y se hace persona. De ahí le llegaba el frío a las plantas de los pies, el calor a los ojos y labios; de ahí el arco de la voz trazado en el papel y el temblor que ahora amoroso le ocupaba las manos –cómo si no por su gracia resistir a la diaria estulticia; cómo si no por su tacto en el alma el vigor de la humilde esperanza–, pensó, y esta vez le pareció suficiente. Al centro de esa distancia se había acercado. Entonces abrió la libreta: “Abandonarme a ti,/ beber la luz en tus ojos/ después de la última gota/ de lluvia. // Abrazar el monte dormido/ en el lirio moreno de tu piel,/ me hace cosquillas el estómago/ y se me olvida/ el nombre del café.// En el patio/ la hierbabuena crece.// Mi amor es cascada de lunas/ con relámpagos de mar.// Quisiera saber escribir/ para vivir nuestra historia/ después de la lluvia.// Mirar los árboles quietos/ platicando con el silencio/ trayéndome el aroma íntimo/ de la tierra húmeda de luz.// Quiero todos los silencios/ cuando tu sangre pise la hojarasca/ rompiendo la carcajada de los pájaros/ para respirar/ el jadeo de la enredadera.”“Más allá de la lluvia”, Tlalxiktli. Ombligo de la tierra, Juan Hernández Ramírez •
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........ ARTE Y PENSAMIENTO
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Miguel Ángel Quemain quemainmx@gmail.com
citru, de la nostalgia a la investigación
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NTRE LAS PUBLICACIONES MÁS recientes del Centro de Información Teatral Rodolfo Usigli ( citru / inba ) hay dos trabajos que vale la pena detallar por la hondura de un registro que explica mucho del teatro actual y el rumbo que tomaron en las últimas cuatro décadas creadores de signos muy diversos, que también han sido formadores y figuras que han generado parte de lo que hoy es nuestro patrimonio escénico. Orientado al trabajo documental con ambiciones de hacer una historia de nuestro teatro, las indagaciones de los investigadores del citru han dado luces sobre algunos de los procesos más interesantes de nuestra escena. El Centro de Experimentación Teatral del inba y sus propuestas escénicas, de Jovita Millán Carranza, es uno de los trabajos que refiero. El otro, Zopilote, 1967-1997, treinta años de actividad de un grupo que animó la escena de las artes escénicas, que prologa Rodolfo Obregón y presentan Fernando e Ignacio Betancurt, con introducción de Julio César López Cabrera, quien habla del proyecto editorial. Ambos libros parten de la década de los sesenta. El libro de Jovita Millán apenas registra dos años antes la actividad del Centro de Experimentación Teatral, de 1965 a 1968, y en los siguientes dos capítulos hasta 1991, seis años antes de que Zopilote cumpliera sus tres décadas. Zopilote, 1967-1997 contiene el material gráfico que le hace falta al dedicado al cet - inba , que francamente es de una espantosa aridez gráfica, la cual debería repararse con una edición generosa que documentara con programas de mano, fotografías y referencias a la web uno de los momentos más ricos de nuestro teatro en el siglo xx. La edición de Zopilote, salvo las páginas del prólogo y la introducción, es celebratoria, con pasta dura, en tamaño carta con significativo couché y selección de color. Es la
LA OTRA ESCENA muestra de un teatro realizado con pasión y una compañía capaz de trazar su propia ruta con mecanismos autodidactas y de exploración, sostenidos en indagaciones personales y de diverso origen metodológico, tejidas por un compromiso político que se consolidó y se hizo complejo y rico a diferencia de unos inicios marcados por unos esquematismos propios de una izquierda entre popular y estalinista. El terremoto de 1985 marcó gran parte de los siguientes doce años de la compañía y la consolidó definitivamente en los anales de nuestra historia cultural como un teatro del mayor rigor, con una voz dramatúrgica de gran solvencia y un manejo solvente de la escena tanto en espacios cerrados como abiertos, donde justamente la calle, la confrontación con la ciudad, terminaron por darle su sello de identidad a un grupo que logró dominar el teatro callejero y dotar de originalidad y rigor a su vestuario, maquillaje y construcción de objetos escénicos, para presentarse en los espacios más complejos y difíciles de la ciudad. Rodolfo Obregón no sólo es un investigador y crítico, también fue testigo del desarrollo de este mundo teatral en el que participa Zopilote durante treinta años. El investigador señala en su prólogo que “lo que distingue a los integrantes de Zopilote de la enorme mayoría de los hacedores de teatro mexicano, independientes o no, es la voluntad de documentación que a lo largo de sus treinta años de trabajo, llevaron a cabo de manera admirable.” Un aspecto que señala el crítico es “la importancia que Zopilote cobró en la creación y vida del Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística ( cleta ), cuyo primordial descu-
brimiento –me parece– fue que todo cambio social debía empezar por modificar las condiciones del propio contexto”. Efectivamente desaparecieron las jerarquías autoritarias, se recuperaron las teatralidades populares tan en boga en toda Latinoamérica en esos años y “un esfuerzo –cito a Obregón nuevamente– por desplazar la importancia del discurso intraescénico por los procesos de recepción (esfuerzo frustrado por las certezas ideológicas características también de la época, que se tradujeron con frecuencia en dogmas), acercan al teatro independiente al espíritu del teatro latinoamericano” y abrieron puertas al teatro chicano, creando una distancia sana del teatro institucional que se desarrollaba en el país. La contribución de Julio César López Cabrera es puntual, exponiendo un contexto político nacional e internacional importante, además del desarrollo del teatro, con sus pedagogías, líneas ideológicas, principios éticos y concentrados en la creación colectiva. Vale la pena continuar con la reseña de ambos trabajos en la siguiente entrega •
Foto: cortesía de loscazamounstrosdelarte.blogspot.mx
Alonso Arreola @LabAlonso
Daniela Liebman frente a Chopin, en la Ollin
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A LO HEMOS DICHO: preferimos ser cautelosos cuando en el territorio de las artes se habla de “niños prodigio”. Exhibidos como rarezas de circo decimonónico, muchos infantes notables pierden energía entregándose al juicio masivo apenas iniciado su periplo. Lanzados al ruedo por padres y manejadores que los elevan cual encarnaciones de la esperanza, luego suelen ser sobajados por simple sustitución u olvido. Así, muy pocos mantienen el reflector sobre sus carreras adolescentes, jóvenes y adultas, pues la sed de “milagros” otorga autoridad a nuevos mercachifles que señalan elegidos frescos para la cena. Fenómeno rotatorio de la moda, en este caso es doblemente obsceno, porque la novedad es la de la propia edad, no la de una idea o concepto conquistados. Hecha la aclaración, lectora, lector de este domingo, cabe decir que por supuesto creemos en las capacidades extraordinarias que la naturaleza y el contexto adecuado regalan en su lotería a unos cuantos niños del mundo: eso
BEMOL SOSTENIDO quiere decir prodigio: “lo que excede los límites regulares de la naturaleza”. Pero nos ocupa lo que muchos suponen: que tales virtudes son suficientes y autónomas, independientes de la sabiduría que se gana con los años, ajenas al tránsito de la vida entre risas y llanto, al andar del cuerpo entre el amor y la muerte. En otras palabras: pensamos que, en el caso específico de la música, el abordaje de una pieza debe mostrar aspectos más sutiles que el solo dominio técnico, la memoria y la concentración tempranas; que la fuerza y velocidad sobre el instrumento, la respiración dinámica de las frases, la longitud de notas y silencios son respuestas –al final de todos los esfuerzos y el estudio– no a imitaciones o guía de otros, sino a dictados de una sensibilidad personal, elástica y libre. De cualquier forma, es innegable que identificar la aptitud y el amor de un “niño especial” en y por un instrumento abre caminos luminosos, pues le da la posibilidad de completar su formación reuniendo capacidades genéticas y familiares con la experiencia de la vida. Tal parece ser el caso de Daniela Liebman, pianista tapatía de catorce años, descendiente de músicos, que según vemos camina desde hace tiempo en buena ruta: la del estudio, el apoyo familiar y el movimiento que templa carácter sobre el escenario y frente a los medios. Ciudadana de México y Estados Unidos, Daniela ha conseguido la atención del ambiente clásico desde que rondaba los siete años, pues tuvo la posibilidad de pisar numerosos concursos y escenarios de renombre para comprobar la valía de su talento. De Berlín a Nueva York pasando por Monterrey, de Beethoven a Chopin pasando por Shostakovich, fue en 2014, en el Palacio de Bellas Artes, cuando consiguió una de las mayores ovacio-
nes en su todavía corta carrera profesional. Por ello auguramos que sus próximas actuaciones los días 20 y 21 de febrero con la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (ofcm) alegrarán a muchos. ¿Cuál será el programa a interpretarse esos días en la Sala Ollin Yoliztli? Obertura Oberón de Carl Maria von Weber; Concierto para piano no. 2, de Frédéric Chopin y Sinfonía en Re, de César Frank. La dirección estará a cargo del maestro Lanfranco Marcelletti, uno de los seis invitados a esta temporada, la que ya no verá como director titular al reconocido y lúcido José Areán, quien luego de cinco años supo despedirse con elegancia de la ofcm , según consta en su actuación y declaraciones alrededor de un último concierto dirigiendo la Quinta sinfonía, de su querido Mahler, así como en su cuenta de Facebook: “Fui fiel a mis anunciados principios. Los protagonistas de nuestros programas fueron los jóvenes talentos y los compositores nacionales. Estrenamos y comisionamos obra, celebramos y conmemoramos compositores y eventos, buscamos presencia en la Ciudad y propusimos un diálogo pertinente con la realidad de nuestra sociedad.” Estamos de acuerdo. Le auguramos buenas cosechas. Finalmente, y volviendo a nuestro cauce, señalamos que hace unos meses Daniela Liebman tomó la decisión de dar menos conciertos para perfeccionar su técnica en Texas, bajo la tutela del maestro húngaro Tamás Ungár. Su objetivo inmediato, precisamente el Concierto para piano No. 2, de Chopin que escucharemos con la ofcm . Tales disposiciones continuarán haciendo de ella una artista de largo aliento para superar el estigma de niña genio. Lo creemos sinceramente, pues sin conquistar aún su cumbre interpretativa (ese flujo de mágica serenidad), siempre emana sensibilidad, inteligencia y, lo más importante, gusto genuino por lo que hace. ¿Vamos a escucharla no? Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •
ARTE Y PENSAMIENTO ........
14 de febrero de 2016 • Número 1093 • Jornada Semanal 14
Verónica Murguía
Jorge Moch
A falta de Mundial, visita papal
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ACE UNOS DÍAS me desperté con la convicción de que debía comenzar a escribir amparada por un seudónimo. Me llené de entusiasmo: esa era la respuesta, el seudónimo. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Así superaría mi agudo complejo de Koestler, es decir, la imposibilidad de escribir escenas sexuales por miedo a irritar a mis padres. Luego recordé que, la verdad, a mí no se me da lo de escribir cosas de sexo. No tengo ese talante. “No importa”, me dije.“Me servirá para otras cosas. Para escribir lo que se me dé la gana”. Aaah. La parte más reflexiva de mi cerebro, ésa que funciona a fuerza de preguntar, me obligó a cuestionarme: ¿pues qué no escribo lo que se me da la gana? Y si no, ¿por qué?
Achis. Tuve que ponerme a meditar sobre un montón de cosas incomodísimas. Por supuesto, el género: ¿cómo se leerían mis libros si estuviesen firmados por Juan de los Palotes? Sé, por experiencia, que de otra forma. Y por experiencias ajenas: los libros policíacos de Mohammed Moulehessul se leyeron de una manera cuando los lectores pensaban que era una mujer, Yasmina Kahdra, y de otra, cuando reveló su verdadera identidad. Muchos se enojaron, pero a mí me pareció que su explicación es válida. Escogió escribir como Yasmina para sortear la autocensura. Yo, que llevo un inquisidor dominico en el alma, sé de qué habla. Luego pensé no sólo en la autocensura: recordé un pequeño desacuerdo con un editor español en 1997, alguien que opinaba que no debía escribir sobre temas del Medio Oriente, sino de México. Yo no estaba de acuerdo. Soy mexicana, sí, pero quería publicar mi fábula árabe que, además, ya estaba escrita. El apoyo de a . f . otra editora que había vivido aquí, y que me conocía, zanjó la cuestión a mi favor y publiqué la novela. La identidad puede ser una lata. Me dan envidia Elena Ferrante, misterio prolífico y talentoso, detrás del cual no se sabe quién escribe, y Luther Blissett, ese grupo de escritores que se niegan a ser fotografiados y que ahora publican con el nombre chino Wu Ming, que significa anónimo. Wu Ming rechaza “la máquina de hacer celebridades”, que coloca al autor sobre la obra. Si alguien duda de la capacidad del colectivo para escribir, le recomiendo Q, esa singular novela de espías que transcurre en la Europa desgarrada por las guerras religiosas del siglo xvi.
En el polo opuesto, hace poco hubo un escándalo debido a los seudónimos. Un poeta blanco envió un poema a una revista con el nombre Yi Fen Chou y fingió ser mujer. El poeta se llama Michel Herrick Hudson, y dice sin vergüenza que adoptó el nombre para ver qué suerte corría su texto si la identidad del autor era modificada. El poema, que había sido rechazado más de diez veces en otras revistas, fue escogido para formar parte de una de esas listas que proliferan en los meses postreros del año con “los mejores de 2015”. El nombre, que por cierto significa algo así como “pequeña caca” según el poeta chinoamericano Thomas Dai, fue definitivo para su publicación. El editor quedó fascinado con el texto porque reflejaba un profundo interés en la historia de Roma. La cosa es que una china interesada en Roma es mucho más rara que un blanco que haga lo mismo: la imagen de una señora redactando versos en el mostrador de una lavandería es más romántica que la de un señor con saco de tweed y aire a Vila-Matas. La oleada de furia que ha enterrado lo interesante que podría tener el poema me recordó otro escándalo: el de Rachel Dolezal. Es complicado. El año pasado solicité un lugar en un centro de escritoras en Seattle. Todo iba bien en mi solicitud: que si fragmentos del trabajo, que si usted habla inglés, etcétera. Me sentía cerca.Y llegué a la penúltima pregunta. Esta era: ¿a qué minoría pertenece usted? Me quedé de una pieza. Contesté la verdad: a la minoría privilegiada que en mi país cuenta con educación universitaria. No me dieron la residencia. Ni máiz, palomas •
LAS RAYAS DE LA CEBRA
Alias
L OPIO COLECTIVO TIENE varias testas. La religión, el futbol (o cualquier deporte televisado, a propósito del reciente y harto cacareado Súper Tazón) y buena parte del cine. Si yo fuera mal pensado creería que la visita de Bergoglio a México tiene más que ver con la mercadotecnia que con otra cosa. Cada sexenio vemos que se inoculan en los mexicanos jolgorios forzados, ya del futbol, ya de las Olimpiadas o esta parafernalia exaltada de otra visita papal. A este tenor ya le urgía un empujoncito al régimen. Golpeado hasta el ridículo por su propia corrupción, impericia y simulación, el desgobierno de los que dicen conducir este país hacia algún lado (que sólo ellos conocen) tiene urgencia de lavar su cara sucia. Su aliado incondicional, la televisión, domina la fórmula: ante el escándalo peyorativo, venga el barullo distractor.
Independientemente del fervor (o histeria) que concitan, las visitas papales han sido tradicionalmente desde 1978 un espectácul o m e d i á t i c o d e s c o m u n a l q u e desvía primorosamente la atención colectiva de los mexicanos al menos de la primera batería de noticias que usualmente hacen mella en la gente. No es gratuito que su principal vehículo sea la televisión, que tiene en los hogares mexicanos tan formidable poder de penetración. Las visitas del pontífice de Roma a México son un ejemplo de libro de texto de cómo generar un suceso mediático que sustituya la realidad cotidiana para abrir espacios de maniobra a un gobierno que, lejos de ser capaz de satisfacer las necesidades de la gente a la que dice gobernar (y aun en rubros que además de moralmente elementales son estratégicos, como la seguridad pública, el abasto de alimentos y medicinas y la cobertura sanitaria, la solvencia educativa y cultural, la soberanía territorial o la estabilidad económica, salarial y laboral) está urgido a perpetuidad de una mejora de imagen: devaluación impepinable, múltiples manifestaciones de violencia y corrupción en todos los estamentos de la administración pública, desde el policía de a pie hasta el presidente de la República, cientos de miles de mexicanos asesinados y desaparecidos y desplazados; decenas de miles de deudos, padres y madres de hijas e hijos con paradero y destino de incertidumbre; miles de niñas y niños desaparecidos, bandas criminales operando para imponer el terror en todos los ámbitos de la vida, ausencia de estímulos verdaderos a la innovación e investigación tecnológicas; graves e irreversibles destrozos ecológicos y una cauda terrible de atrasos y taras históricos sin visos de solución (allí el racismo, el clasismo, la homofobia) son apenas un aperitivo de la realidad nacional tan ingrata a los dichos cosméticos de esa nutrida cáfila de
funcionarios la mayor de las veces corruptos hasta la médula y hasta cínicos delincuentes con que se conforma una burocracia obesa, anquilosada y terriblemente costosa. Pero muy católica, eso sí. Los vestíbulos de las sedes de los más poderosos medios masivos, por ejemplo en Televisa Chapultepec (supongo que también en las de Santa Fe, o en las de t v Azteca) o de w Radio (allá por el estadio Azteca), también emparentada al consorcio Azcárraga, exhiben un acendrado guadalupanismo de los dueños, empleados y directivos: sendos retablos o altares de la virgen de Guadalupe. Es también harto conocida la cercanía de la esposa de Ricardo Salinas Pliego, María Laura Medina de Salinas, con grupos de poder de la ultraderecha católica de Jalisco, uno de los cuales sería el recalcitrante Opus Dei. Nadie debe ser cuestionado ni sujeto a escarnio, cuestionamiento o duda de sus cualidades personales por sus creencias religiosas (ni por la ausencia de éstas), pero el problema con la televisión mexicana, furiosamente católica, es que pasa arbitrariamente por encima de otros credos, rasgo por cierto característico de ambas, feligresía e Iglesia: ejerce intolerancia religiosa una televisión que hace de la presencia del Papa de Roma un enorme acontecimiento pero ignora flagrantemente otras manifestaciones religiosas: no recuerdo, y si la hubiera no tendría ni de chiste una fracción de la intensidad puesta en la cobertura de las visitas papales, que las televisoras mexicanas hayan dedicado jamás una porción de su tiempo a hacer reportaje de los dichos o visitas de otros líderes religiosos del mundo, excepción hecha quizá del Dalai Lama. Quien dicho sea de paso, tampoco vino a arreglar nada. Tal que oportunamente aclaró el señor Bergoglio que sería esta visita suya a nuestro suelo •
CABEZALCUBO
tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch
........ ARTE Y PENSAMIENTO PENSAMIENT
Jornada Semanal • Número 1093 • 14 de febrero de 2016
Ricardo Guzmán Wolfer
Luis Tovar
Philip k. Dick y la irrealidad
La cifra de la desolación (i de ii) La luz no es otra cosa que vergüenza revelada. Philip k . Dick
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NA DE LAS NOVELAS iniciales que le dieron fama a Philip k. Dick fue la premiada Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, donde el autor dejó ver parte de las constantes que desarrollaría con complejos textos posteriores, como el cinematográfico ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? En parte por una vida con carencias, incluso ya como autor reconocido, su mente se decantó a la esquizofrenia y un sentido de irrealidad que expuso en varias obras, como Los clanes de la luna alfana donde la sociedad en que se desarrolla la trama son descendientes de enfermos mentales. Fluyan mis lágrimas... añade un toque del género negro y conlleva la percepción contemporánea de una sociedad que parece irreal por la manera en que los dirigentes hacen y deshacen, sin el menor asomo de respeto por los individuos. Jason Taverner es un popular conductor televisivo y un experimento genético secreto: algunos humanos mejorados fueron soltados en el mundo, pero han sucumbido ante la propia imposibilidad de reunirse y ponerse de acuerdo: no importa cuántas aptitudes tengan los individuos, solos sucumbirán. A Taverner sus dones le han servido para ser tan popular como podría quererse, pero un día despierta con la sorpresa de no existir en los registros oficiales ni en la mente de sus amigos y conocidos. A pesar de su traje hecho a mano y el fajo de billetes en la bolsa, es incapaz de pasar un registro en ese mundo improbable donde las universidades son campos de concentración y los universitarios viven recluidos. Dick alude al inconsciente colectivo y la irracionalidad social, al saberse unido a seres desconectados entre sí, obstaculizándose los caminos de la identidad, pero cierto de que la sociedad existe por sí misma:“nadie paga por sus actos anteriores”, “uno no rinde cuentas por el mal que ha hecho ni por el bien que ha hecho. Al final todo queda equilibrado”. Pero para el policía el asunto es más sencillo: si no está registrado, no existe. Si hubieran logrado perder los registros de las víctimas de la delincuencia o de esos policías capaces de intentar borrar sus crímenes, nada existiría: somos tantos millones que, si los registros lo permiten, sería sencillo campear la impunidad. El policía de Dick no lucha
por la libertad:“lucho por una sociedad coherente”, una donde las reglas den sentido, no una donde la impunidad llegue a tales niveles que siempre resulta más atractivo violar la ley. No importa que las reglas sean absurdas: en la búsqueda de Taverner, los policías descubren a un hombre que vive y se acuesta con un menor de trece años. Cuando los uniformados pretenden llevarse al adulto, otro policía les recuerda las modificaciones al Código Penal: todo es legal, aunque sea un error repugnante. Para Dick tal mundo resulta temible. Uno de sus personajes es asustadizo y Taverner le aconseja:“no debería asustarse con tanta facilidad o la vida va a ser demasiado para usted”. De pronto, cuando Taverner se siente perdido y ha sido involucrado en un asesinato, su realidad anterior al apagón comienza a filtrarse de nuevo. Ha sido inoculado con una droga que traslapa el tiempo y los lugares: vive en una realidad alterna excepto por sus propios recuerdos. Pero la gente comienza a reconocerlo y las muestras objetivas de su existencia están de regreso. Más allá de un mensaje contra el uso de drogas sintéticas, capaces de modificar el mundo a nuestro alrededor, Dick apela al hombre contemporáneo y su sensación de soledad y sinsentido en un mundo diseñado por élites desconectadas de la población. Cuando al policía le conviene inculpar a Taverner en un crimen que no cometió, lo hace sin mayor asomo de culpa: es un número más, no importa que sólo sirva su perdición para solventar una lucha entre los altos jerarcas de la corporación para ocultar que su esposa y madre de su hija sea su hermana (y que ha muerto por consumir drogas experimentales). Pero la contrapartida está ahí, no todos desean ser salvados: una de las personas que auxilian a Taverner le pregunta: ¿No puedo vivir mi pequeña vida tal como deseo? Tal vez Taverner podría haber tenido una vida feliz con el éxito televisivo, pero ha cometido un error básico en este mundo: ha dejado que las autoridades se fijaran en él y, cuando eso sucede, jamás lo olvidan del todo. Dick es un autor que no pierde vigencia, para infortunio de quienes habitamos este planeta donde la orfandad camina a sus anchas, incluso contra nuestra voluntad •
GALERÍA
@luistovars
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UANDO ESTAS LÍNEAS FUERON escritas, a las 19:53 horas del pasado martes 9 de febrero, México estaba habitado por 126 millones 413 mil 584 personas. Puesto que la cifra crece a razón de un nacimiento cada veintitantos segundos, hoy domingo deben sumarse por lo menos otros 14 mil 400, para un total de 126’427,984 mexicanos. Por otro lado, según datos del Anuario estadístico de cine mexicano 2014 (el correspondiente a 2015 no ha sido publicado todavía), había 670 complejos cinematográficos en este país, con 5 mil 678 pantallas, pero como también se trata de algo que no ha dejado de crecer, estas últimas ya deben alcanzar o incluso tal vez superen las 6 mil. Redondeando cifras, hay una pantalla de cine por cada 21 mil habitantes, y si bien la asistencia a salas de cine ronda los 240 millones al año, se sabe
que son realmente pocos los que conforman ese promedio de dos visitas al cine anuales. A lo anterior añádase que, en aquel 2014, la asistencia a películas mexicanas fue de 24 millones, es decir diez por ciento del total, si bien a la fecha hay datos que hablan de una disminución en ese porcentaje para 2015, debido a la ausencia de filmes nacionales taquilleros.
EntrE El 0.1 y El 0.002 Puesto que a Todomundo le parece que se trata de “lo más normal” y no hay absolutamente nada en el panorama que permita pensar otra cosa, lo más probable es que las anteriores tendencias no hagan sino continuar en este año apenas comenzado. Véase si no con una oferta cinematográfica como la disponible hoy: de veintidós filmes en cartelera comercial, más del ochenta por ciento proviene de Estados Unidos: son dieciocho, acompañados por uno inglés, dos españoles y una coproducción turco-franco-germana. Por su lado, las salas aún llamadas “de arte” ofrecen una programación ciertamente menos monótona, con producciones de Italia, Israel, Bélgica, Francia y Reino Unido, entre otros pocos países, y son las únicas que en este momento tienen disponible algún filme nacional: en Cinemanía Plaza Loreto y la Cineteca puede asistirse, en míseras seis salas con trece funciones a lo largo de un día, a las coproducciones Eisenstein en Guanajuato, del enterrador del cine Greenaway, el documental Entre Cuba y México todo es bonito y sabroso, de Idalmis del Risco, Lucifer, de Gust Van de Berghe y Hasta el fin de los días, de Mauricio Bidault. De por sí provocadoras del desánimo, véanse las anteriores cifras de este otro desolador modo: nada más el cero punto uno por ciento –sí, tal cual: 0.1%de las 6 mil pantallas cinematográficas de un país con 126 millones y medio de habitantes, y ninguna de ellas perteneciente a las cadenas exhibidoras comerciales les ofrece la posibilidad de ver
el cine que su país produce, sea bueno, malo, nuevo o viejo, que eso no es lo importante aquí, sino la distorsión de escándalo con la que convivimos permanentemente. Si a esas seis salas de cine les cupiera un promedio de doscientos espectadores, y si las mencionadas trece funciones estuvieran a tope –lo cual es más que improbable–, daría como resultado que sólo 2 mil 600 personas habrían podido ver una película mexicana en una pantalla ídem, es decir, el 0.002 por ciento de la población. No es la primera vez que se habla de tales temas en este espacio y, por desgracia, o más bien dicho por la desidia, dejadez, indolencia, desinterés, entreguismo, mercantilismo desaforado… de quienes distribuyen y exhiben cine, pero también de quienes lo ven y critican (con y sin comillas esto último), tampoco será la última, pero este juntapalabras está convencido de que distribuir, exhibir, ver y hablar de cine estadunidense ocho de cada diez veces sólo es bueno para el cine estadunidense o, más claramente, para quien se mete dinero al bolsillo con ese cine. Triste, mezquino, ignaro y ciego sería contraargumentar cosas tipo “qué le vamos a hacer”,“no hay que ser nacionalistas trasnochados”, “es que el cine mexicano es malísimo” que sólo son parte de la resobada sarta de justificaciones de la peor molicie pseudointelectual. A todos los buenos salvajes levistraussianos que hasta el domingo 28 –y aun después– no podrán pensar sino en el Oscar, habría que preguntarles: ¿para cuándo la idiosincrasia, la cultura, los relatos que tenemos por contar y por contarnos, los personajes, la historia, el pasado remoto y el pasado reciente, el momento actual, nuestras voces, nuestra música y nuestros sonidos, las imágenes de nuestro país y nuestro imaginario individual y colectivo? ¿Cabe todo eso en el 0.1% de las pantallas de cine? ¿De verdad no será interesante para más del 0.002 por ciento de nosotros? • (Continuará.)
CINEXCUSAS
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CREACIÓN Por una literatura ácrata Después de Azul..., después de Los Raros, voces insinuantes, buena y mala intención, entusiasmo sonoro y envidia subterránea –todo bella cosecha– solicitaron lo que, en conciencia, no he creído fructuoso ni oportuno: un manifiesto. Ni fructuoso ni oportuno: a) Por la absoluta falta de elevación mental de la mayoría pensante de nuestro continente, en la cual impera el universal personaje clasificado por Remy de Gourmont con el nombre de Celui qui ne comprend pas. Celui qui ne comprend pas es entre nosotros profesor, académico correspondiente de la Real Academia Española, periodista, abogado, poeta, rastaquouer. b)Porque la obra colectiva de los nuevos de América es aún vana, estando muchos de los mejores talentos en el limbo de un completo desconocimiento del mismo Arte a que se consagran. c) Porque proclamando, como proclamo, una estética acrática, la imposición de un modelo o de un código implicaría una contradicción. Yo no tengo una literatura “mía” –como lo ha manifestado una magistral autoridad–, para marcar el rumbo de los demás: mi literatura es mía en mí; quien siga servilmente mis huellas perderá su tesoro personal y, paje o esclavo, no podrá ocultar sello o librea. Wagner a Augusta Holmes, su discípula, dijo un día: “Lo primero, no imitar a nadie, y sobre todo, a mí.” Gran decir. Tío Lucas El tío Lucas había logrado, tras mil privaciones, comprar una canoa. Se hizo pescador. Al venir el alba, iba con su mocetón al agua, llevando los enseres de la pesca. El uno remaba, el otro ponía en los anzuelos la carnada. Volvían a la costa con buena esperanza de vender lo hallado, entre la brisa fría
14 de febrero de 2016 • Número 1093• Jornada Semanal
La humana prosa Rubén Darío y las opacidades de la neblina, cantando en baja voz alguna “triste” y enhiesto el remo triunfante que chorreaba espuma. Si había buena venta, otra salida por la tarde. Una de invierno había temporal. Padre e hijo, en la pequeña embarcación, sufrían en el mar la locura de la ola y del viento. Difícil era llegar a tierra. Pesca y todo se fue al agua, y se pensó en librar el pellejo. Luchaban como desesperados por ganar la playa. Cerca de ella estaban; pero una racha maldita les empujó contra una roca, y la canoa se hizo astillas. Ellos salieron sólo magullados, “gracias a Dios”, como decía el tío Lucas al narrarlo.
Un poeta –Si lo permitís, señor, puede ganarse la comida con una caja de música, podemos colocarle en el jardín, cerca de los cisnes, para cuando os paseéis. –Sí –dijo el rey, y dirigiéndose al poeta-: Daréis vueltas a un manubrio. Cerraréis la boca. Haréis sonar una caja de música que toca valses, cuadrillas y galopas, como no prefiráis moriros de hambre. Pieza de música por pedazo de pan. Nada de jerigonzas ni de ideales. Id. Y desde aquel día pudo verse a la orilla del estanque de los cisnes, al poeta hambriento que daba vueltas al manubrio: tirirín, tirirín... Ilustraciones de Enrique Ochoa/color por Juan Gabriel Puga
La prima Inés, los domingos iba con la abuela a misa, muy de mañana. Mi dormitorio estaba vecino al de ellas. Cuando cantaban los campanarios su sonora llamada matinal, yo estaba despierto. Oía, oreja atenta, el ruido de las ropas. Por la puerta entreabierta veía salir la pareja que hablaba en voz alta. Cerca de mí pasaba el frufrú de las polleras antiguas de mi abuela y del traje de Inés, coqueto, ajustado, para mí siempre revelador. ¡Oh Eros! –Inés –...? ¡Y estábamos solos, a la luz de la luna argentina, dulce, una bella luna de aquellas del país de Nicaragua! Le dije todo lo que sentía, suplicante, balbuciente, echando las palabras, ya rápidas, ya contenidas, febril, temeroso. ¡Sí!, se lo dije todo: las agitaciones sordas y extrañas que en mí experimentaba cerca de ella, el amor, el ansia, los tristes insomnios del deseo, mis ideas fijas en ella, allá en mis meditaciones del colegio, y repetía como una oración sagrada la gran palabra: ¡el amor! ¡Oh!, ella debía recibir gozosa mi adoración. Creceríamos más. Seríamos marido y mujer… Esperé. La pálida claridad celeste nos iluminaba. El ambiente nos llevaba perfumes tibios que a mí se me imaginaban propicios para los fogosos amores. ¡Cabellos áureos, ojos paradisíacos, labios encendidos y entreabiertos! De repente, y con un mohín: –¡Ve!, la tontería…. Y corrió, como una gata alegre adonde se hallaba la buena abuela, rezando a la callada sus rosarios y responsos. Con risa descocada de educanda maliciosa, con aire de locuela: -¡Eh, abuelita!, ya me dijo… •
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