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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 17 de enero de 2016 ■ Núm. 1089 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

Escribir lo que se ve : la novela de la crisis española ánxElA r. AstvAlDsson Textos de

rAfAEl chirbEs, Doménico chiAppE, pAblo GutiérrEz, JAviEr lópEz mEnAcho, AlbErto olmos y b EnJAmín p rADo

El arte narrativo de A mpAro D ávilA

EvoDio EscAlAntE

Los liberales mexicanos en Nueva York

mArco Antonio cAmpos

El Observatorio de Centelleo Interplanetario de la UNAM

normA ávilA


17 de enero de 2016 • Número 1089 • Jornada Semanal

Parte sustancial de la tradición literaria española, el relato social tiene entre sus representantes actuales a escritores como Rafael Chirbes, Doménico Chiappe, Pablo Gutiérrez, Javier López Menacho, Alberto Olmos y Benjamín Prado, cuyas obras “han configurado una literatura de emergencia que

Enero Gustavo Ogarrio

pugna por aferrar este presente enfebrecido”, es decir, el de una España “sumida en una feroz crisis económica y, por extensión, social, política, territorial e institucional”. Ánxela R. Astvaldsson hace la introducción a una breve muestra de esta narrativa que es, como Sthendal quería, “un espejo a lo largo del camino”. Completa el número el ensayo que Evodio Escalante hace sobre la extraordinaria narradora mexicana Amparo Dávila, una entrevista con Ariadna Vásquez Germán, Premio Nacional de Poesía dominicana en 2012, y un texto del brasileño Augusto de Campos, recientemente galardonado con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda.

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nero es el privilegio de los callados, una resaca de pájaro herido que se dispone a enumerar el hartazgo de algún deseo intocado. Enero es el murmullo del dromedario en cuyo lomo de arena se perfeccionan las historias que sobreviven a las tormentas en el desierto. Un comerciante llamado Alí contó, después de amarrarle la pata derecha a su animal, ante el humo de un cocido de verduras, la lejana mañana en la que un hombre habló del perdón que le concedió un verdugo. Éste le dijo que lo absolvería si adivinaba cuál de sus ojos era de vidrio. El hombre condenado a muerte contestó que era el derecho. “¿Cómo lo sabes?”, preguntó el verdugo. “Porque es el único al que le queda algo de humanidad”, respondió el condenado. Enero es también el hastío de las conversaciones banales ocultas en la esperanza inerme de las promesas, en la confesión honesta que envuelve de cierto resplandor inservible los grandes momentos que no se usan para morir; palabras gastadas que mansas responden al llamado magnético de las cosas y los seres. A Mónica Tuna, una famosa prostituta guayaquileña de los tiempos de Julio Jaramillo, ya borracha le gustaba llorar porque decía que se acordaba de un mono tití que había contemplado en el zoológico de Montevideo. El mono, encerrado en una jaula abandonada que olía a fruta podrida y a excremento petrificado, permanecía quieto en un rincón, de espaldas a los miserables espectadores que recorrían el zoológico casi destruido. Hanuman, así se llamaba el mono, no se sabe si por compasión o crueldad, en Nueva Delhi había sido un dios, se leía en la placa oxidada al pie de la jaula. Así es enero: como si por un instante milenario se alejaran los ruidos de la muerte y algo de la vida quedara escondido para siempre en las cenizas de los seres humanos

Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx Ohara Koson, Mono captura el reflejo de la luna, 1927. Dominio público, fuente: wikiwand.com

Escribir lo que se ve : la novela de la crisis española

Portada: Testigos de una realidad depauperada Collage digital de Marga Peña

Directora General: Carmen Lira Saade, Director: Hugo gutiérrez Vega(†), Jefe de Redacción: LuiS toVar, Edición: FranCiSCo torreS C órdoVa , a Leyda a guirre r odríguez y r iCardo y áñez , Coordinador de arte y diseño: F ranCiSCo g arCía n oriega , Diseño de portada y dossier: marga Peña, Diseño de Columnas: J uan g abrieL P uga , Relaciones públicas: V eróniCa S iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a LeJandro P aVón , Publicidad: e Va V argaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Sema­ nal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.

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VOZ INTERROGADA

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Preguntarse

qué es la poesía LA POETISA DOMINICANA, AUTORA DE UNA CaSa azúL, DICE qUE SUS TExTOS SON INSISTENTES COMO LOS REzOS

Fuente: www.habanaelegante.com

entrevista con Ariadna Vásquez Germán Edgar Aguilar Radicada en México desde el 2004, ariadna Vásquez Germán (República vDominicana, 1977) ha publicado los libros Una casa azul (2005), Por el desnivel de la acera (2005), La palabra sin habla (2007), Cantos al hogar incendiado (2009), El Libro de las inundaciones (2011) y Debí dibujar el mar en alguna parte (2013), éste último Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de la República Dominicana en 2012. En febrero del mismo año la revista Punto de Partida de la unam publicó su antología A la garata con

puño: Muestra de poesía dominicana actual, conformada por poetas jóvenes del país caribeño. Sus poemas han aparecido en varias antologías de España y Latinoamérica.

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omo dice Dylan Thomas, empecemos por el principio. ¿Hay un principio en tu forma de hacer poesía? –Creo que en principio sólo trato de no dejarme llevar por el primer impulso de escribir esas palabras que andan merodeando, es decir, las escucho, a veces por días, y ando escribiendo en mi cabeza, como si anduviera rezando o algo así. Lo que intento con ello es ir más allá de esas primeras palabras y encontrarme con aquello que estoy presintiendo. Lo hago porque a veces me da la impresión de que esas primeras palabras están bordeando

algo más profundo, más difícil de decir. quizás ese sería para mí un principio para escribir, pero no es una norma. –Me llama la atención la expresión que empleas, “como si anduviera rezando”, porque es algo que se percibe en el tono de algunos de tus poemas. Una suerte de confesión y rezo. ¿Tiene que ver con una particularidad de la mujer del Caribe? –No creo que tenga que ver con una particularidad del Caribe, me parece que es algo personal. En la isla, eso sí, se canta mucho, se reza mucho, se silba todo el tiempo, la gente tararea mientras camina, porque a veces no hay prisa y está el calor que aletarga. De todas formas, creo que el rezo, la oración, tiene esa magia de algunos versos; la música hace que los recuerdes, que los repitas hasta llevarlos como un tatuaje en la voz. Y sí, estoy de acuerdo contigo, algunos de mis textos poseen esa particularidad del rezo, como si a fuerza de ser repetitivos, de enumerar e insistir, quisieran permanecer en algún lugar, tomar presencia. –¿Por qué elegiste México para vivir, estudiar y desarrollar buena parte de tu trabajo literario? –quizás puedo decir que México me eligió para vivir aquí. Fui tocada por esta tierra desde mi primera visita. Me maravilló el caos de la ciudad, sentí que podía pasarme cualquier cosa aquí, como si el cuerpo estuviera más expuesto en un valle como éste, con tanta gente caminando y los subterráneos que parecen llevarte a otro lugar insospechado. Pienso además que mi huida de la isla era necesaria, ahora lo veo así. Estando acá también me siento más caribeña que nunca, más cerca de mis costas, pero esa identificación es también sospechosa. Siempre seré isleña, es algo que llevo integrado al cuerpo de una forma que antes no podía reconocer. Después de la vida continental te das cuenta de que la continuidad o la idea del viaje se distorsiona: no es lo mismo moverte en una tierra donde las fronteras te llevan a otras tierras; o en relación a la isla, donde los bordes devienen siempre en mar. Pero también presiento que más allá de vivir en la isla o no, lo que prefiero es la sensación de orfandad, vivir en un exilio que siempre he perseguido, como en la literatura, o más concretamente en la poesía, una morada donde aquello que se sostiene siempre puede fugarse, o al menos, agitarse. –Pero esa sensación de encontrarte bordeada siempre por el mar, deviene, a su vez, como es tu caso

ahora al vivir en Ciudad de México, en otro tipo de opresión, como lo describes en tu poema “Pantano”. –Efectivamente. Siempre que me refiero al mar, relacionado con la isla, lo hago desde una perspectiva de encierro y no de un borde que ofrece la libertad. Esto, claro, está muy matizado por la cuestión migratoria, porque no en todas las islas aplicaría esta concepción del mar como un muro; los dominicanos requerimos visa para ingresar prácticamente a cualquier país del mundo. Por tanto, vivir rodeado de mar en esta isla en particular tiene algo trágico, porque ya sabemos que el mar estimula al hombre a viajar, a irse hacia aquello a lo que nos invita ese horizonte lejano, y en mi isla esa invitación es un gesto triste, un guiño macabro. En “Pantano” hablo de algo que se siente sospechoso en todos lados, que es como una basurita que anda rondando en cada rincón, y es como si esa opresión que dices estuviera en todas partes, se trasladara de la isla al valle, cuyos barrotes serían seguramente las montañas. –¿Qué impresión tienes de los poetas mexicanos de tu generación? –Mi impresión sobre gran parte de la poesía mexicana joven es que se sigue destacando dentro del mundo literario latinoamericano. Por otro lado, lo que presiento es que quizás muchos poetas jóvenes parecen albergar una intención única de romper, quebrar, hacer ruido, o de una rebeldía a la que a veces le falta abarcar más al lenguaje y menos al propósito específico de la irreverencia; y ese tipo de escritura se me antoja a veces como un artificio, o a mí particularmente no me hace camino. –¿Qué es para ti la poesía? –Esa es siempre una gran pregunta. Y tiene tantas respuestas como huecos. En el intento de responder qué es poesía se hace poesía, a veces. Preguntarse qué es la poesía es quizás preguntarse qué es el mar, y uno sabe que existe y hay estudios inmensos sobre los océanos, y hay tanta vida allí, pero siempre resulta un misterio, porque uno puede decir el mar de muchas formas, agua, peces, acantilados, montañas ahogadas, la oscuridad, una corriente interna, poderosa, que ilumina la vida adentro como sangre, la tierra encierra el mar, o el mar la tierra, pero al final no sabemos qué es el mar. Como diría Eugenio de Andrade: “Yo tampoco sé lo que es el mar, espero la madrugada, impaciente, los pies descalzos en la arena…”


El arte narr

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La joven Amparo Dávila, foto tomada de YouTube

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in los reflectores de otras grandes escritoras del medio siglo como las admiradas Rosario Castellanos y Helena Garro, Amparo Dávila se impone en la escena literaria de nuestro país por el arte riguroso de la ficción, que tiene en ella a uno de sus más finos representantes. “Escribir es una enfermedad incurable”, ha dicho la narradora en una reciente entrevista. Pero esta enfermedad, habría que añadir, la ha cultivado ella con una entrega y una disciplina que muy pocos alcanzan y que se refleja en la impecable maestría de sus textos. La niña solitaria y enfermiza que ve las primeras luces en Pinos, zacatecas, un pueblo minero semiabandonado, la niña rodeada de muerte que se imagina a sí misma como una aprendiz de alquimista que sube al monte para coleccionar flores y piedras con las que intentará hacer mágicos menjurjes, la niña friolenta y asustadiza a la que acosan los fantasmas y los sobresaltos del insomnio, que descubre en la biblioteca del padre La divina comedia, de Dante con el primer beso de Paolo y Francesca y el magisterio simbólico de Virgilio, encuentra en la escritura una forma de diálogo que le atempera la soledad y que le ayuda a convivir con los seres imaginarios que le espantan el sueño y que le hacen compañía en las altas horas de la madrugada. Si la vida está hecha de encuentros afortunados, sin duda el que la marca para siempre en su carrera como escritora es su amistad con Alfonso Reyes. Amparo Dávila conoce al escritor en San Luis Potosí, y cuando se traslada a vivir a Ciudad de México a mediados de los años cincuenta, al poco tiempo se convierte en su secretaria. “A su lado, en la Capilla Alfonsina –rememora la escritora– aprendí muchas cosas que han sido fundamentales para mi oficio: aprendí a ser libre y no guiada por algún grupo o círculo literario, a no tener más compromiso que conmigo misma y la literatura; también aprendí que la prosa es una disciplina ineludible y comencé a practicarla como mero ejercicio.” La amistad de Reyes, podría decirse sin exageración, fue la gran beca que necesitaba para encontrar su camino en las letras. Varios años después recibe el estipendio del Centro Mexicano de Escritores, pero para entonces Amparo Dávila ya había publicado, además de sus libros de poesía, con los que se inicia, Tiempo destro­ zado (1959) y Música concreta (1964), los textos que la consagran como una delicada y consumada artista de la prosa. Si bien es cierto que recibe en 1977 el Premio xavier Villaurrutia por su tercer libro de cuentos, Árboles petrificados (1977), lo subrayable es que los lectores y la crítica literaria ya la habían consagrado de modo unánime desde los años sesenta. Los críticos más reconocidos del momento, como Emmanuel Carballo, María del Carmen Millán y Aurora Ocampo la incluyen en sus respec-

tivas antologías del cuento. Sus textos merecen la atención de personalidades tan diversas como Luis Mario Schneider y Eunice Odio, Huberto Batis y Luis Leal, María Elvira Bermúdez y Silvia Molina, Elena Urrutia y Margarita Villaseñor, y, sorpresas nos da la vida, José Vázquez Amaral, profesor en la Rutgers University de Estados Unidos, famoso años después por su titánica traducción de los Cantares completos, de Ezra Pound, reseña su primer libro de cuentos en The New York Times. Lo unheimlisch (lo siniestro u ominoso) de Sigmund Freud y la figura romántica del doppelgänger (esto es, del doble) han sido invocados a menudo por los estudiosos para tratar de explicar la mecánica de sus textos. La referencia al realismo fantástico, Todorov de por medio, ha sido otro de los caballos de batalla con que se ha pretendido encasillar su escritura. Lo cierto es que estas aproximaciones, que peligrosamente se convierten en esquemas explicativos, recubren a menudo el núcleo vivo de sus textos añadiendo innecesarias capas de interpretación que acaso ocultan y vuelven invisible lo que hay de más peculiar en ellos. Se diría que la hermenéutica es como el adjetivo: que cuando no da la vida, mata; y cuando no ilumina de lleno, entenebrece, distorsiona y oculta. Por supuesto, la obra precisa y condensada de Amparo Dávila no necesita un mesías de la crítica, sino antes bien la devoción del atento lector, liberado de los lugares comunes y de los prejuicios que a menudo empañan el trabajo y el placer de la lectura. Una de las mejores narradoras de nuestro tiempo, Cristina Rivera Garza, le rinde a Amparo Dávila un homenaje que estimo tiene dimensiones generacionales, al convertirla en personaje de su novela La cresta de ilión (2002). Su obra, por lo demás, merece cada vez mayor atención por parte de los estudiantes de letras tanto en la licenciatura como en el postgrado. Entre los múltiples acercamientos que sus textos provocan, quisiera destacar un ensayo más o menos reciente de la profesora Lidia García Cárdenas incluido en un libro que coordinaron Gloria Vergara Mendoza y Ociel Flores Flores, Hermenéutica de la literatura mexicana contemporá­ nea (México, uam -Azcapozalco, 2013), Resonando sin duda con la temprana lectura que hizo Amparo Dávila de la Comedia del Dante, Lidia García Cárdenas nos invita a penetrar en los “pasajes del inframundo” que encuentra en la narrativa de nuestra autora. El simbolismo es claro: lo alto y lo bajo representan un juicio de valor. Por una escalera se puede ascender hacia la libertad y la espiritualidad, pero de igual modo es posible descender hacia lo grosero y corrupto, hacia lo banal y lo cotidiano. Apoyándose en Lotman y Bachelard, Foto: María Meléndrez Parada/ La Jornada

Amp

FUE DISCíPULA DE ALFO ESCRIBIó TiEMPo DESTRoza

Lidia García Cárdenas analiza la significación del eje vertical, vinculado al ascenso o descenso simbólico de los personajes, con el eje horizontal de la existencia cotidiana. Para ilustrar su idea escoge tres textos de Amparo Dávila: “Fragmento de un diario”, “El desayuno” y “óscar”, tomados respectivamente de Tiempo destro­ zado, de Música concreta y de Árboles petrificados.

La obra precisa y condensada de Amparo Dávila no necesita un mesías de la crítica, sino antes bien la devoción del atento lector, liberado de los lugares comunes y de los prejuicios que a menudo empañan el trabajo y el placer de la lectura.


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Dávila

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ONSO REYES, DE qUIEN “APRENDIó A SER LIBRE”. aDo Y MúSiCa CoNCRETa, ENTRE OTRAS OBRAS.

Evodio Escalante

Los espacios en los que transcurre la acción narrativa tienen un significado. Advertir de modo preciso el significado de estos espacios, del sótano, de la planta baja, donde se encuentra el comedor, y del primer piso en el que están las habitaciones, por poner un ejemplo, ayuda a develar la estructura ética y hasta sociológica del texto titulado “óscar”. No voy a repetir los ricos y sugerentes análisis de Lidia García Cárdenas. Remito a ellos a la vez que me permito esbozar en dos o tres brochazos lo que los relatos de Amparo Dávila me hacen pensar. En este cuento, se diría, la arquitectura misma de la casa de los personajes ya indica una posición de valor. La tópica freudiana parece cumplirse al pie de la letra: el sótano sería el dominio del inconsciente y de los instintos que amenazan la vida normal; a la planta baja correspondería al “yo”, al ego del aparato psíquico freudiano, mientras que el primer piso, al que naturalmente se accede por escaleras, podría representar la conciencia moral o el super-yo de los personajes. Mónica, la hija de familia, regresa a la casa familiar después de haber vivido mucho tiempo en la capital, pero este regreso a la provincia significa enfrentarse a todo aquello de lo que ella había intentado escapar: la presencia de lo siniestro. A través de su mirada descubrimos poco a poco la naturaleza de ese infierno. Su hermano óscar, que acaso padece una enfermedad mental, habita en el sótano, tras una puerta metálica. Pero desde ahí regula cada vez con mayor eficacia la vida de los otros habitantes de la mansión al grado de hacerles la vida insoportable. En el comedor de la planta baja se reúne el resto de la familia para simular que viven una vida como la de todos, lo cual se ve desmentido con el catastrófico incendio del final que se origina en el sótano y que termina arrasando con la casa de la familia. Esto que comento basta para que adviertan el significativo papel del espacio en los textos de nuestra autora. Siempre me llamó la atención ese extraño texto que se titula “Fragmento de un diario”. Antes que nada, y sobre todo, porque me parece una paráfrasis feliz de otro breve texto de Franz Kafka titulado “Un artista del hambre”. En este caso lo que tenemos es un artista que experimenta no con las palabras, los sonidos o los colores, sino con el dolor. Al revisar la ficha de Amparo Dávila en el Diccionario de escritores mexicanos que coordinó la doctora Aurora Ocampo en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la unam , advierto que una primera versión de este texto tenía un título más completo: “Fragmentos del diario de un masoquista.” Al prejuzgar al autor del diario como un “masoquista”, esta primera versión estrechaba la significación del texto y acaso hasta tomaba partido en contra de ese evidente enfermo al

que le gustaba procurarse él mismo una considerable cuota de sufrimiento corporal. Con sabiduría narrativa, me parece, Dávila abrevió el título para indicar que cualquiera de nosotros puede ser el autor de ese diario. Como apunta muy bien García Cárdenas, no hay una sino dos escaleras en este relato. La escalera física del edificio, por donde suben y bajan los inquilinos del mismo, interrumpiendo a menudo los experimentos del personaje, y la otra escalera, de índole moral, y hasta metafísica, que es la escala del dolor que el protagonista se infringe a sí mismo. Porque de esto se trata: de alcanzar el máximo sufrimiento posible, hiriéndose, torturándose hasta desmayarse, como una forma que tiene el personaje de experimentar algún tipo de éxtasis y de acrecentar con ello su espiritualidad. Ahora que regreso a este texto maestro me viene a la cabeza que acaso con él su autora quiso representar de manera simbólica, no tanto la vida de un personaje al que de modo fácil podríamos designar como masoquista, sino lo que significa ser escritor. Tal cual. Escribir un cuento, lo mismo un cuento maestro que un cuento común y corriente, pero eso sí, con pretensiones literarias, implicaría de algún modo ascender renglón por renglón en la escala metafísica del dolor. Saber que se escribe para sufrir. Pero que este sufrimiento autoinducido es de algún modo un acto de libertad y una salvación.

¿qué tiene qué ver escribir un cuento con esta experiencia graduada y a la vez intensificada del dolor? Lo diría de esta manera: escribir un cuento es capturar una sabiduría, sabiduría que pretende condensar la quintaesencia de la experiencia humana. Amparo Dávila, gran lectora de la Biblia, no me dejará mentir. El Libro de la sabiduría lo declara de modo tajante: Quien añade sabiduría, añade dolor. Implacable exploradora del universo humano, cada uno de los textos de Amparo Dávila es una incursión en los territorios del sufrimiento. Al escribirlos, al redactarlos, al pulirlos, ella misma va graduando su escala como si tratara cada vez de ir más allá de lo permisible y de lo humanamente soportable. Como si estuviera completamente de acuerdo con Nietzsche, cuando decía: Tenemos el arte para no perecer de la verdad

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Los liberales mexicanos en Nueva York Marco Antonio Campos EN SU NOVELA La iSLa TiENE foRMa DE baLLENa, VICENTE qUIRARTE COMBINA PERSONAJES REALES Y FICTICIOS.

Vicente Quirarte. Foto: Notimex/Jessica Espinosa/JES/ACE/

A

la manera de José Emilio Pacheco, Vicente quirarte es el hombre de letras de su generación. Conocido como poeta, ensayista, cronista y cuentista, quirarte nos entrega ahora, a sus sesenta y un años, su primera novela, La isla tiene for­ ma de ballena (Seix Barral, 2015), en la que recrea con viveza un trozo de historia escasamente conocido, el cual es la vida de una veintena de liberales mexicanos en los años de la Intervención Francesa (1863-1867) en Nueva York, del cual el más destacado, el alma de la resistencia, pese a aparecer poco, es el periodista y político Francisco zarco. En la novela, quirarte combina personajes reales y ficticios, hechos reales e inventados, documentos auténticos y falsos…Curiosamente, sobre los que más giran los hechos, sobre quienes se sostiene más la intriga, son los ficticios (Arístides Bringas, eje clave; Sebastián Casanueva, joven poblano converso al liberalismo; Luz Contreras Flannagan, una suerte de Mata Hari enviada por los conservadores para torpedear a los enemigos políticos), y en segundo término, quien descuella es Margarita Maza, que dirige cartas a su esposo Benito Juárez, en las cuales relata las andanzas de la familia en ny y Washington y recuenta acerca de lo que se va enterando del acaecer político en nuestro país. Como todo mexicano sabe, la esposa e hijos de Juárez se refugian en 1864 en Nueva York y luego en Washington para evitar un posible secuestro por parte del ejército de ocupación. La familia permanecería en eu tres años. Se instala en Nueva York de principio en la calle 13 este # 26. Llega durante el último tramo de la terrible Guerra civil estadunidense que, para fortuna de México, ganaron los unionistas a los confederados. Pese a no aparecer como personaje activo, detrás de cada línea, se percibe, en una vía, la gran sombra de

Juárez, y en otra vía, el dilema o el destino de la forma de gobierno de un país desangrado: monarquía o república. Entre los más conocidos miembros del Club Liberal Mexicano en ny se contaban, además de zarco, el coronel Manuel Balbontín, “historiador verídico” (así lo llamó el académico Fernando de Ocaranza); Jesús González Ortega, general triunfador de la batalla de Calpulalpan y candidato fallido a sustituir a Juárez en la presidencia en 1864; Juan Jozé Baz, exgobernador del Distrito Federal, liberal enconado; el zacatecano Felipe Berriozábal, varias veces después secretario de Guerra y Marina; José Rivera y Río, autor de Los dra­ mas de Nueva York, y el yerno de Juárez, el cubano Pedro Santacilia, casado con su hija Manuela, y corresponsal esencial del oaxaqueño. Buen número de los liberales en Nueva York había participado antes en la guerra con los Estados Unidos (1846-1848), en la Revolución de Ayutla de 1855 y en la Guerra de los Tres Años (1857-1860). En una guerra injusta, como la hecha por los franceses, cada quien tiene una manera de defender su país. En el exilio estadunidense, los liberales lo hicieron con la diplomacia, la compra de armamento, la búsqueda de apoyos, la pluma… En La isla tiene forma de ballena, el autor combina la crónica, el diario, el epistolario, el diálogo, la descripción urbana, el pasaje histórico, y en diversas páginas describe el Nueva York de aquel decenio muy lejos de la mínima pulcritud, con sus barrios y calles y comercios y teatros y parques y hospitales y cementerios y gente de múltiples nacionalidades y razas… Poseedor Vicente quirarte de una prosa ágil y elegante, la novela no deja de leerse con interés, salvo capítulos tratados como con fórceps, por ejemplo, aquel del diálogo entre Francisco zarco y José Rivera y Río, o bien cuando entra en disquisiciones sobre sus autores y aficiones literarias, en particular acerca de Edgar Allan Poe y el poema “El cuervo”, que sólo ponen

En una guerra injusta, como la hecha por los franceses, cada quien tiene una manera de defender su país. En el exilio estadunidense, los liberales lo hicieron con la diplomacia, la compra de armamento, la búsqueda de apoyos, la pluma…

más espigas que abultan el granero. Pese a eso, o más allá de eso, el desarrollo de la trama fluye y seguimos con vivo interés las incidencias de los personajes. En la novela hallamos indirectamente los acontecimientos fundamentales de la Segunda Intervención francesa: la batalla de Puebla del 5 de mayo de 1862; la caída de Puebla en manos de los franceses el 15 de mayo de 1863; la entrada de los franceses y la ocupación de las ciudades importantes; los pleitos de Juárez y González Ortega, incluyendo aquellos de los partidarios, por la presidencia de la República; la guerra de guerrillas contra el invasor; divisiones y deserciones de políticos y combatientes liberales; la partida de México del ejército francés vencido por los mexicanos; el pacto de Maximiliano con los conservadores para seguir en la lucha, y en 1867, el inicio del sitio de querétaro el 3 de marzo, la batalla final del 2 de abril en Puebla, la toma de querétaro el 15 de mayo y el fusilamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía en el escueto cerro de las Campanas el 19 de junio. Nos emocionan también los flashbacks sobre hechos de la guerra de despojo de los Estados Unidos contra México, entre ellos las páginas vindicativas sobre el Batallón de San Patricio, y asimismo, la sobria y vívida recreación del asesinato de Abraham Lincoln el 15 de abril de 1865 en el teatro Ford de Washington, dC . Más allá de los pleitos finales que hubo entre buen número de ellos, México tuvo en esos años de 1857 a 1875 –por poner aproximativamente dos fechas– la suerte de contar con la mejor generación de hombres de su historia. Vivieron intensamente el drama del país y le encontraron un destino. Vencieron por primera vez a una potencia extranjera, triunfó la República, crearon el Estado laico, se evitó que varios estados se desmembraran o independizaran, se respetaron las libertades democráticas, y ninguno de los prohombres se enriqueció en los puestos del poder público… En suma: acabaron de completar la independencia, que desde 1821 no acababa de darse del todo. La isla tiene forma de ballena, trozo de aquella épica, es un reconocimiento para quienes con altas miras veían a México como algo sagrado y no como un botín para saquearlo. Ante los delincuentes políticos que nos gobiernan desde hace décadas, lo creado por aquella generación fue un jardín y no este erial empequeñecido y marchito. Una de las fuentes de consulta de Vicente para escribir la novela fueron los libros del historiador Martín quirarte, quien, entre muchas otras cosas, fue un especialista en el tema del Segundo Imperio. Si viviera Martín quirarte, me digo, se sentiría orgulloso de la muy buena novela que su hijo acaba de publicar y que tal vez a él mismo no le hubiera disgustado escribir


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Verso reversocontroverso Augusto de Campos

Recientemente galardonado con el Premio iberoamericano Pablo Neruda, augusto de Campos (1931) es una leyenda viva de la poesía brasileña. Junto con su hermano Haroldo de Campos y Décio Pignatari, fundó el movimiento de Poesía Concreta, que subrayaba la necesidad de la invención constante y la reexplora­ ción del pasado literario, a la vez que se apoyaba en elementos visuales y sonoros. El presente texto, una suerte de poética, es el prólogo a Verso reverso controverso, uno de sus múltiples libros de ensayos y traducciones, que va de los trovadores provenzales a los cantores populares del nordeste de brasil. anterior­ mente, poetas como Nicanor Parra, Juan Gelman, José Emilio Pacheco y Ernesto Cardenal fueron distinguidos con este premio.

DE CAMPOS ES COFUNDADOR DEL MOVIMIENTO BRASILEñO POESíA CONCRETA

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sí como hay gente que le tiene miedo a lo nuevo, hay otros que le temen a lo antiguo. Yo pelearé hasta la muerte por lo nuevo a causa de lo antiguo y daré la vida por lo antiguo a causa de lo nuevo. Lo antiguo que fue nuevo es tan nuevo como lo más nuevo. Es preciso, eso sí, saber distinguirlo en medio de todos esos infames vejestorios con que nos han embaucado durante tanto tiempo. Arnaut Daniel, Joâo Airas de Santiago, John Donne, Marino, Corbière o Hopkins, Gregório de Matos o Sousândrade o Kilkerry, por hacer una lista más extensa, no son menos nuevos que Joyce o Pound u Oswald o Pignatari. Son hermanos en el tiempo, sí, y son más nuestros hermanos y se hallan más próximos a nosotros que la flácida mayoría de los li­ teratti que nos rodean. ¿Cómo no amarlos? Es mi amor vegetal creciendo vasto. “En esas condiciones tan precarias, ante la falta de gente para coexistir, como la que hoy padecemos, ¿qué puede hacer un hombre sensible si no inventar a sus amigos, o por lo menos, a sus compañeros de espíritu?” (Fernando Pessoa). Mi forma de amarlos es traducirlos. O deglutirlos, según dicta la Ley Antropofágica de Oswald de Andrade: sólo me interesa lo que no es mío. Traducción para mí es persona. Casi heterónimo. Penetrar en la piel del fingidor para volver a fingir todo de nuevo, dolor por dolor, color por color, sonido por sonido. Por eso nunca me propuse traducirlo todo. Sólo aquello que siento. Sólo aquello que miento. Lo que miento que siento, como diría, una vez más, Pessoa en su propia persona. quiérase o no: traducción es crítica, como advirtió Pound mejor que nadie. Una de las mejores formas de crítica. O por lo menos la única realmente creativa –cuando es creativa. Hay más. Viendo lo que ellos hicieron en su tiempo aprenderemos mejor qué hacer o no hacer –porque ya alguien lo hizo mejor– en el nuestro. El “paideuma” de Pound: una organización de materiales para que el próximo hombre o la próxima generación no batalle tanto para encontrar la parte más viva de ella y no pierda el tiempo con cosas obsoletas. La poesía es una familia dispersa de náufragos braceando en el tiempo y en el espacio. Intento reunir aquí a algunos de sus raros sobrevivientes, de los que siento más cerca de mí: aquellos que lucharon bajo una bandera y un lema radicales: la invención y el rigor. Los intraducidos y los intraducibles. Los que alargaron el verso e hicieron controverso, para llegar al reverso. Si alguien dijera que eso nada tiene que ver con el presente, responderé que es mentira. Ezra Pound aprendió mucho con varios de ellos. Y quien no aprendió de eP merece más nuestra lástima que nuestra condena, como dice Hemingway. Los concretos aprendieron mucho con esa gente. Los futurócratas pasadofóbicos, que dividen la historia en antes y después de sí mismos, no pasan de ser mediocres narcisistas que van directo a ser enterrados en el próximo pasado del futuro. La poesía, por definición, no tiene patria. O mejor, tiene una patria mayor. “Un Oriente al oriente del oriente.” Pero si alguien dijera que todo eso no tiene que ver con “nuestras raíces”, sería otra mentira. Un día, un dedo, un dado dicen lo contrario. Es eso. Huevo nuevo en lo viejo. “Lo fui en otro tiempo ahora.”

Traducción del porTugués de iván garcía Augusto de Campos. Fuente: jornalnegritude

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Escribir lo que la nove ánxela r. Astvaldsson

EN dIfErENTEs épOCAs, LOs EsCrITOrEs hAN dENUNCIAdO LA COrrUpCIóN Y LAs práCTICAs TIráNICAs dE LAs sOCIEdAdEs EN dEsMOrONAMIENTO.

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esde 2008 España está sumida en una feroz crisis económica y, por extensión, social, política, territorial e institucional, provocada en gran medida por el estallido de la burbuja inmobiliaria. La pesadilla se prolonga hasta la actualidad con nuevos perfiles y los signos de que lo hará al menos un lustro más, en el mejor de los casos, una década en el peor, son más y más poderosos que aquellos que indican que lo peor ya pasó, como se empeñan en promulgar interesadamente algunos, adjuntando como pruebas las insignificantes briznas de cambio ante una población agotada y descreída. Como escritor, frente a la realidad empecinada cabe plegarse a una de las dos posturas clásicas: evadirse mediante la práctica creativa de un escapismo esterilizado u optar por ser testigo de cargo de esa realidad enajenada, con todas sus consecuencias. Si nos ceñimos a la tan traída y llevada cita de Sthendal sobre la novela realista como un espejo a lo largo del camino, desde 2008

el espejo a lo largo y ancho de España refleja colas de desempleados de larga duración, extrema precariedad laboral, familias desahuciadas de sus viviendas y endeudadas de por vida, recortes en educación y salud, ancianos a quienes los bancos han robado los ahorros de toda una vida; incontable depauperación social y moral e infinito desaliento, para decirlo rápido. que mucho o gran parte de esta exasperación no se hubiera colado al menos en una rendija de la novelística actual, hubiera indicado una conducta patológica por parte de los autores, como mínimo. Una indolencia insoportable, pues la novela ahora más que nunca ha de ser un soporte social por agotamiento. Es preciso tener presente que, lejos de ser una circunstancia forzada por un contexto imperativo, el relato social está profundamente imbricado en la tradición literaria española: desde el Cantar de Mío Cid, pasando por la novela picaresca, el propio Don Quijote, numerosas comedias de Lope de Vega, el proyecto realista de Pérez Galdós, por citar

ejemplos sobresalientes, han testimoniado un rechazo al poder establecido y expuesto la conciencia de los autores contra las desigualdades sociales, la corrupción y las prácticas tiránicas. Nombre mayor de este compromiso es el inexpugnable Rafael Chirbes (1949-2015), uno de los escritores que más y mejor ha hundido sus herramientas en el fango de lo que ya sabemos que, además de crisis, fue y es estafa. En Crematorio (Premio Nacional de Crítica 2007) anticipó la cultura del pelotazo y la burbuja inmobiliaria a través de una narración enfebrecida y totalizadora de alcance social y existencial: “Lo que se quiere contar aquí es cómo nuestra modernidad, lo que se suponía que íbamos a traer detrás del franquismo, ha dado como fruto esta especie de planta venenosa que nos asfixia.” En la orilla, elegida con justicia como mejor novela de 2013 y casi unánimemente considerada la novela de la crisis, es de nuevo un pararrayos de las tensiones de época, del “estado del alma humana a

Crisis, ficció

LOS SIGUIENTES TExTOS SON FRAGMENTOS DE L EN ELLOS SUS AUTORES DAN CUE Rafael Chirbes

Pablo Gutiérrez

Crematorio rafael Chirbes

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ace milenios que se destruye esta tierra. No queda ni un rincón que no haya sido violado. Mira aquí mismo, dentro de Misent. No hay más que leer los periódicos. Durante una obra destruyen una villa romana, destruyen un hamán almohade, una muralla califal, han destruido media docena de fonduks (al parecer, dicen los periódicos, esta fue una ciudad comercial en el siglo xii : contactos con Alejandría, con Túnez, con Sicilia). Eso dicen los periódicos que hacemos los constructores. Como si el hamán o la muralla califal no hubieran destruido la muralla o el templo que los precedió. ¿Cuál es el estrato en el que reside la verdad?, ¿en cuál debería la humanidad haberse detenido para ser auténtica? El ruso, con su hiperactividad de insomne: esta mañana tenía los ojos pastosos, olía a alcohol, y a ese destilado agrio que deja en el sudor la cocaína, se notaba que aún no se había acostado. He pensado que se-

guramente sigue en sus tráficos con Guillén. Y también que capitalismo y cocaína tienen algo en común. Construcción y cocaína tienen mucho en común, además de algunas cuentas corrientes engordadas deprisa. La hiperactividad, el empeño por luchar contra el tiempo. Capitalismo y cocaína, este frenético no parar.

en la orilla rafael Chirbes

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l primero en ver la carroña es Ahmed Ouallahi. Desde que Esteban cerró la carpintería hace más de un mes, Ahmed pasea todas las mañanas por La Marina. Su amigo Rachid lo lleva en el coche hasta el restaurante en que trabaja como pinche de cocina, y Ahmed camina desde allí hasta el rincón del pantano donde planta la caña y echa la red. Le gusta pescar en el marjal, lejos de los mirones y de los guardias. Cuando cierran la cocina del restaurante –a las tres y media de la

tarde–, Rachid lo busca y, sentados en el suelo a la sombra de las cañas, comen sobre un mantel tendido en la hierba. Los une la amistad, pero también se brindan un servicio mutuo. Pagan a medias la gasolina del viejo Ford Mondeo de Rachid, una ganga que consiguió por menos de mil euros y ha resultado ser una ruina porque, según dice, traga gasolina con la misma avidez con que un alemán bebe cerveza. Desde Misent al restaurante hay quince kilómetros, lo que quiere decir que, sumando ida y vuelta, el coche se chupa tres litros. A casi uno treinta el litro, suponen unos cuatro euros diarios sólo en combustible, ciento veinte al mes, a descontar de un sueldo que apenas llega a los mil, ese es el cálculo que le hace Rachid a Ahmed (seguramente exagera un poco), por lo que Ahmed le abona a su amigo diez euros semanales por el transporte. Si encontrara trabajo, se sacaría el carnet y se compraría su propio vehículo. Con la crisis es fácil encontrar coches y furgonetas de segunda mano a precios irrisorios, otra cosa es el rendimiento que te proporcionen después: coches de los que la gente ha tenido


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se ve : ela de la crisis española principios del siglo xxi ”. “Vosotros lo tenéis todo, yo tengo una escopeta,” profiere cargado de impotencia el personaje central de la novela, obligado a cerrar una carpintería en una localidad valenciana próxima a la costa, que vivió del esplendor de las décadas de la construcción masiva; un hombre ahora vacío, despojado, enajenado. Ha dejado en el paro a cinco trabajadores y su padre, enfermo terminal, se apaga mientras él intenta sobrellevar el desmoronamiento que le ha tocado, como a tantos. Narra con mano firme y sin concesiones la resaca que siguió a la farra de los años de bonanza, y que todavía dura, y revela los abusos cometidos por constructores y políticos, que han terminado por desfigurar y corromper el paisaje material y emocional de buena parte de la gente común. Pero justo es reconocer que la trayectoria de denuncia de Chirbes, fallecido inesperadamente en agosto de este año, no es ni de lejos una actitud sobrevenida por la circunstancia histórica, sino que responde a un pro-

yecto creativo –y, por lo tanto, vital– que arranca desde sus inicios como escritor. Chirbes fue el cronista de una época implacable que diseccionó, orillado (quizá sólo desde ahí se está en condiciones de denunciar) por un sistema que le repugnaba, siempre con alto grado de exigencia compositiva y expresiva, y alejado de falsas concesiones maniqueas: “No me gusta pasar la mano al lector a favor del pelo. Hay que pasársela en contra.” Reacio a poner palabras más allá de las que están en sus novelas, cuando se le preguntaba de dónde nacía su ímpetu narrativo, se limitaba a un certero: “Escribo de lo que veo.” No cabe mayor honestidad.

literatura de emergenCia Las historias de los personajes de Democracia (2012), de Pablo Gutiérrez, podrían haber salido de las páginas de cualquier periódico nacional: “De economía sé lo que todos hemos aprendido desde 2008. quise contar cómo

afecta un colapso cósmico a seres individuales, la intrahistoria, qué relación hay entre el gran mundo de las finanzas y una vida pequeña. Ya lo hizo Galdós en los Episodios Nacionales. Él cuenta cómo la batalla de Trafalgar afecta a un grumete, y nuestro Trafalgar ha sido Lehman Brothers.” Como Gutiérrez, varios escritores han optado por escribir no para modificar, pero sí al menos para comprender –puesto que la literatura es un medio de conocimiento–, y en ese sentido han configurado una literatura de emergencia que pugna por aferrar este presente enfebrecido. Estos son algunos de sus nombres y aportaciones: Alberto Olmos (Ejército enemigo, 2011); Benjamín Prado (ajuste de cuentas, 2013); Javier López Menacho (Yo, precario, 2013); Esther Guillem (bestseller, 2013); José María Guelbenzu (Mentiras aceptadas, 2013); Isaac Rosa (La habitación oscura, 2013); Domenico Chiappe (Tiem­ po de encierro, 2013); Elvira Navarro (La trabajadora, 2014); y Ricardo Veredas (Deudas vencidas, 2014)

ón y realidad

LA NARRATIVA ESPAñOLA ESCRITA EN ESTE SIGLO; ENTA FIDEDIGNA DE LA REALIDAD. Alberto Olmos

que desprenderse antes de que se los llevara el banco, furgonas de empresas que han quebrado, auto caravanas, camionetas: es época de oportunidades para quien tenga algún euro que invertir comprando a la baja. Lo que no sabes nunca es el regalo envenenado que guardan dentro esas gangas. Consumo desmedido de combustible, piezas que hay que cambiar al poco tiempo, accesorios que se estropean con sólo mirarlos. Lo barato suele salir caro, refunfuña Rachid, mientras le pega un acelerón. Ahí nos hemos gastado medio litro. Vuelve a acelerar. Ahora, otro medio litro. Se ríen. La crisis impone su mandato por todas partes. No sólo en los de abajo. También las empresas están quebradas o a medio quebrar. El hermano de Rachid trabajaba en un almacén de materiales que tenía siete camiones y otros tantos choferes, eso fue hace cuatro años. En la actualidad, los han despedido a todos y los camiones permanecen aparcados en la playa de asfalto que hay en las traseras del almacén. Cuando tienen que realizar un porte, contratan por horas a un chofer autónomo que les hace el trabajo

en su propio camión, cobra al contado, a tanto la hora, a tanto el kilómetro, y vuelve a quedarse…

demoCraCia pablo Gutiérrez

Siempre un asunto previo, obligaciones y tiempo robado. Esa estrechez de crono afila el trazo, no lo mejora, ni lo hace más bello pero te permite pensar que no hay tiempo para más, así queda. Sin embargo, cuando el tiempo sobra y rebosa y burbujea, ya no queda excusa, eres tú, Marco, contra ti, Marco. No hay dónde esconderse, no se puede. El tiempo entregado en tus manos es un espejo, si no soportas la imagen que refracta es porque nada sirve, los años se perdieron en una distracción que no conduce a ningún lado, existencialismo repentino. Ni siquiera es una idea en tu cabeza, Marco: es una carencia. Marco carente de alguna cosa indefinible, indibujable.

Esther Guillem

Y por eso Marco se hunde, no puede, no sabe. Si no se dibuja, no existe. Nada que no quepa en el cuaderno existe... es incapaz de imaginar ninguna cosa que ocurra la próxima semana, el mes próximo, ya no hay plazo de entrega, prueba de imprenta, briefing los viernes, cómo estás chaval... Las tribulaciones de un hombre en paro, qué mediocridad, Julia es demasiado sensible para soportar ese vacío.”

Yo, preCario Javier López Menacho

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engo casi treinta años y siento que me han robado la esencia. Tiene que ver con el trabajo. En algún momento interioricé que sólo es hombre quien trabaja y puede hacerse cargo de sí mismo. Yo no tengo trabajo estable y ni siquiera he aprendido a cuidar de mí. Mi único activo es no poseer nada. No tengo hipoteca, no tengo familiares a mi cargo, no tengo coche, no tengo piso, no tengo trabajo. sigue

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hay demagogia encubierta. Excusas para allanar el camino a una ideología, la misma que nos ha metido en este lío.”

ejérCito enemigo Alberto Olmos

L Javier López Menacho

tiempo de enCierro doménico Chiappe

La luz comienza a fortalecerse y penetra por la ventana, agresiva, invasora. De pie, Igrid observa el exterior. Poca gente transita por su calle, una o dos personas al día, si se cuenta al cartero. Más allá del muro bajo que cerca su propiedad, se ve, al otro lado de la pista, otra hilera de chalés idénticos al suyo, tanto que parece un reflejo en un espejo gigante. Pared con pared, calcados del mismo plano. La mayoría vacío, sin vender ni alquilar. Una urbanización fantasma… “El periódico no dirá nada sobre Lucas. Solo leeré la misma histeria financiera que ha logrado convencernos de que no hay más alternativa que la que imponen quienes se dedican a multiplicar el capital con la complicidad de quienes están en la ad ministración de lo público. Traidores que imponen la resignación. Igrid posa su mano sobre el vientre, cierra los ojos. “¿Cómo te llamaré mientras estás ahí dentro, mientras hablo contigo? ¿Cigoto, embrión, feto, hijo, descendencia? ¿Puedo poner ahora, en mi perfil de Twitter, que, además, perpetúo la especie? ¿No es preservar la especie el principal fin de un ser vivo? ¿O, en este momento de la historia, tener hijos es una inmoralidad?” Abre los ojos, fija la vista en la pantalla, en el diario. “Ahí está, lo que te decía. La prima de riesgo sube, la bolsa baja, una agencia que ha estafado a sus clientes asegura que la deuda entera de un país es basura. ¿Cuándo ha sido todo esto un titular de primera plana? ¿Y ese lenguaje?, ¿salvar al euro, rescatar al país?, ¿de qué superhéroe con capa hablan? Superhéroes del equivoco, defensores del error y la prepotencia, envestidos de supremacía moral sufragada con fondos públicos, preconizadores de la desigualdad. Y nada se informa sobre Lucas, ni sobre las personas. Sólo Elvira Navarro

a batalla más sangrienta que llegamos a protagonizar Daniel y yo tuvo como espoleta una frase mía, sencilla y sincera […] Dije: “La solidaridad ha fracasado.” Eso dije. El mapa informativo, el Risk de tinta, incluía aquella tarde una nueva arma, poderosísima. Y era un arma que aniquilaba a mi favor. Una noticia, un estudio, supuestamente neutral y con todos los visos de veracidad, anunciaba a cuatro columnas que el número de pobres en nuestro planeta era mayor hoy que hacía veinte años. ¿qué más necesitaba yo para arremeter contra todo el tinglado de la solidaridad? Daniel opuso a ese obús brutal el escudo del sentido común:

simposios, conversaciones, concienciaciones… resulta que todo sigue estable en el desastre, paralizado en el Apocalipsis? ¿Estáis todos locos? ¿Durante cuánto tiempo nos seguiremos engañando con esta mierda? ¿Durante cuánto tiempo dejaremos que legiones de listillos se enriquezcan a costa de la gran burbuja de la solidaridad? ¿No sería mejor dejarlo todo al albur del caos, cesar en las ayudas puramente amansadoras y permitir un sufrimiento tal que, al cabo, hiciera a millones de personas tomar las armas y devolvernos la calderilla? La solidaridad no sólo ha fracasado, sino que ha evitado la reacción, gritaba yo. Ha abierto sucursales de esperanza en el espacio reservado a las franquicias de la revolución. Ha contaminado de sentimiento de culpa las aguas claras del mal, su caudal imparable. Ha puesto presas y diques al dolor y ha dado a las empresas multinacionales un argumento de marketing: basta con poner un logo solidario en su etiqueta. –Daniel, habéis creado un mundo sin culpables.

ajuste de Cuentas Benjamín prado

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aminaba sin mirar los escaparates, con la urgencia insustancial de quien necesita moverse pero no sabe a dónde ir y tan abatido que podría haberme desatado los zapatos tirando de sus cordones con los dientes. Acababan de despedirme, el mundo empezaba a moverse bajo mis pies igual que el suelo de un barco y yo estaba seguro de dos cosas: iba a necesitar ayuda y no sería fácil lograrla, porque en esta vida no hay mejor manera de que-

Doménico Chiappe

también había más personas viviendo en el mundo ahora que hacía veinte años, pero yo aumenté la potencia de disparo recurriendo a un cinismo casi empresarial: ¿tanto gasto humano, tanto dispendio, para consolarnos con que a día de hoy se mueren de hambre el mismo número de personas que antes? ¿Es ésa una inversión lógica, invertir para no perder más? ¿Después de veinte años de sobredosis de: ong ’ s, asociaciones, consignas, reportajes, películas, libros, líderes, responsables, panfletos, manifestaciones, carteles, camisetas, partidas, cumbres, conferencias, José María Guelbenzu

¿Durante cuánto tiempo nos seguiremos engañando con esta mierda? ¿Durante cuánto tiempo dejaremos que legiones de listillos se enriquezcan a costa de la gran burbuja de la solidaridad?

darse solo que pedir auxilio: las tres infecciones que más parece temer el ser humano son la malaria, el cólera y los problemas ajenos. quienes hayan pasado alguna vez por ese infierno saben perfectamente de qué hablo; los demás no pueden ni imaginarse a cuántas personas vi cambiar de tono, ponerse en guardia y retroceder de la posición de amigos a la de simples colegas desde que diez días antes me habían llamado de la radio en la que hablaba cada lunes por la noche y del periódico en el que llevaba quince años publicando un artículo semanal, para comunicarme que la crisis les obligaba a suprimir ese tipo de colaboraciones y, en resumen, para dejarme en la calle con un repertorio de palabras aromáticas y un poco insultantes que daban la impresión de haber sido extraídas de un manual titulado Cómo empujar a alguien a un abismo mientras lo abrazas, o algo así…


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LEER

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La teoría de la historia en México (1940-1968), Álvaro Matute (selección y prólogo), Fondo de Cultura Económica, México, 2015.

LA HISTORIA COMO RAZÓN RICARDO GUZMÁN WOLFFER

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riginalmente publicada en 1974, esta compilación de ensayos sobre la historiografía nacional establece varios modos de aproximación a la concepción no sólo de la historia, sino de la manera en que se advierte el transcurrir de la vida. La profundidad de cada texto impide el comentario de todos, pero algunos son ineludibles, como las sesiones donde participaron O’Gorman, Caso, Iglesia y otros para hablar “sobre el problema de la verdad histórica”. “La verdad en Historia no es otra cosa sino la adecuación del pasado humano (selección) a las exigencias vitales del presente”, dice Miguel de Unamuno, sobre lo cual Antonio Caso comenta problemáticas más profundas: ¿en verdad el ser huma humano puede conocer lo que sucede en persosu espíritu?, ¿o fuera de su perso na? Caso parte de la necesidad de establecer la subjetividad del historiador y cómo debe optar por las fuentes a consultar para luego apreciaestablecer jerarquías en su aprecia ción, partiendo desde luego de las historiacondiciones del propio historia “objedor. No existe un historiador “obje retrospectitivo”: si es un análisis retrospecti vo, se enfrenta a tales aspectos (fuentes confiables y necesidad de seleccionarlas y priorizarlas); si es un cronista, contemporáneo del hecho, se verá influenciado por los hechos mismos; incluso los documentos privados a consultar, donde el emisor no pensaba siquiera en el fenómeno histórico, también serán parciales. Caso equipara al historiador con el juez, bajo el dato añadido de que, por las diferencias de tiempo, de códigos morales, éticos y de circunstancias, es más improbable que juez y acusado compartan idiomas morales, por la separación de juicios. A ello, añade José Gaos, se suma la edad del historiador, pues incluso los más avezados en su juventud irán cambiando de habilidades y de mecanismos mentales para interpretar y seleccionar. Parece, nos dicen los enormes historiadores de esas décadas, que la verdad histórica objetiva es más un anhelo que un hecho plausible. Bastaría ver los nombres de los autores que hablan sobre historia para establecer la necesidad de leer este libro, seamos o no especialistas: Alfonso Reyes, Edmundo O´Gorman, Alfonso Caso, Jesús Reyes Heroles, José Gaos, Ramón Iglesia, y otros de similar calibre. “Es con la precisión del derecho, con el símbolo del arte, con la aproximación de la política, con el

rigor de la ciencia, los datos y análisis de la sociología, como el hombre escribe Historia”, precisa Reyes. En la vivencia actual, donde hablar de “verdad histórica” de crímenes y sus usufructos, implica escuchar y amalgamar las más dispares voces; donde el olvido histórico ha permitido los viejos abusos de las partes del Estado, resulta muy necesario regresar a las ideas originales que sobre la Historia plantearon especialistas hace unas décadas. Un texto imprescindible •

Cocaína, México, Mássimo Carlotto, Gianrico Carofiglio, Giancarlo De Cataldo, Malpaso, España, 2015

TRES LÍNEAS DE COCA ORLANDO ORTIZ

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e acerqué con desconfianza a este volumen, atraído principalmente porque su manufactura me remitió a la época en que sabían hacer libros con amorosos cuidados (cuando lo vean en librería sabrán a qué me refiero.). El volumen contiene tres relatos cuyo tema central es la cocaína. El primero de ellos, “La pista de Campagna”, es responsabilidad de Massimo Carlotto. Este autor fue condenado por un asesinato que nunca cometió; el carácter de la acusación tiene fuertes tintes políticos, pues militaba en una organización de extrema izquierda. De esta experiencia, seguramente, nació El Caimán, detective que protagoniza sus novelas. Pero en la historia que nos cuenta en este volumen, la voz cantante la lleva el inspector Campagna, policía rudo, enemigo de protocolos y reglas, que se vale de soplones para luchar contra los narcotraficantes y alcanzar sus objetivos. Es un excelente thriller, vertiginoso y con un interés sostenido de principio a fin. Gianrico Carofiglio, autor del segundo relato, se sale del consabido esquema policías contra traficantes y con “La velocidad de Ángel” nos presenta otro lado del problema del tráfico de estupefacientes. Es una historia que rebasa con mucho el aspecto policíaco del asunto, y narrado con tal eficacia que realmente conmueve. La narración fluye como si fuera el caudal de un tranquilo arroyuelo. Las situaciones van creciendo en intensidad pero el fluir para nada se altera, creando de esta manera un contraste que redobla la eficacia del relato. Gianrico combina su actividad autoral con la de magistrado y político (ha sido senador). “El baile del polvo”, de Giancarlo De Cataldo, nos presenta de nuevo un thriller, organizado en cuatro movimientos, como si fuera una sinfonía (Suite, Minué, Giga, Zarabanda) que desembocan en una Apoteosis final espléndida. Lo sorprendente de este autor es su capacidad para tramar y su habili-

En nuestro próximo número

dad para mostrar, también, ciertos ángulos del tráfico de drogas realizado por los cárteles que, al menos yo, no había encontrado en otros autores: el intrincado proceso para lavar el dinero obtenido en el tráfico, así como también los montos involucrados. También ha sido magistrado y tal vez por eso muestra y maneja conocimientos convincentes de la operación de las mafias, así como también del absurdo del maridaje de los narcos con algunas guerrillas. Lo interesante es que él no maneja esta relación como una conversión, es decir, para los guerrilleros el narcotráfico es un medio, no el fin, pues siguen creyendo que de esa manera, con el dinero obtenido podrán adquirir mejor armamento y finalmente alcanzar el poder y, tal vez, cambiar el mundo. Los tres relatos son espléndidos, y una muestra de que el tema puede abordarse de difere n t e s m a n e r a s , a c u a l m á s efectiva. A mí me sorprendió muy agradablemente el segundo relato, “La velocidad del Ángel”, pues de modo muy sutil desplaza el tema de la droga hacia una historia conmovedora, en la que la droga está ahí, y fue determinante pero al mismo tiempo no lo más importante •

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DAVID BOWIE: UNA ODISEA EN LA TIERRA Alonso Arreola, Oscar Sarquiz y Adolfo Vergara


ARTE Y PENSAMIENTO ........

17 de enero de 2016 • Número 1089 • Jornada Semanal

Francisco Torres Córdova

Ricardo Venegas

ricardovenegas_2000@yahoo.com

Felipe Garrido MENTIRAS TRANSPARENTES Actualidá Poco después de su muerte, si es que en verdad falleció en aquel tiempo, o de su desaparición, que no hubo manera de ocultar, empezaron a circular, por aquí y por allá, en fotocopias y a veces transcritos a mano, fragmentos de las colaboraciones de don Atanasio que La Voz de la Costa no quiso publicar. Don Atanasio Argúndez y Ávila, ¿se acuerda?, aquel juez extravagante a quien la justicia le preocupaba más que las leyes. Nunca se las rechazaban. Lo que hacían era entretenérselas; darle largas. Lo estamos guardando –le decían–para el número especial. Y luego, en el café, tras palmearle la espalda, el director: Muy valiente, don Atanasio, muy atinado, muy atingente… Hasta que la nota, el ensayo, la noticia, la denuncia envejecían lo suficiente para que ya nadie supiera de qué hablaban, a qué o a quién se referían, como le explicaba ese mismo director que lo había felicitado en público –ése era un argumento incontrastable–, perdían actualidá •

Ricardo Yáñez DE PASO Aeropuerto Con qué desdén lo trató el empleado moreno pero trajeado de la Duty Free al darse cuenta de que aquel hombre jamás podría comprarse un reloj de digamos cuatro mil dólares. Era, cierto, desdén, que bien podía reconcentrarse en un firme desprecio –del todo franco no, pero evidente– o ágil descender hasta una (no tan) simple indiferencia. Condescendiente, se dio el lujo, o eso parecería después, de un nuevo triunfo: – Allá, pasando aquel letrero, hay otra tienda de relojes, más económica... El otro, confundiendo hasta ahí todavía con solidaridad discreta lo que concluiría en burla, tardaría más de media hora en dar con el establecimiento –una revistería-miscelánea donde, vendría a enterarse, vendían dulces, baratos recuerditos, refrescos caros y, para su decepción, bisutería china, expendio ubicado a no más de cincuenta pasos de la recomendación, y al que antes ilusamente se dirigía diciendo: –Acaso me dé el gusto con uno de tres mil, tres mil quinientos pesos, ya casi es Navidad •

ftorrescordova@gmail.com

bitácora bifronte

monólogos compartidos

Revistas culturales latinaomericanas (1920-1960)

Silencio peligroso

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n Revistas culturales latinoamericanas, (19201960) (Universidad Autónoma del Estado de Morelos/Conaculta/Universidad Iberoamericana, 2008), coordinado por la doctora Lydia Elizalde, emerge el afán de fraguar el pensamiento moderno de lo que hoy es América. Una de las veinte publicaciones emblemáticas incluidas en el volumen es El Maestro, de la cual, según lo consigna Lucía Martínez Moctezuma, su “objetivo principal fue emprender una campaña contra el analfabetismo para disminuir el abismo que existía entre los lectores privilegiados y la desoladora mayoría ignorante del analfabeto´, que en 1920 afectaba a 6 millones 973 mil 855 habitantes mayores de diez años, esto es, 66.17% de los mexicanos”. Se sabe que las revistas le toman el pulso a la cultura y son el sensor ineludible del estatus de los pueblos. Una revista como El libro y el pueblo, publicada entre 1922 y 1970, fue creada con “la tarea de cultivar el amor a la lectura y, sobre todo, la misión de enseñar la manera de ahorrar tiempo, indicando qué debe leerse y en dónde puede leerse”. La hoja Actual, que, con el estridentismo surge “como una expresión creativa y subversiva de un grupo de literatos y artistas que manifiestan su rechazo a todo aquello que legitimara los valores absolutos de la literatura y el arte”, dice Araceli Barbosa, a propósito de la edición redactada y firmada por Manuel Maples Arce. La revista Forma, dedicada a las artes plásticas y de periodicidad mensual, patrocinada por la Secretaría de Educación Pública y la Universidad Nacional, muestra en sus páginas colaboraciones de personajes como el Dr. Atl, Tina Modotti, Salvador Novo, Diego Rivera, Xavier Villaurrutia y Agustín Lazo, entre otros. A este panorama se suman Horizonte (1926-1927), dirigida por el poeta Germán List Arzubide, Mexican Folkways, la revista Universidad. Mensual de Cultura Popular (antecedente insoslayable de la gaceta que ahora edita la unam ), Rotofoto, dirigida por José Pagés Llergo, dedicada al humor y a la ironía a través del fotoperiodismo y, por cierto, perseguida y clausurada; otras propuestas interesantes fueron las conocidas como 1945 y 1946, de corte político e ideológico (de cuando los intelectuales eran valientes). También se incluyen dos revistas editadas por republicanos españoles en México: Ultramar y Romance, en las cuales se aprecia ya el intercambio y colaboración entre México y España; la cubana Revista de Avance, la venezolana Los Disidentes y las argentinas Tarja, De Frente y Martín Fierro (algunos nombres en franca alusión a obras literarias de ineludible lectura), un acierto más del volumen es la inclusión de portadas y materiales gráficos originales que ilustran y conducen al lector a una mejor comprensión del contexto de estas publicaciones que más tarde serían el testimonio de la variopinta cultura latinoamericana, revaloradas en un mundo editorial que hoy le debe mucho a sus antecesoras •

n la tenaz algarabía del consumo, el cálido reflejo de sus luces y la seda larga y sinuosa de sus sombras fluyendo en sus vitrinas y tendidas en sus salas y pasillos; en los acentos y ademanes elocuentes de discursos llenos de promesas, con sus cifras y estadísticas a modo de un futuro encandilado en su retórica, salivoso, reluciente y resonante, siempre aparte y siempre renovado y nunca por principio y estrategia a la altura de los ojos, al alcance de las bocas, anclado a una mínima distancia infatigable de la punta de los dedos ciegos y anhelantes; entre las fibras más sutiles que hila minuciosa la violencia o en el vacío que estalla en el aire la barbarie, imbricada, inoculada en la conciencia, en las recónditas y húmedas membranas en que el alma se mece o se concentra y acaso incluso ya en la doble espiral de la molécula, prospera y cunde, se dilata y se enraíza la estridencia, el zumbido agudo y el estruendo que vamos siendo y haciéndonos desierto en el planeta. Porque ese ruido en el fondo es un desierto, una cortina que oculta el antiguo sonido que alienta la vida, el envés de la sordera que alimenta una prisa indescifrable y contundente, un estado incesante de emergencia y vanidades que aturde y corrompe el pensamiento, una soledad que no reconoce amor que acaso la redima. Entonces la caricia se apresura y el pausado roce que debiera hacer rumor y ser cadencia, magulla y amorata, machaca y grita; la mirada en ninguna parte se demora a no ser que la codicia o la avaricia, consagradas modernas virtudes capitales, la exciten y retengan. Hace tiempo, ya tan pronto mucho, que el lúcido silencio es peligroso, pues desmonta el burdo griterío de los medios y el barullo de sus cuentas, monedas y sonajas. En apariencia distante o a la orilla, abstraído o ausente, pero en realidad en el centro de tanto alboroto y vocerío o sonoro garabato, el poeta atiende a los sonidos que hace en sus oídos desde el pulso de sí mismo hasta la calle el paso humano por el mundo, y con el silencio ineludible de esa rebeldía y la notación inherente a las palabras, talla y marca y salva el ritmo en que transcurre, cachonda por instinto y por principio, reluciente, primigenia y negra, la vida soberana:“Por la encendida calle antillana/ va Tembandumba de la Quimbamba/ – rumba, macumba, candombe, bámbula–/ entre dos filas de negras caras./ Ante ella un congo –gongo y maraca–/ ritma una conga bomba que bamba.// Culipandeando la Reina avanza,/ y de su inmensa grupa resbalan/ meneos cachondos que el gongo cuaja/ en ríos de azúcar y de melaza./ Prieto trapiche de sensual zafra,/ el caderamen, masa con masa,/ exprime ritmos, suda que sangra,/ y la molienda culmina en danza.// Por la encendida calle antillana/ va Tembandumba de la Quimbamba./ Flor de Tortola, rosa de Uganda,/ por ti crepitan bombas y bámbulas,/ por ti en calendas desenfrenadas/ quema la Antilla su sangre ñáñiga./ Haití te ofrece sus calabazas;/ fogosos rones te da Jamaica;/ Cuba te dice: ¡dale mulata!/ Y Puerto Rico: ¡melao, melamba!// ¡Sús, mis cocolos de negras caras!/ Tronad, tambores; vibrad, maracas./ Por la encendida calle antillana/ –rumba, macumba, candombe, bámbula–/ va Tembandumba de la Quimbamba.” (“Majestad negra”, Tuntún de pasa y grifería, Luis Palés Matos.) •

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Jornada Semanal • Número 1089 • 17 de enero de 2016

Miguel Ángel Quemain quemainmx@gmail.com

LA OTRA ESCENA

Antonio Zúñiga, tres obras sobre el poder ¿Cómo fue que llegó la señora del Chanel número 5 a México?, de Antonio Zúñiga, es una de las próximas ediciones de El Milagro para este año. Se trata de un libro integrado por tres obras que tienen como eje una reflexión profunda sobre el poder, la identidad, la impunidad, la soledad primordial en el sujeto y una suerte de impotencia que, sin importar de quien se trate ni del poder que posea, hay algo de fatal que nunca podrá someter a su voluntad, su capricho ni su deseo. Las tres muestran la diversidad y riqueza de un dramaturgo en plena madurez creadora, con un compromiso político orientado a la desmitificación y hacia un desmantelamiento de los lugares comunes que mantienen creencias y fanatismos paralizadores. Las tres se sostienen en un mundo presente en la memoria colectiva y en las redes sociales que “recuerdan” los momentos estelares de los escándalos que aluden. Al menos eso es lo que sucede con el lector de nuestra latitud, que reconoce con cierta facilidad a los personajes y las situaciones que refieren las producciones que ahora se presentan en este volumen. Las obras tienen como eje a personajes conocidos en lo social, lo político y lo histórico: La gloria eres tú (que alude al caso de la pérdida de la hija de la cantante Gloria Trevi), Buscando a Julia (el caso de la sinaloense Julia Pastrana) y La señora del Chanel No. 5 (el duelo de Elba Esther Gordillo sobre la muerte de su nieto). El teatro de Zúñiga se caracteriza por esa preocupación por el orden de lo histórico y por sus determinaciones en ese territorio, que se ha dado en llamar mentalidad, que enmarca una serie de guiños y de gestos que definen

Antonio Zúñiga

el ethos de un momento cultural. Asimismo, se caracteriza por el modo en que un conjunto de actores se agita en unas deliberaciones existenciales que ponen en juego los lugares comunes, las certezas más añejas e inamovibles sobre aspectos primordiales de nuestra condición humana. Aunque los temas que trata pueden circular desde publicaciones amarillas hasta revistas y periódicos concentrados en el mundo del espectáculo, Zúñiga logra descubrir en qué consisten esos signos de alarma y desconcierto social que son el motor del escándalo y conmueven a la opinión pública. El peligro de esta manera de proceder consiste en que puede llegar el momento en que las estructuras dramatúrgicas que sostienen la trama no sean suficientes para mantener el resorte de la sorpresa y la reflexión que le dan actualidad y vigencia a un arte literario que busca llegar a la escena y conmover a un público que instala en el aquí y ahora los textos clásicos, modernos y contemporáneos, de Shakespeare a Molière, de Usigli a Leñero, de Rascón Banda a González Dávila y Antonio Zúñiga.

El interés de las situaciones comprometidas literariamente, organizadas estructuralmente a través de un manejo novedoso del tiempo, del desarrollo de los personajes, del desvelamiento de los motivos y las acciones que sostiene el corazón de las obras, puede caducar cuando la sociedad ha entendido qué puede hacer con el material que el dramaturgo sube a la escena de los cuestionamientos y de la crítica. Su caducidad no está determinada por ese paso del tiempo que hace ilegibles en la memoria de las nuevas generaciones situaciones que conmocionaron la actualidad de hace una, dos o tres décadas, como ha pasado con el terremoto del ‘85, San Juanico, el ‘68, la tragedia de la Guardería abc , incluso con la Revolución Mexicana o los “magnicidios” y crímenes de Estado, de Colosio a Ruiz Massieu, o los escándalos que se han llevado al el cine, al teatro, a la novela y el cuento, como el crimen de los Flores Alavez, o las peripecias de Irma Serrano o Sasha Montenegro. La transitoriedad la decide la capacidad de una cultura para asimilar esos actos que primero la sorprenden y la escandalizan y, después, mediante un proceso político e histórico de digestión, la transforman. El avance de los derechos civiles, humanos y políticos, la democratización en la vida cotidiana, el entendimiento de las cuestiones relativas al género, a la infancia, a la vejez y la salud, las adicciones, en fin, múltiples expresiones de la marginación, la inequidad, la crueldad, el abuso... empiezan a ser metabolizadas en órdenes mentales distintos. El caso de Gloria Trevi (La Gloria eres tú, la primera de las que trataré aquí) y su estrepitosa caída le ofrecen un mirador novedoso a Zúñiga para mostrar en su desnudez el proceder cruel, autoritario y perverso de unos personajes que son nombrados en franca alusión a un correlato con lo real: Sergio, Mary, Gloria •

Alonso Arreola @LabAlonso

Adiós monsieur Boulez

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ACE SEIS AÑOS, el sábado 18 de septiembre de 2010 para ser exactos, el Musik Fest de la Berliner Philharmoniker (Orquesta Filarmónica de Berlín) presentó un programa homenaje a Stravinski con la dirección del gran Pierre Boulez. Tuvimos la oportunidad de estar allí para luego, en este mismo espacio dominical, lectora, lector, comentar nuestra experiencia. Hoy hacemos homenaje y parafraseamos aquellas líneas en plan de despedida, pues Boulez murió hace unos días, a los noventa años de edad. Icono de la mayor experimentación orquestal, la historia de la música contemporánea le debe la continuación –y transformación– del camino emprendido por Messiaen, Shöenberg y Webern. Además, fundó el ircam (Institut de Recherche et Coordination Acoustique/Musique) de París e impulsó el serialismo, la música electroacústica, aleatoria y electrónica, así como otros discursos clave del silgo xx , incluidos los de Stockhausen, Varese y Ligeti. Aquel día de septiembre en el impresionante edificio de la filarmónica de Berlín, decíamos, sonaron …explosante-fixe…, del propio Boulez, y Le Rossignol, de Stravinsky. Para la primera, compuesta y aparecida en los años setenta (Canons and Epitaphs-In Memoriam Igor Stravinsky), varias veces reformada por Boulez, tomaron el escenario un ensamble reducido de cuerdas, alientos y cantantes, así como tres flautas, una de ellas eje principal para el trabajo de programaciones que en vivo realizan miembros del ircam . En la segunda se sumaron la orquesta y el coro completos. Ambas estremecieron por su fuerza e innovación, por su complejidad y elevada interpretación, conducidas con elegancia y serenidad por Boulez, a quien la audiencia homenajeó al final haciéndolo salir en tres ocasiones. Pese a la magnanimidad de El ruiseñor y su abigarrada experimentación, empero, si con algo nos quedamos fue con las dinámicas e interludios electrónicos logrados en

BEMOL SOSTENIDO …explosante-fixe…, ésos sobre los cuales Boulez dijera en una ocasión: “La cualidad gestual de un instrumentista es absolutamente necesaria… pero lo que me interesa de los elementos electrónicos en vivo es la interacción entre los músicos y la tecnología, la transformación de ese gesto a través de procesos no gestuales.” Lo que impresiona sobremanera conmoviendo al pensamiento, a su poca capacidad de “seguimiento” frente a una partitura heterodoxa que se recrea a sí misma de maneras siempre distintas. He allí una de las guías en la escuela de Boulez. Tanto en el serialismo como en los demás órdenes estéticos a los que se apegó, la transformación inefable impera en sus obras igual que si habláramos del fuego en movimiento o del correr del agua. ¿Se trató de un artista cerebral más que emocional? Sí. Pero habría que entender que su música es

una respuesta crítica a los cánones de Europa al finalizar la segunda guerra mundial. Él deseaba construir un futuro sonoro distinto, casi partiendo de cero. Algo finalmente ligado a las emociones provocadas por la destrucción que atestiguó. Dicho esto, si muchas de sus composiciones son perturbadoras, incómodas, retadoras y de una complejidad desbordante, también es cierto que provocan tremendamente al escucha convirtiendo su experiencia en, otra vez, un cúmulo de emociones. Esta emotividad fue su mayor característica como director de orquesta. En ello concuerdan expertos y melómanos de muy diversas geografías y épocas. Nosotros lo suscribimos tras ese día en Berlín. Desde luego que el solo hecho de compartir su presencia en un mismo espacio inquietaba felizmente al público. Tener la oportunidad de ver sus manos sobrevolar las marañas propias y las de Stravinsky fue onírico. Presenciar el trabajo de los ingenieros del ircam en vivo fue un privilegio. Hojear un programa impreso de tal calidad iconográfica y biográfica resultó encomiable… ¿Hubo densidad y extravagancia en lo que allí sonó? Claro, pero al final Pierre Boulez nos conmovió sobremanera. Para conseguirlo usted, atienda las siguientes instrucciones. Consiga (física o digitalmente), las obras completas de Boulez editadas por el legendario sello alemán Deutsche Grammophon (se pueden escuchar gratuitamente en Youtube y Spotify). Sobre todo nos importa que estén las piezas Le marteau sans maître y Répons. Hágalas sonar a buen volumen. Abra una botella de vino. Siéntese en su lugar preferido de la casa. Cierre los ojos y piense en una ciudad abolida por la demencia humana. Luego visite su infancia y recorra el rostro de algunos muertos. Camine los senderos que definieron su locación presente… Lo demás se lo dejamos a usted. Al final sentirá que Pierre Boulez es su gran amigo. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •


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17 de enero de 2016 • Número 1089 • Jornada Semanal

Verónica Murguía

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Jorge Moch

Credibilidad consunta

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NA DE LAS COSAS que diferencian las democracias de los regímenes autoritarios es que en las primeras el ciudadano es libre de señalar cuáles son sus desacuerdos con la autoridad. Este derecho es también una obligación, pues la relación entre el gobierno y los ciudadanos es, se supone, un vínculo dinámico. Con esto quiero decir que nosotros no sólo tenemos que pagar impuestos y obedecer un montón de leyes incomprensibles: también podemos opinar. Y bien. Opino, en primer lugar, que el mes de diciembre es el menos apropiado del año para ejercer el presupuesto en obras como bacheo, hechura de topes, cambio de la carpeta asfáltica y poda de árboles. Sospecho que eso fue obra de los delegados nuevos, los que sustituyeron a los chapulines impunes. Todos ellos tuvieron en cuenta el dinero, pero olvidaron al votante. Como siempre.

El tráfico excesivo que debemos al ímpetu gastador que se apodera de los humanos en cuanto reciben el aguinaldo, aunado a la decisión populachera de revocar el Hoy no circula, hicieron de este diciembre el mes del coche encendido e inmóvil. El tráfico fue de récord, pero no para los helicópteros, razón por la cual los funcionarios no se enteraron de nada, pues, literalmente, pasan sobre nosotros. Si se necesitaran pruebas acerca de lo dañinas que estas medidas han resultado, nomás recuerde el lector cual fue la calidad del aire todo el mes: los niños no pudieron salir a jugar el 25 porque si lo hacían les daba tos, les ardía la garganta y se les llenaban los ojos de lagañas negras. El aire olía a chapopote caliente y hubo que cerrar la pista de hielo del Zócalo. La semana del 25 al 31, los siete días que muchos esperamos con ansia para ver el cielo limpio,fue una semana de aire malo. Parecía que la región más transparente se había convertido en la capital de China. Regresaron las natas de smog, los días amarillos, las narices irritadas. Esto convierte al df en un activo participante del calentamiento global. Vivimos en una de las ciudades más grandes y densamente pobladas del mundo. Aquí se contamina a gusto, no hay un transporte público eficiente y se derriban árboles para construir estacionamientos o ampliar avenidas. También se desperdicia agua como si el mar fuera potable y lo tuviéramos al lado.Nuestros días transcurren en el tráfico, seamos peatones o automovilistas. A más tráfico, más contaminación. Los funcionarios promulgaron leyes que, se supone, colocan al peatón en el lugar de privilegio que merece. Lo ma-

lo es que se les olvidó que también hay que poner semáforos que den el paso a las personas y transporte en el que puedan ir sentadas. Hay que revisar las leyes. Es de sabios cambiar de opinión. Desde el Código de Hammurabi hasta ahora, las leyes que han regido la vida humana se han modificado constantemente No conozco a una sola persona que crea o sienta que las reformas legales de los últimos quince años hayan mejorado su vida en lo absoluto. La mayoría cree exactamente lo contrario: que con cada año la vida se dificulta, se vuelve más cara y compleja. Claro que los legisladores encargados de hacer las leyes, tan festivos ellos, se dieron aguinaldos de maharajás. Al resto de los mexicanos el sat nos dejó fritos y la fila en el Monte de Piedad fue extraordinaria. Fox nos dejó la corrección política en los discursos con aquello de “las mexicanas y los mexicanos”. No pasó de las palabras. Felipe Calderón nos dejó una guerra que ha desgarrado el tejido social hasta convertirlo en un harapo sangriento. Las leyes también deberían protegernos de gobernantes como él. El ciudadano de a pie, aquél que tenía miedo de que le robaran el reloj, ahora teme que lo levanten. La seguridad empeoró hasta que, en algunos estados, desapareció. Calderón también nos dejó la prohibición de tener el salero en la mesa del restaurante aunque, incomprensiblemente, el azucarero, ese aliado de la diabetes, sigue allí, orondo. Yo, al menos, no quiero que Calderón dictamine si le pongo sal a los fideos. ¿Podríamos al menos en el df , devolver el salero a su lugar? Digo, para dejar de fregar al mesero y olvidar a Calderón aunque sea durante el rato que dura la comida •

LAS RAYAS DE LA CEBRA

Bienvenidos a Pekín

N UN GOBIERNO APUNTALADO mediante onerosas campañas de propaganda porque la democracia nunca ha sido suficiente sería cosa predecible y procedimental la planeación del impacto mediático de cualquier anuncio oficial. Por eso es inaudito que el presidente de México presumiera en su cuenta de Twitter como “misión cumplida” la presunta tercera captura del narcotraficante más buscado del mundo, poco después de que elementos de las fuerzas de seguridad le volvieran a echar el guante (ello concediendo generosamente que no se tratara otra vez de un montaje). Mendicante de aplausos, Enrique Peña Nieto parece ignorar que no se piden felicitaciones cuando se solventa una obligación. ¿O entonces para qué pagar tantas costosas asesorías? ¿De veras nadie en el batallón de productores, directivos, maquillistas, floor managers, apuntadores, camarógrafos, publicistas, etcétera, que proporciona Televisa a la Presidencia de la República, previó el gazapo ni la correspondiente andanada de respuestas en redes sociales que ridiculizan la reacción presidencial? Parece que nadie en el gobierno (y tampoco en esos poderes fácticos que lo acompañan) calculó que la falta de credibilidad generalizada que padecen las autoridades cupulares trae aparejada esa incredulidad colectiva y consuetudinaria que parece lesionar cruelmente el ego presidencial que luego, machucado, reprocha la fría indiferencia del público como si los constantes yerros, escándalos, impericias y omisiones y en fin, todos los multiplicados flancos del régimen que hacen agua no fueran sobrados motivos para no celebrarle nada a un gobierno que tendría, en la captura y salvaguarda de los más peligrosos delincuentes que lastiman a la sociedad, uno de sus más elementales deberes y competencias, que no prerrogativas. No es algo por lo que felicitarse a cuadro ni para sacarse la foto: es simplemente su trabajo. Pero parece que eso, el trabajo esencial de todo gobierno, es lo que menos importa a los mirreyes que dicen que gobiernan hoy. Lejos de procurar bienestar para los mexicanos, Peña y sus compinches parecerían dedicados en cuerpo y alma a gestionar el éxito de trasnacionales y grupos empresariales, consorcios y gobiernos… extranjeros, no mexicanos. Los gobiernos de la derecha neoliberal, desde Salinas hasta Peña pasando por la docena trágica panista llevan al menos treinta y cuatro años tratando de convertir a México en una sucursal, en una marca, en negocio, en nicho de mercado, en rentabilización de los presupuestos federales y bursatilización de la deuda pública, en privatizar las ganancias y socializar las pérdidas, en aparentar un atractivo para inversionistas pero no en crear nación,

ni en la guía armoniosa del Estado que nos convierta en un país soberano y si no autosuficiente, por lo menos capaz de crear tecnología propia con manufactura propia. Los hombrecitos que han pertenecido a esos sucesivos desgobiernos, en cambio, están enfrascados en el desmantelamiento absoluto del Estado benefactor: allí la fiebre privatizadora que se babea en los colmillos por hacerse con todo, hasta con la educación pública. Y los resultados de treinta y cuatro años de neoliberalismo entreguista sin recato están a la vista: millones de jóvenes y niños sin un futuro claro en el plano laboral; una educación deficiente, incompleta y sesgada que perfila a muchos mexicanos del futuro como simple mano de obra barata; los sueldos están por los suelos y ni hablar de la economía, de bruces, nuestra moneda devaluadísima, nuestro monocultivo petrolero que ya no es nuestro, abaratado, nuestra balanza comercial históricamente desfavorable; decenas de millones más de pobres que se suman al contingente de la miseria… La seguridad pública en el hoyo, vulneradas la salud y la seguridad social, las pensiones, los ahorros. En general el estado de la nación es un desastre. Pero Peña pide aplausos, y felicita a sus compinches… porque hicieron su trabajo. Y los funcionarios se corean fanfarrias y gozan de sueldazos y bonos y prebendas. Y la corrupción sigue espumando escándalos de casas y viajes y funcionarios perdularios y corruptos hasta la médula se toman la foto muy guapos, bien vestidos e impunes. Y luego se preguntan por qué ya no les creemos nada… Y por qué les pedimos que se larguen, y se extrañan ante el rechazo popular, y hacen oídos sordos a los abucheos, las rechiflas, los reclamos y las interpelaciones. Y se dicen ofendidos ellos, los perpetradores, porque algunos les decimos la porquería que son •

CABEZALCUBO

tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch


........ ARTE Y PENSAMIENTO PENSAMIENT

Jornada Semanal • Número 1089 • 17 de enero de 2016

Ricardo Guzmán Wolfer

Luis Tovar @luistovars

Oportunismo prodócsions

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OS QUE TRABAJAN POR la Revolución viven en el afán de percibir las condiciones objetivas que autorizan el levantamiento. Algunos, los que confían más en la naturaleza humana, esperan que éste se produzca espontáneamente. Y el resto, conscientes de que esa predisposición se halla sumida bajo toneladas de andamiaje ideológico conservador, estudian la estructura económica y política tratando de encontrar aquella grieta suficientemente grande que permite cruzar a la mujer y al hombre. Esto no fue siempre así. Durante siglos tuvimos la suerte de calcular mal la fuerza de los fuertes ante los débiles y la audacia posibilitó multitud de victorias y un sinfín de derrotas en las que la izquierda vivía herida, pero vivía, y la derecha, muerta, aún se mantenía en pie. La clase trabajadora perdía siempre. Y la proeza de la

Escena de La comuna

sublevación, aún no obteniendo una victoria completa, proporcionaba pan a una clase y temor a la que lo regaba con sangre. Peter Watkins hizo tres filmes en los últimos treinta años. Antes de ello un puñado de cintas de ciencia-ficción experimental, donde un futuro distópico denunciaba el hoy de las cosas, y una ristra de documentales que impugnaban la actualidad social. En 2001 rodó una película de más de cinco horas llamada La Comuna (Paris, 1871), para enunciar un reinicio del socialismo en el mismo anhelo donde lo vieron alzado en Europa Marx y Bakunin. El Arte, revolucionario, siempre anticipa el comienzo y nunca admite un punto y final. La Comuna de Watkins es el colofón de la primera etapa de la modernidad a un cine libertario que jamás se produjo con la suficiente frecuencia como para constituir una amenaza a las ideologías reaccionarias. Parte de la izquierda aceptó que el cine era una ficción que servía para huir de la fracción más numerosa del presente. Y el cine, sin embargo, no había dejado nunca de contener la posibilidad de mostrar el todo

a todos, la disposición del progreso ante un mundo absoluto. Porque, al fin y al cabo, la pantalla escinde al individuo hasta convertirse en el espejo en el que les divisamos a ellos. Watkins estructura el filme en una dialéctica muy poderosa, la de dos compartimentos estancos. En el primero están los que se comunican horizontalmente, los communards, que no cesan de interpelarse unos a otros para aprehender la nueva realidad que conciben. Ese compartimento estanco en efecto está completo. Por sí mismo, en sus m i l p o s i c i o n e s c o n t r a p u e s t a s, e n sus millones de contradicciones y puntos de vista, es objetivamente el ser, la verdad. En el otro locutorio, al revés, se prescribe lo que no debe existir y, por tanto, ya no existe. El gobierno de Versalles, la dominación del hombre por el dominante. Y su discurso, siendo mentira, tiene la fuerza de los hechos falsos en un mundo fingido. Es ahí donde el director inglés notifica al público que un orden muerto no es ni siquiera agonía sino entelequia. Y que el más antiguo Régimen sólo posee un saber, el que decreta su tránsito •

GALERÍA

La Comuna según Peter Watkins

SCRITAS EL PASADO MIÉRCOLES 13, estas líneas anteceden al anunciado estreno de un filme todavía no visto por este ponepuntos, que lleva por título Chapo: el escape del siglo. Por causas obvias para cualquiera, es muy probable que dicho filme cobre una relevancia totalmente independiente de su calidad cinematográfica, y a contrapelo de la regla común de no acometer críticamente una película sin haberla visto, es por eso que se aborda desde ahora en este espacio; por eso y porque dichas circunstancias, casi todas extracinematográficas, suscitan una serie de interrogantes cuyas posibles respuestas resulta interesante barajar.

Con pelíCula o sin ella La primera pregunta, cuya respuesta ya se sabrá cuando sean leídas estas líneas, es si en efecto el pasado viernes 15 fueron programadas en todo el país las ciento y

pico de copias con las que está planeado que arranque la película. A estas alturas cuesta pensar en la factibilidad de un acto de censura crasa, pero por otro lado las actuales autoridades han dado amplias muestras de proceder tan errática e impulsivamente en materia de imagen pública, que no sería extraño enterarse de que alguna “causa de fuerza mayor” desprogramó el filme, o que éste fue arrumbado en las peores salas y horarios –por otro lado, cadalso habitual para toda cinta mexicana poco o nada atractiva para los exhibidores. Por lo demás, si el estreno ya estaba programado desde hace tiempo o si fue apresurado en virtud de la bomba mediática de la segunda recaptura de Guzmán Loera, es algo que solamente saben los productores, distribuidores y exhibidores del filme. Como sea, vox populi no dejará de pensar que se trata de un caso indiscutible de oportunismo. Es oportunismo, precisamente, la esencia de otra interrogante, ¿o además del oportunismo hay otra posible causa para filmar una película como ésta, es decir una que tan a las carreras viene a montarse en los lomos de un suceso que, implicaciones políticas aparte, es una mina de diamantes mediática? Barato, como todo lo que se hace sobre las rodillas, es como luce lo poco que hasta el momento de pergeñar estas líneas ha podido saberse, comenzando por el título mismo, ignorante o deliberado fusil de otra película que recrea la evasión de un preso: Kaplan, la fuga del siglo (Breakout, Tom Gries, 1975): cámbiese “fuga” por “escape” y listo. Por su lado, cartel y tráiler de la cinta no hacen sino abonar dicha sensación de baratura: en el primero se lee el resobadísimo “inspirada en hechos reales”, al que acompaña otra frase de presunto convencimiento realístico: “si fuera ficción no lo creerías”… No se hacen cargo sus productores y distribuidores, pero ese par de frases constituye uno de los más grandes chistes involuntarios imagina-

bles, precisamente porque la opinión pública entera –sin olvidar voces como las de The New York Times y otros por el estilo– gira en torno a la mínima o nula credibilidad del horadado piso del baño en el penal de “máxima seguridad”, el túnel construido durante meses sin que nadie se diera cuenta y demás fantasías. Oportunismo, pues, que eso y ninguna otra cosa puede esperarse de un guión descerrajado a todo trapo entre mediados de julio, cuando el Chapo tuvo a bien abandonar su residencia del Altiplano, y como máximo hasta principios de octubre, según se deduce de las declaraciones de Axel Uriegas –contratado por los productores José Arroyo y Moisés Pérez para dirigir un filme que, según propia confesión, era un “paquete armado”, es decir, algo en lo que él no podía influir en ningún aspecto creativo, cuyo rodaje duró “alrededor de tres semanas, a finales de septiembre e inicios de octubre del año pasado”. Informa el maquilero, además, que el guión “está basado en las noticias que día a día circulan y uno que otro testimonio por ahí”, de modo que el contenido del filme no puede ser más que un dromedario compuesto por muchos o todos los lugares comunes, las verdades de café y las obviedades del opinionismo que desde entonces y hasta el momento se han vertido en torno a la figura del Chapo Guzmán. Una última interrogante: ¿de verdad este Chapo: el escape del siglo será la primera de cinco películas dedicadas a jugar con la falsa ambigüedad de mezclar supuestas denuncias, interpretaciones arbitrarias y apologías inevitables –o inevitadas? Al menos eso dicen el contratado director y la compañía distribuidora, pues ocultos hasta ahora tras un secretismo más ridículo que sospechoso, los productores del filme no se han pronunciado al respecto. Habrá que esperar tal vez a que Sean Penn y Kate del Castillo produzcan el suyo •

CINEXCUSAS

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El Observatorio de Centelleo Interplanetario

ENSAYO

20 de diciembre de 2015 • Número 1085• Jornada Semanal

Cuando la llamarada nos alcance E

ran aproximadamente las 4 de la mañana del 2 de septiembre de 1859 cuando el cielo se tiñó de tonos rojos, púrpuras y verdes. En el hemisferio norte del planeta y hasta las latitudes tropicales, intensas auroras boreales iluminaron la vida cotidiana: los mineros que sacaban oro en las Montañas Rocallosas se levantaron y empezaron a preparar el desayuno pensando que el sol ya venía; algunos leyeron el periódico sin necesidad de lámparas; en Cuba los capitanes de los barcos anotaron en sus bitácoras la presencia de luces cobrizas cerca del cenit, mientras que marinos de otros países caribeños reportaron haber visto al mar de color rojizo. Ocurrió el Evento Carrington, llamado así en honor del famoso astrónomo solar Richard Carrington. Un día antes, a las 11:18 de la mañana, este científico inglés observaba en su telescopio un enorme grupo de manchas en nuestra estrella. De repente, vio cómo una especie de dos gotas muy brillantes empezaron a crecer e intensificarse entre las manchas, hasta adquirir la forma de dos riñones. “Corrí de prisa para llamar a alguien que presenciara el fenómeno conmigo. Al regresar, luego de 60 segundos, me sentí avergonzado, ya que las gotas estaban esfumándose”, escribió Carrington. No sabía que la aparición de esas gotas desató la tormenta solar más violenta registrada en la Tierra. De acuerdo al portal de la nasa , los sistemas telegráficos del mundo se afectaron: los telegrafistas sufrieron descargas de chispas mientras el papel telegráfico se chamuscaba. No hubo consecuencias más graves porque la tecnología no estaba tan desarrollada como ahora. ¿Qué sucedería si este evento se repitiera mañana?, ¿estamos preparados? Pinky y Pulgas, guardianes intergalácticos

Corren entre el arreglo de 4 mil 96 antenas tipo dipolo (diseñadas para recibir radiofre-

Norma Ávila Jiménez cuencias) ubicadas en un área de 9 mil 500 metros cuadrados. Pareciera que en cualquier momento brincarán sobre las líneas de cobre que unen a las 64 filas de antenas que abarcan 140 metros de longitud en la dirección esteoeste, y 80 metros dirigidos hacia el norte-sur. Pero no brincan sobre el Mexican Array Radiotelescope (Mexart) u Observatorio de Centelleo Interplanetario: Pinky y Pulgas saben respetar; son los perros guardianes de este espacio del Instituto de Geofísica de la unam ( igm ) ubicado en Coeneo, Michoacán. A los especialistas que laboran en este lugar les interesa estudiar la indisoluble relación Sol-Tierra, que puede ser muy intensa cuando, debido a una explosión solar –más frecuentes durante la faceta de mayor intensidad del Sol, siguiendo su ciclo de actividad de once años–, el viento solar sale despedido a velocidades que alcanzan 2 mil kilómetros por segundo. Este gas incandescente derriba el campo protector magnético de la Tierra, entra, y como ya se mencionó, puede provocar serias afectaciones. ¿Cómo funciona este observatorio? El doctor Américo González Esparza, investigador del igm , junto con los doctores Ernesto Aguilar Rodríguez y Julio Mejía Ambriz, está a cargo del Mexart, explica que “el arreglo de dipolos es semejante a contar con un abanico de haces apuntando hacia diferentes direcciones de la bóveda celeste y, con el movimiento de la Tierra, escaneamos las radiofuentes emitidas por cuerpos extragalácticos ubicadas alrededor del Sol. Entonces, cuando éste tiene una explosión y expele una nube de partículas, las señales de las radiofuentes estudiadas llegan con ruido, resultado de atravesar esa nube. Los datos los combinamos con los registros de los satélites para corroborar que el centelleo es consecuencia de una explosión solar. Si es el caso, en algunas horas o días ocurrirá una tormenta geomagnética”, que provoca daños a los paneles solares de los satélites, interferencias en las telecomunicaciones, quema transformadores y ha dejado sin luz por más de diez

horas a ciudades enteras, como ocurrió en Quebec en 1989, donde nueve meses después se observó un incremento en el número de nacimientos. Con la finalidad de registrar las 24 horas del día, en cuanto oscurece el observatorio de Coeneo pasa la estafeta a otros radiotelescopios ubicados en India, Corea y Japón, entre otros, “para tener continuidad”, asegura Oyuki Chang, estudiante de doctorado del Mexart y encargada de registrar las radiofuentes despedidas desde las constelaciones Casiopea o Cygnus, por citar algunas. El maestro en física espacial, Pablo Villanueva, muestra un mapa del radiocielo en el cual están anotadas, en tiempo sideral, las horas en las que aparecerán las radiofuentes; eso facilita su detección. Otra antena ubicada dentro de las instalaciones universitarias –también custodiada por Pinky y Pulgas–, es e-Calissto, que forma parte de un proyecto internacional. El doctor Víctor de la Luz, quien trabaja para el programa denominado Clima espacial, explica: “Con esta antena, además de captar las radiofrecuencias interplanetarias, es posible registrar las transmisiones de fm de la radio y las señales televisivas. En una ocasión nos dimos cuenta de cómo una tormenta geomagnética interfería en la señal de Televisa; seguramente sus ingenieros nunca supieron su causa. Uno de los servicios de Clima espacial será avisar a los medios electrónicos de las alteraciones que, por ejemplo, tendrán por dos minutos.” Además, en coordinación con especialistas de otros países, este programa alertará no sólo a los medios, sino al mundo de próximas tormentas solares que pueden ser tan intensas como el Evento Carrington. Américo González y sus colegas del Mexart ya solicitaron al Centro Nacional de Prevención de Desastres desarrollar un plan ante una posible catástrofe. El espíritu (como lo verían los discípulos de Hipócrates, equivalente a cúmulo de conocimientos) de la doctora Silvia Bravo, pionera de este observatorio, estará feliz de saber que, cuando la llamarada nos alcance, estaremos preparados •

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