evodio escaLante y Luis Hernández navarro
democracia y rebeldía perenne
José Revueltas
Nuestro
La gesta mexicana de La expropiación petroLera Marco Antonio Adame Cerón
Black Panther: apoLogía deL capitaLismo negro Daniel Montañez
La estética de Los Listados José María Espinasa
■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 18 de marzo de 2018 ■ Núm. 1202 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
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Blac
JOSÉ REVUELTAS: LA VOCACIÓN DE REBELDÍA Es imposible comprender la historia moderna de México sin atender a la obra de José Revueltas, el narrador consumado, pero sobre todo el militante del comunismo y
Daniel Montañez Pico
el historiador y teórico político que vinculó su trabajo intelectual con los grandes movimientos sociales de su tiempo, como la marcha de los mineros de Nueva Rosita y Cloete, en 1950; el movimiento ferrocarrilero, en 1956-1960, y por supuesto el movimiento estudiantil de 1968, que este año cumple su primer medio siglo. Autodidacta desde su adolescencia, perseguido y encarcelado en varias ocasiones –en las Islas Marías y en Lecumberri las más conocidas–, nunca se detuvo; fue, en palabras de Elena Poniatowska, “el intelectual dispuesto a jugarse la vida por lo que creía y, sobre todo, por los demás”. Sobre esta dimensión no siempre estudiada con rigor, presentamos los trabajos de Evodio Escalante y Luis Hernández Navarro, basados en el espléndido ensayo de Arturo Anguiano de reciente publicación: José Revueltas. Un rebelde melancólico. Democracia bárbara, revueltas sociales y emancipación. Publicamos también un oportuno repaso a los días de la expropiación petrolera y una reflexión sobre los movimientos de resistencia negra al racismo en Estados Unidos. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
WAKANDA, LA UTOPÍA DE UN REINO NEGRO Y LIBRE EN ÁFRICA EN LOS AÑOS SESENTA, LOS MOVIMIENTOS SEPARATISTAS Y ASIMILACIONISTAS, LAS FAMOSAS PANTERAS NEGRAS DE OAKLAND, SON ALGUNAS DE LAS REFERENCIAS EN LA HISTORIA DEL RACISMO EN ESTADOS UNIDOS QUE HACE ESTE FILME RECIÉN ESTRENADO BASADO EN EL CÓMIC HOMÓNIMO DE 1966. EN ESTE BREVE Y MUY PERTINENTE ENSAYO, SE REFIEREN LAS POSTURAS Y LOS NOMBRES DE ACTIVISTAS SOCIALES NEGROS DE GRAN IMPORTANCIA, COMO MARTIN LUTHER KING, MALCOLM X, STOKELY CARMICHAEL Y ANGELA DAVIS.
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lack Panther es la película basada en un cómic de Marvel que ha suscitado mayor impacto sociopolítico a nivel mundial. No es la primera que presenta un superhéroe negro y está basada en movimientos antirracistas, pero ha causado mayor impacto por la coyuntura sociopolítica estadunidense, marcada por las tensiones raciales que han suscitado el surgimiento del movimiento Black Lives Matters, y por tratarse de una superproducción comercial vinculada al megaproyecto del universo cinematográfico de Marvel, con millones de seguidores en todo el mundo. Considerando que ha sido producida en condiciones hollywoodienses ultra comerciales, tiene bastantes guiños a los movimientos de lucha social antirracista y antiimperialista de la población negra, incluyendo a los propios Panteras Negras de Oakland, pero también a la historia del esclavismo africano atlántico o incluso a los diferentes posicionamientos políticos dentro de los movimientos negros. La historia del cómic homónimo (que precedió en el tiempo a los Panteras Negras) y los debates sobre si estos guiños políticos son insuficientes o adecuados, han sido ampliamente reseñados y reflexionados, pero aún queda un par de elementos que consideramos que no han sido muy tomados en cuenta, al menos en los medios de lengua hispana.
EL ORIGEN DE WAKANDA
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n primer lugar hay que señalar cuáles son los movimientos y las ideas que influencian el surgimiento de este cómic de 1966. La idea de Wakanda, un reino
negro libre y desarrollado en África, fue un sueño muy recurrente de los movimientos panafricanistas desde finales del siglo xix . Marcus Garvey, activista jamaiquino por los derechos laborales de la población negra, popularizó esta idea en el Caribe y Estados Unidos y propuso la construcción concreta de este reino, para lo cual incluso creó una compañía naviera en 1919, la Black Star Line, con la que intentó cumplir el sueño del regreso de los descendientes de los esclavos a África para construir un futuro mejor, alejado de la sociedad racista occidental. Después de comprobar que el regreso de tantos millones de personas a África era complicado, en la década de los años treinta surgió el Movimiento nacional para el establecimiento del Estado nº 49, que proponía la conformación de un Estado negro dentro de Estados Unidos, donde pudiera cumplirse la utopía del desarrollo de una vida alejada del racismo. Ambos movimientos desconfiaban de la posibilidad de que la sociedad blanca dejara de ser racista, por lo que proponían estas ideas que fueron tildadas de “separatistas”. El mito de un reino negro libre siguió presente, y puede afirmarse que los mismos Panteras Negras confiaban en poder construir algo similar en los años sesenta, aunque en una escala más pequeña y barrial, en la ciudad de Oakland. Este mito se usa tanto en el cómic como en la película para escenificar las dos grandes tendencias dentro de los movimientos negros en Estados Unidos: el “separatismo” y el “asimilacionismo”. El primero, muchas veces malentendido como “racismo inverso”, planteaba estrategias políticas autonomistas que no confiaban en la posibilidad de negociar y convivir con la población
Directora General: C armen L ira S aade , Director: L uiS T ovar , E d ic i ón : F ranCiSCo T orreS C órdova y r iCardo y áñez . Coordinador de arte y diseño: F ranCiSCo G arCía n orieGa , Formación: m arGa P eña , Diseño de Columnas: J uan G abrieL P uGa , Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a L e J a n d r o P av ó n , Publicidad: e va v a r G a S y r u b é n H i n o J o S a , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx
Portada: Nuestro gran rebelde con causa Ilustración de Mario Netzul
La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh témoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
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k Panther :
apoLogía deL capitaLismo negro Escenas de Black Panther, donde se aprecia la ciudad altamente desarrollada de Wakanda
blanca. No es que fueran racistas de blancos, pero pensaban que la sociedad liderada por ellos nunca los iba a tratar de forma digna, por lo que proponían soluciones como irse a África o construir autonomías internas. Desde esta tendencia se acuñó el término de “colonialismo interno”, en el cual proponían que la población negra en Estados Unidos era tratada como una colonia interna del país, de forma que se alineaban con los movimientos de descolonización africana y caribeña que acontecían en aquellos años. (Este término luego se popularizó en México a través de Pablo González Casanova y Rodolfo Stavenhagen, quienes lo usaron para analizar los problemas de la población indígena, aunque eso es otra historia.) Por otro lado, el asimilacionismo, que contó con grandes líderes como Martin Luther King, proponía una movilización social y un esfuerzo colectivo e individual para demostrar la capacidad de la población negra en los propios términos de la sociedad blanca. Desde esta perspectiva se luchó por el derecho al voto, a la educación superior, a la inmersión en el mundo empresarial, etcétera. Pensaban que si los negros conseguían equipararse a los blancos en sus propios términos, el racismo desaparecería. Estas dos grandes tendencias no se organizan en los términos clásicos de la política en Occidente –izquierda y derecha. Existían posiciones de izquierda y de derecha en cada una de ellas, lo que demuestra que ese binomio no sirve para comprender de forma compleja el problema del racismo ni del colonialismo. Tanto en el cómic como en la película podemos ver escenificado este dilema. El rey T’Challa sería el representante del “separatismo”, tratando de desarrollar Wakanda de forma autónoma e incluso secreta, y Killmonger el representante del “asimilacionismo”, tratando de compartir las armas de Wakanda con el
resto de población negra subyugada en el mundo para enfrentar a la sociedad blanca en una guerra abierta. Al final no vence ninguna de las dos propuestas, sino se unen generando algo así como un asimilacionismo pacífico impulsado desde la fuerza productiva de Wakanda. Esto es un claro llamado a la burguesía negra –representada por los wakandeses– para que apoyen al desarrollo de la población negra que aún sigue subyugada, así como un llamado a la sociedad blanca para que deje de entorpecer dicho desarrollo con el racismo y las políticas colonialistas. En segundo lugar hay que señalar el gran vacío del cómic y de la película: el ocultamiento del problema de clase. Pese a que la burguesía negra fue y es fundamental para la lucha contra el racismo, las vertientes de izquierda de ambas tendencias siempre supieron que no era suficiente la lucha contra el prejuicio racial si no iba aparejada de una lucha de clases. Estos “marxismos negros” se enfrentaban tanto al marxismo blanco, que decía que el racismo no importaba, como a la burguesía negra que decía que el problema no era de clase. Para el marxismo negro la raza y la clase son elementos inseparables. El marxismo blanco postula que el prejuicio racial se terminará en la sociedad comunista y el capitalismo negro cree que se terminará con la inclusión en igualdad de condiciones de la población negra. Para el marxismo negro ambos fallan. El marxismo blanco falla cuando vemos cómo el prejuicio racial continúa en las organizaciones obreras y los socialismos reales, que no atajan firmemente el problema del colonialismo, y el capitalismo negro falla cuando vemos cómo, pese a haber presidentes negros como Obama y grandes empresarios negros a su alrededor, en las calles siguen asesinando a un número similar de personas negras con total impunidad. Existieron y existen marxistas negros de posiciones
“asimilacionistas”, como C. L. r. James, George Padmore, Oliver Cox o Frantz Fanon, así como de posiciones más tendientes al “separatismo”, como Malcolm x , Stokely Carmichael, Angela Davis, Huey P . Newton o Walter Rodney. En cualquier caso, todos y todas estuvieron de acuerdo en el análisis principal: la raza y la clase son elementos inseparables.
MÁS QUE UN PROBLEMA CULTURAL
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lack Panther, el cómic y la película, es una apología del capitalismo negro en todas sus tendencias. Incluso la referencia que la película hace a Oakland –y a los Panteras Negras de forma indirecta– es muy atemperada. Los Panteras Negras no sólo hicieron programas sociales para mejorar las condiciones de la población negra en barrios degradados: eran marxistas negros y negras, creían en un cambio revolucionario y en la abolición del racismo y el capitalismo de forma inseparable. Por eso fueron a visitar y a dejarse influenciar por la experiencia revolucionaria de China y Cuba, donde aún quedan algunas de sus principales figuras exiliadas, como es el caso de Assata Shakur, quien hasta el día de hoy es considerada por el Fbi como una terrorista de alto nivel mundial. No dudamos que el capitalismo negro ha jugado un importante papel en la lucha contra el racismo y el colonialismo y que Black Panther seguramente tendrá un impacto positivo en las generaciones más jóvenes, demostrando que la población negra no sólo no es subdesarrollada sino que, por el contrario, sin la existencia del colonialismo y el racismo, podría ser tan avanzada como cualquier otra, o incluso más. Estas posturas apoyarán una mayor interculturalidad en nuestras sociedades, lo cual es muy importante, pero en ningún caso acabarán con la explotación de la mayor parte de la población negra del mundo, pues el racismo no es sólo un problema cultural
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Escena de la película de próximo estreno Avengers: Infinity War, con Wakanda al fondo
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G e S Ta m e x i C a n a d e L a exProPiaCión PeTroLera de 1938 Miguel Ángel Adame Cerón
CONTRA EL OLVIDO Y EN CONTRASTE CON LA RECIENTE REFORMA ENERGÉTICA, AQUÍ SE HACE UN BREVE PERO ALECCIONADOR REPASO DE LOS DÍAS DE MARZO DE 1938 EN QUE MÉXICO RECUPERÓ SU RIQUEZA PETROLERA, GRACIAS A UN DECRETO EXPROPIATORIO REALIZADO POR EL GOBIERNO DE LÁZARO CÁRDENAS. PARA PAGAR LA INDEMNIZACIÓN, LA RESPUESTA DE LA GENTE FUE CONTUNDENTE: DONÓ RELOJES DE ORO, ARETES, CHIVOS, CONEJOS, GATOS, GALLINAS, PALOMAS, MAÍZ, FRIJOL, ZAPATOS, AZÁLEAS, DEDALES, MONEDAS Y MUCHO MÁS, EN UNA COLECTA QUE DURÓ SEMANAS.
LAS RAÍCES HISTÓRICO-POPULARES Y EL RETORNO DEL ENTREGUISMO
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propósito del retorno de las empresas extranjeras con la reforma energética peñanietista de 2014, después de setenta y seis años de la expropiación petrolera hecha por el gobierno de Lázaro Cárdenas que nacionalizó los bienes de diecisiete compañías extranjeras, recordamos la voracidad trasnacional con el malévolo pronóstico que Thomas Armstrong, de la Standard Oil, hizo en diciembre de 1938: “No importa cuántos años transcurran, pero el petróleo mexicano volverá a nuestras manos.” Nos preguntamos: ¿la expropiación fue pasajera?, ¿el pueblo de México recuperará sus bienes petroleros a pesar del neoliberalismo salvaje? Adolfo Gilly narra hechos de los actores que participaron el 18 de marzo de 1938, destacando la figura del general Cárdenas en la toma de decisiones para concretar la expropiación y la coyuntura que la hizo posible; sin embargo, también menciona que tiene “hondas raíces en las aspiraciones nacionales”. Por su parte, Carlos Montemayor afirma que “se trató de un proceso social profundo y no solamente de una decisión de cúpulas políticas”. Así, “la privatización o desmantelamiento de este proceso social, a la luz de estos datos, debería al menos extenderse más allá del ámbito cupular de decisiones de élite y exponerse a la participación popular”. Coincidimos con ambos, pero, siguiendo a Arturo Anguiano, reconocemos que el proceso profundo fue económico-político y fueron las masas proletarias mexicanas agrupadas en una –en ese momento– combativa Confederación Trabajadores de México ( CTm ) y en el recién creado Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPrm ), los que empujaron y sostuvieron el proceso sociopolítico y económico-material de la expropiación petrolera. Al mismo tiempo, su humus fueron las luchas histórico-populares del pueblo-nación mexicano.
UNA PELÍCULA INACABADA
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l director cinematográfico Sergio Olhovich y el escritor Carlos Montemayor elaboraron un guion para recordar y recuperar la memoria nacional y popular de esos acontecimientos de la gesta petrolera: “1938: el año en el que el petróleo fue nuestro”. Debido a que el proyecto no encontró financiamiento institucional la película se detuvo y sólo el guion fue publica-
El presidente Cárdenas con Eduardo Suárez, secretario de Hacienda, lee el decreto de expropiación petrolera.
do (Sme-La Jornada, 2008) por Montemayor con el nombre 1938: el petróleo que fue de México. Argumento histórico para una película que aún no se ha filmado. Dada la des-expropiación peñista, Olhovich y un grupo de artistas e intelectuales reimpulsaron el proyecto del filme, pero ahora de manera independiente, basándose en que si el pueblo apoyó material y moramente la gesta, lo mismo debería suceder con la cinta; por ello realizaron una campaña en los medios independientes para solicitar la ayuda de la “sociedad civil mexicana”. Al parecer, a pesar de dicha campaña para tener listo el filme para los primeros meses de este 2018 (en el que se cumplen ochenta años del decreto expropiatorio), los recursos no se completaron y la cinta sigue retrasada. Los siguientes son algunos de los momentos álgidos de “cuando el petróleo fue nuestro”.
LA CONFRONTACIÓN CRECIENTE
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omo enfatiza Lorenzo Meyer, durante la escalada del conflicto petrolero los representantes de las empresas anglosajonas mantuvieron la creencia de que el gobierno de Cárdenas no se atrevería a expropiar sus bienes, con la falsa seguridad de que su administración no tendría la capacidad de gestionar y operar el entramado petrolero, pues los trabajadores mexicanos no podrían hacerse cargo de su funcionamiento. Pero ante la postura del presidente respaldando la tenaz resistencia de los trabajadores y sus organizaciones, y frente a los laudos y dictámenes desfavorables a sus intereses, a última hora buscaron recular, pero fue demasiado tarde. Sin embargo, durante los siguientes años (y hasta la fecha) siempre presionaron para reapropiarse de los hidrocarburos del subsuelo mexicano.
El ambiente sociopolítico y económico en los primeros 10 días de marzo de 1938 era ya bastante tenso y agitado, pero a partir del segundo decenio del mes los acontecimientos se fueron definiendo para una solución definitiva de la confrontación entre los trabajadores y el gobierno de general Cárdenas, por una parte, y los empresarios petroleros y sus respectivos gobiernos y embajadas, por otra. Del lado del primer bloque se sugiere que Cárdenas y el general Francisco J . Múgica se pusieron de acuerdo para decidirse por la expropiación, y el primero le encargó al segundo la redacción de un manifiesto que “llegue al alma del pueblo”; por el segundo, se siguió en la cerrazón y desafiando a las autoridades mexicanas. El 14 de marzo de 1930 –recuerda Luis González– la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje les concedió a las trasnacionales petroleras 24 horas para cumplir la orden del aumento de 28 millones de pesos en salarios y prestaciones, ratificada por la Suprema Corte de Justicia; aquéllas insistieron en que no se les forzara a cumplir el mandato, pues se arruinarían. El líder de la CTm , Vicente Lombardo Toledano, pidió a sus sindicatos que intensificaran las manifestaciones en apoyo al laudo de la Junta y para el jueves 17 de marzo el Comité Nacional cetemista envió una circular a los gobernadores de los estados para invitarlos movilizar a sus poblaciones; igualmente, extendió la invitación a dirigentes de los partidos y organizaciones de izquierda nacional e internacional.
EL VIERNES 18 DE MARZO
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n el transcurso de la mañana, el presidente Cárdenas informa y da instrucciones al secretario de Economía, Efraín Buenrostro, sobre la expropiación que ya se había decidido y para que preparase los efectos correspondientes. Los líderes de la CTm y del STPrm acuden iniciada la tarde a la residencia de Los Pinos para ser informados de la decisión expropiatoria y para ponerse de acuerdo en los apoyos políticos y en las maneras prácticas de sacar adelante y hacer efectivo el decreto. Cárdenas también recibe e instruye a su secretario de Hacienda, para exponer en la reunión del gabinete que se preparaba en Palacio Nacional. Justo a las 8 de la noche, el presidente Lázaro Cárdenas se reúne con su gabinete en Palacio Nacional y les comunica a sus ministros que se aplicará la Ley de Expropiación a los bienes de las compañías petroleras por su actitud rebelde. Al parecer todos los ministros apro-
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Mujeres de todas las condiciones sociales acuden al llamado y donan una gran variedad de objetos
baron la resolución tomada y el decreto de expropiación fue redactado y firmado por Cárdenas y los ministros de Economía Nacional y de Hacienda. A las 9:30, el secretario del presidente le informó que los empresarios y sus abogados habían llegado a Palacio, Cárdenas ordenó que los pasara a su despacho y allí se reunió. Habló uno de ellos: “Señor presidente, recapacitando acerca del problema hemos determinado que si ajustamos con sacrificios nuestros negocios, podemos acatar la sentencia de la Suprema Corte.” Pero la expropiación estaba ya consumada. Hacia las 10 de la noche, en el Salón Amarillo y a través de la radio en cadena nacional, Lázaro Cárdenas leyó el Manifiesto y dio a conocer el Decreto de Expropiación de la Industria Petrolera por causas de utilidad pública, basándose en lo dispuesto por el Artículo 27 Constitucional y en la Ley de Expropiación de 1936. Según las propias palabras de Cárdenas, fue en defensa de la soberanía del país y para reintegrar a “su dominio, la riqueza petrolera que el capital imperialista ha venido aprovechando para mantener al país dentro de una situación humillante”.
LOS DÍAS POSTERIORES
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l sábado 19 de marzo, los trabajadores del STPrm toman posesión de las instalaciones petroleras del país. “México triunfará”, dijeron. “Y si no supiéramos aprovechar el petróleo, preferiríamos quemarlo a permitir el regreso de los extranjeros, que durante años nos explotaron y ofendieron”, agregaron. Realizaron una primera marcha hacia Palacio Nacional para dar apoyo al presidente. Las campanas de la catedral se echaron a vuelo. “¡No volverán!”, fue la consigna. Los gobiernos extranjeros amenazaron con invadir México, la Standard Oil y la Royal d. Shell decretaron un boicot de distribución y venta del petróleo mexicano: no habría mercado para él, ni refacciones, ni materias primas. Pero las presiones y los chantajes resultaron inútiles. En respuesta a las amenazas de invasión, los líderes sindicales petroleros acordaron e instruyeron para que el desembarco de las tropas de ocupación
fuera seguido del incendio de los pozos petroleros. “¡Iluminaremos Nueva Orléans!” Telegramas, discursos, desplegados, declaraciones y entrevistas... la clase política no escatima “respaldo moral”. Incluso una parte importante de la Iglesia católica llamó a sus feligreses a apoyar la expropiación. El lunes 21 de marzo los universitarios improvisan una manifestación de solidaridad. Comienzan a recibirse aportaciones para coadyuvar a saldar el pago a las empresas expropiadas. En la magna marcha del 23 de marzo en el Zócalo de Ciudad de México, en el balcón central de Palacio Nacional se encontraba el presidente con los miembros de su gabinete, todos de pie y entusiasmados, contemplando “la más grande demostración popular que ha tenido lugar en esta tierra durante los últimos años”. Fue organizada por los sindicatos, principalmente los adheridos a la CTm , y se planteó como de “júbilo por la expropiación”; participaron obreros, ligas campesinas, maestros, empleados federales, estudiantes, partidos y organizaciones políticas. Desfilaron cerca de 300 mil personas portando pancartas que expresaban el apoyo nacionalista y popular; algunos de los lemas destacados fueron: “¡Abajo el imperialismo!”, “Los trabajadores queremos la independencia económica de México”, “General Cárdenas, usted es el único que ha tenido el valor de defender nuestros derechos”. También hubo actos de apoyo y adhesión en las diversas ciudades del país. Del 26 de marzo al 11 de abril adquiere fuerza y organización la colecta nacional, se forman comités y hay actos en varios estados y en Ciudad de México para concentrar las entregas. El hijo del general Cárdenas, Cuauhtémoc, entonces de cuatro años, acude a Palacio el día 2 de abril, acompañado de sus compañeros y rompe su alcancía; lo secundan otros niños. A iniciativa de las esposas de los secretarios se forma el Comité Nacional Femenino pro Pago de la Indemnización Petrolera, siendo presidido por la primera dama Amalia Solórzano. Se hace una colecta pública en Bellas Artes del 12 al 15 de ese mismo mes. Como arranque se realiza una marcha, donde participan mujeres de todas las condiciones socioeconómicas. La jornada del 13 la encabezó
doña Amalia a nombre del comité de recepción; llegaron miles de mujeres, niños, adolescentes y adultos de todas las clases, llamó particularmente la atención la cantidad de mujeres rurales, campesinos, indígenas y gente pobre que arribó, muchos de ellos descalzos; la gente desfiló ese día durante la mañana, la tarde y gran parte de la noche. Jaime Avilés narra que los objetos donados fueron de una heterogeneidad pintoresca: relojes de oro y plata, cucharas, anillos, aretes, cadenas, medallones, lapiceros, muñecos, dedales, monedas […] chivos, conejos, gatos, gallinas, palomas, patos, maíz, frijol y calzado. Para convertir todo eso en dinero, las damas improvisan una subasta sobre la explanada. Un periodista cooperó con una boleta de empeño de un reloj Elgin de oro. Una costurera dona su máquina Singer y la señora Guadalupe de Peralvillo aporta: “dos gallinas”, “cuatro azaleas” y “un jilguero y dos patos”.
LOS PENDIENTES
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o que demostraron dichas acciones de respaldo político-social fue “la enorme dimensión de la base popular sobre la que descansaba con firmeza el gobierno cardenista”. El “país estaba movilizado en todos los órdenes” y ese fue el sustento denso y real de sus iniciativas, pero dichas movilizaciones tuvieron un significado triple: 1) sirvieron para dar un segundo aire a la revolución institucionalizada e iniciar la solución parcial a demandas de las masas campesino-indígenas y obreras, 2) se impulsó la industria capitalista mexicana y a la clases propietarias mexicanas, y 3) el gobierno también ganó en legitimación y en control presidencialista. La expropiación petrolera fue una importantísima gesta histórica nacionalista popular que, ante la entreguista reforma energética peñanietista de hoy, vale mucho la pena recordar y reivindicar. Quedan como pen dientes la exhibición de la película de OlhovichMontemayor, enterrar para siempre la maldición de Armstrong y mantener firme la esperanza de que el pueblo mexicano rescate nuevamente sus recursos energéticos y eche abajo todas las reformas neoliberales
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Evodio Escalante Revueltas en El Palacio Negro de Lecumberri. Foto: Archivo General de la Nación, Fondo Hermanos Mayo y Ediciones Era.
La revolución melancólica de
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uchos son por fortuna los libros que en los últimos años se ha publicado sobre el escritor José Revueltas, pero no abundan aquellos que se ocupan de su vida como militante del comunismo y como historiador y teórico de la política mexicana. El intelectual comprometido e irreductible, de una honestidad a prueba de balas, entregado de cuerpo entero a la tarea de transformar a través de la lucha de clases la realidad de este país, necesitaba de un libro monográfico como el que ahora nos aporta Arturo Anguiano. Conocido por otros textos como El Estado y la política obrera del cardenismo (1975), o como El socialismo en el umbral del siglo xxi (1991), el sociólogo y profesor de la uam-Xochimilco nos sorprende con una muy documentada investigación acerca de la vida llena de altibajos de este extraordinario personaje que para muchos tiene ya la dimensión de la leyenda, al grado que podríamos pensar que es el Ricardo Flores Magón de la época de la Revolución hecha gobierno. Nacido en 1914, durante los turbulentos años del proceso revolucionario, Revueltas se incorpora casi adolescente a las filas del Partido Comunista y se convierte en testigo y actor privilegiado de avatares disímbolos. Se inicia en la política en los años de las catacumbas del estalinismo, cuando el Partido declaraba la guerra frontal a los gobiernos de la burguesía, experimenta luego en la madurez del cardenismo la etapa “colaboracionista” del Frente Popular, resiente los efectos del “desarrollismo” y de la supuesta “desestalinización” operada en la Unión Soviética tras la muerte del dictador y le toca participar, primero como testigo y luego como actor, en los dos más grandes acontecimientos de nuestra historia moderna en la segunda mitad del siglo xx : la gran huelga ferrocarrilera sofocada manu militari por el gobierno en 1959, y el movimiento popular-estudiantil contra el régimen de Díaz Ordaz que culminó en la tristemente célebre Masacre de Tlatelolco.
José Revueltas
En medio de todo esto, sus años de cárcel en las Islas Marías, primero, y en el llamado Palacio Negro de Lecumberri, después, donde compartió suerte con personajes como Heberto Castillo, Eli de Gortari, Raúl Álvarez Garín, Roberta Avendaño, Roberto Escudero y otros más, así como sus ingresos y sus expulsiones de diversas organizaciones políticas en que militó, sin olvidar sus años de gloria literaria ni aquellos otros en que la soledad y el ostracismo impuesto por sus detractores parecían condenarlo a una lenta extinción. Arturo Anguiano no oculta su simpatía y su admiración por el personaje, por el “intelectual indómito” y por el compañero solidario y fraterno que no sólo resistió los embates del Leviatán mexicano, sino que se sobrepuso a la incomprensión de sus colegas primero del Partido Comunista y después de la Liga Leninista Espartaco, que él mismo había fundado, y de la que terminó siendo expulsado por motivos que hoy se antojan pueriles: unos artículos publicados en el periódico El Día, en los que discutía la confrontación ideológica entre la China comunista y la Unión Soviética, y el autor optaba por apoyar la idea jruschoviana de la “coexistencia pacífica”, con lo que reprobaba la línea maoísta que sostenía que la guerra tendría que ser la necesaria continuación de la lucha de clases. En un libro reciente (El futuro es nuestro. Historia de la izquierda en México. México, Océano, 2017), el historiador Carlos Illades afirma que fueron los “simpatizantes maoístas” de la Liga quienes decidieron la expulsión de Revueltas. Entrañable personaje digno de una novela, Anguiano documenta las actividades y las publicaciones políticas del autor, desde el precoz ensayo histórico-económico La Revolución Mexicana y el proletariado (1939) hasta los textos últimos en torno a la “democracia cognoscitiva” y a las propuestas “autogestionarias”, pasando por supuesto por México: una democracia bárbara (1958) y por el famoso Ensayo sobre un proleta-
riado sin cabeza (1962). Aunque escrito en pleno auge del cardenismo, cuando su autor tenía veinticinco años de edad, el primer de estos textos denota un conocimiento profundo de la historia de México, apoyado siempre sobre bases marxistas, y ya señala la necesidad de elaborar una teoría propia de acuerdo con las características nacionales para no depender de una línea política dictada desde el exterior, y para que la clase obrera, de igual forma, no juegue un papel meramente subordinado frente a la burguesía nacional. Contiene de modo notable un llamado a que los destacamentos de la clase obrera se constituyan en una vanguardia real, y no sólo nominal, aunque también, como observa Anguiano, se deja deslumbrar por una (explicable) “euforia cardenista” que hacía creer que el futuro de la revolución estaba pavimentado. Si otra fuera nuestra cultura política, me atrevo a sugerir, este juvenil pero a la vez contundente texto de Revueltas podría haber sido el equivalente entre nosotros de El desarrollo del capitalismo en Rusia de v . i . Lenin.
DEL PROLETARIADO SIN CABEZA A LA DIALÉCTICA DE LA CONCIENCIA
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l abordar el Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, Anguiano señala que se trata de “la obra política más comentada de Revueltas” aunque, si se ve bien, poco estudiada en realidad, “por lo que hay pocas críticas rigurosas que valgan la pena. Ha sido más una suerte de estandarte y por ello no pareciera que hubiera sido muy leída”. Estamos, según Anguiano, ante una obra de transición cuya verdadera culminación se encontraría en la compleja trama de la novela Los errores (1964). Los años sesenta representan una cúspide en la vida de Revueltas: por el lado literario, obtiene uno de los mayores reconocimientos cuando se le concede en 1967 el Premio Villaurrutia; por el lado de
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A PARTIR DEL LIBRO JOSÉ REVUELTAS. UN REBELDE MELANCÓLICO. DEMOCRACIA BÁRBARA, REVUELTAS SOCIALES Y EMANCIPACIÓN, DE ARTURO ANGUIANO, PUBLICADO EN 2017 POR LA EDITORIAL PENSAMIENTO CRÍTICO, ESCALANTE PASA REVISTA A LA FIGURA ENORME DEL AUTOR DE ENSAYO SOBRE UN PROLETARIADO SIN CABEZA. EN EL AÑO DEL CINCUENTENARIO DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968, PARTEAGUAS ABSOLUTO DE NUESTRA HISTORIA MODERNA, LA OBRA Y LA FIGURA DE REVUELTAS SON IMPRESCINDIBLES PARA ENTENDER EL MOMENTO ACTUAL DE LA POLÍTICA Y LA SOCIEDAD MEXICANAS. la militancia, el aislamiento y la creciente zozobra se revierten de pronto cuando estalla el movimiento estudiantil de 1968. Revueltas lo deja todo y se instala en algún salón de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam , desde donde redacta proclamas y reflexiona acerca de su nuevo hallazgo teórico: la “autogestión académica”. No le tiembla la mano a Anguiano para indicar que las propuestas de este período, aunque atractivas, carecían de efectividad: “En realidad, no hubo ninguna autogestión académica pues todo el movimiento se volcó a las calles, dejando los centros de estudios sólo como bases de operación, eso sí autogestionarias.” Expresado de otro modo, ahora sin ironía: “Había, sin duda, cierto desfase entre algunas de las propuestas recurrentes de Revueltas y la lógica del movimiento, por más que en general él entrara en sintonía con éste por medio de sus análisis y propuestas más políticos, que fueron verdaderos aportes.” Con la perspicacia de alguien que también se involucró en el movimiento, Anguiano establece un notable paralelismo entre la huelga ferrocarrilera de 1959 y la rebelión estudiantil del ’68. Igual que había sucedido con los ferrocarrileros, “la fuerza desatada por el movimiento estudiantil-popular asemejaba un tren de gran velocidad acercándose a un precipicio sin que al parecer nadie quisiera o pudiera accionar el freno de emergencia”. Este diagnóstico, que por supuesto comparto, merecería por sí solo una reflexión detallada. También Walter Benjamin, por cierto, en sus tesis de filosofía de la historia aconsejaba accionar el freno de la locomotora para encontrar un momento de iluminación. Empero, no en todos los casos estoy de acuerdo con Arturo Anguiano. Cuando en un par de ocasiones señala, por ejemplo, que Revueltas leyó al joven Marx a través de las anteojeras de v . i . Lenin, me parece que falta a la verdad histórica. El fallecido colega Jorge Fuentes Morúa demostró de manera fehaciente en su
biografía intelectual de Revueltas que éste conoció de modo temprano la traducción que una exiliada alemana y un economista uruguayo habían hecho en 1939 de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 y que esta lectura lo marcó de por vida, pues nunca se separó de ella, ni siquiera en la época última de su encarcelamiento en Lecumberri. De tal suerte, la Dialéctica de la conciencia (1982), la obra póstuma que Revueltas habría escrito en sus últimos años de cárcel, no haría sino insistir en la importancia de este texto de Marx. Tampoco concuerdo cuando Anguiano, refiriéndose a México: una democracia bárbara, postula que con este libro Revueltas realizó el “epitafio político” de quien alguna vez fue su gran amigo, el líder reformista Vicente Lombardo Toledano. Aquí el error, si se me permite, no es tanto de Anguiano como de los editores de las Obras completas del autor; me refiero a la fallecida Andrea Revueltas y Philippe Cheron. Esta edición, imprescindible (y elogiable) en muchos sentidos, también merecería pasar por la criba de la crítica pues contiene diversos errores de sustancia y de procedimiento que algún día habría que precisar. Los editores, en efecto, desarticularon de tal modo la edición original de México: una democracia bárbara, que por cierto había merecido reedición cuando todavía vivía Revueltas, que la dejaron irreconocible. Mantuvieron la primera parte del libro, es cierto, pero la segunda, que consistía en un amplio texto acerca de la filosofía de lo mexicano (“Posibilidades y limitaciones del mexicano”) que habían puesto de moda algunos académicos del grupo Hiperión (Uranga, Villoro, Portilla y otros más), fue eliminada y sustituida por diversos artículos que giran todos en torno a la figura de Lombardo Toledano. El “epitafio político” del fundador del Partido Popular, en dado caso, se escribió diez años después de que el volumen original hubiera aparecido, y tiene que ver con la ignominiosa
posición que adoptó este dirigente frente al movimiento estudiantil del ’68. Lombardo no sólo atacó a los estudiantes en la revista Siempre! por ser “títeres” de la Cia , sino que los tildó de alborotadores y hasta de “mariguanos”. ¡Con todas sus letras! Aunque aplastado por la fuerza de las armas, ¿el movimiento triunfó en lo ideológico y tuvo consecuencias reales en la historia política del país? El libro de Anguiano resulta oportuno porque, ahora que se cumplen los cincuenta años de los acontecimientos, coloca sobre el tapete este asunto que no me parece menor. El movimiento, según Anguiano, no sólo puso en evidencia el “agotamiento” histórico el régimen postrevolucionario, sino que tuvo secuelas importantes en la revuelta ciudadana de 1988, en la insurrección zapatista de 1994 y en la “caída del Pri -gobierno en el año 2000”, justo lo que da lugar a lo que en mi opinión de modo mañoso se ha denominado “alternancia democrática”. Confieso que yo no sería tan optimista, pero cumplo describiendo su posición. Otro atractivo del libro es que de alguna forma se sugiere un paralelismo entre los personajes. El propio Arturo, que conoció a Revueltas y que también militó un tiempo en la Liga Leninista Espartaco, terminó siendo defenestrado de la organización por el mismo sectarismo y dogmatismo estrecho que caracterizó a la izquierda de la época. Como apéndice de su estudio, en efecto, Arturo Anguiano reproduce su texto “El espartaquismo en México. Aproximación crítica”, donde denuncia la tendencia “grupuscular” que acababa atomizando y aislando a las organizaciones políticas, garantizando con ello su inoperancia política. Redactado en mayo de 1968, un par de meses antes de que iniciara el movimiento popular-estudiantil, este fue el texto que los camaradas consideraron inaceptable y lo que motivó finalmente el juicio sumario que decidió su expulsión. Algunas lecciones, me parece, tendríamos que extraer de estos hechos
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Nuestro José R democracia y rebeldía
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n 2014 se conmemoraron los cien años del natalicio de José Revueltas. También los de Octavio Paz. La desigualdad en el trato que se brindó a los dos escritores fue abismal. Mientras que las luces que buscaron iluminar la obra y la vida del duranguense estuvieron muy lejos de mostrar con claridad su estatura intelectual y política, los festejos en honor al poeta se convirtieron en una gran operación de Estado. A pesar de la modestia de las celebraciones alrededor Revueltas, se promocionó su obra, se hizo justicia a su rebeldía indómita y se auspició cierta polémica sobre su pensamiento. Por ejemplo, Editorial Era volvió a publicar su obra completa (ahora en siete tomos en lugar de veintiséis). Sin embargo, salvo contadas excepciones, las mesas redondas y publicaciones en su honor estuvieron lejos de hacer un balance de su actividad como militante comunista y espartaquista, y de reflexionar sobre sus análisis de la realidad política. El grueso de las evocaciones alrededor suyo giraron en torno a su magnífica obra literaria o de su papel en el movimiento estudiantil-popular de 1968. En lo esencial, y para no perder la costumbre, la izquierda mexicana (o lo que sobrevive de ella) le quedó a deber. Si es cierto que, como escribió Elena Poniatowska, el autor de Los días terrenales “es la gran referencia en la Universidad Nacional Autónoma de México, un ídolo para los jóvenes, estudiantes o no, el personaje más citado, el intelectual dispuesto a jugarse la vida por lo que creía y, sobre todo, por los demás”, en 2014, en el centenario de su nacimiento, la izquierda se quedó corta a la hora de hacerle un homenaje a la altura de la enormidad de pensamiento y obra.
LOS FESTEJOS HUECOS Y EL HUECO DE LOS FESTEJOS
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osé Revueltas, un rebelde melancólico. Democracia bárbara, revueltas sociales y emancipación, de Arturo Anguiano, se publica cuando, a pesar del tiempo transcurrido, todavía suena el eco de aquellos festejos. De hecho, está en parte inspirado en ellos. Así lo cuenta el autor en el prólogo del libro. Este trabajo –escribe Anguiano– “comenzó cuando en el otoño de 2013 un compañero del trabajo me propuso que preparáramos alguna publicación con motivo del inminente centenario del nacimiento de José Revueltas, un poco para contrarrestar el desborde oficial ante otros homenajeados”. El libro aparece para cubrir –en parte– el enorme hueco que esos festejos dejaron: el de explicar la confrontación del militante y teórico marxista con la realidad de su época, con la coyuntura política del país, con los avatares del movimiento comunista internacional, con los traspiés de la izquierda azteca y con revueltas sociales clave a los largo de varias décadas, como la Ilustración de Daka
evueltas: perenne
marcha de los mineros de Nueva Rosita y Cloete, la insurgencia sindical de 1956-1960 (especialmente la ferrocarrilera) y el movimiento estudiantil de 1968. Anguiano realiza este ejercicio no como un acto de añoranza, sino reivindicando “la actualidad de su pensamiento crítico, de sus aportes e intuiciones y de su propio comportamiento irreductible, autónomo”. Un rebelde melancólico hace un repaso riguroso de la obra y biografía de Revueltas para contextualizar y explicar la intervención de un individuo excepcional en la historia nacional, así como el modo en que su participación política y su reflexión teórica inciden en las distintas coyunturas. Nos descifra con buen oficio las claves del pensamiento de una mente brillante en el marco de su época. Analiza apasionadamente cómo ese intelectual trata de comprender los vericuetos de una realidad profundamente compleja e imbricada para intervenir (con mayor o menor éxito) en ella, echando mano de las herramientas conceptuales que tiene a su alcance y de una convicción ética ejemplar a toda prueba. Una herramienta conceptual que no es otra sino el marxismo, que, en palabras de Jean Paul Sartre, era el horizonte insuperable del saber de la época. Al aproximarse de esta manera a José Revueltas, Arturo Anguiano nos ofrece una lectura del personaje inédita y contrastante con los enfoques psicologistas presentes en muchos de los trabajos que han querido narrar su vida. A contracorriente de una visión que analiza al personaje como una figura atribulada por una misión prometeica de motivaciones cuasireligiosas y lo considera una especie de ángel caído, Anguiano lo aborda tomando en serio lo que es: un militante comunista, un hombre de partido (aunque con harta frecuencia lo expulsaran de sus filas), un intelectual revolucionario. Así se definió Revueltas a sí mismo. Interrogado sobre por qué y para qué entregó su capacidad creadora, respondió con toda sencillez: “En cierto sentido obedece a una razón vocacional, pero vocacional no en el sentido de adquirir una profesión, puesto que la política no puede ser una profesión, sino una actividad del hombre: desde muy joven sentí inquietud por encontrar un camino en cual rendir el mayor servicio posible.” Arturo despliega sus solidas credenciales académicas para abordar una empresa como la que desarrolla en José Revueltas, un rebelde melancólico y da a luz un trabajo que va mucho más allá de la Academia. Él es, después de todo, un analista acucioso y documentado de la realidad del país desde el cardenismo hasta nuestros días. Es un conocedor profundo de la historia y las vicisitudes de la izquierda mexicana. Trató personalmente a Revueltas desde 1966 y lo entrevistó. Militó en las filas de alguna de las corrientes que se desprendieron de la Liga Leninista Espartaco. Vivió muchos de los hechos claves que marcaron al autor de El Apando en el último tramo de su vida. Ese oficio y esa experiencia vital se plasman en el libro con brillantez y contundencia.
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Luis Hernández Navarro
SEMBLANZA CRÍTICA DEL PENSAMIENTO POLÍTICO Y SOCIAL, SU EVOLUCIÓN, SUS CONVICCIONES Y CONTRADICCIONES, Y LA ENORME ESTATURA MORAL DEL LUCHADOR INCANSABLE QUE FUE JOSÉ REVUELTAS. ESTE ARTÍCULO NOS MUESTRA, COMO SE LO PROPUSO ARTURO ANGUIANO, AL ESCRITOR Y PENSADOR A SALVO DE SU MITO.
Un reBelde melancólico Hace un repaso riguroso de La obra y
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ADIÓS AL MITO, BIENVENIDO EL HOMBRE
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l pensamiento y la obra de Revueltas conforman un ente vivo, disperso en multitud de textos y entrevistas. Analizar su legado requiere simultáneamente de las cualidades del politólogo, del historiador, del crítico literario, del filósofo y del militante. Como nos explica Anguiano, él se propuso encontrar las líneas de continuidad en el pensamiento revueltiano, “anudarlas [...] rehacer la trama, trenzarlas, entretejerlas, respetando la coherencia de sus ideas”. El resultado final de esta obra es inobjetable. Arturo nos presenta al autor de Los muros del agua en toda su complejidad. Lo hace sin concesiones, tal cual lo recomendó el filósofo griego Cornelius Casto-
José Revueltas frente a su máquina de escribir. Fotografía de los hermanos Mayo exhibida en la FIL Zócalo, CDMX, 2014.
riadis: “No se honra un pensador alabándolo y ni siquiera interpretando su trabajo, sino que se hace discutiéndole, manteniéndole así vivo y demostrando en los hechos que el autor desafía el tiempo y conserva su vigencia”. Anguiano sigue también una sugerencia de Andrea, hija de Revueltas y editora de su obra, quien alertó contra el intento de convertir a su padre en un mito, porque se corre el riesgo de “ocultar al individuo con sus cualidades, defectos y contradicciones, para ocultar sus planteamientos originales y la carga explosiva de su labor crítica y desmitificadora, tanto del sistema político imperante como del oportunismo y sectarismo de la izquierda”. Es así como, en contra de la visión mitificada que ve en Revueltas exclusivamente al luchador por la independencia de clase, Arturo pone sobre la mesa su coqueteo con el lombardismo (una poderosísima corriente política e intelectual en la que se formaron, para luego romper con ella, guerrilleros como Arturo Gamíz y Oscar González Eguiarte), que, como se sabe, postuló, una y otra vez, la conciliación de clases. Revueltas se acercó (e incluso admiró) a Vicente Lombardo Toledano y militó en el Partido Popular, aunque después se distanció de él y lo criticó acremente. De la misma manera, a contravía de aquellos que prefieren no ver un periodo estalinista en el autor de Los errores, Anguiano documenta, matiza y explica las veleidades estalinistas de Revueltas. “El suyo –escribe Arturo– era un estalinismo un tanto ingenuo, más prosigue
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ducto de la pasión de un joven rebelde deslumbrado por la Revolución rusa y el régimen soviético que una convicción teórica o simplemente por una fe ciega”. Revueltas explicó su estalinismo juvenil arguyendo que “por la urSS no estábamos muy al tanto de la lucha interna que sobrevenía en los altos círculos de la Internacional Comunista. Todo lo aceptábamos como quien recibe la bendición papal”. Más tarde, en su obra posterior al xx Congreso del PCuS , acentuó su crítica en contra de esta corriente y extendió su rechazo a las repercusiones que ésta tuvo dentro del movimiento comunista mexicano, en especial a las deformaciones en el funcionamiento, la política y la pretensión del PCm de considerarse un partido leninista. Por supuesto, este “estalinismo” revueltiano tiene muy poco que ver con el estalinismo de huarache de los dirigentes del Partido Comunista. Después de todo, Revueltas tuvo, desde muy joven, una sofisticación intelectual de la que ellos carecían. Sin ir más lejos, leyó,y fue influenciado por los Manuscritos Filosófico-Económicos en su primera traducción al español, mientras que líderes como el oscuro y tenebroso Dionisio Encinas se “formaron” –lo que es mucho decir– en los manuales soviéticos de marxismo-leninismo de la época. En su libro, Arturo Anguiano da cuenta de la potencia intelectual del autor de Dios en la tierra, que abandonó la educación escolarizada antes de concluir el primer año de secundaria y se educó a sí mismo en la Biblioteca Nacional y la militancia. Una potencia que en su época fue reconocida por pensadores influyentes.
LA HERENCIA INTELECTUAL
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evueltas –documenta Anguiano– puso en el movimiento del ’68 el centro de sus reflexiones, y derivó de éste su teoría de la autogestión, no solamente como propuesta organizativa, sino como modus vivendi y como democracia cognoscitiva. Para el duranguense, la cuestión del partido –nos recuerda Anguiano– es nodal. Lo es, al menos, desde la redacción del documento Enseñanza de una derrota, que aludía al movimiento ferrocarrilero de 1956-1960, en el que comenzó a formular la teoría de la inexistencia histórica del partido, una de las piedras angulares de su pensamiento. En ella hace una diferencia entre un partido existente y un partido real. Un partido existente –nos dice– es el que está ahí, el que comete errores o aciertos, pero no tiene la capacidad de dirigir de
“creo firmemente que La teoría Leninista deL partido – así como La teoría deL e stado y de La dictadura proLetaria –, a La Luz de Las experiencias de esta segunda mitad deL sigLo xx, deben y pueden ser superadas .
L a tarea no es simpLe , pero
ya e s tá n e m p e ñ a d o s e n e L L a H o m b r e s como
Henri Lefebvre”.
manera pertinente o adecuada a la clase obrera y al pueblo hacia la destrucción al capitalismo. Es decir, es un partido que existe, pero no es real porque para que lo sea además de ser existente debe ser necesario, según la terminología hegeliana que Revueltas adopta para criticar al partido comunista. Y el Partido Comunista no lo era. Según Anguiano, la visión autogestionaria de Revueltas no significó, ni mucho menos, abandonar la lucha por la construcción de un partido de clase, ni la teoría leninista del partido, aunque al final de sus días comenzó a cuestionar esta idea central en su obra anterior. Cerca de su muerte le escribió a su hija Andrea: “creo firmemente que la teoría leninista del partido –así como la teoría del Estado y de la dictadura proletaria–, a la luz de las experiencias de esta segunda mitad del siglo xx , deben y pueden ser superadas. La tarea no es simple, pero ya están empeñados en ella hombres como Henri Lefebvre”. Desafortunadamente, ya no vivió para darle seguimiento a esta tarea. El libro aborda, también, el debate sobre la herencia intelectual del autor de México: una democracia bárbara. Anguiano desautoriza enfáticamente a quienes, forzando la trayectoria de Revueltas, forjaron la fábula de que éste terminó participando en las filas del trotskista Grupo Comunista Internacionalista ( GCi ). Según él, tuvo relaciones con este grupo mientras estuvo en la cárcel después del movimiento de 1968, pero no bajó la guardia ante el peligro de caer en la órbita de los microgrupúsculos del que el GCi era parte. Por el contrario, Arturo sostiene que “son los nuevos zapatistas quienes recogen la estafeta de manos de José Revueltas y convocan –en un medio turbio, desencadenado y cínico– a ejercer y asumir el pensamiento crítico […] de lo que llaman la hidra capitalista”.
Al salir de prisión, se produjo un divorcio entre el Revueltas mítico y el Revueltas de carne y hueso. Como reconoce su hija Andrea: “los jóvenes veían en él un símbolo de oposición y de lucha que les servía para canalizar sus sentimientos, un tanto oscuros e imprecisos, de repulsa a un régimen que había mostrado su faz represiva en 1968 y 1971, con ese ánimo acudían a sus conferencias; pero había una gran distancia entre el personaje que iban a ver y a escuchar, y el hombre real que exponía tesis abstractas e iconoclastas, que no llegaban a ser comprendidas sino al contrario, más bien causaban estupor y consternación en sus oyentes”. Los asuntos que eran de interés del escritor, a partir de entonces y hasta su fallecimiento, eran diferentes de los problemas y necesidades de una nueva generación embarcada en una diversidad de proyectos políticos que iban desde la lucha armada hasta una política popular, pasando por la construcción de nuevos proyectos partidarios. Sin embargo, como ha explicado Francisco González, a pesar de este desencuentro generacional, Revueltas dejó como herencia a la izquierda los fundamentos de un movimiento revolucionario diferente al burocratizado PCm, colocó en la pista del quehacer transformador la necesidad de encontrar en la realidad nacional las motivaciones de una política liberadora y de lucha, y puso como ejemplo su perseverancia inquebrantable y su convicción sintetizada en la frase “vivir no es necesario, luchar es necesario”, probablemente inspirada en el “Sólo viven aquellos que luchan”, de Victor Hugo. Enrique González Rojo resumió uno de los dilemas fundamentales del autor de Los motivos de Caín en su poema, “La alternativa”: “Tan sencillo como esto:/ser Martín Luis Guzmán o ser Revueltas.” Escrito con tinta azul cólera, José Revueltas, un rebelde melancólico. Democracia bárbara, revueltas sociales y emancipación es un libro fundamental para mirar al autor de Los días terrenales de cuerpo entero, en sus luces y sombras. Una herramienta para evitar que se lleven a Revueltas al Panteón de los próceres intelectuales, al que el Estado mexicano de cuando en cuando lo pretende trasladar. Un instrumento para conservarlo en la trinchera en la que siempre estuvo: la de la lucha contra el capitalismo, por el socialismo y por la emancipación de la humanidad. Un recordatorio de que Pepe (como le decían sus amigos) es nuestro, no de ellos
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Jornada Semanal • Número 1202 • 18 de marzo de 2018
Democracia y transformación social, Boaventura de Sousa Santos, Siglo xxi Editores, México, 2017.
Alfonso García Robles. Premio Nobel de la Paz. Padre del desarme nuclear en América Latina, Rafael Medina Martínez,unam. México, 2017.
La diplomacia como política RICARDO GUZMÁN WOLFFER
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n estos tiempos en que la política internacional parece dirigida por verdaderos suicidas, al invocar conflictos nucleares que parecían olvidados, la figura del mexicano Alfonso García Robles recobra importancia. Inicia la crónica desde finales de la guerra mundial, con la trayectoria de García Robles desde sus estudios preuniveristarios, hasta los encargos dentro y fuera del país ante organismos internacionales. García Robles trabaja, entre muchos otros, con el entonces subsecretario de Relaciones Exteriores, Jaime Torres Bodet, en 1941, en una sección de la secretaría dedicada a “problemas de postguerra”, incluso antes de las hostilidades en Europa. Su recorrido por la onu y otros organismos es largo: participa en varias comisiones, como la “especial de las naciones unidas para Palestina ( unscop )”. Por supuesto, tiene diversos nombramientos en la Secretaria de Relaciones Exteriores en México, incluidos el de secretario y embajador. Ante personajes como García Robles palidece aún más esa reprochable práctica de dar nombramientos a políticos improvisados en el quehacer diplomático o que han sido señalados por su mal desempeño en otras áreas y que, no obstante, son nombrados cónsules o embajadores. Sin duda en la actualidad hay muchos funcionarios de carrera diplomática, pero no dejan de colarse políticos en desgracia, para refugiarse en países lejanos y evitar el escrutinio público, generalmente en el manejo del erario, ya sea en el poder ejecutivo, legislativo o judicial.
Parte de los atractivos de esta obra es no presentar aisladamente los logros o desempeños del Nobel: se busca contextualizar los hechos para evidenciar su importancia. Hechos como la crisis de los misiles en Cuba, la creación del “teléfono rojo” (la conexión directa entre la Casa Blanca y el Kremlin), la muerte de Kennedy, el golpe de Estado en Brasil y muchos más son presentados para comprender el momento en que García Robles representaba a México ante el mundo. Incluso la matanza de Tlatelolco es puesta en perspectiva, al lado de la firma del Tratado de Tlatelolco (para la proscripción de las armas nucleares en América Latina): el mayor logro en la amplísima carrera de García Robles, quien tardaría décadas en obtener el Premio Nobel de la Paz, hasta obtenerlo, inesperadamente, según el autor, en 1982. Una notable obra periodística por la amplitud de los hechos comentados y de sobra documentados con fotografías, oficios, discursos, reportajes y entrevistas, incluidos los prólogos de importantes funcionarios de la oea, o n u y o pa n a l , además de Mijaíl Gorba chov. La de García Robles fue una n o t a ble carrera al servicio del país y del m u n d o e n t e r o y s u N o b e l e s u n notable premio que no debe olvidarse, sobre todo por remitirnos a una época d o n d e el ideario de algunos funcionarios p ú b l i cos era claramente distinto del que muestran muchos políticos actuales, s ó l o i n t e re s a d o s e n l l e g a r o m a n t e n e r el poder
A obras suyas como Epistemología del Sur. La reinvención del conocimiento y la emancipación social y Democracia al borde del caos. Ensayos sobre la autoflagelación –ambos publicados por esta misma casa editorial, en 2009 y 2014, respectivamente–, el profesor emérito de la Facultad de Economía de la portuguesa Universidad de Coimbra suma este ensayo, de claridad y lucidez meridianas, en el que hace al mismo tiempo el análisis y, podría decirse también, la denuncia de lo que pareciera una resistencia global de ciertos segmentos sociales a aceptar siquiera la posibilidad de cualquier cambio en los modelos político-económicos dominantes –casi uno solo, que otros teóricos resumen bajo el nombre de neoliberalismo, con todos los apellidos que quiera añadírsele–, mismos que una y otra vez han demostrado no sólo su ineficacia para lograr una verdadera transformación social, sino incluso han evidenciado ser auténticos retardatarios e impedimentos para la misma.
Arrogancia desmesurada. Por qué fallaron los economistas al predecir la crisis y cómo evitar la siguiente, siguiente Mghnad Desai, Siglo xxi Editores, México, 2017.
En consonancia con el volumen arriba reseñado, este otro del economista, fundador y exdirector del Global Governance Research Centre, así como miembro de la Cámara de los Lores inglesa y presidente del Foro de Instituciones Monetarias y Financieras, es una suerte de bofetada en el rostro de quienes, bajo la idea de un consenso global sólo avalado por ellos mismos, consideran que las fórmulas y las recetas políticas, económicas y sociales que le han asestado al planeta entero al menos desde hace tres décadas, son algo inamovible, incuestionable y, quisieran tal vez, eterno. En su ensayo, Desai “ofrece perspectivas frescas sobre algunas de las cuestiones económicas más importantes de nuestro tiempo”, entre las cuales destaca de manera particular la posibilidad real de prevenir catástrofes económicas como la que hace exactamente una década provocó lo que suelen provocar las crisis económicas-financieras: que los ricos invariablemente terminen más ricos y los pobres acaben, si es que vivos, aún más miserables.
Albricias Felicitamos a nuestro colaborador
Héctor Perea
por haber sido merecedor del Premio Nacional de Periodismo 2017, en el campo “Labor periodística cultural” que otorga el Club de Periodistas de México, con el artículo “Juan Rulfo en la pupila de los demás”, publicado en este suplemento el 12 de noviembre de 2017.
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18 de marzo de 2018 • Número 1202• Jornada Semanal
Nicht für immer! ¡No para siempre! Introducción al pensamiento crítico y la teoría crítica frankfurtiana, Ambra Polidori y Raymundo Mier (editores), Gedisa-UAM-x, México, 2017.
La política de la imagen ENRIQUE G. GALLEGOS
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abría que empezar por reconocer que, sin lugar a dudas, esta es una magra obra en la doble acepción de la palabra (tanto por su factura como por su espesor): más de 600 mil palabras que giran en torno a definiciones, contextualizaciones, posiciones, problemas, temas y autores. Filósofos y pensadores, como los tres de la sospecha: Marx, Freud y Nietzsche; los estructuralistas y postestructuralistas, como Lévy-Strauss, Foucault, Derrida y Deleuze; la tradición frankfurtiana: Horkheimer, Adorno, Benjamin y Habermas; marxistas como Lenin, Gramsci, Lukács y Sánchez Vázquez; además de un amplio abanico que va de Heidegger, Bataille, Sartre, Lacan, Arendt, Butler, Jakobson y Agamben, a María Zambrano y Bolivar Echeverria. Un gran acierto incluir a José Revueltas, tan ninguneado por los profesores de filosofía. Se trata de alrededor de ochenta pensadores y filósofos que son analizados –en pequeños textos ordenados alfabéticamente– por más de setenta Pero más allá de estos puntos sujetos a discusión, investigadores e intelectuales. Ninguna selección quisiera, más bien, hacerme cargo de varios gestos es exhaustiva ni podrá dejar conforme a todos, pero explícitos e implícitos en el libro, que están a tono a mí me hubiera gustado que existieran más muje- con su pretensión crítica. Me refiero a ese gesto res (sólo seis pensadoras son analizadas, aunque que interviene e intenta inestabilizar un objeto en los números mejoran cuando se considera a las su espacio consagrado. ¿Qué puede significar que autoras de los textos); no tanto por la corrección el libro haya sido intervenido por Ambra Polidori política, sino porque la partición de la esfera con fotografías, recortes, hojas tajadas o dobladas, de reflexión (para usar la expresión de Ranciè- hojas en negro, la cartografía, epígrafes, la partiture) determina las maneras en que se comparte ra y figuras musicales como separadores de los el pensamiento. artículos que integran el libro? ¿Qué puede signifiEsos datos dan cuenta del esfuerzo que deman- car la obra expandida en el contexto de un libro dó coordinar semejante faena. Dos extensos volú- sobre teoría crítica? menes de “pensamiento crítico y teoría crítica Primero, quizá un gesto de fidelidad a la crítica frankfurtiana”, en los que si bien se converge, diría, y que de suyo implica una segunda crítica. La crítiincluso sin ambigüedad, en los dos primeros térmi- ca que es criticada por aquello que no es ella (no nos (pensamiento y teoría), que sitúan los concep- tanto el contraargumento). La crítica no como sistetos y las proposiciones en un campo de fenómenos ma de símbolos lingüísticos, sino como gestualiy objetos, no deja de ser polémico el estatuto crítico dad fragmentaria de símbolos icónicos, performade la teoría, es decir, la criticidad de una teoría. Por tivos y auditivos. Segundo, la crítica como ejercicio supuesto, no se trata de resguardar a la crítica de las de subversión de la identidad objetual. Nicht für posibles trasformaciones y derivas, sino de evitar immer podría ser y no ser un libro académico. La su disolución en un campo que adscribe que toda academia, endurecida en sus prácticas de autolegiteoría, por el simple hecho de escindirse de lo real, timación, se ve en el libro y duda de su identidad. A ya asume un estatuto crítico. su base material, hojas, tapas, estructura y su siste-
ma fuertemente atado al aparato argumental, se le monta una serie de intervenciones fotográficas y figuras musicales que interrumpen la linealidad de los argumentos, como si fueran ritmos de sístole y diástole. Tercero, las inestabilidades que las mismas intervenciones introducen en la figura del lector, que sin percatarse se desliza a otra figura propia de las prácticas artísticas: el espectador. Por último, la posibilidad de transformar al lector/espectador en escucha. Tercera figura, que sin ser una síntesis, complejiza a los receptores del libro. La modernidad –como ha estudiado Alain Corbain en su deliciosa obra El perfume o el miasma– se ha empecinado en entronizar la mirada –asociada a la inteligencia– y despachado al resto de los sentidos como menores. En este punto, la partitura que acompaña las más de mil 500 páginas como si fuera un pie de página, abre otra escisión entre el tipo de desciframiento que exige un lector de argumentos y el tipo de lector que exige una partitura. De esa manera, la partitura en pie de página no es un pie de página y, sin embargo, metonimiza los argumentos de los artículos de investigación, para hacerlos bailotear, o más exactamente, para tratar de inestabilizarlos. Uno se puede imaginar el espectáculo de ver bailar torpemente a un filósofo… Como quiso plasmarlo uno de los principales exponentes de la Escuela de Frankfurt, Adorno, en su Dialéctica negativa, a propósito de la persistencia de la negatividad en la dialéctica, aquel “no” es emblemático, puesto que su potencial negación del libro como objeto lingüístico y articulado en su propio sistema de referencias, no tiene necesariamente que mudarse en una positividad; más bien, mantiene en suspensión su identidad y hace oscilar su base material entre libro y objeto artístico, entre lector, espectador y escucha. Finalmente, como último gesto, que no clausura, sino que abre el texto en otra dimensión digital y auditiva, quisiera que sigamos la instrucción de la nota 4 de la página 28 y escuchemos la pieza musical “Simurg”, de Mario Lavista, y con ello completemos el acto performativo que este libro nos demanda: http://nichtfurimmer.noparasiempre.com/
En nuestro próximo número
MARKETING Y FENÓMENOS DE GRUPO:
manipulación y control social
Mario Campuzano
La Jornada Semanal @JornadaSemanal
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Arte y
Jornada Semanal • Número 1202 • 18 de marzo de 2018
germaine gómez haro
germainegh@casalamm.com.mx
El mecenazgo en el siglo xxi
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BITÁCORA BIFRONTE
ARTES VISUALES
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da coleccionista y mecenas venezolana quien N DÍAS PASADOS fui invitada a asistir a la donó el año pasado al Museo de Arte Moderno de ceremonia de entrega de la iv edición de los Premios Iberoamericanos de Mecenaz- Nueva York ( m o ma ) un importante corpus de alrego que se llevan a cabo en Madrid por ini- dedor de 150 obras que conforman el panorama ciativa de Carmen Reviriego, presidente de completo de la abstracción geométrica en LatiWealth Advisory Services, firma independiente noamérica de los años treinta a los setenta, auespecializada en asesoramiento e inversión en nado a la creación de un instituto de investigaarte, y también impulsora de la Fundación Callia ción en el mismo museo que se dedicará al (que significa “hermoso” en griego). Anualmente estudio y promoción del arte latinoamericano. esta fundación reconoce la labor de dos grandes En esta reciente edición fueron premiados la bamecenas, uno español y otro latinoamericano, ronesa Carmen Thyssen Bornemisza (Fundación con el fin de dar a conocer a los grandes líderes Colección Thyssen Bornemisza, Madrid) y el inempresariales y principales instituciones ibe- geniero Carlos Slim, cuya Fundación que lleva su roamericanas que se destacan por su compromi- nombre ha sido reconocida por la revista Forbes so en la conservación, promoción y difusión del como la iniciativa más benefactora en México. patrimonio y el talento artístico de Latinoamérica. Una iniciativa como ésta resulta altamente insAsimismo, Callia organiza los encuentros de “La piradora si consideramos que en los países latisuerte de dar”, en los que prestigiados mecenas noamericanos la cultura del mecenazgo está en internacionales comparten sus experiencias per- pañales en comparación con nuestro vecino del sonales en torno a la filantropía y el mecenazgo. norte y los países europeos. Si bien la brecha está A decir de Carmen Reviriego, considerada “la abierta, nos falta un largo camino por andar, el mecenas del mecenazgo”, el objetivo de sus ini- cual deberá ser fertilizado con mayores incenticiativas es, ante todo, inspirar a las personas a vos fiscales a las empresas y con la labor de sensicompartir su sensibilidad a través del arte y pro- bilización en cuanto a la cultura de dar y comparporcionarles las herramientas necesarias para tir a través del arte. En entrevista especial para La que se pueda ejercer el mecenazgo. Con el mismo Jornada Semanal, Carmen Reviriego expresa las fin ha publicado varios libros, entre ellos La suerte motivaciones que avivan su pasión por el arte y su de dar, en el que conversa con grandes filántropos incansable labor de promoción del mecenazgo: y mecenas sobre sus motivaciones para compar- “En las sociedades más ricas nos pasamos la vida tir: “Convencemos a empresarios de que, si co- corriendo. Vivimos inmersos en una sociedad leccionan arte, y si se hacen mecenas, van a ser de consumo en la que cuando no estamos produmejores personas y mejores empresarios.” ciendo, estamos consumiendo. Las sociedades Los Premios Iberoamericanos de Mecenazgo más deprimidas económicamente son prisionecuentan con un jurado de excepción especializa- ras de las necesidades más básicas, que incluso do en el mundo del arte y la cultura que avala la trabajando de sol a sol no llegan a cubrir. Unos y excelencia de este reconocimiento. Los galardo- otros, al final todos esclavos, condenados a este nados de las ediciones anteriores son todos per- invierno del alma de insatisfacción y de desespesonalidades destacadas cuya labor filantrópica ranza que produce en nosotros una especie de ha dejado huella más allá de las fronteras de sus desconexión de nosotros mismos y que nos lleva países. Entre ellos están las españolas Mayte Spí- a funcionar como robots. Y las máquinas no están nola Barreiros (Asociación Proarte y Cultura) y vivas. ¿Puede haber una causa más hermosa que Elena Ochoa-Foster (Editorial Ivorypress), la co- la de recordarle al hombre que es hombre para lombiana Solita Cohen (Fundación Misol), la que viva en paz consigo mismo, y así viva en paz mexicana Bárbara Garza (Fundación femsa), Carlos con los demás? Yo creo sinceramente que no.” A Fitz-James Stuart, Duque de Alba, (Fundación Ca- su sentir agrego aquí el luminoso aforismo del sa de Alba) y Patricia Phelps de Cisneros, destaca- gran Dostoyevsky:“La belleza salvará al mundo.”
jair cortés venegas
Panorama de la poesía mexicana
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AS DISTANCIAS ENTRE las generaciones y grupos de poetas en México cobran vigencia; los grupos literarios siguen estando ahí. En un sistema de vasallaje y servilismo, un poeta actual enfrenta un panorama hostil, pero al mismo tiempo el gozo literario. Entre las generaciones podemos situar, por ejemplo, a los Estridentistas y en otro a los Contemporáneos: si los primeros menoscabaron las escuelas para sumergirse en el desfogue de los sentidos, su libertad, el sueño surrealista de André Breton (y su definición del surrealimo lo constata:“Una realidad por encima de la nuestra”), los segundos, inmersos en el clasicismo europeo y español, advierten en Charles Baudelaire a un maestro que consigna, entre otros, el interminable y eterno tema de la poesía: el amor, que en Walter Benjamin se tradujo no sólo al de la primera vista, sino al “amor a última vista”. Stéphane Mallarmé, con su fabuloso tema de la página en blanco, también fue maestro innegable –e inevitable– para muchas escuelas y generaciones. Pensaron en el poema no como en una emoción, sino como en un impulso. Al hablar de la blancura de la página, Mallarmé se perfila como el poeta que da tratamiento al tema de la creación, el arte en potencia, en gestación, lo que más tarde los lingüistas llamaran “la literatura posible”.También se torna influencia de muchos la presencia de Paul Valéry, para quien “la poesía es una fiesta del intelecto” (lo que el cubano Lezama Lima llamó “la fiesta innombrable”). Su comparación de la marcha con la prosa y de la danza con la poesía continúa siendo uno de nuestros temas a tratar en la teoría de la literatura, sobre todo para los formalistas rusos. La danza es una actividad artística, pero también intelectual en Valéry, quien además insiste en que “un poema no se termina, se abandona”. Como es posible advertirlo en nuestra lírica, la poesía mexicana también ha oficializado a sus poetas. No sólo pueden leerse los mismos nombres que se repiten una y otra vez con galardones, premios y becas; las mafias se contestan autopremiando a sus agremiados. La carencia de talento nos acerca más a los usos y costumbres de la política que al Parnaso literario. Máximo Cerdio (Chiapas, 1964), escritor y periodista, sostiene la experiencia vital que testifica el camino andado. Máximo es chiapaneco, cuna de grandes poetas, como Jaime Sabines y Efraín Bartolomé. El tono de sus poemas tiene variaciones, diversos registros, condición necesaria en una poética viva que busca su propia biología. En el “Poema de la banca (en la que se sentó Jennifer López), dice: “Me mean los perros,/ Todos los días soporto la lluvia,/ El aire;/ Todos los días la gente se sienta sobre mí,/ Y yo no digo nada/ (para eso estamos)/ Pero aquí, culeros,/ Here,/ Un 4 de junio/ Sobre mí/ Se posó/ El mejor culo del mundo./ Aquí, pendejas (les digo a las/ Demás bancas)/ Se sentó Jennifer López./ (Y entre nos, me echó un pedito.)” Un aire fresco recorre la poesía actual, sin duda un panorama por descubrir y leer
Máximo Cerdio
Arte y
18 de marzo de 2018 • Número 1202 • Jornada Semanal
pensamiento
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A FILOSOFÍA, MÁS QUE una disciplina es un género literario. Así lo dicen las formas asumidas en toda o en parte de la obra de Benjamin, Nietzsche, Deleuze y Guattari, entre otros. Así lo sugería el recién desaparecido Ramón Xirau y así se puede argumentar considerando que el objeto de estudio de la filosofía es el ser: algo que no puede definirse, asediarse o permitir aproximaciones sólidas mediante el lenguaje científico y menos mediante el lenguaje cotidiano –aunque algunos refranes populares sean epifanías. Por eso Platón es considerado un clásico, no sólo de la filosofía sino también del arte. En el primer tomo de Contrahistoria de la filosofía, cuyo subtítulo es Las sabidurías de la antigüedad, Michel Onfray se dedica, al mismo tiempo, a demoler la visión oficial de la filosofía de Occidente y a reconstruir, rescatar y elaborar una visión alterna y hasta contraria, más creativa y estimulante, extraoficial, con los fragmentos que dejó la mezquindad del canon prevaleciente. Para ello, Onfray se acerca a una figura que antes de alcanzar el estrellato filosófico se preparó en la dramaturgia y en la lucha, y que de esta última disciplina aprendió cierto antideportivismo, el cual lo deja mal parado como dramaturgo en sus Diálogos. Sí, Onfray se está refiriendo nada menos que a Platón, ocupante de todo un libro, el tercero, de los diez en que dividió Diógenes Laercio su estudio sobre “los filósofos más ilustres”. Sólo otro le merece trato similar, Epicuro, cuya membresía del club de clásicos será tachada por la cristiandad. Entonces, si vemos que los libros primero y segundo contienen veintiocho biografías, entre ellas las de los siete sabios y las de Jenofonte y Sócrates, nos daremos una idea de la importancia que Diógenes Laercio tributó a Platón. Y si bien es cierto que la modernidad fue descubriendo inexactitudes y otros defectos en la obra de Diógenes Laercio, resulta innegable la avasalladora influencia que tuvo esa labor de erudición tanto en su siglo como en los posteriores, o sea en la Edad Media, y que será determinante para consagrar a Platón, junto a Aristóteles y Sócrates, como las fuentes griegas de pensamiento más aceptables para la compañía distribuidora de luces y sombras en este y en el otro mundo, la Iglesia de Cristo, a la que no debió simpatizarle la sabiduría de Epicuro, tan distante de intrigas terrenas y celestiales, tan maestro de los placeres de la mente y el cuerpo: de la vida. Para Onfray, la formación inicial de Platón fue clave cuando ejerció su magisterio. Eso explicaría que como hombre de escena recurriera a los diálogos y, para mal de la tradición que lo entronizó, pensara como luchador rudo. También explicaría que sus personajes fueran portavoces de tesis a veces simplistas y que uno de ellos –por lo general Sócrates– actuara en el papel de muchacho chicho para ilustrar el triunfo del bien sobre el mal y de la inteligencia sobre la imbecilidad. Después, aquel dramaturgo mediocre pasó a ser el más aplaudido en la escena de la filosofía contemporánea, no se diga en la Edad Media. Sin embargo, continúa implacable Onfray, si no se pierde de vista esta imagen del Platón, que piensa como deportista mañoso y escribe como polemista ávido de vencer, podrá verse cómo a todas luces inventa unos adversarios inferiores, muy por debajo de su medida, a fin de ganarles sin dificultad. Por ello es imprescindible tomar algunas precauciones a la hora de preguntarse por los interlocutores del Sócrates personaje de los diálogos platónicos. Por ejemplo, Filebo y Protarco, que le sirven como costal de box, apenas se parecen a los filósofos hedonistas dignos de tal nombre. En resumen: “De una persona crea un personaje; con ayuda de un rostro construye un comediante. En el escenario filosófico, Platón crea tragedias con Sócrates. Con los otros actores, muy a menudo, comedias e incluso bufonadas.” La figura de Platón es apenas un indicador del temperamento y los propósitos de la Contrahistoria… Otro indicador reside en el análisis de las fuerzas que desde la Grecia antigua sentaron las bases del canon filosófico que aún rige a la filosofía de Occidente, análisis que desmonta la arbitraria división entre filósofos socráticos y presocráticos, división que va contra la cronología, la lógica y la más simple objetividad, porque el prefijo “pre”, asestado a los presocráticos, no pretende significar anterioridad sino inferioridad
Escorbuto en el corazón
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UNQUE ALBERTO RAPOSO Pidwell Tavares fue un prolífico narrador, poeta y editor portugués, que ganó, muy bien ganado, un solo premio en su vida, el Pen Club de Poesía por O Medo, en México sólo es posible adquirir uno de sus libros, originalmente publicado en 1985, Tres cartas de la memoria de las Indias (Valparaíso, México, 2016, Traducción del portugués de Mario Bojórquez) que, como toda su obra, desde el primer poemario publicado en 1977, A procura do vento num jadin d’agosto, ha firmado con el rudimentario pseudónimo de Al Berto. Pese a la enternecedora abreviatura de su nombre de pila, Al Berto (1948) nació en el seno de una familia de la alta burguesía de Coimbra, ufana del origen inglés de la abuela paterna. El que su familia lo haya enviado a una escuela de enseñanza artística de nombre António Arroi, en Lisboa, indica que eran sensibles respecto a sus inclinaciones artísticas. Estudiaría artes visuales en la École Nationale Supérieure d’ Architecture et des Arts Visuels, en Bruselas. En 1971 Alberto Pidwell renuncia definitivamente a la pintura y se consagra a la escritura. Nace Al Berto. Al cabo de tres años publicará su primer libro, ya mencionado. Su traductor al español, el poeta Mario Bojórquez, señala que el primer libro de Al Berto que cayó en sus manos fue O miedo, por el que obtuvo el único premio de su vida,“era un libro de luto, un tomo morado con los bordes morados. Él estaba consciente del acecho de la muerte”. Este libro sería publicado en 1998, un año después de su deceso. Aunque en las escasas biografías localizadas en internet se repite que murió de “linfoma”, Bojórquez afirma que esto se originó de una complicación por el sida. En Tres cartas de la memoria de las Indias, originalmente publicado en 1985, encuentro fuertes resonancias con la maravillosa novela de Marguerite Yourcenar, Alexis o el tratado del inútil combate, publicada en 1929, donde un esposo declara su amor a su esposa, al tiempo que se reconoce homosexual y se despide invitándola a hacer su vida sin él. En este caso, cada una de las tres cartas tiene destinatarios diversos: su mujer, su padre y “un amigo”. En todas se arroga su determinación de ser libre por completo… aunque al dirigirse a su esposa linde la crueldad. Su resentimiento hacia ella se prolonga en la carta al padre a quien escribe: “no consigo soportar más esos muebles/ donde el polvo no llega a posarse”. Al Berto impacta con la llaneza de su discurso poético que, a diferencia del Alexis de Yourcenar, se muestra más frustrado que amoroso con la esposa a la que planea abandonar tras concluir la escritura, aunque sus reproches denoten que existió, de su parte, no sólo amor sino también pasión contenida:“Nunca viniste a visitarme cuando estuve internado nunca/ el enfermero azul-jabón llegaba a las cinco en punto/ me inyectaba y sonreía/ me ataba por debajo de fortísimas lámparas y sonreía.” Tras una serie de reproches y flashbacks, este Alexis portugués, harto de su aséptica vivienda, que asocia el exceso de limpieza con la ausencia de deseo (porque el sexo es sucio), pide a su mujer que se encuentre “un o una amante que te ayude [….] y un día acabarás por cambiar nuevamente ese amor/ por la limpieza maniaca de la casa”. Él, por lo pronto, parece haber encontrado ese amor cochino que lo impulsa a viajar azarosamente; a ser un marino sin temor al escorbuto, enfermedad que tiene su origen en la deficiencia de vitamina c y produce ulceraciones y hemorragias en las encías. Es la carta al “amigo” la que más conmueve y sorprende, en primer lugar por tratarse –¡oh, sorpresa!– de otra despedida: “voy a partir/ como si fueses tú el que me abandonase.” Esta última carta cuenta, a su vez, cómo se conocieron el escribiente y el sonriente muchacho “de cuerpo minúsculo” que comparte sus sueños de explorar mundos maravillosos, apartados de una realidad de “predios de orina” y “paredes vomitadas”. Es, de todas, la carta más confusa pero también la más de despedida, quizá la más definitiva pues alude tanto a la muerte como al viaje sin destino. Es, asimismo, una invitación a que “su amigo” emprenda su propio viaje sin él, “con el escorbuto en el corazón transportarás el silencio”, y, finalmente, una invitación a marcharse juntos, tan lejos como sea posible, de “esta inocente memoria de las Indias”. Al Berto dejó incompleto el libreto para una ópera, una serie de fotografías para un libro sobre Portugal y una “falsa autobiografía” dónde, presiento, no lo hubiéramos conocido mejor que en su doliente, azarosa, frágil poesía
BIBLIOTECA FANTASMA
Clásicos contraclásicos
eve gil TOMAR LA PALABRA
agustín ramos
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Arte y
Jornada Semanal • Número 1202 • 18 de marzo de 2018
pensamiento ALONSO ARREOLA
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@luistovars
CORDEÓN ¿Su respuesta fue aire? Tal vez ¿botones, teclas, teclado? ¿Le vinieron imágenes de Los Tigres del Norte? ¿Llegó a su magín la figura de Celso Piña? No hay culpa que perseguir. Esto es México. Empero, tal vez tiene referentes más norteños y recibió la visita mental de el Flaco Jiménez o incluso, ya en plan más exquisito, del extraordinario Steve Jordan, oculto en la música Tex Mex más propositiva. O quizá atendió a la hermandad sudamericana y se conectó con el Chango Spasiuk, virtuoso de la argentina, o sintió que se transportaba a ese Río de Janeiro inundado por veloces choriños o, probablemente, y transformando el acordeón en bandoneón, convocó al enorme Astor Piazzolla entre sus parietales, apreciable lectora, lector. Sea uno u otro caso, dudamos mucho que haya pensado en autores o intérpretes del mundo clásico; artistas que experimentaron (y experimentan) sacando al acordeón de sus aguas folclóricas y populares para que se agite en aires de sobriedad donde no caben bodas ni funerales, donde no hay bailes ni vasos rotos. Por ello es interesante el disco que hoy recomendamos: El acordeón contemporáneo/ México, de Sergio Robledo Acevedo. Un trabajo que permite revaluar las enormes posibilidades de tímbrica y tesitura que este instrumento tiene en contextos clásicos y experimentales.“Looped (Ah, déjame repetirlo)”, comisionada al compositor Jesús Lara Valerio, es una gran pieza para inaugurar la obra, pues de inmediato percibimos las posibilidades innovadoras del objeto. Basada en el giro de la repetición, deambula con éxito entre la textura abstracta y la formalidad melódica, lo que en manos de Robledo asegura el éxito.“El solista de Jaquet Droz”, por el contrario, es más plástica y cinematográfica. Desde su título (en alusión a los portentosos autómatas del relojero suizo que allí se nombra) entramos al mundo del movimiento forzado por la máquina y no por el hombre. Condicionado a la matemática temporal, el acordeón exhibe sus posibilidades como mueble expectante, obediente. Si al inicio regala golpeteos, pausas y notas de larga y altísima estirpe, luego llega a una convención musical sutil que sabe “regresar” al inicio. De perfil catedralicio,“Aire sonoro” es una fantástica composición de Mario Lavista en la que conviven reflexiones de serena conducción armónica y pedales sobre tensiones singulares. Experimento que parece obsesionarse con las posibilidades del aire, cambia abruptamente sus ataques y dinámicas ofreciendo gran amplitud a un instrumento-pulmón dispuesto a recibir vibratos suaves pese al agudo filo con que corta y hiere. “Itzpapálotl”, de Alejandro Colavita, se inspira en la cosmovisión chichimeca. Más puntualmente, en un mito específico relacionado con esta “mariposa de obsidiana” que en la guerra asesina a sus rivales. Sumamente introspectiva, la composición lucha y aguarda con mesura hasta ser aniquilada en un largo silencio final. Por su lado, “Quantum” honra el nombre que la sustenta representando una mínima información en el sistema del disco. Sobre su partitura dice Robledo Acevedo: “Para esta pieza, Itzar Fadrique tuvo que valerse de técnicas y un lenguaje fuera de lo convencional para transmitir al intérprete una ‘no partitura’ que le indique el camino para recrear la obra.” Ahora pensamos en el valor que se agrega a las composiciones con la explicación que su autor o ejecutante despliega en textos y conversaciones. A veces es demasiado. Lo mejor, en todo caso, es atender a ello después de una primera y limpia escucha. Ejemplo a favor de lo extra musical, sin embargo, es “Impresiones No. 1” del propio Sergio Robledo. Allí honra la memoria de su padre muerto mientras grababa el disco, lo mismo que celebra la imaginación de su hijo entre aviones de juguete. Una pieza bella, estricta en su desarrollo. La séptima y penúltima creación,“Cold-Wind Garden”, de Jorge Torres Sáenz, es la única que no fue escrita por encargo de quien firma el álbum. Existe desde 2006 y, según Robledo, la incluyó por ser un “gran referente de la composición para acordeón en México”. Multifacética y por momentos estridente, es notable por su espíritu orquestal y porque pone a prueba la lectura interpretativa del solista. “Nanahuatzin” termina el álbum con broche de oro. Compuesta por Ariel Waller, nos recuerda al temperamento de Mussorgsky. Inspirada también en un mito prehispánico (mexica ahora), balancea con sabiduría las voces que la animan. Es encomiable como el trabajo entero.Y hasta aquí llegamos este domingo, no sin agradecer a Andrés de Robina y a Cero Records el seguir creando y compartiendo trabajos de esta especie. Bravo. Es bueno saber que hay otro mundo sonando en paralelo, al otro lado del aire. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.
Guadalajara 33 ( i de ii )
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EYENDA O VERDAD, se cuenta que, luego del escándalo suscitado por su famosa declaración (por cierto mal difundida y peor entendida, ya que jamás comparó a los Beatles con Jesucristo), John Lennon dijo: “Con Jesús todo está o k , el problema son sus sacerdotes.” Valga la anécdota para ilustrar lo que ha sucedido con Guillermo del Toro en esta trigésima tercera edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara ( ficg 33): desde el comienzo, el pasado viernes 9 de marzo, y los siguientes tres días en los que impartió sendas conferencias multitudinarias, al director de La forma del agua se le dio un trato de superestrella con el que no se le veía incómodo, por cierto, pero del que también era muy claro que podía prescindir sin el menor empacho. El problema, diría Lennon, fueron sus adoradores, más que dispuestos a mirar en él a una especie de mesías fílmico –ahora que se puso de moda el término y aparecen “salvadores” hasta en el pri, hágame usted el favor– que, descendido del hollywoodense cielo, vino a revelar quién sabe cuántas verdades para la redención de las cinéfilas almas mexicanas. Sin importar que lo tachen a uno de hereje de la nueva fe, sea dicho una vez más y, hasta nuevos Oscares, por última ocasión: qué bien por Del Toro, que haciendo lo que más le gusta llegó adonde quería llegar, pero de ahí a que su éxito signifique las desproporciones que no dejan de repetir sus feligreses, hay un abismo en el que tarde o temprano terminarán por caer sus adoradores y, sobre todo, sus imitadores. Inevitablemente, la conversión de Guadalajara en Deltorotlán opacó al resto de las actividades del ficg33 en su primera mitad, de modo que el homenaje a José Carlos Ruiz quedó casi en anécdota, además de que se perdió una oportunidad magnífica para exhibir una retrospectiva, así fuera sucinta, del cine en el que ha trabajado este extraordinario actor. Por lo demás, a fuer de sinceridad, no había mucho más que opacar, puesto que la programación del festival no ha ofrecido, hasta el momento en que estas líneas son escritas, nada que descuelle del resto. Lo que sigue es una ojeada breve a algunas de las cintas que este juntapalabras ha podido ver.
Tres, para empezar Titulado Halley, el debut en largometraje de ficción del mexicano Sebastián Hoffman generaba expectativas de que Tiempo compartido, su segundo filme, podría tener osadía temática y formal equivalentes o quizá más altas, pero no fue así: esta historia de fracasados vengativos y paterfamilias removiendo cenizas de amor extinto, enmarcados en un hotel acapulqueño de ésos que venden felicidades de cartón por medio de temporadas vacacionales costosísimas, puede ser cualquier cosa menos asunción de riesgos. Se tiene permanentemente la sensación de que la historia daba para mucho más, pero que el director y guionista se decantó por un convencionalismo simplificante, ése sí bastante inesperado en su caso. Ópera prima del también mexicano Ianis Alexis Guerrero, Juan y Vanesa recurre al bien conocido y muy explotado expediente argumental de reunir a dos personajes que no se conocen de nada y obligarlos a permanecer juntos, para que el espectador atestigüe el proceso de cómo pasan de la indiferencia y el rechazo, a la empatía e incluso al amor si no mutuo, al menos por parte de uno de ellos. Su chofer de tráiler y su adolescente escapada de casa funcionan de entrada pero, desafortunadamente, conforme se avanza hacia el final los hilos de la trama van deslavándose unas veces, otras atruculentándose, y todo acaba en un anticlímax que no le hace honor a esos personajes por lo demás fuertes, bien construidos y muy aceptablemente interpretados. Arturo Díaz Santana se dio a la tarea, evidentemente intensa, de la recopilación iconográfica, a la de investigación y, cabe suponer, a la de escarbar hondo en sus propios recuerdos, para armar Rita, el documental, en torno a la actriz y cantante Rita Guerrero, esencia innegable de la banda Santa Sabina que, hacia la segunda mitad de los años ochenta del siglo pasado, irrumpió en la escena del rock mexicano con aires hasta entonces inusitados. Hecho siguiendo la estructura más ortodoxa del documental biográfico, Díaz Santana habló con todas aquellas personas de las que cabía esperar algo valioso respecto de su vínculo con Rita –desde su madre hasta sus compañeros/colegas/admiradores/críticos–, y organizó la información de tal modo que el resultado es un “retrato al video” en el que puede apreciarse, detrás de la figura llena de claroscuros de la tapatía radicada en cdmx, el espíritu mismo de aquella época, la de un fin de siglo en muchos sentidos marcado por figuras de iconoclastia pura como la propia Rita (Continuará.)
CINEXCUSAS
Lea la siguiente palabra y diga lo primero que le venga a la mente
Luis Tovar
@labalonso
BEMOL SOSTENIDO
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Ensayo
18 de febrero de 2018 • Número 1198 • Jornada Semanal
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n algún lado leí que los primeros libros que se escribieron y los más antiguos que se conservan son libros de contabilidad. Y no como uno tiende a suponer, movido por un espíritu solemne y voluntarioso con tendencia a crear falsos mitos, los libros religiosos. Claro, en cuanto uno lo piensa dos veces entiende lo natural del asunto: los libros sagrados son elementos muy sofisticados, que dependen de la duración para ocurrir, mientras que el impulso inmediato de contar –en sentido aritmético– es elemental e inmediato, con toda la carga emotiva que en esto subyace se cuenten fanegas de trigo o los desparecidos de Ayotzinapa. La enumeración de los jóvenes estudiantes movía al llanto y su repetición la convertía en un canto religioso, en una plegaria, en buena medida gracias a que nos recordaba la época juvenil en que el maestro pasaba lista y se escuchaba una y otra vez la palabra presente. Y los de Ayotzinapa están, siguen estando, ausentes. Todas estas apretadas reflexiones tienen que ver con uno de esos listados tan dolorosos como milagrosos. El Ateneo Español de México acaba de dar a conocer la publicación, en un facsímil digital, del llamado Documento Quintanilla. Este documento, fundamentalmente un listado, era ya conocido por los especialistas en el tema del exilio español en México y se trata del informe preparado por Patricio g. Quintanilla de las labores realizadas en el Puerto de Veracruz para recibir a los españoles que encontraron refugio y protección en tierras mexicanas después de la derrota del gobierno republicano en España, los que llegaron en los buques Sinaia, Ipanema y Mexique entre 1939 y 1940. De estos tres barcos se conserva el Diario de abordo, publicación hecha posible por el gesto intuitivo de Susana Gamboa de dotar de papel y una pequeña imprenta a los navíos, y gracias a eso tenemos un documento imprescindible de gran valor histórico e intensidad emotiva sobre ese refugio. El Colegio de México hizo un facsimilar de los tres diarios, Los barcos de la libertad, con prólogo de Fernando Serrano Migallón. Ya en Veracruz, y comisionado en ese puerto por la ctare (Comité Técnico de Ayuda a los Republicanos Españoles), Patricio González Quintanilla fue llevando control y memoria de los pasajeros que llegaban, dónde se les hospedaba, cuál era su profesión, quienes venían con familia, qué destino se había pensado para ellos. Las páginas del documento son originales mecanografiados en un papel hoy muy amarillento, afectado por la acidez y los años transcurridos, que el facsimilar digital en un cd consigue sin embargo comunicar en su “envejecimiento”. El original está en la biblioteca del mencionado Ateneo. Si somos consecuentes: es un libro de contabilidad, sólo que se cuentan personas y no fanegas de trigo. Y cuando se repasan las listas incluidas s e h a c e c o n u n a a c t i t u d c a s i reverencial. Si regresamos a la remembranza escolar del profesor que pasa lista, está presente también la sensación de buscarse en la de calificaciones fijada en el corredor de la escuela o la aparecida en la prensa. Recorremos listados para saber si
estamos ahí. Para conocer nuestro destino. Y así leemos también los libros de contabilidad del pasado remoto: para saber si estamos ahí, para encontrar una huella de la cotidianidad de cada persona en su presente. Así lee el hombre común este tipo de listados y siempre –siempre– tiene algo de doloroso, incluso el anuario de la escuela que nos muestra el tiempo transcurrido así sean apenas unos meses. Y si el Documento Quintanilla, como señalaJorge de Hoyos Puente en el prólogo, es para los investigadores oro molido, es también para ese lector común un recipiente de pulsiones afectivas. Al recorrer con la mirada sus páginas uno se encuentra con nombres y apelli-
La estética de los listados
dad, reconocer algunos de la vida pública y ver profesiones que se repiten una y otra vez. Las de médico, como mi abuelo, las de profesor y escritor, como mi padre, o las de editor como yo mismo y –singularmente– la distinción en este último caso entre prensistas y tipógrafos. Esta última más frecuente de lo que uno podía imaginar. En cada uno de los nombres hay una novela en ciernes, una historia de vida, un olvido que se recuerda, como el título de la colección en que se incluye el libro, Recordar el olvido, y que ya cuenta con diez títulos. Otro de ellos, aparecido al mismo tiempo que el Informe Quintanilla, es el impreso en papel, Por vuestra libertad y la nuestra. Presencia judía en el exilio español en México, de Mardoqueo Staropolsky Nowalski, en el que el autor da cuenta de la investigación realizada sobre ese tema.
José María Espinasa EN ESTE ARTÍCULO SE CELEBRA CON LUCIDEZ Y EMOCIÓN EL DOCUMENTO QUINTANILLA, QUE EN RIGOR ES LA LISTA DE LOS REFUGIADOS ESPAÑOLES QUE LLEGARON A MÉXICO EN LOS BUQUES SINAIA, IPANEMA Y MEXIQUE. CADA NOMBRE ES RECUERDO DE UNA REALIDAD ATROZ Y SEMILLA DE UNA NOVELA dos que suenan y resuenan, y para alguien vinculado familiar o amistosamente con ese exilio resulta emocionante. En mi caso, por ejemplo, me emociona encontrar el nombre de mi abuelo algunas veces, siempre mal escrito –Espinosa– como una pequeña maldición que nos heredó a sus descendientes mexicanos. También me emociona encontrar apellidos de compañeros de escuela o universi-
Muchos han sido los estudios sobre procedencia regional de los exiliados –catalanes, castellanos, gallegos, vascos, andaluces– pero éste se había tratado poco y es verdaderamente sorprendente el resultado, más que por la cantidad por el papel desempeñado y la calidad de lo realizado por ellos. El libro merece una nota aparte. Cuando vemos las dificultades y los sinsabores de los campos de refugio en Europa y en otros lugares del mundo, podemos imaginar lo que fue hace casi noventa años organizar el hospedaje en distintos sitios, implementar transportación, destino y sustento de muchos de ellos. Cada cierto tiempo hay que pasar lista, en la escuela todos los días, y también en un país como el nuestro sumido en la violencia y con la enorme cantidad de desparecidos, es un ejercicio imperativo. Sirva esta nota como un pequeño homenaje a Patricio g . Quintanilla que, cumpliendo su trabajo, supo de la importancia de ese pasar lista a los refugiados españoles y la legó al lector futuro
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