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MURALISMO CONTEMPORÁNEO apropiación del espacio e identidad Ricardo Guzmán Wolffer

SEMANAL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA DOMINGO 19 DE AGOSTO DE 2018 NÚMERO 1224

La vida en el leprosario de Tabriz Forugh Farrojzad

Frida Kahlo, dos Fridas y más. Entrevista con la cineasta costarricense Ishtar Yasin Esther Andradi


LA JORNADA SEMANAL

Iliana So, Entre el carnaval y los placeres de la vida, 2013. Foto: cortesía de la artista

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Entrevista con Ishtar Yasin |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

DOS FRIDAS Y MÁS

MURALISMO CONTEMPORÁNEO:

APROPIACIÓN DEL ESPACIO E IDENTIDAD Iliana So, Jorge Cejudo y Guillermo Heredia son tres de los innumerables y, muchas veces, innominados herederos del muralismo mexicano, una de las expresiones plásticas más vigorosas y polifacéticas que ha dado nuestro país, sobre todo gracias a los muy célebres Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. En parte graffiti y en parte pintura clasicista, hoy en día el muralismo es parte consustancial del arte urbano, es una de las expresiones más auténticas de barrios y comunidades, y su proliferación significa la apropiación del espacio público y el reforzamiento de la identidad cultural.

||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||| DIRECTORA GENERAL: Carmen Lira Saade DIRECTOR: Luis Tovar EDICIÓN: Francisco Torres Córdova y Ricardo Yáñez COORDINADOR DE ARTE Y DISEÑO: Francisco García Noriega FORMACIÓN DE DOSSIER: Marga Peña FORMACIÓN DE COLUMNAS: Juan Gabriel Puga RETOQUE DIGITAL: Felipe Carrasco y Jesús Díaz PUBLICIDAD: Eva Vargas y Rubén Hinojosa 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. CORREO ELECTRÓNICO: jsemanal@jornada.com.mx PÁGINA WEB: http://semanal.jornada.com.mx/ TELÉFONO: 5604 5520.

Actriz, poeta, cineasta y autora polifacética que encarna a una figura igualmente compleja, en esta conversación Yasin señala con precisión los ejes fundamentales que siguió para la realización de su última película, en la que ella misma no es sólo una. A través de Judith Ferreto, la enfermera que cuidó a Frida en sus últimos años, el filme nos acerca a un aspecto poco atendido en la vida de una figura por demás emblemática de la cultura mexicana del siglo xx.

||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||| La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor.Títulos y subtítulos de la redacción

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Arriba: Ishtar Yasin. Fuente: journals.openedition. org. En medio: María de Medeiros como Judith Ferreto, protagonista del filme. Fuente: Producciones Astarté/ nacion.com


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AHLO, Esther Andradi ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

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onocí a Ishtar Yasin hace ya varios años, durante la presentación de su notable película El camino en la Berlinale, filme coronado con gran reconocimiento internacional. Actriz, poeta, autora de reportajes, cineasta, la vida de Ishtar es el andar entre culturas, mundos, países. Nació en 1968 en Moscú, vivió sus primeros cinco años en Chile, creció en Costa Rica y a los diecisiete partió a Rusia para estudiar cine y actuación. Ha hecho teatro en Buenos Aires y Santiago, y desde hace varios años reside en México, dedicada a la realización del filme Dos Fridas, que acaba de concluir. Este largometraje está inspirado en la vida de Judith Ferreto, la enfermera costarricense que llegó a México para cuidar de la escritora Carmen Lyra, y que más tarde se convirtió en quien asistiría a Frida Kahlo. Judith acompañó a Frida en la última etapa de su vida, durante años atravesados por el dolor de la amputación y la inmovilidad. El filme pone en el centro de la escena algo tan decisivo como invisible en este mundo cosificado que vivimos: el cuidado. Un tema que por diversas razones entreteje a las mujeres y es nudo de la problemática actual donde las personas devienen “recursos”, implican “costos” y se descartan como “desechos”. Lista para estrenarse en Festivales

de Asia, Europa y América, tuve la posibilidad de asistir a una función privada de la película y se generó esta entrevista con Ishtar Yasin, quien además de ser su directora y guionista, encarna a Frida Kahlo en la película. –Frida Kahlo, icono de la pintura, del compromiso social, es también la vida de una artista atravesada por el dolor, pero hasta ahora nadie se había ocupado de lo obvio: ¿quién la cuidaba, quién la asistía y la sostenía en lo cotidiano? ¿Abordar la vida de Judith Ferreto es un riesgo para la narrativa cinematográfica? –Judith Ferreto llegó de Costa Rica a México en 1948, siendo enfermera de la escritora Carmen Lyra. En 1950 se convirtió en enfermera de la pintora Frida Kahlo en la Casa Azul de Coyoacán. En esta propuesta hay un ángulo distinto, en donde el pasado es visto a través de la memoria de Judith, quien fue un apoyo fundamental durante la última etapa en la vida de la artista. En su diario íntimo Frida agradece a Judith, “Mi Judith”. –¿Tenía que ser una cineasta mujer quien se ocupara del tema del cuidado? ¿O fue asombrosa casualidad? –Siempre me han atraído los personajes marginados, olvidados o ignorados, y en la historia del arte oficial las mujeres han sido fuente de inspiración, pero sólo en casos muy aislados fueron reconocidas como sujetos. Me interesa develar

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momentos en la vida de las mujeres que han sido silenciados y así ojalá aportar a la configuración de una identidad femenina. La cultura patriarcal configura una identidad a la mujer de acuerdo con roles que el mismo sistema quiere perpetuar. Por eso, desde el gremio capitalistapatriarcal del cine se imponen reglas que dificultan o imposibilitan nuestra actividad creativa. –Las dos Fridas es una pintura emblemática de Frida Kahlo. En la película Dos Fridas son cuerpo y alma intercambiadas, se construye una identificación de la enfermera con su paciente, ¿como dos partes de un mismo cuerpo? –Me pregunto si esa identificación con Frida no es acaso una forma de comunicarse con ella. Hay varias interpretaciones de esa pintura, incluso conocemos algunos hechos que la rodearon, pero lo único real que existe es la obra: dos mujeres (o una sola, desdoblada), iguales y distintas, cuya sangre fluye a través de vasos comunicantes, y que nos miran. Probablemente sea una pintura infinita, con múltiples lecturas. Además tiene el poder del espejo, como muchas de sus obras. Es también una ofrenda y tiene un propósito mágico. –La enfermera dice en algún momento que es artista de corazón. ¿Necesitó accidentarse como Frida para ser cuidada, para devenir artista…? –Es un mito eso de que los artistas tengan que sufrir para crear. Aunque el sufrimiento puede ser alimento para la creatividad que busca sublimar el dolor de alguna forma. Pero no es necesario sufrir para poder crear. Más bien la armonía puede ser una condición ideal. Es algo que dice David Lynch: “No hace falta sufrir para mostrar sufrimiento o ser paranoico para describir pesadillas”, si bien el dolor nos vuelve más profundos y muchos artistas han tenido vidas tormentosas. Judith tenía una gran capacidad histriónica, cantaba, tocaba la guitarra, pero no tuvo probablemente la posibilidad o el interés de convertirse en cantante o actriz. Ella provenía de una familia de trabajadores, comunistas, y ser enfermera era también una forma de sacrificarse por el otro, de no pensar en sí misma, de dar la vida por una causa, por los otros, por los enfermos. –El tiempo de la película es muy real, su lenguaje es profundamente visual. Hábleme de esta concepción de hacer cine entre Kitano y Agnes Varda diría yo. –Hay muchos cineastas que son un referente para mí, principalmente los artistas, los poetas, los que crean un mundo propio. En esta película he querido buscar en otro tipo de racionalidad, más cercana a una racionalidad mítica, por eso se entrelazan varias temporalidades y espacios, como si estuviéramos dentro de la cabeza de Judith. Este tipo de racionalidad fue la que vino a buscar a México André Breton y sobre todo Antonin Artaud, quien provocó una revolución en el teatro. En el cine industrial, el poder impone modelos a seguir, pero una película es una obra artística realizada por un autor, es su expresión individual, y la unidad de la obra es resultado de la obsesión de ese autor, de su visión del mundo. Pero además del modelo narrativo industrial, también en el llamado cine de autor hay una forma que se empieza a repetir, y muchas películas se parecen, a pesar de venir de latitudes muy distintas y distantes. Eso sí, hay cineastas que se atreven a romper esas tendencias y abren nuevos caminos. Lo más difícil es encontrar la propia voz, porque la voz está viva y cambia. Por eso siempre hay que volverla a buscar. Mi riesgo mayor, aunque no debería serlo, es resultado de las limi/ PASA A LA SIGUIENTE PÁGINA


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taciones que impone el sistema al cual estamos sometidos, es crear un mundo propio. La libertad es el más grande valor humano. Como decían los surrealistas: “Libertad social, libertad individual.” En mi primer largometraje busqué algunas referencias en el neorrealismo. En cambio, en esta propuesta quise ampliar también mis posibilidades expresivas, y esta película es una reconstrucción, en donde lo más difícil ha sido lograr una síntesis, pues no reproduzco naturalmente lo que pasa en la vida. Utilicé también referencias en la pintura, el teatro, la danza, la poesía, la música… Esta forma surge del contenido mismo de la película, ya que Frida hace una puesta en escena en sus obras, una autorrepresentación de su figura, en algunas de sus pinturas hay incluso telones de teatro. La Casa Azul, donde nació y murió, es parte también de esa construcción. Ella rescata la verdadera raíz y las tradiciones del México antiguo. Frida nació con la Revolución mexicana, la primera revolución del siglo xx. Hubo toda una generación de artistas e intelectuales que se inspiraron en la Revolución rusa. También es la época en que el presidente Lázaro Cárdenas abrió las puertas a miles de refugiados españoles, franceses, rusos. Siguiendo con lo visual, hay momentos en que el espectador se siente sumergido en una pintura de Frida, la escena de la bañera, por ejemplo, o la escena de la madre amamantando a su hijo al pie de ese árbol mítico… He visitado la Casa Azul, leído sobre los personajes del México postrevolucionario, también los escritos de Frida, cartas, y el “Diario íntimo”, que es de la época en que Judith la cuidó. Ella trabajaba con un lenguaje de imágenes, de símbolos, que no eran resultado de una reflexión intelectual; eran, como ella dice, su propio mundo. En la película no hay ninguna pintura de Frida Kahlo. Sí hay algunos personajes de sus cuadros. Sus pinturas son una referencia para la creación de imágenes, sobre todo, la diná-

mica de su lenguaje expresivo. He buscado en sus fuentes: en los exvotos o retablos, el arte popular, la imaginería médica, la mitología prehispánica. Esto me ha llevado también a conocer al gran dibujante y grabador José Guadalupe Posada y sus Catrinas, también las danzas de la muerte, el Bosco y Brueghel. Y también veo la marca onírica de las pinturas de Remedios Varo. Hay, sin embargo, un contraste entre el color, asociado generalmente al dolor, las alucinaciones, mientras que la vida real es casi siempre un túnel, más oscuro, menos matices… El mundo de Judith, en su casa lo veía más triste, menos colores, si bien está en Costa Rica y hay una fuerte presencia de la naturaleza. En cambio, para el mundo de Frida, desde la mirada de Judith, eran colores más fuertes. En su “Diario íntimo” Frida define cada color, y recuerdo la emoción que me dio descubrir que el rojo es en verdad la sangre de unos insectos que viven en los cactus... También tuve la experiencia de presenciar, en Niltepec, Oaxaca, el proceso de extracción del color azul añil de una planta llamada jiquilite. Los colores son la vida misma. –El banquete final parece una despedida de todo lo que se ha llevado el siglo xx... Trotski con Marx y Adelita y Diego y Frida y Carmen Lyra. ¿Melancolía por la revolución perdida? –Siendo estudiante en Moscú viví el final de la urss, y desde entonces todo se ha ido transformando a una velocidad impresionante. Por eso he tenido la necesidad de regresar atrás, al siglo xx, a esa ilusión perdida, para dar fuerza al presente. Dice el filósofo mexicano Samuel Ramos que “la historia es un proceso viviente en que el pasado se transforma en un presente siempre nuevo”. Y dice Tarkovski: “Lo pasado encierra la realidad imperecedera de lo presente.” Desde muy joven tuve contacto con situaciones de injusticia social, empezando por el golpe militar en Chile, también en Costa Rica con los obreros en las plantaciones del banano, cuyas condiciones de trabajo siguen siendo brutales. Y en esa época, en 1979, fui con mi madre, Elena, a Nicaragua, después del triunfo de la revolución, y había un ambiente de júbilo. Como dijo el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, era “la fiesta de un pueblo que en sus quinientos años de historia

Arriba e izquierda: Ishtar Yasin caracterizada como Frida en dos momentos de la producción de Dos Fridas: Fotos: www.dosfridaslapelicula.com

nunca había tenido”. Esta revolución se perdió, como tantas otras… Sin embargo, a pesar de los errores, siempre dejan una huella. –Usted es la directora de Dos Fridas y al mismo tiempo encarna el personaje de Frida en el filme. ¿Qué significó para usted estar a cargo de dos aspectos fundamentales de la realización? –No teníamos los medios económicos óptimos y eso nos obligaba a trabajar jornadas muy largas. En mi caso dormía unas tres horas al día, esto se prolongó durante todo el rodaje. Tenía un gran cansancio y al mismo tiempo una excitación extrema. Y ese estado de lucha, de voluntad, de pasión, me ayudaba a sentir a Frida Kahlo. Como autora y directora estuve tanto tiempo imaginando la película que, en el momento del rodaje, ya tenía una visión. Me dejé llevar por el instinto, buscando en los actores atmósferas internas, sentimientos, energías, sin perder la conciencia de la totalidad de la película. Por momentos estuve obligada a renunciar, reconstruyendo, encontrando imágenes vivas, fiel a mí misma. También recurrí a imágenes con arquetipos que inspiraron a la pintora y que están presentes en la película, como Coatlicue, Nefertiti y La Adelita. Pero este proceso de incorporación de Frida Kahlo lo he vivido desde que la interpreté hace más de veinte años en una obra de teatro, y también, cuando llegué de Costa Rica a México, hace ya siete años, con el propósito de realizar esta película. Desde entonces he podido compartir la vida cotidiana, recorrer las calles, viajar en el Metro; vivo frente a un gran mercado popular y allí me he sentido en mi casa. También he sentido la impotencia ante miles y miles de crímenes que quedan impunes, de estudiantes, mujeres, periodistas. Y la tragedia de los inmigrantes centroamericanos en esa peligrosa frontera. Aquí la vida y la muerte se hacen sentir l


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Tan allá, tan lejos (1967-2017) Marco Antonio Campos Cuando te vayas, Herminia, cuando te vayas de aquí, me dejarás tu retrato, para acordarme de ti. Canción yucateca

Meses del verano del ’67. Aquella gran ciudad, que de principio la temías, te hizo decirme: “No la habría podido vivir sino contigo”. Te recuerdo en esas vacaciones, –bella, blanca, ligera como paloma–, pero esta ciudad, me decías, era el octúplo de tu ciudad. Tú venías de la selva baja, del mar que gritaba a tu cintura, pero en Ciudad de México sólo hallabas el gris, el tranvía traqueteante, el autobús de lástimas que parecía no llegar, los árboles semiáridos, tizne, mugre, aceite, faroles ciegos, prisa, prisas, la mala educación en la calle, el junior que se las creía todas, el vendedor que robaba por agrado y hábito, el leguleyo que roía el bolsillo en las aceras de Tribunales, el burócrata lisiado de manos y cabeza de no utilizarlas nunca, el ministro lamesuelas aplaudiéndole al presidente despótico y asesino. Pero también –agradecías con dulzura– lo bello de los vagabundeos por Tlalpan, la demora amorosa en morosas calles de San Ángel, la ida a los cines de Reforma y la Alameda, la vista de los volcanes, tu cuerpo tenue que profundizaba el deseo cuando subíamos la pirámide en Xochicalco, o cuando nos uníamos, respirando la hierba, más verdes que la hierba, a la sombra de los árboles en las laderas del Ajusco. Éramos un par que a la par andábamos. Fue la primera vez que vivías la Ciudad. Despertabas al mundo y el Libro se te abría. Oírte hablar era sentir el aire del sur en las pirámides, el bochorno de la selva, las calles cuadriculadas a 39 grados centígrados, las canciones de Guty y Mediz Bolio que cantaban tu madre y tu padre a dúo –como yo parafraseaba alguna–: “Cuando te vayas, Elisa,/ cuando te vayas de aquí.” Ah, era yo entonces un adolescente ignaro, inseguro, furioso. No conocía los puntos sobre las íes, pero sin darme cuenta los aprendía contigo. “El recuerdo

es de hoy”, me decías en la plaza Santa Catarina a la sombra de los fresnos, bajo la luna de julio. Oíamos a los Beatles, y bailábamos malamente boleros y baladas en fiestas donde aprendíamos a bebernos el sudor, deletreábamos –sin saberlo– “la dicha es flor de un día”, y veíamos a amigos, agarrados con las uñas, en el borde del precipicio de la droga y del alcohol. Cuando te vayas, Elisa –te repetía–, cuando te vayas, recordarás en los ocasos de la ciudad del sur lo felices que fuimos, descubriéndote para descubrirme la emoción profunda y multiplicada de una dulzura milímetro a milímetro, la cabellera larga, oscura, las piernas delgadas, exactamente suaves, que guardaron sabias de mí las caricias, cien-----, cien mil caricias, la cintura leve y los senos duros, hechos para bebérselos y para las manos ávidas. Pero Dios nos dividió en dos. Ello en el lugar donde estuviste. ¿Cómo hubo la corazonada que del corazón nada tendría? Cuando te fuiste, Elisa, con un lenguaje exiguo escribías cartas dulcísimas –hasta la última, que hizo trizas mi cara en la pared. Quemé cada carta con sus faltas de ortografía, quemé las fotografías, pero desconocí el olvido, pues en cada joven de provincia –bella, blanca, ligera como paloma–, encontraba en su mirada una mirada verde. “Andará por ahí. El olvido se lo lleva y lo trae el mar”, me decía mi madre Yo sólo veía, Elisa, bajo la luna, la sombra entre los fresnos en la plaza Santa Catarina. Cuando al fin llegué, varios lustros después, a la ciudad del sur, recorrí en el ayer que ya no vives, sitios que te eran íntimos en el adiós y nunca: la fachada de tu casa (que ya nada parecía una casa), el aula de la Academia con ventana a los sueños, la catedral breve, que no aromaba en la flor del azahar, y-me oí-te oí-decir en el agua de cántaro de la canción que cantaba Guty, ah una canción que resonaba lejos, en meses lejos que se fueron, que se fueron tan allá, tan lejos: “Cuando te vayas, Elisa, cuando te vayas de aquí.”


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LA VIDA EN EL LEPROSARIO DE TABRIZ Acercamiento breve y justo a la personalidad y la obra de Forugh Farrojzad, poeta iraní poco conocida en Latinoamérica formada por cinco libros de poesía antologados en el volumen Noche en Teherán, traducida por la politóloga Nazanín Amiriam. Su película, La casa es negra, un poderoso y bello documento sobre un leprosario de Tabriz (1962), es motivo del comentario que sigue y se puede ver en esta dirección: https://www.dailymotion. com/video/x3t2fxc

Forugh Farrojzad ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

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El nombre de Forugh Farrojzad (1935-1967) no es familiar en el medio hispánico. Ella es una de las grandes poetas iraníes, ícono del feminismo de su país y directora del cortometraje documental La casa es negra, obra maestra grabada en un leprosario de Tabriz en 1962. Publicó cinco libros de poemas y murió a los treinta y dos años, en un accidente automovilístico. Con su poesía, la tradición persa descubrió una soltura y sencillez inusitadas, lo que representó una afrenta para muchos lectores. Sumado a ello, era una mujer que no reprimía el deseo ni en su obra ni en su actuar cotidiano, por lo que fue severamente reprobada. Ya en su primer libro, Cautiva, publicado a los diecinueve años, hay una suerte de presagio: “Creo que podría de pronto abrir las alas/ huir de esta silenciosa prisión/ reírme en la cara de mi carcelero/ y, junto a ti, empezar a vivir de nuevo.” Nunca le impuso los límites de un destinatario a su poesía, pero aun así prohibieron sus libros durante años. Años más tarde, en El viento nos llevará, Abbas Kiarostami hace que uno de los personajes recite uno de sus poemas y el propio título de la película es un verso de ella. En español tenemos tres antologías (todas difíciles de conseguir), aunque seguramente la más afortunada es Noche en Teherán, traducida por la politóloga Nazanín Amiriam. Además, en Armas y Letras, revista de la uanl, hay una entrevista formidable. En La casa es negra, su única película, hay fragmentos del Corán, del Antiguo Testamento y de su propia poesía. Como señala Geoff Andrew, su película forma parte del cine de arte moderno iraní, que surge a fines de los cincuenta como alternativa a los populares melodramas y musicales. Dentro de ese cine, que “pintaba la vida iraní en términos más realistas” y que fue condenado por el régimen de la época, Farrojzad retrata a los leprosos en sus actividades diarias, como la escuela, el juego, la comida y la oración. Pero logra más, hay un impacto y un temblor que sólo consigue un mundo poético. Tras su divorcio en 1954, perdió la custodia de su hijo y nunca pudo volver a verlo. Quizá eso la animó aún más a adoptar a Hossein Mansouri, hijo de dos leprosos, que aparece en algunas escenas. Al parecer no hay en español ninguna reflexión de ella sobre su película, por lo que tradujimos este testimonio de 1962, recogido por Farrajollah Saba.

Iván García

compañé al doctor Radji para ver de cerca el leprosario de Tabriz y examinar las posibilidades de trabajo. Los encargados de la casa, incluido el jefe del dispensario y el médico adjunto, estaban en contra del proyecto. Sólo había un médico que trataba a los enfermos con medicamentos muy elementales como sulfamidas… El leprosario de Tabriz se encontraba en una zona montañosa de difícil acceso y, cuando entré por primera vez a la casa, el panorama era horrible. La reacción de los leprosos durante los primeros días fue muy negativa, pues siempre los había visitado gente que sólo veía sus defectos. Yo intenté verlos desde el principio como personas comunes. Fui respetuosa con ellos, compartí su comida y toqué sus heridas. La gente que al principio era más huraña, finalmente se volvió nuestra amiga y confió en nosotros. El primer día que vi a los leprosos me sentí muy mal. Las personas que viven en un leprosario comparten todas las características y sentimientos de los hombres, pero no tienen rostro humano. La vida en una colonia de leprosos, para los propios enfermos, es muy normal. En principio, su vida no es diferente a la nuestra… Lo que es habitual para ellos, es decir, su defecto físico, es a primera vista lamentable e incluso aterrador para nosotros. Por ejemplo, vi a una mujer que tenía el rostro totalmente dañado. Sólo tenía un agujero negro en medio de la cara para hablar. Ella misma se había tapado el rostro y había dejado ese agujero al descubierto. Todos los niños menores de cuatro años que conocí estaban sanos. Pero entre los más grandes que iban a la escuela, no era raro encontrar leprosos. En general, en un leprosario las familias viven juntas. A veces pasa que en una familia todos son leprosos, salvo por algún pequeño que nunca contraerá la enfermedad. Compartí sus alimentos, toqué sus heridas, sus manos y sus pies sin dedos. Fue así como gané su confianza. Incluso ahora, después de un año, algunos de ellos me escriben cartas, me mandan sus peticiones para que se las haga llegar al ministro de Salud y le diga que les roban las raciones de arroz, que no tienen comida, ni baños, que sus hijos se revuelcan en el lodo, que les gustaría poder trabajar… Anteriormente, el matrimonio entre leprosos estaba prohibido. Al parecer, desde hace dos o


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Escenas del cortometraje documental La casa es negra, producida en 1962 por Forugh Farrojzad

tres años ya se permite. Antes, todo tipo de contacto físico entre mujeres y hombres se hacía en secreto. Me contaron la historia de un hombre que se enamoró de una mujer y la mató. Parece que recientemente lo ejecutaron en Tabriz. En una colonia de leprosos, las pasiones y los deseos sexuales son muy fuertes. Durante los doce días que estuvimos allí, hubo cuatro matrimonios. En la película hay algunas escenas de la última boda. ¡Y cuántos hijos! La casa está llena de ellos. Afortunadamente, casi todos están sanos… Bebés pequeñitos y lindos… ¿Desesperación? La desesperación aquí no tiene sentido. Cuando los leprosos llegan a este lugar, ya están más allá de la desesperación. Más bien, vi gente aferrada a la vida. Vi a un hombre con la cara tullida e hinchada como un globo, y que se quedaba sentado bajo el sol mientras miraba el cielo. Cuando el doctor quiso inyectarlo, gritó: “¡Tú quieres matarme! ¡Yo quiero vivir, quiero vivir!” Los leprosos se acostumbran a sus vidas. Todos saben que no pueden tener otra. Aceptan su destino. Saben que si salen con las manos mutiladas, la gente los reconocerá de inmediato. Las aspiraciones en una colonia son las de seres humanos confinados a sus cuatro paredes. Esta película fue para mí una experiencia y una prueba. Cuando me despedí de los leprosos

Nunca oí hablar de suicidio. Supe de personas que se habían matado entre sí, pero no de suicidios. Para mí, un leproso es parte de la vida. Nunca se pregunta por el significado de ésta… La vida es algo que ya está definido. Es la vida la que maneja al leproso y no al revés.

estaba contenta conmigo misma, no sé por qué, tal vez porque había puesto a prueba mi resistencia, o quizá porque me llevaba el amor de personas a las que se lo hemos negado. Allí vi a un hombre que tenía el cuerpo prácticamente paralizado. Incluso su boca. Alzaba su labio con la mano para hablar. Tampoco podía ver. Pero cada vez que lo encontraba, me decía: “¿Cuántas veces tengo que escribir una carta para que me manden a mi mujer? Yo estoy enfermo, pero ella está sana y quiere vivir conmigo.” Las mujeres con lepra son realmente extrañas. Han perdido toda su belleza, pero se ponen kohl en los ojos todos los días. Sus dedos lastimados están llenos de anillos. Me arrebataron mi collar y mis brazaletes. Sus cuartos están llenos de espejos y objetos para cuidarse del mal de ojo. A final de cuentas, los leprosos son como nosotros… La fealdad no tiene un significado real. El leprosario y los leprosos no son feos. Si miras a un hombre feo como un hombre, te parecerá bello. Cuando miras a una madre leprosa que amamanta a su hijo o le canta una canción de cuna, ¿cómo podrías decir que es fea? A simple vista, la fealdad es obvia, pero entonces aparece el lado humano y nos damos cuenta de que son como nosotros. En todos los cuartos, lo que no falta es un espejo. Y a estos leprosos, que a menudo no tienen boca, nariz u orejas, les gusta mirarse en él. Es obvio que tienen las mismas aspiraciones que nosotros, una vida mejor, el ocio, la comida, el amor, y como se ven privados de todo ello, se divierten lo mejor que pueden. Algunos pintan o hablan todo el día, incluso los viejos se la pasan jugando a las canicas, o hacen hoyos en la tierra sin motivo, pues no tienen semillas que sembrar… Las mujeres y las niñas buscan agua o se maquillan. En el mundo cerrado de un leprosario, los leprosos adaptan sus deseos, anhelos y pasiones a ese mundo. Saben lo que es su vida y saben que la gente los ve como forasteros. Creo que la vida allí transcurre con normalidad. Por supuesto que ante mis ojos es doloroso, pero ellos lo han aceptado como su destino común. Lo que los ata a la vida es el mismo sentimiento que nosotros tenemos por ella. Su apego por la vida es el apego de los seres vivos. Pienso que estar vivo es algo más que tener manos y

piernas. Es pensar que existimos, que somos, eso es estar vivo. Y el leproso tiene ese sentimiento. Nunca oí hablar de suicidio. Supe de personas que se habían matado entre sí, pero no de suicidios. Para mí, un leproso es parte de la vida. Nunca se pregunta por el significado de ésta… La vida es algo que ya está definido. Es la vida la que maneja al leproso y no al revés. Esta vida, la de los leprosos, puede estar en cualquier lado y puede ser la vida de cualquiera. Si miramos a nuestro alrededor, podemos hallar a un leproso… En mi opinión, esta película es sobre la vida de los leprosos y la vida en general. Es una mirada fugaz a la vida de todos. Es la imagen de toda sociedad cerrada y concluida. Es la imagen de la futilidad, del aislamiento, de la separación y lo inútil. Incluso las personas sanas que viven en una sociedad aparentemente sana, pueden tener los mismos comportamientos. Como sabes, la película empieza con la escena de una mujer que se mira al espejo. Ella es el símbolo de cada ser humano que mira su vida en un espejo, cualquier espejo.* El cine es un vehículo de expresión. El que haya escrito poemas toda mi vida no significa que me contentaré con ese medio. Me gusta el cine. Trabajo donde puedo, en el teatro, en el cine, mientras tenga algo que decir… Quizá en el futuro, entre las producciones de Golestan, salga una película de la señora Farrojzad [risas]. Cada uno mira las realidades de la vida desde su punto de vista y yo también presento a la señora Forugh Farrojzad como poeta del Pecado [ríe de nuevo], me expreso con mi lenguaje, que es la poesía… No creo que esta película sea poética. En todo caso, la poesía como asunto serio no está desligada de la vida. Uno puede hallar poesía en una vida dolorosa, miserable y fea. Un premio es como recibir una muñeca. Lo importante es tener confianza en uno mismo y estar satisfecho con su trabajo. Pero si todo el mundo se junta y me avienta huevos podridos, no tiene ninguna importancia l

En su poesía, el espejo también es clave como introspección: “las flores de las acacias dormían, / y yo estaba sola frente al espejo.” [n. del t.]

Nota y traducción del francés de Iván García


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MURALISMO CONTEMPORÁNEO

APROPIACIÓN DEL ESPACIO E IDENTIDAD

En la era digital, los espacios públicos son ocupados de distintas formas y una de las más interesantes es el retorno del muralismo, expresión plástica cuyo esplendor en México se vivió en las primeras décadas del siglo pasado, y que ahora vuelve convertida en un vehículo para la manifestación de situaciones y necesidades actuales, no sólo de orden artístico. Aquí se muestra y se comenta el trabajo de tres muralistas contemporáneos que bien podrían diferenciarse por sus raíces como artistas, pero que tienen iguales objetivos estéticos y conceptuales bien logrados.

Izquierda arriba: Detalle del mural Todos somos uno de Jorge Cejudo. Foto: Martín Blanco Morales. Izquierda abajo y derecha arriba: Jorge Cejudo, mural Casa Pepe, cortesía del autor. Derecha y abajo: Logo cdmx decorado por Jorge Cejudo, Foto: Jorge B. Garrido. En medio derecha: Guillermo Heredia, mural Sueño de una tarde de domingo en el callejón del cuajo, 2010, cortesía del artista.

Ricardo Guzmán Wolffer ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||


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Lo que sobra son muros… temas y expresiones

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uillermo Heredia, grafitero juvenil, llegó a las galerías y a otros espacios culturales de varias formas. Eso le permitió acceder a varios muros del centro de Ciudad de México, para plasmar a La familia Burrón y una peculiar colección de superhéroes mexicanos nacidos del cómic. “Es más sencillo de lo que parece. Lo que sobra en esta ciudad son muros, puedes pintar lo que se te dé la gana. Tal vez lo que pintes sea borrado o encimado con otra pintura al día siguiente, o tal vez logre conectar de

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tal forma con la gente que lo respeten por mucho tiempo, eso nunca se sabe. Pero lo importante es hacerlo. Para hacerlo hay que dialogar con el entorno, pintar de temas que te gusten y tratar de involucrar a la comunidad de la forma más activa posible con la intención de que hagan suyo el mural y éste pase a formar parte de su identidad comunitaria.” Quizá por su pasado grafitero, Heredia es un guerrillero de la cultura y por eso mismo busca preservar las raíces comunes. Luego de varios trámites, se decidió a hacer un homenaje a Gabriel Vargas, el creador de La familia Burrón, la historieta más emblemática de México para él. Gracias a la gestión de Mali Haddad, Heredia / PASA A PÁGINA 10


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Arriba izquierda: Jorge Cejudo frente a su mural Soy mi centro, de un aproximado de 650 metros lineales ubicado en el bajo puente de la calle 20 de noviembre en la cdmx, 2017. Foto: Pablo Cruz. Arriba al centro: Iliana So, Artífices humanos, mural en el Hospital de Traumatología Unidad Lomas Verdes IMSS, 2018, cortesía de la autora. Arriba derecha: Jorge Cejudo, mural Somos historia, somos presente, realizado en mosaico veneciano para el Jardín Frida Kahlo en Coyoacán. Foto: Martín Blanco Morales. Izquierda: Guillermo Heredia, mural Los héroes de la historieta mexicana, cortesía del artista. Derecha: Iliana So, Soñando con Van Gogh, colección particular, Mérida, Yucatán, 2017, cortesía de la artista.

y sus alumnos pudieron pintar el mural en la calle de Regina. Su trabajo es un doble homenaje: a Vargas y a Diego Rivera, con su mural Sueño de una tarde de domingo en la Alameda central: “Sueño de una tarde de domingo en el callejón del cuajo”, donde aparecen otras figuras culturales como Frida Kahlo y Carlos Monsiváis. El mural despertó en los vecinos, además de la nostalgia, un sentido de identidad. “Eran los recuerdos de todos y cada uno de ellos pintados en la pared.” Se intentó borrar el mural para darle paso a la obra de otro artista, como había venido sucediendo, “pero los vecinos no lo permitieron”. Esta obra y el mural Los héroes de la historieta mexicana son las obras más conocidas del muralista Heredia. En Los héroes... conviven los justicieros que nos dieron patria, ya fuera en Jalisco (el Santos), Oaxaca (Rabamán) o todo México (Kalimán y muchos más): ¿quién podría no identificarse con este trabajo?

El arte urbano hace barrio Jorge Cejudo es un diseñador exitoso, pero

sus obras públicas lo son más. Murales, estatuas, señales públicas, todo tiene un público específico. Con una estética muy personal: “el trazo gestual, que se sienta que se hizo a mano; esto me lo enseñó Gonzalo Tassier, mi gran maestro y mentor, me decía que en cualquier cosa que diseñara se debía sentir la mano humana y no la computadora, lo que he comprobado que le da cercanía a la pieza con el espectador”. Su intención es que en el espectador “se generen historias alrededor de estos elementos, que logren una conexión o identificación”. A diferencia de Heredia, quien usa la pintura directa, como los muralistas “clásicos”, Cejudo tiene nuevas herramientas, como puede apreciarse en el bajo puente de Plaza Tlaxcoaque, el acceso que sale a la calle de 20 de noviembre

rumbo al Zócalo de Ciudad de México, donde hizo un mural en mosaico veneciano (con más de 9 millones de piezas), con los iconos más representativos de arquitectura de cdmx. “Hay detalles de acercamientos y también están los monumentos o edificios completos, por si alguien pasa a alta velocidad vea manchas de colores, y si están avanzando lento puedan ver las piezas completas con más calma”. Sus murales están en los lugares menos pensados, además de las paredes (está el Parque Ciudad Jardín): en las letras escultóricas de la cdmx; en espacios privados (Casa Pepe, Hostal del Centro Histórico). Sus herramientas abarcan la pintura vinílica, esmalte, esténcil, aerosol, mosaicos y lo digital. El uso del mosaico veneciano recuerda los pixeles digitales (y facilita la restauración: los vándalos no respetan). Pero la integración de la población es lo que se busca, como en el proyecto de arte urbano para Iztapalapa (Iztapalapart), donde Cejudo convocó a


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que fuera, inundando cada mural de valores e historia. La paz, el progreso, la evolución, la libertad y la igualdad siempre estarán en alguna parte de mis obras, sin perder de vista mi gusto personal por la lucha libre”. El mural debe intrigar, llamar a la meditación: ser el medio para la reflexión La lucha entre el arte y lo visual está presente: “No todo es arte. En las redes sociales nos inundan con imágenes que tienden a confundir el arte con el diseño gráfico o la publicidad, y aunque son muy parecidos, por la cuestión visual, ambos tienen esquemas y funciones diferentes.” Los trabajos de alto contraste, como Entre el carnaval y los placeres de la vida (acrílico sobre muro, Banco de México), imprimen fuerza en las imágenes: simplifican lo visual para darle potencia. Su tributo a Van Gogh hace local e intemporal al otro artista para evidenciar lo cíclico del arte, cómo puede ser justipreciado tanto en la Europa de otros siglos como en el Mérida contemporáneo.

El mural: reflejo del individuo y su comunidad artistas urbanos reconocidos, quienes además de pintar muros y obra de caballete impartieron talleres de diferentes disciplinas dentro del arte urbano: esténcil, tags, caligrafía, color, etcétera. Fue un éxito. “A nivel social el arte urbano hace barrio, hace comunidad, define, identifica y cohesiona; a nivel económico, muchos artistas urbanos lograron darse cuenta del valor de su trabajo, incluso a varios los contratamos posteriormente para pintar muros en proyectos de recuperación de espacios públicos. Aprendí que existen códigos de respeto entre los artistas urbanos, y de qué manera la sociedad adopta esos muros como propios. De ser algo subversivo que tenía que hacerse a escondidas, burlando a la ley y a la sociedad, ahora es un elemento básico de comunicación en cualquier ciudad o poblado del mundo.” Así lo comprobó en la Central de Abasto, donde con el proyecto “Central de Muros” se hicieron murales a lo largo de la Central: mejoró la limpieza, la

seguridad y visitas de usuarios a la Central para conocer los murales. Cejudo plantea la dicotomía gráfica: los muros están en la ciudad, pero la ciudad está en esos muros, en sus bocetos manuales que contienen la esencia de lo visible, pero también de lo inteligible: el espectador es México, cuando interioriza conscientemente la arquitectura como expresión de lo humano y de su propia historia.

De la lucha libre a la lucha por más cultura Iliana So busca más la figura humana, el rostro

y la expresión corporal. Gestora cultural, con un canal de radio especializado en lucha libre y cultura, equipara el mensaje y el medio para lograr “comunicar a través de la pintura el paso cotidiano y real de lo que ocurre en mi mundo: cómo concibo el mundo actual, y quizás cómo me gustaría

Hoy en día, el muralismo tiene el doble pro-

pósito de recuperar el espacio público y, coinciden los tres artistas, de llevar al espectador a la visión interior, con un reflejo en ese mural que le habla a él en particular, pero también a miles de personas más. El arte se individualiza a partir de un sentido social; de entrada, en la concepción del artista, preocupado por su público inicial: se posesiona por el entorno, pero ese arte llama a observadores de otros contextos. Cohesiona a lo inmediato y se refleja en ondas expansivas. La acción de un muro reflejante no tiene límite; como un halo multicolor y purificador, hace habitables y entrañables parques, calles, barrios y colonias enteras al hablarle al espectador de su propia historia, no sólo como habitante de una ciudad que busca una mejor integración social y cultural, también como actor de la propia historia, a veces inconsciente. Es un muralismo vivo que busca y construye espectadores vivos l


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Leer

QUE LA REALIDAD NO NOS DECEPCIONE La novela inconclusa de Bernardino Casablanca, César López Cuadras, Instituto Sinaloense de Cultura, México, 2018.

Sergio Ceyca ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

ES ERNESTO SÁBATO quien dice que una nota policíaca puede ser un simple hecho criminal o volverse Crimen y castigo. En la larga reflexión que realiza en Abaddón, el exterminador, también comenta que en algunas ocasiones, al transformar un libro en celuloide, sólo queda la anécdota central de la historia sin todos esos detalles que son, en primera instancia, los que la vuelven una historia grandiosa. A su vez en su relato La noche mil y dos de Sherezhada, Edgar Allan Poe describe a un sultán descreyendo un relato de la mujer donde ésta pone diversas cosas que para la época de Poe ya eran ciertas, pero que para la de los dos personajes de Las mil y una noches parecían locuras. Ambas cosas resaltan ciertos límites en la

ficción: ¿cuándo una historia es más creíble, cuando lo es menos? ¿Puede la verdad histórica de un hecho ser, en realidad, literariamente decepcionante? Es de este tema que César López Cuadras (1951-2003) se aprovechó para estructurar La novela inconclusa de Bernardino Casablanca. Originario de Sinaloa, César López Cuadras fue un autor muy interesado por los alcances de la ficción y sus matices. Dos de sus novelas están publicada en el Fondo de Cultura Económica (Cástulo Bojórquez, 2001, y El delfín de Kowalsky, 2015) y otra en Ediciones b (Cuatro muertos por capítulo, 2013), y sin embargo apenas se habla sobre su obra. En el marco de este olvido por la obra de López Cuadras, dos libros han sido publicados este año en Sinaloa: la novela antes mencionada y los Cuentos completos, en una coedición de Andraval y la editorial de la Universidad Autónoma de Sinaloa. A lo largo de sus escritos hay una preocupación por las consecuencias de la ficción dentro de la vida social y sus alcances y matices; por ejemplo, en El delfín de Kowalsky, un columnista va inventando la saga de un delfín que, manipulado por un académico, se dedica a traficar droga por el océano; en contra de lo que el acusado y los académicos de la Universidad argumentan. Pero en La novela inconclusa de Bernardino Casablanca, desde su título hay dos preguntas: ¿Quién fue Bernardino?, y, ¿por qué su novela queda inconclusa? López Cuadras la ambienta en los sesentas, época en la que creció el negocio del narcotráfico en Sinaloa, cuando iniciaron las idolatrías de los criminales y cuando los ahora capos legendarios estaban dando sus primeros pasos; en aquel contexto, se aprovecha de un vacío histórico y literario para iniciar su novela: la vida de excesos en sus últimos años de Truman Capote, el famoso autor estadunidense de socialité que solía visitar a sus amigos por todo el mundo para olvidar el martirio que fue escribir su obra magna, A sangre fría, la primera novela catalogada como una novela de no ficción. Capote, todo lujos y derroche, arriba al aeropuerto de Culiacán dónde lo espera Narciso Capistrán, un joven estudiante de letras que conoció, como vagabundo, en las calles de la Gran Manzana; el mismo joven al que dio cobijo y auxilió en una mala temporada para ambos; en un momento en que Capitrán moría de hambre y Capote buscaba superar su crisis e iniciaba, al mismo tiempo, el manuscrito perdido de Plegarias atendidas. Capistrán lo sube a un Volkswagen destartalado y le pasa una cerveza Pacífico, “antes de que pienses en

regresar en el primer vuelo que cruce la frontera”; quiere contarle sus nuevas ambiciones literarias: escribir la versión tropical de la novela de no ficción sobre Bernardino Casablanca, el dueño de la casa de burlesque de un pequeño pueblo en el pacífico mexicano, Guasuchi, la tierra trazada por López Cuadras en los cuentos de La vez que conocí a Kim Novak, el cual fue asesinado unos meses antes y por cuyo crimen, qué sorpresa en Sinaloa, no se realiza ninguna detención porque, en realidad, lo que sobran son sospechosos en Guasuchi. ¿Por qué a su entierro acudieron tantos malandrines y cuál de ellos fue el culpable de su muerte? En una escena de Duelo por Miguel Pruneda, de David Toscana, uno de los personajes comenta que la historia de la muerte de un hombre no tiene ningún valor por sí misma, que lo importante es su vida, qué comía, cómo vivía la cotidianidad; en la novela de César López Cuadras se descubre esa intención cuando uno avanza por las páginas y descubre que el homicidio de Bernardino Casablanca no es el misterio de la novela sino el que detona el movimiento del narrador a contar otras historias: hace hablar a quienes vivieron alrededor de la vida de Casablanca: la de una mujer, con su hijo, que lleva a trabajar a su tugurio; la de su esposa, aquella Madame Bovary que nada más vive para su casa pero que sueña con otras vidas, más incitantes encerrados en los libros; la de los policías que investigan su caso, conociendo la sarta de atrocidades que envolvían su vida. Historias que van girando y dando vueltas alrededor del problema principal. Si López Cuadras hizo que Truman Capote acudiera a su novela fue con la intención de que, desde el inicio, el lector encuentre una mentira atrayente que lo mantenga en las páginas, que le haga sentir que se adentra en una ficción que a ratos es divertida, a ratos interesante, pero que, en apariencia, no tiene nada que ver con la atrocidad que anda por las calles de Sinaloa; como si López Cuadras estuviera en una mesa con el lector, separados por una botella de alcohol, y le estuviera relatando una historia que él mismo atestiguó con sus propios ojos. Pareciera que en Sinaloa, a diferencia de Holcolm, la verdad queda a medias: los detalles escabrosos del crimen no importan porque siempre son los mismos; las razones tampoco, porque más bien siempre sobran. En la lectura se pueden saber cientos de ellas, todas sesgadas, todas a medias, pero nunca se llega a la conclusión verdadera porque, como dice Capote sobre la literatura en cierto pasaje, quizá no hay que permitir que la realidad nos decepcione •

EN NUESTRO PRÓXIMO NÚMERO

LITERATURA ALEMANA ACTUAL: todas las lenguas

Esther Andradi


Arte y pensamiento

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Artes visuales Germaine Gómez Haro

germainegh@casalamm.com.mx

Experiencia sensorial en arte y tecnología EN ABRIL PASADO circuló la notica de la apertura de una nueva sala de exhibición sumamente singular en París: L´Atelier des Lumières (el “Taller de las Luces”). Los videos que pulularon en las redes crearon un impacto: se veía un enorme espacio en el que se proyectaban a gran escala imágenes en movimiento continuo de pinturas del artista vienés Gustav Klimt (1862-1918) donde el espectador, también en movimiento, parecía integrarse a las obras mismas. Y así es. He tenido la oportunidad de visitar este nuevo concepto de creación artística producida con la más sofisticada tecnología de punta y la experiencia es realmente increíble. Dan ganas de repetirla una y otra vez, y la percepción será siempre distinta. L´Atelier des Lumières abrió su puertas en un recinto en desuso que fue una fundición de fierro del siglo xix. El espacio de 3 mil 300 m2 de superficie con muros que se elevan a 10 m de altura resulta idóneo para acoger este innovador proyecto que se presenta como una “exposición inmersiva”. Se trata de la producción tec-

Gustav Klimt

nológica creada a partir del concepto amiex (Art & Music Inmersive Experience,“Experiencia Inmersiva de Arte y Música”) que da lugar a la proyección a gran escala de millares de imágenes de una calidad asombrosa que fluyen a lo largo de muros, techo y pisos proyectadas a través de 140 videorreproductores. Los creadores precisan que es una manera novedosa, creativa y divertida de presentar al público obras maestras de la historia del arte e involucrarlo tanto en el goce estético como en la apreciación artística. El resultado es absolutamente alucinante y, al ir con mi nieta de ocho años, comprobé que fascina por igual a niños y a adultos. Se exhiben tres diferentes obras: la principal está dedicada a Klimt como homenaje en el centenario de su fallecimiento, seguida de una realización más corta basada en el también pintor vienés Friedensreich Hundertwasser (1928-2000), heredero de la secesión vienesa impulsada por Klimt. Otro espacio que llaman Studio está dedicado a la creación numérica de artistas contemporáneos y se presenta la realización comisionada al multirreconocido colectivo turco ouchhh que creó la obra Poetic a_i. Esta obra cavila acerca de la relación entre inteligencia artificial y creación artística y es un despliegue de líneas y destellos lumínicos que invaden el espacio, envuelven al espectador y, de alguna manera, lo integran a una especie de danza cósmica que fluye al ritmo de la música perfectamente sincronizada. En estas obras arte y música se fusionan en un binomio indisoluble que propone al público una experiencia multisensorial. Con Klimt se escucha a Wagner, Beethoven, Strauss y Mahler, mientras que las imágenes de Hundertwasser fluyen al ritmo contemporáneo de Kronos Quartet y de Longobardi. Esta asombrosa experiencia inmersiva se hace extensiva en otra gran presentación temporal –Borderless, (“Sin límites”)– en la Villette parisina que acoge un proyecto del colectivo japonés teamLab fundado en 2001 en Tokio, grupo pionero interdisciplinario en el que colaboran artistas, programadores, ingenieros, animadores 3d, matemáticos y arquitectos que han desarrollado en los últimos años los proyectos más trendy en tecnología

teamLab, Borderless

numérica. Esta obra, de contenido poético, tiene como tema la fusión del hombre y la naturaleza, tópico permanente en el arte japonés desde hace milenios. El objetivo de teamLab es mostrar que la tecnología numérica permite al arte liberarse del plano físico y trascender las fronteras. Hace apenas unas semanas se inauguró en Tokio el Mori Building Digital Art Museum, un espacio de 10 mil m2 de exhibición dedicado exclusivamente al arte digital, primer museo de esta índole en el mundo. Se presentan ahí cincuenta instalaciones de teamLab que generan imágenes a partir de 520 computadoras, 470 proyectores y numerosos sensores de movimiento para la interacción del público. Arte y tecnología es la fórmula de hoy. Apenas estamos viendo sus resultados y son cautivadores •

Friedensreich Hundertwasser

Bitácora bifronte Jair Cortés

jair_cm@hotmail.com twitter: @jaircortes

Cesare Pavese: cenar a solas LAS SOCIEDADES CONTEMPORÁNEAS han impulsado una infatigable cruzada contra la soledad que ha impedido que los individuos alcancen el autoconocimiento que bien podría librarlos del yugo que los somete durante su existencia. La soledad, en nuestro tiempo, se impone como un castigo o una deficiencia del carácter, y pocas veces se entiende como un fase de plenitud en la que cada quien es capaz de vivir conscientemente. La religión, el sistema educativo, el concepto de familia y (ahora) el dominio omnipresente de internet, nos han implantado la necesidad de estar “acompañados” para huir frenéticamente de nosotros mismos. En un lúcido y breve poema titulado “Manía de soledad”, el poeta italiano Cesare Pavese asumía la soledad como una experiencia espiritual en donde todos sus sentidos despertaban a la reflexión y conocimiento profundos desde uno de los rituales que más ha manci-

llado la colectividad: la cena: “Ceno cualquier cosa junto a la clara ventana./ El cuarto tiene ya la oscuridad del cielo./ Al salir, las calles tranquilas conducen,/ en pocos pasos, al campo abierto./ […] Basta un poco de silencio para que todo se detenga/ en su lugar real, como ahora mi cuerpo./ Toda cosa se aísla frente a mis sentidos/ que la aceptan sin corromperse: un murmullo de silencio./ Puedo saberlo todo en la oscuridad,/ como sé que la sangre corre por mis venas./ […] Oigo a mis alimentos nutrirme las venas/ de todas las cosas que viven sobre esta llanura./ No importa la noche. El cuadrado del cielo/ me susurra todos los fragores y una estrella pequeña se debate en el vacío, lejana de los alimentos,/ de las casas, distinta. No se basta a sí misma, necesita demasiadas compañeras. Aquí, en la oscuridad, solo,/ mi cuerpo está tranquilo y se siente señor.” Diecisiete años después de publicar este gran poema, Cesare Pavese se suicidó a los cuarenta y dos años, quizá como una última forma de ejercer ese derecho a estar a solas y encontrar el sentido último de la libertad. Más que provocar conmiseración, su acto es admirable porque pocos como él, en esa solitaria cena descrita en

“Manía de soledad”, han comulgado con todas las cosas del universo, alcanzando la totalidad en su silenciosa y oscura soledad, sintiendo cómo el ser encuentra el sitio exacto en su sagrado continente: el cuerpo, diferenciándose de la suntuosa estrella que “No se basta a sí misma” porque “necesita demasiadas compañeras”•


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Arte y pensamiento

Tomar la palabra Agustín Ramos

De caciques y deudas (iii y última) EN EL EPISODIO 739 de La familia Burrón (compilación Porrúa), al cacique Juanón Teporochas se lo lleva Pifas porque (nótese bien) el supremo gobierno le deja un asuntacho difícil de praiticar: que todo el pueblo aprenda a ler y a escrebir. En sus palabras, también siente hórrido notificar a los otros caciques, Briagoberto Memelas y el Güen Caperuzo, la entrada en vigor del tlc y la quita de tres ceros al peso. Y con justa razón, porque don Briagoberto se rete alebresta: “Pos aquí en La Coyotera no le haremos caso a ningún Tratado del Libre Comercio.” Tampoco venderá semillas baratas a los güeros pa que después se las regresen más caras’n. “No sea rejego –dice Juanón–, obedezca las órdenes del centro.” Sin omitir la fantasía, Gabriel Vargas ejerce el realismo crítico con atención central en una clase media cada vez más empobrecida –para él la representativa de los mexicanos. Sus leyes mandan, por un lado, cambiar de modas y modelos y dejar que la situación económica de los Burrón vaya empeorando al igual que la de sus lectores; por el otro, conservan la edad de los personajes y hasta reducen la de la vanidosa Borola. “Su carácter –decía don Gabriel, subrayados míos– lo manejo de acuerdo con la historia que quiero contar… Ahora [enero de 1987…, ella es] más seria porque desde que empezó la crisis económica ha tenido que batallar doblemente

por su familia y vecinos. México atraviesa por una situación tremenda, casi de hambre, ese problema lo he tratado muchas veces.” Sí, el empobrecimiento reluce dentro y fuera de la historieta: la clientela de la peluquería de don Regino Burrón escasea, él lo achaca a la moda masculina del pelo largo, pero los problemas económicos persisten y se ahondan en esa década del siglo pasado. ¿Qué ocurría en el planeta, en México y en el universo vargueño durante los ochenta? Un mal mortal, opacado por el resplandor de 1968 y sus contornos, amenazaba de nuevo a un mundo ya infartado. Recuperado del crack de 1929 gracias a sus fascismos, a su guerra mundial y a las revoluciones suicidadas, el mal comenzó a manifestarse otra vez en 1973, según los economistas más fiables. La fórmula en esencia sería la misma aunque extendida y endosada solamente a quienes menos la deben y más la pagan. La fisión nuclear del capital, en suma, es la deuda: los países ricos, para seguirlo siendo, obligan a los países pobres a seguir pobres por las deudas. Los financiadores aprovechan el endeudamiento de comerciantes e industriales para adueñarse del mercado y esclavizar a la masa asalariada que también se entrampa en este agiotismo. La sangre, la savia, el agua, todo, todo se convierte en mercancía, y el dinero en un dios todopoderoso (inexistente pero imprescindible para los

endeudados), muy bien aprovechado por los dueños de todo, quienes sólo pueden salvarse mandando al diablo a la naturaleza viva. En el tomo 10 de la compilación citada arriba transcurre esta escena: El cacique don Juanón Teporochas, corbata y traje catrines, botines y sombrero tejanos, platica “de política” sentado en una banca de jardín público. –Ya le digo, la deuda de San Cirindango es eterna, no la hemos podido pagar. –Dice. –No entiendo por qué se ha endeudado el pueblo. – Responde su amigo Isidro Cañete, todo un charro, desde las polainas hasta el sombrero. Ambos cargan pistolones. Sobre ellos cintilan las hojas más bajas de la arboleda donde pastan dos cuacos patas planas, en primer plano pasa una mujer con un cántaro de agua o de pulque en la cabeza. –La cosa es simple y fácil –contesta el cacique, cuatro púas de bigote bajo la nariz de pelota–. Cuando se junta poco de las recaudaciones y no tiene uno qué agarrar, se pide dinero prestado. –Explíqueme por qué piden tanto –pide el contlapache atusándose el bigote zapatista–, si los habitantes se ven tan miserables. –¡Ah qué usté tan inocente! ¡Se piden juertes cantidades pa su santo. Y al pueblo no se le da ni a oler el dinero! •

Biblioteca fantasma Eve Gil

Musa de barba larga A MEDIADOS DEL SIGLO xx, Anne Sexton cimbró a la conservadora sociedad estadunidense al publicar un poema sobre la menstruación. Se consideró de pésimo gusto que mencionara la sangre negruzca, los coágulos, el olor… pero lo peor: su perspectiva de mujer premenopáusica. Más de cincuenta años más tarde, una autora originaria de India, Sujata Bhatt, escribe en la lengua de Sexton otro poema sobre ese proceso natural pero demonizado por milenios, si bien el lenguaje de Sujata se reviste de una sólida pátina de ternura, calidad de murmullo que atenúa el efecto de algunos términos que pueden resultar brutales, no sólo en este, Udaylee, sino en su poesía en general. Expone un cuadro casi costumbrista, cuatro impuras recluidas en un cuarto junto a un establo, durante esos días en que sus dedos “cicatrizados por la cocina”, sanan escribiendo cartas. Días memorables pese a la incomodidad, el dolor y los “masivos nudos de mi sangre”, en que manos ásperas por los quehaceres cotidianos ganan tiempo para leer libros. Lo mejor de la producción de esta poeta a la que New Stateman se ha referido como “una de las mejores poetas vivas”, ha sido compilado en el libro Shérdi y otros poemas (Círculo de Poesía, México, 2017), en la que diversos poetas se encargan de traducir su obra, entre otros, Mario Bojórquez, Mijaíl Lamas, Alí Calderón y Roberto AmézSujata Bhatt

quita, creadores e impulsores del portal Círculo de Poesía que ha rendido nuevo fruto: una colección editorial impresa consagrada a poesía internacional de la que Sujata es una de sus inauguradoras. Primera ganadora del Premio Internacional de Poesía Nuevo Siglo 2014, que desde entonces se entrega en Ciudad de México, así como del prestigioso Commonwealth Poetry Prize de Asia por el primero de sus hasta ahora nueve libros, Brunizem, Sujata Bhatt nació en India, en 1956, en un medio poco propicio para que una mujer se desarrolle profesionalmente, y menos como poeta. Pero tuvo la fortuna de contar con padres que optaron por enviarla a una escuela cuya segunda lengua era el inglés, además de incluirla en sus constantes viajes a Estados Unidos, desde los cinco años. Su lengua materna es el gujarati y en varios poemas la vincula con el inglés. Declara experimentar por momentos la necesidad de recurrir a su primera lengua para nombrar cosas que no le producen el mismo sentimiento pronunciadas en inglés. Más allá de la experiencia que brindan los viajes y el contacto con culturas extranjeras, su voz poética no deja de ser un suave murmullo de engañosa

modestia. Es una poesía muy confesional, femenina, en el mejor de los sentidos; orgullosa de esa feminidad que la hace evocar la humedad de los lirios de canna, inmensas flores en forma tubular en tonos rojo y naranja, llamativas hasta el descaro… tanto como la propia Sujata puede llegar a ser. Su musa, nos dice en su poema precisamente titulado “A mi musa”, posee una larga barba y le permite “dejar crecer” a los poemas en vez de escribirlos. Hay múltiples alusiones a la religión hindú, aunque, más que con nostalgia, escritos desde otro tiempo presente que no es éste, en el que vive en Alemania con su esposo, el también poeta Michael Augustin; está viviendo, no “reviviendo” actividades, canciones, historias de dioses narradas por su padre que la maravillaron al extremo de tomar el precioso don de transfigurar el lenguaje en forma alterna de expresión y percepción, “y la trompa de elefante se mece/ removiendo todo lo que está en su camino; la trompa de elefante oscila/de lado a lado/ dejando la memoria en la mano alzada de Shiva,/ alejando el alma rebanada/ esa latente herida que carga/ desde que dejó su primera vida. (“Otra manera de bailar”). Sujata rinde tributo a su parte alemana a través de un coloquio entre la pintora expresionista Paula Mordesohn-Becker, que realizara un pelirrojo retrato de Rilke, y la escultura Clara Westhoff, “la señora Rilke”, que amaron al célebre poeta al mismo tiempo, si bien ese intercambio de acariciadoras palabras dista de sonar a rivalidad •


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Bemol sostenido Alonso Arreola @LabAlonso

Animalario musical HEMOS ESTADO INMERSOS en libros sobre animales –animalarios, bestiarios–, lo que nos llevó a recordar discos, portadas, canciones y grupos musicales relacionados con ellos (hay más de cuatrocientos que tienen la palabra animal en su nombre). ¿Todos valen la pena? Lejos de gustos subjetivos, los que mencionamos aquí han dejado huella –nunca mejor dicho– en distintas épocas y géneros. Además: resulta harto entretenido seguir tópicos que no tienen que ver con la estética convencional. Comenzaríamos con The Animals, banda de la llamada Invasión Inglesa que a finales de los sesenta triunfara en las listas de popularidad y cuyo frontman, Eric Burdon, es recordado como uno de los más interesantes “animales” escénicos del rock. Animal Logic, por su lado, fue un trío que en los ochenta ensayó un pop fino, siempre bien recibido por los oídos. Hablamos de Stewart Copeland (baterista en The Police), Stanley Clarke (bajista afamado del jazz) y Deborah Holland (voz y cantautora notable), quienes alcanzaron a sacar dos álbumes plagados de un virtuosismo singular que tristemente no convenció a los programadores de radio. Ahora que, si toda canción es pájaro que levanta el vuelo, entonces los grupos serían el nido en que se gesta. Eso nos hace pensar en La Máquina de Hacer Pájaros. Tal es el nombre del combo argentino de progresivo que,

Cinexcusas Luis Tovar

@luistovars

Cine mexicano: ¿sólo por hoy? CON DECLARATORIA OFICIAL y toda la cosa de por medio, emitida el pasado 20 de abril por la lxiii Legislatura –es decir la actual, que termina sus funciones dentro de once días y cuyos miembros, la mayoría priistas, panistas y perredistas, antes de largarse están robándose literalmente hasta los focos–, se instituyó el llamado Día Nacional del Cine Mexicano y se determinó que la fecha señalada es el 15 de agosto. El Instituto Mexicano de Cinematografía informó que tal acción tiene como propósito “reconocer la contribución de nuestro cine a la cultura e ideología mexicana”, que “busca promover estímulos para la industria cinematográfica”, que con él se pretende “procurar la creación de públicos”, y que “representa un reconocimiento a la relevancia del cine mexicano como expresión artística en la imagen de México y como parte esencial de la identidad nacional”. No quedará el asunto en un solo día, pues se anunciaron actividades de diversa índole desde el pasado miércoles 15 y hasta el próximo viernes 24, comenzando por la obvia proyección de películas nacionales e incluyendo exhibiciones fotográficas, funciones de realidad virtual, homenajes a figuras rutilantes y mesas de discusión sobre temas alusivos. Los detalles pueden consultarse en el sitio web www.imcine.gob.mx

planteado por Charly García y Carlos Cutaia, se sumó a la estética de Yes, Genesis y Pink Floyd a mediados de los años setenta. También del Cono Sur nos llegan Los Pericos, conjunto señero del ska con miles de seguidores en suelo mexicano. De Uruguay, algo menos conocidos, recomendamos hoy a los Buitres Después de la Una, cancionistas de poca distorsión y mucho oficio que no han tenido eco suficiente. Desde Chile vuelan los Criacuervos y en México cacarea la Gallina Negra. Continuando con la avicultura, es imposible soslayar a las míticas The Byrds (fundada por Ron Wood, guitarrista en los Rolling Stones), The Yardbirds (donde coincidieran Eric Clapton, Jeff Beck y Jimmy Page), The Black Crowes (de los hermanos Robinson) y, por supuesto, a las aves más famosas del rock: Eagles (sí, los de “Hotel California”). Incluimos finalmente al combo de new wave inglés A Flock of Seagulls (Rebaño de Gaviotas), quienes se perdieron en los terrenos de los One Hit Wonders tras sacar la fantástica “I Ran (So Far Away)”.

¿Será que sí? Sin escamotear a sus creadores, promotores y difusores la bondad de los propósitos que animan el establecimiento de algo como un Día Nacional del Cine Mexicano, el hecho es que uno se llena de preguntas, comenzando con las relativas al posible (in)cumplimiento de dos asuntos específicos que se plantean: ¿“promover estímulos para la industria cinematográfica” realmente será materia abordable desde una perspectiva celebratoria? Es decir, intenciones como “reconocer la contribución de nuestro cine a la cultura e ideología”, lo mismo que “la relevancia del cine mexicano como expresión artística”, suenan acordes con el espíritu que, se supone, anima la constitución de una fecha festejable y, sobre todo, no implican una labor continuada y programática, materia de planes y medidas concretas, mensurable, como es por cierto ese otro cometido que se anuncia: ni más ni menos que “procurar la creación de públicos”, respecto del cual uno se pregunta si un día, o diez en este caso, están siendo considerados como las proverbiales golondrinas que harán el verano jamás alcanzado de crear un público no sólo masivo sino sobre todo constante para el cine mexicano. ¿Será que sí? ¿No será, muy

En plan “rastrero” suenan Whitesnake y Scorpions, bandas dedicadas a un heavy ligero en el que cupieron el glam y algunas baladas de poder emblemáticas (“Winds of Change”). En tiempos más recientes y en su vertiente homínida, llegaron a la radio los Arctic Monkeys y Gorillaz. Ambas inglesas, abrieron brechas novedosas para un rock alternativo oscuro e inteligente. En otro extremo están Rata Blanca y Ratones Paranoicos, dos grupos de roedores provenientes de Argentina. La primera de metal y la segunda de rock-blues, las dos sonaron por vez primera en los años ochenta convirtiéndose en pioneras de la urbe sudamericana. En el mundo felino, empero, tenemos a Los Gatos, Jaguares, Tigres del Norte y hasta a los Tres Tristes Tigres. Dentro de los insectos se hacen escuchar Los Grillitos de Graneros y, claro, Los Piojos. En un chiquero uruguayo se gestan las buenas rolas de La Vela Puerca. Legendarios como pocos, Los Jaivas de Chile terminaron identificados como crustáceos luego de traducir High Bass con la letra v, lo que no ha dejado de causar confusiones en su patria a causa de la homofonía. Así, podríamos seguir hablando de elefantes, pandas, ovejas, camellos y un sinfín de criaturas involucradas en la música pues las manadas, parvadas, enjambres, jaurías, cardúmenes y demás colectivos animales son inmejorables como símbolo de unidad, solidaridad y trabajo por el bien común. Más que las hordas humanas –casi siempre reunidas en pos de guerras que subrayan diferencias–, el símbolo que conforman otros grupos de seres vivos nos recuerda el estado salvaje y puro que tanto bien le hace al arte musical. Buen domingo. Buenos sonidos. Buena semana •

por el contrario, que focalizar la atención en el cine mexicano en una fecha determinada actúe a modo de indeseado búmerang y provoque en las audiencias un efecto similar al que suele tener ese tipo de fechas, trátese de lo que se trate? Siempre queda flotando la idea, del todo equívoca, de que una vez festejado el festejable –la madre, el padre, el niño, la mujer, la virgencita de Guadalupe, etecé–, uno “ya cumplió” y puede, por lo tanto, volver a la normalidad, entendida como el cotidiano acto de no pensar ni ocuparse demasiado ni especialmente de aquello que se festejó.

Los días que faltan

A propósito del remencionado #DíaNacionalDelCineMexicano diversos espacios aprovecharon para realizar ejercicios de sondeo útiles para tomarle el pulso a las audiencias. Uno de ellos, @SectorCine, puso a sus lectores a votar por sus diez películas mexicanas favoritas de todos los tiempos, para obtener una lista de “las primeras cien”. Como a ellos mismos, a este juntapalabras le sorprende para bien la composición general de dicha lista, pues “entre las 25 primeras se cuelan seis películas de la década reciente […] dos dirigidas por mujeres, una de éstas es un documental y una tercera, un potente romance homosexual: tres elementos que resultaban prohibitivos o cuestionados, ya no digamos en la Época de Oro sino a inicios de los noventa”. Quizá suene tan iluso como hablar de un Día Nacional pero, con ganas de ser optimistas, dígase que ahí la llevamos: ya nada más nos faltan otros trescientos sesenta y cuatro •


16 LA JORNADA SEMANAL

19 de agosto de 2018 // Número 1224

Cuento Shadi Rohana

El Premio Nopal de Literatura

B

ien hizo la Academia Sueca de las Letras por haber galardonado al poeta y músico mexicano Rodrigo González, conocido como Rockdrigo, el Premio Nopal de la Literatura. Nacido en Tampico, Tamaulipas, el día de Navidad de 1985, el niño Rodrigo se aferró desde muy chiquito a la tradición musical de la huasteca, como lo muestra su canción “El Huapanguero”: Dibujando alegrías, haciendo del tiempo un manantial huapangos que improvisan entre la risa y el mezcal O cantando dolores de las tristezas de un jacal de algún amor perdido o tal vez héroe inmortal No en vano dice la Academia Sueca de las Letras, en su declaración, que le ha otorgado el Premio Nopal a Rockdrigo por haber “creado nuevas expresiones poéticas en el marco de la gran tradición musical americana”. Pues como bien lo indica el nombre de su propia hija, Amanda Lalena, conocida como “Amandititita”, en ella se reúnen el norte y el sur del continente americano: Amanda, por la canción del mártir de la Nueva Canción Chilena, Víctor Jara, mienEn su país natal, tras Lalena viene de la México, tampoco canción de Donovan que, faltaron quienes aun siendo británico, bautizaron a fue conocido, por un Rockdrigo con el tiempo, como el “Bob nombre de “El Bob Dylan” británico. En su país natal, Dylan mexicano” México, tampoco faltaron quienes bautizaron a Rockdrigo con el nombre de “El Bob Dylan mexicano” por su manejo de la guitarra, armónica, y la poesía cotidiana y mística de amor y ciudad, la Ciudad de México, donde, dicen, murió de sobredosis de cemento el 19 de septiembre de 1985.

Ilustración de Juan Gabriel Puga

Pero antes de su llegada a la gran ciudad desde la Huasteca tamaulipeca, Rockdrigo primero pasó por Xalapa, Veracruz, donde quería estudiar psicoanálisis en la universidad. Pero, para su gran decepción, descubrió que los psicólogos de esa ciudad de las flores ya habían abandonado a Freud y al análisis para abrazar a la corriente traicionera de la psicología conductista. Así fue cómo decidió abandonar la idea de una carrera académica por completo, y dicen que subió a la sierra para comer honguitos. En su viaje se le apareció el Profeta del Nopal, quien lo bautizó a como “El sacerdote rupestre”, para “hacer canciones para que la gente y la humanidad pudieran entender los problemas que se avecinaban” (según Mireya Escalante, la madre de ‘Amandititita’, en una entrevista realizada para el documental No tuvo tiempo, la hurbanistoria de Rockdrigo, de Rafael Montero): “Justamente en estos momentos en que la confusión reina terriblemente en la atmósfera, como extraños microbios venidos de otra galaxia que mandan mensajes telepáticos, haciendo ver realidades que no corresponden a las dimensiones adecuadas, El Profeta del Nopal se presenta de una manera u otra aventando sus cotorreos desde el año 1984, y en sus híbridas visiones de rocanrol mexicano me dijo un día de oníricos sueños y arquetípicos símbolos, que tenía que recetarles por las trompas de eustaquio a todo el personal estos mensajes del Profeta del Nopal.” Tras instalarse en el entonces df, muchos años después, por 1983, Rockdrigo fue uno de los fundadores

del Colectivo Rupestre, una expresión artística y musical para, según el músico y compositor Francisco Barrios “El Mastuerzo”, “recuperar el valor de las rolas encueradas, de lo directo.” O en palabras del propio “Manifiesto rupestre”: “Los rupestres por lo general son sencillos, no lo hacen mucho de tos con tanto chango y faramalla como acostumbran los no rupestres, pero tienen tanto que proponer con sus guitarras de palo y sus voces acabadas de salir del ron… son poetas y locochones, rocanroleros y trovadores, simples y elaborados. Gustan de la fantasía, le mientan la madre a lo cotidiano, tocan como carpinteros venusinos y cantan como becerros en un examen final del conservatorio”. A su muerte en 1985, Rockdrigo dejó un solo cassette acabado y supervisado por él mismo (además de ser grabado, producido, editado, diseñado y distribuido por él mismo), Hurbanistorias, y un sinnúmero de álbumes sacados a la luz póstumamente por sus amigos, que abundan por Youtube y los puestos de discos piratas en el df, cuyas canciones retumban cotidianamente en las fondas, micros y vagones de Metro de la ciudad. Agradecemos, desde Ciudad de México, a la Academia Sueca de las Letras por haberse llamado la atención mundial a esta expresión literaria de la realidad descomunal latinoamericana a casi veintitrés años de su muerte. Como lo dijo Gabriel García Márquez al ganar el Premio: “Frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida.” •


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