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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 26 de junio de 2016 ■ Núm. 1112 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

Literatura y cultura de época:

los amores posmodernos Mario Campuzano

“La ficción inventó al ser humano”: entrevista con el narrador, crítico y académico español J osé M aría M erino

Retrato del autorretrato: de Dorian Gray a J osé L uis C uevas

Vilma Fuentes


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26 de junio de 2016 • Número 1112 • Jornada Semanal

Retrato del

autorretrato:

En el contexto actual de posturas culturales e ideológicas

Vilma Fuentes

enfrentadas respecto de lo que

NADIE COMO EL PINTOR PARA ADENTRARSE EN “LA MISMIDAD”.

significan palabras como

JOSÉ LUIS CUEVAS EXPONE EXITOSAMENTE EN PARÍS.

“familia” y “matrimonio”, es fundamental entender que “en la sociedad actual coexisten parejas tradicionales, premodernas y modernas, con parejas de nuevo cuño”, bajo los efectos “del debate social entre modernidad y posmodernidad”, como afirma el psicoanalista y ensayista Mario Campuzano, que en su lúcido ensayo habla de la transformación de los vínculos de pareja desde el amor cortés hasta nuestros días, cuando las relaciones sociales en general atraviesan una crisis a consecuencia del hedonismo individualista, el narcisismo del consumo y otros rasgos de la cultura contemporánea. Completan el número un artículo de Vilma Fuentes sobre José Luis Cuevas y el autorretrato, así como una entrevista con el narrador, académico de la lengua y crítico español José María Merino.

Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

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n 1976, José Luis Cuevas llegó a Francia con una vasta exposición en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de París en medio del escándalo. Se le reprochaba haber suplantado con su retrospectiva la de José Clemente Orozco, programada tiempo atrás. Luis Echeverría, entonces presidente de México y admirador incondicional de Cuevas, decidió la substitución. Partidarios del muralismo y del protocolo pusieron el grito en el cielo implorando justicia. ¿Cuál? ¿No era justo, después de todo, que se expusiese la obra del rebelde impugnador del muralismo? ¿Que el joven marginal, desafiante de los tres grandes oficiales –Rivera, Orozco y Siqueiros–, tomara el lugar de uno de ellos? Descubrir nuevos caminos, así fuese en la tradición –“tradición de la ruptura y ruptura de la tradición”, señala Octavio Paz–, como la del caballete, acabar con la pintura de “protesta”, la cual, a semejanza de la poesía protestataria, deviene propaganda. Provocador, Cuevas se vuelve en ocasiones víctima de los alborotos que despierta. Podría decirse que Cuevas es un escándalo en sí mismo. Pero, ¿qué significa esta palabra? Proveniente del griego skandalon, “obstáculo, piedra de tropiezo”, el término, si bien puede tener connotaciones morales e incluso religiosas, implica sobre todo la idea de desarreglo, desorden. Demolición de lo viejo para fundar con sus ruinas los cimientos de lo nuevo. Evanescencia y epifanía. Revolución: vuelta a lo mismo aunque distinto. Acaso de ahí nace el sentimiento, ante cada dibujo de Cuevas, de ya visto. En apariencia repetitivos, sus dibujos son siempre diferentes. Los mismos y otros. Nadie como este artista se ha adentrado, a través de su obra, en el enigma de la mismidad. ¿Eres el mismo, eres otro? ¿Soy yo, soy un desconocido incluso para mí? Ver a una persona no vista durante años hace pensar que ha cambiado y, sin embargo, la reconocemos. Todos los buriles y cinceles de los cirujanos plásticos no logran cambiar la identidad de una persona. Carlos Payán me contaba riendo cómo se asombró Guillermo Rousset al ser reconocido por él: ¿no se hizo operar para escapar a los controles de identidad

José Luis Cuevas, Autorretrato con Bertha, 2000

policíacos, perseguido por asesinato? Carlos le respondió sencillamente: “Te cambiaste la nariz, qué sé yo, pero eres el mismo.” Si vemos los cambios que provocan la enfermedad o la vejez en los otros, no siempre los percibimos en nosotros mismos. El trato diario con la imagen que devuelve el espejo a quien se mira lo van acostumbrando, sin permitirle darse cuenta, a las imperceptibles y perpetuas variaciones que van formando sus nuevos rostros. En esa aparente repetición del mismo dibujo, ¿Cuevas busca, acaso, atrapar con su trazo esas inframinúsculas mutaciones, como si pudiera atraparse el tiempo? Soberbia luciferina, José Luis sabe que su caída es diaria, inminente, y trata de escaparle con

Directora General: C armen L ira S aade , Director: H ugo g utiérrez V ega (†) , Jefe de Redacción: L uiS t oVar , Edición: F ranCiSCo t orreS C ó r d o Va , a L e y d a a g u i r r e r o d r í g u e z y r i C a r d o y á ñ e z . Coordinador de ar te y diseño: F r a n C i S C o g a r C í a n o r i e g a , Diseño de portada y dossier: m arga P eña , Diseño de Columnas: J uan g abrieL P uga , Relaciones públicas: V eróniCa S iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a Le Jandro P aVón , Publicidad: e Va V argaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx

Portada: El triste juego del amor Ilustración de Milan Rubio, KISS (Revisited) Fuente: flickr/ CC BY-NC 2.0

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de Dorian Gray a Cuevas José Luis Cuevas, El marqués de Sade y Justine

otro y otro autorretrato en apariencia el mismo y siempre otro: el de un desconocido. La tentativa o la tentación del autorretrato tropieza con una dificultad aún más grave: ¿no es quizás ilusorio creer que es posible realizar este imposible proyecto? En un célebre pasaje del Tiempo reencontrado, Marcel Proust relata que, pasados muchos años en el claustro de su recámara donde se ha retirado a escribir, el narrador, de nuevo invitado a una fiesta de los Guermantes, decide asistir, dichoso de reencontrar a todos esos conocidos que no ha visto durante mucho tiempo. Se asombra, a su llegada, al no reconocer a nadie. No hay sino viejas personas que no conoce, sin dudas las madres y abuelas de sus antiguas amigas. Hasta el momento en que comprende, no sin una cierta angustia, que se equivoca, pues esas personas son en realidad sus amigas metamorfoseadas por el trabajo del tiempo y, simplemente, envejecidas por los años. Se dice, entonces, que también ellas deben fijar la misma mirada sobre él. Y es, en la faz irreconocible de los otros, donde descubre eso que debe ser su propio rostro. Hasta entonces, nunca se había visto o incluso imaginado. No hay autorretrato posible porque no es posible verse a sí mismo. Así pasase todo el día frente a un espejo, no se vería. Narciso mismo no se ve, sólo mira la imagen de su complacencia y su deseo. Por ello también los autorretratos de Cuevas no son los retratos de José Luis Cuevas: son figuras imaginarias de las creaciones, a veRetrato de Vilma Fuentes que hizo José Luis Cuevas cuando apareció su novela Flores Negras

ces monstruosas, que no pretenden ningún realismo. Para eso existen las fotografías. Tal vez la causa de uno de los “caprichos” de Cuevas: buscar la compañía constante del entrañable amigo y espléndido fotógrafo Jesse Fernández. No recuerdo ninguno de sus desplazamientos en Francia sin Jesse.

Y me pregunto ahora, no sin reír de mi ingenuidad, si Cuevas no me buscaba, como a Jesse, para fijar sus actos; Fernández con sus fotos, yo con la serie de entrevistas que Benítez publicaba en el Sábado de unomásuno. Insomnes, José Luis y yo nos hundíamos en interminables pláticas, entrecortadas por la risa, durante noches enteras en París, en Biarritz, en las fabulosas fiestas en los dominios vinícolas de Burdeos. En el castillo de La Renaudière, que dejó a Carlos Fuentes. En su departamento de Lord Byron, junto al Arco del Triunfo, donde Bertha organizó una reunión para apoyar a Echeverría contra un golpe de Estado imaginario que parecía confirmar la ausencia de Fuentes de la embajada –en realidad hospitalizado. En su departamento familiar de Raspail o su estudio de La Condamine. Cuevas dejó un tout Paris seducido por su obra. Desde el fallecimiento de Bertha no ha vuelto. Hoy, gracias a su hija mayor, Mariana, vuelve, si no en persona, con una retrospectiva litográfica proveniente de su colección personal formada por sus padres de 1962, un año después de su nacimiento, a 2000, cuando muere su madre. La exposición, en el Instituto de México en París, ha sido un éxito. Lo confirman no sólo los innumerables visitantes, sino también las proposiciones de volverla itinerante y las llamadas a Mariana por parte de editores y galeristas que preguntan: ¿Dónde está Cuevas?

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El vendedor Javier Bustillos Zamorano

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mbaJador : …llamémosle así por favor, señor Presidente, no puedo darle

un congresista californiano el año pasado, pero no pasó de ahí. Ahora son prácticamente indetectables. su nombre por razones de seguridad. aSeSor : (le dice al oído al Presidente) el vendedor. Candidato : Si me permiten, me parece –al menos eso me dijeron– que existe otro PreSidente : ¿Eh? aditamento. aSeSor : En español, significa el vendedor. Vendedor : Así es, es un poco complicado explicar su funcionamiento, pero en embaJador : Lo importante es lo que les dirá y lo que diga cuenta con el respaldo pocas palabras, estos televisores también tienen tecnología capaz de emitir mendel Departamento de Estado. Please tell. sajes, palabras, frases inaudibles, que van directamente al cerebro de las personas, Vendedor: Gracias, hablaré en español. Como ya les adelantó el embajador, se trata mensajes directos a su inconsciente para modificar su conducta o dirigirla hacia obde televisores digitales, pantallas, como ustedes les llaman. Estos televisores tiejetivos específicos. nen dispositivos con diferentes funciones: graban conversaciones, JeFe deL eJérCito : Sí, se trata de microondas dirigidas al cerefotografían rostros, tienen sensores para registrar itinerario bro; es una tecnología de la que ya tenemos alguna infory velocidad de desplazamiento de los usuarios… mación. PreSidente : Un poco más despacio, por favor, PreSidente : Como mensajes subliminales… punto por punto. Vendedor : Con todo respeto, señor PresiVendedor : Por supuesto, señor Presidente, eso pertenece a la prehistoria; es dente. Su país, según entiendo, está a algo mucho más sofisticado que con un punto de un estallido social, con lepoco más de tiempo podría explicárvantamientos y revueltas en zonas selo detenidamente. Es algo más pobres; situaciones que deben ser directo, palabras que resuenan en controladas antes de que crezel interior del cerebro de los can. Los televisores grabarán usuarios. todas y cada una de las converCandidato: Esos mensajes, posaciones que se den a 20 medrían ser, no sé, vota por tal o… Vendedor : Los que ustetros de distancia del aparato des quieran; frases cortas cuy las enviarán a archivos que ya repetición hace que se inustedes podrán consultar. aSeSor : ¿De qué forma? crusten en el inconsciente de Vendedor : Por medio de las personas y se conviertan un ordenador al que llegará en actos luego de una adeesta información, junto con cuada estimulación exterior. todos los rostros fotografiaEl gobierno de un país al que le dos, reconocimiento ocular y vendimos antes envió mensaotros datos biométricos de tojes intimidatorios…y funcionó. dos los que pasen frente al aparaUna sociedad que se sabe vigilada to. De esa forma ustedes sabrán se atemoriza con facilidad, es más quién o quienes participarán en los controlable. disturbios, manifestaciones y mítines, aSeSor : Bueno, ustedes nos venden por ejemplo. esas pantallas, pero hay una ganancia adiJeFe deL eJérCito : E identificar a los posicional para ustedes… ¿qué gana su compables líderes y anticiparnos a sus movimientos; ñía con esto? capturarlos antes de que actúen. Vendedor : Información; toda la información que PreSidente : Eso de los sensores de movimiento… se recabe, gustos, aficiones, necesidades, perfiles psicoGrafitti de Toxicómano666 Vendedor : Son sensores que detectan el movimiento de las lógicos; mi compañía la vende a empresas de alimentos, bebidas, personas, la velocidad de sus desplazamientos, entre otras cosas, para de entretenimiento, seguros… obtener datos adicionales sobre su estado físico, edad aproximada, enfermedades o PreSidente : ¿Qué opina usted, señor embajador? discapacidades. Información complementaria para crear perfiles más exactos. embaJador : Que es la única forma de asegurar el próximo gobierno, señor PresiaSeSor : Todo eso mientras el televisor esté encendido. dente. Las cosas se están saliendo de control, la gente se ha vuelto impredecible, el Vendedor : Los dispositivos funcionan permanentemente, aunque el televisor candidato ése de oposición ya estableció alianzas con los grupos inconformes y su esté apagado. Es decir, aunque el aparato esté desenchufado, siguen funcionancrecimiento podría ser exponencial. Creo que es urgente. do, es más, cuando lo encienden se recargan baterías adicionales. PreSidente : ¿Cuántos televisores tendríamos que comprar? PreSidente : Interesante, casi de ciencia ficción, sin embargo existen riesgos, esos Vendedor : Según mi información, son 83 millones 563 mil 190 votantes, de los dispositivos podrían ser descubiertos. cuales el cuarenta y ocho por ciento son hombres y el cincuenta y dos por ciento Vendedor : Es casi imposible, señor Presidente. No con la tecnología de su país. mujeres. Su partido cuenta con 5 millones 44 mil 528 afiliados y su llamado voto duro Además ya fueron mejorados en ese aspecto: todos los dispositivos se autodestrupodría alcanzar el treinta por ciento del padrón electoral, ustedes dirán. yen cuando un sensor detecta que el televisor va a ser abierto para ser revisado, Candidato : Unos 20 millones. simplemente se queman. aSeSor : No tanto; en cada familia de nuestros programas sociales contamos con embaJador : Este tipo de aparatos ya fueron usados en Estados Unidos y sí, efectres o cuatro votantes. tivamente, esos dispositivos fueron descubiertos; hubo, incluso, una denuncia de PreSidente : Unos 10 o 14 millones de pantallas. ¿Cómo ven…?


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26 de junio de 2016 • Número 1112 • Jornada Semanal

VOZ INTERROGADA

“Es la ficción

la que inventó al ser humano”

EL ESCRITOR ESPAÑOL PUBLICÓ UNA VERSIÓN CONTEMPORÁNEA DE CALILA Y DIMNA.

Retrato de José María Merino realizado por Antón Diez Fuente: commons.wikimedia.org/ CC BY-SA 4.0

entrevista con José María Merino José Castro Urioste Además de ser miembro de la Real Academia Española de la Lengua, José María Merino (La Coruña, Galicia, 1941) posee una amplia y diversa obra literaria. Su obra ha merecido premios como el Nacional de Narrativa, el Torrente Ballester y el Nacional de la Crítica, entre otros. Recientemente ha publicado una versión contemporánea de Calila y Dimna (Editorial Páginas de Espuma, España, 2016). En esta conversación, José María Merino se refiere a su relación con la citada obra, de carácter fundacional en lengua castellana, al trabajo del escritor durante un régimen como el franquista, a las políticas editoriales actuales y al surgimiento de nuevas tecnologías.

-¿C

uál fue el motivo para recuperar Calila y Dimna? –Tengo una antigua relación con Calila y Dimna. El primer libro de cuentos que yo leí fue Cuentos viejos de la vieja España y allí hay varios relatos preciosos que provienen de Calila y Dimna. Luego, cuando hice una antología del cuento español del siglo xx , me interesé por los antecedentes del cuento en España. He rastreado muchísimos cuentos, pero al llegar a Calila y Dimna descubrí un libro de una riqueza de matices psicológicos, con estructuras complejas, con cuentos dentro de otros cuentos y con una serie de referencias metaliterarias. –¿Le parece que Calila y Dimna es un libro fundacional? –Es el primer libro de cuentos de nuestra lengua castellana. –¿Cree usted que ha modernizado al libro? –No, no, yo no lo he modernizado. Yo he transcrito en un castellano de hoy lo que está ahí, respetando la me-

lodía del libro. Es un libro ejemplarizante en el cual son tan importantes las historias como los comportamientos, y todo esto hace que tenga una contemporaneidad tal que parece que se refiere a la gente de nuestro días. –Usted publica su primera novela, La novela de Andrés Choz, en 1976. Franco muere a fines de 1975 y antes de eso usted ha publicado varios poemarios. ¿Cómo era desarrollar un trabajo como el de escritor bajo el régimen franquista? –Bueno, si uno quiere ser escritor, es escritor en el período que sea. A veces no se puede publicar, pero de todas maneras uno puede ser escritor. Durante la dictadura de Franco estábamos rodeados de un clima hostil y había que saber cómo afrontarlo. Yo estaba vinculado a una generación que quería desligarse de una época donde predominaba el experimentalismo, por un lado, y por otro, el realismo socialista. Sin embargo, los grandes cuentistas de ese período son realistas, pero no dentro de la estética del realismo socialista que concebía la literatura como un arma de combate. En todo caso, a pesar de las condiciones represivas del franquismo, escribíamos de todas maneras, y publicábamos de todas maneras. –Usted ha cultivado tanto la poesía como la narrativa. ¿Cómo la escritura de un género literario ha influido en el otro? –Es que yo tengo una poesía muy narrativa. Hace unos años me propusieron publicar mi poesía reunida y noté que muchos de mis poemas eran minicuentos. Yo creo que la poesía no es una palabra en el tiempo, es la palabra sin tiempo, aunque pueda ser una poesía social como la de Neruda. La narrativa, en cambio, está en el tiempo. El hecho que yo hubiera realizado una poesía que tenía una fuerte carga narrativa me permitió que pasara, diría naturalmente, al cuento y a la novela. Ahora, a mí la poesía me enseñó a valorar la palabra. En la poesía uno aprende que cada palabra tiene su peso, su lugar, su sabor. –¿Y qué diferencias encuentra usted entre la escritura del cuento y la escritura de la novela? –La novela se va haciendo en el camino. El cuento lo ves o no lo ves. Y si uno no tiene la idea clara del cuento, es mejor no tratar de escribirlo. En cambio, con la novela es diferente, porque se va haciendo en el proceso de escritura, y es en este proceso donde uno encuentra respuestas narrativas que originalmente no las había pensado ni imaginado. Claro, por otro lado, yo tengo colegas novelistas que respetan fielmente el plan de la novela hasta el final del proceso de escritura.

–Usted tiene varios libros en colaboración. ¿Cómo ha sido el desarrollo de esos proyectos? –Bueno, depende del género. Por ejemplo, para mí sería imposible escribir una novela en colaboración. Si se trata de un libro de cuentos, lo que es posible es repartirse los cuentos. En el caso de un libro de viajes también puede funcionar la colaboración, porque uno se puede repartir los capítulos y los espacios con cierta facilidad. –¿Qué piensa usted de las políticas editoriales actuales? -Mire, yo creo que las políticas editoriales de hoy en día están matando a la gallina de los huevos de oro. Pensar que el libro que debe ser publicado es el libro de venta fácil, es un peligro. Ahora, a eso hay que agregar la penetración de las nuevas tecnologías que, por un lado, son maravillosas, pero las estamos utilizando de una manera superficial. Las nuevas generaciones saben mucho de juegos de ordenadores, pero están cada vez más desconectados de la ficción. Y la ficción es sustancial para el ser humano. Es el pensamiento simbólico lo que nos construye como seres humanos, y allí aparece la ficción. No es el ser humano quien inventó a la ficción, es la ficción la que inventó al ser humano. –Entonces, ¿la ficción le parece parte de la condición humana? –Claro, la ficción es sustantiva para nuestra especie. Si no tuviéramos ficción seguiríamos siendo primates apenas diferentes de los orangutanes o de los gorilas... –Volviendo al tema de las nuevas tecnologías, ¿le parece a usted que con el surgimiento del libro electrónico pueden hacer desaparecer al libro tradicional? –Sería absurdo que el libro tradicional no conviviese con el electrónico. Yo me pregunto por qué un libro de poemas no va a estar en papel. En primer lugar, es un objeto peculiar, con sus propias características, y en este objeto tenemos la perspectiva completa del libro. En la tableta, en cambio, no tengo esa totalidad a la vista, a primera mano. Lo bueno del sistema electrónico es que en una sola tableta se pueden llevar una cantidad de textos y eso resulta formidable. Pero a pesar de eso, por qué tenemos que eliminar al libro. Es más, el solo hecho de plantear esa posibilidad me parece peligrosísimo. A lo mejor ciertos textos pueden ser electrónicos, pero la poesía y la ficción ¿por qué no pueden seguir estando en forma de libro?


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No de enfermedades me hables... Ricardo Yáñez

No de enfermedades me hables,

No, no me llames enfermedad,

háblame –si pudieras– de oro sólo

Soy esta voz que escucho, tu propia voz

no de muerte,

ahora que me muero,

de oro bien trabajado, decidor,

y deja que tu hablar me traiga el sueño, el muy buen sueño que tanto espero.

no, muy menos muerte. vuelta mi propia voz,

tu silencio escuchándome, soy este vuelo de ángeles en oración contenta

por lo que fue y ha sido

No de enfermedades me hables,

y seguirá viviendo ahora

háblame de la vida que hablar te hace

cual de cristal pulido, transparente,

háblame de la vida, por favor, y a mí escuchar

cómo mi sangre sigue recorriendo sus jardines y pájaros,

sus encantados tiempos mientras muere.

que el corazón se ha vuelto cual de vidrio, que todo puede ver. Hay en mi corazón

distancia que no pensé abarcar,

ciudades, bosques, mares, reinos, reinos que en una arena caben,

Háblame de tu voz

como toda la vida

de escucharse a sí misma,

de la ola que revienta al mediodía

y su sabiduría

de arriesgarse a ser voz y ser lenguaje

de todas las mañanas y de todos los hombres, de ser como el cangrejo que conoce del peso de todas las estrellas,

háblame de tu voz, lo que te guía, pero también me guía

hacia mi propia muerte descansada,

hacia el punto final que todo empieza, hacia mi voz quizá, lo más probable,

hacia el muerto que soy, puesto a cantar

esta vida que soy, profunda y altamente, esta extensión que soy de toda vida.

de un ciervo, de una estrella, contra el alto peñasco o del peñasco mismo.

Háblame de esa arena que en el agua se pierde de qué extrañeza. Háblame

de cómo todo sueño desemboca

en otro sueño. Te lo agradeceré.


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Ada Castells Ferrer

PuraSangre L

a primera vez que la vi, la casa principal se me apareció como una erupción en medio de los campos de cebada, una protuberancia de tres pisos pintada de color siena con vitrales delante y detrás. Cuando, en el filo de la tarde, el sol se reflejaba en los cristales, Son Blanc se transformaba en un Swarovski gigante. En el piso noble estaba la sala y las dependencias de la abuela. Arriba, las habitaciones del resto de la familia y, a ras del suelo, las cámaras del servicio y la cocina. La distribución de la casa era de una jerarquía perfecta. Por una puerta medio oculta se accedía a una capilla que sólo se engalanaba por la Virgen de Agosto, San Bartolomé y Todos los Santos. Era de una sola nave, con un altar decorado por un bajo relieve con siete criaturas con la cabeza baja. Cuando entré por primera vez, no recordé qué episodio evocaban los siete enanos petrificados. Ahora me arrepiento de que, en mi incons-

Ada Castells Ferrer. Fuente: Facebook de la autora

ciencia, no me detuviera a pensarlo. La imaginería esporádica se completaba con una Virgen endomingada y un san Bartolomé, patrón de Ferreries, barbudo, crédulo, blandiendo un cuchillo. Pensé que todos ellos eran los protagonistas de un catolicismo rancio que se había impuesto después de que los ingleses abandonaran Menorca, llevándose el metodismo y dejando los caminos, las cerraduras de las puertas y algunas palabras para entretener filólogos. Tu abuela estaba presente en cada rincón de la casa. No sólo había nacido allí, sino que su legado genético me perseguía en los retratos de las estancias. Para no dispersar el patrimonio, los Solivella siempre se habían casado entre primos y, gracias a las dispensas de El Vaticano, todos se parecían. Una redundancia decorativa, un cúmulo de narices torcidas y de ojos de almendra, un rumor de labios delgados con pocas sonrisas, se me iba metiendo adentro sin darme cuenta.

*

En el vestíbulo colgaba el retrato del patriarca subido a caballo, vestido de caixer y con un aire muy similar al de la bestia. La señora de Son Blanc hacía un suspiro y se santiguaba cada vez que pasaba por delante. La dama honraba a los muertos con su presencia viva. Circulaba entre ellos como una gacela, con la elegancia de los que están donde tienen que estar. Parsimoniosa, los objetos se aliaban para complacer sus deseos. A mí me consideraba una adquisición más, y yo me afanaba por comportarme como una buena nuera, decorativa e inevitable. Siento decírtelo, hijo: todos quisiéramos ser fruto de una gran historia de amor; pero, si algo he aprendido de este trance, es que el amor es un espejismo. Me casé enamorada, es cierto, pero a tu padre se le cayó la máscara con la misma velocidad con la que yo misma se la había colocado. Me hacía falta un príncipe azul, me lo pinté y se me destiñó enseguida. Llegaba herida de una relación anterior y tu padre me brindaba una cura a mis males: –Déjalo todo y casémonos. Viviremos en Menorca y allí tendrás luz, espacio y todo el tiempo del mundo para dedicarte a la obra. Había dicho las palabras codiciadas por cualquier pintor: luz, espacio y tiempo, y me agarré a esa tabla de salvación sin siquiera sospechar que me ahogaría. Si algo he aprendido de todo este culebrón real que he sufrido, es que tenemos que vivir tal como somos. No como quisiéramos ser o, aún peor, tal como los demás querrían que fuéramos, sino tener el valor de pasearnos sin maquillajes, con nuestra carne y nuestros huesos, a pelo. [...] En Barcelona todo había sido fácil. Después de una temporada sufriendo una relación destructiva, por fin había dado con el hombre perfecto. Su frivolidad de niño rico me reconfortaba. Asquerosamente convencional, me acogía con sus brazos benéficos y a mí me encantaba hacer ver que era una mujer ligera. Con él comprábamos vestidos, probábamos nuevos restaurantes, hacíamos fines de semana largos en Europa. Venga dormir en relais châteaux, perfumarse con un Jardin de la Mediterranée y comer petits fours. Y todo era tan estúpidamente francés. Por primera vez podía huir de mí e incluso el cerebro se me estaba volviendo chic. Entonces tu padre me dijo aquella frase… Déjalo todo y casémonos… Y yo me equivoqué. [...] A la luz de la vela, tumbados en el colchón, el niño y yo volvíamos a parecer los supervivientes de un naufragio. Él dormía ajeno a todo, mientras yo me dejaba mecer por la llama ondulante. Había colocado el cirio dentro del frasco de vidrio. La cuchara, acostumbrada al calor, me había servido para aplastar la cera. Recordé que en la bolsa había puesto unas galletas por si Anselm tenía hambre y las roí maquinalmente. Tenían un sabor rancio, como si nuestro viaje hubiera sido muy

Había dicho las palabras codiciadas por cualquier pintor: luz, espacio y tiempo, y me agarré a esa tabla de salvación sin siquiera sospechar que me ahogaría. largo. En la quietud de la sala resonaba un murmullo obsesivo: “Capitana Silvia, siga avanzando.” Enfrente tenía dos balcones. Las vistas del piso siempre me habían gustado y el paisaje era tal como lo recordaba: un mar de hojas de plátano ondeaba tapando el ruido de la calle. El templo de la Sagrada Familia me saludaba con un par de torres más. A la derecha, como un cuervo, un poeta esculpido era custodiado por cipreses raquíticos y fieles. Parecía como si alguien hubiera decidido plantar un cementerio en medio del paseo. Estremecía. Un búho gigante, superviviente de una vieja publicidad, reinaba en la cima de una fachada con los ojos permanentemente abiertos. Respiré a fondo y los pulmones se me llenaron de aquel aire viciado por el ruido, de aquella mezcla de monóxido de carbono que ni el viento lograba desvanecer y un poco de la cocina del chino de abajo y algo de las colonias y los sudores de los que se esperaban en la parada del autobús y una pizca de los panes del horno de la esquina y un recuerdo de los pocos parterres de césped fresca del paseo de San Juan. Por fin había vuelto a mi ciudad y una pregunta me atravesaba hasta el tuétano: “Estás preparada para ser quien eres? Venga, va, pon las primeras “, me dije, y cerré los ojos diez minutos sin hacerme ni caso

*Fragmento de la novela Pura sang, escrita originalmente en catalán. Versión al español de la autora.


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LITERATURA y CU Mario Campuzano

“LOS AFECTOS Y LAS RELACIONES AMOROSAS FUERON TERRENO PRIVILEGIADO DE LOS POE “CUANDO LA NECESIDAD ENTRA POR LA PUERTA, EL AMOR SALE POR LA VENTANA”.

Buena Dama, yo nada pido sino ser vuestro servidor; os serviré como a mi señor, decir el premio merecido. A vuestro mandato soy humilde, alegre y cortés, que vuestro gusto no es de fiera, pues vivo voy. A mi “Cortés”, donde esté, mando mis versos en fe de que lejano no estoy.

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reud destacó siempre que los poetas y los artistas solían adelantarse a los descubrimientos del psicoanálisis. Los nombres que puso a algunos de sus conceptos teóricos centrales muestran su conciencia de la importancia que daba a los modelos culturales y literarios, por ejemplo, complejo de Edipo, narcisismo, ambos en relación con relatos de la mitología clásica. También utilizó obras literarias de su época para ejemplificar sus teorías y abordó elementos literarios e históricos en un ejercicio de psicoanálisis aplicado que ha dado lugar a críticas metodológicas por parte de algunos autores. Sus ejemplos clínicos o literarios tienen el sello de su época vistos en comparación con la realidad actual, pues tanto los individuos como los conjuntos sociales e instituciones somos hijos de nuestro tiempo y del lugar donde nos desarrollamos, es decir, el contexto histórico y social nos influye de manera determinante y, en el caso de los individuos, tan determinante como la influencia seminal de la familia en la infancia. Aunque el psicoanálisis tradicional hace énfasis en sólo una de las partes, somos el resultado de influencias parentales, epocales y situacionales. En el siglo xix, Musset lo comprendió muy claramente y por eso a sus memorias las tituló Confesiones de un hijo del siglo, donde también identificó la que consideró la psicopatología de la época, el tedium vitae, el tedio de vivir. El cuadro de la época romántica lo completó Goethe en uno de sus personajes, de fuerte contenido autobiográfico, el joven Werther, que se suicida ante la realidad de un amor imposible. Ahora bien, la influencia histórico-social no sólo alcanza a las subjetividades individuales sino también a la forma de establecer vínculos, entre otros, el de pareja.

En clara correspondencia con la afirmación freudiana con que inicié este trabajo: los afectos y relaciones amorosas y sexuales durante largos siglos fueron terreno privilegiado de los poetas para expresar sus emociones, y de los ministros religiosos para buscar normar y reglamentar las relaciones. Sólo hasta épocas recientes se convirtió en ámbito posible de abordar por psicoanalistas, así como por otros científicos sociales e investigadores médicos. Dominio público. Fuente: fablabajaccio.com

DE LA ALIANZA DE LINAJES AL AMOR ROMÁNTICO

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n la Edad Media, cuando el hombre existía como un simple integrante de alguna colectividad (Iglesia, feudo, gremio, ejército o familia) sometido siempre a alguna autoridad indiscutible, el matrimonio (siempre como unión legal, jurídica o religiosa) mantiene, en consecuencia, un sentido semejante: una alianza de linajes que representan la unión de intereses de dos grupos familiares. La pasión amorosa y sexual, la individualidad y la subjetividad tenían ahí nulo o mínimo espacio. Aun en ese contexto tan monolítico se desarrolla en Europa la lírica trovadoresca, entre el siglo xi y xiii; donde se expresa una nueva forma de amor dirigido a una mujer idealizada que no es la propia y que supone el adulterio. Esta poesía se basa en formas que implican la humildad y el vasallaje del hombre ante la mujer, así como la cortesía y el refinamiento. Si bien se idealiza a la mujer, no se trata de un amor platónico, más bien al contrario: es sexualizado y pasional, generalmente adúltero que por ello requiere, como norma caballeresca, la discreción absoluta del amante en relación con la dama que le ha otorgado sus favores. Estas son las formas del amor cortés que busca expresarse fuera del matrimonio, ya que en él no existe la libertad y es el origen de una revolución histórica futura en el campo de los afectos y de los vínculos: el amor romántico y el matrimonio por amor, que en la modernidad propia de la revolución industrial (siglo xV ) tiende a substituir a la feudal alianza de linajes. Un ejemplo de esta forma literaria que es heraldo de un cambio social trascendental sería una canción de Bernat de Ventadorn, un trovador francés del siglo xii :

DEL MODERNISMO AL POSMODERNISMO

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stas etapas históricas con sus diferentes modelos de relaciones amorosas y de pareja dan lugar a que en la sociedad actual coexistan parejas tradicionales, premodernas y modernas, con parejas de nuevo cuño. En estas últimas subyacen los efectos del debate social (más actuado que verbalizado) entre modernidad y posmodernidad. En el primer caso, alrededor de los conceptos de un deber ser centrado en la colectividad y/o en un bien superior y, en el segundo, en una actitud centrada en la importancia de la propia persona y el placer inmediato, así como en el énfasis en el consumo, donde las relaciones amorosas se vuelven un objeto más del mercado, de modo que en los lugares de encuentro los sujetos postmodernos se exhiben y deambulan como en una tienda, con la calculada distancia propia del interés controlado, y en otros momentos con la superficial cercanía de la camaradería colegial. Por supuesto, esa exhibición social se correlaciona con el énfasis posmoderno en la imagen, que lleva a una atención mayor en la conservación del cuerpo y a su exposición más amplia. Los cambios en la subjetividad comienzan por los individuales, donde el narcisismo, hedonismo e individualismo llevan al predominio de los proyectos personales sobre los compartidos, volviendo a las relaciones amorosas inestables y de horizonte limitado, lo que Zygmunt Bauman ha considerado el paso del “amor sólido” al “amor líquido”, más fluido y evanescente. Aumenta la tendencia a la falta de compromiso para establecer relaciones de pareja y se vuelve notoria la dis minución en la duración de las uniones, así como la tendencia a evitar su legalización. Hay más personas viviendo solas, aunque no solitarias porque comparten diversiones, afectos y sexualidad con otros.


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ULTURA de época: LoS amoreS PoSmodernoS

ETAS”.

Los roles masculino y femenino se reformulan con un ascenso de posibilidades en la mujer que participa en el mundo laboral y en la esfera pública, dotándola de una nueva situación de poder y de una amplificación de sus intereses al ámbito no doméstico. En muchos casos, inclusive, se da un cambio de roles donde las mujeres son más emprendedoras y obtienen mayores ingresos económicos y estatus mientras que los hombres, sobreprotegidos y pasivizados por sus madres, tienen escolaridad e ingresos inferiores.

En las parejas estables, que las hay a pesar de todas las presiones del entorno, suele producirse un cambio en el rol masculino que ahora tiene mayor participación en las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. El hedonismo dominante lleva a nuevos ideales sexuales en la pareja matrimonial; ya no el amor-reserva sino el amor-pasión, con búsqueda de relaciones plenas y satisfactorias para ambos cónyuges, donde la iniciativa no queda reservada sólo al hombre, sino que también se le permite a la mujer, de quien quien se

LOS NUEVOS IDEALES

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i bien las grandes utopías sociales y religiosas tienden a desaparecer, eso no significa que desaparezcan los ideales sociales, aunque cambian sustantivamente hacia los aspectos ya mencionados de individualismo sin responsabilidad social, el hedonismo y el narcisismo. En esta época hay más parejas que no quieren tener hijos, por la combinación de limitaciones económicas y por el cambio de ideales que ya no se plantea la realización a través de los hijos, sino en forma directa como realización hedonista personal. Al igual hay un desinterés en los aspectos ideológicos y políticos, sociales e intelectuales.

Ya no es raro que en la consulta psicoanalítica una paciente llegue un día comentando que la novedad es que ahora ya no tiene novio sino novia y que después de una temporada homosexual continúe la heterosexualidad.

acepta la realidad de tener, como el hombre, experiencia sexual en su vida premarital. En un ambiente cultural que le da más importancia a la sexualidad y crea menos inhibiciones, ésta tiene inicios más tempranos y se mantiene aun en las personas de edad avanzada, a condición de que mantengan una buena condición física, un interés en la sexualidad y un compañero o compañera con quien compartirla. Esta tendencia social, que da mayor importancia a la satisfacción sexual, tiene el contrapeso del narcisismo que, en su individualismo acendrado, teme a la entrega amorosa y sexual y a su consecuencia de buscar una vida compartida “por siempre” o cuando menos por largos períodos; la búsqueda del placer y la seguridad de una vida amorosa compartida entra en conflicto con la sensación de “atrapamiento”, de pérdida de la libertad individual. En otros casos, la satisfacción amorosa y sexual de una vida compartida con poca profundidad y compromiso no es comparable a la intensidad de placer que a algunas personalidades les brinda el desplazamiento libidinal a las satisfacciones derivadas del ejercicio del poder político y/o económico.

LAS NUEVAS MODALIDADES VINCULARES

E

l vínculo posmoderno se caracteriza por el ocaso del modelo de la pareja burguesa y romántica que es substituido por un enfoque amoroso más ligero, menos comprometido; un modelo de relación caracterizado por un desapego distante que queda ahora definido mediante calificativos provenientes del inglés: las relaciones light, de poco compromiso, laxas, con vínculos de fácil disolución, o con modalidad cool de distancia afectiva, hiperdiscriminadas, como táctica para disminuir el compromiso y el dolor potencial de la pérdida llegado el momento de la inevitable separación. Cuando las mujeres se mantienen en enfoques tradicionales de dependencia y romanticismo, encuentran una frustración constante a sus aspiraciones en relación con el comportamiento evasivo y la falta de expectativas de compromiso en los varones: el encuentro sin solución de modalidades vinculares del siglo xix o xx confrontadas con las del siglo xxi . El cortejo tiende a desaparecer. Las relaciones tienden a volverse predominantemente sexuales, buscando la diversión sin vínculo afectivo profundo ni compromiso, dando lugar a nuevas denominaciones: relaciones free en México o rollo en España, aunque algunas pueden pasar después a un nivel de mayor profundidad. El inicio de las relaciones cambia de un conocimiento gradual por medio del noviazgo, en el pasado, a una inmediata o rápida inmersión en la sexualidad, en el presente. Hay un desprecio a las manifestaciones relacionadas con la ternura, uno de los grandes componentes del vínculo amoroso junto con la sexualidad, lo cual vuelve limitado al vínculo erótico al frustrar las necesidades de apoyo y dependencia. Esto es estratégico como obstáculo para las relaciones

Street art en Dublín. Fuente commons.wikimedia.org

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estables, ya que la corriente tierna estabiliza el vínculo mediante la indulgencia que permite tolerar las inevitables imperfecciones humanas presentes en el compañero. En algunos casos, cuando se logra establecer un vínculo de pareja estable, puede darse la propuesta de no tener una convivencia bajo el mismo techo, sino mantenerse en sus espacios individuales. Esto, a veces, como forma de regular la cercanía y compromiso para controlar el temor a la pérdida de la libertad individual y, en otras ocasiones, por limitaciones de orden económico, sobre todo en jóvenes o adultos insolventes e inmaduros que no pueden sostener los gastos de un domicilio de pareja, tendiendo a permanecer hasta edades avanzadas en el domicilio de las familias de origen. También, en otros casos, como solución pragmática y razonable en divorciados con hijos grandes que no quieren enfrentar los difíciles problemas de la formación de una familia compuesta. La expectativa de una relación para toda la vida tiende a ser substituida por una de corto plazo o, cuando menos, de plazo limitado. En nuestro medio latinoamericano, los cambios sociales y económicos producidos por los cambios en el modelo económico han producido curiosas contradicciones entre la búsqueda contemporánea de independencia y su imposibilidad en las grandes capas poblacionales depauperadas por el neoliberalismo que, consecuentemente, tienen necesidades de apoyo externo (por ejemplo, los hijos que no pueden abandonar el hogar paterno por insuficiencias económicas y que por la misma razón evaden establecer una pareja estable), pero que mantienen sin cambio el discurso ideológico y axiológico propio de la contemporaneidad. Las parejas ya establecidas encuentran, a su vez, las presiones tanto de índole económica (inflación, desempleo, carencia de servicios sociales, etcétera) como las derivadas de la llamada flexibilización laboral, o sea, el cambio de las condiciones estables y convencionales de trabajo que implica inéditos arreglos en el cuidado del hogar y los hijos, derivados de quién de los cónyuges conserva empleo y capacidad económica y de qué tiempos libres disponen. La economía del hogar, en parejas de convivencia bajo el mismo techo, con frecuencia es compartida, dado el desfase entre ingresos individuales y gastos familiares y la creciente autosuficiencia de las mujeres que –en ocasiones– llegan a tener ingresos superiores a los de los varones, dando lugar a cambios en la distribución del poder y en los roles. Una mayor tolerancia social a la homosexualidad hace más frecuentes y visibles a parejas de este tipo, que en muchos países pueden incluso legalizar su unión y adoptar hijos, acercándolos más a los modelos de parejas y familias heterosexuales. En un ambiente cultural que aumenta la tolerancia a la diversidad sexual y que promueve la formación de caracteres preedípicos que mantienen la potencialidad polimorfa de la sexualidad infantil, tiende a ejercerse con mayor frecuencia la posibilidad de ejercicios bisexuales paralelos o alternantes tanto en la juventud como en la adultez. Ya no es raro que en la consulta psicoanalítica una paciente llegue un día comentando que la novedad es que ahora ya no tiene novio sino novia y que después de una temporada homosexual continúe la heterosexualidad. Es menos frecuente en los varones pero también llega a suceder.

En conclusión, los procesos que dan lugar a la constitución de la subjetividad individual y los vínculos humanos son fuertemente influidos por los cambios en el entorno cultural y económico, de tal manera que no es de extrañar que los actuales tengan el sello de la cultura posmoderna y del neoliberalismo. Haruki Murakami, escritor japonés contemporáneo que se ha salido de temas nacionales para abordar temas, personajes y situaciones universales, ha publicado recientemente un libro de cuentos, Hombres sin mujeres, que muestra estas pautas amorosas y de vida posmo-

Si bien se idealiza a la mujer, no se trata de un amor platónico, más bien al contrario: es sexualizado y pasional, generalmente adúltero. derna en las modalidades que adopta en la sociedad japonesa. Ilustrativa es, sobre todo, la historia del dr. Tokai, un encumbrado cirujano plástico (“Un órgano independiente”), que alterna una activa vida profesional con una activa vida sexual con distintas mujeres en encuentros temporales o fugaces, y una vida general cómoda que disfruta en un tono de superficialidad afectiva, hasta que entra en crisis existencial al enamorarse de una de sus amantes, casada, con la cual tiende a estabilizarse mientras ella lo explota económicamente sin que a él le preocupe, hasta que ella lo abandona y se va, no con el marido, sino con un tercer hombre. La crisis del engaño es tal que el facultativo se deprime y se deja morir en un abandono anoréxico que no logra evitar su fiel secretario.

VIÑETA 1: LA LEVEDAD DEL SER, UNA SEPARACIÓN COOL

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afael y Zita son jóvenes profesionales de treinta y pocos años. Él viene de las ciencias sociales y ella del área tecnológica. Llevan tres años en unión libre donde él se siente mucho mejor que con anteriores parejas, ya que la relación fluye con facilidad en la convivencia cotidiana y la sexualidad, amén de que se dan amplia libertad individual con sus respectivas amistades. Ha logrado no sentirse atrapado en una relación y sin libertad para ligar mujeres más guapas o más interesantes. Ambos se sienten insatisfechos con sus trabajos que les producen buenos ingresos pero que no les apasio-

nan, por lo cual han iniciado estudios de postgrado en nuevas áreas que esperan que les den la satisfacción anhelada, aunque no queda claro cómo les van a proporcionar un ingreso equivalente al que tienen o cuando menos suficiente para cubrir sus necesidades. La diferencia es que él está entusiasmado con sus estudios y ella no. Entran en crisis. Cada uno está cada vez más inmerso en sus distintos círculos amistosos, y disminuye el interés en las actividades compartidas. Él siente que no recibe suficiente estímulo de Zita, que es de carácter fácil pero superficial, sin intereses culturales o ideológicos, sólo interesada en la diversión a través de películas banales y la música pop del momento. Se habla de la posibilidad de separación, así como de buscar reconstruir, revitalizar la relación. La decisión final parte de ella, que toma conciencia de que tiene muy poco claro su proyecto personal de vida y que, en la relación, gira alrededor de él sin poder desarrollar, de manera paralela, un proyecto personal. La relación termina de la misma manera tan fluida como inició, sin dramas, sin conflicto, como evidencia de no haber podido generar suficiente profundidad de vínculo y de compromiso. El leve duelo propio de una relación cool se vuelve todavía más llevadero mediante salidas con amigos y amigas, algunos encuentros sexuales, así como diversiones diversas acompañadas de alcohol y mariguana.

VIÑETA 2.: EL FACTOR NEOLIBERAL: LA CRISIS DE LOS DESEMPLEADOS.

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y b, ambos en sus cincuenta, llegan a consulta de pareja por no poder llegar a acuerdos en su nueva situación: él perdió su empleo, como ejecutivo medio, desde hace dos años y no ha podido encontrar uno nuevo. El primer año sobrevivieron con la liquidación que recibió, el segundo con una modesta herencia que está llegando a su fin y con la cual también han montado, recientemente, un pequeño negocio. Hace poco tiempo un amigo le consiguió una entrevista con el jefe de personal de una empresa de servicios creada por la privatización de esa área. Le ofrece, como gran oportunidad, la posibilidad de un trabajo administrativo con horario de 9 a 19 hrs., con un salario equivalente a 800 dólares mensuales que no alcanza a cubrirle siquiera los gastos alimenticios de la familia. No ha aceptado la oferta por los sentimientos que le crea de devaluación e indignación. Su esposa, en cambio, le insiste en que trabaje aun por ese escaso salario. Él fue siempre el proveedor del hogar. Ella hacía pequeños trabajos cuyos ingresos utilizaba sólo para sí misma. Tiene un apariencia muy arreglada y con evidencias de probables cirugías plásticas. Él se queja de que ella gasta demasiado pero, contradictoriamente, habla de no querer bajar de nivel social. Ella habla de que siente abrumadora la tarea de generar el ingreso para el hogar cuando siempre lo hizo él. Ambos están atrapados en la dificultad de asumir la realidad de una baja severa de ingresos económicos y de ajustarse a esa disminución de estatus y encontrar nuevas fuentes de ingresos que difícilmente van a ser semejantes a las anteriores, así como de cambiar sus roles tradicionales. ¿Podrá sobrevivir la pareja en esta dura realidad de cambios radicales de más a menos? Un viejo refrán dice que cuando la necesidad entra por la puerta, el amor sale por la ventana


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LEER

Jornada Semanal • Número 1112 • 26 de junio de 2016

La rebelión de los ojalateros, Francisco Estrada, Centro de Estudios del Liberalismo “Miguel Henríquez Guzmán”, México, 2015.

LA ILUSIÓN Y EL VOTO RICARDO GUZMÁN WOLFFER Somos puros ojalateros, ojalá esto, ojalá lo otro, puras ilusiones. Francisco Estrada

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uando la política vive un mal momento, unos optan por iniciar con las adivinanzas sobre los candidatos para el 2018 y otros prefieren mirar al pasado para entender el presente. Por su parte, Estrada hace un notable estudio sobre las elecciones presidenciales de julio de 1952, donde la figura de Miguel Henríquez Guzmán presenta enseñanzas que habrían de repetirse, toda proporción guardada, en años posteriores y sirven para dimensionar la figura del entonces dominante Lázaro Cárdenas y la de los actuales contendientes que enarbolan promesas de mejoría para los sectores populares mexicanos. Con una obra basada en archivos oficiales, especialmente de la Dirección Federal de Seguridad, Estrada revive la historia de los seguidores de Henríquez y cómo la vida nacional estuvo muy cerca de retomar los levantamientos armados, ante la indignación popular por el mal gobierno y sus mecanismos de represión. Empero, precisa Estrada, a pesar de la organización nacional de los seguidores de Henríquez siempre faltó un último impulso para pasar de la vía legal, electoral, a la fuerza y la confrontación física. Para algunos, la figura de Cárdenas decidió la historia, para otros fue la indiferencia de los ciudadanos no organizados lo que evidenció que esa fuerza política no sólo debería luchar contra un aparato estatal bien establecido para vigilar y reprimir, sino que estaría frente a la opinión pública como una minoría. Son muchas las lecciones de este texto: la mayor, comprender cómo en nuestra historia siempre ha estado presente la pugna entre la legalidad enarbolada como justificación estatal para la imposición de un sistema y, sobre todo, de un sistema partidista que hace sesenta años apenas se parecía a lo que ahora tenemos, pero que esencialmente funciona igual: una alegada votación legal que conlleva muchos vicios que hacen profundamente ilegítimo ese sistema bajo su actual faceta: el partidismo por encima de la ciudadanía y el poder como ejercicio extendido. Henríquez intentó la vía electoral para cambiar el país; intentó el diálogo con Alemán, para que éste respetara el voto popular; e intentó la conciliación política con el ya presidente Ruiz Cortines, para establecer un acuerdo político.

Nada le funcionó y las manifestaciones públicas fueron reprimidas, se hizo de la desaparición de los inconformes una práctica. Hoy que los normalistas de Ayotzinapa han marcado un sexenio y a un presidente, debe verse este trabajo de Estrada para establecer que el Estado no improvisa, que la historia está ahí, para recordarnos cómo han sido los gobiernos impuestos e impositivos. Por otro lado, es notable el rescate fotográfico y documental para fundamentar el discurso. La rebelión de los ojalateros habla sobre una parte de la historia nacional que pareciera quererse olvidar, al menos desde la oficialidad, pero que establece varias acciones a considerarse en la pugna por hacer respetar la voluntad popular electoral •

El cuerno del diablo. La historia del saxofón, de la novedad escandalosa al rey de lo cool, Michael Segell, Paralelo 21, México, 2015. Traducido por Sharbel Pimentel, después de nueve años de la publicación en su original en lengua inglesa felizmente aparece este volumen cuyo título es elocuente respecto de lo que en el interior se relata: la invención, el ascenso, la polémica impresionante que otros instrumentos musicales jamás experimentaron, la aceptación lenta y pedregosa, el reconocimiento, así como los artífices, los intérpretes, lo interpreta‑ do, a lo que se suma un largo etcétera en torno al artefacto que es rey indiscutible del jazz, pero bastante más que sólo eso. Colaborador de publicaciones como The New York Times, Esquire y Rolling Stone, entre otras, Segell sabe perfectamente cómo proporcionar información, usar el dato y precisar situaciones, anécdotas y protagonistas, de manera que esta historia lo es, pero alejada tanto como resulta posible del academicismo, la rigidez y la solemnidad tan habituales –y al parecer tan caras– a los historiadores con mayúscula.

@JornadaSemanal La Jornada Semanal

visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/

Breves notas tomadas en la escuela de la vida, Francisco Sosa, Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, México, 2016. Debe ser difícil hallar a un chilango, capitalino, defeño, cdmxicano o como quiera que hoy digan que debe llamársele, que no haya pasado alguna vez, o al menos oído mencionar la calle Francisco Sosa, sito en pleno centro de Coyoacán. Lo que muy pocos saben es por qué la calle lleva ese nombre, o lo que es lo mismo, quién fue Francisco Sosa. Esta edición del libro publi‑ cado originalmente por Sosa en 1910 corre a cargo del doctor en Letras y miembro del Sistema Nacional de Investigadores Javier Perucho, asimismo narrador, ensayis‑ ta, editor y promotor cultural, que en su nota liminar ofrece a los lectores la semblanza del autor y de su tiempo, para que la figura del campechano‑yucateco sea comprendida mejor y sus textos sean disfrutados con mayor placer. Tiene toda la razón Perucho: además de haber sido diputado, senador y presidente del ayun‑ tamiento coyoacanense, y de haber sido apresado a consecuencia de sus artículos periodísticos, el biógrafo, periodista y poeta nacido a mediados del siglo xix y muerto al concluir la primera cuarta parte del xx fue también el iniciador del aforismo mexicano y pionero del género en el siglo xx. Queda el lector con, y no en Francisco Sosa.

Estampas de Chipre, Niki Marangou, Universidad Veracruzana, México, 2015.

Nacida en Chipre en 1948 y muerta en Egipto en 2013, Marangou es quizá la voz poética chipriota contemporánea más importante, merecedora de los premios literarios igualmente más relevantes en lengua griega, como el Premio de Poesía que otorga la Academia de Atenas y el que lleva el nombre de Constantinos Kavafis. Extrañamente, no había sido traducida al español hasta antes de estas versiones de Selma Ancira, que de este modo sigue ocupándose de la lengua de Elytis como antes lo hiciera, preferentemente, de la de Tolstói. También autora de las fotografías incluidas, afirma Ancira en el prólogo al volumen que “la selección de poemas la hicimos juntas” y que el último poema “no se había publicado hasta ahora […] no está impreso en ningún lado”. Auténtica primicia, en tal caso, la que el lector tendrá con estas Estampas de Chipre.

En nuestro próximo número

SILVESTRE REVUELTAS o la música como acto de solidaridad Elena Poniatowska

jsemanal@jornada.com.mx


ARTE Y PENSAMIENTO ........

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Naief Yehya

Agustín Ramos

¿

SOLUCIÓN FINAL? La respuesta reclama un rodeo. Yíjaaa. Cada crisis empolla su anunciante, su superstar, su guerra santa y su respec‑ tivo diluvio de mitos. Pero, ¿solución? ¿Solución a qué y para quién, hoy? La solución final para todos… Como si dijéramos un detergente con nombre de mascota, Donald, o un quitamanchas que se apellide Clinton, Sanders, Putin, Jinping. Mérkel, Tsipras. Como hidra multiforme, a veces como transnacional, como mafia regional, ue, otan , como agrupación depredadora con siglas o acrónimos, Trilateral, ocde , fmi , bm , como organismos de conveniencia e ínfulas globales, onu , oea . O peor, co‑ mo hoy, dentro del capullo de la codi‑ cia que se metamorfosea en vaca de altos vuelos, Berlusconi y Trump, como alacrán metálico, Napoleón, Catalina, Mussolini, Hitler, Stalin, Golda, Sadat, Reagan, Tatcher, Hussein. O como reencarnación de los Césares, los Borgia y de‑ más dioses confesos o inconfe‑ sos según la desmesura que los posea, llámese ego, civilización o sistema. Salida puede que haya; solu‑ ción, no. Qué feo suena esto. A guerra fría y trasnochada, a cruda en descampado, a tráfico de órganos sin refrigerar, a pereza intelectual. Ahora pareciera que el espantajo en turno se llama Trump. Pero pulula desde el crepúsculo de los ya dichos dioses, pasando por la usurpación de la democracia perpetrada por partidos anacrónicos, parlamentos monárqui‑ cos, repúblicas impuestas y demás dictaduras duras o blandas, toleradas y fraguadas por el imperio vigente y por la desmantelada aunque pujante tiranía zarista. Trump es fruto bendito del vientre de la rapacidad en su actual etapa; concebido sin culpa; es decir, impune‑ mente antes, durante y después del parto de la inevitable crisis actual. Un fantoche de confección racionalista, tan reciente como el pastor al que si‑ gue un rebaño empeñado en hacer de Marco Polo un prócer incomprendido, de Moctezuma ii un mártir de su tiem‑ po y de Chamberlain un británico que siéndolo erró porque además era hu‑ mano. Los engendros de nuestra épo‑ ca son tan metafísicos como el resplan‑ dor de la pantalla donde la narración transforma idolillos nativos en sacra globalidad, la chatarra reciclada en peleles de un destino providencial, pa‑ radójicamente concluido y parcial: platillo histórico que no termina de aterrizar en una mesa para todos. Porque contra esa solución final, en “una realidad aparte”, un fantasma re‑ corre el mundo. Sí, la frase suena a “panfleto que na‑ die quiere”. Pero circula, tanto en el aire puro donde lo haya como en las tolva‑ neras contaminadas del circo electo‑ ral, en el verbo duro de Bienvenidos al desierto de lo real, los Sentimientos de la nación y la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. O sea que sigue siendo novedoso y, antes que disolverse, cada vez cobra más cuerpo, anchura y gravedad. Y sigue calando dorsos, poblando pesadillas, reco‑

rriendo mundos. La diferencia es que ahora casi todos le sacan la vuelta, mu‑ chos le temen y la mayoría evita mirar‑ lo cuando irrumpe en un destello, en una protesta, en una imagen. Empero, si la alusión a Medusa pro‑ voca terror, la palabra “clases” atruena en los oídos postmodernos como atro‑ nó para los dinosaurios el asteroide de Chicxulub. –¿Clases? ¿Por qué no mejor “facto‑ res de la producción”? –Pues porque está hasta en el sen‑ tido en que lo usa la tía regañona de Zapopan: “el hombre es superior a la mujer y todavía hay clases”. Y como lo dice su querido, el tío persignado de Cholula, “aunque del mismo barro, no es lo mismo bacín que jarro”. O sea que sigue habiendo clases y Medusa existe. Con ese y otros nombres, bajo la claridad de conceptos demodé: clases, lucha de clases, sistema de explota‑ ción. El fantasma anticapitalista reco‑ rre el mundo, no se resigna ni se inti‑ mida, se indigna, se une y organiza, resiste, ocupa, desaparece forzada‑ mente en Ayotzinapa y reaparece vo‑ luntariamente contra la verdad histó‑ rica del torturador, es emboscado en 1968 en Tlatelolco y revive memorable en la gelatinosa versión oficial de lo ocurrido el domingo 19 de junio en Nochixtlán. Y a ese fantasma no lo pueden exor‑ cizar ni el Papa que moteja de zurdo a quien protesta ni Trump encarnando la miseria moral –es decir costumbris‑ tas– de una mentalidad que ansía vol‑ ver a despertar el fervor y la esperanza de las barras y las estrellas, aunque para ello pague peaje sólo de ida y acri‑ bille a la proliferación de diferencias que lo convierte en “ciudadano cero” • (Continuará.)

La matanza del Pulse Líderes El derecho a tener y portar armas en Estados Unidos es sacrosanto, como nos lo recuerdan ritualmente los productos hollywoodenses, buena parte de las series televisivas y muchos videojuegos que fetichizan de forma impúdica las armas. La ilusión de que la pistola o el rifle en el armario pueden servir para lanzar una revo‑ lución contra un gobierno tiránico está firmemente implantada en el imaginario estadunidense. Asimismo, es una fantasía popular que todos pueden y deben defender a la familia y el patrimonio a balazos. La National Rifle Association se ha dedicado a perpetrar estas fala‑ cias, así como aquella asnada de que “la mejor defensa contra un hombre malo con un arma es un hombre bue‑ no con un arma”. Esto se ha traducido en que Estados Unidos es el líder mun‑ dial en matanzas masivas. De los 292 incidentes registrados bajo la defini‑ ción de Mass Shooting del f b i , entre 1966 y 2012, noventa ocurrieron en Estados Unidos. Este término es muy ambiguo y cada organización opta por interpretarlo a su manera, por lo que las cifras de una fuente a menudo difieren de otras. Si consideramos como ma‑ tanza masiva una en la que por lo me‑ nos hay cuatro muertos o heridos, en lo que va de este año ha habido 136 en eu. No es de sorprender que la nación que más vende armas internacionalmente y exporta más violencia en forma de intervenciones, invasiones y bombar‑ deos, sea el país con más ciudadanos armados en el planeta.

Más arMas, Menos criMen Pero, aunque parezca imposible, la vio‑ lencia armada ha disminuido en eu y no precisamente debido a la famosa pro‑ hibición de rifles de asalto que estuvo vigente de 1994 a 2003 (cuando el ré‑ gimen de Bill Clinton prohibió diecio‑ cho tipos de rifles y cargadores de alta capacidad), ya que los crímenes co‑ metidos con ese tipo de armas son ra‑ ros comparados con aquellos en los que se emplean pistolas y rifles con‑ vencionales. Esta prohibición, que Hi‑ llary ha prometido revivir, era confusa, ya que limitaba ciertas armas y toleraba a otras casi idénticas. Los resultados de la prohibición fueron contradictorios. De acuerdo con la organización Pew Research, en 1993 hubo siete asesina‑ tos con arma de fuego por 100 mil per‑ sonas. En 2014 la tasa había disminui‑ do casi en un cincuenta por ciento. Las razones de esto pueden ser muchas: cambio de actitud en la población, más policías, uso de tácticas de vigi‑ lancia y cibervigilancia más agresivas, así como acoso a las minorías. No obstante, estos progresos parecen im‑ perceptibles.

cuLpa y sacrificio La matanza del club Pulse de Orlando, cuya clientela es principalmente la co‑

munidad lgbt , y en donde perdieron la vida cincuenta personas y cincuenta quedaron heridas, ha sido la peor car‑ nicería de la historia cometida por un solo hombre. El multihomicida Omar Mateen nació en Nueva York de familia afgana; trabajaba como guardia de se‑ guridad y había expresado su afinidad con grupos radicales islámicos, desde Al Qaeda y el Talibán hasta al Nusra y Hezbolá. Antes de morir llamó al 911 para declarar su afiliación con el Esta‑ do Islámico, quizás sin entender que estas organizaciones tienen ideologías contradictorias. Mateen había sido in‑ vestigado por el fbi en 2013 y 2014. Su padre dijo que había cometido este crimen porque vio a dos hombres be‑ sarse en público. Resulta que Mateen frecuentaba ese club y, de acuerdo con varios testimonios, era gay y usa‑ ba apps para concertar sexo con hom‑ bres. Su primera esposa ha declarado que Mateen la golpeaba y era proba‑ blemente esquizofrénico. Algunos de sus compañeros de trabajo decían que era racista y misógino. Podríamos aña‑ dir que era un mal musulmán, pero eso a final de cuentas es irrelevante. El ei no necesita almas piadosas sino soldados suicidas y él era un candidato perfecto.

eL botín No es coincidencia que este caso tenga lugar ahora en que la comunidad lgbt y la musulmana se encuentran en la mira de la derecha. El matrimonio gay y el acceso de las personas trans a los baños públicos, han sido causas incendiarias. La promesa de Trump de prohibir el ac‑ ceso a eu a los musulmanes ha sido muy popular. Mateen eligió cometer su ma‑ sacre el 12 de junio de 2016, a las 2 am y así cumplir con el llamado del ei a sus seguidores en el mundo para matar in‑ fieles durante el mes de Ramadán. Cual‑ quiera podría intuir que también esta‑ ba purgando su culpa y vergüenza de no poder aceptar sus deseos homo‑ sexuales. Pero finalmente da lo mismo, su acto de delirio e ira se transformó en botín político de las hordas nativistas, de los yihadistas, de los islamófobos, de la derecha militarizada y de las empre‑ sas de armas, lo cual es paradójico y doloroso ya que las víctimas, la comu‑ nidad gay en general y la latina en par‑ ticular, no podrían estar más lejos de esas odiosas causas •

JORNADA VIRTUAL

Solución final (i de ii)

TOMAR LA PALABRA

naief.yehya@gmail.com


Jornada Semanal • Número 1112 • 26 de junio de 2016

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Germaine Gómez Haro

Alonso Arreola

germainegh@casalamm.com.mx

Las Ciudades circulares de Emilio Payán Los colores no cantan a una sola voz… Pero logran una suerte de acorde a tres voces. Paul Klee

En enero pasado, Emilio Payán me envió un catálogo virtual en el que hace el recuen‑ to de su pintura desde 1990 a la actualidad. A lo largo de más de 170 imágenes, pude recorrer su trabajo y darme cuenta de sus preocupaciones formales y temáticas desde sus inicios. Me sorprendió comprobar que cuando comenzó a pintar, el tema que más lo ha ocupado es el paisaje ur‑ bano, tratado una y otra vez desde dife‑ rentes perspectivas. Por ahí aparecen también algunos retratos, unas natura‑ lezas muertas, escenas de interiores do‑ mésticos, algunas composiciones de formas abstractas, pero el paisaje urba‑ no ha sido y sigue siendo su tema princi‑ pal. Lo interesante ha sido comprobar que su constancia y determinación lo han llevado poco a poco a perfeccionar su técnica y a consolidar un estilo propio plenamente reconocible, como se ha visto en sus exposiciones de años re‑ cientes. En 2009 se presentó por pri‑ mera vez en la galería de la Casa Lamm su exposición titulada Ciudades ¿visibles? y actualmente se muestra en el mismo espacio Ciudades circulares que reúne diez lienzos realizados entre 2015 y 2016. ¿Por qué caminos ha transitado la pintura de Emilio Payán? Payán estudió Ciencias de la Comu‑ nicación en la unam y trabajó como re‑ portero para prensa y televisión de 1983 a 1989, año en que fundó el taller de gráfica Tiempo Extra Editores, por el que han pasado los artistas más importan‑ tes del país. Él mismo se ha desempeña‑ do como artista gráfico. Si bien su forma‑ ción en las artes plásticas es autodidac‑ ta, su experiencia al lado de tantos ar‑ tistas y su vivencia familiar en casa de sus padres, Carlos y Cristina Payán, don‑ de creció inmerso en el medio artístico e intelectual, lo dotaron desde muy jo‑ ven de un sentido estético que fue la piedra de toque de su incursión en la práctica artística. Las pinturas tempra‑ nas que pude apreciar en ese catálogo virtual me dieron la pauta para enten‑ der su experiencia empírica y apreciar el camino arduo que ha recorrido con tenacidad para llegar a su producción actual. Las pinturas que presenta actual‑ mente en la Casa Lamm son muestra de un trabajo sólido y honesto, producto de la perseverancia y amor genuino por el oficio. Lo que más me gusta de Emilio Payán y de su pintura es que es antiso‑ lemne en todos los sentidos del térmi‑ no. No conoce la pretensión y disfruta su creación día a día, jugando y divir‑ tiéndose como un niño. Su curiosidad lo lleva a experimentar sin miedo con formas y materiales nuevos, y se atreve a incorporar a sus lienzos elementos tan disparatados como peines, espejitos,

tuercas, mosaicos, palitas de madera pa‑ ra los helados, botones, bisutería, popo‑ tes y hasta estuches de sombras de ojos de colores. Lo interesante es que logra fundir con sutileza estos objetos en sus composiciones geométricas y crea at‑ mósferas matizadas y elegantes que agradan a primera vista al espectador. Payán no teme que sus pinturas se con‑ sideren “decorativas”; lo son y, lejos de que este adjetivo sea peyorativo, cons‑ tituye una de sus cualidades intrínsecas. La de Payán es, como bien dice el inves‑ tigador Francisco Reyes Palma,“una pin‑ tura gozosa”. Coincido con los colegas Teresa del Conde y Reyes Palma al vislumbrar la huella de artistas como Gustav Klimt, Paul Klee y Friedensreich Hundertwas‑ ser en la pintura de Payán. El arte viene del arte y los vasos comunicantes van tejiendo complicidades misteriosas en‑ tre los artistas de ayer y de hoy. Payán se reconoce deudor de los dos primeros, pero del tercero no tenía conocimiento antes de que alguien le hiciera notar su parecido. El artista y arquitecto austría‑ co (1928‑2000) se manifestó en contra de la arquitectura racional y apostó por los colores y las formas orgánicas, tanto en su pintura como en sus construccio‑ nes, para proponer un arte “más huma‑ no”. Sus fachadas ondulantes pintadas con colores contrastantes –el famoso complejo residencial conocido como el Hundertwasserhaus en Viena, que tam‑ bién tiene ecos de Gaudí– bien podría salir de un lienzo de Payán. Tengo para mí que la filosofía del austríaco tam‑ bién coincide con la de Emilio: “Un mundo lleno de colores es siempre si‑ nónimo de paraíso –expresó Hundert‑ wasser–. Un mundo gris o monocromá‑ tico es siempre sinónimo de purgatorio o de infierno.” Nuestra Ciudad de Méxi‑ co captada por la mirada multicolor de Payán nos devuelve el paraíso perdido y nos ofrece la alegría de disfrutarla a través de sus pinturas lúdicas y plena‑ mente gozosas • Movimiento; Arriba: Barcelona i

Ya suena Brasil

S

E VIENEN LOS JUEGOS Olímpicos de Brasil en medio de crisis económicas y po‑ líticas (allá y acá y en muchos lados más). Recordando el sonido de sus noches, confiando en la proximidad de un futuro mejor, le proponemos algo, lectora, lector: imagine un club en Río de Janeiro en el que bailan cientos de parejas recortadas por la luz del escenario, allí donde un bloco revienta los cueros de veinte tambores, las cuerdas de tres cavaquinhos y una guitarra, el breve intestino de dos silbatos. Ima‑ gine, también, que no existe el pudor; que el frenetismo de los cuerpos sudorosos involucrados en la samba diluye la frontera entre lo erótico y lo sexual. Imagine mu‑

jeres y hombres harto preocupados por la condición de su figura, misma que en la mañana tostaron al sol en una de las incontables playas de la costa. Ima‑ gine rostros sonrientes tras las mil y un caipiriñas tomadas camino al antro, li‑ beradas por el cuerpo en calles y calle‑ jones ante la mirada de policías con‑ descendientes. No. No se trata de una estampa de carnaval, sino de una noche común durante el fin de semana carioca. ¿Dónde comenzó todo? Independizado de los portugueses en 1822, Brasil es un crisol por la mezcla de indígenas, esclavos africanos y con‑ quistadores europeos, resultado de un conjunto de sonidos que se volvieron artesa e inspiración para los composi‑ tores del mundo entero. Hablamos de un pueblo que además de creer en el ritmo se compromete con la poesía de sus can‑ ciones, con la historia que vive detrás de ellas; que sabe los entresijos y las grietas de la biografía de quienes la construye‑ ron. Además, hay que decirlo, nos referi‑ mos a una cultura que, si bien consume repertorios extranjeros, al momento de utilizar sus códigos para la creación in situ inocula lo fuereño con lo nacional, crea algo nuevo cantando en su propio idioma, modificando el adn, la estructura de lo que adapta. Desde luego y como imaginará, los periplos de la música brasileña han crea‑ do auténticos laberintos. Partamos de que se divide, como muchas alrededor del orbe, en popular y culta. La primera mezcla lo indígena con lo nuevo fuera de las academias; la segunda proviene de las venas escolásticas de Europa. Am‑ bas, sin embargo, se han contaminado entre sí y han creado numerosos géne‑ ros más o menos conocidos dependien‑ do su lugar en la industria y en el marketing global. Hablamos de la samba, la bossa nova, el choro, el pagode, el forró, la lambada, etcétera. Sin perdernos en cronologías pode‑ mos señalar que la bossa nova nace en los cincuenta con la influencia de la ar‑ Caetano Veloso

monía clásica y del jazz, adelgazando el poder de la samba primigenia. Empero, en los años sesenta, con un espíritu reno‑ vador y crítico frente a la dictadura mili‑ tar, surge el movimiento mpb (Música Popular Brasileña) y, dentro de él, una corriente aún más experimental co‑ nocida como Tropicalia. Así crece una miríada de innovadores en Río, Sao Pau‑ lo, Pernambuco, Bahía y muchos luga‑ res más. Caetano Veloso, Chico Buarque, Gilberto Gil, Gal Costa, Os Mutantes, Mil‑ ton Nascimento y un larguísimo etcé‑ tera que llega a los polémicos Roberto Carlos y Nelson Ned; al estrafalario Zeca Baleiro; al genio experimental de Tom Zé y Hermeto Pascoal; a la bella Fernanda Abreu y al hiphopero Marcelo D2; a los virtuosos Zamadú Costa (guitarra) y Ha‑ milton de Holanda (mandolina); al gran Lenine… A todos ellos quienes, junto con miles más podrían llenar las páginas de este diario configurando el energéti‑ co espíritu musical de Brasil. Búsquelos para ejemplificar nuestras palabras. Mientras, imagine que está en Sao Paulo, en el barrio de la Vila Madalena, allí donde abundan bares, restoranes y, claro, casas de samba. Imagine que entra a una de ellas; que al calor de la cachaza apenas puede moverse entre unas cin‑ cuenta personas paradas alrededor de quienes suenan mandolinas y pande‑ ros, acordeón, voces y un bajo y guitarra eléctricos. Imagine que la habilidad de esas manos conmociona sus sentidos; que de alguna forma y sin saber cómo, lo entiende todo de golpe: los siglos pasa‑ ron dejando conquistas, independen‑ cias, violencia y corrupción de políticos, líderes y empresarios, pero también mi‑ les de canciones y formas musicales que, al menos de noche, equilibran un poco a ese país y al mundo ofreciendo felici‑ dad, improvisación y libertad. Tres con‑ ceptos clave para gozar la música de Brasil, pero también la vida en cualquier lugar azotado por la rabia, la ignorancia y la estupidez. Buen domingo. Buena se‑ mana. Buenos sonidos •

BEMOL SOSTENIDO

@LabAlonso

ARTES VISUALES

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ARTE Y PENSAMIENTO ........

26 de junio de 2016 • Número 1112 • Jornada Semanal

Ana García Bergua

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Jorge Moch tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch

ROFUNDAMENTE CATÓLICA, MI MANO izquierda no supo lo que hacía la derecha, cuya muñeca, sin la zurda ayuda, se fracturó después de cierto aterri‑ zaje forzoso que todo mi ser llevó a cabo en la plaza de Coyoacán. Por lo mismo me he quedado con una mano izquierda sana pero muy ignorante, que a duras penas teclea estas letras mientras la otra duerme en una escayola de fibra de vidrio amarilla. No sé si lograré entrenarla lo suficientemente bien en las seis semanas de inmovilidad prescritas por el ortopedista, pero desde luego me comportaré con ella de manera más comprensiva, más paciente. No están ustedes para sa‑ berlo (o más bien sí, pues leen amable‑ mente esta columna), el caso es que hace veinte años tropecé no con la mis‑ ma piedra, pero casi, pues aterricé de la misma manera, en el mismo lugar, y me rompí la misma muñeca derecha, con resultados igual de exasperantes. En ese tiempo yo publicaba en el Semanario del extinto Novedades, y en ese espacio le escribí a mi mano izquierda unos cuantos insultos, frustrada por su torpeza, su indolencia e irresponsabili‑ dad, pues cuando requerí de sus servi‑ cios para el trabajo y la supervivencia, resultó que no sabía hacer nada, co‑ mo decían antes las señoras de quie‑ nes llegaban a trabajar en su casa y quizá lo dicen aún. No pienso hacer lo mismo ahora, veinte años después. Marido caballero‑ so e hija diligente, igual que entonces, no me faltan, pero la mano izquierda está empeñada en resolver nuestros asuntos. Si la vieran ustedes en este momento, temblorosa y afanada en es‑ cribirlo todo ella solita como hace vein‑ te años, perdida en el teclado como entonces, igual que una araña en una metrópoli, pero brincoteando de tecla en tecla con su mejor voluntad, hacién‑ dolo mal y corrigiéndolo, incluso pen‑ sando a su manera en lo que vamos a escribir ella y yo, mientras la otra, la derecha, menea los dedos de vez en cuando como le prescribió el doctor –esa mano está en buenas manos, no nos podemos quejar– y avisa que ahí anda, medio aburrida, medio adolori‑ da, pidiendo auxilio por la comezón y el encierro. Lo malo es que a mi mano izquierda sólo se le ocurren refranes. Mi mano izquierda tiene, en realidad, poca mano izquierda para estas cosas. Odio los refranes por ese olor que tienen a persona sentenciosa y pueble‑ rina, remilgada en su sabiduría de boti‑ ca y poco compasiva con el error huma‑ no. Sin embargo, ahora que la mano derecha está en hold, por decirlo así, o en stand by, como una horrenda iro‑ nía, sólo he podido pensar en todos los pájaros en mano que podría tener

(aunque fuera una pieza de pollo) y que ahora pían y vuelan con los cientos res‑ tantes. Tampoco puedo tirar la piedra y esconder la mano, porque lo más segu‑ ro perdería el equilibrio, sin otra ma‑ no que la ayude a saludar con disimulo. En plan de Poncio Pilatos resultaría muy mediocre excusándome para ir a lavarme la mano. Y es que el poder, el bien, el amor más romántico, incluso la mentira o la traición más grave, tienen dos manos, si acaso una derecha que se erige como símbolo universal o, en su caso, la izquierda de un zurdo, dueña de su destreza y su voluntad. Mi gato no ha podido morder la mano que lo ali‑ menta (cosa que hace juguetonamen‑ te de vez en cuando) porque las cro‑ quetas le llueven torpemente ya no en el plato, sino directo en la cabeza, pues la mano izquierda no domina la bolsa de Catchow. Y definitivamen‑ te no podemos hablar con los pelos de la hipotética burra en la mano sin que nos arrastre, ni quejarnos de estar muy pobres, con una mano adelante y otra también adelante, en cabestrillo. Aun‑ que sí puede jugar con otras manos y mandar a volar a quien diga que son de villanos. Sólo espero, en realidad, que no se me pase la mano. Siempre me ha parecido que los zurdos guardan un secreto, que ven la vida, literalmente, desde otro lado mu‑ cho más interesante, difícil de habitar en pocas semanas. Muchos de los que admiro fueron o son zurdos; de repente su mano izquierda hace prodigios, co‑ sas que me maravillan, grandes poe‑ mas o música, si bien todos los músicos son, de alguna manera, ambidiestros. ¿Lograré ser zurda en seis semanas? La mano está empeñada, si bien sabe que en cuanto sane la otra, la olvidaré de nuevo y no sé si para una mano eso po‑ dría ser triste. En todo caso le pediré a la otra –la imagino desbocada, libre del yeso, danzando por todas partes –que no sea descortés, que no haga mano negra (¿la mano negra se hace, se pone, se desliza?) porque, ya lo sabemos, no se vale •

PASO A RETIRARME

P

L

A VIEJA TESIS de que las televisoras en México son las más rastreras y serviles expresiones de cortesanía mediática cobró dolorosa vigencia el domingo pa‑ sado, 19 de junio, que ha pasado a formar parte de esa cauda de fechas lúgubres que se amontonan en el panteón mexicano de las conmemoraciones que nunca debieron ser. Donde la gente, como afirman sus descorazonadores testimonios, vio a elementos de presunta élite de la policía federal disparando armas de alto poder contra manifestantes inermes, los lectoservidores de los pseudonoticieros de las principales televisoras (y no pocas plumas palafreneras del gobierno en medios

impresos) vieron apenas “medidas de contención”. Contención. Vaya eufemis‑ mo pendejo. Lo que vimos el domingo 19 de junio de 2016 no fue un error de la policía. Ni una emboscada de los “malvados” po‑ bladores de Nochixtlán, Oaxaca (y de otros puntos del estado), como luego cobardemente afirmaron los policías, sino una carga calculada o, como bien expuso Julio Hernández López en su Astillero del martes 21: “Fueron ata‑ ques a mansalva. Sin riesgo alguno pa‑ ra los policías que bien parapetados, en algún caso con rodilla a tierra para ajus‑ tar bien la puntería, dispararon contra la masa de manifestantes contrarios a políticas gubernamentales. No había masas enardecidas cercando a algún puñado de agentes que en legítima de‑ fensa se hubieran visto forzados a usar sus armas como último recurso. Tampo‑ co fueron disparos selectivos contra un grupo definido de personas cuyo exter‑ minio a las fuerzas armadas les parecie‑ ra imprescindible para salvaguardar valores superiores, tal vez la integridad física y la seguridad de un colectivo puesto en peligro. Todo lo contrario: fue un tiroteo realizado a buen resguardo por policías federales que recibieron instrucciones superiores en ese sentido o que, en el poco probable caso de ha‑ ber actuado por motivación propia, du‑ rante largas y fogosas horas fueron en‑ cubiertos, protegidos y promovidos a seguir con sus mismas prácticas por sus mandos inmediatos y por los máximos jefes. A fin de cuentas, lo que cometie‑ ron fueron homicidios, homicidios ca‑ lificados". Así, sin más, sin eufemismos pendejos y sin disimulos que son bofe‑ tadas a los deudos de las decenas de miles de muertos y desaparecidos en este país, no pocos a manos de las mis‑ mas fuerzas gubernamentales que de‑ berían ser la garantía viva de que se preserven y protejan los derechos hu‑ manos de los sufridos habitantes de este México desangrado, tal que se afir‑ ma en tantos frentes ya, tanto internos como internacionales. Ahí por ejemplo los señalamientos recientes del Relator especial para las Naciones Unidas sobre

ejecuciones extrajudiciales, Christof Heyns, quien según la nota de Mathieu Torliere en la revista Proceso del lunes 20 de junio afirmó, al presentar su in‑ forme sobre derechos humanos en Mé‑ xico, que “en el país persisten las eje‑ cuciones extrajudiciales y el uso excesivo de la fuerza por agentes de seguridad”. Asimismo puntualizó que “las medidas de protección [del Esta‑ do] son insuficientes e inefectivas, la impunidad y la falta de rendición de cuentas en violaciones al derecho a la vida siguen siendo un reto serio y tam‑ bién la ausencia de reparaciones para las víctimas”. Pero de eso la televisión mexicana no dice mucho. Y para más inri , las tele‑ visoras vieron caerse el histórico recur‑ so hipnótico colectivo del futbol ese mismo fin de semana toda vez que el deslucido “tri” se fue de bruces ante la selección chilena por siete a cero. O sea que a esta nueva masacre de Oaxaca (se habla de al menos doce asesina‑ dos, veintitantos heridos de bala, de‑ cenas de personas –niños y mujeres incluidos– golpeados salvajemente por los que deberían ser agentes del orden, no matones con licencia y uniforme) no le funcionó su circo televisivo. Muchos mexicanos ya estamos fran‑ camente hasta la madre de esa manera servil y agachona de hacer televisión, que convierte el que debería ser el me‑ dio masivo idóneo para la denuncia so‑ cial y el debate ciudadano verdadero en caballerango obediente, sumisa voce‑ ría, sometida sirviente, obediente sem‑ piterna (diría Juan Marsé que “delicio‑ samente emputecida”) a los caprichos, rabietas, ocurrencias o arrebatos del papanatas presidencial en turno que muy probablemente habrá llegado al poder por forzar y aun violar los cauces legales de la democracia electoral para imponerse su imperio al “haiga sido”. Sin leer tres libros en su pinche vida. Sin ser la señora de la casa. Sin ser capaz de leer en público coherentemente un texto en español y mucho menos en inglés. Sin capacidad ni competencia ni aptitudes. Ni escrúpulos. Ni vergüenza •

CABEZALCUBO

La represión brutal

La mano y los refranes


Jornada Semanal • Número 1112 • 26 de junio de 2016

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Orlando Ortiz

Luis Tovar @luistovars

Óleo de país con gafas

E

STE HOMBRE NACIÓ EN 1899 en Sonsonate, población ubicada en la República de El Salvador. ¿Su nombre completo? Salvador Efraín Salazar Arrué, más cono‑ cido, aunque no creo que por muchos, como Salarrué. Si bien a temprana edad publicó sus primeros textos en un periódico de su país, fue su talento como pintor lo que lo llevó, becado, a la Corcoran School of Art de Washington. En una galería de esa ciudad montó su primera exposición individual. Tenía sólo veinte años. Es muy posible que durante su estancia en el extranjero siguiera escribiendo, pues al regreso a su país lo contrataron como jefe de redacción de un diario, y al mismo tiempo laboraba en la Cruz Roja. (No he podido averi‑ guar qué hacía en esa institu‑ ción.) En1927 publica El Cristo negro, relato por demás intere‑ sante que pone de relieve su ca‑ pacidad estilística así como tam‑ bién su mentalidad, fincada en principios teosóficos, singulares para su tiempo y para el mundo intelectual hispanoamericano. Es un relato de prosa impecable y eficaz, en la que se percibe tam‑ bién una increíble habilidad para crear a su personaje y llevarlo a límites que desquician al lector. Esta narración está ubicada en el siglo xvi y su protagonista es sin‑ gular. En las primeras líneas lee‑ mos: “San Uraco de la Selva no se encuentra en el martirologio pe‑ ro podemos atrevernos a creer que debía hallarse allí, aunque en el mismo cielo de Nuestro Señor, y aun en el infierno de los cornu‑ dos, se vieron en grueso aprieto para saber dónde debía quedar.” De entrada, Salarrué está presentando un personaje que es imposible precisar si por su santidad debe ir al infierno, o por sus pecados al cielo. Su complejidad es indiscutible. Uraco es hijo de la india Txinque, “nieta de reyes, medio bruja y medio lo‑ ca”, y Argo de la Selva, nacido en Bada‑ joz y lugarteniente del gobernador de Guatemala. Al quedar huérfano (obvia‑ ré detalles) se refugia en el convento de San Francisco y lleva una vida ejem‑ plar, llegan a llamarlo “fray” antes de profesar en la orden. Sin embargo, cier‑ to día se encuentra en el campo a una joven mestiza que arde de deseo por el hijo de su patrón, el cual es menor de edad y le confiesa a Uraco que son tan‑ tas sus ganas que ya no lo pensará más y seducirá al joven. Entonces, el fraile, para evitar que ella peque y haga pecar al chamaco... se ofrece a saciar sus ape‑ titos. Uraco se ausenta con frecuencia del convento y llega a oídos de los mon‑ jes que está amancebado con una mujer, con la cual tiene un hijo. Los monjes, com‑ prensivos, toleran la falta, que a fin de cuentas sería solamente el principio. En otra ocasión escucha que el hor‑ telano y el llavero están planeando ro‑ bar las joyas y los objetos de oro del santuario. Uraco, para evitar que pe‑ quen, las roba, funde el oro, y tanto las piedras preciosas como el oro fundido lo entrega a quienes habían pensa‑ do cometer aquel sacrilegio que, sin duda, los habría llevado al cadalso. Re‑ suelve irse, arroja el hábito y comienza de esta manera una vida harta de peca‑ dos y tropelías que comete siempre pa‑

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AZONES DE INGENTE PRECARIEDAD económica, pero también de clara urgen‑ cia sociopolítica, han hecho de El Salvador un país cuya escasa cinematografía se vuelca preferentemente en el género documental, suerte compartida con otras naciones cuya visibilidad mediática estriba –lo cual es de lamentarse– de manera casi única en el tamaño de la tragedia humanitaria que lo aqueje, ya sea de origen natural, político, militar o de otro tipo. Dicho de manera simple, es como si lo apre‑ miante de la realidad ahí vivida exigiese un registro fílmico lo más fidedigno e in‑ mediato posible y, en consecuencia, dejara poco o nulo espacio para la re‑creación

ficcional de esa realidad. Asimismo, en el caso salvadoreño y no sin paradoja, son escasos los testimonios cinemato‑ gráficos documentales ya no se diga recordados, sino al menos difundidos fuera de ese país. Como es de suponer‑ se, más que mala, la suerte del cine de ficción salvadoreño a nivel internacio‑ nal es casi inexistente. La somera investigación de este po‑ nepuntos no dio luz acerca de cuál es el título del primero, pero de acuerdo con la bbc transcurrieron larguísimos cua‑ renta y seis años, desde 1969, para que un segundo largometraje de ficción sur‑ gido de la república centroamericana de El Salvador fuese programado en al‑ gún festival cinematográfico. El filme en cuestión es Malacrianza (El Salvador/ México/Canadá, 2014), escrito y dirigido por el salvadoreño Arturo Menéndez.

México taMbién está en centroaMérica

ra evitar que otros sean condenados al averno. Se pasa la vida huyendo y espe‑ rando, en cada ocasión, que llegue el castigo divino para pagar por sus peca‑ dos. Porque: “Aquel hombre que se lla‑ mó Uraco y que tantos males hiciera en este mundo, para salvar de las llamas del infierno a tantos otros seres, condenan‑ do su alma, como él decía, en servicio de Dios y de los hombres...” termina con‑ vertido, por así decirlo, en la efigie de un Cristo negro, pues, a fin de cuentas, es una maravillosa “antítesis de Cristo, que cree ser llegado, no como aquél, pa‑ ra purificar las almas con el bien, sino para salvarlas con el mal”. Después de este relato asombroso por su perspectiva y por su escritura, dio a conocer otros que son muy diferentes. Late, en el fondo de ellos, ese aliento me‑ tafísico y teosófico que habrá de carac‑ terizar en alguna medida toda su obra, pero en ellos el horizonte apunta hacia lo surrealista o hacia la ciencia ficción. (Lo mismo se proyecta en sus obras co‑ mo pintor, al grado de que algunos críti‑ cos los señalan como un artista prepsico‑ délico.) Después verán la luz sus obras literarias más conocidas y polémicas: Cuentos de barro, Trasmallo, Íngrimo, y Cuentos de cipotes, La espada y otras narraciones, etcétera. Tal vez, el que mu‑ chos de sus títulos publicados (sólo mencioné algunos) sean casi imposibles de conseguir, ha hecho que algunos crí‑ ticos lo ubiquen, de manera simplista, en el costumbrismo indigenista, lo cual, desde mi punto de vista, no se justifica. Pero esto lo veremos en mi próxima columna • (Continuará.)

Con Salvador Solís como don Cleo y Kar‑ la Valencia como Araceli, Malacrianza es una suerte de cuadro al óleo en el que se representa la manera como se vive o, tristemente mejor dicho, cómo se so‑ brevive en San Salvador, la capital del país, específicamente en los barrios populares, que bien podría decirse son prácticamente todos. Más bien orto‑ doxo, quizá incluso elemental en cuan‑ to a la estructura narrativa, y otro tanto en lo que concierne al arco dramático que se dibuja, el filme no lo es en otros rubros, verbigracia la ejecución técni‑ ca, la cual muestra ciertas audacias que evidencian tener ese carácter y no el de crasos defectos hasta más tarde, cuando el espectador se ha adentrado del todo en la trama y se halla plenamente iden‑ tificado con el personaje principal, que a su vez funge como hilo conductor de los breves retratos urbanos que confor‑ man este comprehensivo retrato de El Salvador contemporáneo, y en dicho personaje protagónico consiste de he‑ cho la principal antiortodoxia del filme: don Cleo no es joven ni guapo sino muy al contrario, no tiene un centavo ni gran‑

Arturo Menéndez

des luces, no es carismático ni tiene un gran secreto guardado; a excepción de un hombre joven vendedor de pan, que más tarde y determinantemente para la trama cambia de manera radical de profesión, y de la robusta, ya no tan joven y no menos solitaria Araceli, don Cleo no tiene sino dos o tres cosas: su empleo como paupérrimo vendedor de piñatas, su fe en el dios de los cristianos –más claro: en el de una de tantas iglesias evangélicas ahítas de vociferantes fa‑ natizados y grey cándida–, y su volun‑ tad de abandonar el alcohol, angus‑ tiosamente quebrantada en cier to momento, como la suerte y la vida mis‑ ma de don Cleo. Un día va al doctor y éste, además de alguna medicina y muchos consejos, le regala unas gafas oscuras con armazón de plástico de colores que no deben costar ni treinta colones –unos cincuen‑ ta pesos mexicanos–, y que hasta el la‑ drón en el transporte urbano rechaza cuando don Cleo se las alcanza como parte de la desvalijada. Con esas gafas oscuras, estrafalarias y hasta patéti‑ cas, el viejo anda casi todo el tiempo y a través de ellas puede verse la realidad salvadoreña pero no sólo ésa sino tam‑ bién la centroamericana y, sin más, bue‑ na parte de la mexicana: se vive –se so‑ brevive– entre pandillas como la mara, crimen organizado como los cárteles, policía corrompidísima como la que usted guste, armas de fuego por todas partes, extorsiones y derechos de piso, timadores, desesperados… Pero también, a manera de tronco flotando en el naufragio social, algún gesto de solidaridad, algo de compañía y, como flor mínima en medio de lo ne‑ fasto y lo nauseabundo, también un po‑ co de cariño, exactamente como suce‑ de siempre de este lado de la pantalla, a juzgar por el hecho a veces inexplicable de que aún sigamos vivos, cercados co‑ mo estamos por tanta hambre de muer‑ te, ya sea que venga tatuada como un mara o provista de macana, escudo y arma reglamentaria como las policías federales militarizadas •

Foto: blentrend.com

CINEXCUSAS

Un tal Salvador Salazar (i de ii)

PROSAÍSMOS

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ENSAYO

Q

uizá todos, en algún momento de nuestra vida, deberíamos escribir una suerte de Carta al padre. Kafka lo hizo en 1919, a la edad de treinta y seis años, cinco años antes de morir de tuberculosis, y no publicada sino póstumamente hasta 1952. Una extensa carta dirigida a su tiránico progenitor. Y tal vez tiránico sea el adjetivo más apropiado, pues Kafka compara en su relato la rígida conducta de su padre con el modo de proceder de los tiranos y, en consecuencia, de las tiranías. Es más, si revisamos la mayor parte de la obra del escritor checo, nos damos cuenta de que sus novelas, cuentos y relatos son un angustioso alegato en contra de las distintas formas en que se oculta y se manifiesta esa estructura opresiva, es decir, tiránica, que le tocó vivir –sobre todo interiormente–, que lo marcaría emocionalmente y sin la cual –o mejor dicho, bajo la cual– Kafka no hubiera escrito lo que escribió. Lo anterior, sin embargo, ya ha sido comentado de sobra por los estudiosos kafkianos. Pero Carta al padre, al margen de ser una de sus obras más leídas, se ha visto en este sentido como un texto en cierta forma relegado, incluso menor, aunque se hable muchas veces de que se trata de la justificación de algunas obras anteriores y posteriores a él. Sea como fuere, la trascendencia de Carta al padre radica, además de sus evidentes cualidades narrativas, en que es el único texto en el que Kafka critica abiertamente la compleja relación entre poder y dependencia, en este caso representados por el padre (Hermann Kafka) y el hijo (Franz). ¿En qué reside la fascinación que nos produce leer Carta al padre? Yo digo que en su poder argumentativo. En otras palabras, en los irreprocha-

26 de junio de 2016 • Número 1112 • Jornada Semanal

Ilustración de Juan Puga

bles argumentos que Kafka esgrime a la figura paterna, protectora, “benefactora”, pero a la vez intocable, abarcadora y, por lo tanto, manipuladora de todos sus actos. Si nos detenemos un segundo a relacionar dichos mecanismos de control, no dejamos de percibir un discurso, además de psicológico, de tono casi político. Es aquí donde Kafka pudo haber disfrazado su discurso político con una situación aparentemente familiar, como lo hiciera en su fantástica Metamorfosis, o en forma de laberíntica pesadilla, tal como se desprende de sus novelas El proceso y El castillo, en donde hallamos una visión tiránica y totalizadora de un poder que, por su magnitud e intangibilidad, es prácticamente irreconocible. Hay otro elemento digno de atención en Carta al padre, y que no se presenta de manera tan clara y precisa en ninguna otra de sus obras, lo que la hace particularmente distinta: la culpa. Kafka se siente, simple y llanamente, culpable. De hecho, este es el motivo –quizá el único motivo– por el cual el joven Franz escribe a su padre: no puede dejar de sentirse culpable de lo que es, de lo que decide de su vida y, sobre todo, de lo que

Kafka

y la tiránica condición del padre Edgar Aguilar

representa ante aquél. Es un ser frágil, inseguro, mientras que su padre es un hombre de carácter fuerte y rápido de acción. A lo largo de la obra, estas características de ambos son descritas y contrastadas por Kafka en numerosos ejemplos. A pesar de ello, Kafka recurre constantemente a explicaciones un tanto infantiles de su modo de actuar. Así, la sombra gigantesca del padre hace ver a Kafka muchas veces como un niño indeciso y temeroso. No obstante, la grandeza de Kafka va por otra vertiente: esa sombra omnipresente del padre se ve disminuida, casi diluida, por la impecable argumentación que Franz realiza de su propia condición vulnerable como consecuencia del “sistema” –así lo llama Kafka– represivo de educación que el padre impone e imprime en el hijo. Cierto, Carta al padre es un relato completamente autobiográfico, pero también una obra de ficción. Aunque Kafka nunca pierde de vista la razón de redactar esa carta, dirigida a su tosco, irascible, poco afectivo y a veces despiadado padre, sabemos que éste nunca la leerá –y en efecto, realmente el padre de Kafka nunca la llegó a leer–, y por lo mismo el hijo lleno de culpabilidad nunca recibirá respuesta de su parte (al final de la carta, Kafka recrea anticipadamente una especie de respuesta o contra argumentación de su padre). Queremos pensar entonces que Kafka estaba consciente, por la profundidad y el manejo del tema, de que, como ocurriría con sus demás obras, Carta al padre no sería propiamente una carta con un destinatario definido, su padre, sino una obra equiparable a sus otras angustiosas obras de ficción, que pidió, infructuosamente, a su amigo y albacea literario Max Brod que la destruyera •

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