Semanal

Page 1

1942-2018

SEMANAL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA DOMINGO 26 DE AGOSTO DE 2018 NÚMERO 1225

ARETHA FRANKLIN O LA VOZ DEL ALMA Alonso Arreola


LA JORNADA SEMANAL

2 26 de agosto de 2018 // Número 1225

Entrevista con Cassandra Ciangherotti Foto: Timothy A. CLARY / AFP

|||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

ARETHA FRANKLIN O LA VOZ DEL ALMA “Aretha no canta soul, ella es el soul”: esta frase de Sammy Davis Jr define a la perfección a Aretha Franklin, la extraordinaria cantante y pianista estadunidense nacida en 1942 y muerta el pasado 16 de agosto. Hija de un predicador y precoz cantante de góspel, la trayectoria artística de Aretha es asombrosa e incomparable, con casi ochenta millones de discos vendidos, cerca de veinte premios Grammy y más de cien entradas a las listas del Billboard, entre otros récords, pero igual o más importante que su éxito fueron su conciencia social y su entereza, que la convirtieron en todo un icono de la lucha por los derechos civiles y el respeto a la dignidad humana, como reza el título “Respeto”, su interpretación más célebre. Dedicamos esta entrega a quien siempre cantó con y desde el alma. ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||| DIRECTORA GENERAL: Carmen Lira Saade DIRECTOR: Luis Tovar EDICIÓN: Francisco Torres Córdova y Ricardo Yáñez COORDINADOR DE ARTE Y DISEÑO: Francisco García Noriega FORMACIÓN DE DOSSIER: Marga Peña FORMACIÓN DE COLUMNAS: Juan Gabriel Puga RETOQUE DIGITAL: Felipe Carrasco y Jesús Díaz PUBLICIDAD: Eva Vargas y Rubén Hinojosa 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. CORREO ELECTRÓNICO: jsemanal@jornada.com.mx PÁGINA WEB: http://semanal.jornada.com.mx/ TELÉFONO: 5604 5520. ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||| La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor.Títulos y subtítulos de la redacción

La victimización de las mujeres, el lado femenino de lo masculino, la imagen y la fama que dan los premios, la industria del cine y sus distintas plataformas y las expectativas que genera el nuevo régimen son algunos de los aspectos de esta ágil conversación con esta joven actriz mexicana. De la llegada de amlo al poder afirma con claridad y contundencia: “Nadie que no pueda escuchar crítica merece el poder.” Un aire helado corre por la cafetería de la Escuela Nacional de Arte Teatral. Algunos estudiantes ensayan escenas, hacen ejercicios de algún tipo o se sientan a charlar en las mesas. Cassandra Ciangherotti se pone de nuevo el saco color café que se quitó al sentarse. Se aproxima la lluvia de todas las tardes en el verano de Ciudad de México. Nos rodean las placas conmemorativas de distintas puestas en escena y la gran pared curva de metal, como la mitad de un enorme cilindro, nos protege un poco del frío. La actriz platica sobre sus nuevos proyectos, como la obra de teatro Señorita Julia, del autor August Strindberg, una nueva adaptación dirigida por Martín Acosta que se presenta en el Teatro Milán hasta septiembre. También está por estrenar Tiempo compartido, película de Sebastián Hofmann ganadora de Mejor Guion en Sundance, que le dio a Ciangherotti su tercera nominación al Ariel. Ambos personajes son mujeres que luchan ante circunstancias adversas, muy similares a las que vive la intérprete en la vida real. Ciangherotti reflexiona sobre estos temas, ante un panorama que siente un poco esperanzador: el triunfo de la izquierda en las pasadas elecciones presidenciales. Puede que haya cambios, puede que no, espera sobre todo que se reflejen en el desigual mercado del cine nacional. Estas son las inquietudes que pasan por su mente, de las que habla con pasión y hasta cierto enojo, mientras el cielo se vuelve cada vez más oscuro, como si reflejara los malestares que empieza a recordar con cada pregunta: la victimización de las mujeres, el culto mexicano a la riqueza, las desigualdades que afectan desde la distribución de películas hasta la sociedad entera.

CINE, REALIDAD Carlos Díaz Reyes ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

–¿Cómo te aproximas a los temas de Señorita Julia en la sociedad actual, como la lucha de género y clases sociales? –Creo que existe la división de género porque existen las clases sociales, porque en algún momento llegó una persona y dijo “estas tierras son mías porque lo dice Dios” y empezaron a haber estas diferencias de quién es el más fuerte, quién tiene poder sobre el otro. Si vemos la vida no tanto pensando en hombres y mujeres, sino en aspectos femeninos y masculinos que habitan tanto en hombres y mujeres, creo que los hombres son los que más difícil la tienen, porque está muy castigado el aspecto femenino que habita en ellos. Siento que (August) Strindberg descubrió eso, era un inadaptado de la sociedad, un tipo esquizofrénico, bipolar, que percibía de una forma muy fuerte la feminidad dentro de él y quería castigarla, de la misma forma que muchos hombres siento que castigan su aspecto femenino. ¿Por qué? Porque son aspectos que nos hablan de la compasión, de la vulnerabilidad y no encajan con la idea darwiniana de que el más fuerte sobrevive. Creo que mientras sigamos teniendo estas percepciones del éxito y de quién está arriba de la pirámide, vamos a seguir teniendo un problema de género.


D

LA JORNADA SEMANAL 26 de agosto de 2018 // Número 1225

y el lado oscuro de lo femenino –¿Qué cambió en ti al hacer el personaje de Julia? –Me hace más bien entender mi feminidad desde la perspectiva más oscura. Lo femenino tiene una parte muy luminosa, pero también tiene una muy oscura. Son personajes que han existido desde la Biblia, desde Lilit, son mujeres que atraviesan la feminidad como con enojo, con coraje. De cierta manera hay una parte mía que quiere cerrar filas con eso, pero también tengo que tener un entendimiento de la responsabilidad que las mujeres tenemos sobre nuestros actos. No percibo a la señorita Julia como una víctima, en lo absoluto. Cuando a las mujeres las dejamos de ver como víctimas, es cuando empezamos a comprender cabalmente el potencial de su feminidad. –¿Cómo percibes el feminismo en la actualidad? –Yo lo que creo es que hay un patrón de víctima que las mujeres tienen naturalmente, desde muchos años por cómo han sido tratadas. Pero es un patrón que hay que romper, porque mientras sigamos teniendo esta percepción, no tomamos la responsabilidad de nuestras vidas. Aunque nos cueste mucho trabajo, creo que la única liberación que puede tener la mujer es hacerse responsable de su vida, desde las decisiones que toma. Claro que hay abuso de poder y frente a eso lo que queda es tomar la decisión que a lo mejor no te lleve al éxito, pero que te lleve a un autoconocimiento y a una revelación interior, que te

Siento que hay muchas actrices cuyo trabajo es mucho más valioso que una portada de revista y no se toma en cuenta y me gustaría, de repente, que todos esos medios abrieran las puertas a poner en esos lugares personas que representen más a los mexicanos que somos. Nunca ves morenas o morenos en las portadas, también eso habla muchísimo de la percepción que tenemos.

3

empodere muchísimo más que cualquier lugar que alguien te pueda dar en la sociedad. Eso es algo muy importante que las mujeres tienen que empezar a entender, empezar a ver. –¿Puede tener extremos negativos el feminismo actual? –Mira, creería que nunca es negativo porque, de alguna u otra manera, entiendo de dónde viene. Hace poquito fui a la última marcha que hubo de las mujeres y bueno, las cosas que cantaban, las cosas que decían, me hizo como encenderme, como que algo se encendiera en mí y llegué a mi casa muy enojada. –¿Qué decían? –Me acuerdo de una que decía: “Verga violadora a la licuadora.” Estás caminando con muchas mujeres que van gritando eso y empiezas a enfurecerte y empiezas a decir “pues es que sí”. ¿Por qué esta fuerza va a querer utilizarnos de esa manera? Te dan ganas de ponerte de su lado. Ahora, creo que para modificar la dinámica en la que se mueve la sociedad, hay que analizar los patrones no sólo del victimario, sino también los de la víctima. Eso es a lo que yo me refiero con modificar las percepciones que tenemos de nosotras mismas. Cuando tomemos nuestro poder, cuando nos hagamos responsables de nuestros actos y dejemos ese velo de victimismo, pueden generarse más cambios. También creo que no va a haber una liberación femenina, o de lo femenino, si los hombres no liberan ese aspecto en ellos mismos. Mientras los hombres sigan viendo quién la tiene más grande, quién es más fuerte, pues también están violentando aspectos femeninos de ellos mismos y no lo hablan tanto. Yo quisiera invitarlos a que modifiquemos el patrón de lo que concebimos como algo exitoso, fuerte o valioso. –Cambiando de tema, aunque relacionado con lo anterior, ¿es difícil ser actriz en México? –Es difícil porque sigue habiendo estas teorías del valor que se le da a la mujer cuando está muy guapa, cuando está joven, en qué tantas revistas sale. Para mí siempre ha sido una cosa que me cuestiono. No es que no tenga el deseo o que no diga “ay, qué padre sería verme guapísima en una portada de revista”, pero el problema es que ves esas revistas junto a cuatro mujeres abusadas en el Estado de México, y entonces te preguntas si eso no ayuda a la cosificación de la mujer. No tendría que ser así, que porque una mujer sale ya es un objeto, pero a veces hay que entender el contexto social, el contexto histórico en el que estás. Siento que hay muchas actrices cuyo trabajo es mucho más valioso que una portada de revista y no se toma en cuenta y me gustaría, de repente, que todos esos medios abrieran las puertas a poner en esos lugares personas que representen más a los mexicanos que somos. Nunca ves mo­renas o morenos en las portadas, también eso habla muchísimo de la percepción que tenemos. –¿Qué opinas de la división que hace entre el “cine de arte” y el “comercial”? –Siento que esa división nos la han generado las plataformas que muestran el cine. Lo que pasa con las mujeres, incluso, como el patriarcado ha hecho que las mujeres se dividan, y creo que es una de las estrategias más potentes que ha tenido el mal: divide y vencerás. Creo que durante muchos años nos separaron a las mujeres, nos metieron en cuartos diferentes, no nos dejaron hablar, nos dijeron que la más guapa es la más buena y la que más vale. Que la más joven es la que está en su mejor momento y todas esas cuestiones han hecho que se generen fricciones entre las mujeres que hay que romper. Lo mismo / PASA A LA SIGUIENTE PÁGINA


LA JORNADA SEMANAL

4 26 de agosto de 2018 // Número 1225

sucede con el cine; sucede que tenemos plataformas que deciden apoyar solamente a un tipo de película y a otro no, y entonces crean resentimiento con unas y con otras. Si tuviéramos una industria que apoya a ambas y el público pudiera tener cierto acceso a una apreciación cinematográfica, entonces ahí podríamos tener un debate real sobre qué es lo que le gusta a la gente y qué es lo que no. Pero si dejas una película un fin de semana y la otra la dejas dos semanas, y la apoyas, no solamente en el cine, sino mediáticamente, obviamente va a tener mucha más gente que la vaya a ver. Ahí radica el resentimiento, pero creo que las dos son valiosas. –Obtuviste tu tercera nominación al Ariel por Tiempo compartido, ¿qué sientes que reconozcan tu trabajo de esta manera? –Me da mucho gusto. Es una satisfacción muy grande llegar a un momento de tu carrera en que

los personajes que haces son reconocidos y te nominan, estás ahí, convives con tus pares. Es muy relativo el Ariel, una vez que ya eres miembro de la Academia (Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas) entiendes lo relativo que es llevarte un premio. Pero bueno, ser miembro de la Academia también es muy padre porque llegas a ver las películas que la gente no ve. Eso es un privilegio, pero es una hueva porque no las ve la demás gente. Ojalá eso cambie ahora con el nuevo gobierno, que se pongan unas reglas más estrictas. A mí me llama mucho la atención que cuando hablo estas cosas con la gente, de que tendría que haber reglas, muchas veces me dicen: “bueno, es que también la casa pierde si se hacen estas reglas, ellos tienen derecho porque son empresas”. Me molesta tanto. ¿Qué pierde? ¿Qué pierden las personas que manejan esto? Ya tienen todo lo que puedan pedir en la vida, más tres generaciones después, ¿qué van a perder? No podemos seguir teniendo esa mentalidad de “es un empresario y pierde y hay que entender eso”. Yo no quiero entender eso, para mí no tiene ningún sentido. No debería tenerlo para nadie. –¿Por qué ocurre esto? –México tiene un culto al rico impresionante, es culto a la riqueza, culto y respeto a quien tiene más, porque hay que respetar que tiene más dinero. ¿Qué cosas pisoteó, qué cosas se está pasando por donde le quepan para poder llegar a donde está? Y no digo que todos los ricos sean malos, pero habría que ser más equitativos, más justos con nosotros, más justos con los demás. Qué tanto poder queremos y para qué queremos ese poder. Y luego, si ese poder no se puede cuestionar, ahora que entre nuestro nuevo presidente yo espero que tenga la disciplina de poder escuchar la crítica, porque si no, no merece el poder. Nadie que no pueda escuchar crítica merece el poder. –¿Esperas un verdadero cambio con este nuevo gobierno?

–Que haya ganado la izquierda de la manera en la que ganó, no sé si verdaderamente haya una izquierda en el país, tengo esperanza como todo mundo de que las cosas cambien. Pude haber cambios pequeñitos, va a ser una cosa de paciencia, pero nadie va a llegar a salvarnos. Creo que los mexicanos somos los responsables. Demostramos que somos capaces de llevar las riendas de un país con el temblor. La Tierra nos vino a sacudir y a hacernos despertar la conciencia y decir que nosotros somos responsables de lo que pasa. Yo estaba ahí cuando llegaron campañas del gobierno a poner sus lonas y las quitaron y dijeron: “ustedes no han puesto un peso, esto es de la gente”. Claro que podemos. No creo que nos vaya a salvar el pobre de (Andrés Manuel) López Obrador, parece que es un hombre comprometido, que quiere a México. No sé qué es lo que vaya a hacer, pero no dejo la responsabilidad para nada en él. Yo fui al Centro, pero porque fui a festejar que el pri se fue con la cachetada más grande que le hemos dado. Ese partido merece morir, morir para siempre, es un asco. Lo odio, odio al pri, es la representación de toda la asquerosidad que inunda este país. –Le quedan unos meses al presidente Enrique Peña Nieto. –No sé si vaya a haber represalias contra esta gente, no quiero ni hablar del tema para que no le pase nada a amlo. No quiero pensar que hay que exigirle eso a amlo ahorita, creo que habrá que hablar de eso después. Pero lo que sí esperaría de los ciudadanos es que si algún día van a un restaurante donde esté comiendo Peña Nieto, se vayan del lugar, eso es lo que yo esperaría de los mexicanos. No esperen que alguien más haga justicia, hagámosla por nuestra cuenta. Si vas a un restaurante donde esté cenando Javier Duarte, dile al señor del restaurante: “me voy porque este señor está comiendo aquí” y grítalo y vámonos todos de ahí l Página anterior: Cassandra Ciangherotti y Luis Gerardo Méndez en una escena de la película Tiempo compartido, dirigida por Sebastián Hofmann. Izquierda: Cartel y Cassandra y Martín Acosta en una escena de la obra de teatro Señorita Julia bajo la dirección de este último. Foto cortesía de la artista.


5

Fuente: internatural.blogspot.com

LA JORNADA SEMANAL 26 de agosto de 2018 // Número 1225

PABLO GARCÍA BAENA:

un andaluz en la poesía

Semblanza de uno de los fundadores del grupo Cántico de Córdoba y de la revista del mismo nombre, cuya desaparición, a los noventa y seis años, supone la extinción de toda una generación.

Antonio Rodríguez Jiménez ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

“S

olitario, pobre, triste, casi cincuenta años, tímido, huraño, callado y sonriente Pablo García Baena.” Así se autorretrataba el poeta de Cántico hace algún tiempo. Pero hoy, a sus noventa y seis años ha desaparecido y con él toda una generación conocida como el Grupo Cántico de Córdoba. Hasta el mismo día de su muerte, en enero de 2018, fue un poeta lleno de vitalidad, activo, creador infatigable y excelente escritor, autor de numerosos libros y hasta hace poco dinamizador de la cultura andaluza. Su hermano Antonio fue el inductor de sus primeras lecturas, aunque esta afición la heredó de su abuelo: Dumas, Salgari, Verne. Luego Rojo y negro, Sonata de Otoño. A los diecisiete años, García Baena da sus primeros balbuceos en la escritura. Descubre a Lorca y a Alberti y comienza a grabar lentamente su destino poético. En 1938, coincidiendo con sus primeros escritos, muere su hermano Antonio. A Pablo este acontecimiento, tan trascendental en su vida, lo marca definitivamente. De aquí arranca probablemente el inicio de su fuerte vocación poética. Continúan sus lecturas: Cernuda y La realidad y el deseo. Amistades: Ginés Liébana desde la infancia. Estudió con él en la Escuela de Artes y Oficios. Josefina Liébana contaba que ella pulsaba constantemente para que se desarrollara el espíritu artístico de estos jóvenes que serían más tarde compañeros en la aventura estética de Cántico. En 1940 conoce a Juan Bernier en la Biblioteca Provincial. El propio Juan Bernier cuenta en su diario que “fue cuando la paz, o casi la paz, cuando volví yo a Córdoba desde aquellos Pirineos nevados, desde aquellos terueles helados o desde aquellas estepas

de Aragón, calientes y estivales. Me había familiarizado con la guerra y con todos sus muertos próximos, sus borracheras de tinto y sus destrucciones gratuitas y estúpidas. Un ferviente deseo de volver a mi vida intelectual, de volver a los libros, me hacía ir a la biblioteca todos los días. Fue entonces, en una de aquellas mañanas, cuando Pablo García Baena, ya adolescente, pidió delante de mí libros poéticos. Alguna cosa yo le pregunté ‒continúa Bernier‒ y él me dijo: Sí, yo escribo poesía. Esta fue la palabra mágica que selló una pura amistad desde entonces”. Más tarde conoció a Ricardo Molina y éste le presentó a Julio Aumente. Luego llegó la tertulia en casa del profesor del Conservatorio, Carlos López de Rozas. Se gestó Cántico. Al parecer, en 1947 todos los miembros del grupo concurren al Premio Adonais sin éxito y eso mismo serviría de detonante para crear la revista. Cuenta Rafael León en Pablo García Baena en persona que el grupo fue el resultado de la capacidad de organización de Ricardo Molina, de la discreción equilibrada de Pablo y de la disidencia magnífica de Juan Bernier. A esto hay que añadirle el impulso continuo de Julio Aumente y la perseverante adhesión de Mario López. Sin olvidar la intervención gráfica de Miguel del Moral y Ginés Liébana y la gran amistad con Vicente Núñez. La revista tuvo una primera época con ocho números que concluye en 1949, y una segunda entre 1959 y 1957, que abarcó trece números. Revista cuyas aguas, como ha dicho el propio Pablo, limpias, puras, se derramaban sin que nadie les hiciera caso. Eran los años de la postguerra y Córdoba, alta en su mármol indiferente, no era precisamente una ciudad para poetas; sobre todo para poetas que no sentían ningún respeto por Grilo o por Blanco Belmonte. / PASA A LA SIGUIENTE PÁGINA


LA JORNADA SEMANAL

6 26 de agosto de 2018 // Número 1225

Parte del núcleo del Grupo Cántico, en la Nochevieja de 1956. De izquierda a derecha: Ricardo Molina, Miguel del Moral, Pablo García Baena, José de Miguel y Juan Bernier. Derecha: Pablo García Baena (al centro) en un Recital de la Fundación Gala, 2003. Fuente: YouTube

Pero este común horizonte cordobés de cal y cipreses, de campanadas vesperales y piedras palpitantes, de naranjal y río, es lo que les haría compañía ya para siempre, lo que les va a dar a todos una unidad, diversa y armoniosa, de coincidencia, de nacimiento capaz de crear una denominación de origen, lo que luego se llamaría escuela cordobesa. Los poetas que aglutina la revista a su alrededor tienen en común el esteticismo sensualista envuelto con elementos religiosos y barrocos. O sea, es una poesía sensualista, esteticista y de cierto panteísmo barroco. Supuso la conexión con una gran tradición española y europea y el inicio de la poesía futura. Sin embargo, esto en aquellos momentos lo vieron muy pocas personas y fueron tachados de poetas rezagados, modernistas, juanramonianos, locales y folcloristas. Se habló de poesía sentimentalista y se les dijo que estaban fuera de hora, cuando en realidad se estaban adelantando a su tiempo. En los últimos años han ido desapareciendo algunos de los miembros de Cántico. El primero en marcharse fue Ricardo Molina, fallecido en 1968, después morirían Juan Bernier, Miguel del Moral, Mario López y Julio Aumente. Un año antes que Mario desapareció Vicente Núñez, muy vinculado a los poetas de Cántico y a Pablo. Rumor oculto (1946), Mientras cantan los pájaros (1948), Antiguo muchacho (1950), Junio (1957), Antología poética (1959) fueron sus primeros libros. Luego llegaron los largos años de silencio. Pablo dejó de escribir durante algún tiempo, trasladó su residencia a Málaga y

el manto del olvido se extendió durante algunos años, hasta que se publicó en la década de los setenta el libro de Guillermo Carnero El Grupo Cántico de Córdoba. Y a partir de ahí surgen estudiosos dispuestos a desempolvar el pasado e impulsar el futuro de estos poetas. Además de Guillermo Carnero, hay que destacar los numerosos estudios de Carlos Clementson, Fernando Ortiz, Luis Antonio de Villena, José María de la Torre o Mariano Roldán, entre otros. En 2009 se publicó una monografía titulada Pablo García Baena, la liturgia de la palabra. Pablo García Baena publica, en su reaparición Antes que el tiempo acabe (1978), Tres voces del verano (1980), a los que luego le seguirían Fieles guirnaldas fugitivas y las dos ediciones de sus obras completas, una en la década de los ochenta y otras en los noventa, las dos publicadas por Visor y preparadas por Ortiz y por Villena, respectivamente. A Pablo García Baena lo nombraron en 1983 Hijo Predilecto de Córdoba, y en 1984 le concedieron el Premio Príncipe de Asturias de Creación Literaria, reconociéndosele al fin su gran labor en el campo de la poesía, galardón que brindó a sus compañeros de grupo. Durante muchos años, Pablo García Baena fue el director honorífico del Centro Andaluz de las Letras. La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía organizó un merecido homenaje titulado Casi un centenario, tributo de afecto y atención por su gran labor realizada. Entre los días 12 y 21 de enero de 2004 se desarrolló el citado homenaje entre Córdoba y Málaga, las dos ciudades en las que ha vivido los mejores años de su vida. Presentaciones de libros, conferencias, programas especiales de radio y televisión y lecturas poéticas, además de un ciclo cinematográfico en la Filmoteca de Andalucía, fueron algunos de los actos que formaron parte del mejor homenaje que se le puede dar a un poeta vivo. Casi al cumplir los ochenta años, el poeta decidió regresar a Córdoba, tras su largo exilio malagueño. “Tengo que decir que para mí ha sido muy grato volver a encontrarme con una ciudad a la que quiero, y, por otro lado, como los amores son reñidos, siempre tengo con ella, con Córdoba, un altercado. He pasado treinta y ocho años en Málaga y es difícil olvidar. Yo no dejo Málaga y semanalmente iré para ver a los

amigos e ir al Centro Andaluz de las Letras. Siempre hay una simbiosis como me pasaba cuando vivía en Córdoba, que siempre volvía.” El poeta explica que de los años de Cántico apenas queda algo, “lo malo es que el fondo de la ciudad sigue siendo el mismo. Parece que no han transcurrido cincuenta años. La concentración del cordobés, ese denominado senequismo, no es más que eso que decía Machado: ‘Desprecia cuanto ignora.’ Sólo ha cambiado el decorado.” ¿Cómo era aquel mundo de los años cuarenta? Evoca el poeta: “Yo pienso, y esto es un consejo para los jóvenes, que nada hay más perecedero que la moda. Y en el momento en que un poeta joven hace los poemas tal y como se llevan en ese instante, eso va a pasar tras dos años y va a estar totalmente olvidado. Nosotros hicimos la poesía que sentíamos y no nos dejamos llevar en absoluto ni por modas ni por cantos de sirenas. Seguimos reuniéndonos, hablándonos, contándonos nuestras citas, nuestros amores, también nos leíamos poemas de vez en cuando, pero no intentamos más.” García Baena es rotundo en este pensamiento porque tiene unas ideas muy claras: “Yo creo que lo deslumbrante de la poesía es que no sirve para nada. Puede servir en un momento dado a un adolescente para que le cuente algo que él siente. Puede ayudar en ciertos momentos, pero es la cosa más inútil del mundo.” El poeta manifiesta que los editores no aman la poesía: “No la quieren editar ni la quieren repartir por las librerías. Hay libros que interesan pero no están. Creo que no interesa. Pero está ahí desde que el hombre nace, desde la sombra del paraíso, evocando a Aleixandre.” Cuando evoca el pasado y se le hace alusión a la revista, manifiesta: “La revista Cántico sirvió indudablemente. Hicimos un grupo compacto y eso ayuda. En el primer momento forjamos un frente común para lanzar la revista de alguna manera. Luego, Guillermo Carnero nos puso la etiqueta. A la larga hemos ido arrastrando Cántico todos los miembros. Lo triste fue que Ricardo no conoció el revival de Cántico. Sí Juan Bernier, Mario López y Vicente Núñez, tan unido a Cántico, que lo fue por sus afinidades hacia nosotros. Carnero es el que apostilla el Grupo Cántico. Porque no hay el grupo Caracola, Platero, pero Cántico sí, siendo como somos poetas tan distintos unos de otros. Un poeta de Cántico


LA JORNADA SEMANAL 26 de agosto de 2018 // Número 1225

Elegía Pablo García Baena

Me envuelvo en tu recuerdo como en nieblas secretas que me apartan del mundo. En la calle sonrío al amigo que pasa, y nadie, nunca nadie adivinó mi muerte bajo aquella sonrisa ni el frío sin consuelo de mis ojos que ciegan se ve a la legua, se conoce por su estilo. Pero estamos ahí acollarados.” García Baena siempre ha estado en contra de ir en grupo, defiende que cada poeta es autónomo e independiente, tiene voz propia, aunque sostiene que no es consciente de querer perpetuarse a toda costa: “Ricardo en un artículo sobre Cernuda dice algo parecido a eso: el afán del poeta es permanecer. Pero el poeta que empieza tan joven cómo va a pensar en la muerte. Quién piensa en la muerte. Somos los viejos y nos resistimos. Hay muchos poetas olvidados que no hemos tenido noticia de ellos. Se olvidaron poetas tan grandes como Juan Ramón Jiménez o Vicente Aleixandre. Afortunadamente con los centenarios vuelven, como con Luis Cernuda. Se vuelve. La influencia de Cernuda es innegable. ¿Pero él hizo su obra para quedar? Él habría dado toda su obra por vivir unos años más. Yo no lo creo. La poesía es la vida, no la muerte.” Humilde, sencillo como siempre, Pablo García Baena sostiene que no pone empeño en perseverarse: “Yo no intento aportar nada. Yo no me siento importante para decir que esto tiene que ser de esta manera o de otra. Yo lo único que intento es que sea verdadera, que sea lo más parecido a lo que yo siento, pero aportar no, porque en poesía está todo dicho desde Berceo. Tú lo que tienes que tener es tu voz propia, pero yo no he aportado nada, con sus pequeñas cosas paganas, amorosas, carnales. Pero junto a todo eso debe estar la liturgia de los sentidos. El poeta no tiene que aportar nada, sino tener una voz propia. Esa es la grandeza de la poesía.” También reflexiona sobre la muerte y sobre el más allá. Con esperanza religiosa dice que “esperamos que haya algo. No nos conformamos con desaparecer del todo. No como poetas, sino como seres humanos sencillamente. No nos cabe en la cabeza que dejemos de ser. Qué sé yo, las ilusiones, todas, el bálsamo, consuelo. Indudablemente hay un más allá. Me siento creyente y creo que debe haber algo más allá.” Pablo García Baena, a sus noventa y seis años escribía a diario, viajaba muy a menudo, impartía conferencias y daba lecturas poéticas, además paseaba por las calles de Córdoba y su obra crecía porque tenía muchas cosas que decir aún. Pero ahora ya sólo quedan sus versos para ser recordados, donde se encuentra su verdadera esencia l

pidiendo de los tuyos más desdén, más veneno. Ahora que la tarde se derrumba en las sombras, y que el libro de versos resbala por mis manos, ahora que la lluvia llora por los cristales de mi ventana, y llanto va a caer de mis ojos, antes de que una mano encienda la dorada llama de mi quinqué, dime si tú no sueñas en tu balcón, ahora que la lluvia nos une a los dos con sus lágrimas, o si sobre el teclado de tu piano oscuro agoniza Chopin bajo tus manos trémulas. Nunca sabrás el loco deseo que me tortura de cautivar tus labios bajo mi boca ávida, y sentir el latido de tu sien en mi mano aprisionada como un pájaro aterido. Pero no sabrás nunca nada de mi deseo. Nada de cuando pienso desgarrar con mis dientes los azules canales de tus venas y juntos morirnos desangrados, confundidas las sangres. Pero estamos ajenos. Yo sigo en mi ventana, y tú soñando en otro mientras Chopin suspira, ahora que aún no arde en mi quinqué la luz y que a los dos nos une la lluvia con sus lágrimas.

7


LA JORNADA SEMANAL

8 26 de agosto de 2018 // Número 1225

ARETHA FRANKLIN

o la v

Sería imposible comprender la música popular estadunidense del siglo pasado, y para el caso, del mundo, sin la figura colosal de esta “sacerdotisa” del soul, nacida en 1942, hija de un predicador y activista por los derechos de la población negra, que cantó en los funerales de Martin Luther King y conmovió hasta las lágrimas al presidente Obama en un legendario homenaje a Carol King, que fue ganadora de dieciocho premios Grammy y vendió más de ochenta millones de discos. Aquí se refieren algunas de las mejores canciones que la hiceron leyenda, sin olvidar por supuesto, “Respect”, escrita por Otis Redding, en la que se defienden los derechos de la mujer ante el machismo recalcitrante. Ilustración de Jesús Díaz Hernández

Alonso Arreola ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||


LA JORNADA SEMANAL 26 de agosto de 2018 // Número 1225

9

1942-2018

voz del alma

M

ovidos por la carga de su muerte y revisando el legado que dejó flotando en el asombro, nos propusimos un ejercicio raro: determinar el tiempo que le tomaba a Aretha Franklin someter a un alma distraída. Más o menos treinta segundos. Lo comprobamos —reloj en mano— observando numerosas grabaciones y conciertos habitados por su prodigiosa voz, allí donde los asistentes se entregaban ipso facto a un arrobo abandonado. No mentimos. Atraídos por el abismo que proponía su garganta, quienes la escuchaban en vivo sucumbían prontamente, hipnotizados. Tal magia estuvo clara desde su niñez, pues fue una superdotada. A los catorce grabó un disco debut de góspel, luego firmó con Atlantic Records y más tarde con Columbia, compañía en la que alcanzó madurez y fama mundial, todo tras la erupción de uno de los mejores álbumes que se hayan configurado en el soul: I Never Loved a Man the Way I Love You. El grupo de canciones contenido allí es implacable, memorable. Sin ahondar en numeralias, diremos que a partir de su irrupción en los sesenta y hasta la muerte, esta Papisa edificó la más laureada de las carreras femeninas: dieciocho premios Grammy, más de cien entradas a las listas del Billboard, cerca de ochenta millones de discos vendidos… cifras inalcanzables —antes y ahora— que reflejan la hondura de sus mordidas en el oído de las masas, siempre dispuestas a inmolarse en la originalidad incuestionable. Dicho esto, empero, nada hubiera sido posible sin la profunda fe que la movía. ¿Fe a qué? A Dios. A la música. Al dios de la música. Al DiosMúsica. Es por la creación de esa tercera entidad colmada de certidumbre —las otras fueron el escenario y el público— que podía cautivar de inmediato a sus audiencias. El tamaño de esta convicción fue elemento diferenciador en una trinidad peculiar: ella pastora, nosotros ovejas y la canción el Espíritu Santo. When my soul was in the lost and found You came along to claim it I didn’t know just what was wrong with me Till your kiss helped me name it

De izquierda a derecha: Aretha Franklin el 28 de enero de 1972. Posando con su premio Grammy como la mejor vocalista mujer de R&B, el 3 de marzo de 1975 y con su Grammy para la mejor inter­preta­ ción de la canción Puente sobre aguas turbulentas, en Nueva York, el 13 de marzo de 1972. En la foto rectangular aparece en una conferencia de prensa el 26 de marzo de 1973. En la siguiente, la cantante durante la 47 ceremonia de los premios anuales de la Academia en Los Ángeles, 8 de abril de 1975. Junto a James Brown durante una grabación en Home Box Office en el Tabú Night Club en Detroit, 11 de enero de 1987. Fotos: AP.

Cuando mi alma fue perdida y encontrada Viniste para reclamarla No sabía con exactitud qué estaba mal en mí Hasta que tu beso me ayudó a nombrarlo “You Make Me Feel (A Natural Woman)”

Cantar para compartir Como si intentara abordar el Cantar de los cantares u otros pasajes bíblicos, las palabras que cantaba Aretha pesaban porque venían de una creencia edificadora que debía ser compartida. Eran su misión. La cadencia en que se incrustaban, a su vez, era una continuación de la plegaria sometida por los significados que la subordinaban. Así es: la melodía no era trazo sino rastro, estela; no era abrazadera o muleta condicionante, como pasa en tantas voces que se saben —o se suponen— virtuosas y que se arrojan al pentagrama olvidando el contenido, en pos de la pirueta. ¿Ejemplos? Vamos a los extremos. Mientras intérpretes de talento como Christina Aguilera, Beyonce o Ariana Grande se contonean en el aire —y en la tierra— pensando “escuchen lo bien que canto”, Aretha Franklin se entregaba a la “cópula” religiosa entre lírica y música para que su organismo entero, ya transformado en voz, guiara a la canción. Comprueban esta tesis su coterránea Dianne Reeves, Jennifer Hudson, lp, Anthony, Cassandra Wilson y otras magnífi-

cas mujeres imbuidas por el espíritu de Aretha, quien entendía esto: es a partir del torbellino alegórico, por simples que parezcan sus impulsos iniciales, como se puede conmover al alma. Todo, hasta lo más nimio, puede elevarse al extatismo enamorando a la prosodia: The moment I wake up Before I put on my makeup I say a little prayer for you While combing my hair now And wondering what dress to wear now I say a little prayer for you En el momento en que me levanto Antes de maquillarme Digo una pequeña oración por ti Mientras peino mi cabello Y pienso qué vestido ponerme Digo una pequeña oración por ti “I Say a Little Pray (For You)”

Prédica de autenticidad Ya en 1971, el disc jockey del Fillmore West

presentaba a Aretha subrayando el privilegio de tener sobre el tinglado a la “Primera Dama / PASA A LA SIGUIENTE PÁGINA


LA JORNADA SEMANAL

10 26 de agosto de 2018 // Número 1225

del Soul”; pero ese título le quedaba chico. Tampoco nos satisface el de Reina del Soul, contraparte inevitable a James Brown. Nosotros pensamos en ella como una sacerdotisa. Nada nuevo, lo dijimos y lo sabemos. Pero vale repetirlo. Hija del góspel, sus manierismos escénicos no se comprenden sin la figura arquetípica del preacher que oficia un servicio. Ella cantaba allí arriba para indicarnos un camino de calidad y entretenimiento, pero sobre todo de autenticidad. Así comenzó su carrera, siendo niña: en el coro de la iglesia bautista New Bethel de Detroit, en donde su padre era, precisamente, predicador. Hablamos de Clarence LeVaughn Frankiln (quien moriría en 1984 tras un largo coma producido por el disparo en un asalto). Abocado a la promoción del góspel, este reverendo condujo un programa de radio e hizo giras a las que llevaba a su hija de diez años. Hablamos de un activista legendario, consejero cercano de Martin Luther King, a quien acompañó —caminando a su lado— durante la famosa marcha de 1963 en Detroit. Esto propició que Aretha participara en once eventos del doctor King junto a Harry Belafonte, Sidney Poitier, Marlon Brando, Joan Baez y otros líderes encomiables. Del señor Franklin se pueden escuchar decenas de sermones editados en disco, hoy disponibles en forma digital. Fue bajo su guía como Aretha se mantuvo luchando por los derechos civiles, financiando múltiples proyectos benéficos y participando en movimientos de la National Association for the Advancement of Colored People. Tanto así que en 1970 ofreció pagar la fianza de la activista Angela Davis, entonces metida en una histórica encrucijada política y legal. Desde luego, hay que decirlo, la propia ciudad de Detroit tuvo un papel importante en la vida de los Franklin. Conocida como la “Ciudad motor” por el boom de las fábricas de automóviles en los años cincuenta, se le conoció también como Motown, lo que luego serviría para identificar el sonido de un pequeño pero emblemático sello discográfico, cuna de proyectos fundamentales para la música de color estadunidense. De Supremes a los Jackson 5 pasando por Temptations y Marvin Gaye, el caldo musical que allí se vivía entró naturalmente a iglesias liberales que veían por el futuro de su comunidad. Por eso es que cuando hablamos de soul no existe un yugo religioso. El soul es la secularización del góspel y de los spirituals a través del rhythm and blues y del funk, lo que nos permite identificar a Aretha Franklin como su más importante pionera y creadora de sus basamentos. Así lo dijo Sammy Davis Jr en un programa de televisión: “Aretha

Franklin no canta soul, ella es el soul”. Por eso los temas de sus canciones fueron tan diversos. Caminando los derroteros del amor ideal, basta escucharla cantando “(You Make Me Feel Like a) Natural Woman” de Carol King y Gerry Goffin, justo en la celebración del Kennedy Center Honors de 2015, cuando la propia King, homenajeada junto a George Lucas, Rita Moreno, Cicely Tyson y Seiji Ozawa, brincó de su asiento siguiendo la inercia de las lágrimas del presidente Obama por una interpretación fuera de serie. También sobre amores tiernos, pero ahora en el estudio de grabación, escuche “I Say a Little Pray (For You)” de Burt Bacharach y Hal David (la citamos más arriba); una pieza llena de sofisticaciones armónicas y rítmicas que en la garganta de Aretha se acomodaban para convertirse en buena belleza. Allí hay acordes que duran seis tiempos y, mucho más extraño, el coro se debate entre el cuatro y el siete a causa de una letra que obliga a los músicos a expresiones mucho muy sofisticadas. Detractora de los malos hombres, la cantante también supo reconocer la torcedura en relaciones machistas sacudiéndose la negatividad con diversión o romanticismo: “Chain of Fools” (que algunos consideraron contra la guerra de Vietnam), “I Never Loved a Man (The Way I Love You)”, “Until You Come Back To Me (That’s What I’m Gonna Do)” de Stevie Wonder y “Ain’t No Way”, atisbo elegante sobre la liberación de la mujer cuando el asunto supondría un riesgo innecesario para una entertainer exitosa. Porque no podemos olvidar que en esos años apenas llegábamos a la Luna y la Guerra fría tenía un largo camino por delante. Mención aparte merece “A Change is Gonna Come”, original de Sam Cooke a la que Aretha modificó letra y sentido. Se hizo himno del movimiento por los derechos civiles de la población negra. Tanto que se le considera una de las más importantes canciones —en su versión— de todos los tiempos. Gracias a ella, la señora Franklin fue la primera mujer llevada al Salón de la Fama del Rock and Roll, entró a la Biblioteca del Congreso y se consagró en forma definitiva. Hablamos de una obra maestra emparentada con “Respect”, escrita por Otis Redding, en la que —muy a la manera de James Brown— Aretha exige respeto a las mujeres dislocando la letra una vez más. Por otro lado, hubo piezas como “Spanish Harlem” (compuesta por Phil Spector), que constituyeron guiños importantes a distintas minorías de Nueva York. En ella hay compromisos estéticos que cruzan el Atlántico.

Aretha Franklin se presenta en la inauguración de la toma de posesión del presidente Barack Obama en el Capitolio de Estados Unidos en Washington, 20 de enero de 2009. Foto: AP / Ron Edmonds

Del amor al respeto, la justicia y los derechos civiles Muerta a los setenta y seis años a causa de

una enfermedad con la que vivió a últimas fechas, Aretha la de los abrigos suntuosos —que terminaban en el piso del escenario—, la de las joyas —que no ofendían a nadie—, la que sentada al piano puso a bailar a Ray Charles; Aretha la que cantara en las tomas de protesta de Clinton y Obama y que tantas veces fuera a la Casa Blanca; Aretha la que regalara su voz en los funerales de Martin Luther King y Rosa Parks; Aretha la de la fuente-boca que vertía meteoritos para que fueran meteoritos y luego luz… tiene un papel relevante para una parte significativa de la humanidad nacida entre los años cuarenta y los sesenta (tiempos de transformación general). ¿Suena exagerado? Baste preguntarnos: ¿Qué tan importante es el canto en el desarrollo de las culturas? ¿Qué tanto el peso de las religiones? ¿Qué tanto la justicia racial? ¿Qué tanto la lucha de género? Luego pensemos en el rol de Aretha Franklin en esos temas, siempre a través de la materia musical; pensemos en su liderazgo artístico y ejemplo de suficiencia y fortaleza. Entonces valoremos si parece exagerado señalar su muerte como un acontecimiento histórico y si sus plegarias seguirán siendo útiles en nuestro porvenir. It’s been too hard living, but I’m afraid to die ‘Cause I don’t know what’s up there, beyond the sky It’s been a long, a long time coming But I know a change gonna come, oh yes it will

Ha sido muy difícil vivir, pero tengo miedo de morir Porque no sé qué hay arriba más allá del cielo Ha sido un largo un largo tiempo viniendo Pero yo sé que un cambio vendrá Oh sí, sucederá. “A Change is Gonna Come” l


LA JORNADA SEMANAL 26 de agosto de 2018 // Número 1225

Respeto Otis Reading (versión de Aretha Franklin) Lo que tú quieres, cariño, yo lo tengo. Lo que necesitas, ¿sabes que lo tengo? Todo lo que pido es un poco de respeto cuando llegas a casa (sólo un poco). Oye, cariño (sólo un poco) cuando llegas a casa. (Sólo un poco), hombre (sólo un poco). No voy a hacerte nada malo mientras estás fuera. No voy a hacerte nada malo, porque no quiero. Todo lo que pido, es un poco de respeto cuando llegas a casa (sólo un poco). Cariño (solo un poco) cuando llegas a casa (sólo un poco). Sí (sólo un poco). Te presto todo mi dinero, y todo lo que pido a cambio, amor, es obtener algún tipo de beneficio. Cuando llegas a casa (un poco, un poco, un poco, un poco) Sí, cariño (un poco, un poco, un poco, un poco) Cuando llegas a casa (sólo un poco). Sí (tan sólo un poco). Oooh, tus besos, tan dulces como la miel. Y, ¿sabes qué? También lo es mi dinero. Todo lo que quiero que hagas por mi, es que me los des cuando llegues a casa. Sí, cariño, dámelo (respeto, sólo un poco) Cuando llegues a casa, ahora (sólo un poco). R-E-S-P-E-T-O Descubre lo que eso significa para mí. R-E-S-P-E-T-O Ten cuidado. oh (demuéstramelo, demuéstramelo, demuéstramelo, demuéstramelo) Un poco de respeto (demuéstramelo, demuéstramelo, demuéstramelo, demuéstramelo) Oh, cariño (sólo un poco) Un poco de respeto (sólo un poco) Estoy cansada (tan sólo un poco) Sigue intentándolo (sólo un poco) Está dejando de hacerme gracia (sólo un poco) Y no estoy mintiendo (sólo un poco) (res, res, res, res) peto Cuando llegues a casa (res, res, res, res) O cuando entres dentro (respeto, sólo un poco) Y descubras que me he ido (sólo un poco) Quiero tener (sólo un poco) Un poco de respeto (sólo un poco).

11


12

Leer

LA JORNADA SEMANAL 26 de agosto de 2018 // Número 1225

EL ÚLTIMO PIRATA

Donde termina el mar, Claudia Marcucetti Pascoli, Editorial Planeta, México, 2018.

EL CONCEPTO “novela de aventuras” hace pensar en jóvenes audaces, con mucho más por ganar que por perder; historias que rara vez profundizan en la psique de estos héroes o heroínas. En Donde termina el mar, Claudia Marcucetti Pascoli narra una historia que no puede calificarse sino como “de aventuras”, pero invirtiendo, no sé si de manera intencional, los lugares comunes del género. Su protagonista, que es, pero podría no ser un verdadero héroe, Aurelio Auteri, es probablemente de los últimos piratas contemporáneos que a los ochenta años ha sido ingresado en una institución geriátrica donde sólo puede aspirar a jugarles malas pasadas a ancianos en condiciones realmente lamentables, o continuar planificando una antigua venganza. El gobierno italiano rastrea al único hijo del marino para que se haga cargo de él -en Italia las leyes referentes a la obligatoriedad de los vástagos a asumir el cuidado de sus padres son las más estrictas del mundo -y, aunque parecía imposible, Antonio Auteri, rico y exitoso médico, radicado en Miami, acepta con resignación hacerse cargo de un padre al que ni siquiera conoce. Antonio no parece albergar resentimiento contra aquel padre

Eve Gil ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||

que dista de lucir senil, pese a no ser, lo que se dice, un ángel: despiadado e infiel con su esposa Mapi, icono de santidad conyugal ataviada con ropa de diseñador; indiferente a la suerte de su hijo mayor, homosexual y exiliado de su familia, y algo menos a la de su hija menor, una quinceañera refugiada en su celular donde navega en aguas no menos procelosas que las surcadas por ese abuelo hacia el que se muestra indiferente, cuando no abiertamente hostil. Aurelio Auteri no piensa dejar pasar la oportunidad para consumar su venganza contra alguien demasiado cercano a su hijo, mismo que provocó su radical distanciamiento de su esposa y de su hijo recién nacido, aunque se trate de un anciano con Alzheimer. Está decidido, además, a reanudar su incompleta expedición hacia el lugar que alberga la Fuente de la Eterna Juventud. Pero en su camino habrán de interponerse elementos inesperados, como un huracán y una peligrosa organización criminal con la que Sofía tiene un vínculo, mejor dicho, dos: su “amistad” con la bellísima esposa del capo, apenas algo mayor que ella, y en quien ve un ejemplo a seguir, aunque ésta le trate más como a una mascota exótica que como a una amiga. La ha enganchado, además, al éxtasis. Aurelio hace un poco de lado sus planes, aunque no del todo -busca a su enemigo y arranca el mapa del punto al que anhela regresar de la pared de un museo –para convertirse en sombra de su nieta, entusiasta practicante del cutting y de la ingesta de unas pastillas como dulces, cosas de las que sólo él se ha dado cuenta. Primero la protege de los efectos del huracán que los sorprende solos en casa de los Auteri; posteriormente irá en su busca cuando advierte en la pantalla del inseparable celular de la niña que su sofisticada “amiga” le ha pedido que le lleve algo que olvidó en su apartamento hasta un barco a punto de zarpar. Aurelio no se ha separado en todos estos años de su Walther ppk, que dicen usaba James Bond, siempre cargada, y vivirá la más peligrosa aventura de su vida para rescatar a esa nieta descarriada. En Donde termina el mar, las aventuras del viejo Aurelio se alternan con la del joven Aurelio, que marcó su destino el día en que huyó de un bombardeo a su ciudad de origen, La Sapienza, durante la segunda guerra mundial, infiltrándose como polizón en un barco. Tras leer un abandonado ejemplar de Moby Dick decide su destino y se convierte en cazador de ballenas, por las que experimenta una fascinación cercana al amor. Conocerá a seres extraordinarios, entre otros, un joven verborréico al que llaman “Chancho” pero pasará a la historia como el Che Guevara; a un anticuario inglés

con quien emprende la gran aventura de su vida, y a su temperamental futura esposa Dulce, una elegante cubana pocas pulgas que no está dispuesta a ser la abnegada esposa de un marino… así como al amigo que lo traiciona y lo deja, literalmente, a la deriva. Dónde termina el mar es la tercera novela de Claudia Marcucetti Pascoli, nacida como su protagonista en La Sapienza, nacionalizada mexicana. Ha reconocido inspirarse en su propio padre para darle vida a este entrañable personaje. Aunque no veo nada nocivo en las novelas entretenidas que los escritores denominan “divertimentos”, ésta va mucho más allá del entretenimiento: es un genuino tesoro entre tantas novelas mexicanas celebratorias de la violencia, que no de “las aventuras.” •

EN NUESTRO PRÓXIMO NÚMERO

V.S. NAIPAUL (1932-2018):

ESCRIBIR CONTRA EL OLVIDO


Arte y pensamiento

LA JORNADA SEMANAL 26 de agosto de 2018 // Número 1225

13

Monólogos compartidos Francisco Torres Córdova ftorrescordova@gmail.com

A la luz del Egeo Ama al prójimo desmerecido y chancletas. Ama al prójimo maloliente, vestido de miseria y jaspeado de mugre./ Saluda con todo tu corazón al esperpento de butifarra que a nombre de la humanidad te entrega su credencial de gelatina, la mano de pescado muerto, mientras te confronta su mirada de perro… Bestiario, Prólogo, Juan José Arreola.

ROBUSTO, ALTIVO Y RUIDOSO, se detuvo de pronto. Llevaba unas bermudas cruzadas de arrugas mugrosas y viejas, una camiseta de amplias espaldas moteada de aceite y apretada a su panza voraz y elocuente, y unas chanclas de pata de gallo que dejaban afuera la mitad de sus pies. Estaba en el solario de la tercera cubierta del

ferry. Tendría una treintena de años, la cara grande en la cabeza chica, el cabello castaño con rizos pringosos sobre la frente, sienes sumidas, largas mejillas y el mentón diminuto hundido en el pliegue de una papada de piel blanquecina salpicada de puntos oscuros y forúnculos rojos. Las orejas abiertas de bordes rosados; los ojos redondos metidos a fuerza en sus cuencas sanguíneas. La boca pequeña, los dientes torcidos, encimados algunos y otros corridos a un lado y tal vez más amarillos adentro. Inmóvil mole inamovible, los hombros vencidos, la mirada insolente, metía los dedos de uñas mordidas en una bolsa de frituras de harina y después los lamía con fruición infantil. En su labio inferior de grueso declive brillaban la grasa, la saliva y el sol. Tras un espasmo del buque en la primera mañana de su lento trayecto, echó a andar con ritmo oscilante y sin embargo agresivo, el pecho hacia arriba, el ademán soberano, orillando a la gente a su paso, hasta bajar la escalera de popa a la cubierta inferior. Dejó el aire fibroso y aturdida la luz del Egeo. Una media hora después subió a la cubierta una mujer con el mismo relieve, acaso un poco menor. El cabello negro y lacio con rubios mechones ya desvaídos, la tez cacariza y morena, los ojos hinchados, uno más abierto que el otro, ralas las cejas, la nariz jorobada de fosas enormes, la boca grande de labios delga-

dos y secos. Llevaba una blusa sin mangas y bajo la tela gastada golpeaban sueltos los pechos y el vientre carnoso; un pantalón corto, sucio de siempre que se encajaba en sus ingles y oprimía sus vastas caderas, los tobillos fuertes, los talones blancuzcos y unas sandalias con suela de corcho y hebilla dorada. Se movía despacio y mecía los brazos menudos para su torso. Sudaban sus hombros más que su frente un plomizo sudor. Miró a su alrededor con displicencia y hastío, y se dejó caer en un sillón de plástico junto al barandal de cubierta. Un filo de sombra se alargaba en su denso contorno. Pasó más de una hora. De pronto retumbó en la cubierta una voz con un nombre. Ella enderezó la mirada. Era el hombre de antes que volvía a buscarla y daba zancadas sacudiendo las manos. Ella sonrío. Entonces, tendidos los brazos se encontraron los pechos. Entre reproches, arrumacos y guiños, un temblor abundante de carnes se anudó en un abrazo poderoso y preciso de tiernos colosos. Se atinaron las bocas torcidas el suave relumbre de un rosario de besos. En los hombros caídos se acordó el desacuerdo de sus dos esqueletos; en las rodillas metidas se alinearon sus talles a su íntima altura. La antigua caricia canceló en un instante su ser contrahecho y su altivo desgarbo, mientras la luz del Egeo tardaba en sus cuerpos su severo ritual de belleza… •

La otra escena Miguel Ángel Quemain quemainmx@gmail.com

Los desafíos de la escena local para el gobierno federal LA COORDINACIÓN del Sistema de Teatros ha representado en los últimos seis años un replanteamiento de la relación ciudad-teatro y ha colocado la ambición de tener un ejercicio representativo de la urbe en el que converjan las ciudades de mayor ambición estética. Lo que esta administración recogió de la comunidad artística es la necesidad de legislar en materia cultural, una deuda que mantiene el gobierno federal con el sector cultural, a pesar de que la figura de los intelectuales y artistas pesa tanto en el savoir faire de los priistas de antaño. En este sentido, son tres los aspectos que las autoridades consideran fundamental desarrollar. Los resultados que a continuación se presentan constituyen un punto de corte y, a la vez, una línea de referencia para fortalecer el quehacer cultural de Ciudad de México, y son resultado de acuerdos y consensos, de un diálogo con un sector de la comunidad cultural dedicada a la gestión.

Reforma al Artículo 139

Los antecedentes que explican la petición de reforma al Artículo 139 del Código Fiscal del Distrito Federal referente al Impuesto sobre Espectáculos Públicos (isep) se fincan en la necesidad de diferenciar los distintos espectáculos que por su alcance deberían tener un trato diferenciado en el Código fiscal. Actualmente, todos los espacios escénicos de Ciudad de México deben declarar el 8% de sus ingresos en taquilla ante

la Tesorería de la Secretaría de Finanzas. Este impuesto aplica a todos los espacios, ya sean públicos o privados, con aforo desde cuarenta localidades hasta recintos con aforo para más de 30 mil. La problemática que se discute es sobre los espacios con aforo menor a quinientas localidades, los cuales se ven muy afectados por el pago de este impuesto debido a que sus ingresos se reducen considerablemente y no alcanzan a cubrir las necesidades básicas de operación y/o producción, después de la deducción de ese porcentaje. El planteamiento que es necesario impulsar es como sigue: a) Espacios de 1 a 500 localidades quedarían exentos del pago del impuesto del 8%. b) Espacios de 501 a 3000 localidades declararían el 4% de sus ingresos de taquilla. c) Espacios de 3 mil 1 en adelante declararían el 8% de sus ingresos de taquilla. Para complementar esta propuesta se ha sugerido que con lo recaudado por este impuesto (4% y 8%) se conforme un Fideicomiso administrador para que, a través de un concurso anual, los espacios escénicos independientes puedan obtener apoyo para el mantenimiento y reequipamiento de sus espacios. A pesar de que esta propuesta se ha trabajado de una manera transversal con las secretarías de Finanzas y de Desarrollo Económico, así como con la Tesorería y la Procuraduría Fiscal, y de que la Asamblea Legislativa emitió dos puntos de acuerdo para su realización, no ha habido mayor avance.

Ley de espacios escénicos independientes

Se reconoce a Ciudad de México como un lugar que alberga un número considerable de espacios escénicos que van desde pequeños foros hasta recintos para eventos masivos. A pesar de contar con estos espacios, en la reglamentación oficial no existe una figura jurídica específica que los ampare y permita su operatividad, bajo las características particulares de su perfil. Muchos foros y espacios, sobre todo los operados por colectivos artísticos independientes, se administran y sobreviven a pesar de un gran número de obstáculos tanto legales como fiscales, los cuales deterioran el objetivo principal de esos centros cuya vocación de principio a fin es presentar un hecho escénico al público de una comunidad. Históricamente, muchos de estos foros se han visto afectados y han debido cerrar por las precarias condiciones para operar. Es indispensable aprobar e implementar una ley de espacios independientes como la que actualmente rige en ciudades como Bogotá, Buenos Aires o Madrid, donde los foros queden regulados y protegidos para un mayor beneficio tanto de los colectivos escénicos como del público. Hasta ahora se impulsó la creación de una asociación llamada recio (Red de Espacios Culturales Independientes Organizados), a la que se brindó asesoría jurídica para su creación. La propuesta de esta ley ya está prevista en la nueva Constitución de Ciudad de México, en el artículo 13, apartado d (Derechos Culturales), inciso h.

El tercer pendiente

El gran pendiente es una Ley de Seguridad Social para Creadores y Trabajadores de la Cultura de Ciudad de México •


14

LA JORNADA SEMANAL 26 de agosto de 2018 // Número 1225

Arte y pensamiento

La casa sosegada Javier Sicilia

Los celos Los sombríos Celos, de semblantes pálidos y lívidos,siguen con paso vacilante a la Sospecha que los guía. Voltaire EN 1957, ALAIN ROBBE-GRILLET escribió una novela fundamental, cuyo título, La Jalousie, es intraducible al español. Jalousie significa al mismo tiempo “celos” y “celosía”. En ella, el narrador mira a través de la celosía –que sólo le permite una visón fragmentaria– a su esposa y a su amigo Frank conversar en el jardín de la casa. Desde allí asiste impotente a lo que supone es el inicio de una relación adúltera. Lo inquietante de la novela, además del punto de vista, es la puesta en evidencia de la experiencia de los celos: una percepción –a partir de evidencias fragmentarias que no corresponden necesariamente con la realidad– que provoca una dolorosa sensación de exclusión, de despojo. No conozco una representación plástica más inquietante de esta realidad narrada por Robbe-Grillet que uno de los varios cuadros de Edvard Munch dedicado a los celos: una pequeña habitación con una chaise-longue y un tapete redondo como único mobiliario. Al fondo, en el marco de la puerta, una pareja se besa apasionadamente, mientras en el primer plano el rostro de un hombre nos mira. Pálido, sus ojos desorbitados revelan

un dolor inaudito que podría llevarlo al asesinato. Sin embargo, como sucede en la novela de Robbe-Grillet, el personaje del cuadro de Munch sólo percibe a la pareja mediante su imaginación. No la ve –está a sus espaldas–, imagina que la ve. Los celos, dice Olivié Rey en el postfacio al magnífico estudio de Jean-Pierre Dupuy, La Jalousie, une géometrie du désir, reproducen la percepción de la primera experiencia del despojo: el momento en que el recién nacido mira alejarse a su madre. “Vi –escribe San Agustín en Las confesiones– a un niñito celoso: no hablaba y miraba con malos ojos a su hermano de leche.” Los celos reviven en quien los experimenta el trauma no superado plenamente de esa primera separación y, a través de él –aunque no lo sepa o porque no lo sabe– la nostalgia de una completud metafísica, de una plenitud imposible, al menos aquí en la Tierra, como lo expresa dramáticamente el “Salve”: “A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”, y de una manera exquisita el propio San Agustín: “Señor, nunca estaremos en paz hasta que lleguemos a ti.” Sólo que los celos carecen de esperanza. Al encerrar al sujeto en sí mismo y en una sensación absoluta de exclusión, el deseo de asegurarse, dice Dupuy, la posesión imposible y exclusiva del otro, hace que los tormentos se vuelvan infernales, carentes de respuestas. Visión especular construida mediante fragmentos que, como lo revelan la novela de RobbeGrillet y la pintura de Munch, provocan una sensación de angustiante encierro, los celos nos condenan a la soledad y el sinsentido de la desesperación. Es la terri-

Celos, Edvard Munch

ble afirmación, en la ópera de Wagner, de Tristán al rey Marcos que, devorado por los celos, exige una respuesta a “este infierno del que ningún cielo libera”: “Oh, Rey, esto/ no puedo decírtelo;/ lo que pides/ jamás podrás conocerlo.” Para este furor irracional –no desprovisto de causas, pero potenciado por la imaginación y el encierro subjetivo– que clama una respuesta, “no hay, en efecto –escribe Dupuy– un porqué que ofrecer, tanto del lado del verdugo como el de la víctima. El sufrimiento de los celos carece de límites”. Signo de una exclusión y de una ausencia de orden metafísico que perdió su verdadero objeto: Dios, diría San Agustín, “necesitaría un tiempo infinito para expresarlo y un tiempo infinito para dar cuenta de las acciones que lo suscitaron”. Ante ello “sólo conviene el silencio de la noche”, el silencio del misterio. Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, detener la guerra, liberar a las autodefensas de Mireles y a todos los presos políticos, hacer justicia a las víctimas de la violencia, juzgar a gobernadores y funcionarios criminales y refundar el ine •

Las rayas de la cebra Verónica Murguía

El fabuloso cocinero de Puebla SOSPECHO QUE TODOS hemos soñado alguna vez con ser críticos de comida: percibir un sueldo por comer. Hemos visto las versiones fílmicas de este trabajo: alguien ve llegar al crítico, el chef se pone histérico, todos en la cocina se pulen y algo mágico pasa cuando el plato es servido. O no pasa y ahí comienza a ponerse interesante la situación. Yo lo he soñado, pero un vistazo al espejo me basta para cambiar de opinión: tengo un cuerpo rarísimo. Y amo los postres, así que no me convendría andar cenando por obligación comilonas de tres platos. Mis cenas son, pobre de mi marido, saludables. Quesadillas en versiones light. Y sucedió que fui a Puebla a dar un curso sobre Borges. No averigüé mucho acerca del hotel. Generalmente, si el café es bueno y el cuarto está limpio, no me agobia lo demás. Llegué, fui recibida por el encantador r. quien me dejó en el hotel y decidí comer ahí para releer algo. Dejé la maleta, me lavé las manos, tomé mi ejemplar de El Aleph y bajé al restaurante. No me fijé en el decorado; estaba leyendo El Aleph y no presté atención. Pedí unos tacos de carne de res porque, según mi experiencia, con hambre hay que ir a

lo seguro y no pedir enigmas, pues la curiosidad suele indigestar al gato. Comencé a leer sobre la muerte de Beatriz Viterbo y me hundí en el libro como si tuviera plomo en los tobillos. Me trajeron los tacos más lindos que he visto en la vida. Me gustó el emplatado, como dicen en la tele. Volví al libro y tomé el taco con cuidado para no manchar El Aleph con un chorrete de salsa. Lo mordí y casi me caigo de la silla. Era aquello un taco como no he comido otro, con el queso tostado y crujiente convertido en un encaje amarillo sobre la tortilla. Encima la carne, suave y jugosa, en rebanadas perfectas. Sobre todo esto nopales picados tan finos que al principio creí que eran salsa verde. Unos círculos como de papel –rábano cortado en laminitas– y unas florecitas verdes muy enigmáticas adornaban todo. Cerré el libro. No sólo para no mancharlo; también para concentrarme. Las florecitas misteriosas sabían a gloria. No tenía la menor idea de qué era esa delicada cosa verde que sabía a limón pero con un leve perfume metálico. No quise pedir postre para irme con el gusto de los tacos y salí a tomar el café a otra parte, más para evitar la tentación de comer otro que por ganas de salir del restaurante.

Recordé otros encuentros sorprendentes: con la comida japonesa en 1982, rambutanes, sopa de coco y jengibre en un pequeño restaurante en Estados Unidos, peras en salmuera en Francia, hígado asado (sí) en Venecia, un tamal en Teposcolula. Los tacos del hotel se añadieron a mi lista de comidas inolvidables. Al día siguiente desayuné muy bien en el mismo lugar y en la misma mesa, porque soy una mañosa. Todo estaba rico, pero nada como la comida que me había dejado estupefacta el día anterior. Me fui a la clase, la di y regresé pensando en el taco, pero dispuesta a probar algo más: pescado sobre una salsa en la que había wasabi, vegetales frescos al vapor, más hierbas mágicas mezcladas en la ensalada. El postre fue helado de arroz con leche, streussel de chocolate y miel de tomillo. Le envié mis felicitaciones al chef y en la noche tuve que cenar papaya y un té de manzanilla, porque se me había pasado la mano. Así transcurrió mi estancia. La comida era el momento más emocionante del día. Claro, quise conocer al chef. Se llama José Rolando Flores y llegó con las hierbas frescas en un plato. Fueron sorrel o acedera roja; trébol morado; arúgula dragón, mizuna; mostaza rubí y el humilde mastuerzo, una adición de fábula para cualquier ensalada. Me traje de vuelta una experiencia fabulosa. Cocinar así es una forma de arte y nos recuerda qué largo ha sido el trayecto humano desde que se domesticaron las plantas, qué sofisticación sorprendente hay en un taco. Y qué delicia es la cocina de este país •


Arte y pensamiento

LA JORNADA SEMANAL 26 de agosto de 2018 // Número 1225

15

Galería Antonio Valle

El brujo d¨Hiva-Oa y las vírgenes eróticas* Como el encuentro sellaba para siempre nuestra alianza, me protegió con un mudra delicado. Bajo aquella dharana de Budha me fundí en el éxtasis de la mujer en llamas. La otra virgen, que observaba desde una bóveda índigo, me ofreció un mango que acabó de madurar en mis pupilas. Como el único bien que yo tenía era una perspectiva sobre el río, pensé si acaso le gustaría unirse con nosotros. Ella, que estaba envuelta en un manto azul (en realidad no era un vestido sino el cielo) dijo Sí con la mirada. Desde entonces –hace ya un diluvio– vivo una historia en el paraíso de las vírgenes. En la casa flotante del “brujo d¨Hiva-Oa” el sol nace en un lienzo de la noche, la riada de septiembre trae hojas tiernas para el té y las muchachas cultivan rosas de mercurio para matizar el equinoccio.

La belleza que es personal. La única belleza que es humana. Paul Gauguin CUANDO APARECIÓ EL VIDENTE, envuelto en una capa de fuego subyugado, hacía mucho tiempo que venía rodando por el río con dos nativas místicas. Como el brujo no se acostumbraba a mi presencia, me pidió que me entregara a la escena o despertara. Era tan excitante la promesa del “príncipe d¨Hiva-Oa”, que hasta sus animales presagiaron una historia favorable. Río abajo las médiums se inclinaron ante a una pequeña diosa arcaica. Antes de que llegara al corazón del fuego, una de las vírgenes me escondió bajo sus alas.

*Cuentos y poemas bárbaros: una biografía de Paul Gauguin

El brujo d¨Hiva-O, Paul Gauguin

Cinexcusas Luis Tovar

@luistovars

Nosotros en ustedes Nadie entiende el Medio Oriente porque la gente del Medio Oriente no se entiende a sí misma. Ziad Doueiri, cineasta libanés. TE LLAMAS TONI, andas por los treinta y tantos años de edad, eres mecánico automotriz, vives con tu esposa embarazada en un pequeño segundo piso y tienes un balcón que, a su vez, tiene un tubito de desagüe que da directo a la calle; un día estás lavando el piso de tu balcón e incidentalmente el agua que arrojas le cae encima a un trabajador urbano que coordina una cuadrilla de servicios municipales. O te llamas Yasser, has vivido poco más de seis décadas, vives con tu esposa y eres el jefe de la cuadrilla que va por la calle donde vive Toni, es decir que eres a quien moja el agua arrojada por aquél; naturalmente, la sorpresa y la indignación te empapan como el agua y le reclamas, a cambio de lo cual recibes una actitud más bien grosera, que a tu vez respondes con un insulto. De nuevo eres Toni, te enfrascas con Yasser en una disputa verbal que va subiendo de tono y, mientras el incidente original –un tubo que no debe estar como está, un mero accidente– va quedando atrás, te aferras al derecho que te asiste –de acuerdo con los usos y costumbres del lugar en el que vives– a recibir una disculpa por parte de Yasser.

Ahora eres Yasser nuevamente y, pese a tu sólida negativa, por razones de estricta conveniencia laboral tu jefe directo te persuade para que vayas a ofrecerle a Toni la disculpa que está exigiendo; así pues, te diriges al taller mecánico de aquél a disculparte, pero lo que recibes a cambio es un insulto mucho peor que el tuyo. A partir de este momento, bien puedes elegir quién eres: Toni, un miembro del Partido Cristiano libanés que sigue creyendo a pie juntillas en ciertos postulados nacionalistas rayanos en la xenofobia y, de manera enfática, en algo que podría ser nombrado “palestinofobia”, o por el contrario Yasser, musulmán y refugiado palestino cuyo único deseo, socialmente hablando, es dedicarte a lo tuyo y no molestar ni ser molestado por nadie. En función de cómo hayas elegido, te tocará vivir una de dos: el papel de quien demanda una satisfacción a nivel jurídico por haber sido ofendido públicamente, o el del demandado precisamente por proferir dicha ofensa. Empero, y muy a pesar de la disputa que los enfrenta, lo que compartirán de manera soterrada no es poco ni cualquier cosa y, por lo tanto, será fundamental para que ambos entiendan al menos un poco más esa maraña

El insulto

inextricable que, incluso para ustedes que lo conforman, es el Medio Oriente. Para empezar cada uno tiene el suyo, pero en el fondo es idéntico el pasado del que provienen: si te decidiste por Yasser, sufriste la tragedia humanitaria conocida como el Septiembre Negro en Jordania, y precisamente eso te condujo, involuntariamente, a vivir en Líbano. Pero si te decidiste por Toni tampoco te fue nada bien, pues viviste en carne propia la poco mediática masacre de Damour, donde ciertas “fuerzas de liberación” asesinaron a medio pueblo, sin dejar fuera a tu familia. Por eso cuando Yasser, ese palestino que nada sabía de tu pasado, fue a disculparse, le respondiste diciendo: “Ojalá que Ariel Sharon hubiera terminado con todos ustedes.” Por eso tú, Yasser, cuando Toni expresó ese absurdo y en el fondo indeseado deseo genocida, le respondiste con un golpe seco en el torso, suficiente para romperle una costilla. Por eso el asunto –¿el tubo de desagüe, el primer y casi pueril insulto?– terminó en los tribunales, en los medios de comunicación e incluso en el ámbito político, porque una de dos: ambos tienen la razón o ninguno la tiene y, entretanto, el resto de la sociedad, de la que ustedes son sin darse cuenta ni pretenderlo buenos ejemplos de una polarización de aspecto irresoluble –no obstante soterradora de similitudes y hasta fraternidades–, se mira en ustedes, cabe esperar que se comprenda un poco más a sí misma y, de paso, nos ayuda mundialmente a entender. A nosotros mismos en ustedes, claro está. El insulto, Ziad Doueiri, Francia-Líbano-Estados Unidos-Bélgica-Chipre, 2017 •


16

LA JORNADA SEMANAL 26 de agosto de 2018 // Número 1225

Ensayo Vilma Fuentes

Las virtudes de la risa

Con el recuerdo de la difícil situación de Helena Paz y de Elenita en su exilio en París, aquí se hace un elogio del humor, poderoso recurso del alma que atempera tragedias, cura cánceres y angustias, y dignifica el sufrimiento.

lena Garro sostenía que el cáncer y la mala suerte eran virus contagiosos similares a los de la gripe o las paperas. Lo más prudente era alejarse de cualquier persona que presentase síntomas de estas y otras enfermedades. Era una íntima convicción contradicha por su hija Helena Paz, llamada Elenita, para quien no existían sino los trastornos de la razón. Cáncer, mala suerte, gripe y paperas eran el resultado de irregularidades mentales. Las discusiones entre madre e hija podían alargarse durante noches y meses. Asistí a ellas durante los varios años de su exilio en París, hecho de altibajos económicos que las hacían mudarse de un lujoso departamento en la avenida Breteuil a un lúgubre entresuelo de una pieza con paredes leprosas. Si hubiese seguido el consejo de Elena Garro habría debido rehuirles de inmediato. Elena no cesaba de clamar la dureza de su ingrato destino: la persecución que la obligó a exiliarse, su refugio en un hospicio de ancianos seniles en España, la falta de dinero para pagar sus altas facturas telefónicas y los collares de perlas para adornar su fino cuello. En cuanto a Elenita, sus recaídas a causa del cáncer eran tan proverbiales como el escepticismo de Octavio Paz cuando un alma caritativa le hablaba de la fase terminal de su hija. No me alejé de ellas desde aquella noche cuando, en una exposición de José Luis Cuevas en una galería de la rue de Seine, tuvo lugar nuestro reencuentro en París hasta su regreso a México, gracias a Rosario Avilés Fabila. Fueron años de noches en vela en sus diferentes domicilios, sea debido a sus telefonazos a medianoche, alargados hasta el alba, para informarme de su próximo e inmediato suicidio, o de la trata de blancas en

un restaurante chino donde habíamos cenado. Las quise mucho y a veces ellas también me quisieron. La inteligencia de Elena estaba hecha, a semejanza de su posición económica, de altibajos. Por momentos deslumbrante, como cuando hablaba de su interminable novela sobre Natasha Romanoff, también podía caer en los sórdidos detalles de la casera que conectaba su contador eléctrico al suyo, siendo la dueña de una tienda de lámparas. Pasamos noches enteras tratando de adivinar el futuro en el i Ching o en las cartas, sólo para preguntar en seguida al i Ching y a las cartas si habían dicho la verdad. Dudar de los oráculos acaso se paga caro. Reíamos mucho. El sentido del humor de Elena, su ironía, sus imitaciones caricaturizando a intelectuales, juicios y condenas sumarios de escritores famosos, en una breve frase: “No, fulano no plagió a James porque nunca lo leyó. Lo que lo inspiró fue su adaptación al cine”, afirmaba sonriente, como si hiciera un elogio, aspirando el humo de su eterno cigarrillo. Una madrugada, Elena se irguió en su silla, donde permanecía con la espalda inclinada, alzó los brazos, se estiró como sus gatos, se levantó con la agilidad de una bailarina y dijo: –Me siento aliviada de todos mis achaques, como si hubiera rejuvenecido, saludable como no lo estaba hacía muchos años. Es la risa. Nos hemos reído tanto esta noche. No hay remedio mejor que la risa para curarse de cualquier enfermedad. –Tienes razón, mamá, ¡hasta el cáncer se me acaba de curar!, exclamó Elenita con el entusiasmo de una poseída. Fue una de las raras veces que las vi de acuerdo. Ambas estaban convencidas

de las virtudes mágicas de la risa como remedio; para una, como medicina, para la otra, para exorcizar la mala suerte y los bajos sentimientos, como para aliviar cualquier enfermedad incluso en fase terminal. Si la tristeza puede provocar el cáncer, la risa lo cura. El llanto es un germen dañino, portador de todos los males: arteriosclerosis, vómitos y diarrea, esquizofrenia, Alzheimer, bronquitis, ceguera. De ahí el peligro de las telenovelas lacrimógenas para la salud pública. No entiendo por qué no meten a la cárcel a los fariseos que las producen. Debe ser para enfermar al pueblo, inoculándole el vicio de llorar hasta hacerle perder el gusto por la vida, cualquier capacidad de rebeldía. Las Elenas se quitaban la palabra, apasionadas con el tema. Tenían razón: aunque no sea un método infalible, la risa alivia el malestar y puede curar incluso desamor y rencor: “Hacer reír es hacer olvidar, qué mayor bienhechor si no un distribuidor de olvido”, decía Víctor Hugo. Analizados por la ciencia, hay ejemplos médicos: un tipo desahuciado abandona el hospital. Para evitar pensamientos mórbidos, compra películas del Gordo y el Flaco. Imposible no reír aunque se esté en el umbral de la muerte. Los dolores se atenúan. Cuando vuelve a visitar a su médico, éste queda estupefacto ante los resultados de los análisis. Ni rastros de tumores. Lo que no es aún explicable es la risa y sus cualidades curativas. No son las únicas. Disminuye la violencia y si, como señala Cocteau, “carcajearse es la prueba de un alma excelente”, la risa hace fulgurar la inteligencia. Bien dijo Rabelais, autor de Gargantúa y Pantagruel, “la risa es lo propio del hombre.” •

Ilustración de Juan G. Puga

E

Elena Garro y Helena Paz Garro


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.