SUPLEMENTO CULTURAL
No. 211 - 31 DE AGOSTO DE 2015 - AÑO 5
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
El viernes pasado, el escritor zacatecano Gonzalo Lizardo presentó en la Librería Andre-a de esta ciudad, su más reciente libro de cuentos, editado por Era, titulado Inmaculada tentación. Ignacio Trejo Fuentes y Jael Alvarado Jáquez comentaron esta obra de “literatura onírica” -llamada así por su autor-. La presentación fue organizada por la Librería Andre-a, el Área de Arte y Cultura de la Universidad Autónoma de Zacatecas, la Secretaría de Actividades Culturales del Sindicato del Personal Académico de la UAZ y Dosfilos Editores.
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LA GUALDRA NO. 211 / 31 DE AGOSTO DE 2015 / AÑO 5
El pasado viernes, tal como se lo anuncié en La Gualdra anterior, se llevó a cabo la presentación del libro Inmaculada tentación del escritor zacatecano Gonzalo Lizardo, en la librería Andre-a de esta ciudad. Ignacio Trejo y Jael Alvarado tuvieron la encomienda de realizar los comentarios de este libro y créame cuando le digo que eso fue un buen acierto. Le platico por qué, ambos, Nacho y Jael, comentaron el libro señalando de manera sencilla, hasta divertida, los muchos aciertos de esta obra literaria compuesta por doce cuentos breves, algunos de los cuales, de acuerdo a Ignacio Trejo, podrían incluso convertirse en novela. Después de que los comentaristas leyeron sus textos, tocó el turno al autor, Gonzalo, quien nos platicó a los asistentes cómo era que se habían gestado las historias, durante cuánto tiempo… De especial interés me resultó el que mencionara que los cuentos de Inmaculada, al ser producto de sus sueños, podrían catalogarse como de “literatura onírica” porque todos habían partido de sueños que había tenido en diferentes etapas de su vida. Gonzalo compartió con nosotros cómo en ocasiones se despertaba a las 4 de la mañana después de haber soñado algo y en lugar de volverse a dormir, se levantaba en ese momento a tomar notas para que el sueño no se le olvidara al amanecer. En ese momento me quedé reflexionando en cuántos sueños hemos tenido que bien podrían ser parte de un libro y cuántos sueños hemos olvidado al despuntar la mañana. ¿Recuerda usted qué soñó anoche? ¿La semana pasada? ¿Recuerda los sueños que tuvo cuando era adolescente? ¿Tiene algún tipo de sueño recurrente? Si acaso es así, ¿el sueño en cuestión es feliz o es una pesadilla? ¿Sueña a colores o en blanco y negro? Sin afán de meternos en interpretaciones y conflictos freudianos, creo que sería un buen ejercicio ir registrando los sueños que uno suele tener –dormido o despierto- para con el paso del tiempo contrastarlos con la realidad. Ir reconstruyendo la memoria antes de que termine por desdibujarse; porque también es cierto, como dijo Ignacio Trejo la noche de la presentación, que a veces uno quisiera no recordar las cosas soñadas y que llegará el momento en que ya no recordemos nada. Yo recuerdo, por ejemplo, una ciu-
dad llamada Zacatecas que era conocida por ser un lugar muy tranquilo, apacible en su señorío provinciano. Las calles eran empedradas y por algunos de los callejones solían incluso circular los coches de manera habitual. La gente de esa ciudad se despertaba todos los días y barría el frente de sus casas, era siempre cuidadosa de que las calles lucieran limpias y así eran: limpias, ésa era otra de las características de esta ciudad. Al caer la tarde, su belleza se acentuaba pues el azul del cielo justo antes de anochecer, es de un tono indescriptible, tanto así que sólo quienes lo hayan visto coincidirán conmigo en que las palabras no son suficientes para narrar cómo es. La iluminación pública era sobria, nada de luces escandalosas: unos cuantos faroles eran suficientes para alumbrar la cantera adormecida. Por las noches, la gente podía tranquilamente hacer largas caminatas por el centro, en silencio, sin temor a nada. Hubo en esa ciudad un hombre llamado Federico quien tuvo la idea de que esa belleza debía ser preservada y se dedicó, entre otras cosas, a llevar a cabo una estrategia de “Despepsicocalización”. Después de mucho trabajo, este espacio, el centro histórico de la ciudad, obtuvo el nombramiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad y durante algún tiempo, podría decir que hasta que murió don Federico, la ciudad estuvo protegida por hombres y mujeres interesados en que este espacio siguiera teniendo esas características de ensueño. ¿Lo soñé? ¿O fue cierto que durante muchos años Zacatecas era así? ¿Fue acaso cierto que podíamos presumir de ella como una de las ciudades más bellas, más limpias y más seguras del país o fue producto de mi imaginación? Ayúdeme, estimado lector, a recordar cómo era Zacatecas. Si acaso esta noche recuerda en sus sueños más características de esa ciudad que cada vez tiene menos que ver con la de ahora, le pido por favor que anote en una libreta -como Gonzalo Lizardo- cuando despierte, cómo era. Porque sólo así, soñando, documentado los sueños, podemos todos juntos recuperar esta ciudad que nos pide a gritos ser rescatada. Que disfrute su lectura. Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Una caricia Por Gabriel Luévano Gurrola
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Bibliotecas y archivos: rincones del cerebro primitivo Por José Juan Espinosa Zúñiga
Otro de los muchachos del patio trasero Por Rolando Alvarado Flores
Inmaculada tentación de Gonzalo Lizardo Por Ignacio Trejo y Jael Alvarado J.
Volteando a la infancia Eduardo Campech Miranda Esbozo sobre la amistad en un instante del Quijote Por David Alberto Valerio Miranda Desayuno en Tiffany’s, mon ku La bella temporada Por Évelyne Coutel Castillo de sal si puedes Por Ester Cárdenas Apuntes de “hermeméutica” Por David Castañeda Álvarez El Picaporte Por Simitrio Quezada
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El vacío corazón Por Carlos Flores El Natas Por Alberto Huerta Mochila Por Pilar Alba
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Una caricia Por Gabriel Luévano Gurrola
brazos), en una calle muy larga, llena de árboles. Las piernas, hasta entonces fuertes, le comenzaron a doler y lo abrazó una tenaza invisible en las corvas, como una novia de acero celosa y fría. Caminó lentamente, todavía sin voltear, y debió estar llorando por la mirada interesada aunque púdica de los pocos viandantes que se le cruzaron. Se sentó en los escalones cortos que daban a una puerta para tallarse los ojos, sin soltar la cadena, devolviéndole sus cuatro patitas al perro que trató de alejarse aburrido del contacto. Tenía la cara seca por fuera, húmeda y caliente por dentro. Le dolía, iba a soltar todo cuando una voz a sus espaldas lo hizo girar rápidamente. -¿Qué te pasa? -Me va siguiendo, un... por Dios, es hermosa-, pensó. Una mujer alta, con un vestido engañosamente flojo (luego lo sabría), lo miraba desde su altura con una mirada radiante en su desconcierto, más limpia que su tez blanca, más profunda que los brazos requemados con bolsas de centro comercial. Tenía una pistola. “Buenas tardes”, dijo, asustada, pero antes de cerrar la hoja de fierro soldado (abierta desde que el muchacho se sentara mientras ella daba vuelta a la llave para entrar), vio al perro y se detuvo. -Me lo quiso quitar, yo corrí. El zaguán en donde lo invitó a sentarse estaba repleto de jaulas con pajaritos y de macetas, cada cual con plantas que creyó nunca haber visto, y creyó estar atrapado entre paredes vegetales. Un tenderete mostraba una hilera de ropa interior color rosa. Acezó, tratando en balde de apartar la vista, cuando percibió el cristal helado, lleno de limonada, que la mujer le pegó al hombro. Le sonrió y luego al perro inspeccionando los rincones del fresco recinto. “Acabo de llamar un taxi. No pasa nada, hijo”, dijo tranquila, dulce, artificial, como una mujer segura de sí misma. La limonada sabía a rayos. ¡Era evidente! Una esposa
joven, dispuesta a ser cotidiana, sin dejar de ser coqueta en la intimidad, un sitio donde sería mejor que cocinera, ama de casa o salvadora. Le tendría que tocar el pelo, besar las mejillas, apretarlo a su pecho tensado en el vestido de una pieza, rojo, que plegó a su cuerpo cuando, de espaldas, se agachó para recoger una lata de frijoles. Ya estaba perdido, pasara lo que pasara. Era como si todo ese paraíso vegetal se le metiera dentro y germinase en un estallamiento de nuevas, rojas y espinosas flores. El corazón le estallaba, deseó tocarla. “¡Por Dios, es hermosa!”. Cuando llegó el taxista ella le contó lo sucedido y el hombre corpulento que parecía salido del sótano de un taller mecánico se quejó de la situación del país y accedió a cobrar la mitad. Sólo entonces se le ocurrió a la mujer hacer la pregunta. -¿Cómo se llama? -Bravo-, dijo el muchacho, ya dentro del taxi que lo llevaría a su casa. -No lo parece-, lo acarició largamente, con las dos manos, y un beso fingido, apenas un chasquido sobre el aire que olisqueó el can y a él le pareció un trozo de estúpida, irresistible sensualidad, cerró su boca para siempre, pues lo despidió con un amplio movimiento de la mano y una sonrisa, nada más. Cerró la portezuela y se perdió a lo lejos. Sin duda tenía una magnífica historia para contar a los muchachos a primera hora de la mañana y convertirse en un modelo de resistencia en tiempos de tan vil sociedad. La secundaria entera susurraría el repentino prestigio, ignorado y descubierto, y los maestros sacudirían su mano con silente aprobación. Podría incluso añadir a su gusto otros detalles que, si bien no pasaron, lo pudieron haber hecho. Salpimentaría con los datos en centímetros de cómo pasaron las balas junto a su oreja, cómo la mujer le adivinó en el rostro el aplomo martirizado de los que sólo nacen para soportar mejor que los otros, cómo lo llevó a su alcoba para iniciarlo en el amor. Se sintió tonto. Desde que vio por vez primera el rostro blanco había comprendido que no tendría manera de contar aquella historia. El dolor de su bajo vientre, más crudo, infantil y sin remedio le recordaba que la iniciación era otra. La iniciación en el miedo. La humillación lo rebalsaba. Supo, de golpe, casi sintiéndola ya como se siente la palmada de un enemigo al que se acepta por no haber remedio alguno, la soledad que lo aguardaba a partir de ese momento. Nadie más que su desfallecida persona sabría del verdadero dolor que carcome las entrañas tras haber estado al borde de la muerte, de las palabras tontas deseando un mundo mejor del hombre que golpeaba indignado el volante, del aliento podrido que le imaginó al sicario, de lo mucho que deseaba que tan esperada caricia hubiera sido para él.
Literatura
Su precoz pesimismo fue lo que le permitió reconocer, como la inútil confirmación del mal presentimiento con el que despertó, la carga de peligro y amenaza que escondían las palabras del hombre, entre gangosas y comprimidas, parecidas a un montón de guijarros cayendo de una cascada de grasa y animales moribundos. “¡Qué hermoso perro!”. Lo rasposo de su forma, hacía entendible la relación entre el tono de la voz y el figurín que la emitía. Terroso, envuelto, igual que un embutido a punto de desbordarse, en negra mezclilla desde encima de las botas turquesa hasta la pañoleta mal amarrada y moteada de verde sucio, casi oculta bajo la barbilla que no merecía ese nombre. Constelado por una ristra de medallitas y parches fosforescentes, volvió a repetir: “Bonitos los perros. Buenos amigos. Tú eres mi amigo, ¿no es cierto?”. Sólo después de bajar la cabeza con la intención de hacer un saludo obligado, que se malogró angustia, el muchacho pudo ver el arma bruñida, chocando visiblemente con la sarmentosa indumentaria del hombre al que le imaginó una halitosis insoportable (amenazadora y prontamente cubierta por la mano de dedos regordetes que hizo crujir la cartuchera, era, por otro lado, tan adecuada a la ebriedad libidinosa y abusiva en los ojos mirándolo y prometiendo la realización de pesadillas vistas por él únicamente en diarios). “Me va a matar”, pensó, “si no le doy al perro”. Se inclinó, aparentando una finta sumisa, le apretó la cabeza sobre su rodilla antes de levantarlo y acunarlo. Entonces echó a correr. La cantina El Náufrago, de donde había salido el borracho, antiguamente refugio de homosexuales acostumbrados ya a ser conocidos y saludados con sorna tolerante, estaba ubicada en la avenida del “Reformador” y, para su fortuna, en una esquina que daba a la calle “La Jaqueca”. Al instante siguiente de dar la vuelta oyó los dos disparos seguidos y los gritos de la gente, arrancones, y luego nada, salvo el ruido del plástico abierto de sus zapatos en la acera, tan parecida a otras de esa ciudad que se había llenado de matones, bares estridentes y presidentes amantes del relumbrón y el lucro de las tinieblas. No se le ocurrió mirar hacia atrás. Acababa de descubrir una lección de supervivencia. Si se quería perder a alguien, lo mejor era, aparte de correr con todas la fuerzas, buscar las torceduras, doblar esquinas lo más posible, así, el persecutor quedaría enredado en un laberinto de posibilidades que terminarían por amainarle la cólera. Dobló la “Jaqueca” y siguió con el método hasta quedar exhausto (el perro babeándole los ante-
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LA GUALDRA NO. 211
Libros
Bibliotecas y archivos: rincones del cerebro primitivo Por José Juan Espinosa Zúñiga
I El lenguaje es evolución al mismo tiempo que magia. El garabato, la marca, la letra, es producto de la transmutación del pensamiento al mundo material que, a la postre, podrá perpetuarse en la memoria escrita. Las imágenes que penetran a través del ojo receptor, y van luego a la membrana para bifurcarse al cerebro y hacer estación en la corteza visual, vienen de un mundo y han llegado a otro. Recorren nervios, retina, lóbulos, se mezclan con materia gris, cruzan de un hemisferio a otro; luego se detienen como el viajero. Transmutan. La señal ya partió, la garganta se expande y se contrae, la lengua se retrae, los labios se separan como si un primigenio mar rojo se partiera en dos, luego surge eso que no surgió de la nada: la imagen que penetró al otro mundo, recorrió cavernas y rincones, ha regresado transformada en palabras y sonidos, así como el héroe de las mil caras de Joseph Campbell. II Como señaló el historiador Fernand Braudel en la segunda mitad del siglo XX, la sociedad occidental inició su recorrido hacia la modernidad luego de perfeccionar la funcionalidad de su escritura. Los libros son sujetos que resguardan conocimientos, oráculos que encuentran en las bibliotecas y archivos sus santuarios, lugares míticos de materia viva al que el cerebro primitivo puede acudir cuando desea encontrar respuestas al mundo que le rodea, sólo para vencer el miedo o la incertidumbre de su existencia. De las sociedades antiguas a las contemporáneas, la escritura ha contribuido con la diseminación de sistemas políticos, religiosos y culturales. La revolución que conllevó la llegada de la imprenta para las sociedades modernas de los siglos XV y XVI, es equiparable a lo que las nuevas tecnologías de la era digital (como las computadoras y el internet) están haciendo en la actualidad. Como bien lo ha señalado Marc Fumaroli, “todo progreso comporta sus daños colaterales”. Estos cambios se enmarcan dentro de grandes transformaciones, como las formas de transmisión del conocimiento, la recepción y
procesamiento de información, además del mercado que ha representado la escritura impresa en los flujos culturales. En este sentido, las bibliotecas y archivos han sido los receptores naturales de toda una revolución. III El libro Impacto académico y social de la construcción de espacios en los servicios de información de bibliotecas y archivos precisamente tiene como mayor cualidad el de proponer la reflexión acerca de las continuidades, transformaciones y retos que sufren estos espacios. A lo largo de sus siete capítulos, los autores hacen énfasis sobre el estado actual de bibliotecas universitarias (el caso de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí) y públicas (como la Biblioteca Estatal de Ciencias en Yucatán), además de los archivos de particulares y
aquéllos resguardados por el aparato estatal. Al margen de que las bibliotecas pasen a llamarse centros de información, la obra da cuenta de otras adaptaciones, tanto en materia de infraestructura, como en capacitación de personal y actualización de tecnologías. Lo anterior hace que por momentos parezca estar dirigida a autoridades universitarias y personal bibliotecario. Sin embargo, el espectro de este libro es mayor. Constatamos que los sistemas de bibliotecas por ejemplo, despiertan en el estudiante un sentido de valorización respecto a los espacios de su universidad. Estos espacios se convierten en símbolos. Otro alcance que tiene el libro coordinado por la Dra. Celia Mireles, es el de valorar el impacto que las bibliotecas tienen en la sociedad al abrir sus puertas al público en general. El lenguaje utilizado durante la obra también es un punto a destacar. Si bien los primeros seis capítulos son uniformes en cuanto al argot característico en las ciencias de la información (que no es de extrañar si tomamos en cuenta la formación de los autores), en el último, dedicado a la pérdida de impresos por el fuego, destaca una narrativa propia de las humanidades. La pasión que por los libros y demás impresos plasma el autor, causa arritmia en una obra que se caracteriza por lo pausado y oficioso. Lo anterior más que un defecto es una virtud que agradecerán los lectores, amantes de libros, que se sumerjan a las páginas de una obra que tiene como protagonistas las bibliotecas y los archivos. El capítulo de Edgar A. G. Encina, luego de reconocer la función de la tecnología en la transmisión del conocimiento, nos hace evocar el romanticismo propio de la naturaleza del papel, que al ser un producto de materia viva exige luto cuando se extingue ante el fuego, recordándonos la magia que existe en las bibliotecas y documentos escritos, ya por el lenguaje, su belleza física o el conocimiento que encierran. Walter J. Ong, Oralidad y escritura: tecnologías de la palabra, Fondo de Cultura Económica, México, 1997. 2 Fernand Braudel, Civilización material, economía y capitalismo, siglos XV al XVIII, Alianza Editorial, Madrid, 1984. 3 Marc Fumaroli, La República de las Letras, Acantilado, Barcelona, 2013, p. 9. 1
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Otro de los muchachos del patio trasero Por Rolando Alvarado Flores
viaje del beat paradigmático ocurrió entre 1947 y 1950, publicándose la novela en 1957, por lo que ese recorrido no fue hecho durante la gran depresión, sino en medio del despegue económico de los Estados Unidos después de su victoria en la Segunda Guerra Mundial. El país que conocieron, la gente que encontraron y las relaciones sociales que los formaron debieron ser muy diferentes, lo que podemos asumir que quedó plasmado en sus novelas. Paul Goodman, en Growing up absurd, un libro de 1960 dedicado a los problemas de la juventud norteamericana, no encuentra que las propuestas de los beats –si acaso eso son- sean consistentes, y considera que la clásica novela de Kerouac es “pueril”. No es difícil notar que las experiencias del joven Sal Paradise, motivado por su amigo Dean Moriarty, son la escenificación de la imaginería de cualquier joven de clase media que aspira a conocer el mundo y encontrar vivencias lúdicas, acordes a la visión del mundo que detente desde la atalaya de su posición de clase; además, Kerouac no era californiano. Sin embargo, la obra de Willeford, y en particular su novela de 1955, Pick up, no tiene puntos de contacto con los beats, ni siquiera con las novelas de construcción de la personalidad, sino con lo que los yanquis denominan hard boiled fictions. En tal tipo de ficción, que se consolidó en la década de los 30´s, en el pulp de título Black mask, abundan las escenas de violencia y sexo explícito, constituyendo una transformación de la novela policiaca inglesa en la que el descubrimiento del procedimiento urdido para cometer el crimen por parte del detective racional –un Dupin, un Holmes- es el elemento más importante de la trama. Con Dashiell Hammett y John Daly, mediante la violencia, el sexo y el ambiente marginal, se rediseña la novela policíaca de Poe y Conan Doyle, introduciéndose el personaje ideal para estas nuevas situaciones: el detective duro, rudo, violento, sexualmente atractivo. Si a este escenario le añadimos una femme fatale tendremos las convenciones
Libros
En “The boys in the back room” una reseña de cinco escritores californianos en cuya obra figura eminente el estilo de vida californiano –incluida en Classics and Commercials-, Edmund Wilson escribió refiriéndose a James M. Cain: “El héroe de la típica novela de Cain es un marginal bien parecido que lleva una vida de vagabundo arrogante, y que invariablemente cae bajo el influjo –para mal- de una mujer decidida y vulgar de la que le resulta imposible escapar”. Los personajes de Cain, continúa Wilson, se mueven a lo largo de un precipicio al que en algún momento ceden. En Hemingway, origen de la novelística de los autores escrutados por Wilson, los personajes son esencialmente decentes y valerosos, pero la vida les ofreció un mal trato. Mientras que en Cain tal decencia está evaporada y sus personajes están condenados desde el inicio porque cargan el abismo con ellos. En la parte final del ensayo, Wilson imagina que en esas novelas se encuentra resumida la experiencia de los habitantes de California, tan lejos de New York y de Europa y tan cerca del oriente. El clima del pacífico, el sol vacío, las montañas secas y las lluvias incesantes prodigan una sensación de vacío que linda con la irrealidad. Es eso lo que, según Wilson, aparece precipitado en las novelas de Cain, Saroyan, Steinbeck, Storm y O´Hara; a lo que podemos añadir que sin duda J. G. Ballard y Philip K. Dick estarían de acuerdo. California es, desde su nombre, un amontonamiento de irrealidad, sueños, paisaje y ciudades megalomaniacas que definen esa región como una de las más grandes economías globales. Aunque nacido en 1919 en Little Rock, Arkansas, desde la edad de tres años Charles Willeford residió en el área de Los Ángeles. En su libro de memorias, I was looking for a street, nos comenta que en 1932, durante la gran depresión, viajó a lo largo de la frontera con México durante un año, con una identidad falsa y simulando tener diecisiete años. Con tal telón biográfico de fondo la primera especulación que viene a la mente es que, en retrospectiva, de su pluma debía surgir algo como On the road, novela de Jack Kerouac. Sin embargo, el
elementales del género Noir. Debemos indicar que la descripción que hace Wilson de las convenciones que aparecen en las novelas de Cain se aplican a todo el género, y Pick up de Willeford pertenece a ese género. En ella aparece un marginal bien parecido que vagabundea y es víctima de una femme fatale a la que no se puede resistir; sin embargo, el abismo que recorre no lo absorbe y sale más o menos bien librado. La novela negra consigue resaltar, para eliminar, la ingenuidad que las novelas de detectives manifiestan cuando colocan su fe en la capacidad del raciocinio para vérselas con el mundo. En forma paródica Borges señaló esto en La muerte y la brújula. El mundo es demasiado complejo –i.e. violento, pasional, misteriosopara ser domesticado por los trucos del raciocinio, aunque en esa complejidad existe una simpleza que el instinto puede manejar. Por eso los personajes son rudos, brutales, desarraiga-
dos, cercanos a los sentimientos irreductibles del sexo y la violencia. Pero también cercanos a la felicidad. En la primera parte de Pick up, cuando los personajes se encuentran, se dedican al sexo, el alcohol, los cigarrillos y la pintura. Es hasta que se les termina el dinero y han de afrontar la sordidez del mundo del trabajo que los buenos tiempos terminan, las sombras del crimen se asoman y el mundo se torna oscuro. Sin duda en Hammett o Cain, atenidos a la melancolía del paisaje, la ineluctable conclusión es la muerte, pero para Willeford la muerte no es solución, y aun en el sol vacío de California, en medio de la irrealidad de Los Angeles, los que rondan el abismo, aunque quieran caer en él, no caen. Hay en Pick up un giro que explota los puntos de indeterminación de la narrativa que aparece de nuevo en The year of the quiet sun, de Wilson Tucker, y que es mejor no revelar, porque cambia el conjunto de expectativas del lector.
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Inmaculada tentación de Gonzalo Lizardo
Libros
Lo extraño como natural en Inmaculada tentación Por Ignacio Trejo Tal vez me equivoque, pero creo que por la narrativa de Gonzalo Lizardo corre sangre de monstruos literarios: Kafka, Poe, Lovecraft, Borges, Cortázar… Su presencia se respira, se siente en los cuentos y novelas del zacatecano, y tal vez sean lecturas asimiladas, quizá no, pero el resultado es muy bueno. Esas influencias, o coincidencias o parentescos o como prefiera llamárseles se manifiestan sobre todo en los asuntos tratados y no tanto en la forma. Pensemos en Kafka. Cuando uno lo lee o lo descubre se siente extrañado, lleno de pasmo, como si se entrara a una casa ajena rarísima, nada es igual a lo conocido; pero resulta que cuando uno se ambienta y se acostumbra a las rarezas de ese espacio todo se vuelve natural, casi cómodo y aun familiar, se convive con situaciones y personajes distintos pero, ahí, normales: todo sigue su propio, natural y riguroso orden, y pensamos que los extraños e incomprensibles somos nosotros, los invasores de ese ámbito extra real, kafkiano. Cuando leí la novela Invocación de Eloísa todo parecía transcurrir según el orden establecido, el común y corriente, y de pronto da un giro –o serie de ellosbrutal: ¿Existe Eloísa o es un delirio, o un fantasma o tan solo un ente sobrenatural?, ¿es acaso y además mujer de carne y hueso? ¿Y los otros protagonistas, como el payaso y su mono, o la santa que se humaniza, y los otros que pasan de ser figuras de yeso a unas vivas que bailan, cantan, se embriagan y se aman? Ésta no es literatura de horror, sino algo diferente. Gonzalo Lizardo es un escritor distinto, sui géneris, y no sólo en la literatura mexicana. Es tan diferente como en su momento lo fueron Arles, o Tario, o el disparatado Carlos Ruiz Mejía. Sin embargo, en las historias de Gonzalo, pese a su apariencia de irrealidad, de ensueño, de delirio, de locura, las cosas se mueven de manera natural, al final nos parecen naturales o cuando menos posibles, dejan de asombrarnos y nos hacen suyos. ¿Se explica ahora su parentesco con los autores mencionados al inicio y con otros?
En Inmaculada tentación se manifiestan de nuevo, ya como sello personal del autor, algunos de los rasgos peculiares anotados. En el primero de los doce textos se trastocan los tiempos, se funden y confunden; en “La pasión de Barrabás” se ofrece un nuevo acercamiento a uno de los temas más apasionantes: la crucifixión de Jesucristo, y se presenta de tal forma que si no supiéramos de antemano que se trata de una crucifixión podríamos caer en la certeza de que lo relatado es, fue, cierto. El texto que da título al volumen es otro ejemplo del trastocamiento e imbricación de los tiempos, lo que sucede en la época de los chichimecas y en otros, actuales, y ni así se crea confusión para quien lee: de nuevo la aceptación de lo extraño como natural.
Como suele decirse, ninguno de los trabajos de este libro tiene desperdicio, pero por la variedad de su temática y de sus procedimientos de construcción, es evidente que unos gustarán más que otros, según las apetencias de quienes leen. Yo no sabría decir con precisión cuáles me gustan más que otros, pero ateniéndome a mis preferencias literarias de siempre, y a mi regalada gana, diré que “Luna blanca, luna negra” es una pieza de antología. Se trata de un alquimista que nos lleva a cosas que parecen descabelladas y –otra vez- son creíbles, normales. “Afogada” es también estremecedor, y literariamente de la mejor factura. Una criatura extrañísima (como el Aleph borgesiano) aparece en la vida de alguien y la trastoca. La historia trasciende la fábula, los bestiarios, porque la criatura no es una invención sino algo concreto. Hay que leerlo. Y ya entrando en mis gustos que son vicios de lector, como la violencia y la locura desatadas, debo decir que me encantó “Las rompecorazones”, donde dos chicas, amantes, cometen delitos graves, incluido el asesinato, y parecen ir por la vida como si nada; sin embargo, su destino es inesperado y por eso sorprendente. Y hablando de intrigas y crímenes no puedo dejar de mencionar “Novela negra con mujer azul”, que es, digamos, la más “realista” de las historias de Inmaculada tentación. Ocurre en Madrid y es una sucesión de intrigas y traiciones y violencia, es decir, los elementos que cimentan la literatura negra o criminológica. Todo se ajusta a los cánones de lo real y aun así aparecen las pinceladas de Gonzalo para recordarnos que estamos ante algo suyo y no ante otra cosa de otro escritor: una mujer es azul, un hombre es rojo y otra dama es gris. No tengo dudas de que eso es así, de que no hay metáforas: ya Gonzalo me acostumbró a las rarezas, a lo extraordinario. Por cierto, este largo texto me llevó de principio a fin a la convicción de que el autor pudo crecerla hasta volverla una novela con todas las de la ley. No sé por qué no lo hizo, por qué no lo hace. De ese tenor es “Las rompecorazones”: da para una larga y conmocionante novela. Podría pasar horas y horas ponderando las virtudes literarias de Gonzalo Lizardo, pero me limito a señalar que su literatura, en éste su nuevo libro, confluyen grandes temas literarios como la homosexualidad femenina, las traiciones, los amores fallidos, la muerte, los cataclismos de toda índole. Y Gonzalo y su obra siguen tan campantes. Nosotros, los lectores, no: hemos sido trastocados, envenenados por sus dardos, y ni modo, tendremos que buscarle otros ángulos a la vida, a nuestra vida, verla con nuevos ojos.
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31 de AGOSTO DE 2015
Libros
Presentación del Inmaculada tentación en la Librería Andrea el 28 de agosto de 2015.
Inmaculada Por Jael Alvarado J. Por Jael Alvarado J.
A inicios del siglo XX, el físico austriaco Ludwig Flamm, a partir de la teoría de la relatividad de Einstein planteó la existencia de posibles túneles en el continuum espaciotemporal: túneles que pueden comunicar hiperespacialmente e hipertemporalmente a diversas zonas del universo, o que conectan dos universos distintos. Esta idea primigenia ha sido enriquecida con las especulaciones de varios hombres de ciencia desde entonces. En los años cincuenta uno hasta le dio un nombre curioso: “agujeros de gusano”. Este título repelente proviene de la semejanza del túnel espacio-temporal con el túnel que hace gusano al atravesar una manzana por dentro para llegar al otro extremo, en vez de recorrerla por fuera. El nombre real de los agujeros de gusano es “túneles de Einstein-Rosen”, pero en los materiales de divulgación científica nadie los llama así, siempre se recurre al título repugnante (como si la gente que no sabe mucho de ciencia necesitara concebir esta idea como la obra de un ser animado, de una criatura animada y con voluntad); un orificio devenido del oficio de un animal inmundo, multípedo, peludo, retorcido. Una criatura repulsiva, de la calaña de los ajolotes y los sapos. De los alebrijes. Criaturas rastreras que
se usan en la invocación de los demonios. La necesidad de usar criaturas animadas para explicar un fenómeno cósmico y dado que al cosmos le vale madre nuestra microscópica existencia, se puede explicar en una tradición animista. Nos angustia que las cosas aparezcan por azar, deseamos que haya un entramado, un razonamiento, un orden, una disposición secreta para el origen de las cosas. Esa misma clave que empieza a buscar más o menos cuando llega la mitad de la lectura de la Inmaculada tentación: buscar las correspondencias debajo de las fichas ocultas como si fuera un juego de mahjong. Ansía uno encontrar la trama oculta, el sentido de las piezas del rompecabezas: “Ahí están la pistas ¿a dónde me llevan?”. Y conforme se avanza en la lectura se descubre que no hay una clave única, que no hay una hebra de hilo única, que hay mil caminos y mil posibilidades. Adelante: entre usted al agujero de gusano ¿en dónde quiere aterrizar? ¿En qué universo paralelo le apetece caer? ¿En una fantasía de adolescentes-robot comandadas por una legión felina? ¿En una oscura celda del Convento de Guadalupe? ¿En el ático de una taxidermista ciega? ¿En una versión de Las alas del deseo dirigida por David Lynch? ¿En el
laboratorio donde el hermano olvidado de Nicolás Flamel elabora venenos? ¿En el cálido regazo de Inmaculada? La idea de los agujeros de gusano nos revela que universo no es una esfera perfecta como se imaginaba hace siglos. Nos revela que el tiempo no es una línea, como la concebimos en occidente: una secuencia de acontecimientos irreversibles, una carretera sin retorno, una tira de fotogramas, una flecha en un sentido, de izquierda a derecha, de arriba abajo, despeñándose en irremisible entropía. El tiempo sería entonces una suerte cinta de Moëbius, un proceso que se retuerce sobre sí mismo, una serpiente que se muerde la cola. Lugares, tiempos dimensiones, planos de realidad están tejidos y enlazados por una serie de pasillos y puertas. No tiene fin, nunca desemboca, la trama se extiende infinitamente, hacía otros universos y otros tiempos. Esta raigambre sólo se detiene frente al fuego. El fuego purificador, el fuego redentor o el fuego destructor. La flama que destruye los libros y derrite los muñecos de cera y que convierte metales vulgares en oro. La flama que se transfigura en criaturas. Inmundas, multípedas, peludas, retorcidas que siguen, sin pausa, abriendo oquedades en el cosmos.
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LA GUALDRA NO. 211
Volteando a la infancia Promoción de la lectura
Eduardo Campech Miranda
Hace unos diez años Alfonso García Botello, incansable promotor cultural, poeta, lector, melómano y cinéfilo consumado, me propuso montar en la biblioteca una exposición realizada con fotografías recortadas de los diarios donde aparecían niños en condiciones nada deseables: esgrimiendo –sin conseguirlo- la pobreza, la guerra, el desamparo, la indiferencia, el hambre, la inseguridad, la tristeza, la desolación, la sed, la violencia. También sugirió colocar una libreta en la cual las personas compartieran la impresión y opinión que les merecían las fotos. Más de uno se indignó. La biblioteca no era espacio para mostrar la miseria humana, el dolor es para uno mismo y no para compartirlo. Desde entonces me he preguntado con insistencia: ¿qué fue lo que les molestó?, ¿el abrir un espacio para quienes se les niegan los espacios?, ¿el ver reflejada la mezquindad social?, ¿el descubrir que hay más niños además de los que protagonizan la publicidad?, ¿el que las fotos fueran recortes de periódicos?, ¿el descubrirse cómplices silenciosos de la injusticia que padecen millones de infantes? Cómplices silenciosos porque la indiferencia, intolerancia, discriminación son actos regulares de un enorme porcentaje de la sociedad. Conocí a Ricardo Chávez Castañeda a través de una novela extraordinaria (La valla), la cual presté y no sé ni a quién. En esa obra el autor nos plantea, entre otros conflictos que padecen los protagonistas, un tema escabroso: el acoso sexual a una niña. Su madre no le cree. Pero no estamos aquí para hablar de ese libro, por lo tanto (y esperando dejar la curiosidad para que vayan a buscarlo), aquí me detengo. Ahora, con El libro de la negación, vuelve a tocar un tema tabú: la violencia hacia los niños, los infanticidios de la historia:
Durante casi toda la historia del mundo el asesinato de niños ha sido un asesinato que nadie investiga, del que nadie demanda justicia, en el que no hay acusadores porque no hay partes afligidas; un asesinato que se mantiene en secreto, en indiferencia, en acuerdo tácito por ignorar. Ignorado por los registros públicos, por los sistemas legales. Sin héroes para impedirlo. Sin ganas de condenarlo. Durante casi toda la historia del mundo… Hoy nuestra época parece distinta, pero sólo lo parece. Aunque quizá eso baste para hablar de ello ahora.
¿Dónde estaban, cómo vivieron, cuál fue el destino de los niños en medio de tantos y tantos episodios bélicos de la humanidad?, ¿dónde los pequeños aztecas, dónde los de Berlín de la Segunda Guerra Mundial, dónde los de la Tormenta del Desierto, dónde? Planteamientos que se formula el protagonista, un niño hijo de un escritor. Este niño va descubriendo esa parte oculta de la historia, esos episodios negados, arrinconados en el baúl de lo políticamente correcto. La historia es una historia negra, como la misma edición. No hay lugar para mundos color de rosa. El pasado no es pasado si se siguen reproduciendo prácticas detestables. El diseño de Alejandro Magallanes es el complemento perfecto del texto. Las palabras se acomodan para caer contundentes, verticales, sin paracaídas. Hay dos finales. Uno feliz y el otro infeliz. El lector tiene la libertad de elegir, de seguir soñando que hemos superado la barbarie o el darse de bruces ante un espejo aterrador. Celebremos pues este tipo de materiales, que se arriesgan, que son inteligentes, que nos hacen reflexionar, que rompen estereotipos (porque ésa es una característica de la escritura de Chávez Castañeda: rompe estereotipos), que nos dejan pensando,
que nos sensibilizan (verbo que se encuentra en peligro de extinción en esta sociedad tan convulsionada). Celebremos este libro leyéndolo. Celebremos esta obra, volteando a la infancia.
Esbozo sobre la amistad en un instante del Quijote
Literatura
Por David Alberto Valerio Miranda* Creo ser optimista al considerar que en el presente se puede rescatar un valor humano como la amistad; más allá de cursilerías y exceso de emotividad, creo que la amistad es una expresión humana que desarrolla empatía, solidaridad y respeto, entre otras virtudes que creo es necesario rescatar hoy. Aún más cuando se es testigo de que en la actualidad se promueven el individualismo, el egoísmo y la competitividad destructiva como métodos para una vida exitosa. Triste situación que sin caer en moralinas, infiero, influye en las mentalidades de nuestras generaciones y por lo tanto, el deterioro, crisis y colapso del orden socio–político mundial. Propongo echar una mirada atrás y observar los valores que facilitaban más el desarrollo armonioso de la humanidad; echar vistazo a los clásicos como El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, pues obras como éstas aún tienen mucho que decir y aportar a nuestro presente. Para mostrarlo aludiré un pasaje de la segunda parte de tan conocida obra cervan-
tina, en su capítulo XVI, para ser exacto, en aquella conversación que protagonizan don Diego y el Caballero de la Triste Figura, en el que este último habla sobre la amistad de la siguiente manera: “Una de las cosas en que ponen el sumo bien los antiguos filósofos, [...] fue en los bienes de la naturaleza, en los de la fortuna, en tener muchos amigos…”.
Cervantes, en boca del loco hidalgo, se apoya en la sabiduría milenaria de los antiguos filósofos, pues destaca como un sumo bien a la amistad, equiparándola con importantes bienes como los de la naturaleza y la fortuna. Cuando Cervantes refiere a esto, se me viene a la mente el filósofo estagirita, Aristóteles, de quien es bien sabido que en
su ética proponía como un bien importante la amistad, pues sostuvo que más vale tener amigos que tener dinero. Así, con la opinión de dos grandes pensadores como lo son Aristóteles y Cervantes, podemos darle el beneficio de la duda y reflexionar un momento sobre la amistad. De esta manera podemos auto–criticar nuestro contexto y observar si se ha perdido el tan longevo valor, si se ha desvirtuado, etc. Alguien con un poco de humor negro pudiera decir que la amistad está vigente, con vicios, como el amiguismo, clientelismo y las clásicas “palancas” que tan usualmente se usan en nuestra sociedad; pero cabe destacar que la amistad de la que hablan los dos anteriores pensadores no es parecida en lo mínimo a esos vicios. Pues tanto en el pensamiento cervantino como aristotélico, se relacionarían más con algo virtuoso; en fin, ésta es una invitación para usted, estimado lector, para que reflexione y responda si considera que se ha perdido el valor de la amistad en nuestro contexto, si la sociedad del presente está en crisis, etc., reflexiones comunes y de la vida diaria que se plasman en grandes obras como la del Quijote. *Comentarios: Twitter: @ValerioMirand
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Desayuno en Tiffany’s, mon ku La bella temporada Por Évelyne Coutel
había tenido relaciones heterosexuales. El tratamiento de la homosexualidad se articula en torno a la dicotomía pueblo/ciudad, destacándose siempre las diferencias que van del uno al otro a la hora de asumir el deseo por el otro. La vacilación entre la libertad de vivirlo y el miedo al qué dirán sigue al compás de los cambios de lugar. La violencia homófoba culmina en una escena de forcejeo en la que la madre de Delphine acusa a Carole de haber trastornado a su hija, dirigiéndole los peores insultos y golpeándola para echarla de su casa. Resulta emocionante la recreación del ambiente de los años 70 cuando los
anfiteatros eran los puntos de concurrencia y reunión de las chicas ansiosas por emanciparse. Ahí se cantaban canciones feministas, se organizaban debates y se urdían planes para llevar a cabo un combate que iba cobrando cada vez más amplitud y que abogaba, entre otras cosas, por la reivindicación de un salario propio para la mujer y por la liberación de su cuerpo a través de los anticonceptivos y la ruptura de las distintas ataduras que lo mantenían encorsetado. Tratándose del cuerpo femenino, la cinta muestra la diferencia que separa nuestra época de aquélla en cuanto a la
representación de la desnudez femenina. Como lo explica Corsini en una entrevista para Telerama, el efecto liberador de los años hippies favoreció un retorno a lo natural, de modo que enseñar unos sobacos o un pubis velludos se consideraba entonces como algo normal. Lo mismo sería impensable en una actualidad en la que muchísimas chicas aceptan “sin hacerse preguntas, unas normas y unos dictados masculinos procedentes de la industria porno”.1 Los recursos cinematográficos elegidos a la hora de filmar las escenas de sexo entre las dos protagonistas indican la voluntad de soslayar los códigos propios de dicha industria ya que la cineasta quiso presentarlas de cuerpo entero y rechazó la fragmentación que estimula la fantasía y la mirada voyeurista. 1
Catherine Corsini, La Belle Saison c’est un peu mon Brokeback Mountain en Limousin. http://www.telerama.fr/cinema/ catherine-corsini-la-belle-saison-c-est-unpeu-mon-brokeback-mountain-en-limousin,130091.php
Castillo de sal si puedes El halcón maltés Por Ester Cárdenas El escritor estadounidense Dashiell Hammett (1894-1961), trabajó como detective durante años, en una de las más famosas agencias detectivescas de su país, donde extrajo valiosas experiencias que contribuyeron a la elaboración de sus magnificas novelas policiacas. El halcón maltés, novela en la que su protagonista es el detective Sam Spade, comienza así: Brigid O’Saughness, una misteriosa joven que cuenta una historia falsa, acude a la oficina de detectives para solicitar que sigan a un tal Thursby, labor que encomiendan a Miles Archer, el socio de Spade. Archer es asesi-
nado, así como Thursby. Entonces entra en escena Joel Cairo, que está buscando un halcón, pieza única de joyería de incalculable valor, mandada a hacer como obsequio por la Orden de los Caballeros de Malta al emperador Carlos V. La joya, oculta tras una capa de esmalte negro, ha tenido varios dueños, y alrededor de esta valiosa pieza se desarrolla una historia en la que el crimen y la ambición desmedida le crearán una trágica fama. Spade teme por la vida de Brigid y la envía junto a su secretaria, pero ésta se dirige al puerto donde se halla anclado el buque La Pa-
loma. En el barco se lleva a cabo una violenta disputa entre Gutma, su guardaespaldas, Wilmer, Cairo y Brigid; repentinamente incendian el barco. A Jacobi, el capitán a quien la ambiciosa joven le entrega el halcón maltés sin que éste supiera su valor, lo hieren, y casi agonizando llega hasta la oficina de Spade y le entrega el halcón. Luego de varias peripecias en las que la acción de la trama cobra un nuevo ritmo, resulta sólo una copia del original. Los hombres parten otra vez en busca del halcón, y Spade retiene a Brigid en el apartamento, cita al resto de los participantes en
esta aventura y llama a la policía. La obra, cuyos diálogos y descripciones son excelentes, fue llevada al cine con gran éxito por el extraordinario y prolífico director de cine John Huston y protagonizada por el gran actor Humphrey Bogart.
Cine
La directora Catherine Corsini llevaba tiempo queriendo realizar una cinta dedicada a la homosexualidad femenina, tarea nada fácil a raíz de la película de Abdellatif Kechiche La vida de Adèle que se impuso desde su estreno en 2013 como la película del lesbianismo. Si las cintas anteriores de la cineasta (Los enamorados, La nueva Eva) ya incluían personajes homosexuales, en La belle saison (La bella temporada) la temática homosexual resulta ya central y conlleva una dimensión autobiográfica que se plasma en unos amores apasionados y recíprocos, pero imposibles, por las presiones sociales y el rechazo rotundo del homosexualismo, visto entonces como una patología que hasta podía legitimar el ingreso de las personas afectadas en un manicomio para que se les curasen a base de electrochoques. La historia ambientada en la Francia de los años 70 narra los amores de Delphine -una chica de provincia criada en el campo y que se marcha a la capital para cursar estudios- y de Carole, una parisina comprometida en las luchas feministas que hasta el momento sólo
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35 Foro Internacional de la Cineteca Del 1º al 13 de septiembre Sala Mauricio Magdaleno. Entrada general $30.00 Estudiantes con credencial, personas con discapacidad y personas 3ª edad $20.00 Martes 1º 18:00 y 20:00 Hrs. UNA RELACIÓN PERVERSA (Abus de faiblesse) Dir. Catherine Breillat Francia-Bélgica-Alemania 2013/ 105 min. Un derrame cerebral deja a la directora de cine Maude Shainberg
con la mitad del cuerpo paralizado. Postrada en su cama pero decidida a continuar su próxima película, la cineasta descubre en un programa de televisión a Vilko, un famoso estafador de celebridades. Atraída por su arrogante personalidad, se pone en contacto con él para contratarlo como guionista, y dar así inicio a una relación autodestructiva entre ambos. Miércoles 2 18:00 y 20:00 Hrs. EL BOTÓN DE NÁCAR Dir. Patricio Guzmán Chile-Francia-España/ 2015/ 82 min. El océano contiene la historia de la humanidad. El límite más largo de Chile, compuesto de agua, también
guarda el secreto de dos misteriosos botones encontrados en el fondo del océano. Junto a los volcanes, las montañas, los glaciares y los más de 4,000 kilómetros de su costa, en Chile habitan las voces de los indígenas de la Patagonia, los primeros navegantes ingleses y los miles de desaparecidos por la dictadura de Augusto Pinochet. Jueves 3 18:00 y 20:20 Hrs. LA TRIBU (Plemya) Dir. Miroslav Slaboshpitsky Ucrania-Países Bajos/ 2014/ 132 min. Esta ópera prima narra la llegada del adolescente Serguéi a un internado para sordomudos donde todo parece transcurrir con normalidad. Sin embargo, después de atravesar una serie de pruebas de iniciación, Serguéi se enfrentará a la realidad profunda de la escuela, donde los robos y la prostitución son coordinados por el chico más violento del lugar. En sintonía con la ausencia de palabras de sus personajes, La tribu es una película que logra conducir al espectador por una poderosa narrativa corporal y pictórica. Viernes 4 18:00 y 20:00 Hrs. RELATOS IRANÍES (Ghesse-ha) Dir. Rakhshan Bani-E’temad Irán/2014/ 90 min. Relatos iraníes es un incisivo retrato de la clase obrera de los bajos fondos de Teherán, Irán, donde las dificultades económicas, el abuso, la corrupción y las adicciones a las drogas, coexisten de distintas formas. Organizados en una serie de episodios –una estrategia adoptada inicialmente para evitar la censura– la película es un mosaico narrativo que reúne los destinos de varios personajes que luchan para preservar su dignidad en un mundo donde, al parecer, sólo los espera la decadencia. Sábado 5 18:00 y 20:00 Hrs. MADE IN BANGKOK Dir. Flavio Florencio México-Alemania/ 2015/ 75 min. Morgana es una cantante de ópera transgénero que se inscribió a un concurso de belleza para transexuales en Tailandia. Su objetivo era convertirse en Miss International Queen para ganar los 10 mil dólares del premio y con ellos pagar una operación para cambiar de sexo. Este documental acompaña a Morgana en su lucha por la corona.
Domingo 6 18:00 y 20:00 Hrs. PRÍNCIPE (Prins) Dir. Sam de Jong Países Bajos/2015/ 78 min. Ayoub, un chico tímido de 17 años, está enamorado de Laura, cuyo novio es el “tipo rudo” del barrio. Con poco dinero y una madre sobreprotectora, buscará obtener la atención de la joven; no obstante, para lograr su objetivo se sumergirá en el frío ambiente del hampa en una larga y turbia jornada bajo el intenso calor de la ciudad. Lunes 7 18:00 y 20:00 Hrs. NO SE RECARGUE EN LAS PUERTAS (Stand Clear of the Closing Doors) Dir. Sam Fleischner Estados Unidos/2013/ 102 min. A las afueras de Nueva York, un adolescente autista de origen mexicano cuyos padres son inmigrantes indocumentados, huye de su familia para embarcarse en una odisea de once días por el metro de la megalópolis. La situación pone al descubierto las rupturas de la familia, que se ve obligada a conciliar sus diferencias con el fin de llevar al chico de vuelta a casa. Martes 8 18:00 y 20:00 Hrs. LOS BAÑISTAS Dir. Max Zunino México/2014/ 83 min. En un entorno dominado por la crisis económica y las protestas políticas, Flavia, una adolescente mimada y con aspiraciones artísticas, frustrada porque no fue aceptada en la universidad, conoce a su vecino Martín, un hombre maduro e inflexible. Aunque en un principio la relación entre ambos es ríspida y está llena de fricciones, pronto, una serie de sucesos abrirán las puertas a una posible amistad. Miércoles 9 18:00 y 20:00 Hrs. LA FIESTA DE DESPEDIDA (Mita Tova) Dir. Tal Granit y Sharon Maymon Israel-Alemania/ 2014/ 95 min. En un hospital geriátrico de Jerusalén, un grupo de ancianos construye un mecanismo para practicar la eutanasia con el fin de ayudar a un amigo en estado terminal. Pronto el invento se hará popular entre los adultos de la tercera edad, convirtiendo al grupo en una especie de “escuadrón de la muerte”; sin embargo, sus acciones los colocarán en un dilema emocional.
Jueves 10 18:00 y 20:00 Hrs. ESCUELA NORMAL Dir. Celina Murga Argentina/ 2011/ 88 min. Centenares de niños y adolescentes asisten a clases en la Escuela Normal de Paraná, Argentina. Entre sus muros, los chicos llevan a cabo las elecciones para el comité de estudiantes, los profesores lidian con los conflictos cotidianos de la escuela y una asociación de maestras jubiladas se reúne para recordar tiempos pasados. Viernes 11 18:00 y 20:00 Hrs. NOBI. DISPAROS AL AMANECER (Nobi) Dir. Shin’ya Tsukamoto Japón/ 2014/ 87 min. Durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de soldados japoneses intenta sobrevivir en Filipinas ante la inminente derrota de su ejército. En el clan, se encuentra un soldado enfermo de tuberculosis, quien tendrá que recorrer un arduo camino para salvaguardar su vida, aun cuando deba renunciar a sus creencias. Sábado 12 18:00 y 20:00 Hrs. INCOMPRENDIDA (Incompresa) Dir. Asia Argento Italia-Francia/ 2014 / 103 min. Roma, 1984. Aria tiene nueve años. Sus egoístas padres, a punto de divorciarse, sólo atienden sus propias necesidades. Contrario al amor que reciben sus hermanas mayores, Aria es víctima de una dolorosa indiferencia. Aun así, ella desea querer y que la quieran. En la escuela tiene excelentes resultados, pero sus compañeros la consideran una marginal. Es una incomprendida. Un día, cansada de todo, Aria toma una decisión trascendental e inesperada. Domingo 13 18:00 y 20:00 Hrs. UNA CHICA REGRESA SOLA A CASA DE NOCHE (A girl walks home alone at night) Dir. Ana Lily Amirpour Estados Unidos /2014 / 101 min. En la ciudad iraní de Bad City puede pasar cualquier cosa. En medio de un abanico de personajes marginales, una joven mujer vampiro vaga buscando alimentarse, combatiendo con su beso mortal la misoginia, hasta que una de sus víctimas demuestra ser más sensible que el resto.
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Apuntes de “hermeméutica” Por David Castañeda Álvarez
tarea de ampliar los horizontes interpretativos de aquello que leen. Establecer métodos útiles. Analizar el presente. Los libros se empolvan pronto en los anaqueles. Hay un montón de objetos en el mundo que nos afectan directamente y que merecen atención. La curiosidad por fenómenos inmediatos como los memes puede ser que nos den la clave para ampliar nuestra visión de mundo. Como dice Schaeffer, en esta época en que todo se lee deberíamos aprender ecología para salvar más árboles con menos libros inútiles o estudios literarios inútiles que sólo se leen una sola vez (y sólo por eruditos). El mundo cambia a velocidad inmoderada, y mejor aún, nacen cada vez nuevos significados para interpretar en esta confluencia neobarroca de tiempos. Mientras, los viejos nos resguardamos detrás de un escritorio y algún pícaro hace un meme de nosotros.
apreciado entre los internautas, aunque esto es relativo, ya que hay memes hechos sólo con imágenes. Como decíamos, quizás la función primordial del meme sea la crítica. La intención es hacer reír a quien ve y lee al mismo tiempo. Reír y alternativamente cuestionar aquello que es motivo de risa. Y a veces la crítica del meme tiene tal efecto que incluso los presidentes salen en defensa de aquello por lo que fueron objeto de burla. Quizás el meme resulte efímero y hasta trivial, pero los nuevos lectores tienen la
El Picaporte Por Simitrio Quezada
“Entregó despensas”, no “Hizo entrega de despensas” Resulta lastimera esa cascada de efectos producidos por la diarrea verbal escrita: creer que entre más palabras tenga mi texto éste se verá mejor. Quizá este impulso es el que origina la expresión “El regidor hizo entrega de despensas” en lugar de “El regidor entregó despensas”. Con esta concisión se elimina, además, la odiosa cacofonía “de despensas”. Casos como éste abundan: “El presidente hizo acto de presencia en la ceremonia” en lugar de “El presidente asistió a la ceremonia”. O “Hizo hincapié en que deben ir” en lugar de “Enfatizó en que deben ir”. ¿De veras tiene un gran efecto positivo el “estirar” estas expresiones? ¿Por qué mejor no matar ese intento de dominguerismo y beneficiar toda comunicación? * Lo invito a que envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com
Tendencias
Argumenta el crítico francés Jean-Marie Schaeffer que nuestra época es el período histórico en el que más se lee. Hoy como nunca se imprimen miles de libros, revistas y periódicos para público de todo tipo. Pero más allá de la imprenta la lectura ha rebasado los medios tradicionales. En efecto, leemos todo; desde el gesto fingido del político hasta la publicidad en los semáforos. Sobre otras cosas, los nuevos lectores examinan con avidez el internet: tuits, estados de perfiles, blogs, memes, etcétera. En las redes sociales el meme es uno de los textos con mayor popularidad, o quizás sea mejor decir, el que se lleva la corona de los “likes” en las publicaciones tanto de Facebook como de Twitter. Y a nuestro parecer, es un fenómeno en suma interesante para analizar con detenimiento. ¿Qué cosa es un meme? Bien, podría decirse que el meme es la combinación deliberada entre imagen y texto para ampliar o producir un significado. Esto que parece muy nuevo no lo es. Antiguamente se combinaba, casi siempre, una imagen con un título y una glosa poética para producir emblemas, composiciones cuyos temas eran de índole política, amorosa, educativa o religiosa. Con el meme sucede lo mismo. Los temas son variados y casi siempre contienen una crítica a un suceso inmediato. Los mejores memes se popularizan y se vuelven virales. Y a decir verdad los que perduran son los que tienen un mejor texto narrativo. Las imágenes pueden repetirse: un adolescente con suéter a cuadros, trolls, Sylvester Stallone, Chabelo, Gokú, etcétera; sin embargo, el meme con un texto ingenioso es el más
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El vacío corazón Río de Palabras
Por Carlos Flores
Asomada a la ventana se encuentra la tía. Miraba el lento trajinar del barrio. A las siete de la mañana a las vecinas en su eterno batallar contra el tiempo y sus pequeñuelos camino a la escuela. Más tarde y esporádicamente se aparecen los diversos despachadores de servicios: el joven que le tira la basura, de vez en cuando el señor del gas, los dos tipos que le llevan el agua, el jardinero, a quienes les roba un pequeño momento con preguntas que realmente no necesitaba hacer. Su enorme casa la aloja a ella y al doloroso silencio. Sus tres hijos han mudado su domicilio en pos del amor, tal vez para alejarse de ella y de su esposo, quien hace tiempo decidió estar más tiempo con una nueva familia. Así que por la tarde, luego de haber despachado a la mujer que le ayuda, la gran casona se queda muda, impasible, casi sin luz. No se escucha música ni las frecuencias del televisor. Apenas se mueve la cortina por donde la tía asoma y se entera de lo que sucede alrededor. Es experta en crear problemas. Ocasionalmente avienta un papel a la recién barrida banqueta de enfrente, deja la basura de su casa
Vilhelm Hammershøi. Una mujer leyendo junto a una ventana. Óleo sobre panel. 1900. en los terrenos baldíos, arroja oraciones impregnadas de cizaña en contra de su congéneres entre la gente que cohabita, los coches aparecen con daños superficiales pero
El Natas Para Salvador Castañeda
Mochila Por Pilar Alba
Por Alberto Huerta La mamá de Arnulfo Gómez Pérez fue la que le acomodó el apodo de El Natas. -Jefa, ¿por qué me dice Natas? -Porque tienes una nata así de gruesa en el cerebro. ¡Así de gorda! -No ve que se me va a quedar, ¿y luego cómo le hago para quitármelo? Y dicho y hecho, se le quedó pegadito con la mala fama. Hasta los maestros le decían Natas. -A ver Natas, pasa al pizarrón… A ver si ahora… Y nomás alcanzó a cursar la escuela primaria. No dio para más, a pesar de que Arnulfo aspiraba a ser abogado. -Licenciado Arnulfo Gómez Pérez… a
notorios, a veces dolorosos para los que recién estrenan. La soledad ha sido mala con ella, pues le espantó cualquier amistad que pudiese tener. No la visitan ni siquiera los grupos religiosos o evangelizadores.
Cuando rara vez logro ver su rostro, pues apenas y sale de su casa, como los personajes de Pedro Páramo, veo una sonrisa demacrada, casi desvanecida, desvaída de toda alegría. De su garganta sale un largo monólogo parecido a una charla. La escucho por compasión, pues sé que no habrá nada amable, y en su lugar sí algún comentario que buscará pegarse en mis entrañas y causarme un malestar. No sé si es un destino escogido o impuesto. Si fuera lo último creería que hasta el mismo Dios se ha olvidado de ella y viceversa, pues no la puedo ver los domingos entre los feligreses que salen del templo, con el espíritu tranquilo y lentos pasos que le regresan a su diario quehacer y repetitivas semanas. Sus oídos no escuchan a nadie ni sus palabras tienen atención, tal vez tampoco sus ruegos. Y es que pareciera que hay en ella una extraña maldad que la envuelve como un halo que le impermeabiliza de toda actividad social. Cuando por alguna extraña razón celebra algo y nos invita a comer, con sus palabras hace sentir como si hiciera un favor y no al contrario. Asisto por puro compromiso. Ésa es su realidad. Cuando joven, creyó que el dinero lo era todo. Jugaba a que conocía a los Hernández y a algún Inguanzo, que se codeaba con el jet set. Alguna vez vivió en la opulencia. Ahora sólo quedan recuerdos y la casona, vacía, tan vacía como su vacío corazón.
sus órdenes. Pensaba en voz alta. Y comenzó a frecuentar el café Toronto, frecuentado por abogados, políticos, adivinos y ajedrecistas. Se hacía ver. Pronto lo empezaron a invitar a compartir la mesa. Se hizo indispensable, prodigándose en halagos y elogios. Fue invitado a participar en amañadas y tramposas campañas políticas. De correveidile del gremio de abogados, Natas para acá, Natas para allá. Muévete, Natas, que era para ayer. Así, logró primero ser Secretario del Ayuntamiento, y después de muchas fatigas y cargos en los que no duraba mucho, llegó de panzazo a Diputado local.
Ya se acerca el regreso a la escuela. Empieza la neurosis de mi mamá: que si los tenis están desgastados, que cómo te los vas a llevar así, que qué pensará la gente. Y la misma cantaleta es con el uniforme, con los zapatos… pero nunca dice nada de la mochila. Llevo ya tres años con la misma. Y sigue resistiendo, por eso no me la cambian. Y bien que la aviento por las escaleras de la escuela, que la arrastro por el patio y que me subo en ella para deslizarme por la rampa. Alguna vez se me ocurrió meterle las tijeras para romperla, pero si mi mamá se diera cuenta de mi plan macabro de deshacerme de la mochila, ahí sí que me iría como en feria. No voy a negar que al principio sí me gustaba, pues claro, estaba nueva, y en ese momento las Tortugas Ninja estaban de moda, así que eso de tener una mochila con el caparazón de Leonardo era lo mejor que podía haberme pasado. Pero ya son tres años, TRES, en la que nomás no me la cambian. El caparazón resiste, aunque ya han pasado la Liga de la Justicia, Thor, Superman y de las Tortugas Ninja ya nadie se acuerda. Si me la cambiaran hasta por una de los Minions les juro que no me molestaría, es más, en mi desesperación hasta he pensado decirle a mi hermana que me la cambie por la suya. Todo, lo que sea, con tal de que me dejen en paz y dejar de ser: Juan “La Tortuga”.