La Gualdra 377

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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 377 /// 25 DE MARZO DE 2019 /// AÑO 8

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Zel Cabrera. Foto de Joel Ossorio.

Zel Cabrera (Iguala de la Independencia, Guerrero, 1988) es autora de La arista que no se toca (IMAC, 2018), de Una jacaranda en medio del patio (ISIC, 2018) y de las plaquettes de poesía Naufragios (La tarántula dormida, 2011) y de Troya sobre una muralla (Editorial de Otro tipo, 2015). Ha colaborado en diversos medios nacionales como Luvina, Casa del Tiempo, Confabulario, Tierra Adentro y Este País.

[Una entrevista con ella, realizada por Armando Salgado, en páginas centrales]


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LA GUALDRA NO. 377 /// 25 DE MARZO DE 2019 /// AÑO 8

La Gualdra No. 377

Editorial

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xposiciones colectivas en el FCZ 2019 La semana pasada hablamos de las obras de teatro que están incluidas en el programa del Festival Cultural Zacatecas 2019. En esta ocasión hablaré de las exposiciones colectivas de artes plásticas que se inaugurarán en estas fechas, como una manera de invitarlos a que asistan, a que se deleiten con las obras que artistas estatales, nacionales e internacionales presentarán en diferentes espacios culturales. Las exposiciones colectivas del festival inician este viernes 29 de marzo, con la exposición El arte de degustar el arte. Como hemos mencionado en este espacio, la gastronomía en Zacatecas es riquísima y variada, lo que la hace única son los saberes tradicionales heredados de generación en generación, la pasión de quien la cocina y los ingredientes. En esta exposición de pintura, dibujo y escultura, revisa la gastronomía tradicional zacatecana y se muestra a la comida como un encuentro y diálogo con el otro, como una forma de compartir un espacio común. Son 15 los artistas participantes: Enrique Barajas Pro, Fernando Candber, Javier Cortez, Eli Cuevas, Inés Cusi, Sara Goaër, Uriel Márquez Romo, Guillermo Méndez, Alejandro Olvera, Ángeles Perelló, Susana Salinas, Gabriela Suárez del Real, Sara María Terrazas, Ignacio Vera Ponce y Juan Carlos Villegas. La Curaduría del Arte de degustar el arte es de Martha Arriaga y Eric Nava y la inauguración será el 29 de marzo en la Sala de la Bóveda, de Ciudadela del Arte, a las 8 de la noche. En la Cineteca Zacatecas, se inaugurará una exposición colectiva que gira en torno a temas de cine, en ella se exhibirán diferentes expresiones artísticas de creadores zacatecanos. La inauguración será el 10 de abril, a las 7:30 de la noche y será parte también de los festejos por el décimo aniversario de este espacio cultural dirigido por Gaby Marcial. En el Museo Pedro Coronel, se inaugurará el 11 de abril a la 1 de la tarde, la exposición Lotería de Artistas, en la que se realiza una reinterpretación de las imágenes tradicionales del juego de mesa cuyos orígenes se remontan al siglo XV en Italia y que sería traído a nuestro país durante el siglo XVIII. Esta exposición recrea este juego que empezaría a ser popular en México a inicios del siglo XIX y en ella veremos el trabajo de 112 artistas visuales, un juego

y composiciones musicales. David Pérez Feregrino y Lola Izurieta realizaron la cocuraduría de esta exposición en la que se presenta una serie de coincidencias entre el arte contemporáneo, las artesanías, la música y expresiones digitales. Entre los artistas visuales participantes se encuentran Sergio Garval, Jordi Boldó, Alberto Castro Leñero, Gabriel Macotela, Bestasbé Romero, Dr. Fanatik, Irma Palacios, y Sara María Terrazas, por mencionar algunos. Le invito a que visite la página loteríadeartistas.mx en donde podrá encontrar las animaciones de las 112 imágenes de los participantes, la música y el libro digital de la exposición. Continuamos con la exposición del ex templo de San Agustín, de nombre Paralelismos Plásticos en México. Cuatro décadas en la Colección BBVA Bancomer (1960-1990), cuya curaduría estuvo a cargo de Ma. Estela Duarte Sánchez y Susana Herrera Aviña. Se trata de una muestra de pintura, escultura y gráfica en la que participan 52 artistas, ahí veremos obras de Carlos Mérida, Francisco Toledo, Gunther Gerzso, Helen Escobedo, Cordelia Urueta, José Luis Cuevas, Mathias Goeritz, Gustavo Aceves, Ismael Guardado, Pedro Coronel, Rafael Coronel y Manuel Felguérez, por mencionar algunos. En esta exposición se encuentran representadas las principales corrientes artísticas de ese periodo, el de 19601990: la ruptura, el nuevo figurativismo y la abstracción geométrica. La apertura es el 12 de abril a las 8 de la noche. Hasta aquí las exposiciones colectivas programadas en el Festival Cultural Zacatecas 2019; la próxima semana hablaremos de las muestras individuales que prometen ser muy interesantes también; desde ahora le adelanto que se trata de las exposiciones de Manuel Felguérez (quien regresa a exponer a Valparaíso); Javier Cortez, en la Alianza Francesa Zacatecas; Omar Lemus, en la Galería Irma Valerio; Juan Manuel de la Rosa, en el Museo Francisco Goitia y Galería Arroyo de la Plata; Saúl Kaminer, Ernesto Álvarez e Irma Palacios en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez; Mónica Romo, en el Museo Zacatecano; y Javier Díaz Rivapalacio en el Teatro Fernando Calderón. Que disfrute su lectura.

Directorio

Contenido Guadalupe Amor (1918-2000) Yo soy mi casa Por Mauricio Flores

La arista que no se toca: Zel Cabrera Por Armando Salgado

Qué música escuchas, m’ijo: pos punk Por Carlos Flores Triálogo: Jazz en Zacatecas Por Gilberto Ríos

Y son nombres de mujeres. Antología de escritoras zacatecanas II Por Sonia Ibarra Valdez

El arte de desgustar el arte Exposición colectiva en la Ciudadela del Arte Curadores: Eric Nava y Martha Arriaga Pesadilla Por Alberto Huerta Puentes Por Pilar Alba

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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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Guadalupe Amor (1918-2000) Yo soy mi casa

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Por Mauricio Flores*

celebrada en oportunidad de la presentación de Yo soy mi casa. De ello dio cuenta la crónica de Elena Poniatowska, sobrina de la autora, publicada en Novedades y también recuperada por el prologuista de la nueva edición. El mismo Schuessler rescata fragmentos de las reseñas que la novela suscitó, en realidad únicas, pertenecientes a Emmanuel Carballo (Novedades), María Elvira Bermúdez (Excélsior) y Alfredo Ramos Espinoza (El Nacional). Escribió Carballo: “Pita Amor combina aquí la biografía y la novela. Cuenta —amalgamando recuerdos personales y francas invenciones— su vida, su infancia y primeros años de adolescencia; la vida de su familia y la biografía de su casa [...]. Guadalupe Amor procede a ordenar su material a base de recuerdos, principalmente visuales y auditivos. Al recordar orden dentro de un premeditado desorden espacial y temporal sus vivencias y experiencias. Reconstruye con amoroso deleite cada lugar, su geografía y su historia”.

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olitaria, siempre al margen de sus hermanos, una niña de doce años recorre la casa familiar. El padre muerto, sabremos por ella misma. Una a una las habitaciones son descritas y habitadas. La vieja casona de la calle Abraham González se mantiene en pie. Ha pasado ya la cocina, la niña. Llega entonces a “la recámara de mi padre”, la puerta “respetuosamente cerrada”. Su mano, “un momento prendida al picaporte”. ¿Qué hace? ¿Qué hará? No otra cosa que hender la puerta, siempre desde esa especial manera de narrar, y que habrá de traducirse en un repetido estremecimiento, tantos como lecturas posibles, desde que Guadalupe Amor diera a conocer Yo soy mi casa (1957). “Abrí la puerta y me encontré con la alcoba de mi padre. Estaba intacta, como cuando él vivía. Todo estaba en orden y pulcramente cuidado; la alfombra verde y serena, el magnífico papel tapiz tinto rojo; el lavamanos de caoba con superficie de mármol, la jarra antigua de porcelana labrada y los cepillos de marfil con las iniciales de papá; el descomunal armario de tres puertas y dos roperos con cristales, llenos de zapatos de mi padre; las cortinas verdes, pesadas, costosas y persistentes; dos burós bien pulidos que hacían juego con todo el mobiliario inglés. Y estaba intacta su cama, sobria y elegante, antigua y moderna. Estaba cubierta con su colcha de terciopelo marchito, rematada de galones de oro viejo. Arriba de su cama, un Cristo de marfil abría sus lánguidos y omnipotentes brazos”. Sigue la escritura; el espasmo. “Y estaban aún, en una pequeña mesa de lectura, los últimos libros que miraron sus ojos. Llena de lágrimas, vi al Cristo que miraba hacia el cielo. Imploré a Dios, y curiosamente, esa recámara no me pareció pequeña, como toda la casa. Antes bien la vi inmensa, más grande que antes, tan grande y tan perfecta como la propia muerte de mi padre”. Novela de poeta Habrá pasado de largo, podría resumirse, pero lo cierto es que Yo soy mi casa ha tenido el derrotero que muchos de los

hechos culturales, artísticos y literarios de excepción suelen tener. La novela de una gran poeta. Ignorada durante años ( J. S. Brushwood no la consigna en su México en la novela) y atendida por otros, quizás a partir de las empatías con su autora, circula apenas la segunda edición de este libro, al margen de una versión del año 2000 ( Joaquín Mortiz). Una novela que a decir de Michael K. Schuessler, prologuista de la nueva edición, fue escrita por “una mujer que, debido a su feroz independencia y por su negativa a doblegarse ante las

estructuras masculinas del poder, se ha encontrado siempre en una posición incómoda para muchos críticos y no pocos lectores”. De vida excéntrica y rodeada de controversias, Guadalupe Amor (1918-2000) inscribió en el canon de la literatura mexicana una muestra de difícil caracterización. ¿Novela? ¿Memoria? Las experiencias de la niña Pita Román, “cuyo apellido casi palindrómico sirve para revelar a la más pequeña de los hermanos Amor detrás de su personaje literario”, acota Schuessler. No resulta difícil imaginar la fiesta

Reedición en el FCE Poeta de excelencia ( José Gaos le escribió: Poetisa, que de hoguera / a Dios crees servir, di: / ¿ardes tú por Dios entera? / ¿O quemas a un dios en ti?) Guadalupe Amor es también una gran novelista. Su aportación al listado de grandes obras es Yo soy mi casa, ahora recuperado por el Fondo de Cultura Económica en la serie Letras Mexicanas. Novela donde leemos: “Alguna vez, en ese desbandado plano de la azotea, le pedí a Dios que nunca cumpliese yo más años de los que entonces tenía… Que viviera eternamente estacionada en mis doce años. Lo inaudito es que pensé que mi ruego iba a ser comprendido y que así sucediera. “Pasó el tiempo y cada vez me parecía más peligroso aventurarme a ver la calle desde la azotea; el vacío y el vértigo me amenazaban […]. Como paralítica me quedaba abismada en mis temores y anhelos. Así cumplí trece años, y siguió la vida, y así continuaron secándose las sábanas en los diáfanos espacios de nuestras sosegadas y tumultuosas azoteas”. Guadalupe Amor, Yo soy mi casa, FCE, México, 2018, 446 pp. * @mauflos

Op. Cit.

Al decir casa pretendo expresar que casa suelo llamar al refugio que yo entiendo que el alma debe habitar. G. A.


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Poesía

La arista que no se toca: Zel Cabrera Por Armando Salgado t

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el Cabrera (Iguala, Guerrero, 1988). Egresada de la Maestría en Periodismo Político de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Becaria del Programa de Jóvenes Creadores del FONCA (2017- 2018) y de la Fundación para las Letras Mexicanas (2014-2015). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Tijuana 2018, y el Estatal de Poesía Joven en el 2013, convocado por la Secretaría de Cultura del Estado de Guerrero. Zel Cabrera reúne las distintas tradiciones poéticas y las confronta con la realidad que nos curte para decirnos que nadie nunca se librará de la fragilidad. Mujer de recordatorios necesarios en un medio hostil, su poesía nutre la oralidad y escarba en las fisuras que nos exponen como lectores de cristal, para recordarnos las posibilidades del error y su envés amoroso que nos constituye. Su apuesta revela lo obvio, la poesía guerrerense es una flama que no se interrumpe. Armando Salgado: ¿Cuáles son los bordes en tu poesía, querida Zel?, ¿qué límites has superado como creadora para lograr dos libros publicados recientemente? Zel Cabrera: Mi poesía bordea la narrativa y la honestidad, ambas confluyen en lo que escribo. La poesía ha sido un espejo en el que las cosas dejan de ser lo que fueron y toman la forma de lo que soy. A lo largo de mi trabajo como escritora, he intentado que lo que nombre también me nombre. Estos dos bordes han sido un reto a la hora de escribir, balancearlos para que en mis poemas se logre una honetidad sin caer en la simple anécdota; dar el salto como una ardilla, de rama en rama sin caer. AS: Una jacaranda en el patio (Instituto Sinaloense de Cultura, 2018), refleja las costumbres redimidas y extrapola el sentido femenino de los hechos, de tus hechos: ¿qué tipo de estambre usaste para tejerlo?, ¿qué

/// Zel Cabrera. Foto de Joel Ossorio. hallazgos tuviste al concluirlo, en su edición, al verlo en manos de otros?

ZC: En este libro utilizo un tono confesional, descarnado y

directo; es quizá esa la madeja que usé para tejer las historias de mi familia y sus mujeres; reales, vivas o muertas, pisando la tierra que les fue

dada. Mujeres viudas, solteras, casadas, sin heroicas hazañas de vida más que la osadía misma de pisarla y confirmarse todos los días con un dolor en silencio. Todos los poemas se pertenecen entre sí como las raíces de un mismo árbol, de una jacaranda, pero también son estampas sueltas, capaces de leerse como un ente aparte. Una jacaranda en medio del patio se conforma de estampas, de fotografías a las que el tiempo no ha podido borrar. Uno de los principales hallazgos fue darme cuenta que no se necesita ser astronauta o ser fotógrafa de la Segunda Guerra Mundial para ser una mujer cuya historia sea digna de ser contada o escrita. Afortunadamente puedo decir, que sus lectores han encontrado en sus páginas la premisa de la femineidad como otra manera de nombrarse en este mundo; una manera discreta pero no por eso menos contundente y certera, y al mismo tiempo, la empatía. Este libro abrió en más de uno, heridas viejas que se palpan lo mismo que una costura.

AS: La arista que no se toca (Instituto Municipal de Arte y Cultura de Tijuana, 2018), obtuvo el Premio Nacional de Poesía Tijuana 2018. En él nombras ese otro ritmo personal, se difunde un retrato revuelto que ordenas en cada poema. En cada una de sus costuras el amor está presente. ¿Qué representó para ti su escritura?, ¿cómo equilibraste el tono personal con el lenguaje poético? ZC: Desde siempre el interés de nombrar la parálisis cerebral –que como condición de vida me fue asignada– ha sido uno de mis principales intereses en la escritura, en la poesía. Por ello, me propuse llevar a cabo este libro, en el que enuncié las formas propias de alguien que lo enfrenta como una consigna, que todos los días se viste enfrentándose a los botones, a las agujetas. El reto, fue el dolor de recordar y de no caer en el patetismo propio de la anécdota.


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AS: Como creadora y ante los escenarios culturales del país, y sus posibles ajustes, ¿qué consideras primordial para suscitar una política cultural más equitativa? ZC: Creo que una de las cosas que ayudarían a favorecer una política cultural más justa sería incluir en los programas de apoyo un criterio estético más abierto y diverso, en el que diferentes propuestas artísticas converjan y no sólo la legitimación de artistas con trayectoria. AS: ¿Cuál ha sido el camino de la literatura guerrerense en los últimos

años?, ¿qué autoras de tu entidad sugieres leer? ZC: A decir verdad, en los últimos años me he mantenido un poco lejos de la poesía escrita en mi estado. Vivo desde hace más de una década en la Ciudad de México y a veces, la distancia me dificulta leer lo que se escribe en Guerrero, no obstante, he tenido la oportunidad de seguirle la pista a paisanas como Brenda Ríos, Argentina Linares, Adriana Ventura, Iris García Cuevas y Zoe Castell, cuyas propuestas literarias intuyo a lo lejos y me resultan interesantes. AS: Cuéntanos más de ti, ¿qué sitios sueles frecuentar?, ¿qué cosas sueles emprender, entre el ir y venir de la Ciudad de México? ZC: Me considero hogareña, por no decir, un poco hermitaña. Salgo poco de mi casa pero cuando lo hago, visito algunas cafeterías y librerías. En realidad, mi día a día transcurre entre mis perros y la oficina. Asisto en pocas dosis a presentaciones editoriales y a lecturas literarias. Creo que visito con más regularidad a mi terapeuta que a mis amigos, debo confesar (risas grabadas).

REGLAS DEL JUEGO El dolor acecha lo que toco y lo que miro. La impotencia de trabajar el doble por la misma paga. No voy a pedirles que pronuncien este dolor que me corresponde. No me conocen, estas palabras no son las suyas. ¿Van a pedirme que haga de esto, un poema? No, esta historia no. Diría “no se me dio la gana”, o empezaría afirmando “yo nací un día que Dios estuvo enfermo”, Disculpándome por llegar tarde a las palabras. Pero estoy cansada de disculpas, de complacencias.

Había otros con los tenis machacados del talón o de la punta. No importaba: los pies encuentran su manera de habitar la superficie. Todos los caminos que creí perfectos, dejan ver un desvío, un rasgo peculiar, otro ritmo; una inclinación que nos distingue como otra huella digital. Desde entonces, escucho el tic tac de los tacones de aguja de las secretarias, el ruido seco de los mocasines recién boleados, la parsimonia de los zapatos de piso, confiando en que los míos también se suman al mapa que se graba en la memoria de las baldosas.

Sé que no será suficiente. II Soy ese punto de la arista que no se toca. Esto no es un poema.

PUNTUALIDAD Llorar a tiempo es importante, llegar a tiempo es importante, no hay bonos por impuntualidad, el retraso no es una virtud. La tardanza es una forma de vida y siempre llego tarde.

DOBLE ERRE Pronuncio mal las palabras, no todas, no siempre, sólo las que llevan erre, como aferrarse a que la lengua no toque bien el paladar.

Recojo un mes después los abrigos de la tintorería; pago el gas a última hora. Todas las cosas me son extemporáneas.

Errar diciendo error, autorretrato revuelto, aterrizaje forzoso, barrer con mi derrota este derrumbe.

Aprender a caminar mientras todos aprendían a andar en bicicleta, aprender a atarme la cinta del zapato, mientras otros aprendían a saltar la cuerda.

II Tengo un perro que me escucha llamarlo desde mi acento terroso y sabe que mi timbre de voz se enreda cada vez que digo: perro, ven y cómete esta sílaba que arremete contra el amor que te tengo.

II Esto que escribo lo escribo tarde: llego a estas conclusiones tarde, como el aire a mis pulmones a la hora de nacer, llego tarde a las palabras correctas, al nombre exacto, a estas palabras que trazo en el papel con deplorable caligrafía.

Esta sílaba no te pronuncia pero te llama a mi regazo. Te sabes mío desde este enredado fonema que no acaba. No nos queda de otra: tú orinas mis paredes, y yo pronuncio mal tu nombre. ZAPATOS Aprendí de ti a mirar los zapatos de las personas cuando caminan, a encontrar huellas en el pavimento, a seguir el rastro de los otros. Me hiciste mirar talones que se deforman, maltrechas botas, suelas gastadas. “Todos caminamos mal, ve cómo aquella muchacha tuerce el pie, cómo aquel niño aprieta los dedos”. Era cierto: no era la única que desgastaba sus zapatos de forma irregular /// Zel Cabrera. Foto de Joel Ossorio.

(en las puntas siempre; nunca del lado derecho).

III Escribo un nombre que no es el mío, describo el cuerpo que no me pertenece para nombrarme en este poema que habla de mí y aún así no dice nada. No habla de la noche en mi cuerpo de todas las veces que una cámara no me devuelve la que soy y en cambio dice: eres ésa, la del miedo, la nerviosa. La verdad trastoca lo que escribo, no soy, no tengo. IV Nunca tuve buena letra, nadie dijo: “Qué bonito escribes”, pero repetí el trazo muchas veces, las necesarias.

Poesía

La parálisis cerebral no es un tema muy recurrente en las letras mexicanas, aunque la encontramos en algunos poemas de Antonio Deltoro (“Cuídate de mí”). Extranjeramente, en Oliver Sacks, podemos encontrar un poco de los ecos de los daños en pacientes con problemas neurológicos y sus maneras de vivir, ambas lecturas estuvieron muy presentes en la escritura de este libro, sin embargo, su fuente principal fue la experiencia personal.


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Música

Qué música escuchas, m’ijo: pos punk t

Por Carlos Flores

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racias a dios nací a finales de los setenta, cuando los monstruos del rock clásico ya habían grabado sus majestuosas obras, cómo no darle valor al Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de The Beatles; a Led Zeppelin; a Steely Dan; a Genesis; a The Who; y a muchas bandas más que producían música increíble. En el inconsciente, recuerdo toda esa música ya que mi padre la escuchaba todo el tiempo con los amigos que lo visitaban. Pero lo mío, lo mío, fue el post punk. No el punk, que se dio en la década de los 70, con bandas como Ramones, The Clash y Sex Pistols, sino aquella música que se dio a finales de los 80 y principios de los 90. La primera rola que me prendió fue Alive and Kicking de Simple Minds, una excelente banda glasgoweña que salió allá por el 85, con un bajo potentísimo y una voz dura y sonora, además de unos

teclados vibrantes. Esa voz se me hacía muy similar a otra banda de origen irlandés llamada U2, que por aquellos tiempos traían en friega un álbum que se llamaba War, que había sido grabado en el 83 y que contenía excelentes rolas como New Years Day, Sunday Bloody Sunday y Seconds. Con estos sonidos acetáticos

llegaron otros que se oponían de plano al rock pop de los ochenta, no más Michael Jackson, Madona, Cyndi Lauper, y otras mafufadas que impregnaban la radio de manera melosa y cursi, sobre toda la radio zacatecana que se debatía entre ser una emisora de rancho o de ciudad, pues a ratos, trataba de emular las de Aguascalientes

o del DF, pero la mayor parte del tiempo se conformaba con repetir lo que Raúl Velasco canoneaba en Siempre en domingo. Llegaron, de manera underground, gracias a cintas grabadas en la radio del gabacho, del DF o de Radio UVA en Aguas, bandas con propuestas más auténticas y creativas, tal como Talking Heads,

Triálogo: Jazz en Zacatecas t

Por Gilberto Ríos

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riálogo es un cuarteto de AvantGarde Jazz que busca estar al frente en la experimentación o en la innovación dentro del campo del jazz influenciado por los artistas y grandes improvisadores de esta música. Esta agrupación aborda estéticas

existentes dentro de este ámbito pero llevándose la música a otros terrenos a través de las diferentes facetas de la improvisación. Triálogo inicia en el 2013 como un trío -lo que dio el nombre al grupo-, tiempo después se une el saxofonista Eleazar Soto y en 2015 graban su primer álbum Horizontes y Perspectivas; más adelante el

grupo pasa por algunos cambios de integrantes y en el 2018 graban su segundo álbum, llamado Ultravioleta, con composiciones del bajista Gilberto Ríos y el saxofonista Eleazar Soto. En este nuevo ciclo, acompañados por Angel Madrigal en la batería y Sofía Ramírez en el piano y voz, Triálogo nos presenta obras influenciadas por nuevas

XTC, New Order, Televisión, Wire, Red 7, Public Image Limited, The Jam, The B-52´s y Nick Cave; más tarde vendrían otras que debido a su difusión tardaron en oírse en este rincón del mundo, como la Siouxie and the Banshees, The Smiths, The Cure, Pixies y Joy Division, que se escuchaban apenas por aquí cuando Nirvana, Pearl Jam y Tool invadían MTV. Era un rock que había dejado la rebeldía y la agresión del punk entre líneas, pues nunca se desligó por completo, sino que sublimó su agresividad, sus letras y su actitud a una búsqueda más melodiosa y más compleja, a una expresión más individual y más auténtica, algo así como lo que hicieron los escritores del modernismo en Latinoamérica a principios de siglo pasado, quienes buscaban nuevas formas de expresión pero que sin quererlo traían consigo toda una tradición detrás que se reflejaba en sus nuevas creaciones, con tintes románticos, clásicos y hasta realistas y simbolistas.

formas musicales y la visión de diferentes estéticas sonoras y de improvisadores de lo que hoy se conoce como jazz; este cuarteto lleva con el día a día la realidad del artista mexicano que de manera independiente pretende plasmar sus ideas lo más cercano y honestamente posible a lo que son como personas y lo que tienen para contar. Estos 4 músicos emprenden a finales de este mes una pequeña gira por el norte de México para presentar el trabajo de su disco mediante el cual nos llevan hacia una exploración del beat y de los ritmos afroamericanos, incorporando elementos de la música electrónica y dando paso a la improvisación libre; esta sonoridad nos sumerge en una variedad de ambientes y colores únicos que dan nacimiento a este nuevo mundo sonoro que hacen llamar Ultravioleta. Se presentarán en Zacatecas el miércoles 27 de marzo del presente año en el Coyote Escondido a las 9:00 PM, ubicado en Av. González Ortega #207. El jueves 28 de marzo se presentan en Monclova, Coahuila. El viernes 29 de marzo culminan en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Esperan abrirse puertas através de todo el país y dar a conocer su trabajo, el cual también requiere de un público con cierta apertura a nuevas formas y que a la vez puede representar un reto para el escucha.


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Y son nombres de mujeres. Antología de escritoras zacatecanas II Por Sonia Ibarra Valdez t

trigantes visiones del mundo a las que se puede regresar con cada lectura de los textos. En la antología se pueden disfrutar los versos de las poetas Itzel Núñez, que alude al miedo existencial en sus “Estrellas”; María Fernanda Benítez Banegas que, con su “Par de lentes”, nos habla de un amor peculiar; Selene Salas Sánchez quien, en “Nocturna”, apuesta por una celebración del significado de ser mujer; Laura Sánchez Solorio en “En global calentamiento”, visión críticopoética acerca del origen de los problemas ambientales; Verónica G. Arredondo en

“Roma” y en “Que no se le niegue a nadie”, en cuya propuesta mezcla lo cinematográfico con lo poético; Olga Fabiola Romo Enciso en “Reconstrucción” y en “Amas a la mujer lobo que soy”, versiones del complejo vínculo amoroso; así como la prosa poética de Rebeca Vargas Tovar en “Hueyi atl” y en “Cihuamichin”, que transita entre la nostalgia y el erotismo femenino. Al igual que en la poesía, dentro del género narrativo encontramos diversos títulos que dan cuenta de la diversidad temática de las escritoras zacatecanas, que rompen con

el estigma y el tabú de que las mujeres sólo abordan tramas cursis, amorosas o sensibleras. Así, María de los Dolores Saucedo Torres retoma las peripecias de un “Maestro rural”, Isabel Rivera González a un “Señor Blanco” que promete volver, Luisa V. Vera que con una “Tenue Luz” nos muestra la vida y la muerte, Melissa Cerrillo y la noche más larga en “‘Estás densa, mujer’: creo que he cambiado molecularmente o sobre la liberté”. Asimismo, Tere Burgos presenta en “Hace veinte días” cómo un acto puede cambiar de forma radical la vida de una joven; Elsa Le-

Libros

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l próximo viernes 29 de marzo a las 19:00 hrs. en el auditorio del Museo Manuel Felguérez, se llevará a cabo la presentación del segundo compendio Y son nombres de mujeres. Antología de escritoras zacatecanas, proyecto que realizan en colaboración el colectivo Líneas Negras y la Secretaría de las Mujeres (Semujer), comunidades comprometidas con el quehacer literario de las zacatecanas. El propósito esencial de las fundadoras de Líneas Negras, Irene Ruvalcaba Ledesma y Sonia Ibarra Valdez, ha sido promover y difundir la literatura escrita por mujeres, sobre todo de las zacatecanas; en ese tenor, en el 2018, nació la idea de formar una antología que compendiara escritoras del estado de Zacatecas, con o sin publicaciones previas. Como sucede en toda nueva empresa, se tocaron varias puertas y se hicieron diversas gestiones para hacer la antología posible, no fue hasta que, sin titubear, la Dra. Adriana Rivero Garza, titular de la Semujer, propuso que la impresión del ejemplar fuera subsidiado por la secretaría, dando como resultado una primera entrega donde participaron 20 literatas, haciendo tangible la idea inicial del colectivo. La recepción del ejemplar superó cualquier expectativa; los lectores estatales, nacionales e internacionales hicieron comentarios y críticas propositivas que motivaron a que esta antología se realizara de forma anual. Así, en el mes de enero, Líneas Negras y Semujer convocaron nuevamente a todas las escritoras interesadas en ser parte del tomo II de Y son nombres de mujeres. La respuesta fue sorpresiva: cerca de un centenar de mujeres enviaron propuestas para publicar, de las cuales fueron seleccionadas 28 escritoras que, de forma poética, narrativa o ensayística, entretejen y muestran diversas e in-

ticia García Argüelles en “La barca y la neblina” acerca al lector a un reencuentro consigo mismo; Fátima Chávez Concha en “De noches y de monstruos”, enfrenta al espectador con sus peores temores; Andrea Jiménez Montalvo muestra lo paranormal en “El grito de Socorro”; Ma. Esther Escalante Galván en “Sofía”, Verónica Imelda Vázquez Torres en “¡Adiós, comadritas!” y María Guadalupe Reyes García en “Las manos de mi hermano” expresan la zozobra que deja la muerte a su paso. Por su parte, Sharon Melissa Llamas Campos en “Romper el molde” muestra cómo puede, o no, cambiarse el estereotipo femenino; Brisa Elvira Navarro Hernández en “Un mundo dual” y Alba Monserrat Hernández Cervantes en “Contra el silencio” dan cuenta del dimorfismo entre hombremujer y ruido-silencio, respectivamente; Ana Valeria Badillo Reyes expresa lo fascinante y seductora que es la noche en “Cestrum Nocturum”; Alma Rosa Fernández en “Sentir profundo” enuncia lo doloroso y confuso que puede ser dar vida; por último, Sonia Medrano Ruiz en “La fábrica” y Hannia Yiribeth Valdez Sosa en “Siempre en mi mente, por siempre en mi corazón”, expresan la inocencia y el amor de los hijos hacia los padres y el desprendimiento del mismo. En la antología también se pueden leer tres interesantes ensayos que dan cuenta de lo que es ser mujer desde diferentes ópticas: “La boca de la bruja, el pozo de la verdad” de Sara Andrade; “Verse desde otro ángulo, desde otro punto: psicología y literatura femenina” de Claudia Guadalupe Macías Ibarra, y “Modelos de mujer en Balún Canán de Rosario Castellanos” de Arlett Cancino. Como se advierte, el lector encontrará y disfrutará en Y son nombres de mujeres. Antología de escritoras zacatecanas II un amplio espectro de formas y temáticas que abren el panorama y la perspectiva de la literatura escrita por mujeres zacatecanas.


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Artes plásticas

El arte de desgustar el arte Exposición colectiva en la Ciudadela del Arte Curadores: Eric Nava y Martha Arriaga t

E

l arte de desgustar el arte es una exposición que mediante pintura, dibujo y escultura, revisa la gastronomía tradicional zacatecana. Más que una representación literal de los ingredientes, se trata de mostrar la comida como un encuentro con el otro, una forma de compartir un espacio. En la cocina hay una multitud de historias que se entrecruzan y se actualizan en cada preparación: la historia de los ingredientes y sus procesos, familia y afectos, celebraciones y rituales, pueblos y tradiciones, utensilios comunes y especializados. Cada plato es un punto de encuentro entre maneras de hacer, relaciones, gustos, prejuicios, carencias, excesos: se expresa la necesidad de sobrevivir, pero también el dispendio y el lujo, la alegría de la fiesta o el rigor del ayuno, la tradición religiosa o la solución práctica para el trabajador. Se une lo pagano y lo religioso, lo cotidiano y lo extraordinario. La cocina zacatecana es el resultado de procesos de mestizaje, de viajes y trayectos

que van más allá de las fronteras del país. Reúne tradiciones indígenas, de Castilla, del mundo magrebí y de oriente. Es un movimiento doble, usa los ingredientes escasos del semidesierto –resultado del conocimiento de la tierra, de los ciclos estacionales–, pero también tiene altos grados de complejidad, usando elementos vivos o latentes (animales, frutas, semillas), naturales (recolectados, sembrados, criados) o procesados (lo que implica otras mezclas, otros ingredientes, procesos y tradiciones). Participan en esta exposición, cuya curaduría estuvo a cargo de Eric Nava y Martha Arriaga, los siguientes artistas: Enrique Barajas Pro, Fernando Candber, Javier Cortez, Eli Cuevas, Inés Cusi, Sara Goaër, Uriel Márquez Romo, Guillermo Méndez, Alejandro Olvera, Ángeles Perelló, Susana Salinas, Gabriela Suárez del Real, Sara María Terrazas, Ignacio Vera Ponce y Juan Carlos Villegas. El próximo viernes 29 de marzo, a las 20:00 Hrs., se llevará a cabo la inauguración en la Sala de la Bóveda en la Ciudadela del Arte y permanecerá en exhibición hasta el 12 de mayo.

/// Juan Carlos Villegas. Guais y queso añejo.

Río de palabras

/// Enrique Barajas Pro. Pitanzas de Manila

Puentes t

Pesadilla Que el día de nuestra muerte despertaremos del sueño para entrontrarnos de frente con nuestros antepasado. Lisa Owen t

Por Alberto Huerta

É

l despertó súbitamente, con el grito sin grito. El cuerpo empapado en sudor

y un escalofrío que le hacía temblar. No recordaba ni una pizca de la pesadilla. No pudo volver a conciliar el sueño. Permaneció ovillado con los ojos cerrados. Cuando

amaneció la boca le sabía a cobre. Del cuerpo se le desprendía un olor agrio. Al final de la jornada, del día, se dio cuenta de que esa noche había quedado vacío, hueco.

Por Pilar Alba

L

os puentes son redes, caminos de conexión que conducen de una hacia otra orilla. En ellos se apoya la idea de los encuentros, de los lazos, de la unión de los enamorados. Sus estructuras varían, así como los materiales y componentes, lo que nunca cambia es su función… Aunque hoy, ante ustedes, quiero hacer una declaración que tal vez no sea de su completo agrado; contrario a lo que he declarado al inicio: los puentes separan. Sí, y no porque estén rotos como dice la canción o porque sean dinamitados, como en los tiempos de guerra o destruidos por catástrofes naturales. Separan porque a menos que dos personas estén justamente al mismo tiempo en su centro, siempre estarán formando parte de uno u otro extremo. Los puentes son también lugares de despedidas, en los que cada quien termina jalando por su lado; regresando a su propia orilla.


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