SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 389 /// 17 DE JUNIO DE 2019 /// AÑO 9
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Adriana Ventura. Fotografía Diego Ventura.
Adriana Ventura (Cruz Grande, Guerrero, 1985). Realizó estudios de licenciatura en la UAG, de especialidad en la UAM-A y de maestría en la UNAM. Algunas de sus publicaciones son Geografía negra (Verso Destierro, 2013), La rueca de Gabrielle (Editorial de otro tipo, 2014), Elogio a las rain boots que no tengo (Editorial de otro tipo, 2015) y Café Bausch (Colección La Ceibita, FETA, 2015) y Boceto de una vida sin casa (Praxis, 2018).
[En páginas centrales, una entrevista con ella realizada por Armando Salgado]
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LA GUALDRA NO. 389 /// 17 DE JUNIO DE 2019 /// AÑO 9
La Gualdra No. 389
Editorial
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robé el pan ranchero por primera vez en Río Grande, Zacatecas. En ese municipio es común que muchas familias tengan su “cocedor” de leña, un horno construido en los patios de las casas y utilizado frecuentemente para cocinar ahí distintos tipos de comidas dulces y saladas; en esos cocedores se mete el chivo o el borrego envuelto en pencas de maguey para hacer una de las birrias más exquisitas que usted prueba probar, distinta en su sabor a la que se come por ejemplo en Aguascalientes, Jalisco o en la capital de nuestro estado; la gente de Río dice que es por el tipo de alimentación de los animales que su carne tiene ese gusto tan característico: fuerte, concentrado y dulzón. Ahí, en esos hornos rústicos se cocinan también las gorditas de maíz rellenas de frijoles -con chile y cominoso de cuajada, muy condimentadas, por cierto; la explicación del uso de tantos cominos, según dicen allá, es porque éstos funcionan como conservadores naturales, evitan que los alimentos se descompongan rápido (algo muy necesario porque los hombres se llevaban estos itacates al campo y eso comían durante los días que permanecían en la labor). El pan ranchero, el rey de los panes en Zacatecas, también se hornea en los cocedores de leña; decía que lo probé por primera vez en Río Grande, en donde este tipo de pan es muy tradicional; lo han cocinado ahí desde hace muchos años y eso ha propiciado que en ese municipio hayan incorporado nuevos ingredientes para abonar a la diversificación de sabores, de ahí que además del pan hecho de harina blanca y las semitas de trigo, se cocinen también empanadas rellenas de chilacayote. Mi abuela paterna lo cocinaba y recuerdo que ella me decía que había aprendido a hacerlo en Apaseo, Nieves -lugar de donde era originariaporque las señoras de otra comunidad llamada Melilla, la habían enseñado. Melilla y el Tánger, son dos ciudades vecinas de España (se encuentran localizadas en el norte de África), pero también dan nombre a dos comunidades del municipio Gral. Francisco R. Murguía mejor conocido como Nieves. Ese municipio fue ocupado por un grupo de españoles encabezado por don Francisco de Ibarra -sobrino de Diego- el 5 de agosto de 1558; no es tan descabellado suponer que ellos trajeron hasta esta tierra la receta del pan blanco tipo
marroquí -hecho a base de harina, agua tibia y levadura originalmente- al estilo del que se hacía tanto en Melilla como en el Tánger (las ciudades africanas de las que hablamos) y que se transformaría con el paso del tiempo en lo que hoy conocemos como pan ranchero; actualmente se elabora en varias partes del territorio zacatecano, además de los municipios mencionados, también podemos encontrarlo en Rancho Grande, Cañitas de Felipe Pescador, Fresnillo y Trancoso. Y a propósito de Trancoso, este 16 de junio se celebró el 4o. Festival de la Gordita y el Pan Ranchero en la cabecera municipal, gracias a la gestión de Mary Canizales, directora del Instituto de Cultura de esa localidad, quien logró convocar a 12 productores de este tipo de pan (a cuya receta original se le han agregado ingredientes como azúcar, canela y nata, por mencionar algunos), los expositores del festival que los últimos cuatro años ha convocado a gente de todas las comunidades y ciudades vecinas para probar este tipo de delicias. Qué bueno que se siga fomentando la tradición y mejor todavía, que cada vez más la gente valore y disfrute este tipo de pan artesanal que sólo se puede encontrar en territorio zacatecano. Resulta muy interesante que en los mismos lugares donde se hace pan ranchero se cocina también el asado de boda. Todos muy diferentes, todos excepcionalmente ricos. Permítame recomendarle, estimado lector, lo siguiente: cuando vea en las calles del centro histórico a alguien vendiendo pan ranchero, si le dicen que es de Trancoso, no lo dude, cómprelo, seguro le encantará. Y si quiere probar uno de los mejores asados de boda de la región, tome su auto y vaya a Trancoso, a la entrada de este municipio se encuentra -a la orilla del camino- el Restaurante el Salvador, un lugar muy sencillo, en el que encontrará una muestra extraordinaria de comida casera zacatecana, famoso por sus caldos de res y por su asado, servidos con tortillas hechas a mano y recién salidas del comal. Así pues, sigamos promoviendo la riqueza de nuestra gastronomía, consumamos nuestros productos y disfrutemos los sabores de nuestra región. Que disfrute su lectura.
Directorio
Contenido Los crímenes de Alicia Una frase en un diario arrumbado de hace más de cien años… Por Mauricio Flores
Soy de la tribu de los tristes: Adriana Ventura Por Armando Salgado
Exposición La materia de los sueños Por Rita Vega Baeza
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Us: el juego de espejos de Jordan Peele Por Adolfo Nuñez J. Desayuno en Tiffany’s, mon ku Solo, un documental pensado para piano Por Carlos Belmonte Grey
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Leer el entorno para visibilizar las bibliotecas Por Eduardo Campech Miranda Bala bizarra, capital de mi estado Por Juan Gerardo Aguilar Otro lado Por Pilar Alba
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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Los crímenes de Alicia
Una frase en un diario arrumbado de hace más de cien años… Op. Cit.
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Por Mauricio Flores*
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licia Liddell, Kattie Brine, Ella Balfour, Florence Bickersteth, Gertrude Dykes, Mary Ellis, Beatrice Hatch, Sidney Owen, Amy Huges, Kie Kitchin, Irene MacDonald, Alice Murdoch…, muchas fueron las niñas impúberes en las que Lewis Carroll (18321898) detuvo su mirada. Al menos sus atisbos fotográficos, en tanto integrante de ese colectivo de artistas que Brassaï cataloga como ralea de granujas, mirones y ladrones, si bien el mundo festeja su esplendorosa novela, Alicia en el país de las maravillas, a un tiempo deferencia a la representación humana del ideal edénico. Lewis Carroll (Charles L. Dodgson) fue un personaje polémico y fuera de serie. Sí. A extensiones que llegan a señalarlo como leitmotiv del ejercicio novelístico, como ahora lo hace Guillermo Martínez (Argentina, 1962) en Los crímenes de Alicia, con la que obtuvo el Premio Nadal 2019. Una novela que, al sustentarse en el género policiaco, se prolonga en laberintos cuasi meta literarios para volver a Alicia…, rendirle homenaje y dejar en el lector una serie de interrogantes abiertos a la última interpretación. Que exista (hacia mediados de la década de los 90 del siglo pasado, fecha en la que se desarrolla la trama) una “hermandad” dedicada a exaltar persona y obra del otrora diácono anglicano, no sería algo fuera de lo normal. Como tampoco su ubicación, los renovados rincones del viejo Oxford ni los ambientes académicos, especialmente los dedicados al estudio de la literatura, del mismo Carroll, y de las matemáticas. Y es que lo dice alguno de los personajes, “lo real es siempre una proyección, una huella aplastada de algo que caminó en otras dimensiones”. Resulta difícil anotar aquí los contenidos de Los crímenes…, en el entendido que estas líneas deben ser una mera invitación a adentrarse en sus tramas y personajes, ambas delineadas con destreza literaria, y nunca su intención adelantar vísperas. Spoilear, se dice ahora. No. Cómo entonces decir que habrá el hallazgo de un manuscrito de Carroll, jóvenes bellas, ambientes muy ingleses, extrañas muertes y la incorporación del tema de la supuesta pedofilia del mismo y posibles alcances a la contemporaneidad. Desnudos infantiles Narrada en primera persona por un académico argentino residente en Oxford, la novela vuelve a uno de los asuntos más conocidos en torno a Carroll, el que “tomó a lo largo de su vida unas dos mil fotografías, una cantidad enorme para la época por las dificultades técnicas que suponía cada toma”. Tema convertido en enigma por Martínez y donde se acotan sin embargo aspectos que al correr del tiempo se podrían haber desvirtuado. “Jamás ninguno de esos padres —advierte uno de los personajes de la novela al referirse al trabajo fotográfico de Carroll— dio a conocer ninguna disconformidad. Curiosamente, la época victoriana, tan denostada
por su rigidez moral, no tenía el resquemor y las preocupaciones de nuestros días por los desnudos infantiles”. “Lo imperfecto —leemos en Los crímenes…— refleja lo perfecto más completamente que lo perfeccionado”. Algo que “ni siquiera Witold Gombrowicz lo habrá dicho mejor” y que al avanzar la novela se impone como hilo conductor hacia el inesperado desenlace. ¿Tendrá algún sentido que “alguien se propusiera matar a alguien por una frase en un diario arrumbado de hace más de cien años? ¿Es lo desarrollado en la historia de Los crímenes… “realmente una campaña para denunciar la pedofilia de Carroll”? Sabemos ahora sobre los cientos de fotografías hechas por Carroll. Y en Los crímenes… también habrá. Sólo recordemos aquí lo que sobre esa faceta artística del también amante de la paradoja y la matemática (“¿qué clase de hallazgo es aquel del que no se puede adelantar nada sin decirlo todo?”) escribió el gran Brassaï, aunque también de la misma expresión. Pensamientos impíos “Otra tarea que la fotografía asume en Carroll: la válvula de escape de su vida amorosa frustrada. Nosotros los fotógrafos —para parafrasear a Carroll— somos una ralea de granujas, de mirones, de ladrones. Estamos en todas partes allí donde no se nos desea; traicionamos secretos que no nos han sido confiados; espiamos sin vergüenza lo que no nos atañe y nos apropiamos de lo que no nos pertenece. Y, a la larga, nos encontramos haciendo de encubridores de toda la riqueza de un mundo que hemos asaltado. La fotografía es la que permite a este pastor tentado por el diablo exorcizar sus pensamientos impíos —“unholy”—que, como confiesa, le perseguían sobre todo por la noche. “Gracias a ella, la captación de la imagen po-
día sustituir a la posesión. «Era necesario», escribe André Bay, uno de sus mejores traductores y conocedores, «que hiciera intervenir esta lente —la fotografía— entre la inaccesible jovencita y su sed de poseerla. Y así la tomaba a través del objetivo». “Toda la vida amorosa de Lewis Carroll estuvo ligada a la fotografía, pasó por la fotografía. Para él, la fotografía era el país de las maravillas, «el otro lado del espejo»”. *** Guillermo Martínez, Los crímenes de Alicia, Destino, México, 2019, 334 pp. * @mauflos
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Soy de la tribu de los tristes: Adriana Ventura Poesía
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Por Armando Salgado
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driana Ventura (Cruz Grande, Guerrero, 1985). Realizó estudios de licenciatura en la UAG, de especialidad en la UAM-A y de maestría en la UNAM. Ha publicado los paquetes: Geografía negra (Verso Destierro, 2013), La rueca de Gabrielle (Editorial de otro tipo, 2014), Elogio a las rain boots que no tengo (Editorial de otro tipo, 2015) y Café Bausch (Colección La Ceibita, FETA, 2015) y Boceto de una vida sin casa (Praxis, 2018). La voz poética de Adriana Ventura destaca por su manufactura concreta, relacionando lo cotidiano con los elementos existenciales que nos forjan, siendo una autora guerrerense que nos permite construir nuestra propia cerradura en busca de esos puntos tangibles que nos dan respiro. Habrá que seguirla en los próximos años para continuar abriendo puertas junto a su obra. Armando Salgado: Eres escritora además de profesora; has comentado que tu vocación por la docencia se gestó en la práctica. Como poeta, ¿qué relación encuentras entre el ejercicio docente y la creación literaria?, ¿realmente la literatura contribuye en la formación de jóvenes críticos? Adriana Ventura: Es curioso porque de niña, me encantaba jugar a la escuelita. Después olvidé durante algún tiempo la satisfacción de enseñar. Ahora recién redescubro que la enseñanza tiene que ver con la curiosidad que no termina nunca, pero sobre todo con el deseo de compartir. Encontré en la docencia un espacio de reflexión constante. Ser maestra me permite entablar diálogos frecuentes con la literatura. Dado que hay que preparar clase, siempre estoy actualizando materiales de lectura, cambiando los que no funcionaron, ampliando lo propuesto algunas veces, sobre todo cuando algunos grupos superan las expectativas que se tienen y resulta que les encanta leer. Y bueno, siempre digo que se escribe porque se desea comunicar algo, lo que sea, algo se le quiere decir a los otros y en la docencia pasa igual. La enseñanza es ese deseo por querer compartir algo tuyo, algo que amas. Cada vez que voy hacia la escuela me dan unas ganas tremendas de llegar para ver qué efecto surtieron las lecturas que propuse. No sé si estoy formando chicas y chicos críticos, me gusta pensar que al menos pongo un granito de arena para que se hagan conscientes de su sensibilidad y aprenden a vivir con ella, siendo lo más humanos que puedan llegar a ser. Sí, yo prefiero que sean
conscientes; que aprendan a interpretarse y con ello interpreten también el mundo que los rodea, lo crítico ya les vendrá después. Sin embargo, lo que me haría de verdad feliz es saber que mis alumnos encuentran en la literatura el refugio que encontré yo para aprender a vivir conmigo. AS: Como profesora, ¿qué consideras que hace falta en el sistema educativo para cerrar la pinza y contribuir a la formación de mejores personas? AV: En el sistema educativo hay una réplica terrible de todos los vicios que hemos padecido en México. Primero habría que pensar en los abismos económicos que hay en la vida de los niños y jóvenes. Si en una familia apenas hay presupuesto para comer, será difícil que adquieran libros. Muchos dirán que hay libros baratísimos o mencionarán el acceso a bibliotecas, a libros descargables, etcétera. El asunto va más allá; en las familias de escasos
recursos el tiempo se convierte en algo valioso, un medio para producir algo. La lectura no genera nada tangible, es momento de ocio y por lo tanto no se aprecia. Quienes leemos somos privilegiados de alguna manera. Hemos tenido la oportunidad de entregarnos a la holgazanería que requiere la lectura y logramos esto porque teníamos ciertas certezas en la vida: la comida, la vivienda. Yo pensaría que hace falta que sean quienes no han padecido las carencias, quienes no saben qué significa robar tiempo a las ocupaciones para leer, los que tendrían que ser mejores personas, sobre todo más sensibles, más solidaros, más empáticos con los otros. AS: Comentas que por las lecturas pueden darse grandes paseos: ¿cómo han sido esos recorridos para ti desde que te iniciaste en la escritura?, ¿qué autores han caminado contigo?, ¿qué lugares y qué otras influencias elijes ahora?
AV: Mis primeras lecturas fueron las que mi padre tenía en casa. No diré que teníamos una extensa biblioteca, pero había libros. Intenté leer los de economía, pero no pude con el reto a mis doce años, así que me acerqué a las novelas que había en casa: 24 horas en la vida de una mujer, Cien años de soledad, El proceso, Un mundo feliz, Pedro Páramo y el libro de poesía Poeta en Nueva York. Más tarde tomé la decisión de estudiar literatura y mis lecturas eran las que indicaban los programas de las materias, aunque también fui una lectora rebelde, pues buscaba textos poco conocidos, autores que no siempre aparecían en las grandes listas de lo que tenía que leer. Juan Vicente Melo me encantó y casi nadie lo había leído en mi época de estudiante. También me acerqué a la poesía, que lamentablemente, es un género no muy valorado en los programas de estudio. Hasta la fecha me incomodan esos grandes anuncios donde se enumera a “los mejores escritores de cierta época, o lugar”. Me gusta ser curiosa, me gusta ir a las librerías, acercarme a los puestos y ver los títulos, las formas de los libros. Suelo buscar autores con los que me identifico de algún modo. Supongo que la literatura me ayuda a comprenderme. Justo ahora estoy encantada con la poesía de Pia Tafdrup, la descubrí a través de un programa de radio, busqué poemas suyos y no puedo dejar de leerla. En esta época de mi vida, me entusiasma mucho descubrir escritoras que son o fueron madres, aunque no necesariamente trabajen el tema de la maternidad en sus letras. Vienen a mi mente Clarice Lispector, Shirley Jackson, Lucia Berlin, Piedad Bonnett, Chantal Maillard, María Auxiliadora Álvarez, Carmen Ollé. AS: Has publicado 5 poemarios previos a Boceto de una vida sin casa (Praxis, 2018). Este libro replantea los distintos tipos de losa que a diario cargamos, siendo la poesía un único escape, social o personal, de estos escenarios que asfixian. ¿Qué detalles hay detrás de sus páginas?, ¿qué relación tiene con los otros poemarios que has escrito? AV: Boceto de una vida sin casa es un libro que escribí mientras tuve la beca Jóvenes Creadores del FONCA, en 2016. No se trata del libro por el que pedí la beca, pero escribir lo que había proyectado me estaba costando bastante. Al mismo tiempo me vi en la necesidad de mudarme de casa en la Ciudad de México. Cuando llegué a vivir aquí, en 2010, no tuve muchas complicaciones para encontrar dónde quedarme, quizá porque llegué en condición de estudiante y así se me pen-
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Poesía
/// Adriana Ventura. Fotografía Lucía Baltazar M.
saba, como un ser transitorio, que se iría algún día. En 2016, al buscar vivienda en pareja y con un niño, mi condición había cambiado, me estaba estableciendo y sentí un rechazo por parte de la ciudad. Me sentí vulnerable, extraña. Los precios eran, y aún lo son, exageradísimos, los requisitos ridículos y parecía que mi esposo y yo no éramos del gusto de ninguna dueña o arrendadora. Luego descubrí que esa sensación era algo que habían experimentado otras personas, incluso escritores como Fabio Morábito, así que intenté escribirlo. Boceto de una vida sin casa es una declaración de odio y amor a la ciudad, un poquito en comunión con las declaraciones de amor y odio de Efraín Huerta. No puedo asegurar que haya alguna relación con mis trabajos anteriores. Hay temas a los que recurro porque no termino de encontrar cómo decirlos: la nostalgia, la naturaleza, el miedo. Pedro Salinas decía que se escribe porque no se sabe decir dónde nos duele y yo le creo totalmente. Pero si hay que definir lo que he escrito, diría que Geografía negra es un libro de dudas, dado que es mi primer libro no tenía claro lo que deseaba hacer con las palabras. Creo que se tratan de un conjunto de poemas impulsivos. Café Bausch es un libro de hubieras, escribí sobre la nostalgia que me produjo llegar tarde a la danza contemporánea y al mismo tiempo es un tributo a la gran coreógrafa Pina Bausch. La rueca de Gabrielle es un poema de la desesperación que se vive mientras se espera, intenté en éste practicar el ritmo de la paciencia. Y Boceto de una vida sin casa es singular, es un libro que se escribió con rabia y frustración. AS: ¿Qué sugerencias le compartirías a quien apenas desea escribir?, ¿hay algo que modificarías de tus decisiones anteriores? AV: Me hubiera gusta empezar a escribir antes. Yo tomé la decisión de dedicarme a esto cuando estaba cursando la maestría. A los 26 años, a esa edad muchos autores y autoras de mi generación ya estaban publicando. No digo que antes no escribiera, lo hacía, pero no era algo de lo que dependía, no lo sentía como un oficio al que debía dedicarle tiempo. También esto es extraño, porque yo me había imaginado siendo investigadora de la Literatura, no poeta. Luego la vida me atrajo al lado de la creación y aquí estoy dando pasitos. Sí, me hubiera gustado asumir la escritura antes, pero el miedo me paralizaba. No me sentía con las herramientas suficientes. Ahora todavía me atracan ciertos miedos, pero me aferro y escribo. Encontré
me haga cosquillas antes de entregarme al abismo. No sé distinguir entre el arriba y abajo cósmico. Los elementos no deberían conformar teorías. Resulta complicado entender que debo salir de la cama, que las mañanas abarcan mi habitación. El cosmos es una palabra que zumba en mi despertador, escucho su eco como el canto de pájaros citadinos que mantienen la prudencia ante los disparates de la física. El orden sideral me empuja a los días, me encierra en las noches. Mi orientación tambalea en el universo. De Café Bausch (Colección La Ceibita, FETA, 2015)
/// Adriana Ventura. Fotografía Lucía Baltazar Miranda.
en la escritura una especie de resistencia ante los dolores del mundo y por eso insisto. De ahí se desprenden mis recomendaciones: quien desee escribir, que se atreva, que se aferre, que insista, que escriba y escriba y escriba. AS: En tu libro de ensayo Elogio a las rain boots que no tengo, mencionas que el mundo es feroz, ante esto: ¿qué cosas hace Adriana Ventura para mitigar esa incertidumbre?, ¿cómo intenta ser feliz bajo la lluvia? AV: Soy de la tribu de los tristes y no puedo evitarlo. Ser así de melancólica me gusta, me siento frágil y fuerte al mismo tiempo. Quizá te parecerá nihilista: pienso que ya estamos en el mundo y hay que mantenernos ocupados mientras todo termina. Así que hago eso: tomo notas dispersas, disfruto la lluvia, gozo los días soleados. Recuerdo a mis muertos y muertas. Hago videollamadas con mis hermanos y hermana. Lucho contra las costumbres (es curioso, me quejo constantemente de las costumbres). Voy al mercado. Lloro y juego y me desespero y río con mis hijos; cocino de vez en cuando, lavo ropa, lavo trastes. Me angustio por mis deudas. Leo y escribo. Espero que la magia de la vida me sujete los pies y las manos, dejo que
Anoche leí sobre un vestido negro para cargar el luto como los cuervos. Pienso en Aracné, tejiendo una galaxia. La veo transformarse en un tapiz que decora los muros blancos, el mármol de un palacio. Pienso en las arrugas de Atenea mientras la espía con sus canas falsas, jugando a ser una envidia envejecida, con la ofensa plantada en los ojos. Los dioses siempre tendrán esa tirria contra los mortales. A nosotros, Gabrielle, sólo nos queda esforzarnos por ser elegantes dos o tres noches en la vida. La próxima quincena iré a comprar el vestido básico de tu nueva colección. Así que mis manos saben deshilvanar seda. Mis pies pedalean toda la noche para que la señora del terrateniente luzca un negro azabache en su cuerpo. De sus ojos no cuelgan bolsas. Hay ventajas al ser mujer de los terratenientes, se puede dormir bien, por ejemplo. Yo, Gabrielle, no tengo mitones y sí un sueño infinito que va detrás de los caballeros galantes paseándose frente al aparador. ¿A ti te parece que el mundo está como para ir de rayas, cruzados nuestros cuerpos de poniente a este como los trayectos largos que hago para ganar sueldo extra y colgarme el blusón estilo marinero? De La rueca de Gabrielle (Editorial de otro tipo, 2014)
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Exposición La materia de los sueños* Exposiciones
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Por Rita Vega Baeza
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l colectivo ARTemisia, y Minotauro Azul constituidos por diez artistas de España, Italia y México abren esta exposición con la aspiración de alcanzar al objeto artístico en su forma secreta, ya sea en la materia que lo hospeda, en el color que lo aviva, en la fragmentación de algunas formas geométricas y/o con el espectador que lo completa. De estas pinturas no puede extraerse un único sentido, porque como en los sueños, según lo descubrió Freud, se juega siempre la condensación y el desplazamiento, por lo que se abre a múltiples interpretaciones en las que la obra ya no pertenece a quien la hizo ni a quien la posee, sino a quien la comprende, penetra o vislumbra, porque la abstracción implica atravesar el espejo de la representación para pasar a una verdad siempre frágil: la de los propios sueños y su excedente de sentido. El arte abstracto implica una forma de rebeldía, de indocilidad, de desobediencia. Pone en suspenso la subjetividad, abre una interrogación. Porque aquí el arte no tiene un destino fijo, no apunta a un progreso en el que al final encontraríamos el objeto más bello, no, sino la fusión de horizontes o la ilusión de mundo. Sus materiales: papel, arpillera, lienzo; o sea, árboles devenidos fragmentos visuales coloridos, transmutación de las especies. Las técnicas son generalmente mixtas en las que se conjuga el óleo, la acuarela, el acrílico y el arte digital sobre papel. El colectivo Minotauro Azul, asociado siempre con ARTemisia juega con lo figurativo. En la palpitación de sus colores nos encontramos con la expresividad y la emoción. Ahí donde percibimos una forma mascu-
/// Almudena Serrano Cuesta, Silencio, acrílico sobre papel y otros materiales.
/// Gemma Hurtado, Serie Faetón carro solar 3de4, acrílico sobre papel.
/// María José Pazos, Brumas, acrílico sobre papel.
/// Ramón P. Olivera, Fondo marino 2, arte digital.
lina podríamos ver también lo que la excede, su articulación, sus fisuras, su dorado fondo irreverente; igual, la forma que se repite en la marea en virtud de que no pretende alcanzar la representación correcta o la imagen ideal —aunque se trate de un hombre, de un animal o de una estrella—, sino más bien, de una defensa de la fragilidad del mito en su transferencia temporal, corpórea.
/// Simona Gollini, Mare spumeggiante tra mare e tierra, acrílico sobre tela.
Alguien le dijo a Miró que sus pinturas las podría haber pintado un niño, y él le contestó: claro, un niño sí, pero nunca un adulto como usted. *La exposición se inauguró el pasado 29 de mayo y se encuentra en exhibición en el Artespacio Humanitas de la Unidad Académica de Estudios de las Humanidades (UAEH) de la UAZ.
/// Rita Vega Baeza, Veranos en Chicago IV, mixta sobre lienzo.
El colectivo ARTemisia asociado con el colectivo Minotauro Azul, son dos grupos de artistas de España, Italia y México dedicados principalmente a las artes plásticas. Se constituyen en Madrid en octubre de 2018. El nombre de “ARTemisia”, es en honor a la gran pintora italiana Artemisia Gentileschi del siglo XVII, tan fascinante como desconocida y que ha tenido que esperar al siglo XXI para que su obra sea reconocida y hondamente valorada. La expresión pictórica del colectivo ARTemisia es, en principio, abstracta, en virtud de que la mayoría de sus integrantes provienen de un grupo de neoexpresionismo abstracto. En su actual expresión se juega simbolismo, color y emoción en relación también con lo inconsciente. El Minotauro está vinculado con un mito griego, es un híbrido de cuerpo humano y cabeza de toro que vivía en un palacio-laberinto, unifica dos especies en una generando fascinación, incluso perturbación. Hemos agregado, “Azul”, porque es el color de nuestro planeta, así, “Minotauro Azul” celebra la mezcla, la diversidad, es decir, el mestizaje en el arte; tiene una vocación más hacia las artes visuales en general y lo figurativo en particular ya que en sus técnicas incluyen también las artes digitales sobre diversos materiales.
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Us: el juego de espejos de Jordan Peele t
Por Adolfo Nuñez J.
Cine
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umbo a sus vacaciones de verano, Gabe (Winston Duke) y Adelaide (Lipita Nyong’o) viajan por carretera junto a sus hijos Zora (Shahadi Wright Joseph) y Jason (Evan Alex) con la esperanza de tener días de descanso y relajación bajo el sol. Al llegar a la playa de Santa Cruz, Adelaide comienza a sentirse insegura y perturbada, al notar algunas situaciones extrañas que le indican que algo no anda muy bien. A manera de flashbacks nos enteramos de que cuando era una niña, Adelaide sufrió una experiencia traumática en ese mismo lugar y que tomó lugar en una misteriosa casa de espejos. Ante tal molestia Adelaide exige irse, pero antes de que su familia pueda reaccionar encuentran todas las salidas bloqueadas por otra familia como ellos vestida de rojo. Esta familia está compuesta por sus doppelgängers y es dirigida por Red (Nyong’o) la gemela de Adelaide quien, junto a otros dobles comienza una descarnada y masiva matanza hacia todos sus gemelos. Después de establecer una poderosa y necesaria crítica social sobre los prejuicios de la modernidad y el racismo en Estados Unidos con la excelente Get Out (2017), el director Jordan Peele vuelve a utilizar los elementos característicos del thriller de horror para armar en Us (2019) un relato surrealista con reminiscencias a The Twilight Zone y cuyos subtextos son abordados y desarrollados desde que el filme comienza y hasta que los créditos corren. El guion está estructurado de una manera cuidadosa para lograr evocar en el espectador una sensación de misterio y suspenso inquietantes que se funden con pinceladas de humor e ironía que se logran adaptar al tono sombrío de la historia. Esta mezcla de estilos logra funcionar en mayor medida gracias al desempeño de sus actores, quienes logran que sus personajes evolucionen de manera redonda y coherente, al par de que también flexionan sus habilidades actorales al
interpretar a sus dobles malvados. En este juego de reflejos, el director busca que el público reflexione sobre la otredad, los traumas del pasado, los privilegios y muy en específico en las identidades fracturadas, dentro de las cuales deviene la lucha entre el “yo” verdadero e ideal frente al “yo” en la peor versión posible. De nuevo referenciando los trabajos más provocativos The Twilight… el filme es una heredera espiritual a dicha serie que de modo oportuno evidencia la oscuridad que busca salir a flote bajo la superficie de la sociedad posmoderna. Así pues, y al igual que con su filme anterior, la combinación entre sátira social junto con los géneros de horror y comedia se tornan fascinantes de ver. Tomando como centro de atención
a la familia como estructura fundamental para el desarrollo del ser humano, las ideas arraigadas en Us tienen que ver con las preocupaciones de la vida cotidiana, y la ansiedad que provoca no lograr controlar nuestras emociones cuando estamos frente a desconocidos. Por otra parte, el director divide las clases sociales entre arriba y abajo a la vez que las duplica, para evidenciar una crítica potente a un sistema que crece acumulando copias, sin dar paso a lo auténtico o distinto. El realizador aborda el temor hacia la otredad y lo extraño con una visión inquietante del mundo, a la par de que nos demuestra que ese mismo temor está arraigado a nuestro interior, y que sólo podremos conocerlo hasta que tengamos que adaptarnos para sobrevivir.
Desayuno en Tiffany’s, mon ku Solo, un documental pensado para piano t
Por Carlos Belmonte Grey
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demás de la Quincena de Realizadores y de la Semana de la Crítica, existe una tercera organización en paralelo a la Selección Oficial de Cannes, se trata de la Asociación de Cine Independiente para su Difusión (ACID por sus siglas en francés). Aquí se puede encontrar una programación de películas de menor presupuesto, o de producción independiente o que comercialmente tienen problemas para su difusión y proyección, elementos que nos dan a pensar que se trata de un cine de calidades muy dispares. Ahí nos hemos encontrado con una joya en la ACID en el pasado Festival de Cannes 2019. Solo es una película dirigida por, el normalmente productor de cine, Artemio Benki quien con ella firma su primer largometraje. Benki (co-productor de Lord of war, 2005) estuvo en Argentina porque quería conocer El borda, el hospital psiquiátrico más grande y controversial de América Latina. En 2014 entre sus visitas apercibió un caso que le llamó la atención, el del pianista Martin Perino. Notó que entre los enfermos él tocaba el piano de una manera excepcional “porque muchos tocan, pero no tocan bien. Mientras que él lo hacía increíble”, nos comentó en entrevista Benki. Entonces empezaron a hablar, mitad en inglés mitad en español, y encontró ahí una historia. Ya no sería la historia del hospital sino la de un músico virtuoso
del piano pero enfermo de esquizofrenia. Siguió por intermitencia el caso de Martín durante cuatro años. Dos de ellos aún internado en el hospital y luego los dos siguientes en el proceso de reinserción a la realidad concreta ya fuera del hospital. En total pasó unos 70 días y se quedó con unas 150 horas de material. Benki quiso mostrar, sin alterar escenas, cómo puede ser el regreso de un tipo que era un niño virtuoso de la música. Un niño que empezó a tocar a los cuatro años y a los diez ya tenía su primer concierto pero que a causa de su perfección en la música se despegó del mundo real y se metió a vivir en el mundo musical de su cabeza. Un documental pensado para la música de Martin Lo que vemos en 82 minutos es ese proceso, el de Martín que vive tocando el piano y que ésa es su droga. Piensa en música y sus ansiedades llegan cuando no tiene un piano y se pone a palmear en las mesas o en el aire. Benki crea un documental pensando en la música de Martin y en su composición Enfermería. Las secuencias que van del hospital, al bus y los cuartos, quedan empalmadas y ligas por los momentos de música diegética que luego quedan alargados a otros espacios. Es decir, una pieza músical tocada por Martin y a quien vemos en el cuadro luego se mantiene para acompañar ya a Martín en otros lugares. Ése fue el tema de discusión a la hora de montar el do-
cumental, respetar los espacios y los cortes de cada episodio cerrando el sonido, o bien encabalgar el sonido: “vimos entonces que no respetando sólo ese aspecto de la realidad. El de mantener la música a pesar de que no se viera de dónde venía, formaba el arco narrativo que respetaba el sentido de la vida de Martín, vivir para la música”. El documental parece empezará a ser difundido en Argentina y en Francia, se está planeando que Martín acompaña varias proyecciones y toque el piano.
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LA GUALDRA NO. 389 /// 17 DE JUNIO DE 2019
Río de palabras
Leer el entorno para visibilizar las bibliotecas t Por
Eduardo Campech Miranda
L
a señora Andrea lee las cartas, hace amarres, limpias y retira todo tipo de hechicerías. Los viajes “A ti me encomiendo” ofrecen paquetes a la playa, la Huasteca y otros destinos turísticos. La barda del predio abandonado anuncia un espectacular baile con letras coloridas. En el Facebook aparece constantemente publicidad de Uber, medios de comunicación y actores políticos estatales. Las financieras buscan clientes a través de hawaianas pegadas en postes. Cada quien, con diversos presupuestos, cortos casi todos ellos, busca hacer llegar sus productos y servicios a su mercado objetivo. ¿Cuál es la política de promoción y propaganda desde las bibliotecas públicas? Más de una ocasión he expresado en este espacio la urgente necesidad de que el personal que toma decisiones desde las bibliotecas cuente con una conducta lectora consolidada. Y no me refiero única y exclusivamente a la lectura del código escrito alfanumérico. Leer la realidad, recuperando a Freire, anticipa la lectura de letras. Pero si hay incapacidad, o pereza, por leer el entorno, ¿podemos esperar que se lean libros? Pienso en las bibliotecas públicas zacatecanas y las confronto con otros espacios como sus similares en Los Mochis, Villahermosa, sólo por mencionar un par. La
/// María José Pazos. Una flor en el suelo. 2017. De la exposición La materia de los sueños.
primera municipal, la segunda estatal. Si usted llega a algún lugar y pregunta, por ejemplo, por una tienda de conveniencia, tendrá varias opciones como respuesta. Creo que el trabajo de la biblioteca, cuando es realizado eficientemente y cumple con sus propósitos intrínsecos, hace de publicidad gratuita y efectiva. Recuérdese que la mejor es la de boca en boca.
Bala bizarra, capital de mi estado t Por Juan
Gerardo Aguilar*
Podré sonar perverso y chovinista, al decir: bala bizarra, capital de mi estado; más cruel que cielo, más tierra violenta que colorada. Una doble moral unánime en sus ambientes, y unas retacadas gentes de rostros y nalgas operadas, ilusiones prófugas del erario, cajas chicas y lujosas casas. Católicos y ateos de Pedro el Perro Aguayo, jacobinos de memes y redes incendiarias. (Y se odian —y también se dan— unos a otros con buena y mala fe.) Una péptica montaña de rencores, mula fingiendo ser caballo encabritado, pues al dorso lleva una mansión alzada por quien jura ser virgen de todo latrocinio.
Las subidas y bajadas del terreno forman dos calles de ida y una de regreso, y son lo que siempre han parecido: mera chapuza, un reborujo del destino. Y una Catedral, y una campana mayor que nunca suena simultánea con la primera ráfaga de la metralla ni con las avemarías de tantos muertos; qué lástima que la haya escuchado el Papa. Porque cristianos y descreídos claman por todos sus desaparecidos concurren ahora en clamor concéntrico para frenar la vibración metálica de los machetes y las balas; porque el ánima del mal ánimo se respira en cada fosa clandestina, en el mutismo que corroe los huesos y en la apatía que tampoco salva. *Zacatecas, 1977. Narra y hace crónica. Es autor de los libros de relatos El refugio del hurón (JUS, 2010) y Servicio al cuarto (Pictographia, 2013). TW: @juan_gerardo
Siempre que acudo por vez primera a un poblado pregunto por la biblioteca pública. Hay lugares donde se sorprenden que exista una. En otros de inmediato los lugareños dan las indicaciones para llegar. Desde luego en el caso segundo esta institución ha permeado en la comunidad. La Dirección General de Bibliotecas (DGB) de la Secretaría de Cultura de gobierno federal contaba, entre las múltiples capacitaciones y temarios que oferta al personal bibliotecario nacional, la de “Difusión y propaganda de los servicios bibliotecarios” o algo parecido. ¿Hasta dónde ha incidido este taller en los casos mencionados? Convencido estoy que no se requiere una capacitación para ello, el sentido común debería prevalecer. Pero ante la falta del mismo habría que abonar por una formación en
el ámbito. Aunque, hay que decirlo, tampoco asegura nada, desafortunadamente. Las credenciales académicas y laborales que presentan ante la sociedad no corresponden al nivel de análisis del entorno. Se siguen concibiendo las bibliotecas como hace tres décadas. Si estos funcionarios no lo han advertido, el mundo ha cambiado a pasos agigantados. Así, mientras ellos se duermen en sus laureles (un nombramiento es la máxima meta, aunque no se refrende en resultados) la tecnología avanza y se convierte en una competencia desleal (en lugar de hacer de ella una herramienta). La clave es relativamente sencilla. Basta con responder, ¿qué puede ofrecer la biblioteca pública que no encontremos en otros espacios? Hay mucho que aprender de la señora Andrea.
Otro lado t Por
V
Pilar Alba
oy a buscar otro lado, como que ya no me hallo bien aquí. Tal vez bajo la sombra de aquel árbol o tras las trancas de ese corral. A lo mejor agarro camino y me voy más lejos, por ahí al monte, al arroyo o al pueblo. Dicen que más allá de él hay ciudades, otros mundos que vale la pena conocer. Yo no lo creo, en todos lados debe ser lo mismo. Dónde que no haya gente, dónde que no se necesite dinero, dónde que no exista este odio, estas ganas malditas de acabarnos los unos a los otros. Mejor nada más me voy allá a la sombra de ese árbol, ahí sí que puede ser un lugar seguro, siempre y cuando esté yo solo.