SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 362 /// 20 DE NOVIEMBRE DE 2018 /// AÑO 8
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
El Mural Azul, en Fresnillo. Óleo / tela. 5 x 10 m. Foto cortesía de Grupo B15.
El pasado 15 de noviembre se inauguró El Mural Azul, una obra colectiva realizada por los artistas zacatecanos Ana Acevedo, Rogelio Aguilar, Eduardo Arvizu, Érika Castillo, Eli Cuevas, Luis García, Iván Leaños, Omar Lemus, Iván Medrano, Perla Pérez, María Hulvia Rivera, Adrián Ruiz Esparza, Jorge Saldaña, Eduardo Santana y Juan Carlos Villegas. El mural puede ser apreciado en Paseo del Mineral Sur 746, en Fresnillo, Zacatecas.
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LA GUALDRA NO. 362 /// 20 DE NOVIEMBRE DE 2018 /// AÑO 8
La Gualdra No. 362
Editorial El pasado 15 de noviembre se inauguró El Mural Azul, una obra colectiva realizada por los artistas zacatecanos Ana Acevedo, Rogelio Aguilar, Eduardo Arvizu, Érika Castillo, Eli Cuevas, Luis García, Iván Leaños, Omar Lemus, Iván Medrano, Perla Pérez, María Hulvia Rivera, Adrián Ruiz Esparza, Jorge Saldaña, Eduardo Santana y Juan Carlos Villegas. Digo zacatecanos porque todos viven en territorio estatal y han hecho suyo este espacio, un territorio caracterizado por los procesos migratorios constantes y que ha abierto sus puertas generosamente a quienes desean vivir, crear, trabajar aquí. Uno de ellos nació en Guanajuato y arribó a Zacatecas cuando era niño; me refiero a Eduardo Santana, quien llegó a Zacatecas hace varios años; actualmente vive en Guadalupe y lleva por lo menos 28 años impartiendo clases de pintura en uno de los talleres más antiguos de la zona conurbada. De la ciudad de Zacatecas son Iván Leaños, quien es director del Taller de Escultura del IZC; y Adrián Ruiz Esparza. Luis García nació en Villa González Ortega e hizo de la ciudad capital su casa desde que era niño; de Valparaíso es originario Juan Carlos Villegas, quien vive actualmente en Zacatecas también; mientras que Ana Acevedo proviene de Jalisco y ha hecho de Fresnillo su hogar desde hace años. Los demás artistas son originarios de Fresnillo, una tierra bondadosa en la que han hecho una carrera productiva los artistas que ahí viven; se han sabido organizar para trabajar en conjunto y promover su trabajo en equipo, más allá del territorio zacatecano. De todos ellos, hemos de apuntar que además del amor por las artes plásticas, une a estos 15 artistas que colaboraron para la factura de un políptico bien integrado en tonos azules, la labor realizada al interior de los distintos talleres del estado de Zacatecas. Ellos han sido alumnos en distintos espacios culturales enfocados a la enseñanza de las artes como el taller de Pintura y Grabado Julio Ruelas, el Taller de Escultura del Instituto Zacatecano de Cultura, el Taller Goitia Gráfica, Taller La Nochería, Taller Mujer Roja, el Taller de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de Zacatecas, así como en talleres particulares como el de Mateo Gallegos, Roberto Silva e Ismael
Guardado, por mencionar algunos. A principios de este año, Omar Lemus invitó a estos artistas a que se sumaran a este proyecto de creación colectiva. Las instrucciones fueron las mismas para todos: el azul sería el color predominante, a cada uno de ellos les sería entregado el bastidor entelado -las partes fueron sorteadas por autor- y el material necesario para la elaboración de cada una de las piezas. El tema fue libre y desde el inicio eso conllevó un cierto grado de riesgo, porque no se sabría hasta el final, cuando las piezas fueran ensambladas, el resultado. Finalmente, esta alegoría fragmentada de azules tomó su espacio en un área de 5 x 10 metros y se conformó un todo bastante bien logrado. Pese a la diversidad de técnicas y lenguajes implementados en la elaboración de las partes, al ensamblarse quedaron unificados perfectamente en un solo discurso. Retomo ahora las palabras del compositor fresnillense Tomás Méndez, cuando decía que sus colores favoritos eran los grises y los azules porque le recordaban los colores de los cielos de su tierra, la nostalgia que le provocaba -estando lejos- el cerrar los ojos e imaginar los tonos celestes en contraste con el rojo de los paisajes del mineral, quedó de alguna manera plasmada en este mural de 15 piezas que hoy puede apreciarse en las instalaciones del Grupo B15, en el Paseo del Mineral Sur, en Fresnillo, Zacatecas. Felicidades a todos quienes participaron en este proyecto; ojalá que iniciativas como ésta puedan ser replicadas en otros lados del territorio zacatecano. Justo es reconocer a los artistas por la generosidad que han tenido históricamente cuando hablamos de proyectos a favor de la promoción de la belleza y de las buenas causas; pero más justo sería que empezáramos también a re-dignificar su trabajo, los artistas son también profesionales que necesitan, además de las felicitaciones y los aplausos, que su trabajo sea adquirido por los coleccionistas de nuestro Estado. Comprar y regalar arte local será una magnífica decisión durante este cierre de año. Que disfrute su lectura.
Contenido Fernando del Paso (1935-2018) …y caminar, caminar, caminar rumbo al entierro Por Mauricio Flores
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Nunca fuimos contemporáneos Después de la bienal Por Nicolás Pradilla
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La narrativa gráfica en ascenso (o el día que murió Stan Lee) Por Maliyel Beverido
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El mal de la ideología Por Carlos Flores Cuéntamelo todo Por Alberto Huerta
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Si Dios quiere Por Pilar Alba
El Desfile de la Revolución [primera parte] Por Saúl Kuri
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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Directorio
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Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Fernando del Paso (1935-2018)
6 Por Mauricio Flores*
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e acumulan los atributos de su obra —tantos como lectores tuvo y tendrá— ríos de continente y contenidos. A la manera de sus prodigiosas novelas —José Trigo, Palinuro de México, Noticias del Imperio— afluentes que conforman el gran mar de su literatura, por fortuna inserta en la escrita en lengua española. La nuestra. Fernando del Paso nació el 1 de abril de 1935, en la Ciudad de México, y murió el 14 de noviembre de 2018, en Guadalajara. “Si volviera a nacer”, dijo no hace mucho, “volvería a escribir José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio sin cambiarles ni una sola coma”. Y no, nadie se las podrá cambiar ni cambiará. Como nadie tampoco podrá igualarlas. ¿Cómo epilogar la obra literaria (tuvo también plástica) de Del Paso? De estas tres novelas pergeñadas en un lapso cabalístico de veintiún años: 1966, 1977 y 1987, respectivamente. Tres florituras literarias que se leerán y releerán durante muchos años. Muchos más. ¿Con el recuerdo de su voz? “No he hecho nada para ser longevo, ni mucho menos para llegar a cumplir ochenta. Mi suerte se extiende también al hecho de
haber nacido en México y de hablar y escribir en lengua castellana. Tuve también la suerte de nacer en el seno de una familia aficionada a la lectura y de contar con grandes profesores de literatura y amigos como José de la Colina que me guiaron por los mundos mágicos de grandes autores como Joyce, Proust, Kafka y Faulkner”. ¿O con la convocatoria de otras voces? Rafael Tovar y de Teresa hablaba, tampoco no hace mucho, de la impresión que le provocó leer en París un pasaje del arranque de Noticias del Imperio, la novela sobre Maximiliano y Carlota que el autor escribió en Londres durante más de una década: “¿más vocación, más entrega, más humildad y mayor genio que el de Fernando del Paso en esta obra?”. Mejor con la obra misma. Ese fragmento de José Trigo que fascina y hiela, y sigue aguardando al lector en su primera mitad, El Oeste, dejada atrás la pregunta inicial de la novela. ¿José Trigo? Era. Era un hombre. Era un hombre de cabello encarrujado y entrecano. Tenía cuántos años. Treinta y cinco, cincuenta. Cincuenta y cuatro trenes salen todos los días de la vieja estación de Buenavista y yo los cuento como
/// Fernando del Paso. Foto de La Jornada BC.
cuento sus años. Pasaje que podríamos llamar “Caminar rumbo al entierro”. “José Trigo llegó una noche a la guarida, vio con sus ojos secos los ojos húmedos de la mujer que reflejaban el cuerpo del niño, tieso, frío, muerto, lo velaron con cuatro cirios, chisporrotear, cerotear, las mujeres rezaron, las moscas revolotearon hasta que se durmieron en la pared las verdes cochinas barrigonas moscachondas. Y mirar. Dormir. Mirar. Dormir. Y cuando amanece, cuando los cuatro cirios se han transformado en cuatro mogotes de cera blanca y espesa como cuajarones y es hora de salir a buscar la caja, caminar, buscar, caminar, buscar a don Pedro el carpintero, y don Pedro le dio la caja, Eduviges cortó girasoles a todo lo largo del camino, un perro les ladró, los peluqueros dejaron de afeitar a sus clientes para verlos, los guardacruceros se quitaron las gorras, el bondadoso sacerdote director espiritual de los campamentos, sacristán al lado, los bendijo al pasar, los automóviles se detuvieron, un hombre les regaló un billete de cinco pesos, y caminar, caminar, caminar rumbo al entierro hasta pasar por la casa de un hombre que se asomó a la puerta y los vio, volvió la cara y le dijo a su compadre: “Pues no dicen que a los del Pacífico ya les aumentaron 150 pesos?”
O con uno de los sonetos del mismísimo Fernando del Paso, ganador de premios y aprecios; autor grande de las letras en español, dedicados al amor y lo diario. Para tu muerte lenta, tengo un cirio. Para tu boca, un cáliz funerario. Para velar tu pecho, un tenebrario tengo, si me convidas al martirio. Ave María, flor del valle, lirio: para tu cuerpo tengo yo un sudario. Tengo, si me encaminas al calvario, digo, si me acompañas al delirio. Si me acompañas, para atravesarte, bocarriba tendida y yo de bruces, tengo una lanza ungida de saliva. Y para amarte más, para matarte, tengo un amor que ha muerto entre dos cruces, para nacer de nuevo en carne viva.1 *** * @mauflos 1 III. Primeros sonetos marianos. En: Sonetos del amor y de lo diario, El Colegio Nacional, México, 2016, p. 41.
Op. Cit.
…y caminar, caminar, caminar rumbo al entierro
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Nunca fuimos contemporáneos
XIII Bienal Femsa
Después de la bienal 6 Por Nicolás Pradilla
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os días 16 y 17 de noviembre se llevó cabo el encuentro internacional Después de la bienal, como parte de la XIII Bienal FEMSA, Nunca fuimos contemporáneos. Éste ocurrió en sedes distintas cada día: el Teatro Hinojosa en Jerez y el Museo de Guadalupe. Este encuentro tuvo el propósito de reunir a algunas personas que han formado parte de programas curatoriales de bienales de arte contemporáneo así como programas pedagógicos inscritos en éstas y otras iniciativas que comparte preguntas comunes respecto a su temporalidad, escala y currícula. El propósito del encuentro, a su vez, fue compartir algunas preguntas alrededor del sentido que el formato bienal tiene actualmente a nivel regional y global, así como la pregunta que de forma enunciativa tituló al encuentro: ¿Qué pasa después de la bienal? ¿Qué pasa cuando se terminan los programas, se cierran las exposiciones, concluyen las actividades y las visitas? Aquello que sucede a organizadores, agentes locales y públicos una vez que el proyecto concluye. La XIII Bienal FEMSA, Nunca fuimos contemporáneos es un proceso curatorial extensivo que se construye a partir de distintos programas y plataformas de convivencia e intercambio de experiencias y saberes, investigación museológica y formación reflexiva a lo largo de 18 meses en los que se experimenta con propuestas artísticas, pedagógicas, museológicas y editoriales. Su programa curatorial ha indagado en las formaciones híbridas entre lo histórico y lo contemporáneo desde una perspectiva autocrítica que apuesta por provocar espacios pausados de diálogo y aprendizaje basados en el reconocimiento colectivo de todas aquellas personas que participamos de muy diversas maneras en la discusión y la búsqueda de formas de interacción a lo largo de un periodo que antecede y
rebasa los tiempos del montaje expositivo, pero que resuenan con él de diversas maneras. Esta estrategia se vincula al traslado de la noción de curaduría hacia espacios de coaprendizaje que se anudan alrededor del arte como provocación para preguntarnos juntos acerca del contexto en el cual estamos situados, la historia y la forma en que se construye el pensamiento y las formas artísticas. El programa curatorial extensivo de Nunca fuimos contemporáneos ha fomentado entramados más ricos a partir de extender y ralentizar los espacios de discusión y práctica. El propósito de este encuentro se vincula a ese preguntar lento que se ha compartido durante más de un año donde la inscripción mediante objetos, textos, charlas, talleres y espacios de ocio permite conformar recursos de producción de visibilidad, pero mucho más importante aún, herramientas dúctiles para pensarnos y reconocernos desde Zacatecas. El curador y gestor colombiano José Roca presentó cuatro casos de estudio mediante los cuales propone la figura del curador de infraestructura, idea planteada por Justo Pastor Mellado que refiere a aquél que sabe que sirve ante todo a un medio local al facilitar apoyo a sus instituciones, a las discusiones de sus campos artísticos y a construir herramientas de mediación que amplíen las posibilidades y las herramientas dialógicas del arte, la educación artística y la crítica. La labor del curador de infraestructura enmarcado en un contexto específico se encamina a contribuir a la consolidación de una base de discusiones comunes desde el autoentendimiento o la práctica situada lejos de la búsqueda de aprobación o consumo externo. César Espinosa y Araceli Zúñiga presentaron la Bienal Internacional de Poesía Visualexperimental en México, una bienal que tuvo diez ediciones entre 1985 y 2009. Espinosa y Zúñiga fungieron como eje gravitacional de
un proyecto periódico que partió de un trabajo translocal propulsado por el correo y los lazos de amistad. El director artístico de la XIII Bienal FEMSA, Willy Kautz presentó apuntes sobre su participación en la Bienal FEMSA a partir de la metáfora del ovni utilizada por Gerardo Mosquera para hablar críticamente del modelo de bienal internacional de arte. Con esta idea plantea la forma de intervención que se ha urdido mediante estrategias de curaduría abierta a lo largo del programa extensivo de 18 meses que busca establecer una discusión autoreflexiva y situada acerca de la contemporaneidad en Zacatecas. Maya Juracán, cocuradora de la 21 Bienal de Arte Paiz, Más allá (2018), quien trabaja desde la gestión crítica de la memoria histórica guatemalteca, parte de comprender el territorio para acuerpar los diálogos localizados desde el feminismo comunitario como una herramienta para pensar en el espacio como una relación epistemológica en flujo, el cuerpo en su relación con este espacio, el tiempo, el movimiento y la memoria. La más reciente edición de la Bienal de Arte Paiz descentralizó territorial y conceptualmente la noción de producción y circulación cultural como una forma de montar un espejo que a la vez que recupera algunas narrativas de los largos procesos sociopolíticos en el país, apunta a abrir preguntas desde dentro. Mônica Hoff. hizo una lectura comentada de “Experiencia #3, la 3ª Bienal da Bahia”, texto del curador brasileño Marcelo Rezende escrito para este encuentro. Para el director artístico de la 3 Bienal de Bahia (2014) —una actualización de la memoria de las dos primeras ediciones cinco décadas después—, el formato bienal tiene la ambición de fomentar el pensamiento crítico sobre el otro y sobre sí mismo como un gesto político. La segunda Bienal de Bahía en 1968 fue clausurada por la dictadura el mismo día
de inauguración. Rezende considera que traer su memoria al presente permite una narrativa subyacente de las circunstancias históricas del desarrollo cultural de Brasil durante el último siglo en tensión con el momento actual. Uriel Márquez Romo, Ana Saryvi Riva Palacio, Citlali Córdova, Claudia Córdova, Diana Valdez, Fernando Salcedo y Elda Ortiz, artistas, investigadores y gestores zacatecanos que han participado de cerca durante la XIII Bienal FEMSA en Zacatecas plantearon, a partir de su experiencia, reflexiones acerca de los programas y sus desbordes. Su contribución ha sido de gran relevancia para cambiar las preguntas del equipo curatorial a partir de compartir desde Zacatecas dudas e intereses que configuraron el programa público, las colaboraciones museológicas o las publicaciones del programa editorial. El cierre del encuentro estuvo a cargo de Mônica Hoff y Sofía Olascoaga con una conversación abierta a la participación de todos los asistentes enfocada en las preguntas que la discontinuidad de los programas curatoriales y pedagógicos de muchas bienales e iniciativas que vinculan arte y aprendizaje. Los esfuerzos de conformación de programas dentro y fuera de instituciones arrastran, en muchas ocasiones, una inercia de demanda productiva sometida a “modelos” acríticos que fueron cuestionados a través de preguntas acerca de la temporalidad y aquellas potencias que quedan ocultas ante las instancias organizadoras. La discusión se orientó a pensar desde formas otras que se relacionan con el tiempo, la escala y el contexto desde preguntas a la demanda productividad y los programas. Este encuentro permitió pensar desde Zacatecas en las formas en que nos relacionamos dentro de los marcos institucionales del arte y los eventos de largo aliento para buscar otras formas de hacernos preguntas una vez que el proyecto bienal ha terminado.
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La narrativa gráfica en ascenso (o el día que murió Stan Lee) Cómics
6 Por Maliyel Beverido
las que se arriesgan a leer otras propuestas por lo regular son mujeres. Eso es parte de la historia de la historieta en este país: las mayores consumidoras eran mujeres y en el momento en que se crean las telenovelas las ventas de Lágrimas y risas decaen dramáticamente. Al observar este proceso histórico yo decido crear un personaje femenino. Y con Danka, ocurre algo que nunca había ocurrido con ningún otro personaje: todo el mundo se identifica o la identifica con alguien que conoce. Me dicen “soy yo”, o “se parece a mi novia”, o “mi prima es así”. Crear un personaje femenino también te da un compromiso, y me han dicho que lo chido de Danka es que si toca los temas que les preocupan, como el acoso, pero no hay feminismo panfletario. Ha sido muy bonito llegar a ese nivel de decir ya no soy yo, no se trata de mí, existe esa magia en la que ya no estás escribiendo solo, el personaje te lleva. Y para el número 3 de Danka, en lugar de poner un disco por capitulo, estoy invitando a ocho ilustradoras del panorama de la novela gráfica nacional, para que hagan la portada de cada capítulo.
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ibujante y titiritero, Pavel Ortega ha escrito y publicado numerosas novelas gráficas, así como libretos teatrales y adaptaciones para títeres con las que ha estado de gira por el país y por Europa. En tiempos recientes participa en tantos salones de cómic, ferias del libro, presentaciones y talleres como puede. Por eso había sido un poco difícil concertar esta cita de la que habíamos hablado hace meses. Fue simbólico que nos reuniéramos finalmente ese 12 de noviembre, Día Nacional del Libro, cuando, cinco minutos antes de encontrarnos, me enteré de la muerte de Stan Lee. Al acercarse a mí, con su aire de capitán de navío, le hice la primera pregunta a quemarropa: Maliyel Beverido: Pavel ¿vives de lo que haces? Pavel Ortega: Pues intento. Decir que solamente eres novelista gráfico es la manera glamorosa, porque en realidad también eres tu propio agente y más: yo produzco mis libros, yo los distribuyo, yo mismo los vendo, yo hago absolutamente todo. MB: También está tu actividad titeril ¿por qué escogiste esas disciplinas? PO: Ambas artes son, no sé cómo llamarlo, mestizas quizá, o híbridas. El títere carga el estigma de no ser completamente un trabajo actoral, y la cuestión de la construcción no se considera escultura. En el caso del cómic es lo mismo: no es literatura, porque no es solamente letra, sino también hay una parte muy importante que es el dibujo, que las artes plásticas no reconocen. Aunque en los últimos años se ha ido ganando muchísimo terreno en el reconocimiento del títere y el de la narrativa gráfica, como por ejemplo con el premio Pulitzer [1992] para la novela gráfica Maus [de Art Spiegelman], y que las Ferias del Libro otorguen un espacio cada mayor a la narrativa gráfica, etc. MB: Sí. En ese sentido ¿qué es lo que la novela gráfica te permite que no te permiten las otras disciplinas? PO: Pues prácticamente todo. Es cierto que el cuento te permite la fantasía, pero en la narrativa gráfica tienes elementos por donde puedes dejar que entre el lector. Por ejemplo: tú tienes una historieta, y tienes las viñetas, que es donde ocurre la acción. Y ese espacio entre una viñeta y otra, que se llamaba clausura, es un espacio completamente en blanco. O sea, no es como un dibujo animado, que es constante y estás viendo absolutamente todos los detalles, sino que tienes ese espacio en el que el lector crea en su imaginación lo que ocurre entre una viñeta y en otra… MB: La transición... PO: Exacto. La transición es una parte que el lector tiene que poner si te lo has ganado lo suficiente como para que crea que el dibujo tiene vida y va avanzando. Como ocurre en el cine cuando de repente vemos tomas específicas o tomas subjetivas y hay un narrador y sabemos que es en una casa, pero
no la vemos toda. Por eso es que la narrativa gráfica adquiere importancia para los medios audiovisuales. Hace poco Guillermo del Toro explicaba eso, que a veces cuando él no tenía resuelta la escena, lo que hacía era agarrar una hoja y bocetear un story board, que también es como una historieta, para resolver cómo contar la historia. MB: Tus historias ¿de qué se alimentan? PO: Pues fíjate que al principio, cuando estás más chavo, usas lo que a ti te gusta, lo que tú quisieras hacer y cómo quisieras vivir. Como que estás muy en el yo. Bueno, a mí me ocurrió mucho eso. Ahora lo observo mirando mis trabajos anteriores, como que no estás muy pendiente de tu alrededor. Pero poco a poco empiezas a ver más allá, y te vuelves parte de ese subconsciente colectivo, aunque suene a lugar común. Por ejemplo, en el caso concreto de Danka, acababa de ocurrir la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y era una cuestión que yo quería tocar, pero sabía que no podía darle un rigor periodístico ni histórico. Decidí inventarme una ficción completa; inventarme el pueblo de Matagats, inventarme los personajes, etcétera y llevarlos a generar una pequeña reflexión. A partir de ahí las cosas empezaron a funcionar en mis historietas, porque ya empecé a observar más lo que la gente busca, y de alguna manera ir soltando mis pequeñas propuestas. MB: Te adelantaste a mi pregunta. Tus novelas gráficas, incluso antes de Danka, tienen humor, pero también tienen, con mucha audacia, alusiones políticas. PO: Lo que pasa es que el ser humano trata de encerrarse, de ponerse en un punto individualista y sólo hablar de cosas como más bucólicas. A mí la crítica social me llega en el momento precisamente en que trato de sentirme parte de algo más grande, cuando te das cuenta de que tienes privilegios que otras personas a lo mejor no. En el caso de los padres de los desaparecidos de Ayotzinapa, tú te das cuenta que no se les da manejarse en los medios que los entrevistan, la cuestión los rebasa. Entonces el hecho de que tú tengas
MB: ¡Otra vez te me adelantaste! Iba a preguntar cuál es el papel de la música en tus historietas, porque los capítulos de Danka tienen nombres de discos y tienen las portadas. PO: Es básico, pero yo creo que ha sido así en toda mi vida. Debes saber que soy un músico frustrado, pasé por la facultad de música hasta quinto semestre. Todas mis obras de títeres han tenido música original. Y en los cómics también estaba, pero no era muy evidente. Luego, para publicar Danka, se me ocurrió dividirla en capítulos y poner en cada uno un álbum, efectivamente como un soundtrack.
una hoja de papel y alguien que te vaya a leer, te compromete con la situación y pones en palabras e imágenes cosas que no solamente son sueños, sino también las inquietudes y dolores de otros. Los problemas que padecemos básicamente tienen que ver con la política. No puedo volverme cínico y decir “es porque somos malos, o porque somos tontos” y se acabó. Así como están las cosas, las cosas también pueden cambiar de manera positiva y es responsabilidad de absolutamente todos. Y cuando se dice “todos”, pues está implícito que uno tiene que poner de su parte. La historieta tiene esa posibilidad. MB: Acerca de tus personajes: el Señor K, que es mitad humano mitad gato, me parece que es el Pavel adolescente, y luego hay un brinco muy interesante hacia Danka, un cambio de género ¿cómo llegas ahí? ¿Cómo entras en la piel de esta jovencita? PO: Efectivamente, mucha gente me dice “Tú eres el Señor K” o “tienes algo del Señor K”, y si, todas las cosas que me gustaba leer o consumir ahí están. Pero luego me di cuenta, en las ferias de cómic, que las que más compran son las chavas. Los chavos van concretamente al superhéroe o al cómic erótico. En cambio,
MB: Ahora también publicas tu narrativa gráfica en redes, me refiero al proyecto “Pastanaga” que se puede ver en el facebook Danka Komiks1. PO: Como no soy chilango no me tocó el Chopo ni nada de eso, entonces en el 98, cuando llego a Barcelona, e intento vender mis historietas en el Salón del Cómic y me dicen “no, aquí no hay cabida para ti”, voy a la parte de atrás y descubro el fanzine, o sea la autopublicación, que es muy de nuestra generación. La generación nueva comienza por sacar su tira de cuatro cuadros y publicarla en redes sociales. Entonces yo me dije voy a probar. Es un medio en el que realmente puedes experimentar. La reacción es inmediata y puedo ver las tendencias. Aunque también eso puede llevarte a estancarte en tu zona de confort. MB: Para concluir, en los salones de cómic ¿cómo te sientes al lado de los superhéroes? Por cierto ¿viste que se murió Stan Lee? PO: ¡¿Se murió Stan Lee?! ¿Cuándo? Y la sorpresa no dejó que respondiera a esa última pregunta. 1
[https://www.facebook.com/ DankaKomiks/?tn-str=k*F]
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El mal de la ideología 6 Por Carlos Flores
/// Imagen de Paracuellos, de Carlos Giménez.
de Málaga, España, fue asesinado de manera impune por la armada italiana bajo el permiso del dictador Franco, mermando la población luego de haber victimizado a casi toda cuando ésta huía de la ciudad buscando refugio, mediante el fuego de los cañones de
los acorazados italianos que también lanzaron sus aviones sobre la gente cuando iba desprotegida huyendo por la costa: miles de víctimas consideradas como “rojos”. Ambos casos son casi desconocidos incluso por la población española, lo que me
/// Imagen de Paseo de los canadienses (Edicions de Ponent), de Carlos Guijarro.
Para Jonás
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e lo tienes que contar todo, desde el meritito principio. Con pelos y señales. Quiero detalles, amiguis. No te tienes que quedar con nadita de nada. Sin guardaditos. Yo tengo que saber. Y saberlo todo, con lujo de detalles. ¿Está
claro? Te lo voy a decir una vez más, y no te lo vuelvo a repetir, porque no soy sinfonola. Sí, sí, sí, sí. Por eso me lo tienes que contar todo. Y desde el principio. De pe a pa. ¿Qué por qué? Porque me da la real gana. Nomás por eso. Porque lo tengo que saber. Así de fácil. Que te sea suficiente motivo. Y se acabó. ¿Me oíste? ¿O no somos amigas? ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh? ¿O qué no? Está cabrera.
6 Por Pilar Alba
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diós cariño, si Dios quiere algún día volveremos a estar, una vez más, juntos... Bah, qué falso suena eso: “Si Dios quiere”... Si en realidad él nunca quizo que estuviéramos juntos. Fuimos un error, una fuga, algo
que se le escapó a su infinita omnipotencia. Fuimos nosotros los que lo desafiamos; los que a pesar de todo y de todos nos aferramos a estar juntos; a compartir la cama, la vida y los sueños. Eso fuimos: precisamente un sueño, una pesadilla de Dios, de la cual se acaba de despertar hace poco.
Río de Palabras
Si Dios quiere
Cuéntamelo todo 6 Por Alberto Huerta
Opinión
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uchos filósofos vieron en la ideología de la sociedad un peligro para el bien común, pues llenar la cabeza de algún principio moral, religioso o político automáticamente hace a alguien enemigo de otro; por tal motivo Nietzche, además de haber matado a dios, mató a los padres, a los políticos y a todas aquellas instituciones o grupos que gustaran de sembrar semillas ideológicas en las cabezas inocentes bajo la consigna de que tumbaran todo ello y comenzaran, desde los escombros y su propio juicio, a construir una idea sobre el mundo. Desgraciadamente ideologías fascistas interpretaron sus palabras bajo sus propios intereses y el resultado fue catastrófico en toda Europa. Pareciera ser que los hombres no podemos construir algo o hacer nada sin respaldarnos en alguna idea; yo mismo al escribir sobre esto necesito respaldar mis argumentos en una, sin embargo, quisiera ser más descriptivo sobre el asunto y mostrar algunos de los acontecimientos más horribles de la historia debido a la gente que siguió alguna ideología. Estuve leyendo un par de historietas contextualizadas en la guerra civil española: Paracuellos, de Carlos Giménez, que narra biográficamente algunos de los episodios más tristes que se dieron como resultado de este conflicto. La historia trata sobre la vida de algunos niños que fueron “auxiliados” por instituciones de carácter religioso y fascista, huérfanos como resultado de la guerra de uno o dos padres, o hijos de presidiarios o de un solo padre que no podría hacerse más cargo de ellos. El trato es inhumano, los golpes sobran y la comida escasea, pues para estas autoridades no son personas sino “rojos”, como los considera un cura que los abofetea por los dos lados para que no se caigan de semejantes golpazos. El otro es Paseo de los canadienses de Carlos Guijarro, que narra cómo el pueblo
hace recordar también cómo tras el triunfo de Simón Bolivar en Chile, los ricos y poderosos de esa nación organizaron una guerra civil que acabó con la vida de miles de personas y con el ascenso al poder del dictador Pinochet. Asimismo, me causa cierto escozor que en plena era de la información, si uno busca en internet, las fuentes mientan acerca de las víctimas de la matanza de Tlatelolco, ocultando la verdad y sacando a la luz sólo noticias de periódicos extranjeros, que bajo fuentes oficiales señalaban que habían sido alrededor de 400 víctimas, cuando por todo México era ya sabido que fueron miles de personas asesinadas bajo las órdenes del nefasto Díaz Ordaz. Hoy, los fifís parecieran cosa de risa, pero son soldaditos de plástico al servicio del poder que de alguna manera van a hacer mucho ruido en el gobierno entrante, y que si no se anda con cuidado, la sociedad mexicana podría verse envuelta en una tragedia causada por ideologías contrarias, que parecieran ser distintas y que al final, bajo la máscara, podrían ser el rostro del mismo demonio.
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El Desfile de la Revolución Río de Palabras
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a conmemoración de la Revolución Mexicana llegó. La comunidad escolar de Santa Lucía de la Sierra, en el municipio de Valparaíso, Zacatecas, se prepara a festejar –como innumerables pueblos y localidades de México– la revolución y los “incontables beneficios” que ésta trajo. Sin saber bien cómo o de qué manera, niñas y niños, adolescentes y adultos, docentes y directivos se disponen a una festividad que al igual que la promesa de los lunes refleja la vida de México.1 Qué importa lo que se lea o lo que se piense, lo que algunas voces fustiguen poniendo en entredicho los logros de la revolución, lo cierto es que, en mayor o menor medida, más en unos lados que en otros, por doquier se prepararon los devotos y no tan devotos a esta procesión cívica mejor conocida como desfile. Kínder, primaria, secundaria y prepa, con directivos y maestros a la cabeza, preparan los contingentes y los ejercicio necesarios para relucir con pasos seguros de cara a las comunidades dispuestas al festejo. Las trompetas desafinadas y los tambores que desde larga data invitan al orden militar, configurándose en instrumentos mentores para soldados y alumnos, en seres inanimados animados por el bien de aquéllos que los tocan o de todos, se escuchan de cerca y a la distancia en búsqueda de encontrar el ritmo y el vigor inapelable, la sonora destreza incitadora de emoción patria. El paso corto y el paso redoblado educa indudable a los muchachos, de la misma manera
/// Foto La Jornada Zacatecas.
en que lo hacen los números naturales: uno dos, uno dos, uno dos. Y claro está, el consejo militar: ¡Firmes, ya! Y parece entonces que es verdad, que la firmeza se puede alcanzar, como lo constata el desfile que corona el prodigio de los firmes resultados revolucionarios: país ajeno a los privilegios y a los intereses de grupo, en el que la lucha por los ideales de la libertad, la igualdad y la justicia triunfaron; país atento a las demandas de los menos favorecidos, en el que las desigualdades desaparecieron y en el que porfiristas y hacendados no tuvieron sustitutos; país en el que los “alzados” se integraron “satisfechos” a las filas del constitucionalismo, en el que las heridas sanaron y no hubo motivo para alimentar resentimiento alguno; en fin, país a la imagen de una realidad irrealizada, pero en el que es preciso comportarse como haciendo de cuenta que la Revolución Mexicana para todo alcanza y que no ha acaecido nada capaz de cuestionarla. La gesta revolucionaria nos alcanza (a los docentes, a los presentes en el desfile y también a un sinnúmero de indiferentes), y en su día es preciso disponerse a festejarla, a servir a la gesta o a no decir nada. Los cuerpos de los pequeños –y no tan pequeños–, los ejercicios deportivos “rítmicos”, “elásticos” o “piramidales”, la posición “erguida” y la marcha “segura”, etcétera, reflejan indudable que todos deben ser “buen ejemplo”. Los docentes deben conminar a marchar, deben conminar a hacerlo alegre o firmemente y, por supuesto, siendo ellos mismos extensiones corporales de las órdenes impuestas por la gracia de los héroes
nacionales. Los que miran habrán de reproducir “la verdad”, la inagotable actualidad de un suceso capital: encarnado y avivado por cuerpos y pasos “entregados”; legitimado lo mismo por los educandos que por los no tan educados. Los indiferentes a la marcha patria, participantes directos o no involucrados, aceptan al festejo sin hacerlo, satisfechos o insatisfechos, burlándose o gozando en silencio. Fiel reflejo de los ojos que ven e indiferentes vuelven sobre sí, el Desfile de la Revolución Mexicana importa a los participantes tanto como un “evento ajeno” pero que empuja a seguir con el festejo. Lo importante es poner manos a la obra, ponerse de acuerdo en el recorrido y en lo que durante éste se pueda mostrar, sin que en lo absoluto sea relevante lo que la procesión cívica signifique para aquéllos que la deben realizar. Alegoría del modo en que el país funciona, el Desfile de la Revolución Mexicana se anticipa y se promueve, se organiza y se realiza sin que en lo absoluto importe, que a casi nadie le interese. En el día de la festividad de la insurrección, en el día de uno de los días del cambio de rumbo de la nación, es fundamental no ser insurrecto y prestarse a ser “buen servidor”. Sin poder renunciar a la procesión cívica a riesgo de sumar algún reporte o llamada de atención, o a riesgo de incomodar o molestar a algún compañero acólito aristotélico o kantiano mexicano del siglo XXI, los profesores debemos desfilar. Delegada la responsabilidad en los docentes creyentes o incrédulos del “deber” que “se debe” o “no se debe”, el Desfile de la Revolución Mexicana se sostiene a pesar de la
escasa significancia que tiene para quienes en él participan. Y es que, en efecto, en el día de la Revolución Mexicana, a pesar de las representaciones de villistas o zapatistas, lo vital no es tanto ser “alzado” sino ante todo “buen soldado”: saber sumarse y comportarse de acuerdo a una cadena de exigencias; no ir en contra sino siempre siguiendo la corriente. Así los docentes que exigen son exigidos, y no sólo por la estructura para la que trabajan, sino también por las comunidades acostumbradas a que todas las escuelas de éstas participen. En el orden de la educación “pública” de México, es inadmisible suponer que puedan agotarse las cadenas de exigencias. La Revolución Mexicana y sus héroes exaltados –y no está de más decirlo también sincronizados– por la “historia oficial”, son la prueba exultante y dramática del camino por el que se ha cimentado la “seguridad” y la “paz”. Y si nada de esto importa, y si nada de esto basta, hay que hacerlo por respeto a la comunidad o a lo que quiera el docente guardián de las formas correctas –o no– del obrar. Quitándose del filo del pensamiento que cuestiona, el Desfile de la Revolución Mexicana se desquita de todo filo que lo empuje al desfiladero: no se quita de las “filas” de argumentos que lo escudan, así compromete y arremete; volviendo a sus filas las miradas, a las pirámides de cuerpos las risas; tan solo para recrearse incesante como evento que rompe el tiempo singular en que pensamos. 1
Véase número 299 de La Gualdra.