SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 382 /// 29 DE ABRIL DE 2019 /// AÑO 8
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Guillermo Meza. Elegía a un poeta ausente. Detalle. 1964.
En la exposición Paralelismos Plásticos en México. Cuatro décadas en la Colección BBVA Bancomer (1960-1990) se encuentran representadas las principales corrientes artísticas de ese periodo: la ruptura, el nuevo figurativismo y la abstracción geométrica. La exposición se inauguró como parte de las actividades programadas en el Festival Cultural Zacatecas 2019 y permanecerá en exhibición en el ex templo de San Agustín hasta el 7 de julio en Zacatecas.
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LA GUALDRA NO. 382 /// 29 DE ABRIL DE 2019 /// AÑO 8
La Gualdra No. 382
Editorial Llegamos a la plaza ese miércoles de abril, 23 para ser más precisos, cuando la tarde caía y en Zacatecas, el azul del cielo parecía una pintura. ¿Ha visto los atardeceres en esta tierra, en esta época? Si es así entonces coincidirá conmigo en que los colores celestes contrastan con el de la cantera dramáticamente... así mero. Apresuramos el paso porque imaginamos que la multitud nos impediría estar cerca del escenario, pero no fue así, pudimos entrar junto con otras muchas personas que ordenadamente iban tomando asiento en las sillas y en las gradas, otros preferimos permanecer parados porque teníamos ganas de movernos, de dejar que la energía fluyera cuando lo escucháramos. Eran las 20:38 cuando entre el gentío empezó a escucharse una trompeta, muy cerca de la portada lateral de la Catedral Basílica dedicada al Santo Cristo; los asistentes volteamos sorprendidos porque no sabíamos de dónde provenía... apenas ubicamos al primer músico cuando otro más parecía contestarle desde el callejón de las Campanas, a ellos se sumaron otros más y atravesaron la Plaza de Armas, se trataba de la Weddings and Funerals Orchestra, el concierto había empezado y en el escenario estaba él, Goran Bregović, acompañado de dos mujeres maravillosas que empezaron también a cantar. Y el público comenzó a bailar, porque cómo bailó esa noche la gente que asistió a uno de los mejores conciertos escuchados ahí. Creo no exagerar cuando afirmo que en los 30 años que tengo asistiendo al Festival Cultural Zacatecas no había presenciado un concierto tan especial como éste, en el que la música cumplió con el cometido de armonizar el ánimo de los espectadores; tuve la fortuna de ver cómo quienes ahí estaban saltaban con alegría, bailaban, cantaban. Una señora de origen oriental que estaba a mi lado parecía muy seria al principio, pero a los pocos minutos estaba de pie, cerraba los ojos y palmeaba sus manos mientras dejaba que su cuerpo se moviera al ritmo de la música balcánica; más allá de entender la letra de las canciones interpretadas, el público se dejó llevar por las emociones que generaban las melodías, qué razón tenía Beethoven cuando decía que “la música es la mediadora entre el mundo espiritual y el de los sentidos”. Las sillas no fueron impedimento, los mismos espectadores las fueron aco-
modando de manera tal que el centro de la plaza se convirtió en un escenario más para que quienes ahí estábamos pudiéramos movernos con libertad. Vi a una familia completa que bailaba tomándose de las manos, niños sobre los hombros de sus papás gritando felices, un chico ondeaba una bandera de acción antifascista, jóvenes que en las gradas ejecutaban una coreografía dictada por la emoción, por esa grata sensación de sentirse vivos, en paz. Los músicos que acompañan a Bregović son extraordinarios; las dos mujeres que cantan con él son sencillamente encantadoras; y él, quien cuando era joven no fue aceptado en la escuela de música por no haber sido considerado apto, es un genio -en toda la extensión de la palabra-. Yo recordaba la música hecha para las películas de Emir Nemanja Kusturica, como El tiempo de los gitanos (1989), Arizona Dream (1993) o Underground (1995), pero escucharlo en vivo sí que fue una más que grata experiencia. El concierto terminó después de que interpretara Bella Ciao y Kalashnikov. Yo me quedo con el recuerdo de esa interpretación masiva de la versión partisana de Bella Ciao: E seppellire lassù in montagna, ¡o bella, ciao! ¡Bella, ciao! ¡Bella, ciao, ciao, ciao! E seppellire lassù in montagna, sotto l’ombra di un bel fior. Tutte le genti che passeranno, ¡o bella, ciao! ¡Bella, ciao! ¡Bella, ciao, ciao, ciao! E le genti che passeranno, Mi diranno ‘¡Che bel fior!’ E questo è il fiore del partigiano, ¡o bella, ciao! ¡Bella, ciao! ¡Bella, ciao, ciao, ciao! E questo è il fiore del partigiano, ¡morto per la libertà!
Contenido Día Internacional de los Monumentos y Sitios II Por Carlos Augusto Torres Pérez
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Paralelismos Plásticos en México. Cuatro décadas en la Colección BBVA Bancomer (1960-1990) En el ex templo de San Agustín
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Juan José Arreola, una iconografía Por Mauricio Flores
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Desayuno en Tiffany´s, mon ku Ainhoa, yo no soy ésa, de Carolina Astudillo Muñoz Por Aleix Guijarro Pineda
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La cuerda mágica Por Francisco Javier González Quiñones
En él Por Pilar Alba
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Felicidades a todos quienes participaron en la organización de una edición más de este Festival Cultural Zacatecas; mi reconocimiento por su labor; pero sobre todo, mi agradecimiento por programar este tipo de actividades artísticas y culturales que nos recuerdan lo bella que es la vida, a pesar de los pesares. Que disfrute su lectura. Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Directorio
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Día Internacional de los Monumentos y Sitios II Torres Pérez
“Y la catedral no era sólo su compañera, era el universo; mejor dicho, era la naturaleza en sí misma”. Víctor Hugo Nuestra Señora de París, 1831
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omo el amable lector recordará, la anterior entrega de la columna Ollin, memoria en movimiento, decidimos dedicarla a conmemorar el Día Internacional de los Monumentos y Sitios con una colaboración especial del Instituto Regional del Patrimonio Mundial en Zacatecas, en la cual se hizo una oportuna remembranza del rescate de los templos de Abu Simbel en la región del Nubia, en Egipto, hecho que representó la primera cruzada internacional para salvaguardar un monumento histórico de valor universal ante el llamado de la UNESCO en 1959; irónicamente, exactamente 60 años después de aquel icónico rescate y mientras leíamos la atinada reflexión de la arquitecta Rentería, se comenzaba a vivir un nuevo drama; poco a poco, y a través de las distintas redes sociales, comenzaron a circular dantescas imágenes de un enorme incendio en el corazón de la espléndida París; si… estábamos viendo bien… la emblemática Notre Dame era consumida por un voraz incendio ante la incrédula mirada de miles de parisinos y visitantes así como de millones de personas en todo el orbe a través del streaming. Por vez primera, la humanidad entera observaba con angustia, la trágica escena de la destrucción de uno de los monumentos más emblemáticos no sólo de Francia, sino de toda la cultura occidental; más de 850 años de historia se reducían a cenizas ante los ojos del mundo en tiempo real. Una y otra vez, se repetían las impactantes escenas del icónico chapitel construido por Eugène-Emmanuel Violletle-Duc hacia 1860, colapsándose irremediablemente consumido por las llamas. Quedarán en la memoria las conmovedoras imágenes de un pueblo francés profundamente consternado, cantando ante la irreal escena de la destrucción de uno de sus más preciados bienes, tal como lo externó el propio presidente Macron a través de su cuenta de Twitter: “Como todos nuestros compatriotas, me duele ver cómo una parte de nosotros se quema”. Y es que efectivamente, sobre la Catedral de Notre Dame se podrían mencionar un sinnúmero de valores para exponer su relevancia en la historia, así como en el arte y la cultura universal, testigo de la coronación de Napoleón Bonaparte en 1804 así como de múltiples acontecimientos sociales a través del tiempo como la Revolución Francesa; sobrevivió intacta incluso ante la invasión nazi en la Segunda Guerra
Mundial. Una obra maestra del arte gótico, uno de los 2 más esplendidos ejemplos de este estilo en Francia junto con la Catedral de Reims, custodio de un impresionante acervo de piezas de arte creadas entre los siglos XII-XIV como los magníficos vitrales de vidrieras y rosetones, los relieves tallados en madera policromada del coro de los reyes, así como un gran número de esculturas y pinturas de magnifica calidad, entre muchos otros; sin duda uno de los grandes tesoros de la humanidad. Sin embargo, para el pueblo galo, Notre Dame es, ante todo, un símbolo de identidad y orgullo nacional. El trágico acontecimiento dejó de manifiesto, quizá como nunca, lo que representan los monumentos históricos para las sociedades que los detentan, más allá de sus valores histórico-culturales, son elementos indispensables en la conciencia de identidad de las naciones y testimonios insustituibles del devenir histórico de la humanidad. Su destrucción ya sea por fenómenos naturales o antropogénicos es irreversible, llama la atención que después de la tragedia se diga con optimismo que Notre Dame se salvó, que iniciará su reconstrucción inmediatamente y no se escatimarán recur-
sos para ello; la realidad es que a pesar de que la destrucción fue parcial, la dimensión de la tragedia fue enorme, se perdieron para siempre testimonios insustituibles de un periodo artístico que caracterizó a una de las etapas más prolongadas en la historia de humanidad como lo fue la Edad Media; aunque se reconstruyan, la pérdida del valor testimonial es irreparable y Notre Dame ya no será la misma. La tragedia en Notre Dame, viene a sumarse a una serie de eventos acontecidos en los últimos años que han derivado en la afectación severa o pérdida parcial o total de bienes del patrimonio cultural, como la destrucción de los budas gigantes de Bamiyan, Afganistán, durante la etapa talibán; la destrucción del Templo de Palmira por el Estado Islámico -ISIS- en 2014; la afectación de más de 2,300 monumentos históricos y arqueológicos en nuestro país a causa de los sismos de septiembre de 2017; y el incendio del Museo Nacional de Brasil en 2018. El incendio en Notre Dame debe ser un llamado obligado en países como el nuestro, en donde tenemos la fortuna de contar con uno de los acervos culturales más grandes y diversos del mundo, para reflexionar sobre la gestión política y ciudadana sobre
los sitios y monumentos. Ser depositarios de un patrimonio cuya salvaguarda rebasa los intereses nacionales es motivo de gran orgullo, pero sobre todo implica una gran responsabilidad. Es necesario actualizar políticas para su protección, conservación y reforzar los protocolos de actuación en caso de siniestros, evitar su sobreexplotación ocasionada por la promoción del turismo masivo e implementar estrategias económicas y sociales que permitan destinar recursos suficientes para conservarlos y no esperar a que ocurran este tipo de catástrofes para destinar grandes bolsas para su “recuperación”. Quizá por vez primera, las generaciones actuales entendimos la magnitud que representa la pérdida de un bien cultural tan preciado, ahora, a diferencia de hace 60 años y gracias a las redes sociales, el incendio de Notre Dame no sólo consternó a los especialistas de todo el mundo sino a la humanidad entera, este hecho debe derivar en generar conciencia y sensibilidad colectiva sobre la importancia de preservar nuestro patrimonio y debe convertirse, al igual que Abu Simbel, en un parteaguas que permita actualizar las estrategias globales para evitar la destrucción del patrimonio histórico.
Ollin: Memoria en Movimiento
6 Por Carlos Augusto
Exposiciones
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LA GUALDRA NO. 382
/// Arturo Rivera. La premonición de Judith. 1998.
/// Cordelia Urueta. Ventana de otoño. 1984.
/// Ismael Guardado. Estigma triangular. 1996.
Paralelismos Plásticos en México. Cuatro décadas en la Colección BBVA Bancomer (1960-1990) En el ex templo de San Agustín
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uraduría a cargo de Ma. Estela Duarte Sánchez y Susana Herrera Aviña. Se trata de una muestra de pintura, escultura y gráfica en la que participan 52 artistas, entre los que encontramos obras
de Carlos Mérida, Francisco Toledo, Gunther Gerzso, Helen Escobedo, Cordelia Urueta, José Luis Cuevas, Mathias Goeritz, Gustavo Aceves, Ismael Guardado, Pedro Coronel, Rafael Coronel y Manuel Felguérez, por
/// Francisco Corzas. El Profeta. 1973. Fotos: Juan Carlos Villegas
mencionar algunos. En esta exposición se encuentran representadas las principales corrientes artísticas de ese periodo, el de 1960-1990: la ruptura, el nuevo figurativismo y la abstrac-
ción geométrica. La exposición se inauguró como parte de las actividades programadas en el Festival Cultural Zacatecas 2019 y permanecerá en exhibición hasta el 7 de julio en Zacatecas.
/// Rafael Coronel. Muchacho del mercado. 1965.
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/// Miguel Ángel Alamilla. Paisaje natural. s.f.
/// Pedro Coronel. México. 1982.
/// Pablo Rulfo. La familia. 1992.
/// Ricardo Martínez. Pareja. 1960.
/// Rosario Guajardo. Memorias. 1994.
Exposiciones
/// Leonardo Nierman. Multicolores. 1961.
Op. Cit.
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Juan José Arreola, una iconografía 6 Por Mauricio Flores*
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Y si pienso que el enigma se resuelve, viene luego a complicarlo tu sonrisa y envuelto en su luz me lo devuelve. J. J. A.
na iconografía de Juan José Arreola, creador que siempre aspiró a lo absoluto, no estaría completa sin los asomos a por lo menos media docena de atisbos de personalísima estancia. Arreola niño —bajo la advocación de los santos Mateo Evangelista e Ifigenia Virgen, “cuando la constelación de Virgo presidía la casa del cielo”. Arreola en escena —interpretando algún personaje de Ionesco, quizás, o al mismísimo actor que durante toda su vida él mismo se encomendó a significar. Arreola universitario —amorosa, machacona y generosamente dedicado a la transmisión de las dudas de la sabiduría, más que de conocimientos. Arreola en bicicleta —en intrépida carrera por la gran ciudad. Arreola ajedrecista —mirando el panorama del tablero y el detalle de las eternas piezas, un buen día del año 70, en la ocasión las compradas en Texas, figuras de aluminio algo distintas a las de madera, piedra o pasta. Arreola al lado de Borges —en una charla, televisada, que tiene lugar hacia 1978 en el viejo Castillo de Chapultepec. Un Juan José Arreola (1918-2011) —casi siempre sonriente— que se asoma en cada una de las páginas de su Iconografía, y que con investigación, selección de textos y cronología de Alberto Cue y semblanzas de Orso Arreola y Felipe Vázquez, el Fondo de Cultura Económica publicó en oportunidad del centenario de su nacimiento. ¿Cuántas imágenes del personaje habrán quedado plasmadas —en cualquier formato— para trascender a su propio tiempo? Para, ventajas de la alquimia, acompañar su concisa y prodigiosa obra literaria, ahora apartado imprescindible del canon de la literatura hispanoamericana. Actor e imagen de sí mismo, sin duda, como señala Vázquez en el bello libro en cuestión: “Un hombre atraído por innumerables cosas —bien se comprobará al revisar las imágenes—. Un hacedor de objetos que posee la finura y precisión de un miniaturista. Un enamorado que imanta
mejores palabras—he llamado intrepidez intelectual. Y en algún momento de la vida renuncian a la literatura, pues al tocar las cuerdas del silencio desde el lenguaje, el silencio a su vez se les impone como un muro o un vacío infranqueable.
de pasión lo que toca. Un escritor que aborda los géneros y los metamorfosea para crear el género varia invención. Un moralista de mirada irónica que, desde la ficción, hace una de las críticas más devastadoras a la condición apocalíptica del hombre. “Un espíritu obsedido por lo absoluto, que supo tejerlo con delicadeza en la textura del texto y, así, elevó su literatura a la región de lo imposible. Un autodidacto que dictaba cátedra en las aulas universitarias. Un conversador que hipnotizaba a su auditorio gracias a su vasta cultura, a su memoria prodigiosa y a la articulación precisa de las cláusulas sintácticas. Un escritor cuya generosidad y talento para transmitir sus conocimientos le permitió formar a varias generaciones de escritores. Autor de no muchos títulos, La feria, Confabulario, Bestiario y Palindroma, Arreola es uno de esos escritores imposibles que, a diferencia de los posibles,
“cumplen su destino de poetas como si fuera una condena”, de acuerdo al mismo Vázquez. Tensar el lenguaje De esos escritores que “conciben la vida y la poesía como una sola expresión de ser y padecen la desgarradura que se abre entre ambas debido a las necesidades que exige la prosa del mundo. Tensan el lenguaje hasta el límite de su capacidad semántica, fónica, sintáctica y plástica. Pulsan la poesía incluso desde la prosa y, aunque no hayan hecho versos, no se les puede negar el título de poetas. Realizan una obra breve, a veces fragmentaria, a veces inconclusa, pero siempre signada por la perfección, la belleza y la orfandad. “Logran que el silencio resuene en las palabras y que las palabras mismas sean una forma de silencio. Cifran una visión que antes de ellos parecía imposible, pues poseen eso que —a falta de
De tanto silencio Cuenta Orso, su hijo, que Arreola “murió de tanto silencio”, la madrugada del 3 de diciembre de 2001. Había nacido el 21 de septiembre de 1918. “Tenía 83 años. Podía haber vivido un poco más, pero la Muerte, ayudada por la Fortuna, le ganó la partida. Recuerdo que la última vez que hablé con él me dijo: No tengo nada porque ya lo di todo”. Ese Arreola que, de niño a viejo, queda registrado en estas muchas imágenes de Iconografía, repetidamente sonriente, y el mejor acompañamiento a la (re) lectura de su obra. Antiquísimos linajes “No se preocupen —escribió Juan José Arreola en Confabulario—, no voy a plantar aquí un árbol genealógico ni a tender la arteria que me traiga la sangre plebeya desde el copista del Cid, o el nombre de la espuria Torre de Quevedo. Pero hay nobleza en mi palabra. Palabra de honor. Procedo en línea recta de dos antiquísimos linajes: soy herrero por parte de madre y carpintero a título paterno. De allí mi pasión artesanal por el lenguaje”. *** Juan José Arreola. Iconografía, Investigación iconográfica, selección de textos y cronología de Alberto Cue. Textos de Orso Arreola y Felipe Vázquez, FCE, México, 2018, 182 pp. * @mauflos
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Desayuno en Tiffany´s, mon ku
6 Por Aleix Guijarro
Pineda*
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inhoa, yo no soy ésa: estas pocas palabras encarnan el polimorfismo, tanto material como temático, de la última película de Carolina Astudillo Muñoz. Ya dicen el rechazo a sí misma, la alteridad entre los suyos, la escisión, la dicotomía de una persona –recordemos que en latín “persona” es máscara, lo que puede diferir de lo que uno es–. La película más reciente de la directora chilena tiene por protagonista a Ainhoa Mata Juanicotena, niña y después joven barcelonesa de origen vasco cuya historia seguimos desde su nacimiento hasta su muerte. De hecho, digo que la película tiene una protagonista, pero en realidad tiene por lo menos dos: la Ainhoa de los videos y las fotos familiares, y la Ainhoa de los diarios íntimos, que a partir de los años 90 escribió todo lo que no quiso o pudo decirle nunca a nadie. Esta Ainhoa siguió siendo una desconocida para toda su familia y sus amigos, hasta el día en que se suicidó. La mayor parte de las imágenes de la película no fueron rodadas por la directora con un largometraje en mente; proceden de los archivos de la familia de Ainhoa, que tenía una pasión, o tal vez era una obsesión, por las fotos y las filmaciones.
6 Por Francisco Javier
González Quiñones
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e repente el silencio dominó en el jardín del condominio. De forma instintiva Rosaura, la madre de Guillermo, pegó su cara a la ventana de la cocina, buscando a su hijo. Desesperada al no verlo, salió en su búsqueda, pero lo único que encontró fue la cuerda roja con la que ataban a Peluchín, la mascota de la familia, para sacarlo a pasear. La cuerda de material sintético estaba tendida sobre el suelo y sólo se percibía uno de sus extremos, el otro se perdía entre unos arbustos. Con una emoción mezclada de esperanza y temor, Rosaura tomó la parte visible de la rojiza correa, pero al hacerlo ya no pudo pronunciar su acostumbrada frase: “Pinche escuincle travieso”, pues en cuanto agarró la cuerda un escalofrío la invadió y sintió un tremendo jalón que la impulsó sobre un caballo. Pudo entonces ver a su hijo galopando sobre un corcel blanco y por unos
original, contando la historia desde lo íntimo: el archivo familiar y el diario íntimo de Ainhoa. A la historia oficial, que todos conocemos, Carolina Astudillo contrapone o más bien yuxtapone la historia personal, íntima, que nunca habríamos conocido si no fuera por esta película, contando los años 90 en España a través del diario de Ainhoa, una mujer “común”: es una historia de desilusiones, de desengaños,
*Con apoyo de Evelyne Coutel. Todas las imágenes son fotogramas de la película Ainhoa, yo no soy ésa.
La cuerda mágica breves instantes su enojo se disipó. Pero fiel a su naturaleza, le gritó al pequeño: “¡Detente, Luis Guillermo, no estoy para tus jueguitos!”. Sabiendo lo enojada que estaba su madre cuando lo llamaba por sus dos nombres, el hijo respondió con un entusiasta, “¡Arre, arre, vuela Pegaso!”, alejándose de ella. Su madre, aún más molesta tomó la cuerda y utilizándola como un látigo fustigó al caballo que montaba. El alazán no soportó tanto castigo y relinchando se desprendió de su incómoda carga. El cuerpo de la improvisada amazona salió volando, pero la ley de la gravedad detuvo el vuelo y la hizo azotar sobre el suelo. Los relinchos del caballo se apagaron con los lamentos de Rosaura, quien para su fortuna no se había roto ningún hueso. Dolida y confusa recuperó la correa de Peluchín y al hacerlo, volvió a sentir otra vez su magia, ya que se encontró repentinamente sentada sobre unos tablones. Con el cuerpo molido, pero con perfecta audición, escuchó el redoble de tambores que precedió la siguiente
presentación: “El circo Atayde Hermanos se complace en presentar al domador más asombroso del mundo, quien tiene el poder de transformar la ferocidad en la más tierna docilidad”. Acto seguido apareció Guillermo agitando un látigo y diciendo: “Tranquilos, tranquilas, fuera todo el coraje, acérquense a mí quienes se enojan con facilidad y sin razón”. Todo el público se sintió aludido, pero permaneció expectante, en silencio y sentado. Sólo Rosaura se levantó y con una amable súplica le pidió a su hijo regresar a casa, prometiéndole ser más benevolente con él. Memito no se hizo del rogar y alargando el fantástico látigo lo acercó a su madre; cuando ella tomó la punta del látigo, éste se había convertido en la cola de un inmenso papalote y sobre el mismo se encontraba su hijo. Los jaloneos en el inmenso papalote, provocados por las ráfagas de viento, se amortiguaron cuando éste se transfiguró en una alfombra mágica. Sentados sobre esta alfombra, abrazados madre e hijo disfrutaron de hermosos
paisajes. Alejada de tantas preocupaciones pudo entonces, Rosaura, escuchar con calma las palabras de su hijo, quien le confesó que a pesar de tenerle miedo la quería mucho. Las amorosas palabras de su hijo le ablandaron el corazón y entonces ella le confesó que él era lo más preciado que tenía en el mundo. Habían pasado sólo unos segundos desde que Rosaura salió apresurada de la cocina, cuando Memito, tendido sobre el pasto y absorto en la escritura, la escuchó decir con dulce voz: “Te quiero mucho hijo”. Inmediatamente sonrió a su madre y soltando la libreta en la que escribía, puso -sin pretenderlo- a la vista de ella su secreto. Todo fue demasiado rápido, los ojos de Rosaura se humedecieron cuando termino de leer el siguiente texto, escrito con la inconfundible y hermosa caligrafía de su hijo: La cuerda mágica y la mamá más hermosa del mundo Una historia de Luis Guillermo S.
Río de Palabras
El cuento es un agujero en la pared que ha abierto el autor para que los lectores nos podamos asomar a un universo. (Guillermo Samperio, 22/10/1948- 14/12/ 2017)
Su padre, en particular, capturó durante años todas las escenas de la vida cotidiana de la familia. Después de su muerte y de la de Ainhoa, el hermano de la última, Patxi, pidió a Carolina Astudillo que se ocupara de todo el archivo de su familia para que no acabase siendo subastado en un mercadillo; por eso la memoria es una de las cuestiones que atraviesan el filme, y la directora la encara de forma muy
de angustias y de cuestionamientos existenciales en una década y una vida aparentemente sin salida. Y ante todo es una historia femenina en la cual destacan cuestiones esenciales como la maternidad, las menstruaciones o el aborto, tan poco evocadas, aunque constituyan cuestiones vitales para la mitad de la población mundial. Partiendo de estos problemas o cuestionamientos, la directora desarrolla una extensa red de referencias intertextuales entre el diario de Ainhoa y los diarios de varias autoras, incluso el de la misma directora, que compartieron las mismas vivencias, salvando las diferencias espaciales y temporales, como Sylvia Plath, Frida Kalho o Anne Sexton; la película establece una verdadera genealogía entre estas escritoras y artistas, Carolina Astudillo y Ainhoa. La película entonces se construye como una gran carta de la directora a Ainhoa, que brota de la conexión que sintió entre su propia historia y la de la protagonista, esa historia femenina compartida que tantas veces se pensó con “h” minúscula, y que la directora presenta como un sujeto fílmico sumamente legítimo y trascendente.
Cine
Ainhoa, yo no soy ésa, de Carolina Astudillo Muñoz
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Río de Palabras
Artes Visuales
LA GUALDRA NO. 382 / 29 DE ABRIL DE 2019
/// Iván Muñóz A.K.A. Ivanko Moses-Lee. Fauno. collage digital.
6 Por Pilar Alba
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ira, aquí hay un lugar para ti. No te confundas, no es en mi corazón, tampoco es en mis ojos o en el brillo que ellos producen. Mira bien, es aquí… en este
En él
espacio que ocupa todo mi cuerpo: es en él. En todo lo que lo compone,
en cada uno de sus tejidos, en cada uno de sus poros; en todas las go-
titas de mi sangre. Es aquí donde te espero, es aquí donde deseo que habites; que entres en él como si fuera tu casa, tu hogar. Para que permanezcas en él por siempre, para que tengas en él tu tumba, tu última morada.