SUPLEMENTO CULTURAL
NO. 384 /// 13 DE MAYO DE 2019 /// AÑO 8
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Rafael Coronel Arroyo (1931-2019)
Rafael Coronel. El viejo en el pasillo. 1968.
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LA GUALDRA NO. 384 /// 13 DE MAYO DE 2019 /// AÑO 8
La Gualdra No. 384
Editorial La creación es para mí la parte más importante en la pintura y escultura modernas, lo que pensamos, lo que vemos, nuestras emociones debemos grabarlas en las telas y en el mármol, pero debemos grabarlas a nuestro modo sin recurrir a la copia porque el que copia pierde su facultad creadora. Rafael Coronel Arroyo (1931-2019), en “Arte. La Creación”, 17 de julio de 1950. El 9 de mayo regresó el maestro Rafael Coronel Arroyo a su tierra. Nació un 24 de octubre de 1931 en la casa que lleva el número 109 de la calle Allende, en el centro histórico de Zacatecas y falleció el 7 de mayo de 2019 en el Hospital ABC de la Ciudad de México. Los últimos años había luchado contra una enfermedad que terminó por vencerle, tenía 87 años cumplidos cuando la muerte lo sorprendió y nos sorprendió a nosotros, porque en el fondo muchos pensábamos que tendríamos la oportunidad de festejarle sus 90 años. Pedro Coronel vivió hasta los 64 años, era una década mayor que Rafael; ambos tenían, además de un talento desbordante, una afición muy peculiar: la de coleccionismo. Gracias a esa afición -que por momentos parecía vicio, de acuerdo con quienes los conocieron- tenemos la fortuna de tener maravillosos acervos en ambos museos; el de Pedro dedicado al Arte Universal, el de Rafael al Arte Mexicano. En ambos hay máscaras, objetos antiguos, esculturas, obra gráfica y al óleo, piezas que con sumo cuidado y dedicación infinita fueron adquiriendo con el paso de los años en los distintos lugares en que estuvieron, porque los dos hermanos fueron viajeros apasionados. Los dos fueron también artistas migrantes; por voluntad propia partieron a la Ciudad de México cuando estaban a punto de cumplir 20 años, pero siempre tuvieron un pie en esta tierra, o una mirada, o un pensamiento, no terminaron por irse del todo y ahora están los dos de nueva cuenta aquí. Quisimos dedicar este número a la memoria de Rafael Coronel porque admiramos su obra y agradecemos la generosidad que tuvo con Zacatecas, pero también, porque fue una pieza clave para entender la historia del arte mexicano del siglo XX. A estas alturas puedo afirmar que algo que ha caracterizado a esos artistas nacidos en la primera mitad del siglo pasado es la disciplina, la constancia y la rebeldía -y eso está muy bien-. Después de las guardias de honor realizadas alrededor de la urna en su homenaje luctuoso en Zacatecas y del Toque de
Silencio ejecutado por la banda de guerra de los militares zacatecanos, la multitud se dispersó en el jardín del Museo Rafael Coronel mientras la Banda Sinfónica tocaba La Marcha Zacatecas. Ahí, en esos hermosos jardines, pudimos conversar con algunos artistas zacatecanos, colegas del recién fallecido, quienes en su mayoría coincidieron con la idea de que el fallecimiento de Rafael marcaba un momento importante para reflexionar en qué es lo que sigue, qué es lo que sucederá con el arte y los creadores en Zacatecas. Las opiniones de Alfonso López Monreal, Javier Cortez, Luis Félix Serano, José Esteban Martínez, Iván Leaños, Rosy Guerrero, Jesús Reyes Cordero, Fernando Jiménez Luévano, Pedro López Recéndez y Juan Carlos Villegas quedaron reunidas en un video titulado “Despedida a Rafael Coronel Arroyo (1931-2019) en Zacatecas” que puede ver completo en la página de La Jornada Zacatecas TV en YouTube.1 No fueron los únicos artistas que asistieron, pero fue a los que pudimos entrevistar en ese momento; en el video también aparecen las emotivas palabras de despedida que algunos trabajadores del museo dedicaron al maestro. Que quede pues como un testimonio de gratitud al artista zacatecano, cuyas cenizas reposarán en su museo. En este número especial gualdreño contamos con las colaboraciones de Alejandro Tello Cristerna -Gobernador del Estado de Zacatecas-, Alfonso Vázquez Sosa -director del Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde-, Alfonso López Monreal -artista zacatecano y amigo de Rafael Coronel-, Maritere Espinosa -filósofa- y Alejandra Celis Almanza -fotógrafa-; a todos ellos mi más sincero agradecimiento. Cierro este comentario citando a Rafael Coronel nuevamente, quien decía en 1950 que “Las artes plásticas deben de ir siempre en línea paralela con el progreso actual. Deben estudiarse nuevas técnicas, combatir nuevas formas ya sean concretas o abstractas, significativas, relacionarlas con nuestras emociones [...] con la vida social actual”. ¿Qué es lo que sigue tras su fallecimiento? Continuar con su ejemplo y el de muchos artistas originarios de esta tierra, que como él, han dejada una huella indeleble en el arte mexicano. Que en paz descanse.
/// Jorge Gallegos. Homenaje luctuoso a Rafael Coronel en su museo, el 9 de mayo de 2019.
Contenido Homenaje luctuoso al artista Rafael Coronel en Zacatecas Por Alejandro Tello Cristerna [Gobernador Constitucional del Estado de Zacatecas]
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Homenaje luctuoso a Rafael Coronel Arroyo (1931-2019) La despedida en su tierra Por Jánea Estrada Lazarín
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Rafael Coronel: pasión por lo humano en un prodigioso pincel Por Maritere Espinosa Humilde y generoso Por Alfonso Vázquez Sosa
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Mañana, Martina... Por Alfonso López Monreal
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Rafael Coronel Arroyo (1931-2019)
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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com 1
“Despedida a Rafael Coronel Arroyo (19312019) en Zacatecas”, en https://youtu.be/ TTKa2GokQ8w
Directorio
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Homenaje luctuoso al artista Rafael Coronel en Zacatecas Cristerna* [Gobernador Constitucional del Estado de Zacatecas]
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nicia una nueva era para Zacatecas, existe un antes y un después de la partida del alma creadora de Rafael Coronel, un hombre inteligente, sencillo, generoso; un orgulloso zacatecano, que a través de su obra universal, regaló a los ciudadanos del mundo las expresiones más puras de la esencia de nuestros pueblos. A través de la figura humana, Rafael Coronel nos acercó a la magia, a la fe, a la danza, a la corporeidad. El pueblo de Zacatecas se duele ante la pérdida de uno de sus artistas más prolíficos y destacados: insigne pintor, escultor y coleccionista, cuyo genio creador ha dejado una huella indeleble para el mundo, generación tras generación lo recordarán a través de su obra, cuyo legado no sólo se limita a lo artístico; muchas son las voces que recuerdan con ternura y admiración la sencillez de su trato, la inocencia de su mirada, el telurismo de su corazón; en su vida no sólo sembró admiradores, sino amigos. Se ha marchado, pero su obra, su legado permanece, así como el invaluable patrimonio cultural que generosamente depositó en Zacatecas, a través de la colección artística
resguardada en este maravilloso museo que se enorgullece de llevar su nombre. Ya sea por el azar, por un designio divino o por misteriosos arcanos, mayo se ha convertido en el mes luctuoso de los hermanos Coronel, pues el próximo día 23 conmemoramos la partida del maestro Pedro, hermano de nuestro homenajeado y otro gran artista que nos ha dado Zacatecas. Rafael Coronel permanecerá entre nosotros a través de su obra expuesta en galerías, museos, espacios públicos y exposiciones privadas. Trascienden también sus enseñanzas de vida, compartidas con sus familiares, amigos y personas más cercanas. La aportación del maestro Coronel al arte mexicano le ha hecho merecedor de múltiples premios y reconocimientos. No sólo fue el único pintor vivo que logró exponer tres veces en el Palacio de Bellas Artes, sino que sus cuadros y esculturas han viajado alrededor de Asia, Europa y América, en países que han abierto sus puertas a uno de los exponentes más ilustres del nuevo expresionismo mexicano. Miembro emérito del Sistema Nacional de Creadores Artísticos, Rafael Coronel obtuvo en 1974 el primer premio de la Bienal de Tokio, así como el Premio Iberoamericano al Mérito de las Artes en 2010, entre muchas otras preseas y reconocimientos, aunque quizás el más importante logro es este... el cariño de la gente
que lo inmortalizará. El ex Convento Franciscano que hoy nos alberga, fue el digno recinto que se consagró en 1990 como el museo que lleva el nombre del artista al que hoy brindamos este sencillo pero solemne y sentido homenaje luctuoso. Coleccionista de piezas prehispánicas, de títeres, máscaras y utensilios labrados por las manos del hombre, Rafael Coronel ha hecho también una importante aportación a la difusión de la historia del arte, a través del acervo que se encuentra aquí en este museo. El maestro Coronel se convirtió en un referente obligado para el arte zacatecano del siglo XX, al lado de su hermano Pedro, así como de Manuel Felguérez, José Kuri Breña y Francisco Goitia, quienes son motivo de orgullo para todos nosotros los zacatecanos y para México. La estética del maestro Coronel se distingue por su fuerza cromática. Destaca también su obsesión por la figura humana, como si a través de sus cuadros buscara revelar nuestra naturaleza, en un discurso no exento de visos críticos, caracterizados por su dramatismo y contundencia. Su célebre afición hacia las máscaras tradicionales, formaba parte de esa búsqueda del artista por comprender la relación entre la esencia y la apariencia humana, tema universal sobre el cual han corrido ríos de tinta y se han generado infinidad de producciones artís-
/// Guardia de Honor a Rafael Coronel, en el Palacio de Bellas Artes, el 8 de mayo 2019. Foto Cortesía del Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde.
ticas que han quedado para la posteridad. Encontramos, entonces, que Rafael Coronel forma parte del diálogo con la tradición histórica y cultural, en la que reflexiona a través de su trabajo artístico, demostrándonos con ello que la filosofía es posible desde el pincel y del bastidor, o bien, desde el fundido de sus esculturas metálicas. Nos corresponde la tarea de continuar difundiendo su obra y estimulando la reflexión en torno suyo, además de preservar debidamente las aportaciones hechas por el maestro no sólo desde su trabajo como creador, sino como coleccionista y promotor cultural. Desde el Gobierno del Estado de Zacatecas, ratificamos nuestro compromiso por continuar con dicha tarea, a favor de su legado, de su acervo, que afortunadamente en vida, convenimos a través del Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde, que buena parte permaneciese en este espacio. Nuevamente expreso mis respetos a su familia, a su hijo Juan Rafael y a quienes hoy nos acompañan. Hasta siempre, maestro Rafael Coronel Arroyo. Este recinto resguardará la obra y la genialidad de alguien que ya es inmortal en el mundo artístico. *Texto leído en en Zacatecas, Zac., el jueves 9 de mayo de 2019, durante el homenaje luctuoso a Rafael Coronel, en el museo que lleva su nombre.
Rafael Coronel, In memoriam
6 Por Alejandro Tello
Rafael Coronel, In memoriam
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Homenaje luctuoso a Rafael Coronel Arroyo (1931-2019) La despedida en su tierra 6 Por Jánea Estrada
Lazarín
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uando hablamos de Rafael Coronel hay que mencionar que además de un prolífico artista, cuyo excelso talento lo caracterizaba, era un hombre de un pensamiento crítico encomiable; fue un hombre de ideologías claras, de espíritu libre, que prefirió vivir alejado de los ambientes mundanales recluido práctica y voluntariamente en su casa de Cuernavaca, pero que nunca perdió contacto con Zacatecas. La prueba de ello está en la generosidad que tuvo para aceptar que su colección de máscaras, de objetos antiguos y de obra artística de su autoría permaneciera en el museo que desde el 5 de julio de 1990 lleva su nombre, ubicado en el ex convento de San Francisco. Su aportación patrimonial es importante, pero debemos señalar además la aportación simbólica que hizo a la construcción de nuestra identidad como zacatecanos. Su obra, sobre todo lo más reciente, es ampliamente conocida y reconocida por los habitantes de esta tierra y no dudo en afirmar que nos llenamos de orgullo cuando vemos en cualquier parte alguna de sus obras y decimos: es un Rafael Coronel, y es zacatecano. Pasadas las 2 de la tarde del día 7 de mayo, recibimos la noticia de que Rafael Coronel Arroyo, había fallecido en la Ciudad de México, en el hospital ABC; su hijo Juan Rafael lo comunicó en su muro de Facebook y desde ese momento, la consternación nos invadió; más tarde, él mismo anunciaría que el cuerpo de su padre sería velado en una agencia funeraria de Jardines del Pedregal en la Ciudad de México antes de ser cremado. Al día siguiente, el miércoles 8, en el Palacio de Bellas Artes se llevó a cabo una ceremonia en la que se le rindió el primer homenaje luctuoso al que asistirían familia y amigos cercanos de Rafael Coronel, así como funcionarios de gobierno federal y estatal, entre ellos, Alejandra Frausto -Secretaria de Cultura-, Alejandro Tello Cristerna -Gobernador Constitucional del Estado de Zacatecas- y Alfonso Vázquez Sosa -Director del Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde-. Después de las 7 de la noche, el gobernador dio a conocer que, al día siguiente, el jueves 9, se le rendiría homenaje en su tierra al artista zacatecano; el cortejo fúnebre partió de la Calle Allende, justo de la casa donde nació Rafael un 24 de octubre de 1931, y la Banda Sinfónica del Estado lo acompañó en el recorrido hasta su museo,
/// Rafael Coronel Arroyo. 1931-2019. Foto de Alejandra Celis Almanza.
igual que como lo hiciera cuando en mayo de 1986 llegaron a Zacatecas los restos mortales de su hermano Pedro para ser sepultados aquí. La decisión de traer las cenizas de Rafael fue tomada por su hijo -quién mejor que él para saber los deseos de su padre- y reci-
bida con beneplácito por los zacatecanos que vemos en el maestro recién fallecido un pilar importantísimo en la historia del arte de Zacatecas, quien además ha contribuido con su trabajo, desde que inició su carrera como artista plástico, a la construcción de la identidad del zacatecano, y a la
consolidación de una tradición innegable: Zacatecas es tierra de artistas, de artistas migrantes y lobo-esteparios. La imagen de Rafael Coronel trabajando solo en su estudio, en la intimidad de su propio espacio, sin socializar más allá de lo que dictaba su prudencia, sin aparecer
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contemporánea”: En este movimiento ha evolucionado sobre todo la forma, la expresión y ha tenido como consecuencia que muy pocos gustamos de ella. Las formas que se ensayan en ciertas obras, los colores, las expresiones, nos llevan a reconocer un punto de vista de sumo interés. Un cuadro en nuestros tiempos no es otra cosa, sino el pintor mismo, quizá no tanto, pero sí reconocemos que son sus sentimientos, su vida espiritual, sus pasiones, las que quedan plasmadas en la obra. La pintura contemporánea no busca las bellas formas, busca las expresiones, los colores, etc.
/// Rafael Coronel. Tadeo y su séquito. 1968.
/// Rafael Coronel. Asia. 2009.
ces; animado quizá por el interés que tenía en el arte, fue autor de una columna periodística que definía en su primera participación como un espacio en el que hablaría de “una rama de la cultura, el de las artes plásticas, y principalmente de la pintura y la escultura”. Rafael Coronel tenía 18 años, era estudiante del Instituto de Ciencias y se consideraba un “aficionado” a las artes plásticas, vivía todavía en Zacatecas y suponía que su columna tendría un público reducido dado que “[…] en nuestra preciada provincia, existimos muy contados aficionados a las artes plásticas, y unos de estos tantos la mayoría son completamente desconocidos en nuestro medio”. Continuando con la descripción que Coronel hace en ese primer artículo, nos damos una idea más clara de las condiciones en las que los artistas “afi-
cionados”, así llamados por el pintor, trabajaban: “Conocemos algunos aficionados, y digo conocemos, no porque hayan expuesto sus obras sino por rumores y pláticas: así es como se conocen nuestros artistas en nuestra provincia desgraciadamente”.2 Escribir en la prensa zacatecana le permitía a Coronel expresar sus inquietudes, pero también definir el rumbo que habría de tomar su vida; escribir sobre el tema era una forma de reafirmar sus convicciones mientras trataba de encontrar eco en un grupo reducido de personas interesadas en las manifestaciones artísticas. El pintor hablaba también de la pintura contemporánea como un movimiento que había surgido a principios del siglo XX y hacía alusión a que en un lapso muy corto había alcanzado una “perfección convincente” a la que se refería así en su artículo “Arte. Pintura
Fueron contados los artículos que pudo publicar en este medio, porque al año siguiente partiría a la Ciudad de México y allá se dedicó finalmente a la creación artística, actividad que realizó hasta los últimos días de su vida en la ciudad de Cuernavaca, Morelos; pero ahí queda la evidencia de su participación como periodista cultural. Finalmente, el 9 de mayo sus restos mortales llegaron a la ciudad de Zacatecas y en la capilla del ex templo de San Francisco se realizó el homenaje luctuoso. La carroza fue acompañada durante todo el trayecto por la Banda Sinfónica de Zacatecas y en las calles, niños y jóvenes zacatecanos agitaban pañuelos blancos a su paso. En la capilla del que ahora es su museo, lo esperaban ya varias personas, entre ellas muchos artistas que decidieron acompañar a Rafael Coronel a su llegada al recinto en el que sus cenizas serán resguardadas; también lo esperaban varios admiradores de su obra y los trabajadores -custodios y administrativosde su museo, impecablemente vestidos y visiblemente conmovidos para hacer, al final y sin anuncio previo, un recorrido para manifestar su respeto al maestro. También estaban el Obispo y políticos, muchos políticos a quienes no solemos ver en actividades culturales. La presencia de estos últimos me hace recordar ahora el sepelio de Alejandro Nava, quien dispuso que no hubiera en su despedida ninguno de ellos; y el de Francisco Goitia, al que llegaron también los políticos que le habían negado su ayuda cuando más lo necesitaba, y a quienes su amigo José Farías Galindo -quien lo acompañó hasta el último día de su vida- se refirió como personajes que “le postergaron en el ‘silencio’ tanto en su obra como en su muerte”. Pero así es el protocolo y fue finalmente un acto solemne y emotivo el de la despedida en su tierra; nos quedamos con las manifestaciones de cariño y de agradecimiento que realizaron sus colegas, sus amigos, al final del homenaje en Zacatecas, de quienes destaca la profunda admiración que le tuvieron en vida a Rafael Coronel.3 Que en paz descanse. 1 En: De los muros de la iglesia al taller de artes plásticas. Hacia un nuevo orden cultural en Zacatecas en los siglos XIX y XX, Tesis que para obtener el grado de Doctora en Historia presentó Laura Janea Estrada Lazarín, diciembre de 2018. [Inédita]. 2 Idem. 3 Ver: Videocolumna - Despedida a Rafael
Coronel Arroyo (1931-2019) en Zacatecas, en: https://youtu.be/TTKa2GokQ8w
Rafael Coronel, In memoriam
constantemente bajo los reflectores que destacaran el éxito que ganó a pulso, me hace recordar también a Francisco Goitia. Si bien este último vivió sus últimos años en una pobreza incomprensible y Rafael Coronel no padeció en lo absoluto ese tipo de penurias, a ambos los une además del talento y su origen zacatecano, una pasión por la conservación y preservación del patrimonio artístico y cultural. Inés Amor, la directora de la primera galería de arte en México, la Galería de Arte Mexicano, narra en sus memorias cómo era Francisco Goitia a quien se refería como “el más pobrecito” de los pintores que conoció cuando iniciaba sus actividades como galerista.1 Amor dice que al finalizar la década de los 30, Goitia vivía en la pobreza más por loco que por una exigencia de la venerable orden terciaria de los franciscanos, a la cual pertenecía; fue en esa década cuando fue nombrado Inspector de Monumentos en el Municipio de Xochimilco. Sí, Goitia tenía visos de locura, pero por exceso de lucidez; el artista fresnillense sabía desde muy temprano que su obra sería patrimonio nacional, tan claro lo tenía que la mayor parte de sus acciones estuvieron encaminadas a que así fuera, dándole prioridad a que ésta fuera adquirida por instituciones religiosas o gubernamentales para asegurar la conservación de su obra; gracias a esta decisión -que implicó que viviera en esas condiciones- tenemos la fortuna ahora de ver reunida en su museo -y en el MUNAL- una parte importante de su producción artística. Rafael Coronel, por su parte, fue -como su hermano- un gran coleccionista, gracias a esa afición logró reunir una cantidad de miles de piezas de objetos antiguos y máscaras mexicanas. El 5 de julio de 1990, tras decidir que su colección de arte mexicano se exhibiera en el ex convento de San Francisco -cuyas adecuaciones para que así fuera iniciaron en 1987 bajo la coordinación de don Federico Sescosse, otro zacatecano apasionado de la conservación del patrimonio cultural-, se inauguró el museo que lleva su nombre. Actualmente es el recinto cultural de este tipo más visitado en el centro histórico de la ciudad. La visión de Rafael Coronel le ayudó a asegurar también, que esta colección considerada como la más grande de máscaras en América Latina sea exhibida, resguardada y conservada como parte de nuestro patrimonio nacional. Además de su generosidad, hay que decir que su discreción también fue algo que lo caracterizó: nunca hizo públicas sus labores de beneficencia y de acuerdo con quienes lo conocieron, éstas fueron muchas y significativas; quienes recibieron su apoyo darán testimonio cuando lo consideren pertinente, porque lo que es un hecho es que los datos históricos de este tipo salen a la luz cuando menos esperamos. Como su testamento, que se dará a conocer más temprano que tarde y dará cuenta de esta generosidad de la que hablamos. Al tiempo. A propósito de historia, algo que muy pocas personas conocen de Rafael Coronel es su labor como periodista cultural; a principios de la década de los 50 del siglo pasado, cuando era alumno del Instituto de Ciencias, publicó una serie de artículos en los que realizó una descripción de la ciudad y del ambiente que se vivía en aquel enton-
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Rafael Coronel: pasión por lo humano en un prodigioso pincel Rafael Coronel, In memoriam
6 Por Maritere Espinosa
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l Museo del Palacio de Bellas Artes presentó en 1959 la obra de Rafael Coronel, ahí el crítico de arte Luis Cardoza y Aragón vio en su conjunto la obra que el artista zacatecano presentó; escribiría después que se sintió “ante un manantial”. Apenas Coronel rozaba los 28 años y su pincel, escribió entonces el especialista, era “un fluir de creación, con fantasía fresca, palpable, advertible”. El pasado 7 de mayo en la Ciudad de México falleció el maestro Rafael Coronel, su pincel y sus lienzos quedan como testigos del gran legado que deja en su propuesta estética. Pintor mexicano cuya obra ha sido exhibida y reconocida internacionalmente. Un museo en su ciudad natal -Zacatecas-, lleva su nombre y exhibe la gran colección de máscaras, entre otras valiosas piezas, que generosamente donó al pueblo zacatecano. Su obra obtuvo entre otros reconocimientos el Premio Córdoba en Sao Paulo, Brasil, (1965) y el Primer Premio en la Bienal de Tokio, Japón (1975). La producción plástica que desarrolló durante décadas de trabajo ha sido descrita por los especialistas como “expresionismo realista”. El escritor Salvador Elizondo se refirió así del artista: “Las imágenes de Rafael Coronel no pertenecen ni a la realidad ni al sueño, alientan en esa zona intermedia entre una y otro en que parecen sueños, pero son reales, en que parecen reales, pero son soñadas. En su obra se aúnan a esta sensación indescriptible las fuerzas de los símbolos en acción que parecen flotar dentro del lienzo, ingrávidos y solemnes a la vez, seres cuya existencia misma tiene un significado que ignoramos, aunque sabemos que lo tienen. Esa ambi-
6 Por Alfonso Vázquez Sosa
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a primera vez que supe algo sobre Rafael Coronel fue cuando yo tenía aproximadamente 13 años de edad y era alumno del Instituto Mexicano Norteamericano de Relaciones Culturales. A cada estudiante nos obsequiaron un ejemplar de The Texas Quarterly para que desarrolláramos una composición en inglés sobre cualquiera de los artistas plásticos a los que se dedicó ese número de la revista trimestral. Para mí, era el primer contacto con artistas plásticos modernos tanto mexicanos como norteamericanos. Era una edición en dos tomos que aún conservo, el primero con acabado en pasta dura con camisa de plástico y el otro con cubierta en couché. Más tarde (muchos años después) descubrí que varios, si no es que todos los autores incluidos, exponen de manera permanente en los diferentes museos de Zacatecas. Eso me hace regresar constantemente a la revista, leer las entrevistas con los creadores plásticos y contrastar las semblanzas y sus propias des-
/// Rafael Coronel. Mujer de Jerez. 1952.
güedad de la emoción, o de la sensación, contribuye a acentuar nuestra perplejidad y nuestra admiración que, como dice Góngora, habla callando”. Sus pasiones fueron pintar y coleccionar, de esto último da cuenta el Museo Rafael Coronel que se aloja en el bello ex convento
de San Francisco, el primer convento que se fundó en la provincia de Zacatecas en el año 1567. El rescate y restauración del convento se inició con el templo en 1966; se acondicionó de 1987 a 1990, para abrirlo como museo, bajo la supervisión de Federico Sescosse Lejeune, paisano del maestro Coronel y quien
dedicó la mayor parte de su vida a defender con pasión el patrimonio de una de las más hermosas ciudades del país. En sus cinco salas se exhibe la que fuera su colección de máscaras mexicanas, una parte de la colección de títeres de Rosete Aranda del siglo XIX, ollas y utensilios prehispánicos, dibujos y proyectos arquitectónicos de Diego Rivera -padre de Ruth, quien fuera su esposa-, figurillas de terracota de la época colonial, y una selección de sus obras. Un total de 10 mil 450 obras conforman desde 1990 el acervo del recinto: una colección de pinturas, grabados, máscaras, esculturas y dibujos de invaluable valor histórico y artístico. El gran maestro Diego Rivera fue su suegro y entre sus amigos contaba a José Chávez Morado, Luis Cardoza y Aragón, Olga Costa, Lola Álvarez Bravo y al escritor José Revueltas. Para celebrar los 80 años del artista en el 2011 el Museo del Palacio de Bellas Artes presentó la muestra “Retrofutura” una retrospectiva que exhibió 109 óleos, dibujos y esculturas con al menos 15 piezas inéditas, además de 40 obras que el artista realizó ex profeso. Piezas realizadas en siete meses de arduo trabajo, que inauguraron una nueva etapa en su pintura, la tenebrista. Una gran muestra cuyas piezas abarcaron desde sus inicios como pintor, su relación con la estética de los veinte, treinta y cuarenta y su primera pintura, La mujer de Jerez, de 1952, con la que concursó por el Premio de la Juventud Mexicana. Rafael Coronel Arroyo, su legado, colecciones y pasión hoy se integran a la historia del arte mundial, patrimonio de las futuras generaciones, que tendrán en su pincel el vasto universo de un artista zacatecano que plasmó en sus lienzos la historia también del ser humano.
Humilde y generoso cripciones con las colecciones exhibidas en los museos. Tanto Pedro como Rafael Coronel son parte importante de los autores seleccionados por la publicación americana. Cuando se abrieron los museos de los hermanos Coronel, no desaproveché cuanta oportunidad tuve de asistir a los eventos en los que Rafael Coronel estuvo presente. Recuerdo el acto en el que formalizaron las donaciones de diferentes colecciones al Gobierno del Estado de Zacatecas, los diferentes reconocimientos que se le otorgaron en Zacatecas y la presentación de “Retrofutura”. Recientemente el destino me ubicó en una posición que me permitió tener varias oportunidades de hablar con el maestro, de estar en su casa, de tener acceso a su estudio, de ser testigo de su proceso creativo, de conocer sus proyectos y de plasmar en documentos sus in-
tenciones para Zacatecas y para el museo que lleva su nombre. Los dos últimos años de su vida nos encontramos en varias ocasiones, tiempo suficiente para entender que, a pesar de su sencillez, de su forma tan simple y discreta de vivir, era un visionario, un zacatecano con arraigo, con cariño a su tierra y con una increíble generosidad. Todo lo que hizo por Zacatecas nos obliga a cuidar y difundir su legado, a concretar sus proyectos, a promover la investigación de sus aportaciones al arte y a garantizar el acceso a sus colecciones. Zacatecas y el mundo le reconocen y honran en este momento en el que alcanza la inmortalidad. *Director del Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde
/// Rafael Coronel. Pantomimos. 1959.
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Mañana, Martina... 6 Por Alfonso López
Monreal
undata-tundata”, con el puño en una puerta cualquiera como si estuviera tocando, la loca de la calle canta: “Hasta el año venidero, señores, que lo vuelvan a correeer”. ¿De dónde salió ésta? Seguro del manicomio de San Juan de Dios que está a un lado de mi colegio, ¿o se escapó de una de las películas del Pío XII? De ese rincón zacatecano también sale Martina, ella pide limosna o comida y siempre recibe como respuesta lo que se convirtió en un dicho popular para el que nunca recibe nada: “Mañana, Martina”. En mi camino a casa voy con mis cuates el Pata Félix, el Vala y el Pilín; nos burlamos del viejo de la basura, pasamos y vemos al Mago con su eterna boina; mete a cuerazos al Pata a casa porque nos fuimos de pinta al camino antiguo a Guadalupe. Yo corro asustado y más adelante, en la calle de Tacuba, están todos los bodegueros, algunos sentados en la calle charlando con clientes o personas que simplemente pasan por ahí; luego todas las marchantas y vendedores de tiliches, verduras, ratas, víboras o fierros viejos; el lenguaje es el albur, la “malarrazón” o la flor. Mi calle, mi barrio, mi ciudad se llena de rostros, de personajes anónimos o personajes populares, el Moli, los cuates Enciso, Juana Gallo, el de los burros, el de las gorditas, la güera del mercado, la del chongo... En esos ayeres el tiempo era más lento y casi estoy seguro de que el Zacatecas de la juventud de Rafael no fue muy diferente del mío, y si esto lo trasladamos a una Ciudad de México a donde emigró, podemos entender la riqueza de caracteres y personajes que pulularon frente a la mirada de Rafael. Mucho de la pintura de Rafael Coronel es esto para mí: sobre todo rostros y más rostros, ahí, ataviados de trajes y gorros obsesivos, con una teatralidad que los saca de una realidad para llevarlos a otra llena de rituales y de misterio; personajes que están ahí nomás, como esperando, sin importarles si los vemos o no; nosotros somos los que irrumpimos en su mundo y nos quedamos viéndolos. Rafael no tiene diferencias, igual nos pone frente a un niño fifí, como frente a un pordiosero o una prostituta, a una vieja que parece sacada de alguna novela del siglo de oro español, que a un enano blandiendo una banderita de nuestro país; en ese espacio de silencio, alejado, teatral, nos dice y nos muestra nuestro rostro, esos cientos de rostros son el nuestro, el de nuestro país y el vivo autorretrato de Rafael Coronel. Rafael, junto con Corzas, Cuevas, Gironella y Toledo, hicieron una propuesta a contracorriente del abstraccionismo muy en boga en la época; y sin embargo, creo que supieron aprovechar muchas de las búsquedas y logros de los abstractos al aplicar en su pintura, de una forma sutil, la utilización de la mancha y el gestualismo para llenar y acompañar sus personajes, muchos de ellos influenciados por
Rafael Coronel, In memoriam
“T
A Rafael Coronel
/// Alfonso López Monreal y Rafael Coronel. Colección de López Monreal.
/// Rafael Coronel. Niño del aro. 1965.
los grandes maestros europeos como Uccello, Tiziano, Caravaggio o Manet... incurriendo incluso en el peligro de ser llamados anacrónicos o repetitivos. Por mi parte, cada vez pienso más en defender la pintura “anacrónica” -siempre y cuando sea buena-; Rafael Coronel tenía la necesidad, como muchos artistas, de repetir y repetir imágenes en la búsqueda de la obra soñada... porque tal vez ése sea el único medio de llegar a producir algún día una obra maes-
/// Rafael Coronel. Sin título. 1978.
tra: él nos dejó, afortunadamente, algunas de ellas. Cuando alguien muere todos hablamos, recordamos, adulamos y aplaudimos, premios, homenajes, reconocimientos o letras de oro son irrelevantes. Lo único que verdaderamente trasciende es la obra y la generosidad del patrimonio que nos dio; nuestra responsabilidad es apreciarla y conservar lo mejor posible su legado. Rafael Coronel deja un gran hueco en la plástica zacatecana difícil de superar y
nos deja también, como otros artistas zacatecanos, un espacio lleno de arte; de nosotros depende disfrutarlo y compartirlo, él ya hizo su parte. Ahora me imagino preguntándole a Rafael: ¿de verdad crees que pronto invertirán lo necesario para la conservación de nuestro patrimonio?, ¿de verdad crees que la cuarta transformación apoye directamente a nuestro Estado para protegerlo? Y ya lo veo diciendo: “Mañana, Martina...”.
Rafael Coronel, In memoriam
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/// Rafael Coronel. Cantante. 1965.
/// Rafael Coronel. Los teporochos I. 1973.
Rafael Coronel Arroyo (1931-2019) E
sas imágenes de Rafael Coronel no pertenecen ni a la realidad ni al sueño, alientan en esa zona intermedia entre una y otro en que parecen sueños, pero son reales, en que parecen reales, pero son soñadas.
La luz es imprecisa. “efecto poético” como lo hubiera llamado Poe… en su obra se aúnan a esta sensación indescriptible las fuerzas de los símbolos en acción que parecen flotar dentro del lienzo, ingrávidos y solemnes a la
vez, seres cuya existencia misma tiene un significado que ignoramos aunque sabemos que lo tienen. En el enigma de ese significado se cifra, tal vez, la figura de la emoción que produce la visión de estas obras. Esa ambigüe-
/// Rafael Coronel. Peregrinos VII. 1970.
/// Rafael Coronel. Tirantitos. 1977.
/// Rafael Coronel. Santa María la Redonda, el reposo de la vedette. 1973
dad de la emoción, o de la sensación, contribuye a acentuar nuestra perplejidad y nuestra admiración que ésta, como dice Góngora, habla callando. Salvador Elizondo