La Gualdra 394

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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 394 /// 22 DE JULIO DE 2019 /// AÑO 9

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Phèdre!, en el Festival de Aviñón.

El Festival de Aviñón es el festival de teatro por excelencia, que invita a los grandes autores, actores y directores del momento. Pretende estar a la vanguardia de la creación contemporánea pero también a la vanguardia de los problemas más importantes del mundo contemporáneo incluso venidero, porque el teatro es “el espejo del futuro”. A su lado, fundado en 1967, en reacción al carácter demasiado institucional y clásico del festival de la época, existe el Festival Off.

[Más sobre el Festival de Aviñón 2019, en páginas centrales]


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LA GUALDRA NO. 394 /// 22 DE JULIO DE 2019 /// AÑO 9

La Gualdra No. 394

Editorial Tengo frente a mí nuevamente ese primer libro de texto gratuito que llevé en primero de primaria -no físicamente, pero sí en la pantalla- su portada es hermosa: el fondo es verde en las tres cuartas partes superiores; abajo una franja azul y con letras blancas dice “español primer grado”. La ilustración es un cochinito amarillo de cerámica decorado con flores blancas, roto -de ésos que se usaban como alcancía- y de sus entrañas sale una serie de letras, que serían las primeras que aprenderíamos mis compañeros y yo en aquella primaria federal llamada Justo Sierra en la que cursé mis años de educación básica. Navegando en la red me enteré de que la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG) había publicado recientemente un catálogo histórico de este tipo de libros producidos entre 1960 y 2017.1 No lo dudé y entré de inmediato para ver el contenido de la página; los libros están clasificados en 9 “generaciones”, entre las que se encuentran la de 1960, 1962, 1972, 1982, 1988, 1993, 2008, 2011 y 2014. No dudé en entrar y lo primero que hice fue ver los que corresponden mi generación de primaria, ahí está el del cochinito que mencioné al principio; empecé a hojear digitalmente los libros y además de la nostalgia una grata sorpresa me iba invadiendo mientras los veía, porque encontré en sus páginas obras de Alberto Durero, Olga Costa, Diego Rivera, Víctor Vasarely, Johannes Vermeer... y volví a leer los textos de Armida de la Vara, León Tolstoi, Juan José Arreola, Federico García Lorca, Esopo y Juan José Tablada, por mencionar sólo algunos de los que están incluidos ahí, en esos libros que ya ni siquiera recordaba. Pasé un buen rato leyendo y con esas lecturas recordé por supuesto a Eloína, Angélica, Hortensia, mis profesoras; así como a los maestros Amado y Miguel. Yo no sé si usted, estimado lector, recuerde a sus profesores, pero casi estoy segura que si entra a la página de este catálogo histórico los recordará. También vinieron a mi mente aquéllos que fueron mis primeros amigos y que con el tiempo dejé de ver... ¿Dónde estarán ahora Nine, Sari y Tita?, pensé mientras me alegraba de contar todavía con la amistad de Dianis y “Martalicia”. ¿Usted se acuerda de sus amigos de primaria? De los libros de mi generación,

pasé a revisar los de generaciones anteriores... de verdad ¡qué bonitos libros! Los de la primera generación registrada son textos de materias que con el tiempo se fueron concentrando en una sola; por ejemplo, quienes estuvieron en primaria en esa década, llevaban por separado materias de geografía, civismo, historia y ciencias sociales -luego todo ese contenido se concentró en esta última-, además de matemáticas y lengua nacional. A mi generación ya no le tocó el texto de civismo, por eso me dispuse a indagar qué era lo que ahí se veía; en tercer año se enseñaba qué era una nación democrática, las relaciones de México con los demás países, la escuela como segundo hogar, conceptos de amor a la patria y a la libertad... además, un fragmento de la Suave Patria, de Ramón López Velarde, aparece en el libro, en él se pide a los alumnos que se lea, analice y se conteste después “¿cuáles son las razones por las que quiero a mi patria?”. A los niños de tercero, lo que tenían aproximadamente 10 años, se les enseñaba además el valor de la verdad y a cultivar las siguientes virtudes cívicas: ahorro, respeto a las leyes, honradez, trabajo, limpieza y cooperación. Con la reforma educativa de 1972 despareció la materia de civismo y me parece que es una lástima, le invito a que le dé un repaso a esos libros anteriores para que constate usted mismo su importancia. Cierro con dos de los principios que tenían que atender y aprender los alumnos en aquel entonces: “2. México necesita y merece, para asegurar su dicha, y para aumentar su grandeza, el trabajo material e intelectual de sus hijos y la moralidad de todos ellos. [...] 10. Apreciaré lo bello y lo noble en la naturaleza, en el arte, en el pensamiento y en la conducta de las personas virtuosas”. 2 Queda aquí el tema para la reflexión. Felices vacaciones. Que disfrute su lectura.

Contenido Armando Ramírez (1952-2019) En Tepito amamos las vocales y las prolongamos al infinito Por Mauricio Flores

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Festival de Aviñón Por Juan Francisco Grima Alarcón

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El trabajo de los etnólogos y antropólogos sociales Por Ma. Cristina Morales Viramontes

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Personas del poema [La generación de la angustia, de Armando Salgado] Por Javier Acosta

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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com 1 Para consultar el catálogo, haga clic aquí: https://historico.conaliteg.gob.mx/content/ common/consulta-libros-gb/ 2 SEP, Mi libro de Historia y Civismo de Tercer Año de Primaria, p. 112. En: https://historico.conaliteg.gob.mx/content/restricted/ libros/carrusel.jsf?idLibro=352#page/114

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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Armando Ramírez (1952-2019)

6 Por Mauricio Flores*

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ació en el Chilango y murió también en él. A Armando Ramírez se le podía encontrar en cualquier rincón de la gran ciudad, si digno de su vista era. Armando, chilango mayor. Conocedor de la urbe como pocos, y especialmente de su centro histórico, su presencia en tal o cual sitio era garantía del mismo. Olfato o qué sé yo, años, tal vez, pero la presencia de Ramírez avalaba lo mucho de historia y cultura que recreamos los capitalinos. Él solo aportó mucho desde el periodismo y la literatura. Ejemplo de ello su novela Déjame, apenas puesta en las mesas de novedades hace un par de meses. Ya no hubo tiempo de chismearle a Poncho, bien atento a los clientes de la islita del Café Villarías, en el pasaje de la calle López, ésa que hicieron suya los republicanos del exilio español hace más de medio siglo, oiga Poncho ya vio que está usted en la nueva novela de Armando Ramírez… Ya no. Tampoco volver a verlo micrófono en mano entrevistando, un par de calles adelante, a los muchos comensales de la paella valenciana, la de todos los días. Ya no. Sí para leer y releer su obra en este ahora triste, muy triste, Déjame, una novela en verdad entrañable. De barrio… Se le conoció bien como periodista cultural. Casi siempre con un micrófono en mano, de cara a la cámara de televisión y en algún espacio de la gran ciudad. Sus crónicas acerca de barrios y lugares de “rompe y rasga” son ya imprescindibles. Como buen tepiteño, su habla cotidiana no era distinta a la de millones de chilangohablantes. Ramírez (1952-2019) se adentró también en los laberintos de un oficio más. El de escritor y, específicamente, el de novelista. Sus títulos, Chin Chin el Teporocho, Noches de Califa, Pu, Quinceañera, La casa de los ajolotes, ¡Pantaletas!, La Tepiteada y Fantasmas, han tenido una buena aceptación del lector, algunos de ellos reeditados, siempre al margen de grillas y capillas, características del medio de los escritores en este país. Ahora Ramírez “vuelve” con Déjame, una novela cien por ciento urbana, cien por ciento emocional, también, que nos habla de las quimeras de toda relación amorosa en tiempos por demás cercanos. Una novela entrañable que asomada del entendimiento del oficio escritural del autor, aterriza en los entresijos de sus lectores. Suma de alcances que presenciamos de principio a fin, en cualquiera de sus rincones, sin importar cuánto de suyo sea verdad y cuánto no. ¿Qué cuenta Déjame, también ejemplo de eso llamado autoficción? Se trata de varias de las historias amorosas de un personaje llamado Armando, periodista cultural de la televisión mexicana, sin duda un

gran conocedor de la gran ciudad y de su Centro Histórico. Es la suma de realidades y sueños, transparentadas al máximo, de un hombre al que parecen dársele bien las relaciones tóxicas y con un permanente miedo al silencio. “El silencio es terror”. Entre la realización de un reportaje y otro y la aparición de Lucía en su cincuentona vida, Armando detalla (permanente narración en primera persona) sus relaciones con Daniela, Claudia, Guadalupe, Gina, Carmela, Carmen, Francia… Amoríos semejantes en su imposible granjeo, pero disparejos en sus (bellos) perfiles personales. Todos, eso sí, vividos (y muertos) en escenarios de excepción: de la calle Guatemala a Garibaldi y de La Merced a la colonia Doctores. “La nostalgia del barrio más fuerte que nunca”. Consecuencia afortunada de su oficio periodístico, el autor tiene esa cierta facilidad (certe-

ra) para describir sitios en apariencia insignificantes pero que, al recuperarlos en su contexto histórico, revelan mucho de lo que somos como sociedad. También misión del novelista. Un ejemplo: “En la esquina de Guatemala, tras cruzar la calle Brasil hacia el poniente, dejaba de llamarse así y adquiría su nombre antiguo: Tacuba; en esa esquina había estado el Bar León, centro de agitación social y cruce de ideas de la izquierda de los años setenta del siglo XX, al ritmo de la salsa y el son montuno. Por las noches, era una calle agitada: prostitutas, borrachos, antropólogos, periodistas, cineastas, músicos, rateros, policías secretos y de punto, vendedores de tacos y hot dogs. Y un hotel de paso a su lado”.

mando. “Déjame, déjame, no te pido nada, sólo déjame, déjame, por favor, quiero estar sola…”. Aunque para entonces, acompañado de sus lectores, habrá caminado los laberintos violentos de la geografía citadina, sin olvidar la vieja Tenochtitlan, y atracado en la oscuridad en que los sismos la dejaron. “Ahora me doy cuenta de cuántos miedos estoy hecho. De cuántos miedos vive el ser su existencia”. Déjame, la nueva novela de Armando Ramírez, “en Tepito hablamos más cantado, hasta la exageración, amamos las vocales y las prolongamos al infinito”, y que como una de las parejas de Armando “parece cuento de las mil y una mentira, pero no”.

“Quiero estar sola” Llegará la “palabra cabalística” a las vidas de Ar-

Océano, México, 2019, 204 pp. * @mauflos

Armando Ramírez, Déjame,

Op. Cit.

En Tepito amamos las vocales y las prolongamos al infinito


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Festival de Aviñón 6 Por Juan Francisco

Teatro

Grima Alarcón

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l Festival de Teatro de Aviñón tiene dos cabezas: por un lado, está el Festival Histórico, fundado en 1947 por Jean Vilar. Algunos le llaman el IN, pero nunca alguno de los participantes (director, artistas o empleados) lo llamará así; para ellos es el Festival y nada más. Se trata del festival por excelencia, que invita a los grandes autores, actores y directores del momento. Pretende estar a la vanguardia de la creación contemporánea pero también a la vanguardia de los problemas más importantes del mundo contemporáneo incluso venidero; porque el teatro es “el espejo del futuro”. La cosa va en serio. A su lado, fundado en 1967, en reacción al carácter demasiado institucional y clásico del festival de la época, existe el Festival Off: se trata de una máquina descomunal (1600 espectáculos diferentes) donde se puede encontrar de todo desde la tropa de amigos que quieren “hacer” Aviñón a la compañía subvencionada por su región de origen y que vienen a Aviñón, todos los gastos pagados, para conseguir “fechas”. El Off es un gran mercado. Primero para la ciudad de Aviñón, que obtiene en cuatro semanas buena parte de sus ingresos anuales. Los “teatros” florecen en los lugares más sorprendentes (una cochera, un huerto, una casa...) y, al igual que los apartamentos, cuestan un ojo de la cara. Los precios se disparan mientras la calidad tiende a disminuir (por ejemplo, restaurantes). Afortunadamente, todavía quedan casas de calidad donde el festivalier y los aviñonenses pueden encontrar la calidad del servicio que disfrutan durante el resto del año. Además, una compañía puede actuar frente a una sala completa durante 3 semanas y considerar su festival como un fracaso si no puede vender su espectáculo. Y es cierto que para una tropa que consigue llenar su agenda por uno o dos años, hay decenas que se van con las manos vacías y muchas veces arruinada por largo tiempo. No obstante, el Festival Off es una fiesta donde puedes encontrar lo mejor o lo peor, pero, a menudo, con un tono iconoclasta que ni siquiera respeta los grandes textos. Phèdre Por eso, es tan bueno encontrar a Phèdre!, la tragedia clásica de Jean Racine, en la programación de IN. Por su falta de respeto, es un espectáculo digno de lo mejor del OFF. Primero, un pequeño recordatorio: el punto de admiración (point d’ exclamation, en francés de hoy) se decía de la época de Racine: point d’admiration (!) El espectáculo es ante todo una declaración de amor del suizo François Gremaud al texto más interpretado del clasicismo francés. Durante hora y media el actor Romain Daroles presenta una conferencia sobre la tragedia de Racine frente una audiencia maravillada. El orador comparte con nosotros su pasión por la obra en un monólogo

/// Phédre!, la obra dirigida por François Gremaud en el Festival de Aviñón.

humorístico, lleno juegos de palabras alegres y explicaciones brillantes. El profesor no sólo cuenta la extraordinaria mitología griega, base de la obra, o el contexto de su composición sino también, y especialmente, el maravilloso dominio de la palabra, la construcción virtuosa del verso. Y lo que nos transmite es la profunda alegría del texto compartido. Lo precisa el

director: “lo que quise compartir, además de mi admiración por Phèdre en particular, es mi amor por el teatro en general, ese arte vivo que siempre celebra la profunda alegría de estar en el mundo”. Así Phèdre! Es un soplo de aire fresco antes de volver a las cosas “serias”. ¿Quién se atreverá a ponerle un punto de admiración parecido al Quijote o a Fuente Ovejuna?

Granma, los trombones de la Habana, un teatro documental [Entrevista con Stefan Kaegi, director; Aljoscha Begrich y Yohayna Hernández, dramaturgos] El colectivo alemán Rimini Protokoll presenta Granma, los trombones de la Habana, una obra con artistas reconocidos y actores cubanos no-profesionales que echan una


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mirada peculiar sobre la revolución. Grima: Rimini Protokoll, ¿por qué este nombre? Stefan Kaegi: Bueno, difícil contestar; digamos que en nuestro trabajo hay dos partes esenciales: una es la disciplina en el momento de ordenar los materiales (Protokoll) y lo otro es la diversión, el sol y todo lo que se puede disfrutar que es Rimini.

G: ¿Y qué queda de esa realidad después del trabajo en el escenario? SK: Pues quedan unas realidades muy concretas, muy básicas, reales; para esos cuatro cubanos se generaron unas ganancias con las que podrán vivir muy bien algún tiempo y ¡eso es una realidad concreta! Pero lo que se transforma es la percepción de la realidad; una realidad en el escenario nunca es la realidad directa, concreta, por supuesto. Aljoscha Begrich: Y hay una realidad muy concreta que es la realidad del espectador; si estoy sentado en un sillón y alguien me habla de lo que hizo su abuelo en los años 60 inmediatamente pienso en lo que hicieron mis abuelos; eso es muy real y me lo llevo… Yohayna Hernández: A mí, en la relación entre el documento y la ficción, entre lo real y la realidad, una de las cosas que más me interesa es que a veces la ficción (porque, aunque uno parte de historias de vida, las lleva al escenario que es un espacio ficcional) te sirve para reparar tu vida de una manera que quizás nunca hubieras visto en un espacio real. Por ejemplo, en la obra, la relación que hay entre Milagros y su abuela, entre la costura y la historia, surgió del espacio ficcional; quizás en la vida real nunca hubieran pensado que coser y hacer historias eran cosas tan cercanas, tan reales. Es seguramente lo más interesante del teatro documental que afecta en todas las direcciones. Y afecta también al espectador. G: Hablando de espectador, la profesión de fe inicial de Rimini Protokoll era darle al espectador un papel diferente, ¿qué papel tiene el espectador en Granma? SK: Rimini involucra muchos trabajos muy

Teatro

G: Se califica a su trabajo como teatro documental. ¿Se reconocen en ese calificativo? SK: Hay muchas formas de teatro documental y me siento conectado con muchas. Si vas a un festival de películas de ficción es probable que te encuentres con obras poco interesantes que te decepcionan; eso casi nunca me pasa con un documental. Me interesa el documental porque me interesa la realidad que está atrás, así que me siento interesado por procedimientos como los de Las lagartijas tiradas al sol, en México. Todas esas estrategias son muy distintas; la estrategia de Minorao también y me siento cerca de ellas. Además, la palabra me sirve para convencer alguna gente no profesional; cuando les propongo hacer teatro se echan atrás y se asustan. Les explico que es como un documental en el que tendrán que ser ellos mismos, sin más. Y funciona. Bueno, pues cuando me conviene, me sirvo de la palabra. Aunque en Cuba es más complicado; vale más no hablar de documental porque pueden surgir problemas… Sí, en Cuba hablamos de la obra como de un teatro musical, con los trombones.

/// El colectico alemán Rimini Protekoll presentó ‘Granma, los trombones de la Habana’ en el Festival de Aviñón.

distintos. Hay algunos en los que el espectador está sumiso en un papel de representante de un país y tiene que actuar en un contexto de cambio climático; Granma no es una obra así; si bien hay una participación activa en la escena del base-ball, la participación se juega más bien al nivel del espejo, del reflejo que te envía la obra: el espectador puede decir: “Bueno, ellos viven con sus abuelos, ¿dónde están mis abuelos?”. En Europa no convivimos con los ancianos, tenemos instituciones que se ocupan de ellos, las residencias de ancianos, los hospitales con su tecnología y los cementerios. Y eso produce algo, una reacción “en espejo”. G: ¿Cómo podrían explicar la fascinación de los artistas e intelectuales europeos para Cuba? YH: La revolución tiene un capital simbólico muy fuerte para América Latina que reside en la postura ante los Estado Unidos y todavía hay quien la defiende a pesar de todos los problemas y todas las fatigas que esa revolución tiene. Y muchas personas de la izquierda europea también dialogaron con ese discurso antiamericano, anticolonialista, antiimperialista. Y ese capital simbólico, esa mítica de la revolución hace que esa gente siga conectando con Cuba. AB: A mí me parece que se trata de un pasado que no se llegó a vivir. En los años 60 hubo muchos intentos de transformar países en países socialistas que fracasaron. Eso, por distintas razones no se realizó salvo en Cuba y la gente viene a Cuba con ese pasado que no han podido vivir y viven una nostalgia, una melancolía que les impide tener una mirada crítica real. G: La crítica que lleva la obra no se puede calificar de radical. ¿A qué corresponde esa elección de cubanos que presentan una visión suave de la sociedad cubana? AB: La primera formación que tuvo Stefan fue de periodismo y eso se refleja en su tra-

bajo de Rimini, se trata de mostrar distintas posiciones y juntar estas posiciones sin valorizar ninguna ni ponerse del lado de ninguna. A veces es muy complicado y se puede criticar, pero es valioso. Realizamos un proyecto en Chile y Stefan no quiso limitarse a los testimonios de las víctimas sin escuchar también las voces de los victimarios. Mucha gente no lo puede aceptar, pero es muy interesante. YH: Yo creo que hay una elección dramatúrgica que consistió en poner en diálogo a jóvenes con sus abuelos que habían sido integrados al proceso de la Revolución así que la crítica está en esa mirada generacional de esos jóvenes a sus abuelos y sus proyectos. G: ¿Cómo vivieron la construcción de esta obra? YH: Yo lo separo en dos momentos: uno que fue la investigación y después el proceso de creación. En el caso de la investigación, para mí fue un proceso de mucho aprendizaje y al mismo tiempo de muchas emociones; entrevistamos a más de setenta personas en diferentes en diferentes etapas porque fue un trabajo que se organizó en diferentes momentos de la investigación y para mí fue escuchar muchas historias de vida conectadas con el proceso de la revolución. Eso me afecto mucho; aunque hay una historia mayúscula, entrar de pronto a esas vidas que de una manera u otra han sido afectadas por ese proceso revolucionario fue una de las cosas que más me interesó. Algo complejo también para mí fue decidir qué historias se quedaban sobre la escena y cuáles salían. G: Y para ti, Stefan ¿cuál fue el momento más grato o más fuerte del trabajo? SK: En realidad hubo momentos muy bellos porque hicimos muchas visitas en lugares donde habían vivido los abuelos; por ejemplo, visitamos a la banda Las maravillas de Florida en la que había tocado el abuelo de Diana y ésta nunca lo había visitado.

Encontramos a gente que lo había conocido y vimos fotografías del tiempo en el que el abuelo fue a tocar para los soldados en Etiopía y Siria. Diana no sabía nada de esa historia. Fue un momento muy emocionante, entre muchos otros. G: Stefan, tú tienes la costumbre de venir al Festival de Aviñón, incluso has sobrevivido el cambio de dirección, ¿qué relación mantienes con el festival? Y pregunta para ustedes, que descubren el festival, ¿cuáles son sus primeras impresiones? SK: Acabo de llegar del Festival de Manchester Internacional, donde hay más dinero, más trabajo internacional pero también con trabajos que me parecieron “sobreproducidos”, mientras que aquí he visto cosas más pequeñas, más ligeras, que me interesan más. Y hablando de nuestra obra, me encanta ponerla en este lugar, el Claustro de las Carmelitas, al aire libre, con tanta magia. Aviñón sigue teniendo mucha importancia para Francia, pero quizás haya perdido un poco de impacto al nivel internacional, si miro cuántos programadores hay aquí. No sé por qué, pero es mi impresión. En Alemania se ve muy poco teatro francés y más teatro inglés, por ejemplo. G: ¿Y tú, Yohayna? YH: Para mí es la primera vez en Francia y en Aviñón, por consiguiente, estoy un poco bloqueada con mucha información y me cuesta un poco seguir un eje, se siente soledad y tienes que armarte tú mismo tu recorrido; pese a todo, Aviñón siempre ha sido un lugar mítico por el que han pasado casi todos los directores internacionales que conozco; desde Cuba yo vi los videos de sus obras acá en Aviñón, las conferencias de Romeo Castellucci, de Angélica Liddell, sus talleres; incluso vi este espacio (el Claustro San Luis, sede del festival); es un lugar con mucha mítica, y ahora estoy aquí, es una cosa un poco rara.


Ollin: Memoria en Movimiento

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El trabajo de los etnólogos y antropólogos sociales 6 Por Ma. Cristina Morales

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n una entrega anterior hacíamos ver que el etnólogo se interesa en general por las culturas vivas. Recordábamos que el vocablo etnos significa grupo humano, término que por costumbre se asocia a los grupos indígenas; sin embargo, etnia alude a cualquier grupo humano ya sea náhuatl, totonaca, español, chino o japonés. Si enfocamos la atención hacia Zacatecas, sabemos que el proceso de población y en sí de conquista fue singular. Habitaban grupos indígenas propios de la región, como los caxcanes, zacatecos y huachichiles, denominados en general con el término despectivo de chichimecas -que los compara con los perros. Esta forma de llamarlos se debe a que los indígenas de esta región mostraban una cultura menos avanzada en relación a la de los grupos del sur. Eran nómadas, cazadores recolectores; lo cual explica su vestimenta a base de pieles y las plumas como adorno. Eso los hacía grandes conocedores de su territorio; ámbito propio de su actividad, en donde sabían movilizarse en busca de sus alimentos. El proceso de conquista consistió en una guerra a sangre y fuego, ya que el español, en su afán de amasar fortuna, que se les presentaba en forma de las ricas vetas argentíferas, olvidó por completo que las tierras pertenecían a los indios, que por razón natural, las defendían y se oponían a ser invadidos y a convertirse en esclavos. Esta lógica actitud defensiva les significó 40 años de luchas, que en términos materiales representaron mucha pérdida de energías, de dinero y lo más importante: ¡de vidas!, hasta que deciden cambiar su táctica de guerra.

/// Tastoanes adorando la Imagen de Santo Santiago de Apozol, imágenes Centro INAH Zac. Juan Carlos Basabe

Entonces, con la finalidad de coadyuvar en el proceso de conquista, importaron indígenas tlaxcaltecas en su mayoría. Por ese medio logran una especie de conquista sobre conquista, dónde gracias al apoyo de la presencia de indígenas emancipados consiguen la pacificación, proceso en el que los indios originarios quedan marginados y sojuzgados, ya que incluso a los tlaxcaltecas se les otorgan tierras. El resultado es una nueva cultura formada por grupos diversos, que comprenden a los indígenas de las dos regiones, a los conquistadores y a los negros traídos como esclavos. Todos dominados por la cultura occidental regida en principio por la religión.

Surgen nuevas costumbres, que serán la interpretación de la cultura dominante que contendrá elementos indígenas mezclados con los adquiridos de las otras culturas, y que se manifestarán en los elementos de la vida cotidiana, empezando con la vestimenta, la alimentación, la habitación, el culto y las expresiones folclóricas en general, evidentes en buena parte en el aspecto religioso como serían los cultos católicos locales; que podíamos calificar de nacionales, como producto de la conquista española con una interpretación propia en esta región. Mencionaremos algunos cultos locales como el dirigido de la virgen de Guadalupe, que cuenta con su san-

tuario en el municipio que lleva su nombre, de dónde anualmente sale en calidad de “Preladita”, a recorrer la capital hasta regresar a su templo sede. El culto a la Inmaculada Concepción está también presente en varios templos en el Estado, además de tener reverencia especial en el santuario de San Juan de los Lagos, Jalisco, hacia donde se organizan varias peregrinaciones anuales. Por su parte, la Cofradía de San Juan está asociada al espectáculo tradicional masivo de la Morisma o danza de moros y cristianos, que en el caso de Zacatecas es más bien un espectáculo teatral de grandes dimensiones. Al santuario del Santo Niño de Ato-


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cha anualmente llegan cientos de peregrinaciones; Santo Santiago, en la zona del Cañón de Juchipila, está asociado a la fiesta de los Tastoanes, que a su vez tiene relación con la historia de la batalla del Mixtón y así sucesivamente fiestas y peregrinaciones van a estar asociados con eventos católicos como la Fiesta del Toro en el municipio de Susticacán celebrada con motivo del Carnaval. En cada uno de estos eventos tendrá presencia importante la danza, considerada como danza de conquista, cuyo nombre depende de sus características, aunque tienen elementos comunes como son el uso de tocados de plumas y de un simbólico arco y flecha, los huaraches llamados de tapadera, sonajas o palmas, en especial la música de tambora acompañada de un violín que sustituye la primera al tambor de origen prehispánico, conocido en náhuatl como teponaztle y el violín a la flauta de carrizo prehispánica. Aparte de los elementos similares; los nombres más comunes son el de matachines o matlachines, danza de la pluma, de pardos y otras, que aparecen con nombres locales. Ésta sería

tal vez una de las muestras de lo que podríamos considerar los elementos más representativos de lo que resta

/// Imagen de Santo Santiago de Moyahua imágenes Centro INAH Zac. Juan Carlos Basabe

de la cultura indígena por su colorido y riqueza manifestadas en una nueva cultura.

* Maestra en C. Antropológicas. Centro INAH Zacatecas.

/// El “hacendado”, su huencha y un huenche en la fiesta del toro en Susticacán, imágenes Centro INAH Zac. Juan Carlos Basabe

Ollin: Memoria en Movimiento

/// Danza de la pluma en Sombrerete fiesta de la Candelaria, imágenes Centro INAH Zac. Juan Carlos Basabe


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Personas del poema Libros

[La generación de la angustia, de Armando Salgado] 6 Por Javier Acosta

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reo que Armando Salgado es un poeta mercurial y demónico. Mercurial es lo que está sometido al cambio constante; demónico en tanto es capaz de hospedar el vocerío del poema. Lo conocí leyendo su Corvus suvroc (Mantis, 2012), un poemario que me inquietó en una fuerte y grata medida; pero cuando lo conocí, Armando ya estaba escribiendo distinto, y en sus propias palabras, era una poética de la que se alejaba, quizás para ya no volver. Es cierto, sus siguientes libros no se parecen, o pareciéndose, se remontan en direcciones múltiples. Así, al reconocer esta determinación mercurial, cada vez que leo uno de sus nuevos libros, comienzo por formularme una pregunta: “A dónde me llevas ahora, Armando Salgado”. Tengo sin embargo cierta idea de su algoritmo mercurial, es decir, de las tendencias que hay en su poética, que aún es joven cronológicamente, pero que ya es nutrida en el número de libros, y madura en sus alcances y logros. El poemario La generación de la angustia fue merecedor del Premio Internacional de Poesía Ramón Iván Suárez Caamal en 2017. El título invita, socarronamente, al equívoco; parece el de una antología o un libro de ensayos. Es ambivalente, pues también podría indicar un tratado de cómo es y en dónde yace esa fuente de la angustia. El tema de la angustia creativa lo hemos comentado el autor y yo cuantas veces nos hemos encontrado, creo que sin excepción. Como el autor señala en una nota al final del libro, el asunto es antiguo. A mediados del XIX, Sören Kierkegaard escribió El concepto de angustia que se concentra en la condición humana, sujeta al padecimiento derivado de nuestra caída en el tiempo y las angosturas del existir. El más reciente es de Harold Bloom, para quien la ansiedad (anxiety) acompaña el ansia de originalidad del poeta moderno —y contemporáneo. La ansiedad es angustia: ambas derivan del verbo latino angere (estrechar, oprimir). La angustia desata, en términos literarios, la lucha endemoniada con y contra los genios de la tradición; es decir, contra los grandes poetas que nos han precedido. El movimiento que encontramos en La generación de la angustia es una arriesgada y afortunada vuelta de tuerca al asunto de la búsqueda de la originalidad, es decir de la grandeza literaria; una vez que parece inalcanzable si quiera compararse con los grandes poetas de la tradición. El giro que da en este libro Armando Salgado es el mostrar a poetas creados por el mismo, a la manera de los heterónimos de Fernando Pessoa.

Presencias, cada una con su voz, con sus preocupaciones y sus estilos en la búsqueda, cada uno, del poema. Es decir, el libro consiste en la creación poética, pero también, y como rasgo distintivo, en la creación de distintas voces poéticas, quince en su número, que comparecen como habitantes de la intimidad múltiple del autor. La generación de la angustia se ramifica en presencias y en temáticas. Podría identificarse con una indagación en el yo, no sólo en el poético. Exploración en lo femenino y en la infancia. Impugnación de la cultura pop, del campo literario y del escritor burocratizado. Indagación en las relaciones entre imagen, poema, y realismo social; es decir de la poesía como documento. Situación tropical de la poesía, crítica de la ideología y de las redes sociales. También ha lugar para la poética del nostos, es decir, del regreso y las nostalgias que afectan nuestra infancia. Interpelación religiosa, con un poeta como el Padre José Tayde Morales, que despliega un diálogo entre el primer hombre y su Dios, desde una religiosidad descreída. En todos los poemas, un tema y una imagen que podemos encontrar en varios libros de Salgado, la aparición del padre muerto, cuya presencia pesa, demoledora y amada, como en Cofre de pájaro muerto. El poemario ejercita un vuelco novedoso, pero con resonancias, creo, en el resto de la obra, concretamente en otro

libro excelente, Estancia de ánimas (2013, ganador del premio nacional de poesía joven, Francisco Cervantes Vidal). La generación de la angustia expone, para quien quiera leerlo, la cuestión de la multiplicidad de presencias que nos habitan e influyen, como en una especie de zodiaco vital, desdoblado en otro, literario. Así, lo mercurial (lo diacrónico) se convierte en demónico, al mostrarse sincrónicamente. Dice Armando en la nota final a su libro: “en cierta medida son el reflejo de las múltiples personalidades que somos a diario […]. Sea esta antología de máscaras el espacio para que cada lector se quite el antifaz y redescubra en su interior los viejo mitos que aún nos habitan”. Esta aseveración, y este libro, emparentan a Salgado con Whitman, con Pessoa, con Borges, con Huidobro, y entre los poetas mexicanos, con Francisco Hernández, poetas del desdoblamiento, incluso del desdoblamiento infinito. El asunto de lo que aquí he denominado como demónico es tan viejo como occidente y tan novedoso como el psicoanálisis. Se le llamó entre los griegos melancolía, y estaba señalado por la necesidad angustiosa de escapar de la identidad. El antiguo milagro de las transformaciones rituales fue recogido por la literatura, que nos permite ser otro, muchos otros; que facilita la comparecencia de ese otro y esos otros que somos, y a los que podríamos oír, es decir, dar voz.

Cuando leemos, dejamos que otro ocupe nuestra mente, de una manera que ensancha nuestra conciencia y nos enfrenta con esa mismidad, plural y profunda que somos; no es otra la vocación de la literatura, no es otro el pozo del poema. Fuera de las convenciones religiosas orientales y occidentales en desuso y de moda, la relación interior, tal y como podríamos aspirar a ella, nos ha sido dada por la lectura, y por el recogimiento al que nos remite, es decir a la soledad que nos provee el libro, para que ahí nos encontremos con nos-otros mismos. Entre ellos otros, con ese sí mismo enmascarado en un padre que redime y abraza y que cierra el libro de Armando: Su corazón es una casa / oscura, el eco de sus muertos/ yace empolvado entre sus tejas./ Cuando la luz entra por / algún orificio, la sacude,/ y solo queda / un temblor en los latidos. / Entonces voy a él, / y lo abrazo. Sus bardas / interiores se desmoronan./ Su fortaleza lóbrega// se redime Si antes me preguntaba en cada libro: “A dónde me llevas ahora, Armando Salgado”, ahora debo preguntarme, “Cuántos, amigo, son los poetas que te habitan”. Armando Salgado, La generación de la angustia, Puerta Abierta/ Secretaría de Cultura de Campeche, 2018. 82 pp.


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