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Por Paula Markovitch con la colabora ción de Adriana Jiménez
rencia de otras series, esta historia tiene un enorme desparpajo formal, personajes secundarios brillantes, una estructura sorprendente y singular lo que la convierte en mi opinión en una verdadera obra maestra, completa y elocuente. Los Soprano nos reflejó, de una manera que nunca nos habíamos atrevido a vernos, como seres ingenuamente crueles e indiferentes.
Breaking Bad Es mucho lo que se ha dicho y comentado sobre esta serie formidable que narra la epopeya de un hombre que se hace a sí mismo, se reconstruye partiendo de sus cenizas y atraviesa el mal para llegar a algún otro sitio. Pero quisiera mencionar un punto que me llama la atención especialmente: el género dramático de esta obra no se aleja, en mi opinión, ni un centímetro de la tragicomedia tradicional.
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Los matices del personaje son únicamente morales; en realidad, el héroe, (sin ninguna duda) triunfa al final. Y triunfa exactamente en su medida de héroe, es decir, cumple el propósito original de su aventura. Al final Walt consigue lo que quiere, su primer y elemental objetivo: dejarle dinero a su familia.
Claro que en el camino se vuelve cruel, poderoso, millonario, pero al final pierde casi todo y se queda con “lo justo para cumplir consigo mismo”. Si hubiera obtenido más dinero hubiera fallado en su recorrido heroico. Por eso, en mi opinión, nos sentimos tan seguros, tan plenos al final del último capítulo: lo ha logrado. Walt alcanza la “meta”. Le deja dinero a su esposa e hijos, aunque su esposa e hijos no lo sabrán nunca. Es un hombre completo y realizado, que se despide con una sonrisa.
Otro punto que quiero mencionar es la relación con la extraña y dominante Skyler. La constante impaciencia de ella en los primeros capítulos por “definirlo”. Ella parece gozar comprendiéndolo, reduciéndolo con su compasión.
Quizás por eso, la lucha de Walt parece encaminada, al comienzo, a zafar de la definición, escapar de la conmiseración de Skyler, cargada de asco. La lástima que lo debilita...
Ella lo mira y lo reduce en cada parpadeo, lo comprime y desprecia. Entonces Walt empieza a mentir... Decide “ser” más allá de la mirada de ella... Creo que Skyler es el verdadero contrincante en este duelo incesante. Walt lucha por “ser”... Y para ello se convierte en lo que ella nunca podría asimilar o comprender. Sin embargo, en la mitad del recorrido, Skyler decide perseguirlo hasta “el mal”, acepta ser su cómplice a cambio del beneficio de controlarlo nuevamente. En la cuarta temporada, en el segundo capítulo, Skyler escribe un discurso. Walt ensaya el texto preparado por Skyler. Deberá repetirlo luego ante su familia.
Ella ha redactado una confesión: Walt deberá confesar que se siente.... “terriblemente, terriblemente avergonzado”. Walt protesta ante esta indicación escénica. “¿Por qué auto-defenestrarse de ese modo?”, “¿qué necesidad de descender tan bajo hacia la humillación?”.
Skyler contesta que, si quieren seguir adelante, él deberá seguir con el texto al pie de la letra: “Esta deberá ser la historia”, dice Skyler.
Ella quiere “escribir” la leyenda de su esposo, una leyenda de impotencia, de
castración y de renuncia. Y es ante esta claustrofóbica versión de su figura que Walt se revela una vez más.
Ella avanza aún más en la condescendencia...
Después de una cena con su cuñado Hank, en la que Walt se traiciona al sugerir que “el genio de la meta-anfetamina”, es decir, él mismo, seguramente sigue en las calles, Skyler decide “interpretar” este traspié en la conversación: deduce que Walt está tan asustado, que propicia “inconscientemente” su caída.
Walt escucha la versión de Skyler. Parece sorprendido la descarada subestimación de su propia alma. Walt la mira a los ojos y le dice: “No sabes con quién estás hablando”, “no sabes nada de mí”. “No le tengo miedo al peligro”. “Soy el peligro”.
Así Walt se convierte en “el peligro”. Se salva a sí mismo de la extinción... Quizás por eso la temporada termina de manera tan formidable cuando después de hacer estallar al Sr. Gus, quien muere elegantemente desnudando su esqueleto... después de burlar con toda ternura la candidez de su entrañable cómplice... Walt llama a su esposa y le dice: “Gané” (Walt puede querer decir quizás... que triunfó y salvó momentáneamente su vida. Pero yo prefiero entender que esa frase significa). “Te gané”, soy lo que no entiendes, lo que no puedes adivinar. Soy un ser vivo fuera de tu definición de mí. Así Walt vuelve a huir. Se va más lejos ahora, prefiere extraviarse, para poder escapar de esos ojos azules que consumen su espíritu...
Walt celebra su triunfo, se recompone de la sofocación, se eleva sobre la mirada de Skyler. Walt gana, ha recuperado para sí la libertad y el misterio... e incluso le ha hecho un regalo que ella no puede comprender. Los ojos perplejos de la Skyler tienen que aceptar que no sabe nada de ese hombre, que no podrá inscribirlo en su versión de los hechos.
“El guerrero tiene que hacerse inescrutable, aquel que te comprende de algún modo te aprisiona”, dice Víctor Hugo. Walt encuentra la manera de huir de la definición de sí, encuentra los resquicios, llega a un territorio que ella no puede alcanzar con la mirada... para construirse a sí mismo.